Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 165. FEBRERO. Año
1979 |
SUMARIO |
EL Papa pasa a "la
otra orilla" del mundo: ha ido a |
América, pero a la América
de los pobres. El mun- |
do todavía es pobre de
muchas pobrezas, porque |
no conoce u Cristo. Los
hombres han buscado en el gesto |
del Papa y en sus palabras
lo que pudiera ser como la |
primera gran definición de
su pontificado. Pero la defini- |
ción está ya en el
Evangelio: el Papa solamente ha dicho |
que, lo definitivo, está
por hacer, que es posible hacerlo y |
que hay que hacerlo, entre
todos. |
PROCLAMA SUBVERSIVA |
MÉXICO |
PUEBLA |
EL ORATORIO DE PUEBLA |
KIOSCO |
YO NO TE PIDO LA FE |
EXIGENCIAS EVANGÉLICAS |
EN EL MUNDO
LATINOAMERICANO |
1 (21) |
PROCLAMA SUBVERSIVA |
Voy a cambiaros el
revólver chulo |
por un bolígrafo de
cuentas. |
Para que no os engañen
nunca |
ni los fazendeiros, ni los
comerciantes, |
ni el ministro de
hacienda. |
¡Disparad hojas de libros |
entre las hojas de la
floresta! |
¡Bebed, en las noches
claras, |
la "pinga" de
otra Fiesta! |
¡Emborrachaos de sabiduría |
y de belleza, |
sertanejos mozos, |
hijos biennacidos |
de los legítimos
emperadores de América! |
Muchachas, garzas torvas, |
madres ―niñas
apenas―, |
que guardáis en las arcas
de vuestros ojos indios |
todas las lunas de las
abuelas: |
aprended a lavar niños |
y conducir con ritmo
vuestras piernas. |
¡Hombres heroicos: |
exigid la tierra! |
¡Mujeres mártires: |
exigid la diadema! |
¡Viejos desollados por
tantos caminos: |
exigid la poltrona, |
la televisión y la
libreta! |
Dios se hace Pan de
familia |
sobre esta mesa. |
En Brasilia y en
Washington |
ni lo saben ni lo esperan. |
Pero el sol y la lluvia |
sellan |
la única Ley de Derechos
Humanos |
de validez cierta. |
Mons. CASAL D'ALIGA, |
obispo de Sao Felix
(Brasil) |
2 (22) |
MÉXICO |
EN Latinoamérica se sueña
con |
ir a México, como en
Europa |
nadie se tiene por culto
si no |
ha visitado Francia y
conocido Pa- |
rís. México es como una
avanzada |
y como un resumen esencial
de |
todo un continente que
"sigue sien- |
do un presente que no se
decide a |
ser historia" como
agudamente ex- |
presa uno de sus filósofos
contem- |
poráneos, Leopoldo Zea.
Resume |
también, mejor que ningún
pedazo |
de tierra americana, el
recuerdo de |
la presencia española en
el Nuevo |
Mundo. México se llamó en
efecto, |
"Nueva España".
Acelerada la de- |
cadencia española, en
especial des- |
de el influjo de Godoy,
nefasto para |
el solar peninsular y
desafortuna- |
do para aquellas lejanas
tierras, ya |
se veía caer del árbol de
los domi- |
nios hispanos, como fruto
que sa- |
cudían las tormentas de
los tiem- |
pos, la independencia de
las tierras |
americanas. Pero como si
todavía |
les doliera emanciparse
del todo, |
llegaron a Cádiz unos
delegados |
mexicanos para solicitar
una que |
hoy llamaríamos relación
autonó- |
mica con la metrópoli,
pero ni si- |
quiera les hicieron caso
los diputa- |
dos gaditanos, a pesar de
la no tan |
lejana experiencia del
desgajamien- |
to de Portugal. No
tardaría mucho |
en producirse la total
separación. |
Pronto se vio, sin
embargo, que |
no todo se resolvía con la
inde- |
pendencia frente a los
antiguos |
conquistadores españoles y
la su- |
presión de los impuestos
virreyes: |
injertada una civilización
forígena |
no totalmente asimilada, y
rota |
otra originaria congénita
e inex- |
tinguible aunque mezclada
con la |
sangre indígena la de los
extraños, |
América ha seguido siendo
una |
mezcla de esperanzas y de
miste- |
rios en una etapa de la
Historia |
que es todavía joven, pero
que se |
asienta en lo impenetrable
de otra |
de vigor y riqueza
maltratada, que |
no ha podido ser, porque
se truncó. |
Montalvo pudo escribir:
«Si mi |
pluma tuviese don de
lágrimas, yo |
escribiría un libro
titulado El Indio |
y haría llorar al mundo».
