Boletín
del Oratorio de Albacete. |
Núm. 118. DICIEMBRE. Año
1973. |
SUMARIO |
PALOMAS picassianas como
símbolo de la paz. Pero, |
además, y sobre todo,
lealtad a Cristo y a los hom- |
bres para anunciarla; gozo
por los mártires y los |
perseguidos que la
proclaman; buena voluntad para |
recibirla, y riqueza de
imaginación para edificarla, ven- |
ciendo el miedo, superando
las tristezas —las debilidades― |
de todas las violencias.
Conmemoraciones significativas: |
«Pacem in terris»,
«Derechos de los hombres». Siempre la |
paz: de la justicia, en la
libertad, con la verdad, para el |
amor, desde el amor. |
ADVIENTO |
DERECHOS DEL HOMBRE,
CRIATURA DE DIOS |
MONS. PEDRO CASALDÁLIGA,
POETA |
NO SÓLO POESÍAS |
EL MENSAJE DE LA PAZ |
HALCONES Y PALOMAS |
CUANDO LA CARIDAD ES
CLANDESTINA |
«HE OÍDO EL CLAMOR DE MI
PUEBLO» |
LEXISMO Y SEMÁNTICA |
LA FE NO ES UNA EVASIÓN |
1 (137) |
ADVIENTO: |
tiempo de esperanza, |
de historia abierta |
TENER esperanza significa
es- |
tar preparado en todo
momen- |
to, estar atento a todo lo
que |
quiere nacer para acogerlo
y |
cuidarlo, sin llegar nunca
a actitudes |
de desesperanza si el
acontecimien- |
to, el nacimiento que se
espera, se |
retrasa. |
Quien espera favorece
todos los |
signos de la nueva vida;
colabora sin |
desmayar en el
advenimiento de lo |
que está en condiciones de
nacer. |
Cuando muere la esperanza,
en ese |
mismo momento se trunca la
vida |
y todo lo mejor que ella
tiene. La |
esperanza anida en la
dinámica más |
profunda del ser humano y
avanza |
acompañada de la fe y la
fortaleza. |
La historia está abierta.
Es la ho- |
ra de despertar de este
sueño de |
pereza en que nos hemos
sumido; es |
hora de concretar las
tareas adven- |
ticias, de rescatar este
tiempo de sus |
limitaciones puramente
cronológi- |
cas devolviéndole la
esperanza libe- |
radora en acción. |
Tenemos que acercarnos y
apro- |
ximarnos al adviento en
actitud de |
redefinirle para nuestro
hoy; y esto |
significa tomar conciencia
de que |
vivimos enmarcados en una
larga |
marcha por la liberación,
en una |
etapa de progreso hacia el
Reino de |
Dios en su manifestación
definitiva. |
La historia nunca se ha
clausura- |
do; nunca ha dado marcha
atrás; |
nunca ha cedido a impulsos
de la |
desesperanza. La historia
ad-viene |
todos los días y siempre
de forma |
nueva, con nuevos
amaneceres. |
La historia avanza por
etapas, |
camino de un futuro
siempre nuevo, |
al hilo de la promesa de
Dios que no |
se agota detrás de cada
aconteci- |
miento histórico, sino que
está abier- |
ta hacia horizontes sin
descubrir. |
La historia y el hombre
están |
inacabados, por eso es
posible el |
adviento; la historia y el
hombre |
viven en provisionalidad,
en trance |
de plenitud, pero sin
haber llegado |
a esa plenitud de una vez
para siem- |
pre, por eso es posible
caminar sin |
descanso hacia la
planificación; la |
historia y el hombre se
sitúan en un |
compás de procesualidad,
por eso es |
posible la esperanza; la
historia y el |
hombre viven en el
horizonte de una |
palabra pronunciada no
para un |
pasado estático ni para un
presente |
que anochece, sino para lo
porvenir; |
la historia y el hombre
son trama de |
libertad, de igualdad
fraterna, de |
justicia y de
construcción, por eso |
es posible emprender la
conquista |
de estas promesas que
todavía no |
son realidad; la historia
y el hombre |
son proyecto, por eso es
posible |
aterrizar el proyecto en
la praxis |
real. |
Cada hombre que trabaja
con |
esperanza y con espíritu
de futuro |
va poniendo los pilares y
los cimien- |
tos de una liberación que
nunca cede |
a los desánimos, ni a las
represiones |
que imponen los señores
del mundo, |
ni a las persecuciones. |
Cada hombre que cree en
sus |
hermanos y espera la
llegada defini- |
tiva de Cristo va
colocando, conscien- |
te o inconscientemente,
unas bases |
para el nacer y el crecer
de un futuro |
original más libre que el
pasado, |
más justo que el presente. |
Cada hombre que se ha
tomado |
en serio la vida —no sólo
la suya, |
sino también la vida de
sus herma- |
nos— es capaz de luchar
con decisión |
y con optimismo para que
se hagan |
realidad las aspiraciones
más pro- |
fundas de la humanidad. |
J. J. Tamayo Acosta |
2 (138) |
LOS DERECHOS DEL HOMBRE, |
CRIATURA DE DIOS |
Ante las injusticias: |
la tentación de los
ultrajados es la violencia, |
la tentación de la Iglesia
es el silencio |
SE HABLA tan a diario de
injusticias, que podría parecer que se trata de |
algo nuevo, propio de
nuestro tiempo. Pero no cuesta ningún esfuerzo |
demostrar que tanto las
violencias físicas sobre los cuerpos, como las |
morales e intelectuales
sobre las almas, vienen padeciéndose, bajo otras formas, |
desde antiguo. El hambre,
las cárceles, las torturas, las guerras, que han maltra- |
tado al hombre, que han
diezmado la humanidad, son nuevas solamente en sus |
manifestaciones,
evolucionadas, perfeccionadas. Y lo mismo las opresiones |
sobre los espíritus: las
ideologizaciones impuestas, las informaciones tenden- |
ciosas, fragmentarias o
simplemente falsas, las manipulaciones de la opinión |
pública a través de los
monopolios de comunicación, las restricciones injuriosas |
de la libertad que, cuando
inciden en el aspecto intelectual y espiritual del |
hombre, constituyen, en
