BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 78. ABRIL. 1969.
¡ES PRIMAVERA!
Para el cristiano la vida siempre es esperanza; pero ésta es más fácil de
entusiasmar cuando el logro parece más cercano, cuando lo que se espera ya
comienza a tenerse. La alegría pascual tiene precisamente este sabor para el
alma; tenemos, a pesar de que todavía nos falta; nos falta, pero ya comen-
zamos a tener. Pascua florida, Pascua granada... Flor y fruto.
También para esta época —II Domingo después de Pascua— se celebra en
el mundo el DIA UNIVERSAL DE LAS VOCACIONES. Porque las vocaciones
son, para la Iglesia, como las flores de su campo: flor y esperanza que ha de
cuajar en fruto y cosecha. El fruto y la cosecha de la Iglesia siempre es la
santidad.
Por esta razón, cuando le pidamos al Señor que mande más obreros a la
mies, porque la mies es mucha, antes, todavía, que pensar en el número ma-
yor de operarios, pidámosle por la santidad de los mismos.
Ni dejemos que cunda en nosotros el desaliento por los efectos de noticias
relativas a hechos concretos según las cuales mengua, relativamente, el núme-
ro de los candidatos al sacerdocio y a la profesión de la vida evangélica. La
Iglesia, por impulso del Señor que jamás la abandona, crece siempre y su
crecimiento, cuando se hace menos aparente en la cantidad, es que profundi-
za en la calidad. Las circunstancias del mundo que nos toca vivir, no impiden
ni excluyen, sino que siguen reclamando, si cabe con mayor fuerza, que se
preste atención a la llamada de Cristo: "Ven, sígueme". Lo único que ocurre
es que se necesita más generosidad, más maduración personal, una fe más pro-
funda.
Pidamos todo esto, al Señor de la mies, para todos y todas las que El llame
a su campo, para que, por medio de ellos, la presencia de Cristo en el mundo se
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extienda y fructifique, ya que "Dios los ha predestinado para que reproduz-
can  la imagen de su Hijo, para que sea como el primogénito entre muchos
hermanos: por esto los que ha predestinado, también los ha llamado" (Roma-
nos 8, 29-30). Y serán, en frase también de San Pablo, "el olor de Cristo" en
el mundo, el campo florido, la primavera del reino de Dios.
DIOS TE NECESITA
Si: Dios te necesita.
La mies es mucha y los que quieran
trabajar para llevar la cosecha a los
graneros de Dios, son pocos. Es verdad
que hacen falta más operarios. Aquí y
lejos de aquí. Sin sueños de aventuras
ni romanticismos: hacen falta opera-
rios de verdad, que trabajen como hi-
jos de Dios en los campos de la Igle-
sia. O mejor: hijos de Dios de verdad,
que trabajen con el amor de hijos.
Porque siempre será cierto que traba-
jan más y mejor los hijos para el Pa-
dre que aman, que los operarios para
el Amo que temen.
Dios te necesita. La inquietud que
demuestran los hombres y esa agita-
ción que zarandea el mundo, lo de-
muestran. Es la masa que espera la
levadura. Son, 4 veces, tinieblas en es-
pera de luz; pero de una luz que ha de
elevarse prendida en la antorcha de
una vida. ¿La tuya?
¿Tienes miedo?.. Hay quien tiene
miedo de que Dios le pida demasiado y
acaba en la tristeza del joven rico del
Evangelio: "Anda, ve, vende todo lo
que tienes y da su precio a los pobres;
y luego ven y sígueme, que tendrás un
tesoro en los cielos"... Pero es que el
joven, por lo visto, sólo quería más
alabanzas en la tierra. Volvió a lo su-
yo; se encerró en sí mismo. No quería
dar, sino que quería aún más. No mi-
raba fuera, en el campo de Dios, las
cosas grandes, hermosas, santas que
había por hacer.
También hoy hay cosas grandes,
hermosas y santas por hacer: grandes
y hermosas como el mundo; urgentes
y santas como el amor.
Cosas por hacer...
Muchos de los que más declaran
podrían comenzar a hacerlas. Pero es
más cómodo esperar a que otros den
u otros me den, que decidirse a dar y a
darse. Una cosa es dar, otra recibir. Y
los hombres se acostumbran fácilmen-
te a que les den: si son pobres, el ali-
vio de su pobreza; si son ricos, hono-
res y privilegios. El que es rico, no
piensa que así puede dar más, sino
que así tiene más derechos. Indiscuti-
bles.
(Rico de tener, rico de saber, rico
de poder).
"¿Dónde dan? ¿Dónde dan?"... Y la
gente corre avariciosamente veloz,
egoísta. Hay negocios fabulosos mon-
tados sobre el engaño de "dar" y "re-
galar". Hasta en las mismas cosas de
Dios, hay un número inmenso de per-
sonas "buenas" que no buscan mucho
más, en su religiosidad, que una ben-
dición que facilite sus deseos tempora-
les, o un remedio que cure sus males,
o un socorro que compense su pereza,
o tranquilizantes de conciencias, o di-
versiones "santas" si ya están tran-
quilos.
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Se quejan, juzgan, critican; pero
no hacen, o hacen poco, tan poco, que
su labor no rebasa el límite de lo me-
ramente —pobremente— simbólico. Al-
gunos "piensan" y acaban, en el pen-
sar, todo su hacer: luego se encierran
en su vida cómoda, tranquilizados por
haber resuelto teóricamente el pleito
entre el bien y el mal del mundo que
les corresponde vivir. Otros, ni siquie-
ra piensan, porque ni saben, ni pue-
den pensar. Hay también los que re-
nuncia a pensar, ante el presenti-
miento horroroso de verse acusados o
comprometidos. Es como un suicidio de
la inteligencia y del corazón. Nada de
car y menos darse. Jamás entregarse
del todo a lo que pueda exigir algo
más que la elegancia del gesto inicial,
teatral pero infructuoso. No son bas-
tante desprendidos para ser humildes;
ni bastante humildes para limpiarse de
la avidez interior, sensualizante, de
consuelos: hasta en lo bueno necesi-
tan o el aplauso del mundo o, por lo
menos, el de sus propios sentidos y
satisfacción.
