BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 41. MARZO. 1964. |
LOS SACERDOTES DE CRISTO |
Si vuestros sacerdotes
fuesen ángeles, no ten- |
drían compasión de
vosotros, ni os habrían po- |
dido servir de guía y
modelo. Por esto Cristo os |
ha dado como ministros de
la reconciliación, a |
hombres. |
El mismo, aun sin ser
pecador, al hacerse |
hombre, tomó sobre sí
mismo y sobre su per- |
sona, hasta donde le fue
posible como Dios, todo |
el peso de las debilidades
y de los dolores |
humanos. |
No podía ser un pecador,
pero podía ser un |
hombre, y se proveyó de un
corazón humano |
para que nos fuese posible
confiarle los nuestros; |
y fue probado en todo,
como nosotros, «menos |
en el pecado» (Hebreos,
IV, 15). |
Dejad que os penetre las
almas esta verdad, y |
haced que ella os
conforte. |
Card. John Henry Newman,
C.O. |
1 (17) |
¿QUIEN MATO A CRISTO? |
—Los judíos...—, sería la
respuesta inmediata |
y espontánea, que brotaría
de la mayoría de las |
bocas, Y, muchos
cristianos, al meditar en la |
pasión de Cristo,
acabarían, aun ahora, con un |
monólogo lastimero, en el
que, ofreciéndole la |
propia supuesta santidad,
pretenderían, con |
pasmosa sencillez,
consolarle de la malicia dei- |
cida de aquel pueblo que,
sin más, nos atreve- |
mos a señalar como
culpable de la muerte del |
Hijo de Dios hecho hombre. |
Sin embargo, podría, en
nuestros días, formu- |
larse la siguiente
pregunta: ¿hay alguien, cris- |
tiano o no cristiano, que
tenga la certeza de |
recibir a Cristo mejor que
no lo hicieron los |
judíos, si al llegar a
nosotros, nos comprometía |
con sus divinas
exigencias? ¡Cuántas cosas se |
hacen con los que Él dijo
que era como si se |
hiciera con El mismo!
¡Cómo se recibe, a me- |
nudo, a los que Él dijo
que era como si le reci- |
bieran a El... |
La agonía de Cristo y la
muerte de Cristo no |
han terminado aún, porque
no han terminado |
los pecados de los
hombres, judíos o no judíos. |
No fueron los judíos la
causa de la muerte de |
Cristo, sino los pecados
de todos los hombres |
de todos los tiempos.
También los míos y los |
tuyos. |
2 (18) |
Dios eligió el pueblo
judío, no para morir, |
sino para nacer. Lo de la
muerte estaba deci- |
dido de antemano, por la
malicia de la huma- |
nidad entera que, en el
mar amargo del pecado |
universal, encontró, para
estrellarse, el reman- |
so de un pueblo, del que
no se puede decir que |
fuese, precisamente, más
pecador que los de- |
más, sino todo lo
contrario. |
La naturaleza humana del
Verbo encarnado |
heredó lo mejor de aquella
raza elegida, que le |
desbrozó el camino, le
anunció y le prefiguró, |
con la sucesión de
patriarcas y profetas y de |
almas santas, encendidas
de esperanza, aun en |
medio de la miseria de la
condición humana. |
Finalmente, de este pueblo
que Cristo amo, |
cuya lengua habló siempre,
y de cuyas desgra- |
cias se compadeció hasta
derramar lágrimas, |
recibió a su Madre,
maravilla de la humanidad |
y espejo del cielo, y
eligió directamente a sus |
(amigos), apóstoles y
discípulos, sobre los que |
edificaba su Iglesia. Y
gracias a estos judíos, los |
demás hombres hemos
conocido a Cristo y par- |
ticipado de su redención. |
Las grandezas de todos los
demás pueblos y |
naciones de la historia
son recuerdos fúnebres |
o lo serán; sus glorias
son nada, comparadas |
con la del pueblo judío.
