Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 264. FEBRERO. Año
1990 |
SUMARIO |
PENSAMIENTOS y
sentimientos, ideas y verda- |
des: he aquí lo que va
conformando el corazón |
y la vida del hombre. Los
sentimientos con- |
mueven, aunque a veces
alteran el dominio de |
la razón; las ideas, o
representaciones intelectuales |
de lo que puede ser objeto
de nuestro conocimiento, |
pueden ser falsas,
falsificadas o incompletas, sobre |
todo cuando se reciben o
expresan con la interesa- |
da presión de la
propaganda. Solamente la verdad |
ilumina y se difunde como
pensamiento, libertad y |
vida en el ser que la
acepta. Buscar con esperanza |
la verdad y abrirnos a
ella, para que nos ilumine |
corazón adentro, y desde
el corazón, como centro |
de la vida, a la vida
entera. Newman, buscador in- |
cansable de la verdad, nos
advertiría: no todo lo que |
deslumbra ilumina, sólo lo
que ilumina salva. |
PARA PEDIR LA LUZ DE LA
VERDAD |
VERDADES |
CENTENARIO DE NEWMAN
(1890-1990) |
JOHN HENRY NEWMAN |
NEWMAN, RECIBIDO EN LA
IGLESIA CATÓLICA |
NEWMAN. LA IGLESIA DE LOS
SANTOS |
1 (21) |
Tiempo de oración: |
PARA PEDIR LA LUZ DE LA
VERDAD |
Yo haría siempre esta
súplica: |
Dios mío, creo firmemente |
que tú puedes iluminar mi
obscuridad, |
que solamente tú puedes
hacerlo. |
Yo deseo, con todas mis
fuerzas, |
que se disipen mis
tinieblas interiores. |
Desconozco los caminos que
has dispuesto para mí, |
pero sé que tu poder y lo
que anhelo |
son razones suficientes
para pedirte |
lo que no puedes dejar de
concederme. |
Te prometo, desde ahora
mismo, |
que, ayudado por esta
gracia que te estoy pidiendo, |
abrazaré todo cuanto
perciba como verdad cierta. |
Y, con tu auxilio, |
combatiré el peligro de
engañarme y dejarme llevar |
por lo que busca la
naturaleza, |
en contra de lo que la
razón aprueba. |
Amén. |
John H. Newman, C. O., |
MD 262 |
2 (22) |
Verdades |
NADA apasiona tanto a los
hombres como el problema de la verdad: buscada o |
temida, está en todos los
deseos y actuaciones de los mortales. Hasta la mentira |
nace del artificio de
querer ocultar el déficit de verdad. Todos queremos afir- |
mar lo que somos. Después
de descubrir la realidad de nuestro ser, enrique- |
cemos nuestra mente si
cuidamos de ser auténticos en nuestras relaciones con el |
universo que nos circunda,
tanto visible como espiritual. Mentimos cuando no acep- |
tamos la medida y el
límite de nuestro ser personal o nuestra razón y deformamos |
nuestra identidad,
temerarios y miedosos a la vez, huyendo de la lógica de la senci- |
llez, ocultando todo o
parte de la realidad o estragando el resto que nos resulta fa- |
vorable. Las perversiones
de la verdad son el contraluz de la necesidad que de ella |
tenemos, hasta el punto de
no dudar en traicionar nuestra conciencia y engañar a |
los hombres, exhibiendo o
cultivando apariencias, pero sin que podamos engañar a |
Dios y ni siquiera a
nosotros mismos. Podemos aplazar el conflicto que la verdad |
nos plantes, pero no
evitarlo absolutamente: no podemos destruir nuestra concien- |
cia y, todavía menos,
ocultarnos de Dios, ni aquí ni más allá del tiempo. |
La verdad es herniosa,
inevitable, necesaria. Es apetecida por la inteligencia «co- |
mo su alimento» (s.