Y así, quedan tantas cosas hermo-
sas, grandes y santas por hacer. La
mies es mucha y los obreros pocos...
¿Has pensado, alguna vez, en ha-
cer cosas grandes para Dios? ¿Has
pensado que Dios puede necesitarte?
Hombre o mujer, corazón joven: tal
vez Dios te necesite. Y te muestra un
programa inmenso de bien, por hacer
aún, que Él ha dejado al cansancio de
tus manos y al amor de tu corazón,
para que, muy por encima de los aplau-
sos o de las censuras y oposiciones del
mundo, puedas participar —ahora o
más tarde— del gozo divino de "hacer
el bien": verdadero gozo de Dios y en
Dios.
Dios te necesita, porque no quiere
hacerlo sin ti. No obrará milagros
mientras queden, en el mundo, reser-
vas de almas que le puedan seguir co-
CONVERSACIONES
DEL ORATORIO
Viernes, día 25 de abril, a las
8'30 de la tarde sobre el tema
CUALIDADES
POSITIVAS
DEL CRISTIANISMO
Y CONTRASIGNOS
DEL CARACTER
MANCHEGO
dirigirá el coloquio
D. RAMON BELLO BANON
mo los apóstoles, como las santas mu-
jeres del Evangelio...
Dios te necesita para que hagas y
digas y recuerdes con tu ejemplo y tus
palabras, sumado al impulso de la Igle-
sia, movido dócilmente por la gracia,
porque lo reciban de ti directamente,
o a través de las obras a las que entre-
gues todo tu esfuerzo y tu vida...;
Dios te necesita para que el fermento
del Evangelio vaya transformando el
mundo y se despierten del letargo tan-
tas perezas, y se abran a la generosi-
dad tantos egoísmos, y se rectifiquen
tantas actitudes y se conozcan mejor
las ideas, las "palabras de vida" que
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salieron de la boca del Señor, para que
los que digan tener fe, no se limiten a
profesarla con los labios sin llevarla a
la vida; para que tantos sabios de las
cosas de este mundo, no sigan igno-
rantes de las de Dios; para que Dios y
la Iglesia no sean utilizados, sino ama-
dos y servidos, para que venga el reino
de Dios, ese que no es ni se confunde
con los reinos de este mundo.
Si lograras pensar y desear todo es-
to olvidándote de ti mismo, puedes
pensar fundadamente, también, que le
aprovechas a Dios, que cuenta contigo,
para todas esas cosas grandes, hermo-
sas y santas que hay que hacer, sin re-
clamar sueldos al consuelo o a la va-
nidad; resignándote a que te crezca el
amor, día a día, más limpio y más
grande. Un amor que ni el mundo o
los hombres pueden dar ni, muy a me-
nudo, entender.
***
Si te decides —ni el Señor, ni la
Iglesia fuerzan a nadie—, en el mismo
momento en que te propones seguir a
Cristo con una entrega verdaderamen-
te total, olvídate de que Él te necesita
y hasta olvídate de proyectar las cosas
que vas a hacer por El. Piensa, más
bien, que eres tú quien le necesitas, que
eres tú a quien has de permitir que se
te haga el bien, y abre los ojos de la
fe para reconocer ese bien que recibes.
Y asimílalo, sin demasiados cálculos,
pero con la humildad de un gran espí-
ritu de pobreza: con esa necesidad de
que Dios te lleve y te vaya transfor-
mando. Una necesidad que se hace
"hambre y sed" del alma. Y luego no
cuentes ni juzgues lo que vale o lo que
sirve lo mucho o lo poquísimo que
aciertes a hacer. Porque, en realidad,
no vas a hacer, sino a hacerte. Deja que
Dios te moldee. Lo contrario sería "ju-
gar a apostolados". El apostolado no es
computable por estadísticas. El apos-
tolado es imitación de la vida de Cristo
llevando a la tuya el Evangelio.
Otras ideas sensualizan, industriali-
zan o convierten en reino del mundo
lo que es reino de Dios. Son profanacio-
nes del Evangelio.
En realidad, la verdad más profun-
da, es que sirves para lo que Dios te
necesita si descubres que tú le necesi-
tas. Antes que nada Él te llama a una
transformación, a que apures todo lo
posible las exigencias de tu bautismo:
sin esta convicción profunda, durarías
poco tiempo en el camino que empren-
derías. Porque no es un camino de
aventuras, sino una vida.
Una vida que enriquece, día a día,
el corazón; una vida en la que crece
incesantemente la libertad del alma,
sincera, abierta a la verdad; una vida
caminando hacia la verdad completa.
Y un camino, ciertamente abnegado,
pero que ya tiene gusto de llegada.
De una estadística, hecha en 1952, se llegó a esta conclusión en cuanto
a la procedencia de las vocaciones, en función de la situación económica
de las respectivas familias: procedían de familias
ricas, el 0’8 por ciento,
acomodadas, el 13’5 » »
situación media, el 60'5 » »
pobres, el 17'2 » »
míseros, el 3’2 » »
Las reflexiones brotan espontáneamente.
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AFIRMACIONES CONCILIARES
(L. G., cap. VI)
Los consejos evangélicos (castidad, pobreza, obediencia), fundados en las
palabras y los ejemplos del Señor y recomendados por los apóstoles, son un
DON divino que la Iglesia recibió del Señor.
La autoridad de la Iglesia no impone a nadie la profesión de estos consejos,
pero interpreta y regula su práctica.
Las diversas familias religiosas que profesan la vida de perfección, ofrecen
a sus miembros todas las condiciones para una mayor ESTABILIDAD en su
modo de vida, una DOCTRINA EXPERIMENTADA para conseguir la perfección,
una COMUNDAD FRATERNA en la milicia de Cristo y una LIBERTAD me-
jorada por la obediencia, para avanzar en la vida de amor con espíritu gozoso.
Accesible al clero y a los laicos, es el GOCE DE UN DON particular para
contribuir a la misión salvífica de la Iglesia.
Es una ENTREGA TOTAL AL SERVICIO DE DIOS para conseguir un fruto
más abundante de la gracia bautismal.
