BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º 71. JUNIO. 1968. |
EL ESPÍRITU |
Hay algo en el
Cristianismo que excede a la simple aceptación de unas |
verdades y al cumplimiento
de unos preceptos. Es precisamente su coronación, |
su acabado. Porque no se
trata solamente de creer y de obrar; se trata más |
bien de vivir: y no sólo
vivir de un modo, sino vivir una vida. |
Si el Cristianismo fuese
solamente una doctrina o una moral, tendrían |
razón los que lo
convierten en pura teoría complementaria del saber huma- |
no, en esquema normativo
de la conducta. Es posible que, para ciertas acti- |
tudes egoístas y ajenas a
los planes de Dios, esto resultara más cómodo. Pero |
el Cristianismo no es un
paralelismo de la vida. Es más: es una verdadera |
vida, es un dinamismo
entroncado en Dios, que penetra al hombre por medio |
de Cristo. Y este
dinamismo lo mueve el Espíritu de Dios, su aliento, su fuer- |
za, su amor, totalmente. |
Por esto la tarea del
cristiano no puede bastar con aceptar una lista de |
verdades cuidadosamente
preservadas del error; no puede consistir en exami- |
na escrupulosamente la
propia conciencia para mantenerla conforme a un |
código que sea garantía de
la justificación interior. El Cristianismo es más que |
solamente esto: es dejarse
llevar dócilmente por el Espíritu de Dios, apoyán- |
dose en verdades que se
convierten en principios de vida, al paso que se des- |
cubre y se secunda el
impulso de Dios, no sólo en la propia alma, sino en |
todo el mundo que la
envuelve, para leer los signos de la voluntad y de la |
presencia divina tal como
van fluyendo, encauzándolo todo hacia el regreso |
definitivo en El mismo. |
Todo esto no lo puede
explicar una filosofía, ni asegurar una moral. Todo |
esto es algo más completo,
más comprometido, más exigente y más profun- |
do y personal. Todo esto
es una vida: la vida del Espíritu de Dios en el hom- |
bre. Implica –lo dijo
Cristo—"nacer de nuevo". |
1 (101) |
CRISIS DE VOCACIONES |
La jornada de Pentecostés
coinci- |
de apropiadamente, con el
Día Uni- |
versal de las Vocaciones.
Es realidad |
los primeros que Cristo
llamó, en este |
día fueron robustecidos
con el Espíri- |
tu Santo y, llenos de Él,
se dispusie- |
ron a difundir la santidad
por el mun- |
do, como portadores de un
fuego y una |
luz que debían iluminar y
transformar |
el mundo. Se trataba de
una dedica- |
ción personal, de una
consagración al |
amor de Dios, de una
fidelidad de co- |
razón, de un entusiasmo
por el Reino |
de Dios tal como Cristo se
lo había |
descrito, y que se hacía
urgencia para |
darlo a conocer a los
demás, por la vi- |
da y por la predicación.
Algo tremen- |
do, porque había que
superar y hacer |
día a día más dócil a los
designios di- |
vinos la propia limitación
humana, y |
había que superar la
enorme dificul- |
tad de ir a todos y a
todas partes. Tal |
vez la perfección no sería
asequible |
mientras se camina por
este mundo vi- |
sible, pero el deseo
constante y mante- |
nido no se apagaría. La
Iglesia lo ha |
mantenido, a pesar de
todas las fla- |
quezas humanas, durante
veinte siglos. |
Incluso ha ido repartiendo
las tareas, |
ya desde un principio:
unos la oración, |
otros la palabra, otros la
asistencia... |
El libro de los Hechos de
los Apósto- |
les nos lo evidencia con
toda sencillez. |
Y del perfeccionamiento de
este re- |
parto de tareas (nunca
totalmente de- |
limitadas, porque en
realidad, como las |
cosas divinas exigen, todo
debe estar |
todos de alguna manera),
surgieron |
las diversas formas de
consagración a |
Dios, siempre mejoradas,
según las exi- |
gencias de los tiempos y
las necesida- |
des de las almas, y lo que
el Espíritu |
de Dios, que asiste a la
Iglesia, ha ido |
manifestando. |
En la actualidad es
innegable que |
asistimos a una época de
transforma- |
ciones, que llamamos
crisis cambio |
—que afecta a todo el
mundo y a to- |
do el hombre. Y también al
problema |
de las vocaciones del
"llamamiento" |
— una vida de plena
consagración al |
Reino de Dios. Y no
únicamente en el |
seno de la Iglesia
católica: se trata de |
un movimiento perceptible
en toda vi- |
da comprometida respecto a
Dios; por |
esto afecta también al
protestantismo. |
Esta crisis, que se
manifiesta por |
una disminución de
generosidad en |
atender al llamamiento
divino, servirá, |
en último término, para
purificar las |
mismas ideas que los
cristianos tengan |
de la vocación y para
seleccionar a los |
mejores, aun cuando esta
selección no |
coincida siempre con las
categorías |
mundanas del momento.
