BOLETIN
DEL ORATORIO ALBACETE. |
N.° 85. FEBRERO. 1970. |
CUARESMA BAJA |
Este año, podemos decir
que estrenamos calendario. A consecuencia de lo |
cual nos resulta más
cercana la Cuaresma. Hemos llegado a ella casi sin darnos |
cuenta. Pero está ahí, sin
que el invierno haya dejado nuestra latitud; con el cu- |
chillo del frío todavía en
el cuerpo, con menos posibilidades de dispersión exter- |
na; casi favorecida la
concentración interior, para tomar más en serio, si cabe, la |
verdad y la seriedad de
este tiempo litúrgico, en el que se nos invita, una vez |
más, a la renovación de
las almas, no para reparar desgastes de rodaje —como so- |
lemos a veces imaginar—
sino para crecer en autenticidad de vida cristiana, co- |
mo si otra vez
comenzáramos a vivir de verdad, para que no falte ni generosidad ni |
ilusión al esfuerzo y a la
concentración responsable de la conciencia, que se |
toma en serio eso de
vivir, no ya según el querer de Cristo, buscando la norma de |
su voluntad manifestada,
sino de vivir su misma vida —¿qué otra cosa puede ser |
la "gracia"?—
recogiendo su aliento. |
Hacer, o dejar de hacer
que en nuestras vidas eso no sea solamente poesía |
o pobreza de
reglamentación convencional y despersonalizada, es la tarea que, |
otra vez, nos hemos de
proponer. |
Tarea misteriosa, puente
espiritual de comunicación consciente con Dios; con |
un Dios personal, de
corazón a corazón. No para "convertirlo" a nosotros, para |
que complemente nuestras
apetencias o legitime nuestros ideales o ambiciones, |
sino para
"convertirnos" a Él, para conocer mejor su plan generoso sobre nos- |
otros y sobre todo el
mundo, y entregarnos, entusiasmados, a la tarea divina de |
seguir
"haciendo" –todavía— el mundo, y hacerlo bueno. |
Toda nuestra austeridad y
entrega ha de culminar, espiritualizándonos y com- |
penetrándonos con el
Señor, hacia esta meta. |
La última etapa ―la
última cumbre— será la pascua del Ciclo. |
1 (9) |
EL LENGUAJE MÁS UNIVERSAL |
"La Biblia es, sobre
todo, un libro vivo: es un mensaje vital para todo hom- |
bre. Al encuentro de esta
Biblia para todos los hombres hemos intentado dirigir |
nuestro esfuerzo. En un
mundo tan fragmentado y complejo, poblado de menta- |
lidades tan diversas, la
Biblia sigue siendo el lenguaje universal, que no acepta |
ninguna frontera, que
supera todo monopolio, que se identifica con las espe- |
ranzas más profundas de la
condición humana". |
Estas palabras son del
prólogo de "La Biblia para todos", que acaba de edi- |
tarse por Santillana. Se
trata de la conversión en libro de una especie de catecu- |
menado bíblico que se
llevaba a cabo en la parroquia madrileña de Moratalaz, |
donde el admirable celo de
su párroco Mariano Gamo, ha recogido la base bí- |
blica y espiritual de sus
interesantes experiencias apostólicas, secundado por un |
equipo de colaboradores. |
La principal trayectoria
del libro ha sido la de intentar acercar los textos |
sagrados al hombre de hoy,
teniendo en cuenta la necesaria simplificación del |
lenguaje y un oportuno
paralelismo de la narración bíblica con momentos y si- |
tuaciones actuales. |
Un libro cálido, como
estas palabras de Gandhi: "Si pudiera convencerme |
de que encontraría a Dios
en la cima del Himalaya, iría allá inmediatamente. |
Pero sé que no puedo
encontrarlo fuera de la humanidad...". |
Un libro interesante que
constituye una experiencia de la que se obtendrán, |
sin duda, abundantes
consecuencias, y que ha merecido comentarios muy favo- |
rables dentro y fuera de
España. Es una aportación encaminada a remediar, en la |
medida de lo posible, ese
catolicismo convencional que padecemos, a escala tan |
general, y que es preciso
regenerar volviendo a las fuentes de la palabra de Dios, |
siempre vigente y siempre,
también, demasiado olvidada. |
CONFERENCIAS CUARESMALES |
HOMBRES: El 23, 24 y 25 de
marzo, a las 8'30 tarde. |
Precede la Santa Misa, a
las 8. |
SEÑORAS: Del 9 al 13 de
marzo, a las 4'30 de la |
tarde. Se celebra la Santa
Misa, |
JUVENTUD: El 16, 17 y 18
de marzo, a las 8'30 de la |
tarde. Misa a las 8. |
2 (10) |
¿SOMOS AUSTEROS |
LOS ESPAÑOLES? |
A nivel personal es como,
cada uno, debemos ocuparnos siempre, pero más |
todavía en este tiempo
cuaresmal, en la tarea de revisar nuestros hábitos y nues- |
tras tendencias,
fácilmente desviables a la glotonería de los sentidos y a las mil |
formas, sutiles, del
egoísmo y del orgullo. Pero es cierto que tanto nos influye el |
ambiente que nos rodea,
los modos y las costumbres de los demás, también es |
práctico dar una ojeada de
conjunto alrededor nuestro para no dejarnos llevar |
de las desviaciones que
descubramos. No todo lo que nos rodea es malo; pero |
tampoco es todo bueno.
