Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 186. MAYO. Año 1981
SUMARIO
«UN ANIVERSARIO MÁS»
EL ACTA DECÍA:
EL TEMPLO POR HACER
EL ALTAR
LA VIRGEN DEL ORATORIO
1 (81)
«Un aniversario más»
Estas palabras las poníamos entre las primeras
que encabezaban un número de "LAUS" de hace
ahora tres años, en el que se rememoraba la co-
locación de la primera piedra de nuestra iglesia
y el proceso de las obras hasta su terminación.
Decíamos «un aniversario más» y, en realidad,
sabíamos que era un aniversario diferente por-
que, en aquel año de 1978, y también en la fiesta
de N. P.S. Felipe Neri, se cumplía el XXV aniver-
sario de la fundación canónica de nuestra Con-
gregación del Oratorio de Albacete, por la Santa
Sede. Creíamos, sin embargo, que nuestra cele-
bración debía de ser como la de todos los años.
Abiertos a todos, y teniendo cerca a los más
amigos, festejábamos a nuestro Santo Padre y
dábamos gracias a Dios. La verdadera fiesta
siempre es la del corazón, y la alabanza mejor
para Dios.
Pero aquel número de "LAUS" se agotó ―fue
lo único extraordinario de nuestras bodas de pla-
ta, sin haberlas mencionado...-― y ésta es la
razón de que ahora lo reproduzcamos, casi lite-
ralmente, porque más amigos nos han pedido el
recuerdo documental y gráfico que contenía. Y
lo ofrecemos de nuevo a todos los que nos quie-
ren bien, con la misma sencillez y modestia de
entonces y de siempre, para que nos ayuden
por todo, una vez más, a alabar y dar gracias a
Dios.
2 (82)
{Fotografía}:
A la orilla de la ciudad, cobijada casi entre pinos, podía verse, hasta hace poco,
desde la altura, esta panorámica de la iglesia del Oratorio de Albacete, con la ciudad
al fondo. La voracidad edificatoria que transforma la ciudad y, sorprendentemente,
también esta zona, ya no permitiría igual visión en nuestros días.
Esta iglesia fue diseñada y calculada por los arquitectos Don Adolfo Gil Alcañiz
y Don Antonio Escario González, en un esfuerzo de fidelidad al entorno, y concebida
para lo que debía ser, urbanísticamente, este lugar, aunque fue preciso sacrificar,
para ello, lo económico a lo funcional y estético, con el fin de evitar la desarmonía
que hubiera causado un exceso de altura en contraste con la inmediatez del Parque.
3 (83)
{Fotografías}:
[página con fotos]
4 (64)
{Fotografía}:
Era el día
26 de mayo de
1963: el primer
Obispo de Al-
bacete, Padre
Arturo Tabera
y Araoz, vino
a bendecir y
colocar la primera piedra de la iglesia. En las tres fotos aparecen: el momento
n que se reviste en el interior de la primera capilla del Oratorio, inaugurada
diez años antes, día por día; el principio de la ceremonia de bendición, en el
solar que va a ser emplazada la iglesia, y muchos de los amigos que nos acom-
pañaron en aquel día; en la foto de esta página, el señor Obispo que firma el
acta a punto de ser colocada en el cofre que la ha de contener y guardar en los
cimientos.
5 (85)
{Fotografía}:
Depositada el meta en el
cofre y éste en la hendi-
dura de la piedra que
como semilla de pared,
iniciaba la cimentación,
el señor Obispo echa ce-
mento y le siguen, gozo-
samente muchos de los
asistentes.
EL ACTA DECÍA:
En el nombre de Dios. Amén.
En el año del Señor MCMLXIII, y en el día veintiséis de mayo, Festi-
vidad de San Felipe Neri, cuando se cumplía el décimo aniversario de la
erección canónica, por la Santa Sede, de esta Congregación del Oratorio
de San Felipe Neri, de Albacete, y ocupaba la Silla de Pedro el Papa Juan
XXIII, en pleno Concilio Ecuménico Vaticano II; y era Pastor de esta
joven Diócesis de Albacete, su primer Obispo, el Excmo. y Revmo. Padre
Arturo Tabera Araoz, C.M.F.: el mismo Sr. Obispo, bendecía y colocaba la
primera piedra de la iglesia de la Congregación del Oratorio albacetense,
que se edificaba en alabanza de Dios, en obsequio de la Bienaventurada
Virgen María y de Nuestro Padre S. Felipe Neri, y para bien de las almas.
