Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 224. OCTUBRE. Año
1985 |
SUMARIO |
AMÉRICA es una palabra
inmensa. Inmensa su his- |
toria truncada, inmensa la
fuerza de su despertar, |
después de todas las
desgracias, como águila que |
remonta el vuelo y mira al
sol, porque todavía es |
joven. Pero nunca esta
inmensidad, convertida en distan- |
cia, nos había parecido
tan grande, como en estos días, al |
pensar en los Oratorios de
México. Tan lejos y, a la vez, |
tan cerca en el
sentimiento y la oración, que no habría- |
mos podido escribir sino
de ellos, en la esperanza de que, |
también ahora, como antaño
después de otras pruebas, |
salgan rejuvenecidos, para
bien de su pueblo y de la par- |
cela de la Iglesia donde
continúan la obra de san Felipe. |
EL JADE QUEBRADO |
EL "GRITO" DE
MÉXICO |
UN PUEBLO DE PUJANZA
CRISTIANA |
CRONOLOGÍA DEL ORATORIO EN
MÉXICO |
HIMNO AL DADOR DE LA VIDA |
TRES SIGLOS DEL ORATORIO
EN MÉXICO |
1 (121) |
EL JADE QUEBRADO |
Tú, Dueño del cerca y del
junto, |
¡Oh Dador de la vida! |
Sólo como una flor nos
estimas, |
y así nos vamos
marchitando, tus amigos. |
Como una esmeralda, tú nos
haces pedazos. |
Como una pintura, tú nos
borras. |
Todos se marchan a la
región de los muertos, |
al lugar común de
perdernos. |
¿Qué somos para ti, oh
Dios? |
Así nos vamos perdiendo. |
Por eso lloro, porque tú
te cansas, |
¡oh Dador de la vida! |
Se quiebra el jade, |
se desgarra el quetzal... |
¿Acaso somos nada para ti? |
Pero nos repartes tus
dones, |
tus alimentos, lo que da
abrigo, |
¡oh Dador de la vida! |
Nadie dice, estando a tu
lado, |
que vive en indigencia. |
Hay un brotar de piedras
preciosas, |
hay un florecer de plumas
de quetzal, |
¿son acaso tu corazón, oh
Dador de la vida? |
Nadie dice, estando a tu
lado, |
que vive en la indigencia. |
Tecayehuatzin, poeta
mexicano de la segunda mitad |
del s. XV, traducido por
M. León-Portilla. |
2 (122) |
El "grito" |
de México |
CADA AÑO, el dieciséis de
septiembre, aniversario de la independencia |
mexicana, se recuerda
aquel "grito" que un descendiente de espa- |
ñoles, el cura Hidalgo,
profirió desde el púlpito, incitando a los |
mexicanos a sacudir el
yugo español. Sucedió en 1810, cuando estaba |
a punto de concluirse el
tercer centenario de la conquista dirigida por |
Hernán Cortés. Esta vez,
el "grito" patriótico de los mexicanos, ha confun- |
dido el eco de su fiesta
nacional con el quebrantamiento doloroso y las |
muertes y ruinas causadas
por el mayor terremoto de que se tiene noticia |
en aquellas tierras, por
otra parte intermitentemente amenazadas por los |
seísmos que la atraviesan,
como una espina dorsal que vibra de Norte a |
Sur, en el puente entre
los dos hemisferios, mientras respira fuego por sus |
volcanes. Un grito de
dolor, que ha recorrido el mundo, tal vez porque más |
que en ocasiones
anteriores, disponemos de medios de comunicación y |
Ahora hemos padecido la
frustración de no poder saber ni medir la magni- |
tud de las penas y
estragos allí padecidos, porque todo se ha quebrado. Y |
las noticias se hacían
confusas y escasas. |
Con todo, al igual que en
las grandes pruebas que nos sorprenden por |
inesperadas, ya hemos
podido saber muchas cosas sobre el bien y sobre el |
mal. No han faltado los
buitres y los depredadores, lo mismo que se han |
descubierto corrupciones
fratricidas e injusticias vergonzosas, que claman |
al cielo. Es el pecado del
mundo que se ceba en las víctimas más pobres, |
mientras los caínes se
enriquecen a costa de los desafortunados que igno- |
ran muchas veces la propia
desgracia o las soportan como una fatalidad |
sin remedio. Por otra
parte, sin embargo, también nos han llegado las noti- |
cias de actos heroicos no
aislados, sino encarnados en el pueblo mismo, y |
en los más jóvenes de sus
componentes, de adolescentes de doce y catorce |
años que, sin esperar a
los mayores más responsables, no solamente ayu- |
3 (123) |
dan en los trabajos, sino
que, de propia iniciativa, los emprenden, organi- |
zan y dirigen con
heroísmo, lucidez y acierto, sin tiempo para la compla- |
cencia o la vanidad, en
medio de peligros, pero con la fuerza de la espe- |
ranza, porque la vida ha
de seguir. |
Ése es el pueblo mexicano.