Agustín). La grandeza del hombre consiste en que es un ser cons- |
ciente y libre, y, por
ello, semejante a Dios, pero la libertad es fruto de la posesión |
de la verdad, como dijo
Cristo. En realidad, nadie hay más esclavo que el ignorante. |
El pecado es siempre una
falsificación y una forma de esclavitud. |
El hombre desea y necesita
la verdad, pero la experiencia nos descubre que es |
capaz de manipularla o de
esconderla, cuando se propone triunfos mundanos dema- |
siado rápidos, metas
injustas, vanidades, o para huir de vergüenza y acusaciones. |
Los mártires son los
testigos pacíficos y heroicos que no solamente la buscan, sino |
que la defienden y
prefieren a todo. La verdad, cuando sorprende, exige adecuarnos |
a ella, convertirnos hasta
ajustarnos a su baremo. Pretender ignorarla, ocultarla, re- |
chazarla, no impide jamás
que, al fin, se imponga, y que lo que fuera un reclamo o |
invitación se transforme
en acusación y sentencia que confunde y condena. |
3 (23) |
Lo de «mi verdad y la
tuya» no relativiza la verdad. El poeta escribió para ca- |
minantes que buscan la
luz, mientras andan y crece y se anuncia para un amanecer |
próximo y único, que ha de
bañar en claridades a todos los que la han deseado, con |
respeto del esfuerzo de
los demás y con fidelidad y perseverancia que no cede en el |
esfuerzo propio. |
Los que no pecan contra la
verdad están siempre cerca de Dios, aunque no sepan |
su nombre. Los que tienen
hambre y sed de ella tienen hambre y ved de Dios, y se- |
rán saciados. Un día verán
que sólo él es la única Verdad que ha dado realidad a to- |
do, que ha aureolado de
belleza todas las cosas para convertir la realidad en magní- |
fica gloria suya. Los
santos son los hombres que han descubierto este orden y se han |
admirado y han sido fieles
a su sentido. |
«Nunca he pecado contra la
luz» pudo decir, con absoluta sencillez John Henry |
Newman, al final de su
camino de fe. Ése fue todo el misterio de su unión con Dios, |
de su santidad; en él se
resumía toda la densidad de su vida. Dios presente en su con- |
ciencia y manifestándosele
desde la penumbra de las sombras y a través de la fragi- |
lidad de las imágenes
hasta el resplandor de la verdad de Dios, evidencia interior |
que anticipa
sobrenaturalmente la fe, hasta que se hace visión, más allá de la vida, |
cuando Dios es la Verdad
de todas las verdades. |
Es evidente que un
requisito para encontrar la |
verdad es tener ansia por
encontrarla. La |
verdad es algo demasiado
sagrado y referido a |
Dios, para que sea
sacrificada a la mera |
gratificación de la
fantasía, o a la diversión de |
la mente, o al espíritu de
partido, o a los |
prejuicios de la
educación, o a la adhesión, por |
amigable que sea, a las
opiniones de los |
maestros humanos. La
modestia, la paciencia y |
la prudencia son
disposiciones de la mente tan |
indispensables a la
investigación filosófica como |
la seriedad y el deseo más
vehemente. |
John H. Newman, C. O., |
US 7-8 |
4 (24) |
CENTENARIO DE NEWMAN
(1890-1990). |
Noticias y
conmemoraciones. |
● En este mes de
febrero se celebra, en el Oratorio de Birmingham, la |
inauguración oficial del
primer centenario de la muerte del cardenal |
John Henry Newman, con una
Eucaristía de pontifical, que presidirá |
el Sr. Arzobispo de
aquella diócesis y en la que estará presente el Lord |
Mayor (o presidente de la
corporación municipal). A la celebración |
litúrgica seguirá un acto
solemne en el palacio del Ayuntamiento, de |
modo que la Iglesia y la
Ciudad de Birmingham muestren su herman- |
dad, toda vez que el
recuerdo de Newman es motivo de gozo tanto pa- |
ra los católicos como para
todos los ciudadanos, allí donde dedicó la |
mayor parte de su
prolífera vida, después de Oxford. |
● En la Universidad
de Oxford, durante los meses de enero y febrero de |
este año, organizado por
el «Provost» del Oriel College y el Presiden- |
te del Trinity College,
tienen lugar, los martes, una serie de siete con- |
ferencias sobre los
siguientes títulos: «Newman, el hombre», «Newman |
y Oxford», «Significación
de Newman como teólogo para la Iglesia |
Anglicana», «Significación
de Newman como teólogo para la Iglesia |
Católica», «La labor de
Newman como filósofo de la Religión», «New- |
man como escritor» y
«Newman como teórico de la educación». |
● En Bélgica,
promovidos por la Universidad de Lovaina y por el Cen- |
tro «Godsheide», se han
organizado una serie de «Estudios de Fin de |
Semana», en lengua
flamenca, que se prolongarán durante todo el pre- |
sente año, sobre la vida y
la obra de John Henry Newman. Además, |
el profesor de la misma
Universidad, Dr. Robrecht Baudens, dará va- |
rias conferencias en
Duffel, Heverlee, Averbode y Brujas, con iguales |
temas. |
● En Roma, el Centro
de Amigos de Newman lleva a cabo una merito- |
ria labor de difusión del
conocimiento y estudio de la figura de New- |
man. Dispone de una
magnífica biblioteca específicamente newmania- |
na, y ejerce un apostolado
de información, difusión de las obras de |
5 (25) |
Newman y de relación con
centros y estudiosos de la figura del gran |
convertido de Oxford y
preclaro hijo de san Felipe Neri. |
● En Milán, la
Universidad Católica del Sagrado Corazón, con la coope- |
ración de la Interregional
Facultad de Teología, también lleva a cabo, |
a lo largo del presente
año, varias series de conferencias sobre la figu- |
ra, el pensamiento y la
significación de Newman. |
● En Alemania y
Austria, Newman ha sido igualmente conmemorado en |
diversos actos académicos,
con ocasión de las aperturas de cargo, ade- |
más de sesiones especiales
de fin de semana, para divulgar la vida y |
la obra del Cardenal
Newman. Pero ya, en el año pasado junio y julio |
de 1989), en la
