BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 66. ENERO. 1968. |
«¡JAMÁS LA GUERRA!» |
La paz no se construye
solamente por medio de la política y del equilibrio |
de las fuerzas y de los
intereses. La paz se construye con el espíritu, con las |
ideas y con las obras de
la paz. |
Pero... ¿el mundo llegará
algún día a cambiar la mentalidad particula- |
rista y belicosa que ha
tejido hasta ahora una gran parte de su historia? |
Preverlo es difícil; pero
es fácil afirmar que es preciso ponerse decididamen- |
te en ruta hacia la nueva
historia, la historia pacífica, la que será verdadera- |
mente y plenamente humana,
la misma que Dios ha prometido a los hombres |
de buena voluntad. |
Los caminos están delante
de vosotros: el primero es el del desarme. |
Si queréis ser hermanos,
dejad caer las armas de vuestras manos. Es im- |
posible amar mientras se
empuñan las armas ofensivas. Las armas, sobre todo |
las terribles armas que os
ha dado la ciencia moderna, aún antes de causar |
víctimas y ruinas,
engendran malos sueños, alimentan sentimientos perver- |
sos, crean angustias,
desconfianzas, resoluciones tétricas; exigen gastos enor- |
mes; paralizan los
proyectos de solidaridad y de trabajo útil; falsean la psi- |
cología de los pueblos. |
... No uséis ya más las
prodigiosas energías terrestres y las magníficas in- |
1 |
venciones de la ciencia,
para que sean instrumento de muerte, sino de vida |
para la nueva era de la
humanidad. |
...Hemos de acostumbrarnos
a pensar en el hombre de una manera to- |
talmente nueva; también
nueva la vida de los hombres en común, nuevos |
en fin los caminos de la
historia y los destinos del mundo, según la palabra |
de San Pablo:
"Revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en la justicia |
y santidad de la
verdad" (Eph 4, 24). |
PABLO VI |
4-10-85 |
EL PRECIO DE LA GUERRA |
¿Sabe Vd. lo que cuesta la
guerra del Vietnam?... Ahora que los americanos |
vienen a Europa para
«defender el dólar» O, según algunos, para que |
los europeos les paguemos
la guerra de allá, muchos se han preocupa- |
do del aspecto económico. |
Según cifras «revelables»,
a Estados Unidos, en dinero, la guerra del Viet- |
nam les cuesta, a estas
fechas, la suma de |
15.000.000.000.000 de
pesetas. |
Es decir que si cada
ciudadano español, rico o pobre, chico o grande, |
sin privilegios ni
distinciones, tuviera que contribuir a tan enorme gas- |
to, deberíamos dar, cada
uno, medio millón de pesetas. |
Pero hay un capítulo que
debería impresionarnos más: el de las lágrimas, |
de los dolores, de las
muertes y de los pecados. |
¿No es estúpido quemar
dinero de esta manera cuando, con el mismo, y |
con menos, se podrían
remediar las causas reales de la guerra: igno- |
rancia, pobreza,
injusticias...? |
2 |
Para construir la Paz |
En el semanario católico
italiano IL NOSTRO TEMPO, se ha |
publicado hace poco el
siguiente interesante artículo, que |
reproducimos. |
Servicio civil en los
países subdesarrollados y objeción de conciencia con- |
tra la prestación del
servicio militar, son dos problemas típicos del mundo con- |
temporáneo, que sienten de
modo particular los jóvenes, y sobre los cuales |
piden a la sociedad
compromisos más claros y decididos. |
Este clamor, casi
universal, de los jóvenes de nuestro tiempo, ha encon- |
trado eco en la
legislación de muchos estados contemporáneos que han con- |
siderado la racionabilidad
de sus peticiones. |
En Italia, concretamente,
ha sido aprobada, el pasado mes de octubre, la |
llamada Ley Pedini, en
virtud de la cual, en el próximo año, cien jóvenes se- |
rán dispensados del
"servicio militar" y autorizados para sustituirlo por un |
servicio, de dos años por
lo menos, de asistencia técnica en los países subdes- |
arrollados. Si tenemos en
cuenta las grandes necesidades del Tercer Mundo, |
es un número ciertamente
pequeño; pero se ha comenzado así con el fin de ir |
formando paulatinamente en
los jóvenes la conciencia de servicio, la única |
capaz de contribuir
eficazmente a la construcción de la paz. Este trabajo for- |
mativo es importantísimo e
indispensable, a fin de que el servicio de asisten- |
cia técnica en favor de
estos países no se convierta en una astuta escapa- |
toria para evitar el
servicio militar, sino que responda en verdad a profun- |
dos deseos de solidaridad. |
No se trata, pues, de una
supresión del servicio militar, sino, más bien, de |
una sustitución
voluntaria, en determinados casos, por un servicio social de |
asistencia técnica. |
Se presume, asimismo, que
se habrá evitado el posible riesgo de que las |
casas comerciales, que
trabajan en los países subdesarrollados, recurran a |
la Ley Pedini para retener
en aquellos países a los jóvenes, una vez presentes |
allí, mas por motivos
técnicos que por una verdadera conciencia de solidaridad. |
Salvados éste y otros
riesgos posibles, y si se consigue en los jóvenes la |
