Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 148. MARZO. Año 1977. |
SUMARIO |
HAY una violencia que está
en cada ser que crece, |
mientras persiste en su
desarrollo. Esa violencia no |
es desconocida para el
cristiano, y entra en la ley |
de su vida. Negarla
equivaldría a negar la "conversión" |
espiritual que le es
indispensable, y la transformación de |
todo su hacer en el mundo.
Otras violencias son menos |
profundas que ésta. |
LA BUENA VOLUNTAD
ILUSTRADA |
PENITENCIA, VIOLENCIA |
JUSTIFICACIÓN DE LA
VIOLENCIA |
TÓPICOS EVANGÉLICOS SOBRE
LA VIOLENCIA |
FUERZA |
PODER |
AMOR |
VIOLENCIA |
LA IDEOLOGÍA DE LA
SEGURIDAD NACIONAL |
LA REPRESIÓN DE LA IGLESIA |
EN LATINOAMÉRICA |
1 (41) |
LA BUENA |
VOLUNTAD |
ILUSTRADA |
No es poco la buena
voluntad, como |
disposición abierta a un
propósito |
de bien. El que quiera ser
cristiano |
ha de comenzar por esa
buena vo- |
luntad. Pero "buena
voluntad" no |
quiere decir residualismo
bondado- |
so, descuido inocentón,
dejadez sin |
malicia. En ocasiones la
"buena vo- |
luntad" se ha
utilizado para englo- |
bar, excusándolas, la
pereza, el des- |
orden y la
irresponsabilidad. |
La buena voluntad ha de
ser ac- |
tiva; supone una actitud
despierta y |
abierta, dinámica y
constante. Supo- |
ne una
"voluntad" en uso y usada |
"bien". En
ningún caso, y menos en |
éste, puede reservarse la
califica- |
ción de "bueno"
a lo inútil, aunque |
tantas veces cierto modo
de enten- |
der la caridad dedica la
expresión |
de bueno a lo puramente
negativo |
o estático. No se es bueno
porque |
no se hace el mal, sino
porque se |
hace el bien. La bondad es
activa. |
Para ser cristiano hay que
asumir |
esa disposición a la
actividad del |
bien, y hay que
mantenerla, con una |
tensión que busque el
aumento. Sin |
compartimentar ni dividir
en racio- |
nes la dedicación, la
consagración a |
ese bien. |
Hace falta, además, una
constante |
labor crítica, un esfuerzo
de análisis |
que revise y corrija la
trayectoria |
del hacer; que valore la
circunstan- |
cia de la dedicación, los
objetos y la |
amplitud de la tarea de
bien que ha |
de ser la vida entera. |
Y es preciso que la
referencia a |
Dios sea mantenida,
depurando, día |
a día, esa misma idea que
tenemos |
de Dios, en general
demasiado redu- |
cida o alejada. Da pena
detenerse a |
comparar el tiempo que
dedicamos |
a enterarnos y saber de
tantas cosas |
de valor harto discutible
y con lo |
poco que nos contentamos
cuando |
se trata de crecer en el
conocimien- |
to de Dios, arrastrando,
así una ver- |
gonzosa ignorancia,
disimulada con |
efusiones sentimentales
cuando se |
nos da por ser humildes,
o, si nos pi- |
ca la soberbia, con
disparos de crí- |
tica implacable a la
Iglesia u otros |
cristianos, con tal
desamor que se |
diría que somos extraños a
ella, que |
no somos ni siquiera
bautizados... |
Ilustrar la buena
voluntad, cre- |
cer, también, en
conocimiento ―aun- |
que no sea
rentable...― de Dios; inte- |
resarnos por la Iglesia de
la que |
decimos ser miembros;
dejar atrás |
esa etiqueta de
cristianismo hereda- |
do, irresponsable o
"sociológico" |
(como ahora se dice) y
comenzar a |
ser cristianos para Dios,
porque |
Dios nos interesa, porque
le quere- |
mos conocer y amar, y
hacer que |
sea conocido y amado. |
Conocer a Dios no para
exhibir |
el conocimiento que de él
alcance- |
mos, sino para vivirlo
sinceramente. |
Todo esto es imposible sin
una |
dedicación que tiene,
inevitable- |
mente, sus dimensiones de
tiempo, |
de orden y horario, de
estudio, de |
reflexión, de oración;
todo esto ne- |
cesita un espacio, un
interés no se- |
cundario... Cuaresma puede
ser otra |
oportunidad para buscarlo.
Vale la |
pena. |
2 (42) |
Penitencia, |
violencia |
HAY CRISTIANOS que quieren
compaginar un cierto progresismo |
―¿quién no quiere
ser avanzado, a estas alturas?...―, aunque sin re- |
nunciar al acopio y goce
de comodidades que todo lo material y los |
1. recursos económicos
―¿dónde quedaron las bienaventuranzas?...― |
puedan proporcionarles.
