Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm. 299. MARZO-ABRIL. Año
1995 |
SUMARIO |
TODO verdadero crecimiento
espiritual, en el |
hombre de fe, no se basa
en la insistencia, en |
el esfuerzo reiterado,
sino en el renacimiento, |
desde el fondo del alma.
Vivir es nacer con- |
tinuamente; no es repetir,
sino profundizar. Suele |
sepultar el primer intento
de acercarnos a la Ver- |
dad de Dios, el polvo de
la superficialidad huma- |
na. No son las vibraciones
emotivas, sino la pureza |
la que convierte en
energía el enamoramiento del |
Bien, como absoluto. |
ORACIÓN DEL IV CENTENARIO |
IR O VENIR |
LA PROVIDENCIA EN EL BEATO
JOSÉ VAZ |
AÑO DE BENDICIONES |
SIGNIFICADO DE LA «VIDA
APOSTÓLICA» |
EL PADRE JOSÉ VAZ |
EL ORATORIO DE GOA |
1 (25) |
Tiempo de oración: |
ORACIÓN |
DEL IV CENTENARIO DE S.
FELIPE NERI |
Oh Dios, Padre nuestro
omnipotente, |
que has querido reflejar
tu paternidad |
en el ejemplo de bondad y
sabiduría con que san Felipe |
guiaba a los más jóvenes
hacia la responsabilidad |
de la edad adulta: |
concédenos el espíritu de
sana alegría |
y prudencia sobrenatural, |
que es fuente de esperanza
cristiana |
y lleva a la plenitud de
la vida contigo. |
Oh Jesús, ungido Hijo de
Dios, |
que fuiste amado con amor
inmenso por san Felipe, |
y el único que merece el
amor de todos los hombres: |
concédenos que también
nosotros sepamos descender |
hasta comprender las
inquietudes de este mundo, |
proyectando en él nuestra
fe, |
y evitar que jamás nos
convirtamos en sal insípida |
que merezca ser rechazada
fuera por los hombres. |
Oh Espíritu Santo, que
inflamaste con tu fuego |
el corazón de san Felipe,
todavía joven: |
ven y libéranos de
nuestras tristezas, |
de nuestro egoísmo, |
del frío e indiferencia
del mundo, |
y dilata nuestro corazón |
para que sea capaz de
compadecer y remediar |
todas las pobrezas y
miserias de los hombres. |
Amén. |
2 (26) |
Ir |
o venir |
UN INQUIRIDOR que ha
escrito un libro sobre la fe de los hombres de nuestros |
días, después de
interrogar a muchos, ha llegado a la conclusión de que «son |
poquísimos, entre los
mayores de cuarenta años, que se profesan ateos». Entre |
los más jóvenes las
estadísticas son otras: tal vez porque, para ellos, la vida es |
sentida como una capacidad
sin límite y, además, porque hayan sido educados para |
un hedonismo que, sin
negar en principio la primacía de los valores espirituales, han |
permanecido y crecido,
buen número de ellos, rodeados de un materialismo práctico |
y protegidos por las
mismas personas mayores que tímidamente les seguían recor- |
dando, de todos modos, la
verdad teórica y moderadamente útil de la existencia de |
Dios, aunque en realidad
les preparaban para un cielo que era el de la tierra. Lo que |
trascendiera la dimensión
temporal había que dejarlo como un atenuante para la fa- |
talidad innominada de la
"muerte, tan temida", que la precariedad de la fe no salvaba |
de la absurdidad. |
A pesar de ello,
comprobable cuando se ausculta el pensamiento de los jóvenes |
más despiertos y
reflexivos, no faltan filósofos contemporáneos y honestos que, inclu- |
so desde el agnosticismo,
señalan que estamos en vísperas de amanecer a una época |
que volverá a ser
"religiosa" y capaz, por lo tanto, de iluminar las obscuridades y
vaci- |
laciones en las que muchos
ahora se debaten, ya en vísperas del albor que consolara |
a todos para superar los
escollos que atrancan esas angustias post-modernas. |
En realidad, sobre los
males del tiempo, la humanidad está sintiendo el escozor |
de una piel que debe
restañar, en los creyentes, las heridas de una fe que ha de puri- |
ficarse o
re-espiritualizarse; una fe en la que los que creemos en Dios y su Hijo Jesu- |
cristo invirtamos el
sentido accidental y adjetivado con que la hemos considerado, y |
pidamos de veras a Dios y
queramos sinceramente que se haga substancia en nuestra |
vida, no solamente ceñida
al tiempo ―que no podemos evitar, pero que no queremos |
limitar―. Una fe que
supere la teoría y se haga levadura vital del ser y el vivir, y no |
desde un posicionamiento
negativo y defensivo de Dios y la preocupación del pecado, |
sino desde lo positivo,
generoso y entusiasmador de una gratitud dirigida a Dios, por |
3 (27) |
la vida y la esperanza que
él nos ha dado, que va más allá de las realidades tangibles, |
a las que, tal vez, nos
hemos pegado en exceso pervirtiendo la religiosidad para que |
Dios "colabore"
con nuestros deseos y apetencias terrenales, en vez de espiritualizar- |
las ―no en la mera
búsqueda de legitimaciones farisaicas, tasa das y defensivas―, para |
superar la glotonería del
gozo inmediato y avaro, que posterga la bienaventuranza |
prometida para el Reino,
lo más remotamente posible. |
El secreto de la
espiritualización es posible que resida en un cambio de óptica, y |
nos ayude a ver más de
lejos, sin detenernos avariciosamente en lo fácil y próximo. |
Aun en el caso de no
olvidarnos de Dios, podemos limitarnos a otear el horizonte de |
la eternidad, desde la
lejanía de una esperanza solamente teórica, casi inútil para |
una verdadera vida de fe
de bautizado. Lo correcto sería no cubrir de ceniza el res- |
coldo de vida en Dios que
recibimos en el Bautismo para que, «una nueva vida» re- |
cibida y venida de Dios,
alentada por la oración y los sacramentos, diera otro sentido |
a nuestra existencia.
