Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 159-160. MAYO-JUNIO.
Año 1978 |
SUMARIO |
EL ACTA DECÍA: |
EL TEMPLO POR HACER |
EL ALTAR |
LA VIRGEN DEL ORATORIO |
1 (77) |
Aniversario de la
fundación del Oratorio de Albacete |
Al cumplirse un
aniversario más |
de la fundación del
Oratorio, de |
la colocación de la
primera piedra |
y de la inauguración de la
iglesia, |
hemos querido recoger y
ordenar |
unas cuantas fotografías
que re- |
memoran los comienzos de
la obra |
y que la muestran, luego,
ya ter- |
minada. En el mismo
sentido quie- |
ren servir de recuerdo los
textos |
que reproducimos,
especialmente |
del acta de colocación de
la pri- |
mera piedra y las palabras
que |
explican la consagración
del altar. |
En realidad estábamos en
deu- |
da, desde que fue
inaugurada la |
iglesia, con tantos amigos
que nos |
habían solicitado un
número espe- |
cial e ilustrado dedicado
a nuestro |
templo. Es el que
ofrecemos ahora |
con sencillez y modestia. |
2 (78) |
A la orilla de la ciudad,
cobijada casi entre pinos, podía verse, hasta hace poco |
desde la altura, esta
panorámica de la iglesia del Oratorio de Albacete, con la ciudad |
al fondo. La voracidad
edificatoria que transforma la ciudad y, sorprendentemente, |
también esta zona, ya no
permitiría igual visión en nuestros días. |
Esta iglesia fue diseñada
y calculada por los arquitectos Don Adolfo Gil Alcañiz y |
Don Antonio Escario
González, en un esfuerzo de fidelidad al entorno, y concebida pa- |
ra lo que debía ser,
urbanísticamente, este lugar, aunque fue preciso sacrificar, para |
ello, lo económico a lo
funcional y estético, con el fin de evitar la desarmonía que |
hubiera causado un exceso
de altura en contraste con la inmediatez del Parque. |
3 (79) |
[2 fotos] |
4 (89) |
Era el día |
26 de mayo de |
1963: el primer |
Obispo de Al- |
bacete, Padre |
Arturo Tabera |
y Araoz, vino |
a bendecir y |
colocar la primera piedra
de la iglesia. En las tres fotos aparecen: el momento |
en que se reviste en el
interior de la primera capilla del Oratorio, inaugura- |
da diez años antes, día
por día: el principio de la ceremonia de bendición, en el |
solar que va a ser
emplazada la iglesia, y muchos de los amigos que nos acom- |
pañaron en aquel día; en
la foto de esta página, el señor Obispo que firma el |
acta a punto de ser
colocada en el cofre que la ha de contener y guardar en |
los cimientos. |
5 (81) |
Depositada el acta en el
cofre y éste |
en la hendidura de la
piedra que, |
como semilla de pared,
inclinaba la |
cimentación, el señor
Obispo echa |
cemento y le siguen,
gozosamente, |
muchos de los asistentes. |
EL ACTA DECÍA: |
En el nombre de Dios.
