BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 45. NOVIEMBRE. 1964.
LA IGLESIA DE LOS SANTOS
En otoño la naturaleza se hace interior: la vegetación se
despoja de la exuberancia estival y surge, cada árbol, del
silencio de la tierra, como una mano desnuda que espera el
óbolo del cielo, mientras aguarda, con la paciencia estática de
los mendigos, la purificación de los vientos para recibir, limpia,
la unción de la luz.
Fuera es pobreza; pero, debajo tierra, las raíces crecen
misteriosamente y, a su lado, millones de semillas germinan
envueltas en la obscura y aún tibia humedad del suelo, y se
reorganiza y cala la vida, que es la primera riqueza del ser.
Este año, al cerrarse otra etapa del Concilio, entraremos
en otro otoño espiritual de la Iglesia y seguirá, a tantas pala-
bras dichas, silencio de estudio y calor de oración, para que a
todos nos cale la gracia —la vida— y se haga más santa.
Es sintomático: cada vez que en la Iglesia se han levantado
voces fervorosas exhortando a la pobreza, se ha hecho más
santa. No será menos ahora.
Cierto que, el espíritu de pobreza, no puede ser un fin: es
sólo la primera bienaventuranza, el principio de un camino que
lleva a Dios. Por esto la Iglesia de los pobres acaba siendo la
Iglesia de los santos.
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PORQUE NO SOMOS SANTOS
En general somos refractarios a entregarnos
totalmente a lo que nos parece demasiado ab-
soluto y, por esto, ante las exigencias del Cris-
tianismo entendido de una manera integral,
reducimos nuestra vida religiosa a una adhe-
sión intelectual y, también, más o menos afec-
tiva e, incluso, estimativamente principal, pero
ceñida en realidad, efectiva y prácticamente, a
algunas manifestaciones simbólicas; no más.
Decimos simbólicas porque, si son grandes,
ponemos pocas y, si son muchas, nos decidimos
por lo pequeño y débil en intensidad.
A pesar de ello, hasta donde la inconciencia
puede excusar la buena fe, pensamos que somos
cristianos perfectos, y suele ser cuando hemos
rebajado tanto las exigencias de Dios, hasta re-
ducirlas al nivel elegante, de nuestro gusto, o
más fácil, de nuestra comodidad. Nos hemos
hecho un Dios pequeño, del cual, aunque nos
inquiete de vez en cuando la urgencia presen-
tida de algo grande y total que nos reclama,
hemos logrado aquietar la voz profunda de la
llamada y aplazar indefinidamente la necesidad
de la entrega; hemos conseguido estabilizar una
fórmula proscrita por el Evangelio ―«no po-
déis servir a dos señores» (Mt. 6, 24)―, que a
nosotros nos parecería la más «prudente»...
Por esto no somos santos.
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LA IGLESIA DE LOS POBRES
Todos, obispos, sacerdotes y laicos, están
obligados a ofrecer al mundo de hoy, el testi-
monio de la pobreza evangélica, porque sólo
así es posible anunciar eficazmente el mensaje
cristiano. El obispo no puede seguir viviendo
como un señor feudal del medioevo, sino que
debe descender y mantenerse en contacto con
sus fieles, tal como Cristo descendió del cielo
para vivir entre los hombres.
ELIAS ZOGHBY,
Arzob. Vic. Patriarcal de Antioquia.
Los obispos aparecen rodeados de demasia-
da pompa, para que pueda creerse que son po-
bres, mientras sucede que realmente lo son.
¿Por qué conservar aún tantos ornamentos, que
podían
ser útiles en el pasado, pero que hoy no
tienen ya ningún significado?
ENRIQUE GOLLAN
Arzob. de Botucatu (Brasil).
Conviene modificar la mentalidad de los
hombres sobre la relación entre el que da y el
que recibe. Hay que dar sin complejo de supe-
rioridad, para que los otros puedan recibir sin
humillación. Quien posee las riquezas materia-
les ha de reconocer y honrar las riquezas espi-
rituales que, a menudo, están en el que recibe
el auxilio.
SIMON LOURDUSAMY
Ob. aux. de Bangalor (India).
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El mundo de hoy no cree ya en palabras,
sino en obras. Hay que decir que el espíritu de
pobreza debe ponerse en práctica no sólo por
los individuos, sino también por las institucio-
nes. Es preciso condenar las modernas formas
de usura, como son por ejemplo los «trusts»
industriales. Conviene invitar a los hombres a
ayudarse recíprocamente, afirmando que la
parte de rédito que los pueblos ricos consagran
al desarrollo de los países pobres, es insuficiente.
RENATO FOURREY
Ob. de Belley (Francia).
