Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 265. MARZO. Año 1990 |
SUMARIO |
MISTERIO de muerte y de
vida; de pecado y de |
misericordia. Cristo que
muere por el mundo, |
a causa del pecado de
todos. Las codicias, las |
mentiras, las injusticias
y los pactos explícitos |
o implícitos que hacen
posible el mal, todavía no |
vencido. Por esto Cristo
sigue padeciendo y murien- |
do en los más pobres, en
los más ignorantes, en los |
que la mentira puede hacer
mella, en la masa enor- |
me de indefensos y
desprevenidos, que nadie o po- |
cos aman, que nadie o
pocos defienden. Todavía el |
hombre no es hermano para
el otro hombre, sino ob- |
jeto o referencia
económica. Sin que ellos mismos lo |
sepan, Cristo sigue
sufriendo en los más miserables |
de cuerpo o de espíritu.
Es la Pasión cristiana del |
mundo. Pero los cristianos
creemos en la resurrec- |
ción y la esperamos.
Cristo, muerto y resucitado, es |
la garantía de nuestra
esperanza. |
LA GRACIA |
REDUCCIONES |
CENTENARIO DE NEWMAN
(1890-1990) |
EL PECADO DEL MUNDO |
NEWMAN, UNA PRESENCIA VIVA |
1 (41) |
LA GRACIA |
EXISTE algo todavía peor
que tener una mala |
conciencia. Es tener una
conciencia cerrada, completa. |
Hay algo peor que tener un
alma mala |
pervertida. Es tener un
alma que ya no necesita nada. |
Se han podido ver los
modos extraordinarios de |
que se vale la gracia para
conseguir penetrar en un |
alma en la que anida la
maldad o la perversión, y |
se ha visto cómo se
salvaba lo que parecía perdido. |
Pero nunca se ha visto que
el agua atraviese las |
superficies barnizadas,
impermeables. |
De ahí vienen tantos
fallos que constatamos sobre |
la eficacia de la gracia
de Dios, la cual, mientras |
logra victorias
insospechadas transformando las almas |
de grandes pecadores,
permanece inoperante, sin |
embargo, en gentes tenidas
por más honestas. Y es |
porque las gentes más
honestas, o simplemente |
honestas, o las que se
denominan así y aman que se les |
tenga por tales, viven
metidas en su propia coraza. Son |
invulnerables. La piel de
su moral constantemente |
intacta se les ha
convertido en puro cuero y armadura |
impenetrable... |
No les falta nada, y no
pueden recibir lo que lo es |
todo. Los tan honestos no
pueden ser "mojados" por la |
gracia. |
Charles Péguy |
2 (42) |
Reducciones |
LA LÁSTIMA no está en que
no seamos mejores cristianos, sino en que nos re- |
signemos permaneciendo en
el límite de lo que imaginamos que ya nos basta, |
o que no queramos despejar
duda, o errores por miedo a que la conciencia pu- |
diera exigirnos más de lo
que, egoístamente, nos hemos propuesto. Somos bau- |
tizados, pero profesamos
un cristianismo reducido. Reducciones que nos sugiere el |
espíritu del mundo cuando,
confundiendo categorías y sin oposición directa a la fe, |
anestesia su vigor o lo
desplaza por medio de palabras o conceptos que, sin ser con- |
denables por sí mismos,
anulan y substituyen la correlación de otros más radicales y |
más exactos. Por ejemplo:
no es lo mismo cultura que fe, no es lo mismo reunión que |
comunión, no es lo mismo
poder que justicia y que razón: no es lo mismo estética que |
ética, ni convencionalismo
que moral; no es lo mismo sentimiento que amor, no es lo |
misma beneficencia que
caridad y misericordia, no es lo mismo ideología que verdad, |
no es lo mismo secta que
comunidad y que Iglesia; no es lo mismo socio que herma- |
no, ni sociedad que
familia; no es lo mismo organización que organismo, no es lo mis- |
mo propaganda que
evangelización, no es lo mismo "evitar" pecados que practicar |
virtudes, no es lo mismo
«salvarse de la condenación eterna» que amar a Dios «con |
todo el corazón, con toda
el alma, con todo el ser», no es lo mismo crédito social de |
la santidad que la
santidad, no es lo mismo ser cliente de la Iglesia que ser hijos de |
Dios... Y podríamos
alargar la lista de distinciones. |
¿Por qué los que nos
contemplan de fuera de la Iglesia, y también los de dentro, |
confunden y confundimos,
no raramente, ideas, acomodando el vigor de la original- |
mente cristiana tales
miserables reducciones? En los primeros puede ser porque |
tengan del cristianismo un
concepto demasiado natural: en nosotros, porque seamos |
cristiano # medio
convertir. Y haber ellos entendido el cristianismo como cultura, |
como moral o como
política; mientras que nosotros nos hayamos detenido en ambi- |
güedades descomprometidas
en el intento, nunca abdicado del todo, de servir u dos |
señores. Lo que no sería
tanto de extrañar, moviéndonos en medio de un mundo tec- |
nificado, empeñado en el
milagro de convertir las piedras en pan, siempre abierto a |
3 (43) |
la seducción de las
