Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 218. ENERO. Año 1985 |
SUMARIO |
NADIE puede aprisionar el
espíritu; no es posible la |
involución de lo
verdaderamente espiritual, por- |
que el espíritu mira
siempre hacia adelante. El es- |
píritu no tiene
calendarios, ni medidas para los |
tiempos pasados; y el
futuro del espíritu no cabe en el |
tiempo, aunque pase por el
tiempo, como viento que barre |
los caminos. Mientras
silba y arrastra las escorias, abre |
claridades para el sueño y
la esperanza, sin otros cruji- |
mientos que los de la
necesaria purificación, para que lo |
espiritual se haga real.
Hasta Dios se ha vestido de nues- |
tra carne, para poder
decirnos palabras que duren para |
siempre. Solamente los
nostálgicos miran hacia atrás, in- |
tentando recuperar
derribos sólo medianamente útiles pa- |
ra edificar reinos
mundanos. Pero sabemos que Cristo, al |
asumir el mundo, lo ha
superado. Y, así, todo, siempre, |
aquí, se va abriendo a la
esperanza. Porque el tiempo está |
inscrito en la eternidad y
definitivamente abierto a ella. |
Por esto no podemos mirar
atrás. |
TAL VEZ SOÑAR |
TENEMOS UNA ESTRELLA |
PARA EL HOMBRE |
SAN JERÓNIMO DE LA CARIDAD |
CAMINOS DE ROMA Y CAMINO
DE BELÉN |
LA IGLESIA SE RENUEVA |
SUEÑOS Y ESPERANZAS |
1 |
TAL VEZ SOÑAR |
En la Biblia y en la
literatura profana; en profetas y |
santos y en psicoanalistas
y adivinos en fabulaciones |
fantásticas o a propósito
de teorías científicas; como |
resumen de una sabiduría o
como exceso de la locura... |
se ha recurrido al
"sueño", estudiándolo como fenómeno |
o valiéndose de él para
expresar la propia conciencia, |
otro160 to para ilustrar
conceptos elaborados en la mente, o para |
describir el
subconsciente. El "sueño" Ha servido como |
ficción para envolver
metafórica o elípticamente, la idea |
o sentimiento de lo que no
hubiera cabido en el lenguaje |
directo o en el tiempo
ordenado y completo de las |
palabras tomadas en su
significación estricta. Para |
ilustrarlo bastaría acudir
a estos nombres: Jacob, José, |
Daniel; Bernat Metge,
Shakespeare, Quevedo, Calderón; |
Agustín de Hipona, Teresa
de Jesús, John H. Newman, |
Martin Luther King Sigmund
Freud. Con humor y |
ternura cristiana, en
nuestros días, respecto a la Iglesia, |
habría que recordar los
"sueños" del cardenal inglés |
George Basil Hume, y al
teólogo Walbert Bühlmann, no |
menos humorista, que dice
haber soñado que «se vendía |
el Vaticano»... |
En estas últimas semanas,
cuando el cardenal |
Ratzinger ha apuntado la
posibilidad de un nuevo |
Concilio —el Vaticano
III—, no han faltado los que han |
calificado, también, de
"sueño", esa eventualidad. Tal |
vez aunque es difícil
predecir si hace falta volver a |
soñar. Dígase lo que se
diga y parezca lo que parezca, el |
mismo Señor va en la barca
de la Iglesia y convierte, |
poco a poco, las
esperanzas proféticas de sus hijos, en |
realidades que superan lo
imaginable. Pero, si hiciera |
falta soñar, podríamos
suponer que, cierto día, pasados |
los años ocupaba' la Sede
de Pedro el papa Juan XXIV y |
que, a imitación de su
predecesor Juan XXIII, también |
convocaba un Concilio, y
no en el Vaticano, sino en |
Belén: el Concilio
Ecuménico Belén I. |
2 |
Tenemos |
una estrella |
CUANDO nos habla un ángel
de Dios, o se enciende una estrella sobre |
nuestro camino, solamente
podemos tener paz si atendemos a la voz |
y si seguimos la luz.