Es una LIBERACION de los impedimentos que podrían apagar el fervor de
la caridad y la realización perfecta del culto divino.
La profesión de los consejos evangélicos UNE DE MANERA ESPECIAL con
la Iglesia y su ministerio.
De ahí el deber de la ORACION y del TRABAJO para implantar en las almas
al reino de Dios.
La profesión de los consejos evangélicos es una SEÑAL para ayudar a los
demás cristianos a cumplir sus deberes.
Es una MANIFESTACION ANTICIPADA de los bienes del cielo; es un TES-
TIMONIO de la vida nueva y eterna conseguida por Cristo; un PREANUNCIO
de la resurrección futura; una IMITACION más aproximada de la forma de
vida que escogió el Hijo de Dios al venir al mundo y que propuso a los que
quisieran seguirle.
Pone a la vista de todos la ELEVACION del Reino de Dios sobre todo lo
terreno.
Pertenece, de manera inseparable, a la misma VIDA Y SANTIDAD de la
Iglesia.
5 (45)
EL MATRIMONIO Y EL CELIBATO
En relación con el tema vocacional, pueden ayudar a clarificar
conceptos y decisiones algunos de los párrafos que publicaba, hace
poco, "La Croix", de Paris, firmados por Paul Chauchard, y que se-
leccionamos del siguiente modo.
El celibato, libremente escogido, supone que aquellos que prefieren el ma-
trimonio, no se casan para escapar del celibato. También el matrimonio debe-
ría descansar sobre una "vocación", que es menos común de lo que imaginamos.
El que no esté seguro en el celibato corre el peligro de no estarlo tampoco
en el matrimonio, y de llegar a la separación y al divorcio.
Cuando un adulto, que lo es verdaderamente, siente que le asalta la duda de
si se ha equivocado en su celibato o en el matrimonio, debe aprender a asumir
libremente aquello que se ha impuesto. En esto está la verdadera libertad hu-
mana: no en la fantasía caprichosa de hacer lo que sea, persiguiendo un equi-
librio que jamás se encuentra, porque la equivocación está en pretender reali-
zarlo buscándolo fuera y no en uno mismo, que es donde debería.
El verdadero célibe no entiende su estado como apoyándose en una actitud
negativa, sino todo lo contrario: si ha renunciado al matrimonio y a la familia,
es precisamente para estar más disponible en las relaciones viriles y paternales
o femeninas y maternales. Y convertirse, de esta manera, en testigo y ejemplo
del verdadero amor en un mundo que quita valor al amor y lo confunde con
la sensualidad. Lo que Dios ha querido es el diálogo del masculino y del fe-
menino, de lo que la pareja conyugal no es más que un caso particular.
Valorizar de este modo el celibato es mostrar que la situación normal de la
pareja exige renuncias: renuncia, en ciertos momentos, al servicio del amor;
renuncia a la sensualidad, cosa que es más difícil que en el celibato; renuncia,
sobre todo, para una caritativa disponibilidad total, porque hay que dedicar el
tiempo al otro y a los hijos.
No se puede tener un concepto justo del matrimonio sin tenerlo también del
celibato. No se puede llegar a este concepto para uno y otro estado, sin apren-
der a controlarse desde la adolescencia, y prepararse así para la libertad de
la opción y para un equilibrio de vida tanto si es elegido el matrimonio como
si se decide el celibato. No debe ser casarse, simplemente, porque no se puede
guardar la continencia. ¿Qué matrimonio resultaría?..
No olvidemos que el ideal monogámico fue presentado por Cristo al mismo
tiempo que el celibato cuyo aspecto positivo señaló: "... por el reino de los
cielos" (Mateo, 19, 12).
6 (46)
Las cartas del Papa Juan
a sus familiares
Recogida y prologado por mons. Loris Capovilla —que fue su fiel
Secretario—, se ha publicado, en Italia, la correspondencia del Papa
Juan XXIII a sus familiares, y se anuncia, también, su próxima apa-
rición vertida al castellano. Tendrá, sin duda, una acogida parecida
a la del DIARIO DEL ALMA, y constituye otro documento para pe-
netrar en el espíritu de este gran hombre de Dios que ha marcado
proféticamente el camino de la Iglesia de nuestros días.
El amor a los suyos, su espíritu evangélico, su fidelidad a la Igle-
sia, fluyen con sencillez y sinceridad en cada una de sus páginas.
Ofrecemos el anticipo de unos breves fragmentos de las mismas.
SU PRIMERA CARTA DE SEMINARISTA ROMANO
Roma, 12 de enero de 1901.
Queridísimos familiares:
A buen seguro que hace tiempo que esperáis noticias mías. El Señor no po-
día bendecirme más de cuanto lo ha hecho... La acogida que me hicieron ape-
nas llegado a Roma está por encima de todo elogio, y el afecto y lo que me
quieren los Superiores. He encontrado excelentes compañeros con los que ya me
he hecho tan amigo, que puedo considerarme casi como de los antiguos en el
Seminario. Tengo una habitación para mí solo, en la que la cama, a decir ver-
dad, es algo dura, pero que me hará mucho bien, y tengo todas estas como-
didades: cómoda, mesa, sillón, estantería para los libros, lavabo, etc. La clase y
el estudio no me causan fastidio alguno; más bien me resultan agradables.
También en lo que respecta a la piedad aquí pueden hacerse las cosas muy
bien...
RECIEN ORDENADO SACERDOTE
Roma, 1 de enero de 1905.
Amadísima madre:
Siento inmensamente que usted haya podido dudar ni siquiera por un mo-
mento de mi amor por usted. Después de Dios, después de las cosas del cielo,
¿cuál es la persona más querida que yo tengo sobre la tierra, sino usted?
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Aunque yo fuese papa, usted sería siempre para mí la más grande mujer de
este mundo...
CONCIENCIA CRISTIANA FRENTE AL FASCISMO
Roma, 4 de abril de 1924.
