BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 64. NOVIEMBRE. 1967. |
MADUREZ Y CULTURA |
Han sido, en verdad,
jornadas densas, llenas del Espíritu de Dios, esas del |
IT Congreso Mundial de los
Laicos, celebrado en Roma el mes de octubre pa- |
sado. Hasta 2.500
delegados de todas partes preocupados con urgencia y valentía |
por tomar actitudes del
todo evangélicas frente a la vida del hombre de hoy. |
Pero ha habido dos
ausencias o, por lo menos, ha faltado la debida repre- |
sentación de dos sectores
Importantes del laicado católico. Prescindiendo inclu- |
sive del caso de España, y
generalizando, ha sido evidente la falta de los jóvenes |
y de los obreros
cristianos en el Congreso. |
Es posible que su adecuada
presencia no hubiese logrado un mayor empuje |
juvenil, renovador, ágil,
valiente y realista que el que se ha demostrado en las |
mismas apresuradas
resoluciones del Congreso (opresión, racismo, justicia y paz, |
limitación de nacimientos,
mujer e Iglesia, libertad de Prensa, representación |
de los laicos, matrimonios
mixtos); pero esto no nos borra la significación que |
delata y que,
sensatamente, podría ser ésta: a los jóvenes les faltaba madurez |
para participar en tales
debates, y a los obreros les habría faltado cultura. |
No vamos a analizar tales
razones; ni admitir tan de plano que puedan bas- |
tar, aunque sea cierto que
la pobreza de los jóvenes es precisamente lo provisio- |
nal de lo bueno que se
contenga en sus entusiasmos, es decir, su falta de madu- |
1 (49) |
rez. Y aunque también sea
verdad que la primera y más grande pobreza de los |
obreros de los
"pobres" del mundo es su falta de cultura. |
Pero los cristianos no
podemos resignarnos con esta constatación. Nuestra |
condición de hijos de Dios
y de hermanos de todos los hombres, nos obliga a |
hacer desaparecer la
posibilidad de tales "clasificaciones", si la clase de personas |
las separa entre sí, las
relega o las inhibe. |
Hay que dar esa madurez,
hay que transmitir esa cultura. A todos. |
Hay que educar, que formar
a los jóvenes; hay que darles ideas y criterios |
válidos para la vida que
se abre a sus ojos; hay que hacerles responsables, no |
por el honor que el
escalafón de la Inercia de los años transmite como por he- |
rencia, sino
despertándoles el gozo divino de hacer y cansarse, también ellos, en |
la edificación del mundo. |
Igualmente, hay que educar
a esos pobres autómatas del trabajo, para los que |
el solo pan del cuerpo,
aunque les estuviese asegurado cada día, no puede bastar |
a su dignidad y a su
vocación humana. El hombre no puede ser, solamente, una |
cifra económica: hay que
despertar su conciencia, levantar su espíritu y dejarle |
que sea, y hacer que sea
hombre. Cuando solamente se da la oportunidad de |
ganar el pan de cada día,
y no se cultiva al hombre, esa misma ganancia, aun- |
que sea crecida, sirve
para comprar el embrutecimiento y no para la realización |
vocacional de la persona. |
Madurez y cultura. |
Uno de los deberes más
importantes de nuestra época, sobre todo para |
los cristianos, es el de
trabajar con ahínco para que se haga efec- |
tivo en todas partes el
derecho de todos a la cultura. De esta |
forma, a un gran número de
hombres no será obstáculo su falta |
de saber para aportar su
cooperación auténticamente humana a la |
tarea del bien común. |
Gaudium et spes, 60. |
2 (50) |
JÓVENES... |
defended vuestra fe, |
vivid del gozo de vuestra
esperanza, |
desbordad vuestra caridad |
y seguid adelante. |
Sed como levadura en la
masa |
en el mundo que os espera. |
Daros cuenta de lo grande
y hermoso que es |
vuestra responsabilidad |
de jóvenes |
y de cristianos, |
ante el desarrollo
integral y solidario de los pueblos. |
¡Hay tantos hombres que
viven en la injusticia |
y tantos que son víctimas
de la guerra! |
Y todos tienen en el
corazón |
sed de justicia |
Este y sed de paz. |
Vosotros, lo mismo que
Cristo, |
sed los testigos de esta
justicia, |
sed los mensajeros de la
paz |
y los sembradores del
amor. |
Pablo VI, |
(2-7-87). |
3 (51) |
CONCILIO SACRAMENTO |
El Concilio no alcanzará
perfectamente su efecto como hecho de salud espi- |
ritual, hasta que haya
sido aceptado por el pueblo y se haya traducido en la |
vida de la Iglesia. |
No se quiere decir que las
decisiones eclesiásticas solamente adquieren valor |
si reciben el
consentimiento de los fieles. Si no que un Concilio es comparable |
a un sacramento. Los
sacramentos pueden ser válidos, pero sin nuestra respues- |
ta por la fe y la caridad
llena de esperanza, resultan infructuosos y no consiguen |