riqueza, con las que se puede comprar todo y ser poderosos en la |
tierra, con una fuerza que
suplante in fe o la domestique: un mundo en el cual solo el |
que alcanza el éxito en
admirado y honrado, sin que importe cómo se llegue a alcan- |
zarlo; un mundo que tiene
poco o nada que esperar del cielo, porque se apunta a los |
paraísos, al prestigio y a
los éxitos terrenos, que, por lo tanto, se resiste a renunciar |
al dinero, al orgullo y a
los placeres un mundo que adormece o adecenta su mala con- |
ciencia con sofismas, que
la mirada de Dios y la palabra de Cristo nunca justificarían. |
Frente a tales peligros,
no basta un cristianismo sociológico ni individualista. Es |
necesario acabar la
conversión, cambiar; un cambio para el que no basta un modo de |
distanciamiento simbólico
del mal y del error, sino que ha de ser y consistir en la reo- |
rientación fundamental de
la voluntad hacia Dios y su reino, tal como nos ha sido re- |
velado en Jesucristo. La
persona entera debe enraizarse en Dios y, desde la total ad- |
hesión a Dios, disponerse
a emprender un camino nuevo, como vida que se estrena. |
DE LA ANTIGUA A LA NUEVA . |
Conservo el recuerdo de la
primera Semana Santa |
en la que tomé parte, en
1941. Había ido con un |
grupo de compañeros del
liceo a la casa de |
formación de los
oratorianos, en Montsoult. |
Cantamos durante tres
tardes seguidas, con la |
comunidad, todo el Oficio
de Tinieblas, un oficio |
compuesto de salmos y de
lecturas bíblicas. |
Cantando estos salmos,
escuchando las |
lamentaciones de Jeremías,
me parecía evidente |
que los católicos recogían
la herencia que Dios |
había destinado en un
principio a Israel, su hijo |
mayor, el primogénito. |
En la capilla de Montsoult
había vidrieras que |
ilustraban la relación
entre los dos |
Testamentos... No estaba
en una tierra |
extranjera. Formaba parte
de los hijos mayores |
y no hacía sino entrar a
disfrutar de la herencia |
que se me había prometido. |
Cardenal Jean-Marie
Lustiger, arzobispo de Paris, |
convertido del judaísmo,
en el libro LA ELECCIÓN DE DIOS (1987). |
4 (44) |
CENTENARIO DE NEWMAN
(1890-1990): |
Noticias y conmemoraciones |
• En el Oratorio de
Albacete, durante los días dos y tres de febrero (ani- |
versario de la fundación
del Oratorio en Inglaterra, por John Henry |
Newman), tuvo lugar una
convivencia de los jóvenes del Oratorio se- |
cular, con reflexiones
sobre «Newman joven y su vida de fe». |
• La Facultad de Teología
de Barcelona, en colaboración con la Funda- |
ción de la Enciclopedia
Catalana, el Instituto Británico de la misma |
ciudad y los Padres del
Oratorio, conmemoró, el 14 de febrero pasa- |
do, el primer centenario
de la muerte de Newman con una disertación |
del Dr. Josep Vives,
jesuita, que desarrolló el tema «Newman, fidelidad |
amorosa a la verdad». En
el mismo acto se hizo la presentación de la |
traducción de la «Apologia
pro vita sua», a la que hicimos referencia |
el mes pasado desde estas
mismas páginas. |
• En la Universidad de
Valencia, y organizado por el Newman Centre |
de la misma ciudad, tuvo
lugar el día 21 de febrero, en el marco de la |
universitaria Capilla de
la Sapiencia, un acto académico en el cual |
el Dr. Augusto Monzón,
Profesor titular de aquella Universidad y pres- |
bítero del Oratorio de
Albacete, pronunció la conferencia «Newman, |
una presencia viva (cuya
transcripción ofrecemos en este mismo nú- |
mero de Laus). Esta
conferencia fue precedida por unas palabras del |
Dr. Sebastià Janeras,
director de «Clásicos del Cristianismo», en cuya |
colección acaba de
aparecer la «Apología» de Newman, y del traductor |
Aureli Boix. Por el Newman
Centre de Valencia hizo la presentación |
Agustí Colomer. |
• En este año de
conmemoraciones newmanianas se han podido ver ter- |
minadas las restauraciones
de algunas iglesias y lugares especialmente |
unidos al recuerdo de
Newman, como la iglesia del Oratorio de Bir- |
mingham, que él mismo
edificó. También la catedral de esta ciudad, |
en la que predicó varias
veces: fue memorable la serie de sus sermo- |
nes de la cuaresma de
1818, así como el que el obispo le pidió que |
5 (45) |
hiciera con ocasión de la
apertura del primer Sínodo Diocesano de |
Birmingham. También ha
sido restaurada, en atención al recuerdo de |
Newman, la que fuera su
capilla privada cuando, todavía anglicano, |
era "fellow" del
Oriel College, en Oxford. Igualmente, en Dublín, se ha |
emprendido la restauración
de la iglesia de la Universidad fundada allí |
por él, si bien en este
caso se deba a la coincidencia del milenario de |
la ciudad de Dublín. |
• También en la iglesia
del Oratorio de Birmingham, el miércoles día |
21 del pasado mes de
febrero, el cardenal Basil Hume presidió la ce- |