Veamos, por ejemplo, algunos detalles que nos adviertan |
respecto a la
"austeridad". |
Suponiendo que todos y
cada uno de los españoles, chicos y grandes, dedicara |
una misma cantidad de
dinero a las diversiones, tendríamos que establecer una |
suma igual para todos de
5.000 pesetas anuales, con muy poco error. Este dinero |
se repartiría de la
siguiente forma: el 57 por ciento para el cine, el 9 por ciento |
para el teatro, el 11 por
ciento para espectáculos deportivos, el 10 por ciento |
para toros, el 5 por
ciento para cabarets, el 7 por ciento para bailes y el mínimo |
restante para diversiones
indeterminadas. Es evidente que, por razones de la edad |
y de diversa condición
social, muchas personas gastan menos de las cinco mil y |
otras mucho más. |
El consumo de las bebidas
alcohólicas es también un índice sintomático, pues- |
to que, en todo el mundo,
ocupamos el cuarto lugar entre los pueblos más al- |
coholizados, con tendencia
a aumentar. En este sentido es de alabar la reciente |
disposición por la cual,
cuando sea una mujer la que se emplea en el anuncio de |
tales bebidas, no podrá,
ella misma, aparecer en la acción de beberlas. Bien po- |
co nos parece, cuando se
da el caso de otros países, que blasonan menos de cris- |
tianismo y moralidad
pública que nosotros, pero en los que está totalmente su- |
primida cualquier
propaganda de bebidas alcohólicas, en la Radio y la Televisión, |
como ocurre en Francia y
en los mismos países comunistas. |
En relación con nuestra
tendencia al alcoholismo, existe, entre nosotros, el |
error o el absurdo de
confundirla con el machismo, como si no pudiera entender- |
se la virilidad si no se
empapara en el alcohol. La misma reciente disposición alu- |
dida seguirá dejando a
salvo, y casi confirmando, lo del slogan publicitario tan re- |
3 (11) |
petido de que, beber tal
licor... "es cosa de hombres". Lo que precisamente de- |
genera al hombre, no
debiera ser exhibido, ni comparado, capciosamente, con lo |
que le ennoblece. No cabe
duda de que se trata de justificar, como sea, lo que |
no tiene justificación. |
Las mismas celebraciones
religiosas populares tienen, alguna vez, la desagra- |
dable nota o el
contrasentido del abuso del alcohol. La próxima Semana Santa no |
dejará, una vez más, de
ofrecernos ejemplos próximos y lejanos, que serán triste |
exponente de esa mezcla de
paganismo y superstición perviviente que, con alguna |
frecuencia, aunque puedan
resultar de interés turístico" (?) para los forasteros, |
son de exceso etílico para
los paisanos, nazarenos o simples espectadores. Sin |
que ello impida que sean
anunciadas tales Semanas Santas ―¿"santas"?...― como |
manifestaciones populares
de religiosidad. Puede ser que, con tales anuncios, los |
hoteles, los bares o los
vendedores de golosinas resulten más o menos beneficia- |
dos; pero la invocada
espiritualidad no pasa de desviación pseudo-religiosa, in- |
comprensiblemente tolerada
como tal, si se pretende relacionarla con el Cristia- |
nismo. El Cristianismo, o
el apodo de religiosidad, es nada más que un pretexto |
para la diversión y exceso
paganos. El origen cristiano que pudieran tener algu- |
nas de estas
celebraciones, queda muy diluido y, en gran parte, desviado de su |
genuina motivación
sobrenatural. Tiene poco más que el interés de una feria o de |
un espectáculo folklórico,
trabajosamente envuelto en pretextos o apariencias re- |
ligiosas, que la
ignorancia de los sencillos tal vez no acierta siempre a descubrir y |
que la inteligencia de los
