BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 62. JUNIO. 1967. |
LA ÚLTIMA PIEDRA |
Hace cuatro años, por
estas mismas fechas, reseñábamos con gozo trémulo |
de esperanza, la
colocación de la primera piedra de nuestras obras. Y decíamos |
en aquella ocasión:
"Hay tres piedras: la primera, la segunda y La tercera. El |
señor obispo ha venido a
ponernos la primera, gozosa. Nosotros, ahora, damos |
poner la segunda,
dolorosa. Y la Providencia pondrá la última, gloriosa. Igual |
Me en los misterios de la
vida del Señor y de la Virgen: gozo, dolor v gloria. |
¡Haremos un rosario, con
piedras grandes, para Dios!" |
Sí, hemos hecho el
rosario: rosario de piedras grandes, pero sobre todo he- |
mos hecho un rosario de
amigos, de hermanos, de almas, de abnegaciones que |
han sido alegrías... Y lo
hemos hecho para Dios, y ahí está. |
Ha sido un rosario, pero
glorioso no. En esta vida no hay misterios de gloria, |
porque la última piedra no
existe, o no se acaba de poner nunca. |
La vida cristiana,
concentrada en la fe, dinamizada por la esperanza, vivifi- |
cada por el amor, camina,
se expande, progresa, como esos círculos que se en- |
sanchan en la superficie
herida del agua serena, y que no paran hasta hacerse |
ola que alcance la orilla
definitiva de Dios. |
Hace cuatro años que, la
primera piedra, nos parecía como un hito del que |
partíamos con el ansia de
alcanzar la última, acariciada como la cima de un |
Logro que nos daría el
descanso. Pero ahora vemos que no es asi: en esta vida |
no hay metas. Y nuestra
última piedra se nos ha convertido en otro hito más |
grande, que percute la
serenidad de los mares del alma y despierta y dilata y |
1 (13) |
propaga círculos aún
mayores sobre la vida, lanzada hacia la orilla no alcanza- |
da de Dios, que está más
allá. |
La última piedra no
existe. |
Ambiciosamente, hemos
colocado, como remate, esa piedra colosal, único al- |
tar de la casa de Dios,
representación de Cristo, foco elíptico de toda la fábrica, |
corazón del templo, mole
que sobrecoge y domina, albura amarfilada que dulci- |
fica y acerca el espacio
dorado por la miel de la luz que espiritualiza la mate- |
ria..., pero 720 va más
allá del símbolo que nos emplaza hacia la realidad futura, |
cuando veremos a Cristo,
piedra, cúspide y meta del mundo, que remata, centra, |
aglutina y sostiene,
trascendente al tiempo, la edificación eterna de toda la |
obra de Dios. |
Lu última piedra no
existe. No existe cuando se mira más allá, hacia Dios, |
esa orilla que hemos de
alcanzar. |
Entonces, a pesar de las
ilusiones con apariencia de logro, todas las piedras |
de esta vida, siguen
siendo primera piedra para la eternidad |
Cabe, es cierto, la
tentación perezosa del cansancio. Pero si el corazón es ca- |
paz de abrirse realmente a
la verdad, puede más la alegría que conmueve el alma, |
cuando piensa que los
trabajos y abnegaciones que la esperanza mantiene para |
edificar el templo de la
eternidad, comienzan aquí, han comenzado precisamen- |
te aquí, ahora. |
Y en la superficie serena,
límpida, del mar profundo de la propia vida, la |
sacudida clara y vigorosa
de la fe y del amor, agrandan el círculo de la onda |
que se hace ola anhelante
hacia la búsqueda de la orilla definitiva, eterna, del |
regazo de Dios. |
LAS PIEDRAS VIVAS |
El día de la inauguración
alguien nos decía: |
—En la iglesia no hay
"santos". ¿Dónde están los "santos"? |
Y le contestábamos,
señalando a los fieles: |
—Estos son los santos,
diría San Pablo... |
Pero insistían: |
—Bien, pero siquiera para
representación, para símbolo, porque también se |
tienen sentidos... |
Y señalamos: |
—Entonces mirad estas
piedras, imagen de las "piedras vivas", que son las |
almas de los santos. ¿O no
habéis oído la homilía del señor obispo, basada pre- |
cisamente en estas ideas? |
2 (14) |
POR FAVOR: |
no nos pregunten cuánto
cuesta la iglesia, porque |
los que preguntas son los
que nunca quieren dar pada |
y nos duele que se
delaten; |
las muchas penas que hemos
pasado con los acreedo- |
res, nos hacen
desagradable la evocación de cifras; |
—el no preguntar demasiado
siempre es prueba de res- |
peto y buena educación,
que agradeceremos, |
—lo que más vale de la
iglesia no se puede medir, ni |
contar, ni se podría pagar
con dinero: |