lebración de la santa
Misa, con la participación de más de cincuenta |
sacerdotes. Estuvieron
presentes, además, varios profesores universi- |
tarios y admiradores de
Newman, llegados de Roma, de América y de |
varios países europeos. El
sermón fue predicado por el P. Vicent Fe- |
rrer Blehl, jesuita,
postulador de la causa para la canonización de |
Newman. Es de notar que el
día 21 de febrero era la fiesta de san Va- |
lentín, un mártir romano
cuyo cuerpo fue hallado en las catacumbas, |
y regalado por el papa Pío
IX a Newman cuando dejó Roma, a finales |
de 1847, con la misión
papal de fundar el Oratorio en Inglaterra. El |
cuerpo de este santo yace
en la iglesia del Oratorio, en Birmingham. |
Además, coincide su fiesta
con el día del nacimiento de Newman (21 |
de febrero de 1801). |
CONVERSIONES EJEMPLARES |
(San Pablo, San Agustín,
Newman) |
TRES CONFERENCIAS |
POR EL P. RAMÓN MAS |
DÍAS 9, 10 Y 11 DE ABRIL
(LUNES, MARTES |
Y MIÉRCOLES), A LAS 8'30
DE LA TARDE, |
EN ESTE ORATORIO DE
ALBACETE |
6 (46) |
El pecado |
del mundo |
EL MUNDO somos los
hombres. |
El pecado del mundo es ese |
mal que se opone a Dios, y |
que resulta de la culpa
participa- |
da, por las omisiones
generalizadas, |
por los asentimientos
indirectos, |
por el silencio de las
implícitas |
complicidades que hacen
posible |
que sigan las injusticias
e hipocre- |
sías disfrazadas de falsa
dignidad. |
El pecado del mundo es el
arte del |
blanqueamiento de la
perversión |
que se mantiene apoyada en
alian- |
zas interesadas, de las
que trae be- |
neficio, a costa de los
más pobres, |
de los más ignorantes, de
los inde- |
fensos y forzados a
resignarse al |
dominio de los clanes
minoritarios |
en los que se aglutina el
poder y la |
capacidad de corrupción, a
la vez |
que persisten en
absolutizar, y acu- |
mular y retener para sí
mismos, to- |
do cuanto ofrece esta vida
terrena, |
convencidos de |
que tienen derecho |
indiscutible, o por lo
menos pre- |
ferente, a ello. Clanes
que temen y |
alejan de sí cualquier
hipótesis o |
esperanza práctica de otro
paraíso |
más alto y espiritual. El
pecado del |
mundo es una forma de
idolatría: |
su dios es el dinero, su
culto las ce- |
remonias del prestigio, su
aposto- |
lado la propaganda, su
ejemplo la |
vanidad, sus méritos las
estadísti- |
cas, su moral el arte de
triunfar en |
la vida, frente a los
demás y aun a |
costa de los demás; su
cielo está en |
la tierra. No existe otro
absoluto, y |
la insaciabilidad es su
infinito. |
El pecado del mundo es
sutil y |
pretende legitimarse no
sólo es- |
condiendo su propio
nombre, sino |
recurriendo, según la
oportunidad |
que mejor convenga a su
estrate- |
gia, a denominaciones con
que se |
designan realidades
nobilísimas, ta- |
les como patria, dignidad
del hom- |
bre, derechos de la
persona, ideales, |
cultura, libertad de los
pueblos, |
civilización, valores
filosóficos, re- |
ligión... Sin embargo,
suelen ser |
invocaciones cuyas
exigencias el |
7 (47) |
mundo no lleva más allá,
en cual- |
quier caso, de pequeños
gestos |
simbólicos, de escaparate,
sin des- |
cender a la realidad
comprometi- |
da y concreta que debería
deri- |
varse de las
proclamaciones abs- |
tractas con que se adorna,
porque |
sabe que pondría en
peligro sus |
verdaderos intereses,
encubiertos |
y cordialmente
irrenunciables. Lo |
que está por encima de lo
terreno |
y de la satisfacción de la
propia |
codicia, individual o de
grupo, |
solamente se admite hasta
donde |
consiente ser domesticado
y con- |
vertido en ideología o
sofisma dia- |
léctico útil para el
egoísmo inme- |
diato, sin alterar la
proporción que |
ha de resultar siempre
ventajosa |
en orden al mantenimiento
del po- |
der, el crecimiento de la
riqueza y |
la seguridad de la
instalación pri- |
vilegiada. |
Hay situaciones de
penalidad y |
de desazón en esta vida
temporal |
que no son imputables a
las volun- |
tades de los hombres, sino
conse- |
cuencia natural de la
limitación |
en que se desenvuelve todo
ser |
creado. Cuando hablamos de
peca- |
do del mundo, no queremos
refe- |
rirnos a las consecuencias
de tales |
limitaciones, sino a los
aspectos es- |
tructurales de la sociedad
y de la |
convivencia humana que son
con- |
secuencia de la libertad
de los |
hombres, los cuales,
acumulando |
dejaciones y egoísmos, han
llegado |
a construir y a consentir
la institu- |
cionalización de la
injusticia, cau- |
sa de tantas violencias y
padeci- |
mientos, de guerras y
opresiones, |
de desamor, de
explotación, de |
mentira. Según el mundo
pecador, |
el hombre no es para el
otro hom- |
bre un ser para amar, sino
para |
utilizar, y así ocurre
entre pueblos |
ricos y pobres, a pesar de
las pro- |
clamas de los políticos.
