Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 210. FEBRERO. Año
1984 |
SUMARIO |
VERDADERAMENTE pobre no lo
es el que no tiene |
nada; ni verdaderamente
rico puede ser el que lo |
tuviera todo. Rico es el
que está necesitado de |
muchas cosas, y pobre el
que no las necesita; rico |
aquel a quien todo se lo
han de hacer, y pobre el que se |
basta a sí mismo; rico el
aprovechado, y pobre el servicial |
(no el servil). En
realidad es pobre, verdaderamente pobre, |
el que no tiene más que
sus manos, su capacidad propia, |
y trata con sencillez de
bastarse a sí mismo. El pobre |
apenas necesita equipaje,
como el Señor, como los santos. |
Y así, es más libre para
el bien. |
EL FUTURO |
POBREZA ESPIRITUAL |
PURIFICACIONES |
VERDAD, BELLEZA, FELICIDAD |
CRISTO DE PORT-ROYAL |
LA ESCUELA CRISTIANA |
1 (21) |
EL FUTURO |
Hoy, en medio de la noche
del mundo y en la |
esperanza de la Buena
Nueva, afirmo con audacia |
mi fe en el porvenir de la
humanidad. |
Me niego a creer que las
circunstancias actuales |
incapaciten al hombre para
hacer una tierra mejor. |
Me niego a compartir la
opinión de quienes pre- |
tenden que el hombre está
cautivo de la noche sin |
estrellas, del racismo, de
la opresión, de la guerra. |
Me niego a creer que la
aurora radiante de la |
paz y de la fraternidad no
podrá nunca llegar a ser |
realidad. |
Me atrevo a creer que un
día todos los habitan- |
tes de la tierra podrán
hacer tres comidas al día pa- |
ra mantener la vida de su
cuerpo, y podrán recibir |
la educación y la cultura
necesarias para la salud |
de su espíritu, y la
igualdad y la libertad para la |
vida de su corazón. |
Creo igualmente que, un
día, toda la humani- |
dad reconocerá en Dios a
la fuente de su amor. |
Creo que este amor
salvador y pacífico será un |
día la ley. |
El lobo y el cordero
podrán descansar juntos y |
todos los hombres podrán
sentarse bajo su higuera, |
y su viña, y nadie tendrá
motivos para el miedo. |
Martin Luther King |
2 (22) |
Pobreza |
espiritual |
LA POBREZA a la que se
refiere el Evangelio, so nos está estropeando: |
ni pertenecen a ella los
profesionales de la mendicidad, ni puede |
reducirse su concepto a la
carencia material de bienes. Si esto fuera |
cierto, equivaldría a
condenar la Creación, que procede de Dios, que |
ni nos quiere perezosos,
ni maldice su obra. Otra cosa es que la posesión |
actual de riquezas
constituya, evidentemente, una seria tentación para al- |
canzar la «pobreza de
espíritu» con que se encabezan las Bienaventuran- |
zas. Pero toda tentación
es permitida por Dios sólo si puede ser vencida, y |
hasta vencida para
superarla transformando el estorbo en medio eficaz |
para mayor bien. Es tan
real el riesgo que la tentación de las riquezas (y la |
envidia, tantas veces
hipócrita, si no se tienen), que el ambiente que envuel- |
ve toda la vida terreno de
Jesús, está enmarcada en la pobreza. Para que a |
todos sirva de
advertencia. |
La pobreza material no
puede ser, en sí misma, una condición para una |
vida según el Evangelio,
si no reviste la expresión sincera de algo mucho |
más importante y profundo,
que parte del espíritu, no como mero senti- |
miento, emoción o
experiencia vivida con intermitencias. La pobreza espi- |
ritual, la pobreza que el
sermón de la montaña proclama para la felicidad |
del seguidor de Cristo, es
la de la dependencia gratuita do Dios, la de la |
entrega total sin
compensación a cambio. Ni siquiera bastaría el darle a |
Dios, de buena fe, todas
nuestras cosas, si sólo le diéramos nuestras cosas. |
Seria preciso que nos
diéramos nosotros mismos enteramente a él, sin |
peso de equipajes, sin
engorro de componendas para legitimar y retener |
nuestros egoísmos y
vanidades, aparentemente razonables según el mun- |
do. El concepto cristiano
do pobreza espiritual nos lo manifiesta el drama |
del «joven rico, del
Evangelio, que necesita muy poco comentario. Esa es- |
cena nos lleva a la
convicción de que un seguimiento de Cristo que produz- |
3 (23) |
ca o se tome como ganancia
o logro de bienestar o fama, ni que sea a fin |
de bien, supone una
desviación del Evangelio y una piedra de tropiezo, |
porque es muy peligroso
ganar algo en este mundo, no digamos a costa, |
pero ni siquiera con
ocasión de haber seguido a Cristo. Ganar dinero, con- |
seguir buen nombre,
alcanzar honores. Cuando esto ocurre sólo quedan |
CALAS dos alternativas o
aceptar los providenciales dolores que Dios man- |
da para purificación, como
contrapartida de nuestros tendencias munda- |
nas no acabadas de
extinguir, o corromperse. |
Así se explica que el
Señor buscara sus seguidores entre los menos |
influyentes y honrados y
no tenidos por sabios. Entre sus primeros segui- |
dores y apóstoles, no hay
doctores de la Ley, ni piadosos fariseos, ni sa- |