Cree en sí mismo y cree en Dios. Es verdad |
que desconfía de lo que se
le presenta como demasiado organizado. Ni el |
ejército, ni la
burocracia, ni la política tienen allí mucha estimación. Pero |
son una raza fuerte que
anda y mueve las manos como si en ellas llevara |
los latidos del corazón,
impregnado de energía, de bondad, de belleza y de |
vida todo lo que toca y
mueve. Hay como un fondo de tristeza en la luz de |
sus miradas, lentas como
la paz que anidan; pero el corazón les es espejo |
del cielo, desde que así
se lo enseñaron, aun antes que los misioneros cris- |
tianos, los sabios que
desde sus orígenes les fueron guiando hasta aden- |
trarles en este gran
misterio de la vida, amasada con penas y esperanzas, |
entre el frío de la luna y
la claridad del sol, entre noches y días, entre vidas |
y muertes. |
Hay un cántico antiguo en
el que se pregunta: «¿Mientras sufrimos, a |
dónde vamos?» Y se
responde: «Que no haya aflicción, porque llegaríamos |
a enfermar y nos causaría
la muerte. Por el contrario, esforcémonos todos |
porque tenemos que ir al
lugar del misterio». Es el propio hombre, porta- |
dor de este misterio que
le lleva a Dios, mientras con todos los hermanos, |
se hace pueblo-mazorca de
corazones para restituirse al «Dador de la |
vida». Porque Dios es Dios
de vivos, por encima de todas las muertes, y es |
promesa y fuente de
felicidad y de paz, por encima de las desgracias. Y, |
más allá de la justa
compasión, hemos de recoger este talante, del que nos |
han dado ejemplo. |
Para niños y adolescentes |
MISA DEL ORATORIO |
Todos los domingos, |
a las once de la mañana
¡puntualmente! |
en la Capilla del
Oratorio, |
tenemos la Eucaristía para
vosotros, |
con tal que hayáis
cumplido los siete años. |
4 (124) |
Un pueblo |
de pujanza cristiana |
MÉXICO ES, todavía, un
gigante |
dormido, un magnífico pue- |
blo joven que no ha con- |
cluido el proceso
definitivo de su |
entroncamiento con los
coloniza- |
dores españoles, que
confundieron |
con seres sobrehumanos,
caídos del |
cielo o surgidos del mar,
con un |
vigor tal que iban a
truncar, de un |
tajo, todo el esplendor de
la rique- |
za cultural propia de los
asustados |
indígenas. Demasiado tarde
se die- |
ron cuenta éstos de que
habrían |
podido resistir a la
invasión, y |
evitar que fuese troceado
su arte, |
borrada su lengua,
despreciadas |
sus leyes y costumbres.
Aquellos |
hombres blancos, aunque
pocos en |
número, eran para ellos
como dio- |
ses o demonios extraños,
equipados |
con artilugios que
escupían fuego |
mortal, igual como
podríamos pen- |
sarlo nosotros si se nos
aparecieran |
extraterrestres
asaetándonos con |
rayos láser. |
Los mexicanos que Hernán
Cor- |
tés encontró, no eran
salvajes. En |
algunos aspectos su
civilización |
superaba a la de los
europeos, por |
ejemplo en la astronomía,
en las |
ciencias matemáticas a
principios |
de la era cristiana, antes
que los |
hindúes (s. VI),
inventaron el cero |
y el principio de
posición, que fa- |
cilita los cálculos
aritméticos. Te- |
nían escritura, que de
ideográfica |
(al estilo de los
jeroglíficos egip- |
cios) había llegado a
formas de tipo |
fonético, como en la
representación |
convencional de los
sonidos ele- |
mentales del habla, tal
como ocurre |
en los idiomas europeos. |
No se trata aquí de hacer
una |
descripción panegírica de
su arte, |
de manifestaciones
colosales y mul- |
tiformes y coloridos
aditamentos |
decorativos de intención
más pací- |
fica que la que aparece en
los mo- |
numentos griegos, romanos
o egip- |
cios. Se puede decir que
los mexi- |
canos tenían los ojos y el
corazón |
en las manos y los dedos,
como |
todavía nos muestran hoy
en las |
maravillas que, con
frescor de obra |
5 (125) |
recién creada ofrecen en
los teji- |
dos, cerámicas y objetos
que se |
pueden encontrar en
tiendas, mer- |
cados y zócalos. |
Pero les faltaba la rueda,
como |
parte y hasta medida del
desarro- |
llo técnico. En
compensación la |
industria petrolífera la
compensa |
en la actualidad de
aquella caren- |
cia, porque han entrado,
no sin |
convulsiones frente al
nuevo colo- |
nialismo económico, en la
era de |
la técnica, ocupando el
quinceavo |
lugar entre los países más
desarro- |
llados del mundo. |
Sin embargo, no todo fue
negati- |
vo en aquella conquista
hecha, co- |
mo todas las conquistas,
en benefi- |
cio principal de los
conquistadores. |
Históricamente, las
huestes de Her- |
nán Cortés, aunque sin
apercibirse |
de ello, cerraban el
círculo humano |
con los descendientes de
los pri- |
meros pobladores de
América que, |
30.000 años antes, habían
cruzado |
el estrecho de Bering, por
Siberia, |
en busca de caza y se
hicieron fi- |
nalmente sedentarios al
dedicarse |