Pastores y magos tuvieron ángeles y estrellas so- |
bre sus caminos. Eran dos
muestras de la humanidad; eran como un |
símbolo de los de cerca y
de los de lejos; de los que imaginaríamos más obli- |
gados, por ser judíos, y
de los aparentemente más desconectados con el |
sistema de esperanzas que
estaban en la raíz del pueblo elegido. Pero el |
hecho es que todos fueron
llamados. |
Rememorando este
llamamiento, no podemos olvidar los llamamientos |
de los patriarcas: también
hubo ángeles y mensajes, estrellas y claridades |
del alma. Y también aquí y
en cada cristiano. Cristo no es sólo «noticia» de |
Dios y «buena noticia»
para el mundo, sino que es vocación para todo el |
que se aventura a creer en
él radicalmente, porque, en seguida, siente que |
la fe se ha de traducir en
vida, y que la vida debe ser una respuesta total a |
Dios. Esa respuesta total
ha de elaborarse con todas las fuerzas del alma, |
con toda la nobleza del
corazón, con todo el afecto, con la sabiduría y pru- |
dencia de la mente. Y
luego ha de ser mantenida. |
Creer en Cristo es como
descubrir una estrella sobre el propio camino. |
Descubrirla cada uno, y
descubrirla con los demás, formando constelación, |
como el grupo de pastores,
como la caravana de los magos. |
Creer en Cristo es ponerse
en camino y buscarle. Y preguntar, en la |
búsqueda, juntando la
sencillez de la fidelidad con la prudencia del discer- |
nimiento, sin hacer
ostentación de lo que Dios nos pide, pero dejando que |
nos crezca la luz en el
alma, entre dolores, gozos y esperanzas. Es saber |
ordenar la vida para que,
sin amaños ni estrategia, nada se nos pierda pa- |
ra él. No todos tendremos
que seguir el mismo camino, pero todos hemos |
3 |
de dar una respuesta total
y generosa; es decir, que no podemos comenzar |
regateando, sino apostando
lo más. Así lo hicieron los magos, sin excusar- |
se, sin desistir. |
Nos gustaría saber qué
cambio se operó en ellos después de haber |
adorado a Cristo; pero lo
que la Biblia nos dice se acaba con el acto de su |
ofrenda. De ésta nos queda
la simbología del triple don, que el evangelista |
no echa en olvido: el oro
querrá decir amor, plegaria el incienso, y la mirra |
abnegación. |
Todos tenemos una estrella
sobre el camino que hacemos, con los de- |
más, hacia Jesús, |
PARA EL HOMBRE |
No se hizo el hombre para
la bandera sino la bandera para el hombre... |
No se hizo el hombre para
la ciudad sino la ciudad para el hombre. |
No se hizo el obrero para
la fábrica sino la fábrica para el obrero. |
No se hizo el niño para el
maestro sino el maestro para el niño. |
No se hizo el enfermo para
el médico sino el médico para el enfermo. |
No se hizo la mano para el
guante sino el guante para la mano. |
No se hizo el pueblo ira
el que lo gobierna sino el que gobierna par |
el pueblo. |
No se hizo el que trabaja
para el sindicato sino el sindicato para el que |
trabaja. |
No se hizo el hombre para
la historia sino la historia para el hombre. |
No se hizo el hombre para
el sexo sino el sexo para el hombre. |
No se hizo el hombre para
el consumo sino el consumo para el hombre. |
No se hizo el hombre para
la propaganda sino la propaganda para el |
hombre. |
No se hizo el libro para
el editor sino el editor para el libro. |
No se hizo el arte para la
galería sino la galería para el arte. |
No se hizo el lector para
el periódico sino el periódico para el lector. |
No se hizo el seglar para
el cura sino el cura para el seglar. |
No se hizo el cuerpo para
el alma sino el alma para el cuerpo. |
No se hizo el pecado para
la gracia sino la gracia para el pecado. |
No se hizo el católico
para la misa sino la misa para el católico. |
No se hizo el cristiano
para Cristo sino Cristo para el cristiano... |
En resumidas cuentas, se
hizo el hermano para el hermano |
y se hizo el hombre para
el hombre. |
Luis Felipe Vivanco |
4 |
SAN JERÓNIMO DE LA CARIDAD |
Y LA MISA EN LATÍN |
SUCEDE QUE, a veces, hay
nom- |
bres demasiado evocadores |
para que puedan nombrarse |
o leerse y seguir en la
indiferencia. |
Esto mismo nos ha sucedido
a pro- |
pósito de una
mini-polémica ven- |
tilada en las páginas de
la revista |
«VIDA NUEVA» (véase nº
1452, |
pág. 48, y nº 1457, pág.
49), que po- |
dría titularse con el
encabezamien- |
to de estas líneas. Pero
aquí no que- |
remos entrar en la
sustancia de la |
discusión, ya que, en lo
relativo a |
la misa en latín, hicimos
nuestro |
pequeño comentario, con el
buen |
propósito de querer
entender bien |
las razones que el Papa
había teni- |
do en cuenta, y alabando
su mise- |
ricordia. |
Nosotros somos
oratorianos, y |
ningún miembro del
Oratorio pue- |
de oír el nombre de «San
Jeróni- |
mo de la Caridad» sin que
le pon- |
ga en vilo el corazón,
pues en esa |
iglesia romana y en la
casa conti- |
gua más bien modesta (y
hasta ha- |
ce poco, casi ruinosa)
nació el |
Oratorio y allí vivió san
Felipe, |
sacerdote, hasta sus
últimos días. |
San Jerónimo de la Caridad
es, pa- |
ra los oratorianos, lo que
era el |
Cenáculo para los primeros
cristia- |
nos. Curiosamente, los
padres del |
Oratorio, nunca hemos sido
los pro- |
pietarios de aquella
mansión vene- |
rada, pero sí los
custodios de la |
gran reliquia que
constituía para |
nosotros y para todo el
pueblo ro- |
mano, para quien san
Felipe es co- |
patrono de la ciudad,
junto a los |
santos apóstoles Pedro y
Pablo. Pe- |
ro después de la muerte
del papa |
Pablo VI, la situación ha
comenza- |
do a variar con evidente
peligro |
para la destinación de
aquella igle- |
sia, tan estrechamente
relacionada |
con los padres del
Oratorio roma- |
no hasta ese momento.
Incluso, Pa- |
blo VI, al elevar al
cardenalato al |
padre Giulio Bevilacqua,
del Ora- |
torio de Brescia, le hizo
titular de |
la iglesia de san
Jerónimo, con la |
evidente intención de
reforzar mo- |
ralmente la presencia
oratoriana |
5 |
en aquel lugar
singularmente que- |
rido por todos y también
el papa |
Con el cardenal oratoriano
Giulio |
Bevilacqua, se concedió
titulación |
cardenalicia, por primera
vez, a la |
iglesia que había sido la
cuna del |
Oratorio, hace ya más de
cuatro |
siglos. |
Apenas muerto el cardenal
Giu- |
lio Bevilacqua, y todavía
en tiem- |
pos del papa Pablo VI,
hubo una |
serie de manejos a nivel
admini- |
strativo , desde
instancias romanas |
municipales, de las que
dependía |
san Jerónimo de la Caridad
a tra- |
vés de «Gli Istituti
riuniti di san |
Girolamo della Carità». No
sin |
fundamento se temió que se
fra- |
guaba la desposesión del
Oratorio |
para entregar casa e
iglesia a otra |
entidad, muy poderosa, que
ac- |
tuaba por medios ambiguos
pero |
eficaces. Siendo ya
titular de la |
iglesia el cardenal
Palazzini, se |
acudió a él, pero con
evasivas y |
diciendo desconocer el
asunto, no |
fue posible obtener
ninguna media- |
ción: y se acudió a la
instancia ci- |
vil, tropezando con un
funcionario |
que no atendía a otras
razones que |
las estrictas de su
representación |
administrativa comunal.
