Boletín del Oratorio de Albacete.
Núm. 127. DICIEMBRE. Año 1974.
SUMARIO
NACER y novedad se parecen a Navidad. Tal vez
para que aprendamos a nacer, a estimar mejor la
vida de hombres, desde que Dios la ha compartido.
La vida cristiana es totalmente "vida": nacimiento, resu-
rrección. La nada no existe y la muerte tampoco. Por
esto cantan los ángeles y sonríe el mundo: ese gran portal
de los vivientes que van despertándose para mirar al cielo.
UN ANUNCIO DE BIEN
LA SEGURIDAD" DEL MATRIMONIO
LA COMISIÓN "JUSTICIA Y PAZ"
ANUNCIAR EL NACIMIENTO DE CRISTO
DESDE, FRENTE, FUERA, CONTRA...LA IGLESIA 
"IGLESIA-NOTICIA"
X CONGRESO DE LA U. C. I. 
1 (161)
Es Navidad, y el mundo, cara
a Dios, todavía joven.
¿Quién puede estar triste?
Deseamos a todos nuestros
lectores y amigos la bendición
de la paz y el gozo cristiano,
compartiendo esfuerzos y
esperanzas para un mundo
mejor.
2 (162)
Un anuncio de bien
EL ESTRENO de la primera Navidad de la Historia, fue por el anuncio
de un bien, de un gran gozo" que los ángeles, los mensajeros de
Dios, hicieron a los más sencillos y a los limpios de corazón. No era
la sencillez bobalicona, o el infantilismo muñequil y simplón la atención
Ilusionada y llena de lux que arrebató los corazones de los pastores y
luego de los magos de Oriente, sino la solicitación de la gracia de Dios,
de la misma manera que había preparado esta gracia, la fidelidad en las
esperanzas de los santos de la antigüedad judía del «resto de Israel», de
los que habían depurado sus aspiraciones y miradas hacia Dios, de com-
plejidades terrenales y de pactos codiciosos.
Los profetas que entrevieron los días del Señor, los que más de cerca
lo presintieron aun antes de recibirle, como Maria, José. Ana, Joaquin, el
Bautista... estaban purificados de ambiciones de grandeza. Nada de lo quo
los poderosos del mundo, o los soberbios de la vida hubieran osado exigir
o pedir a un Todopoderoso, se les hubiera ocurrido a ellos, que ya descu-
brían el espíritu de su reino, harto diferente de las prevalencias mundanas,
objeto de las aspiraciones y de las ambiciones, legitimadas por el consenso
humano, casi en todas partes y por casi todos los hombres.
Cristo, el Ungido de Dios, venía para traer a los hombres capaces de
comprenderlo, un gran gozo", una noticia de bien, una palabra liberadora,
un reino de paz, una fuerza de amor como una levadura que en el vigor
3 (163)
de su energía, sería capaz de obrar la transformación del mundo entero,
en la medida en que fuese aceptado por los hombres.
Esta aceptación no sería fácil. Contradicciones sin fin habrían que
superar los que, incluso bien intencionados, se abocaran hacia él a la
primera buena impresión que les atraía su gesto o su palabra. Esta acep-
tación todavía es condicionado por las actitudes de los hombres de hoy.
y seguirá siéndolo hasta el fin de los tiempos. No por falta de eficacia del
don que Cristo ofrece al introducirse en nuestra historia, sino porque no
renuncia a darnos un bien inferior, y por eso depende de la aceptación
del hombre, que regatea con in infinidad del amor de Dios.
Dios solamente transige con el modo de acercarse, de expresarse
cuando nos ama: pero no transige con la medida de su entrega, ni acepta
limitaciones a la respuesta del hombre.
Pureza, limpiarse de mixtificaciones y complejidades inútiles; no ceder
A la tentación de pactos y divisiones para conllevancias de opuestos entre
bondad y egoísmo, verdad y mentira, espíritu y tiempo.
Por encima, más allá, aunque desde aquí, como ángeles y pastores:
Andando con los pies, pero cantando con el corazón; batiendo las palmas
del gozo, y extendiendo las alas de la esperanza en un bien creciente,
todavía se anuncia el nacimiento de Cristo, y sigue por todas las noches
del mundo, por todas las colinas del frio, por las oscuridades y tinieblas
de las dudas de los pusilánimes, para darles un anuncio gozoso, de verdad,
de bien, de liberación.
