Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 206. OCTUBRE. Año
1983 |
SUMARIO |
EDUCAR no sólo es hacer el
bien a los más jóvenes, |
sino hacérnoslo a nosotros
mismos, aunque de nos- |
otros nos olvidáramos. Y
es, también, perpetuarnos |
en los demás, aunque luego
nos olviden. Educar es |
hermoso porque es más que
vivir la sola propia vida, pues |
depende de lo que seamos y
sepamos ayudar a ser a los |
demás y en los demás, y
los demás en nosotros. Comienza |
el curso: niños, jóvenes,
familias, escuelas, libros, catecis- |
mos...; todo para que la
verdad del hombre, del mundo, de |
Dios, entre en la dinámica
de la vida y para que la vida |
sea una verdad. |
FRATERNIDAD |
PARA SER Y AYUDAR A SER |
INTUICIÓN EDUCATIVA DE S.
FELIPE NERI |
FE, NATURALEZA Y EDUCACIÓN |
EL PADRE OGGÈ |
DE «DIÁLOGOS» ENTRE
ESTUDIANTES |
LA EDUCACIÓN FAMILIAR |
1 (121) |
Ecos de la Palabra: |
FRATERNIDAD, |
SALMO 65 |
Dios de fraternidad
universal, |
¿quién no se siente
arrebatado de entusiasmo |
ante la certidumbre de tu
obra liberadora |
que supera y hace inútiles
todos los sistemas |
basados en el principio
del más fuerte? |
Feliz el pueblo que, a la
hora de la crisis, |
confió más en ti que en
los programas |
de restauración
económica... |
Por ti se oyen gritos de
júbilo |
en los sectores más
míseros de nuestro planeta: |
ya no se llamará nación
culta |
a la que despliega mejores
medios de influencia, |
ni se llamará pueblo
desarrollado |
al que posee técnicas más
poderosas de producción. |
El desarrollo y la cultura
estarán contenidos |
en la sabiduría de admirar
y de compartir. |
La admiración nos llevará
a respetar y a comulgar |
los valores de otras
culturas distintas a la nuestra. |
La admiración nos volverá
a enseñar a hacer del espacio natural |
una casa habitable para el
hombre... |
Jamás se volverá a oír
hablar de escasez o de hambre; |
jamás se volverá a creer
en la necesidad de la guerra; |
jamás un país se impondrá
por la fuerza a otro país |
ni un hombre por la
astucia a otro hombre, ¡jamás! |
Antonio López Baeza |
2 (122) |
Para ser |
y ayudar a ser |
LLEGAR A ser no consiste
en sen- |
tirse satisfecho tras lo
vano del |
ascenso o el aplauso
alcanza- |
do, ni en la seguridad de
la ins- |
talación mantenida y
reconoci- |
da. Para los hombres, ser
es desa- |
rrollar las virtualidades
con que Dios |
ha dado origen a cada uno
de noso- |
tros. Esas virtualidades,
como el res- |
to de la obra de Dios,
permanecen |
constantemente abiertas
(lo que no |
entiende el perezoso y el
vanidoso) |
para ulteriores
desarrollos y perfec- |
cionamientos, a pesar de
las eviden- |
tes limitaciones de
fuerzas y de tiem- |
po propias de la condición
humana. |
Ello es la razón de por
qué ha de ser |
cada uno diligente en
educir ―educir |
es sacar fuera de sí
mismo, es edu- |
car...— o desarrollar el
propio ser |
transmitiendo su
experiencia de ser |
a los demás, para
ayudarles y a la |
vez favorecer el
desarrollo total de |
la humanidad, según el
orden pro- |
gresivo que Dios ha
imprimido en su |
obra creadora y salvadora
(liberado- |
ra). Se trata de ser
educados y de ser |
educadores. Se trata de
llegar a ser |
y de ayudar a otros A lo
mismo. Taren |
sin limite a la cual está
condicionado |
el logro de la mayor
dignidad del |
hombre, su libertad. Otras
cosas que |
lleven el nombre de
libertad, hola |
mente pueden ser atrasos,
mentiras |
o disimuladas
esclavitudes. |
Cuando el hombre se inhibe
o re- |
nuncia a esa tarea, se
denigra, por |
que cede al impulso ciego
de sus pa- |
siones: pereza, envidia,
mentira de |
la vanidad y, sobre todo,
miedo |
verdad que evitar verdad
de sí mismo |
y verdad del mundo. Ega
ignorancia |
no la podría suplir ni con
la invoca- |
da verdad de Dios, porque
Dios pasa |
por cada uno de nosotros
mismos y |
por todo lo que nos
envuelve. De don- |
de la nobleza y la
urgencia de la edu- |
cación. Nietzsche ya había
dicho que |
el hombre es un ser
miedoso, espe- |
cialmente de la verdad, y,
con fre- |
cuencia, cobarde frente a
ella. Edu- |
car es hacer valientes a
los demás, |
es enseñarles la serena y
constante |
valentía frente a la
verdad, de sí mis- |
mos del mundo, de Dios.
