BOLETIN
DEL ORATORIO ALBACETE. |
N.º 86. MARZO. 1970. |
RESPONDER A DIOS |
Cristo nos llama a lo
largo de toda nuestra vida. Nos llamó al principio en |
el bautismo y también más
tarde; obedezcamos o no a su voz, de manera miste- |
riosa, nos sigue todavía
llamando. Si faltamos a las promesas del bautismo, nos |
llama al arrepentimiento;
si nos esforzamos por cumplir nuestra vocación, nos |
impulsa siempre hacia
adelante, de gracia en gracia, y de santidad en santidad, |
mientras nos dure la vida. |
A todos se nos llama sin
cesar de una cosa a otra, siempre para ir más |
lejos, "que no
tenemos aquí morada permanente" (Hebreos, 13, 14), sino que |
vamos subiendo hacia lo
eterno, amoldándonos a una disposición de Dios sólo |
para disponernos a recibir
otra. Nos llama constantemente a fin de justificar- |
nos sin cesar, y sin cesar
hacemos más santos y más capaces de participar de |
su gloria. |
Sería estupendo comprender
esto. Pero somos lentos en darnos cuenta de |
esta gran verdad: que
Cristo camina en cierto modo como entre nosotros y con sus |
manos, sus ojos y su voz
nos impulsa a seguirle... |
Sucede que, entre las
ideas que son en sí buenas, algunas lo son sólo en |
parte, otras son
imperfectas, otras andan muy mezcladas con el mal; y una sola |
es la mejor. La verdad es
una sola, la verdad perfecta: nadie sabe cuál es, tal |
vez ni los que la posean.
Pero Dios sí la conoce, y nos va conduciendo hacia |
esta sola y única verdad.
Conduce a los redimidos, impulsa a los elegidos, a |
cada uno y a todos, hacia
el único y perfecto conocimiento y obediencia de |
Cristo, aunque no sin su
cooperación, sino por incitaciones que deben ser se- |
cundadas; si no lo son,
pierden su rango y se regazan en su camino. |
O también sucede algo que
nos fuerza a tomar partido por Dios o contra |
Dios; porque el mundo nos
hace una oferta tentadora, o porque se nos amenaza |
1 (21) |
con algún reproche o
descrédito, o porque se nos piden sacrificios, o bien tene- |
mos que decidir y confesar
dónde está el error y dónde está la vanidad. Lo |
cierto es que aunque
contamos con lo necesario para obrar como Dios querría |
vernos obrar, lo hacemos
sumidos en el temor y perplejidad. No vemos claro |
nuestro camino, no
adivinamos el resultado de cuanto hemos hecho, ni qué in- |
fluencia tendrá sobre el
conjunto de nuestras ideas y de nuestra conducta; y, |
sin embargo, las
consecuencias pueden ser muy importantes. Una leve acción |
que se nos pide
repentinamente, que decidimos y ejecutamos casi al instante, |
puede ser la puerta de
entrada al segundo o tercer cielo; el paso a un estado de |
santidad más elevado, a
una visión de las cosas más conforme con la verdad que |
la que hasta entonces
teníamos. |
Hay una cosa cierta:
algunos hombres se sienten llamados a cumplir debe- |
res graves y a realizar
grandes obras, mientras que a otros no parece que se les |
exigen. Ignoramos la
razón: quizá porque los no llamados traicionan la llamada |
por haber sucumbido en
pruebas anteriores, porque fueron llamados y no obe- |
decieron; quizá porque
Dios, aunque a todos da su gracia, no elige a todos para |
lo mismo. Lo cierto es que
ocurre así: uno ve cosas aparatosas que permanecen |
ocultas a otro, o tiene
una fe más grande, un amor más ardiente, una inteligen- |
cia espiritual más
desarrollada. Pero sea como sea, nadie tiene derecho a tomar |
como ideal de su santidad
el ideal inferior de otro. |
No temamos, por lo tanto,
al orgullo espiritual, cuando seguimos la lla- |
mada de Cristo, si le
seguimos con verdadero celo. Si nuestro celo es auténtico |
nos faltará tiempo para
entretenernos en comparaciones con el prójimo: la in- |
quietud sobrenatural que
suscita es incompatible con el orgullo. El celo busca, |
simplemente, hacer la
voluntad de Dios. Y dice con sencillez: "Habla, Señor, |
que tu siervo
escucha" (1 Samuel, 3, 9); "Señor, ¿qué quieres que haga?"