aquello para lo que están
destinados en nuestra vida. |
Asimismo, las decisiones
de un concilio ecuménico serían estériles si no fue- |
sen aceptadas por toda la
comunidad creyente con fe y amor y como una fuer- |
za vital para obrar. |
La esperanza está abierta,
pero aunque concurra un episcopado mundial, se |
trata de algo limitado. Un
concilio es, en su conjunto, la obra de los hombres, |
pero también es, en su
conjunto, la obra del Espíritu de Cristo: es una dirección |
carismática de la obra de
los hombres en el camino de la fe. |
Por esto no hay que
esperar milagros. Aunque cada concilio ha significado |
una transformación y una
renovación vital de la Iglesia, también cada concilio |
ha proporcionado
desilusiones. Y nuestra época no está madura en todos $28 |
puntos, La Iglesia,
también, está aún en marcha, en camino hacia su forma ce- |
leste. Esto supone que
Ella permanece aún situada en el tiempo y que va ascen- |
diendo a través de la
discontinuidad histórica hacia la manifestación perfecta |
de lo que contiene como
plenitud de gracia y de fe. |
EPISCOPADO HOLANDES, Carta
col. |
¿Ha leído Vd. la última
carta del P. Arrupe? .. Búsquela, léala |
y propáguela. |
4 (52) |
LA FE FORMAL DE NEWMAN |
Newman entendía por te
formal la |
que se podría llamar fe de
la inteli- |
gencia y de la conciencia,
en contra- |
posición a la fe material
o fe de la |
rutina, que no se esfuerza
en ilumi- |
narse con la claridad
sobrenatural de |
la verdad de Dios, ni saca
todas las |
consecuencias & que se
compromete la |
conciencia que abraza la
fe. |
Pensaba también que las
formas |
con que se presentaba y
exponía la fe |
católica, resultaban
inadmisibles al es- |
píritu crítico de los
hombres de cien- |
cia, aún en el caso de
hombres hon- |
rados y serenas en su
negación de |
Dios. Le confirmaba en
esta convic- |
ción la amistad que tenía
con algunos |
de ellos, como William
Froude, Mark |
Pattison, Blanco White... |
Pero es que, además,
estimaba que, |
de no renovarse las formas
de exposi- |
ción de las verdades
cristianas, per- |
judicaba a los mismos
fieles católicos, |
que degeneraban hacia una
fe mate- |
rial, rutinaria y
acomodaticia. No |
comprendía el prurito
"apostólico" de |
ciertos católicos—incluso
de la jerarquía— |
preocupados por batir
récords |
de conversiones al
catolicismo. Creía |
poco en este celo y poco
en las con- |
versiones: el celo mal
entendido era |
un triunfalismo que había
que impo- |
ner o un fanatismo que se
contagiaba |
y las conversiones triunfo
de la su- |
gestión sobre la epidermis
del alma. |
Newman insistía en un
plantea- |
miento más razonable de
todo lo que |
deba ayudar a la
lustración de la fe; |
Newman era más objetivo.
"Yo soy |
católico, escribía en su
Apología, a |
causa de mi fe en
Dios". La fe, la bue- |
na y verdadera fe, conduce
al catoli- |
cismo. La fe no es un
alistamiento, |
sino un compromiso que
transforma la |
vida; el que se resista a
entender y |
aceptar esto, hace
inoperante la ilu- |
minación de Dios y no
puede dar tes- |
timonio auténtico, ni vale
su aposto- |
lado. |
"Se quejan de mí,
decía, porque no |
hago conversiones... Antes
de preparar |
conversiones para la
Iglesia, hay que |
preparar a la Iglesia para
las conver- |
siones". |
Newman sufrió mucho, entre
los |
mismos católicos, a causa
de la incom- |
prensión de sus ideas, que
más tarde |
se aceptarían como
clarividentes y |
que aún hoy, conservan una
indiscu- |
tible juventud y vigor
intelectual y, |
si cabe, incluso mayor
oportunidad. |
Ya anciano y cardenal,
había pro- |
yectado un viaje a Roma
para entre- |
vistarse con León XIII y
proponerle |
"nuevas formas de que
debería valer- |
5 (53) |
se el sistema de educación
entre los |
católicos"; pero sus
achaques le impi- |
dieron realizar el
proyecto. |
En otra ocasión,
precisamente |
chanceándose a propósito
de su re- |
ciente cardenalato y su
posible (?) |
"ascenso" al
papado, dejando a un la- |
do la broma y centrando
las palabras |
sobre lo que juzgaba más
importante |
decía que, "si él
fuese Papa, su primer |
acto de gobierno
consistiría en nom- |
brar una comisión
encargada de com- |
parar las conclusiones de
la ciencia |
con los datos que ofrecían
las ense- |
ñanzas tradicionales en lo
que se re- |
lacionaba con los estudios
bíblicos y |
la historia de los
orígenes del cristia- |
nismo". |
Creyó entrever el futuro
no muy |
lejano del mundo,
polarizado en dos |
grandes grupos humanos: el
catolicis- |
mo renovado por una parte,
y por otra, |
el mundo de la
incredulidad apoyán- |