Mis queridos padres y hermanos:
Hubiera podido ir a veros con ocasión de las elecciones: pero, a deciros la
verdad, prefiero no moverme, por varias razones que también vosotros com-
prenderéis. Votar por los fascistas no me lo consiente mi conciencia de cris-
tiano y de sacerdote. Cada uno es dueño de pensar lo que quiera. Veremos al
final quién lleva razón; vosotros hacer como os parezca. Mi consejo sería éste:
dar el voto a la lista popular, si hay libertad de votación. Si por el contrario
existe el peligro de complicaciones, quedaros en casa y dejar que el mundo
vaya como quiera. Podéis estar seguros de una cosa: que la salvación de Italia
no puede venir por medio de Mussolini, por más ingenio que tenga. Sus fines
quizá sean buenos y rectos, pero los medios empleados son inicuos y contrarios
a la ley del Evangelio. Por consecuencia, quien viva verá...
REPRESENTANTE PONTIFICIO EN BULGARIA
Sofía, 7 de febrero de 1928.
Mis queridos primos:
He tenido que ir a Filipópolis, una ciudad a 5 horas de tren desde Sofía,
por causa de un incendio que destruyó completamente la gran casa de los sa-
cerdotes. Apenas llegado leo la noticia de la muerte de vuestra venerada ma-
dre y querida tia mía, Ancila.
Podéis muy bien imaginar qué sorprendido y dolorido he quedado. He pen-
sado en seguida en vosotros y en mi padre, que pierde así a la única hermana
que tenía. Y he comenzado a rezar:
De veras os doy mi pésame...
Pero viendo las cosas de aquí abajo a la luz de la fe, tenéis razones para
consolaros. El Señor os ha dejado disfrutar de su compañía durante mucho
tiempo; pudo asistir hasta lo último a su marido y seguir todavía mucho tiem-
po para repetir las buenas enseñanzas cristianas, que serán un gran tesoro
para toda la familia.
En cuanto a su alma sólo merece envidia de nuestra parte. Ella está ahora
contenta, sonriente y alegre como nunca lo estuvo sobre la tierra: ahora sa-
borea todos los méritos de los muchos dolores soportados en la tierra. Todas
las tribulaciones, las penas, las preocupaciones han pasado... Y se encuentra
en condiciones de ayudar a su familia más que antes...
Yo recordaré siempre el amor que me mostró desde cuando, siendo todavía
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niño de unos diez años, me llevaba adentro de la viña, hasta la escalera, para
darme con gran secreto diez o veinte céntimos mientras me prometía que
siempre rezaría por mí a la Virgen de Caneve, hasta el último día de mis va-
caciones en Sotto il Monte, cuando asistió a mi Misa, precisamente en Cane-
ve, comulgó con tía Catalina y luego se dejó fotografiar junto conmigo. Y
ahora estoy muy contento de conservar el recuerdo de aquel último encuen-
tro que tuvimos sobre la tierra.
¡Oh, la alegría de aquel día, en que volveremos a encontrarnos en los cie-
los, y ya no harán falta fotografías, porque nos veremos todos juntos en la
luz del Señor, eternamente!
NUNCIO EN FRANCIA
Orleans, 7 de mayo de 1952.
Mi queridísima sobrina, sor Josefina Roncalli:
Me he retirado aquí, en las tierras del Loira.
Yo te acompaño profundamente en tu alegría, en tus incertidumbres y en
alguna que otra inquietud. Todos en nuestra vida hemos pasado y pasamos
por ahí. A veces el cansancio, la misma 1.0sotonia de las ocupaciones repeti-
das nos dan la impresión de que se apaga nuestro fervor espiritual, Pero mien-
tras nuestra voluntad sea fuerte, mientras reine el amor de Jesús en nuestros
corazones y exista el deseo de hacer e interpretar en todo la voluntad divina
más bien que la nuestra, no tenemos nada que temer... No es nada. Un acto
de abandono en Dios, como yo te dije, como veo que te esfuerzas en hacer;
abrirte a tu excelente Superiora, volver a tus ocupaciones ordinarias, y todo
se habrá pasado.
... Querida sor Ángela, puede ser que alguna vez oigas palabras elogiosas
de tu tío. Al menos son exageradas. Pero si hay algo de verdad en ellas, todo
proviene de la respuesta del Señor a mi esfuerzo y a mi búsqueda de sencillez
y de humildad absoluta. Y de la voluntad de Dios, no de la mía.
Entre las grandezas de este mundo, en medio de las cuales me encuentro,
No sé cómo ni por qué, aprecio cada vez más la modestia y la pobreza, no me-
nos que el respeto y el amor de Dios como tiene nuestra gente de Sotto il Mon-
te, de donde el Señor ha querido sacarnos a ti, a mí y a tus sobrinos de la
Gerola. Animo y adelante. Estamos en el buen camino.
Mi salud es buena. Ciertamente envejezco en años y en el aspecto. Pero
ésta es una bendición del Señor: vivir mucho tiempo para trabajar por la
santa Iglesia conservando la juventud del Espíritu.
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LOS HONORES NO VALEN NADA
París, 30 de noviembre de 1952.
Mis queridos hermanas, hermanos, sobrinos y parientes:
Como veis, ciertas noticias se propagan rápidamente sin que les dé tiempo
a los interesados para anunciarlo. Es verdad: mi pobre nombre ocupa un lu-
gar en la lista para nuevos cardenales...
Aceptadlo con sencillez y humildad, como hago yo también. Ni aun el ser
cardenal sirve de nada si no está ordenado para nuestra santificación. Este
fue el camino que recorrieron el santo Padre Pio X, ahora beato, y el cardenal
Ferrari, que quizá también lo sea dentro de poco. Seguir estas huellas en la
vida es lo que vale; lo demás, es decir, la púrpura, honores mundanos, satis-
facciones de la tierra, no vale absolutamente nada.
Os recomiendo a todos vosotros sencillez y reserva absolutas. Especialmente
libraros de los periodistas: aun los mejores son indiscretos, incluso con buena
intención. Ya saben bastante de mí sin que les digáis más cosas.
"PERTENEZCO AL MUNDO"
Roma, 15 de agosto de 1959.
Querida sobrina Enrica:
Os perdono de todo corazón por no haberos dejado ver durante todos estos
largos años. He terminado por no pertenecer casi a nadie, y a la vez perte-
nezco al mundo entero. El Señor, en su gran bondad, ha querido servirse de
mi humilde persona para grandes cosas. Debo servirle lo mejor que pueda.
