BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 65. DICIEMBRE. 1967. |
ESPERANZA DEL MUNDO |
Ya no basta recordar que
Cristo fue esperado por los Patriarcas, vaticinado |
por los Profetas,
concebido por la Virgen, enunciado por el Ángel, descubierto |
por los pastores y adorado
por los Magos... |
Desaparecida su presencia
histórica, temporal, el discípulo que más le ama- |
ba —que más le conocía—
cierra la revelación del Nuevo Testamento con estas |
palabras: "¡Ven,
Señor Jesús!" (Apoc. 22, 20). |
Cristo aún es esperado.
Más esperado. Los que conciban el mensaje cris- |
tiano como un logro que se
adquiere y se conserva, o como un bastión que |
se defiende, no
comprenderán nunca qué es el Evangelio de Cristo y manten- |
drán, decorativo y
estéril, su bautismo. |
Cristo viene. |
Cristo es la esperanza
universal de todos los que esperan el bien, la justicia, |
la paz, la libertad... No
hace falta reproducir las palabras de San Pablo, para |
decir todo lo que Cristo
es para la Humanidad peregrinante, conozca o no co- |
nozca aún al que es su
paz, su Justicia, su libertador, su bien y su premio, su |
perfección y su vida. |
Todos los que esperan eso,
esperan a Cristo. Tal vez no lo sepan aún. Pe- |
ro lo sabrán. |
El mensaje de Cristo no es
un bando, una proclamación que se fija en los |
muros de las ciudades; no
es una bandera que se iza en lo alto de las torres. |
El mensaje de Cristo es
una corriente de vida, que salta de Dios & Cristo, de |
1 (69) |
Cristo a la Iglesia y de
la Iglesia a los hombres, y de los hombres a la trans- |
formación del mundo.
Corriente que se hace rio, y río que se hace mar, y mar |
que se hace océano...
Crece, crece, sin cesar, Su empuje es irreversible, in- |
frenable. |
Estamos en la corriente de
este crecer, y no podemos nadar en contra de |
la corriente de este río
de Dios, que es la Iglesia, que es la fuerza de su Espí- |
ritu, que unas veces vemos
que se dilata y ensancha sus orillas, y otras se |
profundiza ahondando su
cauce, camino del infinito... —"La voz del Señor, |
como voz del agua que
salta en cascadas sonoras", canta el salmista. |
Los que hemos sido
iluminados con la máxima revelación de Dios, que es |
* Jesucristo, no debemos
impedir que nos acabe de penetrar la llama de ese |
fuego que El trajo al
mundo, y hemos de hacernos claridad y luz del mun- |
do, para que el número de
los que gimen y esperan, caminando entre sombras |
y tinieblas de error y de
muerte, descubran al fin la gran luz de Cristo. |
Sólo así dejaremos que la
Iglesia, como el ángel que anuncia, se acerque |
al mundo para decirle:
"Eso de bueno que hay en ti, oh mundo, es del E- |
spíritu. No temas. Dios ha
obrado maravillas antes de ahora, en mundos más |
viejos. Ahora las
realizará en ti, mundo joven, virgen ante el futuro, que será |
de gran gozo, porque será
de Dios". |
Y el mundo se alegrará
como la Virgen: "Mi alma glorifica al Señor... Me |
espera la dicha". |
La Iglesia es el ángel que
Cristo ha dejado en el mundo. Se hace cada vez |
más espiritual. Vemos en
ella, más que en otras edades, cómo se dispone para |
el gran anuncio: las
palabras y las actitudes santas de sus obispos; las reac- |
ciones de pueblos enteros
que quieren acercarse al verdadero camino del Evan- |
gelio; la impaciencia de
los seglares por preparar el reino de Dios... Y hasta |
los temores y la turbación
de los Herodes que no han oído, que no han que- |
rido oír al ángel. Y por
esto no saben que no hay que temer, que Cristo ha |
de ser un gran gozo para
todos, que viene siempre para ser la paz y para |
hacer nuevas todas las
COSAS. |
CONVERSACIONES DEL
ORATORIO |
Días 27 y 28 de Diciembre
(miércoles y jueves), en la sala del |
Oratorio, a las 8 de la
tarde. |
ANTONIO BARBA |
hablará de «Criticas y
esperanzas sobre la |
ENCARNACION DEL
CRISTIANISMO |
en el mundo de hoy, visto
desde la juventud» |
2 (70) |
LEY DE PRENSA |
En el número 1 del
artículo 24 de la vigente Ley de Prensa e Imprenta, de |
18 de marzo de 1966, para
proteger el derecho del público que lee y sostiene |
las publicaciones
periódicas españolas, se dice textualmente que "CON INDE- |
PENDENCIA DEL CARACTER
PUBLICO DEL REGISTRO DE EMPRESAS PE- |
RIODISTICAS, ANUALMENTE,
PARA INFORMACION DE LOS LECTORES. |
EN LAS PUBLICACIONES
PERIODICAS SE HARAN CONSTAR, EN ESPACIO |
PREFERENTE, LOS NOMBRES DE
LAS PERSONAS QUE CONSTITUYEN LOS |
ORGANOS RECTORES, LOS DE
LOS ACCIONISTAS QUE POSEAN UNA PAR- |
TICIPACION SUPERIOR AL
DIEZ POR CIENTO DEL PATRIMONIO SOCIAL, |
Y UNA NOTA INFORMATIVA DE
SU SITUACION FINANCIERA". |
De los dos últimos
requisitos de este precepto legal, quedan exceptuadas, |
de acuerdo con el artículo
21 de la misma Ley, las "REVISTAS QUE REGLA- |
MENTARIAMENTE SE DEFINEN
