Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 165. FEBRERO. Año 1979
SUMARIO
EL Papa pasa a "la otra orilla" del mundo: ha ido a
América, pero a la América de los pobres. El mun-
do todavía es pobre de muchas pobrezas, porque
no conoce u Cristo. Los hombres han buscado en el gesto
del Papa y en sus palabras lo que pudiera ser como la
primera gran definición de su pontificado. Pero la defini-
ción está ya en el Evangelio: el Papa solamente ha dicho
que, lo definitivo, está por hacer, que es posible hacerlo y
que hay que hacerlo, entre todos.
PROCLAMA SUBVERSIVA
MÉXICO
PUEBLA
EL ORATORIO DE PUEBLA
KIOSCO
YO NO TE PIDO LA  FE
EXIGENCIAS EVANGÉLICAS
EN EL MUNDO LATINOAMERICANO
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PROCLAMA SUBVERSIVA
Voy a cambiaros el revólver chulo
por un bolígrafo de cuentas.
Para que no os engañen nunca
ni los fazendeiros, ni los comerciantes,
ni el ministro de hacienda.
¡Disparad hojas de libros
entre las hojas de la floresta!
¡Bebed, en las noches claras,
la "pinga" de otra Fiesta!
¡Emborrachaos de sabiduría
y de belleza,
sertanejos mozos,
hijos biennacidos
de los legítimos emperadores de América!
Muchachas, garzas torvas,
madres ―niñas apenas―,
que guardáis en las arcas de vuestros ojos indios
todas las lunas de las abuelas:
aprended a lavar niños
y conducir con ritmo vuestras piernas.
¡Hombres heroicos:
exigid la tierra!
¡Mujeres mártires:
exigid la diadema!
¡Viejos desollados por tantos caminos:
exigid la poltrona,
la televisión y la libreta!
Dios se hace Pan de familia
sobre esta mesa.
En Brasilia y en Washington
ni lo saben ni lo esperan.
Pero el sol y la lluvia
sellan
la única Ley de Derechos Humanos
de validez cierta.
Mons. CASAL D'ALIGA,
obispo de Sao Felix (Brasil)
2 (22)
MÉXICO
EN Latinoamérica se sueña con
ir a México, como en Europa
nadie se tiene por culto si no
ha visitado Francia y conocido Pa-
rís. México es como una avanzada
y como un resumen esencial de
todo un continente que "sigue sien-
do un presente que no se decide a
ser historia" como agudamente ex-
presa uno de sus filósofos contem-
poráneos, Leopoldo Zea. Resume
también, mejor que ningún pedazo
de tierra americana, el recuerdo de
la presencia española en el Nuevo
Mundo. México se llamó en efecto,
"Nueva España". Acelerada la de-
cadencia española, en especial des-
de el influjo de Godoy, nefasto para
el solar peninsular y desafortuna-
do para aquellas lejanas tierras, ya
se veía caer del árbol de los domi-
nios hispanos, como fruto que sa-
cudían las tormentas de los tiem-
pos, la independencia de las tierras
americanas. Pero como si todavía
les doliera emanciparse del todo,
llegaron a Cádiz unos delegados
mexicanos para solicitar una que
hoy llamaríamos relación autonó-
mica con la metrópoli, pero ni si-
quiera les hicieron caso los diputa-
dos gaditanos, a pesar de la no tan
lejana experiencia del desgajamien-
to de Portugal. No tardaría mucho
en producirse la total separación.
Pronto se vio, sin embargo, que
no todo se resolvía con la inde-
pendencia frente a los antiguos
conquistadores españoles y la su-
presión de los impuestos virreyes:
injertada una civilización forígena
no totalmente asimilada, y rota
otra originaria congénita e inex-
tinguible aunque mezclada con la
sangre indígena la de los extraños,
América ha seguido siendo una
mezcla de esperanzas y de miste-
rios en una etapa de la Historia
que es todavía joven, pero que se
asienta en lo impenetrable de otra
de vigor y riqueza maltratada, que
no ha podido ser, porque se truncó.
Montalvo pudo escribir: «Si mi
pluma tuviese don de lágrimas, yo
escribiría un libro titulado El Indio
y haría llorar al mundo». Antes
que él, Fray Bartolomé de las Ca-
sas, ya hizo llorar a los que le
pudieron leer. De todos modos,
aunque la voz de los misioneros
tuviese menos fuerza que la de las
espadas y arcabuces, dejó allí la
semilla del Evangelio y, en nuestra
época, Latinoamérica es la gran pro-
mesa de la mayoría católica, como
continente, en nuestro siglo.
