Compendio
SUMARIOS del LAUS (1972-1995) |
N.º
101. ENERO. 1972. |
La
paz que está en la justicia ―en el respeto del Hombre― y no en la
fuerza ―en la imposición de un Orden―, se desprende del misterio
navideño, ese acercamiento de Dios a la humanidad con el anuncio de una
renovación iniciada con Cristo, pero todavía no acabada V por eso urgente.
Todo el esfuerzo de la Iglesia se centra en la fidelidad a la transmisión de
este mensaje, del Evangelio. Siempre nuero, siempre necesario, coincide con
las aspiraciones más nobles y constantes de los hombres que buscan, con mejor
o peor acierto, conscientemente o sin saberlo, lo que coincide con el
ofrecimiento de Cristo. |
N.º
102. FEBRERO. 1972. |
ESPIRITUAL,
pura, generosa, la luz es uno de los símbolos predilectos del Cristianismo.
Los hombres Caminan sedientos de la verdad que ella simboliza: los cristianos
acrisolan sus vidas en la diafanidad sobrenatural que les renueva, mientras
se hacen, en el seno de la Iglesia, constelación de los hijos de Dios hacia
la casa del Padre. |
Núm.
103. MARZO. Año 1972. |
CUARESMA,
Semana Santa, Pascua: tiempo de revisar nuestro Bautismo, tiempo de
purificación, de aproximación al misterio de Cristo; tiempo de agradecer su
sacerdocio y todas las formas de consagración que le siguen, de cerca, en la
vida, en el dolor y en la esperanza de su Reino, como la Virgen, la primera
cristiana. |
Este
número contiene además de los horarios de las Conferencias Cuaresmales y de
los cultos de Semana Santa. |
Núm.
104. ABRIL. Año 1972. |
PASCUA
es la primavera de la Iglesia; la primavera I es la pascua de la naturaleza.
Finalmente, en la última Pascua —en el último, definitivo "paso" de
Cristo— todo convergerá en Dios. Mientras tanto, en el tiempo, es hora de
secundar el impulso del constante amanecer de la vida, siempre refloreciendo,
prometedora de frutos que serán la cosecha de Dios: unidad, paz, todo bien,
hasta ser renovada la faz de la tierra. En la Iglesia ya están los que viven
y anuncian la primavera de Dios. |
Núm.
105. MAYO. Año 1972. |
FRUTO
de la Redención son los santos; aquellos que están más cerca de nosotros nos
los propone Dios por su fidelidad a la Gracia y por su ejemplo en la Iglesia,
como estímulo que hemos de recoger y seguir con agradecimiento y amor. Somos
familia de santos, dentro de la gran familia de los hijos de Dios. |
Núm.
106. JUNIO. Año 1972. |
EL
sol fecunda la tierra, como Cristo ―el gran Sacramento del
mundo―, prepara la madurez de la Iglesia, que crece y se purifica, a
través del tiempo, por la eficacia de los signos de su Gracia, para la
evolución hacia la transparencia de su luz. |
Núm.
107. OCTUBRE. Año 1972. |
DEL
trigo el pan, de la uva el vino, el verano ha dado al hombre el premio de su
trabajo. Cultivar lo creado Y ―para el creyente― elevar lo
natural es tarea. Y esperanza que convierte en obra de gracia el trabajo, el
conocimiento y el perfeccionamiento de los hombres y de las cosas. Tarea y
esperanza que no se acaba y que otoño señala otra vez. |
Núm.
108. NOVIEMBRE. Año 1972. |
LA
inflexión misteriosa del dolor y la muerte es el tributo que la sensibilidad
paga a la Vida, con la Inmortalidad sembrada en el espíritu y en todo lo que
el espíritu levanta, más fuerte, más ágil, más alto. |
Mientras
la esperanza se hace camino que va de la fe al amor. |
Núm.
109. DICIEMBRE. Año 1972. |
DIOS
y el hombre, debilidad y fuerza, naturaleza y U gracia, historia y
eternidad... Todo se centra en el mensaje de la encarnación del Hijo de Dios.
Sólo a través de su significado es posible una interpretación cristiana del
hombre, del mundo y de la Iglesia. |
Núm.
110. ENERO. Año 1973. |
TNA
PAZ que no sea tregua para preparar negocios de guerra en otra parte, que no
sea mentira para esconder otras violencias. La paz todavía y siempre, en el
deseo sincero, en la esperanza mantenida; la paz fundada y guardada en estas
cuatro urgencias y cuatro burlas de nuestros días: la verdad, la libertad, la
justicia y el amor. |
Núm.