LA POBLACIÓN DE LA MANCHA ENVEJECE.
Ha perdido casi medio millón de habitantes en diez años
La población de La Mancha disminuye y envejece. En la década de los
60 ha perdido 415.476 habitantes y su agricultura está subdesarrollada,
afirma un informe que publica el boletín informativo del Secretariado
de la Comisión Episcopal de Migraciones. Las provincias de Ciudad Real,
Albacete, Cuenca y Toledo constituyen el objeto del citado informe. De
1940 a 1970 La Mancha ha perdido 893.385 habitantes por emigración, de
los que 684.660 fueron a partir de 1950 y 415.476, en la década de los 60.
Albacete y Ciudad Real tienen menos habitantes de hecho en 1970 que
en 1940. Toledo, menos que en 1930, y Cuenca, menos que en 1920.
Entre los que quedan están los menos jóvenes y los más viejos.
Respecto de los trabajadores de la industria, que son el 18 por 100 de
la población activa, viven con una renta que es el 52 por
100 de la de una persona activa en España.
4 (164)
La "seguridad" del Matrimonio
OTROS la llamarían "indisolubili-
dad". Pero es el caso que muchos
padres, al referirse a los hijos
que "sientan la cabeza" curándose con
lo que dicen una buena chica, o a las
hijas que "colocan" en matrimonio,
toman esta relación o estado de hom-
bre y mujer, como una "seguridad".
Probablemente por lo que tiene de
garantía estable, de impugnabilidad en
su permanencia "hasta la muerte", de
seguro vitalicio, por lo tanto, de convi-
vencia honorable, incluso afectiva y
socialmente compensada, y jurídica-
mente reconocida.
Pero... a uno le darían ganas de salir
a la calle y preguntar a las personas
casadas, «¿qué es el matrimonio?» Y,
desde la fe, naturalmente; porque la
mayoría, casi la totalidad de personas
casadas, han llegado a este estado a
través del matrimonio católico; el ma-
trimonio que es un sacramento.
Sin grandes decepciones no sería
posible confeccionar una colección de
las respuestas posibles.
Posiblemente los mayores todavía
recuerden aquellos tiempos en los que,
los futuros esposos eran requeridos
por el párroco para ser examinados, en
el despacho parroquial, sobre la parte
sustancial del Catecismo católico, que
respecto a la fe y a los sacramentos,
más les afectaba. La práctica de este
requisito se apoyaba no solamente en
preceptos legales eclesiásticos, sino en
la lógica: mal podían recibir con fruto
un sacramento cuya esencia ignoraban,
y poco o nada influirían en la educa-
ción cristiana de los hijos surgidos en
la familia que iban a fundar, si desco-
nocían lo más básico y elemental de lo
que se disponían a celebrar y de los
deberes que, con ello, asumían,
Esta práctica se ha ido abandonando
o supliendo por otros medios. De todas
formas, un examen general de las
parejas que se acercan a recibir el
sacramento del Matrimonio, lleva a la
conclusión de que suelen ser muchos
los casos en los que la ignorancia
básica cristiana o la mezcla confusa
de conceptos equivocados acompaña a
los contrayentes, que toman la "cere-
monia" matrimonial como un requisito
que legalice la futura convivencia, sin
que esté mal que también la bendiga
Dios...; pero sin atención al valor sa-
cramental del acto realizado "in facie
Ecclesiae". En muchos casos la noción
de sacramento que tienen los contra-
yentes, se reduce a ese nombre de
resonancia misteriosa, de contenido
confuso, más o menos sagrado...
Lo de sacramento como "signo eficaz
de gracia" y, más en particular (porque
es lo que más debe interesarles) de la
específica "significación" referida a
Cristo y a la Iglesia, según la doctrina
efesina de san Pablo, asumida por la
teología católica, nada, o casi nada...
Y hay que preguntarse: ¿tales perso-
nas han recibido "un" sacramento de
la Iglesia, sacramento que se apoya
5 (166)
en verdades que ignoran? Porque los
sacramentos los reciben las personas"
personalmente, es decir, como seres
libres y racionales. ¿Es posible recibir
lo que se ignora, lo que se desconoce?
No puede aceptarse como conciencia
de lo que es "sacramento", ni el ex-
tremo de reconocer un valor mágico
vinculado al automatismo de un signo
sagrado, ni tampoco el soportar con
somnolencia mental, ignorancia o ru-
tinarismo sociológico, convencional y
externo, y sin referencia, o con impre-
cisa referencia a lo sobrenatural.