Con ocasión de la elección del
papa Wojtyla, y refiriéndonos a
3 (23)
Polonia, en estas mismas páginas
escribíamos que se trataba de un
país comunista, de régimen político
ateo, pero de población casi total-
mente católica, fervientemente ca-
tólica. Es curioso que, a propósito
de México, debamos decir algo
parecido, aunque el temperamento
humano de las gentes sea diferente
en México. El semanario americano
"TIME" lo hacía notar hace pocas
semanas (8.1.78), cuando escribía
a propósito de los dos viajes pro-
yectados por el papa, a México al
final de este mes y a Polonia en
la próxima primavera, que «había
elegido dos países en los cuales la
población era abrumadoramente
católica, pero cuyos gobiernos, por
diferentes causas, eran notoria-
mente anticlericales». En efecto,
la actual legislación mexicana tie-
ne todavía a la Iglesia "fuera de la
Ley", si bien el estado de perse-
cución religiosa de los años veinte,
en tiempos de Calles, se suavizó
posteriormente. En especial des-
pués de la II Guerra Mundial al
paso que se hicieron algunas co-
rrecciones constitucionales de clara
inspiración soviética y se procuro
elevar el nivel cultural del país, en
el que colaboraron varios intelec-
tuales españoles que en México
buscaron refugio huyendo de nues-
tra Guerra Civil.
En la actualidad no es ni mucho
menos, un país sin problemas. Pero
aunque México no tenga represen-
tación diplomática en el Vaticano,
el Papa será bien recibido e, inclu-
so, se ve con simpatía que acuda
allí simplemente como obispo y no
como Jefe de Estado. Sin duda que
no sólo el pueblo, sino los políticos
se sentirán, en general, honrados con
la presencia del Vicario de Cristo.
Es un suceso importante, desde
el punto de vista del Cristianismo,
para la Iglesia de México, para
Latinoamérica y para todo el mun-
do católico. Se demuestra que, de
la sola tolerancia, sin leyes pro-
tectoras especiales, la Iglesia puede
ir adelante con su misión y que el
Papa, al ir a refrendarla con su
presencia, no lleva consigo ningún
poder de este mundo, sino única-
mente el testimonio de la Verdad
y el anuncio del Evangelio.
¿En qué lugar de sobre la tierra jamás, padre, tal governación se vido,
que los hombres racionales no sólo de todo un reyno, pero de diez mil
leguas de tierra, después de estragados por las guerras injustíssimas
que llaman conquistas, les repartiessen entre los mismos crueles ma-
tadores y robadores, tyrannos y predones, como despojos de COSAS
inanimadas y insensibles, o como atojos de ganado, debaxo de cuya
no faraónica sino infernal servidumbre no se ha hecho ni oy ni baze
más caso dellos que de las reses que pesan en la carniceria?
Fray Bartolomé de las Casas,
obispo de Chiapas
4 (24)
Puebla,
III Conferencia Episcopal
Latinoamericana
LA ciudad de Puebla de los
Ángeles no es sólo la capital
del Estado de Puebla, de la
confederación de Estados Unidos
Mexicanos, situada en el gran valle
que lleva el nombre de su Estado,
tercero por su población absoluta
y uno de los más importantes eco-
nómica, cultural y artísticamente,
tanto por los tesoros aztecas que
le son próximos, como por los mo-
numentos que conserva la ciudad
de Puebla, sino porque va a ser
sede de la III Conferencia General
de los Obispos Latinoamericanos.
Ello reviste una relevancia especial
para todo el continente, porque
puede decirse que se encuentra en
una verdadera encrucijada, cuan-
do, a consecuencia del Concilio
Vaticano II se producía un movi-
miento generalizado que encontra-
ba su legitimación en la anterior
Conferencia Episcopal, celebrada
en Medellín, y que tuvo como apor-
tación, además de grandes efectos
en el compromiso práctico y social
frente a la pobreza y marginación
de los más débiles, por los que
tomaba partido un renacer cristia-
no propagado por toda Latinoa-
mérica, la llamada "doctrina de
la liberación", todavía no suficien-
temente reconocida ni desarrolla-
da, a la que el movimiento daba
origen.
«Independientes, pero no libres»,
como diría Esteban Echeverría, los
pueblos americanos necesitarían,
además de la política, la emancipa-
ción mental y la emancipación
económica, cada vez más trabajo-
samente reclamada, debido al do-
minio que ejerce en el continente
el "coloso del norte" y a la tensión
nunca resuelta entre éste, es decir,
los Estados Unidos, y la URSS.