Con independencia de las creencias e ideologías de
cuantos se dedican a la información, es inmoral —entre
cristianos es pecado— la actitud que tiende a seleccionar
y destacar las noticias, verdaderas o menos verda-
deras, que contribuyen a la difamación de la Iglesia y
de sus ministros. Tales informadores harían muy bien
en ocuparse, imparcialmente, de aquellos asuntos
profanos y civiles que son de su competencia.
10 (50)
La «Gaudium et spes»
y el Cardenal Tabera
De su última pastoral, que nuestros lectores pueden encontrar
publicada en la integridad de su texto en el Boletín de la archidió-
cesis de Pamplona, nos limitamos a reproducir, únicamente, las pa-
labras que él mismo cita de los números 41, 43, 58, 74, 75 76 y 87 de
la constitución conciliar "Gaudium et spes" De paso alude, también,
a los números 27, 59 y 73. La carta pastoral —que es un ejemplo de
fidelidad a los principios doctrinales de la Iglesia— discurre sobre el
entramado de las palabras del Concilio.
Hay en el hombre moderno una conciencia y una afirmación cada día más
aguda de la dignidad de la persona humana y de sus derechos, y la Iglesia, en
virtud del Evangelio a ella confiado, proclama y estima en mucho el dinamismo
con que en todas las partes se promocionan tales derechos.
***
Los seglares pueden esperar de sus sacerdotes orientación e impulso, sin que
puedan pensar que sus pastores están en condiciones de poder dar inmediata-
mente solución a todas las cuestiones graves que surjan: no es ésta su misión.
***
La Iglesia, por razones de su misión y competencia, ni se confunde en modo
alguno con la comunidad política, ni está ligada a sistema político alguno.
***
Es de justicia que la Iglesia pueda, en todo momento y en todas partes, dar
su juicio, incluso sobre materias referentes al orden público cuando lo exijan los
derechos fundamentales de la persona,
11 (51)
Sólo dentro de una ordenación legítimamente establecida y respetada por
todos (gobernantes y gobernados), es posible el ejercicio de las libertades.
***
Esto exige que el ejercicio de la autoridad política pueda realizarse según un
orden legítimamente instituido o por instituir, que establezca la protección efi-
caz e independiente, el reconocimiento, el respeto y la promoción de los derechos
de las personas, de las familias y de las asociaciones y, al mismo tiempo, los de-
beres cívicos de cada uno.
***
Los ciudadanos han de estar informados, con garantía de verdad, acerca de
los acontecimientos públicos y sobre la situación y las necesidades del país.
Del mismo modo que Cristo tuvo más éxito cuando
curaba enfermos o multiplicaba panes, que cuando
proponía la abnegación de sí mismo, la conversión de
corazón, el «nacer de nuevo», ha sucedido siempre
que, el mundo, ha alabado o tolerado que otros abra-
cen la vida evangélica, según el beneficio temporal
que le reporte la actividad de los consagrados a ella.
Su egoísmo le ha llevado a olvidarse de lo principal:
que los que profesan la vida evangélica se esfuerzan
en imitar la misma vida del Señor para que ellos
mismos y todos los hombres amen la vida en el
tiempo, no como un término, sino como una opor-
tunidad maravillosa para entrenarse y prepararse a la
eterna bienaventuranza.
12 (52)
UN CONCILIO PASTORAL
CIMENTADO SOBRE
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
La aparición en España, de dos ediciones simultáneas del famoso
Catecismo holandés, coincidiendo con el Día del Libro, nos sugiere
la oportunidad de transcribir el siguiente artículo de André Vimeux,
publicado en Témoignage chrétien del 16 de enero de 1969.
"Cardenal Alfrink; su posición ante Roma, ¿no se parece más bien a la de
Dubcek frente a Moscú?" Así apostrofaba una joven delegada, en uso de la pa-
labra, a pocos pasos de distancia del arzobispo de Utrecht, en el concilio pastoral
de la Iglesia holandesa, que se celebró del 5 al 8 de enero, en Noordwijkerhout
(a unos treinta kilómetros al norte de La Haya). Por sí solas estas palabras ponen
de relieve la libertad de expresión que ha campeado en las sesiones. No fueron
pronunciadas entre dientes, en el auditórium del colegio diocesano "Leeurwen-
horst", donde 109 delegados con derecho a voto (64 laicos, de los cuales 29 eran
mujeres, 4 religiosas, 2 hermanos legos, 30 sacerdotes y los nueve obispos), asisti-
dos por expertos y en presencia de invitados y de observadores no católicos, a
los que era permitido tomar parte en los debates, han discutido largamente las
"recomendaciones pastorales" presentadas después de tres ponencias sobre: la
actitud moral del cristiano en el mundo; el matrimonio y la familia, las condi-
ciones necesarias para el desarrollo de la juventud.
¿UN CONCILIO O UN CONSEJO?
Para esta tercera asamblea plenaria del Concilio pastoral holandés, los pe-
riodistas son tan numerosos como los delegados: son holandeses, pero también
extranjeros, franceses, alemanes, belgas... Ante tal muestra de interés por estar
al corriente de lo que pasa en la Iglesia holandesa, no es rara una situación
entre halagadora e incómoda. Porque por más que sea cierto que los holandeses
viven una experiencia original, no quisieran aparecer, ante el mundo, como si
intentaran dar lecciones a la Iglesia universal. Y puesto que, en último término,
es preferible que la resonancia recogida por la prensa internacional, sea lo más
fiel posible —sin deformaciones, ni amplificaciones—, se ha proporcionado a ca-
da grupo lingüístico algunos intérpretes alrededor de los cuales se agrupan, más
o menos, los periodistas.
La técnica usada en las discusiones desconcierta un poco. Las tres ponen-
13 (53)
cias básicas estudiadas en las diferentes diócesis han dado pie a la redacción,
por comisiones especializadas, de las "recomendaciones pastorales" que han su-
frido numerosas modificaciones durante los debates. Tanto es así, que el texto
discutido y aceptado resulta sensiblemente distinto del establecido inicialmente
por el ponente.