Junto con el acta presente, se encontraban en el cofre dispuesto en
la cavidad de la primera piedra, como documentación fehaciente de la
6 (86)
época, un ejemplar de L'Osservatore Romano del día 23 de los corrientes,
el del día 24, de La Voz de Albacete, con otros impresos relativos al
Oratorio, y el último ejemplar de Laus; también algunas monedas de
curso legal en España, Ciudad del Vaticano, Alemania, Argentina, Austria,
Bélgica, Canadá, Checoslovaquia, Chile, Cuba, Estados Unidos de América,
Francia, Grecia, Holanda, Inglaterra, Irlanda, Israel, Italia, Laos (Indochina),
Marruecos, México, Mónaco, Persia, Polonia, Portugal, Rumanía, Rusia,
Siria, Suecia, Suiza, Túnez, Turquía y Venezuela, y se pretendía dar, en
la reunida variedad de países, razas y continentes por ellas representados,
una expresión simbólica de la actual aspiración de la Humanidad, anhe-
lante de paz y de unión, que deseábamos fuese bajo la mirada de Dios,
Padre de todos los hombres.
Se depositaban, además, medallas de la Santísima Virgen María, de
San Felipe Neri y una de los Apóstoles San Pedro y San Pablo con la
efigie, en el reverso, del Pontífice felizmente reinante, y un poco de tierra
de las Catacumbas de San Sebastián, de Roma, recogida en el lugar donde,
hace cuatro siglos, San Felipe recibió el Espíritu Santo.
{Fotografía}:
No sólo las personas
mayores, autoridades,
albañiles, amigos...
También los más jóve-
nes y los monaguillos.
7 (87)
En fe de lo cual, junto con el Señor Obispo oficiante, firman algunos
de los presentes, y se sella con el propio de esta Congregación, para
conocimiento de los venideros.
Y siguen las firmas y el sello que dice:
CONGREGATIO ORATORII SANTI
PHILIPPI NERII. ALBASETI.
{Fotografía}:
Todavía
en los
cimientos,
y en el
pleno sol
del verano
de 1967.
{Fotografía}:
Pero las pa-
redes empe-
zaban a dar
forma hasta
la altura de
los pinos.
8 (88)
{Fotografía}:
La pared frontal y los pinos
desafiaban la sombra y la luz.
{Fotografía}:
Las
cerchas,
de
amplísima
luz:
veinticinco
metros,
de
punta
punta,
la
mayor.
9 (89)
{Fotografía}:
Se veía la forma
{Fotografía}:
Y
llegaría
a ser
10 (90)
{Fotografía}:
También
la casa
se había
remodelado.
{Fotografía}:
Pero era, sobre todo, la iglesia,
junto a los pinos todavía no
abatidos, que había cambiado
el aspecto del lugar.
11 (91)
EL TEMPLO
POR HACER
{Fotografía}:
NADA importante puede hacerse sin que
antes haya sido concebido como un ideal
a realizar. Para nosotros, esta iglesia, fue
un ideal, y lo sembramos, como todos los
ideales se siembran, en el campo de la
esperanza. Ahora lo contemplamos, sensiblemente
cristalizado en una realidad y el corazón reposa en
la visión, aunque la dialéctica vital imponga seguir
caminando. Todos los hombres lo sabemos: nunca,
nada, mientras vivamos, está acabado, en nosotros y
lo que hacemos nosotros: todo es semilla de futuro.
Se hizo esta iglesia —"hicimos" esta iglesia…―,
sin proponernos un término, a sabiendas de que no
podía ser la meta de ninguna tarea acabada, sino,
únicamente, etapa en los caminos de la Providencia,
para más cosas.
Tiempos difíciles ―"el tiempo" siempre es difícil,
porque es lo primero que ha de vencer el hombre
los de entonces y también los de ahora, un templo
es todavía necesario, sin que para ello queramos, ni podamos,
desde una visión cristiana ―libre y universal― absolutizar el
lugar "sagrado" como se hiciera en culturas pretéritas; a sa-
biendas, sin embargo, de que llegará la hora en que todos los
hombres, en todas partes, reconocerán que la tierra entera y el
cielo son el templo de Dios, superando para siempre cualquier
idea de precisa aseptización de ninguna parcela espacial para
facilitar el contacto con Dios y el encuentro fraternal entre
todos los que le llamamos "Padre".
