Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 164. ENERO. Año 1979 |
SUMARIO |
EDUCAR para la paz es
creer que el hombre es capaz |
de entender, de querer y
de construir la paz. Edu- |
car es educir, sacar a
flote las virtualidades del ser |
racional y
responsabilizarse en el uso y destino de todas |
sus fuerzas, capacidades y
deberes. El ideal de la paz, |
es posible, es necesario y
es un deber, por lo menos como |
seres racionales, pero
sobre todo como cristianos. |
NAZARET |
Y AHORA, LA PAZ |
CRISTIANISMO PERSONAL |
KIOSCO |
«SOIS LA PROMESA DE LA
PAZ» |
CAÍNES |
PAZ Y DESARMAMENTO |
ARMAS |
1 |
NAZARET: |
TRES LECCIONES |
A casa de Nazaret es una
es- |
cuela en la cual se
comienza |
a conocer la vida de
Cristo: |
es la escuela del
Evangelio. |
Aprendemos en ella a ver,
a es- |
cuchar, a meditar, a
comprender |
la fuerza, profunda y
misteriosa, |
que se contiene en esta
revelación |
del Hijo de Dios. Tal vez
aprende- |
mos, también, sin darnos
cuenta, a |
imitarlo. |
Porque podemos comprender
a |
Cristo y descubrir por qué
es pre- |
ciso observar una
disciplina de |
espíritu si es que
queremos ser sus |
discípulos. |
EL SILENCIO |
En primer lugar se nos da
una |
lección de silencio. Ojalá
renaciera |
en nosotros el amor al
silencio, |
este hábito mental
admirable y |
siempre necesario, pero
más en |
nuestros días, cuando la
vida cada |
vez más agitada nos
acomete con |
tantos estrépitos, tantos
clamores y |
tantas vociferaciones. |
¡Enséñanos a elevarnos en
los |
buenos pensamientos, a
atender a |
las mociones interiores
del espíritu, |
a recibir sin error los
consejos se- |
cretos de Dios y los
preceptos de |
los maestros venerables!
¡Enséña- |
nos cómo son
imprescindibles y el |
elevado valor de la
adecuada for- |
mación, del estudio, la
meditación, |
el orden personal e íntimo
de vida, |
y la oración que, en su
secreto, |
solamente es acogida por
Dios! |
LA VIDA EN FAMILIA |
Aquí aprendemos, además,
cómo |
hemos de vivir en familia.
Que |
Nazaret nos enseñe qué es
la fami- |
lia, qué es su comunión de
amor, |
cuál su belleza, nítida y
grave, cuá- |
les son sus propiedades,
sagradas |
e inviolables, que nos
demuestre |
cuán dulce es la
institución fami- |
liar, que no puede ser
substituida |
por nada, que nos ilustre
sobre su |
cometido fundamental en el
orden |
de la sociedad! |
EL TRABAJO |
Finalmente, aquí conocemos
la |
disciplina del trabajo.
Disciplina |
severa, pero liberadora,
la del tra- |
bajo humano, por más que
el tra- |
bajo no sea un fin en sí
mismo, ya |
que extrae su fuerza
liberadora y |
su honor, no solamente de
lo que |
entendemos como aspecto
econó- |
mico, sino también de las
demás |
motivaciones que lo elevan
a un |
fin preclaro; por eso
queremos |
recordar la salvación de
los obre- |
ros de todo el mundo y
proponer- |
les un gran modelo, su
hermano |
divino, profeta de todas
las causas |
justas que les atañen,
como lo es |
Jesucristo, Señor nuestro. |
PABLO VI, |
5-I-164 |
2 |
Y ahora, |
la paz |
AHORA y siempre la paz. La
paz, pero no esa paz que confunden con |
el sosiego del reposo, que
falsifican con la pereza enmohecido: sino |
la paz que es la armonía
de la actividad, el compás del pie sobre el |
camino, el ritmo del
crecimiento. |
La paz, in paz cristiana,
es activa: la paz cristiana es acción: la paz "se |
hace". |
Entre todos debemos hacer
la paz. Siempre es hora de paz, siempre es |
tiempo para hablar de la
paz, y más, si cabe, cuando venimos de la Navidad |
y queremos que su fuerza
no se desvirtúe, que su lección no se olvide. |
La paz, tarea de todos y
de cada uno: programa para ahora y para |
siempre: ideal para los
hombres y actividad de Dios. Dios es Dios de paz y, |
nosotros, hemos de ser
hijos de la paz desde el momento que Cristo se nos |
hace hermano y entra como
pacificador de la humanidad. |
Todos, o casi todos,
queremos la paz. Las vacilaciones surgen solamente |
a la hora de aprestar
fuerzas para construirla y estilos para mantenerla. |
La paz ha de comenzar
siendo interior al hombre misino, pero al hombre |
Activo, porque la paz es
un hacer: un hacer que también es "Anuncio" como |
el hacer y el anunciar de
Cristo. |
La paz ha de ser una
efusión hacia los hombres y hacia las cosas. La |
paz ha de ser la verdad
sin aristas y el respeto al mundo creado, sin abuso. |
La paz no es ninguna
virtud, pero también es una fuerza y es el marco |