Hemos de |
agradecer a la Providencia
la suerte in- |
mensa de vivir en esta
época maravi- |
llosa; pero todo el
prodigio de este |
amanecer que nos
entusiasma no bo- |
rra, de cuajo, los
egoísmos, ni disipa |
las ignorancias aún
existentes sobre la |
naturaleza del Reino de
Dios, del valor |
de la gracia, de la
vigencia del Evan- |
2 (102) |
gelio y de las palabras de
Cristo sobre |
"la parte mejor"
elegible en su Reino |
de paz y de amor, más que
en el mun- |
do y más que la misma
vida. |
Por esto ha habido, hay y
seguirá |
habiendo corazones jóvenes
para quie- |
nes Dios, el apostolado,
el mundo que |
hay que santificar y el
reino de Dios, |
ni son un
"hobby", ni una compensa- |
ción, ni un refugio; sino
un amor; to- |
do un amor que se entrega,
superando, |
incluso, la inmediatez y
exclusividad |
de las respuestas que dan
los amores |
de este mundo, y no por
inhibición o |
incapacidad, sino por
afinación y gene- |
rosidad: porque son un
súper-amor. |
Pensamos que la poca
estima que |
tan a menudo se tiene en
el seno de |
las mismas familias
llamadas cristianas, |
tanto al sacerdocio como a
la vocación |
religiosa, si por una
parte pueden dis- |
traer a los jóvenes y
hacerles sordos al |
divino llamamiento, por
otra redun- |
da en verdadero perjuicio
del mismo |
amor que ha de haber en la
familia |
que, por fuerza, se
resiente y debilita |
cuando, por razones de
egoísmo o con |
tópicos y falsedades, ya
desde lejos y |
antes de que se pueda
manifestar, se |
disuade toda posible
vocación. Se que- |
dan con lo moralizante del
cristianis- |
mo, como recurso
educativo, sin pa- |
sar de cierta religiosidad
atrofiada y |
pada más. El resultado es
preparar pa- |
ra la vida a corazones
prematuramen- |
te envejecidos y sin
capacidad de idea- |
les. Serán los egoístas de
mañana, bar- |
nizados de una fe que no
les servirá |
para resolver ni su vida
en el mundo, |
ni para preparar a los
demás. El amor |
será sentimientos y
pasiones, pero no |
entrega y compromiso para
un bien |
mayor y total. El
contraste de egoísmos |
les enseñará tácticas,
pero no les hará |
mejores, ni sabrán hacer
mejores a los |
demás. |
Pero esta
"crisis" de vocaciones, |
ha despertado, en nuestros
días, más |
de un torbellino a causa
de alguna de- |
fección especialmente
ruidosa. Por |
ejemplo, la del sacerdote
Charles Da- |
vis, quien por más asepsia
que ha que- |
rido poner en sus
razonamientos, ni |
más caridad con que se le
haya queri- |
do comprender dentro y
fuera de la |
Iglesia, no ha satisfecho
en sus críti- |
cas a la
Iglesia-institución. Ya en se- |
guida le replicó
fraternalmente, el na- |
da sospechoso Hans Küng
diciéndole |
que "lo que haya que
reformar en la |
Iglesia, no lo reformarían
los que se |
van, sino precisamente los
que que- |
dan". Muy parecido,
en efecto, con |
aquello que ya San Juan de
la Cruz |
había dicho a una monja
que se le que- |
jaba de tener que vivir en
una comu- |
nidad donde decía
ella—"no había |
caridad". El santo le
contestó: "No se |
apure que eso tiene fácil
remedio: don- |
de vea que falta la
caridad, allí mismo |
ponga usted más caridad,
hasta colmar |
esta virtud... Y verá cómo
luego saca- |
rá la caridad que ahora
echa de me- |
nos". O eso que
también ha escrito re- |
cientemente uno de los
mejores teólo- |
gos que tenemos en España,
José Ma- |
La juventud se ha hecho
para el heroísmo, y no para las pasiones. |
Paul Claudel. |
3 (103) |
ría González Ruiz:
"Nos quedamos |
dentro, aunque algo no nos
guste, pre- |
cisamente porque creemos
en la Igle- |
sia". Se quedan
siempre los que creen, |
y siguen teniendo fuerzas
para creer, |
los que aman. |
No hace tanto tiempo —el
26 de |
octubre de 1941— también
en Inglate- |
rra, la patria de Charles
Davis, aban- |
donaba el rigor de una
clausura, des- |
pués de 28 años de
encierro religioso, |
una mujer, Mónica Baldwin,
sobrina |
del que fue famoso primer
ministro in- |
glés, sir Stanley Baldwin.