111. FEBRERO. Año 1973. |
EL
PAN y la verdad, y el pan de la verdad. Pida, pensamiento, libertad. Ni
hambre en los cuerpos, ni esclavitud de mentira en los espíritus. El hombre
ha sido creado a imagen de Dios, vivo, libre, abierto, para que sea comunidad
con los demás hombres; no cifra, ni pieza del mundo, sino espíritu en el
mundo. |
Núm.
112. MARZO. Año 1973. |
TIRARNOS
cada uno y mirar el mundo con el deseo eficaz de la conversión cristiana, es
entrar en una actitud penitente. La penitencia, en la Biblia, es conversión
personal y colectiva: la voz de los Profetas, las exigencias del Evangelio,
la predicación de la Iglesia, la vida —sin mitos— de los Santos, lo
atestiguan. Ya no es Nínive, ni una orilla del Jordán: |
somos
nosotros y la sociedad en la cual vivimos. |
Ns.
113-114. ABRIL-MAYO. Año 1973 |
COMUNIDAD
y comunión de santos es la Iglesia de Cristo. Se nos recuerdan los nombres de
los que A nos han precedido en la fe y en la gracia, como estrellas lucientes
en un firmamento sobrenatural, a través de cuyas constelaciones nos llega
siempre la misma luz de Cristo, para nuestro estimulo, mientras peregrinamos. |
Núm.
115. JUNIO. Año 1973. |
HACE
DIEZ AÑOS que Juan XXIII decía: «La paz en la tierra, anhelo profundo de los
seres humanos de todos los tiempos, puede ser instaurada y consolidada sólo
con el pleno respeto del orden establecido por Dios... orden cimentado en la
verdad, construido según la justicia, vivificado e integrado por la caridad y
puesto en práctica en la libertad». Cualquier apologética, cualquier moral
deberán apoyarse siempre en estos cuatro pilares, todavía no aceptados
sinceramente por los hombres. Por esto no tienen paz. |
Núm.
116. OCTUBRE. Año 1973. |
AR
A la juventud también otoño es primavera; para la cultura, más; para el
espíritu, siempre, porque no puede envejecer, aunque caigan todas las hojas
de los árboles del mundo. En éste, siempre, mientras dura, florecen nuevas
esperanzas y despiertan amaneceres de luz para todo el que los quiera ver,
mirar y recoger con los ojos y con el corazón los horizontes que se dilatan. |
Núm.
117 NOVIEMBRE. Año 1973 |
HAY
un magisterio de la muerte de la muerte de los que vemos morir y de la que
inevitablemente nos espera. Su lección es para la vida. Pero, a los ojos de
la fe, más allá de lo que entendemos por esta vida, transformada, la vida
sigue. |
Núm.
118. DICIEMBRE. Año 1973. |
PALOMAS
picassianas como símbolo de la paz. Pero, además, y sobre todo, lealtad a
Cristo y a los hombres para anunciarla; gozo por los mártires y los
perseguidos que la proclaman; buena voluntad para recibirla, y riqueza de
imaginación para edificarla, venciendo el miedo, superando las tristezas —las
debilidades― de todas las violencias. Conmemoraciones significativas: |
«Pacem
in terris», «Derechos de los hombres». Siempre la paz: de la justicia, en la
libertad, con la verdad, para el amor, desde el amor. |
Núm.
119. ENERO. Año 1974. |
IDEALES,
verdaderos ideales, como el que puso en camino a los magos, como las
esperanzas de los profetas, como la transformación del hombre y del mundo
propuesta y obrada por Cristo, como la entrega de la fe, como las
abnegaciones de todos los hombres de buena voluntad que han querido y quieren
hacer el bien y obrar lo justo. Ideal de una Iglesia cada vez más purificada,
ideal de un mundo mejor, ideal difícil de la paz, ideal de verdadera
justicia... Así comenzar el año, y comenzar todos los días, y vivir toda la
vida. |
Núm.
120. FEBRERO. Año 1974. |
N
ARECE que vamos a Dios; pero Dios ya está aquí: |
sólo
falta descubrirlo desde lo concreto, no para reducirlo a este mundo, ni para
suplantar nuestra vida, sino para ser nuestra vida y para proclamar el
sentido del mundo. Sin destruir nada, pero transformándolo Lodo. No lejos, no
luego, no al lado; sino ahora y desde dentro. |
Núm.