(He- |
chos, 9, 6). |
JOHN HENRY CARD. NEWMAN C.
O. |
en Parochial and Plain
Sermons VIII, 2. |
VIERNES SANTO |
8 DE LA MAÑANA |
VIA-CRUCIS |
POR EL PARQUE |
2 (22) |
"VIDA NUEVA" |
CRECE |
La revista "VIDA
NUEVA" cre- |
ce en suscripciones: en el
último año |
han aumentado, en total,
en un 32 por |
ciento. |
Nos alegramos, porque
estamos |
convencidos del bien que
hace esta |
puntual y meritoria
publicación sema- |
nal de la P.P.C. |
Pero, especialmente, nos
alegramos |
por razones todavía más
próximas: en- |
tre todas las provincias
españolas, ha |
sido la de Albacete
―solamente prece- |
dida por la de Lugo―
la que ha alcan- |
zado un porcentaje mayor
de nuevas |
suscripciones; casi el
doble en relación |
al año anterior, puesto
que ha sido el |
86 por ciento. Esto
demuestra el cre- |
ciente interés que aquí se
siente por se- |
guir, día a día, la vida
de la Iglesia, y |
el acierto en elegir un
cauce sano y |
digno de confianza, tanto
más indispen- |
sable cuando por otros
medios se di- |
funden noticias mutiladas
o tendencio- |
sas y, por lo tanto,
desorientadoras o, |
por lo menos, panfletarias
y cultiva- |
doras del sensacionalismo
consumista |
y cotillero. |
También nos causa gozo
poder pen- |
sar—si se nos permite que
una pe- |
queña parte de este
aumento puede ser |
la respuesta a las
recomendaciones que, |
desde estas mismas páginas
de LAUS, |
hemos repetido con cierta
frecuencia, |
para que nuestros amigos
se suscriban |
a "VIDA NUEVA",
convencidos del |
beneficio y satisfacción
que en dicha |
revista encontrarían. |
Si ya tiene la suerte de
recibir, ca- |
da semana, "VIDA
NUEVA", hable |
de ella y enséñela a sus
amigos, y aní- |
meles a que se suscriban.
Ya conoce las |
señas: PPC-Acebo, 54.
- aparta- |
do 19.049.– Madrid (16). |
SEMANA SANTA |
¿Días de vacaciones? |
¿De relajamiento? |
¿De turismo?.. |
Si, para los paganos. |
Sin embargo, un cristiano |
debe aprovecharlos para |
meditar y agradecer a
Cris- |
to, su Redención. |
Un cristiano acude al |
templo y participa en el
cul- |
to que le acerca a los
mis- |
terios del Señor. |
¿Eres cristiano o pagano? |
3 (23) |
SACERDOCIO |
Hace algunos meses, el
cardenal Pellegrino, arzobispo de Turín, no dudaba |
en señalar el relieve
positivo que encerraba, en nuestros días, el interés o "cu- |
riosidad" despertado
por los hechos eclesiásticos y, más especialmente, por el |
sacerdote católico.
"A pesar de todos los equívocos, decía, esta curiosidad de- |
muestra que en la
conciencia de los hombres de hoy el sacerdote ocupa un pues- |
to relevante". La
dificultad con que se tropieza, cuando se le observa y critica, |
depende, en buena parte,
de que los que miran al sacerdote no saben ponerse |
siempre en el punto de
vista exacto para juzgar su realidad y, en general, la |
realidad religiosa. |
Con independencia de la
fundamentación evangélica del sacerdocio cristia- |
no—que es a la que habría
que referirse en todo momento, existen imágenes |
históricas, no solamente
eclesiásticas, sino paganas y judías de las que no se e- |
stá totalmente purificado
y, a través de las cuales, se mira y confunde la verda- |
dera realidad cristiana.