Esa mujer |
dejó el hábito de monja
con toda no- |
bleza, ni tuvo necesidad
de injuriarse |
a sí misma ni de acusar a
la Orden que |
abandonaba para
justificarse. Más bien |
hizo lo contrario:
escribió un libro que |
alcanzó gran popularidad,
titulado |
"I leap over the
wall" —"Yo salté la |
Tapia—, en el que, como se
decía en |
una revista francesa (el
P. Maréchal en |
"La Vie
Spirituelle", julio de 1953), |
"se ofrecía una
experiencia de la vida |
contemplativa que, aunque
fracasada, |
constituye un importante
documento |
humano, rico de
enseñanzas, y que por |
extraña paradoja hará
reflexionar in- |
cluso a los detractores de
la vida reli- |
giosa". Este libro,
traducido a varios |
idiomas y multiplicadas
sus ediciones, |
originó no pocas
discusiones, pero con- |
tribuyó, en definitiva, a
hacer conocer, |
apreciar y amar la vida
religiosa. |
También Charles Davis ha
escrito, |
recientemente, un libro
titulado "A |
Question of
Conscience", donde in- |
tenta explicar las razones
que le mo- |
vieron a abandonar el
sacerdocio y la |
religión católica. Mónica
Baldwin, des- |
pués de leer este libro,
ha declarado |
("The Times" de
Londres. "Life be- |
yond the wall", 5
enero, 1968): "Lo |
que me ha chocado es que
tanto el co- |
mo yo hemos fallado por
razones 5e- |
mejantes. Ninguno de los
dos estába- |
mos suficientemente asidos
a Dios por |
la oración. El no menciona
la palabra |
"oración" ni
siquiera una sola vez en |
su libro. Estoy convencida
de que, en |
su caso como en el mío, la
causa del |
fracaso estriba en no
haber sabido |
guardar la ciudadela en
las primeras |
etapas. El enemigo logra
infiltrarse y |
cuando viene el ataque
grande se lleva |
todo por delante..." |
Sí, se quedan siempre los
que creen, |
y siguen teniendo fe para
creer los que |
aman. El amor ya, cuando
se refiere a |
Dios —más aún que cuando
se refiere a |
los hombres— depende
grandemente |
del roce, del trato. Y se
trata con Dios |
en la oración. |
Quien no sea capaz de
entender qué |
es tratar con Dios, que es
amarle per- |
sonalmente, tampoco
comprenderá ja- |
más qué es la vocación,
ese llamamien- |
to divino para una entrega
total a su |
Reino. La Iglesia será una
organiza- |
ción para el culto, o una
entidad mora- |
lizante, o una agencia
benéfica, o algo |
por el estilo, sin
profundidad radical, |
útil, decoroso y
complementario. Y |
hasta —mientras se trate
sólo de esto— |
aplaudirán que
"otros" cuiden de los ri- |
tos y ceremonias, o
prediquen decen- |
cia y sumisión, o repartan
bonos de pan |
a los hambrientos o
recojan a los en- |
fermos que estorban en las
familias o a |
los ancianos que abandonan
los hijos... |
Pero, de amor, nada. De
amor no en- |
tienden. Y seguirán,
ellos, siendo egoís- |
tas hasta en lo que llamen
"amor". |
4 (104) |
60.000 DÓLARES |
"La tarifa normal
para eliminar a un ciudadano americano escribía desde |
Nueva York, José María
Carrascal (PUEBLO, 6, 6, 1968)—es de 60.000 dó- |
lares. Y suponemos que,
para el trabajo Kennedy, la cifra sería considerable- |
mente mayor." |
Para Cristo, en Jerusalén,
sólo dieron treinta monedas de plata. Pero han |
pasado veinte siglos. |
De siempre que, con
dinero, se han querido comprar muchas cosas. Y, por |
dinero, se han vendido
muchas cosas. Pero cuando lo que se compra y se vende |
es la vida y la muerte
ajena, es que la injusticia está pudriendo muchos co- |
razones. |
"¡Ay, América,
América, que matas a tus profetas!" |
Existen injusticias en
todas partes, y se mata y se hiere con las armas, |
con la palabra y con la
pluma en todas partes, pero cuando son los grandes, |
el escándalo es mayor, y
también, precisamente por ser grandes, mayores son |
sus injusticias y sus
crímenes cuando abusan de su fuerza y de su situación. |
La fuerza excesiva siempre
ha sido una tentación para pretender llevar más |
razón que los carecen de
poder. La razón de la fuerza no coincide siempre |
con la fuerza de la razón.