COMO DE CARACTER TECNICO, CIENTI- |
FICO O PROFESIONAL",
como es el caso de este Boletín del Oratorio de Al- |
bacete, acogido a dicha
Ley de Prensa e Imprenta, y que se publica con el |
nombre registrado de
"LA U S". |
El boletín "LA U
S", pertenece a la Congregación del Oratorio de San Fe- |
lipe Neri. Los nombres de
las personas que componen el modesto equipo re- |
dactor, que confecciona o
revisa los textos que en él se imprimen, son los si- |
guientes: Ramón Mas,
Fernando Ugena y Miguel Abia, el primero director de |
la revista y todos ellos
miembros de la Congregación editora. |
El carácter y, en
realidad, también la escasa importancia material de nues- |
tro pequeño boletín, nos
eximen de la urgencia legal de publicar detalles sobre |
La financiación de la
revista y también de erigir un precio, por la misma, a |
quienes la reciben y la
leen. Y aprovechamos esta oportunidad para agradecer |
a los benefactores que,
con sus donativos, han hecho posible su publicación |
hasta ahora, |
De antemano, también,
agradecemos a todos los que nos ayuden para que |
el boletín pueda seguir
repartiéndose gratuitamente, y a más personas ami- |
gas y mejorando su
presentación. |
Pensamos que así, en esta
misma página, cumplimos con la ley y cumpli- |
mos con nuestros amigos. Y
que éstos también cumplirán con nosotros, como |
hasta ahora y mejor que
ahora. |
3 (71) |
EL TEMOR RESPONSABLE |
La esperanza siempre mira
al bien, |
pero hasta que el bien no
llega, an- |
sias y temores agitan el
pobre cora- |
zón del hombre. |
La esperanza que para la
Iglesia |
y para el mundo despertó
el Concilio, |
y las tensiones que
suscita esta espe- |
ranza que busca el bien,
se hacen lla- |
ma ansiosa de vivísimo
anhelo, por |
un lado y, por otro, temor
y preocu- |
pación cuando más pesada
es la res- |
ponsabilidad de los que
deben cami- |
nar adelante y
precisamente delante |
de los demás. |
Caminar adelante, aunque
es ine- |
ludible deber vital, ya
representa un |
esfuerzo; pero caminar
delante, sa- |
biendo que si se camina
mal, se hace |
caer o se desvía a los que
siguen, y |
que si por evitarlo se
detiene la mar- |
cha, la vida se paraliza,
no es extraño |
que despierte temores y
hasta angus- |
tias. El Señor, que
caminaba delante, |
también las tuvo en el
huerto de los |
Olivos... |
Estas angustias hacen
santos a los |
pastores y a los jefes. Es
una parte de |
la conversión que a ellos
les pide |
esta hora, porque el
Concilio —hecho |
cristiano —ha impuesto a
todos—, de un |
modo u otro, que nos
convirtamos. Y |
veros que no nos falta el
ejemplo de |
los pastores. |
Si además de contemplar
las acti- |
tudes externas más
elocuentes, pudié- |
ramos penetrar sus
corazones, acorta- |
das las distancias,
descubriríamos una |
cantidad inmensa de amor
solicito y |
preocupado, que se
esfuerza por com- |
prender las exigencias de
los que, des- |
de fuera y desde abajo, se
hacen voz |
ansiosa del pueblo de
Dios, para que |
se acelere el andar. Esa
voz que nos |
llega expresada casi a
diario en no- |
ticias que, tal como se
nos presentan, |
nos turban, porque tampoco
son la |
verdad entera, pero que
valen, como |
síntoma, para que nos
demos cuenta |
que la parálisis no es
posible, que el |
Concilio no se ha
congelado; que no |
es posible parcelar
ninguna región del |
mundo, ninguna categoría
de perso- |
nas, ninguna comunidad
humana, con |
la pretensión de
mantenerla, más a la |
avanzada, o más atrás, o
más al lado, |
o simplemente
"diferente de las de- |
más, cuando se trata de la
ley natural, |
de los derechos de los
hombres, de la |
libertad de la Iglesia. |
El Espíritu sopla fuerte
en nues- |
tros días y, más que
nunca, su impul- |
so "no debe ser
extinguido" y es im- |
posible resistirle,
cuando, como en |
otros tiempos, se hace
profecía en los |
imprudentes según el
mundo, sabidu- |
ría en los humildes y
fuerza en los dé- |
biles. |
Esto lo perciben los que
van delan- |
te elegidos para apacentar
la grey de) |
4 (72) |
Señor. A los que está
encomendado el |
testimonio del Evangelio,
que han re- |
cibido el don del
Espíritu. |
En estas mismas páginas
ofrecemos |
algunos de estos
testimonios, suficien- |
tes para reconocer que
nuestros pasto- |
res son fieles a su
misión, y viven |
preocupados, santamente
preocupados, |
no solamente para que la
Iglesia siga |
siendo luz puesta en lo
alto pan orien- |
tar el camino de los
hombres, sino que |
sea además, sal y
levadura: sal que |
dé sabor de Dios, levadura
que haga |
fermentar este mundo.
Porque, si la |
Iglesia se resignara a ser
solamente |
luz, podría confundirse
con un inmen- |
so monolito estático,
monumento del |
pasado, de interés
turístico para los |
curiosos en religión. |
Pero hacer esto, con
responsabili- |
dad, no es tarea fácil.