De vez en cuando ―e irá en aumen-
to, a medida que vayan cediendo otras
presiones humanas― se oye reclamar,
ya por aquí, que la Iglesia, al menor
en algunos casos, debiera abrirse a la
aceptación del divorcio, para dar paso
a reales desvinculaciones matrimonia-
les. Cuando esta petición arranca de
algún fiel católico, uno se plantea,
inevitablemente, estas dudas: Si no es
casado, ¿sabe lo que es sacramento, y
lo que es la significación asumida en
el matrimonio? Y, si es casado, ¿fue
válido, recibió efectivamente el sacra-
mento y las obligaciones y deberes en
él expresados? porque es probable que
solicite un divorcio que no necesita.
Porque hay seguridades que debe-
rían ser revisadas, porque no son tan
seguras como parecen.
Los sacramentos son para los creyentes, y su
celebración fructuosa exige una actitud de fe.
¿Qué hacer cuando los piden personas de una
fe débil o inexistente? Con gran respeto a las
personas y a la diversidad de las situaciones,
los obispos españoles estudian la manera de
dar una mayor autenticidad a muestra práctica
sacramental, para que los cristianos los reciban
con un mayor sentido de responsabilidad y de
forma más consciente. Vista desde esta pers-
pectiva, la materia tiene un íntimo nexo con la
opción evangelizadora de la Iglesia en España
y con la preocupación insistentemente repetida
en los últimos años: el paso de unas motivaciones
sociológicas a otras más personales.
Mons. Yanes,
Secr. de la Conf. Episcopal Esp.
6 (166)
LA COMISIÓN
NACIONAL
ESPAÑOLA
"JUSTICIA Y PAZ"
ALGUNAS informaciones recientes han afirmado que la Comisión Nacio-
nal "Justicia y Paz" no gozaba de reconocimiento legal.
Un portavoz de la presidencia de la citada Comisión, que ostenta don Joaquín
Ruiz Jiménez, ha puntualizado a un redactor de la agencia Logos, el día 21 del
pasado mes de noviembre, los siguientes aspectos:
La Comisión nacional Justicia y Paz" española, se creó por
expreso deseo del Papa Pablo VI, que pidió que en todas las nacio-
nes se constituyeran delegaciones de la Comisión Pontificia "Justi-
cia y Paz".
• Los estatutos de la Comisión Española están aprobados por la
asamblea plenaria del Episcopado español, celebrada el año 1972, y
este acuerdo fue ratificado por la Santa Sede.
• La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar es la que efectúa
los nombramientos de los cargos directivos de la Comisión Nacio-
nal Justicia y Paz".
• El secretariado de la Comisión Nacional no sólo trabaja a nivel
nacional, sino que se están realizando gestiones en las diócesis de
nuestro país: en algunas van ya muy adelantadas, para poner en
marcha las comisiones diocesanas de "Justicia y Paz".
• El reconocimiento de la Comisión Nacional Justicia y Paz" ca
oficial a nivel eclesial.
7 (167)
GLORIA A DIOS EN LO ALTO DEL CIELO
ANUNCIAR
SIEMPRE
EL NACIMIENTO
DE CRISTO
El ángel les dijo:
«No tengáis miedo:
os traigo una buena
noticia que será de
gran alegría para
todo el pueblo».
Y PAZ EN LA TIERRA ENTRE LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD.
EL ERROR de los que esperaban el
Mesías de las promesas veterotes-
tamentarias, consistía en imaginar
su aparición triunfal, definitiva, acabada,
perfecta en su efecto, lograda en todos
sus frutos,
Este fue el error de los naturalmente
buenos, pero en cambio poco espirituales,
cuya superficialidad no pudo penetrar
hasta descubrir la calidad profunda del
bien y de la clase de liberación que Cristo
traía al mundo.
... Este mismo error indujo a las aberra-
ciones persecutorias de los que, después
de oponerse y de suprimir, condenán-
dolo, a Cristo, el verdadero Hijo de Dios,
siguieron persiguiendo a su iglesia, como
Cristo en su infancia, de un Egipto a otro...
8 (168)
Este error es el mismo de los cegados
soberbios que buscan en el triunfo his-
tórico prepotente de imaginarias formas
de cristiandad, la realización de un reino
ciertamente visible, pero que no tiene
cabida en los moldes evangélicos, relega-
dos de las grandezas humanas.