Puede seguirse, a través de la historia de la Iglesia, to- |
dos los esfuerzos que, a
partir del Evangelio, se han realizado para acercarse |
a esta realidad: el celo
de los pastores, la vida de los santos, las órdenes reli- |
giosas y los movimientos
que despertaron nos lo atestiguarían. A pesar de todo, |
el sacerdocio cristiano se
mueve en medio de una realidad humana, que le con- |
diciona e influye, a la
vez que también él influye y penetra esta misma realidad |
en evolución, marcada ya
inevitablemente por el cristianismo. Aunque se erijan |
criticando o atacando a la
Iglesia, cada vez que al hacerlo también defiendan |
ideas de
"libertad", "igualdad", "fraternidad",
"paz", "justicia", "unión", "pa- |
tria universal",
"hermandad de todos los hombres", y otras, no pueden hacerlo |
sin reproducir ideas
cristianas, bien que no explicitadas. Al final, inevitable- |
mente, los caminos
volverán a encontrarse. Lo dijo Cristo: "Otros vendrán de |
Oriente y
Occidente...". |
SACERDOCIO PAGANO |
Primitivamente, las
funciones cultuales y proféticas eran realizadas por |
los jefes de los clanes o
tribus, o por carismáticos esporádicos. En la civilización |
agrícola, al tener que
dividirse el trabajo, surgió la "clase" sacerdotal. Era com- |
petencia de la misma
ocuparse de los mitos, del derecho y de la organización |
de la vida social. Función
muy relacionada con el ejercicio del poder; y como |
el poder va unido a la
riqueza, el sacerdocio pagano constituía una clase rica. |
Presidía; pero estaba
separado del pueblo, no sólo por esta diferencia social |
4 (24) |
―el pueblo siempre
ha sido pobre— sino de acuerdo con la tendencia a la separa- |
ción acusada entre lo
considerado sacro y lo profano: el mundo era considerado |
cada vez más impuro y
dependiente de fuerzas misteriosas y fatales. En medio |
de esta visión pesimista,
la clase sacerdotal, y solamente ella, tenía acceso a lo |
sagrado y desde allí
ejercía su poder mágico. En realidad, era el reflejo de la si- |
tuación del mundo,
anterior a Jesucristo: un mundo roto, separado de Dios. |
SACERDOCIO JUDIO |
El sacerdocio judío,
frente al pagano, supone un cambio trascendental: en el |
existe un poder personal
de Dios, de modo que el hombre no puede disponer |
de sí mismo de manera
mágica: es él el que está a disposición de Dios y abierto |
totalmente a su poder.
Ciertamente que el sacerdocio judío no estará libre de |
las tentaciones paganas;
pero la profecía lo advierte y salva de caer, una y otra |
vez, en el sacerdocio
mágico-ritualista del paganismo. |
Existe además, una visión
optimista de lo sagrado: todo el pueblo de Israel |
es "el pueblo santo
de Jahve". Ello no obstante existen limitaciones, como la |
de una casta sacerdotal
vinculada a la tribu de Leví, al linaje de Aarón y a la |
familia de Sadoc (el sumo
pontífice); existe, todavía, la separación entre sagrado |
y profano; el ejercicio
del poder no está ajeno a la institución sacerdotal, de |
modo que, cuando
desaparece la monarquía es la clase sacerdotal la que toma |
el poder total sobre el
pueblo y da lugar al régimen teocrático. |
SACERDOCIO DE CRISTO |
En el Nuevo Testamento se
nos presenta una figura de Cristo radicalmente |
diferente de la del
sacerdote judío: Jesús no pertenece a la casta sacerdotal ni |
a la tribu de Levi,
aparece independiente del poder sacral tanto como del políti- |
co; se opone a una
interpretación abusiva de la Ley: posee una dimensión pro- |
fética inaudita y habla
con el poder de Dios; rompe la anquilosis farisaica y es |
rechazado como un cuerpo
extraño por los que habían "organizado" la predi- |
lección divina de su
pueblo. |
Se trata de un sacerdocio
único y eterno; es El este único sacerdote. No |