cerdotes del Templo. Y
cuando san Pablo, fervoroso hasta el fanatismo |
y doctor en teología, se
hace cristiano, no es sino pasando por el trauma |
salvífico de una
conversión que, entre dolores, lágrimas y súplicas, le trans- |
forma totalmente, y que
fue menos rápida de lo que solemos suponer, pues |
no acabó con la caída del
caballo que le llevaba a Damasco, sino que co- |
menzó entonces, hasta
llegar a un cierto grado de madurez al cabo de dos |
años, y sin detener su
crecimiento y su proceso purificador, prácticamente |
hasta la muerte. |
Las riquezas, los honores,
la fama, el prestigio... Todas estas preocupa- |
ciones que en el mundo
tienen relevancia, incluso haciéndolas compatibles |
con la vida de fe, en
verdad no sirven a la fe, sino que constituyen su tenta- |
ción permanente y estorban
esa libertad y pureza interior que nos permite |
y capacita para imitar A
Cristo, no ya exteriormente, sino en la actitud inte- |
rior con que miraba al
Padre y se consagraba a él. |
Durante siglos y siglos
únicamente la Iglesia y sus congre- |
gaciones fueron centros de
enseñanza, siglos y siglos. No |
buscaban lucrarse ni en
los monasterios ni en los convic- |
torios ―no digo que
no se lucrasen, sino que no buscaban |
lucrarse―, y esto se
ha olvidado hoy por no pocos que |
debieran reconocer que, en
la atención a la salud y a la |
docencia, la Iglesia fue
en cabeza y que gracias a ella nos |
hallamos hoy donde nos
hallamos. |
José María Llanos, S. I., |
en El País, 16.1.84 |
4 (24) |
PURIFICACIONES |
HAY un trasiego del
hombre, |
doloroso más en el alma
que |
en los cuerpos, que da a
la |
pobreza una medida
espiritual de |
autenticidad difícilmente
reempla- |
zable por otros esfuerzos
subsidia- |
rios, a la hora de hacer
puros los |
planteamientos y las
intenciones |
con que, desde la fe, se
pretende |
responder a la llamada de
Dios |
para trabajar en el
anuncio de su |
proyecto salvador, con
absoluta |
sinceridad. Es el
desprendimiento |
de sentirse arrancado de
lo que |
se ama: cosas, personas,
tierra. Es |
como un desgarro
purificador que |
conmueve las profundidades
del |
ser y el sentir humano,
forzado a |
comenzarlo todo de nuevo,
como |
en un inesperado
re-nacimiento, |
con raíces más profundas
que en |
lo amado y poseído hasta
la expe- |
riencia exigente que
impone la |
total transformación del
ser y del |
entender de la vida,
sinceramente |
dedicada a Dios, en la que
Dios |
no va a poder ser pretexto
para |
nada, ni solución para
nada, sino |
solamente el ideal, raíz y
cúspide, |
de todo anhelo, de todo
proyec- |
to, de todo pensamiento y
de toda |
obra. |
Las más grandes figuras
del An- |
tiguo Testamento fueron
sometidas |
a ese radical
desprendimiento: por |
seguir la voz de Dios,
tuvieron que |
dejarlo todo, sin que a
cambio se |
les ofreciera otra cosa
que Dios |
mismo como única
recompensa |
imposible de exhibir. Los
que en- |
tendían como dependientes
de la |
fidelidad ideal a la
Alianza, los |
éxitos que reportaba en
esta vida, |
caídos como
"bendiciones de Dios" |
―descendencia,
fecundidad de los |
rebaños y de las tierras,
riquezas, |
triunfos en el mundo,
renombre...― |
se equivocaron
estruendosamente. |
Las figuras que
efectivamente pre- |
pararon caminos de
santidad de |
liberación para sí y para
los de- |
más, tuvieron que dejarlo
"todo" |
a cambio de nada más que
Dios, |
única heredad. Ved si no
las figu- |
5 (25) |
ras de Abraham, Moisés, el
Bautis- |
ta, que pueden servirnos
de para- |
digma, pues son ejemplo
que se |
condensa en Cristo, y que
se pro- |
yecta en toda la historia
de la sal- |
vación, antes y después de
Cristo. |
El pueblo de Israel tuvo
la obse- |
sión, no desinteresada,
por la "tie- |
rra prometida", y
luego por tener, |
junto a los demás reinos
que la |
circundaban, también su
"reino en |
este mundo", y en
defensa de todo |
ello no dudaron en invocar
con |
ingenuo primitivismo, al
"Dios de |
los ejércitos". Pero
la respuesta |
providencial a estos
anhelos inma- |
turos, fueron los grandes
fracasos |
políticos y militares y
las terribles |
humillaciones de las
deportaciones |
y cautividades colectivas.
Fue en- |
tonces cuando los profetas
santos |
despertaron al pueblo del
error y |
predicaron la esperanza en
las |
perspectivas espirituales,
prepara- |
das desde el primer
llamamiento a |
Abraham, pero no acabadas
de en- |
tender por sus
descendientes, nece- |
sitados de la experiencia
de una |
larga historia que les
fuera ofre- |
ciendo pautas para una
reflexión |
sobrenatural, en modo
alguno en- |
ajenante, pero que era la
única |
digna de la grandeza y
universali- |
dad de un "reino de
Dios". Que no |
podía ser ―tendría
que recordarlo, |
resumiéndolo todo,
Cristo― como |
los reinos de este mundo.
