BOLETIN DEL ORATORIO ALBACETE.
Nº 93. FEBRERO. 1971.
REVISAR COMPROMISOS
Dentro de la Iglesia, la Liturgia, no sólo es alabanza de Dios y actualización
del misterio cristiano, sino también su pedagogía, introduciendo nuestra vida
en la vida de Cristo, para desarrollarlo en nosotros. Si nos limpiamos de mor-
bosidades sentimentales y de fantasías enajenadoras, y aceptamos este con-
tacto con Cristo en lo profundo de nuestra vida, nos daremos cuenta que sus
exigencias invaden todas las posibilidades de nuestro ser y nuestro vivir y que
las hacen fecundas de bien. Ya no podrá ser cuestión de "evitar el mal" —de-
fendernos (?) de Dios—, ni siquiera de "hacer el bien" —casuística del mérito—,
sino de "ser" buenos con el solo Bueno, que es Dios. Todo se hará profunda-
mente sencillo... y absolutamente comprometido.
La Cuaresma nos invita a esta interiorización; bien que sea preciso no con-
fundirla con un replegamiento individualista, con el egoísmo de lo sobrena-
tural por objeto. Es todo lo contrario, porque lleva a comprometernos con la
obra de Dios, que está ahí, en el mundo inmediato a nosotros, en este tiempo,
en este lugar. Los santos lo entendieron y lo vivieron así, por más que, tantas
veces, cuando hemos pretendido recordar sus vidas o interpretar sus pensa-
mientos, hayamos cometido enormes deformaciones que les deshumanizan y,
por lo tanto, "descristianizan" hasta convertirlo en nuevos héroes u ídolos de
una mitología imposible de legitimar con la invocación retórica de la Cruz,
En realidad faltos de generosidad, y hasta faltos de inteligencia, preferimos
partir de las cosas para ver qué nos dice Cristo de ellas, en vez de partir de
Cristo para mirar el mundo y las cosas a través de sus ojos y tratarlo todo
como él lo hizo y quiere hacerlo, todavía, por nuestro medio. El paganismo
añadía Dios o los ídolos, a la vida; el Cristianismo toma la vida desde Dios,
para Dios, por medio de Cristo, Incorporados en su misterio.
¿Lo entendemos así? ¿Y lo entendemos para vivirlo, no los demás, sino yo
mismo, así? Ya vemos que, de este modo, no le va bien la idea de "religión" al
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Cristianismo, porque es una idea heredada del paganismo y manoseada, t-
odavía, por los paganos de siempre. El Cristianismo es más que una religión,
porque no adjetiva la vida, sino que la Informa. El paganismo —incluso, natu-
ralmente, el paganismo cristiano— ha contado, cierto, con el misterio en su
relación con lo divino; pero ha sido un misterio contemplado, admirado, a ve-
ces solamente decorativo. Dei Cristianismo sería poco afirmar solamente que
cuenta con él, porque es cabalmente "el gran misterio", el gran designio de
Dios con los hombres, que vincula la humanidad a Cristo.
Si la Cuaresma ha de ser, principalmente, un repaso a nuestra actitud cris
liana, como si tuviéramos que aceptar, de nuevo, las enseñanzas de la Iglesia
en orden a disponernos para recibir el Bautismo, ya se comprende que no pue-
de bastar con cumplir o imponerse algunos ayunos y reducir el desperdicio de
tiempo en frivolidades o el mal gasto del dinero o revisar el descuido, que
muchas veces es verdadero pecado de injusticia, con que atendemos a nues-
tros deberes: todo lo cual y muchas otras cosas por el estilo, no solamente
son a propósito en Cuaresma, sino en todo tiempo; pero no basta.