12 (92)
Pero hasta que llegue este momento, nos conviene tener
lugares en los que podamos sacramentalizar el encuentro con
el Señor, y repetir y comentar y meditar su Palabra, y cele-
brar la liturgia, en beneficio de la fe de los creyentes y sin
invadir ni molestar el ámbito y los intereses profanos, cuya
autonomía es preciso reconocer para exigir que sea respetada,
del mismo modo, la nuestra.
El mundo se transforma y debate en la urgencia por supe-
rar la pugna entre necesidad de comunicación espiritual y el
taimado egoísmo de los hombres: cerca de Dios y cerca unos de
otros, los fieles, podemos ir al mundo y cambiarlo. Hacer del
mundo un templo, es otra tarea, es el ideal cristiano, que sigue
inacabado, pero sembrado ya en el campo de la esperanza.
13 (93)
{Fotografías}:
El interior de la iglesia: dos aspectos.
14 (94)
El altar
{Fotografía}: El altar.
SAN PABLO llama al altar "me-
sa del Señor". En el Cenáculo,
el Señor instituyó la Eucaris-
tía en la mesa. Por eso, aun cuando
el paso del tiempo vaya modifican-
do su origen, siempre, el altar cris-
tiano, tendrá la forma de mesa.
Pero he aquí que pronto el altar se
convirtió en mesa sepulcral, cuan-
do los cristianos comenzaron a ce-
lebrar el Santo Sacrificio sobre la
tumba de los mártires. Y tan pro-
fundamente arraigó en la concien-
cia cristiana la idea de unir en un
mismo sacrificio el de Cristo y el de
sus mártires, o sea, de sus santos,
de su cuerpo místico, que llegó a
establecerse regularmente la cele-
bración de la Santa Misa o sobre los
sepulcros de los mártires o sobre
sus reliquias. Así, la mesa sacrifi-
cadora llegó a ser mesa sepulcral,
trocándose en piedra.
San Juan, en el Apocalipsis, con-
templa debajo del Altar de Dios,
en el cielo, las almas de los santifi-
cados, a propósito de lo cual san
Agustín establece una relación en-
tre las almas de los santos y el Cuer-
po de Cristo, que se encuentra en
15 (95)
el Altar, y san Pedro Damián dice:
«El unir en los altares las reliquias
de los mártires al Cuerpo del Señor,
significa el cuerpo de la santa Igle-
sia unido a su Redentor; así en el
Altar se encuentran el Esposo con
la Esposa».
Por esta razón, y para cumplir
con lo preceptuado en el rito de
la consagración del Altar, el señor
obispo colocó reliquias de los san-
tos mártires a las que se añadieron
otras, en realidad no necesarias
para la validez del rito, pero sí con
intencionado significado.
De todos modos, cada una de
las reliquias depositadas en la con-
sagración de nuestro altar, está car-
gada de significación espiritual, que
alguna vez tendremos que comen-
tar más detalladamente. Por ahora
bástenos enumerar las reliquias,
con sólo una breve consideración
para cada una.
En primer lugar, se depositó una
reliquia de Santiago Apóstol. No
podemos ocultar nuestro gozo y
nuestro agradecimiento al poder
tener en el sepulcro de nuestro
altar, a este testigo, amigo y Após-
tol del Señor, simbolizado en la
presencia de su reliquia. El pa-
tronazgo que se le reconoce sobre
España (aunque por motivos que
no es oportuno aducir aquí, nos
parecería mejor fundado el de san
Pablo), también nos le acerca más.
Y no digamos por su juventud,
por su impetuosidad, mezclada de
imprudencia y generosidades, que
la gracia de Dios iría purificando,
santificando...
Otra reliquia es del mártir san
Sebastián. Un 'hombre, joven tam-
16 (96)
bién cuya figura está en todas las
mentes que recuerdan la narración
famosa de Wiseman, Fabiola. La
Providencia ha querido que, en
esta "última piedra" ―el Altar― se
completara una relación iniciada
al colocar la primera, cuando junto
a la misma depositábamos, hace
cuatro años, un poco de tierra de
las Catacumbas romanas de San
Sebastián, del mismo lugar donde
san Felipe Neri, en su juventud,
recibiera sensiblemente el Espíritu
Santo.
La tercera reliquia es de una
Santa virgen y mártir, santa Victo-
ria. Ella representa a las mujeres
santas; es la Marta y María junto a
Cristo, con la gracia de su juventud,
con el perfume de su pureza, con
la generosidad y el sacrificio de su
martirio.
