BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 51. MAYO. 1965.
SAN FELIPE
Cuando la Iglesia canoniza a un santo, es que juzga con-
veniente proponerlo a todos los cristianos, como ejemplo des-
tacado en la imitación de Cristo. Cuando, además, este santo
deja una obra institucionalizada y la Iglesia extiende la mano
de su ley para ampararla y reconocerla como propia, es que
estima que esta obra, no solamente perpetúa el espíritu del
santo, sino que es apta, conveniente y, de algún modo, nece-
saria, para edificarse ella misma, en la santidad, en esta fase
militante de su propio crecimiento misterioso, como cuerpo de
Cristo y pueblo de Dios.
Nuestro santo es san Felipe, y su obra es el Oratorio.
Los que por dulce disposición de la Providencia, nos cons-
telamos junto a nuestro Fundador, agradecemos sin cesar a la
Iglesia, el gozo de haberle conocido y de poderle invocar como
Padre, y el pertenecer a la Congregación por el fundada, obra
de su genio y fruto de su santidad.
Este gozo, en nuestro caso, incluye el amor a la ciudad de
Albacete, a la que ofrecemos el tesoro del espíritu de nuestro
santo, para también edificar aquí a Cristo, como él cuatro siglos
atrás, lo hizo en Roma, gastando entera la vida, para bien de
las almas.
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EL ORATORIO
Genial obra de un florentino romanizado y
convertido en apóstol de la ciudad de Roma,
Felipe Neri, el Oratorio anticipaba, a mediados
del siglo XVI, las formas modernas de penetra-
ción en el ambiente laical, mediante oportunos
recursos culturales, artísticos y devotos.
No obstante, su origen tetrasecular, se puede
afirmar que el Oratorio no es, en rigor, el resul-
tado de un determinado momento histórico y
de una particular mentalidad: lo cual lo habría
conducido fatalmente a su extinción, al desapa-
recer la finalidad contingente que lo condi-
cionaba, Efecto de una mentalidad universalista y
nacido para satisfacer las exigencias intelectua-
les y espirituales permanentes en la vida del
hombre, la institución de s. Felipe puede, igual
que hace la Iglesia, encarnarse en las distintas
épocas y continuar subsistiendo y prosperando,
como una contribución siempre actual en el
apostolado perenne de la Iglesia.
Sin devociones particulares, pero enraizado
siempre en la liturgia; sin formas cristalizadas,
pero adaptándose, sin esfuerzo, a las necesida-
des de los tiempos, el Oratorio saca, de su mis-
ma naturaleza, el dinamismo necesario para
vivir a través de los siglos.
En un clima de libertad, plena pero orde-
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nada, amplia aunque armónica, despreocupada
en apariencia bien que no a merced del descui-
do, fue como actuó s. Felipe y como actúa y
trabaja en la Iglesia su Instituto.
Pero la libertad no es su única característi-
ca; de lo contrario se disolvería en la vaguedad
su concepto esencial y habría sido imposible
cuajar un programa de trabajo apostólico suce-
sivo y orgánico.
Valiéndose de una elocuencia fácil, pero
científica y teológicamente bien cimentada;
uniendo fraternalmente sacerdotes y laicos en
una estrecha colaboración; nutriendo el espíritu
con los elementos más necesarios y concretos
de la ascética cristiana; iluminándolo con las
fuentes perennes de verdad, como son la Biblia
y la vida de los santos, teniendo presente la
tradición de la Iglesia, en su historia real; co-
mentando y aclarando los problemas diarios;
favoreciendo el desarrollo de la más espiritual
de las artes, cual es la música: el Oratorio al-
canza, de esta manera, una fisonomía propia y
se mueve, al mismo tiempo, sobre una dilatada
plataforma que le permite, precisamente, res-
ponder a las exigencias de siempre.
P. CARLOS GASBARRI, C. O.
Postulador General
Que los jóvenes sean castos y los mayores se libren
de la avaricia, y todos seremos santos.
S. FELIPE NERI.
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ESPÍRITU DE SAN FELIPE
Si hay un santo en el que se manifieste la
libertad del espíritu de Dios, hasta penetrar
toda su personalidad, éste es san Felipe Neri.
Libre, original, genial; pero dócil al influjo de
la gracia, fiel a la voz de la Providencia, simpli-
císimo para elegir el camino más corto que le
lleva a Dios.
Si algún antecedente quisiéramos reconocer
en el espíritu de su apostolado, habría que re-
gresar a los años de su infancia y verle correr
por los claustros de San Marcos, de Florencia,
el famoso convento de los dominicos, ilumi-
nado aún por la luz policroma del beato Angé-
lico y conmovido todavía por el celo arrollador
de Savonarola. Sin duda alguna, la huella de
los hijos de santo Domingo, se encuentra, de
algún modo refundida, en el pensamiento, en
los afectos, en la vida, en el estilo y en la obra
de san Felipe. Ya anciano, él mismo confesará
con humildad que, lo único bueno que pueda
tener, lo debe a los frailes de santo Domingo.