al cultivo del maíz,
establecién- |
dose en aquel cono fogoso,
ubé- |
rrimo y florido, que
abraza un |
mar de islas como
estrellas. |
Allí adorarían a Dios,
mejor di- |
cho, a muchos dioses,
hasta hacer |
de la muerte y la vida, un
misterio |
que se confunde y, poco a
poco, los |
más sabios de sus jefes y
maestros |
desembocaban en el
monoteísmo, |
como si la Providencia
preparara |
con los poemas que
escribían, el |
anuncio inmediato del
Evangelio. |
Y así fue. Se ha dicho del
pueblo |
mexicano, que es el pueblo
más |
religioso del mundo, al
que ningu- |
na opresión, ninguna
persecución, |
ninguna guerra han podido
extir- |
par esa como natural
disponibili- |
dad para el misticismo. No
importa |
que las leyes sean
absolutamente |
laicas. Hace medio siglo,
el presi- |
dente Cárdenas proclamaba:
«Es- |
toy cansado de cerrar
iglesias para |
encontrármelas llenas
luego; de |
ahora en adelante las
dejaré abier- |
tas, educaré al pueblo y
dentro |
de diez años las iglesias
estarán |
vacías». Pero se
equivocó... porque |
las iglesias continúan
llenándose. |
Y no porque hayan cambiado
las |
leyes; éstas siguen,
aunque no se |
cumplen, y hoy nadie se
preocupa |
por ello. |
Muerte puede dar
cualquiera: |
vida, sólo puede hacerlo |
Dios, luego sólo con darla |
podéis a Dios pareceros. |
Sor Juana Inés de la Cruz, |
(mexicana, 1651-1695) |
6 (126) |
Hay, no obstante, en los |
rostros de los mexicanos, |
y a pesar de la gran
facili- |
dad y buen gusto de que |
disponen para la
festividad |
y la participación en la |
música y la danza, un
sello |
de tristeza de alma
herida, |
por lo mucho que, sin du- |
da, les ha tocado sufrir. |
Queda, en el subconsciente |
común, la añoranza de una |
civilización que fue
barri- |
da, frente a cuya pérdida, |
los estudiosos actuales
más |
enamorados por la identi- |
dad original que quisieran |
salvar, se sienten
impoten- |
tes, aunque recojan como |
Coyas los restos recupera- |
bles de tan magnífica he- |
rencia. Afortunadamente la |
Iglesia llevó allí gentes
co- |
mo fray Bartolomé de las |
Casas, ardoroso defensor |
de los indios, o como el |
venerable Juan Palafox y |
Mendoza, e incluso, con
de- |
sigual éxito, algún virrey |
tomó interés en combatir |
la esclavitud, como Luis |
de Velasco, fundador de la |
primera Universidad de |
México. Puede bien decir- |
se que no todo fue «sed de |
oro» en los colonizadores, |
porque es cierto que tam- |
bién abrieron la puerta a |
los predicadores del Evan- |
Por la orilla del agua. |
En un cierto tiempo |
que ya nadie puede contar, |
del que ahora ya nadie
puede acordarse... |
quienes aquí vinieron a
sembrar |
a los abuelos, a las
abuelas… |
por el agua en sus barcas, |
vinieron en muchos grupos, |
y allá arribaron a la
orilla del agua, |
a la costa del Norte, |
y allí fueron quedando sus
barcas... |
Enseguida siguieron la
orilla del agua, |
buscando los montes, |
algunos los montes
blancos, |
y los montes que humean... |
Sus sacerdotes los
guiaban, |
y les iba mostrando el
camino su dios. |
Después vinieron, |
allí llegaron, |
al lugar que se llama
Tamoanchan, |
que quiere decir: |
«nosotros buscamos nuestra
casa»... |
Y allí en Tamoanchan |
estaban los sabedores de
cosas, |
los llamados poseedores de
códices, |
los dueños de la tinta
negra y roja. |
Traducida del nahuatl de
los Informates indígenes de Sahagún, |
en el Códice Matritense de
la Real Academia, fol. 191 v. |
7 (127) |
gelio, y esa predicación
no fue vana. |
Cuando los cristianos de
allí re- |
cuerdan la historia de sus
orígenes, |
bendicen a los misioneros
que les |
anunciaron a Cristo, sin
poder evi- |
tar una palabra de
nostalgia y re- |
signación todavía no
cerrada, por |
lo que la colonización
destruyó y |
que, de ley natural, todos
tenemos |
derecho a exigir que se
nos respete |
deber de respetar en los
demás. |
A veces tampoco falta
quien afir- |
me que lo que
históricamente se |
compute como
"injusticia" fue el |
"precio" a pegar
por el beneficio |
de la evangelización. Pero
todos sa- |
bemos que la
evangelización no |
puede jamás ponerse a
precio, pues |
dejaría de ser
evangelización, y no |
pasaría de estrategia de
desplaza- |
miento o substitución
cultural. El |
Evangelio,
afortunadamente, lleva |
en sí mismo el vigor
divino de una |
gemilla sobrenatural, de
modo que |
incluso cuando corre el
riesgo de |
ser reducido a instrumento
de uti- |
lidad humana, no puede
concul- |
carse el fermento interior
de su |
verdadero espíritu, y
escapa y ven- |
ce cualquier manipulación,
como |
semilla que muere pero se
convier- |
te luego en espiga,
reafirmándose |
en su fecundidad y
convirtiendo |
en hijos de Dios a los que
lo reci- |
ben con sencillez,
transformándose |
en gratuidad liberadora.