Coincidente con el auge de la
filosofía política llamada de la "se-
guridad nacional" inspiradora de
los regímenes autoritarios y depen-
dientes de fuerzas e intereses inter-
nacionales, se ha producido una
5 (25)
reacción que ha querido penetrar
en la misma Iglesia para conven-
cerla de un regreso a conservadu-
rismos más cómodos y gratificantes,
pero que la separarían del pueblo
sencillo. Por este motivo, en este
momento, todos miran al Papa, co-
mo queriendo tomar la experiencia
de este primer arriesgado viaje a
Puebla para obtener un dato que
defina su actitud frente al devenir
de la Iglesia, no sólo para América,
sino para el mundo bimilenario
que la contempla.
Pero lo cierto es que la presencia
del Papa no es definitoria, sino im-
pulsora: él inaugura, pero no cierra
las discusiones y estudios de la
Conferencia, que representa, posi-
blemente, el test más comprometi-
do como aplicación concreta de las
bases conciliares al mundo conflic-
tivo de hoy y, más concretamente,
de Latinoamérica.
Una vez más el Papa Wojtyla es
valiente y se enfrenta resueltamen-
te con el reto de la realidad que le
presenta probablemente el proble-
ma más vivo que, en orden a
la evangelización y el futuro de
América, tiene la Iglesia en que
vivimos.
Necesitará de las oraciones de
todos para que su gesto y sus pa-
labras sean bien entendidas. Cuan-
do aparezcan a la luz estas líneas
impresas, el Papa habrá regresado
seguramente a Roma mientras la
Conferencia estará finalizando. Y
ojalá nos alegremos de los aciertos
y del bien logrado, y constituya
un verdadero hito. Porque Améri-
ca es la juventud del mundo.
La Iglesia de hoy debería desprenderse de
tantos concordatos y negociaciones en las
que se encuentra metida, para reconquistar
su verdadera libertad, convirtiéndose en una
Iglesia valiente, no solamente para defender
a los pobres y a los oprimidos, sino también
para librar a los hombres de las tinieblas que
los envuelven.
Card. Stefan Wyszynski,
21.9. 1978
6 (26)
El Oratorio
de San Felipe Neri
de Puebla de los Ángeles
NO nos hacía falta cruzar el Atlántico para acompañar o
esperar al Papa en Puebla; hace tres siglos ya que es-
tamos allí, pues en la ciudad de Puebla de los Ángeles
se fundó el primero de los Oratorios, más allá de Europa.
Nuestros hermanos han tenido la dicha de estar cerca de él,
suerte compartida, en la Misa del Pueblo celebrada en el Es-
tadio Azteca de la ciudad de México, con los demás oratorianos
que tenemos allí, y más de 100.000 asistentes colmando a re-
bosar ese gran marco deportivo, resto grandioso de las Olim-
píadas que todavía podemos recordar: solamente que esta vez
el campeón ha sido el Vicario de Cristo y el laurel la victoria
de la fe de un pueblo.
Trescientos años cumplidos: era el 16 de abril de 1671
cuando se procedió, con Bula pontificia, a la erección de la
primera Congregación del Oratorio en América, y que luego
daría origen a otros Oratorios en el mismo país, ocho en total,
y otros allende del país, continente abajo.
No vamos a referir, ni siquiera resumidamente, la historia
del Oratorio de Puebla: encontraríamos en ella épocas esplen-
dorosas y épocas difíciles, y no pocos ejemplos de fe en la
propia vocación, superando incomprensiones de los que redu-
7 (27)
cirían a un común denominador toda la variedad de carismas
con que Dios enriquece a su Iglesia, y venciendo, en los mo-
mentos más difíciles causados especialmente por la agitada
vida política y los vaivenes de la violencia en que ha sido
pródiga la historia de México. Veríamos cómo el Oratorio pu-
do servir de amparo y de lugar iluminador a pobres y a deso-
rientados, y no nos sería difícil hacer la lista de nombres
eminentes en la virtud y en las letras, e insignes en el servicio
a la Iglesia.
Una de las primeras imprentas de México fue la establecida
en la Congregación de Puebla, y tuvo que ver con la historia
del movimiento independentista del siglo pasado.
Mantuvo relaciones de afecto con los padres del extinguido
Oratorio matritense, e incluso dos padres de este Oratorio se
trasladaron al de Puebla para rehacerse de las tristezas que
les causaba el malestar político de España.
Entre los monumentos de la ciudad de Puebla, en tercero
o cuarto lugar, hay que tener en cuenta la iglesia de San Feli-
pe Neri, sin despreciar la llamada iglesia de la "Concordia", en
donde se asentó la original "pía unión" de la que surgió la
Congregación del Oratorio propiamente dicha.