Es verdad que el pue- |
blo judío también tiene
miserias; pero son las |
mismas comunes a todos los
pueblos, y que se |
encierran en esta palabra:
pecado. |
3 (19) |
EN EL CALVARIO |
LA ORACIÓN DE PAULO VI AL
PIE |
DEL SANTO SEPULCRO |
Hermanos e hijos: es
preciso que se despierten |
nuestras mentes, que la
claridad penetre nues- |
tras conciencias, y que
bajo la luminosa mirada |
de Cristo, a Él tienda
toda la fuerza de nuestro |
espíritu, para que, con
sincero dolor, nos demos |
cuenta de todos nuestros
pecados, de todos los |
pecados de nuestros
padres, de los de la histo- |
ria que ya pasó, de los de
nuestro tiempo y de |
los del mundo en que
vivimos. |
Y para que nuestro dolor
no sea ni cobarde |
ni temerario, sino
humilde; para que no sea |
desesperado, sino
confiado; para que no sea |
pasivo, sino suplicante,
hagamos que se confun- |
da con el dolor de nuestro
Señor Jesucristo, |
paciente hasta la muerte y
obediente hasta la |
cruz, y mientras evoquemos
su piadosa memo- |
ria, imploremos su
misericordia que nos salva. |
Te adoramos, oh Cristo, y
te bendecimos porque, por tu |
santa cruz, has redimido
el mundo. |
En el lugar, oh Señor,
donde Tú, el inocente, |
has sido acusado; el justo
y has sido juzgado; |
el santo y has sido
condenado. |
4 (20) |
Tú, el hijo del hombre,
has sido torturado, |
crucificado y muerto. |
Tú, el hijo de Dios, has
sido blasfemado, bur- |
lado, renegado. |
Tú, la luz, has conocido
las tinieblas. |
Tú, el rey, has sido
elevado a la cruz. |
Tú, la vida, has sufrido
la muerte. |
Y Tú, muerto, has
resucitado a la vida... |
En este lugar, oh Señor
Jesús, nos acordamos de li; te |
adoramos, oh Señor Jesús;
te invocamos, oh Jesús Señor |
nuestro. |
Ahora meditemos. |
Aquí, oh Jesús Señor
nuestro, Tu pasión fue |
ofrenda prevista,
aceptada, querida; fue sacrifi- |
cio, Tú la víctima, Tú el
sacerdote. |
Aquí, Tu muerte, fue la
expresión, fue la me- |
dida del pecado humano;
fue el holocausto del |
más grande heroísmo, fue
el precio ofrecido a |
la justicia divina, fue la
prueba del mayor amor. |
Aquí se enfrentaron, en
álgido combate, la |
vida y la muerte; Tú
alcanzaste la victoria, oh |
Cristo, muerto por
nosotros y resucitado por |
nosotros. |
Dios santo, Dios fuerte,
Dios santo e inmortal, ten pie- |
dad de nosotros. |
Henos venidos aquí, oh
Señor Jesús, como los |
culpables que vuelven al
lugar de su pecado. |
5 (21) |
Hemos venido como quien te
ha seguido y |
también te ha traicionado.
Fieles e infieles, lo |
hemos sido tantas veces... |
Hemos venido para confesar
la misteriosa re- |
lación que existe entre
nuestros pecados y la |
Pasión, entre nuestra obra
y tu obra. |
Hemos venido para
golpearnos el pecho, para |
pedirte perdón, para
implorar tu misericordia. |
Hemos venido porque Tú
puedes y porque |
Tú quieres perdonarnos.