conciencia de servicio, no
cabe duda que esta ley ofrece a los católicos la po- |
sibilidad de responder al
llamamiento de Pablo VI en su reciente encíclica |
3 |
"Populorum
progressio", donde dice textualmente: "Sentimos viva satisfac- |
ción al saber que en
ciertas naciones el servicio militar puede convertirse, en |
parte, en un servicio
social, un simple servicio. Bendecimos estas iniciativas y |
la buena voluntad de los
que las secundan" (núm. 74). |
En relación con la llamada
"objeción de conciencia" —periódicamente re- |
petida en los cada vez más
frecuentes procesos que se suceden en Italia y otros |
países, por jóvenes
reacios al servicio militar, que alegan motivos religiosos o |
de conciencia pacífica—,
no puede ni debe menospreciarse. Es un problema |
que se planteó también a
los primeros cristianos. Y es preciso que se tome en |
consideración el hecho de
que, sobre todo en la juventud, se está produciendo |
una profunda maduración de
conciencia, que tiene su origen en motivos de |
solidaridad humana o, más
típicamente, en imperativos de naturaleza religiosa. |
Rinaldo Bertolino,
profesor universitario italiano, en un amplio y deteni- |
do estudio sobre este tema
("La objeción de conciencia en los ordenamientos |
jurídicos
contemporáneos"), ha afirmado recientemente que la "objeción de |
conciencia" con
relación al servicio militar, está apoyada en la libertad de |
conciencia, o libertad
religiosa. La libertad moral del hombre, su conciencia |
—viene a decir—son bienes
tan grandes y fundamentales, que no pueden ser |
oprimidos precisamente en
nombre del derecho; sino, por el contrario, en nom- |
bre del derecho,
defendidos y amparados. |
Si consideramos las
grandes necesidades del Tercer Mundo, no puede me- |
nos de alegrarnos este
anhelo de solidaridad —verdadero signo de nuestro |
tiempo— por parte de
los jóvenes, y ver en esta mirada amplia y universal, el |
camino mejor para lograr
la paz y la construcción de un mundo mejor. |
A los responsables de la
cosa pública quisiéramos repetirles la invi- |
tación dirigida por los
padres conciliares en su mensaje a los |
gobernantes: «La Iglesia
sólo os pide la libertad. La libertad de |
creer y predicar su fe, la
libertad de amar a su Dios y de servir- |
lo, la libertad de vivir y
de llevar a los hombres su mensaje |
de vida. No tengáis miedo
a la Iglesia: está hecha a imagen de |
su Maestro, cuya
misteriosa acción no usurpa vuestras prerro- |
gativas, sino que defiende
lo humano de su fatal caducidad, lo |
transfigura, lo llena de
esperanza, de verdad y de belleza». |
Pablo VI 28-12-67 |
4 |
Predicación, Política y
Moral |
Una Agencia Informativa ha
di- |
fundido la noticia de que
se ha im- |
puesto una multa
gubernativa a un |
sacerdote por conceptos
expresados |
durante la homilía ante
sus feligreses, |
con ocasión de la
celebración de la |
Santa Misa en un día de
precepto. |
No queremos entrar en la
casuística |
de este hecho entre otras
cosas por- |
que desconocemos los
detalles pero |
si contemplar el ejercicio
de una fa- |
cultad gubernativa que
incide en el |
apostolado de la palabra,
de forma que |
puede coartar en lo
sucesivo la im- |
prescindible libertad de
expresión de |
otros ministros de la
Religión. |
La Iglesia, a través de
sus minis- |
tros, tiene derecho y
obligación de en- |
señar su doctrina (canon
1.322), la |
cual no sólo afecta al
Dogma, sino |
también a la Moral. |
En la sociedad humana se
produ- |
cen constantemente hechos
que pue- |
den ser analizados en bus
aspectos |
morales, y cuando han
tenido relevan- |
cia en una parroquia, es
obvio que los |
encargados de la misma los
enjuicien |
moralmente, evitando
cualquier alusión |
a personas, incompatible
con los de- |
beres de la Caridad; pero
lo que no |
pueden es omitir esta
labor pastoral |
por temor a una autoridad
ajena, ya |
que de ese modo habría el
grave pe- |
ligro de convertirse en
"instrumen- |
tum regnis" o de dar
la sensación de |
Una aprobación tácita. No
quiera verse |
en esto una "patente
de corso" que |
diese ocasión a que se
aprovechasen |
las homilías dominicales
para dar |
rienda suelta a ideas y
deseos, ya que |
la organización jurídica
de la Iglesia |
prevé la jurisdicción
sancionadora de |
las posibles
transgresiones de esta na- |
turaleza (canon 1.553). |
Lo que no debemos de
perder de |
vista es que la Moral debe
inspirar j |
corregir la norma
jurídica. Es decir, |
que hay dos momentos
distintos en el |
tiempo en la relación
principios mora- |
les-norma jurídica, uno
anterior en el |
que debe inspirarse el
legislador para |
dictar la norma, y otro
posterior para |
modificarla cuando, por
defectos o co- |
rruptelas, no cumple con
su fin ético. |
Todos los hechos ajustados
a Derecho |
deben ser morales, pero es
evidente |
que hay algunos en que
—revistiendo |
y cumpliendo los fines
legales— no se |