Y es el mismo error de loe qué, pode-
rosos y miedosos al mismo tiempo, como
Herodes, temen cualquier sombra de po-
der, aunque se llame espiritual y aunque
lo sea realmente, porque radicalmente
se oponen a ver discutido el suyo, ni
siquiera en nombre de Dios. Llegarían a
admitir y a confesar externamente un
Dios que necesitara de ellos, pero jamás
a un Dios a quien tuvieran que someterse,
porque, por otra parte, tampoco sabrían
someterse a Él, ni le reconocerían en la
pobreza de un Portal. Si posteriormente
Cristo, después de haber nacido en Belén,
de haber predicado y de haber muerto, y
de haber fundado su Iglesia, ha recibido
homenajes de los grandes de este mundo,
ha sido porque los mismos hombres lo
han disfrazado para cubrir aquella extre-
ma sencillez de su aparición, demasiado
barata, demasiado humilde, para merecer
las adoraciones de este mundo.
Por esta razón la Iglesia, año tras año,
vuelve a anunciar el nacimiento del Se-
ñor. Nace cada año, nace siempre. Y es
necesario que así sea para que cada vez
nos acerquemos a reconocerle más cerca
de la autenticidad depurada y original
del espíritu con que entró en nuestra
9 (169)
Historia de hombres fantasiosos y so-
berbios.
Por esta razón cada año la Iglesia
nos invita a unirnos, si domos sencillos
a los pastores, y si somos sabios a los
personajes orientales que le buscaron
y adoraron, para que nos acerquemos
a la sencillez que ellos descubrieron
y, envueltos en ella, como pañales de
pureza inmixtificada, reconozcamos al
Señor y Rey del mundo, al salvador
de todos los hombres.
Para que, una vez descubierto, vol-
vamos con gozo del abrazo en el que
lo hemos contenido, y lo anunciemos
a los demás. Para que seamos no sólo
pastores y magos, sino también ángeles
que lo anuncian al mundo... Al mundo
de los sencillos, de los que esperan y
buscan el bien, de los que buscan la
verdad, de los que la sirven y la pro-
claman.
¡Venid, adoremos, y llevemos esta
adoración al mundo, para una fe que
necesita y que ha de nacer de nuevo!
La Iglesia es joven todavía; es como
un niño en un portal: Cristo que sigue
naciendo, al lado de todos los ruidos
del mundo, comenzando melodías de
paz.
¡Venid, vamos a Belén, andemos,
caminemos... hay algo nuevo, mucho
nuevo que hacer! Y nos espera el
Señor, envuelto en pañales de debilida-
des y limitaciones, que la fe descubre
Señor del Universo, inaugurando una
nueva era. La que el mundo busca, la
que necesita.
DECLARACIÓN ACERCA DE LAUS
En lo que el Artículo 21 de la vigente Ley de Prensa e Imprenta
afecta a esta publicación, se hace constar:
Que LAUS. Boletín del Oratorio, es propiedad de
la Congregación del Oratorio de san Felipe Neri,
persona jurídica debidamente inscrita en el Registro
de Empresas Periodísticas, del Ministerio de Infor-
mación y Turismo.
Que, lo mismo que las demás obras apostólicas del
Oratorio, se mantiene, económicamente, por las
aportaciones espontáneas de los fieles y el producto
del trabajo de los miembros de la Congregación.
Que el padre Ramón Mas Casanelles, como Director
de la revista, es el responsable de su contenido.
Al cumplir con estas declaraciones, lo que prescribe la Ley y,
en especial, en orden a enterar a los lectores de los recursos y
situación económica de la publicación, tomamos Oción para
expresar nuestro agradecimiento a cuanto nos alientan y ayudan
en el mantenimiento de nuestra modesta tarea.
10 (170)
Desde, frente, fuera, contra…
la Iglesia
HAN PASADO los tiempos de
inflación apologética, y estamos
entrando, parece, en los de la
crítica. ¿Llegaremos a otra inflación,
aunque de sentido contrario?
Para aparentar estar al día, para
presumir de visión de futuro, para
inspirar confianza en indecisos admi-
radores, o por llana y pura ligereza,
muchos se sienten obligados a echar
por tierra todo, y criticar como sea,
sin reflexión, la mayor parte de las
veces, rozando apenas las simples
apariencias, con superficialismo teme-
rario.
La Iglesia, experta en Historia, ya
no puede temer demasiado las críticas.