ofrece en sacrificio cosas
materiales ni externas: se ofrece a sí mismo y se da |
por amor. Este amor causa
la reconciliación del mundo con Dios. El mundo ya |
está salvado, el pueblo ya
puede penetrar en el santuario, y desaparece, así, la |
separación entre sagrado y
profano, porque ya todo queda santificado, porque |
toda la vida, como dirá
San Pablo (Romanos, 12, 1), entera, se hace materia de |
sacrificio y todo el
pueblo se hace pueblo sacerdotal, profético y señor. |
5 (25) |
Pero, para el servicio de
este pueblo sacerdotal ha de existir un ministerio |
visible, desde el mismo
inicio de la vida de la Iglesia. El Nuevo Testamento, sin- |
gularmente el libro de los
Hechos de los Apóstoles, nos habla de este ministe- |
rio que fue la primera
figura histórica del sacerdocio cristiano. Esta figura sa- |
cerdotal, administradora
de los beneficios inmutables obtenidos por Cristo, irá |
evolucionando en matices
importantes, aunque no esenciales a su carácter ra- |
dical; evolución
arriesgada, pero benéfica, asociada vehicularmente a la exten- |
sión del reino de Cristo,
que no es como los reinos de este mundo. |
LA HISTORIA |
La última figura histórica
que ha llegado hasta nosotros de este ministerio |
O sacerdocio cristiano es,
en conjunto, la que salió del concilio de Trento, por- |
tadora, ciertamente de
muchos valores contingentes estimables, positivos, pero |
que, a medida que ha
prosperado la gran crisis de secularización del mundo, |
también ella ha entrado en
la necesidad de evolucionar, a pesar de los cuatro si- |
glos de actitudes
prevalentemente defensivas", hasta desembocar en el Conci- |
lio Vaticano II, el cual,
por un lado, habla de la función profética del ministerio |
sacerdotal y, por otro,
del sacerdocio de los fieles. |
La figura tridentina,
"barroca", del sacerdote como persona relevante en la |
sociedad, como personaje,
desaparece; desaparecen igualmente ciertas funcio- |
nes sociales con los
honores y privilegios que les acompañaban; desaparece la |
apariencia de casta
comprometida con el poder político, desaparece el altar que |
sostiene al trono. Se va,
en cambio, hacia una presencia" o inserción en la |
vida: se trata de una
opción de la Iglesia (basta repasar la Gaudium et Spes), |
que está más de acuerdo
con el fundamento evangélico. Se camina hacia una |
figura de sacerdocio
cristiano que vive más cerca de los hombres, no para mun- |
danizarse, sino para ser
"sal de la tierra". |
Después de la Pascua de
Cristo ya no hay razón para separaciones, excepto |
el pecado. Y se vislumbra
un pluralismo de figuras que, lejos de reducir la efi- |
cacia del ministerio
sacerdotal cristiano, la enriquecerán notablemente. |
Basta leer despacio el
sermón de la montaña, o meditar en las tentaciones |
del desierto, que venció
el primer Sacerdote Cristo, para darse cuenta de lo que |
ha de ser el sacerdocio de
hoy. Caen conceptos paganos, anacronismos judíos y |
polvo de los siglos; pero
cada vez es más nítida, si la referimos al Evangelio, la |
figura del sacerdote. |
ANTES DE JUZGAR |
Los que se atreven a
juzgar y a exigir a los sacerdotes de hoy, que miren |
cerca, en su misma casa,
en su familia; que revisen su conducta, sus ideas, sus |
6 (26) |
palabras y deduzcan si,
como consecuencia de la rectitud que las inspira, puede |
allí despertarse una
auténtica vocación entre los que todavía no han elegido ca- |
mino en la vida. |
Consagrarse a Dios es
todavía más hermoso hoy, que siglos atrás, cuando |
lo hicieron San Benito, o
San Francisco, o Santo Domingo, o San Felipe, o San |
Bernardo, o Santa Teresa,
y tantos otros. Estos dígase lo que se diga, no hu- |
yeron del mundo, sino que