Consiguen ellos mismos sugestionarse si evitan |
todo autoexamen, y hasta
llegan a impresionar a los demás a base de críti- |
cas sin compromiso
dirigidas a la institución eclesiástica o bien a otros |
cristianos, en cuyas
quejas o análisis alcanzan, más de una vez, verdaderos |
aciertos objetivamente
válidos. Esto no es lo triste, ni puede sorprender |
demasiado, porque al fin y
al cabo no pasa de confirmar las limitaciones |
inevitables de los
soportes humanos y temporales, aún de lo santo. |
Lo triste y lo lamentable
es lo que les ocurre a ellos mismos, porque no |
sacan, de las deficiencias
que creen descubrir, el fruto que, por reacción |
estrictamente evangélica,
debiera en sus propias vidas producirse. |
Hay un capítulo de su
cristianismo que permanece inédito: el del ven- |
cimiento gratuito y
generoso para la bondad; el que comprende esfuerzos |
no recompensados y
abnegaciones no reconocidas ni alabadas en pro de |
la verdad y de la
justicia; el de la pereza y falta de imaginación para cual- |
quier tarea creativa de
bien... Creen representar o mantenerse en un cris- |
tianismo auténtico porque
suponen que falta a los demás, si bien no pasa el |
suyo propio de un mínimo
sólo suficiente para mantener la indispensable |
autosugestión o a la
apariencia superficial. Máximas exigencias hacia lo |
ajeno o erróneamente
alejado ―ellos también son o deberían ser y sentirse |
Iglesia; a ellos también
Dios le podría preguntar: «¿dónde está tu herma- |
no?»―; máximas
exigencias hacia lo ajeno, mínimas para mantener la po- |
bre satisfacción consigo
mismo. |
Por eso, aunque el
cristiano no es un hombre que busca a Dios a través |
precisamente del dolor ni
que haya de negar todo el valor que encierre la |
creación, es conveniente,
para evitar esa distracción analítica y otros erro- |
res que paralizarían el
desarrollo vital de la fe en cada fiel, alguna vez la |
Iglesia, tomando la voz
del Evangelio y, en general, de la Biblia, nos recuer- |
da la necesidad de la
penitencia, simbolizada en el ayuno y en la propia |
aflicción para contener
los excesos de la sensualidad y de la satisfacción |
3 (43) |
orgullosa, con el fin de
aproximarnos un poco más a la verdad de ese es- |
fuerzo irrenunciable,
convencionalmente llamado "penitencia", pero que |
no es otra cosa que la
actitud mantenida de conversión, de renovación ín- |
tima y compenetrada con
Cristo. |
Sorprendentemente no es
difícil encontrar a personas que se llaman |
cristianas al tiempo que,
sin rubor ninguno, afirman que la penitencia no |
les dice nada, ni como
exigencia de su fe ni como necesidad para su trato |
con Dios. Esas personas
profesan un cristianismo muy "sui generis", por |
ellas mismas recortado a
su gusto y conveniencia, que les complementa |
pero que no les transforma
las vidas. Es decir que no les convierte; son |
cristianos por convertir,
aunque alcancen momentos de agudeza crítica que |
les aproxime, en teoría y
para los demás, cerca de la autenticidad. |
El Cristianismo es
violento, con la violencia que exige, no sólo el firme |
propósito, formulado en un
momento, de conversión a Cristo; sino porque |
esa voluntad, que para ser
válida ha de ser mantenida, lleva consigo la con- |
secuencia de un esfuerzo –
«hambre y sed de justicia» decía el mismo Señor, |
que no puede cesar. Un
esfuerzo que no es desasosiego ni inquietud, pero |
sí búsqueda constante de
la voluntad de Dios, en nosotros mismos, en los |
demás y en el mundo y,
respecto a lo cual, lo complementario y lo secunda- |
rio, es el resto. El
"resto" no es la voluntad de Dios. |
Sin violencia cristiana es
imposible ver defectos en los demás cristianos, |
en las instituciones que
representan el Cristianismo, en la Iglesia, sin redo- |
blar la propia entrega
para suplir, con lo que la generosidad nos permite |
aportar de inmediato, lo
que no se alcanza fuera de nosotros mismos. Sin |
algún entrenamiento para
esa violencia o abnegación, es imposible, más |
allá de sueños y teorías
alejadas de la realidad, hacer nada positivo que |
tienda a aumentar lo bueno
y a corregir lo defectuoso. |
La penitencia es una
escuela de abnegación evangélica porque lleva a |
la conversión, purifica de
miedos y angustias mientras regala el gozo del |
bien y la paz a los que
nos acerca; la penitencia, la austeridad permite ese |
mínimo o principio
creciente de libertad interior que nos dispone a la entre- |
ga gozosa en la empresa de
Dios. |
El hecho de que la Iglesia
imponga algunos preceptos irrisorios en cuan- |
to a su contenido, pero
significativos en su intencionalidad, obedece a que |
los hombres, aunque
hayamos recibido la fe y a pesar de haber alcanzado |
una cierta adultez,
necesitamos, todavía, de la pedagogía que esa práctica |
de la austeridad cuaresmal
y de los pocos y mínimos ayunos que impone, |
para no olvidarnos tan
fácilmente, del esfuerzo, de la violencia que exige |
el Reino de Dios. |
VIERNES |
SANTO |
vía-crucis |
a las 8 de la mañana |
4 (44) |
JUSTIFICACIÓN |
DE LA VIOLENCIA |
LO MISMO que se ha querido |
aplicar el sistema de
penali- |
zación
"ejemplar" para adver- |
tencia disuasoria a
posibles futuros |
delincuentes, algunos de
los que |
han creído poseer ideas
beneficio- |
sas a la comunidad humana,
o se |
han sentido en el deber de
evitarles |
mayores males, han
recurrido a la |
violencia para imponer su
verdad |
o implantar su justicia.