—la iglesia no se ha hecho
solamente con dinero, y éste |
ha permanecido tan poco
tiempo en nuestras manos, |
que ni sabemos el que
hemos pagado; |
—y porque, en fin, si es
que solamente nos iban a pre- |
guntar llevados de la
caridad y simpatía, y esto es ver- |
dad, sepan sinceramente
que aún están a tiempo para |
darnos o aumentarnos su
limosna, que será muy opor- |
tuna para enjugar las
difíciles últimas deudas, y Dios |
se lo pagará. |
3 (15) |
CÓMO SE HA HECHO LA
IGLESIA |
Han sido tantos los
trabajos y tan |
continuas las
preocupaciones, que no |
nos ha quedado tiempo
libre para con- |
tar, para medir o para
comparar. Рог |
eso nos resulta difícil,
ahora, acertar |
& responder a las
personas de bien |
que se nos acercan movidas
de la cu- |
riosidad y hasta por la
simpatía, y nos |
preguntan sobre cómo hemos
hecho |
la obra, y qué métodos
hemos emplea- |
do para sufragar los
gastos no indife- |
rentes que la misma habrá
acarreado. |
A pesar de haber sido
grandes los es- |
fuerzos, y de habernos
costado sudares |
del cuerpo y del
corazón... lo cierto es |
que el aspecto material y
económico |
nunca ha constituido
nuestro proble- |
ma principal, ni nuestra
angustia ma- |
yor. Gracias a Dios. |
También hemos comprobado
como |
las personas que apuntaban
cantida- |
des hipotéticas, incurrían
en grandes |
errores al aplicarlos a
nuestra obra, |
que en realidad ha costado
siempre |
bastante menos de lo que
los calcula- |
dores han aventurado a
suponer cuan- |
do la han visto ya
realizada. Nos he- |
mos esforzado en
administrar lo me- |
jor posible, por la misma
escasez de |
medios con que contábamos
y por el |
respeto que nos merecía el
origen de |
las limosnas, las más de
las veces de |
los pobres. |
Pero por encima de todo,
nos he- |
mos movido y hemos vivido
de la ale- |
gría de hacer algo para
Dios, y este |
ideal, avivado en el
rescoldo frater- |
nal de los más adictos, ha
cundido en |
muchos más y el Señor lo
ha bende- |
cido. Por otra parte, nos
ha impulsa- |
do otra ilusión, cristiana
y humana al |
mismo tiempo, de hacer
algo para Al- |
bacete: algo que fuese
primordialmen- |
te para su bien
espiritual, pero que |
tuviera, además, esta
dimensión plás- |
tica concretada en un
edificio que la |
embelleciese, tomando como
motivo a |
Dios; y que se lo
pudiéramos brindar |
como el adorno que se
ofrece al ser |
amado, que se tiene cerca. |
Prácticamente terminadas
las |
obras, nos damos cuenta
que no tie- |
nen nada de extraordinario
ni sensa- |
cional, pero nos parece
que llegan a |
servir al fin pretendido,
nacido y cre- |
cido en el corazón, pero
además con- |
cretado en estas paredes.
Nos da ale- |
gría pensar que en el
crecimiento re- |
ligioso de Albacete,
impulsado princi- |
palmente a causa de su no
tan lejana |
erección en diócesis, el
Oratorio ha |
Cuando se hacen obras para
Dios, unos se ganan el cielo, otros se ganan la |
vida y otros ni se ganan
el cielo ni se ganan la vida. |
4 (16) |
podido añadir a la corona
santa y be- |
lla de templos que la
adornan y la |
consagran, otro altar y
otro sagrario. |
Y nuestro gozo no se
detiene sola- |
mente mientras miramos
nuestro tem- |
plo, que hemos querido
simple y bello, |
digno de Dios y honra de
la ciudad, |
sino que aumenta nuestra
alegría |
cuando nos damos cuenta
que se le- |
vantan otros, para
alabanza de Dios |
y para santificar a las
almas. La ex- |
periencia de nuestros
trabajos y afa- |
nes nos permite tener
mayor admira- |
ción hacia todos cuantos
nos han pre- |
cedido y más comprensión y
simpatía |
por los que nos siguen y
seguirán, idea- |
listas del bien,
enamorados de Dios y |
amigos de la ciudad,
fundido todo en |
entusiasmo limpio y
sobrenatural. |
Y decimos entusiasmo, es
decir, |
enardecimiento por lo
santo, porque |
es éste precisamente el
mejor "mate- |
rial de
construcción", que no se ad- |
quiere con dinero, ni
sustituye el di- |
nero. |
Ahora, cuando vemos
terminada |
nuestra iglesia, y la
miramos y admi- |
ramos un poco como los
padres miran |
y contemplan a sus hijos,
se nos ha de |
perdonar que no sepamos
reprimir |
siempre la manifestación
externa de |
nuestro celo por esta casa
de Dios, y |
nuestro gozo que la
acaricia con in- |
cesante preferencia y que
cada día nos |
la descubre más bella.