La idea |
de convertir o reducir el
proyecto |
de Dios a la estrechez
instalada de |
los "reinos de este
mundo", ya fue |
la tentación de los
primeros segui- |
dores de Cristo, de la que
se cura- |
ron tras el martirio de
Cristo y el |
presentimiento gozosamente
acep- |
tado (y luego confirmado)
—«si a |
mí, también a vosotros...
pero no |
tengáis miedo»― para
cada uno |
de ellos, y muchos de los
cristianos |
de las primeras
generaciones. El |
martirio es la máxima
pobreza, y |
la máxima riqueza porque
convier- |
te al fiel en ofrenda
solamente dig- |
na de Dios. |
Pobreza, martirio, exilio.
Cuando |
viene Cristo a los suyos,
no sólo |
"no le
recibieron", sino que tiene |
que huir, tras la amenaza
del tira- |
no. Pero esto ya había
ocurrido a |
patriarcas y profetas, y
al mismo |
pueblo del que él entraba
a formar |
parte. |
Cuando se inicie la
Iglesia, será |
san Pablo el que ayudará
al impul- |
so centrifugador de la
evangeliza- |
ción, y hará despertar del
éxtasis |
sentimental que fuera un
peligro |
para la Iglesia naciente,
que ha de |
convertirse
definitivamente en mi- |
sionera, abriéndose al
mundo, "a |
las naciones", tal
como había que- |
rido y mandado Cristo. |
Cuando la Iglesia se
desarrolle, |
en el futuro de sus dos
milenios de |
historia santa y dolorosa,
irá en- |
contrando oasis de pureza
y con- |
suelos en la fidelidad al
Maestro, |
cada vez que los santos
repitan en |
6 (26) |
sí mismos y en las obras
que em- |
prendan, la lección de
toda la his- |
toria de la salvación,
desde el pri- |
mero que se fio de Dios y
echó a |
andar ―Abraham,
"padre de todos |
los creyentes"―
hasta el último |
verdadero santo. Pues
santo sola- |
mente podrá serlo el que
no pre- |
tenda combinar instalación
perso- |
nal con respuesta a
llamamiento |
divino. |
Tenemos nosotros, de
cerca, el |
ejemplo de san Felipe
Neri, que |
deja la dulzura y riqueza
espiritual |
de Florencia, "su
patria", y se so- |
mete providencialmente a
la gran |
purificación
―desprendimiento de |
la familia, de las
herencias, de la |
propia hermosa
ciudad― hasta |
hacérsele universal el
corazón y |
poder, así, ser totalmente
libre pa- |
ra emplearse en cambiar el
corazón |
enfermo ―Roma―
de la Iglesia de |
su tiempo. |
No será santo el
instalado, el que |
gana por haberse acercado
a Dios, |
o persevera en función de
las ven- |
tajas humanas que la
permanencia |
en el "buen
camino" le reporta. |
Hay una integridad de la
que Dios |
es sumamente celoso,
porque es |
lógicamente incompatible
con el |
corazón dividido entre dos
reinos |
o dos señores. Toda pureza
exige |
un total desprendimiento,
sin el |
cual podríamos incluso
hacer bue- |
nas obras, a guisa de
empleados |
fielmente cumplidores de
una em- |
presa de beneficencia,
pero no co- |
Evangelizar significa, |
para la Iglesia, llevar la |
Buena Nueva a todos los |
ambientes de la |
humanidad y renovarla |
desde dentro, para lo |
cual es necesario que |
cada hombre reciba el |
don de la fe por el |
Bautismo. Pero la |
Evangelización no se |
reduce únicamente a |
predicar el Evangelio, |
sino a transformar con su |
fuerza los criterios, las |
líneas de pensamiento y |
los modelos de vida de la |
humanidad, a fin de que |
estén de acuerdo con la |
Palabra de Dios y con su |
designio de salvación. |
Por eso la Iglesia siente |
el deber de proclamar esa |
salvación y liberación,
que |
están muy vinculadas con |
la promoción humana, |
«porque el hombre que |
hay que evangelizar no es |
un ser abstracto, sino un |
ser sujeto a problemas |
sociales y económicos» |
(Evangelii nuntiandi, 31). |
Juan Pablo II |
7 (27) |
mo santos de la Iglesia de
Jesucris- |
to, no reducibles a miras
o utilida- |
des inferiores. |
Es un misterio cómo Dios
trata |
a las almas y conduce la
historia |
de la Iglesia. Pero es
cierto que |
para entender sus mejores
momen- |
tos y las mayores gracias
que con- |
cede a sus fieles
seguidores, hay |
que contar con los grandes
y ra- |
dicales desprendimientos
que les |
exige. |
Luego les da el gozo y la
paz de |
la libertad de espíritu
para hacer- |
los más puros en el amor.