ajustan a la ética; para
comprobar lo |
anterior piénsese en las
"obligaciones |
meramente civiles",
los abusos de si- |
tuaciones, el ejercicio de
"derechos" |
obtenidos por una
violencia Indemos- |
trable, etc.; y siendo
esto así, ¿cómo |
vamos a pedir a los
ministros de la |
5 |
Iglesia que no clamen
contra estos |
desafueros? |
La libertad de expresión
es absolu- |
tamente necesaria para el
magisterio |
(tanto desde el Altar,
como desde la |
Cátedra y de la Prensa),
de otro modo |
el miedo a una sanción,
procedente |
de otro Poder, puede
provocar una |
"autocensura"
que, en algunos casos, |
puede ser más rigurosa que
la "previa |
censura". Esta idea
se recoge en el |
Concordato de 1.851 al
decirse que "no |
se pondrá impedimento a
los ministros |
de la Iglesia en el
ejercicio de sus fun- |
ciones, ni les molestará
nadie bajo |
ningún pretexto, en cuanto
se refiere |
a los deberes de su
cargo"; articulado |
que se adiciona al
Concordato vigente |
a través de su protocolo
final. |
(Editorial de
"CUADERNOS |
PARA EL DIALOGO",
Diciembre de 1967). |
LOCALES DEL ORATORIO |
El pasado día 8 de
diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de |
María, se bendecían los
locales del Oratorio, destinados al apostolado. A |
pesar de que no se
pretendía dar una excesiva solemnidad al aconteci- |
miento, toda vez que no
alcanzaba, dicha inauguración, la totalidad de de- |
pendencias que se están
preparando, fue acompañada del entusiasmo |
juvenil de los más adictos
al Oratorio. Queda por terminar (amueblar, |
decorar, proveer de
instalaciones convenientes) la sala de actos, que |
representa la futura etapa
de nuestros esfuerzos, en el deseo de disponer |
de todos los medios
propios del apostolado que el Oratorio dedica, espe- |
cialmente, a la juventud. |
Podemos llamar a ésta que
reseñamos, la inauguración parcial de |
nuestros locales. Supone
ya una ventaja y comodidad relevante para |
nuestras reuniones de
formación, destinadas a los seglares. |
Mientras nos disponemos
esperanzadamente, para épocas más den- |
sas aun en actividades
formativas y apostólicas, de momento podemos |
anunciar que estos locales
inaugurados, están regularmente abiertos a los |
hermanos y amigos del
Oratorio, todos los martes, miércoles, jueves y |
domingos, desde las 8
hasta las 945 de la tarde, además de los horarios |
especiales que se anuncien
para otras actividades o acontecimientos del |
Oratorio secular. |
6 |
HERODES |
El miedo es malo en los
buenos, porque les deforma la óptica de la real- |
dad y puede llegar a
causarles un estado habitual y patológico de vértigo |
espiritual, que les
inutilice para todo lo positivo. |
Pero cuando el miedo es el
humo de ideales corrompidos, ennegrecidos por |
la maldad, entonces es
capaz de sugerir las peores atrocidades y los crímenes |
más horrendos. Tal es el
caso del rey Herodes. |
Herodes era un ser
mezquino, cobarde, astuto, rastrero y cruel Quiso ser, |
tal como nos lo presenta
el relato evangélico, tan radical en su ambición, que |
ni le dio tiempo para
comprender que "no venía a quitar las cosas que mue- |
ren, Aquel que daba el
reino de los cielos", como canta la Iglesia en uno de |
sus himnos. |
Le bastó, en el caso del
Mesías esperado, oír las palabras "rey" o "reino", |
para desasosegarse presa
de la inquietud: con los romanos —los señores, los |
"grandes" del
mundo de entonces— había encontrado o tenido que aceptar |
una fórmula que le
permitía seguir siendo o pareciendo un "rey" ante los de- |
más; pero aquí era
distinto, porque un misterio indescifrable rodeaba la au- |
reola de ese Mesías, que
respondía sin duda al anuncio de las profecías y que, |
llegado el momento, se
presentaba con una puntualidad ya inevitable. Com- |
prendió que con un poder
así, con un "rey" y un "reino" de tal naturaleza, |
era más difícil componer
sus ambiciones con fórmulas parecidas a la intere- |
sada tolerancia romana, en
la que, a fin de cuentas, se amparaba. Comprendió |
a su modo, pero no
entendió. Antes, pues, de que ese nuevo rey creciera y |
fuese poderoso —cualquiera
que fuese la naturaleza de su poder— había que |
eliminarlo. |
Por lo demás, los detalles
y las descripciones de los Profetas, eran cierta- |
mente una señal que hacían
cierta la esperanza de otros. Para él eran sim- |
plemente unos datos
utilísimos que no debía despreciar, antes de que fuese |
demasiado tarde. Como todo
soberbio y ambicioso, no creía en signos espiri- |
tuales: los juzgaba
inútiles si no se le sometían previamente. Y Cristo hacía |
su entrada sin tenerle en
cuenta a él; a él de quien ni siquiera habían decidido |
7 |
prescindir del todo los
romanos, amos del mundo. Decididamente: lo |
que no se podía o no se
dejaba dominar, le parecía más que simplemente In- |
útil: era un estorbo. Y
más que un estorbo: era un rival, y un rival hay que |
exterminarlo cuanto antes.