El resultado |
ejemplar o el escarmiento
admoni- |
torio, ha sido la
violencia o el te- |
rrorismo. Cuando los
últimos mo- |
vimientos terroristas han
actuado |
y amedrentado al mundo ó
algún |
sector de la sociedad
donde ha |
irrumpido su acción, no
han hecho |
más que, a su manera y
calculán- |
dolo para una prevista
eficacia psi- |
cológica, aplicar los
métodos "ejem- |
plares"
perfeccionados de cómo, |
históricamente, se habían
aplicado |
las penas y las torturas
públicas a |
los culpables. No
olvidemos que |
todavía, los últimos
reductos donde |
se atrincheran los
defensores de la |
justificación de la pena
de muerte, |
ponen su acento en esa más
que |
discutida
"ejemplaridad" escar- |
mentadora, esgrimida como
"defen- |
sa" de la sociedad
(olvidando que |
la verdadera defensa no
debe estar |
tanto en el gesto de
venganza legi- |
timada de la pena
taliónica im- |
puesta, como en la
previsión y evi- |
tación de las causas de la
delin- |
cuencia). |
En el terrorismo
contemporáneo |
la sociedad encuentra la
respuesta |
a imitación del terrorismo
con que |
la misma sociedad se quiso
defen- |
der y se defiende,
todavía, de lo |
que la amenaza. Se reduce
al hom- |
bre o a los hombres por el
terror; |
se recurre al terror o a
la violencia |
como medio para un fin
previa- |
mente (aunque
discutiblemente) |
justificado, que suele
llamarse paz, |
justicia, convivencia
(muchas veces |
también discutibles). |
Las violencias y el
terrorismo |
son posibles porque
todavía existen |
hombres que creen en la
eficacia |
de tales medios
"disuasorios", bien |
sean individuales,
policiales o béli- |
cos, y, de este modo,
hemos llegado |
a los astronómicos gastos
mundia- |
les de armamento,
desatendiendo |
los que, desde el punto de
vista de |
la dignidad del hombre
eran más |
urgentes y, desde el punto
de vista |
económico, menos caros, y
más ren- |
tables, como son la
educación, la |
alimentación, la salud,
las comuni- |
caciones. |
Creen en tales medios
porque les |
parecen más eficaces a
corto plazo |
5 (45) |
y los más inmediatos para
ampara |
el propio egoísmo. Egoísmo
que no |
sólo pretende justificar
posiciones |
de injusticia, sino que
igualmente |
supone un desprecio hacia
los de- |
más hombres. |
Robespierre justificaba la
violen- |
cia ―"la
terreur"― como una me- |
dida para imponer
inflexiblemente |
la voluntad del pueblo, y
fórmula |
doctrinal política
imprescindible. |
En sí mismo encontró las
consecuen- |
cias de tal
inflexibilidad. |
La violencia no se inventó
con la |
Revolución francesa, pero
las for- |
mulaciones todavía
pervivientes en |
las políticas
contemporáneas deri- |
van ciertamente de sus
influencias. |
El exaltador heroico de la
fuerza y |
la violencia
revolucionaria, con- |
vertida en guerra
continental, fue |
Napoleón, producto,
reacción y |
propagandista, al fin y al
cabo, de |
aquella revolución.. |
El genio de Napoleón
transmitirá |
su influjo romántico a
filósofos y |
literatos, suscitando una
admira- |
ción latente o expresa que
les lle- |
vará a descubrir valores
positivos |
en lo que hasta entonces
se consi- |
deraba negativo. La
violencia, para |
Hegel, tiene un valor
creador y el |
mundo, después de la
Revolución |
francesa, y a través del
desgarro y |
dureza de su fuerza, ha
desemboca- |
do en un mundo nuevo. No
hay |
cambio válido ni
revolución posi- |
ble, sin la violencia. |
En nuestros días será H.
Mar- |
cuse quien afirmará que,
para lle- |
gar a formas colectivas de
civiliza- |
ción, es indispensable
pasar por |
estadios de totalitarismos
terroris- |
tas. No obstante no exalta
la vio- |
lencia; simplemente la
señala. Exal- |
tador de la violencia y de
la guerra |
lo fue Nietzsche, para
quien la más |
fecunda y la más alta
forma de |
existencia debía consistir
en vivir |
peligrosamente; Napoleón
es el hé- |
roe que inaugura la era
clásica de |
la guerra científica, como
si resuci- |
tara y continuara las
glorias del |
Renacimiento; la guerra
evita caer |
en la molicie, la pereza
confortable |
y obliga a la lucha donde
cada cual |
ha de encontrar la
valentía y la |
exaltación de superarse a
sí mismo. |
Pero ya antes de Napoleón
y de los |
revolucionarios franceses,
Hobbes |
había reconocido la
igualdad de |
todos los hombres en la
posibilidad |
de que cada uno pudiera
ser asesi- |
no de su prójimo, puesto
que el |
estado de violencia, para
él, era el |
estado original del ser
humano. |
Para el Cristianismo la
violencia, |
en ninguno de estos
sentidos, puede |
encontrar justificación.
Nos basta |
el testimonio
contemporáneo de es- |
te mártir del pacifismo
que se llama |
Martin Luther King, para
quien la |
violencia, desde el punto
de vista |
cristiano, es a la vez un
pecado y un |
acto de ignorancia, es
malicia y |
estupidez, es culpa y
ceguera. Es |
pecado porque infringe el
precepto |
de no herir, de no matar,
de respe- |
tar la imagen de la
creación; es ig- |
norancia porque engendra
mayores |
males de los que pretende
reme- |
diar, y rompe pero no
construye. |
6 (46) |
Tópicos evangélicos |
sobre la violencia |
TANTO el que acepte como
el que |
rechace el Evangelio se
sentirá |
atravesado por la
violencia de |
su decisión, cualquiera
que sea. Es |
imposible la indiferencia
de quien, por |
lo menos una vez, haya
mirado a |
Cristo con los ojos de la
fe. El que se |
sienta indiferente es que
todavía no lo |
ha conocido ni se ha
planteado a fon- |
do el ser o no ser
cristiano. |
En el Evangelio se alude a
la ener- |
gía del impacto del Reino
de Dios en |
el mundo; el Evangelio es
radical, pe- |
ro le repugnan, como
medio, las vio- |
lencias que los hombres
emplean para |
implantar los propios
radicalismos. |
Evangelio y mundo |
Aburguesados, es decir
cómodos, |
situados y satisfechos
después de ha- |
ber dado ya un tinte
cristiano a la |
forma de vida alcanzada,
el cristianis- |
mo llevado al fondo de
todas sus exi- |
gencias, podría ser
molesto al poner |
en peligro las seguridades
que el mun- |
do pretende garantizar.