de todas las virtudes. |
Los hombres la quieren y,
aun los que no la quieren, necesitan ―todavía |
más― de ella. |
Pero este mundo que nos
toca vivir no es pacífico: dinero y codicia do |
dinero y negocios de
violencia, abusos de poder, desprecio de los hombres, |
odio y oro para comprar
armas, razonamientos prostituidos para enseñar |
y aprender a matar,
ciencia y técnica para que la materia apague la llama |
del espíritu, desorden
ordenado por la hipocresía... y todos los pecados del |
mundo. |
3 |
Sin embargo, los
cristianos somos los hijos de la paz, hemos de con- |
struirla en el mundo para
el mundo que la necesita y para los pobres que la |
piden. |
Y esta es la hora. Hora de
los hombres y hora de Dios porque Dios está |
con los hombres y ha
venido para decirles: «Os doy mi paz». |
Y la paz de Dios no es la
paz metálica del mundo, no es la paz asegu- |
rada con abusos, la paz
robada a los demás: es la paz de Cristo, la del |
Hermano mayor de la
humanidad, que camina delante de todos. Nosotros |
Queremos anunciar,
construyéndola, esta paz: la paz cristiana. |
LA SILLA GESTATORIA. |
El Papa decidió utilizar
la silla gestatoria |
sólo porque los fieles
pudieran verle mejor |
durante las ceremonias
multitudinarias. |
(De los periódicos) |
Si no te ven ahí, sube a
la altura |
―Jesús lo hizo
también— o a los balcones, |
no a hacerte ver, sino a
echar sermones. |
Cada cual tiene sólo una
estatura |
por más que calce botas
con tacones. |
Ni el trono, ni la silla
gestatoria |
que llevan esforzados mal
pagados |
―¡y ellos serán los
solos exaltados!—, |
ni la mitra grotesca y
delusoria |
te otorgarán o aumentarán
la gloria |
de honor o vanidad
acaparados. |
Sólo la fe remedia la
pobreza |
de nuestros pobres ojos
vacilantes. |
Aquí nunca sabemos con
certeza |
sobre la pequeñez o la
grandeza |
de los que son de Dios
representantes. |
PERE QUART, |
on Q.V.C., DOT. 1978 |
4 |
Cristianismo personal |
y práctica, formación e
información cristiana |
EL cristiano parte de una
fe, |
pero esta fe sólo es
auténtica |
si se traduce a la
realidad |
práctica y viva de la
existencia de |
cada uno. El hombre
cristiano, |
cuando acepta
intelectualmente el |
contenido de esta fe, no
puede ex- |
cluir el trabajo de la
razón sobre |
las verdades del creyente,
porque |
la fe no es
irracionalidad, aunque, |
en un ser limitado como es
el hom- |
bre, supere la propia
razón. Preci- |
samente por esto, si cabe,
debe con |
mayor motivo el hombre
colabo- |
rar con la inteligencia
para remo- |
ver obstáculos de su
mente, para |
esclarecer verdades y para
integrar |
armonías que le ayudarán
en el |
enriquecimiento de la
propia vida |
de fe. |
Además, el hombre
cristiano no |
camina solo: la misma fe
le asocia |
a los demás hombres, tanto
si la |
comparten, para formar
Iglesia con |
ellos, como si todavía no
la conocen |
o no han dado la respuesta
a su |
anuncio. El creyente, como
parte |
de la Iglesia, no puede
desintere- |
sarse de la vida de este
organismo |
desde este mismo estadio
del acon- |
tecer histórico en el que
se integra |
a ella; ni puede serle
indiferente el |
mundo al que debe ser
anunciada |
la fe, puesto que el
anuncio de esta |
fe al mundo, está no sólo
en las |
palabras sino también en
la vida |
de los mismos creyentes. |
De donde práctica,
formación e |
información cristiana con
tres as- |
pectos o facetas de la
vida personal |
del creyente, que se
completan en- |
tre sí y que, en buena
conciencia, |
el cristiano no puede
minusvalorar |
sin correr el riesgo de
incurrir en |
deformaciones, no sólo en
el aspec- |
to práctico del
cristianismo asumi- |
do, sino en las ideas y
conceptos |
en los que apoya su
creencia y en |
el sentido y medida con
que juzga |
la actividad de la Iglesia
a la que |
pertenece. |
El cristiano no lo es sólo
porque |
puede documentalmente
demostrar |
que fue bautizado y que no
se opo- |
ne, en abstracto, a una
pequeña |
lista de verdades
sobrenaturales, |
5 |
Todas las semanas en |
vida nueva |
―Una completa
información de la |
Iglesia en España y en el
mundo |
―Un estudio del
problema de ma- |
yor actualidad |
—Una visión cristiana del
mundo |
político, social, cultural
y artístico |
vida |
nueva |
Revista semanal de |
información general |
y religiosa |
P.P.C. - E. Jardiel
Poncela, 4 |
Apartado 19.049 - Madrid
(16) |
6 |
sino que, además, es
preciso que la |
