Boletín
del Oratorio de Albacete. |
Núm. 127. DICIEMBRE. Año
1974. |
SUMARIO |
NACER y novedad se parecen
a Navidad. Tal vez |
para que aprendamos a
nacer, a estimar mejor la |
vida de hombres, desde que
Dios la ha compartido. |
La vida cristiana es
totalmente "vida": nacimiento, resu- |
rrección. La nada no
existe y la muerte tampoco. Por |
esto cantan los ángeles y
sonríe el mundo: ese gran portal |
de los vivientes que van
despertándose para mirar al cielo. |
UN ANUNCIO DE BIEN |
LA SEGURIDAD" DEL
MATRIMONIO |
LA COMISIÓN "JUSTICIA
Y PAZ" |
ANUNCIAR EL NACIMIENTO DE
CRISTO |
DESDE, FRENTE, FUERA,
CONTRA...LA IGLESIA |
"IGLESIA-NOTICIA" |
X CONGRESO DE LA U. C.
I. |
1 (161) |
Es Navidad, y el mundo,
cara |
a Dios, todavía joven. |
¿Quién puede estar triste? |
Deseamos a todos nuestros |
lectores y amigos la
bendición |
de la paz y el gozo
cristiano, |
compartiendo esfuerzos y |
esperanzas para un mundo |
mejor. |
2 (162) |
Un anuncio de bien |
EL ESTRENO de la primera
Navidad de la Historia, fue por el anuncio |
de un bien, de un gran
gozo" que los ángeles, los mensajeros de |
Dios, hicieron a los más
sencillos y a los limpios de corazón. No era |
la sencillez bobalicona, o
el infantilismo muñequil y simplón la atención |
Ilusionada y llena de lux
que arrebató los corazones de los pastores y |
luego de los magos de
Oriente, sino la solicitación de la gracia de Dios, |
de la misma manera que
había preparado esta gracia, la fidelidad en las |
esperanzas de los santos
de la antigüedad judía del «resto de Israel», de |
los que habían depurado
sus aspiraciones y miradas hacia Dios, de com- |
plejidades terrenales y de
pactos codiciosos. |
Los profetas que
entrevieron los días del Señor, los que más de cerca |
lo presintieron aun antes
de recibirle, como Maria, José. Ana, Joaquin, el |
Bautista... estaban
purificados de ambiciones de grandeza. Nada de lo quo |
los poderosos del mundo, o
los soberbios de la vida hubieran osado exigir |
o pedir a un Todopoderoso,
se les hubiera ocurrido a ellos, que ya descu- |
brían el espíritu de su
reino, harto diferente de las prevalencias mundanas, |
objeto de las aspiraciones
y de las ambiciones, legitimadas por el consenso |
humano, casi en todas
partes y por casi todos los hombres. |
Cristo, el Ungido de Dios,
venía para traer a los hombres capaces de |
comprenderlo, un gran
gozo", una noticia de bien, una palabra liberadora, |
un reino de paz, una
fuerza de amor como una levadura que en el vigor |
3 (163) |
de su energía, sería capaz
de obrar la transformación del mundo entero, |
en la medida en que fuese
aceptado por los hombres. |
Esta aceptación no sería
fácil. Contradicciones sin fin habrían que |
superar los que, incluso
bien intencionados, se abocaran hacia él a la |
primera buena impresión
que les atraía su gesto o su palabra. Esta acep- |
tación todavía es
condicionado por las actitudes de los hombres de hoy. |
y seguirá siéndolo hasta
el fin de los tiempos. No por falta de eficacia del |
don que Cristo ofrece al
introducirse en nuestra historia, sino porque no |
renuncia a darnos un bien
inferior, y por eso depende de la aceptación |
del hombre, que regatea
con in infinidad del amor de Dios. |
Dios solamente transige
con el modo de acercarse, de expresarse |
cuando nos ama: pero no
transige con la medida de su entrega, ni acepta |
limitaciones a la
respuesta del hombre. |
Pureza, limpiarse de
mixtificaciones y complejidades inútiles; no ceder |
A la tentación de pactos y
divisiones para conllevancias de opuestos entre |
bondad y egoísmo, verdad y
mentira, espíritu y tiempo. |
Por encima, más allá,
aunque desde aquí, como ángeles y pastores: |
Andando con los pies, pero
cantando con el corazón; batiendo las palmas |
del gozo, y extendiendo
las alas de la esperanza en un bien creciente, |
todavía se anuncia el
nacimiento de Cristo, y sigue por todas las noches |
del mundo, por todas las
colinas del frio, por las oscuridades y tinieblas |
de las dudas de los