lo santificaron. Y cran épocas parecidas a la nuestra, |
que llamamos de crisis. |
LA MUJER SACERDOTE, |
¿POR QUÉ NO? |
No podríamos tener otra
cosa que admiración, para el culto y piadoso sa- |
cerdote florentino, Divo
Barsotti, cuyas obras espirituales son bastante conoci- |
das, especialmente en
Italia, y que causaron, veinte años atrás, innegable buena |
impresión en aquella
promoción sacerdotal. Su libro "Il mistero cristiano |
nell'anno liturgico"
marcó un hito de profundidad en las corrientes litúrgicas de |
la patria de Dante, tal
vez no superado en otras obras posteriores, aunque muy |
interesantes, como
"Meditazioni sulla preghiera" o "Verso la visione". |
Divo Barsotti se asoma,
con frecuencia, a diarios y revistas católicas. En |
estos días, precisamente,
acabamos de leer uno de sus últimos artículos, titulado |
"Il fondamento della
vocazione al Sacerdozio", que nos ha causado sorpresa, y |
no por la postura que
sostiene, sino por la argumentación esgrimida. Pensamos |
que se trata de una
réplica apresurada a la ya conocida proposición holandesa |
relativa a la ordenación
sacerdotal de la mujer. Decimos apresurada, porque, de |
no mediar la urgencia de
concurrir al tema debatido, no comprendemos, en la |
calidad del escritor, que
pueda considerar suficientes las solas razones que adu- |
ce, en apoyo de su tesis
contraria a la ordenación femenina. Su tesis no satisface |
como conclusión de un
razonamiento; sino que parece, más bien, un apriorismo |
que luego intenta
razonarse, apresuradamente. El caso es que, el artículo de don |
Divo Barsotti ha adquirido
cierta instantánea celebridad, incluso fuera de Ita- |
lia, debido sin duda,
también, al contraste con que concurre en ese debate que |
la Prensa ha hecho
rápidamente famoso. |
Pero el tema no es nuevo.
Podríamos reproducir palabras, casi proféticas, |
de nuestra Concepción
Arenal; palabras tristes, inteligentes. Más cerca en el |
tiempo, podríamos
reflexionar sobre las palabras del Concilio Vaticano II: "Co- |
mo quiera que en nuestros
días las mujeres tienen una parte cada vez más acti- |
7 (27) |
va en toda la vida de la
sociedad, es muy importante que aumente su partici- |
pación en los diversos
sectores del apostolado de la Iglesia". Y más concreta es, |
todavía, la resolución
adoptada el 17 de octubre de 1967, en el III Congreso |
para el Apostolado de los
Laicos, celebrado en Roma, en la que se declara |
"convencido del lugar
que corresponde a la mujer dentro de la Iglesia", y |
formula "el voto de
que se concedan a la mujer todos los derechos y todas las |
responsabilidades del
cristiano en la Iglesia Católica, y que se emprenda, con |
toda seriedad, un estudio
doctrinal sobre el lugar que corresponde a la mujer |
en el orden sacramental y
en la Iglesia". |
No ha pasado mucho tiempo;
pero estudios doctrinales positivos si han |
aparecido algunos;
contrarios, que sepamos, solamente breves disquisiciones co- |
mo el artículo de
referencia. |
"No tenemos más
remedio que reconocer que Jesús no llama a las mujeres al |
ministerio, no comunica a
las mujeres la misión que ha recibido del Padre", afir- |
ma Barsotti. Hace un
análisis del sacerdocio del pueblo cristiano y del sacer- |
docio ministerial. Aquél
comprende a todos, también a las mujeres; éste solamente |
a los hombres, "por
voluntad positiva de Cristo", que, por lo tanto, "la Igle- |
sia no podría
cambiar", porque es la voluntad positiva de Cristo y no la igual- |
dad de naturaleza" en
que debe apoyarse "el fundamento de la dignidad sacerdotal". |
Pero, en el Evangelio, la
manifestación de esta voluntad positiva de Cristo, |
de manera concreta y
singular se da solamente en la elección de los doce, que |
resulta que cran hombres.