capaces tolera o fomenta por razones que nada pueden |
tener que ver con la
religiosidad. |
No es poco, también aquí,
lo que podemos hacer con nuestro buen ejem- |
plo y con nuestra
sinceridad cristiana, tanto por no dejarnos llevar de la corriente, |
como por señalar las
contradicciones que encierra con el fin de que, quienes pue- |
den poner remedio, lo
hagan en beneficio, no solamente de la autenticidad de toda |
manifestación religiosa,
sino del decoro ciudadano. |
Y, a propósito de
espectáculos, somos, en el mundo, después de Italia, el |
pueblo que tiene,
proporcionalmente a su número de habitantes, mayor número |
de localidades en las
salas de proyección cinematográfica. También, sólo después |
de Nueva Zelanda, el lugar
del mundo donde, en proporción a las ganancias re- |
lativas, se gasta más
cantidad de dinero en diversiones y consumiciones superfluas. |
El balance no es demasiado
alentador. Pero una reflexión, siquiera sea breve, |
v de carácter bastante
general, nos permite tomar conciencia de lo urgente que |
es proponernos una seria
revisión con miras a lograr, privada y colectivamente |
una mayor austeridad. |
Sin duda alguna, y a pesar
de sus mitigaciones preceptúales, la Cuaresma, con |
su espíritu de renovación
interior y sincera, nos brinda, a los cristianos, una opor- |
tunidad para ello.
Despreciarla o disimilarla sería un acto de fariseísmo y falta |
de amor a nosotros mismos
y a los demás. |
Necesitamos ser más
austeros. |
4 (12) |
ES NECESARIA LA
FORTALEZA{T} |
«ES NECESARIO VENCER LA
INDOLENCIA QUE ASAL- |
TA A MUCHOS CRISTIANOS Y
EVITARAR, AL MISMO |
TIEMPO, QUE SU DESPERTAR
SE TRADUZCA EN UN |
ESPIRITU CRITICO,
CORROSIVO Y DEMOLEDOR». |
Son palabras del Papa,
dichas el 14 de este mes de enero, en audiencia ge- |
neral, y que resumimos por
su interés: |
A nadie pasa desapercibido
que esta hora de nuestra his- |
toria está marcada por el
vértigo de la incertidumbre. Vemos |
cambiar demasiadas cosas
alrededor nuestro, y el sentido de lo |
cambiante pasa de las
cosas a los espíritus. |
Creemos ser libres porque
nos deshacemos de lo que ha- |
bíamos aprendido, porque
nos sustraemos a la obediencia y a |
a normalidad, parque
depositamos nuestra confianza en lo |
nuevo y desconocido,
cuando a menudo no nos damos cuenta |
que nos convertimos en
seguidores de ideas ajenas, en imita- |
dores de las modas
impuestas por otros, en gregarios de los más |
osados y alejados del
sentido común. |
Con palabras sencillas hay
que reconocer que un fenómeno |
de debilidad nos acosa,
una inquietud habitual e interior nos |
quita la seguridad, la
satisfacción de lo que somos y de lo |
que hacemos. |
Es verdad que hoy tenemos,
más que en el pasado, la ad- |
vertencia de la gran
cantidad de cosas injustas e imperfectas |
que existen, que resisten,
incluso, prosperan en torno a nos- |
otros; y nos hacemos el
deber de remediarlo y de inventar co- |
sas mejores. Pero
sumergidos en esta turbación, a menudo, |
quedamos desorientados. |
El Papa habla del
reconocimiento que debemos a los que estudian, reflexio- |
nan, miran, enseñan y
guían a los demás, en tales circunstancias, y dice: |
Todavía hay que añadir:
debemos estimar y apoyar a los |
que personalmente, o en el
ejercicio de su propio deber, se |
mantienen fuertes. Que la
fortaleza no es hoy una virtud sufi- |
5 (13) |
cientemente honrada:
supone fidelidad a unos principios, supo- |
ne lógica, supone libertad
personal, supone también con fre- |
cuencia, impopularidad y
sacrificio, supone fidelidad o algún |
compromiso irreversible, a