fe aceptada se traduzca en
vida |
práctica que la confirma,
en ejem- |
plaridad de actitudes
mantenidas |
frente a todo acontecer o
estímulo |
externo, en toda elección
o res- |
ponsabilidad asumida hasta
el com- |
promiso y la perseverancia
en él. |
Si no debiera ser así, si
consciente- |
mente y con toda
sinceridad no se |
esforzara en que pudiera
ser así, el |
que se atreviera o
presumiera de |
llamarse a sí mismo
cristiano, co- |
metería un abuso, porque
la fe |
cristiana es más que el
puro cono- |
cimiento o un contenido
cultural. |
Por lo demás, cuando esto
se pro- |
duce, ni siquiera se da
esta cultura, |
porque suele resultar que
sólo se |
posee un amasijo de ideas
más o |
menos desfasadas que casan
mal |
con el resto de la
formación inte- |
lectual y humana
adquirida. |
* * * |
Por este motivo es preciso
no |
descuidar la propia
formación en |
la fe. La fe comienza
siendo una |
gracia, un don; pero se
hace al |
hombre, ser personal,
inteligente y |
libre, en el que el
influjo de Dios |
no opera de modo mágico,
sino que |
se desenvuelve desde la
colabora- |
ción y la respuesta
—responsabili- |
dad— que, con las propias
fuerzas |
y medios, el hombre aporta
y |
corresponde. Este
desarrollo o en- |
riquecimiento mental
progresivo, |
colaborador de la vida de
fe, la |
Iglesia lo fomenta de un
modo |
general por medio de la
predica- |
ción de la Palabra y su
comentario, |
especialmente en la
celebración de |
la Eucaristía y en otros
actos litúr- |
gicos. Pero además
recomienda la |
lectura privada de la
Biblia y de |
otros libros de tema
cristiano. Esta |
formación llevada de modo
parti- |
cular y privado no debiera
descui- |
darse jamás para que no
ocurriera |
lo que no es tan raro
comprobar: |
que, al paso que el hombre
va cre- |
ciendo en otros
conocimientos pro- |
fanos, inmoviliza su mente
respecto |
al conocimiento que tiene
adquiri- |
do de Cristo, de la
doctrina cristia- |
na y de la vida de la
Iglesia. |
Esta formación doctrinal
puede |
llevarse a cabo con la
guía de |
catecismos adecuados: el
Concilio |
Vaticano II ha dado pie
para un |
óptimo libro que no
dudamos en |
recomendar y que responde
a las |
exigencias culturales
contemporá- |
neas, de un modo general,
y que |
tiene por título
"CATECISMO PARA |
ADULTOS", aunque
generalmente se |
le conoce por el de
"Catecismo |
holandés". También,
sin ser un |
catecismo, ha tenido gran
difusión |
una obra del polémico Hans
Küng |
—"SER
CRISTIANO"— si bien es |
posible que muchas de las
personas |
que la han adquirido se
hayan |
llevado del espíritu de
curiosidad, |
precisamente por las
críticas y dis- |
cusiones suscitadas.
Nosotros, ade- |
más del citado
"CATECISMO PARA |
ADULTOS" (Ed.
Herder), recomenda- |
ríamos a aquellas personas
de inte- |
ligencia más cultivada, la
reciente |
obra del eminente teólogo
Karl |
7 |
Rahner, titulada
"CURSO FUNDAMEN- |
TAL SOBRE LA FE:
INTRODUCCIÓN AL |
CONCEPTO DE
CRISTIANISMO", que |
resume las lecciones que
en las |
universidades de Múnich y
Münster |
impartió el autor bajo el
segundo |
de estos títulos, y que
recientemen- |
te ha publicado en España
la Edi- |
torial Herder haciendo,
creemos, |
un gran servicio a los
intelectuales |
que buscan una síntesis
actualiza- |
da, sin que sea un
catecismo, del |
contenido de nuestra fe. |
Por último, además de la
práctica |
sincera y de la formación
adecua- |
da, todo cristiano debe
estar infor- |
mado de la vida de la
Iglesia y |
debe procurar poseer una
visión |
de los demás
acontecimientos del |
mundo, a partir de una
óptica cris- |
tiana. También aquí nos
permiti- |
mos hacer una
recomendación a |
nuestros lectores que, por
lo demás, |
es la reiteración de
anteriores |
anuncios puestos en estas
mismas |
páginas. Nos referimos al
semana- |
rio "VIDA
NUEVA", publicado por |
P.P.C. Es un modo de estar
al co- |
rriente, a todos los
niveles de com- |
prensión, y de seguir el
acontecer |
de la Iglesia en España,
en el mun- |
do, y de ver los sucesos
políticos, |
sociales, culturales, sin
adscripcio- |
nes partidistas, pero en
relación |
con la fe y el
comportamiento cris- |
tiano. El principio de año
es una |
buena oportunidad para
iniciar |
una suscripción, o para
regalarla a |
un amigo. En su género,
pensamos |
que "VIDA NUEVA"
es la mejor pu- |
blicación que existe en
España |
para una información
suficiente y |
actualizada. Existen otras
publica- |