A las mujeres, explícitamente, ni se las llama ni se |
las excluye. En toda la
conducta de Jesús respecto a ellas y en la de ellas res- |
pecto a Jesús) no
encontramos nada que pueda significar discriminatorio u ob- |
jetable a la
"dignidad sacerdotal". Sería fácil, pero demasiado largo, detallar, |
desde el Evangelio, los
aspectos reivindicativos de Cristo frente al concepto dis- |
criminatorio y hasta el
desprecio de los judíos para la mujer: y otro tanto, desde |
las primitivas comunidades
cristianas, respecto a la discriminación pagana de |
sexos. |
La realidad de la
encarnación de Cristo implicaba el condicionamiento de la |
cultura, del ambiente
social y de las tradiciones, más aptas o menos aptas, para |
recibir, inmediatamente o
más tarde, el mensaje de redención universal. Parece |
más obvio admitir que,
realísticamente Cristo hubo de tener en cuenta aquellas |
circunstancias sociales de
su mundo, porque allí la mujer no habría podido ejer- |
cer misión pública alguna
de enseñanza, de gobierno o de culto. Y, puestos a ad- |
mitir, admitamos también
que, hoy todavía, es posible que no hayan cambiado |
tanto las mentalidades, lo
cual, si explica que la mujer siga siendo considerada, en |
tantos aspectos, como un
ser humano de segunda clase, no justifica en modo al- |
guno, desde el punto de
vista cristiano, que podamos resignarnos, y mucho me- |
nos colaborar, con el
mantenimiento de tal discriminación. Si son las circunstan- |
cias y las mentalidades,
habrá, necesariamente, que luchar por cambiarlas, con |
8 (28) |
el fin de que los planes
de Dios sobre la humanidad, sean universalmente realizables. |
Bueno es que observemos lo
que Cristo hizo, pero teniendo en cuenta sus mo- |
tivos reales; sin
atribuirle jamás elecciones caprichosas, sólo porque así quedara |
más patente que es su
voluntad. Si apuráramos el hecho de la elección de los doce, |
tendríamos que concluir
que, por la misma razón que eran varones los elegidos, |
como también cran judías,
en adelante judíos y varones tendrían que haber sido |
los sujetos del Orden.
Podríamos llegar a suponer que, la profesión de carpintero, |
es un estado de
perfección... |
Es verdad que, salvada la
esencia del sacramento, en lo que Cristo no haya |
determinado, la Iglesia,
como admiten los teólogos, tiene poder para determinar. |
Tal vez éste sería uno de
los puntos. Pero sospechamos que no llegará a pronun- |
ciar, más allá de lo que
pueda ser un estatuto disciplinar, la exclusión de la mu- |
jer en este sacramento. Y
si llega a pronunciarse en este sentido, cuando más |
tarde otros analicen las
razones, descubrirán que, todavía en nuestra época, ape- |
drearíamos a las adúlteras
y dejaríamos en paz a los libertinos. |
Si el Evangelio no
excluye, no excluyamos nosotros. |
EL ANTICLERICALISMO, |
ANTES BURGUÉS QUE MARXISTA |
"Negar la existencia
de Jesucristo |
es contradecir
conclusiones científicas |
universalmente
admitidas", acaba de |
afirmar la revista
soviética "NOVY |
MIR", con palabras
del investigador |
soviético Koublanov. Y
añadía: "La |
propaganda atea de los
años 1920-40, |
ha equivocado el camino,
al seguir ser- |
vilmente las tesis
anticlericales burgue- |
sas contra la existencia
de Jesús |
Casi como decir que lo
peor que el |
comunismo haga, respecto
al cristia- |
nismo, no le es original. |
Lo sabíamos. Anterior al
ateísmo |
marxista se ha dado, y
persiste, el |
ateísmo burgués. Sin este
precedente |
le habría sido muy difícil
teorizar con- |
tra la idea de Dios, y más
concreta- |
mente contra el
cristianismo occidental, |
a Marx y a los comunistas.
