BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 42. ABRIL. 1964.
DÍA DE LAS VOCACIONES
Por expresa voluntad del Papa Paulo VI, a partir del pre-
sente año, cada segundo Domingo después de Pascua, tendrá
lugar, en la Iglesia, la celebración de la «Jornada Mundial de
oraciones por las vocaciones». En ella todos los cristianos deben
rogar, a una, por todas las almas consagradas a Dios por el
sacramento del Orden o la profesión de los consejos evangé-
licos, y para el aumento de las mismas.
Esta Congregación del Oratorio de Albacete, que ya era
miembro de la Obra Pontificia de las Vocaciones, dependiente
de la Sagrada Congregación de Religiosos, se complace sobre-
manera de la solicitud pontificia y dedica el presente boletín a
tan importante tema, reproduciendo la mayor parte de un nú-
mero anterior, agotado y luego muy solicitado, para complacer
así la repetida demanda que personas amigas nos han dirigido.
Saquen todos la mayor estima por la vida de entera con-
sagración a Dios. Los padres para pedirle el honor de poder
ofrecerle alguno de sus hijos; los jóvenes para considerar y
atender a la posible llamada del Señor, y todos para agrade-
cerle  que nos de almas entregadas del todo a El y al bien del
mundo.
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VIDA DE CONSAGRACIÓN A DIOS
Todo cristiano, por el bautismo, está consa-
grado a Dios. Pero hay muchas almas que, al
encontrarse con la riqueza bautismal rebosante
de gracia, oyen además la invitación del Señor
para una vida de dedicación más solicita y me-
tódica a la santidad, y buscan caminos estables
que les garanticen el fiel seguimiento de la
divina llamada. Para ellas la Iglesia tiene los
llamados «estados canónicos de perfección»,
que son fórmulas de vida en las que oficial-
mente se reconoce y garantiza el método de
seguir los consejos evangélicos —singularmente
pobreza, obediencia y castidad—, para alejar
los obstáculos principales que se oponen al
esfuerzo para la propia santificación y facilitar
el enderezamiento del alma por la senda de la
caridad, y poder hacer así, de la vida entera,
una entrega amorosa y sin reserva a Dios y a
los demás.
Una gran variedad de formas reconocidas
por la Iglesia responden a las diversas necesi-
dades de los tiempos, de los lugares, de las
obras y hasta de las almas solicitas por seguir
el sobrenatural llamamiento a la consagración.
La Iglesia, siempre joven y siempre fecunda, no
ha cesado de crear, adaptar y renovar ince-
santemente métodos y fórmulas prácticas que
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aseguren la observancia personal y social del
genuino espíritu evangélico de tal consagración.
Estas formas oficiales de consagración, sin
ser exclusivas, representan la respuesta cons-
tante y secular al llamamiento de Cristo a la
vida de perfección —«Sed perfectos como vues-
tro Padre celestial es perfecto» (Mateo 5, 48)—,
y tienden a constituir aquí en la tierra, como el
núcleo militante de la santidad de la Iglesia.
Ven, sígueme, para ser
luz del mundo,
sal de la tierra y
lirio de los campos..
una VOZ…
que es, al mismo tiempo, in-
vitación y mandato; una voz
simple como un suspiro y
profunda como un drama: la
voz de Cristo que, aun hoy,
hoy más que nunca, dice:
«Ven, sígueme» (Mateo 19,21).
PAULO VI.
3 (27)
ESTADÍSTICAS
Las estadísticas no lo dicen todo. En último
término las cifras nunca pueden medir la can-
tidad de gracia santificante de las almas, y la
gracia —difundirla, aumentarla en el mundo—
eslo único que realmente preocupa, por enci-
ma de todo, a la Iglesia. Pero anticipada esta
salvedad, es natural que las cifras, aunque sólo
sean aproximadas, contribuyen a orientarnos.
En el mundo y entre una población aproxi-
mada de 2.700 millones de habitantes, de los
cuales 900 millones son cristianos y 600 cató-
licos, existen un millón y medio de almas con-
sagradas a Dios, dentro de la Iglesia. Un millón
son religiosas y el resto sacerdotes seculares y
religiosos, la mayoría de los cuales también son
sacerdotes.
Según las estadísticas de las últimas décadas,
el número de sacerdotes y de religiosos, no
aumenta en la misma proporción que la pobla-
ción mundial y que el número siempre cre-
ciente de los católicos. Pero hay que tener en
cuenta, en cambio, el siguiente dato altamente
revelador, y es que, mientras el número actual
absoluto de sacerdotes diocesanos es el doble
del de sacerdotes religiosos, el aumento de am-
bos cleros se produce en proporción inversa, o
sea que, cada año, por cada nuevo sacerdote
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diocesano se ordenan, por lo menos, dos sacer-
dotes religiosos, lo cual puede significar que,
con el tiempo, todos los sacerdotes serán, ade-
más, religiosos. Así, según las últimas estadís-
ticas completas que nos es dado compulsar,
resulta que, en 1.961, se ordenaron 4.286 nuevos
sacerdotes, de los cuales 1.162 eran diocesanos
y 3.124 religiosos.