Universidad Albert Ludwigs, de Friburgo de Brisgovia |
(Alemania Federal), tuvo
lugar un simposio de profesores universita- |
rios procedentes de
aquélla y de las Universidades de Estrasburgo y |
Bristol, en colaboración
con la «Deutsche Newman-Gesellschaft». Esta |
Asociación Newman Alemana
tiene por finalidad la promoción del |
intercambio científico de
ideas sobre las obras de John Henry New- |
man, su vida, y la
historia de su influjo, y está en relación con las Aso- |
ciaciones y Centros Newman
de otros países. |
● En Estados Unidos
de América, la «University of St Mary of the Lake», |
en Mundelein (Illinois),
tuvo un simposio sobre «Newman y la Con- |
versión», en el verano
pasado. También, la «Catholic University of |
America», en Washington,
organizó un simposio, en el mes de noviem- |
bre de 1989, sobre
«Relevancia actual del Cardenal Newman». Al dis- |
curso científico de tal
simposio siguió un magnífico concierto, con la |
ejecución de «The Dream of
Gerontius», oratorio musical compuesto |
por Edward Elgar sobre el
poema de Newman. El concierto tuvo lugar |
en la St Matthews
Cathedral, de Washington, por el coro y orquesta |
de la Universidad y
notables solistas. |
● Otras
conmemoraciones se prevén en el transcurso del presente año, |
no sólo en Europa y
América, sino también en Australia y el Japón. Por |
supuesto, los Padres del
Oratorio de San Felipe Neri, en todas partes, |
le dedican especial
atención y contribuyen con el trabajo de traduc- |
ciones y comentarios que
pongan de manifiesto la importancia que |
para la Iglesia de su
tiempo y para nuestros días tiene la figura de |
John Henry Newman, no
solamente en el mundo de las ideas y de sus |
intuiciones renovadoras
del cristianismo, sino de su vida espiritual y |
el ejemplo de su santidad. |
6 (26) |
JOHN HENRY NEWMAN: |
Crónica de un amor a la
verdad |
Meriol Trevor, |
Ediciones Sígueme. |
HE aquí un libro que era
ne- |
cesario para los
interesados |
de habla castellana sin
acce- |
so a las varias y buenas
biografías |
del gran convertido de
Oxford que |
existen en otras lenguas,
principal- |
mente en inglés, francés o
alemán. |
En medio de las muchas
conme- |
moraciones e iniciativas
que en |
diversas partes del mundo
tienen |
lugar en este «Año de
Newman», |
también en España se han
publica- |
do, con motivo del
centenario new- |
maniano, algunas
traducciones que |
pueden considerarse
esenciales pa- |
ra aproximarse al
conocimiento ar- |
mónico de esta gran figura
del cris- |
tianismo moderno, que,
desde la fe |
recibida en el seno de la
Iglesia An- |
glicana, alcanza la
plenitud del Ca- |
tolicismo, al que se
convierte a los |
44 años, ecuador de su
vida. |
Meriol Trevor había
publicado, |
en 1962, dos gruesos
volúmenes, |
que, junto con la
recentísima obra |
de Ian Ker, venían a
unirse a la |
excelente francesa del
oratoriano |
Louis Bouyer. Más atrás
quedaba |
la extensa de Wilfrid
Ward, y los |
trabajos de Tristam y
Dessain. Por |
otra parte, existen en
inglés y ale- |
mán varias y buenas
biografías y |
estudios, traducidos a los
principa- |
les idiomas. Meriol Trevor
tuvo el |
acierto de resumir su
extensa obra |
en un libro asequible que,
en 1974, |
publicó bajo el título de
Newman's |
Journey y que acaba de ser
publi- |
cado por Ediciones
Sígueme, según |
la traducción del
oratoriano Aureli |
Boix. Hemos de
felicitarnos, y pre- |
sentimos que pronto será
preciso |
preparar otra u otras
ediciones. En |
su dimensión, es un libro
indispen- |
sable para introducir a
otras lectu- |
ras de o sobre Newman. En
este |
sentido recomendaríamos,
en pri- |
mer lugar, la Apologia pro
vita |
sua, de la B. A. C. (n°
394), edición |
que nos parece un tanto
defectuosa |
(sin introducción, ni
notas); por lo |
cual, a personas
medianamente cu- |
ltas , no dudamos en
sugerir la re- |
ciente edición en catalán,
publica- |
da en la colección
«Clàssics del |
Cristianisme», de ed. Proa
y Facul- |
tad de Teología de
Barcelona, tra- |
ducida, presentada y
documentada |
también por Aureli Boix.
Este mis- |
mo oratoriano tradujo y
ed. Herder |
publicó en 1972 la obra de
Christo- |
pher Hollis titulada
Newman y el |
mundo moderno. Estos tres
libros |
nos parecen una primera
biblio- |
grafía suficiente para
iniciarse en |
el conocimiento de Newman. |
7 (27) |
Newman |
es recibido en |
la Iglesia católica |
QUERIDO Padre: Heme aquí
para darle una noticia |
capaz de llenar de alegría
no sólo el corazón de |
Vuestra Paternidad
Reverendísima, sino también |
el de todos los buenos
católicos dispersos por el |
mundo entero. |
Ya le escribí, desde
Aston, que el día de S. Miguel tuve |
la consolación de recibir
en nuestra capilla de Aston Hall, la |
abjuración y profesión de
fe del Ilmo., señor John Debree |
Dalgairns, que es aquel
mismo señor de Oxford con el cual |
he mantenido siempre
correspondencia desde que estoy aquí; |
ahora, al enterarse de que
yo debía ir ahí, a Bélgica, me es- |
cribió invitándome a pasar
por Oxford, en mi viaje, diciéndo- |
me que tal vez tendría
algo que hacer. |
Correspondiendo a tal
invitación, salí de Aston el 8 del |
#corriente y llegué de
noche, a las diez, a Oxford, totalmente |
calado por la lluvia, que
soporté cuatro o cinco horas conti- |
nuas. Apenas llegué a la
fonda, encontré al señor Dalgairns, |
que me esperaba para
conducirme a Littlemore, o sea, a aquel |
convento establecido allí,
hace cerca de seis años, por el Rdo. |
John Henry Newman, donde
se encuentran varios señores de |
Oxford, apartados del
mundo y haciendo penitencia mucho |
más severa que la que
suele practicarse ordinariamente por |
los Religiosos. |
8 (28) |
«Es una gracia grandísima,
que supera toda expectación, y que es |
preciso agradecer a Dios».