alguna elección irrevocable, a alguna |
ley indiscutible. |
Se refiere al Concilio,
criterio para hacer con fruto un examen de conciencia |
respecto a las posiciones
del cristiano ante el mundo de hoy y base para enfren- |
tarse, con esperanza, en
su visión providencial. Sin embargo: |
El resurgir promovido por
el Concilio tiende a debilitarse |
en muchos cristianos y en
muchas formas de vida cristiana, la |
indolencia nos vence, la
pereza quiere evitar o disolver cualquier |
planteamiento serio, o
bien se despierta traducida en espíritu |
de critica corrosiva y
demoledora. |
Frente a equivocadas
concepciones mundanas ajenas al carácter sobrenatural |
de la Iglesia, ésta se nos
ofrece como luz que nos acompaña en nuestro camino |
por el tiempo: |
Peregrinos en el tiempo,
tenemos, no obstante, la luz que |
ilumina nuestro andar.
Quisiéramos infundiros el consuelo con- |
fortador que viene de
saber que estamos en el buen camino. |
Lo decimos a vosotros,
Sacerdotes... seguid adelante con- |
fiadamente. valientemente.
Lo decimos a vosotros, Religiosos, |
heridos por las críticas a
vuestra elección magnánima, que ca- |
lifica vuestra vida:
habéis elegido "la mejor parte... que nadie |
os quitará si sois fieles
y fuertes, no temáis. |
Y extiende a los jóvenes,
y a los jóvenes contestatarios, su exhortación a la |
esperanza y a la
fortaleza, con estas palabras: |
p y a vosotros, jóvenes,
empeñados en la contestación: las |
razones de justicia y de
libertad, que os hacen aspirar a una |
nueva, más verdadera y
fraterna vida social, no serán dejadas |
les de lado ni se
paralizarán, con tal que encaucéis el cumulo de |
vuestras energías en el
ámbito de la auténtica vida eclesial; no |
temáis que la Iglesia no
sepa acoger y comprender, y que la fir- |
meza de sus principios
pueda paralizar vuestra vivacidad, sus |
principios son quicios,
pernios que la sostienen en su movimien- |
to, y no cadenas que la
aprisionan, por eso ¡no tengáis miedo!... |
Y concluye: |
Vosotros todos, sois
miembros vivos y santos de la Iglesia; |
no temáis. Por encima del
rumor que hoy se agita, prestad aten- |
ción a la voz segura e
infalible, porque es divina, de Cristo: |
"Tened confianza, que
Yo he vencido el mundo". |
6 (14) |
LAS OVEJAS
"DESNORTÁS" |
Es una expresión manchega,
del campo, de los pastores, cuando se les pierde, |
desorientada, una res, o
cuando la manada, que no ve al pastor o se siente sin |
él, se dispersa espantada,
por camino incierto, sin redil cercano donde recogerse. |
"Desnortás" o
desnortadas, es decir, sin Norte. |
A muchos cristianos, a
grupos de cristianos de nuestra época, les sucede algo |
parecido cuando, en ese
camino que habían crecido seguro, invariable, rectilíneo, |
se alzan, de pronto,
brumas que no les dejan ver al Pastor, o se desatan vientos |
1 que silban más fuerte y
se llevan su voz, antes perceptible. Saben que el Pastor |
es Cristo, y su voz el
Evangelio; Pastor que el ministerio de la Iglesia no cesa de |
señalar, y voz que
recuerda y reproduce a sus fieles, desde siempre. |
¿No sería posible disipar
estas brumas, acallar el silbido furioso de estos |
vientos? |
No es posible. Con un poco
más de fe, lo que parece un obstáculo se con- |
vierte en peldaño de
superación; lo que parece dificultad es purificación. "No |
tengáis miedo", dijo
el Señor, dominador de las tempestades, triunfador de la |
muerte: "No tengáis
miedo". No se trata de ver, tal vez ni siquiera de seguir, |
sino de vivir a Cristo. El
miedo, el "desnortamiento", el pánico de la desorien- |