Amén. |
En el año del Señor
MCMLXIII, y en el día veintiséis de mayo, Festi- |
vidad de San Felipe Neri,
cuando se cumplía el décimo aniversario de la |
erección canónica, por la
Santa Sede, de esta Congregación del Oratorio |
de San Felipe Neri, de
Albacete, y ocupaba la silla de Pedro el Papa Juan |
XXIII, en pleno Concilio
Ecuménico Vaticano II; y era Pastor de esta jo- |
ven Diócesis de Albacete,
su primer Obispo, el Excmo. y Revmo. Padre |
Arturo Tabera Araoz,
C.M.F.: el mismo Sr. Obispo, bendecía y colocaba la |
primera piedra de la
iglesia de la Congregación del Oratorio albacetense, |
que se edificaba en
alabanza de Dios, en obsequio de la Bienaventurada |
Virgen María y de Nuestro
Padre S. Felipe Neri, y para bien de las almas. |
Junto con el acta
presente, se encontraban en el cofre dispuesto en la |
cavidad de la primera
piedra, como documentación fehaciente de la épo- |
6 (82) |
ca, un ejemplar de
"L'Osservatore Romano" del día 23 de los corrientes, |
el del día 24 de "La
Voz de Albacete", con otros impresos relativos al |
Oratorio, y el último
ejemplar de "Laus"; también algunas monedas de |
curso legal en España,
Ciudad del Vaticano, Alemania, Argentina, Austria, |
Bélgica, Canadá,
Checoslovaquia, Chile, Cuba, Estados Unidos de Améri- |
ca, Francia, Grecia,
Holanda, Inglaterra, Irlanda, Israel, Italia, Laos (Indo- |
china) |
Marruecos, México, Mónaco,
Persia, Polonia, Portugal, Rumanía, |
Rusia, Siria, Suecia,
Suiza, Túnez, Turquía y Venezuela, y se pretendía |
dar, en la reunida
variedad de países, razas y continentes por ellas repre- |
sentados, una expresión
simbólica de la actual aspiración de la Humani- |
dad, anhelante de paz y de
unión, que deseábamos fuese bajo la mirada |
de Dios, Padre de todos
los hombres. |
Se depositaban, además,
medallas de la Santísima Virgen María, de |
San Felipe Neri y una de
los Apóstoles San Pedro y San Pablo con la efi- |
gie, en el reverso, del
Pontífice felizmente reinante, y un poco de tierra |
de las Catacumbas de San
Sebastián, de Roma, recogida en el lugar donde, |
hace cuatro siglos, San
Felipe Neri recibió el Espíritu Santo. |
{Fotografía}: |
No sólo las personas ma- |
yores, autoridades, alba- |
ñiles, amigos... También |
los más jóvenes y los mo- |
naguillos. |
7 (83) |
En fe de lo cual, junto
con el Señor Obispo oficiante, firman algunos |
de los presentes, y se
sella con el propio de esta Congregación, para cono- |
cimiento de los venideros. |
Y siguen las firmas y el
sello que dice: |
CONGREGATIO ORATORII
SANCTI |
PHILIPPI NERII, ALBASETI. |
{Fotografía}: |
Todavía |
en los ci- |
mientos, y en ple- |
no sol del |
verano |
de 1967. |
{Fotografía}: |
Pero las pa- |
redes empe- |
zaban a dar |
forma hasta |
la altura de |
los pinos. |
8 (84) |
{Fotografía}: |
La pared frontal y los
pinos |
desafiaban la sombra y la
luz. |
{Fotografía}: |
Las cerchas, de amplísima |
luz: veinticinco metros de |
punta a punta, la mayor. |
9 (85) |
{Fotografía}: |
Se veía la forma. |
{Fotografía}: |
Y |
llegaría |
a ser |
10 (86) |
{Fotografía}: |
También |
se había |
remodelado. |
{Fotografía}: |
Pero era, sobre todo, la
iglesia, |
junto a los pinos todavía
no |
abatidos, que había
cambiado |
el aspecto del lugar. |
11 (87) |
EL TEMPLO |
POR HACER |
NADA importante puede
hacerse sin que |
antes haya sido concebido
como un ideal |
a realizar. Para nosotros,
esta iglesia, fue |
un ideal, y lo sembramos,
como todos los |
ideales se siembran, en el
campo de la |
esperanza. Ahora lo
contemplamos sensiblemente |
cristalizado en una
realidad y el corazón reposa en |
la visión, aunque la
dialéctica vital imponga seguir |
caminando. Todos los
hombres lo sabemos: nunca, |
nada, mientras vivamos,
está acabado, en nosotros y |