frase del Papa Pablo VI, «la peor de las tiranías». Ocu- |
rre que el mismo
desarrollo de la vida humana se hace ambivalente: frente al |
progreso positivo de la
madurez de la humanidad, no excluye la multiplicación |
de los problemas que el
mismo progreso plantea al tener que ser participado |
por todos, como
responsabilidad y como beneficio. El progreso, por sí solo, no |
elimina las debilidades
humanas, no resuelve sus vacilaciones, no cura de todas |
las ignorancias, ni redime
del egoísmo, capaz de tantas brutalidades y raíz de |
las injusticias y
falsificaciones de las que el hombre no se acaba de poder salvar, |
aunque haya cada vez un
sentido general más agudo para descubrirlas y una |
más viva exigencia que
reclama la corrección y la reparación de todo mal, sea |
material o sea del
espíritu. |
Hoy, como siempre, la
injusticia, el pecado, está de parte de los estáticos, |
de los que se cierran, en
la práctica, al desenvolvimiento, al crecimiento del |
hombre, como ser temporal,
social, inteligente y, por lo tanto, espiritual; de |
los que, paralelamente a
su desarrollo, no admiten la reflexión, la discusión |
razonada, la crítica leal,
la superación de las durezas y defectos reconocibles, |
el cambio en favor del
hombre, total en su ser natural y total en el conjunto de |
la humanidad. |
En teoría nadie se atreve
a negar la dignidad humana ni los derechos anejos |
a la misma. En la práctica
asistimos a grandes conculcaciones y a escandalosas |
y pactadas hipocresías. |
3 (139) |
felicidades |
y la gracia |
con la paz |
del Señor |
para |
todos |
nuestros |
amigos |
y lectores |
en esta NAVIDAD |
El hombre, en el lugar y
en el tiempo, tiene derecho a la vida: al alimento |
—no faltan alimentos:
falta el repartirlos mejor—, al cobijo, a la seguridad, a la |
integridad. El hombre, ser
social, ser para la convivencia, necesita poder vivir |
relacionado, organizado y,
al mismo tiempo, necesita sentirse y ser libre. El |
hombre, «para alimento de
su inteligencia, decía san Agustin, necesita de la |
verdad» y, por lo mismo,
tiene derecho a ella, a saberla, a buscarla, a comuni- |
carla. El hombre, ser
espiritual, debe ser respetado en lo más profundo y sagrado |
de su dignidad, porque
pertenece al Creador. |
Sí, todo hermoso y
aceptable mientras se mantenga sólo en los principios; |
pero todo difícil y
problemático si se ha de llevar a la realidad. Adhesiones, |
proclamaciones,
aceptaciones solemnizadas no faltan. Muchos se honran con |
ellas, aunque la práctica
desmienta luego lo proclamado. Nadie quiere pasar |
por enemigo del hombre,
por despreciador de su libertad, por burlador de la |
4 (140) |
veracidad. Pero la
realidad de cada |
día nos descubre la
existencia pe- |
rsistencia del engaño, de
la mentira, de |
injusticia, la opresión y
el desprecio |
hacia los que carecen de
fuerza física |
o de poder económico, que
suele ser lo |
que más se respeta y, en
no pocas |
ocasiones, lo único que se
respeta. |
Llegados a esta situación
surge la |
tentación de la violencia,
como único |
recurso de autodefensa,
por parte de |
los débiles Vejados, los
miserables, los |
marginados u ofendidos.
Hay otras |
tentaciones, como puede
ser la del |
pacto de la adulación, a
cambio de la |
cual se pueden alanzar
sucesivas cer- |
tificaciones y hasta
alguna forma de |
participación en el botín
de la tiranía: |
aprovechados y rastreros
se avienen |
a ella. Y hay la envidia
rencorosa, el |
resentimiento de los
vengativos silen- |
ciosos, de los
oportunistas retrasados, |
capaces únicamente de
poner remedios |
a base de imitaciones
deterioradas de |
lo mismo que pretenden
remover, pues |
carecen de imaginación. |
No es difícil descubrir
estas actitu- |
des en el mundo de hoy,
debatido entre |
injusticias, deseoso,
necesitado de paz. |
Pero la verdadera paz la
ofrece |
solamente el Evangelio. Es
una paz |
difícil, pero verdadera.
Una paz que |
algunos confunden con la
inhibición, |
hasta con el silencio, con
la "pruden- |
cia" natural de las
políticas humanas. |
Es verdad que el Evangelio
no ofrece |
técnicas concretas, pero
sí verdades |
claras, nada difíciles de
concretar. Y |
es en la fe, en el anuncio
constante de |
estas verdades —anuncio
que resume |
el contenido primario y
esencial de la |
misión de la Iglesia, sin
el cual todo el |
resto sería traición al
encargo recibido |
por Cristo— donde la paz
se basa y se |
ofrece al mundo, y uno
como la paz |
del mundo». |
La Iglesia no tiene armas:
ni las |
fabrica, ni las compra, ni
las vende, ni |
—sería sacrilegio— las
bendice. Su |
arma, dice san Pablo, «es
la Palabra». |
Esta Palabra «es eficaz
para dar la |
salvación y la paz. Es una
palabra de |
verdad y de justicia, no
declamatoria, |
sino para hacerse
concreta. Cuando la |
Iglesia la dice, entera,
es salvadora y |
libertadora; pero los
violentos según el |
mundo, no la alcanzan a
entender, y |
arremeten contra quien la
pronuncia. |
Tampoco entenderán nunca,
obcecados |
y endurecidos en su error,
la afirmación |
de Cristo, sencilla pero
exasperante: |
la verdad os hará libres». |
No es extraño que, ante
las iras y |
las amenazas disuasorias
de la violen- |
cia física o de la
calumnia —o de ambas |
a la vez— la Iglesia esté
siempre ex- |
puesta —sus fieles, sus
pastores— a la |
Sed fuertes en el Señor