Porque Tú has expia- |
do por nosotros, porque Tú
eres nuestra reden- |
ción, porque eres nuestra
esperanza. |
Cordero de Dios, que
quilas los pecados del mundo, per- |
dónanos, Señor. |
Cordero de Dios, que
quitas los pecados del mundo, es- |
cúchanos, Señor. |
Cordero de Dios, que
quitas los pecados del mundo, ten |
piedad de nosotros, oh
Señor. |
Señor Jesús, Redentor
nuestro, reaviva en no- |
sotros el deseo y la
confianza en tu perdón; |
confirma nuestra voluntad
de conversión y de |
fidelidad; haznos sentir
la certidumbre e inclu- |
so gustar la dulzura de tu
misericordia. |
Señor Jesús, Redentor y
Maestro, concédenos |
la fuerza de perdonar a
los demás, para que |
nosotros seamos también,
verdaderamente, per- |
donados por ti. |
Señor Jesús, Redentor y
Pastor, infúndenos |
la capacidad de amar, como
Tú quieres que, |
6 (22) |
según tu ejemplo y con tu
gracia, te amemos a |
li y los que, por ti, nos
son hermanos. |
Señor Jesús, Redentor
nuestro y Paz nuestra, |
que nos has manifestado tu
máximo deseo: |
que todos sean uno:
atiende este deseo que |
hacemos también nuestro y
que lo converti- |
mos, aquí, en nuestra
oración: «Que todos sea- |
mos uno». |
Señor Jesús, Redentor y
Mediador nuestro, |
alcánzanos, ante el Padre
de los cielos, la efica- |
cia de las oraciones que
ahora le dirigimos, en |
el Espíritu Santo. |
Hermanos e hijos,
roguemos. |
Omnipotente y eterno Dios,
que has revelado tu gloria a |
todos los hombres, en
Jesucristo: conserva la obra de tu |
misericordia, para que la
Iglesia se extienda por todo el |
mundo y persevere con
firme fe, en la confesión de tu nom- |
bre. Por el mismo
Jesucristo, Señor nuestro... Así sea. |
Omnipotente y eterno Dios,
consuelo de los afligidos, fuer- |
za de los débiles: que
lleguen a ti las súplicas d |
los que están sumidos en
la tribulación, y alcancen, en me- |
dio de sus necesidades,
gustar la dulzura de la misericor- |
dia. Por el mismo
Jesucristo, Señor nuestro... Así sea. |
Omnipotente y eterno Dios,
que no quieres la muerte, sino |
la vida de los pecadores:
oye benignamente nuestra sú- |
plica, y líbralos de
permanecer en el error para que entren |
en tu Santa Iglesia, para
alabanza a |
gloria de tu nombre |
Por el mismo Jesucristo,
Señor nuestro... Así sea. |
7 (23) |
CULTOS DE SEMANA SANTA |
DOMINGO DE RAMOS |
Mañana a las 10'45,
Bendición de ramos, Procesión y Misa. |
Tarde, a las 6'30,
Vísperas. |
JUEVES SANTO |
Tarde, a las 730, Misa «in
Coena Domini», con Homilía y |
Comunión. |
Traslación y reposición
del Sacramento. Denudación |
del Altar. |
VIERNES SANTO |
Mañana, a las 8, solemne
Vía-Crucis por el Parque de los Már- |
tires, para todos los
Hermanos y Señoras del Oratorio |
secular y demás fieles. |
Tarde, a las 6, Acción
litúrgica «in Passione et Morte Do- |
mini»: Lecciones, Pasión,
«Oratio fidelium», Adoración |
de la Cruz, Comunión. |
SABADO SANTO |
Noche, a las 11, Vigilia
Pascual: Bendición del fuego nuevo |
y del cirio pascual,
Pregón pascual, Lecciones, Leta- |
nías (1.ª parte),
Renovación de las promesas del Bautis- |
mo, Letanías (2.ª parte) y
Misa. |
DOMINGO DE PASCUA |
Mañana, a las 10, Misa
cantada. |
Tarde, a las 6'30,
Vísperas. |
LAUS DEO |
(Con las debidas
licencias) |
AB. 103-62. |
8 (24) |
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