Todo su- |
puesto precipitado e
implícito, será |
caduco, y tampoco vale la
valentía |
bravucona, porque es otra
forma de |
cobardía. Educar es
preparar para |
la libertad, y no es
cierto solamente |
lo que dice el Evangelio,
de que la |
verdad os hará librear,
sino que lo |
es también que solamente
puede li- |
berar verdaderamente a los
demás |
el que comience por ser
libre él mis- |
mo. |
3 (123) |
Intuición y experiencia
educativa |
en el apostolado de san
Felipe Neri |
QUISIÉRAMOS saber resumir
la |
tesis con que, hace unos
pocos |
años, se graduaba en la
Facul- |
tad de Letras de la
Universidad de |
Roma, el padre Gaetano
Angilella, |
porque acertaba a
presentar a san |
Felipe, visto desde una
faceta que le |
es esencial, y que otros
habían des- |
cuidado: san Felipe Neri
fue un edu- |
cador, y su apostolado, en
realidad, |
fue un discipulado antes
que el des- |
arrollo de un conjunto de
actividades |
organizadas. En sí mismo
aunaba un |
estimable nivel cultural y
teológico |
(del que nunca se mostró
ostentoso, |
ni utilizó para medros u
honores) y |
una intuición y simpatía
que le facili- |
taban el contacto con los
demás y la |
comprensión de los
espíritus. Llegó a |
ser el maestro, primero de
unos pocos, |
y luego de un grupo más
extenso, |
hasta dedicar más de medio
siglo de |
su vida, para ayudar a
descubrir y |
luego acompañar a los
romanos de su |
tiempo, por la senda del
Evangelio. |
Con una particularidad:
sin renegar |
del humanismo imperante,
que dio |
lugar a la cultura
renacentista, cuyos |
valores esenciales se
debían salvar |
porque, purificados de la
exageración |
pagana, eran valores
sagrados. |
El respeto de la persona
humana, su libertad espiritual, la bondad |
de la naturaleza y la
alegría de vivir en esta tierra, mientras este |
vivir sea disciplinado y
moral, eran valores que, resurgidos de una |
cierta sombra de descuido
medieval, volvían felizmente a la actua- |
lidad, y no estaban en
oposición con la vida cristiana que nos pide |
que «sirvamos al Señor con
alegría». |
San Felipe se encuentra en
perfecta armonía con sus predece- |
sores humanistas, no
porque conozca sus obras y métodos (la im- |
prenta era sólo
incipiente), sino porque su temperamento de edu- |
cador vocacional, se había
enriquecido con la visión gozosa de la |
4 (124) |
existencia que Florencia,
saturada de humanismo, le había permi- |
tido respirar. |
Luego vendría la
inspiración divina, |
el instinto del genio, que
completaría |
las virtualidades
naturales del santo. |
Puede decirse que en él se
logró la |
síntesis del sano
humanismo con el |
espíritu cristiano. Algo
difícil de con- |
seguir en aquella época
revuelta y |
crítica a la vez,
parecida, en muchos |
aspectos (especialmente en
el campo |
de las ideas), a la
tormenta agnóstica |
del siglo II de nuestra
era. |
San Felipe inicia su
apostolado co- |
mo si fuese un amigo de
los que se le |
acercan. Por otra parte,
era lo mismo |
que había hecho Jesús.
Otros habrían |
perdido el tiempo o
disipado energías |
en conversaciones
inútiles, o vanida- |
des, o vicios... |
San Felipe iba a la casa
de los amigos a buscarlos, o los encontraba |
en la puerta de las
iglesias, o en las tiendas, o por las calles, condu- |
ciéndolos, con su trato,
hacia la altura de un ideal superior de vida. |
Pero muy pronto fueron los
demás a buscarle a él, apiñándose junto |
a él y convirtiéndose en
discípulos. Así llegó a formarse un grupo |
que tuvo por centro la
iglesia de san Jerónimo de la Caridad, donde |
residía, con el buen
sacerdote Persiano Rosa, amigo y guía para él... |
Eran diez, quince,
conversando sobre |
un tema espiritual, de
manera cordial, |
libre y espontánea.