Antes |
que él, Fray Bartolomé de
las Ca- |
sas, ya hizo llorar a los
que le |
pudieron leer. De todos
modos, |
aunque la voz de los
misioneros |
tuviese menos fuerza que
la de las |
espadas y arcabuces, dejó
allí la |
semilla del Evangelio y,
en nuestra |
época, Latinoamérica es la
gran pro- |
mesa de la mayoría
católica, como |
continente, en nuestro
siglo. |
Con ocasión de la elección
del |
papa Wojtyla, y
refiriéndonos a |
3 (23) |
Polonia, en estas mismas
páginas |
escribíamos que se trataba
de un |
país comunista, de régimen
político |
ateo, pero de población
casi total- |
mente católica,
fervientemente ca- |
tólica. Es curioso que, a
propósito |
de México, debamos decir
algo |
parecido, aunque el
temperamento |
humano de las gentes sea
diferente |
en México. El semanario
americano |
"TIME" lo hacía
notar hace pocas |
semanas (8.1.78), cuando
escribía |
a propósito de los dos
viajes pro- |
yectados por el papa, a
México al |
final de este mes y a
Polonia en |
la próxima primavera, que
«había |
elegido dos países en los
cuales la |
población era
abrumadoramente |
católica, pero cuyos
gobiernos, por |
diferentes causas, eran
notoria- |
mente anticlericales». En
efecto, |
la actual legislación
mexicana tie- |
ne todavía a la Iglesia
"fuera de la |
Ley", si bien el
estado de perse- |
cución religiosa de los
años veinte, |
en tiempos de Calles, se
suavizó |
posteriormente. En
especial des- |
pués de la II Guerra
Mundial al |
paso que se hicieron
algunas co- |
rrecciones
constitucionales de clara |
inspiración soviética y se
procuro |
elevar el nivel cultural
del país, en |
el que colaboraron varios
intelec- |
tuales españoles que en
México |
buscaron refugio huyendo
de nues- |
tra Guerra Civil. |
En la actualidad no es ni
mucho |
menos, un país sin
problemas. Pero |
aunque México no tenga
represen- |
tación diplomática en el
Vaticano, |
el Papa será bien recibido
e, inclu- |
so, se ve con simpatía que
acuda |
allí simplemente como
obispo y no |
como Jefe de Estado. Sin
duda que |
no sólo el pueblo, sino
los políticos |
se sentirán, en general,
honrados con |
la presencia del Vicario
de Cristo. |
Es un suceso importante,
desde |
el punto de vista del
Cristianismo, |
para la Iglesia de México,
para |
Latinoamérica y para todo
el mun- |
do católico. Se demuestra
que, de |
la sola tolerancia, sin
leyes pro- |
tectoras especiales, la
Iglesia puede |
ir adelante con su misión
y que el |
Papa, al ir a refrendarla
con su |
presencia, no lleva
consigo ningún |
poder de este mundo, sino
única- |
mente el testimonio de la
Verdad |
y el anuncio del
Evangelio. |
¿En qué lugar de sobre la
tierra jamás, padre, tal governación se vido, |
que los hombres racionales
no sólo de todo un reyno, pero de diez mil |
leguas de tierra, después
de estragados por las guerras injustíssimas |
que llaman conquistas, les
repartiessen entre los mismos crueles ma- |
tadores y robadores,
tyrannos y predones, como despojos de COSAS |
inanimadas y insensibles,
o como atojos de ganado, debaxo de cuya |
no faraónica sino infernal
servidumbre no se ha hecho ni oy ni baze |
más caso dellos que de las
reses que pesan en la carniceria? |
Fray Bartolomé de las
Casas, |
obispo de Chiapas |
4 (24) |
Puebla, |
III Conferencia Episcopal |
Latinoamericana |
LA ciudad de Puebla de los |
Ángeles no es sólo la
capital |
del Estado de Puebla, de
la |
confederación de Estados
Unidos |
Mexicanos, situada en el
gran valle |
que lleva el nombre de su
Estado, |
tercero por su población
absoluta |
y uno de los más
importantes eco- |
nómica, cultural y
artísticamente, |
tanto por los tesoros
aztecas que |
le son próximos, como por
los mo- |
numentos que conserva la
ciudad |
de Puebla, sino porque va
a ser |
sede de la III Conferencia
General |
de los Obispos
Latinoamericanos. |
Ello reviste una
relevancia especial |
para todo el continente,
porque |
puede decirse que se
encuentra en |
una verdadera encrucijada,
cuan- |
do, a consecuencia del
Concilio |
Vaticano II se producía un
movi- |
miento generalizado que
encontra- |
ba su legitimación en la
anterior |
Conferencia Episcopal,
celebrada |
en Medellín, y que tuvo
como apor- |
tación, además de grandes
efectos |
en el compromiso práctico
y social |
frente a la pobreza y
marginación |
de los más débiles, por
los que |
tomaba partido un renacer
cristia- |
no propagado por toda
Latinoa- |
mérica, la llamada
"doctrina de |
la liberación",
todavía no suficien- |
temente reconocida ni
desarrolla- |
da, a la que el movimiento
daba |
origen. |
«Independientes, pero no
libres», |
como diría Esteban
Echeverría, los |
pueblos americanos
necesitarían, |
además de la política, la
emancipa- |
ción mental y la
emancipación |
económica, cada vez más
trabajo- |
samente reclamada, debido
al do- |
minio que ejerce en el
continente |
el "coloso del