Compro- |
bamos que el tal
funcionario perte- |
necía, efectivamente, a la
poderosa |
entidad que debía pasar a
ocupar |
san Jerónimo, pero... como
era se- |
glar y estaba en su
jurisdicción, no |
valían otras razones, ni
admitía |
otros argumentos que los
de su |
competencia civil. |
Seguían los motivos de
inquie- |
tud... Y se acudió al
Papa, que |
comprendió y atendió la
queja de |
los oratorianos y,
rápidamente, por |
medio de una intervención
perso- |
nal, rogó que se
respetaran lo que |
eran, por lo menos,
derechos del |
corazón, para los hijos de
san Feli- |
pe Neri. Y así finalizó la
primera |
etapa de temores. |
Aludimos a los
"derechos del |
corazón", que tal vez
no tengan |
Sin llegar al derroche de
las armas nucleares —España, durante 1984— |
incrementó su presupuesto
para comprar armas sofisticadas de muy |
elevado coste y mantiene e
incrementa la venta de |
armas a otras naciones... |
...La paz requiere mentes
jóvenes, fórmulas nuevas que superen las |
caducas y viejas que nos
conducen cada día a una si- |
tuación más peligrosa y
absurda. |
Mons. DÍAZ MERCHÁN, |
presidente de la Conf. Ep.
Española, Dic. 1984 |
6 |
ningún valor cuando
imperan los |
criterios del mundo, y la
prisa por |
apoderarse de las parcelas
inde- |
fensas de los más
pequeños. Sin |
embargo, nosotros siempre
hemos |
creído que, desde
Jesucristo, "los |
más pequeños"
—también, y espe- |
cialmente en la Iglesia—
deben te- |
nerse en cuenta y deben
respetarse. |
Esos derechos del corazón
habían |
sido tenidos siempre en
cuenta, |
desde cientos de años y,
reciente- |
mente, incluso con
alcaldes roma- |
nos comunistas. Algo que,
por lo |
menos en parte, también ha
ocu- |
rrido tras las
secularizaciones pa- |
trimoniales y las
desamortizaciones |
del siglo pasado, casi por
toda Eu- |
ropa. |
Pero ésta no es la suerte
que nos |
ha correspondido a
nosotros en el |
caso que nos ocupa y que,
cierta- |
mente, nos concierne.
Muerto Pa- |
blo VI, que frenó aquellas
ambi- |
ciones, las técnicas
tentaculares y |
ambiguas han seguido, en
el cam- |
po eclesiástico
(Palazzini, titular de |
la iglesia; el Vicariato
nombrando |
capellán) y en el campo
civil y ad- |
ministrativo, en el que,
por ahora, |
lo más ostensible es la
presencia |
de miembros de la entidad
intere- |
sada dirigiendo reformas y
restau- |
raciones no exentas de
suntuosi- |
dad, para adecuar el
edificio al |
gusto del nuevo poseedor.
Estas |
obras las paga la
administración |
civil, ciertamente pródiga
ahora, |
allí donde con
anterioridad todo |
DOLOR DEL TIEMPO. |
La sed fui a calmar |
y el infierno ríe |
de la caridad. |
Alma, ¿Sólo es |
una pizca de aire |
que vuela después? |
Vuelven contra ti |
y te cubren, ruinas |
de sueños sin fin. |
Por el fango van |
guiando la cifra |
hacia la unidad. |
Tapamos muy bien |
con frases de nada: |
sin saber por qué. |
Sacad del dolor |
del tiempo la flecha |
de nuestro clamor. |
Que la mano audaz |
—fuerte, limpia, joven— |
sepa bien contar. |
Salvador Espriu, |
trad. Santos Hernández |
7 |
respiraba pobreza y, en
algunos |
tramos, casi amenaza de
ruina. |
Uno leía el Evangelio y
recorda- |
ba la predilección de
Jesús por los |
más pobres y pequeños, y
pensaba |
que, en la misma Iglesia,
sería me- |
nos difícil que fueran
estimados y |
defendidos. Uno pensaba
que, para |
los espirituales, a
diferencia de los |
mundanos, lo pequeño era
también |
importante y los menos
poderosos |
igualmente dignos de ser
respeta- |
dos. Pero al mundo le
encanta lo |
aparentemente eficaz, y no
repara |
en medios. Se da la razón
al que |
reparte halagos, y se
reverencia al |
que se hace temer. Y lo
más triste |
es que puede haber quien
crea, |
"de buena fe",
que el prestigio, el |
poder, el dinero, la
astucia, puedan |
ser puestos al servicio
del reino de |
Dios. |
A pesar de todo, es
preciso se- |
guir creyendo en lo que
dijo Jesús. |
Lo más triste, para los
oratorianos, |
no es que hayamos perdido
san |
Jerónimo de la Caridad.
¡Tantas |
cosas hemos perdido!
¡Tantas casas |
nos han destruido!
Incluso: ¡tantos |
mártires hemos tenido!...
