BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 44. OCTUBRE. 1964. |
VIVIR |
Vivir es comenzar siempre;
es continuar lo comenzado, |
como si se empezara otra
vez; es añadir al esfuerzo que se man- |
tiene, un aliento que no
desfallece, como un amanecer de ilu- |
sión, siempre creciendo,
que nunca acaba y que nos depara, a |
cada momento que pasa, los
destellos inéditos de esa novedad |
que nos espera, para ser
vivida, para asociárnosla al espíritu, |
mientras éste descubre y
estrena el gozo que Dios pone en todo |
lo que nos da, y hacemos
fecundo el instante que, sin dejar de |
latir, avanza y se
proyecta, en la cadena del tiempo, para asirse |
a otra anilla más,
indefinidamente. |
Vivir y mirar adelante. Y
caminar. La vida es vida porque |
siempre es nueva. Dios nos
quiere ávidos de esta novedad, para |
que no se extinga y luzca
más y más la llama con que nos |
enriquece |
Hay que caminar para
cubrir otras etapas y para recoger, |
a cada paso que damos por
los caminos que Dios nos señala, el |
reflejo de su luz que se
estrena en nuestros ojos. |
Hasta que el alma
encuentre, al fin del estío de nuestro |
andar terreno, la novedad
suprema de la visión de Dios, fuente |
de vida y, por eso,
eternamente joven y rico de felicidad. |
1 (41) |
ADMINISTRAR |
Dios no nos da los bienes
que tenemos, sino |
que nos los presta, para
que se los devolvamos |
con sus frutos e
intereses. Como los hombres |
de negocios hacen dinero
mediante el dinero, |
así usando bien los dones
de Dios durante esta |
vida mortal, podemos
rendirle buena cuenta y |
devolverle sus dones con
interés, porque éste es |
el sentido de la parábola
de los talentos. Así |
pues como el dinero crea
dinero, como el cam- |
po crea pan, vino y
aceite, así nuestras almas |
deberían rendir el
beneficio a Dios por los mu- |
chos dones que nos ha
otorgado. |
Me refiero a aquellos
bienes que pertenecen |
a nuestra naturaleza,
nuestro nacimiento o |
nuestras circunstancias;
bienes de este mundo. |
Él nos ha dado los medios
para que le podamos |
servir. Nos ha dado razón
y una cierta dote |
mayor o menor de
facultades; una salud mayor |
o menor. Nos ha situado en
un cierto nivel de |
vida, alto o bajo. Nos ha
dado un cierto circulo |
de personas, mayor o
menor, que dependen de |
nosotros, a quienes
nuestras palabras y nuestras |
obras afectan para bien o
para mal, y deben |
afectar para bien. Nos ha
dado nuestra porción |
de oportunidades para que
podamos hacer el |
bien a otros. |
Todo esto son dones de
Dios para nos- |
otros, y se nos han dado,
no para malgastarlos, |
sino para usar de ellos
como quien administra |
y ha de rendir cuentas. |
JOHN H. CARD. NEWMAN, C.