Las dificultades, |
y el tener necesariamente
que resol- |
verlas sin posibilidad de
aplazamiento |
ni de inhibición,
corresponde princi- |
palmente a los que caminan
delante. |
Los que seguimos, hemos de
compren- |
der, secundar y agradecer
los esfuer- |
zos de nuestros pastores,
en sus mis- |
mos temores Impuestos por
la respon- |
sabilidad, para que así se
transformen |
en valentía cristiana;
máxime cuando |
la urgencia de dar
testimonio del |
Evangelio, no se impone
como una |
necesidad circunscrita a
un solo lugar |
de determinadas
circunstancias, sino |
que ha de entenderse a
escala univer- |
sal, sin olvidar que lo
universal cada |
vez se nos hace más
cercano, como el |
reino de Dios, que también
"se acer- |
ca". |
CONFERENCIAS |
DE |
ADVIENTO |
HOMBRES Y JOVENES |
¿Qué espera el cristiano? |
¿Qué espera el mundo del |
Cristianismo? |
¿Qué espera el
Cristianismo |
del mundo? |
Días 12, 13, 14 y 15 en la
sala |
del ORATORIO, o las 8'30 |
de la tarde. |
Entrada por la calle
Tetuán. |
Se encarece la
puntualidad. |
5 (73) |
LA GUERRA DEL DINERO |
La revista sacerdotal
"ILLUMINARE", de la "Unión Misional del Clero" de |
España, en el número del
pasado mes de octubre, dedicado especialmente al |
"DOMUND",
reproducía unas palabras del Documento que un grupo de obispos |
del llamado Tercer Mundo
(Brasil, Oceanía, Egipto, Colombia, Líbano, China, |
Laos e Indonesia) habían
redactado, como manifestación de su actitud cristia- |
na frente a la encíclica
de Paulo VI Populorum Progressio, la Pacem in Terris |
de Juan XXIII y la
constitución conciliar Gaudium et Spes. Algún periódico |
español se ha hecho eco
del Documento, y nos parece interesante reproducir |
aquí sus párrafos más
expresivos. |
Los pueblos del tercer
mundo for- |
man el proletariado de la
Humanidad |
actual, explotados por los
grandes y |
amenazados en su misma
existencia |
por los países que, por
ser los más |
fuertes, se arrogan el
derecho de ser |
los jueces y los policías
de los pueblos |
materialmente ricos. |
SENTIDO DE LAS |
REVOLUCIONES |
En la actual evolución del
mundo |
se han producido y se
producen revo- |
luciones. No hay en ello
nada sorpren- |
dente. Todos los poderes
establecidos |
en la actualidad han
nacido, en una |
época más o menos lejana,
de una re- |
volución, es decir, de una
ruptura con |
un determinado sistema que
ya no 92- |
rantizaba el bien común y
de la ins- |
tauración de un orden
nuevo con el |
que se quería asegurarlo
mejor. Lo |
cual no quiere decir que
todas las re- |
voluciones sean
necesariamente bue- |
nas. Algunas no pasan de
ser revolu- |
ciones palaciegas que sólo
sirven para |
cambiar, de unas manos a
otras, la |
misma opresión del pueblo,
y hacen |
más mal que bien porque
dan lugar a |
"nuevas
injusticias", como dice la Po- |
pulorum Progressio. El
ateísmo y el co- |
lectivismo a los cuales
creen deber su- |
bordinarse ciertos
movimientos socia- |
les, constituyen graves
males para la |
humanidad. Pero la
historia nos mues- |
tra que ciertas
revoluciones eran ne- |
cesarias y que han
terminado desli- |
gándose de su momentánea
antirrell- |
gión para acabar
produciendo buenos |
frutos. Hoy nadie discute
la revolución |
que en 1789, en Francia,
permitió la |
afirmación de los derechos
del hom- |
bre. Muchas de nuestras
naciones han |
debido o deben llevar a
cabo cambios |
así de profundos. |
La Iglesia sabe que el
Evangelio |
exige la primera y más
radical revo- |
lución que recibe el
nombre de "con- |
versión". Esta
conversión reviste un |
aspecto comunitario
cargado de exi- |
gencias en orden a la
sociedad toda |
6 (74) |
entera. Por esto el
Evangelio ha sido |
siempre, visible o
invisiblemente, pa- |
ra la Iglesia o fuera de
las Iglesias, el |
más poderoso fermento que,
en el |
transcurso de veinte
siglos, ha some- |
tido a cambios más
profundos a la hu- |
manidad. |
sin duda que, en su
peregrinación |
histórica terrestre, la
Iglesia se ha 1- |
gado prácticamente al
sistema que, en |
un momento dado, aseguraba
el bien |
común o, al menos, un
cierto orden |
social. Se ha ligado
decimos, pero ja- |
más desposado a ningún
tipo de siste- |
ma y, en modo alguno, al
imperialis- |
mo internacional del
dinero. |
La doctrina del Vaticano
II desliga |
del todo a la Iglesia de
este imperia- |
lismo. Y después del
Concilio se le- |
vantan enérgicas voces
pidiendo que |
se termine con la colusión
temporal |
entre la Iglesia y el
dinero. Nosotros |
mismos tenemos el deber de
hacer un |
serio examen de conciencia
para li- |
berar a nuestras Iglesias
de todo tipo |
de servidumbre ante la
grandeza del |
poder financiero
internacional. |
LOS SUCESOS QUE DERRIBAN |
A LOS PODEROSOS Y ELEVAN |
A LOS HUMILDES |
Bi los cristianos y sus
jefes jerár- |
quicos no saben
desligarse, por si mis- |
mos, de los privilegios y
del dinero, de |
buen grado y por amor,
sepamos, por |
lo menos, reconocer la
mano de Dios |
como a hijos suyos, por
medio de los |
sucesos que nos obligan a
estas renun- |
cias. |
Sin entrar en juicio de
cada caso |
particular, faltan a su
deber los cris- |
tianos que emigran de su
país para |
evitar las consecuencias
de las revolu- |
ciones, porque no
permanecen solida- |
rizados a su país y a su
pueblo, pre- |
cisamente en el momento
más nece- |
sario, sobre todo si estos
cristianos son |
ricos y do huyen, en
realidad, nada |
más que para poner a salvo
sus rique- |
zas y sus privilegios. En
cuanto a nos- |
otros, sacerdotes y
obispos, con más |
razón si cabe debemos
permanecer en |
nuestros puestos, porque
somos como |
los vicarios del Buen
Pastor que, en vez |
de huir como los
mercenarios en el |
momento de peligro,
permanece junto |
al rebaño dispuesto, si es
preciso, & |
dar la vida por los suyos. |
No solamente conviene que
se so- |
lidaricen y que no huyan
de su pue- |
blo, sino que además, los
cristianos y |
sus pastores, deben saber
reconocer la |
mano del Omnipotente en
estos sucesos |
que, periódicamente,
derriban a los |
poderosos de sus tronos y
elevan a los |
humildes, y despiden a los
ricos con |
las manos vacías y sacian
a los ham- |
brientos. (Lucas, 1,
52-53). |
Si, teniendo en cuenta
ciertas ne- |
cesidades para
determinados progre- |
sos materiales, la Iglesia
en el último |
siglo ha tolerado el
capitalismo con el |
préstamo del interés legal
y otras de |
sus costumbres poco
conformes con el |
Evangelio, hoy no puede
más que ale- |
grarse de ver aparecer en
la Humani- |
dad un nuevo sistema
social menos |
alejado de esta moral. Los
cristianos |
tienen la obligación de
demostrar que |
7 (75) |
el verdadero socialismo es
el cristia- |
nismo íntegramente vivido
en la jus- |
ta repartición de los
bienes y en la |
Igualdad fundamental. En
lugar de |
gastar fuerzas
censurándolo, sepamos |
adherirnos a él con
alegría, como a una |
forma de vida social mejor
adaptada |
a nuestro tiempo y más
conforme al |
espíritu del Evangelio. |