para |
que podáis resistir el
mal... |
Velad constantemente,
todos |
juntos, rogando por todo
el |
pueblo santo y también por
mí, |
para que Dios ponga su |
Palabra en mis labios y la |
anuncie con valentía,
porque |
soy su enviado, incluso
estando |
en la cárcel, para que,
sin |
miedo, siga hablando de
él. |
EFESIOS, 6: 10, 18-20 |
5 (141) |
tentación, humanamente
comprensi- |
ble, del silencio, aunque
incompatible |
con el encargo recibido
por Cristo, que |
ya le recordó que sería
perseguida |
como Él lo fue y a causa
de Él. Cuando |
Cristo habla de
persecuciones y de |
Iglesia, se refiere al
futuro, y el futuro |
de Cristo no acabó con la
inútil di- |
suasión de las
persecuciones de los |
primeros siglos
cristianos; el futuro de |
Cristo, además, somos
también noso- |
tros: los cristianos, los
sacerdotes, los |
obispos que le recordemos,
que anun- |
ciemos su Palabra; Palabra
que seguirá |
tropezando —también
inútilmente, |
pero también dolosamente—
con los |
poderes del mundo que han
sucedido |
—que son el futuro— de los
primeros |
perseguidores. |
Si alguna vez nos parece
que la |
Iglesia no llega bastante
a tiempo con |
su mensaje, no la
acusemos. Antes |
bien, examinemos nuestro
propio |
comportamiento —sobre todo
si nos |
llamamos cristianos— y
hagamos un |
esfuerzo por comprender lo
difícil que |
es salir a campo libre a
decir una |
verdad y no ser
perseguido. |
A pesar de todo, y a pesar
de las |
amenazas, de las
presiones, de las im- |
posiciones e
intervenciones espúreas |
que a través de los siglos
han mante- |
nido el intento de frenar,
escamotear |
o desvirtuar su palabra,
que es la |
Palabra de Cristo en el
esfuerzo de |
aplicarla a las
situaciones concretas |
del mundo en cada época y
lugar), no |
se puede negar que ha
llegado hasta |
nosotros la integridad de
su mensaje, |
todavía válido y, por lo
mismo, todavía |
combatido. Y esto basta
para todo «el |
que tenga oídos y quiera
oír», para el |
que lo quiera aceptar. La
Iglesia ha |
cumplido y sigue
cumpliendo su mi- |
sión. Algunos testimonios
de ello se |
incluyen en estas páginas. |
Mons. Pedro Casaldáliga |
obispo y poeta |
POBREZA EVANGÉLICA |
No tener nada. |
No llevar nada. |
No poder nada. |
No pedir nada. |
Y, de pasada, |
no matar nada: |
no callar nada. |
Solamente el Evangelio,
como una faca afilada. |
Y el llanto y la risa en
la mirada |
Y la mano extendida y
apretada. |
Y la vida, a caballo dada. |
Y este sol y estos ríos y
esta |
tierra comprada, |
para testigos de la
Revolución |
ya estallada. |
¡Y "mais nada"! |
PROCLAMA SUBVERSIVA |
Voy a cambiaros el
revólver chulo |
por un bolígrafo de
cuentas. |
Para que no os engañen
nunca |
ni los fazendeiros, ni los
comerciantes, |
ni el Ministro de
Hacienda. |
¡Disparad hojas de libros |
entre las hojas de la
floresta! |
¡Bebed, en las noches
claras, |
la "pinga" de
otra Fiesta! |
¡Emborracharos de
sabiduría |
y de belleza, |
sertanejos mozos, |
hijos biennacidos |
6 (142) |
de los legítimos
emperadores de América! |
Dios se hace Pan de
familia |
sobre esta mesa. |
En Brasilia y en
Washington |
ni lo saben ni lo esperan. |
Pero el sol y la lluvia |
sellan |
la única ley de Derechos
Humanos |
de validez cierta. |
RECTIFICACIÓN |
Saber esperar, sabiendo, |
al mismo tiempo, forzar |
las horas de aquella
urgencia, |
que no permite esperar... |
EQUÍVOCOS |
Donde tú dices ley, |
yo digo Dios. |
Donde tú dices paz,
justicia, amor, |
¡yo digo Dios! |
Donde tú dices Dios, |
¡yo digo libertad, |
justicia, |
amor! |
SALMO |
¡Oh Dios, escucha! |
¡Vuelve por tus pobres! |
¡Libértanos del yugo! |
¡Sálvanos de las aguas que
nos llegan, |
crecientes, poderosas,
concordadas! |
POSTDATA URGENTE |
Contra la compañía X y
contra |
otras muchas facendas. |
Con mucha ira. |
Con más amor aún. |
¡Voz del pueblo, |
voz de Dios: |
condenada! |
Campo de esclavitud,
patrocinado |
por el silencio, |
por la ausencia, |
por el consorcio. |
¡Cebada prostituta del
Progreso! |
¡Concubina pagada ante la
Ley! |
Ganado, grueso, |
ricas
"lavouras", |
grandes
"estradas": |
¡Futuro esplendoroso del
Brasil |
asentado en los huesos |
de los peones muertos de
malaria, |
clavados a pistola de
negrero, |
desangrados de hambre y de
mentira! |
Hélder, Vandré, ¡gritad! |
¡gritadle a Dios, los
muertos! |
Lloremos de vergüenza |
nosotros, los cobardes. |
MIÉRCOLES DE CENIZA |
"Recuerda que eres
polvo" ¡y algo más! |
¡Ayuna del ayuno! ¡Sal del
miedo! |
¡Rasga las vestiduras...
de los demás! |
¡Echarte todavía más
ceniza, no puedo! |
7 (143) |
No sólo |
poesías |
CON verdadero consuelo
espiri- |
tual nos llega la noticia
de la |
cárcel de este compatriota
nues- |
tro, nacido hace cuarenta
y cinco años |
en el pueblo de Balsareny
(Barcelona), |
y actualmente obispo de la
diócesis de |
Sao Felix, en el Brasil:
nos referimos |
al Padre Pedro
Casaldáliga, algunas de |
cuyas poesías también
insertamos en |
nuestra revista, y de
quien hicimos |
mención, tiempo ha,
reproduciendo su |
Romance guadalupano. |
Consuelo, no porque de él
dependa |
que podamos tener fe en la
Iglesia y |
en sus pastores, sino
porque nos con- |
firma que la Iglesia los
tiene y no para |
la mudez santona,
decorativa y utili- |
zada por los instalados
que dominan, |
ni para entretener y
suministrar sopo- |
ríferos sobrenaturales (?)