tación, viene cuando
prevalece la valoración de lo que se ve o se cuenta, por |
encima de la profundidad
de lo que se vive. El Cristianismo no puede ser un |
espectáculo, cuya
apoteosis triunfal precipitamos con nuestros medios, o cal- |
culamos con nuestras
medidas y datos computables, el Cristianismo no crece se- |
gún un desfile creciente
de adhesiones, más o menos externas y descomprometi- |
das. El Cristianismo es
una vida y un fermento que transforma, desde dentro, el |
mundo que toca. Cuando no
es así, no es Cristianismo, aunque lleve el nombre. |
TH Comencemos, pues, por
no impresionarnos por las cosas externas, que se |
dicen y propagan, que
tampoco son tantas ni tan graves, ni mucho menos tie- |
nen el sentido que
pretende darles un cierto sensacionalismo irresponsable y ten- |
dencioso, incapaz de toda
valoración sobrenatural. Y ahondemos en nuestra |
fe, purificándola, porque,
lo que sí es probable, es que esta época venturosa que |
nos toca vivir, pone en
más tensión nuestra fe; pero no para confundirla, sino |
para elevarla, por encima
de actitudes y errores que, la misma juventud del Cris- |
tianismo ―2.000 años
son nada para la Humanidad, aunque sean mucho para |
un hombre— no ha podido
eliminar totalmente del paganismo subyacente por |
donde se extendió. |
7 (15) |
¿COMO ENTENDEMOS LA FE? |
En primer lugar la fe no
es una seguridad para el más allá, una especie de |
"seguro total"
ultraterreno. No es extraño que el hombre, al sentirse tan peque- |
ño, haya intentado, con
prisas, edificarse un sistema de garantías de cara a un |
Dios que teme. Pero es que
una tal actitud desfigura al Dios verdadero. Si hay |
que tener miedo no es de
Dios, sino de nosotros mismos. |
Ni para lo que pensemos
que es un bien, ni para lo que nos parezca un |
mal, la fe no es una
seguridad que nos lo acerca o nos lo evita. La fe es, so- |
lamente, una certeza en
constante crecimiento, un devenir incesante de luz y de |
exigencias deducidas del
testimonio que Cristo nos dio y que nosotros queremos |
dar al mundo, con la vida,
para tomarlo como cosa suya y preparar su reino que |
―cierto―
comienza aquí mismo, pero que no puede acabar aquí. Oscilamos, |
por falta de verdadera fe,
entre estos dos errores extremos: o aplazamos nuestra |
entrega o queremos
precipitar la consumación del reino de Dios confundiéndolo |
―prostituyéndolo—
con los reinos de este mundo. |
No es la fuerza del mundo
sobre los planes de Dios, sino la providencia de |
Dios sobre la vida del
mundo lo que prepara el reino de Dios. |
Mientras, el mundo cambia
sin cesar, y nuestra fe, al contemplarlo, ha de |
esforzarse en comprender
ese devenir incesante a la luz de Dios y secundarlo con |
esta inspiración. Lo cual
obliga a un profundo dinamismo que repugna, muchas |
veces, a la
"seguridad" inmovilista antes apuntada. Deseo de seguridad que |
tiene, con la falta de
visión providencialista, mucho de egoísmo y de pereza. En |
caso de enorme apuro, por
ejemplo, ante alternativas inaplazables respecto a |
Dios, estaríamos más de
acuerdo con hacer algo verdaderamente extraordinario |
y costoso, pero breve, con
tal de conseguir la anhelada seguridad, que no aceptar |
o colaborar pronta y
generosamente con esa espontánea y fluyente eventualidad |
que no cesa, momento tras
momento, de obligarnos a superar, sin pausas dema- |
siado largas, el problema
de ser coherentes con esa luz interior de la fe y apli- |
carla, sin recurrir a la
facilidad de moldes prefabricados, a la vida tal como fluye |
y se nos presenta.
