Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 156. FEBRERO. Año
1978 |
SUMARIO |
REAVIVAR la fe, encararnos
más atentamente con |
lo sobrenatural; buscar y
tratar con Dios. Y de aquí |
vendrán actitudes nuevas y
una visión más serena |
de la vida, y
comprenderemos que hemos de hacer |
en ella. Dios es
importante y tomar el Bautismo recibido |
como una herencia que nos
dispensa del trabajo y del |
compromiso de seguir
buscándole para conocerle mejor, |
anquilosaria la fe. Por
esto la Iglesia nos programa estos |
tiempos de renovación
espiritual, para ilustrar nuestro co- |
nocimiento y estimular
nuestra conciencia cristiana. |
TIEMPO FUERTE |
IGNORANCIA GENERAL BÁSICA |
SÍNODO 77: LA CATEQUESIS |
RENOVACIÓN RADICAL DE LA
CATEQUESIS |
1 (21) |
Tiempo de oración: |
Tú has sido el primero en
amarnos, Señor. |
Pero nosotros lo
comentamos y tenemos |
en cuenta, como si
solamente nos hubieses |
amado el primero no más
que una sola vez, |
históricamente, a pesar de
que, sin cesar, |
muchas veces, a lo largo
de todos los días |
de nuestra vida, Tú has
sido el primero en |
amarnos. |
Cuando nos despertamos,
cada mañana, |
y dirigimos nuestro
pensamiento y el alma |
hacia Ti, ya te has
anticipado Tú, para ser |
el primero en amarnos. |
Tú eres el primero: antes
de amanecer, |
antes de que yo principie
mi oración, me has |
amado el primero. |
Cuando abandono lo que me
distrae y |
recojo mi mente para
pensar en Ti, Tú eres |
también el primero en
amarme. |
Y así continuamente, a
pesar de que ha- |
blamos de Ti con
ingratitud, como si sola- |
mente una vez hubieses
sido Tú el primero |
en amarnos. |
Sören Kierkegaard |
2 (22) |
Tiempo |
fuerte |
NADA se da absolutamente
dado: ni la misma vida agota la experiencia |
y el conocimiento esencial
que de ella podamos tener. El estar y el |
hacer, el ser y el
devenir, el existir y crecer se necesitan y se explican. |
También en la fe. |
Somos cristianos, pero no
lo somos en la medida definitiva, colmada y |
absoluta en que lo podemos
ser y lo debemos ser. Perderíamos, se nos ma- |
lograría lo poco
alcanzado, si la resignación conformada con el último dato |
logrado, nos tentaba para
detenernos a envolver y guardar la medida de lo |
que ya se tiene sin
exponerlo al riesgo de ninguna siembra. |
La idea misma de
Cristianismo ha venido a colmar la de humanismo y |
a superarla,
engrandeciéndola. Imposible imaginar un cristiano sin partir |
de la base del hombre; sin
ese ser personal, inteligente, libre y sensible, que, |
trascendido y alcanzando
hipostáticamente la vinculación a Dios, en Jesu- |
cristo, nos ofrece la
imagen y nos abre la posibilidad de ir más allá de no- |
sotros mismos, para
unirnos a él y sacar, de esta vinculación, todas las |
consecuencias
transformadoras. Cristo alcanza a Dios, el hombre alcanza |
a Cristo y, la creación
entera, inmediata al hombre, alcanza al hombre, que |
la resume, y vuelve a
Dios, desde el hombre, por Cristo. |
Todo esto, querido por
Dios, está en marcha, pero no ha llegado a su |
culminación. Comenzado, se
ha de terminar, se ha de hacer, de "acabar" |
de hacer. |
La Iglesia, a pesar de
acogernos después de nuestro Bautismo ―es una |
semilla, un tesoro de
virtualidades, además de una configuración inicial |
con Cristo― y para
que no demos por terminado una tarea sólo comenzada, |
ni recorrido un camino
solamente iniciado, viene a recordarnos, cíclica- |
mente, con insistencia
especial, en tiempos consagrados al esfuerzo y a la |
esperanza, la necesidad de
seguir andando. Llamados otra vez, adoctrina- |
dos de nuevo, alimentados
espiritualmente con los sacramentos y partiendo |
de una toma de conciencia
del significado del Bautismo y del compromiso |
de la fe, la Palabra de
Dios se hace fuerte y viva y nos despierta a nuevas |
exigencias, cuando el
pacto de la rutina o de la pereza podría estancarnos |
en la falsa confianza de
la propia satisfacción. |
3 (23) |
Tiempo fuerte, de gracia y
de iluminación. Es imposible un auténtico |
vivir cristiano sin
sacudir la estática comodidad satisfecha, como si la vida |
de fe fuese gozar de un
caudal renditicio con que, tomadas algunas precau- |
ciones, se asegure un
determinado grado de tranquilidad psicológica o de |
sugestionante consolación.