Entonces, pa- |
ra evitar el
enfrentamiento suele |
desplazarse la urgencia
evangélica, |
para que no incida en la
realidad in- |
mediata, y se recurre a
evocar la de |
otros tiempos u otros
lugares, o se |
mandan al futuro y para
héroes toda- |
vía por hacer. Pero la
exigencia del |
Evangelio no puede
paralizarse ni |
desplazarse: es aquí,
somos nosotros, |
ahora. Hora de la
conversión o del |
rechazo. |
Cristo se refería al
rechazo de los |
que lo temen o combaten,
cuando dijo |
estas palabras: «La Ley y
los Profetas |
llegaron hasta Juan; desde
entonces |
se anuncia el reinado de
Dios y todo |
el mundo usa de violencia
contra él» |
(Lucas, 16,16). Y éstas
paralelas: «Des- |
de que apareció Juan hasta
ahora, se |
usa de violencia contra el
Reino de |
Dios y gente violenta
quiere arreba- |
tarlo» (Mateo, 11, 12).
Palabras que, |
además de denunciar la
oposición del |
mundo al Evangelio,
también pueden |
significar tanto el
esfuerzo de la con- |
versión en los verdaderos
seguidores, |
como la inutilidad de
pretender entrar |
en el fraudulentamente,
violentando |
su sentido. |
Las exigencias |
del Evangelio |
El Evangelio es pacífico,
pero exige |
la conversión, sin trampa
de concesio- |
nes que mengüen la más
noble y total |
voluntad de entrega a
Cristo. |
En la vida del cristiano,
Cristo no |
es el rival de nadie: ni
la fe del fiel |
desvirtúa ninguna verdad,
ni el amor |
sacrifica ningún verdadero
bien, ni la |
justicia ningún valor;
pero Cristo es lo |
único que, sin excluir,
invade la vida |
7 (47) |
y el universo del
creyente. Lo que no |
pudiera estar con él,
estaría en contra |
de él. La prudencia, la
sabiduría del |
creyente está precisamente
en querer, |
buscar y alcanzar esa
integración, sin |
concesiones, totalmente
generosa. |
Esa necesaria y difícil
integración |
supone no sólo la propia
transforma- |
ción, sino la del entorno,
sin lo cual |
la pugna, la contradicción
inevitable- |
mente se produce. «No
penséis que he |
venido a sembrar la paz en
la tierra: |
no he venido a sembrar
paz, sino |
espadas; porque he venido
a enemis- |
tar al hombre con su
padre, a la hija |
con su madre, a la nuera
con su sue- |
gra; así que los enemigos
de uno se- |
rán los de su casa. El que
quiera a su |
padre o a su madre más que
a mí, no |
es digno de mí; el que
quiera a su hijo |
o a su hija más que a mí,
no es digno |
de mí; y el que no coge su
cruz y me |
sigue, no es digno de mí.
El que con- |
serve su vida la perderá,
y el que pier- |
de su vida por mí, la
conservará» (Ma- |
teo, 10, 34-39; que tiene
su paralelo en |
Lucas, 12, 51-53, y alude
al texto de |
Miqueas, 7, 6). |
Los medios y el Evangelio |
Cuando Cristo era
prendido, en el |
huerto, dijo a Pedro al
disponerse a |
atacar, violencia contra
violencia, a |
los esbirros: «Vuelve el
machete a |
su sitio, que el que a
hierro mata, |
a hierro muere. ¿Piensas
que no puedo |
acudir a mi Padre? Él
pondría |
a mi lado ahora mismo más
de doce |
legiones de ángeles»,
(Mateo, 26, |
52-54). |
El fin, aún nobilísimo, no
justifica |
la dureza y brutalidad de
los medios. |
El Reino d. Dios no puede
ser fruto |
de una victoria humana, no
lo obtiene |
o lo implanta el que
vence, sino en |
todo caso, el que
convence. ¿Qué haría |
Dios con hombres que ya no
serían |
hombres? Los vencidos
carecen de |
libertad. Tendría
súbditos, no amigos, |
El Reino de Dios es más
profundo y |
radical que los reinos de
este mundo. |
En realidad, es más
violento a fuer de |
ser pacífico. |
Los inventores de
"cruzadas", de |
"guerras santas"
(?) pueden haber |
creído que defendían a
Cristo, a Dios; |
pero nunca lo hicieron.
Defendieron |
otras casas, aunque
etiquetadas, erróneamente, |
con el nombre de lo santo. |
Cristo se proclama y se
defiende con |
la palabra y con la vida;
no con la |
espada ni con .la muerte.
La única |
espada es la verdad, y la
eficacia de |
esta verdad está en la
vida que ella |
invade y transforma. |
Jesús no fue un líder
político ni su mensaje se ofrecía como una alternativa |
a los programas políticos
imperantes. Y esto fue lo que hizo de Jesús, al final, |
un ser solitario:
abandonado por la derecha, a la que combatía con ardor |
profético, y rechazado por
la izquierda, que se había decepcionado al no |
lograr de él que se
convirtiera en el líder del Movimiento |
de Liberación Palestina
(los "Zelotas"). |
JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ RUIZ |
8 (48) |
fuerza |
EL CONCEPTO más elemental
y comprensible de fuer- |
za, nos lo da la mecánica:
es la causa del movimiento |
o de la resistencia al
movimiento; causa capaz de mo- |
dificar, en los cuerpos,
su estado de reposo o de cam- |
bio respecto al
espacio...... |
Pero el concepto de fuerza
no lo aplicamos solamente al |
campo del universo físico,
sino que lo empleamos también en |
sentido espiritual,
psicológico, moral. En este aspecto incide |
en las actitudes
profundas, en las decisiones y en los actos |
humanos. El valor de este
sentido supera el puramente mecá- |
nico o corporal: «No
tengáis miedo de los que pueden matar |
los cuerpos, pero no el
alma» dijo Cristo. Y, en otra parte: «No |
tengáis miedo, porque yo
he vencido el mundo». El espíritu |
siempre puede vencer y
superar las fronteras de lo que sólo es |
dimensionable
materialmente; el valor de lo espiritual está por |
encima del peso y de la
medida de lo material. El Cristianismo |
es espiritualista, aunque
no desinteresado de lo material. |
La relación
materia-espíritu, para el cristiano, no se esta- |
blece en la oposición
antagónica: no son dos polos separados |
de energías que se
combaten, sino que se complementan y |
que, partiendo del influjo
más noble, que es el espiritual, se |
integran en un proceso