Es curioso también, que tanto en Polonia como en México,
tenemos los oratorianos algunas de nuestras más espléndidas
realizaciones. Y, hay que señalarlo, precisamente en el marco
de situaciones en las que el sentido del sistema político esta-
blecido podría hacer pensar que ha de ser más difícil la radi-
cación y desarrollo de nuestro apostolado. Tal vez sí sea difí-
cil; pero nuestros hermanos nos han dado un ejemplo admi-
rable, y nos consuela profundamente el recuerdo cariñoso y
fraterno que hacemos de ellos en este lugar y con esta oca-
sión de la estancia del Papa en Puebla. Porque Puebla ha sido
Roma, y su Oratorio otra Vallicella, al otro lado del mar.
8 (28)
kiosco
Un papa que conoce el comunismo y el socialismo
Tenemos un papa que, cuando hable de socialismo o de comu-
nismo ―tanto en sentido favorable como desfavorable― puede
aducir razones que no obedecen a criterios estrictamente
doctrinales.
Jordi Bassas a Ribalta,
en AVUI, 7.1.1979
Prohibidos los juguetes bélicos en Suecia
Los niños suecos no podrán jugar a la guerra a partir del
próximo primero de diciembre. Los fabricantes y distribuidores
de juguetes han acordado voluntariamente no sacar al mercado
«juguetes bélicos» a partir de esa fecha, fijada en vísperas
de la próxima Navidad.
El Parlamento sueco, que se ocupó del tema a lo largo del
pasado año, no quiso prohibir la difusión de este tipo de
juguetes, pero aconsejó a los fabricantes restringir su pro-
ducción.
Agencia EFE, 10.1.1979
La Liturgia armenia
Estamos lejos de nuestras fiestas de Navidad y de la Epi-
fanía occidentales, que poco a poco se han humanizado, por
no decir comercializado, y convertido una en fiesta de la in-
fancia y la otra en la de los reyes magos. En la Iglesia armenia
el 6 de enero es a la vez Navidad y Epifanía, una única fiesta
de luz y de gloria. Gloria que envuelve el suceso de la Na-
tividad Luz, con el misterio de la Estrella que aparece a,
los pastores ya los magos y los guía, con sobre todo la gran
luminaria de la transfiguración que envuelve a Cristo en el
momento en que Juan Bautista derrama sobre él el agua. Su-
mergido en el rio, Jesús transforma las olas del Jordán en
aguas vivificantes, en aguas de fiesta. Poderosamente anclada
en la tradición oriental, la liturgia, armenia da de este modo
testimonio de su riqueza y de su esplendor.
Gérard Stéphanesco,
un LE MONDE, 8.1.1979
Lo más importante
En el catolicismo lo más importante no es el avance o el
retroceso, que solamente es fachada y superficie, sino la fe,
la creencia profunda en el Evangelio.
Enrique Miret Magdalena,
in TRIUNFO, 6.1.1974
9 (29)
«Yo no te pido la fe...»
LA FE, acto profundo, asentimiento de la inteligencia
puesta en Dios y sostenida por él, la necesitamos para vivir.
Pero no tomada como el cayado en el que nos apoyamos para
el camino, sino como una claridad añadida a la naturaleza, a
la misma racionalidad humana, para ver mejor la vida, para
entender más profundamente su sentido, para trascender los
simples datos de la inmediatez fugaz, contingente, incompleta.
Newman se atrevía a no pedir la fe, porque tenía la ri-
queza de su efecto: «Yo no te pido la fe ―I require no faith...—
porque he tenido una larga experiencia de tu Providencia
conmigo...»
No la pedía porque ya la superaba, de algún modo, por
el reconocimiento extasiado de su experiencia de creyente a
lo largo de toda la vida, conducido por Dios. La Providencia
es la experiencia del creyente, la experiencia de la compañía
de Dios, de las sacudidas de su gracia, de las claridades de
sus bendiciones, de las purificaciones de su verdad que se
desnuda en lo íntimo del alma, de los encuentros con esta
verdad dulce y exigente a la vez, mientras nos acerca a Dios,
en la vida y en la muerte.
Cuando pensamos en la muerte acudimos inmediatamen-
te a la fe, los que somos creyentes. Pensamos en la muerte
como en el oscurecimiento de todo, como en una noche, como
en el frío de la desolación, y nos asimos a la fe como a la luz
10 (30)
altísima de una estrella, referencia única para la absoluta
pobreza de nuestra soledad definitiva. Pero no estamos solos:
«Estamos yo y mi Creador», decía Newman, absorto. Myself
and my Creator.
La fe culmina en esta contemplación cuando, más que
una luz en lo alto, es un rescoldo en el espíritu cubierto por
la ceniza del tiempo, es una llama envuelta en el cristal del
alma. No puede estar fuera de nosotros porque ha de operar
en nosotros y con ella, a través de ella, debemos ir recono-
ciendo y construyendo, con el efecto de esta presencia de Dios
que nos acompaña en el camino, la parte que nos corresponde
en su reino.