La vida ha de crecer, el mundo se renueva cada |
día, a cada instante, y
Dios quiere que vayamos siendo capaces de leer, en |
este mundo inmediato y
cambiante, los signos esperanzadores de su reino, |
con el fin de que,
esforzados y generosos, no cesemos en el crecimiento y |
transformación de nosotros
mismos. |
Tiempo fuerte para
trabajar fuerte; para purificar ideas, para practicar |
desprendimientos, para
robustecer actitudes de comprensión y apertura, y |
no por oportunismo o mera
transigencia, sino por convicción. Es decir, |
tiempo fuerte para la
conversión, tan difícil, porque surge de la abnegación, |
del olvido de si y de
pensar, sin distracción apasionada, en Dios. Una con- |
versión, no de mirarse al
espejo y componer mejor el rostro y la figura, |
sino una conversión
―volvería a decir Chesterton― de abrir ventanas y |
puertas, y de andar
caminos y mirar al mundo para llevarlo a Dios. |
El recuerdo de las
ofensas, |
veneno para el corazón. |
El recuerdo de las ofensas
es una reliquia de |
cólera, sagrario de
pecados, odio de la justicia, |
ruina de la virtud, veneno
del corazón, carcoma |
de la mente, desprecio de
la interioridad, parálisis |
de la oración,
distanciamiento del amor, clavo |
hendido en el alma. |
El que domina y suprime la
cólera, suprime con i |
ello también el recuerdo
de las ofensas. La cólera |
es madre de la venganza, y
mientras vive la ma- |
dre, resiste el hijo. Para
aplacar la cólera hace |
falta el amor. |
EL olvido de las ofensas
es prueba de sincero |
arrepentimiento. Que
nadie, pues, tome como |
motita de paja ese
oscurecimiento del alma que : |
a menudo pesa, incluso, en
los ojos de hombres |
que se tienen por
espirituales. |
San Juan Clímaco, |
Monje del siglo VII |
4 (24) |
IGNORANCIA GENERAL BÁSICA |
DE DIOS, |
DE JESUCRISTO, |
DE LA IGLESIA, |
DE LA GRACIA, |
DE LOS SACRAMENTOS... |
EL CRISTIANISMO no es sólo |
un conocimiento; es más
que |
un conocimiento: es una fe
y |
es una vida. Sin embargo,
el asen- |
timiento que se incluye,
esencial- |
mente, en todo acto de fe,
supone, |
como mínimo, la noticia y
el cono- |
cimiento de aquél en quien
confia- |
mos, cuyo testimonio
aceptamos. |
Y más que la pura
aceptación |
implícita, erróneamente
liberada |
de toda búsqueda en el
contenido |
de lo que se acepta y
cree. |
La fe no excluye ni releva
de la |
búsqueda. La fe se encarna
en esta |
búsqueda, preside el
pensamiento, |
acompaña a la
inteligencia, estimu- |
la la sed de verdad del
hombre, y |
le conduce por su camino,
no para |
evitarle trabajo, sino
para mante- |
nerle el esfuerzo mientras
le ofrece |
el premio de un orden y
una sínte- |
sis que coinciden con la
santidad. |
Cuando, con tanta
frecuencia, en |
nuestros días, se habla de