dose en la ciencia. Otras
posiciones |
intermedias que, aún
durante el siglo |
XIX podían representar
algo, irían |
decayendo o integrándose
en uno u |
otro de los dos polos
señalados. |
A medida que estos dos
bandos se |
destacasen, el
cristianismo en general |
sería considerado como
algo que no |
hay que combatir pero que
ya está pa- |
sado y superado. Esta
acusación sal- |
dría del campo de la
incredulidad bien |
intencionada. Entonces no
le quedaría |
más opción, a la Iglesia,
que la de |
"reanunciar" el
Evangelio, mal acep- |
tado por muchos católicos
y, por esto, |
mal interpretado por los
incrédulos. |
Entonces "no se
tratará de anunciar, |
sino de reanunciar el
Evangelio i |
Aquellos que lo habían
conocido y lue- |
go abandonado porque
creyendo cono- |
cerlo lo juzgaron
inútil". |
Esta tarea de
reconversión, esta es- |
pecie de
"reconquista" espiritual será |
mucho más ardua que la
primera evan- |
gelización. La primera
evangelización |
sirvió para roturar y
remover el cam- |
po del mundo; la buena
semilla de la |
fe cayó, en un primer
momento, sobre |
terrenos no siempre buenos
y, como en |
la parábola del sembrador,
el ciento |
por uno se consigue
solamente al sem- |
brar en tierra buena. El
campo es el |
mundo; pero el campo
también es la |
Iglesia. Según la teoría
de Newman, |
el apostolado no consiste
tanto en au- |
mentar las dimensiones del
campo, co- |
mo en mejorar la calidad
de su tierra |
para que reciba la semilla
codiciada. |
La fe material newmaniana,
repre- |
senta también esta
dimensión cuanti- |
tativa, en contraposición
a la fe for- |
mal, que es la calidad.
Sin la restau- |
ración de esta fe formal
en el seno de |
la Iglesia, en sus fieles,
todo intento |
apostólico, toda
pretendida re-evange- |
lización no pasaría de
esfuerzos inúti- |
les, de tácticas humanas,
cuyos pro- |
gresos cuantitativos
serían el produc- |
to de las prudencias, de
las sabidurías |
y de las políticas de los
hombres que |
habrían acomodado, otra
vez, a la con- |
veniencia muelle de su
vida y egoís- |
mos terrenos, el mensaje
de Cristo, re- |
6 (54) |
tardando más y más el
advenimiento |
de su reino. |
Pero la lógica de los
Incrédulos ha- |
ce cada vez menos fácil
esa falsifica- |
ción: los avances del
ateísmo, tan exi- |
gente, hacen cada vez
menos fácil el |
retraso hacia cualquier
representación |
Inauténtica de la verdad.
Cada vez |
más, el cristianismo, o
será evangélico |
con todas las exigencias
de la fe for- |
mal, o no será. |
El compromiso apostólico
exige ciertamente la unión con Dios, la disponi- |
bilidad para la acción de
Cristo en nosotros. Sin este impulso, nuestro |
testimonio sería vano. |
Pero la fe no es un
producto que podemos fabricar, sino que es un don de |
Dios. Por esto los que se
sirven de la fe que profesan como de un |
fusil, o los que dejan de
lado la fe en su servicio o en su amor a los |
hombres, contribuyen, tal
vez más que nadie, a esta aparente «muer- |
te de Dios», proclamada
por algunos. |
Dios no ha muerto. ¡Dios
no muere, pero... somos nosotros que lo matamos |
en el corazón de muchos
hombres!. |
J. Ruiz-Giménez, en la
Clausura del |
III Congreso mundial de
Laicos. |
«Toda construcción del
futuro que comprometa la razón y la inteligencia |
creadora del hombre, todo
esfuerzo tendente a liberar al máximum |
al hombre de las
esclavitudes de la naturaleza, todo proceso de socia- |
lización de la existencia
que mire a procurar a cada cual el máximum |
de libertad..., todo ello
representa para el cristianismo un cometido |
inscrito en la naturaleza
misma del hombre tal cual Dios la ha querido, |
una obligación que forma
parte integrante de su comportamiento pro- |
piamente religioso, pues
que éste, en efecto, no es otra cosa que la |
apertura de la libertad
humana, en la fe y en la esperanza, al futuro |
absoluto». |
KARL RAHNER. |
7 (55) |
LOS «BEATLES» Y LA MÍSTICA |
Es la segunda vez que, a
propósito de religión, los Beatles se convierten en |
notica periodística. La
primera fue el año pasado cuando uno de ellos soltó la |
pedantada de que
"eran más populares que Jesucristo". Si entonces se proponían |
Hamar la atención, lo
consiguieron, pero en general fue para recibir la repulsa |
de sus mismos admiradores
y montañas de discos rotos por miles de jóvenes de |
todo el mundo ardieron en
la hoguera del desprecio. |
Ahora los periódicos,
especialmente los anglo-sajones, nos dicen que los Beat- |
les se han declarado
discípulos del místico indio Maharaschi, el cual se compro- |
mete a proporcionar a sus
seguidores, la felicidad instantánea, en una visión |