ciones muy meritorias, en
algunos |
aspectos excelentes, pero
sin ese |
matiz de generalidad para
todos |
los niveles. |
Esta Congregación del
Oratorio no |
recibe ninguna clase de
subvención |
del Estado ni asignación
alguna de |
ninguna otra entidad u
organismo. |
8 |
kiosco |
La Constitución, el futuro
cristiano en España |
... Pero el futuro no está
en manos de los Gobiernos, sino en |
las nuestras. Miramos
demasiado al Estado, como si de él depen- |
diera todo, y los males
más hondos de España no son hoy políticos, |
sino religiosos: la anemia
de la fe, la crisis de la obediencia, |
las ambigüedades
teológicas, la artrosis operativa del cato- |
licismo seglar. No
bastara, pues, en lo futuro con solemnes |
documentos venerables, que
vengan a demostrarnos lo obvio y |
sabido. La acción de la
Iglesia se desvanecerá fuera de los |
templos si los seglares no
cooperan, organizados, a la evan- |
gelización. Poco se
arreglaría con dos o tres enmiendas cons- |
titucionales... |
Los santos fueron los
grandes líderes de la historia de |
la Iglesia y discutieron
poco de política. |
José M. Sánchez de
Muniain, |
en ECCLESIA. 2. 12. 1973 |
El Irracionalismo |
No resulta fácil convencer
con argumentos a quienes parten |
del irracionalismo y
defienden los privilegios y las desigual- |
dades. |
EL PAIS, 2. 12. 1978, |
La fidelidad |
Sólo la fidelidad inspira
fidelidades. |
J. Serra a Estruch, |
en LA CLAU, nov. 1978 |
Alcohol y drogas |
De nada sirve que haya una
campaña publicitaria contra el |
alcohol en televisión si
al cabo de una semana empiezan a |
salir botellas
resplandecientes que animan la fiesta y se |
ofrecen como estímulo
continuo para vivir. Hoy los jóvenes |
se reúnen en un «pub» y se
pasan todo el santo día metidos |
en él. Empiezan un sábado
por la tarde y están hasta las |
cuatro de la mañana. Al
día siguiente vuelven a reunirse a |
las doce del mediodía y
están hasta las once de la noche. Lo |
que supone un consumo de
alcohol y droga constante. |
Ernesto Beltrán, |
en LEVANTE. 16. 12. 1970 |
Boicot a los juguetes
bélicos |
Gandía (Valencia).— «Si
usted entrega armas a sus hijos, |
aténgase a las
consecuencias», es uno de los lemas que prego- |
nan diversos pasquines
pegados en las paredes de Gandía, en |
una campaña, contra la
compra de juguetes bélicos de cara a |
Reyes. Los carteles van
escritos en valenciano. |
EL PERIODICO, 13. 12. 1978 |
9 |
«Jóvenes: |
sois la esperanza de la
paz» |
PADRES Y educadores,
ayudad a los niños y a los jóvenes |
a hacer la experiencia de
la paz en las mil acciones diarias |
que están a su alcance, en
familia, en la escuela, en el juego, |
la camaradería, el trabajo
en equipo, la competición deporti- |
va, las múltiples
conciliaciones y reconciliaciones necesarias. |
El Año Internacional del
Niño, que las Naciones Unidas han |
proclamado para 1979,
debería atraer la atención de todos |
sobre la aportación
original de los niños a la paz. |
Jóvenes, sed constructores
de la paz. Vosotros sois artífi- |
ces con pleno derecho de
esta gran obra común. Resistid a |
las facilidades que os
adormecen en la triste mediocridad, y |
a las violencias estériles
con que quieren utilizaros algunas |
veces unos adultos que no
están en paz consigo mismos. Se- |
guid los caminos que os
marca vuestro sentido de la genero- |
sidad, de la alegría de
vivir, de compartir. Vosotros deseáis |
invertir vuestras energías
nuevas que escapan a las discri- |
minaciones apriorísticas
en unos encuentros fraternales por |
encima de fronteras, en el
aprendizaje de lenguas extranjeras |
que faciliten la
comunicación, en el servicio desinteresado a |
los países más
necesitados. Vosotros sois las primeras víctimas |
de la guerra que destroza
vuestro ímpetu. Vosotros sois la |
promesa de la paz. |
10 |
Compañeros de la vida
profesional y social, la paz os re- |
sulta a menudo difícil de
conseguir. No hay paz sin justicia y |
sin libertad, sin un
compromiso valiente para promover una y |
otra. La fortaleza que hay
que poner en práctica debe ser pa- |
ciente, sin resignación ni
renuncia, firme sin provocación, pru- |
dente para preparar
activamente los progresos deseables sin |
disipar las energías en
llamaradas de indignación violenta |
prontamente extinguidas.
Contra las injusticias y las opresio- |
nes, la paz está llamada a
abrirse un camino en la adopción |
de una acción decidida.