Se trata |
de una pobreza para la
total liber- |
tad, sin espacio para el
autoengaño, |
el cálculo, la vanidad o
la utilidad |
terrena. Sin que pueda ser
oficio ni |
causa de promoción el
seguimiento |
de Cristo, sino
acercamiento a sus |
mismas experiencias de
desprendi- |
miento para una
disponibilidad in- |
condicional y gozosa, sin
expecta- |
tivas de aprovechamiento
alguno |
ni de herencias ni
siquiera "santas". |
La recompensa es solamente
Dios. |
Muchos de los
contrasentidos |
que encontramos en la
historia de |
la Iglesia, y muchos de
los dolores |
no asumidos de los
cristianos, cuan- |
do no son pecado
(codicias, vani- |
dad, envidias,
desamor...), no son |
otra cosa que el trasiego
doloroso |
y purificador a que la
providencia |
de Dios la somete y nos
somete. |
Lo que ocurre es que
tenemos, to- |
davía, poca fe. |
VERDAD, BELLEZA, FELICIDAD |
PARA ser felices hace
falta un |
poco de belleza y sed de
ver- |
dad. Palabras y gestos
bellos; |
pensamientos, acciones y
vida. Al- |
guien ha dicho que poesía
es ha- |
blar de belleza con
palabras bellas. |
Pero ¿acaso no lo son
todas las |
palabras? La condición
exigible |
podría ser que fueran para
decir, |
siempre, la verdad. Es
decir, para |
comunicar, agotándolo, el
pensa- |
miento que recogen o
transmiten, |
que ofrecen o agradecen.
Sólo así |
las palabras serían,
siempre, anun- |
cio bello y gozoso: gozo
de la verdad |
entendida, comunicada,
comparti- |
da con gratitud y amor.
Las pala- |
bras los gestos: la verdad
de las |
palabras y la sinceridad
de las ac- |
ciones. Seríamos entonces
felices, |
alcanzaríamos el
"gaudium de ve- |
ritate", que Zubiri
recordaba en el |
afecto y diálogo de los
filósofos, |
extensivo a los poetas, y
a todos |
los hombres. Porque, ¿qué
hombre |
no es, o no puede y
debería ser fi- |
lósofo y poeta? ¿O es que
hay pen- |
samiento limpio o acción
noble |
que no sean bellos, o
acaso belleza |
que no pueda ser
"pensada" y rea- |
lizada? Toda belleza, toda
nobleza, |
para que lo sean, deben
ser verda- |
deras y posibles. Negarlo
equival- |
8 (28) |
dría a renunciar a la
felicidad que, |
bien o mal, apetece todo
ser huma- |
no. |
A ratos decimos que nos
falta |
felicidad. Ello ocurre
porque ―o |
cuando― somos
anti-estetas o ma- |
los estetas; cuando somos
superfi- |
ciales y no damos tiempo
al gozo |
pleno de apurar esos
pequeños co- |
tidianos bienes y verdades
de la |
palabra y del gesto de
cada mo- |
mento. No acabamos de ser
felices |
porque dejamos el bien a
medio |
hacer (no hace falta que
no quera- |
mos hacer el mal), y
decimos las |
palabras a medio entender,
y se |
nos rompe la verdad por
simple |
descuido. No llegamos a
"gozar de |
la verdad" porque no
la apuramos, |
porque nos cansamos
enseguida |
tras el primer entusiasmo,
y aban- |
donamos el esfuerzo
inicial para |
pasarnos a la novelería
siguiente, |
sin tiempo para dar en lo
hondo |
de nada. "Fuochi di
paglia", decía |
san Felipe Neri: fuegos de
paja de |
los corazones inquietos y
perezo- |
sos a la vez, que lo
emprenden |
todo, que no acaban nada.
Sólo |
movidos por la comezón de
estre- |
nar, sin asumir nada del
todo; jue- |
gan, incluso con el bien,
pero va- |
namente, sin
comprometerse, sin |
integrarlo en la vida, o
sin inte- |
grarlo del todo. No asumen
la acti- |
tud sincera, mantenida de
crecer |
en la verdad, sino
solamente de |
probarla, sin dejar que
colme la |
vida. A lo sumo "se
ponen pala- |
bras" pretendidamente
educadas, |
se revisten de gestos
oportunamen- |
te exhibidos, pero
divorcian el |
pensamiento y el afecto de
lo que |
por fuera expresan, y por
eso no |
les cabe la belleza en la
vida, por- |
que está apagada en su
interior la |
llama que debía
alimentarla. Las |
pequeñas claridades que
recogen, |
nunca las llevan hasta esa
profun- |
didad serena, de
pensamientos en- |
teros, que se alimentan de
la ver- |
dad gozosa y gozada
pacíficamente, |
que es más que simple
gozo, que |
es "jocundia",
es decir, gozo hondo, |
anticipo de felicidad.