Como sea. |
Lo que nos cuenta el
Evangelio es fácil de comprender, y queda como una |
·lección siempre oportuna
para todos los poderosos del mundo, a quienes su |
ambición o la prolongada
costumbre de dominar les puede llevar a la suges- |
tión y al erróneo
convencimiento de que su derecho al dominio es absoluto, |
aun en casos parecidos
como en el de Herodes, tan precario e hipotecado. Y, |
entonces, incluso cuando
tropiezan con Dios, no pueden librarse de concebirlo, |
tanto Él como su reino
espiritual, como algo que ha de ser también domina- |
ble. Si a pesar de sus
intentos absorbentes y de la falsa prudencia de sus pla- |
nes, Dios se les escapa
"por los caminos", fácilmente les invade el miedo |
herodiano, y los dedos se
les hacen huéspedes y las sombras gigantes y la fan- |
tasía se excita sin razón,
víctima de pavorosos e inútiles temores, que les con- |
ducen a desatinadas y
desesperadas tácticas y defensas, incapaces de darse |
cuenta que el verdadero
motivo de temor debían de haberlo buscado como |
hubiera de haber hecho
Herodes en sí mismos, porque Dios nunca viene a |
derribar ningún trono de
este mundo. Estos, como todo lo humano, pueden ser |
asiento de la justicia o
de la injusticia: los justos nada han de temer, y los |
injustos se derriban por
sí solos, tarde o temprano, lo mismo que el trono ficti- |
cio de Herodes. |
Como un aplauso de pureza,
como lirios encendidos de rojo, como estre- |
llas doradas con llamas de
sangre, las almas de los inocentes, segados por la |
espada del rey cruel,
hacían de corona de luz, vía láctea y palio luminoso so- |
bre los caminos del Señor
que huía a Egipto. Mientras, una estrella más gran- |
de conducía a los Magos
hacia Oriente. Y Herodes, ahogando su rabia en el |
clamor de las madres
betlemitas, se hundía en el pozo verde y horrible de un |
miedo mayor y desesperado,
hasta acabar en la locura. |
Que cese toda especie de
violencia... Como meta final no se bus- |
que la victoria que
oprime, sino la seguridad, la paz y la |
libertad para todos. |
PABLO VI 28-12-67. |
8 |
SER PADRE |
Hay una existencia difícil
de ser |
y que siempre está en
peligro de no |
ser: la existencia del
hombre que es, |
Además, padre. O que es,
también, pa- |
dre. Más concretamente:
del hombre |
que, después de la
urgencia de las le- |
yes físicas de la
paternidad, resulta |
padre. No se pensaba en
ello... Es pro- |
bablemente una de las
situaciones |
humanas dotadas de más
relatividad, |
con temblor: porque
resulta que todo |
esto desemboca, no en el
padre, sino |
en el hijo. Es en el hijo
que el padre |
queda o no realizado como
tal... El |
hijo es el juez visible
del padre. |
El problema se abre por
esta bre- |
cha: se puede ser padre
del engen- |
dramiento, y no serlo ni
siquiera del |
nacimiento del hijo. O ser
padre del |
engendramiento y del
nacimiento, |
porque se reconoce y
acepta el naci- |
miento, pero a
continuación, no ser |
padre del crecimiento, de
la infancia, |
de la adolescencia, de la
juventud del |
hijo. En la realidad
verdadera, es pa- |
dre de un hijo el que hace
de padre a |
un hijo. Lo que, de un
hombre, hace |
justamente un padre es la
continua |
acción de padre después
del engendra- |
miento y el nacimiento. La
fisura que, |
en este tiempo, se ha
abierto en una |
mayoría de familias,
concretamente |
entre el padre y el hijo,
procede de es- |
te hecho: el padre del
engendramien- |
to no resulta ser padre
del crecimien- |
to. Y el hijo, como es
natural, no cre- |
ce como hijo, sino como
hombre. Ha- |
cer de hijo no existe. |
Al escribir su obra
teatral "Padre", |
Strinberg planteó, en
burgués exaspe- |
rado, la tragedia de
resultar ser pa- |
dre. El misteriado ser de
padre. Strin- |
berg atornilló el drama de
la paterni- |
dad en la imposibilidad de
saber uno, |
el varón, si es el padre
de su hijo. Ni |
tan sólo por el parecido.
Esto, cientí- |
fica y biológicamente, es
cierto. Lo |
que no resulta cierto, ni
siquiera visto, |
es el drama. Porque se es
padre del |
hijo, si se hace de padre
al hijo. Y, en |
cualquier caso, donde
recaen el drama |
o el hecho positivo de la
filiación es |
en el hijo. |
Una luz latidora de poder
indicati- |
vo sobre el verdadero ser
del padre |
aparece en la situación,
tan clara co- |
mo malentendida, incluso
ironizada, |
que describe Mateo,
cobrador de con- |
tribuciones y evangelista:
la situación |
profunda de José con María
y su hi- |
jo... A ese malentendido e
ironía so- |
bre la paternidad de José,
ha contri- |
buido mucho la
nomenclatura piado- |
sa y tradicional de
"padre adoptivo". |
Es esta una municipal
expresión de |
emergencia, una salida por
donde sea. |
9 |
Porque este carpintero e
el padre más |
profunda y completamente
varón, que |
se ha dado en la historia
del hombre |
padre sobre la tierra,
¿Por qué?. |
En principio, y en José,
se descubre |
una inaudita formación del
hombre |
varón existencial y
teológico: no fue |
determinante físico del
engendrar |
Liento de Cristo, pero se
hizo respon- |
sable y quiso ser padre,
que significa |
algo más que la simple
aceptación del |
prodigio maravilloso
obrado en su |
mujer por quien había
depositado en |
el agua salobre del mar la
célula aque- |
lla, que tenía el
suficiente poder in- |
trínseco y desde arriba
para desarro- |
llarse y evolucionar hacia
la "apari- |
ción de la libertad en la
Naturaleza": |
el hombre. |
BLAI BONET. |
Atended al espíritu y a la
letra de los principios doctrinales, cuyas conse- |
cuencias son ineludibles
... Abrid los ojos, el espíritu, la voluntad, |
a las orientaciones
previsoras de la Iglesia, siempre Madre para todos. |
Todavía estamos a tiempo;
se pueden superar los obstáculos de la ética |
individualista y acometer
las reformas necesarias de responsabilidad, |
participación y
comunitarismo. No dejemos pasar las horas trascenden- |
tales de paz exterior. Más
tarde puede resultarnos demasiado tarde. |
Son claras las
aspiraciones del hombre de hoy: «Verse libre de la mise- |
ria, hallar con más
seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocu- |
pación estable; participar
todavía más en las responsabilidades, fuera |
de toda opresión y al
abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de |
hombres; ser más
instruídos; en una palabra: hacer, conocer y tener |
más para ser más» (P.P.