pusilánimes, para darles un anuncio gozoso, de verdad, |
de bien, de liberación. |
LA POBLACIÓN DE LA MANCHA
ENVEJECE. |
Ha perdido casi medio
millón de habitantes en diez años |
La población de La Mancha
disminuye y envejece. En la década de los |
60 ha perdido 415.476
habitantes y su agricultura está subdesarrollada, |
afirma un informe que
publica el boletín informativo del Secretariado |
de la Comisión Episcopal
de Migraciones. Las provincias de Ciudad Real, |
Albacete, Cuenca y Toledo
constituyen el objeto del citado informe. De |
1940 a 1970 La Mancha ha
perdido 893.385 habitantes por emigración, de |
los que 684.660 fueron a
partir de 1950 y 415.476, en la década de los 60. |
Albacete y Ciudad Real
tienen menos habitantes de hecho en 1970 que |
en 1940. Toledo, menos que
en 1930, y Cuenca, menos que en 1920. |
Entre los que quedan están
los menos jóvenes y los más viejos. |
Respecto de los
trabajadores de la industria, que son el 18 por 100 de |
la población activa, viven
con una renta que es el 52 por |
100 de la de una persona
activa en España. |
4 (164) |
La "seguridad"
del Matrimonio |
OTROS la llamarían
"indisolubili- |
dad". Pero es el caso
que muchos |
padres, al referirse a los
hijos |
que "sientan la
cabeza" curándose con |
lo que dicen una buena
chica, o a las |
hijas que
"colocan" en matrimonio, |
toman esta relación o
estado de hom- |
bre y mujer, como una
"seguridad". |
Probablemente por lo que
tiene de |
garantía estable, de
impugnabilidad en |
su permanencia "hasta
la muerte", de |
seguro vitalicio, por lo
tanto, de convi- |
vencia honorable, incluso
afectiva y |
socialmente compensada, y
jurídica- |
mente reconocida. |
Pero... a uno le darían
ganas de salir |
a la calle y preguntar a
las personas |
casadas, «¿qué es el
matrimonio?» Y, |
desde la fe, naturalmente;
porque la |
mayoría, casi la totalidad
de personas |
casadas, han llegado a
este estado a |
través del matrimonio
católico; el ma- |
trimonio que es un
sacramento. |
Sin grandes decepciones no
sería |
posible confeccionar una
colección de |
las respuestas posibles. |
Posiblemente los mayores
todavía |
recuerden aquellos tiempos
en los que, |
los futuros esposos eran
requeridos |
por el párroco para ser
examinados, en |
el despacho parroquial,
sobre la parte |
sustancial del Catecismo
católico, que |
respecto a la fe y a los
sacramentos, |
más les afectaba. La
práctica de este |
requisito se apoyaba no
solamente en |
preceptos legales
eclesiásticos, sino en |
la lógica: mal podían
recibir con fruto |
un sacramento cuya esencia
ignoraban, |
y poco o nada influirían
en la educa- |
ción cristiana de los
hijos surgidos en |
la familia que iban a
fundar, si desco- |
nocían lo más básico y
elemental de lo |
que se disponían a
celebrar y de los |
deberes que, con ello,
asumían, |
Esta práctica se ha ido
abandonando |
o supliendo por otros
medios. De todas |
formas, un examen general
de las |
parejas que se acercan a
recibir el |
sacramento del Matrimonio,
lleva a la |
conclusión de que suelen
ser muchos |
los casos en los que la
ignorancia |
básica cristiana o la
mezcla confusa |
de conceptos equivocados
acompaña a |
los contrayentes, que
toman la "cere- |
monia" matrimonial
como un requisito |
que legalice la futura
convivencia, sin |
que esté mal que también
la bendiga |
Dios...; pero sin atención
al valor sa- |
cramental del acto
realizado "in facie |
Ecclesiae". En muchos
casos la noción |
de sacramento que tienen
los contra- |
yentes, se reduce a ese
nombre de |
resonancia misteriosa, de
contenido |
confuso, más o menos
sagrado... |
Lo de sacramento como
"signo eficaz |
de gracia" y, más en
particular (porque |
es lo que más debe
interesarles) de la |
específica
"significación" referida a |
Cristo y a la Iglesia,
según la doctrina |
efesina de san Pablo,
asumida por la |
teología católica, nada, o
casi nada... |
Y hay que preguntarse:
¿tales perso- |
nas han recibido
"un" sacramento de |
la Iglesia, sacramento que
se apoya |
5 (166) |
en verdades que ignoran?