Y cuando la fuerza ya no tiene razón ninguna, en- |
tonces emplea la
violencia: no se habla, se elimina; no se discute, se mata. |
Como sea. |
Nos duele como hombres
simplemente, lo que pasa en América; pero |
nos duele más como
cristianos. Y no por la lástima de las víctimas: King, |
los Kennedy, son mártires.
Los más dignos de lástima, en cualquier violencia, |
no son las víctimas, sino
los criminales. Matar cuesta poco: saber vivir por |
un ideal, y exponer la
vida por este ideal, y llegar a dar la vida por el ideal, |
eso, cuesta más. No
siempre ha de ser necesario quebrar la vida para testi- |
moniar la sinceridad del
ideal: pero siempre hay que tener por ideal, algo que |
valga más que la misma
vida. Y esos hombres lo tuvieron, y lo tuvieron en |
cristiano. Cuando se diga
que en nuestra época todo valor positivo se derrum- |
ba en el hombre o en los
seguidores de Cristo, les podemos oponer, junto |
con otros ejemplos menos
clamorosos, pero igualmente ciertos, estos hombres |
5 (105) |
cristianos y jóvenes en
edad y en ideas que tuvieron fe en los demás hom- |
bres y en su época, y se
hicieron adelante con todo lo que sabían y tenían y |
podían, deseosos de un
bien que querían repartir a todos sus semejantes: paz, |
justicia, libertad,
sinceridad y amor. |
Apenas tuvo noticia del
asesinato del pastor Martin Lutero King, el sena- |
dor Ellender, de
Louisiana, dijo que "lamentaba tener que oír semejante no- |
ticia, pero que no le
sorprendía, porque King era un hombre que tenía que |
ser asesinado, porque
metía demasiado la nariz en los asuntos de las otras |
gentes". Bien pobre
razonamiento, por cierto. Y Harry Truman también ca- |
lificó a King de
"creador de dificultades", a lo que King respondía, con pro- |
funda honradez: "Yo
no doy lugar ni soy causa en modo alguno de esas di- |
ficultades, sino que me
limito a ponerlas de manifiesto y busco su solución". |
Mientras King se parece a
Cristo, se nos antoja que el senador Ellender |
más bien se identifica con
las sectas que acusaron a Cristo, y Truman con |
Pilatos... Ni aquellas
sectas, ni Pilatos resolvieron nada. Cristo, en cambio, |
sembró su misterio de
muerte y de vida, de amor y de paz, de justicia y de |
verdad en el mundo y,
desde entonces, el mundo fermenta con esa levadura |
que contagia de
generosidad las voluntades de los hombres y suscita nuevos |
profetas, los cuales,
aunque sean abatidos, siguen predicando con su sacrifi- |
cio esa verdad que todos
los dólares del mundo no pueden sobornar, ni fuer- |
za alguna puede detener. |
Será lentamente,
trabajosamente; será más abnegadamente, será con más |
pureza que la verdad, la
justicia, el bien, habrán de abrirse paso en el mun- |
do. Pero será. Y será
mejor: esas dificultades, esas podas del crimen, de la |
mentira insidiosa, de la
avaricia semillera de odios, harán más recio el tron- |
co de la verdad, subirá
más alto aún. |
Mientras tanto limpiémonos
de toda violencia. No solamente de la que |
derrama sangre: porque
ésta es sólo efecto de otras peores ya veces más co- |
bardes: Limpiémonos de la
violencia de la mentira, de la hipocresía, de la |
envidia; con sentido
cristiano descubramos todas las situaciones que son causa |
del mal que hiere la
dignidad de los hombres, y así prepararemos la paz. La |
paz que estos mártires
quisieron edificar, según el mandato divino, en la bue- |
na voluntad de los
hombres. Paz que no se compra ni se paga, ni se importa |
ni se exporta, ni se gana
ni se pierde. Paz que se crea y que se da, sin pre- |
cio. Los que han armado
las manos para defenderse" de estos profetas de la |
justicia, también han
pensado defender lo que ellos llaman su paz: no moverse |
del filón de su avaricia,
de su dominio, instalados, seguros. Pero eso no es |
paz, porque son cosas que
tienen precio: el del crimen. |
6 (106) |
LOS NIÑOS |
LOS NIÑOS QUE NO HAN
LLEGADO AL USO DE RAZÓN, NO DEBEN |
SER LLEVADOS A LA IGLESIA
DURANTE LOS ACTOS DEL CULTO |
Este principio se basa en
el respeto que se debe al lugar sagrado y a las |
ceremonias litúrgicas, en
el bien espiritual de los propios niños y en las normas |
corrientes de buena
educación. |
1. EL AMOR A LOS NINOS.—
Un niño, antes de haber cumplido los |
7 o los 8 años, no puede
comprender las ceremonias del templo ni puede |
soportarlas pacíficamente.
