BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 56. FEBRERO. 1966.
PREPARAR LA RENOVACIÓN
Cuando la mayoría de cristianos hayamos comprendido
mejor que el Bautismo no es un billete de entrada al cielo, ni
la fe una filosofía que resuelve lo que no entendemos con las
luces humanas, ni los sacramentos resortes talismánicos de
gracia, ni la oración desahogos sentimentales con Dios... etc.,
todo cambiará en las almas y en el mundo.
A menos de un mes de distancia del santo tiempo de
Cuaresma, muchos, de buena fe, ya ponen su confianza en unos
ejercicios o conferencias espirituales que les ayuden a revisar
el mecanismo espiritual de su vida. Y no hacen mal; pero se
olvidan del mejor procedimiento que les ofrece la Iglesia para
que con más facilidad y más verdad se acerquen a Dios y se
presten a recibir esta renovación necesaria y deseada: una Cua-
resma entera, de misas enteras, bien oídas, preparadas, con la
debida y solicita atención puesta en la palabra de Dios; con la
buena voluntad de ir más a entregarse al Señor, que a sacarle
indulgencias o a intentar aliarle con nuestros propios egoísmos
apolillados; con el corazón abierto para recibir el abrazo euca-
rístico, cada día, para compenetrarnos con El, para comprender
mejor lo que Él nos dijo y nos hizo, y que aún nos dice y nos
hace... Y lo que hemos de hacer, con El.
Todo lo demás, si no nos lleva a esto, será un entreteni-
miento, una diversión, piadosa; pero diversión.
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CUALIDAD, CANTIDAD
En la base de toda reivindicación humana,
el problema cualitativo precede siempre al pro-
blema cuantitativo. El problema metafísico
precede siempre y determina el problema eco-
nómico.
El Cristianismo ha resuelto el problema
cualitativo del hombre y, en cuanto al cuanti-
tativo, se esfuerza en resolverlo y debe resol-
verlo para ser consecuente consigo mismo y
no por solo instinto de conservación.
Demasiados cristianos hay que van retrasa-
dos en varios decenios, cuando se mecen beatí-
ficamente en ilusiones de paternalismos odiosos
y caducos; pero el comunismo acarrea un re-
traso de veinte siglos cuando no admite que
cada hombre sea, realmente, hombre, porque
ha substituido al hombre concreto por un ente
de razón y una fantasía más o menos conven-
cional El ente de razón es la clase; ese sueño
de fantasía es un ser monstruoso traducido en
necesidad económica, como más tarde Freud
traducirá en sexo.
No anda del todo errado Camus cuando
hace decir a uno de sus personajes esta invec-
tiva: «Usted es capaz de morir por una idea;
pues bien, a mí me sobran las personas que
mueren por una idea. No creo en el heroísmo
porque sé que es fácil y porque he aprendido
que es una forma de homicidio. Lo importante
es que se viva y que se muera por lo que se
ama... El hombre no es una idea».
Card. Julio Bevilacqua, C. O.
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VOCACIÓN
Una vocación religiosa, significa, en
nuestro mundo de hoy, renuncia, significa
impopularidad, significa sacrificio. Signi-
fica comprender la dura y estupenda mi-
sión de la Iglesia, empeñada hoy más que
nunca, en enseñar al hombre su verdadera
naturaleza, su fin, su destino; y en revelar
a los fieles las inmensas e inefables riquezas
de la caridad de Cristo.
Significa ser jóvenes, tener una visión
abierta y un corazón grande.
Significa aceptar la imitación de Cristo,
aceptar su heroísmo, su santidad, su misión
de bien y de salvación, y hacer de todo ello
el programa de la propia vida.
No hay camino que ofrezca un más
verdadero, más generoso, más humano, y
más santo ideal que la vocación al servicio
total de Cristo.
Pablo VI.
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ESTADÍSTICAS
He aquí unas desoladoras cifras relativas a
Hispanoamérica:
210.000.000 habitantes en 1964;
52.000.000 de los cuales son niños de
5 a 14 años.
25.000.000 de ellos, solamente, están ins-
critos en escuelas primarias,
atendidas por «maestros» que
carecen de título y compe-
tencia profesional, en casi la
mitad de casos. Si prescindi-
mos de la juventud, tenemos
125.000.000 de adultos, de los cuales
40.000.000 son analfabetos.
Pero sin ir tan lejos, y también, sin pretender
generalizar a todas las provincias españolas,
semejante proporción, vemos que, en la pro-
vincia de Granada hay:
807.564 habitantes en el mismo ano
de 1964, de los cuales
124.000 son analfabetos, repartidos
entre
47.000 hombres y
77,000 mujeres.