6). |
Todas estas justos y
cristianas aspiraciones reclaman una respuesta fra- |
terna, generosa y al mismo
tiempo urgente. |
Mons, ANTONIO AÑOVEROS |
obispo de Cádiz. |
10 |
EL IDEAL |
Un adulto, frente a un
joven no puede, muchas veces, aprobarlo todo, y |
no por falta de
comprensión de la madurez frente a la juventud, sino porque |
es verdad, con harta
frecuencia, que al empuje de la juventud suele faltarle |
La perspectiva que sólo da
la experiencia de la vida, superior y más exacta |
que las simples
intuiciones geniales, o la teoría bien aprendida de los más |
perspicaces e
inteligentes. Pero esta experiencia práctica que falta al joven, |
él mismo nos la solicita,
si es honesto, porque es el primero en darse cuenta |
—¡la lleva dentro!— de su
pobreza, en este sentido. Cuando un adulto ayuda |
a un joven, él mismo evita
hacerse viejo de corazón, mientras convierte en |
hombre a su discípulo,
encauzando su ímpetu, sin comprimirlo, en el campo |
de la vida. |
Esa juventud alocada, de
la que tanto se habla hoy en día, o no ha quería |
do aceptar la guía de sus
mayores, o éstos no se la han querido dar o, sim- |
plemente, nadie se ha
preocupado de ellos, después de ser puestos al mundo |
por unos padres que se han
limitado a satisfacer su hambre o su glotonería |
y han pensado que les
"preparaban para la vida" con cuatro consejos egoís- |
tas, disimulados o
envueltos en prudencias retrógradas, que muy pronto se- |
ría totalmente inútiles a
los menos tontos y mezquinos. Esa juventud es la |
que luego ha ido a parar a
manos de los que les han explotado para hacerles |
consumidores de artículos
estrafalarios, o compradores de discos, o fanáticos |
de novelerías inútiles, o
clientes del vicio o soldados de las guerras... |
Y también por los que
parecen muy interesados en apasionar a la opinión |
pública con
"problemas de la juventud", para distraer incluso a los adultos de |
los verdaderos y más
importantes problemas de la vida. Un eminente peda- |
gogo, el Padre Octavio
Fullat, Sch. P., ha hablado de esta innoble explotación |
de la juventud actual... |
Pero aun en medio de todas
las agitaciones típicas o circunstanciales de |
nuestros jóvenes, nadie
que tenga algún trato con ellos, podrá dejar de reco- |
nocer que es
característica normal en esa edad la aparición de los ideales y |
11 |
un singular ardor para
abrazarlos. Un ardor y un entusiasmo radicales, In- |
conformistas, a pesar de
la falta de madurez personal y compatible con ella, |
y por esto causa de tantas
luchas interiores, de tanto sufrimiento del alma: |
luchas y angustias que los
adultos olvidamos demasiado pronto, y, por ello, |
causa frecuente de
nuestras incomprensiones ante los jóvenes y del mal que |
algunas veces les
hacemos... |
De los jóvenes los adultos
solemos admirar su docilidad; pero menos la |
exigencia de sus ideales,
que despiertan, con demasiada frecuencia, temores |
a nuestras seguridades, y
por eso buscamos en seguida "razones" para cen- |
surarlos o, por lo menos,
para recortarlos. |
Es claro que no se trata
de aceptar como ideal cualquier botaratada de |
mala crianza o cualquier
pretexto estúpido y, en el fondo, desagradecido y |
perezoso, siempre posible.
Pero lo que no puede hacerse sin asesinar lo más |
noble de la profundidad
del hombre —¡precisamente en los momentos en que |
está cristalizando su
personalidad!— es echar cenizas y agua sobre la llama |
nobilísima del Ideal que
surge, y que puede llamarse verdad que tío se quiere |
ocultar, justicia que no
admite soborno, libertad que se define, solidaridad hu- |
mana. Todo esto son
valores que Dios ha puesto en el hombre y que se mani- |
fiestan y encarnan en
evidencias concretas y urgentes que conmueven a toda |
conciencia humana normal. |
Cuando un joven se levanta
y alza, sinceramente, la llama de esa luz, 720 |
es lícito burlarse de él,
ni con razones bautizadas de falsa e interesada pru- |
dencia, ni con promesas de
cielo terreno. Cansados de vivir, muchos adultos, |
pretenden buscar más gusto
en la vida, precisamente rastreando más en ella, |
sin elevarse jamás a lo
que supera a la simple poesía y es más que adorno de |
palabras: sin elevarse a
lo que son las razones para vivir. Ellos tienen también |
sus razones, unas razones
terrenas, que valen menos, mucho menos que la |
vida: razones estomacales,
digestivas, pasionales, vanidosas, confortables a |
costa de los demás (¡no
quieren pensar en los demás, si se extienden hasta |
más allá del
"clan" familiar, que convierten en tribal!). Estas razones no va- |
len para vivir, porque son
menos que la vida. |
Y un joven no corrompido
aún, comprende fácilmente que las razones para |
vivir, valen más que la
vida. Son el ideal. |
12 |
INTEGRISMO |
El padre agustino Robert
Adolfs, en su libro Die Kirche ist Anders (que |
pronto podremos leer en su
versión castellana y cuyo título podría ser La |
Iglesia es otra cosa, o La
Iglesia es algo más...) se ocupa del fenómeno del |
integrismo, como contrario
a la catolicidad dimensional y profunda de la Igle- |
sia de Cristo, y su
análisis nos sirve admirablemente para desbrozar ese en- |
madejamiento de las
llamadas "tensiones" postconciliares, imposible de valo- |
rar con más o menos
acierto, sin una visión total de la Iglesia, liberada, ade- |
más, de supeditaciones
culturales, raciales, sociales, nacionales o políticas. Por- |