Venimos de Dios; solamente vamos a él, en la medida de que de |
él venimos ya. Para el
creyente, el tiempo ya está en la eternidad, porque la reden- |
ción lo inscribe en Dios,
en el ámbito de ese Reino en el que confesamos creer. |
Tal vez nos hemos atrevido
poco a decir las cosas enteras y hemos rebajado a |
límites de saldo, no ya
las exigencias, sino más bien los ideales, es decir, la fe y la es- |
peranza, y por esto la fe
que abanderamos no despierta entusiasmo, y nos detenemos |
en lo inmediato de los
gozos fáciles, relegando toda la grandeza a la que Cristo nos |
ha introducido. Sin una
buena dosis de austeridad, sin enriquecernos de Dios, la sola |
moral defensiva, no
cambiará el sentido de nuestras vidas ni redimirá a la humani- |
dad de egoísmos, envidias
y odios. La paz que logren los mezquinos, será la de la mi- |
serable impotencia e
incapacidad de amar a la que no supieron despertar el alma, y |
seguirán esclavos del
propio engaño porque no quisieron la libertad que solamente |
da la verdad de los
redimidos, que ven la vida, «como viniendo de Dios». |
VIERNES |
SANTO |
9 |
de |
la |
mañana |
VÍA |
CRUCIS |
4 (28) |
El Oratorio: |
La Providencia |
en el beato José Vaz, C.
O. |
JUAN PABLO II destacaba la |
importancia que tienen los |
primeros santos y beatos
de |
un país en los caminos que
la Pro- |
videncia señala para sus
futuras |
generaciones. En su último
viaje a |
Extremo Oriente, procedió
a la |
beatificación de Peter To
Rot en |
Papúa Nueva Guinea, padre
de fa- |
milia, catequista y
mártir, la de |
Mary MacKillop, religiosa
y prime- |
ra beata de Australia, y
la del pa- |
dre oratoriano José Vaz en
Sri |
Lanka (Ceilán). Cuando
éste llegó |
a Sri Lanka, dice el papa,
se en- |
contró con una Iglesia
joven que |
corría el peligro de
diluirse y per- |
der su vinculación
apostólica; pero |
el padre Vaz supo hacer
frente a |
este peligro y por eso se
le consi- |
dera el apóstol que dio
nuevo im- |
pulso a la Iglesia de
aquella tierra. |
«El entusiasmo que mostró
aquella |
comunidad tiene mucho que
decir |
a las Iglesias antiguas
del conti- |
nente europeo». La
Providencia |
suele reservar a los
humildes de |
corazón para aleccionar a
los más |
cultos y ricos. |
Seguramente fue por su
humil- |
dad por lo que el padre
Vaz fue |
conducido
providencialmente en su |
apostolado, tan fecundo.
El padre |
Jacome Gonçalvez, uno de
los más |
próximos colaboradores del
padre |
Vaz en la Misión
Oratoriana de |
Ceilán y hombre notable
por los |
trabajos de traducción del
Nuevo |
Testamento al singalés y
otra lite- |
ratura cristiana, decía
que el padre |
Vaz «no se fiaba de su
propio pa- |
recer, sino que miraba a
Dios en |
todas las cosas» y, con
humildad |
sobrenatural, no dudaba en
pedir |
consejo, incluso a los
menos ilustra- |
dos, pero de limpieza de
intencio- |
nes. Se parecía a san
Felipe Neri, |
dice el mismo padre
Jacome, en la |
« mortificación de la
racional», es |
decir, que no dudaba en
renunciar |
al propio parecer y se
abandonaba |
a la voluntad de Dios,
manifestada |
5 (29) |
El Oratorio |
providencialmente en los
aconte- |
cimientos y el parecer de
los bue- |
nos hermanos. |
Cuando a poco de ser
ordenado |
presbítero en Goa propuso
a la au- |
toridad patriarcal el
proyecto de |
una misión en Ceilán, no
obtuvo |
una respuesta favorable,
pero acep- |
tó ser enviado a la región
de Ka- |
nará. Pronto pudo entender
que |
esta experiencia
imprevista se in- |
cluía en los planes de la
Providen- |
cia, como preparación para
el ul- |
terior apostolado en
Ceilán, donde |
las dificultades iban a
ser mucho |
mayores. |
Pero antes de ir a Ceilán,
fue |
preciso que regresara a
Goa, donde |
descubrió que Dios le
ponía en |
contacto con un pequeño
grupo de |
clérigos que deseaban
llevar una |
vida de oración y
apostolado. Des- |
pués de un ensayo de vida
común, |
aunque sin dar una
fisonomía con- |
creta al experimento,
recibe con- |
sejo de un santo varón, el
padre |
Antonio Ventimiglia (más
tarde |
Vicario apostólico de
Borneo y |
mártir), quien le propone
la funda- |
ción del Oratorio en Goa.
El padre |
Vaz lo comunica a sus
hermanos |
de comunidad y deciden
recabar |
información más completa
al Ora- |
torio de Lisboa y,
sucesivamente, |
inicia su vida la nueva
Congrega- |
ción del Oratorio de San
Felipe |
Neri, de Goa. |
Se trataba de una
fundación re- |
lativamente singular,
porque no |
procedía de misioneros
llegados de |
la metrópoli europea, sino
com- |
puesta por naturales del
país, em- |
bebidos en la misma
cultura del |
lugar, reunidos en una
experiencia |
de vida para siempre y con
la óp- |
tica de su proyección
misionera. |
Ellos iban a hacer lo que
estaba |
prohibido a extranjeros y
lo que, |
por otra parte, los
sacerdotes dio- |
cesanos no habían podido
llevar a |
cabo por carecer de apoyo
institu- |
cional suficiente. Como si
el cielo |
quisiera bendecir
visiblemente el |
haber aceptado el consejo
del ve- |
nerable Antonio
Ventimiglia, el pa- |
dre Vaz recibió, en la
comunidad |
oratoriana recién creada,
a tres |
sobrinos suyos, quienes
debieron |
renunciar, antes, a una
situación |
familiar acomodada. |
Fue providencial, también,
la re- |
lación del padre Vaz con
los pa- |
dres de la Compañía de
Jesús, de |
quienes había sido alumno
en Goa. |
Éstos le defendieron
siempre, lo |
mismo que al Oratorio de
Goa, |
frente a las autoridades
portugue- |
sas. Como es sabido, los
coloniza- |
dores, tanto los españoles
en Amé- |
rica como los portugueses
en Bra- |
sil y en Asia, estaban de
acuerdo |
con llevar consigo a
misioneros, |
con tal que respondieran a
sus inte- |
reses
político-estratégicos. Las au- |
6 (30) |
toridades religiosas de
Goa, en rea- |
lidad, dependían de las
políticas |
de los colonizadores, los
cuales no |
se fiaban de aquellos
"nativos" di- |