Existían otras for- |
mas mejor organizadas o
más austeras |
y enérgicas, que surgieron
como reac- |
ción a la necesidad de
reforma de la |
Iglesia; pero san Felipe
prefirió ese |
estilo más sencillo que, a
la larga, re- |
sultó, para la ciudad de
Roma, el más |
eficaz. A pesar de que,
con los años, |
creció la importancia de
las activi- |
dades de lo que se vino en
llamar «el |
5 (126) |
Oratorio del Padre
Felipe», con- |
servó constantemente la
sencillez |
alejada de ostentación y
pretensio- |
nes sorprendentes que,
algunas |
veces, también cautiva o
atrae a |
los menos espirituales o
más in- |
conscientes, en las mismas
cosas de |
Dios. |
En la escuela del
Oratorio, regida por la sabiduría y prudencia |
de Felipe, todos pueden
tomar la palabra y manifestar su pensa- |
miento u opinión, porque
vive y se alimenta del respeto a la per- |
sona y de la libertad. |
El Oratorio, en todas sus
manifestaciones (oración, estudio, |
arte, recreación, cultura)
se mantiene fiel, no sólo al respeto de la |
personalidad de cada uno
de los participantes y sus temperamen- |
tos, sino que todas sus
manifestaciones se desenvuelven en la ale- |
gría, en la serenidad y en
la libertad evangélica. |
Parece como si allí
revivieran felizmente, en una atmósfera |
más moderada y más
cristiana, la que era propia de las famosas |
Academias florentinas, con
sus cenáculos de filósofos, literatos y |
artistas que, en el
corazón del Renacimiento, tanto humanismo |
promovieron y tanta
cultura difundieron en varias de las ciudades |
y cortes italianas. Pero
lo que distingue al Oratorio, es que en él, |
tales actividades
enriquecedoras no son sólo destinadas a filóso- |
fos, literatos y artistas,
o sólo para nobles, sino para todo el que |
quiere participar en el
banquete de la cultura y la sabiduría para |
alcanzar mejor a Dios. |
Las corrientes de la
educación actual vemos que coinciden |
con el espíritu de que se
valió san Felipe para dar vida a la suya: |
los derechos inviolables
de la persona humana y su libertad pa- |
recen descansar sobre los
mismos que Felipe cimentó en su estilo |
y en su obra, que supo
templar y equilibrar para que, no solamen- |
te fuese humanística, sino
también cristiana. |
El padre Angilella cree
que, tam- |
bién para nuestro tiempo,
continúa |
siendo cierto que una
educación |
que disponga para el uso
respon- |
sable de la libertad en
los hom- |
bres, es el medio para que
puedan |
encontrar la justicia, la
paz y la |
felicidad. |
Educar es transmitir a
otro, con abnegado amor', |
la resolución de
desarrollar, de dentro a fuera, su |
capacidad de recibir y de
forjar valores. |
Spranger |
6 (126) |
FE, |
NATURALEZA |
Y EDUCACIÓN |
Baden Powell (1857-1911),
ex-general inglés fundador de |
los
"exploradores", se retiró por voluntad propia del ejército |
para consagrarse por
entero al movimiento "scout", por el |
que pretendía ofrecer un
medio de educación a la juventud |
de nuestro tiempo, basado
en la naturaleza, contemplada y |
tratada desde la
perspectiva de la fe, pues él era un creyente |
convencido. Las palabras
que siguen son suyas, y resumen |
admirablemente su espíritu
y su proyecto. |
MUCHAS de entre las gentes |
que viven en las ciudades, |
jamás, o rara vez, llegan
a |
darse cuenta de la
NATURALEZA. |
Sus ojos parece que estén
acostum- |
brados a ver solamente
escaparates |
de tiendas, anuncios
luminosos y |
gente de la calle. Pero
las personas |
que han vivido en contacto
con la |
NATURALEZA, descubren la
belleza |
de ésta. El hombre que
permanece |
ciego ante las bellezas de
la NATU- |
RALEZA, pierde la mitad
del placer |
que la vida le ofrece. La
NATURA- |
LEZA es una escuela en la
cual las |
diferentes inteligencias
aprenden |
muchas cosas: uno, por
ejemplo, |
expresará su concepto de
la NATU- |
RALEZA a través de la
poesía, otro |
lo hará por la pintura,
pero todos |
con un amor lleno de paz. |
Puedo comprender que un
hom- |
bre que pone su vista en
la tierra |
sea ateo. Pero no puedo
compren- |
der que un hombre que
levanta su |
vista al cielo en una
noche serena |
pueda decir que Dios no
existe. La |
contemplación de la
NATURALEZA es |
el gran antídoto contra el
ateísmo. |
En el contacto con la
NATURALE- |
ZA se fomenta otra virtud
necesaria |
para ser una persona
religiosa: la |
humildad. Al contemplar la
majes- |
tuosidad y grandeza de las
cosas, |
el hombre se siente
pequeño y li- |
mitado ante todo lo que
ve. Pierde |
un poco de su orgullo y se
pone |
en aptitud de aceptar a
alguien |
7 (127) |
superior a él. Las plantas
en todas |
sus especies, con sus
flores, corte- |
zas, follajes y frutos.
Los animales, |
con sus especies y
hábitos. Las es- |
trellas, con sus órbitas
fijas en el |
espacio, nos dan la
primera con- |
cepción del infinito y de
la inmen- |
sa obra del Creador, en la
cual el |
hombre no es más que una
ínfima |
parte. Todo esto tiene
gran fascina- |
ción para la juventud, lo
cual atrae |
su curiosidad, su poder de
obser- |
vación y le conduce
directamente |
a reconocer la mano de
Dios en las |
maravillas del Universo,
con sólo |
que haya una persona que
se las |
muestre. |
Siempre existe un
atractivo es- |
pecial en la vida al
"aire libre". EI |
hombre que ha crecido
entre las |
grandes obras de la
NATURALEZA |
cultiva la verdad, la
independen- |
cia y la confianza en sí
mismo. |
Tiene impulsos de
generosidad y |
de lealtad para con sus
amigos y |
con la patria. Los hombres
se con- |
vierten en caballeros por
el contac- |
to con la NATURALEZA. |
«Si fuera rey de Francia,
no per- |
mitiría a ningún niño de
menos de |
doce años ―cita a
Alejandro Du- |
mas— entrar en la ciudad».
Hasta |
esta edad los niños
deberían vivir |
al aire libre, en los
campos, en los |
bosques, en compañía de
perros y |
caballos, cara a cara con
la NATURA- |
LEZA que fortalece el
cuerpo, abre |
el espíritu y la
inteligencia, poetiza |
el alma y desvela en ella
una cu- |
riosidad más preciosa para
la edu- |
cación que todas las
gramáticas del |
mundo. Comprenderían tanto
los |
ruidos como los silencios
de la no- |
che, tendrían la mejor de
las reli- |
giones, la que Dios mismo
revela |
en el espectáculo mágico
de sus |
milagros diarios. Hay que
enseñar |
al niño endeble de la
ciudad que, |
por encima del techo del
cine, bri- |
llan las estrellas. |
Fijándose en el espíritu
de la NA- |
TURALEZA, presente en los
bosques, |
el alma mezquina de los
hombres |
se desarrolla y se abre.