Newman, en la meditación de la cual hemos sacado las
primeras palabras, pide, no la fe, sino la sinceridad para con
Dios —true to Thee—, como única garantía que sella el cora-
zón y la conciencia: con todo el afecto y la voluntad, con toda
la responsabilidad clarividente y generosa.
Newman no temerá la muerte: para el fiel que descubre
la compañía de Dios, la muerte no existe.
Newman relaciona fe, Providencia, vida y muerte. Al fi-
nal de su vida declara su persuasión de que Dios jamás pudo
hacer por él nada mejor de cuanto hizo, a pesar de los dolores
y persecuciones que no le faltaron: «La Providencia me ha
guiado maravillosamente durante toda la vida... Y lo veo pre-
11 (31)
cisamente en esto: que mis penas y disgustos me han venido
de aquellos a quienes he ayudado, y que mis éxitos los debo
a los que se han puesto en contra de mí».
La vida y la muerte, la fe y la confianza, la presencia y
la compañía de Dios, la sinceridad y la convicción y la doci-
lidad activa a sus designios, le fueron transformando la vida
"de las sombras a la claridad", de la fe a esa cuasi visión con-
templativa de Dios, que se dejaba descubrir y casi sentir en la
huella del camino, cogido por él de la mano, llevado del brazo,
en la soledad rumorosa de la vida: «Yo y mi Creador». Y hacia
la Vida.
Todas las semanas en
vida nueva
―Una completa información de la
Iglesia en España y en el mundo
―Un estudio del problema de ma-
yor actualidad
―Una visión cristiana del mundo
político, social, cultural y artístico
vida nueva
Revista semanal de
información general
y religiosa
P.P.C. - E. Jardiel Poncela, 4
Apartado 19.049 - Madrid (16)
12 (32)
documento:
EXIGENCIAS EVANGÉLICAS
EN EL MUNDO
LATINOAMERICANO
REPRODUCIMOS parte del trabajo de Hildegard Goss-Mayr, del Movi-
miento de Reconciliación, que, con cl título que encabeza estas líneas,
fue publicado en "CAHIERS DE LA RÉCONCILIATION" y traducido
al castellano por Rosario Bofill, para el número 171 de la revista "EL CIER-
VO", de Barcelona. Desde una perspectiva cristiana, puede dar una idea de
la situación en Latinoamérica: tema que salta a la inmediata actualidad debido
al viaje del Papa a Puebla, con motivo de la III Conferencia Episcopal Latino-
americana que allí se celebra.
Aunque estos últimos años nuestras Iglesias católicas
y protestantes han avanzado algunos pasos en la cuestión
de la paz, sin embargo hemos de reconocer que quedan
todavía pasos muy importantes que dar para ser capaces
de responder a los distintos problemas de nuestro mundo.
Uno de los problemas es la cuestión, muy compleja y
extremadamente difícil, de los países en vías de desarrollo.
Nuestro trabajo en América Latina, ese continente que
hasta estos últimos años sólo conocíamos muy superfi-
cialmente, ha consistido sobre todo en realizar algunas
experiencias.
La situación
general
Este continente --podemos decir— está ante una revo-
lución, o tal vez ya está en medio de ella: una revolución
necesaria, una transformación indispensable para poder
dar a los millones de hombres que viven en él una vida
verdaderamente digna del hombre y de su igualdad en la
familia humana.
Fuimos por primera vez a América Latina en 1962 y
visitamos la mayor parte de los países del continente. En
13 (33)
todas partes vimos aproximadamente la misma situación,
naturalmente con algunas diferencias según los países,
pero, en general, de Bogotá hasta Buenos Aires o Recife,
el conjunto es poco más o menos el mismo.
Se llega a unos aeropuertos hermosos, se ve un centro
de la ciudad a menudo lujoso, más moderno, más bonito
a veces que en nuestro país y, alrededor de este núcleo
de la ciudad moderna, rica y lujosa, los suburbios que la
rodean, suburbios en los que los hombres viven en chozas,
ya de madera, ya de tierra, ya de paja. Hay seres huma-
nos que comparten diez o veinte una misma pieza, que a
menudo no tienen ni siquiera fuego para hacer su comi-
da; niños enfermos, hambrientos, sin escuelas, que viven
en una miseria que no podemos imaginar en nuestros
países desarrollados. Tal vez en Europa solamente en el
sur de Italia o de España se ve algo de esta miseria, pero
no en tal expansión.