No importa |
que luego aquellos ateos
prácticos se |
profesaran, corrompiendo
conceptos, |
"defensores" de
la religión. ¿Defen- |
dían a la religión, o se
defendían con |
la religión? |
No se puede negar,
globalmente y |
sin más, la buena fe,
incluso en el error, |
de los que la han
defendido o la han |
atacado. Y mucho menos
cuando lo |
hayan hecho deponiendo
toda acción |
violenta, porque entonces
el Evangelio |
9 (29) |
Mismo les justifica. Sin
embargo, en to- |
dos los casos no ha
existido esta bue- |
na fe. Y ha sido posible,
y es todavía |
posible, sin demasiado
esfuerzo, com- |
probar el daño que han
hecho y hacen |
a la sencillez de tantos
creyentes, los |
que, sin profesarse
enemigos de la reli- |
gión, y hasta a veces
alardeando de de- |
fensores, la comprometen y
procuran |
maliciosamente
desprestigiarla cuando |
"ya no les sirve para
sus intereses te- |
rrenos, avariciosamente
apoyados en |
tantas inseguridades
humanas, hasta |
quererlas reforzar con la
apariencia |
sacralizadora de su
pseudo-religión. |
Estos han sido los
maestros del |
ateísmo marxista. |
TELEGRAMAS |
Hace algunos días, una
ilustre personalidad eclesiástica se asomó a la pan- |
talla de TVE para dirigir
un mensaje a los católicos españoles. La ilustre perso- |
nalidad pintó ante los
televidentes un negro panorama de la situación actual de |
la Iglesia. Y como
conclusión pidió que Instituciones, organismos y particulares |
de la "católica
España" dirigieran al Papa ―¡pobre y solitario Papa!―
telegra- |
mas de adhesión. Parece
que la ilustre personalidad eclesiástica se asomó a la |
pantalla a eso: a pedir
telegramas. |
Ante el televisor, fresca
aún la imagen del ilustre eclesiástico, no pudimos |
menos de hacernos una
serie de preguntas que transmitimos ahora a nuestros |
lectores. |
¿De quién partió la idea
de este mensaje" peticionario de telegramas? En |
la presentación del
"mensajero" se dijo que era hombre "muy cercano al Papa". |
¿Significa eso que se
trata de un hombre "que está en los secretos pontificios |
y por tanto es poco menos
que un "enviado especial"? ¿Partió la idea del mismo |
Vaticano? ¿De TVE? ¿De
algún organismo oficial? Preguntas que se quedan |
sin contestación y que
arguyen un estado de confusión lamentable. |
Tratamos de imaginar la
reacción del "buen cristiano de la calle" : un dig- |
natario vaticano que viene
a dar un grito de alarma y a sugerir, casi oficialmente, |
la solución: enviar
telegramas de adhesión al Papa para que se sienta menos |
solo, más apoyado por
todos los "buenos". Imaginamos al "buen cristiano |
corriendo a la oficina de
telégrafos más próxima para decir... (pero, ¿qué de- |
cir telegrama? Lenguaje
deportivo: "Cuente conmigo, Santidad". |
Lenguaje fervoroso:
"Siempre estaremos con la Iglesia de Dios". Lenguaje...). |
Nos resulta demasiado
sospechoso el partido" que determinados órganos de |
difusión están sacando al
actual clima de tensión. Los mismos órganos que tan |
poco interés dedicaron al
Concilio y tan pocas armas batieron ante manifesta- |
ciones del Magisterio
eclesiástico como las encíclicas "Mater et Magistra" y |
"Populorum
Progressio". |
10 (30) |
Sospechamos ―¿nos
pasamos de listos?— que tras todo esto no son intereses |
puramente religiosos los
que se mueven, sino trastiendas que no pueden tener |