La vida al |
aire libre es, por
excelencia, la |
escuela que enseña a
comprender |
las maravillas de un
universo ma- |
ravilloso. |
El vivir en medio de la
NATU- |
RALEZA que Dios nos ha
dado, en- |
tre montañas, árboles,
pájaros, bes- |
tias, mar y ríos, nos
proporciona |
salud y felicidad,
realidades que no |
se pueden conseguir entre
muros |
de tabique y el humo de
las ciuda- |
des. |
La política es una parte
de la cultura y no lo contrario. |
M. Kundera |
8 (128) |
EL PADRE OGGÈ |
EL padre Oggè ha muerto
santa- |
mente, no exento de
dolores, |
pero sintiendo la emoción
de |
la cercanía de Dios y con
la sonrisa |
ya sin palabras para los
que podían |
leer en sus ojos los
pensa- |
mientos del corazón. Es- |
tuvo muchas veces entre |
nosotros, y le tenemos |
muy especiales motivos |
de gratitud. Su sencillez |
escondía tesoros que los |
mejores amigos podrán |
ahora ir descubriendo. |
Pucs no sólo le es deudo- |
ra la juventud que fre- |
cuentaba el Oratorio de |
Mondovì, sino todo el
Oratorio en |
general, del que fue
Visitador Dele- |
gado de la Sede
Apostólica, sólo por |
obediencia a la misma y
aceptándo- |
lo entre lágrimas, en un
momento |
de especial trascendencia
para la |
obra de san Felipe. Como
buen hijo |
suyo (al igual que
Baronio, Ancina, |
Tarugi...) había
efectivamente hui- |
do siempre de cargos y
honores, y |
humilde y sencillo, pocos
días antes |
de caer en el lecho de
muerte, aún |
seguía siendo el primero
en bajar a |
abrir la iglesia y
servirla como sa- |
cristán de todos, sin
afectación algu- |
na. Poco antes de morir
había escri- |
to a un amigo: «Ahora que
dispongo |
de tiempo para pensar,
vuelvo la |
mirada hacia las crónicas
filipenses |
del 1600, y me parece que
tanto la |
Vallicella como san
Jerónimo de la |
Caridad eran cenáculos de
espiri- |
tualidad altísima, de
fraternidad go- |
zosa y de desprecio de
todo lo que, |
incluso con pretextos
religiosos, al- |
gunos llaman promociones
huma- |
nas, pero que en realidad
son vani- |
dades y poderes de este
mundo. Que |
el Señor nos ayude a
reedificar, en el |
Espíritu Santo, aquella |
espléndida realidad y |
nos haga desprendidos |
de todo lo que es vano». |
En un periódico local, |
un discípulo y amigo su- |
yo, el Dr. Giuseppe Basi- |
glio, escribía con juste- |
za y rotundidad: «Era |
un sacerdote inteligente, |
culto, humilde, sensible, |
valiente, dinámico, ge- |
neroso, concreto, cordial,
profundo |
conocedor de la psicología
humana |
y en particular de los
jóvenes, siem- |
pre sonriente y siempre
disponible |
para todo y para todos, en
la alegría |
y el continuo espíritu de
oración... |
De él hemos aprendido no
sólo que |
lo que importa es hacer
las cosas, |
sino cómo hacerlas bien,
hora tras |
hora, manteniendo la
continua rec- |
ta intención en busca de
la volun- |
tad del Padre, significada
o de be- |
neplácito, en el mal,
especialmente |
en la incomprensión, en la
soledad, |
en la contrariedad
cualquiera que |
sea, en la fatiga, en el
sufrimiento |
físico o moral, en la
total entrega a |
Dios y al prójimo, dando
continuas |
gracias a la
Providencia... Nos con- |
forta sentir su presencia,
dispuesto |
todavía a ayudarnos con su
estilo, |
en espera de volverle a
abrazar». |
También nosotros, en el
Oratorio |
del cielo, con san Felipe. |
9 (129) |
DE «DIÁLOGOS» ENTRE |
Y PARA ESTUDIANTES |
TAL vez porque escribiera
en latín, Juan Luis Vi- |
ves (1492-1510) tuvo ya en
su tiempo reconocida |
fama de filósofo y
pedagogo en toda Europa. Des- |
de su cátedra de Oxford,
sin renunciar a su inter- |
nacionalismo cultural, no
se olvida de la ciudad |
donde nació. Y Vives, que
tiene algo de Platón, al- |
go de san Agustín y algo
de Ramón Llull, escribe |
los Diálogos, que son
conversaciones entre estu- |
diantes en los que se
refleja el ambiente de su Va- |
lencia universitaria
nativa. Precisamente enton- |
ces, allí mismo (1521), se
acababa de imprimir el |
Blanquerna de Llull, al
que tampoco había basta- |
do su Mallorca original,
ni su lengua, a pesar |
su ferviente profesión
universalista pregonada en |
la universidad de Paris,
un par de siglos antes. En |
estas páginas ponemos
algunos textos del huma- |
nista valenciano,
extraídos mayormente de los |