Pero es verdad |
que, por encima de esto,
lo que más |
nos consuela, no es la
simple contem- |
plación de la mole
edificada, sino la |
comunión de alegría entre
todos "log |
de casa": estos
hombres y jóvenes y |
chicas y mujeres que la
miran y saben |
adivinar que, en conjunto,
no es otra |
cosa que la imagen de otra
edificación |
invisiblemente trabada,
aunque más |
real, de almas y
corazones, arracima- |
dos a eso que llamamos
Oratorio y que |
no tiene fronteras en la
ciudad; y has- |
ta nos es difícil deducir
si lo que se |
acaba de hacer es más bien
efecto |
del apostolado realizado
hasta aquí |
que causa del que se ha de
hacer. Pue- |
de que sea las dos cosas,
bien enten- |
didas. |
Porque no hemos hecho la
iglesia |
con dinero. La hemos hecho
con en- |
tusiasmo: con el
entusiasmo de estos |
corazones arremolinados a
nuestras |
pobres personas, porque
ellas fueron |
las que nos empujaron a
acometer la |
empresa, y a ella nos
lanzamos, con- |
fiados en Dios, y en su
Providencia, |
porque estábamos
convencidos de an- |
temano de que era muy
superior 4 |
nuestras fuerzas lo que
íbamos a co- |
menzar. Esta convicción ha
sido nues- |
tra fortaleza y hemos
visto, realmen- |
te, como el Señor, a pesar
nuestro, ha |
Hacer una iglesia es la
cosa más fácil y más difícil del mundo: no se puede |
comenzar hablando o
pensando en dinero, sino en almas y en la gloria de |
Dios. Lo demás sigue por
añadidura, cuando no es pretendido, y lo pone Dios. |
5 (17) |
bendecido y culminado la
obra que en |
su nombre emprendíamos. |
Por esto ahora, cuando nos
pre- |
guntan cómo, con qué
método hemos |
llevado a cabo todo, no
acertamos a |
responder. Se nos ocurre
que los más |
capaces para entender no
tienen ne- |
cesidad de preguntar, y
que los que |
tengan que preguntar nunca
acabarán |
de comprender. |
Los que preguntan siempre
hablan |
de dinero. Hay una
obsesión, entre los |
mortales, de reducirlo
todo a cifras y |
cantidades, incluso cuando
se trata de |
obras para Dios...
Nosotros creemos |
honradamente que, para
hacer una |
iglesia, el dinero nunca
es el factor |
principal. Y para quien
nos quiera en- |
tender diremos que tenemos
esta con- |
vicción, no porque no
hayamos tenido |
problemas económicos, sino
porque al |
tenerlos y grandes, no
hemos tenido |
más remedio que sopesarlos
en las ba- |
lanzas de la fe, y nos ha
sido más po- |
sible soportarlos y
resolverlos al colo- |
carlos y mantenerlos en su
lugar, sin |
permitir que nos
invadieran el campo |
de lo esencial. Y el resto
lo ha hecho |
Dios. |
Si sólo, o si
principalmente se tra- |
tara de dinero, creemos
que más dine- |
ro se podría recoger y las
cosas se |
podrían hacer, en Albacete
y en todas |
partes. Creemos que, para
Dios, hay |
que seleccionar incluso el
dinero. Nos- |
otros no sabemos si lo
hemos logrado, |
pero si sabemos que hemos
querido sin- |
ceramente y constantemente
atener- |
nos a este criterio, por
amor al Señor |
y por amor a lo que
estábamos hacien- |
do. Y ello nos ha costado
más sacrifi- |
cio. |
En realidad, no teníamos
dinero, |
teníamos solamente a
personas que |
nos querían, y que nos
querían porque |
habían encontrado el
Oratorio en el |
camino que les llevaba a
Dios. Estas |
personas, en general, no
eran ricas, y |
las que pudieran
parecerlo, si llegaron |
a ayudarnos por amor a
Dios y sin tra- |
tarle como a un mendigo
importuno, |
es que eran más ricas de
otra cosa que |
de dinero, y que lo hacían
no para ha- |
ce nos un bien, sino para
hacérselo a |
sí mismas. Nosotros, para
nosotros |
mismos, sólo necesitamos
oraciones; |
Dios tampoco necesita,
pero se lo me- |
rece; y los que dan
limosna y nosotros, |
necesitamos agradecer a
Dios los bie- |
nes que nos da
devolviéndoselos a El, |
de alguna manera, y
necesitamos ha- |
cer penitencia de nuestros
pecados, so- |
bre todo los cometidos con
dinero o a |
causa del dinero... De
necesitar, nece- |
sitan las almas y necesita
Albacete. |
Si pudiera contarse todo
detallada- |
mente, habría materia para
escribir |
En cuestión de limosnas y
generosidad con las obras buenas, siempre es ver- |
dad que se cumple el viejo
refrán que dice: "Lo que no se lleva Dios se lo |
lleva el diablo". |
6 (18) |
unas
"florecillas", y sin estragar la |
fantasía: los que más han
dado y me- |
nos lo parece; los que han
dado y ni |
sabemos, ni han dejado que
sepamos |
quienes son; los que
parece que han |
dado, pero no han dado;
los que han |
perdido, pero han ganado;
los que han |
ganado, pero han perdido:
los que han |
dado todo lo que tenían;
los que han |
dado "lo que no
tenían..." |
Hacer la iglesia ha sido
una escue- |
la espiritual y ha hecho
más buenos & |
muchos. El Señor ha
mantenido un |
espíritu, lubricado con