espiritualizador, que ennoblece la ma- |
teria, y no a la inversa,
negando el espíritu y corrompiendo |
lo material. |
Solamente así la fuerza se
redime de su material brutali- |
dad y participa, una vez
liberada de lo puramente mecanicista, |
en la síntesis gloriosa de
lo espiritual. Y fuerza material y |
razón espiritual se
hermanan para evitar que prevalezca el |
despotismo de "la
razón de la fuerza" y domine la vida hu- |
mana "la fuerza de la
razón". |
9 (49) |
poder |
EL PODER es una facultad,
aplicable más bien al orden |
moral y jurídico. Supone
la capacidad de mando, im- |
perativa. Como potestad
hace referencia a la utiliza- |
ción de un derecho en
beneficio de los demás, para |
bien de los demás. La sola
capacidad de utilizar la |
fuerza, no es un verdadero
y puro poder, por más que, tan |
repetidamente, la
humanidad haya sido obligada, en grandes |
extensiones y en épocas
más o menos duraderas, por la mix- |
tificación que ha
resultado y resulta de confundir el poder |
como potestad con la
posibilidad de utilizar la fuerza para |
imponer la pretensión del
más robusto y audaz, cuya primera |
táctica es siempre la de
cerrar toda discusión a su predominio |
para hacerse indiscutido e
indiscutible. |
Cuando el poderoso usa sus
facultades desviadas del ser- |
vicio a que deben
ordenarse, transforma su acción en violen- |
cia moral (cambia el
sentido de los valores del hombre), |
intelectual (manipula la
verdad falsificando la realidad que |
todos tienen derecho a
conocer, para conducirlos al adocena- |
miento ignorante y a la
turbación miedosa del esclavo mental) |
e, inevitablemente, física
y material, por la persecución del |
contrario, por el terror
de las torturas o de las penalizaciones |
injustas o inhumanas, por
la política o dominio que se apoya |
en la falsa docilidad que
impone el miedo y la sicosis de te- |
rror e inseguridad.
Entonces, sobre el silencio y la anulación |
de los demás, es posible,
a más o menos corto plazo, la cons- |
trucción fantástica de la
pseudo-verdad que más conviene al |
poder injusto
autoestablecido. |
Pero el poder que se
inspira en la justicia y se impregna |
de sentido humano, recurre
cada vez menos a la fuerza. No |
reina, sirve; no vence,
convence; no oprime, conduce. |
10 (50) |
amor |
EL AMOR es la dinámica del
bien. Lo rebajamos si |
buscamos en él
pretextaciones líricas o amparos sen- |
timentales para justificar
inhibiciones, silencios, co- |
bardías o cualquier clase
de estrategia o circunloquio |
dialéctico que nos
justifique teóricamente, pero que |
nos evite el compromiso
práctico, puntual, sincero y directo |
i el deber de hacer el
bien, de decir la verdad, de oponer- |
nos a la injusticia, de
denunciar el error. |
El amor es la gran fuerza,
es la mayor fuerza del hombre, |
porque no solamente busca
el bien, sino que ya es, en cierto |
modo, el bien buscado,
incontenible en quien lo acoge y arde |
por comunicarlo a los
demás. Es el bien en acto de difundirse. |
El espíritu supera la
materia porque se ama desde el es- |
píritu, aunque la materia
pueda articularse, y deba articularse |
en la sinceridad de su
expresión, hasta llegar a ser su lenguaje. |
Es peligroso hablar del
amor sin incurrir en fáciles pro- |
fanaciones, puesto que, en
su pureza, es lo más divino de todo |
lo que es humano que cabe
y se genera desde las capacidades |
del hombre. El amor es
fuerza y poder para hacer el bien y |
para conducir y
multiplicar el bien en el mundo. |
El amor es ciego cuando se
empantana en las zonas su- |
perficiales del
sentimentalismo o de los consuelos provisiona- |
les. El amor, en cambio,
es la mayor sabiduría cuando busca |
ese bien que constituye la
esencia de su impulso y mantiene |
el entusiasmo abnegado de
su difusión, de su comunicación. |
El ímpetu de la dinámica
del amor, es fuerza que se hace |
cada vez más pura. El amor
es la vida, lo más grande |
vida del hombre y, como
expresa la frase bíblica, «más fuerte |
que la misma muerte». |
11 (51) |
Violencia |
NICOLÁS MAQUIAVELO dudaba
a la hora de acon- |
sejar al príncipe la
prevalencia entre inspirar mie- |
do o amor a sus súbditos.
Ante la necesidad de ele- |
gir en la inevitable
alternativa, pesimista y realista al |
mismo tiempo, cedía en
favor del terror. Es la visión |
terrena, únicamente
terrena, del poder; es la confirmación sin- |
cera del aserto de Cristo
ante las ambiciones de sus apóstoles, |
al comparar y diferenciar
su cometido del de los reyes y prín- |
cipes de este mundo, en la
conocida escena de los Zebedeos. |
. Evidentemente, el
cristiano no puede encontrar justifica- |
ción alguna para la
violencia física y menos, todavía, para la |
violencia moral que anula
los derechos de la inteligencia y de |
la voluntad del hombre. |
Son En nuestra época nos
lamentamos y protestamos con fre- |
cuencia de las violencias,
todavía posibles, ejercidas en los |
cuerpos: guerras, sistemas
policiales irracionales, penalizacio- |
nes inhumanas, terrorismo
desesperado o a sueldo...Pero exis- |
ten formas de violencia
que atacan a la mente, que por ser |
incruentas se introducen
sin despertar alarma en sus víctimas. |
El producto es una
deformación del mismo hombre, converti- |
do, reducido a consumidor,
no sólo de productos mercantiliza- |
dos, sino de ideas y
pseudo-verdades que lo masifican o imbe- |
cilizan. Por una parte, en
este estado, el ser manipulado se |
hace insensible a otras
violencias físicas, con tal que no le |
afecten directamente y,
por otra parte, dormida su racionali- |
dad, es un ser en potencia
más subversivo que el normal, |
resultando, de ello, la
necesidad táctica, desde el poder, de |
multiplicar y perfeccionar
los medios represivos para seguir |
manteniendo la contención.
