Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 148. MARZO. Año 1977.
SUMARIO
HAY una violencia que está en cada ser que crece,
mientras persiste en su desarrollo. Esa violencia no
es desconocida para el cristiano, y entra en la ley
de su vida. Negarla equivaldría a negar la "conversión"
espiritual que le es indispensable, y la transformación de
todo su hacer en el mundo. Otras violencias son menos
profundas que ésta.
LA BUENA VOLUNTAD ILUSTRADA
PENITENCIA, VIOLENCIA
JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA
TÓPICOS EVANGÉLICOS SOBRE LA VIOLENCIA
FUERZA
PODER
AMOR
VIOLENCIA
LA IDEOLOGÍA DE LA SEGURIDAD NACIONAL 
LA REPRESIÓN DE LA IGLESIA
EN LATINOAMÉRICA
1 (41)
LA BUENA
VOLUNTAD
ILUSTRADA
No es poco la buena voluntad, como
disposición abierta a un propósito
de bien. El que quiera ser cristiano
ha de comenzar por esa buena vo-
luntad. Pero "buena voluntad" no
quiere decir residualismo bondado-
so, descuido inocentón, dejadez sin
malicia. En ocasiones la "buena vo-
luntad" se ha utilizado para englo-
bar, excusándolas, la pereza, el des-
orden y la irresponsabilidad.
La buena voluntad ha de ser ac-
tiva; supone una actitud despierta y
abierta, dinámica y constante. Supo-
ne una "voluntad" en uso y usada
"bien". En ningún caso, y menos en
éste, puede reservarse la califica-
ción de "bueno" a lo inútil, aunque
tantas veces cierto modo de enten-
der la caridad dedica la expresión
de bueno a lo puramente negativo
o estático. No se es bueno porque
no se hace el mal, sino porque se
hace el bien. La bondad es activa.
Para ser cristiano hay que asumir
esa disposición a la actividad del
bien, y hay que mantenerla, con una
tensión que busque el aumento. Sin
compartimentar ni dividir en racio-
nes la dedicación, la consagración a
ese bien.
Hace falta, además, una constante
labor crítica, un esfuerzo de análisis
que revise y corrija la trayectoria
del hacer; que valore la circunstan-
cia de la dedicación, los objetos y la
amplitud de la tarea de bien que ha
de ser la vida entera.
Y es preciso que la referencia a
Dios sea mantenida, depurando, día
a día, esa misma idea que tenemos
de Dios, en general demasiado redu-
cida o alejada. Da pena detenerse a
comparar el tiempo que dedicamos
a enterarnos y saber de tantas cosas
de valor harto discutible y con lo
poco que nos contentamos cuando
se trata de crecer en el conocimien-
to de Dios, arrastrando, así una ver-
gonzosa ignorancia, disimulada con
efusiones sentimentales cuando se
nos da por ser humildes, o, si nos pi-
ca la soberbia, con disparos de crí-
tica implacable a la Iglesia u otros
cristianos, con tal desamor que se
diría que somos extraños a ella, que
no somos ni siquiera bautizados...
Ilustrar la buena voluntad, cre-
cer, también, en conocimiento ―aun-
que no sea rentable...― de Dios; inte-
resarnos por la Iglesia de la que
decimos ser miembros; dejar atrás
esa etiqueta de cristianismo hereda-
do, irresponsable o "sociológico"
(como ahora se dice) y comenzar a
ser cristianos para Dios, porque
Dios nos interesa, porque le quere-
mos conocer y amar, y hacer que
sea conocido y amado.
Conocer a Dios no para exhibir
el conocimiento que de él alcance-
mos, sino para vivirlo sinceramente.
Todo esto es imposible sin una
dedicación que tiene, inevitable-
mente, sus dimensiones de tiempo,
de orden y horario, de estudio, de
reflexión, de oración; todo esto ne-
cesita un espacio, un interés no se-
cundario... Cuaresma puede ser otra
oportunidad para buscarlo. Vale la
pena.
2 (42)
Penitencia,
violencia
HAY CRISTIANOS que quieren compaginar un cierto progresismo
―¿quién no quiere ser avanzado, a estas alturas?...―, aunque sin re-
nunciar al acopio y goce de comodidades que todo lo material y los
1. recursos económicos ―¿dónde quedaron las bienaventuranzas?...―
puedan proporcionarles. Consiguen ellos mismos sugestionarse si evitan
todo autoexamen, y hasta llegan a impresionar a los demás a base de críti-
cas sin compromiso dirigidas a la institución eclesiástica o bien a otros
cristianos, en cuyas quejas o análisis alcanzan, más de una vez, verdaderos
aciertos objetivamente válidos. Esto no es lo triste, ni puede sorprender
demasiado, porque al fin y al cabo no pasa de confirmar las limitaciones
inevitables de los soportes humanos y temporales, aún de lo santo.
Lo triste y lo lamentable es lo que les ocurre a ellos mismos, porque no
sacan, de las deficiencias que creen descubrir, el fruto que, por reacción
estrictamente evangélica, debiera en sus propias vidas producirse.