Si consentimos en dejarnos llevar de la mano de la Liturgia, en la oración
que ella inspira, en los sacramentos a que nos dispone y comunica, en el acer-
camiento a Cristo, personal y vivo; si redescubrimos el Evangelio y remode-
lamos nuestro corazón con su mensaje, podremos hacer verdaderamente pro-
vechoso este tiempo de gracia. Y cuando desde nuestra compenetración con
Cristo miremos el mundo, no será para huir de él, ni para refugiarnos en Dios,
sino para comprometernos con la verdad y la fuerza de Dios a fin de exten-
der la Redención y hacerla universal, como es voluntad de Cristo. Sin que ello
pueda ser una tarea fácil, porque el mundo teme el mensaje cristiano —la le-
vadura de los fariseos y la levadura de Herodes", es decir, los falsos y los po-
derosos—. Pero esta oposición no puede dar otro resultado que el de purificar
y hacer más auténtico el valor del Cristianismo aceptado y vivido.
Sería imprudente apasionarnos por las cosas sin radicarnos primeramen-
te en Dios; seria cobarde refugiarnos en Dios para huir de las cosas. Las cosas,
el mundo necesitan de Cristo. Vayamos a Cristo, "cristianicémonos" y luego
Influyamos, con nuestro Bautismo de hijos de Dios y hermanos de Cristo,
como levadura evangélica en la gran masa distraída que espera la Redención,
ser bautizada. Y volvamos siempre a Cristo para no convertir nuestro men-
saje en "otra" distracción, porque paganizaríamos el Cristianismo.
La vida del cristiano no es moral por oposición al vicio y al crimen, ni religiosa
porque acepta creer, ni renovada porque se opone al hombre viejos. Es una vida
espiritual, dentro del amor, que atrae y es aceptado; es una vida disponible, santa
y santificadora. Cristo continúa santificando, desde dentro de nosotros, con nosotros
a través de nosotros, por nosotros, hasta tanto que consiga el fruto de la semilla que
ha sembrado.
JOHN HENRY NEWMAN, C. O.
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UN PROGRAMA
Cuaresma es una invitación a la
conversión. En la antigüedad tenia es-
te fin, cuando los cristianos no hereda-
ban de sus padres su inscripción cris-
tiana, sino que entraban en el Cristia-
nismo por propia convicción ante la lla-
mada del Evangelio. Conviene, a pesar
de nuestro Bautismo precedente, si real-
mente lo hemos ratificado, que consi-
deremos esta actitud de la Iglesia pa-
ra que no folkloricemos la austeridad
con que se nos presenta y a la que nos
exhorta, y que recordemos, además, que
la Cuaresma era tiempo para dispo-
ner el retorno a la vida de fe de los
que no habían perseverado de acuer-
do con las exigencias bautismales. Por
lo tanto, para todos, tiempo de llamada
y de revisión del Bautismo.
La penitencia corporal ha quedado
reducida hasta el mínimo de lo sim-
bólico: la Iglesia, nos recuerda, simple-
mente, la necesidad de dominar, sin
ser dominados, nuestras apetencias co-
diciosas y sensuales. Sí, hay que hacer
penitencia, incluso corporal, para que
el espíritu esté mejor dispuesto a la
agilidad que le conviene para pensar y
meditar en Dios, y para vivir, por la
gracia, de su amistad
Es indispensable escuchar el Evan-
gelio y la Santa Escritura en general;
entrar en trato con Dios a través de
sus palabras y hacerlas vida en la
nuestra.
Es indispensable, para poder enten-
der, mientras se escucha, prescindir
del ruido desorientador del mundo; in-
cluso de ese mundo que pretende en
tender de Dios y de su Iglesia, malé-
volo y acusador, insidioso y falso, ca-
paz de aturdir a los débiles "para que
no crean" o para que, en todo caso,
crean solamente de un modo remota-
mente cristiano, equivalente a defor-
CUARESMA:
tiempo para
revisar la fe
y renovar
la vida.
Asiste a
CONFERENCIAS
CUARESMALES
maciones mitológicas enajenantes y
domesticables.
Pensamos que la Santa Misa es el
mejor lugar para este encuentro men-
tal y sacramental con el Señor, a con-
dición de prestar atención a la selec-
ción de su Palabra, para "guardarla
luego en el corazón" y hacerla tema
del trato con Dios y estímulo para la
vida.