El Nordeste
brasileño
Tomad por ejemplo el "Nordeste" del Brasil, donde
habitar aproximadamente unos veinticinco millones de
brasileños (no se sabe nunca cuántos son exactamente);
de estos veinticinco millones, veintidós viven en la mise-
ria; veintidós millones en una región en la que se puede
plantar, en la que hay agua, en la que hay una tierra
que podría producir frutos. En toda América Latina hay
una diferencia radical entre los privilegiados, que son
una minoría, y la vasta masa de la población, que es
explotada y sufre miseria. Hay múltiples factores; so-
bre todo, un peso histórico que pesa desde el tiempo de
la colonización española y portuguesa. Hay que contar
también, por ejemplo, con el aumento rápido de la po-
blación, la explosión demográfica que ha tenido lugar
estos últimos cincuenta años y que crearía enormes pro-
blemas incluso en una sociedad equilibrada. Existe tam-
bién un problema de reforma agraria en la mayoría de
países de América Latina, en los que persiste todavía la
vieja estructura colonial, feudal, de los grandes terrate-
nientes. En el "Nordeste" del Brasil, por ejemplo, un cen-
tenar de familias como máximo poseen todas las tierras en
las que se planta la caña de azúcar mientras que millares
y millares de hombres que trabajan en las plantaciones no
poseen siquiera la pequeña cabaña en que viven con su
familia. Prácticamente son esclavos del propietario.
14 (34)
Y por otra parte, al lado de esta necesaria reforma
agraria, es preciso industrializar. La industrialización se
ha hecho ya en algunas regiones muy limitadas y debe
ser extendida por todo el continente.
La posición
de los
cristianos
Ante estos y otros hechos, ¿cuál es la posición de los
cristianos, de los que dicen por la fe que todos somos her-
manos? Hemos de confesar, sinceramente, que demasiado
tiempo nuestras Iglesias (y en este caso en primer lugar
la Iglesia católica, ya que en América Latina hay muchos
más católicos que cristianos protestantes) han estado de-
masiado ligadas a fuerzas tradicionales que retienen los
bienes del país, las fuerzas económicas, políticas, milita-
res, etc..., y que con ellos, los privilegiados, han represen-
tado el cristianismo.
Sólo últimamente, en algunos países, hay un despertar
de las conciencias, un principio de cristianismo renovado
en las dos Iglesias, católica y protestante. Este movimiento
lo compone sobre todo la juventud; jóvenes sacerdotes,
jóvenes pastores, jóvenes laicos y también obispos, que se
han ido de estos centros lujosos de las ciudades hacia los
suburbios. Juventud intelectual, sobre todo, estudiantes
nacidos en familias ricas que han corrido a los barrios
en los que sus hermanos viven en la miseria y han dicho:
«Pero ¿qué es esto? ¿Es éste el resultado de una civiliza-
ción que se llama cristiana? Nuestros padres, la gene-
ración adulta que tolera esto ¿tiene derecho a llamarse
cristiana? Entonces nosotros no queremos nada con esta
Iglesia. Nosotros queremos identificarnos con nuestros
hermanos que viven en la miseria y trabajar para ellos».
Y esta primera reacción de los jóvenes es una rebelión
contra este estado de cosas injusto que da privilegio a
una minoría y miseria a la mayoría.
La crítica de la
situación
Y entonces ellos han buscado a ver si había otras
personas que pensaran como ellos, tal vez sacerdotes o
pastores que se plantearan el mismo problema. Y esta
crítica, a menudo amarga, ha creado un abismo, una
división, entre los adultos y los jóvenes en las familias. A
veces estas críticas se han quedado sólo en críticas; algu-
nos se han contentado con criticar, pero otros han ido
más lejos y se han puesto al servicio de los que sufren.
Así, por todas partes, en América Latina han empezado
15 (35)
movimientos destinados a transformar la situación. Son
movimientos muy distintos en el modo de expresarse. El
más conocido es el movimiento de educación de adultos
analfabetos en los suburbios y en el campo: no consiste
sólo en enseñar a leer y escribir, sino en dar de esta ma-
nera a un hombre que sabe leer la oportunidad de tener
un trabajo mejor. Si un hombre sabe leer puede infor-
marse, no queda separado del desarrollo del país, de
todas las posibilidades que existen, no es ya esclavo de
una tradición en la que ha nacido. Todavía da más esta
educación; quiere dar a todo hombre la posibilidad de
realizarse, hacerse consciente, responsable, capaz de lu-
char por la justicia allí donde viva, ya sea en el campo,
ya en los suburbios: así, al hacerlo consciente, esta edu-
cación capacita al hombre para defenderse.
La necesaria
transformación
Otros movimientos son más políticos, tienden a pre-
parar golpes de estado, a derribar los gobiernos, a crear
gobiernos socialistas. Otros están más directamente orien-
tados hacia lo social.