NO ESPERAR PASIVAMENTE |
HASTA LA CONVERSION DE |
LOS RICOS |
El pueblo de los pobres y
los pobres |
de los pueblos en medio de
los cuales |
nos ha colocado como
pastores el que |
es Misericordioso, saben
por experien- |
cia que han de contar sólo
consigo |
mismos y con sus propias
fuerzas más |
que con el auxilio de los
ricos. Aunque |
sea verdad que algunas
naciones ricas |
y que algunos ricos
concedan ayudas |
apreciables a nuestros
pueblos. Pero |
sería una ilusión esperar
pasivamente |
la libre conversión de
todos aquellos |
de quienes nuestro padre
Abraham |
nos previene que
"tampoco se dejarían |
persuadir por un muerto
que resuci- |
tara" (Lucas, 16,
31). Son los mismos |
pueblos pobres y los
mismos pobres de |
los pueblos a los que
corresponde lle- |
var a cabo su propia
promoción. |
No es lícito cubrirse con
el Evan- |
gelio para defender o
tolerar un mun- |
do repartido entre ricos y
pobres. No, |
Dios no quiere que haya
ricos que se |
aprovechen de los bienes
de este mun- |
do explotando a los
pobres. |
A los pobres corresponde
instruirse |
y unirse para obligar a
los ricos a que |
se rindan a la justicia. A
los poderes |
públicos corresponde la
imposición del |
reparto que no se ha
aceptado de buen |
grado. Y lo mismo debe
decirse de las |
naciones, aunque, por
desgracia, no se |
da ningún gobierno
verdaderamente |
establecido para regir el
mundo ente- |
ro, de manera que pudiera
imponer la |
justicia entre todos los
pueblos y ha- |
cer el reparto equitativo
de los bienes |
entre ellos. Un gobierno
mundial así |
debe pedirse y debe
instaurarse. |
Los obispos que firman
este docu- |
mento, en modo alguno
desean fomen- |
tar la lucha de clases, y
se dirigen es- |
pecialmente a los
ricos para que pon- |
gan fin, precisamente
ellos, a la mis- |
ma. Los gobiernos deben
aplicarse a |
acabar con esta lucha de
clases que |
demasiado a menudo los
ricos han sus- |
citado y aún mantienen
contra los tra- |
bajadores a los que
explotan con sala- |
rios insuficientes y
condiciones inhu- |
manas de trabajo. Es como
una gue- |
rra subversiva que el
dinero viene des- |
arrollando desde hace
tiempo solapa- |
damente a lo ancho del
mundo, aplas- |
tando pueblos enteros. Es
hora de que |
los pueblos pobres,
sostenidos y guia- |
dos por sus gobiernos
legítimos, defien- |
dan eficazmente su derecho
a la vida. |
La proyección de la fe en
las estructuras sociales humanas debe |
realizarse así: trabajando
dentro de ellas, ordenándolas según sus |
valores y sus fines, pero
refiriéndolas siempre a Dios. |
N. JUBANY, obispo de
Gerona. |
8 (76) |
La Púrpura en el Lazareto |
Con este mismo título, el
10 de noviembre, comentaba "L'Osservatore Ro- |
mano" la decisión del
cardenal Léger, arzobispo de Monreal, en el Canadá, de |
renunciar a su diócesis,
para trasladarse a una leprosería africana y, bajo la |
dirección del obispo
correspondiente, dedicar su servicio y sus ministerios sa- |
cerdotales, a aquellos
pobres enfermos. |
Según parece, desde hace
tempo el cardenal Emilio Léger sentía la lla- |
mada de su conciencia para
abrazar esta decisión y, solamente ahora, el Papa |
Paulo VI, ha accedido a
que la ponga en práctica. |
Con ocasión del Sínodo de
Obispos, celebrado en Roma recientemente, na |
declarado que "ha
sido precisamente durante la discusión sobre la fe y el ateís- |
mo, que ha convertido en
una cuestión de conciencia plantearse su futuro, 1 |
que el Senior Le pedía que
convirtiera en obra lo mismo que se atrevía a decir |
de palabra". |
El cardenal Léger,
promovido a la sagrada púrpura por el Papa Pío XII, |
cuenta, actualmente, 63
años, y en el transcurso de su solicitud pastoral, ha |
demostrado siempre su
predilección y su gran preocupación por los pobres del |
mundo; esta preocupación
se hizo patente también en sus intervenciones con- |
ciliares. Por otra parte,
como mentalidad, se ha manifestado siempre abierto a |
la comprensión de los
problemas más dramáticos y espinosos de la moral mo- |
derna, en particular sobre
libertad religiosa y en asuntos relacionados con el |
control de natalidad. |
Cuando le han objetado por
qué toma el esta decisión, cuando tanto bien |
puede hacer desde el lugar
preeminente que ocupa en la Iglesia, replica que, |
para este lugar, no será
difícil encontrar a otros mejores que él y que no en- |
tiende por qué razón, el
cardenalato, le ha de ser impedimento para hacer la |
obra buena que se propone. |
9 (77) |
ESQUEMA 14 |
Hace dos años,
precisamente el 7 de diciembre de 1965, se repartía a todos |
los Padres Conciliares,
una declaración firmada por la cuarta parte de los obis- |
pos asistentes al Concilio
Vaticano II que, sin que se tratar de un documento |
oficial del Concilio, era
de todos modos indicador del deseo de reforma según |
el espíritu del Evangelio,
que animaba a ese gran número de obispos que se |
imponían el compromiso de
una revisión profunda en su vida y ministerio de |
pastores de la Iglesia de
Jesucristo. Podemos suponer que este deseo se harta |
extensivo a los demás
obispos. |
Consta de una breve
introducción y trece puntos, que vamos a reproducir |
íntegramente, para
edificación de los fieles. A continuación de cada punto, adu- |
cimos las citas
neotestamentarias inspiradoras del texto. |
Dice así el documento: |
Nosotros, obispos reunidos
en el Concilio Vaticano II; habiendo recibido luz |
sobre las deficiencias de
nuestra vida de pobreza según el Evangelio; animados |
los unos por los otros, en
un camino en que cada uno de nosotros quisiera evi- |
tar la singularidad y la
presunción; unidos a nuestros hermanos en el Episco- |
pado; contando sobre todo
con la fuerza y la gracia de Nuestro Señor Jesu- |
cristo, con la oración de
los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas |
diócesis; puestos por el
pensamiento y por la oración delante da la Trinidad, |
ante la Iglesia de Cristo,
ante los sacerdotes y los fieles de nuestra diócesis, |
humildemente conscientes
de nuestra debilidad, pero a la vez con toda la de- |
cisión y la fuerza que
Dios tiene a bien concedernos, nos comprometemos a lo |
siguiente: |
1. Intentaremos vivir
según el modo ordinario de nuestra población en lo |
concerniente a la
habitación, el alimento, los medios de locomoción y todo lo |
que con esto se
relaciona.. |
—Bienaventurados los
pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los |
cielos. (Mt 5, 3). |
—Buscad primero el reino
de Dios y su Justicia, y todo lo demás se os |
dará por añadidura. (Mt 6,
33). |
—Las raposas tienen cuevas
y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del |
hombre no tiene donde
reclinar la cabeza. (Mt 8, 20). |
10 (78) |
2. RENUNCIAMOS para
siempre a la apariencia y a la realidad de la riqueza, |
especialmente en los
vestidos (telas ricas, colores llamativos), las insignias de |
materiales preciosos,
porque estos signos deben ser realmente evangélicos. |
—Envió a los doce...