Suele haber, en este tiempo, en casi
todas las iglesias, tandas o series de
predicaciones que los sacerdotes ofre-
cen a las almas deseosas de renovación
espiritual. Haremos bien en elegir la
que nos resulte más a propósito, según
lo que consientan nuestros deberes y
convenga a nuestra mentalidad de
cristianos. Evitemos afanes de noveda-
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des y curiosidades vanas y aceptemos
el bien que se nos hace como una gr-
acia de Dios. Seamos constantes, pun-
tuales, reflexivos, generosos.
Pero, sobre todo, comencemos por
mirar a nuestra propia vida: no ya pa-
ra asegurar su fidelidad al Evangelio
por medio de una serena austeridad
que se lo facilite, sino también a nues-
tros deberes concretos, en especial
cuando estos deberes no los hemos de
llevar a cabo frente a la coerción vigi-
lante de los demás, que es donde sole-
mos fallar, preocupados, como anda-
mos, más bien de parecer buenos o de
quedar bien, que de ser buenos o de
hacerlo todo bien, mirando a Dios y no
à los hombres. Deberes profesionales,
deberes de familia, de amistad; debe-
res de justicia y de caridad cristiana...
Sólo así será bendecido nuestro es
fuerzo, y santa la Cuaresma
{T>} La fe no es una herencia,
Ni una costumbre,
ni un resorte,
ni un privilegio,
ni una cultura...
¿Por qué tantas veces la confundimos con eso, individual y colectivamente?
Repasa tu fe: tus convicciones, tu vinculación consciente con
Dios. Se cristiano, o deja de serlo, pero no hagas el juego
de salirte cuando quieres criticar, y entrar de nuevo
cuando piensas pedir.
Ni renegado, ni aprovechado. Ni recortador acomodaticio de
la fe.
Vive, trabaja, cultiva tu fe, con el mismo afán que eres o se-
rias capaz de dedicar a las codicias —dinero, cargos,
honores, seguridades, privilegios...— que la enturbian,
No te quejes de los tiempos, ni de los sucesos que, mal enten-
didos, podrían turbarle. Precisamente es la nuestra una
época maravillosa para tener fe, con tal que no la confun-
damos, a pesar de las tentaciones, con otras cosas que no
tienen nada que ver con ella, ni con el Evangelio.
Busca y vive esa verdad. Y la verdad, como dijo Cristo, le hará
libre.
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"¡COSA DE HOMBRES!"
También de las cifras se pueden deducir reflexiones moralizantes. Y, aun-
que no es de un solo tiempo la necesidad de cometer a revisión nuestra con-
ducta, no cabe duda que la Cuaresma ofrece ocasión propicia para descender
algunos detalles prácticos y concretos, que nos pueden hacer pensar: con-
vencidos, sin embargo, de que muchas más cosas podrían someterse a examen,
en orden a la depuración de vicios personales o de malas costumbres colectivas.
En nuestros días llama poderosamente la atención el fenómeno aparente-
mente moderno de los alucinógenos, estupefacientes y otras drogas cuyo 150
amenaza la salud física y moral de la juventud, por lo menos en ciertos me-
dios. Pero el sensacionalis1.o con el que se presenta la aparición de este he-
cho nos parece desproporcionado al lado de la poca importancia que se da a
otro fenómeno que le es parecido, que adquiere proporciones mucho más am-
plias, de arraigo endémico en algunos casos y de consecuencias verdaderamen-
te nefastas, aunque la fuerza de la costumbre haya logrado aminorar nuestra
sensibilidad y nos haya incapacitado para la alarma, cuando en realidad ten-
dríamos sobrado motivo para reaccionar y encararnos con un mal social que
ya, no solamente nos amenaza, sino que nos depaupera física y moralmente.
Nos referimos al alcoholismo.
Todos hemos podido comprobar los carnavalescos desmanes de los que han
de traducir toda fiesta, santa o no santa, en juega y borracheras: Navidad,
Año Nuevo, San "Reventón". Semanas Santas (?), etcétera. Por esto, mientras
ignoramos el grado de importancia que puedan tener para el futuro el uso de
las drogas entre nosotros, lo que si es cierto es que, ahora mismo, la tiene el
reflexionar sobre el alcoholismo.