fíciles de controlar. Los
demás mi- |
sioneros procedentes de
Europa ya |
habían sido tamizados a
través del |
control de los reyes de
España, pa- |
ra las posesiones
españolas, o de |
Portugal para las
portuguesas. Los |
proyectos misioneros de la
Santa |
Sede para las recientes
regiones |
"nuevas" del
mundo eran siempre |
revisadas por el poder
político de |
los reyes conquistadores,
aunque |
"católicos". En
esta situación, los |
padres jesuitas fueron
valedores |
del naciente Oratorio de
Goa y |
del padre Vaz ante las
autoridades |
portuguesas, lo cual no
pudo evi- |
tar, sin embargo, que la
fundación |
canónica del Oratorio se
retrasara |
allí por más de diez años. |
No se desanimaba el padre
Vaz |
y la falta de misioneros,
o la res- |
tricción del gobierno a
poder lle- |
var más a Ceilán (en Goa
había |
suficientes), le llevó a
confiar en |
los seglares, algunos de
los cuales |
mantenían la fe desde los
tiempos |
de san Francisco Javier:
eran los |
llamados muppu
("ancianos" o pre- |
sidentes laicos de las
comunida- |
des) y los annavi (que
actuaban |
como lectores, catequistas
y sacris- |
tanes). El padre Vaz
extendió estos |
ministerios a toda la
Misión mien- |
1595-1995 |
cuarto |
centenario |
de |
SAN |
FELIPE |
NERI |
EL SANTO |
DE LA |
ALEGRÍA |
7 (31) |
tras que, por una parte,
les alen- |
taba en su cometido y
también |
les pedía consejo con toda
sen- |
cillez. |
Ya en las puertas de la
muerte, |
acaecida en Kandy, el 16
de enero |
de 1711, los demás padres
de la |
Misión Oratoriana le
pedían que se |
acordara de ellos en el
cielo; pero él |
replicaba que se
consideraba como |
nada e incapaz de hacer
nada. En |
cambio les recomendaba:
«Vivid |
de acuerdo con las
inspiraciones |
de Dios y atended a los
buenos |
consejos de los demás
padres. Es |
así como yo he podido
evitar equi- |
vocarme». |
Desconfiaba de sí mismo,
pero |
su conciencia recta
descubría los |
signos de la Providencia
divina, y |
se hacía providencia y
signo de la |
fe para muchos. |
SEMANA SANTA, |
CONFERENCIAS |
EN EL ORATORIO |
LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES, |
DÍAS 10, 11 Y 12 DE ABRIL, |
A LAS 8,30 DE LA TARDE |
LOS GRADOS |
DE LA VIDA |
ESPIRITUAL |
8 (32) |
Año |
de bendiciones |
ESTE AÑO de 1995, en el
que |
los oratorianos celebramos
el |
IV Centenario de nuestro
Pa- |
dre y Fundador san Felipe
Neri, |
no solamente nos confirma
en la |
vigencia del ideal de
santificación |
y apostolado que su obra,
el Ora- |
torio, aportó a la
Iglesia, sino que |
nos pide gratitud a la
Providencia |
por las incesantes
bendiciones con |
que nos conforta y
consuela. |
Con este espíritu se han
progra- |
mado diversas
manifestaciones y |
actos en las casas y
ambientes fili- |
penses. Sin duda que las
más nota- |
bles se celebran en Roma,
cuyo |
patrocinio espiritual san
Felipe |
comparte con los apóstoles
Pedro y |
Pablo, y allí tiene su
sepulcro, en |
la iglesia de la
Vallicella, sede del |
Oratorio romano. |
Habrá cursos de
espiritualidad |
relativos a la figura de
Felipe, gran |
conocedor y guía de almas.
Tam- |
bién, en el palacio de
Venecia, ex- |
posiciones iconográficas
para mos- |
trar las formas como el
arte quiso |
plasmar a este Santo. En
la Biblio- |
teca Vallicelliana se
exhiben libros |
y documentos que, en actos
acadé- |
micos, ilustrarán las
conferencias |
de especialistas y
estudiosos. No |
podrán faltar los
conciertos musi- |
cales para interpretar a
los maes- |
tros clásicos y modernos
que reco- |
gieron la inspiración
filipense y |
compusieron e
inmortalizaron su |
nombre en las piezas de
"oratorios |
musicales".
Finalmente, en la fes- |
tividad del 26 de mayo, el
Papa |
cerrará este IV Centenario
de san |
Felipe, con la celebración
de la Eu- |
caristía en el Oratorio de
Roma. |
Pero, con todo ello,
nosotros que- |
remos destacar tres
regalos de la |
Providencia, como
bendiciones sin- |
9 (33) |
gulares de este año
especialmente |
"santo" para los
filipenses. La pri- |
mera fue la beatificación
del pa- |
dre José Vaz, el pasado
enero, |
sobre el que nos
referimos, en estas |
mismas páginas. Con él se
añade |
un nombre muy
significativo al |
santoral del Oratorio. |
Otra bendición
consoladora, y no |
la menor de todas, es la
previsión |
de varias ordenaciones
sacerdo- |
tales en Europa y América,
para |
seguir la labor de san
Felipe. |
Y otra alegría la
constituye la |
próxima fundación de un
nuevo |
Oratorio, verdaderamente
misio- |
nero, en la periferia de
la ciudad |
más populosa del mundo,
México |
D. F. Este Oratorio, que
la Santa |
Sede erige en este mismo
mes de |
marzo, ha añadido a su
nombre |
el de Nuestra Señora de la
Paz, |
para distinguirse de los
otros tres |
que le preceden, en la
constelación |
(Profesa, San Pablo y
Tlalnepan- |
tla) que forman nuestras
casas en |
aquel conglomerado humano
de |
más de 22 millones de
habitantes. |
Esta inauguración será de
especial |
alegría para todos
nuestros herma- |
nos mexicanos, pero en
particular |
para el Oratorio de San
Pablo Te- |
petlapa que, muy de cerca,
ha po- |
dido fomentarla. |
A todos un gran abrazo
frater- |
nal, con la esperanza de
más ben- |
diciones en el Señor. |
La bendición de Newman |
para el Oratorio. |
Queridos Padres, seremos
bendecidos si aprendemos, desde ahora mismo, |
a vivir en presencia de
los ángeles y los santos, cuyo destino es ser compa- |
ñeros nuestros en la
eternidad. Ya nos alcanza esta bendición si conversa- |
mos habitualmente: con
Jesús, María y José; con los Apóstoles, los Mártires |
y los grandes Padres de la
Iglesia primitiva: Sebastián, Lorenzo, Cecilia; |
Atanasio, Ambrosio,
Agustín; con san Felipe, de quien somos hijos; con |
nuestros Ángeles Custodios
y nuestros Santos Patronos. Seremos bende- |
cidos si no nos
preocupamos de lo que los hombres piensan de nosotros; |