encargándoles... que se calzasen con sandalias y no |
llevasen dos túnicas (Mc
6, 9). |
—No llevéis oro rad plata
ni cobre en puesto cinto, ni alforja para el ca- |
mino, Ni dos túnicas, ni
sandalias, ni bastón, porque el obrero es acree- |
dor de su sustento. Mt 10,
9-10). |
—Y Pedro dijo: no tengo
oro ni plata. (Act 3, 6). |
3. No poseeremos ni
Inmuebles, ni muebles, ni cuentas bancarlas, u otras |
cosas a nuestro propio
nombre; y si es preciso poseer, pondremos todo a nom- |
bre de la diócesis o de
las obras sociales o caritativas, |
—No alleguéis tesoros en
la tierra, donde la poluta y el orín los corroen |
y donde los ladrones
horadan y roban. Donde está tu tesoro allí estará |
tu corazón. (Mt 8, 19,
21). |
—Vended vuestros bienes y
dadlos en limosna: haceos bolsas que no se |
gastar, un tesoro
inagotable en los cielos, donde ni el ladrón llega ni |
La polilla corroe. (Lc 12,
33). |
4. Siempre que sea posible
confiaremos la gestión financiera y material en |
nuestras diócesis a un
comité de seglares competentes y conscientes de su fun- |
ción apostólica, con el
fin de ser menos administradores y ser mas pastores y |
apóstoles. |
—Lo que recibís gratis,
dadlo gratis. (Mt. 10,8). |
—No es justo que nosotros
desatendamos la palabra de Dios para servir |
las mesas. Elegid, pues,
oh hermanos, de entre vosotros, a siete va- |
rones de buena fama, menos
de espíritu y sabiduría, a los cuales en- |
treguemos este cargo.
Nosotros, empero, perseveraremos en la oración |
y el ministerio de la
palabra. (Act. 6. 2-4, y contexto). |
5. Renunciamos a ser
llamados de palabra o por escrito con nombres y |
títulos que indican
grandeza y poder (eminencia, excelencia, monseñor). Pre- |
ferimos ser llamados con
el nombre evangélico de Padre, |
6. En nuestro proceder y
en nuestras relaciones sociales evitaremos lo que |
puede parecer que damos
privilegio, prioridad e incluso cualesquiera título de |
preferencia a los ricos y
los poderosos, por ejemplo, banquetes ofrecidos o |
aceptados, clases en los
servicios religiosos. |
11 (79) |
—Viéndola Jesús la llamó y
le dijo: Mujer, estás curada de tu enferme- |
dad. Le impuso las manos y
al instante se enderezó, v glorificaba a |
Dios. Interviniendo el
jefe de la sinagoga, lleno de ira porque había |
curado en sábado, decía a
la muchedumbre: Hay seis días en los cua- |
les se puede trabajar, en
éstos, venid y curaos, y no en día de sábado. |
(Lc. 13, 12-14). |
—Ha ordenado el Señor que
los que anuncian el Evangelio vivan del |
Evangelio. Yo, por mi
parte, no me aprovecho de nada de esto... De |
todos me hice esclavo para
ganar al mayor número posible. (1 Cor. 9. |
14... 19). |
7. Igualmente evitaremos
fomentar o adular la vanidad de nadie con la |
Intención de recompensar o
solicitar dones, o por cualquier otro motivo. In- |
vitaremos a nuestros
fieles a considerar estas aportaciones como una partici- |
pación normal en el culto,
en el apostolado y en la acción social. |
—Cuando hagas limosnas no
vayas tocando la trompeta delante de ti, |
como hacen los hipócritas
en las sinagogas y en las calles, para ser |
alabados de los hombres,
en verdad os digo que ya recibieron su recom- |
pensa. Cuando des limosna,
no sepa tu izquierda lo que hace tu dere- |
cha, para que tu limosna
sea oculta, y el Padre, que de lo oculto, te lo |
premiará. (Mt. 6, 2-4). |
—Alegraos conmigo... La
alegría de los ángeles en el cielo por un pecador |
que hace penitencia. (Lc.
15, 9-13). |
—No os seré cargoso; que
no busco lo vuestro, sino a vosotros. (2 Cor. |
12, 14). |
8. Daremos cuanto sea
necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, me- |
dios, etc., al servicio
apostólico y pastoral de las personas y grupos de trabaja- |
dores y económicamente
débiles y subdesarrollados, sin que esto perjudique & |
los demás grupos y
personas de la diócesis. Apoyaremos a los seglares, reli- |
giosos, diáconos o
sacerdotes que el Señor llame 4 evangelizar a los pobres y |
obreros participando de la
vida obrera y del trabajo. |
—El Espíritu Santo está
sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los |
pobres... (LC. 4, 18). |
Ningún profeta es tenido
en poco sino en su patria y entre sus pa- |
rientes y en su familia.