Queremos una seguridad, un amparo, una protección, una de- |
fensa, un premio; pero no
queremos un compromiso que no se pueda medir, ni |
una entrega sin reserva,
ni una fidelidad que lo abarque todo y siempre todo y siempre. |
Seguir, vivir a Cristo, es
salir a campo abierto, fiados en Dios, en el Dios |
que viste sus flores y
alimenta las aves. Fiados en El, porque nos quiere. Y |
andar, porque El está
cerca, en cada cosa, cada momento, en nosotros mismos. |
Y está "como
trabajando", diría san Ignacio, para empujarlo todo a la madu- |
rez de su reino. Y
trabajar con El: "Mi Padre no cesa de trabajar, y yo trabajo |
con El", dijo Cristo.
Lo que en Cristo era misterio de comunión con el Padre, |
en nosotros debe ser fe
viva, actuosa, gracia y vida de Cristo. |
8 (16) |
Otra cosa, aunque lleve
nombre cristiano, es perder el tiempo en sucedá- |
neos de la fe. |
PERDER LA FE |
Lo de perder la fe",
es una frase corriente; pero la fe no se pierde, si real- |
mente se tiene. Los que
débiles o afariseados, nos dicen que "han perdido la fe, |
o que "les han hecho
perder la fe", no tenían idea de lo que era la fe ―y no di- |
gamos experiencia— o han
dado con algo que la fe auténtica les exigía y que ha |
rebotado sobre sus
egoísmos y pecados. En los que atribuyen al prójimo la pér- |
dida de la fe propia o
ajena, suele haber mucho de resentimientos inconfesables |
y de justificaciones
farisaicas que a nadie convencen. |
A lo sumo, eso que dicen
que pierden, tiene que ver muy poco con la fe, |
salvo el nombre. Hay modos
de tener fe" que no pasan de simple sustitución |
al miedo mágico o a la
esperanza supersticiosa de los paganos. Y otros modos |
de tener fe que son
herencia familiar, conveniencia de sociedad o etiqueta oficial. |
Todo esto no es fe. Por
eso, los que dicen que la pierden, si es verdad que pier- |
den algo, pierden otra
cosa. La fe no, porque no la tenían, aunque pudiera darse |
el caso que hubiesen
aprobado su "Religión" en el Bachillerato o incluso en la |
Universidad... |
LO MUTABLE, LO INMUTABLE |
En general, cuando
aplicamos estos dos conceptos a la Iglesia, solemos con- |
fundir las atribuciones
que hacemos en ambos sentidos, y más en particular, con- |
sideramos inmutables cosas
que realmente son cambiantes. Las en realidad muy |
pequeñas variaciones
iniciadas, en nuestra época, principalmente bajo la inspi- |
ración del Concilio
Vaticano II, han cobrado tan exagerada importancia porque |
chocan con la disposición
errónea de inmovilismo que la ha recibido; disposi- |
ción mental que no tiene
nada de evangélica. |
Si no siempre para conocer
mejor a la Iglesia, sí, por lo menos, para cono- |
cer mejor a los que la
juzgan desde estos prejuicios, y por lo tanto, sin cono- |
cerla, sí, decimos,
resulta curioso examinar lo pintorescos que resultan los jui- |
cios emanados desde esa
óptica deformada, en especial cuando procede de sec- |
tores alineados a ideas
que les privan más que la que tienen de su Dios, idea de |
Dios meramente tradicional
y "utilizable". |
Se habla del mundo, de las
turbulencias y agitaciones que lo conmueven, co- |
mo de algo caminando hacia
la catástrofe que escapa, rebelde, a los mismos de- |
signios y control divinos.