gozo, batido con |
dolores, que a todos nos
ha hecho más |
hermanos que ha
seleccionado el amor, |
amor como de familia, con
Dios en |
medio; hermanados los de
dentro de |
casa y los de fuera de
casa, por un |
ideal de bien, que no nos
daba tiem- |
po ni a juzgar ni a
envidiar a nadie, |
porque nos absorbía el
afán, un afán |
hermoso y santo, y no
teníamos tiem- |
po que perder. |
Mientras tanto el Oratorio
ha cre- |
cido de una manera que no
revelan las |
estadísticas, ni encierran
las cantida- |
des, que tanto preocupan a
las men- |
tes inquiridoras,
materialistas y sen- |
sualizadas hasta en lo
espiritual. Y ha |
crecido en amor, difundido
por este |
entusiasmo participado,
que ha sido |
más que el de los amigos
de una mis- |
ma calle, o de los vecinos
de un ba- |
rrio, o de los compañeros
de una pro- |
fesión, o de las gentes de
un nivel so- |
cial determinado, y ni
siquiera de só- |
lo los de Albacete: de más
lejos tam- |
bién... Pero todos han
amado al Ora- |
torio, a Albacete, a Dios. |
Hemos hecho la iglesia
antes con |
almas que con piedras. Y
hemos pues- |
to las piedras como si
fuesen almas. |
Las piedras quedan ahora
como un |
símbolo, surgido sin
pretender. A pe- |
sar nuestro, el Señor lo
ha hecho todo. |
El Oratorio de Albacete
considera como a sus benefactores, no sólo a todas |
aquellas personas que le
ayudan materialmente a sostener sus vocaciones y |
a consolidar la misión
espiritual y apostólica que tiene confiada en esta par- |
cela de la Iglesia, sino
también a cuantos, con verdadera caridad y simpatía |
cristiana, le tienen
presente en sus oraciones. |
Para todos, con espíritu
de gratitud, se ofrece especialmente la Misa de diez |
de cada domingo. |
Ni lo caro es siempre
bello, ni lo bello siempre es caro. |
7 (19) |
ACTA DE LA PRIMERA PIEDRA |
Terminada la iglesia, nos
parece oportuno renovar el recuerdo, no |
tan lejano, de sus
comienzos y, para ello, nada mejor que ofrecer |
estos párrafos del Acta de
la bendición y colocación de la primera |
piedra. |
En el nombre de Dios.
Amén. |
En el año del Señor
MCMLXIII, y en el día veintiséis de mayo, Festividad |
de San Felipe Neri, cuando
se cumplía el décimo aniversario de la erección ca- |
nónica, por la Santa Sede,
de esta Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, |
de Albacete, y ocupaba la
silla de Pedro el Papa Juan XXIII, en pleno Concilio |
Ecuménico Vaticano II; y
era Pastor de esta joven Diócesis de Albacete, su pri- |
mer Obispo, el
Excelentísimo y Reverendísimo Padre Arturo Tabera Araoz, |
C. M. F.: el mismo Señor
Obispo, bendecía y colocaba la primera piedra de la |
iglesia de la Congregación
del Oratorio albacetense, que se edificaba en alaban- |
za de Dios, en obsequio de
la Bienaventurada Virgen María y de Nuestro Padre |
San Felipe Neri, y para
bien de las almas. |
Junto con el acta
presente, se encontraban en el cofre dispuesto en la cavidad |
de la primera piedra, como
documentación fehaciente de la época, un ejemplar |
de "L'OSSERVATORE
ROMANO" del día veintitrés de los corrientes, el del día |
veinticuatro de "LA
VOZ DE ALBACETE", con otros impresos relativos al |
Oratorio, y el último
ejemplar de "LAUS"; también algunas monedas de curso |
legal en España, Ciudad
del Vaticano, Alemania, Argentina, Austria, Bélgica, |
Canadá, Checoslovaquia,
Chile, Cuba, Estados Unidos de América, Francia, Gre- |
cia, Holanda, Inglaterra,
Irlanda, Israel, Italia, Laos (Indochina), Marruecos, |
México, Mónaco, Persia,
Polonia, Portugal, Rumanía, Rusia, Siria, Suecia, Suiza, |
Túnez, Turquía y
Venezuela, y se pretendía dar, en la reunida variedad de países, |
razas y continentes por
ellas representados, una expresión simbólica de la actual |
aspiración de la
Humanidad, anhelante de paz y de unión, que deseábamos fuese |
bajo la mirada de Dios,
Padre de todos los hombres. |
Se depositaban, además,
medallas de la Santísima Virgen María, de San Fe- |
lipe Neri y una de los
Apóstoles San Pedro y San Pablo con la efigie, en el re- |
verso, del Pontífice
felizmente reinante, y un poco de tierra de las Catacumbas de |
San Sebastián, de Roma,
recogida en el lugar donde, hace cuatro siglos, San Fe- |
lipe Neri recibió el
Espíritu Santo. |
En fe de lo cual, junto
con el Señor Obispo oficiante, firman algunos de los |
presentes, y se sella con
el propio de esta Congregación, para conocimiento de |
los venideros. |
Y siguen las firmas y el
sello que |
dice: CONGREGATIO ORATO- |
RII SANCTI PHILIPPI NERII. |
ALBASETI. |
8 (20) |
LA VIRGEN DEL ORATORIO |
A la Virgen María, Madre
del Señor, no le hemos construido ningún altar, |
porque el altar sólo es
para Dios, y a ella, humildísima, no te gustaría suplantar |
a nadie, y menos a Dios.