Antes de ellas ha pasado por duras
persecuciones, sin comparación posi-
ble con otra cualquier institución his-
tórica, y, perseguida o criticada, aún
prevalece, a entidades o dinastías que,
con más recursos que ella, han fenecido
finalmente, indefensas y fracasadas.
Pero es lástima que le lleguen las
críticas, en no pocas ocasiones, de los
que no deberían criticarla, o porque,
tan ajenos a ella no pueden tener ele-
mentos para juzgar lo que desconocen
y son incapaces de ajustarse al sentido
del ser y del obrar de la Iglesia, irre-
ductible a las categorías puramente
terrenas, aunque éstas a veces preten-
dan ser introducidas en ella por los
hombres que desearían instrumentali-
zarla en provecho de su gloria o poder.
O porque proceden de los que utilizan,
desorbitándolos, los mismos datos que
ella lealmente les suministra, pero que
no saben interpretar.
Tanto es así, que sin temor a exa-
gerar y dejando un apartado para la
ignorancia, se podría incluir en la lista
de los perseguidores a los aparente-
mente y los materialmente poderosos
del mundo, pero agitados por secretos
y fatales miedos, al estilo del de Hero-
des, que temen, sin conceder el mínimo
tiempo para el análisis a que in vita la
misma liturgia navideña ―«no quita los
reinos mortales, fenecedores, el que
da los del cielo»― cualquier asomo de
poder, terreno o celestial ―para ellos
todo es terreno―, y no reparan en
desembarazarse como sea. Mientras
que en la lista de los criticones no se
erraría mucho si se incluyera en ella
a todos aquellos que tienen algo que
agradecerle, y pretenden, tontamente,
excusarse de todo reconocimiento,
con la ingratitud altanera y mordaz,
construyendo reproches y formulando
acusaciones que su misma ligereza
contradice.
En estos últimos se acompaña, no
pocas veces, el desquite de la vanidad
inconsentida, pobreza de imaginación,
y el oportunismo de lances en los que
se pretende combinar el lucimiento y
el aprovechamiento al mismo tiempo,
o la venganza de estar forzados a
renunciar al último.
11 (171)
La Iglesia no teme a las críticas.
Tampoco las desafía. Le duelen cuando
no parlen del amor, del deseo sincero
de sus hijos que la quieren cada vez
más fiel a la misión confiada por Cristo.
Cuando viene de este amor, la Iglesia
agradece ese examen y esfuerzo de
purificación que desde dentro mismo
se busca y procura. No hace falta de-
siada atención para darse cuenta
que, en nuestra época ―y también en
otras― este esfuerzo interior repre-
senta una tensión viva y testimonial
de la fidelidad al mensaje cristiano
que quiere transmitir a los hombres
también de hoy.
Hay críticas desacertadas y oportu-
nistas que llevan su contradicción en
el mismo planteamiento que estable-
cen: hay quien dice que la Iglesia no
enseña, y dice esto sirviéndose de las
mismas enseñanzas que en ella ha re-
cibido; quien dice que la Iglesia mira
con indiferencia el mundo, cuando el
interés que el acusador pueda tener
por este mundo, lo ha aprendido de la
Iglesia; quien aspira a reformas evan-
gélicas, que únicamente las ha podido
sacar del Evangelio que ella le ha
transmitido...
Porque eso sí es verdad: de ser cier-
tas algunas acusaciones, el Evangelio
ya se habría pulverizado. No obstante,
lo verdadero e incontestable es que
este Evangelio y toda la Palabra de
Dios, ha sido guardada y trasmitida
con un respeto y absolutez insupera-
bles, y ella misma, constantemente,
se ha sometido a una crítica y rigor
extremos para salvar, pasando por las
rugosas manos de sus siglos, la inte-
gridad impoluta de la verdad recibida
de Dios, y escrita y copiada, miles de
veces, por los hombres.
No basta repetir ya la frase paulina:
«¿Qué tienes que no hayas recibido?»
Es preciso completarla: ¿Qué sabes
de ella, que ella misma no te lo haya
enseñado? Calla pues, y aprende un
poco más, hasta que se te despierte el
amor, «La Iglesia necesita ser amada»,
ha dicho Pablo VI.