«Sé hombre; sé digno de la llama que te
devora. Y si es preciso que seas devorado,
que sea en un candelabro de oro, como el
Cirio Pascual en medio del coro, para
gloria de toda la Iglesia».
PAUL CLAUDEL en
«L' Annonce fiate a Marie»
Hemos podido comprobar cómo, la Providencia,
que va dándonos la piedra de cada día para
seguir adelante en la edificación del templo y lo-
cales de este Oratorio, también ha sido espléndida
en recompensar a los donantes generosos.
Nos da gozo porque les amamos. Por eso les de-
seamos que, la bendición del Señor, les sirva para
crecer más en la fe y ser, ellos mismos, piedras
vivas del templo de Dios, que es la Iglesia.
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BIBLIA Y VIDA CONSAGRADA
Sobre la necesidad de la abnegación:
Mateo 16, 24; Lucas 9, 23.
Obediencia: Filipenses 2, 5-8.
Pobreza: Mateo 19, 21; 8, 20; Marcos 10,21.
Castidad: Mateo 19, 11-12: I Corintios
7, 25-38; I Juan 2, 15-17.
Vida en común: Hechos de los Após-
toles 4, 32.
Desasimiento: Mateo 8, 22; Lucas
9, 60.
Perseverancia: Lucas 9, 62.
Recompensa: Marcos 10, 29-31; Mateo
19, 29.
También en el Antiguo Testamento: I Reyes
3, 1-10; I Paralipómenos 29, 17-18; Salmos 15, 5;
23, 3-5; 26 4, 7-8, 10; 32, 12; 33, 9; 39, 8-9; 42, 4;
44, 2, 11-12; 50, 12; 51, 10; 62, 2; 65, 13-14, 16;
72, 1, 24, 27; 83, 2, 4-5; 99, 2-3; 104, 1, 3-4; 115,
16-17; 121, 6, 8-9; 132, 1, 3; Cantar de los Can-
tares 2, 16.
En el Nuevo Testamento: Mateo 4, 18-19 y
25, 1-13; Marcos 10, 17-21; Lucas 9, 57-62; Juan
1, 35-52; y 15, 1-9; I Corintios 7, 6-8, 25, 29-32, 34;
Gálatas 6, 14; Efesios 4, 1-6, 23-24; Filipenses
3, 7-14; I Juan 2, 14-17; Apocalipsis 14. 1-5.
Los que «no entendieran» estos textos, con-
suélense con las siguientes palabras de Jesucris-
to: «En la casa de mi Padre hay muchas mora-
das» (Juan 14, 2).
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¿CUÁNTOS SON LOS LLAMADOS?
El siguiente es sólo un parecer personal;
pero es el parecer de un santo, que se llamaba
Juan Bosco, y decía que él creía que el Señor
llamaba a la vida de perfección consagrada a
una, por lo menos, de cada tres almas.
Entonces, ¿cómo hay tan pocos, en propor-
ción, que atiendan al llamamiento de Dios? La
respuesta está ahí: mundo, demonio, carne...
Pero, ¿por qué Dios no insiste, no fuerza?...
No, Dios no debe hacer eso, o hacer eso así;
Dios es delicado, cuando llama dice solo: «si
quieres...» A la rigidez de un deber que se cum-
ple puntualmente, Dios prefiere, para los que
va a llamar sus «amigos» (Juan 15, 13-15), la
generosidad total, pero libre, del amor que se
entrega.
En el evangelio podemos ver tres llama-
mientos de Jesucristo y otras tantas actitudes
del alma «invitada» a seguirle: la del que quie-
re, pero no quiere (Mateo 19, 16-22); la del que
quiere, pero a medias, con corazón dividido
(Lucas 9, 57-62) —a los que se les podría recor-
dar la copla de amores, que también sirve para
los divinos: «Corazones partidos, yo no los
quiero, y si le doy el mío, lo doy entero»—;
finalmente, la del que quiere, enseguida y del
todo, y hace fiesta en el corazón (Lucas 5, 27-32).
7 (31)
DOS ANILLOS
Cupo al Papa Pío IX, la dicha de tener a su
virtuosa madre presente el día en que le ceñían
la tiara pontificia, solemnemente, en la basílica
romana de san Juan de Letrán.
Dícese que, terminada la ceremonia de la
Coronación, fue a abrazar y bendecir a su ma-
dre, que tenía cerca. Esta le besaba las manos
conmovida, y el Papa le dijo: —Madre: des que
os gusta mucho este anillo pontifical que llevo
en mi mano?
—Sí que me gusta, hijo mío. Pero ¿sabes qué
estoy pensando?... Que si yo no llevara éste de
casada en las mías, tú no habrías podido llevar
nunca ése de Pontífice en las tuyas.
Y la santa mujer le mostró su mano rugosa,
con la alianza de oro de su matrimonio en el
anular.
Entonces, el Papa, besó las manos de su
madre.
... Como si besara las manos de todos los pa-
dres y madres que han dado hijos a la Iglesia y
santos a Dios.
LAUS DEO
(Con las debidas licencias)
AB-103-62.
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