lo que hacemos nosotros:
todo es semilla de futuro. |
Se hizo esta iglesia
—"hicimos" esta iglesia...— |
sin proponernos un
término, a sabiendas de que no |
podía ser la meta de
ninguna tarea acabada, sino, |
únicamente, etapa en los
caminos de la Providencia, |
para más cosas. |
Tiempos difíciles —el
tiempo" siempre es difícil, |
porque es lo primero que
ha de vencer el hombre— |
los de entonces y también
los de ahora, un templo |
es todavía necesario, sin
que para ello queramos, ni podamos, |
desde una visión cristiana
—libre y universal— absolutizar el |
lugar sagrado" como
se hiciera en culturas pretéritas; a sabien- |
das, sin embargo, de que
llegará la hora en que todos los hom- |
bres, en todas partes,
reconocerán que la tierra entera y el |
cielo son el templo de
Dios, superando para siempre cualquier |
idea de precisa
aseptización de ninguna parcela espacial para |
facilitar el contacto con
Dios y el encuentro fraternal entre |
todos los que le llamamos
"Padre". |
Pero, hasta que llegue
este momento, nos conviene tener |
lugares en los que podamos
sacramentalizar el encuentro con |
12 (88) |
el Señor, y repetir y
comentar y meditar su Palabra, y cele- |
brar la liturgia, en
beneficio de la fe de los creyentes y sin, |
invadir ni molestar el
ámbito y los intereses profanos, cuya |
autonomía es preciso
reconocer para exigir que sea respetada, |
del mismo modo, la
nuestra. |
El mundo se transforma y
debate en la urgencia por supe- |
rar la pugna entre
necesidad de comunicación espiritual y el |
taimado egoísmo de los
hombres: cerca de Dios y cerca unos de |
otros, los fieles, podemos
ir al mundo y cambiarlo. Hacer del |
mundo un templo, es otra
tarea, es el ideal cristiano, que sigue |
inacabado, pero sembrado
ya en el campo de la esperanza. |
13 (89) |
{Fotografías}: |
El interior de la iglesia:
dos aspectos. |
14 (90) |
El altar |
SAN PABLO llama al altar
"me- |
sa del Señor". En el
Cenáculo, |
el Señor instituyó la
Eucaris- |
tía en la mesa. Por eso,
aun cuando |
el paso del tiempo vaya
modifican- |
do su origen, siempre, el
altar cris- |
tiano, tendrá la forma de
mesa. |
Pero he aquí que pronto el
altar se |
convirtió en mesa
sepulcral, cuan- |
do los cristianos
comenzaron a ce- |
lebrar el Santo Sacrificio
sobre la |
tumba de los mártires. Y
tan pro- |
fundamente arraigó en la
concien- |
cia cristiana la idea de
unir en un |
mismo sacrificio el de
Cristo y el |
de sus mártires, o sea de
sus santos, |
de su Cuerpo místico, que
llegó a |
establecerse regularmente
la cele- |
bración de la Santa Misa o
sobre |
los sepulcros de los
mártires o |
sobre sus reliquias. Así
la mesa |
sacrificadora llegó a ser
mesa se- |
pulcral, trocándose en
piedra. |
San Juan, en el
Apocalipsis, con- |
templa debajo del Altar de
Dios, |
en el cielo, las almas de
los santifi- |
cados, a propósito de lo
cual San |
Agustín establece una
relación en- |
tre las almas de los
santos y el |
Cuerpo de Cristo, que se
encuen- |
15 (91) |
tran en el altar, y San
Pedro Da- |
mián dice: «El unir en los
altares |
las reliquias de los
mártires al |
Cuerpo del Señor,
significa el cuer- |
po de la Santa Iglesia
unido a su |
Redentor; así en el Altar
se encuen- |
tran el Esposo con la
Esposa». |
Por esta razón, y para
cumplir |
con lo preceptuado con el
rito de |
la consagración del altar,
el señor |
obispo colocó reliquias de
los san- |
tos mártires a las que se
añadieron |
otras, en realidad no
necesarias pa- |
ra la validez del rito,
pero sí con |
intencionado significado. |
De todos modos, cada una
de las |
reliquias depositadas en
la consa- |
gración de nuestro altar,
está car- |
gada de significación
espiritual, |
que alguna vez tendremos
que co- |
mentar más detalladamente.