Verdad abier- |
ta y no poseída, verdad
creciente y |
agradecida, verdad
recibida y co- |
mulgada, porque toda
verdad es |
bien, y todo bien se
comunica, sin |
truncar su progreso. Pero
toda bon- |
dad brota del corazón y
del pensa- |
miento. Y hay que pensar,
y hay |
que llegar a amar. Lo
contrario |
va contra la verdad y la
belleza y, |
como consecuencia, contra
la feli- |
cidad. |
9 (29) |
Cristo de Port-Royal |
Traducción de un poema de
Blai Bonet, de su libro |
«L'evangeli segons un de
tants»: Cristo habla desde |
la Cruz. |
NO ESTOY clavado en la
cruz porque la muerte |
es inevitable, sino porque
conviene así. ¿No |
ves que doy mi sangre para
que tú puedas |
cumplir el mandamiento de
no tener miedo? |
Antes de decir «amaos», y
antes, sobre todo de decir «edifica- |
ré mi Iglesia», había
dicho muchas veces «no tengáis miedo», |
y nunca lo tomaste como un
mandamiento. |
Pues el primer mandamiento
es: no tengáis miedo. El miedo |
es de los animales. Que tú
cada día te parezcas menos a ellos. |
Si sientes miedo, es
porque ignoras lo que te ocurrirá. Y, si no |
lo sabes, es porque
todavía no has elegido entre el cálculo de |
probabilidades y yo. Los
que creen en mí son inteligentes, |
atrozmente decididos y
prácticos: saben que pasarán por don- |
de he pasado yo, porque no
hay otro camino: el del hambre, |
de la soledad, de la
indigencia, de la injusticia, la calumnia, y |
filosofía y letras. Pero
sólo en este sendero podrás hablar |
claro y con firmeza a los
que han convertido mi redención |
en una carrera. |
Mírame: convéncete que los
que quieren ser elegidos son |
pocos. Mira cómo doy mi
sangre en un invisible incendio de |
las capacidades de
sufrimiento; y compara esto con los gran- |
10 (30) |
des discursos de los que
han sacado doctorados sobre mí. To- |
do es posible, menos que
te pongas públicamente de mi parte |
sin que te ocurra nada. Si
nada te ocurre es que ya has con- |
vertido tu vida en
prudencia y filosofía y letras. |
Mírame: verás que la paz
no tiene nada que ver con la tran- |
quilidad. Y no hables
mucho; actúa en representación de to- |
dos los demás, ocupa su
lugar si, viviendo, lo tienen vacío. Yo |
lo hice así, y el Padre me
resucitó. |
No te preocupes con las
palabras. Yo no te he salvado con |
palabras. Mira cómo te he
redimido: era pobre como un ser |
normal; y hacía a la vez
dos cosas bien difíciles como son cre- |
cer y cumplir la voluntad
del Padre. |
Tuve diez y ocho años,
como tú, y, guardándolos para Dios, |
redimí los diez y ocho
años del mundo; a los treinta años, |
cuando había hecho la
experiencia de mi crecimiento, y co- |
nocido el vacío, la
necesidad y ser la flor de un hombre entre |
hombres, dejé a los
padres, el oficio y el pueblo, nada en este |
bolsillo, y nada en el
otro, andando por los caminos, literal- |
mente a la buena de Dios,
a dar la cara y a luchar contra el |
mal, sin pararme a
explicarlo. |
Veo que no me preguntas
por qué dejé por explicar el mal. |
11 (31) |
En tu silencio adivino el
arrepentimiento de que conoces has- |
ta la raíz el origen de
las cavernas teológicas que tienes en el |
pulmón izquierdo. |
Dile al padre Alfredo
Rubio que el mal es un resultado de la |
Historia, que no pertenece
al misterio, y por eso no lo expli- |
qué. Encontraba piernas
marcadas por la polio de la historia, |
perdonaba en ellas los
crímenes de la historia, y andaban. A |
mí venía un hombre con la
vista de piedra, perdonaba en ella |
a la historia y amanecían
árboles en sus ojos. Tropezaba con |
un cuerpo muerto, le daba
vida mía y lo levantaba de nuevo |
al oficio divino de vivir,
y de vivir en mi época, de conocer- |
me personalmente, a menudo
sin excesivo placer por su parte, |
porque debieron ver cómo
me detenía la policía. Quiero de- |
cirte con esto que el mal
queda explicado con la curación. |
No pierdas, pues, tiempo o
vida buscando cínicamente la ex- |
plicación de lo que ya
sabes y no dices. Lucha contra el mal |
concretamente, allí donde
te encuentres, y esta lucha te lo |
revelará todo,
principalmente cuando el resultado sea limpio, |
es decir, si fracasas. ¿O
es que no sabes que, en la lucha, el |
fracaso es el fracaso del
éxito y no el del hombre? |
Si no dejas de ser pobre,
serás siempre superior al mundo |
y al poder, y además será
patente. El pobre siempre causa |
temor, misterio de sí
mismo, el pobre es literalmente una apa- |
rición, como un fantasma,
y eso por causa de mí. Déjame apa- |
recer, pues. Tú sabes bien
que eres mi pasaporte. |
No. No me hables de tus
pecados personales, porque desde |
esta cruz solamente
existen los pecados del mundo. Lucha, |
si puedes, y, si no
puedes, no te rindas en esa impotencia que |
te irá mostrando lo que
puedes hacer. |
Desde hace muchos años he
deseado apasionadamente y, creo, sin- |
ceramente no ser jamás
rico y, además, no ser elevado a puestos ele- |
vados en la Iglesia. Los
hombres que han sido más útiles nunca han |
sido investidos de las más
altas dignidades.— John Henry Newman, C. O. |
|
12 (32) |
Documento: |
LA ESCUELA |
CRISTIANA |
PUEDE haber, en España,
cristianos poco formados, pero, siquiera socio- |
lógicamente, la inmensa
mayoría de los españoles se declaran cristia- |
nos. Estadísticamente, los
ciudadanos españoles no cristianos, alcanzan |
apenas la cifra de
seiscientos mil. Pero aunque la proporción se invirtiera y |
sólo una minoría
permaneciera adscrita a la fe de Jesucristo, seguiría siendo |
justa la tesis del derecho
a una escuela cristiana, no desvirtuada por ley algu- |
na que hiciera su
practicidad inviable o gravemente amenazada. El texto que |
reproducimos a
continuación es parte de una conferencia pronunciada por |
José María Valladolid, ce
seis años muy bien cumplidos. La distancia de |
ese tiempo quita pasión y
añade objetividad al tema actual de las más recien- |
tes polémicas, y recuerda