Pero esta acción debe llevar ya la |
marca del objetivo a que
tiende, a saber, una mejor aceptación |
mutua de las personas y de
los grupos. Encontrará una regula- |
ción en la voluntad de paz
que proviene de lo más profundo |
del hombre, en las
aspiraciones y en la legislación de los pue- |
blos. Es esta capacidad de
paz, cultivada, disciplinada, la que |
da lucidez en orden a dar
a las tensiones y a los mismos con- |
flictos las treguas
necesarias para desarrollar su lógica fecunda |
y constructiva. Lo que
ocurre en la vida social interna de los |
países tiene una
repercusión considerable —en lo bueno y en |
lo malo― sobre la
paz entre las naciones. |
No tengáis miedo de
apostar por la paz, de educar para |
la paz. La Paz será la
última palabra de la historia. |
Juan Pablo II en el
Mensaje sobre la Paz |
11 |
caínes |
PENSAMOS que estamos casi
en paz |
porque al hablar de
conflictos ar- |
mados nos referimos,
comparati- |
vamente, a las dos Guerras
Mun- |
diales padecidas en este
siglo. Pero desde |
que terminó la última, en
1945, ha habido |
en las llamadas
"guerras periféricas", más |
víctimas que las causadas
por la ultima |
Guerra Mundial, que
representa el mayor |
de los desastres y de
tragedias colectivas |
causadas y sufridas por la
irracionalidad |
humana, equivalente a
imaginar, por un |
momento, que condenáramos
a muerte |
violenta a la entera
población de España, |
tras hambre,
humillaciones, y miedos ho- |
rribles. |
Pero las guerras se
hicieron y se hacen |
con armas (¡Todavía hay
gente mayor que |
cometen la insensatez de
regalar juguetes |
de guerra a los niños!). |
Desde siempre las armas se
pagan al |
contado, en oro (¡lo
sabemos bien los es- |
pañoles!) y no se discute
el precio. Es el |
mayor y más diabólico de
los negocios, |
monopolizado por los más
poderosos del |
mundo ―¡enormes y
rápidos fortunones |
de Caínes!—, pero que
también practican, |
hasta donde pueden, los
menos grandes. |
Hay grandes presupuestos
incomprensi- |
blemente empeñados en
sostener propa- |
gandas y estrategias de
políticas e ideolo- |
gías ―por supuesto
en función de intere- |
ses de determinados
sectores económicos |
que tienen sus tentáculos
bien reparti- |
dos― que se
financian con estas ganancias |
fratricidas. Los
verdaderos violentos, los |
partidarios de las razones
de fuerza, nun- |
ca se desprenden de un
solo céntimo de |
su bolsillo para sostener
la propia cam- |
paña, sino que son astutos
para crear |
mecanismos, apoyos y
conexiones, apa- |
rentemente asépticas, que
les permiten |
apostar a costa del dinero
y de la sangre |
ajena, para edificar y
mantener, como sea, |
la propia seguridad
mundana que luego |
colorean con la ideología
que más les |
conviene. Externamente
decentes y hasta |
osados para emplear el
nombre de Dios |
("en vano"),
tratando de argumentar apa- |
riencias de apologías de
la sinrazón ego- |
ísta que les tiene el alma
carcomida y |
enjuta de amor y de
ideales, incapaces |
como son de cualquier
aspiración que no |
sea medible en cantidad de
dinero u 08- |
tentada en soberbia de la
vida. |
En el primer tercio de
este siglo, sólo |
en Europa, se han sufrido
74 guerras, me- |
nores que las dos
mundiales, pero igual- |
mente desastrosas para
quienes las pade- |
cieron. Además, con
posterioridad a la |
II Guerra Mundial, en base
a un estudio |
realizado por el Instituto
sobre Investiga- |
ciones de la Paz, de
Estocolmo, ha habido, |
hasta el año 1975
―es decir, en el decurso |
de treinta años― 119
guerras en las que |
participaron 81 Estados
del mundo en |
que vivimos, si bien los
territorios donde |
tuvieron lugar las luchas
armadas corres- |
pondieron a 69 países,
precisamente los |
más pobres, a quienes en
vez de armas |
que les diezmaran, mejor
les hubiera con- |
venido poder emplear sus
escasas econo- |
mías, que el presupuesto
militar estraga- |
ba, en elevar su cultura,
su sanidad y, en |
definitiva, su nivel de
vida. |
Pero sus proveedores más
civilizados |
(?) ganaban más
vendiéndoles armas y |
mandándoles asesores
militares, que en- |
señándoles a descubrir su
propia riqueza, |
a elaborar en origen las
materias primas, |
a establecer escuelas y
universidades y |
mandarles maestros. Por
eso, cuando se |
hace cancerosa una guerra,
o un estado |
de violencia armada
cualquiera, no se va |
descaminado suponiendo
que, en el fon- |
do, allí se ventila un
problema económico |
y que la codicia de
alguien está por me- |
dio para imponer o para
arrebatar, en |
beneficio propio e
injusto, una determi- |
nada situación. El nombre,
u otra razón |
que se le dé, no hace a la
cosa. |
12 |
documento: |
PAZ |
Y DESARMAMENTO |
LOS OBISPOS de Bélgica,
con ocasión del XV aniversario de la promul- |
gación de la encíclica
PACEM IN TERRIS, de Juan XXIII, publicaban |
una declaración colectiva
sobre la paz y el desarmamento. El quince- |
nario de la encíclica de
Juan XXIII coincidía con la sesión especial que la |
ONU celebraba sobre el
desarmamento, y, por ello, los obispos pretendían |
esclarecer las conciencias
de los fieles sobre tan importante problema y pedían |
a la comunidad cristiana
el interés que el tema suscitaba y la oración para los |
trabajos en pro de la paz.