Y siguen luego dos reliquias
intencionadas, colocadas como un
complemento simbólico; la primera
es la de nuestro Padre san Felipe
Neri, bajo cuya advocación hemos
dedicado el Templo que acabamos
de inaugurar. De esta manera, a
sus hijos, cada vez que subamos
al Altar para la celebración de
la Santa Misa, nos parecerá estar
más cerca de aquel sepulcro de
nuestra iglesia romana, donde se
guarda su cuerpo entero, sobre el
cual hemos ofrecido otras veces,
el Santo Sacrificio, y ante el cual
hemos vertido las súplicas más
grandes de nuestra vida, también
por Albacete y por nuestra labor
de oratorianos aquí.
La segunda de estas reliquias
complementarias, es de un santo
barcelonés, san José Oriol, del que
nos puede bastar recordar, por
ahora, que fue un sacerdote secu-
lar muy amigo de los Padres del
Oratorio de Barcelona, cuyo amor
y fidelidad evitó la extinción de
aquella casa, al poco de ser fundada,
en una época en que el Señor quiso
probarla con dolores y persecu-
ciones tan graves hasta llegar al
encarcelamiento de su benemérito
fundador y primer Prepósito, el
Padre Oleguer Montserrat, de santa
recordación. Por esta razón san José
Oriol ha sido siempre considerado,
entre los oratorianos, como un
símbolo de la fraternidad con el
sacerdocio diocesano.
17 (97)
La rica significación y sublime
ejemplaridad de estas cinco reli-
quias nos revelan que no hacen
falta otros "santos" a nuestra igle-
sia... La "Piedra", el Altar, signifi-
ca a Cristo, y ellos, escondidos en
la Piedra, "escondidos en Cristo",
como diría san Pablo, representan
al Cristo total, al cual todos rode-
amos y hacia el cual ―también
con frase paulina― todos aspira-
mos, y del cual estamos tan cerca,
sobre todo si además de sernos
símbolo, es Mesa del Señor que nos
alimenta, al comer el Sacrificio
que allí se inmola, y al que pode-
mos unir la continua ofrenda de
nuestra vida.
{Fotografía}: El sagrario.
LAUS
se reparte gratuitamente a todos los
amigos del Oratorio que lo solicitan.
Envíennos su dirección a Apartado 182 - Albacete
18 (98)
{Fotografía}:
Un simbólico y estilizado
haz de espigas, que se
elevan al cielo, mientras
una se convierte en cruz:
pan de los campos que
nace en esta tierra, y que
se hace Eucaristía.
{Fotografía}:
Entrada
a la sala
del
Oratorio
19 (99)
La Virgen
del
Oratorio
A la Virgen María, Madre del
A Señor, no le hemos construi-
do ningún altar, porque el
altar sólo es para Dios, y a ella, hu-
mildísima, no le gustaría suplantar
a nadie, y menos a Dios. Amar
con justicia nos parece que es amar
con el mejor amor.
Con el mejor amor hemos queri-
do honrarla, y este amor nos ha
inspirado ponerla precisamente en
el portal de la casa de Dios, como
invitándonos a entrar, angélica y
maternal, mientras parece que nos
vuelve a decir: «Haced lo que él os
diga», como en las bodas de Caná.
Cuando salimos, al bajar los pelda-
ños, ella nos da su sonrisa blanca,
casi de niña, como si fuese a bajar
de entre las flores, y tender las
manos para coger las nuestras y
seguir con nosotros el camino que
nos aguarda, hecho río de almas
que avanzan aguirnaldadas como
las olas de la vida, hacia Dios.
Hemos querido una imagen de
la Virgen que se vea desde la calle,
porque nuestra ciudad no tenía
ninguna así. Y hemos querido que
sea hermosa, esbelta, erguida como
una flor de piedra, que encarne la
plasticidad que conviene al conjun-
to de esta casa de Dios, al ambiente
que la envuelve, al tiempo que
vivimos, al buen gusto que no deja
envejecer la nobleza del cincel que
lucha por hacer inmarcesible la
belleza, para que sea perdurable
testimonio de la veneración que le
profesamos nosotros ahora y para
que pueda servir igualmente a los
que pasen después de nosotros,
camino adelante de la vida.
Estamos convencidos de que ve-
nerar a la Virgen, es agradar a Dios,
porque es su Madre, es honrar a
la Iglesia, porque es su figura, es
predicar el Evangelio, porque es la
primera cristiana, y hasta es exaltar
a la mujer porque ella representa,
bendita entre todas, la forma más
elevada, más limpia y más generosa
de gracia y de feminidad.