crisis de |
fe, de problemas de
conciencia |
religiosa, de inhibiciones
en el |
compromiso cristiano del
creyente |
sorprendido por las
grandes muta- |
ciones que conmueven a
todos, |
de desfiguración del
sentido de la |
vocación cristiana del
hombre, se |
encuentra, latente en todo
y dentro |
del marco de este mundo
tan ve- |
lozmente cambiante, el
desfase de |
conocimiento que padecen,
en lo |
religioso, los que
protestan de la |
Iglesia o los que, para
mayor co- |
modidad, la abandonan
simplemen- |
te y así se ahorran
planteamientos |
mentales que supondrían
fatigas, |
imaginan ellos, al fin y
al cabo no |
gratificadas. |
Hay, todavía, los
abandonos de |
los que, sin salirse del
cómputo es- |
tadístico que los tiene en
cuenta |
5 (25) |
como católicos o
cristianos, perma- |
necen y se sienten
satisfechos con |
la "ración" de
fe que así mismos |
se han asignado,
cristianos a "su" |
medida, sin valentía para
el sí o el |
no de cualquier aceptación
o recha- |
zo profundo, buscadores y
guarda- |
dores, a lo sumo, de una
pequeña |
colección de verdades y
exactitu- |
des semejantes a las
piezas bellas y |
muertas de los museos. Un
modo de |
ser cristianos que, a
ratos, los con- |
suela, o les distrae, o
los comple- |
menta. Un modo de ser
cristianos |
que encierra, que limita,
que ex- |
cluye y huye de la
totalidad de la |
vida. |
En la base de todas estas
crisis, |
de todas estas
comodidades, de to- |
das estas cobardías, hay
un desco- |
nocimiento de lo más
esencial del |
cristianismo; hay, por lo
menos, |
una desproporción en uno
de estos |
dos sentidos, o en ambos a
la vez: |
o saben muy poco de Dios,
en com- |
paración con lo que saben
de las |
demás cosas de la vida; o
bien quie- |
ren o les interesa
bastante menos |
Dios que el resto de
atenciones o |
intereses que determinan
sus acti- |
tudes, que intervienen en
sus deci- |
siones... La miseria o el
desequili- |
brio están en el
conocimiento o en |
la voluntad. Es por esto
que dejan o |
relegan a Dios o, a lo
sumo, Dios |
"les sirve", o
tratan de que así sea, |
para miras que, a pesar de
todas las |
coloraciones con que se
las adecen- |
te, son únicamente
mundanas: de |
honor, de poder, de
vanidad, de |
prestigios, de
beneficios...que, en el |
fondo, sin hojarasca,
mostrarían el |
desnudo pretexto, tal vez
disimula- |
do por inercia resultante
del descui- |
do precedente, de la
pereza, de la |
mala administración de las
fuerzas |
dedicadas más a edificar
aparien- |
cias que a colmar de
contenidos de |
fe y vida cristiana su
mente, su co- |
razón, sus inspiraciones,
su volun- |
tad, sus ideales, sus
decisiones más |
importantes, su estar en
el mundo. |
Es desconocer a Dios
convertirlo |
en un complemento mental.