Otra influencia que trascendería a su vida y
al mismo Oratorio, sería la de los monjes bene-
dictinos, que el trató en su primera juventud y
de quienes recibió, seguramente, consejos deci-
sivos, cuando estaba en san Germán, con sus
tíos, cerca del monasterio de Montecassino. El
amor al culto y a la liturgia y algunos rasgos
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patriarcales de la Congregación del Oratorio,
que perduran en sus costumbres y en sus leyes,
lo delatan.
En el decurso de su vida trató con varios
santos y llevó almas a la santidad. Se opera, en
la Iglesia, una como ósmosis de influjos sobre-
naturales dinamizados por el Espíritu Santo:
sería demasiado prolijo analizarlos todos aquí.
Sin embargo, aunque a distancia, no faltan acu-
sados rasgos paralelos entre san Felipe Neri y
san Francisco de Asís, «el santo más italiano y
el italiano más santo», como diría, con énfasis
patriótica, un hombre de gobierno. Un hijo de
san Francisco, san Félix de Cantalicio, capu-
chino, contemporáneo y amigo íntimo de nues-
tro Padre san Felipe, confirma plenamente
nuestra indicación.
Si miramos lo que había en el alma de san
Felipe, y lo que más parecía deseaba transmitir
a todos sus hijos espirituales, hay que resumirlo
todo en estos tres puntos, el primero de los
cuales, basta para toda la santidad: una caridad
dulcísima, una alegría serena, profunda y con-
tagiosa, y una sencillez espontánea, evangélica.
Apenas cerrada la composición de este boletín, nos llega la no-
ticia de la santa muerte del eminentísimo Padre Julio Bevilac-
qua, del Oratorio de Brescia, recientemente creado cardenal,
y al que hicimos referencia oportunamente. Agradeceremos a
todos una oración por su alma. Nos ocuparemos de él, nueva-
mente, en el boletín de junio.
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INFLUJO DEL ORATORIO
Tal como suponen nuestras Constituciones,
el Oratorio suele establecerse más bien en las
ciudades, porque el ámbito de su influjo no se
reduce al ceñido límite de un barrio o de un
sector. El Oratorio es una institución ciudadana
y ejerce su influjo en toda la ciudad.
En cuanto a este Oratorio de Albacete, poco
puede decirse de los beneficios espirituales que
haya reportado a la ciudad. Ha coincidido su
fundación con la erección de la diócesis homó-
nima, y ha participado modestamente en el
resurgir espiritual iniciado con la nueva orga-
nización diocesana, siguiendo, proporcional-
mente, el ritmo de la misma.
A pesar de los pocos recursos con que he-
mos contado y en medio de las fatigas de estos
años de fundación, nos hemos esmerado en la
ejemplaridad litúrgica, hemos servido a muchos
fieles en la administración de los sacramentos,
hemos asistido a muchos enfermos, hemos pre-
dicado el evangelio y la doctrina de la Iglesia,
a niños, a jóvenes y a mayores, y lo que más
consuelo nos ha dado, ha sido, sin duda, el
comprobar como los elementos más asiduos de
nuestro Oratorio secular, han descubierto, la
mayoría, una vocación a la santidad, en su
misma vida familiar y profesional, y mientras
algunos de los más jóvenes se preparaban cris-
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tianamente e ilusionados para formar un hogar
cristiano, otros llamaban a las puertas del Se-
minario diocesano o de la vida religiosa para
entregarse totalmente a Dios y a la Iglesia.
Ha sido y es la nuestra, hasta ahora, una
labor por fuerza reducida e incompleta. Los
que nos quieran bien, que nos ayuden, con sus
oraciones, para que se consolide la incipiente
labor comenzada, para que seamos fieles a
nuestra vocación, para que vengan más opera-
rios a esta viña del Señor, y para que, con la
gracia y bendición de Dios, podamos hacer
mucho bien a Albacete, especialmente a los
jóvenes.
El Instituto del Oratorio de san Felipe Neri es
una confederación de casas autónomas, de derecho
pontificio, que se llaman «Congregaciones», en las
cuales, sacerdotes y laicos, llevan vida común, sin
votos, bajo la autoridad del Padre) o Prepósito, en
calidad de Superior mayor, trienalmente elegido,
que se santifican en la libre observancia de los con-
sejos evangélicos.
Su fin es formar a las almas en la cultura espi-
ritual y en la piedad filial para con Dios, por medio
de la instrucción y la predicación evangélica, con-
tactos personales, dirección espiritual, ministerio de
la confesión, apostolado litúrgico, obras de miseri-
cordia y formación y orientación cristiana de la
juventud, considerada ésta como el apostolado pre-
dilecto del Padre s. Felipe
(Del Anuario Pontificio y las Constituciones
del Oratorio).
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FIESTA DE N. P. S. FELIPE NERI
El miércoles, día 26 de Mayo, festividad
del Santo, se celebrará una misa cantada,
a las 8 de la tarde, con homilía por el
M. Rdo. P. Prepósito del Oratorio.
Por benigna concesión de la Santa Sede, todos los fieles
que visiten la iglesia del Oratorio, en el día de la fiesta
o durante la octava, pueden lucrar una indulgencia ple-
naria, con la condición de que reciban los sacramentos
de la Penitencia y Eucaristía y rueguen por el Papa.
LAUS DEO
(Con las debidas licencias)
AB,103-62.
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