No se multiplica el bien, como en |
el amor, sino la amenaza. |
12 (52) |
La ideología |
de la |
seguridad nacional |
HA SIDO Jean-Marie
Domenach, |
el sucesor de Emmanuel
Mou- |
nier al frente de esa gran
revis- |
ta francesa,
"Esprit" (que reúne a los |
intelectuales cristianos
en la búsqueda |
de la avanzada evangélica
en el mundo |
de las postguerras), quien
ha sabido |
sintetizar y descubrir los
rasgos más |
duros de las modernas
dictaduras y |
los métodos de tiranía
ideológica em- |
pleados por la
"propaganda política", |
ejercida a través de los
medios de |
comunicación que,
especialmente los |
estados totalitarios
monopolizan, sin |
posibilidad de reacción ni
de defensa |
colectiva frente a la
enajenación que |
la persistente
manipulación informati- |
va ejerce sobre el pueblo,
reducido al |
papel de espectador
ignorante o de |
partícipe embaucado cuando
se le |
admite en el juego
adulterado del su- |
fragio de suerte
preestablecida, allí |
donde las dictaduras han
pretendido |
disfrazarse de democracia
diferida o |
improvisada. |
A nivel continental, es el
caso de |
América Latina: Paraguay,
Bolivia, |
Uruguay Honduras, Chile,
Brasil, Ar- |
gentina, Ecuador,
México... Es claro |
que estos nombres no
agotan la geo- |
grafía de las tiranías
dóciles a intere- |
ses económicos escondidos
y ajenos al |
propio país, pero no sin
cómplices |
cainitas internos. |
Esas tiranías elaboran su
propia ide- |
ología apologizando un
patriotismo en |
el que no creen los mismos
que enfá- |
ticamente lo exaltan; un
patriotismo |
que hay que
"defender"...por supuesto |
con la fuerza. |
El pasado mes de noviembre
los |
obispos del Brasil
tuvieron que decla- |
rar: «Existe un clima
general de vio- |
lencia en nuestro país...
La Iglesia se |
encuentra en un estado de
permanente |
opresión... El principio
en el que se |
inspira el Gobierno es el
de la "segu- |
ridad nacional"...
Esta ideología de la |
seguridad nacional se
extiende por |
todo el continente
latinoamericano... |
Bajo su inspiración, y en
nombre de |
la lucha contra el
comunismo y en pro |
del desarrollo económico,
los regíme- |
nes de fuerza declaran la
"guerra anti-- |
subversiva" contra
todos los que no |
concuerdan con su visión
autoritaria |
de la organización de la
sociedad... El |
entrenamiento para esta
guerra anti- |
subversiva, además de
llevar al em- |
brutecimiento creciente de
sus agentes, |
genera un nuevo tipo de
fanatismo, |
un clima de violencia y
miedo...» |
Violencia ejercida, miedo
impuesto, |
por medio de una
estrategia económica |
que apunta al beneficio de
unos pocos |
descuidando la justicia
social; estrate- |
gia socio-cultural de
selección de ideal |
y valores discriminados
según una |
13 (53) |
táctica deformadora de las
mentes, en |
cuya tarea los medios de
comunicación |
encuentran el falseamiento
de su co- |
metido; estrategia
política que iguala |
lo humano a lo nacional,
lo nacional |
a lo estatal, y el Estado
al Gobierno y |
el poder efectivo en
ejercicio; e, inevi- |
tablemente, estrategia
policíaco-mili- |
tar (poder efectivo igual
a ejercicio de |
la fuerza), que cierra el
círculo de la |
eficacia planificada,
impuesta por la |
pseudo-legalidad del más
fuerte. |
La única mitigación que la
minoría |
poderosa intenta ofrecer
en compen- |
sación de la anulación del
hombre, es |
el falaz paraíso de la
sociedad consu- |
mista; tarea ardua donde
los bienes |
escasean y donde no
siempre es posi- |
ble generar el círculo sin
fin, creador |
y destructor al mismo
tiempo, de pro- |
ductor-consumidor,
perpetuamente |
anhelante y engañado. |
Es ahí donde monseñor
Helder Cá- |
mara, el arzobispo de
Recife, ha dicho |
que la Iglesia ha de
hacerse voz de los |
que no la tienen para
«desmitificar el |
poder que oprime y
anunciar un pue- |
blo de hombres libres. Los
obispos ac- |
tuales ―dice―
renuevan el papel de |
Atanasio, de Ambrosio, de
Juan Cri- |
sóstomo, de Gregorio VII,
de Thomas |
Beckett... que fueron los
precursores |
y los fundadores de un
pueblo cristia- |
no realmente libre... No
hay separa- |
ción entre la libertad de
la Iglesia y la |
libertad del pueblo... La
Iglesia no |
tiene la misión de dar la
libertad a los |
pueblos. Porque nadie da
la libertad. |
Son los mismos pueblos los
que hacen |
"pueblo"
haciendo su libertad. La Igle- |
sia se limita a llamarlos
a esa vocación, |
que es realmente la suya,
como dice |
san Pablo en la epístola a
los Gálatas». |
Redención, liberación,
libertad... |
«El sábado se ha hecho
para el hom- |
bre, y no el hombre se ha
hecho para |
el sábado», dijo Cristo.
Paralelamente: |
el Estado es para el
hombre, y no el |
hombre para el Estado. Al
hacer este |
anuncio y al deducir del
mismo las |
denuncias de los abusos
estatales, la |
Iglesia no hace política,
sino que des- |
enmascara idolatrías.