Diálogos, según la
traducción de Coret y Peris. |
Hay filósofos que lo son
sólo |
en los vestidos, mas no en
el |
juicio y entendimiento. |
El camino más breve para
la |
ciencia es el cuidado de
oír. |
El hombre ocioso es como
una |
piedra; el ocupado en lo
que |
no debe, como una bestia;
el |
bien ocupado es
verdaderamen- |
te hombre. |
Las riquezas no son bienes
ver- |
daderos; pues, si lo
fueran, los |
mercaderes y usureros
serían |
mejores que los hombres
sabios. |
—Hay quien cree que ha
llegado |
a los comparativos, no
habiendo |
todavía aprendido los
positivos. |
―Aprende, niño,
cosas que te ha- |
gan más sabio: las voces
son |
indicios de ánimo entre
los |
presentes, las letras
entre los |
ausentes. |
―¿Cómo darán cosa de
doctrina |
y de virtud los que jamás
la |
vieran de sus ojos? |
―No sé si es bien
que el hombre |
cristiano tome las armas
en las |
manos. |
—Pasa los días de modo que
no |
ofendas la virtud de otro,
ni |
otro la tuya. |
—El vulgo no se diferencia
por los |
vestidos y riqueza, sino
por el |
buen modo de vivir y el
cabal |
10 (130) |
juicio de las cosas. |
—De pan, cuanto queramos;
de las |
viandas cuanto basta, no
para |
hartar, sino para
alimentar... El |
hartarse es de bestias, no
de |
racionales. |
—No busques regalo en
donde |
debes aprender e instruir
los |
ánimos en la virtud. |
—Es verdadero descanso y
quie- |
tud de ánimo vivir
estudiando. |
—La limpieza del cuerpo
convie- |
ne, no sólo para la salud,
sino |
para el entendimiento. |
—El hombre ha sido creado
para |
cosas serias, y no para
chanzas |
y juegos. |
—Mientras tienes el vino
en el |
vaso puedes hacer de él lo
que |
quieras; cuando está en el
cuer- |
po él hace de ti lo que
quiere. |
—A Dios, a los padres, y a
los |
maestros, nunca les
podemos |
pagar el bien que nos
hacen. |
—Nunca podemos devolver
tanto |
como recibimos. |
—El buen juicio lo dan la
edad, |
la educación y la
experiencia. |
—La adulación es causa que
nin- |
guno jamás puede oír la
verdad |
que aproveche, ni de sí
mismo |
ni de su compañero, si no
es, |
acaso, con motivo que
riñan; |
pero entonces lo que se
dice, no |
se dice como verdad, sino
como |
afrenta. |
―La razón de toda la
vida, ¿cuál |
es? La buena conciencia e
in- |
tención. ¿Qué otra puede
haber |
mejor? La piedad, la
compasión |
y misericordia, en la cual
se |
comprende la rectitud de
áni- |
mo y es la que sazona y
suaviza |
las cosas adversas,
arduas, fáci- |
les y medianas. |
—Los vicios son señores
más pe- |
sados e insufribles que
cuales- |
quiera hombre malvado y
per- |
verso. |
11 (131) |
Documento: |
LA EDUCACIÓN FAMILIAR, |
DIEZ PROPUESTAS |
EN EL NÚMERO 66 de la
revista coruñesa «PADRES Y MAESTROS», |
publicaba José Mº Garcia
de Dios un artículo con el título «Las líneas |
maestras de la educación
familiar. 10 formulaciones sugerentes sobre |
la educación familiar en
libertad». Pensamos en la utilidad que pueda tener |
para padres que nos lean,
especialmente si son todavía jóvenes. El texto com- |
pleto de dicho artículo
rebasaría los límites a que nos condiciona el espacio |
disponible y, por ello,
intentamos resumir las principales ideas del mismo, |
que ofrecemos a
continuación. |
Es frecuente la
experiencia de la pareja de recién |
casados que estrenan hijo
(¿o cachorrito?) y con |
posturas personales más
emotivas que ilustradas y |
más anti-algo que
fundamentadas, empiezan a asis- |
tir a la experiencia de la
vida del hijo «sin contra- |
riarle en nada», «dejando
que haga siempre lo que |
quiera», «no impidiendo en
momento alguno su de- |
sarrollo espontáneo»...
para, al fin de los tres o cua- |
tro años, escuchar
siempre, o casi siempre, la misma |
lamentación: «me parece
que nos hemos equivoca- |
do; con el segundo ya no
lo haremos igual». |
El equivoco |
Permitir es "no
impedir". Pero es completamente |
distinto no impedir el
disparate que no impedir el |
desarrollo. Reprimir es
"impedir". Pero es comple- |
tamente distinto impedir
la reacción incontrolada, |
instintiva y casi a nivel
de ímpetu desde el incons- |
ciente, a impedir la
expresión y comunicación legí- |
tima, vital y
enriquecedora. |
12 (132) |
Los equívocos pueden
surgir a nivel de apariencias o a |
nivel de realidades.