121. MARZO. Año 1974. |
CUARESMA,
conversión, transformación según la imagen de Cristo, porque somos ciudadanos
del cielo; pero desde la tierra. Porque queremos una transformación del
mundo; pero desde nosotros, desde cara hombre. Porque aspiramos a la
fecundidad de la gracia sobrenatural; pero desde la naturaleza. Y amortizar
el carnaval fanfárrico de un cristianismo folklórica; pero sin destruir los
signos, sino purificándolos. |
Difícil,
pero necesario. Otra cosa, puede entretener, pero no es cristianismo. |
Núm.
122. ABRIL. Año 1974. |
TRABAJAR
por la verdad es trabajar con la fraternidad de los hombres, había dicho Juan
XXTII: Y ésa es la misión de la Iglesia. Porque a ella corresponde extender
el beneficio de la Redención a todos. |
«La
verdad os hará libres» había dicho Cristo. Verdad y libertad, temerlas o
impedirlas sería una contradicción cristiana. |
Núm.
123. MAYO. Año 1974. |
TODOS
somos deudores de Dios. En el orden de la Providencia, además, somos deudores
de aquéllos que Dios nos ha puesto en el camino para conocerle mejor, para
mejor caminar hacia Él. La veneración a los Santos responde a esa necesidad
de gratitud, a Dios ya ellos, por la gracia de los ejemplos, de los
estímulos, de los descubrimientos, de la mediación con que acompañan el
camino de la Iglesia. Dentro de ella, todos nos debemos algo, unos a otros,
respecto de Dios. Además, con frecuencia sentimos que somos deudores de algo
especial en relación con algunos que nos han acogido en su Casa, como si les
sucediéramos en la amistad y en la familia y en los propósitos de apostolado
y en el esfuerzo por continuar, en la Iglesia, y en el mundo, su estilo y su
obra. Por eso nos alegramos al recordar a san Felipe Neri, que estimamos como
Padre espiritual y como maestro, en este intento de caminar, con alegría y
venciendo flaquezas, por los caminos del Evangelio y del amor a la Iglesia,
también en esta hora, tan parecida a la que él vivió. |
Núm.
124. JUNIO. Año 1974. |
DESDE
la ciudad, el verano, es una pausa; desde el campo la cosecha, el premio de
los afanes, casi en la mano. Pausa es disipación, y cosecha la venganza de la
avaricia, si hemos perdido la capacidad para la meditación, el gozo y el
esfuerzo de la generosidad; si el sol de la pereza o de la codicia nos
quemara las vidas en la huida o en el ardor inútil. ¡Que no sea así, que
esperemos cosechas para convertirlas en nueva sementera para repartir! Hay un
verano más alto, y un sol todavía más claro. |
N.º
125. OCTUBRE. 1974. |
COMO
las hojas que el viento se lleva, pasan los días, los meses, los años. Pasan
las cosas, pasamos nosotros. Pero la vida no sólo es pasar. Vivir es estar y
crecer; vivir es hacer y crear. Aunque los árboles pierdan las hojas, el
viento no alcanza a arrancar las raíces. Sigue la vida también para el árbol.
Las nubes de otoño no apagan el sol, ni pueden subir y arrancar las pupilas
del cielo — estrellas altísimas... |
Otoño
es crecer todavía. Hacia dentro. Hacia arriba. |
Núm.
126. NOVIEMBRE. Año 1974. |
V
ENOS organización externa; pero más vida interior. |
Sin
angelismos; pero más espirituales. Sin materialismo, pero más humanos. Sin
derrotismos; pero más realistas. Sin vanidades, ni triunfalismos; pero
sinceros reconocedores de todo el bien que debemos a la Iglesia,
purificándonos con ella, extrayendo de la fe y de la vida de gracia, sentido
y fuerza, esperanza y alegría de seguir caminando. |
Núm.
127. DICIEMBRE. Año 1974. |
NACER
y novedad se parecen a Navidad. Tal vez para que aprendamos a nacer, a
estimar mejor la vida de hombres, desde que Dios la ha compartido. |
La
vida cristiana es totalmente "vida": nacimiento, resurrección. La
nada no existe y la muerte tampoco. Por esto cantan los ángeles y sonríe el
mundo: ese gran portal de los vivientes que van despertándose para mirar al
cielo. |
Núm.