Hay un capítulo de su cristianismo que permanece inédito: el del ven-
cimiento gratuito y generoso para la bondad; el que comprende esfuerzos
no recompensados y abnegaciones no reconocidas ni alabadas en pro de
la verdad y de la justicia; el de la pereza y falta de imaginación para cual-
quier tarea creativa de bien... Creen representar o mantenerse en un cris-
tianismo auténtico porque suponen que falta a los demás, si bien no pasa el
suyo propio de un mínimo sólo suficiente para mantener la indispensable
autosugestión o a la apariencia superficial. Máximas exigencias hacia lo
ajeno o erróneamente alejado ―ellos también son o deberían ser y sentirse
Iglesia; a ellos también Dios le podría preguntar: «¿dónde está tu herma-
no?»―; máximas exigencias hacia lo ajeno, mínimas para mantener la po-
bre satisfacción consigo mismo.
Por eso, aunque el cristiano no es un hombre que busca a Dios a través
precisamente del dolor ni que haya de negar todo el valor que encierre la
creación, es conveniente, para evitar esa distracción analítica y otros erro-
res que paralizarían el desarrollo vital de la fe en cada fiel, alguna vez la
Iglesia, tomando la voz del Evangelio y, en general, de la Biblia, nos recuer-
da la necesidad de la penitencia, simbolizada en el ayuno y en la propia
aflicción para contener los excesos de la sensualidad y de la satisfacción
3 (43)
orgullosa, con el fin de aproximarnos un poco más a la verdad de ese es-
fuerzo irrenunciable, convencionalmente llamado "penitencia", pero que
no es otra cosa que la actitud mantenida de conversión, de renovación ín-
tima y compenetrada con Cristo.
Sorprendentemente no es difícil encontrar a personas que se llaman
cristianas al tiempo que, sin rubor ninguno, afirman que la penitencia no
les dice nada, ni como exigencia de su fe ni como necesidad para su trato
con Dios. Esas personas profesan un cristianismo muy "sui generis", por
ellas mismas recortado a su gusto y conveniencia, que les complementa
pero que no les transforma las vidas. Es decir que no les convierte; son
cristianos por convertir, aunque alcancen momentos de agudeza crítica que
les aproxime, en teoría y para los demás, cerca de la autenticidad.
El Cristianismo es violento, con la violencia que exige, no sólo el firme
propósito, formulado en un momento, de conversión a Cristo; sino porque
esa voluntad, que para ser válida ha de ser mantenida, lleva consigo la con-
secuencia de un esfuerzo – «hambre y sed de justicia» decía el mismo Señor,
que no puede cesar. Un esfuerzo que no es desasosiego ni inquietud, pero
sí búsqueda constante de la voluntad de Dios, en nosotros mismos, en los
demás y en el mundo y, respecto a lo cual, lo complementario y lo secunda-
rio, es el resto. El "resto" no es la voluntad de Dios.
Sin violencia cristiana es imposible ver defectos en los demás cristianos,
en las instituciones que representan el Cristianismo, en la Iglesia, sin redo-
blar la propia entrega para suplir, con lo que la generosidad nos permite
aportar de inmediato, lo que no se alcanza fuera de nosotros mismos. Sin
algún entrenamiento para esa violencia o abnegación, es imposible, más
allá de sueños y teorías alejadas de la realidad, hacer nada positivo que
tienda a aumentar lo bueno y a corregir lo defectuoso.
La penitencia es una escuela de abnegación evangélica porque lleva a
la conversión, purifica de miedos y angustias mientras regala el gozo del
bien y la paz a los que nos acerca; la penitencia, la austeridad permite ese
mínimo o principio creciente de libertad interior que nos dispone a la entre-
ga gozosa en la empresa de Dios.
El hecho de que la Iglesia imponga algunos preceptos irrisorios en cuan-
to a su contenido, pero significativos en su intencionalidad, obedece a que
los hombres, aunque hayamos recibido la fe y a pesar de haber alcanzado
una cierta adultez, necesitamos, todavía, de la pedagogía que esa práctica
de la austeridad cuaresmal y de los pocos y mínimos ayunos que impone,
para no olvidarnos tan fácilmente, del esfuerzo, de la violencia que exige
el Reino de Dios.
VIERNES
SANTO
vía-crucis
a las 8 de la mañana
4 (44)
JUSTIFICACIÓN
DE LA VIOLENCIA
LO MISMO que se ha querido
aplicar el sistema de penali-
zación "ejemplar" para adver-
tencia disuasoria a posibles futuros
delincuentes, algunos de los que
han creído poseer ideas beneficio-
sas a la comunidad humana, o se
han sentido en el deber de evitarles
mayores males, han recurrido a la
violencia para imponer su verdad
o implantar su justicia. El resultado
ejemplar o el escarmiento admoni-
torio, ha sido la violencia o el te-
rrorismo. Cuando los últimos mo-
vimientos terroristas han actuado
y amedrentado al mundo ó algún
sector de la sociedad donde ha
irrumpido su acción, no han hecho
más que, a su manera y calculán-
dolo para una prevista eficacia psi-
cológica, aplicar los métodos "ejem-
plares" perfeccionados de cómo,
históricamente, se habían aplicado
las penas y las torturas públicas a
los culpables. No olvidemos que
todavía, los últimos reductos donde
se atrincheran los defensores de la
justificación de la pena de muerte,
ponen su acento en esa más que
discutida "ejemplaridad" escar-
mentadora, esgrimida como "defen-
sa" de la sociedad (olvidando que
la verdadera defensa no debe estar
tanto en el gesto de venganza legi-
timada de la pena taliónica im-
puesta, como en la previsión y evi-
tación de las causas de la delin-
cuencia).