Este es un juicio "desnortado". Todo esto, repitiendo |
9 (17) |
las palabras del Señor al
anuncio de la grave enfermedad de Lázaro, "no es |
para la muerte, sino para
que ayude a la manifestación de la gloria de Dios". |
Una visión cristiana y
sobrenatural del mundo ha de reconocer los cambios, |
ahora más rápidos, que va
marcando su evolución. La progresiva aceleración con |
que ésta se produce
demuestra la fidelidad al curso de perfeccionamiento a que |
está sometido, que no
escapa a Dios, sino que es querido por El y puesto como |
ley a su Creación. |
Ese curso cambiante es
admirable, si se observa con fe. Y es, además, en- |
tusiasmador, si la fe nos
suma a su devenir para darle relieve sobrenatural. Si |
no es así, la fe no nos
sirve para la vida, porque no nos compromete con la obra |
de Dios, y por esto,
mentalmente por lo menos, huimos de ella y la maldecimos |
en lugar de bendecirla,
olvidando que constituye, precisamente, el ambiente don- |
de hemos de hacernos
santos. |
Por esto, la Iglesia, en
su dimensión contextual con este mundo que se mue- |
ve, evoluciona con objeto
de poder ser fiel a su misión inalterada y original: |
transmitir el mensaje
evangélico a los hombres. |
Una Iglesia estática no
sería una Iglesia para este mundo, no sería la Igle- |
sia de Cristo. Porque
Cristo es más que un hito válido para introducir una nueva |
serie numérica de años en
la Historia; y la Iglesia es más que la meta de las |
aspiraciones de la
humanidad creyente, satisfecha de "haber llegado", superada |
la oposición del tiempo,
al reino teórico de Dios. Ni hito, ni meta; sino camino. |
Y el camino siempre es
nuevo. |
Por eso la Iglesia camina;
debe caminar. No caminan los muertos. La misión |
de la Iglesia no es
recordar a un muerto, aunque se trate de Cristo, sino de re- |
cordar a un vivo que ya no
muere, y que da vida nueva, abundante, a todos los |
que acepten el injerto
dinámico de la fe en El; a un vivo que nos precede en el |
camino. Que El mismo ha
dicho: "Yo soy el camino". |
La Iglesia no nos distrae
conmemorando y recordando; sino que nos incita |
a movernos, a andar, a
vivir. La inmovilidad es para los muertos. Y Dios es |
Dios de vivos, no de
muertos. |
No es, por tanto, que
Cristo, en la plenitud de los tiempos, apareció y nos |
resolvió todo, dejando,
depositada, esta solución, en la Iglesia, para que la |
guarde y la custodie. La
Iglesia no es un depósito, sino una fuente; la Iglesia no |
es un horno, sino una luz
que se pone en lo alto para que ilumine a todos. La |
Iglesia no vive ni da vida
de lo que guarda, sino de lo que da; lo mismo que |
haría una madre, y por eso
decimos que también es madre. La Iglesia no nos |
puede dar nada guardado,
hecho, cerrado, completo, definitivo, invariable, se- |
guro, estático, con un
automatismo que nos releva de iniciativas y cansancios. La |
Iglesia camina con
nosotros, aureolada con la luz de la fe en Cristo. La Iglesia |
nos transmite, nos da esta
fe y nos acompaña. No es un fin, ni fin es lo que ella |
puede darnos: medios son
los sacramentos, y medio es ella misma; también, fi- |
nalmente, desaparecerá esa
dimensión temporal suya que nos es inmediata. Y |
10 (18) |
desaparecerá después de
haber evolucionado según el ritmo grandioso a que to- |
do lo dimensionable está
sometido, cuando su aproximación al reino de Dios, |
que es eterno, la
amortice. |
Aquí caen, pues, las
seguridades talismánicas, paganas, resabio antiguo de |
conversiones precipitadas,
que dieron sumas de muchas adhesiones a Cristo, |
sin haberle conocido, sin
haber abandonado a los ídolos o habiéndolos sola- |
mente sustituido por el
Dios verdadero, pero achicado a la medida del gusto o |
de las miras no divinas.
Precipitación e inmadurez transmitida, implicitada, |
en las generaciones
sucesivas; todavía no superada, como demuestran ciertos |
"desnortamientos". |
La Iglesia fórmula, la
Iglesia sólo estructura, la Iglesia complemento ideo- |
lógico, es nada más que un
resabio transformado de los cultos y divinidades |
olímpicas, mitológicas,
que Constantino no logró borrar a pesar de su conver- |
sión, por lo demás
retrasada y oportunista, porque no supo aclararse en la duda |
de si la Iglesia le
necesitaba a él, o, al revés, si él necesitaba de la Iglesia. Duda |
que pasó, con los debidos
matices, a los que le sucedieron y fueron grandes y |
se llamaron cristianos,
como Carlomagno, como Felipe II. Duda porque no te- |
nían fe bastante y
creyeron que Dios no podía bastarse. Al quererle ayudar, le |
suplantaron, "se
ayudaron", no purificados, todavía, de las tendencias paganas, |
bárbaras o imperialistas
que hacían, del trato con Dios, otra religión, y de la |
religión un objeto. |
Los objetos, lo
"cosificado", no cambia, porque carece de vida. Los suje- |
tos, lo que tiene vida, sí
cambia, a impulsos del movimiento vital que le anima |
y, de suyo, no es
reducible, como lo cosificado. |
No podemos rehacer la
Historia, ni exigir, para el pasado la perspectiva po- |
sible sólo en el presente
con la visión acumulada de lo vivido que faltó a los |
que nos precedieron;
nosotros, en su lugar, es posible que no hubiésemos su- |
perado los mismos errores.