128. ENERO. Año 1975. |
AÑO
SANTO, Año Internacional de la Mujer... y año de la universal austeridad.
Salvo que, superficiales, dormidos pasemos por las verdades y por los
dolores, sin interesarnos la justicia, ni la dignidad, ni el bien ni el mal
de los otros. Año 1975: número bello, a pesar de todo. Bueno, próspero,
justo, santo, si quisiéramos. |
Núm.
129. FEBRERO. Año 1975. |
LA
CUARESMA, entendida sólo como austeridad, coincide, este año, con el
principio de una época crítica que afecta a todo el mundo. Pero para el
Cristianismo la austeridad no es solamente privación y ayuno, sino,
principalmente, tiempo de reforma, de conversión. Podemos, en el mundo, en
nuestro mundo, tomarlo y tratarlo desde nuestra reforma personal y social y,
desde esta asunción, no tendremos más remedio que ayunar, que desprendernos.
No llegaremos a ser "buenos" porque ayunamos, sino que haremos
bueno y generoso nuestro ayuno si nos convertimos. |
Núm.
130. MARZO. Año 1975. |
MÁS
ALLÁ del dolor, de la muerte; más allá de las mentiras y de los pecados de
los hombres, está la verdad y la vida nueva que Cristo estrena y ofrece a los
hombres, asociados a su misterio. Desde el tiempo, pero más allá del tiempo;
desde lo humano, pero más allá del hombre; en el mundo, pero más allá de la
creación. |
El
misterio cristiano no es una oscuridad, sino un amanecer. Tal vez nos falte
comprender por qué y cómo el Bautismo es un nacimiento. |
Núm.
131. ABRIL. Año 1975 |
PASCUA
es el tiempo de la "presentidad" del Señor en medio de los que han
creído en él. La Iglesia se forma a partir de esta conciencia, de este
descubrimiento: «Hemos visto al Señor». La Iglesia viene del Señor, de verlo,
de creer en él. No vamos a Dios; venimos de Dios. |
Núm.
132. MAYO. Año 1975 |
La
verdad hace libres; la libertad facilita el entusiasmo espontáneo del bien;
la actividad llevada con el gozo de Dios en el alma es el mejor apostolado y,
seguramente, el único verdadero apostolado. Y el apostolado resume todo el
amor a la Iglesia y todo lo que puede hacer un ser humano que se consagra a
Dios. Dedicamos este número a nuestro Santo Padre Felipe Neri, que es ejemplo
de libertad en el amor, de fidelidad en el bien, de entusiasmo por la
Iglesia, a la que amó y sirvió, de una manera original y al mismo tiempo
sencilla, en una época que se parecía mucho a nuestros tiempos. |
Núm.
133. JUNIO. Año 1975. |
LA
IGLESIA, como espiga de hombres que va creciendo en el campo del mundo,
zarandeada por los vientos, pero con el oro en sus granos, como la gracia de
Dios en las almas. La lluvia y el aire limpian los tallos cimbreantes, y
crecen bendecidos por la claridad estival que se aproxima. Los apóstoles
están aquí, presididos por el primero de la lista que nombra el Señor, cuando
busca "trabajadores" para su campo: es Pedro. |
Núm.
134. OCTUBRE. Año 1975 |
MISIONES.
Todos tenemos alguna, ni remota, ni indefinida. Misión desde la fe; encargo
de Dios, no añadido a la vida, sino para que esté en el centro mismo de
nuestra vida. Vida que no cabe, ni acaba con el tiempo; misión que trasciende
el solo ser personal, y que va más allá del quehacer temporal, porque nos
lleva, y nos impulsa a llevar a los demás a la transformación del mundo y
hacia Dios. |
Núm.
135. NOVIEMBRE. Año 1975. |
SI
el silencio que imponen los primeros fríos sirviera para recoger nuestro
pensamiento, para encontrarnos a nosotros mismos y abrirnos al ámbito sincero
de la fe, podríamos hacer la vida más hermosa y fecunda, aunque veamos ahora
caer las hojas de los árboles. |
No
importa, no es la muerte: cuando las ramas se hacen rugosos brazos desnudos
e, inmisericorde, el leñador tala el mudo ademán tendido al cielo invocando
la ultima luz, no obstante, debajo tierra, silenciosamente, permanecen
intactas las raíces y crecen más deprisa, para que el árbol tenga, cuando
vuelvan las hojas y las flores y los frutos, el tronco más recio. |
No
hay muerte, no hay dolor infinito, no hay fracaso. |
Todo
es esperanza, dolorosa y humilde, pero inmortal. |
Núm.