Dios |
Un cristiano no puede
desprenderse ni de la |
Biblia o, por lo menos, el
Nuevo Testamento, |
manejable y siempre a su
alcance, ni de un |
buen Catecismo, siempre
recomen- |
zado, leído y releído. |
6 (26) |
ha de estar en la base de
todos los |
pensamientos y de todas
las deci- |
siones del hombre. Con
Dios no se |
discute, Dios no se
recorta, Dios no |
se añade. En el cristiano,
Dios, como |
la misma vida, interviene
en todo |
el ser y decidir. Dios ha
de ser co- |
nocido hasta aceptarlo
así. Luego |
ya no dependerá tanto de
la exten- |
sión de conocimientos
sistematiza- |
dos que puedan alcanzarse
sobre |
Dios, sino de la armonía,
de la con- |
tinua presencia dominante
que le |
dejemos ejercer, que
aceptemos go- |
zosamente de él sobre
nosotros. Y |
el mundo será bello y la
vida una |
tarea excelente, una
decisión con la |
que preparamos la cosecha
de Dios, |
su reino. |
Este equilibrio, este
saber de |
Dios, es básico en el
cristiano. A |
partir de su armonía,
puede haber |
retos, pero no obstáculos
en la vida |
de la fe. |
Lo que ocurre es que, con
fre- |
cuencia, ni somos bastante
humil- |
des para reconocer nuestra
igno- |
rancia, ni nos decidimos
por un |
mínimo de diligencia
aplicada a re- |
mediarla. Es verdad que,
en cam- |
bio, sí somos diligentes
respecto a |
otras cosas; pero también
podemos |
reconocer que éstas nos
recompen- |
san, con alguna
gratificación, el es- |
fuerzo ―no
desinteresado― que les |
dedicamos. |
Dios, en cambio, es
gratuito. Dios |
es puro. Y solamente los
puros, |
solamente los limpios... o
los que |
sinceramente desean serlo,
se inte- |
resan por él. |
Porque los ritos de la |
Iglesia se establecieron |
pensando en los creyen- |
tes, se desprende que |
comprender un rito es |
equivalente a servirse |
de él como medio para |
entrar en contacto con |
Dios. Pero, para ello, es |
indispensable que exis- |
ta, precedentemente, la |
fe en quien busca acer- |
carse a Dios. |
Además los ritos de la |
Iglesia suponen una ini- |
ciación, un conocimiento, |
son para los iniciados |
(no digo los intelectua- |
les, sino los iniciados, |
sean o no intelectuales). |
Por ello, para entrar en |
la comprensión de un |
rito no basta con un va- |
go sentimiento religio- |
so o una fe más o menos |
segura en Dios y en Je- |
sucristo, sino que es |
preciso penetrar en el |
misterio cristiano y con- |
vertirlo en vida propia. |
Mons. Alfred Ancel |
7 (27) |
SÍNODO 77: LA CATEQUESIS |
AUNQUE el tema general del
último Sínodo fue "La |
catequesis en nuestro
tiempo con especial relación |
a los niños y a los
jóvenes", se vio pronto que los |
destinatarios del mensaje
cristiano, que el adoctri- |
namiento para la fe, no
podían ser sólo éstos. Hoy se |
produce una ruptura entre
Evangelio y cultura, tal como re- |
conoció el Vaticano II,
que no solamente constituye el drama |
de nuestra época, sino que
postula y exige esfuerzos en los |
que la generosidad agote
su entrega para que la cultura ―"las" |
culturas― sea
penetrada hasta sus mismas raíces, con lucidez |
crítica y redentora y
pueda ser transformada ―no destruida― |
para que «los criterios de
juicio y de valores determinantes, |
los centros de interés,
las líneas de pensamiento, las fuentes |
de inspiración y los
modelos de vida de la humanidad que |
están en contraste con la
Palabra de Dios y con el designio de |
salvación» se integren en
el plan glorioso y feliz de la resti- |
tución del hombre y del
universo a Dios, tal como auspiciaba |
el Concilio al señalar el
acercamiento de la Iglesia con los |
gozos y esperanzas de la
humanidad actual. |
Hay que catequizar a los
niños, hay que instruir a los |
jóvenes; pero es preciso
ir todavía más lejos, incluyendo, por |
supuesto, a los adultos. Y
también, como el P. Arrupe recla- |
maba, rompiendo la
facilidad sólo aparentemente exitosa, |