Insinuamos |
el gesto de lanzar la
primera pie- |
dra cuando nos atrevemos a
emitir |
un juicio sobre un
contencioso dis- |
tante, que no nos afecta;
pero más |
veces hemos de
avergonzarnos, |
cuando se trata de
conflictos que |
nos conciernen y de
situaciones |
injustas de las que nos
aprovecha- |
mos, con las que
cooperamos y cu- |
ya legitimación sólo
disfrazada y |
aparente transmitimos con
hipo- |
cresía y hasta cinismo.
Cuando es- |
to ocurre a nivel
colectivo, es el |
pecado del mundo que hemos
co- |
metido o a cuyo contagio
hemos |
cedido. Pecado que está
enraizado |
en la intimidad de la
conciencia |
humana, pero que no
depende de |
un solo hombre. |
Todo verdadero pecado es
siem- |
pre sólo del hombre. Pero
es preci- |
so advertir que, cuando se
exagera |
la individualización de
los pecados |
personales, cuando se ciñe
con pre- |
tensiones exhaustivas y
casi mecá- |
nicas el listado de
preceptos per- |
fectamente medidos para
tranquili- |
zar conciencias que así
ven descri- |
tos pecados y culpas,
corremos el |
8 (48) |
riesgo de privatizar tanto
los con |
tenidos morales que nos
plantea- |
mos como baremo para
separar el |
bien del mal, hasta un
subjetivis- |
mo socialmente y
eclesialmen- |
te-aséptico, en el que se
da la no |
extraña trivialización del
sacra- |
mento del perdón, reducido
a prác- |
tica casi mágica, sin
conversión, o |
con propósitos de enmienda
mera- |
mente voluntaristas,
distantes del |
cambio de mente y de la
verdadera |
conversión, la del
corazón. |
Podemos encontrarnos
inmersos |
en situaciones de
injusticia y de |
pecado en las que no
tengamos res- |
ponsabilidad y que, de
haberlo ad- |
vertido, habríamos evitado
partici- |
par en ellas. Los primeros
cristia- |
nos eran muy cuidadosos no
sólo |
en evitar toda
participación, sino |
que su
"conversión" comprendía el |
rompimiento de los lazos
que les |
impedían recibir con
sinceridad el |
bautismo que iba a cambiar
sus vi- |
das. El cristiano actual,
a la hora |
de elegir profesión y
programar su |
vida, debe
responsablemente no |
contaminarse del pecado
del mun- |
do. Es un escándalo, por
ejemplo, |
que una tercera parte de
toda la |
riqueza que genera la
humanidad |
se destine a armamentos.
Se escon- |
den hasta donde sea
posible las |
cifras de las industrias
de guerra, |
pero es evidente que las
razones |
siempre discutibles en las
que |
basan su justificación sus
apolo- |
gistas son demasiado
débiles para |
que puedan disimular el
pecado de |
las guerras y conflictos
que no |
cesan, y que no disimula
los fines |
económicos, de opresión y
coloni- |
zación, de los gobiernos
fuertes |
que las alientan, a costa
del ham- |
bre de los países pobres
que explo- |
tan y empobrecen, mientras
pro- |
claman falsos ideales de
liberación |
de justicia en el intento
de enga- |
ñar a los más pobres, que
nadie |
defiende o que, si lo hace
de modo |
positivo y comprometido,
le tildan |
de político o subversivo
porque |
no observa el silencio
doméstico |
que le imponen. |
No solamente las guerras,
con |
gobernantes e
intermediarios que |
se hacen ricos en el
comercio de |
armas. Hay otros campos.
Ni va- |
mos a repetir las
comparaciones |
entre lo que vale un
tanque y una |
escuela (aunque una buena
escuela |
sea más
"peligrosa" que un tan- |
que). Pero es cierto que
existen |
profesionales metidos en
situacio- |
nes estructurales de
pecado o harto |
ambiguas, que no pasarían
hambre |
con otra dedicación
positivamente |
Si tenemos riquezas y
honores, ¿no es fácil que con ello comprometamos |
uno de los distintivos de
la Iglesia? ¿No habrá que temer que el mundo se |
una a nosotros
amistosamente, porque también nosotros, amistosamente, |
nos hemos unido a
él?― John H. Newman C.O. (SD, 18, 260) |
|
9 (49) |
provechosa para el bien de
la so- |
ciedad; sin embargo,
difícilmen- |
te se decidirían a
renunciar a las |
ventajas materiales
alcanzadas o de |
prestigio que su
colaboración al |
pecado o a la ambigüedad
les brin- |
da. Tal vez presumen de
cristianos, |
pero nunca renunciarían a
nada |
que mermara su sueldo o su
altura |
en el escalafón. Se
consuelan con |
la moral subjetivista, con
el volun- |
tarismo de la eficacia
aparente- |
mente virtuosa, pero no se
con- |
vierten de corazón".