A lo me- |
jor, si los hubiesen
tenido los que, |
con habilidad aséptica,
pero injus- |
ta y abusivamente nos
tratan así, |
no habrían caído en el
juego de se- |
mejantes astucias. |
El hecho de que en san
Jeróni- |
mo de la Caridad se
comenzara |
aquella fantasmal serie de
misas en |
latín, tan ajenas al
tradicional sen- |
tido litúrgico
característico del es- |
píritu del Oratorio, pudo
tal vez |
alertarnos, pero no fue lo
que más |
nos había de doler, aunque
no |
podíamos evitarlo, a pesar
de que |
era, ostensiblemente, un
acto de |
desprecio al Concilio
Vaticano II. |
Lo que nos ha dolido y nos
due- |
le profundamente es la
significa- |
ción de lo que brevemente
hemos |
resumido. Y podemos
decirlo, y de- |
bemos decirlo,
precisamente por- |
que nos concierne. |
Un camino. |
Queda un camino muy largo
que recorrer para ir más allá de la satis- |
facción propia de ser
"un buen católico", que cumple bien "su deber", |
que lee un "buen
diario", que vota "bien", que se porta a su manera |
hasta el abandono total
del hijo de Dios. El hijo de Dios que ha entre- |
gado su vida al Padre y
camina de la mano con Él, esperándolo todo |
de Él, con la sencillez
del niño y la humildad del publicano. Pero una |
vez que el alma ha
recorrido ese camino ya no sabrá volverse atrás. |
EDITH STEIN |
8 |
Los caminos de Roma |
y el camino de Belén |
ANTES de que Pedro llegara
a |
Roma, Roma ya era grande, |
poderosa, famosa, rica,
admi- |
rada, codiciada. Todo el
mundo as- |
piraba a llegar a la gran
ciudad pa- |
ra participar de su
grandeza, de su |
prestigio, de su dominio,
de su glo- |
ria. Roma era la dueña del
Medite- |
rráneo, que era como decir
de to- |
do el mundo de entonces.
Después |
de tantos siglos y del
cristianismo |
asentado en la ciudad de
los césa- |
res, Roma sigue siendo
gloriosa, pe- |
ro el que busque poder,
que no sea |
meramente eclesiástico, no
podrá |
encontrarlo allí, o tendrá
que com- |
pletarlo introduciéndose
en los |
grandes bancos, en las
grandes em- |
presas, en las
instituciones presti- |
giosas, en la política. Si
alguien en- |
sayara una estrategia
parecida, en |
seguida sería detectado y
levanta- |
ría fuertes oleadas de
protesta por |
el escándalo de los más
pequeños |
que verían invertido el
Evangelio. |
Roma no ha quedado
totalmente |
inmune de semejante
pecado, pero, |
en compensación, ha dado
grandes |
santos, tan cercanos a
Jesucristo, |
especialmente por el
martirio, que |
sobresale siempre el buen
testimo- |
nio por encima de astucias
de cor- |
te mundano, ciertamente
posibles, |
pero que la Iglesia, en su
totalidad, |
rechazaría. El caso de los
Templa- |
rios, que llegaron a dejar
dinero al |
papa, y a crear una cierta
depen- |
dencia de los estratos
elevados de |
la Iglesia controlados por
ellos, fue, |
en su día, una lección
histórica. |
Pero la suprema lección
está en |
Dios mismo, y en cómo vino
al |
mundo. Un cierto
voluntarismo, no |
siempre mal intencionado,
pero |
más nietzscheano que
evangélico, |
muy de la falaz mística de
la efica- |
cia, propia de nuestro
tiempo de |
miedos y de cruzadas
ideológicas, |
seguramente le hubiera
aconsejado |
a Dios que Jesús debiera
haber na- |
cido en Roma, para así
"poder ha- |
cer más bien". Pero
Dios, y no por |
arbitrariedad estúpida,
dispuso las |
cosas de otro modo: su
Hijo nacería |
en una familia pobre,
miembros de |
una raza humillada, en un
pueble- |
cito insignificante, y
hablaría una |
lengua poco conocida. Ah,
no co- |
menzaría pidiendo dinero a
pesar |
de tener que llevar a cabo
una tarea |
universal: «Id a todas las
naciones». |
Cuando Dios entra en
nuestro |
inundo, es desconcertante. |
Todos los caminos van a
Roma, |
pero no todos van a Belén.
Y al que |
porfía buscando en el
Evangelio |
otras alternativas, no las
encuentra, |
si quiere hacer verdadera
obra de |
Dios y para Dios. Lo demás
es con- |
tradicción, es servir a
dos señores, |
es retrasar el
advenimiento de Cris- |
to a los que no le
conocen, es con- |
tra-testimonio. |
9 |
LA IGLESIA |
SE RENUEVA |
CIERTO QUE, de vez en |
cuando, la prensa nos |
depara, noticias tur- |
badoras, que pueden |
ser así, o por trucu- |
lencia del mal periodismo
que |
de este modo quiere llamar
más |
la atención a los
lectores, o por- |
que, realmente, respondan
a un |
hecho cierto. Pero si
miramos |
el conjunto y nos
acercamos al |
Evangelio, tenemos grandes
mo- |
tivos para la esperanza. |
Cuando la Iglesia es
noticia, |
puede ocurrir que se trate
de |
alguien que suelta carnaza
a los |
buitres o, simplemente,
que se |
sorprende de realidades
vistas |
solamente de un modo
parcial |
o sectorial, tanto en el
espacio, |
como en el tiempo, como en
las |
personas. Son noticias que
se |
producen en avalancha y
que, |
a veces, dan pie a
verdaderas |
polémicas y encontradas
reac- |
ciones, pero que luego se
apa- |
gan para ceder a lo
noticioso |
más reciente. Desde el
Concilio |
hasta hoy, este fenómeno
se ha |
producido con mayor
frecuen- |
cia. Pero, en realidad, ha
servi- |
do para que todos nos
demos |
mayor cuenta del hecho
ecle- |
sial y, si bien es cierto
que en |
ocasiones algunos se han
podido |
escandalizar, en buena ley
mu- |
chos otros han sentido
reaccio- |
nar su fe sintiéndose más
since- |
ramente cristianos. Los
que, |
causa de esas crisis han
aban- |
donado la Iglesia, casi
podemos |
asegurar que, si estaban
en ella |
no sabían qué significaba
ni qué |
significa ser cristiano. |
Otros no han faltado que,
há- |
biles en aprovecharse de
todo |
han sacado y sacan
provecho |
del río revuelto de
informacio- |
nes y, desinformaciones
circu- |
10 |
lantes, tanto si fueron de
pro- |
ducción rutinaria como si
inten- |
cionadamente estimuladas. |
La Iglesia se está
renovando. |
La Iglesia se renueva, no
por el |
lado que muchas veces
resulta |
más visible, como puede
ser sus |
estructuras jurídicas, o
por el |
mayor o menor
reconocimiento o |
que su poder adquiere al
lado |
de los poderes del mundo
(polí- |
tico, económico, de
prestigio), |
sino por la acción de la
gracia |
en sus santos y por la
fuerza de |
la verdad en sus profetas.