Es de desear que la legitima búsqueda de información discurra
libremente por cauces variados y amplios, pero también inmunes
A la tentación de querer descubrir secretos que pertenecen a la
Hola intimidad personal o familiar... Un tipo de periodismo con-
trario al descrito, sería rechazado. Ante todo, por los mismos
periodistas honestos, quienes, como lo demuestran algunas de
las recientes denuncias e iniciativas, se niegan a ser considerados
meros prestadores de trabajo, como obreros manuales de em-
presas industriales, y he niegan a rebajar el propio ingenio y la
propia conciencia ante fuerzas ideológicas.
Pablo VI,
al X Congreso Mundial de la U.C.I.P.,
celebrado en Buenos Aires
12 (172)
"IGLESIA-NOTICIA"
un programa informativo
de la Cadena de Radio Popular.
HA SIDO una feliz iniciativa: lo
primero que debe hacer un
I medio de comunicación social
para el pueblo, es informar. Se echaba
de menos, en España, una buena infor-
mación de la Iglesia y desde la Iglesia.
La C.O.P.E. se propone hacerlo, y
puede llenar este vacío que, a nivel de
difusión máxima, no podían alcanzar
otras obras meritísimas, a pesar de
los esfuerzos y del incalculable bien
logrado. Por aquello de que "todos
somos católicos", cualquier noticia so-
bre la Iglesia re recibe como completa
y como verídica por el lector o el
oyente desprovisto de defensas críticas
o de una visión completa y auténtica
sobre las materias de que se le informa.
Hemos padecido, y padecemos todavía,
el mal de noticias deformadas, sem-
bradoras de confusionismo y, por lo
tanto, desorientadoras.
Cuando es necesario para la vida de
la fe, no solamente la adhesión a un
conjunto de verdades teóricas, sino
sentir el pulso de la Iglesia y acusarlo
como miembro de la misma, es de todo
punto indispensable seguir y conocer,
en un grado homogéneo de capacidad
y comprensión, los hechos y sucesos
que dan testimonio de su vida, y de
los matices el que se orienta y des-
envuelve ese andar y buscar, desde
la iluminación de la fe, el modo de
extender el mensaje cristiano en la
época que vivimos.
Lo primero estar informados, y estar
bien informados.
Es evidente que para unos buenos
medios de información, además de los
propósitos de honradez, veracidad y
respeto al público destinatario, y de
conocimientos y preparación profesio-
nal adecuada y competente para estar
a la altura de la responsabilidad social
que se adquiere, hace falta disponer de
medios técnicos que cuestan grandes
cantidades de dinero. No todo se puede
ni debe reducir a problema económico;
pero sucede con harta frecuencia que
los mejores y más perfectos medios
materiales no están en manos de los
que mejor los utilizarían, ni la super-
ficialidad de los contenidos a la altura
de la perfección técnica empleada en
la difusión. No digamos de cuando esa
perfección se desvía, tendenciosa o
incapaz, dando mensajes o contenidos
de tema religioso que necesariamente
llegan tarados, deformados o incom-
pletos al público inocente e indefenso.
Supuesta la capacidad técnica, los
presupuestos éticos de la información
son el gran problema a cuya solución
Be oponen las ideologías de todos los
signos. Y prueba de ello es la imposi-
13 (173)
bilidad de haber llegado a conclusión
alguna internacional válida, en todas
las veces que se ha intentado. Una vez
más, los hombres de nuestro mundo,
con mil pretextos, no logran ponerse
de acuerdo ni para repartir el pan
suficiente entre todos, ni para repartir
la verdad: fracasaron los esfuerzos
iniciales en la extinguida Sociedad de
Naciones y los reanudados por los
organismos de las actuales Naciones
Unidas.
Supuesta una garantía de imparcia-
lidad en las informaciones, no haría
falta, o no sería tan necesario que la
Iglesia asumiera la de dar por sí misma
la que le compete. Pero cuando no es
posible tal seguridad, debe la Iglesia,
por sí misma, procurar tales medios y
ejercer la labor informativa de su área,
por sí misma; so pena que se resigne
a ser interpretada o manipulada por
intereses ajenos que darían, a la pos-
tre, una imagen falsa de su vida, de
su misión y de su ser.