la posición que, desde un criterio cristiano, defien- |
de el derecho a la justa
libertad de enseñanza. La conferencia se pronunció |
en Madrid, en el colegio
Maravillas, el 25 de noviembre de 1977, con motivo |
de la beatificación, pocas
semanas antes, de dos grandes educadores, los HH. |
Miguel Febres Cordero y
Muciano María. |
La escuela, |
Catequesis total |
La escuela cristiana no es
la que separa la enseñanza |
profana y la enseñanza
religiosa. Sino la que integra am- |
bas facetas,
imprescindibles para el verdadero cristiano, |
llamado a renovar el
mundo, tanto en sus aspectos mate- |
riales como en sus valores
espirituales. No se puede llevar |
el mundo a su perfección
relegando los bienes creados, |
que son don divino. Pero
tampoco se le puede perfeccio- |
nar relegando los
criterios del Evangelio. No se puede |
reducir el hombre a pura
materia, como tampoco se le |
puede convertir en solo
espíritu. |
13 (33) |
La escuela cristiana es,
por lo mismo, catequesis total. |
También cuando enseña
materias profanas. Y quiere for- |
mar al cristiano en su
total integridad. |
Hoy corren vientos
contrarios a la escuela cristiana. |
Se la acusa de clasista,
de acientífica, de antidemocrá- |
tica. |
¿Colegios |
para ricos? |
Se la acusa de clasista,
porque muchos colegios de ins- |
piración cristiana se han
visto obligados durante años y |
años a cobrar la educación
que impartían. Y como a estos |
centros no podían acudir
los que no tenían dinero, queda- |
ban sólo para personas
acomodadas. Los pobres eran |
excluidos. Y se ha tachado
a tales centros de "colegios |
para ricos". Y es
fácil pasar de ahí a llamarles antievan- |
gélicos. |
Pues bien, los cristianos,
hoy, proclaman y quieren |
que todos los colegios y
escuelas cristianas sean gratuitos, |
para que ningún pobre se
vea excluido de ellos. Para que |
ningún acomodado se sienta
privilegiado. Por esto, basán- |
donos en la más genuina
democracia, queremos que todos |
los colegios de España
―todos―, tanto los que se confiesan |
cristianos como los que no
se confiesen así, sean gratuitos. |
Nos oponemos, por ser
cristianos, a que se obligue a co- |
brar a unos, por ser
cristianos, y se apoye económicamen- |
te a otros por no serlo.
Es hora de que la sociedad, los |
cristianos se levanten con
energía contra esta discrimina- |
ción, que hasta ahora,
además, se ha presentado como |
privilegio, engañosamente. |
Colegios |
democráticos |
Cuando todos los centros,
sin distinción de su confe- |
sionalidad o
aconfesionalidad, sean gratuitos, y puedan |
ofrecer similar formación,
se habrá dado un paso impor- |
tante para que
desaparezcan las clases sociales que divi- |
den al pueblo. Porque
somos cristianos queremos que va- |
yan desapareciendo estos
clasismos, sin sentido ante el |
evangelio. |
Por esto mismo,
denunciamos ante la sociedad que |
está ahora construyendo su
verdadera democracia, a quie- |
nes están empeñados en que
algunos centros de la Iglesia |
se sigan presentando a la
sociedad como centros de ricos, |
mientras a los centros
estatales los presentan como ver- |
daderamente democráticos,
porque no hacen distinciones |
en la aceptación del
alumnado. |
14 (34) |
Protestamos y denunciamos
a quienes obligan y con- |
denan a los centros
privados a seguir siendo discrimina- |
torios. Y pedimos que sean
consecuentes con sus principios |
democráticos: si se quiere
enseñanza gratuita para todos, |
que no haya excepciones,
que la sociedad corra con los |
gastos educativos de todos
los centros con criterios de jus- |
ticia distributiva, sin
privilegios de ningún tipo. Y ese día |
verán que los colegios de
la Iglesia a los que hoy llaman |
"de ricos", se
hacen tan democráticos como cualquier |
otro. Está ya plenamente
demostrado en todos los centros |
que han sido
subvencionados. |
Por eso, quienes piden que
se supriman o congelen las |
subvenciones a los
colegios, en el fondo están defendiendo |
una sociedad clasista,
están interesados en que se perpe- |
túen las diferencias
sociales para mantener el motivo de |
su lucha; y manifiestan
una postura antidemocrática, al |
cerrar a muchos niños las
puertas de determinados cole- |
gios, porque no les dejan
acceder a ellos por impedir que |
sean gratuitos. |
Colegios no |
discriminados |
La escuela cristiana, por
ser cristiana, renuncia a |
cualquier privilegio, pero
reclama idéntica justicia y trato |
que todos los demás
centros. Y señala como injusticia la |
discriminación que se hace
por razón de su matiz religio- |
so La escuela cristiana,
tachada de acientífica, ha dado |
claras muestras de lo
contrario. Elimínense de España |
los colegios católicos,
con su profesorado dedicado con |
plenitud a la docencia, a
la educación, a la investigación; |
con hombres que no miden
horas de trabajo y dedicación; |
con sus esfuerzos para la
renovación pedagógica y edu- |
cativa desde hace muchos
lustros, y en ocasiones como |
auténticos pioneros, y el
panorama educativo español se |
empobrecerá
lastimosamente. |
Quienes los acusan de
acientíficos lo hacen, a veces, |
por su convicción de que
las ciencias humanas dejan de |
ser tales al relacionarse
con la fe. Discusiones largas y |
bizantinas ha suscitado el
tema. |
La lucha |
por la |
enseñanza |
Actualmente estamos
viviendo en España momentos |
en que nos jugamos la
existencia y el porvenir de la |
escuela cristiana. Hay
muchos empeñados en que des- |
aparezca; quieren
sustituirla por la escuela laica, que |
15 (35) |
llaman pública, y alegan
para ello razones de tipo "de- |
mocrático". Estas
son: |
La escuela debe ser laica,
para que todos reciban |
una educación con iguales
posibilidades, y para que na- |
die sea obligado a recibir
una educación confesional, lo |
que es una manipulación. |
―La escuela debe ser
pública, porque está sufragada |
con el dinero del Estado.