Al lado de estas cifras, relativas a una provincia
española poco afortunada, sí que invitamos a
reflexionar sobre el siguiente dato, esta vez ge-
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neral para toda España, tal como lo refería un
diario de aquí, el pasado mes de enero, y a pro-
pósito del desarrollo de nuestro país. Copiamos:
«En términos generales, para cada 5.000
españoles corresponde un local de cine,
lo que supone un índice de 9,3 habitantes
por asiento. Al comparar las cifras na-
cionales con las de otros países europeos
y americanos, vemos que los índices de
habitantes por cine sitúan a España en
segundo lugar... En lo relativo a habitan-
tes por asiento, pasamos a primer lugar».
Sin el menor intento de ironía, que sería cruel-
dad, pero sí que quisiéramos acabar con esta
pregunta: ¿Cuándo ocuparemos un primer, o
un segundo lugar... en escuelas, universidades,
ediciones instructivas, nivel cultural medio, o
incluso gimnasios, cultura física generalizada
(no espectáculo-deporte), competencia en las
diversas profesiones, es decir, con más oficiales
y menos peonaje?... Etcétera, etcétera, etcétera.
Cuando hayamos hecho mejor al hombre, en
el espíritu, en el cuerpo y sus actividades, nos
costará mucho menos hacerlo, verdaderamente
cristiano.
«La Iglesia reconoce, en el canto gregoriano, el
canto propio de la liturgia romana».
C. Vat. II, Const. de S. Liturgia, n. 116.
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EL BIEN SE COMUNICA
Citamos a continuación, unos principios de la Cons-
titución del Concilio Vat. II, sobre la presencia de la
Iglesia en el mundo moderno, que el señor Obispo de
Albacete reproduce en su circular del 18 de enero últi-
mo, a propósito del problema y de la campaña del ham-
bre en el mundo:
—«Hay que esforzarse denodadamente para
que, teniendo en cuenta los derechos que asis-
ten a las personas y la índole peculiar de cada
pueblo, desaparezcan cuanto antes las vigentes
desigualdades económicas que hoy existen en
continuo aumento y que implican una descon-
sideración individual y social» (n.66).
—«Dios ha destinado la tierra y todas las
cosas en ella existentes, para uso común de
todos los hombres y pueblos, de tal suerte que,
de mano de la justicia y en aras de la caridad,
lleguen equitativamente a todos, los bienes
creados» (n.° 69).
—«Todos los hombres tienen derecho a
aquella porción de bienes que sean suficientes
para sí y para su familia» (n.° 69) y «es deber
de la sociedad el cooperar a que todas puedan
encontrar suficiente trabajo, al que tienen de-
recho» (n.° 64).
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—«Los hombres en el uso y defensa del de-
recho de propiedad, han de tener siempre en
cuenta el destino universal de los bienes, y su
obligación de acudir al remedio de las necesi-
dades de los pobres y que, por consiguiente,
las cosas que cada uno posee legítimamente, no
han de ser consideradas como exclusivamente
propias, sino también como comunes, de suerte
que no sólo a él, sino también a los demás, les
corresponde el disfrute, y que, según la doctri-
na de los Padres y Doctores de la Iglesia, hay
obligación de socorrer a los pobres con los
bienes superfluos y, en ocasiones, también con
los 110 superfluos» (n.° 69).
ANTES SER QUE HACER
No es en la línea de la enseñanza moral donde Jesucristo
manifiesta una auténtica originalidad. En su conjunto, la pre-
dicación de Jesucristo, no parece querer car repuesta a una
pregunta del tipo de «qué hay que hacer», sino más bien a la
pregunta de «qué hay que ser». Jesucristo vino a enseñarnos,
O más bien a iniciar, una nueva vida (Juan, 10, 10); una vida
ganada con su muerte (Juan 3, 14-16; 10, 11-18; 14, 14; 17,
2-3); una vida que exige la respuesta de una fe sincera y total
(Juan 3, 14; 4, 10; 5, 24; 6, 26-58; 11, 25).
Esta nueva vida supone una renuncia y una transformación
moral (Mateo, 7, 14; 10, 39; Juan 12, 25). Fe en esta línea don-
de hay que colocar toda la enseñanza moral de Jesucristo. Ahí
está la constante de la predicación cristiana: convertíos y ha-
ced penitencia (Mateo 3, 1-12; 4, 17; Marcos, 1,15; Lucas 7, 29;
11, 29-32). Es desde este punto de vista que Jesucristo plantea-
rá la moral «nueva» (Mateo 15, 1-20; Juan 4, 23). Y es desde
esta perspectiva como hay que entender el mandamiento
«nuevo» del amor (Juan 13, 34; 14, 15; 15, 12-17).
J. G. R.
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DURANTE EL SANTO TIEMPO DE
CUARESMA
en la misa de las ocho menos cuarto
de los días laborables, se tendrá una
BREVISIMA HOMILIA
Te ayudará a comprender mejor el Santo
Sacrificio, al paso que te dispondrá
para la renovación sobrenatural de tu
cristianismo.
LAUS DEO
(Con las debidas licencias)
AB.103-62.
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