Porque los |
sacramentos los reciben
las personas" |
personalmente, es decir,
como seres |
libres y racionales. ¿Es
posible recibir |
lo que se ignora, lo que
se desconoce? |
No puede aceptarse como
conciencia |
de lo que es
"sacramento", ni el ex- |
tremo de reconocer un
valor mágico |
vinculado al automatismo
de un signo |
sagrado, ni tampoco el
soportar con |
somnolencia mental,
ignorancia o ru- |
tinarismo sociológico,
convencional y |
externo, y sin referencia,
o con impre- |
cisa referencia a lo
sobrenatural. |
De vez en cuando ―e
irá en aumen- |
to, a medida que vayan
cediendo otras |
presiones humanas―
se oye reclamar, |
ya por aquí, que la
Iglesia, al menor |
en algunos casos, debiera
abrirse a la |
aceptación del divorcio,
para dar paso |
a reales desvinculaciones
matrimonia- |
les. Cuando esta petición
arranca de |
algún fiel católico, uno
se plantea, |
inevitablemente, estas
dudas: Si no es |
casado, ¿sabe lo que es
sacramento, y |
lo que es la significación
asumida en |
el matrimonio? Y, si es
casado, ¿fue |
válido, recibió
efectivamente el sacra- |
mento y las obligaciones y
deberes en |
él expresados? porque es
probable que |
solicite un divorcio que
no necesita. |
Porque hay seguridades que
debe- |
rían ser revisadas, porque
no son tan |
seguras como parecen. |
Los sacramentos son para
los creyentes, y su |
celebración fructuosa
exige una actitud de fe. |
¿Qué hacer cuando los
piden personas de una |
fe débil o inexistente?
Con gran respeto a las |
personas y a la diversidad
de las situaciones, |
los obispos españoles
estudian la manera de |
dar una mayor autenticidad
a muestra práctica |
sacramental, para que los
cristianos los reciban |
con un mayor sentido de
responsabilidad y de |
forma más consciente.
Vista desde esta pers- |
pectiva, la materia tiene
un íntimo nexo con la |
opción evangelizadora de
la Iglesia en España |
y con la preocupación
insistentemente repetida |
en los últimos años: el
paso de unas motivaciones |
sociológicas a otras más
personales. |
Mons. Yanes, |
Secr. de la Conf.
Episcopal Esp. |
6 (166) |
LA COMISIÓN |
NACIONAL |
ESPAÑOLA |
"JUSTICIA Y PAZ" |
ALGUNAS informaciones
recientes han afirmado que la Comisión Nacio- |
nal "Justicia y
Paz" no gozaba de reconocimiento legal. |
Un portavoz de la
presidencia de la citada Comisión, que ostenta don Joaquín |
Ruiz Jiménez, ha
puntualizado a un redactor de la agencia Logos, el día 21 del |
pasado mes de noviembre,
los siguientes aspectos: |
La Comisión nacional
Justicia y Paz" española, se creó por |
expreso deseo del Papa
Pablo VI, que pidió que en todas las nacio- |
nes se constituyeran
delegaciones de la Comisión Pontificia "Justi- |
cia y Paz". |
• Los estatutos de la
Comisión Española están aprobados por la |
asamblea plenaria del
Episcopado español, celebrada el año 1972, y |
este acuerdo fue
ratificado por la Santa Sede. |
• La Comisión Episcopal de
Apostolado Seglar es la que efectúa |
los nombramientos de los
cargos directivos de la Comisión Nacio- |
nal Justicia y Paz". |
• El secretariado de la
Comisión Nacional no sólo trabaja a nivel |
nacional, sino que se
están realizando gestiones en las diócesis de |
nuestro país: en algunas
van ya muy adelantadas, para poner en |
marcha las comisiones
diocesanas de "Justicia y Paz". |
• El reconocimiento de la
Comisión Nacional Justicia y Paz" ca |
oficial a nivel eclesial. |
7 (167) |
GLORIA A DIOS EN LO ALTO
DEL CIELO |
ANUNCIAR |
SIEMPRE |
EL NACIMIENTO |