Concluían con la bendición del Sermón de la Mon- |
taña de san Mateo (5,9)
sobre los pacíficos: «Bienaventurados los artesanos |
de la paz, porque ellos
serán llamados hijos de Dios». |
Después de establecer la
fundamentación bíblica y cristiana sobre la |
paz y de referirse a los
textos fundamentales del papa Juan XXIII, decían lo |
siguiente: |
La carrera |
de armamentos |
Frente a este ideal
cristiano y a este mensaje bíblico, |
la carrera de armamentos
de los últimos treinta años |
aparece como un inmenso
desafío. Esta carrera insensata |
es la negación misma de lo
que Dios espera de nosotros. |
¿Por qué no pensar, ahora,
en todos aquellos hombres y |
aquellos pueblos que
desean ardientemente la paz y |
encuentran en la Sagrada
Escritura y en la Tradición |
tantos motivos para
ponerse activamente a su servicio? |
¡Cuál no será su angustia
cuando ven que la carrera de |
armamentos extiende sobre
el mundo la sombra de la |
muerte y de la
destrucción! |
13 |
Los enormes |
presupuestos |
financieros |
Los hechos son bien
conocidos, aunque alcancemos |
con tanta dificultad su
medida. Según datos dignos de |
crédito, los gastos
mundiales de armamento y de defensa |
―calculados sobre la
base de un año, y prescindiendo de |
la tasa de
inflación― son siete veces más elevados que |
al principio de 1940. El
año 1976 pasó por encima de la |
cifra de 300 mil millones
de dólares. Esta enorme canti- |
dad representa con exceso,
el 6 por ciento del producto |
bruto mundial, es decir,
de la totalidad de bienes y servi- |
cios producidos por toda
la humanidad. Esto representa |
el 150 por ciento de lo
que se gasta en el mundo entero |
para educación y
enseñanza, y más del doble de lo que |
el conjunto de estados
consagran a la salud de los ciu- |
dadanos. |
Desde 1945, el presupuesto
militar acumulado en la |
comunidad internacional ha
sobrepasado ―comparati- |
vamente— la totalidad de
las sumas destinadas a arma- |
mento entre 1900 y 1945,
incluyendo los inmensos gastos |
ocasionados por las dos
guerras mundiales. |
En estos mismos momentos,
los gastos militares de |
la comunidad mundial
ascienden a mil millones de dó- |
lares por día, es decir,
más que el presupuesto anual |
de la ONU. |
Enorme es el número de
sabios y de técnicos ―unos |
400.000— que trabajan a
plena jornada para producir |
un arsenal de armas cada
vez más perfecto, con el presu- |
puesto anual de 25 mil
millones de dólares. |
Competencia |
americano-soviética |
Todo esto para construir
aviones de combate cada vez |
más eficaces, misiles y
sistemas de radar de modelos |
incesantemente renovados.
Las dos superpotencias ―Es- |
tados Unidos de América y
la Unión Soviética― dispo- |
nen en este momento de más
de 50.000 armas nucleares |
—11.000 de tipo
estratégico y 40.000 de tipo técnico―, |
todas y cada una de las
cuales es suficientemente |
potente para arrasar
ciudades como Hiroshima y Na- |
gasaki, e incluso para
provocar destrucciones de 10 a |
100 veces más fuertes. La
potencia explosiva total bas- |
taría para devastar
totalmente el planeta Tierra doce |
veces. |
14 |
Los países |
del tercer mundo |
Pero hay todavía una
circunstancia agravante causa |
de gran inquietud: las dos
superpotencias están a punto |
de arrastrar el mundo
entero hacia esa carrera de arma- |
mentos. No solamente los
estados miembros de las dos |
grandes alianzas
―OTAN y Pacto de Varsovia—, sino |
también, y cada vez más,
los Estados y los Pueblos del |
tercer mundo. Estos, en
efecto, se sienten cada vez más |
presionados a tomar
partido por el Este o por el Oeste, |
con las consecuencias
fáciles de adivinar en lo que se |
refiere a los presupuestos
militares y al frágil equilibrio |
de fuerzas que existen en
las diversas regiones clave, |
consideradas
estratégicamente como importantes. De este |
modo, los gastos militares
de Israel y de los Estados |
árabes están alcanzando
techos de una altura estreme- |
cedora, mientras la misma
África es arrastrada por un |
remolino de carreras
regionales de armamentos que hacen |
aumentar el peligro de una
guerra. |
La gran |
amenaza |
La carrera de armamentos
se ha convertido, con toda |
evidencia, en un monstruo
de mil cabezas, que obliga a |
todo el mundo a contener
el aliento ante la eventualidad |
de una conflagración que
significaría, si estallaba, la |
equivalencia al fin del
mundo. |
Condenación |
de la Iglesia |
La carrera de armamentos
ha sido condenada sin |
reserva por la Iglesia en
la declaración de la Santa Sede |
de junio de 1976. Este
documento no duda en calificarla |
literalmente de peligro,
de injusticia, de violación del |
derecho, de forma de robo
público, de error, de pecado, |
de locura y máquina de
locura. Una firmeza semejante |
aparece en el Concilio
Vaticano II que condena radical- |
mente el uso de armas de
destrucción masiva (GS, 80). |
Y es lo mismo que
encontramos en las enseñanzas de los |