Como |
siempre ha sido. |
La Iglesia hoy se renueva |
porque tiene teólogos, que
son |
los que prestaron su luz
al Con- |
cilio. Algunos de los más
nota- |
bles ya han muerto, otros
son |
octogenarios, pero siguen
pre- |
sentes como faros de la
fe, ayu- |
dando a la jerarquía y
ayudan- |
do a los fieles en la
tarea de |
entender y reformular la
doc- |
trina que ha de ser
profetizada |
cara al mundo, necesitado
de |
un lenguaje que responda a
sus |
dolores y a sus
esperanzas, para |
que Cristo sea reconocido
tam- |
bién hoy. |
La Iglesia se renueva
porque |
tiene mártires. De un lado
o de |
otro del mundo, llegan
noticias |
frecuentes no sólo de
cristianos |
que sufren por la causa de
Cris- |
to, allí donde la Iglesia
se resiste |
a ser domesticada e
instrumen- |
talizada, sino que tampoco
fal- |
tan los que, también hoy
en día, |
como en las primeras
generacio- |
nes cristianas, dan la
vida por |
ser fieles a las
enseñanzas de |
Cristo, por haber
defendido a |
los más pobres, por haber
pre- |
dicado la justicia, sin
dejarse |
tentar por la complicidad
de los |
silencios o las
declaraciones for- |
11 |
mularias distantes o ambi- |
guas. Ésos son santos con
la |
santidad que se exigía en
la |
primera hora del
cristianis- |
mo, cuando la Iglesia era
fiel |
a los primeros fervores
por la |
pureza del Evangelio.
Cristia- |
nos así no han faltado
nunca |
en la Iglesia, en
particular en |
momentos de crecimiento y |
desarrollo, si bien
mientras |
vivían y eran
incomprendidos |
o perseguidos, los
consideraba |
menos útiles la
complicidad |
de los instalados en el
mun- |
do, y hasta en la misma
Igle- |
sia, los que llevaban más
có- |
moda vida, o querían
servir a |
dos señores. |
Todo movimiento renova- |
dor, en la Iglesia, pasa
por la |
vocación a la fe y el amor
al |
testimonio, o martirio.
Cuesta |
que lo entiendan los que
la |
contemplen con ojos munda- |
nos, desde dentro o desde
fue- |
ra de ella misma. En el
mun- |
do se admira, se aplaude y
se |
sigue lo que se presenta
como |
poderoso y sorprendente y |
cautiva por lo que pueda |
aprovechar a quien se
adhie- |
re y participa, por lo
menos, |
del prestigio que haya en
ello. |
En el Evangelio, en
cambio, |
es distinto. Como distinta
era |
la vida de césares,
senadores, |
generales, sabios,
cambistas y |
comerciantes, de la de
Cristo, |
sus apóstoles y los
primeros |
cristianos. Sin admitir
esa di- |
ferencia, es imposible
compren- |
der el Evangelio y, por |
lo tanto, seguirlo. |
Hoy estas cosas, aunque
ten- |
gan menos resonancia
perio- |
dística, también siguen
dán- |
dose en la Iglesia y por
eso |
podemos decir que crece y
se |
renueva. |
Este niño nacido sin
llantón |
ha traído el mensaje |
de que Dios no ha perdido
del todo |
la esperanza en los
hombres. |
A. Esclasans |
(Rima 80) |
12 |
SUEÑOS |
Y ESPERANZAS |
PARA LA IGLESIA DEL AÑO
2000 |
PROCLAMAR LA ESPERANZA
para el año 2000 no es aplazar la reali- |
zación de los ideales del
proyecto de Jesucristo. Faltan menos de dos |
décadas para el doble
milenio de la vida de la Iglesia y ya, por todas |
partes, se hacen
conjeturas o expresan expectativas para cuando llegue esa |
fecha convencional que
ponemos como un hito en el camino histórico-tempo- |
ral, no sólo de los
seguidores de Jesucristo, sino de casi toda la humanidad, |
a partir de los pueblos
occidentales, puesto que el calendario cristiano por |
el que ellos se rigen,
prácticamente se ha universalizado. Generaciones, épo- |
cas, siglos y también
milenios se utilizan para clasificar hechos, pueblos, cul- |
turas y muestras de
humanidad. A nuestra generación, a los hombres que |
nos aproximamos al año
2000 nos ha correspondido encararnos con esa cifra |
y escalar su cumbre. Entre
temores y esperanzas y, también entre "gozos y |
esperanzas" desde que
Juan XXIII se atrevió a enseñarnos a mirar hacia ade- |
lante, estigmatizando y
dejando de lado a los "profetas de desgracias". Los |
papas que le han sucedido
también han repetido el «¡No tengáis miedo!» que |
proclamó como una
resonancia de la exhortación de Cristo, el Papa del Vati- |
cano II. Él había sido el
primero en no temer y por eso podía infundir valor |
y confianza a los demás. |
Mucho valor confianza en
Dios y en los hombres hacía falta para con- |
vocar un concilio
ecuménico, precisamente en estos tiempos, al borde del |
año 2000. Porque, quiérase
o no, de este concilio se ha de sacar todo el alien- |
to y toda la luz para
replantear el Evangelio al mundo que amanece, a esa |
"posmodernidad"
que no puede resignarse a las solas ventajas de las nuevas |
técnicas, porque no le
basta el "desarrollo" mientras sigue necesitando la |
13 |
"liberación".