Por |
ahora bástenos enumerar
las reli- |
quias, con sólo una breve
conside- |
ración para cada una. |
En primer lugar se
depositó una |
reliquia de Santiago
Apóstol. No |
podemos ocultar nuestro
gozo y |
nuestro agradecimiento al
poder |
tener en el sepulcro de
nuestro |
altar, a este testigo,
amigo y Após- |
tol del Señor, simbolizado
en la |
presencia de su reliquia.
El patro- |
nazgo que se le reconoce
sobre Es- |
paña (aunque por motivos
que no |
еѕ oportuno
aduсiг aquí, поѕ раrе- |
cería mejor fundado el de
San Pa- |
blo) también nos le acerca
más. Y |
no digamos por su
juventud, por |
su impetuosidad, mezclada
de im- |
prudencia y generosidades,
que la |
gracia de Dios iría
purificando, |
santificando... |
Otra reliquia es del
mártir San |
Sebastián. Un hombre joven
tam- |
16 (92) |
bién cuya figura está en
todas las |
mentes que recuerdan la
narración |
famosa de Wiseman,
Fabiola. La |
Providencia ha querido
que, en |
esta "última
piedra" —el Altar— |
se completara una relación
iniciada |
al colocar la primera,
cuando junto |
a la misma depositábamos,
hace |
cuatro años, un poco de
tierra de |
las catacumbas romanas de
San |
Sebastián, del mismo lugar
donde |
San Felipe Neri, en su
juventud, |
recibiera sensiblemente el
Espíritu |
Santo. |
La tercera reliquia es de
una |
Santa virgen y mártir,
Santa Victo- |
ria. Ella representa a las
mujeres |
santas; es la Marta y
María junto a |
Cristo, con la gracia de
su juventud, |
con el perfume de su
pureza, con |
la generosidad y el
sacrificio de su |
martirio. |
Y siguen luego dos
reliquias |
intencionadas, colocadas
como un |
complemento simbólico: la
primera |
es la de nuestro Padre San
Felipe |
Neri, bajo cuya advocación
hemos |
dedicado el templo que
acabamos |
de inaugurar. De esta
manera a |
sus hijos, cada vez que
subamos |
al Altar para la
celebración de |
la Santa Misa, nos
parecerá estar |
más cerca de aquel
sepulcro de |
nuestra iglesia romana,
donde se |
guarda su cuerpo entero,
sobre el |
cual hemos ofrecido otras
veces, el |
Santo Sacrificio, y ante
el cual he- |
mos vertido las súplicas
más gran- |
des de nuestra vida,
también por |
Albacete y por nuestra
labor de c |
oratorianos aquí. |
La segunda de estas
reliquias |
complementarias, es de un
santo |
barcelonés, San José
Oriol, del que |
nos puede bastar recordar,
por aho- |
ra, que fue un sacerdote
secular |
muy amigo de los Padres
del Ora- |
torio de Barcelona, cuyo
amor y |
fidelidad evitó la
extinción de |
aquella casa, al poco de
ser funda- |
da, en una época en que el
Señor |
quiso probarla con pruebas
y per- |
secuciones tan graves,
hasta llegar |
al encarcelamiento de su
benemé- |
rito fundador y primer
Prepósito, |
el Padre Oleguer
Montserrat, de |
santa recordación. Por
esta razón |
San José Oriol ha sido
siempre |
considerado, entre los
oratorianos, |
como un símbolo de la
fraternidad |
con el sacerdocio
diocesano. |
17 (93) |
La rica significación y
sublime |
ejemplaridad de estas
cinco reli- |
quias nos revelan que no
hacen |
falta otros
"santos" a nuestra igle- |
sia... La
"Piedra", el Altar, significa |
a Cristo, y ellos,
escondidos en la |
Piedra, "escondidos
en Cristo", co- |
mo diría San Pablo,
representan al |
Cristo total, al cual
todos rodeamos |
y hacia el cual —también
con frase |
paulina— todos aspiramos,
y del |
cual estamos tan cerca,
sobre todo |
si además de sernos
símbolo, es |
Mesa del Señor que nos
alimen- |
ta, al comer el Sacrificio
que allí |
se inmola, y al que
podemos unir |
la continua ofrenda de
nuestra vi- |
da. |
LAUS no se publica durante
los meses de julio, agosto |
y septiembre. Reaparecerá
en el mes de octubre. |
18 (94) |
{Fotografía}: |
Un simbólico y estilizado
haz de |
espigas, que se elevan al
ciclo, |
mientras una se convierte
en |