Así se expresaba el beato Domenico |
Barbieri, religioso
pasionista, el 11 de octubre de 1845, en una breve |
nota mandada a un hermano
de comunidad, dos días después de |
haber recibido en la
Iglesia católica a John Henry Newman. Pero el |
detalle de lo acontecido
lo relata luego a su Superior General. El P. |
Barbieri fue beatificado
por Pablo VI, el 27 de octubre de 1963. |
Cuando muchos años más
tarde Newman recibió la noticia de su |
muerte, exclamó: «Siempre
he pensado y esperado que recibirá de |
Roma la aureola de santo».
La carta dice como sigue: |
Llegamos a Littlemore una
hora antes de medianoche, y |
yo me acerqué a la lumbre
para secarme. Pero ¡cuál fue mi |
sorpresa ante el
espectáculo de ver, ante mí, arrodillado a |
mis pies, al señor Newman,
que me pedía que quisiera oírle |
en confesión y le
admitiera en el seno de la Iglesia católica! |
Allí mismo, junto a la
lumbre, comenzó su confesión ge- |
neral con sentimientos de
humildad y devoción verdadera- |
mente extraordinarios. |
A la mañana siguiente,
después de haberme conducido a |
Oxford para celebrar la S.
Misa en una capilla católica, y vuel- |
to a Littlemore, en medio
de una lluvia torrencial, terminé de |
oír la confesión del señor
Newman, y después de la suya oí la |
de otros señores que
estaban allí, es decir, el Rdo. Sr. Stanton |
y el Rdo. Sr. Bowles, que
habían sido ministros protestantes |
como el Sr. Newman. |
Así, en la tarde del
nueve, cerca de las seis, recibí la pro- |
fesión de fe de estos tres
señores; a continuación les adminis- |
tré el bautismo, sub
conditione, y luego terminé la confesión |
de todos y les di la
absolución sacramental. |
La mañana siguiente era la
fiesta de S. Francisco de Borja |
y celebré por primera vez
la S. Misa en su oratorio privado, |
luego que un buen
sacerdote me prestó todo lo necesario |
para ello, y administré la
comunión al Sr. Newman y a otros |
9 (29) |
cuatro compañeros suyos,
que eran protestantes y ahora son |
fervorosísimos católicos. |
Acabado esto, fui invitado
a visitar a un caballero ante- |
riormente protestante,
vecino de aquel mismo lugar, y tuve el |
placer de oírle en
confesión, lo mismo que a cuatro hijas su- |
yas solteras, de santa
vida. En la misma noche del diez recibí |
la profesión de fe y
administré el bautismo, sub conditione, a |
este señor, a su esposa y
a dos de sus hijas, quedando las |
otras dos a mitad de
camino... |
Éste es el detalle de mi
misión en Oxford. Los que conoz- |
can al Sr. Newman y a sus
compañeros podrán juzgar del re- |
sultado de lo sucedido. El
Sr. Newman ha sido, hasta ahora, |
diría que como el Papa de
los protestantes, como su gran orá- |
culo, el alma de este
movimiento que llaman de los puseístas, |
muy extenso y que abraza
todo lo que hay de bueno, de serio |
у de devoto en la
Iglesia protestante. Él es considerado como |
el hombre más docto que
pueda hallarse en toda Inglaterra. A |
mi juicio, él es el más
humilde y el más amable de cuantos ja- |
más haya yo encontrado a
lo largo de mi vida. Confío en que |
el resultado de tales
conversiones sea incalculable. |
Todo lo que he tenido que
sufrir desde que dejé Italia lo |
doy por bien compensado
después de este felicísimo suceso. |
Espero que ello animará a
todos los buenos religiosos a rogar |
con mayor fervor por
nuestra querida Inglaterra. Ella fue una |
vez «la isla de los
santos», y volverá a serlo en el futuro. Desde |
este reino, como de un
centro, se expandirá el catolicismo fá- |
cilmente por todo el
universo. Esta hija, después de las desvia- |
ciones de tres siglos,
volverá llena de vigor a la Madre, la San- |
ta Iglesia Católica
Apostólica Romana, y será para esta Madre |
consuelo y auxilio. Así lo
deseo y espero. Amén. |
Ere, 16 de octubre de
1845. |
Humildísimo obbl. servidor
y súbdito de Cristo, |
Domenico de la Madre de
Dios. |
10 (30) |
NEWMAN: |
LA IGLESIA |
DE LOS SANTOS |
La verdad |
y la santidad |
ESE «gran cambio», como lo
llama New- |
man, comenzó cuando él
tenía quince años |
y descubrió a Dios como
ser personal e in- |
eludible, presente en su
propia vida. Com- |
prendió que la respuesta a
este don gra- |
tuito de la presencia
divina no se podía |
limitar a la mera asunción
de un ideal ético, sino |
que empeñaba toda la vida,
hasta convertirla en |
una comunión con Dios, es
decir, proponerse la san- |
tidad, y fue cuando tomó
ese lema: «Antes la san- |
tidad que la paz» (1).