ALGUNAS CIFRAS
Si sacamos la media de los datos que facilita anualmente el Instituto Na-
cional de Estadística, llegamos a la conclusión de que España produce, en lí-
neas generales, el tercio de lo que produce Francia y la mitad de lo que pro-
duce Italia. España es el tercer productor, con un resultado anual —prome-
diando las cifras de la última década— de unos 30 millones de hectolitros. Sin
ser excesivamente maliciosos podríamos suponer ligeramente rebajadas las ci-
fras, dada la propensión endémica a la ocultación de datos por temor al fisco.
Por otra parte las exportaciones no son tan importantes, en relación con las
importaciones también alcohólicas de licores de alta graduación, de manera
que, suponiendo que cada español se bebiera la parte proporcional que le co-
rrespondería, algunos años nos tocarían cien litros por cabeza.
Podemos adelantar, por lo tanto, en el supuesto de una graduación media
de los vinos en 13 grados por ciento de alcohol puro, y la más alta gradua-
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ción de los licores (45 por ciento el coñac, 50 por ciento la ginebra...) con la
mínima de la cerveza (3 por ciento), que el consumo de alcohol puro "per cá-
pita" en España ha de establecerse alrededor de 12 litros por año. Es evidente
que este exponente aumenta considerablemente al descontar el número de
personas abstemias, por su edad, condición o costumbre: los bebedores verda-
deramente asiduos son menos de la mitad, los cuales consumen, por lo tanto,
más de treinta litros de alcohol puro por año... En algunos casos esta cifra
puede representar, sin duda, una apreciación muy por debajo de lo real. Si
tenemos en cuenta que al sobrepasar el límite de 20 a 30 litros, el alcohol co-
mienza a ser una verdadera amenaza para la salud física, mental y para la
descendencia del individuo, la alarma no es infundada.
En Europa solamente nos aventaja Francia, con un 20 por ciento de su
población alcoholizada; luego vamos nosotros y, detrás de nosotros, Italia, a
pesar de producir el doble que nosotros. Para los que defienden la utilidad de
las bebidas alcohólicas como estimulantes térmico-fisiológicos, les conviene no-
tar que los países fríos, paradójicamente, nos siguen a gran distancia: Alema-
nia, Suecia, Dinamarca, por ejemplo, consumen, proporcionalmente, la cuarta
parte de lo que bebemos los españoles.
Las cifras que proporcione cualquier estadística, pueden ser impugnadas
casi siempre si se toman como exponente de exactitud rigurosa; no admiten
más rigor que el indicativo de la aproximación; pero, así y todo, no es posible
despreciar su valor significativo.
CAUSAS DEL ALCOHOLISMO
Fuera del mismo individuo, podríamos comenzar lamentando que los es-
tímulos para la bebida sean mayores que los de la necesidad de beber: en
cualquier núcleo de población, grande o pequeño, podríamos entretenernos cen-
sando bares, tabernas y establecimientos similares, y nos daríamos cuenta del
conjunto de intereses que juegan alrededor del alcohol. Además, si diéramos
un repaso a toda clase de propagandas a él dedicadas y el espacio que ocupan
en todo el conjunto publicitario, descubriríamos también la despreocupación
y la frialdad con que la codicia humana ha montado negocios sostenibles y
rentables solamente a base de despertar necesidades o apetencias a costa de
la flaqueza o de la ignorancia del público. Pero todas estas consideraciones nos
llevarían al terreno de la moral publicitaria que, como toda moral que se refiera
al dinero o que tenga repercusiones colectivas, solemos ser propensos a margi-
nar en nuestra sociedad poco, muy poco más que aparentemente cristiana.
Bástenos ahora esta indicación.
Si buscamos una causa personal, es decir, en el mismo individuo, tal vez
podríamos condensarla en esta palabra: "aburrimiento". Aburrimiento del que
se encuentra o se siente solo: aburrimiento y soledad; soledad que busca, en
la taberna, en el bar, en la cafetería, a otros "solos", incapaces, por lo común,
de disolver uno y otro esa barrera de aislamiento, que allí se intenta olvidar
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o disimular alrededor de un vaso de vino o de un "cuba-libre". Soledad que se
Amodorra para no ceder & la tristeza, pero soledad que no se vence, que re-
sucita más triste...