norte" y a la tensión |
nunca resuelta entre éste,
es decir, |
los Estados Unidos, y la
URSS. |
Coincidente con el auge de
la |
filosofía política llamada
de la "se- |
guridad nacional"
inspiradora de |
los regímenes autoritarios
y depen- |
dientes de fuerzas e
intereses inter- |
nacionales, se ha
producido una |
5 (25) |
reacción que ha querido
penetrar |
en la misma Iglesia para
conven- |
cerla de un regreso a
conservadu- |
rismos más cómodos y
gratificantes, |
pero que la separarían del
pueblo |
sencillo. Por este motivo,
en este |
momento, todos miran al
Papa, co- |
mo queriendo tomar la
experiencia |
de este primer arriesgado
viaje a |
Puebla para obtener un
dato que |
defina su actitud frente
al devenir |
de la Iglesia, no sólo
para América, |
sino para el mundo
bimilenario |
que la contempla. |
Pero lo cierto es que la
presencia |
del Papa no es
definitoria, sino im- |
pulsora: él inaugura, pero
no cierra |
las discusiones y estudios
de la |
Conferencia, que
representa, posi- |
blemente, el test más
comprometi- |
do como aplicación
concreta de las |
bases conciliares al mundo
conflic- |
tivo de hoy y, más
concretamente, |
de Latinoamérica. |
Una vez más el Papa
Wojtyla es |
valiente y se enfrenta
resueltamen- |
te con el reto de la
realidad que le |
presenta probablemente el
proble- |
ma más vivo que, en orden
a |
la evangelización y el
futuro de |
América, tiene la Iglesia
en que |
vivimos. |
Necesitará de las
oraciones de |
todos para que su gesto y
sus pa- |
labras sean bien
entendidas. Cuan- |
do aparezcan a la luz
estas líneas |
impresas, el Papa habrá
regresado |
seguramente a Roma
mientras la |
Conferencia estará
finalizando. Y |
ojalá nos alegremos de los
aciertos |
y del bien logrado, y
constituya |
un verdadero hito. Porque
Améri- |
ca es la juventud del
mundo. |
La Iglesia de hoy debería
desprenderse de |
tantos concordatos y
negociaciones en las |
que se encuentra metida,
para reconquistar |
su verdadera libertad,
convirtiéndose en una |
Iglesia valiente, no
solamente para defender |
a los pobres y a los
oprimidos, sino también |
para librar a los hombres
de las tinieblas que |
los envuelven. |
Card. Stefan Wyszynski, |
21.9. 1978 |
6 (26) |
El Oratorio |
de San Felipe Neri |
de Puebla de los Ángeles |
NO nos hacía falta cruzar
el Atlántico para acompañar o |
esperar al Papa en Puebla;
hace tres siglos ya que es- |
tamos allí, pues en la
ciudad de Puebla de los Ángeles |
se fundó el primero de los
Oratorios, más allá de Europa. |
Nuestros hermanos han
tenido la dicha de estar cerca de él, |
suerte compartida, en la
Misa del Pueblo celebrada en el Es- |
tadio Azteca de la ciudad
de México, con los demás oratorianos |
que tenemos allí, y más de
100.000 asistentes colmando a re- |
bosar ese gran marco
deportivo, resto grandioso de las Olim- |
píadas que todavía podemos
recordar: solamente que esta vez |
el campeón ha sido el
Vicario de Cristo y el laurel la victoria |
de la fe de un pueblo. |
Trescientos años
cumplidos: era el 16 de abril de 1671 |
cuando se procedió, con
Bula pontificia, a la erección de la |
primera Congregación del
Oratorio en América, y que luego |
daría origen a otros
Oratorios en el mismo país, ocho en total, |
y otros allende del país,
continente abajo. |
No vamos a referir, ni
siquiera resumidamente, la historia |
del Oratorio de Puebla:
encontraríamos en ella épocas esplen- |
dorosas y épocas
difíciles, y no pocos ejemplos de fe en la |
propia vocación, superando
incomprensiones de los que redu- |
7 (27) |
cirían a un común
denominador toda la variedad de carismas |
con que Dios enriquece a
su Iglesia, y venciendo, en los mo- |
mentos más difíciles
causados especialmente por la agitada |
vida política y los
vaivenes de la violencia en que ha sido |
pródiga la historia de
México. Veríamos cómo el Oratorio pu- |
do servir de amparo y de
lugar iluminador a pobres y a deso- |
rientados, y no nos sería
difícil hacer la lista de nombres |
eminentes en la virtud y
en las letras, e insignes en el servicio |
a la Iglesia. |
Una de las primeras
imprentas de México fue la establecida |
en la Congregación de
Puebla, y tuvo que ver con la historia |
del movimiento
independentista del siglo pasado. |
Mantuvo relaciones de
afecto con los padres del extinguido |
Oratorio matritense, e
incluso dos padres de este Oratorio se |
trasladaron al de Puebla
para rehacerse de las tristezas que |
les causaba el malestar
político de España. |
Entre los monumentos de la
ciudad de Puebla, en tercero |
o cuarto lugar, hay que
tener en cuenta la iglesia de San Feli- |
pe Neri, sin despreciar la
llamada iglesia de la "Concordia", en |
donde se asentó la
original "pía unión" de la que surgió la |
Congregación del Oratorio
propiamente dicha. |
Es curioso también, que
tanto en Polonia como en México, |