No se puede tolerar una escuela |
pública confesional,
porque sería dedicar dinero público |
para escuelas con
intereses de tipo confesional privado. |
―La escuela debe ser
laica para que ideológicamente |
todos reciban educación
similar, aséptica y neutra. Quie- |
nes quieran recibir
educación religiosa que lo hagan por |
su cuenta fuera de la
escuela, |
Razones |
para una |
escuela |
cristiana |
A estas razones
aparentemente convincentes, se pue- |
den oponer otras que
defienden la escuela confesional, |
apoyándolas en motivos
mucho más democráticos. Helas |
aquí. |
―Pedimos una escuela
cristiana para que todos aque- |
llos padres que desean que
sus hijos reciban una educa- |
ción cristiana puedan
escogerla. De la misma forma ad- |
mitimos una escuela laica
para los padres que desean ese |
tipo de formación para sus
hijos. |
―Queremos una
escuela cristiana para respetar la |
libertad y el derecho de
los españoles que la escojan, y |
de la sociedad en su
conjunto, como es. Y esta sociedad |
ha manifestado sus deseos,
que la prensa ha reflejado, |
aunque muchos quieren
ignorarlos. |
―Queremos que estas
escuelas cristianas sean sufra- |
gadas por la sociedad, y
de la misma forma que se sufra- |
gan las escuelas laicas,
para que nadie sea discriminado |
por motivos religiosos. |
Nada hay tan grande, nada
hay tan idealmente |
hermoso, como la acción de
Dios en el alma hu- |
mana. Si pudiéramos
discernirla en nosotros mis- |
mos, nuestra vida quedaría
con ello transformada. |
Elisabeth Leseur |
16 (36) |
―Queremos escuelas
cristianas a las cuales puedan |
asistir todos aquellos que
lo deseen, sin ninguna traba de |
tipo social; para que
desaparezcan de la sociedad las |
diferencias sociales y
cualquier discriminación escolar |
basada en diferencias
económicas. |
¿Qué razones son más
democráticas: las primeras o las |
segundas? |
La escuela Ideal |
De acuerdo con estos
justos deseos, manifestados en |
numerosos escritos
documentos, reiterados por relevan- |
tes personalidades y
organismos, estamos conformes en |
que toda la educación en
España sea: gratuita, democrá- |
tica, científica y
pluralista. |
Hemos explicado que
deseamos la gratuidad con todas |
las consecuencias, y
además anhelamos que no se extien- |
da tan sólo a los niveles
obligatorios, sino a toda la ense- |
ñanza, desde la preescolar
hasta la Universidad, siempre |
buscando la igualdad de
oportunidades, sin discrimina- |
ción. |
Queremos una escuela
democrática, donde se forme |
para la verdadera
democracia, donde todas las fuerzas |
integrantes de la
comunidad educativa tengan su inter- |
vención adecuada con
respeto y colaborando en la obra |
educativa. Creemos que en
general, los centros de carác- |
ter confesional serán,
quizás, los mejor dispuestos para |
realizar estas nuevas
líneas de actuación como se puede |
demostrar con ejemplos
concretos ya existentes. Pero ade- |
más tiene en sí la fuerza
del mensaje cristiano para for- |
mar en un verdadero
talante democrático, inspirando la |
verdadera fraternidad, la
convivencia, la paz y |
amor entre los hombres... |
Y en fin, queremos una
escuela pluralista. Pero con |
un pluralismo que respete
democráticamente la libertad |
de los demás, la libertad
colectiva. |
Por eso deseamos que el
pluralismo esté a nivel de |
centros. Es decir, que
haya centros confesionales y cen- |
tros aconfesionales. |
Derecho personal y |
derecho colectivo |
Consideramos que el
pluralismo a nivel personal, que |
propugna que en un centro
de inspiración cristiana edu- |
que quien se considere y
confiese contra el cristianismo, |
destruye el carácter mismo
del centro. Toda la colectivi- |
dad queda a merced de una
persona. |
17 (37) |
Lógicamente, este
pluralismo a nivel personal lo ad- |
miten y exigen quienes
defienden la escuela laica con |
exclusividad a cualquier
otra. Pero es imposible que lo |
admitan quienes tienen
derecho a una escuela confesio- |
nal cristiana, y porque
viola la verdadera democracia de |
la sociedad. Tal libertad
personal destruye el derecho |
colectivo. |
También plantean el
problema a nivel profesional: se |
privaría a determinadas
personas de un puesto de trabajo. |
Aparte de que al defender
la escuela laica también ellos |
están quitando el puesto
de trabajo a muchos educadores |
que no son laicos, este
asunto profesional es estrictamente |
de organización y
administración. Una justa distribución |
del personal puede
subsanar este posible riesgo. |
EI |
pluralismo |
Ideológico |
Cabe preguntarse: ¿Por qué
tanto interés en defender |
el pluralismo ideológico
del profesor en cada centro, y |
por qué tanto tesón en