Para poder comprender la originalidad del Concilio holandés, es preciso pres-
cindir  de un espíritu excesivamente cartesiano. La asamblea de Noordwijkerhout
no tiene por objeto tomar decisiones. En este sentido, el paralelo que pudiera
establecerse entre este tipo de asamblea y, por ejemplo, un sínodo protestante,
es falso. La misma palabra "Concilio", mantenida en la terminología de los
participantes, es cuidadosamente evitada por el cardenal Alfrink, que la substi-
tuye por la de "Consejo", más limitativa.
No como un organismo para tomar decisiones, sino como un órgano de re-
flexión y profundización, el Concilio pastoral se esfuerza, sin tabú alguno, en ex-
presar su parecer sobre todo lo que preocupa, en el día de hoy, al cristiano ho-
landés verdaderamente deseoso de vivir su fe.
Lo cual no significa que se realice sin dificultades, ciertamente que no, y no
faltan delegados laicos que se levantan a preguntar, sin rodeos, y tal como lo
facilita el clima de abierta franqueza que caracteriza a la Iglesia de Holanda, si
los obispos están allí presentes sólo para registrar o tomar el pulso a la opinión
común, pero conservando, finalmente, la última palabra a la hora de cerrar
todas las discusiones.
Nada de eso. Los obispos participan con todos en la búsqueda y la reflexión,
y aceptan con buen humor y simplicidad las interpelaciones de que son objeto.
Cada voto, levantando la mano, va precedido por la consulta de los obispos hecha
del mismo modo. Y no es extraño que, como ocurre con la configuración de la
sala, los obispos se dividan en muchas posiciones.
Si las opiniones más audaces se expresan libremente con calma y tolerancia,
las minorías adictas a una concepción más tradicionalista de la Iglesia —y que
allí han dado en llamarles "los inquietos"—, intervienen con la misma libertad
y consiguen muchas veces que los textos admitidos sean modificados en un senti-
do más moderado.
Algunos —por ejemplo el padre Maltha, dominico—, discutirán la representa-
tividad de la sala, la cual, aunque la cifra sea incontrolable y rehusada por los
otros, viene a ser la imagen de un cuarenta por ciento de los católicos holande-
ses: los otros, la gente del campo, tienen una concepción mucho más tradicional.
LA "HUMANAE VITAE"
Pero, después de la "Humanae vitae", es evidente que el debate sobre el "ma-
trimonio y la familia", es el que capta principalmente la atención. El cardenal
Alfrink ha puesto en él toda la mesura de su agudeza y de su habilidad diplomá-
tica, puesto que, finalmente, el texto propuesto por los obispos será admitido
14 (54)
por la mayoría de la asamblea (100 votos favorables; 4 contrarios; 5 abstencio-
nes). No ha pasado desapercibida la notable ausencia —seguramente intencio-
nada— del internuncio, durante este debate: la faja morada y la sotana del re-
presente de Roma aportaba una curiosa nota de anacronismo indumentario
en este ambiente donde, cardenal y obispos, en "clergyman", no se diferencian
demasiado de su clerecía.
La primera redacción del texto relativo a la "Humanae vitae" era contrario a
la encíclica que calificaba de "inaceptable"; lo cual habría obligado a los obis-
pos, por lo menos, a abstenerse de votar. El texto definitivo, no sin habilidad,
dice así: "la asamblea plenaria solicita un dialogo ulterior con el episcopado
mundial, el Papa, los matrimonios y los expertos, sobre un concepto cristiano del
matrimonio que sea de nuestro tiempo". Por otra parte "la asamblea considera
que los argumentos que suministra la encíclica para rehusar en absoluto los me-
dios artificiales anticonceptivos, no son convincentes", y precisa que "conviene
respetar los factores que determinan la decisión bien ponderada de la conciencia
de los esposos".
La asamblea cree, pues, "que las discusiones sobre la vida del matrimonio no
están cerradas". Por lo cual, en contra de los que deseaban que la asamblea se
expresase de manera tajante contra la encíclica, ha prevalecido una posición más
matizada que los obispos han aprobado unánimemente.
CRITICAS A LA PONENCIA SOBRE LA JUVENTUD
La ponencia sobre la juventud ha sido objeto de fuertes críticas. Lo ha reco-
nocido  el mismo cardenal Alfrink: es necesario organizar el diálogo con los jó-
venes. Una participación más efectiva de los jóvenes ha sido a diversos niveles
del Concilio de pastoral de la Iglesia holandesa, del cual, en verdad, han estado
demasiado alejados. Efectivamente, algunos delegados jóvenes (el más joven de
todos tenía diecisiete años) forman parte de la sala; pero la edad media de la
asamblea no baja de los cuarenta años. De todos modos, ya desde la primera se-
sión, se celebra una asamblea compuesta por jóvenes invitados, que se desenvuel-
ve según la moda más pura de "Sorbona ocupada", con banderines, trompetas.
etc... bajo la mirada benevolente del cardenal Alfrink, mientras fuma tranquila-
mente su cigarro.
ENSAYAR "EXPERIENCIAS"
Otra noción poco habitual es la de la "experimentación". Un texto adoptado
por unanimidad (pero sobre el cual el obispo de Roermond, Mons. Moors, de ten-
Dios nos necesita; pero si antes nosotros nos damos cuenta
que «necesitamos de Dios».
15 (55)
dencia conservadora, se abstendrá de pronunciarse) precisa que "cuando la si-
tuación no aparezca bastante madura para pronunciar un juicio, las autoridades
eclesiásticas deben abstenerse de emitirlo como definitivo, para dejar abierta
la posibilidad de ensayar experiencia". Esta fórmula, muy poco jurídica por
cierto, facilita la posibilidad de un cierto número de pruebas y tanteos —por
ejemplo litúrgicos— donde ello sea posible sin necesidad de que deriven de una
ley general.