de una catequesis que
permanece encerrada en los lugares |
tradicionales,
despreocupada de ir a buscar a la gente en su |
propio ambiente. En épocas
de atraso pudo ser parcialmente |
útil lo que ahora no
pasaría de conservadurismo o de miope |
involución que nada o muy
poco tendría que ver con el apos- |
tolado. Ni sólo los niños,
ni sólo en la iglesia. Muchas veces, |
8 (28) |
erróneamente, se llamó
catequesis infantil a lo más parecido a |
una sala de futbolines, y
acto social de apostolado a reuniones |
de puro entretenimiento y
pasatiempo ciertamente no inmo- |
ral, pero igualmente
tampoco transmisor de ningún valor for- |
mativo o artístico. La
buena voluntad generosa, pero poco |
iluminada de catequistas
que, más allá de ese entretenimiento |
vulgar, barato e insulso,
se hacían irresistibles, en muchas |
ocasiones, apenas apuntaba
la adolescencia de esos niños post- |
comulgantes, que
abandonaban la catequesis y sólo mínima- |
mente aceptaban
enrolamientos de apostolado juvenil, porque |
el puro aburrimiento les
hacía huir y olvidar lo que sacerdo- |
tes, maestros o
catequistas les hubiesen dicho o pretendido |
enseñar de Dios, de la
Iglesia, de la vida sobrenatural. |
La misma asignatura de la
Religión, aceptada en princi- |
pio, soportada poco
después y rebajada al ridículo de las tres |
Marías" como si se
tratara de una imposición formal, simbólica |
e inútil, se salvaba con
aprobados de misericordia. Pocas |
excepciones pueden
consolarnos de tantas energías gastadas |
ingenuamente en
apostolados más aparentes que reales. |
La decepcionante
experiencia de un tiempo no aprove- |
chado ―por diversas
circunstancias, no imputables siempre |
a la Iglesia, ni a los
mismos catequistas y sacerdotes enseñan- |
tes― no es exclusiva
de España. Es en general que se hace |
imprescindible replantear,
tras la necesaria revisión, el modo |
adecuado de presentar,
también hoy, el mensaje cristiano. En |
nuestros días no basta
―¿bastaba antes?...―, para formar cris- |
tianamente a la infancia y
a la juventud, con entretener a |
niños mientras sus madres
faenan en casa, o intentar divertir |
a jóvenes que todavía no
tienen el poco dinero para ir al cine |
9 (29) |
o a una sala de juegos o
de baile... Esto es perder el tiempo |
y, al fin, despreciado por
los mismos que lo utilizan, apenas |
se despiertan a la
capacidad de independencia que estalla al |
desaparecer la natural y
fácil sumisión de la infancia. |
No es tan reciente el
esfuerzo catequético realizado en |
Alemania –en el que
tuvieron parte muy preponderante |
nuestros hermanos
oratorianos, cuando por encargo del epis- |
copado se emprendió la
confección de un nuevo Catecismo |
Católico (así se tituló),
posteriormente reformado con motivo |
del Concilio Vaticano II.
Y también es conocido de todos el |
fenómeno catequístico
holandés, con el famoso Catecismo |
para Adultos, que tiene en
cuenta, para la formación cristiana |
del niño, la previa
instrucción de los adultos y de los padres: |
todos los pedagogos no
podrán suplir ni mejorar la pedagogía |
de la convicción cristiana
y de la fe ilustrada de los mayores |
que están junto al niño y
que, del mismo modo que le procu- |
ran el alimento corporal,
le dan, adecuadamente, como la mis- |
ma vida, el que necesita
la inteligencia y el corazón para el |
desarrollo de la semilla
de la fe plantada en el Bautismo. |
No puede extrañarnos, en
absoluto, que el tema del re- |
ciente Sínodo, haya sido
el de la catequesis en el mundo de |
hoy, ciñendo, de este
modo, a más concreta insistencia, la de |
la evangelización, que fue
el tratado en el Sínodo anterior. Y |
bajo el título del
catecismo con especial atención a la infancia |
y a la juventud, la
consideración del mundo de hoy, y de |
cómo la Iglesia lo está
haciendo y de cómo ha de renovar su |
dedicación y sus métodos.