De esta manera en los últimos años se han formado
movimientos que preparan y que han empezado ya esta
transformación necesaria.
¿Qué hemos dado nosotros? ¿Qué nos ha dado el
Evangelio para dar una inspiración a estas transforma-
ciones que serán siempre necesarias en nuestra historia
humana, porque no es estática, sino que avanza? Hay
siempre nuevas capas de la población a las que hay que
hacer justicia, que han sido suprimidas, que han sido
explotadas, y por las cuales hay que luchar.
Nuestros amigos, cristianos avanzados de este conti-
nente, saben que ser cristiano quiere decir estar compro-
metido en medio de los que luchar en esta transforma-
ción: «No podemos ser cristianos si no estamos a su lado,
para nosotros esto es muy claro», dicen.
Camilo Torres
Otra cosa es menos clara, nuestra contribución a estas
transformaciones. ¿Cuáles son los medios que hemos de
aplicar ante estos problemas? Todos habéis oído hablar
de un joven sacerdote colombiano: Camilo Torres, cape-
llán de estudiantes en Bogotá, verdadero líder de esos
jóvenes despiertos, avanzados. Conocimos a Camilo To-
16 (36)
rres como hemos conocido pocos cristianos en América
Latina. Por un lado era líder inspirador de los intelectua-
les, y por otro amaba al pueblo; conocía el sufrimiento,
estaba cerca de los que sufrían, vio de cerca la miseria,
niños muertos en los brazos de sus madres, que él conocía,
que él quería, y todo esto le conmovió de tal modo que
dijo: hay que actuar. Recuerdo una noche que pasamos
discutiendo con Camilo Torres. Discutiendo, sobre todo,
los medios de comprometerse contra esas injusticias, y
Camilo Torres nos dijo: «Mirad, procedo de una de las
familias privilegiadas de nuestro país. He sentido su
fariseísmo, pecado del cual ni se dan cuenta: es una tra-
dición. Con vosotros he comprendido que lo que yo he
vivido no es del todo cristiano, porque no he amado a
los enemigos Y si queremos realizar esta revolución, esta
transformación, por medios cristianos, debemos ver clara-
mente las injusticias que existen, pero debemos tener este
amor a los enemigos para ser tan fuertes que podamos
atacar su conciencia y transformar su pensamiento. Si los
condenamos, el abismo entre ellos y nosotros será cada
vez más grande y un día no encontraremos otro medio que
tomar cada uno, ellos y nosotros, las armas que están a
nuestra disposición para matarnos unos a otros y ver quién
será el más fuerte».
"Venid con
nosotros..."
Camilo Torres nos pidió: «Venid a trabajar con noso-
tros. Nadie nos ha enseñado la fuerza de la no-violencia,
de la justicia, del amor cristiano como un medio concreto
de compromiso». Estábamos en plena gira, no pudimos
quedarnos mucho tiempo en Bogotá, y Camilo continuo
Luchando. Pero no había comprendido bastante, no tuvo
suficientes compañeros a su lado que le sostuvieran y cada
vez más, en su aislamiento, se sintió atraído por las gue-
rrillas a las que se unió al fin, hasta que fue muerto
por la fuerza armada de Colombia. No olvidemos que
Camilo Torres es un héroe y es un ejemplo para una
gran mayoría de los que hoy luchan por la justicia en
América Latina.
Los medios
no-violentos
¿Cómo estar con ellos y ofrecerles, además de lo que
ya han descubierto, los medios no violentos que existen?
Si planteamos esta pregunta, tenemos que ser una vez más
humildes y sinceros, y decir que la no-violencia, la acción
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no-violenta, hasta el presente sólo se ha experimentado
ante problemas bien delimitados. Incluso el problema del
racismo en Estados Unidos ha sido un problema circuns-
crito, delimitado. Pero nos encontramos ante la necesidad
de transformar todo un continente en múltiples aspectos;
aspecto social, económico, de educación, moral.
Las dificultades
de raíz
Nuestros amigos nos dicen: No podemos hacer nada
si vosotros en Europa, en Estados Unidos, no lucháis con
nosotros. ¿Por qué?
1. ° Porque nosotros, los países ricos, explotamos eco-
nómicamente a los países en vías de desarrollo, acaparan-
do todos los mercados mundiales. Desde 1952, los precios
de las materias primas (y esto es lo que principalmente
exportan los países en vías de desarrollo: cobre, hierro,
petróleo, etc...), de todas estas primeras materias que nos-
otros importamos, que nosotros compramos, disminuyen,
mientras que nuestros productos industriales, como muy
bien sabemos, no han cesado de aumentar en precio. ¿Có-
mo puede equilibrarse una economía que se basa fun-
damentalmente en la exportación de materias primas?