a todas las |
formas de pobreza material
o vejación |
de la dignidad humana,
sino para |
recordar y defender los
derechos del |
hombre, como criatura de
Dios y que, |
precisamente porque de Él
los ha reci- |
bido, son sagrados e
irrenunciables. |
El cultivo de las variadas
formas |
folklóricas de la
religiosidad no suele |
provocar, en casi ninguna
parte, com- |
plicaciones ni oposiciones
cuando el |
Cristianismo se reduce a
tales mani- |
festaciones: por lo común
no van más |
allá de una forma de
propaganda sen- |
timental y no pasan de
recuperaciones |
modificadas de precedentes
formas |
paganas y mitológicas
anteriores a |
Cristo. Los problemas de
la Iglesia, de |
sus fieles sinceros, de
sus pastores |
responsables, se presentan
inevitable- |
mente en el preciso
momento en que, |
apoyados en la Palabra de
Cristo, |
intentan hacer deducciones
aplicables |
a las situaciones
concretas de la vida |
humana, tanto personal
como social. Y |
se puede llegar a los
casos agudos en |
que, perseguidos,
desarmados frente |
a las tácticas
calumniadoras de los |
poderosos, aparezcan,
momentánea- |
mente, como malhechores
frente a las |
malas, aunque no frente a
los más |
cercanos, pero pobres y,
por lo mismo, |
escasamente influyentes. |
Éste es el caso de lo que
acaba de |
ocurrir con Monseñor Pedro
Casaldá- |
liga, en el lejano Brasil,
cuando ha |
intentado ilustrar el
conocimiento de |
sus diocesanos para que, a
la luz del |
Evangelio, fuesen
respetados los dere- |
chos de unas pobres
gentes, diocesanos |
suyos, a pesar de apoyarse
en medios |
pacíficos: solamente la
palabra, la pre- |
dicación, la instrucción y
la invocación |
de las leyes que, aún
imperfectas, en |
teoría ofrecían cauces
para suavizar la |
miseria y para evitar, de
ser aplicadas |
también para los pobres,
las peores |
injusticias. |
Pero ha sido en vano. Ni
ha valido, |
tampoco, que otros obispos
le apoyen |
con sus declaraciones y
denuncias. Se |
han interpuesto, como en
otras situa- |
ciones históricas,
intereses políticos y |
económicos y, tras la
táctica precedente |
de privarle de sus mejores
ayudantes |
seglares y sacerdotes para
mantenerle |
aislado e inoperante —como
ha pasado |
con otros obispos—
mientras se des- |
encadenaban campañas
difamatorias |
desde los monopolios de
información, |
8 (144) |
ha ido a parar a la cárcel
para ser |
procesado. |
En otras páginas de este
mismo |
número, reproducimos
fragmentos de |
un documento episcopal
colectivo, |
también del Brasil, que ha
de inscri- |
birse dentro de la misma
crisis que |
allí se agita. Y también,
el testamento" |
de otro sacerdote
compatriota nuestro |
que acaba de ser asesinado
en Chile |
con ocasión del golpe
militar de |
septiembre. |
Del mismo modo, muchos de
nues- |
tros lectores se habrán
enterado, por la |
prensa, del regreso a
España, después |
de do años de cárcel en
Mozambique, y |
ahora puestos en libertad
y expulsados |
de allí, de los dos
misioneros Martín |
Hernández Robles y Alfonso
Valdés |
de León, que habían
denunciado las |
atrocidades cometidas por
las fuerzas |
portuguesas contra los
indígenas. |
¿Cómo es posible que en
países y |
sociedades que se llaman
cristianas, o |
que se consideran
civilizadas, ocurran |
semejantes
contradicciones? |
Muy en general se puede
responder |
que, el Cristianismo, es
joven en la |
historia de la Humanidad,
si se tiene en |
cuenta que grandes zonas
de las que se |
denominan católicas o,
simplemente, |
cristianas, proceden de
conversiones |
masivas y que todavía no
han profun- |
dizado, a pesar de las
proclamaciones y |
las apariencias, en el
espíritu del Evan- |
gelio, del que han hecho
reducciones |
de tipo moral o
abstracciones ideoló- |
gicas, relegando el
verdadero sentido |
espiritual, universal y
profundamente |
renovador que le es
propio. Es evi- |
dente que el egoísmo
humano, que el |
hombre
"pecador", ha retrasado y |
sigue retrasando el bien
del reino de |
Dios, del reino de la paz
verdadera |
que Cristo vino a traer a
los hombres. |
Pero también lo es que,
paso a paso, y |
a través de la buena
voluntad del |
esfuerzo de los que más se
acercan il- |
la fe en el Señor, y de
las purificacio- |
nes con que la persecución
perfecciona |
a la Iglesia en su
dimensión humana |
y temporal, los hombres se
van con- |
virtiendo y las verdades
cristiana |
clarificantes, mientras el
mundo cami- |
na y los hombres
progresan, a pesar |
de todo, dolorosa pero
seguramente, |
hacia la meta que Dios ha
propuesto |
al mundo, y que se ha de
alcanzar, |
vencidos los miedos, la:
ignorancias, |
las malicias y los pecados
—finalmen- |
te— de todos los hombres. |
Continuamente damos prueba |
de que somos servidores de |
Dios con lo mucho que |
pasamos: luchas,
infortunios, |
apuros, golpes, cárceles, |
motines, fatigas, noches
sin |
dormir y días sin comer; |
procedemos honestamente, |
sabemos lo que decimos, |
tenemos paciencia y somos |
amables... Nos tratan como |
impostores, y decimos |
precisamente la verdad. |
II CORINTIOS, 6, 4-8 |
9 (145) |
MENSAJE DE LA PAZ |
Para llegar al gozo de
contemplar a la humanidad |
entera fundida en un
abrazo fraternal |
El día 24 de octubre de
1971, Pau Casals, |
que ya contaba noventa y
cuatro años de |
edad, dirigía el estreno
de su Himno de |
las Naciones Unidas,
interpretado por |
una orquesta de ciento
cincuenta ilustres |
profesores. Fue como un
rito el acto que |
tuvo lugar en el palacio
neoyorquino de |
la 0. N. U. Y el abrazo
que, al final, le |
daba el secretario, U
Thant, rubricaba |
la fe y la energía de las
palabras del |
«Mensaje» que, con tal
motivo, Pau Casals |
pronunciaba para que fuese
oído por los |
más poderosos del mundo, y
que ofrecemos |
aquí como un testimonio
humano y cris- |
tiano, lleno de
resonancias navideñas, |
casi como un eco del gran
oratorio mu- |
sical «El Pessebre», que
el maestro ha- |
bía escrito, hacía poco,
como |
su testamento artístico.
Es- |
ta es la traducción del |
«Mensaje de la Paz» |
de Pau Casals: |
CUANDO, en octubre de 1958
y con |
ocasión del décimo
aniversario |
de la fundación de las
Naciones |
Unidas, se me ofreció el
privilegio de |
comparecer ante este foro
supremo donde |
se debaten las causas que
más profunda- |
mente afectan a la
conciencia humana, |
utilicé dos medios para
expresar las |
angustias que conturban mi
espíritu, y, a |
la vez, para decir la
esperanza con la que |
persisto en afirmar mi fe
en los mejores |
dones con los cuales el
Creador forjó la |
creatura que El hizo a
imagen suya. |
Quise valerme de la música
y de la |
expresión verbal para
manifestar el aba- |
timiento que aflige a la
humanidad ante |
el inmenso y, tal vez,
mortal peligro que |
la amenaza. Me refería a
la confusión y |
al temor que aniquila la
conciencia del |
hombre como consecuencia
del nacio- |
nalismo mal concebido, del
fanatismo |
ciego, de las falacias de
los dogmas |
políticos y de las
negaciones de la |
libertad y de la justicia.
El |
miedo, la desconfianza y
la |
hostilidad son los |
impulsos regresi- |
vos que nos arras- |
tran a la catástrofe, |
que aparece como |
más cercana y
horripilante, |
a medida que el hombre
progresa en sus |
ensayos sobre los
extraordinarios descu- |
brimientos nucleares, para
intimidarse |
frente a la devastación
que ocasionaría · |
no solamente con la
destrucción material |
y física irreparables,
sino también, la |
degradación moral y
espiritual de sí |
mismo. |
10 (146) |
En aquella ocasión afirmé
mi fe en los |
supremos recursos de la
espiritualidad del |
ser humano y en el relieve
de sus básicos |
anhelos de supervivencia.