(Mt. 8, 4). |
—Venid a mi todos los que
estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. |
(Mt. 11, 28). |
12 (80) |
—Y por ser del mismo
oficio se quedó con ellos, y trabajaba, porque eran |
de oficio fabricantes de
tiendas de campaña. Discutía cada sábado en |
la sinagoga y se esforzaba
en convencer a judíos y a griegos. (Act. 18, |
3-4). |
—Plata, oro o vestido, de
nadie lo codicié. Vosotros mismos bien sabéis |
que a mis necesidades y a
las de los que andan conmigo han proveído |
estas manos. Siempre os
mostré que así, trabajando, hay que socorrer |
a los débiles, y acordarse
de las palabras del Señor, que dijo: Mejor |
felicidad es dar que
recibir. (Act. 20, 33-35). |
—Nos fatigamos trabajando
con nuestras propias manos. (1® Cor. 4, 12.— |
Ver también 9, 1-27). |
9. Conscientes de las
exigencias de la justicia y de la caridad y de sus re- |
laciones mutuas,
intentaremos transformar las obras de "beneficencia" en obras |
sociales basadas en la
Justicia y la caridad, que tengan en cuenta a todos y |
todas las exigencias, como
un humilde servicio a los organismos públicos com- |
petentes. |
—..Venid benditos de mi
Padre... tuve hambre y me disteis de comer… |
cuantas veces hicisteis
esto a uno de estos hermanos míos más peque- |
ños, a mí me to
hicisteis... (Mt. 25, 31-46). |
10. Haremos todo lo
posible para que los responsables de nuestro gobierno |
y de nuestros servicios
públicos decidan y pongan en aplicación las leyes, las |
estructuras y las
instituciones sociales necesarias para la justicia, la igualdad |
y el desarrollo armónico y
total de todo el hombre y, por este camino para |
el establecimiento de un
orden social distinto, nuevo, digno de hijos de hom- |
bre y de hijos de Dios. |
—Todos los que habían
abrazado la fe vivían unidos y tenían las cosas |
en común; y vendían las
posesiones y los bienes, y lo repartían entre |
todos, según la necesidad
de cada cual. (Act. 2, 44-45). |
—La multitud de los
creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y |
ninguno decía ser propia
suya cosa alguna de las que poseía, sino que |
para ellos todo era común.
(Act. 4, 32 y siguientes). |
—2ª Cor. capítulos 8 y 9
enteros. |
—Si alguna mujer fiel
tiene viudas allegadas, socórralas de lo suyo y no |
sea grabada la Iglesia, a
fin de que se pueda socorrer a las que verda- |
deramente son viudas. (14
Tim. 5, 16). |
13 (81) |
11. Puesto que la
colegialidad de los obispos encuentra su más evangélica |
realización en el interés
común por las masas humanas en estado de miseria |
física, cultural y
moral—los 2/3 de la humanidad nos comprometemos: |
—a participar, en la
medida de nuestras posibilidades, en las inversiones ur- |
gentes de los episcopados
de las naciones pobres; |
—a conseguir juntos, en el
plano de los organismos internacionales, pero como |
testimonio del Evangelio,
tal como hizo el Papa Paulo VI en la O.N.U., la |
puesta en marcha de
estructuras económicas y culturales que no fabriquen |
naciones proletarias en un
mundo cada vez más rico, sino que permitan a |
las masas pobres salir de
su miseria. |
12. Nos comprometemos a
compartir con amor pastoral nuestra vida con |
nuestros hermanos en
Cristo, sacerdotes, religiosos y seglares, para que nuestro |
ministerio sea un
verdadero servicio; por lo tanto: |
—nos esforzaremos en
"revisar nuestra vida" con ellos, |
—suscitaremos
colaboradores, con el fin de ser más bien animadores según el |
espíritu, que jefes según
el mundo; |
—procuraremos que nuestra
presencia sea más humana y acogedora; |
—nos mostraremos abiertos
a todos, sea cual sea su religión. |
—El que quiera venir en
pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz y |
sígame. Pues quien quiera
salvar su vida, la perderá, y quien pierda la |
vida por mí y el
Evangelio, ese la salvará. (Mc 8, 34-35). |
—Que los diáconos sean
respetables, sin doblez en sus palabras, que no |
sean bebedores, ni dados a
sórdidas ganancias; que guarden el miste- |
rio de la fe con una
conciencia pura. Probados primero; luego ejer- |
citados en las funciones
del diaconado, si fueren hallados irreprensi- |
bles. (Act 3, 8-10). |
13. Vueltos a nuestra
diócesis respectivas, daremos a conocer a nuestros |
diocesanos nuestra
decisión, rogándoles nos ayuden con su comprensión, su |
colaboración y su alegría. |
Que Dios nos ayude a ser
fieles. |
Toda la vida he luchado
para que se avengan este poeta y |
este león que viven dentro
de mí. |
Cardenal LEGER. |
14 (82) |
Holanda, o la osadía del |
Espíritu |
Todas las revistas
católicas, más o menos preocupadas por dar a sus lecto- |
res las noticias o estados
generales de opinión o conocimiento de los movimien- |
tos importantes suscitados
en el seno de la Iglesia, se han ocupado del "fenó- |
meno de Holanda",
porque lo que allí ocurre no es un suceso o una serie de |
sucesos más, en la línea
de lo avanzado, sino una verdadera reacción o cambio |
de actitud, si se tienen
en cuenta las características de un pasado tradicional- |
mente conservador, hasta
colocarse en la vanguardia, osada y valientemente, |
de la renovación
despertada por el Concilio Vaticano II. |
Al enjuiciar el
"fenómeno holandés", se manifiestan inevitablemente los pre- |
juicios progresistas o
conservadores de los que dan su parecer, sea porque ven |
en Holanda un anuncio
esperanzador hacia el paso que debe dar la Iglesia en |
todas partes, o sea, por
el contrario, porque piensan encontrar motivos para te- |
mer una incipiente herejía
o cisma religioso. Como quiera que se juzgue, no |
puede pasarse por alto la
significación que todo ello tiene para la Iglesia y, por |
este motivo, es
conveniente se conozca, de algún modo, lo que allí ocurre. |
En vez de resumir las
interpretaciones que, de uno u otro bando, se han da- |
do desde fuera de Holanda,