En el terrorismo contemporáneo
la sociedad encuentra la respuesta
a imitación del terrorismo con que
la misma sociedad se quiso defen-
der y se defiende, todavía, de lo
que la amenaza. Se reduce al hom-
bre o a los hombres por el terror;
se recurre al terror o a la violencia
como medio para un fin previa-
mente (aunque discutiblemente)
justificado, que suele llamarse paz,
justicia, convivencia (muchas veces
también discutibles).
Las violencias y el terrorismo
son posibles porque todavía existen
hombres que creen en la eficacia
de tales medios "disuasorios", bien
sean individuales, policiales o béli-
cos, y, de este modo, hemos llegado
a los astronómicos gastos mundia-
les de armamento, desatendiendo
los que, desde el punto de vista de
la dignidad del hombre eran más
urgentes y, desde el punto de vista
económico, menos caros, y más ren-
tables, como son la educación, la
alimentación, la salud, las comuni-
caciones.
Creen en tales medios porque les
parecen más eficaces a corto plazo
5 (45)
y los más inmediatos para ampara
el propio egoísmo. Egoísmo que no
sólo pretende justificar posiciones
de injusticia, sino que igualmente
supone un desprecio hacia los de-
más hombres.
Robespierre justificaba la violen-
cia ―"la terreur"― como una me-
dida para imponer inflexiblemente
la voluntad del pueblo, y fórmula
doctrinal política imprescindible.
En sí mismo encontró las consecuen-
cias de tal inflexibilidad.
La violencia no se inventó con la
Revolución francesa, pero las for-
mulaciones todavía pervivientes en
las políticas contemporáneas deri-
van ciertamente de sus influencias.
El exaltador heroico de la fuerza y
la violencia revolucionaria, con-
vertida en guerra continental, fue
Napoleón, producto, reacción y
propagandista, al fin y al cabo, de
aquella revolución..
El genio de Napoleón transmitirá
su influjo romántico a filósofos y
literatos, suscitando una admira-
ción latente o expresa que les lle-
vará a descubrir valores positivos
en lo que hasta entonces se consi-
deraba negativo. La violencia, para
Hegel, tiene un valor creador y el
mundo, después de la Revolución
francesa, y a través del desgarro y
dureza de su fuerza, ha desemboca-
do en un mundo nuevo. No hay
cambio válido ni revolución posi-
ble, sin la violencia.
En nuestros días será H. Mar-
cuse quien afirmará que, para lle-
gar a formas colectivas de civiliza-
ción, es indispensable pasar por
estadios de totalitarismos terroris-
tas. No obstante no exalta la vio-
lencia; simplemente la señala. Exal-
tador de la violencia y de la guerra
lo fue Nietzsche, para quien la más
fecunda y la más alta forma de
existencia debía consistir en vivir
peligrosamente; Napoleón es el hé-
roe que inaugura la era clásica de
la guerra científica, como si resuci-
tara y continuara las glorias del
Renacimiento; la guerra evita caer
en la molicie, la pereza confortable
y obliga a la lucha donde cada cual
ha de encontrar la valentía y la
exaltación de superarse a sí mismo.
Pero ya antes de Napoleón y de los
revolucionarios franceses, Hobbes
había reconocido la igualdad de
todos los hombres en la posibilidad
de que cada uno pudiera ser asesi-
no de su prójimo, puesto que el
estado de violencia, para él, era el
estado original del ser humano.
Para el Cristianismo la violencia,
en ninguno de estos sentidos, puede
encontrar justificación. Nos basta
el testimonio contemporáneo de es-
te mártir del pacifismo que se llama
Martin Luther King, para quien la
violencia, desde el punto de vista
cristiano, es a la vez un pecado y un
acto de ignorancia, es malicia y
estupidez, es culpa y ceguera. Es
pecado porque infringe el precepto
de no herir, de no matar, de respe-
tar la imagen de la creación; es ig-
norancia porque engendra mayores
males de los que pretende reme-
diar, y rompe pero no construye.
6 (46)
Tópicos evangélicos
sobre la violencia
TANTO el que acepte como el que
rechace el Evangelio se sentirá
atravesado por la violencia de
su decisión, cualquiera que sea. Es
imposible la indiferencia de quien, por
lo menos una vez, haya mirado a
Cristo con los ojos de la fe. El que se
sienta indiferente es que todavía no lo
ha conocido ni se ha planteado a fon-
do el ser o no ser cristiano.
En el Evangelio se alude a la ener-
gía del impacto del Reino de Dios en
el mundo; el Evangelio es radical, pe-
ro le repugnan, como medio, las vio-
lencias que los hombres emplean para
implantar los propios radicalismos.
Evangelio y mundo
Aburguesados, es decir cómodos,
situados y satisfechos después de ha-
ber dado ya un tinte cristiano a la
forma de vida alcanzada, el cristianis-
mo llevado al fondo de todas sus exi-
gencias, podría ser molesto al poner
en peligro las seguridades que el mun-
do pretende garantizar. Entonces, pa-
ra evitar el enfrentamiento suele
desplazarse la urgencia evangélica,
para que no incida en la realidad in-
mediata, y se recurre a evocar la de
otros tiempos u otros lugares, o se
mandan al futuro y para héroes toda-
vía por hacer. Pero la exigencia del
Evangelio no puede paralizarse ni
desplazarse: es aquí, somos nosotros,
ahora. Hora de la conversión o del
rechazo.