Hice referencia |
a esa chispa de divinidad
que puede |
unirse salvadoramente al
deseo de paz. |
Ahora me reafirmo en la
convicción |
de que, a despecho de la
actual confusión, |
el hombre quiere la paz.
Creo profunda- |
mente que las grandes
masas de todos |
los países del mundo se
mueven afanosa- |
mente en ansias de
comprensión y desean |
la cooperación recíproca
de todos los |
hombres. |
Son las naciones más
poderosas a las |
que incumbe un deber mayor
y una más |
grande responsabilidad en
el manteni- |
miento de la paz.
Corresponde a los |
Gobiernos y a cuantos
hombres estén |
investidos de autoridad la
tarea de hacer |
todo cuanto sea posible
para que este |
deseo universal no quede
frustrado. Para |
la solución de los
problemas que tengan |
las fuerzas en conflicto,
es preciso que |
tomen como base de sus
discusiones la |
inhumanidad y la
inutilidad de la guerra, |
condenada por todos los
pueblos. La |
comprensión y la
cooperación mutuas |
son los medios que no
pueden postergarse, |
y vuelvo a insistir, con
mayor ardor si |
cabe, en esta convicción
para exhortar |
con el máximo anhelo en
pro de un |
acercamiento entre todos
los pueblos. |
Y, una vez más, vuelvo a
deciros que |
la música —este
maravilloso lenguaje |
universal, comprendido por
todo el mun- |
do— ha de contribuir, y
puede contribuir, |
a la comunicación y al
acuerdo entre los |
hombres. Y exhorto, de
nuevo, a todos |
los músicos del mundo para
que pongan |
la pureza de su arte al
servicio de la |
humanidad para unir a los
hombres con |
lazos de hermanos. |
Con este objetivo en mi
pensamiento, |
me siento en el deber de
aportar mi |
humilde contribución en
favor de esta |
cruzada personal. ¡Que
cada uno de noso- |
tros, como mejor pueda,
sume sus fuerzas |
para alcanzar el
resplandor de este ideal! |
¡Y unamos nuestras
plegarias para que, |
en un futuro lo más
próximo posible, |
podamos llegar al gozo de
contemplar |
a la humanidad entera
fundida en un |
abrazo espiritual! |
11 (147) |
HALCONES |
Y PALOMAS |
CON estos dos nombres
—halcones y palomas— no queremos expresar ni |
la persecución sanguinaria
de los primeros contra la inocencia inerme |
de las palomas, ni la
inmolación resignada de estas a la ira y a la sed |
enrojecida de los
halcones. Es claro que, si somos cristianos, nuestra opción es |
por el pacifismo; pero al
defender la paz, no confundimos esta actitud con la |
inhibición de la pereza
comodona y egoísta, ni con el conformismo del silencio |
frente a la injusticia, ni
con la huida enajenada hacia lo descomprometido, ni con |
la huera bondad de la
tontería... En este sentido es en el que Cristo dijo: "No |
he venido a traer la
paz...''; en este sentido es un riesgo anunciarla. Porque |
anunciarla quiere decir
construirla, y construirla quiere decir señalar y barrer |
la injusticia, la mentira,
y no sólo genéricamente. Por otra parte, la paz tampo- |
co puede ser una
imposición, porque no puede haber paz digna de tal nombre, |
y menos paz cristiana, si
no es fruto de la libertad, además de inspirarse en la |
justicia, es decir, en el
verdadero respeto al hombre. |
Se ve, por lo tanto, lo
difícil que resulta construir la paz. |
Difícil desde la posición
de los que tienen alguna capacidad decisoria en |
la organización del mundo;
difícil, también, de los que, ultrajados, resentidos y |
explotados, han de reducir
a cauces de razón las exigencias vindicativas de la |
justicia en ellos herida y
burlada tantas veces. |
Las formas de violencia
temporales no son cristianas. Si de violencia cris- |
tiana se puede hablar, es
de la violencia del espíritu — "sólo los violentos alcan- |
zarán el reino de
Dios", dijo Cristo—. La violencia del espíritu es el esfuerzo |
que agola todos los
recursos del pensamiento, de la imaginación, de la palabra, |
del testo, de la acción
expresiva, sin herir ni ultrajar al hombre. Se recurre a |
la violencia hiriente
cuando se renuncia a este superior esfuerzo racional, tanto |
más difícil de aceptar,
cuando más se prescinda de la idea de Dios. |
Frente a las violencias, y
a las tentaciones de violencia de nuestro pobre |
mundo, los cristianos
hemos de anunciar y construir la paz evangélica, la paz |
de Cristo. Los halcones no
arreglarán el mundo, no le darán la paz: endure- |
ciéndose podrán, a base de
contenciones forzadas, de propaganda de miedos, |
aplazar los problemas — lo
que equivale, en realidad, a agravarlos— pero no |
trabajar por la verdadera
superación de los males del hombre. Estos encontra- |
rán remedio en las
inspiraciones de la verdad cristiana, de la justicia, y en el |
cansancio generoso por
llegar a formas concretas, lo más inmediatas posible, de |
realización. |
Alguna vez —ya no será la
primera— el cristiano que lo pretenda así, pre- |
cisamente porque no
renuncia, ni provisionalmente, a seguir siendo cristiano, |
be expondrá a la ira
irracional de los halcones. No importa: su dolor y su testi- |
monio serán anuncio
martirial de la verdadera paz. |
12 (148) |
Cuando la caridad es
clandestina |
Juan Alsina Hurtos, un
sacerdote casi de la edad de Cristo, que había estu- |
diado en el seminario
gerundense, llevado del deseo de remediar en lo posible la |
escases de sacerdotes en
Latinoamérica, allí voló hace casi seis años; fue detenido, |
el día 19 de septiembre
último, en el Hospital de San Juan de Dios, de Santiago |
de Chile, al atardecer. Al
día siguiente, su cuerpo muerto, con diez balazos a la |
espalda, fue recogida del
río Maipo, próximo a la ciudad. |
La noche anterior a su
muerte había dejado escritas estas reflexiones. |
¿POR QUÉ? |
Hemos querido poner vino
en odres |
viejos y nos hemos quedado
sin odres |
y sin vino... por ahora. |
Hemos acabado el camino,
hemos |
hecho senda nueva y ahora
nos encon- |
tramos en las piedras.
Seguiremos |
andando los que todavía
quedamos. |
¿Hasta cuándo? Ojalá
encontremos |
árboles para ampararnos de
las balas. |
Nadie de los que han
mojado pan en |
las ollas de Egipto
alcanzarán a ver la |
Tierra Prometida sin pasar
por la |
experiencia de la muerte». |
Ya no hay profetas entre
nosotros. |
Sólo el becerro de oro.