inmediata del Reino de los
Cielos. |
El Catholic Herald se
ocupa de este suceso y recoge las declaraciones de los |
Beatles. Entre otras
cosas, ellos dicen que si bien el cristianismo también ofrece |
una visión del cielo no
olvidemos que dos de ellos son católicos de bautismo |
esta visión sólo se
alcanza después de toda una vida de privaciones de los pla- |
ceres de la tierra, que,
por lo tanto, el cristianismo no puede tener muchos adep- |
tos; que, por otro lado,
ese místico indio les ofrece la felicidad celestial sin im- |
ponerles ninguna renuncia,
ni establecer prohibiciones, ni promulgar manda- |
mientos. |
Naturalmente que, tanto el
suceso en sí, como estos puntos de vista manifes- |
tados por los miembros del
famoso conjunto, tendrían poca importancia, si su |
misma condición de famosos
no lo hiciera todo más notable. Sus razones, aunque |
sean sinceras, no tienen
un excesivo valor objetivo, porque se reducen a lo de |
"servir a dos
señores" del Evangelio, sin querer resolver a fondo ninguna de las |
contradicciones de la vida
sino, simplemente, eludiéndolas. Les es fácil abrazar |
una forma de religiosidad
o de mística así, una vez cargados de millones, de |
fama ya fácil, y de la
satisfacción de toda clase de caprichos imaginables. No |
se trata de nada más que
de la canonización de lo que precisamente podrían |
criticar del cristianismo
o, más exactamente, de muchos cristianos. |
Hemos de suponer que son
sinceros, como lo son tantos otros que no aciertan |
8 (56) |
a encontrar el camino de
la felicidad, a pesar de tener todos los placeres de la |
vida. Y, aunque digan que
el maestro indio les ha proporcionado unas experien- |
cias espirituales que
jamás pudieron encontrar en el cristianismo, se les podría |
objetar que, seguramente,
jamás ellos entraron en una iglesia donde se adorara |
a Cristo, para abrirle el
corazón por lo menos en la medida en que ahora lo |
entregan a ese místico,
porque, si lo hubiesen hecho, con riquezas o sin ellas, con |
fama o ignominia, con
regalos de los sentidos o con angustias de dolor, cierta- |
mente habrían encontrado
esa paz del alma, ese tocar con la mano la puerta |
del Reino de los Cielos
que, según parece, no lo consideran tan inmenso si quie- |
ren hacerlo compatible con
el reino de la tierra. |
Muchas más reflexiones
podrían o deberían Incluso hacerse... |
Pero cerremos con una
moraleja para los que, dentro del cristianismo, 720 |
sentimos la necesidad de
místicas extrañas. |
Esa abertura que ellos
muestran hacia el maestro indio y que hubieran de |
haber tenido en relación
con su primera fe cristiana ¿la tenemos por lo menos |
nosotros, los
perseverantes? ¿No podemos haberles dado motivo —a ellos y a los |
millones de jóvenes
parecidos a ellos— para que ni ganas tuvieran de intentarlo? |
El mal de los cristianos
es este: no nos abrimos bastante a Dios, no nos damos |
tanto a Dios, como para
que, esa inmediatez misteriosa del Reino de los Cielos |
en nosotros, se revele en
nuestra vida, ni nos negamos tanto e Cristo hasta |
abandonarle del todo para
lanzarnos lejos de Él, a las aventuras de lo que nos |
parezca mejor... Y así,
los que nos miran, los que, para creer, tienen necesidad |
de mirarnos y se fijan en
nuestro testimonio, nos encuentran absurdos. |
También, muchas veces,
queremos "servir a dos señores". Solamente que so- |
mos menos escandalosos...
y menos sinceros que los Beatles, y lo disimulamos, |
parapetados en formulas y
acomodaciones que Cristo no aceptaría, pero que a |
nosotros nos bastan,
porque así podemos mantener el nombre de cristianos y |
esto nos basta. |
¡Que cada vez más los
Beatles sientan insatisfacción de todo lo que tienen |
y busquen, sinceramente,
el Reino de los Cielos, que si no se quedan a medio en |
esa inquietud o curiosidad
ahora declarada, llegarán también ellos a la verdad |
de Dios, que es Cristo, y
se sentirán ricos y gloriosos con Él cuando ni su cora- |
zón ni sus sentidos
necesiten más del reino de este mundo! |
Y que ya que el testimonio
de los cristianos a ellos no les ha estimulado a |
abrirse a Dios en el
cristianismo, eso mismo nos advierta y despierte nuestra |
abertura, apuntando más
alto, más sinceramente, más generosamente, con ju- |
ventud de corazón, al
Reino de los Cielos. |
9 (57) |
AUNQUE SEAN «HIPPIES» |
Aunque fuesen,
"hippies" llevaban |
razón. |
Fue el mes pasado, ante el
Pentá- |
gono estadounidense:
soldados e "hip- |
pies". La fotografía
apareció después |
en una revista americana
como ilus- |
tración a la crónica de
los sucesos |