Al fondo de todos los trabajos, y |
aunque se citaran
liminarmente sólo la infancia y la juventud, |
quedaba y afloró esta
preocupación ya señalada en el Direc- |
torio General de Pastoral
Catequética (núm. 20), según el cual |
«la catequesis de adultos,
al ir dirigida a hombres capaces de |
una adhesión plenamente
responsable, debe ser considerada |
como la forma principal de
catequesis, a la que todas las de- |
más, siempre ciertamente
necesarias, de alguna manera se |
ordenan». |
Ninguna oportunidad tan
adecuada, como la del tiempo |
cuaresmal, para repetir y
revisar, en cada cristiano, esa instruc- |
ción básica en orden al
objeto de la fe y de la vida cristiana. |
10 (30) |
documento: |
RENOVACIÓN |
RADICAL |
DE LA |
CATEQUESIS |
ÉSTE era el título de la
intervención de Mons. Palenzuela, en el Sínodo |
de Obispos, sobre la
catequesis, que solamente en parte reproduciremos, para |
ofrecer otras muestras de
las preocupaciones de los Obispos del mundo frente |
a la tarea, ingente no
solamente por su extensión, sino por el reto que le |
presenta el cambio
cultural contemporáneo. De este Obispo español son los |
siguientes párrafos: |
LA RAZÓN |
DE LOS |
MEDIOS |
Cada vez se extiende más
por toda la tierra una cultura |
conformada casi
exclusivamente por las ciencias y por la |
técnica. A la razón de los
fines sucede ahora "la razón |
instrumental" o de
los medios. El hombre se mueve entre |
la sumisión a un sistema
de medios carentes de significa- |
ción última y la
afirmación de una libertad vacía. Los |
valores morales recibidos
de la tradición pierden su vigen- |
cia. Es la época del
nihilismo, un vacío dejado a Occidente |
por la pérdida de la fe
cristiana en Dios. |
TEMOR |
A LA |
REPRESIÓN |
A muchos, especialmente
jóvenes e incluso adolescentes, |
el Dios de la fe cristiana
les parece, exclusivamente, como |
el soporte de un sistema
de normas morales que vienen |
como algo que carece de
sentido y resulta "represor" de |
su libertad y plenitud
vital. Al negar estas normas, decae |
la fe en Dios. Todo el
mundo puede darse cuenta y com- |
prende con facilidad que,
ante esta cultura que los medios |
de comunicación social
extienden por todas partes como |
un "elemento"
dentro del cual se conforma la vida huma- |
na, la catequesis y el
testimonio cristiano tendrán que re- |
novarse seria y
radicalmente. |
11 (31) |
Otra significativa
intervención sinodal fue la del cardenal Otunga, arzo- |
bispo de Nairobi (Kenia),
que abogaba por la proclamación de un Evangelio |
enraizado en la vida
africana, en la cultura de cada pueblo y depositando un |
interés especial y
constante en lo que se refiere a la catequización continua |
de los cristianos adultos.
Decía: |
FORMACION |
CONTINUA |
Tradicionalmente, los
jóvenes y los niños reciben una |
formación continua a
través de los ritos de iniciación y en |
el interior de los grupos
de la misma edad. Una formación |
así estaba centrada sobre
la vida. Era la respuesta a todas |
las necesidades personales
y sociales y constituía una |
verdadera preparación para
la vida. Nuestros jóvenes |
también hoy tienen
necesidad de una formación cristiana |
continua, sistemática y
centrada en la vida, tanto si les |
llega por medio de la
escuela como en la comunidad |
cristiana local. |
ATENCIÓN |
A LOS |
ADULTOS |
La formación cristiana
continua, en el seno de las co- |
munidades cristianas, ha
de constituir, para nosotros, la |
primera de las prioridades
en los años próximos. Queremos |
dedicar la máxima atención
a los adultos. Creemos que |
si la formación está
centrada en la vida, estarán enraiza- |
dos en la propia cultura
local y asumirán más fácilmente |
sus responsabilidades en
la formación cristiana de sus |
hijos. |
Por su parte, Mons.