que la Iglesia es otra
cosa, es más que eso... |
Con la palabra integrismo,
el padre Adolfs designa a una concepción del |
Cristianismo saturada por
la convicción absoluta, o por lo menos muy profun- |
da, de poseer la exclusiva
de la verdad. Lo cual le aísla, cada vez con más |
fuerza, del conjunto
social a que pertenece, porque, por sistema, tiende a ig- |
norar a "los
demás", o los desprecia y los excluye, por lo menos, o, más fre- |
cuentemente, los combate e
intenta someterlos por los medios que sea. |
El integrismo no es un
fenómeno nuevo: un breve repaso a la Historia de |
la Iglesia bastaría para
ver cómo, en sus hitos más altos, se ha manifestado la |
actitud integrista,
empeñada en tomar, sin misión para ello, el cargo de la |
prudencia, creando
obstáculos a toda renovación, mutilando la verdad, mano- |
seando y comprimiendo la
libertad de la Iglesia, abalanzándose siempre sobre |
Ella para frenar, sofocar
o destruir el impulso de cualquier afirmación evan- |
gélica, hasta extinguir,
si hubiese sido posible, la llama vivificante del Espí- |
ritu, cada vez que su
ardor prendía en las almas o renovaba la pureza del im- |
pulso de Dios en el mundo. |
En nuestra época, difícil
y hermosa, en que también sopla fuerte, otra vez, |
el Espíritu, es frecuente
tropezar, acá y allá, con esa actitud negativa del inte- |
grismo. Cuando esta
actitud procede de temores invencibles, de contagios re- |
celosos no buscados, de la
buena fe mal informada o deformada, con el tiempo |
y la caridad, finalmente,
se obra la conversión o el despertar a la lucidez; por- |
que no ha sido más que
otra evidencia de las limitaciones humanas. Pero cuan- |
13 |
do esa actitud de freno
surge de, o se alía con los intereses terrenos de insta- |
laciones egoístas,
enquistadas cancerosamente en el cuerpo de la sociedad y por |
lo tanto capaces de
comprometer cualquier otro ideal humano, cultural, social |
o político, que pueden ser
muy nobles en sí mismos...—entonces, el dicen que |
defienden a la Iglesia es
que pretenden mantenerse a costa de Ella y ésta de- |
fensa la aprisiona, si le
dan un subsidio es que la compran y si la abrazan la |
corrompen... Existe una
frase clarividente del cardenal Ottaviani, quien dijo: |
"Una cosa es servir a
la Iglesia, y otra muy diferente, servirse de la Iglesia..." |
La Iglesia es madre y
"servidora" de los hombres; pero todo intento de ser |
"utilizada",
constituye, más allá del simple equivoco, una profanación inno- |
ble y hasta sacrílega. La
forma de integrismo que más dolores ha causado a la |
Iglesia y más ha retardado
y falseado su misión entre los hombres, ha sido la |
de estas
"utilizaciones". Porque le impiden ser católica, es decir, ser de
todos, |
ser de siempre, ser de
todas partes y acabar de hacerse a sí misma. |
LA CLERICALIZACION DE LA
POLITICA |
DEGENERA EN
ANTICLERICALISMO |
Ha dicho el cardenal M.
Conçalves Cerejeira, Patriarca de |
Lisboa: «No se puede
hablar del obispo defensor de la |
ciudad. Lo es siempre,
iluminando, restaurando y elevando |
a las fuentes divinas de
la fe y de la gracia de Cristo todo |
orden temporal. Ya no es,
como en la infancia de Europa, y |
también, hasta cierto
punto, en el régimen feudal, el sustituto |
o participante de la
autoridad pública asumiendo tareas te- |
rrenas. En la sociedad
actual, consciente de la autonomía de |
lo profano, por un lado, y
de la independencia, pureza reli- |
giosa y moral del poder
espiritual, por otro, la clericaliza- |
ción de la política, como
la participación en ella de la jerar- |
quía, trae consigo, tarde
o temprano, el anticlericalismo, con |
perjuicio de aquel al que
no se quiere servir». |
«Ecclesia». —30-12-67. |
14 |
DILEMAS |
El doctor Strigfellow, en
un folleto |
titulado Hagámonos parte
de la raza |
humana, propone que para
entender |
lo que ocurre en gran
parte del mun- |
do nos hagamos cuenta que
vamos a |
nacer hoy, al mismo tiempo
que otras |
200.000 personas. ¿Dónde?
No lo sabe- |
mos, pero oigámoslo: |
"Probablemente nacerá
usted de co- |
lor"; probablemente
será en un país |
que recientemente se ha
rebelado y ex- |
pulsado a los blancos o
que está a |
punto de hacerlo. Si nace
en África, es |
probable que aprenda la
máxima: |
"Nunca te fíes de un
blanco". Tiene |
solo una probabilidad
contra cuatro |
de nacer cristiano. Es
mucho más pro- |
bable que nazca
confuciano, budista o |
mahometano. Si nace usted
en la In- |
dia, tiene apenas una
probabilidad |
contra cuatro de vivir más
de un año, |
y si logra pasar de la
infancia, tiene |
un cincuenta por ciento de
oportuni- |
dad de llegar a la edad
adulta. Si na- |
ce de color, lo más
probable es que es- |
te enfermo toda la vida;
de paludismo, |
parálisis intestinales,
tuberculosis o |
aun de lepra, Es probable
que el ham- |
bre le cause debilidad y a
veces tendrá |
tanta que no vacilará en
comer corte- |
zas de árboles. Y si usted
nace de co- |
lor, existe una
probabilidad contra |
cuatro de que jamás
aprenda a leer. |
Es casi seguro que ha de
trabajar la |
tierra, y la mayor parte
de lo que cul- |
tive irá a manos del amo.
Además, lo |
probable es que viva usted
muy endeu- |
dado no sólo con el amo,
sino con el |
usurero del pueblo, cuya
tasa de inte- |
rés podrá ser entre el 30
y el 100 por |
ciento". |
Estos datos desoladores se
contienen |
en cualquier hoja impresa
al alcance |
del hombre de la calle.