aunque deseamos que su
menosprecio no les estimule a cometer ninguna |
injusticia contra nuestra
Comunidad, ni que el falso concepto que de noso- |
tros se formen se
convierta en obstáculo para que ellos vuelvan a Dios. |
J. H. Newman, OS, n. 12,
p. 243 (18.1. 1850). |
10 (34) |
ORATORIO DE ALBACETE |
SEMANA SANTA DE 1995 |
• 9 de abril, |
DOMINGO DE RAMOS EN LA
PASIÓN DEL SEÑOR: |
Mañana, a las 12,
Eucaristía. |
Tarde, a las 5,30,
Vísperas. |
• 10, 11 y 12 de abril, |
LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES
SANTO: |
Mañana, a las 7,45, Laudes
у |
Eucaristía. |
Tarde, a las 8,30,
Conferencia. |
• 13 de abril, |
JUEVES SANTO: |
Mañana, a las 9,
Celebración penitencial y Laudes. |
Tarde, a las 8, Eucaristía
de la Cena del Señor. |
• 14 de abril, |
VIERNES SANTO: |
Mañana, a las 9, Vía
Crucis y Laudes. |
Tarde, a las 8,
Celebración de la Pasión del Señor. |
• 15 de abril, |
SÁBADO SANTO: |
Mañana, a las 9, Oficio de
lectura y Laudes. |
Tarde, a las 7, Vísperas. |
• 16 de abril, |
DÍA SANTO DE PASCUA: |
Noche del sábado, a las
11, Vigilia Pascual. |
Mañana del domingo, a las
12, Eucaristía. |
Tarde, a las 5,30,
Vísperas. |
11 (35) |
El Oratorio: |
Los nombres del
seguimiento de Cristo |
SIGNIFICADO DE LA «VIDA
APOSTÓLICA» |
LA DIVERSIDAD de nombres
aplicados al "seguimiento |
de Cristo" muestra la
dificultad de acertar en una |
definición lo menos
metafórica posible. Si lo |
llamamos vida
"angélica" parece que nos salimos de |
lo humano; si vida
"evangélica", resulta más |
plausible, pero no podemos
monopolizar el mensaje del |
Evangelio, que es para
todos; si vida "religiosa", aparece |
demasiado genérico;
incluso vida "consagrada", que es la |
denominación canónica,
obliga a tomar el adjetivo en sentido |
amplio, o ceñirlo al
significado de "dedicación". En la |
Asamblea General del
Sínodo de los Obispos, celebrada en |
Roma en octubre del pasado
año 1994, dedicada |
precisamente a la
"vida consagrada" o "religiosa", se ha |
evitado abordar el tema de
una definición. Quedan pues los |
nombres para una
referencia convencional a un "estado |
jurídico" que acoge a
una porción de los hijos de la Iglesia, |
como "pueblo de
Dios", y que esta regula, cuida y defiende |
porque «pertenece a su
propia vida y santidad» (c. 574). |
Lo que se dice una
definición no la encontraríamos ni |
siquiera en los textos
bíblicos ni en las palabras del Señor. |
Podemos, sí, contemplar
hechos, meditar sobre llamamientos |
y decisiones, en Jesús, el
Hijo de Dios, y en los discípulos |
que le acompañaron más de
cerca; podemos, incluso, recoger |
el consuelo de las
bendiciones del Señor, y oír, casi, el |
12 (38) |
aplauso apocalíptico del
cielo, para quienes lo siguieran en |
todos sus caminos. Ya es
mucho; pero nada más. 3333 |
La entrega de por vida al
Señor es un hecho continuo, |
que impregna toda la
persona, sin que la fuerza de la |
decisión pueda agotarse en
un solo acto. Los primeros |
cristianos lo pudieron
entrever como una disponibilidad |
para un testimonio
evangélico total, refrendado por el |
martirio posible y nunca
rechazado, que padecieron casi |
todos los apóstoles y
varios de los cristianos más próximos a |
ellos, en la primera
generación de la Iglesia. No estaba |
prohibido huir de las
circunstancias que podían acarrear el |
martirio, pero, llegada la
ocasión, ningún cristiano podía |
dejar de confesar a
Cristo, aunque este testimonio de la fe |
("martirio") le
acarrease la muerte. Orígenes, hijo del mártir |
san Leónidas, decía a
principios del s. III, en una época de |
calma persecutoria:
«Entonces éramos de verdad fieles, |
cuando el martirio llamaba
a la puerta desde que nacíamos |
en la Iglesia». La
fortaleza de los mártires no era una |
improvisación. El mismo
Orígenes exhorta a prepararse |
ascéticamente ante la
eventualidad de esta suprema prueba. |
Y, antes que él,
Tertuliano lo hacía en el s. II. Y también el |
mártir san Cipriano, y
otros. El martirio era considerado |
como una
"vocación", que no tenía que ser temerariamente |
provocada, pero sí
aceptada por los que fuesen llamados a |
13 (37) |
ella por el Señor, en
estrecha comunión de vida y muerte, a |
modo de cristificación,
como el primer mártir Esteban, у los |
sucesivos. |
Los cimientos |
PUEDE fundadamente decirse
que, una vez cesadas las |
persecuciones, de la
tensión ascética que su probabilidad |
había creado en muchos,
surgió esta otra forma de |
testimonio
("martirio") o identificación o "sequela Christi", |
como germen de lo que
luego recibiría diferentes nombres, |
el primero de los cuales
fue el de "vida apostólica", para |
significar no solamente el
seguimiento e imitación de Cristo, |
sino el de aquel pequeño
grupo, "los doce", que él llamó y |
comprometió como
"portadores de su mensaje" |
neotestamentario. La
introducción de la constitución |
apostólica «Provida Mater
Ecclesia», de Pío XII (2 de |
febrero de 1947), al
aludir a la ampliación del "estado de |
perfección", se
refiere a «la doctrina y los ejemplos de Cristo |
у de los Apóstoles»
y a «la buena tierra de los primeros |
tiempos de las comunidades
cristianas, que ofrecían |
espontáneamente la
posibilidad de tan buenos frutos |
evangélicos». Si
tuviéramos que volver los ojos hacia los |
orígenes de la primera
profesión de vida totalmente |
entregada a Dios,
deberíamos, sin duda, recuperar aquellas |
palabras del apóstol san
Pedro a Jesús: «He aquí que nosotros |
lo hemos dejado todo, y te
hemos seguido» (Mt 19, 27). |
Habrá más santos, y
piadosos "fundadores", muchos de |
ellos también santos, que
se sentirán inspirados para crear |
nuevas formas de
seguimiento de Cristo, cuyo contenido, en |
todo caso, reflejará
siempre la sustancia de la originalidad |
apostólica. Será preciso
tener en cuenta estas obras, tanto |
14 (38) |
más santas cuanto más