Cristo se refería al rechazo de los
que lo temen o combaten, cuando dijo
estas palabras: «La Ley y los Profetas
llegaron hasta Juan; desde entonces
se anuncia el reinado de Dios y todo
el mundo usa de violencia contra él»
(Lucas, 16,16). Y éstas paralelas: «Des-
de que apareció Juan hasta ahora, se
usa de violencia contra el Reino de
Dios y gente violenta quiere arreba-
tarlo» (Mateo, 11, 12). Palabras que,
además de denunciar la oposición del
mundo al Evangelio, también pueden
significar tanto el esfuerzo de la con-
versión en los verdaderos seguidores,
como la inutilidad de pretender entrar
en el fraudulentamente, violentando
su sentido.
Las exigencias
del Evangelio
El Evangelio es pacífico, pero exige
la conversión, sin trampa de concesio-
nes que mengüen la más noble y total
voluntad de entrega a Cristo.
En la vida del cristiano, Cristo no
es el rival de nadie: ni la fe del fiel
desvirtúa ninguna verdad, ni el amor
sacrifica ningún verdadero bien, ni la
justicia ningún valor; pero Cristo es lo
único que, sin excluir, invade la vida
7 (47)
y el universo del creyente. Lo que no
pudiera estar con él, estaría en contra
de él. La prudencia, la sabiduría del
creyente está precisamente en querer,
buscar y alcanzar esa integración, sin
concesiones, totalmente generosa.
Esa necesaria y difícil integración
supone no sólo la propia transforma-
ción, sino la del entorno, sin lo cual
la pugna, la contradicción inevitable-
mente se produce. «No penséis que he
venido a sembrar la paz en la tierra:
no he venido a sembrar paz, sino
espadas; porque he venido a enemis-
tar al hombre con su padre, a la hija
con su madre, a la nuera con su sue-
gra; así que los enemigos de uno se-
rán los de su casa. El que quiera a su
padre o a su madre más que a mí, no
es digno de mí; el que quiera a su hijo
o a su hija más que a mí, no es digno
de mí; y el que no coge su cruz y me
sigue, no es digno de mí. El que con-
serve su vida la perderá, y el que pier-
de su vida por mí, la conservará» (Ma-
teo, 10, 34-39; que tiene su paralelo en
Lucas, 12, 51-53, y alude al texto de
Miqueas, 7, 6).
Los medios y el Evangelio
Cuando Cristo era prendido, en el
huerto, dijo a Pedro al disponerse a
atacar, violencia contra violencia, a
los esbirros: «Vuelve el machete a
su sitio, que el que a hierro mata,
a hierro muere. ¿Piensas que no puedo
acudir a mi Padre? Él pondría
a mi lado ahora mismo más de doce
legiones de ángeles», (Mateo, 26,
52-54).
El fin, aún nobilísimo, no justifica
la dureza y brutalidad de los medios.
El Reino d. Dios no puede ser fruto
de una victoria humana, no lo obtiene
o lo implanta el que vence, sino en
todo caso, el que convence. ¿Qué haría
Dios con hombres que ya no serían
hombres? Los vencidos carecen de
libertad. Tendría súbditos, no amigos,
El Reino de Dios es más profundo y
radical que los reinos de este mundo.
En realidad, es más violento a fuer de
ser pacífico.
Los inventores de "cruzadas", de
"guerras santas" (?) pueden haber
creído que defendían a Cristo, a Dios;
pero nunca lo hicieron. Defendieron
otras casas, aunque etiquetadas, erróneamente,
con el nombre de lo santo.
Cristo se proclama y se defiende con
la palabra y con la vida; no con la
espada ni con .la muerte. La única
espada es la verdad, y la eficacia de
esta verdad está en la vida que ella
invade y transforma.
Jesús no fue un líder político ni su mensaje se ofrecía como una alternativa
a los programas políticos imperantes. Y esto fue lo que hizo de Jesús, al final,
un ser solitario: abandonado por la derecha, a la que combatía con ardor
profético, y rechazado por la izquierda, que se había decepcionado al no
lograr de él que se convirtiera en el líder del Movimiento
de Liberación Palestina (los "Zelotas").
JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ RUIZ
8 (48)
fuerza
EL CONCEPTO más elemental y comprensible de fuer-
za, nos lo da la mecánica: es la causa del movimiento
o de la resistencia al movimiento; causa capaz de mo-
dificar, en los cuerpos, su estado de reposo o de cam-
bio respecto al espacio......
Pero el concepto de fuerza no lo aplicamos solamente al
campo del universo físico, sino que lo empleamos también en
sentido espiritual, psicológico, moral. En este aspecto incide
en las actitudes profundas, en las decisiones y en los actos
humanos. El valor de este sentido supera el puramente mecá-
nico o corporal: «No tengáis miedo de los que pueden matar
los cuerpos, pero no el alma» dijo Cristo. Y, en otra parte: «No
tengáis miedo, porque yo he vencido el mundo». El espíritu
siempre puede vencer y superar las fronteras de lo que sólo es
dimensionable materialmente; el valor de lo espiritual está por
encima del peso y de la medida de lo material. El Cristianismo
es espiritualista, aunque no desinteresado de lo material.
La relación materia-espíritu, para el cristiano, no se esta-
blece en la oposición antagónica: no son dos polos separados
de energías que se combaten, sino que se complementan y
que, partiendo del influjo más noble, que es el espiritual, se
integran en un proceso espiritualizador, que ennoblece la ma-
teria, y no a la inversa, negando el espíritu y corrompiendo
lo material.