136. DICIEMBRE. Año 1975. |
SER
todos los hombres hermanos porque Dios ha entrado en la Humanidad y se ha
hecho hermano de todos. Él rompió la barrera que separaba al hombre de Dios,
aunque los hombres no hemos derribado, todavía, la que nos separa a unos de
otros. |
No
siempre por malicia. Casi siempre, sí, por debilidad, por ignorancia, por
tardía disolución de los egoísmos... |
Pero
caminamos ya, y avanzamos, con Cristo a nuestro lado, por la Historia, y
hasta más allá de la Historia: en el Misterio y hacia el Misterio. Con
"buena voluntad". |
Núm.
137. ENERO. Año 1976. |
NO
NUEVO, y más nuevo que otras veces. Ojalá. |
Para
los cristianos, sin embargo, esa novedad está siempre presente; el tiempo es
siempre una novedad que amanece para ser colmada de crecimiento. Balances y
expectativas, para recomenzar siempre, sin repetir, Inventando. |
Núm.
138. FEBRERO. Año 1976. |
HACER
más consciente la vida de fe, cultivando esta fe, que es mirada, compañía,
conocimiento y vida L en el Señor. No es que las obras nos lleven a la fe;
sino la vida de fe que nos llevará, sin darnos cuenta casi, al obrar como
hijos de Dios. Pero la fe ha de ser cultivada; Dios ha de ser tratado,
conocido, vivido. La fe no es un título, sino una gracia y una experiencia. |
Núm.
139. MARZO. Año 1976. |
NI
HEMOS de esperar milagros que nos releven de nuestro cotidiano esfuerzo por
el reino de Dios, ni encanto de sabidurías que extasíen la inteligencia y
complazcan la fantasía. Milagros pide el fanático; ideas el descreído. Los
cristianos, en cambio, sólo tenemos a Cristo crucificado: ese fracasado
glorioso, que nos ofrece la sabiduría de la fe y la fuerza de la abnegación,
sabiduría que parece exceso y locura al mundano, y abnegación que escandaliza
al beato y al fariseo. |
Núm.
140. ABRIL. Año 1976. |
«NO
ES otra cosa la Eucaristía que el amor revestido de discreción; Cristo está
presente y oculto en ella. Da el vértice de la vida mientras asume todas las
inmovilidades y silencios de la muerte. Es el lenguaje oculto de Dios, pero
es, además, la sugerencia de un método: conversión del mundo no desde el
exterior al interior, sino desde dentro afuera». — CARD. |
GIULIO
BEVILACQUA, C. O. |
Núm.
141. MAYO. Año 1976. |
NOS
ALEGRAMOS de ser hijos de Dios, miembros de la Iglesia y discípulos de los
santos, en este mundo y en esta hora, cuando todavía es tiempo de Dios y la
tierra campo de la Iglesia para la fecundidad de la gracia. |
Núm.
142. JUNIO. Año 1976. |
CONSUBSTANCIAR
la fe con la vida; no una fe para después de la vida, ni una fe al lado o
adjetivando la vida del hombre. La Iglesia de Cristo es el proyecto de esta
inserción de su Evangelio en todo el existir, pensar, querer, poder y hacer
del hombre en este mundo, desde este mundo, para transformarlo en "Reino
de Dios". |
Núm.
143. OCTUBRE. Año 1976. |
OCTUBRE
es austero, aunque no triste. Se han recogido las últimas cosechas del
verano. La tierra ya no dará más, si, otra vez, no le echamos primero. |
Por
eso hay que preparar los campos para la sementera. |
Hay
que volver a tensar los esfuerzos, menos clamorosos, pero más constantes. La
pausa tomada por las cosechas gozadas no puede ser demasiado larga. Las
fiestas interminables enervan, mientras la vida erige y espera ―no sólo
en los campos― la generosidad de otra siembra. Se hará, y el hombre
crecerá otro poco, sobre la tierra, hacia otro sol de otro verano. |
Núm.