motivados por la marcha de
unos mi- |
les de jóvenes que se
manifestaron en |
contra de la guerra
vietnamita. |
Podía verse muy bien, de
un lado, |
un muro compacto de
soldados per- |
fectamente uniformados,
equipados y |
protegidos, que
enristraban sendos fu- |
siles, preventivamente, a
modo de |
abanico disuasivo ofrecido
a los ma- |
nifestantes. |
Del otro lado,
precisamente en ca- |
beza de la manifestación,
hasta rozar |
los cañones de los
fusiles, unos mucha- |
chos descuidados en el
atuendo, des- |
melenados, extendían su
brazo, entre |
irónicos y sublimes, y
levantaban la |
mano hacia los soldados
con una flor |
que cada uno exhibía, no
ya como |
distintivo de la
"banda hippie", sino |
como quien presenta en
ofrenda el |
amor y la paz, desafiando
y despre- |
ciando la
disciplinada y alerta da ener- |
gía de los pobres
militares calados con |
casco de acero. |
Estos, puntuales
cumplidores de ór- |
denes recibidas, no
podían, sin em- |
bargo, evitar la
apariencia ridícula |
de su poder inútil. Sus
rostros revela- |
ban la actitud autómata de
seres dis- |
ciplinados, en los que se
hace compa- |
tible el cumplimiento
mecánico de |
un mandato con la íntima
repugnan- |
cia de lo mismo que se
ejecuta por |
esclavitud al deber
impuesto e ine- |
vitable. |
Los "hippies"
frente a ellos, cobra- |
ban el relieve de la
grandeza hija de |
la libertad, y de la
libertad para el |
bien deseado para todos y
para la vida. |
¿De qué eran símbolo o qué
empa- |
raban los hombres del
casco de ace- |
ro?... Ante los demás
jóvenes repre- |
sentaban la organización
gregaria de |
la violencia, servidora de
esas idola- |
trías trágicas e inútiles
que vanamen- |
te quieren erguirse en el
templo va- |
cío de todos los orgullos
colectivos, |
10 (58) |
que luego los exaltados
fanatizan y |
los ambiciosos explotan en
el mar |
revuelto de todas las
pasiones de |
todos los mitos y de todos
los tópicos |
del egoísmo |
, de la raza o de la
patria. |
Estos "hippies",
cualquiera que sea |
sus extravagancias y sus
excesos, es- |
ta vez, llevaban razón. El
mundo y |
las cosas con que su gesto
quería en- |
frentarse, también eran
extravagan- |
tes, porque ¿quién puede
hoy, en |
cualquier parte, defender
la guerra, |
sin fe en contra de la más
viva aspi- |
ración unánime de los
hombres? ¿O |
qué exceso puede ser mayor
que éste |
de matarse unos a
otros?... |
¿...Y han de ser
precisamente los |
"hippies" que
nos lo han de poner en |
evidencia? |
Los que se entregan a la
tarea de la educación, principalmente de |
la juventud, o forman la
opinión pública, tengan como graví- |
sima obligación la
preocupación de formar las mentes de |
todos en nuevos
sentimientos pacíficos. |
Para edificar la paz se
requiere ante todo que se desarraiguen las |
causas de discordia entre
los hombres, que son las que ali- |
mentan las guerras. |
Entre estas causas deben
desaparecer principalmente las injusticias. |
No pocas de estas
provienen de las excesivas desigualdades |
económicas y de la
lentitud en la aplicación de las soluciones |
necesarias |
Otras nacen del deseo de
dominio y del desprecio por las personas, |
y, si ahondamos en los
motivos más profundos, brotan de la |
envidia, de la
desconfianza, de la soberbia y demás pa- |
siones egoístas. |
Gaudium et spes, 82,83. |
11 (59) |
LA CULTURA Y EL HOMBRE |
El hombre no llega a un
nivel verdadero y plenamente humano |
sino por la cultura, es
decir, cultivando los bienes y valores naturales. |
Siempre pues que se trata
de la vida humana, naturaleza y cultura se |
hallan ligados
estrechamente. |
Es preciso hacer todo lo
posible para que cada uno adquiera |
conciencia del derecho y
del deber que tiene de cultivarse a sí mismo y |
de ayudar a los demás a
hacerlo. |
Hay situaciones, a veces,
en la vida laboral que impiden la supe- |
ración cultural de los
hombres y destruyen en ellos el afán por la cultura. |
Esto vale particularmente
para los agricultores y los obreros, a los cuales |
es preciso procurar tales
condiciones de trabajo, que no les impidan su |
desarrollo humano, sino
que más bien lo fomenten. |
Gaudium et spes, 60 |
Jóvenes y hombres … |
venid al |
ORATORIO: |
Os ofrece, a vosotros
jóvenes, ideas y orientaciones que os ayu- |
darán en vuestra vida de
cristianos y os darán la madurez espiritual |
que ansiáis, sin menoscabo
de vuestra alegría y gozo de vivir. |
A vosotros, hombres, os
mantendrá joven el corazón y el alma, |
como lo es la Iglesia en
su historia y como lo demuestra en su ac- |
tual renovación. |
EL ORATORIO DE JOVENES
tiene lugar los miércoles, a las 8'30 de la tarde, |