negar el pluralismo ideológico del |
centro educativo? Una
pregunta para reflexionar. |
Para conseguir esta
escuela con las notas que hemos |
expuesto, que creemos tan
pública y social como la escue- |
la laica, nos apoyamos en
las palabras de quienes en sus |
campañas electorales
prometieron al pueblo español «en- |
señanza gratuita para
todos». |
Si sus frases
publicitarias eran sinceras, si de verdad |
les interesa que todos los
niños reciban educación gratui- |
ta, ¿por qué se quiere
ahora limitar esa gratuidad a los |
que asistan a un
determinado tipo de escuela? |
¿Acaso en sus promesas
decían «enseñanza gratuita |
para todos los que asistan
a las escuelas del Estado»? |
Pues eso ya ocurría antes. |
¿O acaso querían decir
«enseñanza gratuita para to- |
dos porque los niños que
van a colegios de pago los echa- |
remos de ellos»? |
¿No entendía el pueblo al
leer y oír tales promesas |
El mayor peligro para el
cristianismo, consiste en |
que sea juzgado como una
parte de la historia |
cultural de la
humanidad.― Karl Barth |
|
18 (38) |
que su hijo, fuese al
colegio que fuese, disfrutaría de |
educación gratuita? |
Pues si se le hizo
entender eso, y no se le da, se le ha |
engañado. |
El Estado y los partidos
políticos saben muy bien que |
si se compromete, como lo
ha hecho, a que toda educa- |
ción obligatoria sea
gratuita, no le va a costar más dinero |
si los centros son
confesionales o no confesionales. Le |
costará lo mismo si
permite pluralidad de centros que |
obliga a que todos los
centros sean laicos. Pero en el pri- |
mer caso respeta la
libertad del pueblo. Y en el segundo |
lo hace contra la voluntad
y la libertad de los ciuda- |
danos. |
¿Chantaje? |
Se da el curioso fenómeno
de que se pretende emplear |
el dinero destinado a
educación de los españoles para |
chantajear en cierto modo
―aunque la palabra parezca |
demasiado fuerte― a
los centros no estatales: si no os ha- |
céis escuela laica, no
tendréis un céntimo; si queréis el |
dinero que necesitáis,
tendréis que convertiros en escuela |
laica. |
Ante estos problemas,
realmente serios, de la educa- |
ción cristiana, tal como
se plantea en España, ante la |
posible desaparición
paulatina de los centros donde se |
imparte enseñanza y
educación cristiana, por forzarles a |
ser clasistas y obligarles
a mantenerse mediante cobros a |
las familias; ante un
sistema de planificación en la crea- |
ción de escuelas y
colegios que no corresponde con los |
deseos y aspiraciones de
los ciudadanos de España, y |
que repercute seriamente
en la desaparición de centros |
ya existentes; ante el
engaño que se quiere hacer a toda |
la sociedad española; ante
la campaña de desprestigio |
montada para calumniar a
los centros de inspiración |
cristiana; ante el plan
estratégico montado para introdu- |
cir en la sociedad
española una escuela laica obligatoria, |
atropellando la libertad
del pueblo, es necesario que los |
padres de familia, los
cristianos, todos los educadores que |
ven frustrados sus ideales
educativos, toda la sociedad |
sensibilizada con la
situación, capte la urgencia de unir |
su voz y su acción para
exigir lo que es justo, lo que |
constituye no una gracia o
favor, sino un derecho, irre- |
nunciable además, para
salvaguardar la educación de |
sus hijos. |
19 (39) |
Pensamiento claro, |
corazón sereno y generoso. |
HAY que amar a la Iglesia
haciéndonos santos en ella. Se trata |
de procurar tener las
ideas claras y un poco ―¡un mucho!― de |
nobleza en el corazón.
Luego vale más polemizar lo menos posi- |
ble, y mantenernos en la
verdad limpia y en el puesto justo, sin |
despreciar a nadie, sin
atacar, sin envidiar ―sobre todo eso: sin |
envidiar― a nadie. Y
ser constructivos, cualitativamente cons- |
tructivos, olvidándonos
algo de las cantidades y las estadísticas; |
se trata de trabajar en el
bien, sin preocuparnos, personalmente, |
por lo que ahora se dice
de "la imagen", pero que es un eufemis- |
mo para ocultar o
adecentar la vanidad inelegante, o el orgullo |
miserable y vergonzante,
engendrador de psicopatías cancerosas |
y complejos incurables. Y
Dios encima de todo, y en todo. Sólo |
así, al final, todo lo que
parecen males actuales u obstáculos dema- |
siado difíciles para
construir el bien, se convertirán, finalmente, |
no ya en el
"triunfo" del bien deseado, sino en un bien mejor que |
el que pudiéramos
imaginar. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Casanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta San Felipe Neri, 1
Apartado 182 - Albacete D.L AB 103/62 - 5.24 |
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