Amar con justicia nos parece que es amar con el mejor |
amor. |
Con el mejor amor hemos
querido honrarla, y este amor nos ha inspirado |
ponerla precisamente en el
portal de la casa de Dios, como invitándonos a en- |
trar, angélica y maternal,
mientras parece que nos vuelve a decir: "Haced to |
que él os diga", como
en las bodas de Caná. Cuando salimos, al bajar los pelda- |
ños, ella nos da su
sonrisa blanca, casi de niña, como si fuese a bajar de entre |
las flores y tender las
manos para coger las nuestras y seguir con nosotros el |
camino que nos aguarda,
hecho rio de almas que avanzan aguirnaldadas como |
las olas de la vida, hacia
Dios. |
Hemos querido una imagen
de la Virgen que se vea desde la calle, porque nues- |
tra ciudad no tenía
ninguna así. Y hemos querido que sea hermosa, esbelta, |
erguida como una flor de
piedra, que encarne la plasticidad que conviene al con- |
junto de esta casa de
Dios, al ambiente que la envuelve, al tiempo que vivimos, |
al buen gusto que no deja
envejecer la nobleza del cincel que lucha por hacer |
inmarcesible la belleza,
para que sea perdurable testimonio de la generación que |
le profesamos nosotros
ahora y para que pueda servir igualmente a los que pa- |
sen después de nosotros,
camino adelante de la vida. |
Estamos convencidos que
venerar a la Virgen, es agradar a Dios, porque es |
su Madre, es honrar a la
Iglesia, porque es su figura, es predicar el Evangelio, |
porque es la primera
cristiana, y hasta es exaltar a la mujer, porque ella repre- |
senta, bendita entre
todas, la forma más elevada, más limpia y más generosa de |
gracia y de feminidad. |
Y nos gusta hacerlo aquí
en el parque, en este lado de la ciudad, donde siem- |
pre es primavera, para
poner su imagen frente a la asamblea extasiada y muda |
de los pinos, levemente
cimbreados por el aplauso del viento, mientras el agua, |
las flores y los pájaros,
cosen v pintan y cantan, entre el verde, sobre el verde |
perenne v altísimo de los
árboles. |
Más allá están los
hombres, que vienen o pasan, y miran. |
9 (21) |
Los primeros que vienen
son los niños, esos que las madres sueltan a la calle |
porque les estorban o les
ensucian el piso o les distraen mientras oyen el serial... |
y otros. Niños revoltosos
y destrozones, como manadas de gorriones, groserillos, |
mal educados aunque sean
de casa "bien", crueles con los árboles y con las flo- |
res... aunque a veces
roban las del parque y las traen v ponen, desordenada- |
mente, sobre la repisa del
jardincillo de nuestra Virgen, que les amansa la furia |
infantil y les cambia el
rostro de fierecillas descontroladas, en claridad de ángel |
con cara sucia de ojos
puros. La Virgen también fue niña y jugó con niños, aun- |
que sus padres cuidaron
mejor de ella. |
Y pasan o vienen los
novios, cogidos del brazo, más respetuosos cuando la |
miran... (La Virgen
también fue novia). Ella será espejo de amor no empañado |
y fuente limpia de
felicidad para todos los novicios del verdadero amor. ¡Que |
pasen, que pasen todos los
jóvenes, ellos y ellas, y la miren y la puedan mirar |
siempre, y se acerquen a
recoger la caricia de luz que reparten sus manos! |
La Virgen fue, además,
esposa, y comprende a los casados: sufrió, amo, ayu- |
dó, hasta el fin,
delicadamente, generosamente. Tiene cara de niña pero nos |
mira desde la cima del
mejor amor. |
Fue madre. Y hubo de
crecerle el corazón para serlo bien: primero para com- |
prender a su Hijo, luego
para compartir su obra, enteramente, devolviendo todo |
lo que había recibido. Amo
tan bien al Hijo que se le hizo el corazón grande |
como el mundo, hasta poder
amar a todos los que iban a creer en Él. |
Y cuando pasen junto a
ella las almas vírgenes, pensarán que es ella la her- |
mana mayor, del más grande
amor, cuando se hace divino y universal, cuando |