Como el |
sol que adoraban los
aztecas, que |
si bien moría todas las
noches, re- |
sucitaba esplendoroso cada
maña- |
na, para proclamar y dar
más vi- |
da. Por eso México
transformó en |
cristalina su pujanza
vital, e irá |
creciendo hasta la medida
de la |
edad de Cristo. |
TEOLOGÍA PARA ADULTOS |
Todos los Domingos, de una
a dos del mediodía, |
inmediatamente después de
la misa de las doce, |
en la casa del Oratorio,
como en otros cursos, se |
recuerda a las personas
interesadas. Las que ini- |
cien su participación en
este curso, que se pon- |
gan en contacto con el P.
Ramón Mas, en rela- |
ción con el texto a
adquirir. |
8 (128) |
Cronología de las
fundaciones |
del Oratorio en México |
CIUDAD | FUNDACIÓN |
ERECCIÓN PONTIF. | PAPA |
Puebla de los Ángeles |
1651 | 1671 | Clemente X |
México | 1659 | 1679 |
Inocencio XII |
Guadalajara | 1679 | 1702
| Clemente XI |
San Miguel de Allende |
1712 | 1727 | Benedicto XIII |
Oaxaca | 1661 | 1732 |
Clemente XII |
Querétaro | 1753 | 1760 |
Clemente XIII |
Orizaba | 1767 | 1774 |
Clemente XIV |
» (restauración) | 1965 |
1974 | Pablo VI |
Guanajuato | 1770 | 1794 |
Pío VI |
León | 1838 | 1841 |
Gregorio XVI |
Tlalnepantla | 1962 | 1966
| Pablo VI |
San Pablo Tepetlapa | 1973
| 1974 | Pablo VI |
En otras páginas de este
mismo número ampliamos esta referencia es- |
quemática con algunas
notas históricas sobre el Oratorio en la República |
Mexicana, y su proyección
actual. |
9 (129) |
HIMNO AL DADOR DE LA VIDA |
En el México antiguo se
creía que, para encontrar al Dador de la vida, había |
que buscarlo por los
caminos del arte, entre flores y cánticos. Así se des- |
prende de la mayoría de
himnos y poesías recogidos de las tradiciones pre- |
colombinas, de lo que
pueden ser ejemplo los dos fragmentos que reprodu- |
cimos, traducidos del
náhuatl, y llegados hasta los siglos XV y XVI, conserva- |
dos y transmitidos en los
códices usados en los antiguos centros de educación, |
donde los enseñaban los
sabios indígenas; el primer fragmento, traducido |
por Miguel León-Portilla
y, el segundo, por Adrián Recinos. |
I |
NO en parte alguna puede
estar el inventor de sí mismo, |
por todas partes es
también venerado. |
Se busca su gloria, su
fama en la tierra. |
Él es quien inventa las
cosas, |
él es quien se inventa a
sí mismo: Dios. |
Por todas partes es
invocado, |
por todas partes es
también venerado. |
Se busca su gloria, su
fama en la tierra. |
Nadie puede aquí, |
nadie puede ser amigo |
del Dador de la vida: |
sólo ser invocado; |
a su lado, |
junto a él, |
se puede vivir en la
tierra. |
Nadie en verdad |
es tu amigo, |
¡oh Dador de la vida! |
10 (130) |
Sólo, como si entre flores |
buscáramos a alguien, |
podemos buscarte nosotros, |
que vivimos en la tierra, |
mientras estamos a tu
lado... |
II |
¡MÍRANOS, escúchanos! |
No nos dejes, no nos
desampares. |
¡Oh Dios, que estás en el
cielo y en la tierra, |
corazón del cielo, corazón
de la tierra! |
Danos nuestra
descendencia, nuestra sucesión, |
mientras el sol camina y
haya claridad. |
¡Que amanezca, que llegue
la aurora! |
Danos muchos buenos
caminos, |
caminos planos. |
Que los pueblos tengan
paz, |
mucha paz |
y sean felices, |
y danos buena vida y
existencia útil... |
11 (131) |
Tres siglos |
del Oratorio |
en México |
DESDE ESTAS mismas páginas
nos habíamos ocupado del Oratorio en |
México, cuando nos dio
motivo para ello el viaje del Papa a aquellas |
tierras (conf. «LAUS», nº
165, de Febrero de 1979). Pero ahora, te- |
niendo allí hermanos tan
queridos, no podemos alejarlos de nuestro pensa- |
miento, y el corazón nos
lleva a hablar, una vez más, de ellos. Les hemos te- |
nido presentes en nuestras
oraciones desde el primer momento, cuando la |
incomunicación convertía
en angustia la demanda de noticias, pues algunas |
de nuestras casas están en
el mismo centro donde los estragos sísmicos han |
causado mayores desastres.