tenemos los oratorianos
algunas de nuestras más espléndidas |
realizaciones. Y, hay que
señalarlo, precisamente en el marco |
de situaciones en las que
el sentido del sistema político esta- |
blecido podría hacer
pensar que ha de ser más difícil la radi- |
cación y desarrollo de
nuestro apostolado. Tal vez sí sea difí- |
cil; pero nuestros
hermanos nos han dado un ejemplo admi- |
rable, y nos consuela
profundamente el recuerdo cariñoso y |
fraterno que hacemos de
ellos en este lugar y con esta oca- |
sión de la estancia del
Papa en Puebla. Porque Puebla ha sido |
Roma, y su Oratorio otra
Vallicella, al otro lado del mar. |
8 (28) |
kiosco |
Un papa que conoce el
comunismo y el socialismo |
Tenemos un papa que,
cuando hable de socialismo o de comu- |
nismo ―tanto en
sentido favorable como desfavorable― puede |
aducir razones que no
obedecen a criterios estrictamente |
doctrinales. |
Jordi Bassas a Ribalta, |
en AVUI, 7.1.1979 |
Prohibidos los juguetes
bélicos en Suecia |
Los niños suecos no podrán
jugar a la guerra a partir del |
próximo primero de
diciembre. Los fabricantes y distribuidores |
de juguetes han acordado
voluntariamente no sacar al mercado |
«juguetes bélicos» a
partir de esa fecha, fijada en vísperas |
de la próxima Navidad. |
El Parlamento sueco, que
se ocupó del tema a lo largo del |
pasado año, no quiso
prohibir la difusión de este tipo de |
juguetes, pero aconsejó a
los fabricantes restringir su pro- |
ducción. |
Agencia EFE, 10.1.1979 |
La Liturgia armenia |
Estamos lejos de nuestras
fiestas de Navidad y de la Epi- |
fanía occidentales, que
poco a poco se han humanizado, por |
no decir comercializado, y
convertido una en fiesta de la in- |
fancia y la otra en la de
los reyes magos. En la Iglesia armenia |
el 6 de enero es a la vez
Navidad y Epifanía, una única fiesta |
de luz y de gloria. Gloria
que envuelve el suceso de la Na- |
tividad Luz, con el
misterio de la Estrella que aparece a, |
los pastores ya los magos
y los guía, con sobre todo la gran |
luminaria de la
transfiguración que envuelve a Cristo en el |
momento en que Juan
Bautista derrama sobre él el agua. Su- |
mergido en el rio, Jesús
transforma las olas del Jordán en |
aguas vivificantes, en
aguas de fiesta. Poderosamente anclada |
en la tradición oriental,
la liturgia, armenia da de este modo |
testimonio de su riqueza y
de su esplendor. |
Gérard Stéphanesco, |
un LE MONDE, 8.1.1979 |
Lo más importante |
En el catolicismo lo más
importante no es el avance o el |
retroceso, que solamente
es fachada y superficie, sino la fe, |
la creencia profunda en el
Evangelio. |
Enrique Miret Magdalena, |
in TRIUNFO, 6.1.1974 |
9 (29) |
«Yo no te pido la fe...» |
LA FE, acto profundo,
asentimiento de la inteligencia |
puesta en Dios y sostenida
por él, la necesitamos para vivir. |
Pero no tomada como el
cayado en el que nos apoyamos para |
el camino, sino como una
claridad añadida a la naturaleza, a |
la misma racionalidad
humana, para ver mejor la vida, para |
entender más profundamente
su sentido, para trascender los |
simples datos de la
inmediatez fugaz, contingente, incompleta. |
Newman se atrevía a no
pedir la fe, porque tenía la ri- |
queza de su efecto: «Yo no
te pido la fe ―I require no faith...— |
porque he tenido una larga
experiencia de tu Providencia |
conmigo...» |
No la pedía porque ya la
superaba, de algún modo, por |
el reconocimiento
extasiado de su experiencia de creyente a |
lo largo de toda la vida,
conducido por Dios. La Providencia |
es la experiencia del
creyente, la experiencia de la compañía |
de Dios, de las sacudidas
de su gracia, de las claridades de |
sus bendiciones, de las
purificaciones de su verdad que se |
desnuda en lo íntimo del
alma, de los encuentros con esta |
verdad dulce y exigente a
la vez, mientras nos acerca a Dios, |
en la vida y en la muerte. |
Cuando pensamos en la
muerte acudimos inmediatamen- |
te a la fe, los que somos
creyentes. Pensamos en la muerte |
como en el oscurecimiento
de todo, como en una noche, como |
en el frío de la
desolación, y nos asimos a la fe como a la luz |
10 (30) |
altísima de una estrella,
referencia única para la absoluta |
pobreza de nuestra soledad
definitiva. Pero no estamos solos: |
«Estamos yo y mi Creador»,
decía Newman, absorto. Myself |
and my Creator. |
La fe culmina en esta
contemplación cuando, más que |
una luz en lo alto, es un
rescoldo en el espíritu cubierto por |
la ceniza del tiempo, es
una llama envuelta en el cristal del |
alma. No puede estar fuera
de nosotros porque ha de operar |
en nosotros y con ella, a
través de ella, debemos ir recono- |
ciendo y construyendo, con
el efecto de esta presencia de Dios |
que nos acompaña en el
camino, la parte que nos corresponde |
en su reino. |
Newman, en la meditación
de la cual hemos sacado las |
primeras palabras, pide,