Hoy la raza |
humana va adquiriendo una
fuerte |
conciencia de la
solidaridad universal. |
Hoy no podemos vivir en la
torre de |
marfil de un aislado
provincianismo |
Ideológico, político,
social, religioso, en |
una palabra, humano. |
El dolor humano se nos
entra de ron- |
dón en nuestra cámara
intima, sin ne- |
cesidad de que vayamos a
buscarlo en |
aquellos rincones
pudorosos en los que |
Sc escondía antaño, lleno
de vergüen- |
za. |
La nueva generación ha
nacido ya |
en este clima de absoluta
intercomu- |
nión humana, y ha
adquirido, por ello, |
una tremenda sensibilidad
al dolor hu- |
mano. |
Esto la ha hecho más seria
y más |
profunda. Pero al mismo
tiempo la ha |
sumergido en un ancho mar
de an- |
gustia. La angustia ha
llegado a con- |
15 |
vertirse en una palabra de
moda, y los |
que ya no somos jóvenes no
tenemos |
derecho a burlarnos
bonitamente de un |
hecho real y vital que
lacera a esta ju- |
ventud deslumbrada por la
visión trá- |
gica del dolor humano. |
Muchos de nosotros
aprendimos en |
nuestra juventud la
táctica del aves- |
truz: meter la cabeza, en
un hoyo pa- |
ra ignorar la existencia
de lo desagra- |
dable. Se nos hablaba de
los "pobres" |
come de una abstracción
mítica, pues- |
ta casi en el mismo plano
que las bru- |
jas, las hadas y los
enanos del bosque. |
Naturalmente este
encuentro facial |
de la Juventud con el
dolor humano |
en su concreta realidad
existencial |
puede tener consecuencias
fatales pa- |
ra los jóvenes. Ellos
intentarán lan- |
zarse a una tarea
inmediata de re- |
dención. |
Históricamente se les
presentan dos |
maneras de redimir:
marxismo y cris- |
tianismo. El marxismo se
empeña en |
suprimir espectacularmente
las gran- |
des alienaciones humanas,
sobre todo |
la gran alienación moderna
de la es- |
clavitud proletaria de los
pueblos sub- |
desarrollados. |
El cristianismo puede
hacer una vá- |
lida competencia al
marxismo, pero só- |
lo si se presenta como un
sistema efi- |
caz e inmediato de
redención plena de |
todo el hombre. El
precepto del Amor |
fraterno, vértebra capital
del Mensaje |
cristiano, una vez
instalado en una so- |
ciedad, suprimiría
automáticamente al |
menos el 75 por ciento del
dolor hu- |
mano, ya que este 75 por
ciento de do- |
lor está producido por el
egoísmo que |
rige las relaciones
humanas de una so- |
ciedad cuyos miembros
sufren igno- |
rados, despreciados y
desatendidos por |
los que viven bajo el
mismo cielo y res- |
piran en la misma
atmósfera. |
Y si ninguna de estas dos
tareas |
—marxista o cristiana— se
ofrece a los |
jóvenes para luchar contra
el dolor, |
caerán fácilmente en una
postura ne- |
gativa de un nihilismo
irreparable. |
J. María González Ruiz |
Esta función organizadora
(del Estado) exige la creación de unas condiciones |
públicas tales, que
permitan a las personas y a las sociedades menores |
—entre las cuales la
primera es la familia— el ejercicio de los pro- |
pios derechos y perseguir
los propios fines. Es preciso, pues, que el |
bien común del Estado esté
determinado, básicamente, en orden a los |
bienes comunes humanos.
Por lo tanto, el Estado no debe ser totalita- |
rio, absorbiéndolo todo y
sujetándolo todo: la persona es un valor |
anterior al Estado. |
A. G. Cardenal Cicognani,
Secretario de Estado. 6.12.67. |
16 |
PRENSA CATÓLICA |
La celebración, en este
mes, de la Conversión del apóstol San Pablo, nos |
evoca su colosal figura
cristiana —"Platón de Cristo", se le ha llamado…–, |
que tantas veces se ha
querido comparar, en la dimensión de su celo, a la del |
periodista más universal,
a pesar de los veinte siglos que nos separan de él. De |
haber vivido en nuestro
tiempo, celo, apostolado y periodismo se habrían fun- |
dido, en San Pablo, porque
solamente así, en esa conjunción, habría encontra- |
do cauce humano adecuado
el gran impulso de su ardor por difundir la ver- |
dad evangélica. Los
periodistas católicos, los escritores y todos los que comuni- |
quen a los demás las cosas
de Dios y de la Iglesia, si no se resignan a ser sim- |
ples técnicos o
profesionales de la palabra escrita o hablada, tendrán siem- |
pre, en San Pablo, un
ejemplo de dinamismo, de valentía y de fidelidad in- |
sobornable e invencible al
transmitir al mundo, "desatada" de servidumbres |
—como diría el Apóstol— la
palabra de Dios. |
Existen hombres admirables
que le siguen, al frente de una prensa au- |
ténticamente católica y
militante: son ellos los que, en nuestra época, han |
contribuido mayormente a
despertar esa atención mundial puesta sobre la |
Iglesia, en particular
desde que, proféticamente, el Papa Juan XXIII Le se- |
ñalaba nuevos rumbos...