Porque el Estado |
no es Dios. |
CONFERENCIAS |
CUARESMALES |
PARA SEÑORAS |
Días del 28 al 31 de Marzo |
(de lunes a jueves), a las
4,30 |
de la tarde. |
PARA TODOS |
Días del 4 al 6 de Abril
(de |
lunes a miércoles), a las
8,30 |
de la tarde. |
14 (54) |
documento: |
LA REPRESIÓN |
CONTRA LA IGLESIA |
EN LATINOAMÉRICA |
SE TRATA de un calendario
de hechos represivos padecidos por la Iglesia |
en Latinoamérica, durante
los años 1975 y 1976. A través de ellos se |
evidencia la táctica de
reducción y desprestigio que los Gobiernos ejer- |
cen sobre la fuerza moral
que la sola presencia de los obispos y sacerdotes y |
la palabra del Evangelio
significan, como contrapartida crítica a la ideología |
de la "seguridad
nacional" que se propugna en los Estados mediatizados por |
intereses multinacionales
que encuentran, en cada uno de ellos, la complicidad |
de minorías internas
partícipes en los frutos que se obtienen de la opresión |
legalizada. No importa que
los jefes de gobierno o los políticos que deciden |
tales medidas se llamen a
sí mismos "católicos". |
PARAGUAY |
1975 |
Febrero: Una compañía
compuesta por setenta soldados |
invade la colonia de san
Isidro, en Jejuí. Esta colonia era |
la sede de las ligas
agrarias y de un movimiento popular |
cristiano de carácter
social. Después de esta acción, en |
días sucesivos, se
practican varias detenciones. |
Marzo: El religioso
franciscano P. Kohman, es expulsado |
del país. |
1976 |
Enero: El ministro de
Educación del Gobierno paraguayo |
exige la destitución del
director y de una cuarta parte de |
los profesores del colegio
de la Compañía de Jesús en |
Asunción. |
Abril: Durante todo este
mes se suceden hechos violentos |
por la acción de la
policía, con el balance de tres muertos |
y trece detenciones. El
Gobierno acusa al jesuita P. San- |
martí, a pesar de residir
en España. Siguen más detencio- |
nes y trece jesuitas son
expulsados del país. |
15 (55) |
Mayo: La policía practica
treinta y siete detenciones en- |
tre las cuales se
encuentran las de tres sacerdotes. Tam- |
bién, un difusor de la
revista "Sendero" (órgano de la |
Conferencia Episcopal del
Paraguay) es detenido, tortu- |
rado y finalmente muerto. |
BOLIVIA |
1975 |
Enero: Cierre
"provisional" de Radio Pío XII. |
Marzo: El Servicio de
Inteligencia Militar del Segundo |
Ejército Boliviano, pone
en circulación una serie de ins- |
trucciones para actuar
contra la Iglesia; dicho plan es |
descubierto y divulgado
(damos un resumen al final). |
Los PP. Wessaige (belga) y
Wanreyele (canadiense), bajo |
la acusación de haber
colaborado en un informe de la |
Comisión Episcopal de
"Justicia y Paz", son expulsados |
del país. |
Septiembre: Acusados de
preparar una reunión subver- |
siva de trabajadores, tres
religiosas españolas son arresta- |
das y retenidas durante
diez días y finalmente expulsadas |
del país. |
Octubre: Suspensión
"definitiva" de las actividades de |
Radio Pío XII, cerrada
"provisionalmente" diez meses |
atrás. |
URUGUAY |
822.916.666.666.667 |
Abril: El director de la
revista católica "Víspera" es |
arrestado; lo mismo se
hace con el P. Provincial de la |
Compañía de Jesús, que es
retenido en el calabozo durante |
todo el Viernes Santo. |
Septiembre: El Gobierno
prohíbe la carta pastoral de |
Mons. Tonna, presidente de
la Conferencia Episcopal |
uruguaya, en la cual se
habla de la amnistía. |
CHILE |
1975 |
Octubre: Se prohíbe a
Mons. Frenz, obispo de la Iglesia |
luterana chilena, que
salga del país. |
Son detenidos varios
sacerdotes, religiosos y laicos, bajo |
la acusación de ayudar al
MIR. |
Noviembre: Arresto de dos
sacerdotes; expulsión de tres |
religiosas
norteamericanas; detención y tortura de la Dra. |
Cassidy que es finalmente
expulsada. |
16 (56) |
Es arrestado el P.
Fajardo, capellán de la prisión, así co- |
mo dos de sus ayudantes y
un miembro del Comité por |
la Paz. |
Son llevados a prisión dos
sacerdotes y un abogado del |
Comité por la Paz. |
El P. Panchot,
norteamericano, es arrestado junto con otros |
dos sacerdotes italianos. |
Diciembre: Es disuelto,
por orden del Gobierno, el Comi- |
té por la Paz. |
1976 |
Mayo: Es detenido el
obispo Mons. Alvar, por la DINA. |
Agosto: La jerarquía
excomulga a los agentes de la |
DINA, tras los sucesos de
Pudahuel, promovidos por el |
Gobierno contra los
obispos chilenos asistentes a la reu- |
nión episcopal de
Riobamba, cuya finalidad es deformada |
por la prensa, Radio y TV
chilena y de otros países lati- |
noamericanos. |
BRASIL |
1975 |
Diciembre: La parapolicía
secuestra y la policía expulsa |
al P. Jentel. |
1976 |
Mayo: un misionero
jesuita, el hermano Kauling, es gol- |
peado por la policía y
arrestado junto con un indio borodo |
de su misión. En la acción
fueron heridos, también, otros |
cinco indios. |
Septiembre: El obispo de
Nueva Igaucu, Mons. Hipólito |
Adriano, es agredido y
ultrajado por comandos parapoli- |
cíacos (Alianza
Anticomunista Brasileña). |
Octubre: El P. jesuita
Joao Bosco Burnier, que acompa- |
ñaba al obispo de su
diócesis, Mons. Casaldáliga, al ir a |
interceder por dos mujeres
mientras eran torturadas por |
la policía, es asesinado
impunemente al intervenir en el |
diálogo entre el obispo
intercesor y el jefe de policía. |
(Mons. Casaldáliga es un
misionero español, ya experto |
en muchas otras
penalidades sufridas en el Brasil, a causa |
del apostolado). |
Noviembre: Los obispos
Lorscheider y Calheiros reciben |
amenazas de muerte. |
17 (57) |
HONDURAS |
1975 |
Junio: La Unión Nacional
de Campesinos emprende la |
"marcha del
hambre", que la policía reprime causando |
cinco muertos. |
A este hecho sucede el
impune asesinato de nueve perso- |
nas (dos eran sacerdotes:
el colombiano P. Betancourt y |
el norteamericano P.