Luego, a los pocos días, hemos podido saber que |
ninguno de nuestros
hermanos había sufrido daño físico alguno y que seguían |
en pie nuestros templos y
casas, lo cual les ha permitido prodigarse genero- |
samente en socorrer a las
numerosas víctimas y colaborar en los trabajos de |
socorro y recuperación, de
lo que nos ha dado ejemplo la ciudadanía me- |
xicana. |
Tres Oratorios |
principales |
Sin quitar el mérito a
ninguno de los Oratorios |
mexicanos, tres de ellos
revisten una particular im- |
portancia: el Oratorio de
Puebla de los Ángeles, |
el de la ciudad de México
y el de San Miguel de |
Allende. |
La Concordia |
Los cimientos del Oratorio
de Puebla, se remon- |
tan al año 1651, cuando se
erigía en aquella dióce- |
sis, pastoreada, hacía
poco, por el venerable Juan |
12 (132) |
de Palafox y Mendoza, una
Hermandad llamada |
«Concordia de Caridad
Eclesiástica», compuesta de |
sacerdotes diocesanos que
tomaban como modelo a |
san Felipe Neri. La
devoción a nuestro Santo la |
había sembrado el obispo
Juan de Palafox (Fitero, |
1600 - Burgo de Osma,
1659) el cual, después de |
ocupar la sede diocesana
de la ciudad de México y |
remodelado su universidad,
regresó a España y |
contribuyó, secundando a
Juan Bautista Feruzo, a |
la fundación de las
«Santas Escuelas de Cristo», |
de inspiración
estrictamente filipense, auténticos |
rescoldos de vida de
perfección cristiana, de ora- |
ción y de caridad,
compatible con la permanencia |
en el mundo, con frutos de
santidad que han llega- |
do hasta nuestros días, en
las cuales, a diferencia |
de la «Concordia» fundada
en Puebla, admitían |
no sólo a eclesiásticos,
sino también a seglares. La |
primera «Escuela de
Cristo» se fundó en Madrid |
en 1653, posteriormente
refrendada con aprobacio- |
nes pontificias y
extendida luego a Italia y también |
al Nuevo Mundo. |
Primer |
Oratorio |
de América |
Con este precedente y
otras incidencias que podemos |
pasar por alto, se llegó a
la formal erección canónica del |
Oratorio de Puebla de los
Ángeles, en Nueva España (así |
se llamaba entonces el
Virreinato de México), en la |
fecha del día 26 de Mayo,
Festividad de san Felipe Neri, |
del año 1669. Podemos
considerar como fundador a su |
Prepósito, el Padre Juan
García de Palacios, que llevó |
todo el peso de las
gestiones necesarias, tanto cerca de |
las autoridades del
Virreinato de Nueva España, como |
de la corte de la
metrópoli, además de las eclesiásticas y, |
enseguida, emprendió la
edificación de la casa e iglesia |
del Oratorio (1670). En
sentido estricto, la Congregación |
del Oratorio la
constituían sacerdotes que llevaban vida |
común, pero junto a éstos,
los demás sacerdotes de la |
precedente Concordia
también laboraban en el común |
apostolado y ejercicios de
oración. |
Apostolado |
con los Indígenas |
De este modo el Ora- |
torio recién erigido
contribuyó no poco al buen espíritu de |
los sacerdotes poblanos y
llevó a cabo una tarea de apos- |
tolado catequístico muy
eficaz. Para ello, el P. García de |
13 (133) |
Palacios dispuso que los
miembros del Oratorio apren- |
dieran las lenguas que
hablaban los indígenas, puesto |
que el Oratorio no debía
ser de ninguna manera un |
instrumento de
colonización, sino de evangelización cris- |
tiana. |
Sin embargo, este respeto
por la cultura del lugar, tan |
propio de la tradición
filipense, opuesta a los centralis- |
mos, no debe entenderse
como una resignación o encerra- |
miento provinciano, pues
el mismo Oratorio de Puebla nos |
daría ejemplo de contar
con una de las primeras impren- |
tas llevadas al Nuevo
Mundo. Se cultivaron las letras, tu- |
vo miembros ilustres y así
fueron más capaces para llevar |
a cabo su misión, tanto
entre las gentes sencillas como |
entre las más ilustradas. |
La imprenta |
A propósito de la
imprenta, es de reseñar que fue en |
la del Oratorio en que
Agustín de Iturbide consiguió im- |
primir la «Iguala», o plan
de las tres garantías (indepen- |
dencia, aceptación del
catolicismo, igualdad ciudadana), |
que luego distribuiría por
toda la nación, como todavía |
consta en una lápida
pegada a los muros de la antigua |
imprenta del Oratorio. |
El Padre Sedeño |
A principios de este siglo
tuvo el Oratorio de Puebla, |
una figura todavía
recordada con imborrable amor por |
toda la ciudad: el Padre
Vicente de Jesús Sedeño, falleci- |
do como un santo el 1932.