cabida en ningún índice
del Evangelio. |
Por supuesto, después de
la emisión televisiva nos quedamos sin saber en |
carácter de qué acudió a
los estudios la ilustre personalidad eclesiástica. Por- |
que traer de Roma a
alguien "muy cercano al Papa" para que pida telegramas |
**de consuelo" a los
españoles, nos parece, en el mejor de los casos, un recurso |
que no tenemos más remedio
que lamentar. Y sin ánimo de ofender a nadie nos |
atreveríamos a preguntar:
¿tiene noticia el Papa de esta "solemne" llamada a |
la conciencia tradicional
de España, de esta incitación a ser "consecuentes con |
la historia
"defensiva" de nuestro catolicismo"? |
España ha debido superar
su "complejo" de defensora de la Iglesia, adalid |
de Occidente, hija
predilecta del Papa… y demás calificativos historiados que |
disimulan muy mal un
orgullo poco cristiano. |
De lo que debe tratarse no
es de "defender" sino de "vivir". Vivir intensa- |
mente el compromiso
evangélico con todas sus consecuencias. Ahí está el mejor |
servicio a la Iglesia, al
Papa, a Cristo. Es decir: a la Verdad. |
Revista VIDA NUEVA, número
720 |
UNA VOCACIÓN |
POR CADA VEINTE CATÓLICOS |
En Yamanashi (Japón) entre
una población de 780.000 |
habitantes, existe una
comunidad de 925 católicos. De ella |
han surgido, y existen
actualmente, 47 vocaciones entre hom- |
bres y mujeres; es decir,
una vocación por cada veinte |
católicos. |
Cabe preguntarse si, donde
hay demasiados» católi- |
cos, ha de ser menor la
generosidad. Porque Dios sigue |
llamando en todas partes. |
11 (31) |
SEMANA SANTA |
DONINGO DE RAMOS |
Mañana, a las 9-45.
BENDICION DE RAMOS, desde el portal de la |
primitiva capilla; acto
seguido PROCESION; al regresar, SAN- |
TA MISA, en la iglesia
mayor, que permanecerá cerrada hasta |
la entrada procesional de
los fieles. |
Las demás misas se
sucederán según el horario de costumbre: |
11 y 12 de la mañana y la
vespertina de las 8. |
JUEVES SANTO |
Tarde, a las 8. MISA DE LA
CENA DEL SENOR. |
El Monumento podrá
visitarse solamente hasta la medianoche |
de este día. |
VIERNES SANTO |
Mañana, a las 8.
VIA-CRUCIS por el Parque. |
Si el mal tiempo lo
impidiese, se celebraría en el interior de |
la iglesia. |
Tarde, a las 8. ACCION
LITURGICA DE LA PASION Y MUERTE DEL |
SENOR: Lecturas, Pasión
según San Juan, Oración de los fieles, |
Adoración de la Cruz,
Comunión. |
SABADO SANTO |
Noche, a las 11. VIGILIA
PASCUAL: Bendición del fuego y del cirio |
pascual. Pregón pascual.
Lecturas, Letanías, Renovación de las |
promesas del Bautismo,
segunda parte de las Letanías, Santa |
Misa. |
DOMINGO DE PASCUA |
Las MISAS, se celebrarán
según el horario acostumbrado: 10, 11 y |
12 de la mañana y la
vespertina de las 8. |
Los fieles que hayan
comulgado en la Misa de la Vigilia Pas- |
cual, pueden hacerlo
laudablemente en la del día de Pascua. |
El lunes, martes y
miércoles de Semana Santa tienen el horario de |
los días laborables, es
decir: celebración de la Santa Miss a las 7.45 |
de la mañana y a las 8 de
la tarde. |
La iglesia se abre siempre
media hora antes de la de comenzar |
los cultos. |
LAUS DEO |
Director: P. Ramón Mas C.
O. Edita: Congregación del Oratorio - Apartado 182.- Albacete |
Imprime: LA VOZ DE
ALBACETE S. López. 24. 18-3-70 Depósito Legal: AB-103-62. |
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