Solamente así la fuerza se redime de su material brutali-
dad y participa, una vez liberada de lo puramente mecanicista,
en la síntesis gloriosa de lo espiritual. Y fuerza material y
razón espiritual se hermanan para evitar que prevalezca el
despotismo de "la razón de la fuerza" y domine la vida hu-
mana "la fuerza de la razón".
9 (49)
poder
EL PODER es una facultad, aplicable más bien al orden
moral y jurídico. Supone la capacidad de mando, im-
perativa. Como potestad hace referencia a la utiliza-
ción de un derecho en beneficio de los demás, para
bien de los demás. La sola capacidad de utilizar la
fuerza, no es un verdadero y puro poder, por más que, tan
repetidamente, la humanidad haya sido obligada, en grandes
extensiones y en épocas más o menos duraderas, por la mix-
tificación que ha resultado y resulta de confundir el poder
como potestad con la posibilidad de utilizar la fuerza para
imponer la pretensión del más robusto y audaz, cuya primera
táctica es siempre la de cerrar toda discusión a su predominio
para hacerse indiscutido e indiscutible.
Cuando el poderoso usa sus facultades desviadas del ser-
vicio a que deben ordenarse, transforma su acción en violen-
cia moral (cambia el sentido de los valores del hombre),
intelectual (manipula la verdad falsificando la realidad que
todos tienen derecho a conocer, para conducirlos al adocena-
miento ignorante y a la turbación miedosa del esclavo mental)
e, inevitablemente, física y material, por la persecución del
contrario, por el terror de las torturas o de las penalizaciones
injustas o inhumanas, por la política o dominio que se apoya
en la falsa docilidad que impone el miedo y la sicosis de te-
rror e inseguridad. Entonces, sobre el silencio y la anulación
de los demás, es posible, a más o menos corto plazo, la cons-
trucción fantástica de la pseudo-verdad que más conviene al
poder injusto autoestablecido.
Pero el poder que se inspira en la justicia y se impregna
de sentido humano, recurre cada vez menos a la fuerza. No
reina, sirve; no vence, convence; no oprime, conduce.
10 (50)
amor
EL AMOR es la dinámica del bien. Lo rebajamos si
buscamos en él pretextaciones líricas o amparos sen-
timentales para justificar inhibiciones, silencios, co-
bardías o cualquier clase de estrategia o circunloquio
dialéctico que nos justifique teóricamente, pero que
nos evite el compromiso práctico, puntual, sincero y directo
i el deber de hacer el bien, de decir la verdad, de oponer-
nos a la injusticia, de denunciar el error.
El amor es la gran fuerza, es la mayor fuerza del hombre,
porque no solamente busca el bien, sino que ya es, en cierto
modo, el bien buscado, incontenible en quien lo acoge y arde
por comunicarlo a los demás. Es el bien en acto de difundirse.
El espíritu supera la materia porque se ama desde el es-
píritu, aunque la materia pueda articularse, y deba articularse
en la sinceridad de su expresión, hasta llegar a ser su lenguaje.
Es peligroso hablar del amor sin incurrir en fáciles pro-
fanaciones, puesto que, en su pureza, es lo más divino de todo
lo que es humano que cabe y se genera desde las capacidades
del hombre. El amor es fuerza y poder para hacer el bien y
para conducir y multiplicar el bien en el mundo.
El amor es ciego cuando se empantana en las zonas su-
perficiales del sentimentalismo o de los consuelos provisiona-
les. El amor, en cambio, es la mayor sabiduría cuando busca
ese bien que constituye la esencia de su impulso y mantiene
el entusiasmo abnegado de su difusión, de su comunicación.
El ímpetu de la dinámica del amor, es fuerza que se hace
cada vez más pura. El amor es la vida, lo más grande
vida del hombre y, como expresa la frase bíblica, «más fuerte
que la misma muerte».
11 (51)
Violencia
NICOLÁS MAQUIAVELO dudaba a la hora de acon-
sejar al príncipe la prevalencia entre inspirar mie-
do o amor a sus súbditos. Ante la necesidad de ele-
gir en la inevitable alternativa, pesimista y realista al
mismo tiempo, cedía en favor del terror. Es la visión
terrena, únicamente terrena, del poder; es la confirmación sin-
cera del aserto de Cristo ante las ambiciones de sus apóstoles,
al comparar y diferenciar su cometido del de los reyes y prín-
cipes de este mundo, en la conocida escena de los Zebedeos.
. Evidentemente, el cristiano no puede encontrar justifica-
ción alguna para la violencia física y menos, todavía, para la
violencia moral que anula los derechos de la inteligencia y de
la voluntad del hombre.
Son En nuestra época nos lamentamos y protestamos con fre-
cuencia de las violencias, todavía posibles, ejercidas en los
cuerpos: guerras, sistemas policiales irracionales, penalizacio-
nes inhumanas, terrorismo desesperado o a sueldo...Pero exis-
ten formas de violencia que atacan a la mente, que por ser
incruentas se introducen sin despertar alarma en sus víctimas.
El producto es una deformación del mismo hombre, converti-
do, reducido a consumidor, no sólo de productos mercantiliza-
dos, sino de ideas y pseudo-verdades que lo masifican o imbe-
cilizan. Por una parte, en este estado, el ser manipulado se
hace insensible a otras violencias físicas, con tal que no le
afecten directamente y, por otra parte, dormida su racionali-
dad, es un ser en potencia más subversivo que el normal,
resultando, de ello, la necesidad táctica, desde el poder, de
multiplicar y perfeccionar los medios represivos para seguir
manteniendo la contención. No se multiplica el bien, como en
el amor, sino la amenaza.