cruz: pan de los campos
que |
nace en esta tierra, y que
se |
hace Eucaristía. |
{Fotografía}: |
Entrada a la |
sala del |
Oratorio. |
19 (95) |
LA VIRGEN |
DEL |
ORATORIO |
A LA VIRGEN María, Madre
del |
A Señor, no le hemos
construi- |
do ningún altar, porque el |
altar sólo es para Dios, y
a ella, |
humildísima, no le
gustaría suplan- |
tar a nadie, y menos a
Dios. Amar |
con justicia nos parece
que es amar |
con el mejor amor. |
Con el mejor amor hemos
queri- |
do honrarla, y este amor
nos ha |
inspirado ponerla
precisamente en |
el portal de la casa de
Dios, como |
invitándonos a entrar,
angélica y |
maternal, mientras parece
que nos |
vuelve a decir: «Haced lo
que él os |
diga», como en las bodas
de Caná. |
Cuando salimos, al bajar
los pelda- |
ños, ella nos da su
sonrisa blanca, |
casi de niña, como si
fuese a bajar |
de entre las flores, y
tender las ma- |
nos para coger las
nuestras y seguir |
con nosotros el camino que
nos |
aguarda, hecho río de
almas que |
avanzan aguirnaldadas como
las |
olas de la vida, hacia
Dios. |
Hemos querido una imagen
de |
la Virgen que se vea desde
la calle, |
porque nuestra ciudad no
tenía |
ninguna así. Y hemos
querido que |
sea hermosa, esbelta,
erguida como |
una flor de piedra, que
encarne la |
plasticidad que conviene
al conjun- |
to de esta casa de Dios,
al ambiente |
que la envuelve, al tiempo
que |
vivimos, al buen gusto que
no deja |
envejecer la nobleza del
cincel que |
lucha por hacer
inmarcesible la |
belleza, para que sea
perdurable |
testimonio de la
veneración que le |
profesamos nosotros ahora
y para |
que pueda servir
igualmente a los |
que pasen después de
nosotros, |
camino adelante de la
vida. |
Estamos convencidos que
vene- |
rar a la Virgen, es
agradar a Dios, |
porque es su Madre, es
honrar a la |
Iglesia, porque es su
figura, es pre- |
dicar el Evangelio, porque
es la |
primera cristiana, y hasta
es exaltar |
a la mujer, porque ella
representa, |
bendita entre todas, la
forma más |
elevada, más limpia y más
generosa |
de gracia y de feminidad. |
Y nos gusta hacerlo aquí
en el |
Parque, en este lado de la
ciudad, |
donde siempre es
primavera, para |
20 (96) |
poner su imagen frente a
la asam- |
blea extasiada y muda de
los pinos, |
levemente cimbreados por
el aplau- |
so del viento, mientras el
agua, las |
flores, y los pájaros,
cosen y pintan |
y cantan, entre el verde,
sobre el |
verde perenne y altísimo
de los |
árboles. |
Más allá están los
hombres, que |
vienen o pasan, y miran. |
Los primeros que vienen
son los |
niños, esos que las madres
sueltan |
a la calle porque les
estorban o les |
distraen mientras oyen el
serial o |
les ensucian el piso... y
otros. Niños |
revoltosos y destrozones,
como ma- |
nadas de gorriones,
groserillos, mal |
educados aunque sean de
casa |
"bien", crueles
con los árboles y |
con las flores... aunque a
veces |
roban las del Parque y las
traen y |
ponen, desordenadamente,
sobre la |
repisa del jardincillo de
nuestra |
Virgen, que les amansa la
furia in- |
fantil y ley cambia el
rostro de fie- |
recillas descontroladas,
en claridad |
de ángel con cara sucia de
ojos pu- |
ros. La Virgen también fue
niña y |
jugó con niños; aunque sus
padres |
cuidaron mejor de ella. |
Y pasan o vienen los
novios, |
cogidos del brazo, más
respetuosos |
cuando la miran... (la
Virgen tam- |
bién fue novia). Ella será
espejo de |
amor no empañado y fuente
limpia |
de felicidad para todos
los novicios |
del verdadero amor. ¡Que
pasen, |
que pasen todos los
jóvenes, ellos y |
ellas, y la miren y la
puedan mirar |
siempre, y se acerquen a
recoger |
la caricia de luz que
reparten sus |
manos! |
La Virgen fue, además,
esposa, y |
comprende a los casados:
sufrió, |
21 (97) |
amó, ayudó, hasta el fin,
delicada- |
mente, generosamente.