Es una falta de amor al niño imponerle el sacri- |
ficio de tener que estar
callado y violentado por continuos avisos, en un lugar |
extraño, semi-oscuro que
además, confusamente, se le dice que es la casa de |
Dios. Pedagógicamente es
un grave desacierto: su idea de Dios, cuando se |
despierte, irá
condicionada, desde su origen, con ese miedo y temor impuesto. |
Tal vez sus educadores
consigan infundirle el temor de Dios, pero le costará |
mucho más descubrir el
amor si, de mayor, se da cuenta de que le habían |
educado mal. |
2. LOS ACOMPANANTES.— En
realidad no oyen misa, o la oyen tan |
mal que dan mal ejemplo. A
misa no se va a "estar", sino a atender y par- |
ticipar". Lo
contrario sería una falta de respeto al lugar santo y al rito que |
se celebra, o sería una
superstición, o ignorancia, o pecado. |
3. LOS DEMAS FIELES.—
Sería un abuso pretender que los demás |
soporten las molestias y
distracciones que los niños causan. No hay que pro- |
bar a ver si el niño llora
o no llora: lo normal es que llore, si su sensibilidad |
no está enferma o
perturbada, porque el silencio y la oscuridad le asustan. La |
buena educación consiste,
por lo menos, en no molestar al prójimo. |
¿Qué han de hacer, pues,
los padres que tienen niños pequeños? Es muy |
sencillo: del mismo modo
que los obreros no llevan consigo a sus hijos al tra- |
bajo, ni los empleados a
la oficina, ni los médicos a la consulta de la clíni- |
ca... absténganse de
llevar a sus hijos al templo durante los actos del culto, |
hasta que no hayan
cumplido los 7 u 8 años. |
En el caso, a veces
aducido, de que no se tiene a quien confiar la custo- |
dia de los niños, sepan
los padres que la persona que no puede ser sustituida |
en este cuidado, está
dispensada de oír misa. |
Pocas son, en general, las
personas que olvidan estas normas. Basta una |
mediana cultura religiosa
y un mínimo de buen sentido. En realidad se trata, |
por encima de todo, de
observar el respeto que la casa de Dios merece. |
7 (107) |
Sí, en cambio, que harán
bien los padres con niños pequeños, en llevarles |
alguna vez al templo,
cuando tengan 5 o 6 años, a una hora en que no haya |
culto y, en silencio, sin
hablar, ante el altar o ante el sagrario, decir con ellos |
una brevísima oración que
puedan comprender. Sin alargar la visita, para no |
cansarles. Eso cabe en un
paseo. |
En cambio, no está bien
hacer el plan de paseo, misa y cuidado de niños, |
todo a una. Cuando se
pretende hacer varias cosas a la vez, todas se hacen |
mal y ninguna vale. |
Cuiden también las
personas mayores, de avisar a sus hijos jóvenes cuando |
observen que faltan de
algún modo a la debida compostura que se debe ob- |
servar en el templo,
especialmente en: |
—No llegar jamás tarde a
los cultos, porque es una doble falta de edu- |
cación: para con Dios y
para con los asistentes. |
—No hablar en el templo.
En el templo se habla a Dios solamente, y se |
habla de Dios solamente. |
—No vestir con negligencia
(por ejemplo, llevar prendas echadas al hom- |
bro). |
—No comer en el templo. |
—No provocar ruidos.