O. |
2 (42) |
RICOS Y POBRES |
Hacer iguales a todos los
hombres, en el |
sentido de suponerles con
la misma capacidad |
de administrar los bienes
terrenos, o de deten- |
tar el poder o de merecer
la fama; sería un |
grave error y, llevarlo a
la práctica, sería una |
catástrofe. |
Pero el ampararse en este
achaque y no re- |
visar nuestras actitudes
habituales profundas, |
respecto a los bienes de
este mundo, sería el |
colmo de la hipocresía,
cuando existen tantos |
desniveles de injusticia,
de miseria y de igno- |
rancia, que podrían ser
allanados sin necesidad |
de invocar el heroísmo. |
Hay quien se adhiere a la
Iglesia sólo por- |
que defiende el derecho de
propiedad, pero |
olvida cual es el
verdadero concepto natural y |
cristiano de la propiedad,
único que la Iglesia |
puede defender, y se
escandalizarían, si ya no |
con lo que dice el
Evangelio (que lo interpretan |
de una manera poética),
tal vez si con frases |
como éstas, que podría ser
de santo Tomás: |
«Dios es el único
propietario absoluto de todas |
las cosas. El hombre no es
más que un admi- |
nistrador de todo cuanto
recibe de Dios. Todas |
las cosas son para todos
los hombres. En caso |
de necesidad, todos los
bienes son comunes». |
Todos los que son ricos en
dinero, en poder |
o en sabiduría, tienen el
deber de extender tales |
3 (43) |
bienes a los demás. Puede
ocurrir, sin embargo, |
que los demás no sean
capaces de recibirlos: en |
tal caso existe, con
prioridad al enunciado, el |
deber de gastar su dinero,
emplear su fuerza y |
estudiar con su talento,
el modo de hacer a los |
demás, lo más pronto
posible, capaces de reci- |
bir lo que, como
instrumentos y colaboradores |
de Dios, único dador de
todo bien, les quiere |
comunicar. |
Otros alanes que no fuesen
éstos, o que los |
redujeran a simples
acciones aisladas y simbó- |
licas, les llevarían lejos
del camino en que les |
ha situado la Providencia:
a la fiebre de la co- |
dicia y a la tristeza
eterna. |
Por esto los ricos han de
agradecer a Cristo |
y a la Iglesia, que les
hayan dicho esta verdad, |
porque les salva y les
hace bienaventurados, |
también a ellos. |
¿QUIÉN QUIERE SER POBRE? |
Es dudoso que la riqueza
sea el mo- |
tivo principal de aprecio,
entre los |
hombres; si no hubiera
otras razones, lo |
impedirían, muy a menudo,
el resenti- |
miento y la envidia. |
Pero si es cierto que, en
el plano |
humano, la pobreza es el
motivo más |
común de desprecio. Se
busca, se atien- |
de, se sirve, se complace,
al rico o al que |
parece rico; se abandona,
se oprime, se |
abusa, se desprecia al que
es pobre, o |
que lo parece. |
Lo reconocemos y, a pesar
de ello, |
cuantísimos queremos ser
ricos y más |
ricos, o, por lo menos,
parecer ricos! |
(Ricos de dinero, ricos de
poder, ricos de |
prestigio...) |
!Y cuán pocos queremos ser
pobres! |
4 (44) |
LA IGLESIA DE LOS POBRES |
La Iglesia no existe para
dominar, sino para servir. |
PIO XII. |
Ante los países
sub-desarrollados, la Iglesia se presenta tal |
como es y quiere ser: la
Iglesia de todos y, en especial, la Igle- |
sia de los pobres. |
JUAN XXIII. |
Considerar os el sentido
de la pobreza necesario, para que |
nos aclare tantas
debilidades y desdichas de nuestro pasado, y |
para que nos ensene
también el estilo de vida que hemos de |
observar y la mejor manera
de anunciar a las almas la religión |
de Cristo. |
PABLO VI. |
Es indispensable liberar a
la Iglesia, que ni quiere ser rica, |
ni parecerlo. |
Cardenal Gerlier |
Los diversos signos
externos y las ceremonias que realzan |
la persona del obispo, han
aparecido en el curso de la historia |
de la Iglesia, en
particular en tiempos del emperador Constan- |
tino, cuando fueron
especificados los honores a que tendrían |
derecho los altos
funcionarios del Imperio romano y que fueron |
extendidas, tales honores,