Aunque el mundo lo ignore, |
esto es lo más importante
y constituye la verdadera |
vida del cristiano; parece
una renuncia, pero quien |
lo descubre encuentra, aun
sin buscarla lo primero, |
paz y consolación interior
(2). Se trata, pues, de |
abrirse a esta verdad y
progresar en ella, sin con- |
cesiones. Es así como su
inquebrantable honestidad |
interior pudo resumirse en
aquel grito: «¡Yo nunca |
he pecado contra la luz!» |
(1) THE FORCE OF TRUTH, de
T. Scott, uno de los libros que el Rev. Mayers puso |
en sus manos, cuando era
adolescente, y del que extrajo este lema. Cf. APO. 5. |
(2) «The Christian has a
deep, silent, hidden peace, which world sees not... What he |
is when left to himself
and to his God, that is his true life. He can bear himself; he |
can, as it were, joy in
himself, for it is the grace of God within him, it is the presen- |
ce of the eternal
Comforter, in which he joys... Never lens alone than when alone». |
PPS V, 69-70. |
11 (31) |
El resplandor de la Verdad
divina nos alcanza, |
está en nosotros, y aquí
entra todo el capítulo de la |
conciencia, según Newman
(3). Llega a nosotros, |
pero nos viene de fuera;
se nos muestra en «signos» |
que hemos de reconocer y
abrirnos a ellos (4). |
Abrirnos a Cristo, al
Evangelio, a la Iglesia. La |
Iglesia fue el último
estadio en el debate interior |
de Newman. |
Llegar a puerto |
Todo cuanto la precedía lo
tenía cla- |
ro: Dios, «más evidente
que él mismo» (5); Cristo, |
por el bautismo, «se
repite» en cada cristiano (6); |
el Evangelio y la Iglesia
«construyen» la santidad |
de los fieles (7). Cuando
entró en la Iglesia católi- |
ca, terminó su
peregrinación en busca de la verdad, |
y por eso pudo decir que
esa decisión no supuso |
cambio alguno en su
inteligencia y en la sustan- |
cia de su fe (8); por eso
todo fue, al fin, «como al- |
canzar el puerto, después
de atravesar un mar tem- |
pestuoso». |
La travesía fue esforzada,
llevada adelante con |
absoluta nobleza y
profundidad espiritual. Tenía |
sobrados motivos para
agradecer, a la Iglesia donde |
(3) Cf. LAUS n. 256, Marzo
de 1989. |
(4) «We know from history,
18 a matter of fact, that they did not receive Him, that |
they did not come to him
when He came to them; but He says that they would not |
that they did not wish to
come, implying that they, and none else but they, |
were the cause of their
not coming». PPS VII, 11. «Those whom Christ saves are they |
who at once attempt to
save themselves». PPS VII, 11-12. |
(5) «I feel it (as a
keystone, that no to hold it would it be to break my mind to pieces)..- |
as easy to deny my own
personality is the personality of God, and have lost my |
grounds for believing that
I exist myself if I deny existence to Him». MD 592. |
(6) Christ himself
vouchsafes to repeat in each of us in figure and mystery all that He |
did and suffered in the
flesh. He is formed in us, rises in us, lives in 118... All at once». |
PPS V, 139. |
(7) «An ordinary kind of
religion, praise worthy and respectable in its way, may exist |
under many systems; but
saints are creations of the Gospel and the Church», PPP |
II, 157. |
(8) <From the time that
I became a catholic... I was not conscious to myself, on my con- |
version, of any change,
intellectual or moral, wrought in my mind. I was not cons- |
cious of firmer faith in
the fundamental truths of Revelation, or of more self-com- |
mand: I had not more
fervours; but it was like coming into port after a rough sea: |
and my happiness on that
score remains to this day without interruptions. APO |
238. |
12 (32) |
había nacido, la fe, la
formación espiritual y haber |
hallado en ella el
ambiente desde el que se le pre- |
sentó el ideal de la
santidad. Otra cosa eran las im- |
perfecciones, la
burocratización a que se había re- |
ducido el tesoro de su
tradición cristiana. Cuando |
moderaba las prisas de sus
más adictos por entrar |
en la Iglesia católica, lo
hacía movido por la con- |
vicción de que había de
proceder con la máxima |
seriedad y pureza de
mente; la precipitación mide |
menos la responsabilidad y
suele ser imprudente, |
desprovista de la
necesaria reflexión. Era una cues- |
tión de prudencia, no sólo
para él, sino de cara a los |
que en el depositaban su
confianza y se inspiraban |
en su conducta. La falta
de reflexión no prepara |
para la plenitud de la fe
(9), porque los que dema- |
siado implícitamente
parece que lo creen todo sue- |
len ser señal de que no
creen nada. |
Un oasis para |
esperar la luz |
Littlemore aparecía, a los
ojos de los extraños, |
como un monasterio
excéntrico y misterioso. Era |
una comunidad, un oasis
espiritual, a la que acu- |
dieron principalmente
jóvenes, para estancias breves |
o para permanecer junto al
que, espontáneamente, |
era reconocido y respetado
como guía y superior, |
no sólo por razón de la
edad, sino por el protago- |
nismo espiritual e
idealista que le confería el Mo- |
vimiento de Oxford,
todavía no extinguido, pero ya |
sin más que decir en el
campo de las polémicas |
eclesiástico-universitarias.