Gracias a ellos, creyentes e incrédulos, se han fijado |
en el rostro rejuvenecido
de la Esposa de Cristo y muchos indiferentes han |
despertado de su letargo,
cautivados por la autenticidad evangélica con que |
quiere realizar su misión,
en el mundo de hoy. |
Pero los medios de
difusión con que cuenta la Iglesia, para dar noticia |
de su mensaje y de su
vida, no han alcanzado neutralizar el silencio hostil |
que respecto a Ella se
observa en amplias zonas del globo, ni vencer la des- |
confianza con que, en
muchas partes, se censura y recorta o deforma la rec- |
ta información, con grave
daño para la Iglesia y lesión de los derechos de los |
hombres a la verdad, y a
la verdad entera, a los que se pretende hacerles lle- |
gar como noticias sobre
Catolicismo ciertas informaciones tan mediatizadas |
y tendenciosas, que
constituyen una ofensa tanto más grave cuanto que, cí- |
nicamente, en más de una
ocasión, se presentan por "defensores" —no sabe- |
mos con que investidura—
de la Iglesia. |
17 |
En tales casos sería de
desear que tales periodistas o agencias de noti- |
cias, se abstuvieran de
hacer alusión a ningún hecho, ni a ninguna perso- |
na relacionada con la
Iglesia. Vale más callar que morder; sobre todo cuan- |
do, el que muerde, dice
que besa... |
En el caso concreto de
nuestro país, y después de las explícitas y conoci- |
das declaraciones de
monseñor Cantero, presidente de la Comisión episco- |
pal española para los
Medios de Comunicación Social, podemos bien decir |
que carecemos de una
verdadera y suficiente Información católica, porque, |
en rigor, ésta se reduce a
muy poco más que a los solos Boletines Oficiales de |
Los Obispados españoles,
que no pueden ser, a pesar de las garantías que po- |
seen, medios suficientes
de información para formar y mantener una opi- |
nión católica popular. Las
pocas y esforzadas revistas católicas de España, lle- |
van adelante la no fácil
misión de suplir, de alguna manera, ese vacío inmenso. |
Por esta razón nos parece
un deber recomendar, como sacerdotes, que cier- |
tas noticias relativas a
la Iglesia, o a militantes de sus organizaciones o a mi- |
nistros de la misma, sean
sometidas a atenta y prudente critica personal, es- |
pecialmente en aquellos
casos en los que se publican hechos o palabras de sa- |
cerdotes y hasta de
obispos de la jerarquía católica, y que se presentan co- |
mo responsables o
sospechosos de delitos o infidelidades. |
Tal reserva en el juicio
constituye una precaución elemental cuando la |
Iglesia no dispone de una
propia agencia de noticias y los medios de informa- |
ción a su alcance resultan
incomparablemente exiguos en relación con los ge- |
nerales. Hemos podido
observar, en alguna prensa, la referencia irrespetuosa |
a personas y la
deformación de hechos relativos a la Iglesia, que nos conven- |
cen, como sacerdotes, de
la urgencia de este consejo. |
Positivamente,
recomendamos que las personas que puedan y, en especial, |
las familias, se suscriban
a alguna de las buenas revistas católicas que, sin |
excluir a otras,
recomendamos desinteresadamente en otra parte de este mis- |
mo Boletín. |
… Y que San Pablo
interceda para que, todos los periodistas católicos del |
mundo, jamás renieguen de
su bautismo, en pecados profesionales de pala- |
bra, obra u omisión. ¡o
que dejen de decir que son cristianos, o que no hagan |
de periodistas! |
|
18 |
COMIENZA EL AÑO! … |
es una oportunidad para
iniciar una |
SUSCRIPCION |
a una buena revista
católica |
Por ejemplo a |
«MENSAJERO DEL CORAZON DEL
JESUS», mensual |
Avenida de las
Universidades, 13 |
Apartado 73 - BILBAO |
Precio: 100 ptas. anuales |
«HECHOS Y DICHOS», mensual |
Paseo M. Agustín, 2 |
ZARAGOZA |
Precio: 125 ptas. anuales |
VIDA NUEVA, semanal |
P. P. C. |
Apartado especial n.146 F.
D. |
MADRID |
Precio: 150 ptas.,
semestre o |
300 anuales |
«FETES ET SAISONS»,
mensual |
(en francés o en
castellano) |
P. P. C. |
Acebo 54 |
Apartado 19049 |
MADRID-16 |
Precio: 6 números, 90
ptas. |
¡Se gasta el dinero en
tantas cosas inútiles!... ¡Y en tanto papel |
impreso que no dice nada! |
Vd. y los suyos necesitan
estar al corriente de la vida de la |
Iglesia y cultivar su
mentalidad católica actual por cauces que les puedan |
merecer confianza,
competentes y cristianos. |
Si se suscribe, luego nos
agradecerá el consejo. |
19 |
La paz no puede estar
basada sobre una falsa retórica de palabras, bien re- |
cibidas porque responden a
las profundas y genuinas aspiraciones |
de los hombres, pero que
pueden también servir y han servido a |
veces, por desgracia, para
esconder el vacío del verdadero espíritu |
y de reales intenciones de
paz, si no directamente para cubrir sen- |
timientos y acciones de
prepotencia o intereses de parte. Ni se |
puede hablar legítimamente
de paz donde no se reconocen y no |
se respetan los sólidos
fundamentos de la paz: la sinceridad, es |
decir, la justicia y el
amor en las relaciones entre los Estados y, |
en el ámbito de cada una
de las naciones de los ciudadanos entre |
sí y con sus gobernantes;
la libertad de los individuos y de los |
pueblos en todas sus
expresiones cívicas, culturales, morales, reli- |
giosas; de otro modo no se
tendrá la paz —aun cuando la opre- |
sión sea capaz de crear un
aspecto exterior de orden y de lega- |
lidad—, sino el brotar
continuo e insofocable de revueltas y de |
guerras. |
PABLO VI.— Mensaje para el
Día de la Paz, |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas, C.
O. |
Edita: Congregación del
Oratorio - Apartado 182.-Albacete. |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE, S. López, 14 - 12-1-68. |
Depósito Legal: AB-103-62. |
20 |
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