¡Qué duda cabe que esta soledad surge especialmente en el corazón del des-
arraigado, que ha tenido que abandonar su ambiente, o que se siente Incom-
prendido, o que es incapaz de ideales!..
Pero también es, muchas veces, la soledad del egoísta, del perezoso, del re-
sentido, del aprovechado, que no ha sabido, o no le han enseñado nunca a con-
siderar la vida como una realización gozosa de sí mismo, pero para los demás;
por eso no ha podido saborear jamás la única pequeña verdadera felicidad que
cabe a los mortales, y busca la enervante de los excitantes fáciles y fatal-
mente engañosos.
Cuando no existe la verdadera y honesta estima de sí mismo ni respeto a
la dignidad de los demás, no puede sorprender, tampoco, la fanfarronada de
la embriaguez consciente y ostentosa, a la que, entre los dados a la bebida,
sólo algunos son propensos.
La embriaguez, en muchas partes de nuestra geografía, es juzgada con des
precio, con severidad parecida a la que se dispensaría al ladrón. En otras par-
tes se es más indulgente respecto a ella, y no faltan zonas donde, en determi-
nados ambientes, se la considera como un detalle de hombría (?): lugares ha-
bría donde sería difícil encontrar a demasiados jóvenes de más de 20 años que
no se hubiesen embriagado, por lo menos alguna vez. Esta claudicación popu-
lar frente a valores éticos tan elementales, también es una de las causas na-
turales que facilitan adictos jóvenes al alcoholismo.
El cual, para que sea verdadero, no necesita precisamente que siempre al-
cance el estado de embriaguez. Modernamente, por decirlo de alguna manera,
se ha tecnificado el uso y el abuso de las bebidas alcohólicas: en algunos sec-
tores decrece el consumo del vino vulgar, pero se introduce el más elegante
de los licores densos en alcohol. El principio es, muchas veces, el esnobismo, que
acaba en vicio y necesidad.
Algunos señalan, también, como causa del alcoholismo la necesidad de "eva-
sión" provocada por el agobio de conflictos familiares, laborales, económicos,
sociales, afectivos...
También puede serlo la herencia. Como es sabido, el alcoholizado no sola-
mente sufre en sí mismo las consecuencias lesivas de su enfermedad, sino que
las transmite a su descendencia y, con ellas, la proclividad al alcoholismo.
LA IGNORANCIA. LA PUBLICIDAD
La mayoría de abusos se cometen por ignorancia, no siempre exenta de
responsabilidad, no siempre libre de esa pereza primaria, cómplice de todo
retraso cuando no existen —por lo menos en apariencia— los estímulos de egoís-
mo. Pero ignorancia al fin. Se tiende, en general, a exagerar los beneficios (?)
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estimulantes del alcohol y a disimular sus funestos efectos, no solamente in-
mediatos, sino persistentes y hereditarios, que depauperan físicamente al in-
dividuo, desequilibran su personalidad psíquica y degeneran la descendencia.
... Y junto a esta gran ignorancia popular, la propaganda! Propaganda tan-
to más eficaz cuanto más desprevenidos encuentra a sus destinatarios: pro-
paganda moralmente inadmisible, porque nada puede justificarla, por más sim-
páticos que puedan parecer sus recursos, como ese tan explotado de la "hom-
bría", cuando lo verdadero es precisamente lo contrario, aunque no pasáramos
del nivel humano en esta aserción.
Pero es que somos cristianos.
{A>} CONFERENCIAS CUARESMALES
JUVENTUD: El 15, 16 17 y 18 de marzo, a las 8,30 de la
tarde. Misa a las 8.
SEÑORAS: Del 29 de marzo al 2 de abril, a las 4'30 de
la tarde.
HOMBRES: El 5, 6 y 7 de abril a las 8'30 de la tarde.
Precede la Santa Misa, a las 8. {<A}
LAUS DEO
Director: P. Ramón Mas, C. O. Edita: Congregación del Oratorio. - Apartado 182.- Albacete
Imprime: LA VOZ DE ALBACETE, S. López, 24. 24-2-71 Depósito Legal: AB-103-62.
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