Desde hace un |
par de días ya no falta
nada. No se |
puede hablar, pero se
puede mascar. |
Echamos de menos el pan
duro, com- |
partido, cortado entre
sonrisas. Toda- |
vía no habíamos
comprendido aquello |
de san Pablo: «Todos
seréis probados |
con fuego». ¡Y cuánta paja
ha ardido! |
¿Dónde están los que
querían resistir |
hasta las «últimas
consecuencias»? |
EE. UU. nos había
permitido partici- |
par en un juego tan
asqueroso y con |
arreglos tan limitados,
que nosotros |
misinos nos hemos cansado.
«Santa |
Democracia, pray for us». |
Es muy difícil resignarse
—pero fácil |
predicar la resignación— a
perder. |
Porque "perder"
quiere decir dejar de |
TENER y comenzar a SER. Y
los que |
más TENIAN y siguen
teniendo, eran |
los que menos ERAN. Y eran
menos. |
Pero tenían el poder y la
fuerza. El |
Verbo se iba haciendo
carnes. Y esto |
no lo aguantaban. Es el
escándalo de |
la Cruz. Jamás lo hemos
aguantado. |
«Respetaremos todas las
ideologías»... |
Mientras no se hagan carne
y realidad. |
Si se atreven, las
convertiremos en |
sangre y carne triturada. |
¿Y AHORA? |
Son muchos los que han
sido señala- |
dos, marcados,
purificados. Setenta y |
dos, dicen las
cifras". Cuarenta mil |
en el Éxodo. Y aquí
también. De un |
lado y de otro, ¿qué
importa? Es pue- |
blo, es tropa, da igual.
«Haremos un pa- |
ís nuevo, libre,
independiente», «Otras |
voces, otros ámbitos». No,
las voces son |
las mismas. Y la
dialéctica... también. |
13 (149) |
Falta conexión interior.
No saber quién |
soy, de dónde vengo, a
dónde voy, |
Llegaré a mi casa. Este me
mira. Este |
me puede arrestar.
Escondido, depen- |
der de una llave, de una
voluntad, de |
una intuición, de una
confesión" |
arrancada. Sudor frío,
sudor caliente. |
Una pieza pequeña, sola,
helada. |
¿Quién ove tras el
"fono"? ¿Quién lla- |
ma a la puerta a esta
hora? No se trata |
de saber lo que voy a
hacer, sino qué |
me harán. Y lo más
tremendo: ¿POR |
QUÉ? Esto es la
inseguridad. Y la |
consecuencia de la
inseguridad es el |
miedo. ¡Ahora entiendo esa
canción |
que habla de luchar contra
el miedo! |
Y siguen los disparos,
sobre todo de |
noche. ¿Quién contra
quién? Pueblo, |
pueblo, pueblo. De un lado
y de otro. |
Ellos: o son muertos —los
que ERAN— |
o huyen, o ¡están arriba!
Estrategias, |
bandos, declaraciones. Y
el pueblo, |
tendido, o dormido, o
muerto. |
Y la impotencia. La sangre
que hierve. |
Las palabras que no se
encuentran. Y |
saber que —palabras y
obras— son |
condenados al polvo, a la
sangre y a la |
carne triturada,
ultrajada. ¿Y nuestra |
Santa Madre? No se puede
improvisar. |
El equilibrio sirve
solamente para el |
tiempo de "paz". |
ESPERANZAS |
«Si el grano de trigo no
muere, no |
puede dar fruto». Un monte
quemado |
es algo terrible. Pero es
preciso aguar- |
dar a que, de la ceniza
húmeda, negra, |
pegajosa, vuelva a brotar
la vida. |
La vida. La descubrimos
cada día. A |
cada minuto. Descubrimos
el valor de |
los pequeños gestos de
cada momento. |
La sonrisa en la calle
triste, la voz |
amiga – en clave – al
teléfono. La |
preocupación por el que ha
caído. La |
mano que se tiende. La
cara que se |
atreve a un chiste... |
Recuerdo un relato de «Vol
de nuit» de |
Saint-Exupéry. Volaba por
encima de |
un país y, solamente
entonces, descu- |
bría el sentido de la casa
en la soledad |
del monte, la luz, las
ovejas, el pastor. |
Para descubrir el sentido
de las pe- |
queñas realidades hace
falta que nos |
separemos de ellas o que
nos fuercen |
a separarnos. |
Ahora entiende lo de san
Pablo: «La |
caridad no se hincha». La
auténtica |
caridad es clandestina.
Porque es el |
Verbo hecho Carne. |
«Vamos de un lugar a otro
como ovejas |
llevadas al matadero». En
tus manos |
encomiendo mi espíritu... |
No es literatura. En los
momentos de |
peligro es preciso
recurrir a los simbo- |
los. De lo contrario no
nos podríamos |
expresar. |
Esperamos vuestra
solidaridad. ¿Os |
dais cuenta, ahora, lo que
significa el |
Cuerpo de Cristo? Si
nosotros nos hun- |
dimos, es un poco de
vuestra esperanza |
lo que se hunde. Si desde
las cenizas |
alcanzamos de nuevo la
vida, es que |
algo vuelve a nacer en
vosotros. |
Adiós. Él nos acompaña
siempre, don- |
dequiera que estemos. |
Juan |
14 (150) |
«He oído el clamor de mi
pueblo» |
(Éxodo, cap. 3, v.7) |
ENCABEZADO con estas
palabras |
bíblicas, los obispos y
superio- |
res religiosos de los
estados del |
nordeste del Brasil, han
publicado, a |
principios del verano
pasado, un deta- |
llado documento cobre la
situación de |
aquella parte del país,
porque «ante |
los sufrimientos de
nuestras gentes, |
humilladas y oprimidas
durante tantos |
siglos, nos sentimos
llamados por la |
palabra de Dios a tomar
una posición |
al lado del pueblo;
posición con todos |
los que, con el pueblo, se
comprometen |
en favor de su verdadera
liberación. |
A ejemplo de Moisés,
queremos cum- |
plir nuestra misión de
pastores y de |
profetas, ante el pueblo
de Dios». |
Declaran, como Moisés a
Jahvé: |
«¿Quién soy yo para ir a
hablar con el |
faraón?» Pero en este año
jubilar de |
la Declaración universal
de los derechos |
del hombre y en el décimo
aniversario |
de la encíclica Pacem in
terris del papa |
Juan XXIII, deciden
publicar tal docu- |
mento ilustrado con datos
objetivos, |
fruto de investigaciones y
observacio- |
nes técnicas para que el
juicio que |
formulan en nombre de
Dios, declaran, |
no se deduzca de
impresiones superfi- |
ciales o de actitudes
subjetivas. |
Estos datos se refieren a
la renta |
per cápita, al trabajo y
desocupación, |
a la alimentación, a la
habitación, a la |
educación, a la sanidad.