DE CRISTO |
El ángel les dijo: |
«No tengáis miedo: |
os traigo una buena |
noticia que será de |
gran alegría para |
todo el pueblo». |
Y PAZ EN LA TIERRA ENTRE
LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD. |
EL ERROR de los que
esperaban el |
Mesías de las promesas
veterotes- |
tamentarias, consistía en
imaginar |
su aparición triunfal,
definitiva, acabada, |
perfecta en su efecto,
lograda en todos |
sus frutos, |
Este fue el error de los
naturalmente |
buenos, pero en cambio
poco espirituales, |
cuya superficialidad no
pudo penetrar |
hasta descubrir la calidad
profunda del |
bien y de la clase de
liberación que Cristo |
traía al mundo. |
... Este mismo error
indujo a las aberra- |
ciones persecutorias de
los que, después |
de oponerse y de suprimir,
condenán- |
dolo, a Cristo, el
verdadero Hijo de Dios, |
siguieron persiguiendo a
su iglesia, como |
Cristo en su infancia, de
un Egipto a otro... |
8 (168) |
Este error es el mismo de
los cegados |
soberbios que buscan en el
triunfo his- |
tórico prepotente de
imaginarias formas |
de cristiandad, la
realización de un reino |
ciertamente visible, pero
que no tiene |
cabida en los moldes
evangélicos, relega- |
dos de las grandezas
humanas. |
Y es el mismo error de loe
qué, pode- |
rosos y miedosos al mismo
tiempo, como |
Herodes, temen cualquier
sombra de po- |
der, aunque se llame
espiritual y aunque |
lo sea realmente, porque
radicalmente |
se oponen a ver discutido
el suyo, ni |
siquiera en nombre de
Dios. Llegarían a |
admitir y a confesar
externamente un |
Dios que necesitara de
ellos, pero jamás |
a un Dios a quien tuvieran
que someterse, |
porque, por otra parte,
tampoco sabrían |
someterse a Él, ni le
reconocerían en la |
pobreza de un Portal. Si
posteriormente |
Cristo, después de haber
nacido en Belén, |
de haber predicado y de
haber muerto, y |
de haber fundado su
Iglesia, ha recibido |
homenajes de los grandes
de este mundo, |
ha sido porque los mismos
hombres lo |
han disfrazado para cubrir
aquella extre- |
ma sencillez de su
aparición, demasiado |
barata, demasiado humilde,
para merecer |
las adoraciones de este
mundo. |
Por esta razón la Iglesia,
año tras año, |
vuelve a anunciar el
nacimiento del Se- |
ñor. Nace cada año, nace
siempre. Y es |
necesario que así sea para
que cada vez |
nos acerquemos a
reconocerle más cerca |
de la autenticidad
depurada y original |
del espíritu con que entró
en nuestra |
9 (169) |
Historia de hombres
fantasiosos y so- |
berbios. |
Por esta razón cada año la
Iglesia |
nos invita a unirnos, si
domos sencillos |
a los pastores, y si somos
sabios a los |
personajes orientales que
le buscaron |
y adoraron, para que nos
acerquemos |
a la sencillez que ellos
descubrieron |
y, envueltos en ella, como
pañales de |
pureza inmixtificada,
reconozcamos al |
Señor y Rey del mundo, al
salvador |
de todos los hombres. |
Para que, una vez
descubierto, vol- |
vamos con gozo del abrazo
en el que |
lo hemos contenido, y lo
anunciemos |
a los demás. Para que
seamos no sólo |
pastores y magos, sino
también ángeles |
que lo anuncian al
mundo... Al mundo |
de los sencillos, de los
que esperan y |
buscan el bien, de los que
buscan la |
verdad, de los que la
sirven y la pro- |
claman. |
¡Venid, adoremos, y
llevemos esta |
adoración al mundo, para
una fe que |
necesita y que ha de nacer
de nuevo! |
La Iglesia es joven
todavía; es como |
un niño en un portal:
Cristo que sigue |
naciendo, al lado de todos
los ruidos |