Pero menos, todavía, podemos pretender que el |
presente sea un regreso a
las imperfecciones pretéritas o una actitud inmovi- |
lista que nos desconecte
del ritmo evolutivo que alcanza a todo lo que no es |
esencial, precisamente
para defender esa esencia: "La Iglesia ha de seguir cam- |
biando para poder
mantenerse siendo siempre la misma", había afirmado el |
oratoriano John Henry
Newman, hace un siglo. |
PRECAUCION |
Ya lo hemos dicho otras
veces, pero no es de más repetirlo, puesto que con |
ello recordamos uno de los
avisos, también repetido muchas veces por el Papa |
y por algunos obispos: es
preciso ser cautos para no ingerir las dosis de derro- |
tismo que, una visión
alejada, cuando no hostil, a los criterios sobrenaturales y |
providencialistas, con que
sólo pueden ser valorados los actos y sucesos de la |
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Iglesia, propina y difunde
de mil maneras. No basta que la Prensa se llame, |
genéricamente, cristiana:
si nos damos cuenta que, a pesar de su blasonar cris- |
tianero, se complace en
destacar noticias ―por lo general incompletas, con sólo |
aparente
objetividad― o comentarios que tienden a desedificar al lector de bue- |
na fe, porque resaltan
defectos o situaciones contrastantes de la Iglesia o de |
sus ministros, no les
demos crédito y sintámonos traicionados en nuestro dere- |
cho a la información
imparcial y honesta. Estas informaciones o comentarios |
así destacados, obedecen a
tácticas difamatorias "desnortadoras". La imperfec- |
ción de la sociedad en que
nos movemos las hace inevitables; procuremos, sin |
embargo, andar precavidos.
Los que abiertamente se proclaman incrédulos no |
perjudican tanto a la
Iglesia como los falsos cristianos que ―profesionales de |
la desorientación— se
complacen en sembrar la duda y alegrarse de todo lo que |
pueda lastimar el cuerpo
de Cristo, que es la Iglesia. Falsos cristianos porque |
exhiben su fe, cuando ello
les favorece en otros planos que nada tienen que ver |
con lo espiritual, pero
que arañan a la Iglesia cuando ésta se les escapa de su |
control o manejo. |
Pero no basta con la
precaución de evitar malas y tendenciosas informa- |
ciones. Sería una actitud
solamente negativa. Es preciso estar informados, en lo |
posible, y seguir, con
toda la verdad, la vida de la Iglesia, por eso aconsejamos |
utilizar, aunque escasos,
aquellos medios que tenemos más a nuestro alcance |
para disponer de una
información competente y honesta respecto a todo lo que |
se refiere a la Iglesia de
nuestros días. |
Entonces veremos que la
promesa de Cristo a su Iglesia, no sólo se man- |
tiene, sino que se produce
en medio de este mundo, con perspectivas hermosí- |
simas de un futuro de
hermandad entre todos los hombres, superior a las fórmu- |
las ensayadas hasta aquí
por tantos procedimientos, algunos de los cuales más |
que oponerse al verdadero
Cristianismo, lo han imitado solamente de manera |
fragmentaria, o la han
purificado para que, el reino de Dios, paso a paso, se |
vaya haciendo cercano. |
La Iglesia se mueve,
camina hacia ese reino, que no es como los reinos |
del mundo. |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas C.
O. Edita: Congregación del Oratorio - Apartado 182.-Albacete |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE S. López, 24. 24-2.70 Depósito Legal: AB-103-62. |
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