no la fe, sino la sinceridad para con |
Dios —true to Thee—, como
única garantía que sella el cora- |
zón y la conciencia: con
todo el afecto y la voluntad, con toda |
la responsabilidad
clarividente y generosa. |
Newman no temerá la
muerte: para el fiel que descubre |
la compañía de Dios, la
muerte no existe. |
Newman relaciona fe,
Providencia, vida y muerte. Al fi- |
nal de su vida declara su
persuasión de que Dios jamás pudo |
hacer por él nada mejor de
cuanto hizo, a pesar de los dolores |
y persecuciones que no le
faltaron: «La Providencia me ha |
guiado maravillosamente
durante toda la vida... Y lo veo pre- |
11 (31) |
cisamente en esto: que mis
penas y disgustos me han venido |
de aquellos a quienes he
ayudado, y que mis éxitos los debo |
a los que se han puesto en
contra de mí». |
La vida y la muerte, la fe
y la confianza, la presencia y |
la compañía de Dios, la
sinceridad y la convicción y la doci- |
lidad activa a sus
designios, le fueron transformando la vida |
"de las sombras a la
claridad", de la fe a esa cuasi visión con- |
templativa de Dios, que se
dejaba descubrir y casi sentir en la |
huella del camino, cogido
por él de la mano, llevado del brazo, |
en la soledad rumorosa de
la vida: «Yo y mi Creador». Y hacia |
la Vida. |
Todas las semanas en |
vida nueva |
―Una completa
información de la |
Iglesia en España y en el
mundo |
―Un estudio del
problema de ma- |
yor actualidad |
―Una visión
cristiana del mundo |
político, social, cultural
y artístico |
vida nueva |
Revista semanal de |
información general |
y religiosa |
P.P.C. - E. Jardiel
Poncela, 4 |
Apartado 19.049 - Madrid
(16) |
12 (32) |
documento: |
EXIGENCIAS EVANGÉLICAS |
EN EL MUNDO |
LATINOAMERICANO |
REPRODUCIMOS parte del
trabajo de Hildegard Goss-Mayr, del Movi- |
miento de Reconciliación,
que, con cl título que encabeza estas líneas, |
fue publicado en
"CAHIERS DE LA RÉCONCILIATION" y traducido |
al castellano por Rosario
Bofill, para el número 171 de la revista "EL CIER- |
VO", de Barcelona.
Desde una perspectiva cristiana, puede dar una idea de |
la situación en
Latinoamérica: tema que salta a la inmediata actualidad debido |
al viaje del Papa a
Puebla, con motivo de la III Conferencia Episcopal Latino- |
americana que allí se
celebra. |
Aunque estos últimos años
nuestras Iglesias católicas |
y protestantes han
avanzado algunos pasos en la cuestión |
de la paz, sin embargo
hemos de reconocer que quedan |
todavía pasos muy
importantes que dar para ser capaces |
de responder a los
distintos problemas de nuestro mundo. |
Uno de los problemas es la
cuestión, muy compleja y |
extremadamente difícil, de
los países en vías de desarrollo. |
Nuestro trabajo en América
Latina, ese continente que |
hasta estos últimos años
sólo conocíamos muy superfi- |
cialmente, ha consistido
sobre todo en realizar algunas |
experiencias. |
La situación |
general |
Este continente --podemos
decir— está ante una revo- |
lución, o tal vez ya está
en medio de ella: una revolución |
necesaria, una
transformación indispensable para poder |
dar a los millones de
hombres que viven en él una vida |
verdaderamente digna del
hombre y de su igualdad en la |
familia humana. |
Fuimos por primera vez a
América Latina en 1962 y |
visitamos la mayor parte
de los países del continente. En |
13 (33) |
todas partes vimos
aproximadamente la misma situación, |
naturalmente con algunas
diferencias según los países, |
pero, en general, de
Bogotá hasta Buenos Aires o Recife, |
el conjunto es poco más o
menos el mismo. |
Se llega a unos
aeropuertos hermosos, se ve un centro |
de la ciudad a menudo
lujoso, más moderno, más bonito |
a veces que en nuestro
país y, alrededor de este núcleo |
de la ciudad moderna, rica
y lujosa, los suburbios que la |
rodean, suburbios en los
que los hombres viven en chozas, |
ya de madera, ya de
tierra, ya de paja. Hay seres huma- |
nos que comparten diez o
veinte una misma pieza, que a |
menudo no tienen ni
siquiera fuego para hacer su comi- |
da; niños enfermos,
hambrientos, sin escuelas, que viven |
en una miseria que no
podemos imaginar en nuestros |
países desarrollados. Tal
vez en Europa solamente en el |
sur de Italia o de España
se ve algo de esta miseria, pero |
no en tal expansión. |
El Nordeste |
brasileño |
Tomad por ejemplo el
"Nordeste" del Brasil, donde |
habitar aproximadamente
unos veinticinco millones de |
brasileños (no se sabe
nunca cuántos son exactamente); |
de estos veinticinco
millones, veintidós viven en la mise- |
ria; veintidós millones en
una región en la que se puede |
plantar, en la que hay
agua, en la que hay una tierra |
que podría producir
frutos. En toda América Latina hay |
una diferencia radical
entre los privilegiados, que son |
una minoría, y la vasta
masa de la población, que es |
explotada y sufre miseria.