Tiene cara |
de niña, pero nos mira
desde la |
cima del mejor amor. |
Fue madre. Y hubo de
crecerle |
el corazón para serlo
bien: primero |
para comprender a su Hijo,
luego |
para compartir su obra,
enteramen- |
te, devolviendo todo lo
que había |
recibido. Amó tan bien al
Hijo que |
se le hizo el corazón
grande como |
el mundo, hasta poder amar
a todos |
los que iban a creer en
Él. |
Y cuando pasen junto a
ella las |
almas vírgenes, pensarán
que ella |
es la hermana mayor, del
más |
grande amor, cuando se
hace divi- |
no y universal, cuando se
centra en |
su Hijo y en la obra de su
Hijo, la |
Iglesia, y por eso más
fecundo. |
Y todos los que pasen: los
tristes, |
los que son felices, los
pobres de |
corazón, los que sufren,
los que |
buscan, los que esperan,
los que |
aman o que quieren amar,
los que |
luchan y se cangan... Que
vean en |
la Virgen a la que se
olvidó de sí |
misma y se entregó del
todo a los |
planes de Dios. Ahora este
plan, |
para nosotros, está en
nuestro tiem- |
po y en nuestro mundo:
hagamos |
en el mundo lo que Cristo
nos dice, |
lo que el Evangelio nos
repite cada |
día, como la figura de la
Virgen |
nos recuerda; pero
hagámoslo como |
ella lo hizo. |
Seríamos felices,
tendríamos paz, |
más paz en el corazón, y
podríamos |
llevar a los otros el
tesoro de esta |
paz. |
22 (98) |
{Fotografías}: |
El ideal del Oratorio es,
por |
encima de todo, poder
llamarse |
casa de oración", sin
descuidar |
el esfuerzo por fomentar
la civi- |
lidad, por estimular la
cultura, |
y hacer por hermanar la
senci- |
llez con el arte y la
amistad con |
el trabajo por el Reino de
Dios. |
23 (99) |
VIERNES, DÍA 26 DE MAYO, |
LA IGLESIA UNIVERSAL
CELEBRA |
LA FIESTA DE |
NUESTRO SANTO PADRE |
FELIPE NERI |
FUNDADOR DEL ORATORIO |
DAREMOS ESPECIALMENTE
GRACIAS A DIOS EN LA |
MISA DE LAS 8 DE LA TARDE,
A LA QUE INVITAMOS |
A TODOS LOS AMIGOS, COMO
ASIMISMO AL EN- |
CUENTRO QUE, AL FINALIZAR,
SE CELEBRARÁ EN LA |
SALA DEL ORATORIO, CON
BREVES PALABRAS CON- |
MEMORATIVAS POR EL PADRE
PREPÓSITO. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D. L. AB 103/62 - 22.5.70 |
24 (100) |
|