fieles a aquella raíz primigenia. |
Constituirán un
enriquecimiento surgido de la fecundidad de |
la Iglesia y de las
maravillas de la gracia y su diversidad |
carismática, como
derivaciones y memoria del principal y |
original
"cimiento" de los Apóstoles, en el cual Cristo es la |
piedra angular (conf. Ef
2, 20). |
En las sucesivas crisis a
que será sometida la Iglesia, a |
lo largo de la historia,
no faltarán reacciones proféticas que |
volverán los ojos a los
tiempos apostólicos y a las primeras |
comunidades, para hacer
actual el Evangelio, una vez más, y |
comenzarán a llamar
"vida apostólica" a la vida comunitaria |
inspirada en el ejemplo de
los apóstoles con el Señor, |
prolongada en la Iglesia. |
«Lo hemos dejado todo |
y te hemos seguido». |
El sentido de estas
palabras de Pedro al Señor (Mt 19, 27), lo |
descubría san Antonio, en
el s. III, cuando contaba dieciocho |
años, y habían muerto sus
padres, aunque gozaba de muy buena |
situación económica. Nos
lo cuenta san Atanasio, más tarde |
amigo y discípulo del
santo. |
Se dirigía Antonio a
participar en la eucaristía, con el |
pensamiento puesto en los
apóstoles, que lo habían dejado todo |
para seguir al Señor, y
recordaba también a los primeros |
cristianos que vendían sus
propiedades para socorrer a los |
necesitados, mientras
«ellos tenían tan grande esperanza en el |
cielo». Con estos
pensamientos oyó la proclamación del |
Evangelio en aquel punto
en que Jesús decía al joven rico: «Si |
quieres ser perfecto, ve y
vende todos tus bienes y dalos a los |
pobres; después vente
conmigo y sígueme, y tendrás un tesoro |
en el cielo» (Mt 19, 21).
Y Antonio siguió la inspiración divina, |
para imitar a los
Apóstoles. |
15 (39) |
El fervor renacido |
LEEMOS en Casiano
(360-435) que, «Después de la muerte de los |
apóstoles, muchos fieles
comenzaron a relajarse, e incluso los propios |
jefes de la Iglesia
abandonaron la primera austeridad, pero aquellos en |
quienes se mantenía aún el
fervor de los apóstoles, se pusieron a |
practicar lo que
recordaban que había sido instituido por ellos» (Coll. |
XVIII, 5, 2-3). Casiano
resume lo que fue la espiritualidad comunitaria |
de los primeros cuatro
siglos, e influirá en los posteriores, |
principalmente en s.
Benito (480-543). San Agustín (354-430), por su |
parte, convertirá su
residencia episcopal en un verdadero monasterio; |
ideal que imitarán otros
obispos, aunque posteriormente se perderá. En |
Occidente, la evolución de
la vida comunitaria o, por mejor decir, la |
que ya se llamaba
"vida apostólica", será siempre tributaria de las |
Reglas de s. Benito y s.
Agustín. |
Edad Media y Renacimiento |
EN PLENA Edad Media, los
grandes papas reformadores, como |
Alejandro II, Gregorio VII
y Urbano II se refieren explícitamente a |
este concepto de
"vida apostólica" como la original de las primeras |
comunidades. En concreto,
s. Gregorio VII dice a quienes ahora |
llamaríamos
"religiosos" que «les impone el precepto de dedicar todas |
sus fuerzas para regresar
a la vida apostólica, es decir, a la vida en |
común para alcanzar la
perfección y merecer, de este modo, ser |
inscritos en la patria
celestial, junto a quienes se les ha prometido |
recibir el ciento por
uno». |
No se teoriza, todavía,
sobre los llamados "consejos evangélicos" ni |
se juridizan los votos. La
vida común a que se alude consiste en vivir |
"sine proprio";
sus pilares son la estabilidad, la obediencia y la |
conversión. La inspiración
neotestamentaria la ofrecen estos pasajes del |
libro de los Hechos de los
Apóstoles: 2, 42-47, y 4, 32-35. |
Mientras tanto surge, en
la Edad Media, un movimiento expansivo |
y evangelizador
protagonizado por las órdenes mendicantes, como si las |
circunstancias de las
crisis históricas forzaran a recordar el precepto de |
la misión, contenido en Mt
10,5-15, Mc 6, 7 y 13, y, más |
explícitamente, en Lc 10,
2-12. Este impulso de vuelta al Evangelio |
16 (40) |
adquirirá una gran
dimensión frente a la ruptura protestante y los |
descubrimientos
geográficos, todo lo cual plantea el reto de revisar, |
repetir o renovar el
mandato evangelizador de Cristo: la respuesta serán |
las fundaciones del
Renacimiento, muy particularmente de la |
Compañía de Jesús y, más
modestamente, la obra de san Felipe Neri, el |
Oratorio, de significación
bastante específica. |
La actividad misionera, la
enseñanza, la beneficencia ―al fin y al cabo |
"obras de
misericordia", que exigen, a veces, verdadero heroísmo―, |
refuerzan el aspecto
"activo" de la llamada vida apostólica, al punto |
que, por
"apostolado" se llega a entender acción y obras de proyección |
exterior, en contraste con
la vida de oración y contemplativa. Sin duda |
se ha exagerado al
contraponer acción y contemplación en el intento de |
clasificar las diferentes
formas de seguimiento de Cristo. |
Acción y oración |
RESULTARÍA evangélicamente
discordante imaginar una oposición |
entre lo que se ha llamado
vida activa y vida contemplativa. Es |
siempre arriesgado reducir
a sistema las múltiples manifestaciones de |
los dones de Dios a su
Iglesia, por más que revista alguna utilidad |
recurrir a términos
convencionales, con tal que no pretendamos |
absolutizar ni agotar en
ellos el contenido imposible de manipular de la |
acción de Dios, siempre
libre. Podemos distinguir, en nuestros tiempos, |
una acepción de la
"vida apostólica", como expresiva de "apostolado" |
en oposición a
"contemplación". Junto a la expansión misionera ha |
podido contribuir a ello
la organización de actividades, en las que |
prevalece la acción
―p.ej. la "Acción católica"―, las obras externas |
en las que
"actividad" es sinónimo de "apostolado", si no siempre en |
aquellos que las organizan
y dirigen, sí, por lo menos, en muchos de los |
que se enrolan en ellas.