Por esto nos alegramos del progra-
ma introducido en la cadena de Ondas
Populares. No está reñido con que unos
medios de comunicación que son pro-
piedad de la Iglesia, ofrezcan buena
música y den criterios cristianos sobre
materias culturales, o instrucción reli-
giosa... Estas y otras actividades le
competen, a ella y a otros, por derecho
y por deber. Pero es esencial que el
"medio" se dedique a informar en lo
que es más inmediato a la vida de la
Iglesia, de sus fieles y pastores, desde
la verdad objetiva, sin otros intereses
que la inspiren, evitando, en especial,
que puedan ser políticos, cuyo terreno
ha de superar, precisamente para
hacer el único servicio que le corres-
ponde en este campo, que es llevar
siempre a la confrontación de los
principios cristianos los sucesos pro-
fanos y las variadas iniciativas de los
hombres, que ella no interfiere, pero
ilumina, critica, valora, alienta o denun-
cia desde su visión universal, espiri-
tual y más profundamente humana.
Los recursos técnicos a través de
los que la C. O.P. E. ofrece su nuevo
programa, no son la última perfección
radiofónica... se adivina el esfuerzo
por superar lo posible, y poner a la
altura debida, la calidad material de
las transmisiones; pero no se puede
ocultar la pobreza de los medios que
se han usado. Nos duele solamente
por las exigencias de los impacientes.
Pero nos conforta porque confirma,
sin pretenderlo, la pobreza de la
Iglesia. Ella, que tiene lo mejor para
servir, dispone de tosca bandeja que,
incluso a ese nivel, postula la fe del
que recibe.
Sí, la Iglesia es pobre, afortunada-
mente, todavía, y digan lo que digan
los envidiosos y resentidos acusadores
y expoliadores y aprovechados de
siempre.
¡Oigan, oigan todos los días el pro-
grama "Iglesia-Noticia", diario habla-
do de Radio Popular, emitido a las
tres de la tarde, justo después del
servicio de información que da Radio
Nacional!
No puede aceptarse como conciencia de lo que es "sacramento" en la
Iglesia, ni el extremo de reconocer un valor mágico al signo sagrado,
ni el de soportar Con ignorancia o cualquier somnolencia intelectual
un rutinarismo convencional o sociológico, sin referencia alguna, o
con sólo imprecisa referencia sobrenatural.
14 (174)
mass media:
«El trabajo del periodista sólo es
concebible en un contexto de libertad»
... se afirmó en el X Congreso de la Unión Católica
Internacional de Prensa celebrado en Buenos Aires
el pasado mes de noviembre.
EL PASADO día veintidós de noviembre se clausuró, en Buenos Aires, el X
11. Congreso de la U.C.I.P., que tuvo, como tema central de sus deliberacio-
nes y estudios, el análisis de "la ética en el periodismo".
Tras cinco días de labores, los doscientos cincuenta delegados de 36 países
que participaron en el Congreso aprobaron un "informe final" sobre la ética
periodística que, «sin el propósito de elaborar un código de deontología», llegó
a las siguientes conclusiones:
―Una concepción cristiana del periodismo supone la inspiración en el
Evangelio: «El amor del hombre en la perspectiva de su destino
eterno, la defensa de los más débiles y, en especial, de los que no
tienen voz».
―El periodista, que es testigo y protagonista, «debe sentirse responsa-
ble y asumir un compromiso para con los lectores, estar al servicio
de éstos, permitirles participar en la comunicación social y en la vida
de toda la sociedad humana», que debe ser pluralista y respetar la
diversidad de juicios.
―El periodista no debe prestar sus servicios con fines mercenarios,
porque «su trabajo no es concebible sino en libertad, tanto en lo que
respecta a limitaciones económicas como al poder político».
El "informe final" se dirige a todos los gobiernos pidiendo respeto a los
principios de la democracia y afirma que, consciente de sus responsabilidades,
la U.C.I.P. seguirá denunciando todos los ataques contra la libertad informativa.
Al respecto, informa que envió telegramas de protesta por la expulsión de
nueve periodistas peruanos y por la prohibición en Rhodesia de la publicación
de un semanario.
Por último, recoge la iniciativa de los delegados de los países en vías de
desarrollo, en favor de realizar un programa para los medios de comunicación
social en esas naciones, y exhorta a llevar a la práctica la instrucción pastoral
"Communio et progressio" en relación con la información sobre la vida de la
Iglesia.
15 (175)
NAVIDAD
DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO
MISA
DE MEDIANOCHE
También en la noche de Año Nuevo,
Solemnidad de Santa María
y Octava de Navidad
LAUS
Director: Ramón Mu Casanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratoria
Placeta de 9. Felipe Neri, 1 - Apartado 182 - Albacete - D. L AB 103/62 - 10. 12. 74
16 (176)