EL ORATORIO DE HOMBRES,
todos los jueves, a las 8'30 de la tarde. |
12 (60) |
LA PACIENCIA ARDIENTE DE
LOS JÓVENES |
Extraemos de las
conclusiones |
de la convivencia
internacional |
de jóvenes de Taizé, de
este año, |
el texto que sigue: |
Nuestro propósito es vivir
a Cristo para los hombres, tal como queremos amar |
A la Iglesia. |
Ella es el cuerpo de
Cristo, en Ella Cristo se va continuando en la Historia; |
Ella es la realidad de
este reino del cual se apoderan solamente los violentos. |
Los violentos, no los
sediciosos. |
Así, pues sin amenazas—,
no vamos a pedir nada para nosotros. Pero, con |
la violencia de los
pacíficos, sí pedimos para los que no son de la Iglesia. Para |
ellos, nuestra paciencia
se hace ardiente... |
No nos basta un simple
mejoramiento de las relaciones entre los cristianos. |
En este año de fe,
esperamos de todos los responsables de Iglesias, gestos auda- |
ces, encuentros de un
estilo totalmente nuevo, que inciten a la reconciliación. |
Hacemos un llamamiento a
los que se reunirán en Sínodo en Roma, y en |
asamblea del Consejo
ecuménico en Upsala, con el fin de que se elabore, en plu- |
ralismo, una unanimidad de
todo el pueblo de Dios... |
«Los cristianos tienen la
obligación de demostrar que el verdadero socia- |
lismo es el cristianismo
íntegramente vivido en la justa repartición |
de los bienes y en la
igualdad fundamental. En lugar de censurarlo, |
sepamos adherirnos a él
con alegría, como a una forma de vida so- |
cial mejor adaptada a
nuestro tiempo y más conforme al espíritu |
del Evangelio». |
(Documento de 17 obispos
del Tercer |
Mundo sobre la populorum
Progressio.). |
13 (61) |
¿Ha visitado Vd. una
Biblioteca? |
No todo el mundo puede
tener una biblioteca particular, porque además de |
ocupar espacio, sobre todo
cuesta dinero. Y aun así, no bastarla el dinero, por- |
que no se forma una
biblioteca con sólo comprar libros y ponerlos en estantes: |
además, hace falta
entender, poseer un sano y amplio criterio seleccionador y |
saber ordenar. |
De donde ya se puede
comprender la importancia, en cualquier núcleo de |
población relativamente
importante, o en el marco más restringido de una aso- |
ciación determinada, que
tienen esos lugares silenciosos, templos discretos de |
la cultura, que llamamos
bibliotecas. De ellas hay que estimar, no el confort |
gratuito que pueden
ofrecer amparándonos apaciblemente contra la inclemen- |
cia rigurosa de nuestros
inviernos, sino la oportunidad generosa de despertar |
el afán de saber o de
cultivar el adquirido. |
Pero... ¿visitamos las
bibliotecas? Y, si cruzamos sus puertas, ¿es para algo |
más que para la curiosidad
pasajera de descubrir un lugar nuevo, o la como- |
didad de leer allí las
revistas que nos divierten y que nos ahorramos de com- |
prar en el quiosco? |
Visitar una biblioteca es
ir a leer un libro, o & verificar unas referencias, o |
a recoger datos para un
trabajo... Es ir a una tarea generalmente agradable, |
pero que supera el solo
prurito curiosón, inútil y pedante de ocupar un tiempo |
para perderlo con
elegancia, |
Sin embargo, lo que ocurre
es que no solemos ir, ni bien ni mal, a ninguna |
biblioteca. Si recogemos y
hacemos extensivos a la población española en total, |
los datos conseguidos en
una encuesta del año 1964, llevados a cabo por el |
IE.OP., resultaría que
apenas el 4 por ciento de nuestra población va, alguna |
vez, a una biblioteca. |
Por otra parte, Francia no
nos adelanta demasiado, aunque no podemos pa- |
sar por alto que su nivel
cultural supera el nuestro, como puede ayudarnos & |
comprenderlo, por ejemplo,
el que la enseñanza en las escuelas sea obligatoria |
14 (62) |
hasta los 16 años. De
todos modos, las estadísticas revelan allí que sólo un 6 |
por ciento, sobre el total
de la población, lee en las bibliotecas públicas. |
Este nivel aumenta en
Bélgica y en Holanda y, en general, en Europa cen- |
tral. En Rusia alcanza el
30 por ciento. |
Tanta diferencia, ¿depende
de la latitud? Se puede tener en cuenta la re- |
latividad geográfica y la
parte inevitable de error que hay que conceder a toda |
encuesta o comparación
estadística, pero todo ello no es suficiente para justi- |
ficar la apatía y falta de
inquietud cultural que padecemos entre nosotros y |
que no bastan a pallar los
esfuerzos de las minorías heroicas, ni pueden com- |
pensarse con las empresas
y buenos propósitos que luego frustra la proverbial |
inconstancia. |
Por desgracia es demasiado
frecuente, también hoy, que los tra- |
bajadores resulten
esclavos en cierto sentido de su propio |