No faltan, en |
ocasiones, los que
pretenden redi- |
mir a los demás del mal
del mun- |
do precisamente haciéndose
ellos |
mismos más mundanos. |
San Juan habla de Cristo
«Cor- |
dero que quita el pecado
del mun- |
do». Ese
"pecado" debe ser el que |
comentamos y que podría
ejempli- |
ficarse en tantos otros
aspectos. Pe- |
cado del que todavía no
estamos |
descontaminados y que nos
opri- |
me; pecado que los
cristianos sabe- |
mos que es el que causó la
muerte |
a Cristo. Si él hubiese
hablado del |
pecado hipersubjetivado, y
aun en |
el supuesto de que
hubiesen sido |
más sus milagros, nadie lo
habría |
condenado. Pero tropezó
con las |
estructuras de pecado, con
la ins- |
titucionalización
legitimadora de |
perversiones sociales,
políticas y |
religiosas, y, al final,
todos se unie- |
ron contra él. Y Cristo
sigue mu- |
riendo tras el sufrimiento
de todos |
los que, todavía hoy,
padecen por |
la misma razón. |
El cristiano contemporáneo
debe |
estar atento, más que en
otras épo- |
cas, al "pecado del
mundo". Si lo- |
gra tomar conciencia,
relacionan- |
do las propias
experiencias con las |
de Cristo, y su época con
la nues- |
tra, podrá comprender
mejor el |
Evangelio y cuanto el
mismo exi- |
ge y le exige. El mundo
necesita |
una liberación salvadora
que sola- |
mente está en el
Evangelio. No bas- |
ta remitir la eficacia de
tal salva- |
ción a la sola acción de
Cristo, que |
resultaría infructuosa
para el bau- |
tizado que se inhibiera a
la hora |
de incorporarlo en la
propia vida. |
La salvación no es un
efecto mági- |
co, sino resultado de una
asimila- |
ción a Cristo, de formar
cuerpo y |
vida con él. La
virtualidad defini- |
tiva está en él, pero la
realización |
de esta fuerza
transformadora que |
parte de él está todavía
moviéndo- |
se y desarrollándose en
cada uno |
de los cristianos y de los
que suce- |
sivamente irán
incorporándose a él |
por el Bautismo. Todo, más
que una |
moral, más que un
voluntarismo, |
más que las estructuras
tempora- |
les, más que la política y
las técni- |
cas de captación y
persuasión. Se |
trata de revivir a Cristo,
con todos |
los riesgos, con toda la
esperanza |
de gloria con él, en el
misterio, to- |
davía no concluido, de su
pasión, |
muerte y resurrección. |
10 (50) |
NEWMAN: |
NEWMAN |
UNA PRESENCIA VIVA |
Texto de la conferencia
pronunciada por el P. Augusto Monzón, de este Ora- |
torio de Albacete, el
pasado día 21 de febrero, en la Universidad de Valencia |
(ver referencia en pág.
5), con el título que encabeza esta página. |
NOS HEMOS reunido aquí
para |
conmemorar el centenario
de la |
muerte de John Henry
Newman, |
y lo hacemos precisamente
el día |
21 de febrero, aniversario
de su |
nacimiento. ¡Todo un
símbolo! Porque New- |
man es hoy, sin duda, una
presencia viva |
para muchos hombres y
mujeres en todo el |
mundo. Una buena prueba de
ello la consti- |
tuye la publicación
constante de nuevas edi- |
ciones de sus escritos,
como esta de la Apo- |
logia "pro vita
sua", tan oportuna, y de |
numerosas obras de
investigación sobre su |
vida y sobre su
extensísima y variada pro- |
ducción. 0, también, la
labor que llevan a |
cabo las Asociaciones y
Centros dedicados |
al estudio de su obra e
inspirados en sus |
ideas y en sus actitudes. |
Newman |
y el último |
Concilio |
Pero, si queremos ir más
al fondo, hemos |
de constatar un aprecio
creciente por New- |
man como maestro del
pensamiento y a la |
vez como guía espiritual
para nuestro tiem- |
po, en un sentido análogo
a como lo fueron |
11 (60) |
los Padres de la Iglesia
respecto a los primeros si- |
glos. Christopher Hollis
ha escrito que el Concilio |
Vaticano II constituyó la
aceptación por el episco- |
pado universal de la
«interpretación newmaniana |
del cristianismo», y quizá
no se trata de una exa- |
geración (de hecho, en
1964, después de los debates |
correspondientes a la
segunda etapa, se pudo cons- |
tatar que Newman había
sido el autor más citado |
en el aula conciliar, sin
exceptuar al mismo Tomás |
de Aquino). Ahora bien,
tal como sucedió con los |
Padres, el magisterio de
Newman no se agota en |
su reconocimiento
eclesiástico, aunque éste se haga |
al más alto nivel. Antes
que eso, existe la interpela- |
ción que suscita su
pensamiento encarnado, vivido: |
existe, en definitiva, su
propia persona. Para mu- |
chos, Newman ha sido un
descubrimiento y un en- |
cuentro personales. |
Dios |
"de corazón |
a corazón" |
Ha sido «el corazón que
habla |
al corazón» (por decirlo
con las palabras que él mis- |
mo escogió como lema
cuando fue creado cardenal: |
cor ad cor loquitur). |
Newman no es demasiado
conocido entre noso- |
tros, en los medios
culturales latinos. Nos enfrenta- |
mos con la barrera de la
lengua ―hoy ya no tan |
infranqueable―, y
también con la distancia en el |
tiempo y con la diferencia
de mentalidad. Sin em- |
bargo, vale la pena que
entremos en su vida |
su corazón el encuentro no
será sólo alecciona- |
dor o provechoso, sino que
llegará a suscitar nues- |
tro entusiasmo. No vamos a
detallar su dilatada |
biografía (ochenta y nueve
años...), pero segura- |
mente sí que es útil
esbozarla y comentar algunos |
de sus rasgos más
significativos para nosotros, aquí |
y ahora. |
John Henry Newman nace en
Londres, en 1801, |
en el seno de una familia
acomodada, de padres |
religiosamente
observantes, dentro de la Iglesia ofi- |
cial anglicana, con una
piedad centrada en la Bi- |
blia y en el Book of
Common Prayer, pero sin |
12 (62) |
estridencias. Después de
una infancia feliz ―des- |
pués, también, de haber
leído algunos escritos es- |
cépticos―, a la edad
de quince años tuvo la ex- |
periencia más decisiva de
su vida, lo que ha sido |
denominado su «primera
conversión». John Henry |
se dio cuenta de la
presencia inmediata del Dios |
personal. Esto fue ya un
encuentro «de corazón a |
corazón»: no una emoción
repentina, ni tampoco |
una deducción intelectual,
sino una experiencia |
propiamente personal, que
afectaba, desde las raí- |
ces más profundas, a todas
las dimensiones --ra- |
cionales, afectivas―
de sí mismo. |
Esbozo |
biográfico |
La vida y el |
pensamiento de Newman
crecen y se desarrollan a |
partir de esta experiencia
fundamental, en el sen- |
tido más preciso del
término. A partir de entonces, |
todo consistirá en la
profundización de este encuen- |
tro entre los «dos seres
escribe Newman que |
son absolutamente y
luminosamente evidentes pa- |
ra mí: yo y mi Creador».