A él se debe la reparación gene- |
ral de la iglesia, que
tenía sobrada necesidad de ser res- |
taurada, después de los
daños sufridos en guerras, terre- |
motos y expoliaciones. En
particular es notable la joya de |
la capilla del Sagrario,
el más hermoso de la ciudad, con |
ser muchas las bellezas
que la enriquecen. De todos mo- |
dos, la principal y más
querida dedicación del Padre Se- |
deño la constituyó, además
del cuidado de las vocaciones |
más jóvenes de la casa, el
apostolado con los más necesi- |
tados, con los niños, con
los obreros, perpetuando así los |
ideales que fueron el alma
de los primeros hijos de san |
Felipe, en Puebla. |
Precedentes |
del Oratorio |
en la ciudad |
de México |
Todavía en nuestros días,
para designar el Oratorio |
en Puebla, se le llama la
«Concordia», en recuerdo de sus |
orígenes, de hace bien
cumplidos tres siglos. |
14 (134) |
Sería la ciudad de México
que contaría con el segundo |
de los oratorios fundados
allende los mares. Y sucede- |
ría de algún modo parecido
a como ocurrió en Puebla |
de los Ángeles. También se
daría el precedente de una |
asociación o hermandad de
sacerdotes seculares que lue- |
go, sin ser totalmente
Transformada o absorbida, daría |
Lugar a la que fue
propiamente la Congregación del Ora- |
torio. El primer nombre
que tomó fue de «Unión Con- |
fraternidad del Oratorio
de san Felipe Neri», y la fecha |
de su fundación se remonta
al año 1657. |
Su fundador fue el
presbítero Antonio Calderón de |
Benavides, que reunió a
varios amigos suyos, también |
sacerdotes, en número de
treinta y tres, posteriormente |
aumentado. Obtuvieron la
aprobación de sus primeras |
Reglas o Constituciones en
enero de 1658 e iniciaron |
su reunión el mismo día de
san Felipe Neri, 26 de ma- |
yo, de aquel año. Su
primer domicilio fue la iglesia |
por lo que de san
Bernardo, que a todas luces resultaba |
incapaz, pasaron al templo
de Balvanera, en mayo del |
1659 y adquirieron algunas
casas en la calle occidental |
del Arco de san Agustín y
allí levantaron una capilla |
chica. |
La fundación |
Se dedicaban a la
predicación, a los demás ministe- |
rios sacerdotales y, en
especial, al cuidado espiritual de |
los enfermos,
especialmente sacerdotes. La comunidad |
creció y edificaron casa
en 1684. Hubieron de superar |
muchas dificultades,
especialmente administrativas, pues |
les faltaba la
autorización real que tardaba en llegar de |
España. Finalmente los
Breves Pontificios obtuvieron el |
necesario (¡entonces!)
«pase regio» que se concedía en |
la corte de Madrid el 28
de julio de 1701, por lo cual |
se aprobaba la erección y
fundación de la Congregación |
del Oratorio de san Felipe
Neri, de México. Así pasa- |
ba aquella «Unión» fundada
por el Padre Antonio Cal- |
derón de Benavides, a ser
la «Congregación del Oratorio» |
de México. |
El paso |
a la "Profesa" |
Ello daba ánimos a los
oratorianos finalmente reco- |
nocidos se pusieron a
edificar otra iglesia, que se cono- |
cería como «San Felipe
Nuevo», en referencia al «San |
Felipe Viejo» anterior.