Bernardín, presidente de la Conferencia Episcopal |
de Estados Unidos, se
refería a la trabazón que existe entre evangelización y |
catequesis: |
CATEQUESIS. |
CONVERSION |
Y TRANSICIÓN |
CULTURAL |
La catequesis debe
fundamentarse sobre la realidad |
básica de la conversión;
la conversión que es un proceso |
continuo que tiene lugar
en la vida del creyente. |
Pero una catequesis
evangélica es importante, además, |
porque desde el punto de
vista ideológico, y a semejanza |
de lo que ocurría en el
mundo del Nuevo Testamento, |
estamos viviendo en una
época de transición cultural, en |
la que se desafían
certidumbres seculares, por lo cual |
12 (32) |
muchas ven la vida como
hostigada por un conjunto de |
amenazas que es preciso
conjurar, porque son deshumani- |
zadoras de su destino, y
busca los medios para neutralizar |
los males temidos. Citaré
los siguientes: |
NUEVA |
GNOSIS |
1. Una cierta nueva forma
de paganismo. Es la |
solución propuesta por los
movimientos gnósticos que se |
basan en revelaciones
secretas y en ritos eficaces, como la |
astrología, las técnicas
no cristianas de la meditación y |
del éxtasis religioso,
nuevas religiones mundiales sincre- |
tistas, etc. |
LEGALISMO Y |
SECULARIDAD |
2. La vida del legalismo.
Quieren la salvación llega- |
da por medio de la
observancia rígida de leyes y tradicio- |
que no admiten discusión.
Estas leyes y tradiciones |
protegen a la persona
religiosa sumergiéndola en un baño |
de seguridades que la
sitúa al abrigo de fuerzas que no |
puede comprender y que
percibe como destructoras de los |
viejos valores
experimentados y seguros. |
NUEVO ESTOICISMO |
3. La vida del heroísmo
existencialista. Según este |
sistema, la salvación
consiste en hacer frente a las exi- |
gencias del momento actual
sin el auxilio del apoyo reli- |
gioso, y afirmarse como
ser libre frente a las fuerzas de |
la opresión. |
El Nuevo Testamento conoce
bien estas tres posiciones: |
1º paganismo de las
religiones de misterios, el legalismo |
de algunos fariseos, el
"existencialismo de los estoicos. |
Esta semejanza de
horizontes espirituales es una de las |
razones por las cuales la
articulación de nuestra fe en las |
categorías evangélicas
puede ser fecunda también hoy, |
Una catequesis sana ha de
proponerse, por lo tanto, ayu- |
dar al creyente en la
interpretación de su vida. |
Tampoco podría faltar la
voz del cardenal Suenens, arzobispo de Malinas-- |
Bruselas, que se refirió a
las exigencias de una juventud que «cree en Cristo |
pero niega a la Iglesia»
porque le achaca falta de testimonio. El cardenal abo- |
gó por una renovación
pedagógica, que no podía dispensar metódicamente |
de una cierta
memorización; pero enseguida hacía fuerza en la necesidad de |
comunidades cristianas
vivientes, y afirmaba, luego, que solamente es posible |
13 (33) |
ser evangelizado si
también se es evangelizador. ¡Buena advertencia para la |
autenticidad apostólica,
frente a tantas energías perdidas en sucedáneos de |
formación cristiana! |
Reproducimos lo que
textualmente dijo sobre las comunidades: |
COMUNIDADES |
CRISTIANAS |
VIVAS |
Cuantos entre nosotros han
sido consultados insisten |
sobre la necesidad de que
la catequesis sea llevada y sos- |
tenida por comunidades
cristianas vivas. |
La primera de estas
comunidades es, evidentemente, la |
familia, hogar por
excelencia donde la fe se transmite |
por Ósmosis e
impregnación. Se ven, gracias a Dios, cada |
vez más, hogares animados
por una vida religiosa donde |
el cristianismo es vivido
en comunión ―padres e hijos― |
con sus exigencias de
oración familiar y de compromiso |
social. Pero un hogar debe
poder a su vez apoyarse en |