De ahí al activismo no hay más que un paso. |
También contribuye a esta
urgencia por la "acción", el impulso |
legítimo a defenderse de
los ataques contra la Iglesia, y la tentación a |
descender a utilizar los
medios que usan quienes la combaten. |
Precipitarse por este
camino sería desnaturalizar el carácter de la |
"misión"
apostólica, por falta de verdadera fe en el intento. El espíritu |
de cruzada todavía seduce
a muchos. Esta constatación también |
confirma la necesidad de
integrar, y no oponer, ambos elementos: |
17 (40) |
acción y contemplación.
Tan espuria será una actividad que no se |
inspire en el verdadero
amor a Dios y en la oración, como una |
contemplación encerrada en
sí misma sin proyección de celo por la |
gloria del Señor y de
caridad diligente hacia los demás. |
EI Oratorio |
DICHO lo que precede, nos
complace, a los Oratorianos, que en la |
actual clasificación
canónica de las formas de seguimiento de |
Cristo, salida del
Concilio Vaticano II y especificada en el Código de |
Derecho Canónico, de 1983,
se haya eliminado la denominación |
de «Sociedades de vida
común sin votos», que podía inducir a |
considerar tales
Sociedades como entidades de vida y finalidad |
espiritual incompleta, y
se llamen, en adelante, «Sociedades de vida |
apostólica» dentro del
espectro multicolor con que el nuevo Código |
clasifica las formas de
"vida consagrada", como en él se denomina a la |
diversidad o modalidades
del seguimiento de Cristo. Solamente |
haríamos un matiz en la
definición que de tales sociedades se hace en el |
c. 731: que «el fin
apostólico propio de la sociedad» no se limita a las |
"actividades" y
obras externas como especificación de la propia |
entidad; sino dando al
adjetivo "apostólico" el sentido de la |
originalidad
neotestamentaria y de los primeros siglos de dedicación |
total a Dios, en comunidad
fraterna. |
El Oratorio es una
«Sociedad de vida apostólica»: la más propia y |
genuina denominación que
nos podía caber en suerte. |
La primera comunidad
cristiana. |
La Congregación imita a la
primitiva comunidad, de modo |
que su fuerza y su
espíritu propio no se hacen consistir en |
la multitud de miembros,
sino en el conocimiento mutuo |
entre éstos, en la
reverencia que se profesan y en el verda- |
dero vínculo de amor por
el que se unen y conviven |
entre sí quienes son de la
misma familia. |
(CONST. DEL ORATORIO, nº
11) |
18 (42) |
El Oratorio: |
El padre José Vaz |
fundador del Oratorio de
Goa |
y apóstol de Sri Lanka
(Ceilán) |
De la homilía de Juan
Pablo II |
en la misa de
beatificación, en Colombo, |
el 21 de enero de 1995. |
«¡QUE TODAS las gentes y |
todos los pueblos alaben |
al Señor!» (Sal 117, 1). |
Queridos hermanos y
hermanas |
de Sri Lanka: Desde el
comienzo |
de mi pontificado, cada
vez que he |
tenido ocasión de reunirme
con |
vuestros obispos, éstos me
han ma- |
nifestado vuestro gran
deseo de ver |
pronto al padre Vaz,
elevado al |
honor de los altares. Hoy,
el padre |
José Vaz, el apóstol de
Sri Lanka |
ha sido proclamado beato
entre los |
que se encuentran en el
paraíso, |
considerado justamente
como el |
segundo fundador de la
Iglesia de |
vuestro país. |
Fue un gran misionero,
pertene- |
ciente a una
ininterrumpida serie |
de valientes mensajeros
del Evan- |
gelio, y verdadero
heredero de san |
Francisco Javier. El padre
Vaz fue |
también un auténtico hijo
de su |
nativa Goa, que se
distinguió por |
sus profundas tradiciones
cristia- |
nas y misioneras. Era hijo
de Asia |
y se llegó a convertir en
misionero |
de Asia. |
¿Quién era el padre Vaz, y
qué |
le impulsó a venir a Sri
Lanka? El |
padre Vaz se comprometió a
seguir |
el camino trazado por su
Divino |
Maestro. También él había
sido en- |
viado por Dios para
proclamar «un |
reino de verdad y de vida,
un reino |
de santidad y de gracia,
un reino |
de justicia, de amor y de
paz». |
Respondiendo a la llamada
del |
Espíritu Santo, dejó su
tierra para |
venir a este país donde la
Iglesia |
no había tenido sacerdotes
durante |
más de tres decenios. Vino
en ab- |
soluta pobreza y vivió
como un |
mendigo, guiado sólo por
el deseo |
de llevar a las gentes a
Cristo. Se |
preparó aprendiendo, antes
de lle- |
gar aquí, el lenguaje
tamil y, más |
tarde, cuando fue
encarcelado en |
Kandy, aprendió el
singalés, para |
hacer que resonara el
nombre de |
Jesucristo en las lenguas
y culturas |
de vuestro país. |
19 (43) |
Llevado de la llama de la
fe, |
guiado por el ejemplo de
su Divino |
Maestro, viajó por toda la
isla, |
trasladándose a todas
partes, pobre |
y frecuentemente descalzo,
con el |
rosario al cuello, como
señal de |
su fe católica. Como
verdadero dis- |
cípulo de Jesús, hubo de
soportar |
innumerables sufrimientos,
sabedor |
de que, en aquellos
sufrimientos, |
también se cumplían los
designios |
de Dios. El heroísmo de su
caridad |
quedó demostrado, sobre
todo en su |
generosa entrega al
servicio de las |
víctimas de la epidemia de
1697. |
¿Cuál es su mensaje?