del mundo, comenzando
melodías de |
paz. |
¡Venid, vamos a Belén,
andemos, |
caminemos... hay algo
nuevo, mucho |
nuevo que hacer! Y nos
espera el |
Señor, envuelto en pañales
de debilida- |
des y limitaciones, que la
fe descubre |
Señor del Universo,
inaugurando una |
nueva era. La que el mundo
busca, la |
que necesita. |
DECLARACIÓN ACERCA DE LAUS |
En lo que el Artículo 21
de la vigente Ley de Prensa e Imprenta |
afecta a esta publicación,
se hace constar: |
Que LAUS. Boletín del
Oratorio, es propiedad de |
la Congregación del
Oratorio de san Felipe Neri, |
persona jurídica
debidamente inscrita en el Registro |
de Empresas Periodísticas,
del Ministerio de Infor- |
mación y Turismo. |
Que, lo mismo que las
demás obras apostólicas del |
Oratorio, se mantiene,
económicamente, por las |
aportaciones espontáneas
de los fieles y el producto |
del trabajo de los
miembros de la Congregación. |
Que el padre Ramón Mas
Casanelles, como Director |
de la revista, es el
responsable de su contenido. |
Al cumplir con estas
declaraciones, lo que prescribe la Ley y, |
en especial, en orden a
enterar a los lectores de los recursos y |
situación económica de la
publicación, tomamos Oción para |
expresar nuestro
agradecimiento a cuanto nos alientan y ayudan |
en el mantenimiento de
nuestra modesta tarea. |
10 (170) |
Desde, frente, fuera,
contra… |
la Iglesia |
HAN PASADO los tiempos de |
inflación apologética, y
estamos |
entrando, parece, en los
de la |
crítica. ¿Llegaremos a
otra inflación, |
aunque de sentido
contrario? |
Para aparentar estar al
día, para |
presumir de visión de
futuro, para |
inspirar confianza en
indecisos admi- |
radores, o por llana y
pura ligereza, |
muchos se sienten
obligados a echar |
por tierra todo, y
criticar como sea, |
sin reflexión, la mayor
parte de las |
veces, rozando apenas las
simples |
apariencias, con
superficialismo teme- |
rario. |
La Iglesia, experta en
Historia, ya |
no puede temer demasiado
las críticas. |
Antes de ellas ha pasado
por duras |
persecuciones, sin
comparación posi- |
ble con otra cualquier
institución his- |
tórica, y, perseguida o
criticada, aún |
prevalece, a entidades o
dinastías que, |
con más recursos que ella,
han fenecido |
finalmente, indefensas y
fracasadas. |
Pero es lástima que le
lleguen las |
críticas, en no pocas
ocasiones, de los |
que no deberían
criticarla, o porque, |
tan ajenos a ella no
pueden tener ele- |
mentos para juzgar lo que
desconocen |
y son incapaces de
ajustarse al sentido |
del ser y del obrar de la
Iglesia, irre- |
ductible a las categorías
puramente |
terrenas, aunque éstas a
veces preten- |
dan ser introducidas en
ella por los |
hombres que desearían
instrumentali- |
zarla en provecho de su
gloria o poder. |
O porque proceden de los
que utilizan, |
desorbitándolos, los
mismos datos que |
ella lealmente les
suministra, pero que |
no saben interpretar. |
Tanto es así, que sin
temor a exa- |
gerar y dejando un
apartado para la |
ignorancia, se podría
incluir en la lista |
de los perseguidores a los
aparente- |
mente y los materialmente
poderosos |
del mundo, pero agitados
por secretos |
y fatales miedos, al
estilo del de Hero- |
des, que temen, sin
conceder el mínimo |
tiempo para el análisis a
que in vita la |
misma liturgia navideña
―«no quita los |
reinos mortales,
fenecedores, el que |
da los del cielo»―
cualquier asomo de |
poder, terreno o celestial
―para ellos |
todo es terreno―, y
no reparan en |
desembarazarse como sea.