A pesar de que la cuestión del celibato eclesiástico no haya sido abordada, ca-
be imaginar que la tesis de la experimentación será defendida por algunos obis-
pos holandeses, en el próximo sínodo, para obtener mayores posibilidades en fa-
vor de los episcopados nacionales, en lo relativo a la ordenación de hombres ca-
sados, o sobre las tareas pastorales que puedan confiarse a sacerdotes ya casados,
EL CATECISMO: UN GUIA SEGURO
Y he aquí un último gesto, simbólico, de la asamblea reunida en Noordwij-
kerhout: expresar su parecer sobre el catecismo holandés (90 votos favorables;
2 contrarios; 7 abstenciones; los obispos no participaron en esta votación), y
declarar que "en su forma original continúa siendo un guía seguro y digno de
confianza". Esta fórmula, de la cual el cardenal Alfrink no ha disimulado "que
gustaba" a los obispos en la medida en que les manifestaba confianza, evita, adem-
ás, pronunciarse sobre las "adiciones" reclamadas por Roma. En cuanto a
esto ha dicho el cardenal que "cuando se mira el catecismo sin prejuicios, se
encuentra en él una expresión de fe cristiana. Pero que puede compararse con
el código de circulación: siempre hay gente que quiere más señales de tráfico".
PRIMAVERA DE LA IGLESIA HOLANDESA
Durante mucho tiempo encerrada en sí misma, la Iglesia católica en Holan-
da, se despierta bruscamente en el mundo, sin perder ninguna de las precaucio-
nes que caracterizan el entramado, muchas veces lento y difícil, de otras igle-
sias europeas. Esta actitud de querer encararse con todos los problemas, de ana-
lizarlo  todo, a veces desconcierta. Pero es preciso decir a los que se irritan por
ello, que por encima de nuestras prudencias seculares, actualmente se vive en
los Países Bajos una experiencia que merece mucho más que una mirada
escéptica.
En general la Iglesia es como son los ojos de quien la mi-
ra. El Señor ya dijo: «Si tu ojo es limpio...» Hay ojos sucios
a los que daña la luz y por eso buscan las tinieblas.
16 (56)
LA «ACCIÓN» DEL P. FERRER
"Alberto Oliveras, del equipo USTEDES SON FORMIDABLES, se
halla gravemente enfermo en la India, con motivo de un viaje que
está realizando allí con el padre Ferrer, con quien salió de Madrid el
pasado día 28 de marzo". Esta noticia recogida de los periódicos, y
el inmediato regreso del popular locutor a España, ha puesto otra
vez, indirectamente, en primera plana la figura del famoso jesuita,
cuya benéfica labor y consiguientes dificultades, son conocidas. Tal
vez lo sea menos "su filosofía", o lo que el insigne benedictino, pa-
dre Mauro M. Boix, viene en llamar "paradojas elementales" y que
tan bien expone en este artículo que reproducimos.
Oír hablar al padre Ferrer, que explica sus experiencias en la India, es en-
contrar otra vez, de alguna manera, las formas originarias del Evangelio. Al pa-
dre Ferrer le gusta hablar, sobre todo si se encuentra envuelto por un clima de
interés y confianza. Su conversación en fluida, ligeramente vacilante a la hora
de elegir ciertas palabras, inicialmente apoyadas en el inglés, mientras se des-
liza el amable buen humor del catalán despabilado, que ha conseguido superar
múltiples situaciones, y las evoca con ojos vivos y palabra cordial, repasando sus
increíbles incidencias. "Es de miedo", dice a menudo. "No os lo podéis imaginar:
es como una novela". Y el ancho gesto de sus brazos, siempre activos, ponderati-
vos, enmarca las pequeñas pausas del relato en unos silencios breves, vibrantes,
envueltos en la sonrisa de una manifiesta, juguetona, complacencia. Contempla-
mos al hombre acostumbrado a actuar en función de multitudes, que es cons-
ciente de su propia popularidad y siente el gozo espiritual de sentirse llamado, él
solo, entre amigos y enemigos, encumbrados a bajos, desvalidos o poderosos, a
ser, como Jesucristo, un signo de contradicción. Porque, en el fondo de todo está,
firmemente, sencillamente, el cristiano.
El padre Ferrer os advierte, desde un principio, que él "ha repensado la teo-
logía". Sobre todo desde el momento que la teología no son los libros, sino la
vida. Y en concreto, la acción, el acontecimiento. Su estimación entusiasta, to-
talmente vital, casi mística, del acontecer, como a suceso divino de la existen-
cia, os conduce fácilmente a pensar en otro jesuita, sumamente discutido. Al pa-
dre Teilhard de Chardin le gustaba tomar la idea de un geólogo, Pierre Termier,
cuando decía que "el acontecer es adorable", y lo glosaba así en una carta: "por-
que tiene el privilegio de ser la forma tomada por la Realidad que nace".
En el principio era la acción, han proclamado modernamente muchos auto-
res, desde Fausto hasta nuestros días, como si enmendaran la frase inicial del
evangelio de San Juan, pero en realidad apoyándose en ella, en tanto que la
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Palabra de Dios es esencialmente Acción. También el padre Ferrer, que ha repen-
sado en la actividad de la vida los viejos libros de su formación sacerdotal, la teo-
logía de acción: que no se hace con palabras, conceptualmente, sino con las
obras. En el acontecer de la vida se nos manifiesta la acción de Dios, pero esta
sobre todo es manifestada, participada, por la acción del hombre.
Propiamente, esta acción, humana, divina, no es más que una: el amor. Ac-
tuamos verdaderamente sobre los demás, sólo cuando les ayudamos a descubrir
el amor fraterno de hombre a hombre, cuando los ponemos en el camino de
amar a todos como a hermanos.
"Los hombres somos hermanos, pero no lo somos", concreta el padre Ferrer
con una de sus frecuentes paradojas. Continuamos también por ahí en los orí-
genes del Evangelio. La fraternidad entre todos es fundamental, esencial, "on-
tológica", puntualiza el padre Ferrer. Pero de hecho no la vivimos. Es preciso
actuarla. Los hombres no somos hermanos porque, en realidad, no llegamos a ser
hombres. La concepción sorprendente, formulada como una paradoja con regus-
to de contrasentido evangélico, es que no hemos de hacernos primero hombres
para acabar siendo hermanos, sino que solamente actuando como hermanos lle-
garemos a ser hombres. De rechazo, al ser realmente hombres nos convertiremos
más plenamente en hermanos.