trabajo. |
Los trabajadores deben
tener la posibilidad de desarrollar sus cua- |
lidades y su personalidad
en el trabajo mismo. Después de |
haber aplicado a este
trabajo su tiempo y sus fuerzas con la |
debida responsabilidad,
tienen derecho al tiempo y descanso |
que les permita una vida
familiar, cultural, social y religiosa; |
es preciso que tengan
también la posibilidad de entregarse al |
libre ejercicio de su
capacidad para el desarrollo de faculta- |
des que en su trabajo
cotidiano, por falta de ocasión, no han |
podido ejercitar. |
Gaudium et spes, 67 |
15 (63) |
Canon y cánones en
castellano |
En el actual
rejuvenecimiento de la |
Iglesia, el aspecto en el
que más os- |
tensiblemente se han
notado y llegado |
al pueblo las reformas, ha
sido el litúr- |
gico. Iniciados los
cambios aún antes |
del Concilio, en el
pontificado de Pío |
XII, hemos llegado a este
último del |
Canon de la Misa, en
lengua vernácula. |
En realidad, no se ha
hecho otra cosa |
que restaurar la costumbre
original de |
la Iglesia: Jesucristo, en
la última Ce- |
na, usó el arameo; San
Pablo celebró |
la liturgia en griego; en
Occidente se |
adoptó el latín, porque
era la lengua vi- |
va, conocida por todos. |
La liturgia, porque es la
celebración |
pública de los actos del
culto, ha de ser |
expresada en una lengua
entendida y |
hablada por todos los que
en él parti- |
cipan. |
Pero la universalidad
relativa del la- |
tín en Occidente, fue
perdiéndose al |
surgir las lenguas
romances. No obs- |
tante, por respeto a las
formas inme- |
diatas de transmisión
cultural y por |
temor a la dispersión y a
las falsifica- |
ciones, la liturgia siguió
celebrándose |
en la lengua latina que,
si bien re- |
presentaba la
universalidad cultura |
europea (especialmente en
la Edad |
Media y principios de la
Moderna), ya |
no era popular. No nos
toca aquí ana- |
lizar si fue o no
exagerado tanto res- |
peto y tanto temor. Lo que
sí es cier- |
to es que, a pesar de
teatralizar algo |
más las ceremonias, para
que el gesto |
supliera, al menos en
algo, la Incom- |
prensión de las palabras,
el pueblo per- |
maneció cada vez más
pasivo en la |
misa, al mismo tiempo que
sintió la |
necesidad de inventarse
formas de |
piedad privada,
incomparablemente |
menos ricas que la pública
de la 11- |
turgia de la misa, pero
más compren- |
sibles para él. Esta
piedad privada vi- |
no a ser y ha sido y es
aún en mu- |
chos casos, un sucedáneo
de la verda- |
dera piedad que debe
centrarse nece- |
sariamente en la sagrada
liturgia pa- |
ra evitar toda posible
degeneración o |
—como ahora se le llama—
"beatería". |
La presente innovación de
recitar |
el Canon en castellano y
en voz alta |
representa, por tanto, una
vuelta a la |
tradición original que la
Iglesia ob- |
servaba desde antiguo de
dirigirse a |
Dios en un lenguaje que
sea familiar |
y conocido, no sólo por el
que preside |
la asamblea, sino por
todos los que |
que la componen. |
Los estudios realizados
sobre la Mi- |
sa y, para los menos
iniciados la tra- |
16 (64) |
ducción misma del Canon en
lengua |
vulgar, al paso que
descubren "el teso- |
ro escondido" de la
liturgia, también |
delatan la conveniencia,
hecha así mis |
evidente, de no sólo
abreviar y supri- |
mir Inserciones y
reiteraciones Inne- |
cesarias y arcaicas
contenidas en la |
ordenación de los ritos
tal como nos |
han llegado, sino de
proceder a estruc- |
turaciones totalmente
nuevas del rito |
eucarístico, para disponer
a las cuales |
constituye una óptima
preparación |
popular, la versión de
todas las partes |
de la Misa actual a las
lenguas ver- |
náculas. |
No tardaremos mucho, pues,
en dis- |
poner de uno o varios
esquemas to- |
talmente nuevos de la
celebración eu- |
carística, que, además de
ser fieles a |
la reproducción "en
memoria del Se- |
ñor" de la primera
celebración del |
Cenáculo, ofrecerá al
mundo de hoy, |
renovado, comprensible,
ágil y vivo, el |
recuerdo de la Cena del
Señor, de tal |
modo que —como ha dicho el
profesor |
Ruiz-Giménez al clausurar
el III Con- |
greso mundial de los
Laicos, en Roma, |
el mes pasado—, sea
posible "vivir una |
coparticipación activa de
todos los |
miembros de la Iglesia, en
la enorme |
tarea que parte de la
liturgia y no |
acaba hasta la
transformación del |
orden temporal"
querido por Cristo. |
No basta que cuando
asistes a misa o te acercas a comul- |
gar, tengas fe en el valor
intrínseco de la acción sacramental a |
la que asistes y
participas. |
Esa participación ha de
crecer, día a día, en conciencia y |
conocimiento del Señor.