Es lo que la tradición |
cristiana llama
«conversión», aunque a menudo se |
hayan separado los
aspectos morales y los intelec- |
tuales, que para Newman
constituyen un todo: |
cambiar y convertirse es
una tarea, una experien- |
cia personal, dice, que
«cada uno debe comenzar, |
proseguir y acabar por él
mismo. La historia reli- |
giosa de cada hombre es
tan única y completa co- |
mo la historia del mundo». |
La necesidad ineludible
del solus cum solo, |
esa antropología implícita
que ha sido denominada |
«personalista», la fuerte
impresión que había deja- |
do en él algún maestro de
tendencia evangélica y |
un incipiente interés por
la Iglesia antigua consti- |
tuían su bagaje espiritual
cuando ingresó en el Tri- |
nity College, de la
Universidad de Oxford. Oxford |
fue ya siempre para Newman
su universidad, y |
hasta una parte sustancial
de él mismo. En 1822 fue |
elegido fellow o miembro
de la comunidad docente |
del Oriel College, cargo
que incluía entonces la or- |
13 (63) |
denación en la Iglesia
anglicana. Cuando, en 1828, |
fue nombrado Vicar o
rector de la iglesia univer- |
sitaria de Santa María, su
personalidad y su orien- |
tación estaban ya
prácticamente definidas, a tra- |
vés de la amistad que
mantuvo, inseparable de un |
«acuerdo mental» profundo,
con otros hombres de |
Oxford, como Keble, Pusey
y Froude (señalemos, |
porque tiene su
importancia, que la palabra friend, |
amigo, es una de las que
aparecen con más fre- |
cuencia en los diarios y
en los poemas de Newman). |
El Movimiento |
de Oxford |
Para todos ellos era
urgente poner freno a la dege- |
neración espiritual de la
Iglesia de Inglaterra, po- |
líticamente subyugada por
la autoridad secular, y |
teológicamente amenazada
por el liberalismo ra- |
cionalista. La solución no
podía consistir en el cris- |
tianismo evangélico,
protestante, ya que éste no |
reconocía a la razón los
derechos que sin duda le |
correspondían. Se imponía,
como única salida, una |
confrontación con el
cristianismo de los primeros |
siglos y con sus testigos
autorizados, los Padres de |
la Iglesia. La década
siguiente, Newman se había |
convertido en el líder de
este impulso de renovación |
del anglicanismo que en
seguida fue conocido como |
« Movimiento de Oxford». |
Es bien conocido, y la
Apología nos lo cuenta |
paso a paso, cómo el
estudio y la meditación de los |
Padres condujo a Newman a
encontrar la plenitud |
de la fe cristiana en la
Iglesia católica, donde fue |
recibido el 9 de octubre
de 1845. Desgraciadamen- |
te, una mentalidad
triunfalista ha favorecido el |
desinterés por el Newman
católico. Y, sin embargo, |
se ha dicho, con razón,
que su evolución como ca- |
tólico es más
importante―más significativa― que |
la que tuvo como
anglicano. En cualquier caso, se |
trata, con seguridad, del
período que resulta más |
instructivo para nosotros
en el momento actual. |
La incorporación de Newman
a la Iglesia ca- |
tólica debe ser entendida
como el término de una |
14 (64) |
larga maduración,
caracterizada por una búsqueda |
abnegada, honesta y
sincera de la verdad. New- |
man no rehuyó las rupturas
ineludibles ―la fami- |
lia, los amigos, la
consideración social―, pero su |
conversión al catolicismo
no puede ser considerada |
ella misma como una
fractura interior, ni mucho |
menos. Él mismo nos lo
dice en la Apología: |
Newman |
católico |
«Cuando me convertí no fui
consciente de que |
se efectuara en mi cambio
alguno, ni intelectual ni |
moral. No tuve conciencia
de adquirir una fe más |
firme en las verdades
fundamentales de la revela- |
ción, o un mayor dominio
de mí mismo; tampoco |
experimenté más fervor.