se centra en su Hijo y en
la obra de su Hijo, la Iglesia, y por eso muis fecundo. |
Y todos los que pasen: los
tristes, los que son felices, los pobres de corazón, |
los que sufren, los que
buscan, los que esperan, los que aman o que quieren amar, |
los que luchan y se
cansan... Que vean en la Virgen a la que se olvidó de sí mis- |
ma y se entregó del todo a
los planes de Dios. Ahora este plan, para nosotros, |
está en nuestro tiempo y
en nuestro mundo: hagamos en el mundo lo que Cris- |
to nos dice, lo que el
Evangelio nos repite cada día, como la figura de la Virgen |
nos recuerda, pero
hagámoslo como ella lo hizo. |
Seríamos felices,
tendríamos paz, más paz en el corazón, y podríamos llevar |
a los otros el tesoro de
esta paz. |
10 (22) |
LOS ARTÍFICES |
No puede haber santidad
que no |
esté envuelta en aureola
de belleza, |
porque ésta, resplandor
del bien, nece- |
sariamente debe
manifestarse en cual- |
quier bien y más en el
bien espiritual, |
que es el más subido, en
la santidad. |
La santidad es fuente
luminosa de be- |
lleza, y creemos que la
belleza nunca |
puede oponerse a la
santidad; es más, |
ayuda y conduce a la
santidad. Por es- |
to nos hemos esforzado en
dar forma |
bella a esta casa de Dios,
para que |
ayudara a todos a
llevarnos hacia Él. |
La tarea no era fácil,
porque nos |
imponíamos ser
extremadamente sen- |
cillos y sinceros, en
líneas, en materia- |
les empleados, en recursos
decorativos. |
Queríamos, por encima de
todo, que |
el Altar, único, fuese el
centro plás- |
tico y psicológico de toda
la edifica- |
ción y de todo el ámbito
visible, para |
lo cual hubo que pensar en
cómo su- |
primir todo cuanto pudiera
distraer y |
aminorar esta pretendida
primacía |
que, por otra parte,
exigen las leyes |
litúrgicas. Había que
conseguir, con |
poquísimos elementos un
orden con- |
ducente hacia la unidad
esplendorosa |
de la belleza, que aspira
hacia la mis- |
ma altura de donde recibe
la luz. Y |
nos parece que se ha
logrado. |
En esta porfiada lucha por
la be- |
lleza que revela y que
lleva y eleva |
hacia lo santo, hemos
tenido dos ar- |
tífices, que sería injusto
no mencionar: |
han sido nuestros
arquitectos, don |
Adolfo Gil y don Antonio
Escario, |
gracias a los cuales hemos
logrado es- |
te conjunto de solidez y
de valentía, |
de prudencia y de
juventud, de mo- |
dernidad sin truculencias
sensuales, de |
novedad y de sinceridad,
que si no tu- |
vieran ya merecido
reconocimiento por |
otras obras realizadas,
ésta habría bas- |
tado para proclamar el
acierto de am- |
bos artífices. Pero para
el más joven |
de los dos, para don
Antonio Escario, |
ha habido la emoción, no
solamente de |
ser su primera iglesia,
sino su primera |
obra de arquitecto.
Estrenarse con una |
iglesia debe ser
emocionante, además |
de comprometido, para un
arquitecto |
cristiano; sobre todo
cuando, apenas |
descubierto con ésta su
capacidad y |
buen estilo, aquí mismo,
en Albacete, |
se le encomiendan cuatro
iglesias más: |
la Asunción, San Pablo,
Espíritu San- |
to y la parroquial de
Pozo-Cañada. |
Nosotros deseamos que
lleve a estas, |
junto con sus
colaboradores, li mis- |
ma unción de sencillez, de
belleza y de |
santidad, que admiramos en
la nues- |
tra del Oratorio, que
será, para siem- |
pre jamás, su primogénita. |
Don Adolfo Gil ha sido el
maestro |
y hasta el padre que le ha
apadrinado, |
sobre todo en los primeros
días de su |
iniciación profesional en
esta obra. Ex- |
perto en otras muchas, de
la ciudad y |
11 (23) |
de fuera de la ciudad,
podía conducir |
los pasos de su hermano
más joven, |
encauzar los impulsos, y
fundirse has- |
ta experimentar el gozo
nobilísimo de |
ceder el triunfo al más
joven, para que |
encontrara en la estrena
gozosa del |
acierto reconocido, un
estímulo profe- |