Mientras |
que en la lista de los
criticones no se |
erraría mucho si se
incluyera en ella |
a todos aquellos que
tienen algo que |
agradecerle, y pretenden,
tontamente, |
excusarse de todo
reconocimiento, |
con la ingratitud altanera
y mordaz, |
construyendo reproches y
formulando |
acusaciones que su misma
ligereza |
contradice. |
En estos últimos se
acompaña, no |
pocas veces, el desquite
de la vanidad |
inconsentida, pobreza de
imaginación, |
y el oportunismo de lances
en los que |
se pretende combinar el
lucimiento y |
el aprovechamiento al
mismo tiempo, |
o la venganza de estar
forzados a |
renunciar al último. |
11 (171) |
La Iglesia no teme a las
críticas. |
Tampoco las desafía. Le
duelen cuando |
no parlen del amor, del
deseo sincero |
de sus hijos que la
quieren cada vez |
más fiel a la misión
confiada por Cristo. |
Cuando viene de este amor,
la Iglesia |
agradece ese examen y
esfuerzo de |
purificación que desde
dentro mismo |
se busca y procura. No
hace falta de- |
siada atención para darse
cuenta |
que, en nuestra época
―y también en |
otras― este esfuerzo
interior repre- |
senta una tensión viva y
testimonial |
de la fidelidad al mensaje
cristiano |
que quiere transmitir a
los hombres |
también de hoy. |
Hay críticas desacertadas
y oportu- |
nistas que llevan su
contradicción en |
el mismo planteamiento que
estable- |
cen: hay quien dice que la
Iglesia no |
enseña, y dice esto
sirviéndose de las |
mismas enseñanzas que en
ella ha re- |
cibido; quien dice que la
Iglesia mira |
con indiferencia el mundo,
cuando el |
interés que el acusador
pueda tener |
por este mundo, lo ha
aprendido de la |
Iglesia; quien aspira a
reformas evan- |
gélicas, que únicamente
las ha podido |
sacar del Evangelio que
ella le ha |
transmitido... |
Porque eso sí es verdad:
de ser cier- |
tas algunas acusaciones,
el Evangelio |
ya se habría pulverizado.
No obstante, |
lo verdadero e
incontestable es que |
este Evangelio y toda la
Palabra de |
Dios, ha sido guardada y
trasmitida |
con un respeto y absolutez
insupera- |
bles, y ella misma,
constantemente, |
se ha sometido a una
crítica y rigor |
extremos para salvar,
pasando por las |
rugosas manos de sus
siglos, la inte- |
gridad impoluta de la
verdad recibida |
de Dios, y escrita y
copiada, miles de |
veces, por los hombres. |
No basta repetir ya la
frase paulina: |
«¿Qué tienes que no hayas
recibido?» |
Es preciso completarla:
¿Qué sabes |
de ella, que ella misma no
te lo haya |
enseñado? Calla pues, y
aprende un |
poco más, hasta que se te
despierte el |
amor, «La Iglesia necesita
ser amada», |
ha dicho Pablo VI. |
Es de desear que la
legitima búsqueda de información discurra |
libremente por cauces
variados y amplios, pero también inmunes |
A la tentación de querer
descubrir secretos que pertenecen a la |
Hola intimidad personal o
familiar... Un tipo de periodismo con- |
trario al descrito, sería
rechazado. Ante todo, por los mismos |
periodistas honestos,
quienes, como lo demuestran algunas de |
las recientes denuncias e
iniciativas, se niegan a ser considerados |
meros prestadores de
trabajo, como obreros manuales de em- |
presas industriales, y he
niegan a rebajar el propio ingenio y la |
propia conciencia ante
fuerzas ideológicas. |
Pablo VI, |
al X Congreso Mundial de
la U.C.I.P., |
celebrado en Buenos Aires |
12 (172) |
"IGLESIA-NOTICIA" |
un programa informativo |
de la Cadena de Radio
Popular. |
HA SIDO una feliz
iniciativa: lo |
primero que debe hacer un |
I medio de comunicación
social |
para el pueblo, es
informar. Se echaba |
de menos, en España, una
buena infor- |
mación de la Iglesia y
desde la Iglesia. |
La C.O.P.E. se propone
hacerlo, y |
puede llenar este vacío
que, a nivel de |
difusión máxima, no podían
alcanzar |
otras obras meritísimas, a
pesar de |
los esfuerzos y del
incalculable bien |
logrado. Por aquello de
que "todos |
somos católicos",
cualquier noticia so- |
bre la Iglesia re recibe
como completa |
y como verídica por el
lector o el |
oyente desprovisto de