a las obispos. La Iglesia puede con- |
cebirse sin estas
concesiones honoríficas externas. |
Cardenal Frings. |
Si, tal como se ha
repetido aquí mismo tantas veces, es |
exacto afirmar que la
finalidad de este Concilio es hacer a la |
Iglesia más conforme a la
verdad del Evangelio y mas apta para |
responder a los problemas
de nuestro tiempo, se puede afirmar |
que el tema central de
este Concilio, es la Iglesia, en tanto que |
es ella la Iglesia de los
pobres. |
Cardenal Lercaro. |
5 (45) |
EVANGELIO DEL SIGLO XX |
Este mundo al cual hemos
renunciado en el |
bautismo, es, sin embargo,
indispensable. Pero |
esto importa poco: Dios a
quien nos hemos con- |
sagrado por el bautismo,
nos dispensará lo que |
es indispensable en el
mundo. En el fondo, se |
trata de un buen negocio:
si escogemos a Dios, |
tenemos la seguridad de
que no nos va a faltar |
ni lo temporal ni lo
espiritual; mientras que, si |
nos decidimos por el
mundo, nos distanciamos |
de Dios y no se nos
garantiza que conservemos |
el mundo. |
Es verdad que la práctica
de la pobreza en |
este mundo, posee el
carácter doloroso de rehu- |
sar constantemente lo que
los hombres, como |
impulsados sin cesar por
una gigantesca y pér- |
fida conspiración,
recomienzan perpetuamente |
a ofrecer... |
La pobreza es una
elección. Nos lleva al res- |
peto constante por una
jerarquía de valores: por |
ella, el cristiano pisa
los peldaños más bajos de |
la escalera de las
realidades, para subir hasta |
arriba del todo, a nivel
de la vida de gracia. |
Por la pobreza, el
bautizado, se despoja de |
lo agradable por lo vital,
de lo vital por lo cul- |
tural, de lo cultural por
lo sagrado; de lo fútil |
por lo útil, de lo útil
por lo necesario, de lo ne- |
cesario por lo absoluto;
de lo malo por lo esti- |
6 (46) |
mable, de lo estimable por
lo venerable, de lo |
venerable por el Amable. |
El que tiene un alma de
pobre rechaza todos |
los excesos que podrían
alterar su salud; pero |
está dispuesto a
sacrificar la salud por el triun- |
fo de la ciencia, y la
salud y la ciencia por el |
triunfo de la caridad. |
Los mártires tenían alma
de pobre, porque |
prefirieron el sufrimiento
y la muerte a la trai- |
ción y al escándalo. |
Mas también tienen alma de
pobre, los que |
sacrifican los propios
gustos para esparcir un |
poco de alegría en torno a
ellos; los que sacri- |
fican una carrera rentable
para poder vivir una |
vida espiritual más
intensa; y los que prefieren |
una familia más numerosa,
en cuyo seno los |
hijos conocerán la
incomodidad y la inseguri- |
dad, pero que crecerán
ricos de ejemplos de |
abnegación y descubrirán
los valores más altos. |
Lo demás se nos dará de
añadidura. |
IVAN GOBRY |
«Cualquier niño, bien
instruido en catecismo, es, |
sin él sospecharlo, un
auténtico misionero», decía |
el cardenal Newman. |
El Catecismo del Oratorio
tiene lugar todos los |
domingos, a las doce de la
mañana. |
7 (47) |
HORARIOS |
CULTOS |
Misas: días laborables,
7-15, 8 y 9 de la mañana, |
días festivos, 9, 10
(Oratorio) y 11. |
Vísperas cantadas:
domingos y fiestas a las 6'30 de la |
tarde. |
La iglesia está abierta y
se oyen confesiones, todos los días de |
7 y 8 de la tarde. |
ORATORIO SECULAR |
Hombres: todos los jueves,
a las 8'30 de la tarde. |
Jóvenes: todos los
miércoles, a las 8'30 de la tarde. |
Los domingos, a las 4 de
la tarde, visita al Hos- |
pital. |
Señoras: el primer jueves
de cada mes, a las 5'30 de la tarde, |
Señoras viudas: el cuarto
jueves de cada mes, a las 5’30 |
de la tarde, |
Señoritas: todos los
martes, a las 8 de la tarde. |
Para todos, ensayo de
canto los sábados, a las 8'30 de la tarde, |
y misa, a las 10 de la
mañana, los domingos y días festivos. |
LAUS DEO |
Con las debidas licencias) |
48. 103-67. |
8 (48) |
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