sional y un motivo de
superación. |
También a estos dos
hombres, la |
iglesia les ha costado,
muchos desve- |
los y cansancios
profesionales. Pero, |
principalmente, mucho
afecto y entre- |
ga del corazón. |
Los dos son cristianos;
uno ha he- |
cho su primera casa para
Dios, y otra |
casa para Dios don Adolfo. |
A sus desvelos quisiéramos
añadir |
el reconocimiento a todos
cuantos se |
han cansado y han
trabajado en nues- |
tra iglesia, especialmente
a los obreros |
más humildes, que han
aguantado el |
sol y el frío de cuatro
años, que han |
regado con sudores estas
piedras, que |
las han acarreado una a
una, que has- |
ta las han ungido con la
sangre del |
cuerpo herido, aunque no
de muerte, |
gracias a Dios...: que son
los que me- |
nos gloria recibirán por
todo, y que |
quisiéramos que les
hubiese servido |
para más que para ganarse
el pan de |
cada día: que les hubiese
servido pa- |
ra alegrarse trabajando en
la casa de |
Dios, también suya porque
son hijos |
de Dios y además la han
hecho con |
sus manos. |
UN FOLLETO SOBRE LA
IGLESIA |
Muchas personas se han
interesado por adquirir alguna docu- |
mentación gráfica sobre
nuestra iglesia. Con mucho gusto les |
podemos anticipar que
estamos ocupados en la preparación |
de un folleto descriptivo,
con ilustraciones, en el cual se dará |
cumplida satisfacción a
tales deseos. |
Anunciaremos su aparición
desde este mismo Boletín. |
12 (24) |
LAS RELIQUIAS |
San Pablo llama al altar
"mesa |
del Señor". En el
Cenáculo el Señor |
instituyó la Eucaristía en
la mesa. Por |
eso, aun cuando el paso
del tiempo |
vaya modificando su
origen, siempre, |
el altar cristiano, tendrá
la forma de |
mesa. Pero he aquí que
pronto el al- |
tar se convirtió en mesa
sepulcral, |
cuando los cristianos
comenzaron a |
celebrar el Santo
Sacrificio sobre la |
tumba de los mártires. Y
tan profun- |
damente arraigo en la
conciencia cris- |
tiana la idea de unir en
un mismo sa- |
crificio el de Cristo y el
de sus márti- |
res, o sea, de sus santos,
de su Cuerpo |
místico, que llegó a
establecerse regu- |
larmente la celebración de
la Santa |
Misa o sobre los sepulcros
de los már- |
tires o sobre sus
reliquias. Así la me- |
sa sacrificadora llegó a
ser mesa sepul- |
cral, trocándose en
piedra. |
San Juan, en el
Apocalipsis, con- |
templa debajo del Altar de
Dios, en el |
cielo, las almas de los
santificados, a |
propósito de lo cual San
Agustín esta- |
blece una relación entre
las almas de |
los santos y el Cuerpo de
Cristo, que |
se encuentran en el altar,
y San Pedro |
Damián dice: "El unir
en los altares las |
reliquias de los mártires
al Cuerpo del |
Señor, significa el cuerpo
de la Santa |
Iglesia unido a su
Redentor; así en el |
Altar se encuentran el
Esposo con la |
Esposa". |
Por esta razón, y para
cumplir con |
lo preceptuado con el rito
de la con- |
sagración del altar, el
señor obispo co- |
locó reliquias de santos
mártires, a las |
que se añadieron otras, en
realidad no |
necesarias para la validez
del rito, pe- |
ro sí con intencionado
significado. |
De todos modos, cada una
de las |
reliquias depositadas en
la consagra- |
ción de nuestro altar,
está cargada de |
significación espiritual,
que alguna vez |
tendremos que comentar más
detalla- |
damente. Por ahora
bástenos enume- |
rar las reliquias, con
sólo una breve |
consideración para cada
una. |
En primer lugar se
depositó una |
reliquia de Santiago
Apóstol. No po- |
demos ocultar nuestro gozo
y nuestro |
agradecimiento al poder
tener en el |
sepulcro de nuestro altar,
a este tes- |
tigo, amigo y Apóstol del
Señor, sim- |
bolizado en la presencia
de su reliquia. |
El patronazgo que se le
reconoce so- |
bre España (aunque por
motivos que |
no es oportuno aducir
aquí, nos pare- |
cería mejor fundado el de
San Pablo), |
también nos le acerca más.