defensas críticas |
o de una visión completa y
auténtica |
sobre las materias de que
se le informa. |
Hemos padecido, y
padecemos todavía, |
el mal de noticias
deformadas, sem- |
bradoras de confusionismo
y, por lo |
tanto, desorientadoras. |
Cuando es necesario para
la vida de |
la fe, no solamente la
adhesión a un |
conjunto de verdades
teóricas, sino |
sentir el pulso de la
Iglesia y acusarlo |
como miembro de la misma,
es de todo |
punto indispensable seguir
y conocer, |
en un grado homogéneo de
capacidad |
y comprensión, los hechos
y sucesos |
que dan testimonio de su
vida, y de |
los matices el que se
orienta y des- |
envuelve ese andar y
buscar, desde |
la iluminación de la fe,
el modo de |
extender el mensaje
cristiano en la |
época que vivimos. |
Lo primero estar
informados, y estar |
bien informados. |
Es evidente que para unos
buenos |
medios de información,
además de los |
propósitos de honradez,
veracidad y |
respeto al público
destinatario, y de |
conocimientos y
preparación profesio- |
nal adecuada y competente
para estar |
a la altura de la
responsabilidad social |
que se adquiere, hace
falta disponer de |
medios técnicos que
cuestan grandes |
cantidades de dinero. No
todo se puede |
ni debe reducir a problema
económico; |
pero sucede con harta
frecuencia que |
los mejores y más
perfectos medios |
materiales no están en
manos de los |
que mejor los utilizarían,
ni la super- |
ficialidad de los
contenidos a la altura |
de la perfección técnica
empleada en |
la difusión. No digamos de
cuando esa |
perfección se desvía,
tendenciosa o |
incapaz, dando mensajes o
contenidos |
de tema religioso que
necesariamente |
llegan tarados, deformados
o incom- |
pletos al público inocente
e indefenso. |
Supuesta la capacidad
técnica, los |
presupuestos éticos de la
información |
son el gran problema a
cuya solución |
Be oponen las ideologías
de todos los |
signos. Y prueba de ello
es la imposi- |
13 (173) |
bilidad de haber llegado a
conclusión |
alguna internacional
válida, en todas |
las veces que se ha
intentado. Una vez |
más, los hombres de
nuestro mundo, |
con mil pretextos, no
logran ponerse |
de acuerdo ni para
repartir el pan |
suficiente entre todos, ni
para repartir |
la verdad: fracasaron los
esfuerzos |
iniciales en la extinguida
Sociedad de |
Naciones y los reanudados
por los |
organismos de las actuales
Naciones |
Unidas. |
Supuesta una garantía de
imparcia- |
lidad en las
informaciones, no haría |
falta, o no sería tan
necesario que la |
Iglesia asumiera la de dar
por sí misma |
la que le compete. Pero
cuando no es |
posible tal seguridad,
debe la Iglesia, |
por sí misma, procurar
tales medios y |
ejercer la labor
informativa de su área, |
por sí misma; so pena que
se resigne |
a ser interpretada o
manipulada por |
intereses ajenos que
darían, a la pos- |
tre, una imagen falsa de
su vida, de |
su misión y de su ser. |
Por esto nos alegramos del
progra- |
ma introducido en la
cadena de Ondas |
Populares. No está reñido
con que unos |
medios de comunicación que
son pro- |
piedad de la Iglesia,
ofrezcan buena |
música y den criterios
cristianos sobre |
materias culturales, o
instrucción reli- |
giosa... Estas y otras
actividades le |
competen, a ella y a
otros, por derecho |
y por deber. Pero es
esencial que el |
"medio" se
dedique a informar en lo |
que es más inmediato a la
vida de la |
Iglesia, de sus fieles y
pastores, desde |
la verdad objetiva, sin
otros intereses |
que la inspiren, evitando,
en especial, |
que puedan ser políticos,
cuyo terreno |
ha de superar,
precisamente para |
hacer el único servicio
que le corres- |
ponde en este campo, que
es llevar |
siempre a la confrontación
de los |
principios cristianos los
sucesos pro- |
fanos y las variadas
iniciativas de los |
hombres, que ella no
interfiere, pero |
ilumina, critica, valora,
alienta o denun- |
cia desde su visión
universal, espiri- |
tual y más profundamente
humana. |
Los recursos técnicos a
través de |
los que la C. O.P. E.