Este ideal al que la humanidad se va acercando, trabajosamen- |
te, pero inexorablemente,
en especial desde que Dios mismo se incorporó a |
la historia humana, para
redimir —para "liberar"— a todos los hombres de |
las esclavitudes, a cambio
de las cuales se ofrece un pequeño, efímero paraí- |
so terreno, en el que se
quiebran las precarias seguridades, las engañosas |
alegrías, las frágiles
realidades sin sentido que las trascienda, ni dar explica- |
ción alguna que sacie la
sed de inmortalidad propia del espíritu humano, ex- |
perimentada como una
vocación congénita y esencial, de la que no puede |
abdicar. |
Precisamente para
interrogarle sobre el futuro de la |
Iglesia, hace sólo unos
meses, un periodista se acercaba |
al eclesiólogo más
importante de nuestro siglo, el padre |
Yves Congar, cuya
contribución al Concilio Vaticano II, |
ha sido largamente
reconocida en todo el mundo católico, |
y que sigue siendo
destacado testimonio del post-concilio, |
en esta inmediatez al año
2000. |
Más allá |
de la historia |
Decía Congar que la
Iglesia, del mismo modo que |
Cristo es a la vez
absoluto y relativo ―Dios, hombre―, |
igualmente la Iglesia es
contemporáneamente histórica y |
meta-histórica, y es en
este contraste que hay que conside- |
rar toda su vida, y el
desarrollo de su manifestación como |
"misterio". |
El papa |
"en" la Iglesia |
En un primer tiempo,
"la Iglesia anterior a la paz |
constantiniana, estaba
constituida por un conjunto de |
comunidades locales, en
comunión recíproca, pero sin el |
aspecto que más tarde se
le ha dado de "sociedad perfec- |
ta". El fundamento de
esta Iglesia eran los apóstoles, si |
bien Pedro era el
fundamento radical, al que correspon- |
den especiales
iniciativas. Primado papal y colegialidad |
o —dice Congar― se
corresponden de modo recíproco. El |
papa ostenta el primado,
pero no "sobre" la Iglesia, sino |
"en" la Iglesia;
no fuera de los obispos, sino con los obis- |
pos. En primer lugar, él
es el obispo de Roma. Y de ahí le |
viene lo demás, el ser
papa: es el primer obispo, pero con |
los obispos. Es "algo
más" entre los obispos, pero hay que |
poner atención:
"desde dentro", "no sobre", o "no desde |
fuera". Y éste es el
problema. Absolutamente hablando |
podría darse la realidad
de un papa herético, como histó- |
ricamente ha ocurrido (el
caso del papa Honorio). Lo cual |
significa, aun admitida la
infalibilidad, que el papa no |
14 |
puede definir nada que la
Iglesia no crea. Ello no sería |
ni cristiano, ni católico.
Es preciso comprender que el |
poder del papa tiene
importancia al interior de la comu- |
nión con la Iglesia. |
El respeto |
por el papa |
Ante esas aclaraciones del
padre Congar, es fácil ex- |
plicarse la reticencia con
que Newman se mostraba ante |
la definición de nuevos
dogmas. Sin olvidar que tales re- |
ticencias eran fruto del
respeto que la misma figura del |
sucesor de Pedro le
inspiraba, cuando determinadas co- |
rrientes conservadoras
hubieran querido poder invocar el |
testimonio papal para
reforzar criterios particulares o |
discutibles, bien en
teología o en el aspecto práctico del |
modo de evangelizar.