otros hogares; juntos
constituyen, bajo diversas formas, |
en la escala humana,
comunidades cristianas vivas. Estas |
están naciendo por todas
partes a través del mundo. Re- |
cuerdan las primeras
comunidades de la Iglesia naciente. |
Son, por excelencia,
garantes y portadoras de esperanza |
para el porvenir. |
Un especial interés
mereció la intervención de Mons. Nguyen Van Binh, |
arzobispo de
Ho-Chi-Minh-Ville (ex Saigón), que hubo de referirse al medio |
socio-cultural de los
católicos vietnamitas y los problemas de la enseñanza |
catequística en aquella
República socialista dirigida por el Partido comunista |
que impone el modelo del
hombre marxista-leninista. |
REPROCHE |
MARXISTA |
A LA |
IGLESIA |
Según ellos, la teoría que
Marx concibió sobre el cris- |
tianismo ha encontrado su
verificación en Vietnam; y el |
rasgo más saliente lo
constituye precisamente la colusión |
de la Iglesia con el
imperialismo. Evocan este hecho no |
por un complejo de
culpabilidad, sino para mostrar la |
gravedad que encierra por
lo que se refiere a la Iglesia. |
En medio de discusiones
teóricas, los comunistas exigen |
sólo hechos concretos. Los
cristianos, pues, han de presen- |
tar un rostro nuevo, un
rostro auténtico de Cristo y de la |
Iglesia. |
14 (34) |
La actitud de los
católicos vietnamitas consiste en co- |
operar a esta sociedad
según el espíritu de la Constitución |
"Gaudium et
spes". |
En un país donde el
régimen establecido es un régimen |
que se propone la tarea
esencial de unir a todos los ciuda- |
danos para la
reconstrucción, los católicos no se resignan |
a vivir en
"ghetto" y quedarse al margen de la sociedad. |
COOPERAR |
CON LOS ATEOS |
En el mes de julio de
1976, en la Conferencia episcopal |
de las dos provincias
eclesiásticas de Hué y de Saigón, |
nosotros, los obispos,
unánimemente, y sin ambigüedad, |
hicimos un llamamiento a
todos los católicos invitándolos |
a seguir el camino de la
colaboración, es decir, a contri- |
buir en la construcción de
la sociedad. Al elegir esta acti- |
tud no creemos haber
revolucionado nada en la Iglesia, |
sino que adoptamos
simplemente la conformación con la |
Constitución Gaudium et
spes del Vaticano II. Para nos- |
otros, efectivamente,
cooperar con los ateos según el espí- |
ritu de esta Constitución
(conf. n. 21) significa, en concreto, |
vivir en el medio creado
por los comunistas y construir |
con ellos una nueva
sociedad. |
¿CÓMO |
HACERLO? |
La posición ha sido
tomada, pero el problema funda- |
mental permanece: se trata
de cómo coexistir con los |
comunistas, de cómo
cooperar con ellos en esta tarea de |
construcción, sin dejar de
ser católicos y, por lo tanto, que |
nos sea posible aportar lo
específicamente nuestro en esta |
obra humana. Es evidente
que los problemas que se nos |
presentan en el plano
pastoral superan el alcance de |
nuestras fuerzas humanas. |
A continuación, Mong.
Nguyan Van Binh formula unas cuantas cuestiones |
cuyo interés es innegable,
pero que ofreceremos en ocasión próxima. |
La penitencia del tiempo
cuaresmal no debe ser sólo interna |
e individual, sino también
externa y social. |
Vaticano II, |
S.C., 110 |
15 (35) |
Conferencias Cuaresmales |
de Renovación Cristiana |
Las tendremos, como todos
los |
Años, y avisaremos
oportunamente |
las fechas y las horas. |
También, como todos los
años, |
los temas serán de
renovación |
de la vida de la fe y de
introducción |
a la celebración de los |
misterios Pascuales. |
LAUS |
Director Ramón Mas
Casanelles. Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri.
1. Apartado 182. Albacete - D. L. AB 103/62. 15. 12. 77 |
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