NO SE TRATA DE RECIBIR, SINO DE DAR
La acción que hermana, la acción propiamente fraterna, es dar. El egoísmo
que se encierra en sí mismo ignorando a los demás, busca solamente recibir. En
cambio, tratamos al otro como a un hermano, cuando nos abrimos a él, cuando
le damos algo con el propósito de ayudarle.
Y reaparecen los contrasentidos: El que solamente desea recibir, el egoísta, es
pobre, porque siempre quiere más y, naturalmente, siempre echa de menos algo.
En cambio, el que da es rico, porque aprende a desprenderse de las propias ape-
tencias y, cuanto más da, más liberado se siente; en el bien del otro, y no en el
bien egoísta, encuentra el propio bien.
Estas son, más o menos bien expresadas, las paradojas elementales que han
desencadenado la acción del padre Ferrer en la India. Está claro que no se trata
de imitar a los ermitaños de aquella primitiva colonia, empleados en pasarse su-
cesivamente, de unos a otros, para mejor gozo del vecino, un racimo de uvas que
alguien había traído, hasta que, terminada la vuelta, era recuperado por el pri-
mero, que había iniciado la vuelta, al recibir el obsequio. De lo que se trata en
realidad es de potenciar los recursos materiales y morales del conjunto, mien-
tras se constituye entre los miembros una cadena de solidaridad fraterna. La
generosidad de cada uno hará mayor el beneficio de todos.
Ya es conocido el procedimiento puesto en práctica por el padre Ferrer: los
pozos. Facilitar un pozo a un hombre, a una familia, significa darles el impulso
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inicial para levantar el propio nivel de vida y hacerles capaces de proporcionar
otro pozo a otro hombre, a otra familia.
Puede decirse que el clásico do ut des, bilateral, del mercantilismo egoísta,
queda proyectado linealmente hacia fuera, siempre en vistas a un tercero: "te
doy para que puedas dar".
UN MILAGRO
Es así como, una y otra vez, el padre Ferrer ha hecho "el milagro", como dice
él mismo, de convertir en económicamente prósperas a familias y regiones ente-
ras, en beneficio también del desarrollo general del país. Su "milagro" econó-
mico, precisa aún el padre Ferrer, consiste simplemente en tener en cuenta un
factor generalmente infravalorado en los libros de economía: el espíritu. Es de-
cir, el hombre impulsado por el espíritu, el hombre convertido de verdad en
hombre por el espíritu de hermano.
APOSTOL DE JESUCRISTO
Ante los hindúes, por naturaleza muy desinteresados, los misioneros cristia-
nos aparecen demasiado preocupados en hacer proselitismo, conversiones, es-
tadísticas bautismales. Parece como si trabajasen más bien en vistas al éxito
apostólico que interesados en hacer el bien a los propios del país. El padre Fe-
rrer se ha sentido siempre fuertemente impresionado por todos los que se lo han
recordado. De donde su atención tan señalada por una base material, Ahora con-
templa con gozo que su actuación misional, más bien de misión que de misiones,
más de aproximación humana y de diálogo, que de conquista, ha sido apoyada
por el Concilio —que por otra parte es solamente un punto de partida— y por
la doctrina de Pablo VI sobre la evangelización de los pueblos subdesarrollados,
Es necesario darse realmente, humildemente, de hombre a hombre, en la
máxima generosidad de un contacto recíproco, sin otros títulos que el de ser
apóstol, no de una civilización bimilenaria, en verdad defectuosa, sino del hom-
bre divino que se ha entregado él mismo para todos. Todos podemos vivir par-
ticipando de su generosidad. La fe en él nos hace máximamente hermanos. Dis-
puestos a dar también la vida por los demás. Sirviéndoles. Hasta donde sea pre-
ciso. Tal vez hasta morir. El apóstol siente siempre la tentación, el anhelo de
ser mártir.
VOLVER A EMPEZAR
Cuando la acción del padre Ferrer, al cabo de años, hizo sentir su influjo no
LAUS se reparte gratuitamente a quien lo solicita. Escriba
al apartado 182, Albacete.
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solamente en la tierra baja de los descastados, sino también entre los miembros
de las castas, surgió el enfrentamiento con el hinduismo oficial. La expulsión,
las protestas multitudinarias, las gestiones insospechadas a altos niveles. Final-
mente, hace bien poco, le ha sido permitido volver a la India; pero a un territo-
rio diferente del primitivo. El padre Ferrer confiesa su alegría al verse tan abso-
lutamente pobre. Y no solamente porque tenía que volver a empezar de nuevo,
Sentía, además, como los ojos de todos estaban puestos en él, con una mirada de
exigencia cargada de recelo, vaticinando fracasos. Amigos y enemigos. Por razo-
nes diferentes, pero coincidentes.
AYUDA FRATERNA
El filósofo Lavelle escribía que "el mayor bien que podemos hacer a los de-
más, no es entregarles nuestra riqueza, sino descubrirles la suya propia", aun-
que con estas palabras no era bastante preciso, bastante completo. Porque, en
realidad, la mejor manera de revelar a los otros su riqueza puede ser, precisa-
mente, comunicándoles la nuestra.
La acción del padre Ferrer en la India, con un designio misionero llevado a la
raíz de la conciencia fraterna, mediante unos procedimientos de realismo muy
concreto, no es más, a fin de cuentas, que una proyección, a nivel muy amplio
y elevado, de nuestro antiguo espíritu gremial, de cálida hermandad... Se trata
de que cada uno afirme su derecho y su deber de ser lo que es y lo que ha de
ser, para ayudar de verdad a los demás a ser lo que son. En todos los campos,
idílicos o crispados, de nuestra vida de hombres, Mejor dicho, de hermanos. Pa-
ra una acción efectiva como la de este hombre que ha hecho tanto ruido y tanto
trabajo en la India.
LAUS DEO
Director: P. Ramón Mas, C. O. Edita: Congregación del Oratorio. - Apartado 182.- Albacete
Imprime: LA VOZ DE ALBACETE, S. López, 14 - 17-4-69. Depósito Legal: AB-103-62.
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