Fue como llegar a puerto |
tras haber atravesado una
tempestad. Y la felici- |
dad que entonces sentí
continúa sin interrupción |
hasta el día de hoy». |
Newman y |
San Felipe Neri |
El benedictino Placid
Murray, en su estudio |
Newman the Oratorian, ha
puesto de manifiesto |
la continuidad existente
entre su ministerio angli- |
cano y el que ejerció como
presbítero católico des- |
de que fue ordenado en
1847. La atracción que |
Newman sintió por san
Felipe Neri —«sin el que |
no habría podido ni sabido
hacer nada», escribe― |
respondía a muchos rasgos
comunes: carácter jo- |
vial; desconfianza de las
leyes y las constricciones |
externas; amor a la
libertad; talante humanista y |
gusto por la belleza, que
no era contradictorio con |
la admiración que ambos
sentían por las primeras |
generaciones cristianas de
los mártires y los asce- |
tas... Como señaló Richard
W. Church, deán de la |
catedral anglicana de San
Pablo de Londres, en el |
elogio fúnebre de Newman
que escribió para el Ti- |
mes, «en san Felipe,
Newman encontró ensambla- |
dos el Evangelio y el
mundo moderno». Incluso la |
vida en comunidad del
Oratorio le pareció a New- |
man la prolongación
natural, en la Iglesia católica, |
de la vida común que él y
sus seguidores habían |
llevado en los colleges de
Oxford o de Cambridge. |
15 (55) |
(Resulta significativo, en
este sentido, que el primer |
Oratorio inglés fuera
establecido, cerca de Birming- |
ham, la fiesta del 2 de
febrero del año 1848, fiesta |
que es también la patronal
del Oriel College). |
Esta continuidad entre la
primera y la segunda |
mitad de su vida,
perceptible también en muchos |
otros aspectos, responde
al único impulso que rigió |
todas sus actividades: el
anhelo de fidelidad a la |
verdad y ―como
consecuencia― la voluntad firme |
de renovación de la
Iglesia mediante el retorno a |
las fuentes. Esto, que fue
para él la puerta del ca- |
tolicismo, constituyó
también la causa de sus sufri- |
mientos como católico.
Alguien ha hablado, en este |
sentido, del «martirio» de
Newman. Seguramente |
la expresión no es
inadecuada. Fijémonos en sus |
propias palabras: «Desde
que soy católico, no he |
tenido sino fracasos»; o
también aquella frase terri- |
ble de su diario, escrita
el año anterior a la publica- |
ción de la Apología:
«Cuando yo era protestante, |
mi religión era angustiosa
y mi vida tranquila; aho- |
ra que soy católico, mi
religión es tranquila y mi |
vida angustiosa». |
El "martirio" |
de Newman |
¿Qué habla sucedido?
Durante su periodo an- |
glicano, Newman combatió
resueltamente la mun- |
danización de su Iglesia,
y se opuso al liberalismo |
doctrinal que la
legitimaba. Como católico, encon- |
traba ahora una Iglesia
concebida como fortaleza |
frente al mundo moderno,
con una actitud muchas |
veces dura y arrogante.
Newman, que había llega- |
do al catolicismo a través
del estudio del desarrollo |
de la doctrina cristiana,
no podía admitir la identi- |
ficación abusiva entre
dogma y dogmatismo fixista |
que propugnaba el
minoritario, pero poderoso, sec- |
tor ultramontano. Fueron
precisamente los ultra- |
montanos ingleses quienes
lo tildaron de «poco en- |
tusiasta por la causa
católica y lo acusaron de no |
hacer conversiones. Newman
respondió entonces: |
*Para mí, lo primero no
son las conversiones, sino |
16 (56) |
la formación de los
católicos; los convertidos han |
de prepararse para entrar
en la Iglesia, pero tam- |
bién la Iglesia debe
prepararse para recibir a los |
convertidos». Y explicó
―previo― que la exigencia |
de una fides implicita a
cualquier precio acabaría |
produciendo «la
indiferencia en las clases superio- |
res y la superstición en
las inferiores». La fe, decía, |
no puede ser sólo material
―una mera aceptación |
de sus
proposiciones―, sino que debe ser también |
formal ―adulta,
consciente y libremente asumida. |
Conflictos |
Cuando Newman señaló que
la centralización |
romana en materia
doctrinal era excesiva porque |
paralizaba el trabajo
intelectual, y cuando sostuvo |
que no resultaba razonable
imponer formas de de- |
voción italianizantes en
perjuicio de las tradiciones |
espirituales propias, tuvo
que sufrir la doble acusa- |
ción de liberal y
nacionalista. Recordemos, final- |
mente, la fuerte reacción
que suscitó su sugerencia |
de consultar a los laicos
en cuestiones de impor- |
tancia: los laicos, argüía
Newman, en virtud de |
la función profética común
a todos los bautizados, |
no son una parte meramente
pasiva dentro de la |
comunión que es la
Iglesia, y por ello deben ser es- |
cuchados. |
Newman, en efecto, tenía
en una gran conside- |
ración a los laicos y
pensaba que era necesario, an- |
tes que cualquier otra
cosa, posibilitarles el acceso |
a una educación integral y
lo más completa posible, |
incluso a nivel superior.