Creemos que todo el mundo puede ha- |
cer y decir cuanto le
plazca, pero en realidad, la eran ma- |
yoría vive al dictado de
imposiciones ostentosas o solapa- |
das, y a quien se
singulariza alejándose de lo que impone |
la publicidad, o se le
intenta englobar como bandera o |
producto de consumo, o se
le destierra del mundo de los |
"normales" y
adaptados. Y cuando alguien nos cuenta |
la historia de su propia
educación, con demasiadas apa- |
riencias de represiones,
chantajes y coacciones, ¿no pue- |
de ocurrir que pase por
alto, probablemente, las infinitas |
alternativas despreciadas,
no profundizadas o escamo- |
teadas, que fueron la
razón o parte de la razón de su per- |
sonal fracaso? |
Deshilvanemos el término
"educación" en algunas de |
sus variables. |
1 |
Educar es |
adiestrar |
Educar es crear hábitos
que garanticen, casi automáti- |
camente, los
comportamientos futuros. |
Hábitos logrados con
insistentes reiteraciones, incluso |
sin voluntariedad
consciente, o motivados por ese juego |
alternante de premios y
castigos. A veces vale tanto como |
domar. Los principios, los
valores que pueden contener |
implícitos esos hábitos,
se dan por supuestos. En este su- |
puesto, sobre todo en los
estadios infantiles, no se cuenta |
para nada con el educando;
ni se puede hablar de "edu- |
cación en libertad"
porque más bien parece que se pre- |
feriría que el hombre no
fuese libre para poder garantizar |
mejor el futuro de las
personas desde la infancia. Tales |
hábitos podrían comprender
toda la gama de comporta- |
mientos: desde la
urbanidad en la mesa hasta la conduc- |
ta religiosa. |
Pero existe también el
reverso: el adiestramiento que |
hace posible la libertad:
piénsese en la enorme disciplina |
del estudiante de piano
haciendo ejercicios de digitación |
hasta alcanzar un
automatismo dócil a la expresión inter- |
pretativa; o la creación
de hábitos y técnicas de estudio, |
de observación, de
expresión, indispensables para adquirir |
personalizadamente la
cultura o, simplemente, la eficacia |
en la comunicación con los
demás. En el primer caso el |
adiestramiento no sólo
puede alcanzar la forma del músi- |
co que interpreta
fielmente al compositor, sino que además |
13 (133) |
re-cree la pieza que
traduce en sonoridad interpretativa; |
en el caso del buen
estudiante, no sólo adquiere conoci- |
mientos que almacena, sino
que los transforma en cultura |
que personaliza, o, al
expresarse, no sólo transmite con- |
ceptos, sino que comunica
su espíritu e influye en el de los |
demás. |
Todo esto, y otros
desarrollos humanos parecidos, no |
se consiguen sin
adiestramiento; no los logra el perezoso, |
indisciplinado y facilón. |
2 |
Educar es |
transmitir |
Educar es entregar bloques
de ideas sistematizadas, |
enseñar a descubrir y a
aceptar jerarquías de valores, es |
ayudar a interpretar el
cosmos, la historia y los modelos |
humanos (personajes). Hay
muchas cosas por hacer, pero |
antes hay que mostrar las
cosas que ya están hechas, no |
para despertar la codicia
glotona del aprovechado, sino la |
gratitud y el buen
estímulo para, a la vez, continuar la |
transmisión. |
Aquí tienen su papel las
técnicas de transmisión que |
cada vez las tenemos
mejores. Lo cual, indudablemente se |
presta a las ya citadas
ambigüedades, que la presencia |
del educador atento ha de
descubrir y procurar evitar en |
aras de un desarrollo
positivo, puesto que no todo está en |
la eficacia de la
transmisión, sino en la calidad objetiva y |
moral de lo que se
transmite y de los valores con que se |
interpreta. |
3 |
Educar es |
adaptar |
En este contexto se
concibe la educación como un pro- |
ceso de capacitación del
niño, o de una generación para |
adaptarlos a la sociedad
en la que les ha tocado vivir. |
El educador les da el
idioma y además los elementos |
culturales que les hace
comprensible el mundo que les |
rodea. Pero esto es lo
mínimo, porque por adaptarse se |
entiende no sólo estar en
el medio, sino medrar, ascender, |
lograr los puestos de
influencia y privilegio. Para ello se |
emplean todos los recursos
o trucos para situarse mejor, |
desde las amistades de los
niños de hoy en relación a las |
influencias de los hombres
de mañana, hasta el distancia- |
miento y marginación
clasista, para no perder o tener que |
compartir los privilegios
sociales, o para asaltarlos más |
cómodamente. |
14 (134) |
Ciertamente que la
marginación de una persona en la |
sociedad no es un bien:
pero tampoco lo es el conformismo |
holgazán. Y adaptarse no
sólo es capacitarse para inte- |
grarse en la sociedad,
sino realizarse en ella y entrar en |
ella para mejorarla.