ofrece su nuevo |
programa, no son la última
perfección |
radiofónica... se adivina
el esfuerzo |
por superar lo posible, y
poner a la |
altura debida, la calidad
material de |
las transmisiones; pero no
se puede |
ocultar la pobreza de los
medios que |
se han usado. Nos duele
solamente |
por las exigencias de los
impacientes. |
Pero nos conforta porque
confirma, |
sin pretenderlo, la
pobreza de la |
Iglesia. Ella, que tiene
lo mejor para |
servir, dispone de tosca
bandeja que, |
incluso a ese nivel,
postula la fe del |
que recibe. |
Sí, la Iglesia es pobre,
afortunada- |
mente, todavía, y digan lo
que digan |
los envidiosos y
resentidos acusadores |
y expoliadores y
aprovechados de |
siempre. |
¡Oigan, oigan todos los
días el pro- |
grama
"Iglesia-Noticia", diario habla- |
do de Radio Popular,
emitido a las |
tres de la tarde, justo
después del |
servicio de información
que da Radio |
Nacional! |
No puede aceptarse como
conciencia de lo que es "sacramento" en la |
Iglesia, ni el extremo de
reconocer un valor mágico al signo sagrado, |
ni el de soportar Con
ignorancia o cualquier somnolencia intelectual |
un rutinarismo
convencional o sociológico, sin referencia alguna, o |
con sólo imprecisa
referencia sobrenatural. |
14 (174) |
mass media: |
«El trabajo del periodista
sólo es |
concebible en un contexto
de libertad» |
... se afirmó en el X
Congreso de la Unión Católica |
Internacional de Prensa
celebrado en Buenos Aires |
el pasado mes de
noviembre. |
EL PASADO día veintidós de
noviembre se clausuró, en Buenos Aires, el X |
11. Congreso de la
U.C.I.P., que tuvo, como tema central de sus deliberacio- |
nes y estudios, el
análisis de "la ética en el periodismo". |
Tras cinco días de
labores, los doscientos cincuenta delegados de 36 países |
que participaron en el
Congreso aprobaron un "informe final" sobre la ética |
periodística que, «sin el
propósito de elaborar un código de deontología», llegó |
a las siguientes
conclusiones: |
―Una concepción
cristiana del periodismo supone la inspiración en el |
Evangelio: «El amor del
hombre en la perspectiva de su destino |
eterno, la defensa de los
más débiles y, en especial, de los que no |
tienen voz». |
―El periodista, que
es testigo y protagonista, «debe sentirse responsa- |
ble y asumir un compromiso
para con los lectores, estar al servicio |
de éstos, permitirles
participar en la comunicación social y en la vida |
de toda la sociedad
humana», que debe ser pluralista y respetar la |
diversidad de juicios. |
―El periodista no
debe prestar sus servicios con fines mercenarios, |
porque «su trabajo no es
concebible sino en libertad, tanto en lo que |
respecta a limitaciones
económicas como al poder político». |
El "informe
final" se dirige a todos los gobiernos pidiendo respeto a los |
principios de la
democracia y afirma que, consciente de sus responsabilidades, |
la U.C.I.P. seguirá
denunciando todos los ataques contra la libertad informativa. |
Al respecto, informa que
envió telegramas de protesta por la expulsión de |
nueve periodistas peruanos
y por la prohibición en Rhodesia de la publicación |
de un semanario. |
Por último, recoge la
iniciativa de los delegados de los países en vías de |
desarrollo, en favor de
realizar un programa para los medios de comunicación |
social en esas naciones, y
exhorta a llevar a la práctica la instrucción pastoral |
"Communio et
progressio" en relación con la información sobre la vida de la |
Iglesia. |
15 (175) |
NAVIDAD |
DE NUESTRO SEÑOR |
JESUCRISTO |
MISA |
DE MEDIANOCHE |
También en la noche de Año
Nuevo, |
Solemnidad de Santa María |
y Octava de Navidad |
LAUS |
Director: Ramón Mu
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Placeta de 9. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D. L AB 103/62 - 10. 12. 74 |
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