Hay múltiples factores; so- |
bre todo, un peso
histórico que pesa desde el tiempo de |
la colonización española y
portuguesa. Hay que contar |
también, por ejemplo, con
el aumento rápido de la po- |
blación, la explosión
demográfica que ha tenido lugar |
estos últimos cincuenta
años y que crearía enormes pro- |
blemas incluso en una
sociedad equilibrada. Existe tam- |
bién un problema de
reforma agraria en la mayoría de |
países de América Latina,
en los que persiste todavía la |
vieja estructura colonial,
feudal, de los grandes terrate- |
nientes. En el
"Nordeste" del Brasil, por ejemplo, un cen- |
tenar de familias como
máximo poseen todas las tierras en |
las que se planta la caña
de azúcar mientras que millares |
y millares de hombres que
trabajan en las plantaciones no |
poseen siquiera la pequeña
cabaña en que viven con su |
familia. Prácticamente son
esclavos del propietario. |
14 (34) |
Y por otra parte, al lado
de esta necesaria reforma |
agraria, es preciso
industrializar. La industrialización se |
ha hecho ya en algunas
regiones muy limitadas y debe |
ser extendida por todo el
continente. |
La posición |
de los |
cristianos |
Ante estos y otros hechos,
¿cuál es la posición de los |
cristianos, de los que
dicen por la fe que todos somos her- |
manos? Hemos de confesar,
sinceramente, que demasiado |
tiempo nuestras Iglesias
(y en este caso en primer lugar |
la Iglesia católica, ya
que en América Latina hay muchos |
más católicos que
cristianos protestantes) han estado de- |
masiado ligadas a fuerzas
tradicionales que retienen los |
bienes del país, las
fuerzas económicas, políticas, milita- |
res, etc..., y que con
ellos, los privilegiados, han represen- |
tado el cristianismo. |
Sólo últimamente, en
algunos países, hay un despertar |
de las conciencias, un
principio de cristianismo renovado |
en las dos Iglesias,
católica y protestante. Este movimiento |
lo compone sobre todo la
juventud; jóvenes sacerdotes, |
jóvenes pastores, jóvenes
laicos y también obispos, que se |
han ido de estos centros
lujosos de las ciudades hacia los |
suburbios. Juventud
intelectual, sobre todo, estudiantes |
nacidos en familias ricas
que han corrido a los barrios |
en los que sus hermanos
viven en la miseria y han dicho: |
«Pero ¿qué es esto? ¿Es
éste el resultado de una civiliza- |
ción que se llama
cristiana? Nuestros padres, la gene- |
ración adulta que tolera
esto ¿tiene derecho a llamarse |
cristiana? Entonces
nosotros no queremos nada con esta |
Iglesia. Nosotros queremos
identificarnos con nuestros |
hermanos que viven en la
miseria y trabajar para ellos». |
Y esta primera reacción de
los jóvenes es una rebelión |
contra este estado de
cosas injusto que da privilegio a |
una minoría y miseria a la
mayoría. |
La crítica de la |
situación |
Y entonces ellos han
buscado a ver si había otras |
personas que pensaran como
ellos, tal vez sacerdotes o |
pastores que se plantearan
el mismo problema. Y esta |
crítica, a menudo amarga,
ha creado un abismo, una |
división, entre los
adultos y los jóvenes en las familias. A |
veces estas críticas se
han quedado sólo en críticas; algu- |
nos se han contentado con
criticar, pero otros han ido |
más lejos y se han puesto
al servicio de los que sufren. |
Así, por todas partes, en
América Latina han empezado |
15 (35) |
movimientos destinados a
transformar la situación. Son |
movimientos muy distintos
en el modo de expresarse. El |
más conocido es el
movimiento de educación de adultos |
analfabetos en los
suburbios y en el campo: no consiste |
sólo en enseñar a leer y
escribir, sino en dar de esta ma- |
nera a un hombre que sabe
leer la oportunidad de tener |
un trabajo mejor. Si un
hombre sabe leer puede infor- |
marse, no queda separado
del desarrollo del país, de |
todas las posibilidades
que existen, no es ya esclavo de |
una tradición en la que ha
nacido. Todavía da más esta |
educación; quiere dar a
todo hombre la posibilidad de |
realizarse, hacerse
consciente, responsable, capaz de lu- |
char por la justicia allí
donde viva, ya sea en el campo, |
ya en los suburbios: así,
al hacerlo consciente, esta edu- |
cación capacita al hombre
para defenderse. |
La necesaria |
transformación |
Otros movimientos son más
políticos, tienden a pre- |
parar golpes de estado, a
derribar los gobiernos, a crear |
gobiernos socialistas.