144. NOVIEMBRE. Año 1976. |
HAY
una primavera oculta, de pensamientos y de H ideales, hacia adentro, a punto
de florecer, en el I silencio del frío, en el alma que se recoge, cuando los
vientos desnudan los árboles y señalan el invierno inmediato. La actividad
humana no se detiene, el hombre no muere, la vida sigue. Sólo los espantajos
del miedo quiebran las voces de esperanza. Pero la esperanza tampoco muere,
porque está, pura, en todo lo espiritual. Y el espíritu es incorruptible,
aunque no lo sepan los cobardes y los violentos. |
Núm.
145. DICIEMBRE. Año 1976. |
SUMARIO
{T} |
CUANDO
Dios entra en la historia – tiempo y espacio, de los hombres, también
nace". Luego acepta la humildad de morir, como los hombres; pero
transforma la muerte en un supremo y glorioso nacimiento: la Resurrección. |
Dios
se encarna y entra en nuestra vida, y los cristianos creemos y la fe nos
incorpora a la suya: renacemos después de nacer. Ya no es la vida un continuo
morir, ni el hombre un proyecto para la muerte, sino un ser abierto a la
bienaventuranza. Por eso los primeros cristianos llamaban, a lo que los
paganos denominaban "muerte", el nacimiento para el cielo" v
la "vida en Cristo". Hay dos nacimientos: el terreno y el de la
bienaventuranza; para el fiel siempre es Navidad. |
Núm.
146. ENERO. Año 1977. |
PAZ.
Una paz por hacer, que vamos a hacer, que ya estamos haciendo. Una paz que no
es descanso ni reposo en algo cristalizado, estático, inmóvil; sino que surge
del esfuerzo de cada día, de cada instante, de cada impulso. |
Cristo
vino a hacer, a comenzar a hacer, a iniciar lo que todos hemos de completar.
Paz en la tierra; pero paz que la tierra quiera, busque, construya. |
No
la paz resignada al fatalismo de las injusticias o las mentiras inevitables;
sino paz que conquista la verdad y que se acerca a la justicia,
incesantemente, caminando con Cristo al lado. |
Núm.
147. FEBRERO. Año 1977. |
NO
HACE FALTA buscar la sencillez de la vida ni la de las cosas: está ahí y
permanece en el mundo y en nosotros mismos mientras no nos precipitemos a
falsearlas o a mentir, hablando o callando, actuando o inhibiéndonos. La
sencillez es la limpieza de la verdad de cada cosa, es el camino corto de
todo lo auténtico. Mientras nos consta que Cristo eligió la sencillez, nos
empeñamos, todavía, en complicar las verdades más elementales, sobre la vida,
sobre Dios y sobre nosotros mismos. |
Núm.
148. MARZO. Año 1977. |
HAY
una violencia que está en cada ser que crece, mientras persiste en su
desarrollo. Esa violencia no es desconocida para el cristiano, y entra en la
ley de su vida. Negarla equivaldría a negar la "conversión"
espiritual que le es indispensable, y la transformación de todo su hacer en
el mundo. Otras violencias son menos profundas que ésta. |
Núm.
149. ABRIL. Año 1977. |
UN
CIRIO pascual, una luz en el mundo para todos. |
Limpieza
de sinceridad de la vida renovada. Todos los hombres no son todavía
cristianos. Pero aún antes de aupar para que los que no se han bautizado o
que permanecen lejos de la Iglesia, vengan o vuelvan a ella, convendrá la
renovación, la conversión de los que, querámoslo o no, hemos de dar la imagen
de Cristo a los que todavía no lo conocer, o lo conocer mal. Y esto hemos de
desearlo, quererlo y hacerlo, porque es posible y es necesario, para nuestra
misma felicidad y la que buscan y necesitan todos los hombres. |
Núm.
150. MAYO. Año 1977 |
LA
IGLESIA celebra las fiestas de los Santos, no para alimentar el mito a que es
propenso remitirse el hombre elemental, sino precisamente para ir des
montándolo, de modo que, esas figuras destacadas que nos recuerdan, al
reproducirlo, el rostro de Cristo presente en su Iglesia, sean cada vez menos
una substitución de los héroes mitológicos del paganismo, y nos introduzcamos
en la realidad sobrenatural de aquello que la fe, convertida en vida, pudo
lograr en los que de veras se han entregado al Evangelio y puede, todavía,
lograr en nosotros si, como ellos, nos abrimos a la Palabra del llamamiento
definitivo al bien, al Reino de Dios, sin búsqueda de prestigios que la
vanidad podría sugerir incluso en las apariencias de la misma santidad, sin
huidas enajenantes del deber inmediato de hombres de esta tierra, aunque para
el cielo. Como fueron los santos: enamorados, realistas y sobrenaturales. |
Núm.