nos parece más útil reproducir el texto de unas |
declaraciones hechas a un
periodista por un eminente monje benedictino, de la |
Abadía de S. Pablo, en
Oosterhout: un hombre en el que convergen la expe- |
riencia de la edad nació
en 1880...) y la juventud de corazón; de la generación |
de Jacques y Raisa
Maritain, autor de numerosos libros —¿quién no conoce |
"Nostalgia de
Dios"?— traducidos a todas las lenguas europeas, director de la |
Editorial Desclée de
Brouwer, por los 30; varias veces condecorado... Se trata |
del P. Pieter van der Meer
de Walcheren, O.S.B., holandés. Reproducimos, a |
continuación, sus
palabras: |
"A los ojos de
muchos, los católicos holandeses, somos neoprotes- |
tantes. Nuestras grandes
figuras teológicas, como Schillebeeckx, Schoo- |
nenberg y otros, son a
veces consideradas como herejes por ciertos am- |
bientes. Herejes de una
herejía que aún no se le ha dado nombre, pero |
que no por eso les parece
menos peligrosa. Estos teólogos, que yo conoz- |
co personalmente y de los
que he leído atentamente la obra, son sin |
15 (83) |
embargo gente que osa
pensar. Es quizá esa osadía la que se les toma |
mal. Si esa gente, que muy
frecuentemente se preocupa con la mejor |
voluntad, me preguntara lo
que yo pienso, los tranquilizaría. Les diría |
que Holanda vive un tiempo
de maravilloso rejuvenecimiento, de re- |
novación. Y como no puede
ser de otro modo: también un tiempo de |
transición. Pero es que el
Espíritu Santo es así: es un Espíritu renova- |
dor y creador, que cada
día, como decimos en la oración, "renueva la |
faz de la tierra",
que cada día "envía su Espíritu y son creadas todas |
las cosas". |
"Porque Dios no es un
rentista; Dios es Creador, un continuo Crea- |
dor. Y ese es el Dios que
se ha despertado como una primavera en la |
sangre de los católicos
holandeses. Nuestro pueblo no es un pueblo de |
entusiastas y de ilusos;
el temperamento holandés es flemático, realista." |
"Ahora hemos abierto
las ventanas y las puertas... y se nos han |
enfriado los viejecitos de
corazón. Pero respiramos aire fresco". |
"A los que nos
pregunten si lo que pasa entre nosotros es una crisis |
de adolescencia o el mal
de la anarquía, que minará, por fin, hasta la |
autoridad de los obispos
sobre el clero y los fieles, hemos de contes- |
tarles que los holandeses
tenemos una larga historia como defensores |
de la libertad de
conciencia. Desde Descartes y Espinosa, pasando por |
los Anabaptistas hasta
Ortega y Gasset, son muchos los que han en- |
contrado en Holanda un
lugar donde refugiarse en su destierro y pro- |
nunciar profecías que no
eran comprendidas o toleradas en su patria". |
Nuestro pueblo aprecia la
sinceridad. El ecumenismo lo llevábamos |
en la sangre y sólo
haciendo violencia a nuestra naturaleza hemos |
construido una estructura
intolerante. Hoy descubrimos nuestro ser |
profundo y comprendemos
que hemos vivido a contrapelo. Y nuestros |
obispos saben lo que es
sinceridad. El tiempo de la centralización y el |
clericalismo han pasado
aquí. Quizá la transición vaya acompañada de |
algunos excesos, como
cuando los jóvenes cambian de voz, que se les |
escapan gallos disonantes.
Pero el crecimiento trae un progreso de la |
conciencia católica de los
fieles, que ahora se hace adulta y que com- |
pensa con creces esas
pequeñas disonancias". |
"Personalmente, pues,
no me alarma lo que veo aquí. Soy optimista |
por naturaleza y por
gracia. Existen católicos a los que falta sensibili- |
dad para integrar lo
humano en su fe, y yo me inclino a creer que esta |
insensibilidad es
pecado". |
"Si los que buscan
abrirse al mundo y a los hombres como Cristo |
lo hizo, pueden parecer
anarquistas, es porque hay quienes se empeñan |
en considerarse amenazados
o agredidos. En realidad, nadie piensa en |
16 (84) |
agredirlos: son ellos los
que se tornan agresivos. Pero esta es una vieja |
historia y se repite cada
vez con los que promueven la renovación. |
"A veces se ha dicho
que la transformación que se opera aquí se |
debe 4 estar encerrados en
un espíritu provincial, falto de visión uni- |
versal. Pero basta para
rebatirlo el enunciado de este hecho: en Ho- |
landa somos cuatro
millones y medio de católicos y contamos con 15.000 |
sacerdotes. De ellos 5.000
trabajan diseminados por todo el mundo. Solo |
en Brasil hay 1.000
sacerdotes holandeses. Fuera de Holanda hay se- |
tenta diócesis de misión 4
cargo de obispos misioneros holandeses, |
cuando resulta que Holanda
no tiene más que siete diócesis. Y eso que |
con estas cifras no
contamos con los religiosos y religiosas y apóstoles |
laicos. (Compárese con las
cifras que pueden ofrecer otros países ma- |
sivamente "más"
católicos...)". |
"El clima de
rejuvenecimiento que hoy vivimos en Holanda es con- |
secuencia y prolongación
de la renovación del catolicismo europeo, en |
el que se destacaron las
figuras de Jacques Maritain, León Bloy. Peguy, |
Lagrange, en los últimos
cincuenta años. León Bloy, por ejemplo, era |
un hombre de Iglesia, a
pesar de sus críticas a obispos y sacerdotes, |
huraños y alejados del
mundo, e lo sumo gente de libros. León Bloy |
había reconocido en los
sacerdotes obreros al sacerdote de sus sueños: |
hombre para los hombres,
que no se siente "élite" ni "elegido". Cuando |
yo veo en el fin de mi
vida este despertar y rejuvenecerse de la Iglesia |
con el que soñé toda mi
vida, pienso que el presente es siempre más |
hermoso que todo lo
pasado. Uno experimenta que Cristo está en el |
centro de lo que
ocurre". |
Veo cómo dentro y fuera de
Holanda surgen nuevas figuras que |
recogen la antorcha de los
precursores. Hombres extraordinarios que |
viven la responsabilidad
de la hora". |
"Hay quienes se
asustan viendo lo que está pasando. Se asustan de |
la voz del Señor, como los
Apóstoles cuando lo veían resucitado. Pero |