Contener la tos. |
... Y todas aquellas
buenas normas que, en el trato con los demás, sería |
Incorrecto descuidar. |
Procuremos, entre todos,
hacer las cosas cada día mejor, para que, con el |
recíproco buen ejemplo,
nos ayudemos a acercarnos a Dios, por lo menos |
cuando estamos en su Casa. |
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8 (108) |
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9 (109) |
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LAUS |
BOLETIN DEL ORATORIO, |
Apartado 182, |
ALBACETE |
10 (110) |
AMÉN |
AMEN es una de las
palabras que |
más suenan en las
celebraciones litúr- |
gicas, pero a la que,
generalmente, se |
da poca importancia—y de
aquí que se |
pronuncie
lánguidamente—tal vez por |
desconocer la riqueza de
su signifi- |
cado. |
AMEN es una palabra hebrea
cuyo |
significado no se reduce
simplemente a |
La tradicional expresión
castellana "así |
sea". AMEN en su
lengua original |
quiere decir mucho más que
"así sea". |
De donde limitar de este
modo su sig- |
nificado sería
empobrecerlo. |
En todas las lenguas es
fácil encon- |
trar palabras que
podríamos llamar in- |
traducibles, porque dicen
más que to- |
da traducción, por muy
bien hecha que |
esté. |
Quizá sea ésta una de las
causas de |
que esta palabra —que ya
gozaba de |
gran popularidad en el
culto judaico— |
haya pasado a la liturgia
cristiana en su |
forma original. |
De la importancia que esta
expre- |
sión tenía para los
cristianos de los pri- |
meros siglos nos habla
claramente el |
testimonio de Tertuliano,
quien, refi- |
riéndose a la asistencia
de los cristia- |
nos a ciertos
espectáculos, considera |
de gran trascendencia el
"haber dicho |
AMEN a lo santo". |
El AMEN más importante de
la mi- |
sa es, sin duda, el que
sigue a la doxo- |
logía conclusiva del Canon
romano. En |
expresión del liturgista
alemán Eisen- |
hofer "se puede
afirmar que este |
AMEN es la palabra más
importante |
del pueblo en la santa
misa, siendo ade- |
más clara manifestación
del carácter |
comunitario del sacrificio
eucarístico". |
Mediante este AMEN final
el pueblo |
fiel corrobora la
Eucaristía o Acción de |
gracias que el sacerdote
en su nombre |
ha pronunciado y
realizado; es una ad- |
hesión de la asamblea por
la que ma- |
nifiesta que hace suya la
acción del sa- |
cerdote celebrante. |
Hay otros lugares de la
misa en los |
que el AMEN tiene el
significado de un |
acto de fe. Así en el AMEN
con que |
se responde a las palabras
"El Cuerpo |
de Cristo", en el
momento de la Co- |
munión. En este caso
significa: creo |
que recibo el Cuerpo de
Cristo. |
Finalmente, en las
oraciones de pe- |
tición, la palabra AMEN
expresa el de- |
seo de que aquello que se
ha pedido |
se verifique. Es en este
caso donde le |
conviene mejor el
significado más co- |
nocido de "así
sea". |
Es indudable que una
comprensión |
mayor de esta rica
expresión hebrea |
contribuirá a una mejor
vivencia de |
nuestras celebraciones
litúrgicas, así |
como también a que esta
palabra no |
sea pronunciada sólo por
unos pocos |
y de un modo apenas
perceptible, sino |
con mayor fuerza y por
toda la asam- |
blea. |
LAUS no se publica durante
los meses de JULIO, |
AGOSTO y SEPTIEMBRE.
Reaparecerá en OCTUBRE. |
11 (111) |
HORAS DE LAS MISAS EN EL
ORATORIO |
DURANTE EL VERANO |
(JULIO, AGOSTO y
SEPTIEMBRE) |
DIAS LABORABLES: 7'45
mañana y 8 tarde. |
DOMINGOS Y FESTIVOS: 10 y
11 de la mañana. |
(Suprimidas, por lo tanto,
las de 9 y 12 de la |
mañana y la de 8 de la
tarde, |
SABADOS Y VISPERAS DE
FESTIVOS: 8 tarde. |
A partir del mes de
Octubre se reanudará el horario acostumbrado |
en los Domingos y días
festivos: 9, 10, 11 y 12 de la mañana y |
8 de la tarde. |
LAUS DEO |
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Director: P. Ramón Mas, C.
O. |
Edita: Congregación del
Oratorio.- Apartado 182.-Albacete. |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE, S. López, 14- 18-6-68. |
Depósito Legal: AB-103-62. |
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