12 (52)
La ideología
de la
seguridad nacional
HA SIDO Jean-Marie Domenach,
el sucesor de Emmanuel Mou-
nier al frente de esa gran revis-
ta francesa, "Esprit" (que reúne a los
intelectuales cristianos en la búsqueda
de la avanzada evangélica en el mundo
de las postguerras), quien ha sabido
sintetizar y descubrir los rasgos más
duros de las modernas dictaduras y
los métodos de tiranía ideológica em-
pleados por la "propaganda política",
ejercida a través de los medios de
comunicación que, especialmente los
estados totalitarios monopolizan, sin
posibilidad de reacción ni de defensa
colectiva frente a la enajenación que
la persistente manipulación informati-
va ejerce sobre el pueblo, reducido al
papel de espectador ignorante o de
partícipe embaucado cuando se le
admite en el juego adulterado del su-
fragio de suerte preestablecida, allí
donde las dictaduras han pretendido
disfrazarse de democracia diferida o
improvisada.
A nivel continental, es el caso de
América Latina: Paraguay, Bolivia,
Uruguay Honduras, Chile, Brasil, Ar-
gentina, Ecuador, México... Es claro
que estos nombres no agotan la geo-
grafía de las tiranías dóciles a intere-
ses económicos escondidos y ajenos al
propio país, pero no sin cómplices
cainitas internos.
Esas tiranías elaboran su propia ide-
ología apologizando un patriotismo en
el que no creen los mismos que enfá-
ticamente lo exaltan; un patriotismo
que hay que "defender"...por supuesto
con la fuerza.
El pasado mes de noviembre los
obispos del Brasil tuvieron que decla-
rar: «Existe un clima general de vio-
lencia en nuestro país... La Iglesia se
encuentra en un estado de permanente
opresión... El principio en el que se
inspira el Gobierno es el de la "segu-
ridad nacional"... Esta ideología de la
seguridad nacional se extiende por
todo el continente latinoamericano...
Bajo su inspiración, y en nombre de
la lucha contra el comunismo y en pro
del desarrollo económico, los regíme-
nes de fuerza declaran la "guerra anti--
subversiva" contra todos los que no
concuerdan con su visión autoritaria
de la organización de la sociedad... El
entrenamiento para esta guerra anti-
subversiva, además de llevar al em-
brutecimiento creciente de sus agentes,
genera un nuevo tipo de fanatismo,
un clima de violencia y miedo...»
Violencia ejercida, miedo impuesto,
por medio de una estrategia económica
que apunta al beneficio de unos pocos
descuidando la justicia social; estrate-
gia socio-cultural de selección de ideal
y valores discriminados según una
13 (53)
táctica deformadora de las mentes, en
cuya tarea los medios de comunicación
encuentran el falseamiento de su co-
metido; estrategia política que iguala
lo humano a lo nacional, lo nacional
a lo estatal, y el Estado al Gobierno y
el poder efectivo en ejercicio; e, inevi-
tablemente, estrategia policíaco-mili-
tar (poder efectivo igual a ejercicio de
la fuerza), que cierra el círculo de la
eficacia planificada, impuesta por la
pseudo-legalidad del más fuerte.
La única mitigación que la minoría
poderosa intenta ofrecer en compen-
sación de la anulación del hombre, es
el falaz paraíso de la sociedad consu-
mista; tarea ardua donde los bienes
escasean y donde no siempre es posi-
ble generar el círculo sin fin, creador
y destructor al mismo tiempo, de pro-
ductor-consumidor, perpetuamente
anhelante y engañado.
Es ahí donde monseñor Helder Cá-
mara, el arzobispo de Recife, ha dicho
que la Iglesia ha de hacerse voz de los
que no la tienen para «desmitificar el
poder que oprime y anunciar un pue-
blo de hombres libres. Los obispos ac-
tuales ―dice― renuevan el papel de
Atanasio, de Ambrosio, de Juan Cri-
sóstomo, de Gregorio VII, de Thomas
Beckett... que fueron los precursores
y los fundadores de un pueblo cristia-
no realmente libre... No hay separa-
ción entre la libertad de la Iglesia y la
libertad del pueblo... La Iglesia no
tiene la misión de dar la libertad a los
pueblos. Porque nadie da la libertad.
Son los mismos pueblos los que hacen
"pueblo" haciendo su libertad. La Igle-
sia se limita a llamarlos a esa vocación,
que es realmente la suya, como dice
san Pablo en la epístola a los Gálatas».
Redención, liberación, libertad...
«El sábado se ha hecho para el hom-
bre, y no el hombre se ha hecho para
el sábado», dijo Cristo. Paralelamente:
el Estado es para el hombre, y no el
hombre para el Estado. Al hacer este
anuncio y al deducir del mismo las
denuncias de los abusos estatales, la
Iglesia no hace política, sino que des-
enmascara idolatrías. Porque el Estado
no es Dios.
CONFERENCIAS
CUARESMALES
PARA SEÑORAS
Días del 28 al 31 de Marzo
(de lunes a jueves), a las 4,30
de la tarde.
PARA TODOS
Días del 4 al 6 de Abril (de
lunes a miércoles), a las 8,30
de la tarde.