Lograr ese equilibrio es difícil, como |
todos los equilibrios,
pero es el prudente. |
4 |
Educar es |
hacer posible |
el desarrollo |
Se trata de hacer posible
el desarrollo de la persona: |
crear una atmosfera sana,
potenciar la originalidad que, |
como en una sernilla, rica
de fuerza vital, se contiene en |
la herencia recibida por
el educando. Educar es permitir |
crecer. Un árbol, para que
crezca mejor, ha de ser podado; |
pero no crece con sólo ser
podado. Sin alguna represión |
la educación es imposible;
pero toda razonable represión |
ha de tener en cuenta la
capacidad de decisión del cons- |
ciente del educando. |
Educa todo aquello que se
comprende afectivamente. |
El clima de la educación
es la actitud comprensiva, la |
aceptación incondicional
de la persona para ser ella mis- |
ma y para vivir
experimentalmente como propio el acervo |
que recibe y le ayudamos a
descubrir. La experiencia del |
adulto no puede suplir
absolutamente la inexperiencia del |
niño y del joven, pero
puede ayudarle y conducirle para |
que se haga experto. El
educando no es un "enterado", sino |
un ser humano
"experimentado". |
5 |
Educar es |
informar |
La educación de un ser
humano es como un proceso |
de maduración. No se
produce súbitamente, sino sucesiva- |
mente, pues ni puede
darse, ni puede descubrirse todo de |
una vez. Es preciso
ordenar, seleccionar la información |
que se da al educando, lo
cual requiere acierto y pruden- |
cia, sentido de la
proporción y lacto. Ha de ser seleccio- |
nada la información
precisamente para que pueda ser |
integrada, estructurada
coherentemente. Y el educador ha |
de ser honesto tanto como
el educando, pues se trata no |
solamente de un medio para
adquirir el desarrollo perso- |
nal, sino los útiles de la
creación, de la relación y de la |
comprensión de los demás. |
Se madura actuando. El
solo curso de los años de vida, |
no proporciona madurez; la
madurez no es algo previo a |
la actuación, sino la
capacidad para realizar el propio |
15 (135) |
proyecto de vida, al que
ayuda, como guía, la informa- |
ción recibida. |
Cuando decimos
información, no sólo nos ceñimos a la |
acción de padres y
educadores, sino a la regulación y se- |
lección que éstos ejercen
en otros medios generales ―radio, |
TV, prensa,
espectáculos...―, no creados por ellos o, de |
iniciativa suya, pero cuyo
alcance pueden regular. No se |
puede prohibir todo, pero
no sólo hay que seleccionar lo |
que se permite, sino
enseñar a seleccionar lo que libre- |
mente se puede elegir. |
6 |
Enseñar |
a elegir |
Y hemos dicho
"elegir". Educar es enseñar a elegir. |
Son legión los indecisos y
los que eligen mal. Una buena |
educación ayuda al
aprendizaje en la toma de decisiones, |
enseñando a puntualizar
los objetivos de las mismas y, |
sobre todo, iluminando ese
submundo de las verdaderas |
motivaciones de nuestras
decisiones. |
Hay que hacer comprender
que, una buena decisión, |
para que lo sea, ha de
tomarse sin condicionamientos, que |
suelen traducirse en
ansiedades antes de tomarla, o refle- |
jos de la voluntad después
de tomada. Condicionamientos |
exteriores: prestigios,
chantajes de personas, estímulos |
económicos... O
condicionamientos interiores: mecanis- |
mos de compensación,
tendencias instintivas racionaliza- |
dísimas para que aparenten
lógicas y resplandecientes de |
limpieza. |
Hay que enseñar a disponer
cuerdamente de la pro- |
pia vida, y no a que la
vida disponga del ser voluble. Es |
cierto que la vida real
comporta no pocos condiciona- |
mientos, pero lo
importante es la reacción personal ante |
los mismo. |
LO QUE LOS HIJOS PIENSAN |
A los 5 años: El Padre lo
sabe todo. |
A los 10 años: El Padre
sabe mucho. |
A los 15 años: Nosotros
sabemos tanto como el Padre. |
A los 20 años: El Padre
sabe poco. |
A los 30 años: De todos
modos, podríamos pedir consejo al Padre. |
A los 40 años: Bien
pensado, el Padre sabe algo. |
A los 50 años: El Padre lo
sabe todo. |
A los 60 años: ¡Ah, si
pudiéramos pedir consejo al Padre! |
16 (136) |
Para comprender la
importancia de esta faceta de la |
educación, bastaría decir
que nuestras decisiones abarcan |
la vida entera: grandes
opciones, como pueden ser el |
matrimonio, el consagrar
la vida a Dios, la profesión, la |
pertenencia a la
Iglesia...: pequeñas opciones, no sin im- |
portancia, como la
inversión del dinero, vacaciones, apa- |
riencia exterior... |
Seria un error reservar la
educación para decidir sólo |
en los asuntos mayores, y
descuidarse en lo que se consi- |
dera menos importante. La
grandeza de un carácter bien |
formado suele comenzar o
acabar en lo que parece menos |
importante y que los
superficiales o pobres de voluntad, |
desprecian por alergia al
esfuerzo. |
7 |
Experimentar |
satisfacciones |
Pero decir que hay que
educar la voluntad para que, |
aun con sacrificio, sea
capaz de tomar decisiones, podría |
parecer masoquismo, o dar
lugar a planteamientos erró- |
neos, pseudoascéticos,
puesto que el sufrimiento, en sí, no |
educa propiamente. Hay
psicologías deformadas que fá- |
cilmente confunden el
esfuerzo con el sufrimiento. Se ha |
podido demostrar que los
que han estado mejor prepara- |
dos para arrostrar grandes
sufrimientos han sido aquellos |
que, con el precedente de
una infancia feliz y una adoles- |
cencia satisfactoria, han
podido madurar adecuadamente. |
Seria absurdo entrenarse
con privaciones injustificadas |
en previsión a futuribles
privaciones imaginadas, que nun- |
ca sucederán. Una buena
motivación y, por supuesto, un |
criterio de evaluación
positiva de lo que hacemos, es la |
satisfacción que nos
produce. Lo cual no nos dispensa de |
tener en cuenta los
distintos niveles de satisfacción para |
rechazar los malos o
perjudiciales. Pero no se puede olvi- |
dar que constituyen
satisfacciones fundamentales: crear, |
aprender, expresarse,
comunicarse, amar, sentirse acepta- |
do y comprendido, haber
superado una dificultad por el |
propio esfuerzo... De
donde, una buena educación tiene |
que pasar por la
experimentación de todas estas satisfac- |
ciones. |
8 |
Enseñar |
a valorar |
Educar no es llenar la
memoria de datos e informa- |
ciones para archivar,
retener y reproducir; sino hacer que |
se llegue a reconocer,
comprender, aplicar, analizar, sin- |
tetizar, relacionar,
valorar. |
17 (137) |
El educando no sólo ha de
ser receptivo, sino que ha de |
recibir y descubrir para
poder responder, captando unos |
valores, jerarquizándolos
y organizando la propia vida |
conforme con esos valores.