Cypher). |
La Policía prohíbe al
obispo Mons. D'Antonio, que siga |
permaneciendo en su propia
diócesis de Olancho. |
Diciembre: La situación se
hace insostenible; Mons. |
D'Antonio renuncia a su
cargo. |
ARGENTINA |
1976 |
Julio: Son asesinados tres
sacerdotes irlandeses y dos |
seminaristas argentinos,
pertenecientes a la Sociedad del |
apostolado Católico, en
Buenos Aires. También, en una |
iglesia de la ciudad, son
asesinadas tres religiosas. |
En la localidad de
Chamical son asesinados, tras sufrir |
horrendas torturas, los
sacerdotes P. Longueville, fran- |
cés, y P. Murias,
argentino. |
Agosto: En misteriosas
circunstancias que casi evidencian |
el premeditado asesinato,
es hallado muerto el obispo de |
La Rioja, Mons. Angelelli.
El motivo del asesinato podía |
ser el haber afirmado, en
el funeral de Longueville y Mu- |
rias, que «sabía quiénes
les habían matado». |
Noviembre: Son detenidos
cuatro sacerdotes en Buenos |
Aires. |
ECUADOR |
1976 |
Agosto: Arbitrarias
detenciones y expulsiones en Riobam- |
ba, donde estaban reunidos
diecisiete obispos latinoameri- |
canos, con veintidós
sacerdotes (uno español), cinco reli- |
giosas y doce laicos, para
tratar de temas de apostolado. |
MÉXICO |
1976.. |
Octubre: En Coahuila son
arrestados el P. Benigno Mar- |
tínez y un abogado con
cuarenta campesinos, a los que se |
acusa de "invasión de
tierras". |
Pocos días después, en
relación con el mismo acto, son |
arrestados cuatro
sacerdotes más. |
18 (58) |
El P. Saldana, carmelita,
es secuestrado por la parapoli- |
cía, golpeado y
posteriormente expulsado del país. |
LA IGLESIA EN BOLIVIA. |
Texto
―resumido― que ha circulado en el Servicio de inteligencia |
Militar del Segundo
Ejército Boliviano de la Provincia de Oruro. |
1. No se debe atacar a la
Iglesia como Institución y menos a los obispos |
en conjunto, sino a la
parte de la Iglesia más avanzada... |
2. Hay que atacar sobre
todo al clero extranjero... Hay que señalar insis- |
tentemente que predican la
lucha armada, que están vinculados con el co- |
munismo internacional y
que han sido enviados a Bolivia con la finalidad |
exclusiva de llevar a la
Iglesia hacia el comunismo. |
3. Controlar muy
especialmente algunas Órdenes religiosas... |
4. La C.I.A. ha decidido
entrar directamente en este asunto. Se ha com- |
prometido a dar una
información plena de algunos sacerdotes (documenta- |
ción personal, estudios,
amistades, direcciones, publicaciones, contactos con |
el exterior)... |
5. Control de algunas
Casas religiosas. |
6. Por principio ya no se
han de allanar Casas religiosas, ya que esto ge- |
nera mucha publicidad... |
7. A la Jerarquía se le
han de presentar los hechos consumados... |
8. Los apresamientos se
han de hacer preferentemente en el campo, en las |
calles silenciosas o en
altas horas de la noche. Una vez que se ha realizado |
el apresamiento de un
sacerdote, el Ministerio ha de tratar de introducir en |
su portafolio ―y si
es posible en su habitación―, propaganda subversiva y |
algún arma
―preferentemente pistola de gran calibre―, y se ha de tener listo |
su historial para
desprestigiarlo ante su obispo y la opinión pública. |
9. Por medio de algunos
medios de comunicación social se han de publicar |
sueltos para desprestigiar
a sacerdotes y religiosas que representan una línea |
de avanzada en la Iglesia.
Se ha de exigir la firma para cualquier comu- |
nicado, de tal modo que se
pueda controlar de dónde vienen y quién los |
escribe. |
10. Mantener relaciones de
amistad con algunos obispos, miembros de la |
Iglesia, algunos
sacerdotes nacionales, de tal modo que la opinión pública |
no crea que hay
persecución sistemática a la Iglesia, sino a algunos pocos |
de sus miembros. Se ha de
insistir en la autenticidad de una Iglesia nacional. |
11. Se ha prometido
retribuir a los agentes que mejor trabajen en este |
plan con las pertenencias
que se confisquen en las casas de algunos religiosos. |
19 (59) |
TRIDUO PASCUAL |
JUEVES SANTO |
Tarde, a las 8, MISA DE LA
CENA |
DEL SEÑOR. - Podrá
visitarse el |
Santísimo Sacramento sólo
hasta |
medianoche de este día. |
VIERNES SANTO |
Mañana, a las 8,
VIA-CRUCIS por |
el Parque. |
Tarde, a las 8,
CELEBRACIÓN DE |
LA PASIÓN DEL SEÑOR. |
VIGILIA PASCUAL |
A las ll de la noche del
sábado. La |
celebración pascual se
completa |
participando en la
liturgia del DO- |
MINGO. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D. L. AB 1 |
LAUS - PUBLICACION DEL
ORATORIO - APARTADO 182 - ALBACETE |
20 (60) |
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