14 (54)
documento:
LA REPRESIÓN
CONTRA LA IGLESIA
EN LATINOAMÉRICA
SE TRATA de un calendario de hechos represivos padecidos por la Iglesia
en Latinoamérica, durante los años 1975 y 1976. A través de ellos se
evidencia la táctica de reducción y desprestigio que los Gobiernos ejer-
cen sobre la fuerza moral que la sola presencia de los obispos y sacerdotes y
la palabra del Evangelio significan, como contrapartida crítica a la ideología
de la "seguridad nacional" que se propugna en los Estados mediatizados por
intereses multinacionales que encuentran, en cada uno de ellos, la complicidad
de minorías internas partícipes en los frutos que se obtienen de la opresión
legalizada. No importa que los jefes de gobierno o los políticos que deciden
tales medidas se llamen a sí mismos "católicos".
PARAGUAY
1975
Febrero: Una compañía compuesta por setenta soldados
invade la colonia de san Isidro, en Jejuí. Esta colonia era
la sede de las ligas agrarias y de un movimiento popular
cristiano de carácter social. Después de esta acción, en
días sucesivos, se practican varias detenciones.
Marzo: El religioso franciscano P. Kohman, es expulsado
del país.
1976
Enero: El ministro de Educación del Gobierno paraguayo
exige la destitución del director y de una cuarta parte de
los profesores del colegio de la Compañía de Jesús en
Asunción.
Abril: Durante todo este mes se suceden hechos violentos
por la acción de la policía, con el balance de tres muertos
y trece detenciones. El Gobierno acusa al jesuita P. San-
martí, a pesar de residir en España. Siguen más detencio-
nes y trece jesuitas son expulsados del país.
15 (55)
Mayo: La policía practica treinta y siete detenciones en-
tre las cuales se encuentran las de tres sacerdotes. Tam-
bién, un difusor de la revista "Sendero" (órgano de la
Conferencia Episcopal del Paraguay) es detenido, tortu-
rado y finalmente muerto.
BOLIVIA
1975
Enero: Cierre "provisional" de Radio Pío XII.
Marzo: El Servicio de Inteligencia Militar del Segundo
Ejército Boliviano, pone en circulación una serie de ins-
trucciones para actuar contra la Iglesia; dicho plan es
descubierto y divulgado (damos un resumen al final).
Los PP. Wessaige (belga) y Wanreyele (canadiense), bajo
la acusación de haber colaborado en un informe de la
Comisión Episcopal de "Justicia y Paz", son expulsados
del país.
Septiembre: Acusados de preparar una reunión subver-
siva de trabajadores, tres religiosas españolas son arresta-
das y retenidas durante diez días y finalmente expulsadas
del país.
Octubre: Suspensión "definitiva" de las actividades de
Radio Pío XII, cerrada "provisionalmente" diez meses
atrás.
URUGUAY
822.916.666.666.667
Abril: El director de la revista católica "Víspera" es
arrestado; lo mismo se hace con el P. Provincial de la
Compañía de Jesús, que es retenido en el calabozo durante
todo el Viernes Santo.
Septiembre: El Gobierno prohíbe la carta pastoral de
Mons. Tonna, presidente de la Conferencia Episcopal
uruguaya, en la cual se habla de la amnistía.
CHILE
1975
Octubre: Se prohíbe a Mons. Frenz, obispo de la Iglesia
luterana chilena, que salga del país.
Son detenidos varios sacerdotes, religiosos y laicos, bajo
la acusación de ayudar al MIR.
Noviembre: Arresto de dos sacerdotes; expulsión de tres
religiosas norteamericanas; detención y tortura de la Dra.
Cassidy que es finalmente expulsada.
16 (56)
Es arrestado el P. Fajardo, capellán de la prisión, así co-
mo dos de sus ayudantes y un miembro del Comité por
la Paz.
Son llevados a prisión dos sacerdotes y un abogado del
Comité por la Paz.
El P. Panchot, norteamericano, es arrestado junto con otros
dos sacerdotes italianos.
Diciembre: Es disuelto, por orden del Gobierno, el Comi-
té por la Paz.
1976
Mayo: Es detenido el obispo Mons. Alvar, por la DINA.
Agosto: La jerarquía excomulga a los agentes de la
DINA, tras los sucesos de Pudahuel, promovidos por el
Gobierno contra los obispos chilenos asistentes a la reu-
nión episcopal de Riobamba, cuya finalidad es deformada
por la prensa, Radio y TV chilena y de otros países lati-
noamericanos.
BRASIL
1975
Diciembre: La parapolicía secuestra y la policía expulsa
al P. Jentel.
1976
Mayo: un misionero jesuita, el hermano Kauling, es gol-
peado por la policía y arrestado junto con un indio borodo
de su misión. En la acción fueron heridos, también, otros
cinco indios.
Septiembre: El obispo de Nueva Igaucu, Mons. Hipólito
Adriano, es agredido y ultrajado por comandos parapoli-
cíacos (Alianza Anticomunista Brasileña).
Octubre: El P. jesuita Joao Bosco Burnier, que acompa-
ñaba al obispo de su diócesis, Mons. Casaldáliga, al ir a
interceder por dos mujeres mientras eran torturadas por
la policía, es asesinado impunemente al intervenir en el
diálogo entre el obispo intercesor y el jefe de policía.