Algunas exageraciones, |
muchos malentendidos y la
curiosidad de los que |
se interesan por lo más
superficial, sin detenerse en 151 |
ahondar en lo profundo de
las razones y causas de |
lo discutido. Littlemore
debía ser un remanso, si no |
oculto, por lo menos
alejado del fragor de discusio- |
nes y sospechas, con
tiempo para dedicar a la ora- |
ción, al estudio, a la
reflexión. Contra lo que p- |
(9) «It may also be the
act of a man who will believe anything because he believes |
nothing, and is ready to
profess whatever his ecclesiastical that is his political-- |
party requires of him». En
carta a McColl, de 15.8.1870, en WARD II, p. 332. |
13 (33) |
dieran imaginar los de
fuera, el orden interno de |
aquella pequeña comunidad
de amigos era bastan- |
te estricto (10).
Austeridad, ayunos, oración y estu- |
dio reflexivo, sin
concesiones a la imaginación y al |
sentimentalismo, sino
buscando la razón de Dios |
desde la purificación de
la propia mente (11). New- |
man escribía un libro (que
dejaría inacabado) en el |
que contemplaba a la
Iglesia y la evolución de las |
manifestaciones de su
verdad. Miraba, a la vez, la |
historia de la Iglesia y
su propia historia personal, |
Los primeros |
cristianos |
Era cierto, como siempre
que cogía la pluma, que |
«no escribía por
escribir», sino que lo hacía obede- |
ciendo a la fidelidad por
ordenar la expresión de |
las ideas en búsqueda de
la verdad (12). Era histo- |
ria de la Iglesia y, sin
proponérselo, también bio- |
grafía personal, pasos de
un camino o evolución |
que no había sospechado
porque, al retirarse a Litt- |
lemore y unírsele poco
después algunos discípulos, |
no lo había hecho con la
intención de prepararse |
para entrar en el
catolicismo, a pesar de las acusa- |
ciones de «romanismo» que
algunos le dirigían (13). |
Sin embargo, mientras
reflexionaba y escribía su |
Ensayo sobre el Desarrollo
de la Doctrina, fue |
viendo que su amada
Iglesia, madre de su fe, se ha- |
bía apartado de la
tradición del primer cristianismo, |
como demostraba el estudio
de los Santos Padres, |
continuadores de la
tradición apostólica; los prime- |
ros cristianos eran los
continuadores de los Apósto- |
(10) Lo refieren los
primeros en unírsele, desde 1842 (Lockhard, Dalgairns, Mark Pat- |
tison, que estuvo allí
diez días). Cf. LD XIII, 120. Dessain, en su JOHN HENRY |
NEWMAN, p. 78, lo resume
con estas palabras: «Four and half hours each day we- |
re given to prayer, and
nine to study and translation work+. Newman no tenía |
conocimiento de la vida
conventual más allá de lo que había estudiado de los Pa- |
dres y la vida monástica
clásica. |
(11) «I determined to be
guided, not by my imagination, but my reason». APO 119. |
(12) «Since I was boy... I
think have never written for writing wake: but my one single |
desire and aim has been to
do what is so difficult, viz. to express clearly and exac- |
tly my meaning». LETTERS
AND CORRESPONDENCE, ed. by A. Mozley, II, 427. |
(13) «I never contemplated
leaving the Church of England». APO 148. |
14 (34) |
les (14). Escribió años
más tarde: «Creo haberme |
preguntado siempre qué
habrían hecho los Padres, |
estos hombres cuyas obras
rodeaban mi habitación, |
cuyos nombres veían mis
ojos constantemente, cuya |
autoridad influía en mi
juicio, ¿qué habrían hecho |
y cómo hubieran obrado en
mi lugar Atanasio, Ba- |
silio, Gregorio, Hilario,
Ambrosio?» (15). Newman |
miraba hacia la primitiva
Iglesia; si se hubiese fija- |
do demasiado en el
catolicismo de sus días, tal vez |
habría encontrado un
espectáculo menos atractivo; |
pero él buscaba
objetivamente los orígenes, la raíz. |
Pensamiento, |
plegaria y vida |
Hay dos expresiones que
resumen la razón y la fe, |
la objetividad y la
devoción, el esfuerzo de la inte- |
ligencia crítica y
laboriosa, que persevera en los |
análisis que la van
aproximando a la verdad gozo- |
sa y retadora a la vez, y
la meditación de la vida |
conjunta de los que más de
veras han seguido las |
huellas de Jesús, cuando
el Evangelio se hace con- |
creto en la respuesta de
sus seguidores: «La Uni- |
versidad nos ha hecho
católicos» (16), «Los Padres |
me han hecho católico»
(17). Newman no era el |
universitario pedante, que
exhibe su agilidad inte- |
lectual polemizando
inútilmente. Era la inteligen- |
cia y el amor, que
buscaban, ante todo, la Iglesia de |
Dios, la Iglesia de
Cristo. «La fidelidad a la Iglesia |
―ya escribía ocho
años antes de hacerse católico– |
consiste más en amarla que
en hablar o polemizar |
sobre ella» (18). Los
aferrados a la institución y las |
ventajas que les
reportaba, o los que no le seguían |
en la pasión por la
verdad, dondequiera que pudie- |
(14) The first Christians
are represented us continuing in the Fellowship of the Apos- |
tles, LD XXV, 13. |
(15) ESS II, 74. |
(16) «Oxford made us
catholics, es decir, «la Universidad». LD XIX, 325. |
(17) «The Fathers made me
a Catholic». DIFF II, 18-24. |
(18) «He joins the Church
of God, not merely who speaks about it, or defends it, or |
who contemplates it, but
who loves it... The test of our being joined to Christ is |
love». PPS IV, 184. |
15 (35) |
ra hallarse, no le
comprendieron. Él no buscaba el |
catolicismo, sino la
verdadera Iglesia. |
Mirar a Dios |
Pudo escribir |
más tarde que la verdadera
razón por la que se con- |
virtió al catolicismo fue
porque la Iglesia católica |
era la que mejor se
identificaba con la primitiva |
Iglesia de los santos
(19); aquella Iglesia en la que |
«los fieles no pensaban en
sí mismos, sino que mira- |
ban, se dirigían a Dios»
(20). |
No nos detenemos en la
descripción de las inci- |
dencias, las más de las
veces dolorosas, que rodea- |
ban la vida interiormente
pacífica y espiritualmente |
elevada de aquel que los
diarios llamaban proyec- |
to de un monasterio
«anglo-católico». Newman los |
refiere en su Apología,
hasta verse obligado a de- |
fenderse diciendo que «se
había retirado allí para |
rogar» (21). Razón que
parecía demasiado elemen- |
tal a los extraños.