Pero un terremoto (1768) vino a |
dañar gravemente la nueva
construcción al tiempo que |
dejaba prácticamente en
ruinas San Felipe Viejo. No lejos |
15 (135) |
de allí había una iglesia
cerrada: era la de la Casa Pro- |
fesa de los jesuitas, que
hacía un año habían sido expul- |
sados por Carlos III, y el
gobierno permutó la propiedad |
dañada de los oratorianos,
por la iglesia y casa llamada |
todavía ahora «La
Profesa». |
La expulsión de los
jesuitas repercutió en el apostola- |
do de los oratorianos
quienes, además de sus actividades |
propias, de alguna manera
substituyeron los «ejercicios |
espirituales» ignacianos
por tandas de retiros, tanto en |
Puebla como en México
ciudad. |
Dos historias |
La profesa cuenta con una
rica pinacoteca, en la que |
se enlazan las dos
historias de los hijos de san Felipe |
y san Ignacio, en México.
En cuanto a la iglesia, hubo |
de ser interiormente
restaurada por el arquitecto y es- |
cultor valenciano Manuel
Tolsá (Enguera, 1757―México, |
1816), remodelada con
gusto neoclásico y barroquismo |
italianizante. Son de
destacar el san Felipe del altar ma- |
yor, y la Inmaculada,
situada debajo del coro, en un |
lateral, obra del mismo
Tolsá, que también dejó huellas |
de su arle en Puebla y en
la catedral de la ciudad de |
México. |
Cultura |
y expansión |
misionera |
A partir de la Edad
Moderna, las inquietudes por el |
progreso, casi siempre han
ido acompañadas por el arte |
de la imprenta, y así es
fuerza recordar que el fundador |
del Oratorio de México era
maestro impresor y miembro |
de una familia de
tipógrafos, muy apreciados. Ello tal |
vez indique por qué el
Oratorio de México se ha señalado |
siempre por contar, entre
sus miembros, a elementos pre- |
ocupados por la cultura. Y
ahora mismo simultanea su |
trabajo apostólico
ejercido magníficamente en el centro |
de la ciudad, como base en
la frecuentadísima iglesia de |
la Profesa, con el
parroquial en un barrio más modesto, |
como es el de la colonia
Jardín Balbuena, en la iglesia |
del Sagrado Corazón y san
Felipe Neri, situada al orien- |
te de la ciudad, muy cerca
del aeropuerto, y el que man- |
tiene en Prado Vallejo,
donde además tiene la propia |
casa de formación para sus
candidatos, y el trabajo en |
la Universidad. |
Puede decirse, sin
exagerar, que el Oratorio de México |
es floreciente. En estos
mismos años ha dado lugar a dos |
nuevas fundaciones en la
misma ciudad, con lo que ha |
16 (136) |
expansionado su celo hacia
la periferia, necesitada de |
una pastoral
verdaderamente misionera, frente al ince- |
sante flujo de inmigrantes
que se suman caóticamente |
a esta ciudad, que
constituye actualmente el mayor aglo- |
merado humano del mundo,
con dieciocho millones de |
habitantes. |
Oratorio |
en los suburbios |
La primera de estas
fundaciones se debe al Padre |
Jesús Castillo, que tuvo
lugar en 1962. Está situada al |
Norte de la ciudad, en
Tlalnepantla, un pueblo absorbido |
y sometido a un brutal
proceso de proletarización debido |
a la rápida
industrialización. Allí los Padres tienen tres |
iglesias o «capillas»
(como allí las llaman), además de |
una hermosa iglesia recién
construida, junto a la casa. |
Se les conoce como el
Oratorio de san Felipe de la colo- |
nia de Viveros de La Loma. |
En el polo opuesto, en san
Pablo Tepetlapa, junto a la |
calzada de Tlalpan, hacia
el Sur, hay la otra fundación, |
que emprendió el Padre
Miguel Herrera, en 1973, y tiene |
a su cargo toda una
constelación de «capillas»: en con- |
junto doce templos,
algunos magníficos y funcionales en |
su modernidad. Pero lo más
hermoso es la gente que a |
ellos acude,
preponderantemente joven, receptores entu- |
siastas del apostolado de
los Padres, colaboradores fieles |
en las obras y en el
culto, hasta el punto que, en alguna |
de estas iglesias, los
laicos recitan, todos los días, una |
parte del oficio divino,
pueda o no pueda acudir el sacer- |
dote que lo preside.