Debería |
animarnos a ser testigos
del Evan- |
gelio, incansables y
rebosantes de |
buen espíritu, tanto en
vuestras fa- |
milias como en vuestras
comunida- |
des. Para algunos de
vosotros ya se |
ha formulado una ulterior
invita- |
ción: la de ser misioneros
asiáticos |
en Asia. Entre las gentes
de este |
continente, la santidad
será siem- |
pre la primera y más
eficaz forma |
de mostrar las verdades y
los valo- |
res del Evangelio. Las
venerables |
tradiciones de Asia: el
silencio, la |
reflexión, la oración, el
ascetismo y |
la abnegación encontrarán
su más |
pleno significado en un
encuentro |
con el espíritu de
Jesucristo. |
Por mi parte, queridos
hermanos |
y hermanas, espero
ardientemente |
qué la beatificación del
padre José |
Vaz anime al pueblo de Sri
Lanka |
a trabajar con un interés
cada vez |
mayor por la paz en este
amado |
país, para poner fin
definitivamente |
a la trágica violencia que
ha costa- |
do tantas vidas. |
Queridos hermanos y
hermanas, |
amigos, mi corazón está
rebosante |
de gratitud hacia Dios por
la belle- |
za de esta isla
hermosísima y por |
sus maravillosos
habitantes. Estoy |
agradecido a todos
vosotros por el |
extraordinario
recibimiento que me |
habéis dispensado, por
esta cere- |
monia de beatificación tan
profun- |
damente marcada por
vuestra cul- |
tura, por la dignidad que
os dis- |
tingue como pueblo. Ojalá
que el |
beato José Vaz cuide de
vosotros, |
de vuestras familias. Que
él tenga |
a bien interceder por la
paz y por |
la armonía por las que
rezáis y que |
anheláis. Quiera Dios
omnipoten- |
te bendecir abundantemente
a Sri |
Lanka. |
Admiro la belleza, la
belleza de |
vuestra tierra, la belleza
y la natu- |
raleza de esta isla, la
belleza de los |
seres humanos, de los
hombres y |
de las mujeres, la belleza
de todos |
vuestros comportamientos,
de vues- |
tra indumentaria, de
vuestros cán- |
ticos, de vuestra
participación en la |
Liturgia. Sri Lanka es un
bellísimo |
país. Doy gracias a Dios
por ha- |
berme ofrecido la
oportunidad de |
estar aquí en Sri Lanka. |
¡Venid a Roma! Conservad
vues- |
tra belleza, vuestra
valentía y la |
paz. Gracias. |
20 (44) |
El Oratorio: |
El Oratorio de Goa |
ES DE TODOS conocido aquel |
deseo que inflamó a san
Fe- |
lipe, recién estrenado en
su |
sacerdocio, cuando
llegaban a Ro- |
ma las primeras noticias
de la labor |
misionera que san
Francisco Javier |
desplegaba en tierra de
Indias. Pen- |
só ir también él a
misionar infieles, |
pero, habiendo tomado
consejo de |
un santo y prudente varón,
éste le |
convenció de que «sus
Indias eran |
Roma». Y en la ciudad de
los pa- |
pas perseveró hasta su
muerte, no |
rehuyendo nunca la inmensa
tarea |
que culminó, puede
decirse, con la |
transformación espiritual
de la Ro- |
ma paganizada del siglo
XVI. |
Pero san Felipe también
decía |
que Dios nunca da un gran
deseo |
espiritual y puro sin que
se nos |
cumpla. En él se cumplió
por me- |
dio de un hijo espiritual
suyo, que |
contemplaría desde el
cielo. Fue el |
sacerdote indio José Vaz,
reciente- |
mente beatificado por Juan
Pablo |
II. Fue precisamente en
las tierras |
que había pisado Javier. A
diferen- |
cia de éste, no había sido
enviado, |
sino que él fue un
misionero nati- |
vo del lugar, con lo cual
se adelan- |
taba, sin presentirlo, a
los deseos |
actuales de la Iglesia,
decidida a |
una encarnación en las
diversas |
culturas, que deje para
siempre |
atrás el que su apostolado
evange- |
lizador pueda convertirse
o sólo |
parecer un complemento
coloni- |
zador aparejado con los
intereses |
políticos y económicos de
los inva- |
sores. Todavía éste es uno
de los |
mayores problemas con que
tro- |
pieza la Iglesia a la hora
de anun- |
ciar el Evangelio en los
lugares |
donde son inmensas las
"bolsas de |
la pobreza". |
El p. José Vaz era hijo de
una |
familia profundamente
cristiana, |
que se vio recompensada
con la |
vocación sacerdotal de
este hijo |
suyo, al que ayudaron en
todo |
momento. Estamos en pleno
siglo |
XVII y bajo la dominación
de los |
portugueses en aquellas
latitudes. |
Diferentes circunstancias
dificulta- |
ban las labores de los
misioneros |
extranjeros, y la
Providencia sus- |
citó en Vaz y sus primeros
compa- |
ñeros la imitación de la
forma de |
vida de los Oratorios y de
ahí vino |
la fundación del de Goa,
debido |
principalmente a sus
grandes des- |
velos. Pormenorizar las
muchas |
dificultades que fue
preciso supe- |
rar, necesitaría muchas
palabras. |
Pero el p. Vaz, aunque
procedente |
de familia muy acomodada,
supo |
21 (45) |
aceptar una vida de gran
austeri- |
dad, dedicada, junto con
sus com- |
pañeros, a la oración, el
apostolado |
y la limosna. Los pobres
acudían |
de todas las partes de la
ciudad |
para asistir a la lección
de catecis- |
mo y para recibir una
ración de |
alimento. Parecía algo
fuera de lo |
común que él, de casta
brahmánica, |
no desdeñaba atender y
estar en |
medio de las castas más
bajas y |
aun de los mismos
"intocables". |
Para acostumbrar a los más
jó- |
venes de la Congregación a
los tra- |
bajos ministeriales, iba
con ellos a |
las aldeas de las
cercanías y misio- |
naban al pueblo. Los más
ancianos |
entre los sacerdotes de la
Congre- |
gación permanecían en casa
y aten- |
dían a los penitentes y
fieles que |
acudían numerosos a
recibir con- |
sejos. No es de extrañar
que de |
este modo alcanzaran gran
estima |
entre el pueblo, que les
considera- |
ba generosos,
desinteresados y es- |
pirituales. |
Pero mientras tanto, en el
cora- |
zón apostólico del p. Vaz
se iba |
afianzando más y más el
deseo de |
ir a la lejana isla de
Ceilán (hoy |
Sri Lanka), para auxiliar
a los fie- |
les de allí, desde hacía
más de me- |
dio siglo abandonados,
porque los |
holandeses ocupaban, a la
sazón, |
aquella isla, y
prohibieron seve- |
ramente el culto católico
en ella, |
mientras favorecían el
calvinismo. |
El p. Vaz pensaba que su
presencia |
sería más útil allí que en
la pacífi- |
ca Goa, donde el
catolicismo no co- |
nocía problemas para su
desarrollo |
y tampoco faltaban
sacerdotes. |
Con otro sacerdote del
Oratorio |
y un joven de buena
voluntad se |
puso en camino, a pie,
hacia el sur |
de la India, para alcanzar
Ceilán, |
sin amedrentarse ante las
graves |
dificultades previsibles,
tanto por |
la larga distancia, la
pobreza de |
medios, el desconocimiento
del lu- |
gar y de las lenguas, y
las amena- |
zas de muerte por parte de
los ho- |
landeses... Pero nada le
disuadió. |
Finalmente, en 1686 puso
pie en la |
costa de Sri Lanka, o
Ceilán. |
Entre las dificultades a
superar |
tuvo que pasar la de
encontrarse |
enfermo y totalmente solo,
o más |
bien abandonado de todos.