Aunque la psicología colectiva de |
las masas busca líderes,
por lo menos ocasionales, que |
momentáneamente le
ofrezcan cauces de seguridad o en |
los que pueda ver
transferidos sus anhelos para los que |
individualmente carecería
de fuerza de expresión, es cier- |
to igualmente el peligro
que entraría la llamada "papo- |
latría", tanto por la
desviación que puede ocasionar en |
los cristianos ingenuos,
como por el contra-testimonio con |
que se traduce la
utilización manipulada de la figura del |
papa. |
"Sueños" |
de un teólogo |
Tal vez pensando en eso
Walbert Bühlmann, capuchi- |
no y teólogo de fama
mundial, en un largo *sueño" que |
él titula «La Iglesia del
año 2000», imagina que llega al |
31 de diciembre del año
1999, en el que ocupa la sede de |
Pedro el papa Juan XXIV,
que no hará más innumera- |
bles discursos que le
hubieran preparado amanuenses |
desconocedores de la
realidad de aquellos a quienes van |
dirigidos, sino que le
bastará el Evangelio desnudo ―en- |
carnación, cruz,
resurrección―, después de haber oído |
respetado la pluralidad de
las iglesias locales. Sueña, |
incluso, que el papa ha
vendido y abandonado el Vatica- |
no para volver a
Jerusalén. Sueña que el papa se verá |
libre de pequeños y
poderosos grupos de cristianos que |
le asustan y le hacen ver
mal por todas partes, y da |
incluso sus nombres. Sueña
que lodos los cristianos, de |
cualquier Iglesia buscan,
sin condenarse, sin excluirse, |
con calma y seriedad
histórica, los verdaderos fundamen- |
tos del ministerio de
Pedro para reconducirlo al modelo |
auténtico del Nuevo
Testamento. Sueña que ya no se |
piensa en una Iglesia
asediada por el mal y las tinieblas, |
sino también protegida y
vivificada por el Espíritu Santo, |
15 |
Juan XXIV |
gozosa al experimentar la
creatividad de los más jóvenes, |
enriquecida con la
experiencia espiritual de tantos hom- |
bres y mujeres sencillos,
fecundada por la humilde dis- |
ponibilidad de tantos
sacerdotes y laicos sobre los que no |
destaca ninguna fama, que
viven oscuramente, pero que |
son conocidos por Dios. |
Sueña muchas cosas más,
que incluso pueden parecer |
atrevidas, que tal vez
pueden ser improbables; pero el |
Espíritu Santo no puede
permanecer encerrado tras el |
Portón de Bronce. Se trata
de una conversión, de una |
gran conversión la de este
sueño, y siempre es posible a |
los hijos de Dios. Y por
esto sueños. Y termina: «...Sueño |
que ya no es preciso
soñar». |
El miedo |
Hay, en la Iglesia, los
teóricos, a los que la misma |
limitación humana no
siempre permite el conocimiento |
inmediato de todas las
situaciones concretas sobre las |
cuales se teoriza. Y por
eso no hay que achacar a culpa |
los contrastes que se
producen entre la teoría de unos, y |
la realidad durísima de
otros. Un obispo de Brasil escri- |
bía a los religiosos de su
misma congregación: «El miedo, |
la contemporización, la
mal llamada prudencia ―a veces |
tan eclesiástica―
serían la claudicación, desde el punto |
de vista misionero. Seguir
ejerciendo rutinariamente los |
ministerios de parroquia o
de colegio o de cumplimientos |
pastorales o de
administración de sacramentos, sería ig- |
norar la desesperada
situación de muerte, de exilio, de |
exterminio étnico, de
marginación a la cual hoy están |
sometidos los pueblos de
esta América. El mayor pecado |
que la Iglesia puede
cometer —y nosotros como congrega- |
ción misionera de la
Iglesia de Jesús podemos cometerlo |
y ya lo estamos cometiendo
en esta hora en América Cen- |
tral― es el pecado
de omisión. Sé que discutiendo apenas |
podríamos llegar a un
compromiso colectivo. Oremos. De- |
jémonos interpelar por el
Espíritu de Jesús. Y acojamos |
el grito, el dolor, el
martirio de tantos indígenas... Sea- |
mos capaces de convivir
con los prisioneros, con los huér- |
fanos, con los refugiados,
con los hambrientos, con los |
marginados. Vivamos
pobremente, sin privilegios. No bus- |
quemos la protección o el
favor de los grandes del mundo. |
Acerquémonos a los pobres
de la tierra». |
El teólogo peruano Gustavo
Gutiérrez, cuando habla |
de los pobres, haciendo
historia de la opción que la Igle- |
16 |
sia latino-americana hizo
en Medellín y en Puebla, dice |
que hay que hacer que
todos los hombres lleguen a ser |
"personas". La
primera pobreza es que a un ser humano |
no se le reconozca ese
mínimo de autonomía, de ser él |
mismo, en el que se apoya
la personalidad y por que |
se afirma y es
reconocible. Él cree que de esta pobreza, |
de este clamor de los de
la base de la Iglesia surge la |
fuerza histórica de la
renovación de la Iglesia. |
El único tema de la
teología es Dios, dice Gutiérrez; |
los demás lemas interesan
en tanto que entran en rela- |
ción con este tema
primario. El primer acto de la teolo- |
gía es la contemplación,
la plegaria y el compromiso |
frente a los demás,
especialmente frente a los pobres. Pri- |
mero el silencio, después
la palabra, la reflexión sobre |
Dios, es decir, la
teología. |
El Dios |
de la vida |
En segundo lugar, añade,
es preciso recordar que el |
Dios de Jesucristo, tal
como se desprende de la Biblia, es |
el Dios de la vida, porque
nos da la vida, y nos pone |
ante la alternativa de la
vida y la muerte; en el evange- |
lio de Juan él mismo se
llama "vida": vino para dárnos- |
la y para dárnosla
abundantemente. Es preciso recordar |
esta perspectiva bíblica
en un continente en el que trope- |
zamos con la muerte
injusta y prematura. |
Idolatría |
«Las teologías europeas
tal vez no pueden entender |
bien nuestra situación en
América. En Europa, dice, el |
problema es el ateísmo; en
América es la idolatría. Igual |
como ocurre en la Biblia,
en la que el problema no es la |
negación de Dios, sino la
idolatría, que consiste en poner |
la propia confianza no en