Lo difícil puede ser, especial- |
mente en nuestro tiempo,
determinar cuáles son estos va- |
lores, porque los
equívocos abundan. (Por ejemplo, la au- |
toridad para algunos es
simplemente un poder, para otros |
deriva del valer). |
Se habla mucho de
compromiso, pero el verdadero |
comprometerse deriva de la
valoración que motiva y con- |
creta el compromiso. |
9 |
Para ser |
libres |
La libertad no se concede
al hombre, ni por los padres |
ni por autoridad alguna.
En hipótesis todos admitimos que |
hemos nacido libres. No
obstante, la sola proclamación de |
tal supuesto o la adhesión
a ese ideal, no basta para un |
El arte está comprendido
en la naturaleza de las cosas. |
El hambre es la mejor
salsa y la que sabe mejor. |
Todo se vende por dinero. |
No hay cosa más
aborrecible que la desvergüenza. |
No hay cosa tan fácil que
no sea difícil si la hacéis |
de mala gana. |
Para algunos la bolsa es
garganta, y el dinero |
sangre y vida. |
Cada uno debe sentir de
sí, no honoríficamente, si con |
moderación, o por mejor
decir, humildemente, que éste |
es el fundamento firme y
propio de la educación, y muy |
buena y verdadera
cortesía. Que por esto debe procurar |
cultivar y adornar el
entendimiento con el conocimiento |
de las cosas, ciencia y
ejercicio de virtudes; que de otra |
manera el hombre no es
hombre, sino bestia. |
Juan Luis Vives |
18 (138) |
autentico ejercicio de la
libertad en el hombre, que es, |
precisamente, uno de los
ejercicios más difíciles. El pro- |
ceso educativo para hacer
prácticamente al hombre libre, |
pasa por la aceptación del
propio yo, por la aceptación |
de los demás, por la
aceptación de un marco norma- |
tivo de convivencia y por
una búsqueda dinámica de lo |
que realmente es un bien
común, recibido por todos co- |
mo tal. |
Nadie que no sea libre
puede ayudar a que los demás |
lo sean, por lo cual,
cuando los educadores no son perso- |
nas libres su educación no
puede ser ni en libertad ni libe- |
radora. Educar en libertad
y educar para la libertad es |
educar y es educación para
personas; educar con el miedo |
es educación para
animales. De donde es preciso depurar |
todo proceso educativo, de
chantajes afectivos, de costum- |
brismos caducos, de
intereses creados, de la estrategia de |
las amenazas, de la
abstracta presión normativa o dogmá- |
tica generadora de
absurdas esclavitudes. |
10 |
Crear, |
construir |
La persona educada es
crítica y creativa a la vez. Su |
seguridad no sólo la
adquiere de las evaluaciones positi- |
vas que le hacen los
demás, o de la justa autoevaluación |
que haga de sí mismo, sino
también de su capacidad para |
reconocer la necesidad de
las propias enmiendas. E, igual- |
mente, de la observación
de los demás, ni le condicionan |
para elaborar las propias
opiniones, sin resignarse a ser |
mero repetidor de tópicos
ajenos y discutibles, ni es una |
marioneta en manos de los
poderes constituidos o sola- |
pados. Ni, sin más, se
suma a las denuncias ni se adhie- |
re a las pancartas del
"no", del "abajo", del sistemático |
"estamos en
contra". Sabe bien que chillar no es cons- |
truir, y denunciar no es
solucionar. Y por esto se esfuer- |
za en encontrar soluciones
positivas. Su esfuerzo crea- |
tivo no se detiene, aunque
tenga que ir contra la corriente |
de la demagogia al uso. |
Educar es querer enseñar y
hacer práctico todo esto. |
Ya se ve que educar es una
actividad muy compleja, |
difícil de definir. Tal
vez, la mejor definición de educación |
sea una persona bien
educada. |
Son muy afortunados
aquellos hijos que tienen por |
padres a dos personas bien
educadas. |
19 (139) |
Formación |
cristiana |
de gente joven |
(de 9 a 16 años) |
TODOS LOS DOMINGOS A LAS
12,45 |
EN LA IGLESIA DEL ORATORIO |
A PARTIR DEL 16 DE OCTUBRE |
para ayudar a los padres |
a dar ideas cristianas a
sus hijos |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta San Felipe Neri, 1
Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 103/62 - 16.10.83 |
20 (140) |
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