Aunque |
la Providencia hizo que
alguien |
tuviera compasión de él.
Recobró |
fuerzas y,
clandestinamente, pudo |
iniciar, con discreción,
su aposto- |
lado y convertir también a
algunos |
budistas. Al amparo de la
noche, |
vestido de mendigo,
imponiéndose |
grandes privaciones, pasó
nueve |
años recorriendo sin cesar
toda la |
extensión de la isla, con
gran pro- |
vecho apostólico у
sin que los |
holandeses consiguieran
darle al- |
cance. Era evidente que el
Señor |
velaba por él, lo cual le
servía de |
estímulo a la vez que
despertaba |
en los fieles una
corriente de sim- |
patía sobrenatural. |
22 (46) |
Cuando ya llegó a dominar
co- |
rrectamente las lenguas de
la isla |
―el singalés y el
tamil, y se ha- |
bía adaptado en todo al
modo de |
vivir de la gente del
país, se aden- |
tró por el interior de la
jungla, |
donde existía un rey
independien- |
te, que residía en Kandy,
en la zo- |
na montañosa. Aquí fue
detenido |
como espía, pero poco a
poco, con |
la asistencia divina, no
sólo logró |
ser puesto en libertad y
deshacer |
las sospechas con que
había sido |
recibido, sino que pudo
seguir con |
su apostolado bajo la
simpatía de |
aquel rey. Con ello había
llegado |
la hora de llamar hacia sí
a otros |
colaboradores del Oratorio
de Goa |
para fundar en el lugar
una Misión |
Oratoriana, que tanto hizo
por el |
bien de las almas y que no
se ciñó |
a la consolidación de la
vida cató- |
lica en el interior del
país, sino que |
desde él como centro, y
desafiando |
toda suerte de peligros y
dificulta- |
des, penetraba a menudo en
los do- |
minios de los holandeses
quienes, |
finalmente, tuvieron que
rendirse |
ante la tenacidad del p.
Vaz y sus co- |
laboradores, a los que
concedieron |
permiso para predicar
libremente |
y practicar, también allí,
la religión |
católica. |
Ya no solamente en Goa y
en Sri |
Lanka (Ceilán), sino hasta
Lisboa y |
Roma llegaba la fama de
santidad |
de este misionero
oratoriano, y el |
papa Clemente XI se
complacía |
bendiciendo la obra de
aquel puña- |
do de sacerdotes que
habían conse- |
guido gran número de
conversio- |
nes, desde el centro
misionero de |
Kandy hasta el interior de
la isla y |
en la ciudad de Colombo. |
Después de veintidós años
de |
continuas fatigas y
heroicos esfuer- |
zos, el p. Vaz sintió
mermar sus |
fuerzas físicas de tal
modo que tuvo |
que fijar su residencia en
Kandy, |
donde se dispuso al
definitivo en- |
cuentro con Dios, con
largas y fer- |
vorosas oraciones. El
mismo día en |
que debía morir, y como
resucitan- |
do de su gran debilidad,
quiso ir a |
la iglesia y cantar un
solemne Te |
Deum, con ocasión de que
uno de |
los padres regresaba de
una misión. |
Pero no se sabe si fue por
esta ra- |
zón o porque su alma,
inundada del |
presentido gozo de la
posesión defi- |
nitiva de Dios, en el
Cielo, ya muy |
cercano, iba a imitar a
san Felipe |
Neri, su padre espiritual,
el cual, el |
mismo día de su muerte,
también |
quiso entonar el canto del
Gloria |
in excelsis Deo en la misa
rezada de |
su último día en la
tierra, iniciando |
en este mundo la alabanza
sin fin |
que entonaría en la
eternidad. |
Era la noche del 16 de
enero de |
1711. Moría después de
devolver a |
la Iglesia de Cristo un
número in- |
menso de almas, y de haber
dejado |
indudable huella en la
historia re- |
ligiosa de Asia. |
23 (47) |
Apunte de Cuaresma. |
La primera idea que nos
sugiere la Cuaresma es la del ayuno. |
Conviene no detenernos en
el sólo aspecto material; pero es |
verdad que cuando lo
abstraemos a lo meramente espiritual, |
ni siquiera alcanzamos
este nivel simbólico, y nada cambia |
en nuestro afán de
comodidades, de gustos y |
egoísmos, sin conversión
alguna. |
La segunda idea es la del
progreso de la fe y la revisión |
bautismal porque, tocados
por el espíritu del mundo, peligra |
ser reducida, nuestra
condición cristiana, a sólo sentimiento |
o a ilusión estética y
enajenante. |
La tercera es la necesidad
de volver a meditar el proceso de |
Jesús, su pasión, porque
tiene que ver con nuestra incorpora- |
ción a él, por la gracia,
sin olvidar que esta comunión de vida, |
de dolor y de amor, es la
que nos purifica y transforma para |
tener parte con su gloria
pascual. |
Todo ello asumido
conscientemente y asimilado en la oración. |
LAUS |
Director: Ramón Mas
Cassanelles · Edita e imprime: Congregación del Oratorio |
Pl. San Felipe Neri, 1 -
Apartado 182 - 02080 Albacete - D. L. AB 103/62 - 12.3.95 |
24 (48) |
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