Para ello pon atención a las lecturas |
de la liturgia de la
Palabra, y a la homilía si la hay. |
La misa del Oratorio de
las 7'45 de la mañana de los días |
laborables, tiene siempre
una brevísima homilía, compatible con |
la escasez de tiempo que
tal vez te asedia. |
17 (65) |
ESOS AMERICANOS ... |
Esos americanos tienen
soluciones para todos los problemas... que se solu- |
cionan con dinero; aunque
por aquí se muestren recalcitrantes a resolver lo de |
Palomares, tal como se lo
plantea la tenaz duquesa de Medina Sidonia. |
Ahora mismo en Garden
Grove, del Estado de California, acaban de inau- |
gurar un templo
protestante que ha costado la equivalencia de 180 millones |
de pesetas, pero que
ofrece una serie de comodidades con notable ventaja so- |
bre los setenta templos
americanos parecidos al inaugurado, y que se llaman |
comúnmente iglesias
"drive-in" o también "walk-in", porque no hace falta en- |
trar en el templo, ya que
ofrecen la oportunidad de poder seguir los ritos, no |
solamente desde fuera,
sino también sin bajar del propio coche que tiene es- |
pacio suficiente para
aparcar de modo que sea visible el altar por los ocupantes. |
El templo a que nos
referimos puede acoger en su explanada hasta 500 co- |
ches
"americanos", es decir, de amplia carrocería. A la hora oportuna se
abre |
suavemente una gran pared
de cristal, impulsada automáticamente y, con |
además, una instalación de
potentes altavoces, se consigue una integración |
satisfactoria entre los
fieles de dentro del templo y los que permanecen en sus |
propios coches.
Ordenadamente, antes de comenzar el servicio religioso, se han |
distribuido las hojas con
los himnos e indicaciones convenientes y se logra una |
perfecta sintonía
evocadora de los cantos del cielo. |
Para el rito de la
comunión, se pasan el pan y el vino de uno a otro co- |
che y, el último
comulgante, lleva al altar las sobras. |
Las colectas se hacen de
modo parecido, pasando la bolsa de coche a coche |
y, además, existe la
oportunidad de poder echar monedas por la amplia aber- |
tura cónica de la caja que
a la salida del aparcamiento espera a todos, algo así |
como las dispuestas en
algunas autopistas europeas para que los automovilis- |
tas puedan echar la tasa o
peaje, no sólo sin bajar del coche, pero ni siquiera |
sin parar. |
Contrariamente a lo que
pueda parecer, dícese que esta forma de asistir a |
18 (66) |
los servicios religiosos,
favorece el recogimiento y la concentración de espíritu, |
aunando los dos extremos
de sentido grandioso de comunidad y de participa- |
ción atenta e individual
de la persona. |
También un sacerdote ha
puesto de relieve que en estos actos religiosos se |
ha podido conseguir, de
una vez para siempre, eliminar la presencia Imper- |
tinente de los niños en el
interior del templo, ya que cada familia los tiene |
que aguantar como puede en
el interior del coche, o simplemente porque al |
serle más incómodo
mantenerlos así encerrados en el automóvil, los habrá de- |
jado en casa, como el buen
sentido y la buena educación aconsejan. |
... Nosotros, aquí, no
somos tan ricos como los americanos para poder ofre- |
cer soluciones tan caras a
los fieles que acuden a nuestra iglesia. Pero sí que |
les rogamos, una vez más,
que se abstengan de traer los niños a misa, si tienen |
menos de ocho años, y ni
aun así, si no son capaces de entender y seguir el rito |
sagrado. |
Si además de niños, tienen
coche, llévenlos en buena hora a una excursión |
campestre, que allí
alabarán más a Dios, que molestando y molestándose en la |
iglesia. También así
evitarán que ningún sacerdote o persona encargada del |
buen orden en el templo,
les tenga que llamar la atención. |
Cuando haya iglesias
"drive-in" o "walk-in" cerca de aquí, será diferente. |
Pero para esto harían
falta muchos más Palomares, y que fuesen ya los ame- |
ricanos los amos de
España. |
El Evangelio, la Buena
Nueva, proclamada por Jesús, se dirige a |
todas las generaciones. |
Aún antes de ser una
predicación, el Evangelio es una Persona, |
cuyas palabras y obras
revelan su dignidad divina, y el nacimiento y la |
vida, la muerte y la
resurrección de la cual, significan la salvación, la paz |
y la felicidad para los
que creen. |
El anuncio del Evangelio
se caracteriza por un llamamiento, una |
elección y un compromiso:
«Cambiad el fondo de vuestras almas y creed» |
(M. c 1, 15). |
Aceptar esta invitación es
pertenecer al Reino de Dios y es preparar |
su Reinado. |
EPISCOPADO BELGA, Decl.
col. |
19 (67) |
SUMARIO: |
Madurez y Cultura |
Jóvenes |
Concilio Sacramento |
La fe formal de Newman |
Los «Beatles» y la mística |
Aunque sean «Hippies» |
La cultura y el hombre |
La paciencia ardiente de
los jóvenes |
¿Ha visitado Vd. una
Biblioteca? |
Canon y cánones |
Estos americanos ... |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas, C.
O. |
Edita: Congregación del
Oratorio.- Apartado 182.-Albacete. |
lmprime: LA VOZ DE
ALBACETE, S. López, 14 - 9- 10- 67. |
Depósito Legal: AB-103-62. |
20 (68) |
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