Por eso, cuando los obispos |
irlandeses le encargaron
establecer una Universi- |
dad católica en Dublín,
creyó que era la oportuni- |
dad de poder plasmar sus
puntos de vista. La filoso- |
fía newmaniana sobre la
Universidad se encuentra |
expuesta en la obra The
idea of a University, uno |
de los clásicos del
humanismo cristiano, publicado |
en 1852 y que agrupa los
textos de las conferencias |
que pronunció en Dublín.
Newman, que habría de- |
seado «vivir morir» dentro
de los muros de su |
17 (67) |
amado Trinity College,
como escribió en un poema |
de juventud, nunca dejó de
ser un gentleman uni- |
versitario. En una frase
célebre, pudo llegar a de- |
cir: «Oxford nos ha hecho
católicos». Oxford, es |
decir, la Universidad, el
rigor intelectual, antes que |
la relación con este o con
aquel católico. |
La Universidad |
Newman proyectaba una
Universidad donde la |
plena autonomía de la
ciencia tenía cabida junto |
a las disciplinas
teológicas, porque «universidad» |
significa tanto como saber
universal, integral, que |
no deja de lado ningún
aspecto de la naturaleza ni |
de la cultura. Frente a la
hiperespecialización téc- |
nica que ya entonces
apuntaba, quería preservar |
este carácter humanístico.
Era lo que Newman lla- |
maba «educación liberal»,
dirigida a la constitu- |
ción de un intelecto
equipado críticamente más que |
a la consecución de la
utilidad inmediata. La edu- |
cación liberal, por otro
lado, está ligada indisolu- |
blemente a la formación
ética y religiosa. (De ello |
tenemos un bello símbolo
en el hecho de que el |
titular de la Capilla
universitaria de Dublín sea |
―al igual que en
esta Capilla de la Universidad |
de Valencia― la
Virgen María, como Sedes Sa- |
pientiae, la advocación
mariana preferida de New- |
man). |
Ahora bien, según la
concepción newmaniana, |
la Universidad debía dotar
a los laicos de un cono- |
cimiento real del mundo, y
no intentar protegerlos |
alejándolos de él mediante
la censura o la prohibi- |
ción de la literatura
profana, o de los filósofos no |
cristianos. Newman,
además, introdujo la participa- |
ción de los laicos en la
docencia, en el gobierno y |
en la gestión económica de
la Universidad; promo- |
vió el trabajo en equipo,
las agrupaciones musi- |
cales y las actividades
deportivas; y estableció un |
régimen disciplinario que
algunos consideraron ex- |
cesivamente flexible. En
conjunto, los planteamien- |
tos de Newman resultaban
difíciles de asumir en |
18 (68) |
aquellos momentos, y en
1857 hubo de dimitir co- |
mo Rector. Casi veinte
años después, llegó a la |
conclusión de que la
educación universitaria no |
confesional, complementada
por una acción apostó- |
lica rigorosa, era
probablemente la más adecuada |
para una sociedad
pluralista, |
Reconocimiento |
anglicano y |
católico |
El reconocimiento le llegó
a Newman, durante |
su vida, tarde y sólo de
una manera parcial. En |
1877 recibió el título de
fellow honorario del Trini- |
ty, y volvió a Oxford
después de casi treinta años |
(aunque nunca había roto
sus relaciones de amis- |
tad con muchos
anglicanos). El año siguiente era |
creado cardenal por León
XIII ―fue el primer pur- |
purado que hizo―, y
ello supuso su rehabilitación |
definitiva frente a las
pretensiones de los ultramon- |
tanos. A raíz de su
muerte, acaecida el 11 de agos- |
to de 1890 en su querido
Oratorio de Birmingham |
―my nest, «mi nido»,
como él decía― se pudo |
afirmar que en Inglaterra
nadie había contribuido |
tanto como él a la
comprensión mutua ya la re- |
conciliación entre todos
los cristianos. |
Hubo que esperar, sin
embargo, hasta el Conci- |
lio Vaticano II para que
las ideas de Newman fue- |
ran oficialmente asumidas,
y de hecho podemos |
descubrirlas prácticamente
en cada documento con- |
ciliar. Pero sabemos que
ello no implica, de una |
manera automática, su
recepción efectiva en la |
práctica. Esta recepción
está todavía por hacer en |
gran parte, y Newman
continúa urgiéndonos a rea- |
lizarla. |
El papa Pío XII dijo en
una ocasión que llega- |
ríamos a ver a Newman no
solamente proclamado |
santo, sino también doctor
de la Iglesia. Cualquie- |
ra que sea el honor que se
le tribute en el futuro, |
sí podemos afirmar que
para muchos de nosotros |
Newman constituye, cada
vez más, una presencia |
viva. |
19 (59) |
PASCUA CRISTIANA |
JUEVES SANTO |
a las 8 de la tarde, |
MISA DE LA CENA DEL SEÑOR |
VIERNES SANTO |
a las 8 de la tarde, |
PASIÓN DEL SEÑOR |
noche del sábado, a las
11, |
VIGILIA PASCUAL |
LA CELEBRACIÓN DE LA
RESURRECCIÓN |
DEL SEÑOR CONTINÚA DURANTE
EL |
DOMINGO DE PASCUA, |
Y EL TIEMPO PASCUAL |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles. Edita e imprime: Congregasida del Oratorio |
Pl. San Felipe Neri, 1.
Apartado 182 - 02000 Albacete - D. L. AB 108/62 - 45.3.90 |
20 (60) |
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