Es necesaria la formulación de proposicio-
nes prácticas, normativas, exhortativas, urgentes
que indiquen los medios mejores para remediar
la inicua e injusta distribución de las riquezas,
que constituye la más grave amenaza actual
para la paz, tanto interior como exterior, de
pueblos y de naciones... En particular hay que
dirigirse a los obreros, a los patronos, a las
autoridades, a los mismos miembros de la Igle-
sia, indicando a cada una de estas categorías de
personas, los medios más idóneos para contri-
buir a la solución de la inevitablemente dramá-
tica cuestión social.
ANGEL HERRERA
Ob. de Málaga
La riqueza es una responsabilidad.
JAIME NORRIS
Auditor laico en el Concilio.
4 (52)
Entre los pobres, los jóvenes son los más
pobres de todos Tienen ellos el derecho de
poder responder a su vocación humana natural
y sobrenatural, y la Iglesia tiene el deber de
ayudarles.
PEDRO DE LA CHANONIE
Ob. de Clermont (Francia),
La referencia a la pobreza debería de pre-
sentarse como una urgente llamada que mani-
fieste la confianza del Concilio en la generosidad
de la mayor parte de los cristianos, dispuestos
a responder a la consigna de la pobreza y de
la fraternidad.
CARLOS HIMMER
Ob. de Tournay (Bélgica).
¿QUIÉN QUIERE SER SANTO?
En el fondo es una cuestión de fe.
Dime: ¿te fías de Dios?... Si te fías de verdad
todo va a ser muy sencillo: déjalo todo, dáselo
todo, olvídate de ti, mírale y síguele. .
...No te fías bastante, como para abando-
narte, de esta manera, en El?. Entonces ruega
y pídele, a pesar de ello, que te haga santo. Y
te hará. Eso sí, una advertencia: te pondrá un
precio caro, doloroso; pero te harás rico de El
a medida que vayas siendo más puro y más
libre de corazón: podrás gastarte tesoros para
amarle y amar todo, y bien, lo que El ama. Tu
vida será fecunda y tu amor glorioso.
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LOS MÁS POBRES, LOS JÓVENES
Una de las impresiones más amargas que
observamos en las manifestaciones de la vida
contemporánea es la imagen de tantos ros-
tros tristes, macilentos, cansados, soñolientos,
de los jóvenes presentados como tipos carac-
terísticos de la generación actual. No me refie-
ro solamente a los rostros desdichados de los
«teddy boys» o de los «mods» y los «rockers»,
que descubren dramas profundos, dignos de
piedad y precoces en el dolor, de desconfianza,
de vicio, de maldad y delincuencia, sino también
de muchos otros rostros juveniles caracteriza-
dos por las extravagancias existencialistas, in-
tranquilos y jubilosos, ávidos de gozar de la
vida como una experiencia sin sentido, un es-
pectáculo falso y efímero, o una tentativa de
premeditada locura; y no un don sublime y
único, un noble y grave deber y un amor puro
y sagrado. Por desgracia, de estos tipos habla
la literatura, el cine, las reuniones de exhibición
y disipación mundanas; se hacen abusivamente
representativos, campeones y maestros, y en-
cuentran en gran parte de la juventud superfi-
cial, fáciles imitadores y seguidores, con la
complicidad de quienes los rodean de curiosi-
dad y publicidad.
PABLO VI
el 17 de agosto 1964.
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LA IGLESIA Y LA CULTURA
El mundo ofrece una contribución notable a
la Iglesia. Sin embargo, el mundo de la cultura
reprocha a la Iglesia, el haberse detenido en un
lenguaje ya superado en la forma y en la subs-
tancia, lo cual hace particularmente difíciles los
contactos de la Iglesia con el mundo de la cien-
cia, que hoy representa la guía efectiva de la
humanidad.
Es necesario un «aggiornamento» del clero y
de la Jerarquía sobre el plano de la cultura y de
[a ciencia, porque sólo así será posible compren-
der los problemas del tiempo y ofrecer la res-
puesta adecuada a los interrogantes que estos
problemas proponen.
El favor y el éxito que algunos estudiosos
laicos y eclesiásticos contemporáneos han conse-
guido, se debe justamente a la modernidad de
su pensamiento y de su lenguaje, que han hecho
posible el poder dialogar con los hombres de
hoy e indicarles una nueva armonía entre la
ciencia y la fe.
P. OTTO SPÜLBECK, C. O.
Obispo de Maissen en Alemania Or.
(Concil. Vat, IT: 26, oct., 1964)
«―Dime: ¿tienes riquezas?
―Tengo amor».
BEATO R. LULIO
en el libro de «Amic e Amat»
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SANTO TIEMPO DE
ADVIENTO
A partir del lunes, día 30 de este mes de noviembre,
las misas de los días laborables serán a estas horas:
7’15
7’45
8’30
En la misa de las ocho menos cuarto, habrá una breví-
sima homilía. La misa de las ocho y media es suscepti-
ble de ser suprimida, previo aviso del día anterior.
LAUS DEO
(Con las debidas licencias)
AB. 103-62.
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