Otros están más directamente orien- |
tados hacia lo social. |
De esta manera en los
últimos años se han formado |
movimientos que preparan y
que han empezado ya esta |
transformación necesaria. |
¿Qué hemos dado nosotros?
¿Qué nos ha dado el |
Evangelio para dar una
inspiración a estas transforma- |
ciones que serán siempre
necesarias en nuestra historia |
humana, porque no es
estática, sino que avanza? Hay |
siempre nuevas capas de la
población a las que hay que |
hacer justicia, que han
sido suprimidas, que han sido |
explotadas, y por las
cuales hay que luchar. |
Nuestros amigos,
cristianos avanzados de este conti- |
nente, saben que ser
cristiano quiere decir estar compro- |
metido en medio de los que
luchar en esta transforma- |
ción: «No podemos ser
cristianos si no estamos a su lado, |
para nosotros esto es muy
claro», dicen. |
Camilo Torres |
Otra cosa es menos clara,
nuestra contribución a estas |
transformaciones. ¿Cuáles
son los medios que hemos de |
aplicar ante estos
problemas? Todos habéis oído hablar |
de un joven sacerdote
colombiano: Camilo Torres, cape- |
llán de estudiantes en
Bogotá, verdadero líder de esos |
jóvenes despiertos,
avanzados. Conocimos a Camilo To- |
16 (36) |
rres como hemos conocido
pocos cristianos en América |
Latina. Por un lado era
líder inspirador de los intelectua- |
les, y por otro amaba al
pueblo; conocía el sufrimiento, |
estaba cerca de los que
sufrían, vio de cerca la miseria, |
niños muertos en los
brazos de sus madres, que él conocía, |
que él quería, y todo esto
le conmovió de tal modo que |
dijo: hay que actuar.
Recuerdo una noche que pasamos |
discutiendo con Camilo
Torres. Discutiendo, sobre todo, |
los medios de
comprometerse contra esas injusticias, y |
Camilo Torres nos dijo:
«Mirad, procedo de una de las |
familias privilegiadas de
nuestro país. He sentido su |
fariseísmo, pecado del
cual ni se dan cuenta: es una tra- |
dición. Con vosotros he
comprendido que lo que yo he |
vivido no es del todo
cristiano, porque no he amado a |
los enemigos Y si queremos
realizar esta revolución, esta |
transformación, por medios
cristianos, debemos ver clara- |
mente las injusticias que
existen, pero debemos tener este |
amor a los enemigos para
ser tan fuertes que podamos |
atacar su conciencia y
transformar su pensamiento. Si los |
condenamos, el abismo
entre ellos y nosotros será cada |
vez más grande y un día no
encontraremos otro medio que |
tomar cada uno, ellos y
nosotros, las armas que están a |
nuestra disposición para
matarnos unos a otros y ver quién |
será el más fuerte». |
"Venid con |
nosotros..." |
Camilo Torres nos pidió:
«Venid a trabajar con noso- |
tros. Nadie nos ha
enseñado la fuerza de la no-violencia, |
de la justicia, del amor
cristiano como un medio concreto |
de compromiso». Estábamos
en plena gira, no pudimos |
quedarnos mucho tiempo en
Bogotá, y Camilo continuo |
Luchando. Pero no había
comprendido bastante, no tuvo |
suficientes compañeros a
su lado que le sostuvieran y cada |
vez más, en su
aislamiento, se sintió atraído por las gue- |
rrillas a las que se unió
al fin, hasta que fue muerto |
por la fuerza armada de
Colombia. No olvidemos que |
Camilo Torres es un héroe
y es un ejemplo para una |
gran mayoría de los que
hoy luchan por la justicia en |
América Latina. |
Los medios |
no-violentos |
¿Cómo estar con ellos y
ofrecerles, además de lo que |
ya han descubierto, los
medios no violentos que existen? |
Si planteamos esta
pregunta, tenemos que ser una vez más |
humildes y sinceros, y
decir que la no-violencia, la acción |
17 (37) |
no-violenta, hasta el
presente sólo se ha experimentado |
ante problemas bien
delimitados. Incluso el problema del |
racismo en Estados Unidos
ha sido un problema circuns- |
crito, delimitado. Pero
nos encontramos ante la necesidad |
de transformar todo un
continente en múltiples aspectos; |
aspecto social, económico,
de educación, moral. |
Las dificultades |
de raíz |
Nuestros amigos nos dicen:
No podemos hacer nada |
si vosotros en Europa, en
Estados Unidos, no lucháis con |
nosotros. ¿Por qué? |
1. ° Porque nosotros, los
países ricos, explotamos eco- |
nómicamente a los países
en vías de desarrollo, acaparan- |
do todos los mercados
mundiales. Desde 1952, los precios |
de las materias primas (y
esto es lo que principalmente |
exportan los países en
vías de desarrollo: cobre, hierro, |
petróleo, etc...), de
todas estas primeras materias que nos- |
otros importamos, que
nosotros compramos, disminuyen, |
mientras que nuestros
productos industriales, como muy |
bien sabemos, no han
cesado de aumentar en precio. ¿Có- |
mo puede equilibrarse una
economía que se basa fun- |
damentalmente en la
exportación de materias primas? |
Imposible. |
2. ° Es necesario que
nuestros países hagan inversiones |
de capitales en estos
países en vías de desarrollo. Ellos no |
tienen suficientes
capitales para desarrollar su industria y |
su país. Pero en general
invertimos de tal modo que son |
nuestras fábricas las que
establecemos en estos países y so- |
mos nosotros los que
sacamos los beneficios. Es decir, agra- |
vamos la miseria de estos
países y encima les robamos. |
3.° Los amigos que se
llaman revolucionarios en Amé- |
rica Latina, nos dicen:
Mientras que el pueblo, es decir, los |
que sufren, no tenga una
fuerza, no tenga armas, no podrá |
defenderse, y yo creo que
es evidente: si uno no tiene fuer- |
za no puede defenderse.