Y, acto seguido, |
se examinan las causas de
la persis- |
tencia del subdesarrollo
como opresión |
de los marginados, la
falacia de lo que |
se ha llamado «milagro
brasileño», la |
ausencia de libertad, la
violencia de la |
represión, las
injusticias, el empobre- |
cimiento del pueblo y la
enajenación |
de los intereses
nacionales en beneficio |
del capital extranjero...
en lugar de |
seguir la auténtica
vocación de progre- |
so que derivará de la
capacidad que |
tendremos utilizando los
vastos re- |
cursos materiales y
humanos de que |
disponemos, para conseguir
una socie- |
dad fundada en las
tradiciones propias |
Y sobre los valores
humanísticos y |
verdaderamente cristianos,
para poder |
cumplir una misión en el
conjunto de |
los pueblos, en vistas a
la construcción |
de un mundo en el que se
superen los |
antagonismos de religión,
de clase, de |
raza, de agresión y de
explotación |
internacional). |
Dan por supuesto que su
voz no |
será oída «por muchos que
no pueden |
o no quieren atenderla ni
siquiera |
ante la evidencia de los
hechos, porque |
ceden a intereses de
naturaleza egois- |
tica. Son los defensores
complacidos |
del statu quo; hacen de la
fe, por moti- |
vos obvios, solamente una
cuestión de |
relación personal con Dios
sin interfe- |
rencia alguna en la acción
política y |
social del hombre; hacen
de la religión |
una cuestión privada,
aunque si la uti- |
licen como un instrumento
ideológico, |
15 (151) |
para defender grupos e
instituciones |
que en absoluto no se
ponen al servicio |
del hombre y, por esto
mismo, se |
oponen a los designios de
Dios». |
Llama de manera muy
particular |
la atención, en este
documento, a la |
hora de juzgar en qué
puntos esencia- |
les hay que preparar y
operar los |
cambios, la referencia a
la economía |
capitalista y la necesaria
evolución |
hacia la propiedad
colectiva de los |
medios de producción.
Emiten este |
diagnóstico:
«Subalimentación, morta- |
lidad infantil,
prostitución, analfabe- |
tismo, desocupación,
discriminación |
cultural y política,
exploración, cre- |
cientes desigualdades
entre ricos y |
pobres y muchas otras
consecuencias |
que caracterizan una
situación de vio- |
lencia institucionalizada»
en aquel |
país, en el que «la
necesidad de la |
represión para garantizar
el funciona- |
miento y la seguridad del
sistema |
capitalista asociado, se
manifiesta cada |
vez más imperiosa y se
muestra ine- |
xorable en el
envolvimiento de los |
poderes legislativos, en
la censura, en |
los medios de persecución
contra |
obreros, campesinos e
intelectuales, en |
las vejaciones infligidas
a sacerdotes y |
militantes cristianos,
asumiendo, todo |
ello, las formas más
variadas de cárcel, |
torturas, mutilaciones y
asesinatos». |
«El capitalismo
internacional y los |
que con él se han
comprometido en |
nuestro país —que forman
la clase |
dominante—, imponen con
todos los |
medios de comunicación y
de educa- |
ción, un tipo de cultura
dependiente». |
La clase dominada no tiene
otra |
salida, para su
liberación, que el largo |
y difícil camino, ya en
curso, en pro |
de la propiedad social de
los medios |
de producción. Este es el
fundamento |
principal del gigantesco
proyecto his- |
tórico para la
transformación global |
de la sociedad actual, en
una sociedad |
nueva en la que sea
posible crear las |
condiciones objetivas en
las que los |
oprimidos puedan recobrar
su huma- |
nidad expoliada, ser
liberados de la |
esclavitud del
sufrimiento, vencer el |
antagonismo de clase y
conquistar, |
finalmente, la
libertad". |
Termina con las palabras
del evan- |
gelio de san Lucas (21,
28). «Levanta |
y alzad el rostro, que se
acerca vuestra |
redención». |
Lleva la fecha del 6 de
mayo de |
este año y lo firman trece
arzobispos |
y obispos, que son los de
aquella |
región brasileña, el abad
benedictino |
del monasterio de Bahía, y
los supe- |
riores provinciales de los
jesuitas, |
franciscanos y
redentoristas que allí |
colaboran apostólicamente. |
Una buena información
sobre la Iglesia, sus sacerdotes, |
sus obispos, robustece la
fe. Lea semanalmente |
VIDA NUEVA |
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sentido cristiano, de la desinformación |
o la mala información. |
16 (152) |
LEXISMO Y |
SEMÁNTICA |
LA NOVEDAD de los tiempos |
también se patentiza con
el |
nacimiento y el uso de
nuevas |
palabras; a tiempos
nuevos, palabras |
nuevas. Aunque sería muy
triste que |
la fuerza renovadora del
curso inci- |
tante del mundo que no se
detiene, se |
redujera únicamente a
alargar —a cada |
paso, a cada impulso, a
cada nuevo |
efluvio primaveral— la
lista de los |
sinónimos para reemplazar,
por las de |
moda, las grafías y
articulaciones gas- |
tadas. Una palabra, aunque
se trate |
de una palabra nueva, no
puede ser |
tomada como una pieza de
reposición |
en el lenguaje humano. No
llega para |
substituir nada, sino para
enriquecer |
la capacidad expresiva,
como el resul- |
tado de una creación
significativa, |
descubierta, integrable en
la vida, a la |
que le faltaban medios
para decir, |
para contener el espíritu
nuevo. Por- |
que no cabía en el molde y
el signo |
usado, se rompe la palabra
vieja para |
modificarla o,
simplemente, se crea la |
nueva. |
Qué duda cabe, también,
que la |
fuerza renovadora del
Concilio se ha |
querido expresar en la
proliferación de |
palabras nuevas
—"aggiornamento" ha |
sido la primera, casi
intraducible...— |
palabras nuevas por
inventadas, o |
nuevas por la incisión
intencionada |
de un significado, y hasta
de un énfasis, |
verdaderamente urgente y
comprome- |
tedor. Después del
Concilio, nadie, o |
Declaración acerca de
LAUS. |
En lo que el Artículo 24
de la vi- |
gente Ley de Prensa e
Imprenta |
afecta a esta publicación,
se hace |
constar: |
Que LAUS, Boletín del Ora- |
torio, es propiedad de la
Con- |
gregación del Oratorio de
san |
Felipe Neri, persona
jurídica |