Imposible.
2. ° Es necesario que nuestros países hagan inversiones
de capitales en estos países en vías de desarrollo. Ellos no
tienen suficientes capitales para desarrollar su industria y
su país. Pero en general invertimos de tal modo que son
nuestras fábricas las que establecemos en estos países y so-
mos nosotros los que sacamos los beneficios. Es decir, agra-
vamos la miseria de estos países y encima les robamos.
3.° Los amigos que se llaman revolucionarios en Amé-
rica Latina, nos dicen: Mientras que el pueblo, es decir, los
que sufren, no tenga una fuerza, no tenga armas, no podrá
defenderse, y yo creo que es evidente: si uno no tiene fuer-
za no puede defenderse. Entonces unos creen que hay que
esforzarse para obtener armas. Y poco a poco conseguirán
estas armas para defenderse, tal vez serán precisos diez o
quince años, pero las tendrán de algún punto del mundo y
sabemos que es lo que esto dará. Será un poco como el Viet-
nam hoy, pero en un campo mucho más amplio y sabemos
que las grandes potencias del mundo están interesadas en
que América Latina quede bajo su esfera de influencia.
¡Será una guerra internacional de terrible destrucción!
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No hay que
esperar a la
fatal violencia
Entonces hemos examinado juntos la manera de dar
al pueblo, a los pobres, y tenemos que repetirlo aquí que
el Evangelio es el arma de los pobres, un medio de defen-
derse. ¡No hay que esperar diez años hasta que reciban
ametralladoras! En cada uno de estos hombres explotados
hay una fuerza que le es propia, porque son hombres y,
además, porque son hijos de Dios. Pero ¿cómo materiali-
zar esta fuerza, cómo hacerla conocer? Este año hemos
organizado en Montevideo una reunión continental de
toda América Latina para reunir a los dirigentes de los
que trabajan para esta transformación y hemos planteado
esta cuestión a los trece países representados: ¿Qué es lo
que debe aportar el cristiano a la revolución de América
Latina? Y, con la ayuda de nuestros amigos que están ya
en medio de la lucha, nos hemos situado ante los proble-
mas reales del continente. Hemos tratado de ver cómo
preparar los líderes no violentos en esta lucha. No es fácil.
Todo era nuevo para ellos y para nosotros. Pero hemos
visto que el primer paso era la formación de estos líderes
y estamos en camino de desarrollar esta formación en los
distintos países del continente; hemos comprobado además
que podemos ya considerar proyectos locales muy con-
cretos. Hay que tener una visión de conjunto de lo que
hay que transformar, una visión de conjunto de la nue-
va sociedad que se ha de construir y que dará justicia,
hay al mismo tiempo que dar pasos cotidianos, pasos
locales. En este aspecto se han dado ya ejemplos muy
valiosos.
Todo exige
un esfuerzo enorme
de bien
En el curso de nuestra estancia en Latinoamérica pu-
dimos ayudar a nuestros amigos de estos movimientos y
realizar ejemplos muy concretos de transformación de tal
o cual injusticia local o nacional. Si se llegan a multipli-
car estas acciones y si, al mismo tiempo, tratamos de
obtener cada vez más la cooperación de los economistas
en el orden internacional, tal vez, con la gracia de Dios,
en este o aquel país se hará la transformación sin guerra
civil por la fuerza de la no-violencia. Pero esto solamen-
te es posible con un esfuerzo enorme en América Latina
y en nuestros países. Si no cooperamos, es imposible
lograrlo.
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NUEVA CULTURA
Y CRISTIANISMO.
La nueva cultura nos está exigiendo a todos una
gran reflexión —y hasta una fuerte imaginación—
para transformar estructuras y formas, sin que se
pierda nada de lo que es sustantivo.
Ante la nueva problemática que la situación
actual está presentando al cristianismo, no se pueden
utilizar soluciones viejas. Las revoluciones se producen
precisamente porque no se han sabido asumir las
exigencias de las situaciones nuevas que se presentan
en la vida de los hombres y de los pueblos.
El cristianismo, porque se funda en la palabra
de Dios, que tiene una actualidad permanente, nunca
puede ser viejo. Pero tampoco debe parecerlo. Tiene
la seguridad en sí mismo para apropiarse todos los
progresos legítimos sin que peligre su específica condi-
ción. Y, como ha demostrado a través de su historia,
dos veces milenaria, puede vivir y encarnarse en todas
las culturas, en todos los regímenes políticos y en todas
las estructuras sociales.
Cardenal Tarancón
LAUS
Director: Ramón Mas Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio
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