últimos Papas (Pio XII,
Juan XXIII, Pablo VI) cuando |
condenan la guerra total. |
Desarmar |
para el desarrollo |
En relación con los
problemas de los países en vías |
de desarrollo, la
utilización de recursos financieros para |
fines militares implica
una dilación o una disminución |
de la ayuda al tercer
mundo. Hace difícil la substitución |
15 |
"desarmar para
asegurar el desarrollo" que reclamaron |
los Padres del Concilio en
la GAUDIUM ET SPES Y |
Pablo VI en su discurso en
Bombay o en la encíclica |
POPULORUM PROGRESSIO. |
Otros medios |
para la paz |
Cuando la Iglesia católica
—lo mismo que el Consejo |
ecuménico de las Iglesias,
la Conferencia mundial de las |
religiones por la paz, y
también en el reciente Encuentro |
europeo de
Chantilly― condena esta carrera de arma- |
mentos, apela a otros
medios para llegar a la seguridad |
de los pueblos. Incluso en
el caso de que históricamente |
pudiera explicarse la
carrera de armamento nuclear y |
de otras armas de
destrucción masiva, el cristiano no |
puede jamás resignarse a
esta constatación sin plantearse |
una cuestión. Del mismo
modo como para el cristiano el |
comercio de armas no es un
comercio como los demás, |
tampoco la carrera de
armamentos puede ser para el |
una necesidad fatal. Si es
legítima la esperanza de un |
mundo más pacífico, debe
serlo principalmente para los |
cristianos. Cuando se
trata de encontrar medios para |
salir del callejón sin
salida donde la carrera de arma- |
mentos acorrala a la
humanidad, los cristianos han de |
estar presentes y han de
colaborar con todos los que |
quieran romper el círculo
infernal del miedo y del terror. |
Si queremos que la Buena
Nueva transmitida por las |
generaciones precedentes
se implante más profundamente |
en nuestro siglo XX, a
nadie le es lícito guardar silencio |
en un momento en que
tantas personas depositar su con- |
fianza en las armas que
son, precisamente, una amenaza |
permanente para la
humanidad. Porque han de existir |
otros caminos que aseguren
la paz: como cristianos |
queremos apoyar esta
búsqueda de nuevos métodos capa- |
ces de engendrar la
verdadera paz. |
La paz |
es posible |
sin las armas |
El desarmamento es una de
las tareas más impor- |
tantes confiadas a nuestra
sociedad. El proceso de des- |
armamento tendrá que
respetar cierto número de con- |
diciones, pero esto no
puede disimular su urgencia... El |
ejemplo de pueblos que han
logrado la reconciliación |
después de los períodos de
guerra ha de ser tenido en |
cuenta por todos como un
ejemplo alentador. |
16 |
Para llevar a buen término
esta empresa es preciso, |
antes que nada, elaborar
un nuevo orden jurídico inter- |
nacional. Haciéndose eco
de la PACEM IN TERRIS, la |
declaración del Vaticano
del 1976 propugna "la paz por |
el derecho". En este
sentido el Vaticano trabaja, de acuer- |
do con las mejores
tradiciones de la Iglesia, a favor de |
una autoridad pública de
competencia universal» (PA- |
CEM IN TERRIS, 133) y «de
una autoridad pública |
universal reconocida por
todos, que goce de un poder |
eficaz susceptible de
garantizar a todos la seguridad, el |
respeto de la justicia y
la salvaguardia de los derechos |
(GS, 82)... |
Responsabilidad |
de todos |
Nadie tiene derecho a
predicar la paz si no cumple, |
allí donde se encuentra,
con todo lo que puede dar opor- |
tunidad al establecimiento
de la paz. Los mensajeros de |
paz de los responsables de
la Iglesia no tendrán reper- |
cusión alguna, sino en la
medida en que ellos animen a |
todo el pueblo cristiano
para comprometerse en servicio |
de la paz. Esto exige una
auténtica educación de los |
fieles respecto de la paz
y a la corresponsabilidad, una |
sensibilización a
dimensión mundial de los problemas |
actuales, al diálogo y al
acuerdo, a la solidaridad y a la |
colaboración... |
Recomendamos la labor de
Pax Christi, el Movimiento |
Internacional católico por
la paz, así como la actividad |
de la Comisión Justicia y
Paz, dos organismos en el seno |
de los cuales miembros
competentes de la comunidad |
cristiana emprenden de
corazón la obra de la paz. |
Pax Christi surgió en
Francia al final de la Segunda |
Guerra Mundial y
actualmente se encuentra activa en |
doce países de la Europa
del Oeste, en los Estados Uni- |
dos y en Australia. El
movimiento se dirige explícita- |
mente a las comunidades
católicas, y ha realizado un |
serio esfuerzo para
sensibilizar a la opinión pública ca- |
tólica sobre los problemas
de la paz y recordar a los |
cristianos la
corresponsabilidad que les compete en esta |
materia. Las Comisiones
Justicia y Paz, activas en los |
planos internacional,
nacional y diocesano, se han cons- |
tituido según las
directrices de la encíclica POPULO- |
RUM PROGRESSIO (1967) con
el fin de coordinar los |
17 |
esfuerzos de las
comunidades eclesiales en pro de la |
justicia y de la paz, y
con la finalidad de emprender |
iniciativas concretas.