Además, cerca de Cuernavaca, los |
Padres tienen una casa
para retiros y cursillos formati- |
vos, especialmente para
jóvenes. |
En conjunto, los Padres de
los tres Oratorios de la |
ciudad de México, atienden
a una población de cerca de |
300.000 almas. |
San Miguel |
de Allende |
Pero en un resumen sobre
el Oratorio en México, no se |
puede olvidar el de San
Miguel de Allende, en el Estado |
de Guanajuato, ciudad de
apenas 40.000 habitantes, que |
conserva todo su encanto
colonial. La del Oratorio de san |
Felipe Neri, es la más
notable iglesia de la ciudad. La |
fundación se remonta al
año 1712 y fue emprendida por |
el Venerable Padre Juan
Antonio Pérez de Espinosa, |
sacerdote de Querétaro,
que fue llamado a predicar la |
17 (137) |
Cuaresma a la entonces
denominada Villa de San Mi- |
guel el Grande, y por el
mucho fruto alcanzado fue roga- |
do a quedarse allí, y
comenzó a llevar vida común con |
otros sacerdotes, tomando
a san Felipe por modelo. |
Semillero |
de vocaciones |
Se preocupó sobremanera
por dar instrucción y formación |
cristiana a jóvenes y
adultos. Hubo de pasar por muchas |
dificultades e
incomprensiones, que no sirvió para otra |
cosa que para acrisolar su
virtud, pues no cesó en su per- |
severancia, aunque tuvo
que venir a Europa para obviar |
las dificultades y dudas
que la lejanía creaba entre colo- |
nia y metrópoli, incluso
en lo religioso. En España visito |
los Oratorios y en
especial ayudó a los Padres de Cór- |
doba, con tiempo, todavía,
para fundar el Oratorio de |
Málaga, sin perder ocasión
para hacer el bien en todas |
partes. La vida de este
Padre constituye un capítulo glo- |
rioso del Oratorio de San
Miguel de Allende, que segura- |
mente Dios bendijo
convirtiéndolo en semillero de voca- |
ciones oratorianas que
luego se repartían por los restantes |
Oratorios mexicanos. |
El filósofo |
Gamarra |
Gloria del Oratorio de San
Miguel de Allende también |
fue el Padre Benito Díaz
de Gamarra y Dávalos, de corta |
vida (1745-1783) pero
llena de virtudes, de inquietudes |
intelectuales y de amor al
Oratorio. Filósofo, educador, |
inti luce Filosofía
Moderna en América y elabora el |
LAUS |
se reparte gratuitamente |
a los amigos del Oratorio |
que lo solicitan y envían |
su dirección a |
Laus |
Apartado 182 |
02080-Albacete |
18 (138) |
primer texto del siglo
XVIII usado en la Real y Pontificia |
Universidad de México.
Comisionado por su Congrega- |
ción, vino a Europa,
conoció probablemente al Padre |
Vicente Tosca, del
Oratorio de Valencia, con inquietudes |
parecidas a las del joven
Gamarra, estuvo en Portugal e |
Italia y regresó a América
cargado de libros, experiencias |
y conocimientos. Elevó el
nivel intelectual del colegio del |
Oratorio, puesto bajo la
advocación de san Francisco de |
Sales. |
Guanajuato |
En la ciudad de
Guanajuato, ciudad cabeza del Estado |
del mismo nombre, se había
fundado poco antes (1770), |
por el Padre Nicolás Pérez
de Arquitigui, un Oratorio, |
que tiene su sede
precisamente junto a la Universidad, lo |
cual determina uno de los
aspectos más destacados de |
su apostolado. Ciudad de
tradición culta y rica, a lo que |
no le es ajena la famosa
Universidad y las minas de pla- |
ta próximas, aunque
actualmente agotadas. |
León |
La ciudad de León, que es
la mayor y más industrializa- |
da de la zona conocida
como El Bajío, cuenta también con |
un floreciente Oratorio,
fundado en 1838 por el P. José |
Manuel Somera. Tienen dos
iglesias y una preferente de- |
dicación a la juventud.
Como los dos anteriores pertenece |
al Estado de Guanajuato. |
Orizaba |
El Oratorio de Orizaba, en
el Estado de Veracruz, fue ini- |
ciativa del virtuoso
sacerdote Manuel José Ancermo, en |
1774. Este Oratorio sufrió
mucho con las guerras (paso de |
las tropas francesas para
entronizar a Maximiliano) y fi- |
nalmente por un fuerte
temblor de tierra (1865) que deter- |
minó su ruina. En 1965, el
Padre Miguel Angel Rodríguez |
de la Vega emprendió la
restauración y lleva ahora una |
fructífera labor en la
ciudad, famosa por contar con la |
mayor fábrica de cerveza
del país y por encontrarse |
al pie del pico más alto
(5.700 m.), siempre cubierto |
de nieve. |
En Orizaba nuestros
hermanos desenvuelven sus acti- |
vidades en tres iglesias,
una de ellas recientemente cons- |
truida, lo mismo que la
casa, apenas inaugurada. Dedi- |
can especial esmero a la
Liturgia y al apostolado de los |
jóvenes. |
19 (139) |
TODOS LOS DOMINGOS A LAS
12,45 |
EN LA IGLESIA DEL ORATORIO |
A PARTIR DEL DÍA 20 DE
OCTUBRE |
para ayudar a los padres |
La dar ideas cristianas a
sus hijos |
Formación |
cristiana |
de |
gente joven |
(de 9 a 16 años) |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Placeta San Felipe Neri 1
- Apartado 182 - Albacete - D.L. AB 103/62 - 13.10.85 |
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