Dios sino en los ídolos, en |
Mammon. Mammon es la
riqueza como anti-dios, que |
reclama la sangre de los
pobres. El culto a Mammon |
significa derramar sangre
del pobre en múltiples formas |
concretas que la
explotación y la opresión asumen en la |
historia humana. La
idolatría es muerte; el Dios de Jesu- |
cristo da la vida... La
razón última y más importante de |
la opción preferencial por
los pobres no se encuentra en |
el ámbito social, sino en
el Dios en el que creemos en co- |
munión con la Iglesia». |
Primer mártir |
Indígena |
de Colombia |
Obispos, sacerdotes,
religiosos, fieles que están en pri- |
mera línea, pacíficamente,
pero trabajando por el bien de |
los demás, aun a costa de
acusaciones y descrédito, y de |
amenazas hasta de la misma
muerte, como acaba de |
17 |
ocurrir en Colombia, donde
hace tan poco ha sido asesi- |
nado el primer sacerdote
indígena, sólo porque se ocupa- |
ba en la evangelización de
los más abandonados, porque |
no era bueno para los
terratenientes de allí que los más |
humildes tomaran
conciencia de sus derechos mínimos, |
como la vida y un trozo de
pan. Como refiere la revista |
«Ecclesia», el padre
Álvaro Ulcué se había convertido en |
el primer sacerdote
indígena de la etnia colombiana "pa- |
ez", desde que en
1973 había sido ordenado sacerdote. Sus |
delitos fueron, además de
la total entrega al apostolado |
y ministerio sacerdotal,
para el que siempre estaba dispo- |
nible, el preparar
jornadas de vacunación entre la pobla- |
ción más necesitada, el
organizar festivales de folklore |
indígena, el tener
dispensarios para los enfermos pobres, |
el enseñar la lengua
indígena a sus feligreses; pero, sobre |
todo, el investigar y
defender a los suyos frente a las de- |
tenciones arbitrarias de
la policía contra los indígenas de |
las zonas rurales. Cuando
tenía cuarenta y un años, el |
pasado diez de noviembre,
un sábado, alguien cumplió el |
encargo de acabar con su
vida de dos disparos. La mis- |
ma Conferencia Episcopal
Colombiana ha declarado que |
El Niño. |
Cuando la tribulación
sacuda como un huracán los cimien- |
tos de vuestros hogares;
cuando el dolor parezca agostar las |
fuentes de vuestra vida;
cuando la violencia de la lucha hu- |
mana os endurezca el
gesto, o el sufrimiento de pensar frun- |
za vuestros ceños; cuando
la enfermedad abata vuestros |
cuerpos en el lecho y
ofusque vuestros sentidos con la som- |
bra ―vana sombra— de
la muerte..., invocad al Niño. Invocad |
al Niño. Él vendrá. Vendrá
siempre. Detrás de la tribulación, |
detrás del dolor, detrás
de la violencia, detrás de la enfer- |
medad y de la muerte, hay
en vosotros la sonrisa de un Niño |
que espera... ¿No habéis
visto nunca sonreír a un mártir? |
¿No habéis visto nunca
sonreír a un héroe? ¿No habéis con- |
templado alguna vez la
divina sonrisa de un moribundo? |
Pues es el Niño, es el
Niño que está dentro de nosotros, el |
Niño que viene siempre.—
Joan Maragall |
|
18 |
«con este crimen se ha
silenciado la voz de un valiente |
apóstol que predicó con su
testimonio y con su palabra |
Evangelio, exponiéndose a
los riesgos que comporta de |
"Felices los que
padecen persecución por causa de la jus- |
ticia"». |
Santidad |
evangélica |
Santos, pues, tenemos en
nuestros días, porque la Igle- |
sia tiene mártires, que es
la forma de santidad auténtica- |
mente original de la
Iglesia, como en los primeros tiem- |
pos, cuando no existían
los procesos de canonización, ni |
se necesitaban
"abogados del diablo" para depurar las |
pretensiones
institucionales de las glorificaciones, intere- |
sadas, coleccionistas de
milagros. El verdadero milagro |
cristiano es el del amor y
el mayor amor es dar la vida |
por lo que se ama. Y
cuando lo que se ama es el Evan- |
gelio de Jesucristo, este
amor es la santidad. |
Gozos y |
esperanzas |
En la Iglesia que camina
hacia el año 2000 hay pues |
ideales; se da incluso la
vehemencia, como en los an- |
tiguos profetas de Israel,
de los soñadores impacientes; |
existen además, en la
frontera de los males del mundo, |
allí donde la
evangelización requiere heroísmo, despren- |
dimientos, sacrificio y
abnegación… hombres y mujeres |
con talante martirial. Y
una gran esperanza que recon- |
duce hacia Cristo, por
caminos de misericordia y sabidu- |
ría divina, aun lo que
parece alejado o menos aparente |
como inmediato a Cristo.
Vivimos en una época de reco- |
mienzos, de vuelta al
Evangelio, en la que, es cierto, no |
faltan los que volverían
el rostro atrás, hacia «rincones |
muertos de la historia»,
pero ello mismo despierta y hace |
reaccionar a los más
generosos y abiertos a la esperanza |
y del gozo por la verdad
que se va perfilando, acrisolan- |
do, con la buena voluntad
de los más intuitivos y más |
santos, y con la buena
intención de cuantos noblemente |
desean sinceramente el
bien de la Iglesia. Nunca había |
habido, en la Iglesia,
tantas perspectivas de purificación |
y de crecimiento. Esta
Iglesia que, hasta aquí, tal vez |
se ha mostrado
excesivamente europea u occidental, re- |
sulta que, de repente,
despierta rejuveneciéndose, ame- |
ricana. Pero pronto vendrá
el despertar de África, sin |
duda con grandes problemas
(encarnación/inculturación; |
familia/matrimonio...),
pero con igualmente grandes espe- |
ranzas. |
19 |
CONCIERTOS |
DE NAVIDAD |
EN LA IGLESIA DEL ORATORIO |
Sábado, 12 de enero, a las
8,30 de la tarde, |
CORAL DE ALBACETE |
Director: Ramón Sanz
Vadillo. |
Domingo, 13 de enero, a
las 8 de la tarde, |
ORFEÓN DE LA MANCHA |
Director: Julio Sorribes
Manzana. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Casanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta San Felipe Neri, 1
- Apartado 11 - Albacete - D.L. AB 109/41 - 41.95 |
20 |
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