Abrigamos la esperanza de que estos |
dos organismos continuarán
encontrando el apoyo y el |
aliento en nuestras
comunidades cristianas. |
armas |
EL Instituto sobre
investigacio- |
nes de la Paz, de
Estocolmo, |
publica cada año su
Anuario, |
además de otras obras
sobre aspec- |
tos más específicos, a
partir del ge- |
neral dedicado al progreso
realiza- |
do durante el año por los
diferentes |
Estados, en relación con
la produc- |
ción, la venta y el
comercio de ar- |
mamentos; también se ocupa
de los |
arsenales acumulados, lo
mismo |
que de las medidas tomadas
en |
favor de la limitación de
armamen- |
tos. Ni que decir que no
es precisa- |
mente el optimismo lo que
se des- |
prende de la lectura de
los datos |
que suministra. |
Como desde hace años, a la
ca- |
beza de los proveedores
mundiales |
de armamentos, están
Estados Uni- |
dos de América y la URSS,
les sigue |
Francia, Gran Bretaña y
China po- |
pular. Sus clientes más
importantes |
son los países en vías de
desarrollo. |
Cada proveedor vende armas
a los |
países que considera han
de ayu- |
darle en su propia
seguridad; algu- |
nas veces, los
suministradores de |
armamentos, procuran
obtener ba- |
ses militares en el suelo
de sus |
clientes, como es el caso
de España |
para Estados Unidos y de
Somalia |
y Etiopía para la Unión
Soviética. |
Ello se debe a que ningún
país, |
por poderoso que sea, se
siente |
totalmente seguro sin
contar con |
otros que hace aliados
suyos. Pero |
es que el cliente pasa
enseguida a |
ser dependiente del
proveedor y |
controlado por él: la
complejidad |
de las armas modernas
implica |
que el importador debe
depender |
del exportador en lo
relativo a |
piezas de recambio,
mantenimiento |
de material y
adiestramiento de |
personal del lugar. Cada
país pro- |
ductor de armas, las
fabrica en |
mayor cantidad de las que
él mis- |
mo se reserva y, las
restantes, las |
vende a los que, de algún
modo, |
18 |
pasan a ser, de clientes,
dependien- |
tes suyos. |
El comercio de armas no
siempre |
se lleva a cabo de
gobierno a |
gobierno, sino que existen
los |
grandes intermediarios que
forman |
redes internacionales. El
gran ries- |
go está, además, en que no
existe |
un acuerdo o, por lo
menos, con- |
senso internacional para
las trans- |
acciones de armamentos. |
No hace tantas semanas que
nos- |
otros mismos hemos podido
leer, |
en los diarios españoles,
el miste- |
rioso caso del barco
ALLUL, de su |
alijo descargado y
desaparecido en |
un puerto español,
mientras nos |
llegaban las crónicas de
algún |
enviado periodístico en
Washing- |
ton, donde la televisión
americana |
involucraba a una empresa
espa- |
ñola, antes constructora
de auto- |
móviles, como si tuviera
que ver |
con un envío clandestino
de armas |
a Suráfrica. Se citaban
además dos |
barcos ―LAGUNALAND y
GREESANT— |
que tocaron Barcelona,
lugar del |
transbordo de 55
contenedores de |
munición y armamento. |
También en España
producimos |
armas. En 1977 la
producción as- |
cendió al valor de
cincuenta mil |
millones de pesetas, de
las que |
se supone fueron
exportadas una |
cuarta parte,
principalmente por |
medio de la compañía
exportadora |
española Defex, S.A. Sin
embargo, |
recientemente, se ha dicho
que, en |
el futuro, el comercio
armamentis- |
ta militar español será
controlado |
por una junta
interministerial. |
Naturalmente que España,
aun- |
que exporte, no cree
bastarse a sí |
misma y, así, los
periódicos de |
estos días también nos
informan |
de que, según fuentes
americanas, |
España tiene concertado un
con- |
trato para adquirir
material militar |
a Estados Unidos por un
valor que |
oscila entre 400 y 600
millones de |
dólares. |
No hace mucho, un serio
perió- |
dico parisino, no sin
cierta ironía |
titulaba así uno de sus
artículos: |
"El ejército iraní,
garantía de la |
dependencia
nacional"... |
LAUS |
se reparte gratuitamente |
a los amigos del Oratorio |
que lo solicitan |
LAUS |
Apartado 182 |
ALBACETE |
19 |
DOS CONCIERTOS |
DE NAVIDAD |
EN LA IGLESIA DEL ORATORIO |
Día 4 de Enero, a las 8,30
de la tarde |
CORAL POLIFÓNICA |
CASTELLONENSE |
Día 6 de Enero, a las 7,30
de la tarde |
ORFEÓN |
DE LA MANCHA |
SE ENCARECE LA
PUNTUALIDAD. LA ENTRADA ES GRATUITA. |
ABSTÉNGANSE DE PASAR
DURANTE LA INTERPRETACIÓN DE |
LOS CANTOS. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 103/62 - 2. 1. 79 |
20 |
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