Después de dar explicaciones al |
propio obispo anglicano,
decidió renunciar a su mi- |
nisterio, reduciéndose,
por lo tanto, a la condición |
de laico. |
El adiós |
a los amigos |
En la tarde del domingo
día 24 de sep- |
tiembre de 1845, predica
su último sermón en la |
iglesia de la Universidad.
El lunes, 25, por la maña- |
na, la iglesia de
Littlemore aparecía llena a rebo- |
sar: las gentes sencillas
del lugar, amigos venidos |
incluso de Londres,
universitarios, y el Dr. Pusey |
presidiendo la
celebración. Newman pronunció el |
famoso sermón «La
despedida de los amigos». Su |
voz era clara, contenida
la serenidad que no le im- |
pidió, entre pausa y
pausa, leer las palabras segura- |
mente más emocionantes de
su vida, escritas desde |
(19) «The very reason I
became a Catholic was because the present Roman Catholic |
Church is the only Church
which is like, and it is very like, the primitive Church, |
the Church of st.
Athanasius...» LD XXIV, 325. |
(20) «In the primitive
way, the worshipper did not think of himself; he came to God, |
God's house and altar were
the sermon which addressed him and roused him. His |
Sacraments were the
objects of his regards. Words were unnecessary». LETTERS |
AND C., ed. by A. Mozley,
II, 208. |
(21) APO 171. |
16 (36) |
la fuerza del silencio,
con la belleza y el poder que la |
misma verdad (22) inspira.
Era el aniversario de la |
consagración de la
capilla, una fiesta para los pre- |
sentes. Tomó el lema del
salmista: «El hombre va a |
su trabajo y permanece en
él hasta el anochecer» |
(23). |
Madre Incapaz |
de reconocer |
al hijo |
Comenzó enseguida
refiriéndose al adiós de |
Jesús a sus amigos,
también al anochecer, y luego |
evocó las despedidas de
personajes bíblicos, y, hacia |
el final, pasó a
apostrofar a su propia Madre en la |
fe, la Iglesia anglicana:
«Oh Madre mía, ¿cómo pue- |
de ser que hayas sido
enriquecida con tantos dones |
que no alcanzas a
conservar, que hayas engendrado |
hijos que no te atreves a
reconocer? ¿Por qué no |
sabes usar sus servicios,
ni se alegra tu corazón |
cuando te aman?». |
La voluntad |
de Dios |
Y al pueblo que le oía: «Y
voso- |
tros, hermanos míos,
corazones amables y afectuo- |
sos, amigos que me amáis,
si reconocéis a alguien |
que por sus escritos o por
sus palabras os ha ayu- |
dado, de alguna manera, a
actuar; si os ha dicho lo |
que vosotros sabéis sobre
vosotros mismos, o lo que |
tal vez ignoráis; si él ha
descifrado en beneficio |
vuestro vuestros deseos y
sentimientos, y con ello |
os ha reconfortado; si os
ha descubierto que existe |
una vida más elevada que
la cotidiana, y un mun- |
do más hermoso que el
mundo visible; si os ha ayu- |
dado para vencer
dificultades u os ha serenado; si |
ha abierto para vosotros
un camino en la búsque- |
da o ha dado paz a vuestro
corazón perplejo; si |
lo que él os ha dicho o ha
hecho os ha movido a |
interesaros por él o a
sentiros atraídos hacia él, |
acordaos de este hombre
cuando el tiempo pase, y |
rogad por él, para que en
todo pueda conocer la |
voluntad de Dios y esté
siempre dispuesto a cum- |
plirla» (24). |
(22) IDEA 217. |
(23) SAL 104, 23. |
(24) «The parting of
friends», en SD, 407 y 409. |
17 (37) |
Dos años más tarde, en
octubre de 1845, New- |
man llamó al P. Barbieri,
pasionista. Mientras le es- |
pera, durante dos días,
escribe un montón de cartas, |
breves y expresivas:
revelan todas que experimenta |
haber llegado a la verdad,
a la Iglesia verdadera, |
al único verdadero rebaño
de Cristo. |
La Iglesia |
de los Santos |
Dios permanece; lo demás
cambia. La santidad |
también es la meta de un
«cambio», ya que la per- |
fección es cambiar varias
veces (25). Sus conviccio- |
nes se habían desarrollado
en el curso del tiempo |
(26). Cambiar y
convertirse es una tarea, una expe- |
riencia personal que «cada
uno debe comenzar, |
avanzar, y terminar por sí
mismo. La historia reli- |
giosa de cada individuo es
tan solitaria y completa |
como la historia del
mundo» (27). Por esta razón |
hay que respetar las
conciencias, sin forzarlas a |
cambios o «conversiones»
precipitadas. Este plan- |
teamiento no siempre fue
comprendido, ni por algu- |
nos que le admiraban, ni
por muchos para quienes |