Él nos tranquiliza:
"No temáis, yo estoy con vosotros y yo he vencido |
el mundo". |
"Si nos asustamos es
porque somos hombres de poca fe y nos falta |
la osadía del
Espíritu". |
HOMBRE, JOVEN.. |
asiste a las |
CONFERENCIAS DE ADVIENTO. |
17 (85) |
LA VOZ |
DE LOS SEGLARES |
Nada nos parece mejor,
para dar una idea del dinamismo eclesial imprimido |
on el III Congreso Mundial
del Apostolado Seglar, celebrado en Roma el pasado |
mes de octubre, que
ofrecer resumido, el discurso de clausura, interesante por |
diversos motivos. En
primer lugar, porque ocupó, en el programa general, el |
lugar en que debía
polarizar la aportación de todos los seglares, como último y |
significativo latido de
una asamblea viva e impaciente, que quería hacerse voz |
concreta ante los pastores
(por descontado ante el Papa, que luego recogería |
y refrendaría en su
discurso memorable; y también por la circunstancia de |
celebrarse, paralelamente,
el Sínodo de Obispos); en segundo lugar, por la re- |
presentación del orador,
presidente internacional de Paz Romana y miembro |
del Consejo de los Laicos,
de nombramiento pontificio; y en último lugar, y |
sin apasionamientos
nacionalistas, por ser un español, seglar y español, aun |
cuanto su presencia y su
cometido sobrepasaba la simple representación patria, |
pero precisamente por este
motivo aún más elocuente y esperanzador, si cabe, |
porque él solo bastaba
para demostrar, ante el mundo, que no todo el catolicis- |
mo español es
"catolicismo viejo", cuando hay hombres de espíritu tan univer- |
sal, tan verdaderamente
católicos, que nos los pueden poner en la cima de las |
asambleas de la Iglesia,
cuando éstas rebasan el cerco doméstico, en el que |
demasiadas veces, el
catolicismo es sólo un adjetivo nacional, |
He aquí el resumen del
discurso de Joaquín Ruiz Jiménez: |
18 (86) |
Ha sido éste un Congreso
masivo, con el mérito de la universalidad y el |
defecto del agobio, de
espacio y de tiempo; ha sido un Congreso ambicioso, con |
el afán de abarcar todo el
panorama de la problemática humana de nuestra |
época, de oír los gritos
de los hombres y hasta los tremendos y acusadores si- |
lencios de los pueblos
mudos... Ha sido un Congreso caliente y vibrante. No ha |
sido, en suma, un Congreso
de ángeles, intemporal y etéreo, sino una apasiona- |
da e impaciente asamblea
—¡Iglesia!— de cristianos en el corazón de una tierra |
de hombres. |
Hemos experimentado tres
acuciantes sensaciones: |
—La sensación de marcha,
de movimiento, porque en pocos años se ha ca- |
minado un trayecto de
siglos en la apertura de la Iglesia al mundo, en la bús- |
queda de la unión de los
cristianos, y en la participación activa de los seglares |
en la misión de la
Iglesia. |
—La sensación de urgencia,
de marcha acelerada, atosigante a veces, porque |
ese es el ritmo de la
historia y ante ese ritmo cualquier detención—10 ya cual- |
quier retroceso—sería un
tremendo pecado colectivo, que tal vez el Señor no |
nos perdonaría... |
—La sensación de que, en
esa marcha—muy imperfectamente todavía, pero |
con pasos inequívocos— los
obispos y los fieles, la Jerarquía y los seglares avan- |
zamos juntos y dialogamos
cada vez más y aunque nosotros seamos impacien- |
tes, lo hacemos por amor a
la Iglesia misma y a sus Pastores... |
Para el futuro se adivinan
tres perspectivas fundamentales: |
—La perspectiva de una
Iglesia cada vez más comunitaria y vital, con san- |
gre del Pueblo de Dios
desde abajo, y luz y orientación y guía desde arriba... |
No se trata de contra
poner a la Jerarquía una especie de "sindicato de laicos", |
ni armar una lucha de
clases en la Iglesia: los Jerarcas con el "poder" y los |
fieles más o menos a su
conquista... Se trata de algo inmensamente más hondo |
y más sencillo: la
coparticipación activa (desde la Liturgia hasta la transfor- |
mación del orden temporal
querido por Cristo) en una enorme tarea común. |
—La perspectiva de una
Iglesia cada vez más testimonial desde el corazón |
del mundo, más coparticipe
de toda ella —Jerarquía, sacerdotes, seglares— de |
las angustias y de las
esperanzas de los hombres... Pero eso, a su vez, requiere |
iniciativa, audacia,
incluso en los seglares, y verdadero respeto a la legitima |
órbita de libertad en la
reestructuración del orden temporal. Para dar ese tes- |
timonio hay que hablar el
lenguaje de los hombres, no sólo el de los hombres |
19 (87) |
de Roma, ni el de los de
Occidente, sino el de todos los pueblos del mundo: un |
lenguaje nuevo, con
categorías mentales nuevas, con sentimientos nuevos... |
―La perspectiva de
una Iglesia en marcha donde todos palpitaremos con |
una fe a la vez sencilla y
existencial. Es el año de la fe. El Papa nos lo recuer- |
da una y otra vez y se lo
debemos agradecer desde lo más hondo y pedirle que |
nos ayude a ser fieles a
esa fe, no sólo en roce con los que no la temen, sino |
también en contacto con
los que tienen "demasiada fe"... Esos, los que ten pe- |
ligros por todas partes y
quisieran guardar a la Iglesia como un bastión, y es- |
conder la luz bajo el
celemín... A ellos nos atreveríamos a decirles: "Hombres |
de mucha fe ¿por qué
dudáis?" Porque nosotros, seglares en la brecha, con |
nuestra fe pequeña,
erosionada por la vida, una fe agónica más de una vez, |
pero que se reactiva v nos
hace vivir, nosotros... no dudamos de la marcha de |
la Iglesia, nosotros
tenemos la viva esperanza de que el Pueblo de Dios camina, |
tiene que caminar, a la
cabeza de la enorme caravana de los hombres. |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas, C.
O. |
Edita: Congregación del
Oratorio - Apartado 182.-Albacete. |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE, S. López, 14 - 4-12-67. |
Depósito Legal: AB 103-62. |
20 (88) |
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