Y no diga- |
mos por su juventud, por
su impetuo- |
sidad, mezclada de
imprudencia y ge- |
nerosidades, que la Gracia
de Dios |
iría purificando,
santificando... |
Otra reliquia es del
mártir San Se- |
bastián. Un hombre joven
también |
cuya figura está en todas
las mentes |
que recuerdan la narración
famosa de |
13 (25) |
Wiseman, Fabiola. La
Providencia ha |
querido que, en esta
última piedra" |
—el Altar— se completara
una rela- |
ción iniciada al colocar
la primera, |
cuando junto a la misma
depositába- |
mos, hace cuatro años, un
poco de |
tierra de las catacumbas
romanas de |
San Sebastián, del mismo
lugar don- |
de San Felipe Neri, en su
juventud, re- |
cibiera sensiblemente el
Espíritu San- |
to. |
La tercera reliquia es de
una San- |
ta virgen y mártir, Santa
Victoria. Ella |
representa a las mujeres
santas: es la |
Marta y María junto a
Cristo, con la |
gracia de su juventud, con
el perfume |
de su pureza, con la
generosidad y el |
sacrificio de su martirio. |
Y siguen luego dos
reliquias in- |
tencionadas, colocadas
como comple- |
mento simbólico: la
primera es la de |
nuestro Padre San Felipe
Neri, bajo |
cuya advocación hemos
dedicado el |
templo que acabamos de
inaugurar. |
Así sus hijos, cada vez
que subamos |
al Altar para la
celebración de la |
Santa Misa, nos parecerá
estar más |
cerca de aquel sepulcro de
nuestra |
iglesia romana, donde se
guarda su |
cuerpo entero, sobre el
cual hemos |
ofrecido otras veces, el
Santo Sacrifi- |
cio, y ante el cual hemos
vertido las |
súplicas más grandes de
nuestra vida, |
también por Albacete y por
nuestra |
labor de oratorianos aquí |
La segunda de estas
reliquias com- |
plementarias, es de un
santo barcelo- |
nés, San José Oriol, del
que nos pue- |
de bastar recordar, por
ahora, que fue |
un sacerdote secular muy
amigo de |
los Padres del Oratorio de
Barcelona, |
cuyo amor y fidelidad
evitó la extin- |
ción de aquella casa, al
poco de ser |
fundada, en una época en
que el Señor |
quiso probarla con pruebas
y persecu- |
ciones tan graves, hasta
llegar al en- |
carcelamiento de su
benemérito fun- |
dador y primer Prepósito,
el Padre |
Oleguer Montserrat de
santa recor- |
dación. Por esta razón San
José Oriol |
ha sido siempre
considerado, entre los |
oratorianos, como un
símbolo de la |
fraternidad con el
sacerdocio diocesa- |
no. |
La rica significación y
sublime |
ejemplaridad de estas
cinco reliquias |
nos revelan que no hacen
falta otros |
"santos" a
nuestra iglesia... La "Pie- |
dra", el Altar,
significa a Cristo, y |
ellos, escondidos en la
Piedra "escon- |
didos en Cristo",
como diría San |
Pablo, representan al
Cristo total, al |
cual todos rodeamos y
hacia el cual |
—también con frase
paulina— todos |
aspiramos, y del cual
estamos tan |
cerca, sobre todo si
además de sernos |
símbolo, es Mesa del Señor
que nos |
alimenta, al comer del
Sacrificio que |
allí se inmola, y al que
podemos unir |
la continua ofrenda de
nuestra vida. |
Esta Congregación del
Oratorio de San Felipe Neri, de Albacete, no percibe |
ninguna clase de
subvención del Estado, ni de ningún otro organismo. |
14 (26) |
"La Iglesia está
abierta..." |
Tal como dice el letrero
del portal, la iglesia está abierta todos los días, a las |
horas que se indica en el
tablón de anuncios, para comodidad de los piadosos |
visitantes. |
Apenas lo requiera la
utilidad espiritual de los fieles, ampliaremos las horas |
de apertura y el horario
de cultos. |
No dudamos que todas las
personas sensibles y amigas del Oratorio, nos ayu- |
darán, como buenos
cristianos, a que cuantos visiten esta casa de Dios, la con- |
sideren como un lugar
sagrado, por encima de cualquier otra motivación, ya sea |
de curiosidad o de simple
valoración artística, y que también sabrán comprender |
que hemos elegido unas
horas para el público, que sean las más oportunas a su |
conveniencia espiritual, a
la par que compatibles con nuestras muchas ocupacio- |
nes, también apostólicas,
aunque no siempre ceñidas al recinto del templo. |
No olviden también que,
esta iglesia no es una obra de arte, sino una casa |
de oración, por encima de
todo. Nos disgusta la curiosidad inútil y barata de los |
que entran a contemplar
las paredes, pero no vienen a decirle algo al Señor, que |
en esta, como en todas las
iglesias, espera siempre a todos, como el Padre a los |
hijos, en la oración
sosegada que favorece el debido respeto al lugar sagrado. |
Los conduciré hasta mi
lugar santo, |
y los llenaré de gozo en
mi Casa de oración; |
sus ofrendas y sus
sacrificios |
serán gratos sobre mi
Altar: |
porque mi Casa será
llamada |
Casa de oración. |
(Isaías, 56,7) |
15 (27) |
AVISOS |
Durante los meses de
verano —julio, agosto, septiembre— nuestro boletín |
LAUS no se publicará, y
reaparecerá, igual que en años anteriores, en el |
mes de octubre |
Las actividades del
Oratorio y cultos de la iglesia quedan modificados tal |
como se exhibe en el
tablón de anuncios de la iglesia. En los domingos y |
días festivos, sigue
invariable el horario de misas, también durante el |
verano, o sea a las 9, 10
y 11. |
Los trabajos de la
terminación de la iglesia no nos han permitido dedicar, |
durante la Cuaresma
pasada, la acostumbrada semana de conferencias |
espirituales para hombres,
pero anticipamos el anuncio de una serie de |
conferencias sobre temas
cristianos actuales, para el mes de noviembre, |
en coincidencia con el
tiempo litúrgico de Adviento. |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas, C.
O. |
Edita: Congregación del
Oratorio. —Apartado 182.— Albacete |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE. S. López 14 - 5 - 7 - 67 |
Depósito legal: AB-103-62. |
16 (28) |
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