debidamente inscrita en el |
Registro de Empresas
Perio- |
dísticas, del Ministerio
de |
Información y Turismo. |
Que, lo mismo que las
demás |
obras apostólicas del
Orato- |
rio, se mantiene,
económica- |
mente, por las
aportaciones |
espontáneas de los fieles
y |
el producto del trabajo de
los |
miembros de la
Congregación. |
Que el padre Ramón Mas |
Casanelles, como Director
de |
la revista, es el
responsable |
de su contenido. |
Al cumplir con estas
declaraciones, |
lo que prescribe la Ley y,
en espe- |
cial, en orden a enterar a
los lec- |
tores de los recursos y
situación |
económica de la
publicación, toma- |
mos ocasión para expresar
nuestro |
agradecimiento a cuantos
nos alien- |
tan y ayudan en el
sostenimiento |
de nuestra modesta tarea. |
17 (153) |
muy pocos, ha querido ser
anti-conci- |
liar, y no va por la
inercia humana en |
aceptar fácilmente lo que
triunfa, con |
esa conformación posterior
a la que |
es propensa la mediocridad
humana o |
la astucia oportunista,
sino por convic- |
ción, siquiera haya sido
poco reflexiva |
en muchos casos, como
beneficio de la |
complejidad y complicidad
entre obe- |
diencia y comodidad, que
consiste en |
delegar en los de más
arriba la fatiga |
de elaborar principios y
normas nue- |
vas, luego aceptadas con
ahorro de |
riesgos y con el honor de
la actua- |
lidad. Cuando esto ha
sucedido así, |
cuando ha faltado una
verdadera |
actitud colaboradora y
reflexiva, una |
responsabilidad personal e
integra- |
dora, una disposición
espiritual y de |
conversión, dócil y al
mismo tiempo |
imaginativa, hemos caído
en el "le- |
xismo": hemos
repuesto palabras sin |
descubrir y asimilar
nuevos signifi- |
cados. |
"Reponer" es
demasiado parecido a |
"poner", y nos
hemos "puesto" las |
palabras, como el que se
pone un traje |
o un complemento de
adorno, sin pre- |
ocuparnos demasiado en
profundizar, |
en convertir en ser la
fuerza de la |
significación;
coleccionando palabras, |
renovando léxico, pero
como variado |
envoltorio de actitudes
invariables. |
Por ignorancia, por
pereza, por miedo, |
poniendo sordina a la voz
del Espíritu, |
o recubriendo de prudencia
humana |
la incandescencia
cristiana demasiado |
directa, tajante y clara.
Inmóviles, |
anclados en la incapacidad
para la |
espiritual clarividencia
de la fe; 0, |
simplemente, disimulando
resistencias, |
de verdadera y vergonzosa
bea- |
tería. |
"Aggiornamento",
compromiso, diá- |
logo, participación,
responsabilidad, |
concienciación, opinión,
testimonio… |
etcétera, etcétera,
etcétera: toda una |
teoría de palabras que se
nos hacen |
viejas antes de darles
tiempo para |
vivir, para agotar el
significado que |
estrenan, porque el mismo
ha nacido |
muerto. |
No, no basta cambiar o
pedir pres- |
tado el léxico; no basta
coleccionar y |
exhibir palabras. Si la
palabra no es |
"signo", es
sonido de bronce que no |
dice nada. El problema es
de semánti- |
ca. de significación y,
por lo tanto, de |
lógica entre pensamiento,
expresión y |
actitud y vida. Es decir:
el problema |
es de inteligencia, de
sinceridad, de |
voluntad y de conversión.
No podemos |
jugar a decir para, por lo
menos. |
"parecer"; sino
que intentamos vivir |
para aproximarnos a
"ser". Y a "ser" |
sin el prejuicio de
corrupciones pre- |
vias motivadas por la
preocupación |
de lo simplemente o
primordialmente |
"aparente". |
Sin inteligencia es ciega
la voluntad, |
absurdas sus decisiones,
infantilismo |
su energía. Sin voluntad
es inútil la |
inteligencia, inoperante
la capacidad |
humana, negativo el
pensamiento. Si |
una y otra no se
armonizan, es impo- |
sible la conversión. Y la
conversión |
es aceptar el significado
constante de |
la vida tomada en serio
—para un |
cristiano, vista con fe—.
Muy dife- |
rente del oportunismo
léxico, apre- |
surado por no quedarse
fuera de toda |
novedad y, en el fondo, de
toda vani- |
dad. |
La vida que acepta el
"signo" de la |
palabra que la boca dice
porque la |
inteligencia entiende y la
voluntad |
acepta, jamás se reduce a
la sola apa- |
riencia, sino que es
fuerza, sencillez, |
sinceridad, creación,
riqueza, creci- |
miento. |
18 (154) |
La fe no es una evasión, |
sino un compromiso |
por la justicia |
y por el reino de Dios |
HEMOS de proclamar de una
manera clara y contundente |
que nosotros, los
cristianos, confesamos hoy como ayer |
que Jesucristo es Dios y
hombre verdadero. No en el dilema |
"divinidad o
humanidad" se resuelve la pregunta de «¿quién |
es Jesucristo?», sino en
la síntesis de ambas realidades. |
El misterio de la vida
cristiana es un misterio de encarna- |
ción, en el que ocupa un
lugar imprescindible la relación del |
hombre con los demás. De
esta aseveración se sacan, entre |
otras, las siguientes
consecuencias: |
. La inspiración
evangélica de la vida del creyente no puede ser con- |
cebida como una evasión o
un no inmiscuirse en las tareas de este |
mundo bajo pretexto de una
mayor relación con Dios. La fe asume y |
trasciende lo humano y lo
mundano. |
.La madurez cristiana del
creyente consiste en la completa integración |
y absolutización de Cristo
en su vida. El compromiso cristiano surge |
espontáneamente de vivir a
Cristo y su mensaje como valores abso- |
lutos. |
Esperar es estar dispuesto
a acoger el futuro como un don, pero este |
don se recibe trabajando
por la justicia y luchando por un mundo |
mejor y más humano. Por
eso la esperanza de los creyentes en Cristo |
realiza una función
liberadora en el curso de la Historia de la Huma- |
nidad. |
Jesucristo, Dios y hombre,
es, pues, el punto central de |
toda la vida cristiana y
de toda la historia humana. |
Card. NARCISO JUBANY, |
Arzobispo de Barcelona |
19 (155) |
NAVIDAD |
DE N. S. JESUCRISTO |
MISA |
DE MEDIANOCHE |
TAMBIÉN EN LA NOCHE DE AÑO
NUEVO, |
OCTAVA DE NAVIDAD |
LAUS |
Director: P. Ramón Mas, C.
O. - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 108/62 - 12. 12. 78 |
20 (156) |
|