la fe era tal vez asumida
sin atender a la profunda |
conversión interior. La
misión de la Iglesia es hacer |
santos, él había buscado
la Iglesia de los santos, y |
en los santos, y se encaró
con la verdad grande, des- |
garradora y felicísima, a
la que le había ido condu- |
ciendo Dios, desde que,
por primera vez, a los quin- |
ce años (28), lo descubrió
en la íntima experiencia de |
sí mismo. «¿Qué prueba
puedo tener de la verdad |
de los hechos revelados
que supere la que poseo de |
los hechos sobre mí
mismo?» (29). Porque «Dios |
(25) DEV 40. |
(26) «My convictions have
been the slow growth of years». LD XXI, Supl. 63. |
(27) «In religion each
must begin, go on, and end, for himself. The religious history |
of each individual is a
solitary and complete as the history of the world». PPS |
VII, 248. |
(28) «God changed me
altogether when I was a boy of fiftee». LD XX, 543. |
(29) «What proof can I
have of the truth of revealed face more cogent than that which |
I have of facts about
myself?». LD, ibíd. |
18 (38) |
nos llama no sólo una vez,
sino muchas veces; a lo |
largo de la vida, Cristo
nos está llamando... Nos lla- |
ma una y otra vez, para
justificarnos una y otra vez; |
y una y otra vez, más y
más, nos santifica y nos pre- |
para para la gloria» (30). |
Bienaventurada |
visión de paz |
En el mismo pupitre sobre
el que había escrito su |
Ensayo sobre el Desarrollo
de la Doctrina, el P. |
Barbieri celebró por
primera vez una misa católica |
y dio la comunión a Newman
y sus compañeros de |
conversión. El libro quedó
inconcluso. Pero luego |
quiso añadir unas
palabras. Eran éstas: «Tales eran |
los pensamientos relativos
a la "Bienaventurada |
Visión de Paz", de un
hombre que no cesaba de ro- |
gar al Misericordiosísimo
Señor, que no desprecia- |
ra la obra de sus manos,
que no la abandonara a sí |
misma, cuando sus ojos se
debatían faltos de clari- |
dad y su corazón sufría,
porque no podía valerse |
más que de la razón para
las cosas de la fe. Y ahora, |
querido lector, el tiempo
es breve, la eternidad lar- |
ga. No abandones lo que
aquí, en este libro, has en- |
contrado. No pienses que
se trate de mera contro- |
versia efímera; no te
obstines imaginando que es |
producto del rechazo, del
disgusto, de sentimientos |
heridos, o de una
sensibilidad exagerada o de cual- |
quier otra debilidad. No
te dejes arrastrar por el |
recuerdo de años pasados;
no pretendas que la ver- |
dad es aquella que tú
desearías que fuera, y no te |
construyas un ídolo con
los prejuicios a los que es- |
tás apegado. El tiempo es
breve, la eternidad larga». |
Y concluía con el canto
evangélico de Simeón: |
«Ahora, Señor, según tu
promesa, / puedes dejar a |
tu siervo irse en paz; /
porque mis ojos han visto |
la salvación» (31). |
(30) «We are not called
once only, but many times, all through our life Christ is cal- |
lings is... He calls us
again and again, in order to justify us again and again; and |
again and again, and more
and more, to sanctify and glorify us». PPS VIII, 23-24. |
(31) DEV 445. |
19 (39) |
Lo divino y lo humano en
la Iglesia. |
Concedo que el magisterio
de la Iglesia —que en sus |
declaraciones formales es
divina— en algunas ocasio- |
nes ha sido pervertida por
los que oficialmente la repre- |
sentan, o por sus súbditos
―ambos son humanos—, con |
lo cual nos ofrece un
blanco para críticas у acusaciones. |
A pesar de ello, sostengo
que ha hecho una cantidad |
incalculable de bien, un
bien de calidad tan especial |
que ninguna otra sociedad
o doctrina o religión hubie- |
ra sido capaz de hacer; y
sostengo que este bien se ha |
derivado de los principios
que profesa, y que sus omisio- |
nes y deficiencias han
sido causadas por el descuido o |
por haber paralizado o
impedido la eficacia de estos |
principios. Queda la
siguiente pregunta: ¿Lo que es |
divino en la Iglesia ha
aprobado los errores |
humanos? Yo sostengo que
no. |
John Henry Newman, C. O., |
LD XXVII, 283 |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles - Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Pl. San Felipe Neri, 1 -
Apartado 182 - 2080 Albacete - D. L. AH 103/62 - 18.2.90 |
20 (40) |
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