Entonces unos creen que hay que |
esforzarse para obtener
armas. Y poco a poco conseguirán |
estas armas para
defenderse, tal vez serán precisos diez o |
quince años, pero las
tendrán de algún punto del mundo y |
sabemos que es lo que esto
dará. Será un poco como el Viet- |
nam hoy, pero en un campo
mucho más amplio y sabemos |
que las grandes potencias
del mundo están interesadas en |
que América Latina quede
bajo su esfera de influencia. |
¡Será una guerra
internacional de terrible destrucción! |
18 (38) |
No hay que |
esperar a la |
fatal violencia |
Entonces hemos examinado
juntos la manera de dar |
al pueblo, a los pobres, y
tenemos que repetirlo aquí que |
el Evangelio es el arma de
los pobres, un medio de defen- |
derse. ¡No hay que esperar
diez años hasta que reciban |
ametralladoras! En cada
uno de estos hombres explotados |
hay una fuerza que le es
propia, porque son hombres y, |
además, porque son hijos
de Dios. Pero ¿cómo materiali- |
zar esta fuerza, cómo
hacerla conocer? Este año hemos |
organizado en Montevideo
una reunión continental de |
toda América Latina para
reunir a los dirigentes de los |
que trabajan para esta
transformación y hemos planteado |
esta cuestión a los trece
países representados: ¿Qué es lo |
que debe aportar el
cristiano a la revolución de América |
Latina? Y, con la ayuda de
nuestros amigos que están ya |
en medio de la lucha, nos
hemos situado ante los proble- |
mas reales del continente.
Hemos tratado de ver cómo |
preparar los líderes no
violentos en esta lucha. No es fácil. |
Todo era nuevo para ellos
y para nosotros. Pero hemos |
visto que el primer paso
era la formación de estos líderes |
y estamos en camino de
desarrollar esta formación en los |
distintos países del
continente; hemos comprobado además |
que podemos ya considerar
proyectos locales muy con- |
cretos. Hay que tener una
visión de conjunto de lo que |
hay que transformar, una
visión de conjunto de la nue- |
va sociedad que se ha de
construir y que dará justicia, |
hay al mismo tiempo que
dar pasos cotidianos, pasos |
locales. En este aspecto
se han dado ya ejemplos muy |
valiosos. |
Todo exige |
un esfuerzo enorme |
de bien |
En el curso de nuestra
estancia en Latinoamérica pu- |
dimos ayudar a nuestros
amigos de estos movimientos y |
realizar ejemplos muy
concretos de transformación de tal |
o cual injusticia local o
nacional. Si se llegan a multipli- |
car estas acciones y si,
al mismo tiempo, tratamos de |
obtener cada vez más la
cooperación de los economistas |
en el orden internacional,
tal vez, con la gracia de Dios, |
en este o aquel país se
hará la transformación sin guerra |
civil por la fuerza de la
no-violencia. Pero esto solamen- |
te es posible con un
esfuerzo enorme en América Latina |
y en nuestros países. Si
no cooperamos, es imposible |
lograrlo. |
19 (39) |
NUEVA CULTURA |
Y CRISTIANISMO. |
La nueva cultura nos está
exigiendo a todos una |
gran reflexión —y hasta
una fuerte imaginación— |
para transformar
estructuras y formas, sin que se |
pierda nada de lo que es
sustantivo. |
Ante la nueva problemática
que la situación |
actual está presentando al
cristianismo, no se pueden |
utilizar soluciones
viejas. Las revoluciones se producen |
precisamente porque no se
han sabido asumir las |
exigencias de las
situaciones nuevas que se presentan |
en la vida de los hombres
y de los pueblos. |
El cristianismo, porque se
funda en la palabra |
de Dios, que tiene una
actualidad permanente, nunca |
puede ser viejo. Pero
tampoco debe parecerlo. Tiene |
la seguridad en sí mismo
para apropiarse todos los |
progresos legítimos sin
que peligre su específica condi- |
ción. Y, como ha
demostrado a través de su historia, |
dos veces milenaria, puede
vivir y encarnarse en todas |
las culturas, en todos los
regímenes políticos y en todas |
las estructuras sociales. |
Cardenal Tarancón |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta de S. Felipe Neri,
1 - Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 103/62 - 3. 2. 79 |
20 (40) |
|