Y nos gusta hacerlo aquí en el
Parque, en este lado de la ciudad,
donde siempre es primavera, para
20 (100)
poner su imagen frente a la asam-
blea extasiada y muda de los pinos,
levemente cimbreados por el aplau-
so del viento, mientras el agua, las
flores y los pájaros cosen y pintan
y cantan, entre el verde, sobre el
verde perenne y altísimo de los
árboles.
Más allá están los hombres, que
vienen o pasan, y miran.
Los primeros que vienen son los
niños, esos que las madres sueltan
a la calle porque les estorban o les
distraen mientras oyen el serial o
les ensucian el piso... y otros. Niños
revoltosos y destrozones, como ma-
nadas de gorriones, groserillos, mal
educados aunque sean de casa
"bien", crueles con los árboles y
con las flores... aunque a veces
roban las del Parque y las traen y
ponen, desordenadamente, sobre la
repisa del jardincillo de nuestra
Virgen, que les amansa la furia
infantil y les cambia el rostro de
fierecillas descontroladas, en clari-
dad de ángel con cara sucia de ojos
puros. La Virgen también fue niña
y jugó con niños; aunque sus pa-
dres cuidaron mejor de ella.
Y pasan o vienen los novios,
cogidos del brazo, más respetuosos
cuando la miran... (la Virgen fue
también novia). Ella será espejo de
amor no empañado y fuente limpia
de felicidad para todos los novicios
del verdadero amor. ¡Que pasen,
que pasen todos los jóvenes, ellos y
ellas, y la miren y la puedan mirar
siempre, y se acerquen a recoger
la caricia de luz que reparten sus
manos!
La Virgen fue, además, esposa, y
comprende a los casados: sufrió,
21 (101)
amó, ayudó hasta el fin delicada-
mente, generosamente. Tiene cara
de niña, pero nos mira desde la
cima del mejor amor.
Fue madre. Y hubo de crecerle
el corazón para serlo bien: primero
para comprender a su Hijo, luego
para compartir su obra, enteramen-
te, devolviendo todo lo que había
recibido. Amó tan bien al Hijo que
se le hizo el corazón grande como
el mundo, hasta poder amar a todos
los que iban a creer en él.
Y cuando pasen junto a ella las
almas vírgenes, pensarán que ella
es la hermana mayor, del más gran-
de amor, cuando se hace divino y
universal, cuando se centra en su
Hijo y en la obra de su Hijo, la
Iglesia, y por eso más fecundo.
Y todos los que pasen: los tristes,
los que son felices, los pobres de
corazón, los que sufren, los que
buscan, los que esperan, los que
aman o que quieren amar, los que
luchan y se cansan... Que vean en
la Virgen a la que se olvidó de sí
misma y se entregó del todo a los
planes de Dios. Ahora este plan,
para nosotros, está en nuestro tiem-
po y en nuestro mundo: hagamos
en el mundo lo que Cristo nos
dice, lo que el Evangelio nos repite
cada día, como la figura de la
Virgen nos recuerda; pero hagá-
moslo como ella lo hizo.
Seríamos felices, tendríamos paz,
más paz en el corazón, y podríamos
llevar a los otros el tesoro de esta
paz.
{Fotografía}:
22 (102)
{Fotografías}:
El ideal del Oratorio es, por
encima de todo, poder lla-
marse "casa de oración", sin
descuidar el esfuerzo por fo-
mentar la civilidad, por esti-
mular la cultura, y hacer por
hermanar la sencillez con el
arte y la amistad con el tra-
bajo por el Reino de Dios.
23 (103)
MARTES, DÍA 26 DE MAYO,
LA IGLESIA UNIVERSAL CELEBRA
LA FIESTA DE
NUESTRO SANTO PADRE
FELIPE NERI
FUNDADOR DEL ORATORIO
DAREMOS ESPECIALMENTE GRACIAS A DIOS EN LA
MISA DE LAS 8 DE LA TARDE, A LA QUE INVITAMOS
A TODOS LOS AMIGOS, COMO ASIMISMO AL EN-
CUENTRO QUE, AL FINALIZAR, SE CELEBRARÁ EN LA
SALA DEL ORATORIO, CON BREVES PALABRAS CON-
MEMORATIVAS POR EL PADRE PREPOSITO.
LAUS
Director: Ramón Mas Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio
Placeta de S. Felipe Neri, 1 - Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 103/62 - 30. 4. 81
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