(Mons. Casaldáliga es un misionero español, ya experto
en muchas otras penalidades sufridas en el Brasil, a causa
del apostolado).
Noviembre: Los obispos Lorscheider y Calheiros reciben
amenazas de muerte.
17 (57)
HONDURAS
1975
Junio: La Unión Nacional de Campesinos emprende la
"marcha del hambre", que la policía reprime causando
cinco muertos.
A este hecho sucede el impune asesinato de nueve perso-
nas (dos eran sacerdotes: el colombiano P. Betancourt y
el norteamericano P. Cypher).
La Policía prohíbe al obispo Mons. D'Antonio, que siga
permaneciendo en su propia diócesis de Olancho.
Diciembre: La situación se hace insostenible; Mons.
D'Antonio renuncia a su cargo.
ARGENTINA
1976
Julio: Son asesinados tres sacerdotes irlandeses y dos
seminaristas argentinos, pertenecientes a la Sociedad del
apostolado Católico, en Buenos Aires. También, en una
iglesia de la ciudad, son asesinadas tres religiosas.
En la localidad de Chamical son asesinados, tras sufrir
horrendas torturas, los sacerdotes P. Longueville, fran-
cés, y P. Murias, argentino.
Agosto: En misteriosas circunstancias que casi evidencian
el premeditado asesinato, es hallado muerto el obispo de
La Rioja, Mons. Angelelli. El motivo del asesinato podía
ser el haber afirmado, en el funeral de Longueville y Mu-
rias, que «sabía quiénes les habían matado».
Noviembre: Son detenidos cuatro sacerdotes en Buenos
Aires.
ECUADOR
1976
Agosto: Arbitrarias detenciones y expulsiones en Riobam-
ba, donde estaban reunidos diecisiete obispos latinoameri-
canos, con veintidós sacerdotes (uno español), cinco reli-
giosas y doce laicos, para tratar de temas de apostolado.
MÉXICO
1976..
Octubre: En Coahuila son arrestados el P. Benigno Mar-
tínez y un abogado con cuarenta campesinos, a los que se
acusa de "invasión de tierras".
Pocos días después, en relación con el mismo acto, son
arrestados cuatro sacerdotes más.
18 (58)
El P. Saldana, carmelita, es secuestrado por la parapoli-
cía, golpeado y posteriormente expulsado del país.
LA IGLESIA EN BOLIVIA.
Texto ―resumido― que ha circulado en el Servicio de inteligencia
Militar del Segundo Ejército Boliviano de la Provincia de Oruro.
1. No se debe atacar a la Iglesia como Institución y menos a los obispos
en conjunto, sino a la parte de la Iglesia más avanzada...
2. Hay que atacar sobre todo al clero extranjero... Hay que señalar insis-
tentemente que predican la lucha armada, que están vinculados con el co-
munismo internacional y que han sido enviados a Bolivia con la finalidad
exclusiva de llevar a la Iglesia hacia el comunismo.
3. Controlar muy especialmente algunas Órdenes religiosas...
4. La C.I.A. ha decidido entrar directamente en este asunto. Se ha com-
prometido a dar una información plena de algunos sacerdotes (documenta-
ción personal, estudios, amistades, direcciones, publicaciones, contactos con
el exterior)...
5. Control de algunas Casas religiosas.
6. Por principio ya no se han de allanar Casas religiosas, ya que esto ge-
nera mucha publicidad...
7. A la Jerarquía se le han de presentar los hechos consumados...
8. Los apresamientos se han de hacer preferentemente en el campo, en las
calles silenciosas o en altas horas de la noche. Una vez que se ha realizado
el apresamiento de un sacerdote, el Ministerio ha de tratar de introducir en
su portafolio ―y si es posible en su habitación―, propaganda subversiva y
algún arma ―preferentemente pistola de gran calibre―, y se ha de tener listo
su historial para desprestigiarlo ante su obispo y la opinión pública.
9. Por medio de algunos medios de comunicación social se han de publicar
sueltos para desprestigiar a sacerdotes y religiosas que representan una línea
de avanzada en la Iglesia. Se ha de exigir la firma para cualquier comu-
nicado, de tal modo que se pueda controlar de dónde vienen y quién los
escribe.
10. Mantener relaciones de amistad con algunos obispos, miembros de la
Iglesia, algunos sacerdotes nacionales, de tal modo que la opinión pública
no crea que hay persecución sistemática a la Iglesia, sino a algunos pocos
de sus miembros. Se ha de insistir en la autenticidad de una Iglesia nacional.
11. Se ha prometido retribuir a los agentes que mejor trabajen en este
plan con las pertenencias que se confisquen en las casas de algunos religiosos.
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TRIDUO PASCUAL
JUEVES SANTO
Tarde, a las 8, MISA DE LA CENA
DEL SEÑOR. - Podrá visitarse el
Santísimo Sacramento sólo hasta
medianoche de este día.
VIERNES SANTO
Mañana, a las 8, VIA-CRUCIS por
el Parque.
Tarde, a las 8, CELEBRACIÓN DE
LA PASIÓN DEL SEÑOR.
VIGILIA PASCUAL
A las ll de la noche del sábado. La
celebración pascual se completa
participando en la liturgia del DO-
MINGO.
LAUS
Director: Ramón Mas Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio
Placeta de S. Felipe Neri, 1 - Apartado 182 - Albacete - D. L. AB 1
LAUS - PUBLICACION DEL ORATORIO - APARTADO 182 - ALBACETE
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