151. JUNIO. Año 1977 |
Publicación
mensual del Oratorio Núm. 151 JUNIO Año 1977 SUMARIO N UANDO la crítica no
sea ya desahogo de venganzas, frustraciones o resentimientos; ni las
adhesiones 4 búsqueda de seguridades artificiosas, ni la duda pereza de la
Inteligencia: ni el sentimentalismo sucedáneo del verdadero amor; ni las
decisiones cálculo salvador de las apariencias y mantenedor de la vanidad;
cuando el ansia de la propia justificación desaparezca y se despierte el
hambre y sed de lo mejor, al margen de nosotros mismos; cuando busquemos las
aproximaciones más adecuadas al querer y al plan de Dios en el mundo, en la
Iglesia y en la vida de cada hombre... estaremos lejos de la pérdida inútil
de energías y de la irracionalidad de cualquier fanatismo, o del embobamiento
de cualquier beatería. Y estaremos cerca, más cerca, del Reino de Dios, que
retardamos con los cálculos del egoísmo y las fantasías huecas de la
ignorancia. |
Núm.
152. OCTUBRE. Año 1977 |
TEMOS
de movernos, hemos de hacer y trabajar, sin perder jamás la clarividencia
interior, contemplando, desde la fe, la vida, el mundo. Trabajar bien, de
prisa, y mantener viva, constante, la conciencia de la compañía de Dios. El
resto es buen gusto y buenos modales. Bastaría para la fidelidad al mejor
ideal y al más sencillo buen ejemplo cristiano. |
Núm.
153. NOVIEMBRE. Año 1977 |
NOVIEMBRE,
con la vida que se amortigua y la muerte que se insinúa: con el resto de
calorcillo que se agradece mientras se apaga, y el frío que nos saluda
austero; con el recuerdo de las cosechas menguadas y la avaricia de la
semilla que se pierde en los cálculos todavía problemáticos, es el panorama
del invierno que acecha. La muerte y la vida, el frío y el calor, la pena y
la esperanza... Y, por dentro, el pensamiento que trabaja, el espíritu que no
muere, la inteligencia que recoge y organiza las verdades de la vida, y las
guarda, por encima de las controversias, como rescoldo que prepara y
garantiza otras, superiores, claridades. Hay que vivir más, y hay que saber
más cosas del mundo, del hombre y de Dios. La vida sigue. |
Núm.
154. DICIEMBRE. Año 1977 |
NAVIDAD
de novedades, Navidad de esperanzas y de incertidumbres, de fugacidad del
gozo para adentrarnos en la presentida austeridad invernal, más rigurosa, nos
aparece, este año, que otras veces. Navidad, no obstante, que, como todas las
Navidades, nos lleva a acercarnos a los personajes de la primero de este
mundo, para mirarlos y aprender de ellos a entrar y seguir por los caminos
humildes que Dios depara a los que quiere más puros para que vean mejor,
desde la misteriosa sencillez de lo más santo, la aparición y la presencia de
Dios entre los hombres. |
Núm.
155. ENERO. Año 1978 |
LA
PAZ, ese concepto ultrajado, que todas las teorías defienden, pero que se
desmiente prácticamente en añicos de hipocresía y asepsia farisaica. Una
palabra más, utilizada como el resto de la colección de egoísmos, de engaños,
desde el momento en que, íntimamente, el hombre no purifica su mente de la
idea de lucha ―¿fratricida?― con que toma la vida, donde la
profunda ignorancia de lo mejor, le hace ter a los demás como contrarios o
como rivales y, enseguida, maniqueamente, como "malos". Donde la
ignorancia se viste de humildad, la ambición de buen celo, el silencio y la
mentira de prudencia y el orgullo de dignidad. ¿Quién quiere, quién sabe
querer, quién desea honradamente la paz? |
Núm.
156. FEBRERO. Año 1978 |
REAVIVAR
la fe, encararnos más atentamente con lo sobrenatural; buscar y tratar con
Dios. Y de aquí vendrán actitudes nuevas y una visión más serena de la vida,
y comprenderemos que hemos de hacer en ella. Dios es importante y tomar el
Bautismo recibido como una herencia que nos dispensa del trabajo y del
compromiso de seguir buscándole para conocerle mejor, anquilosaria la fe. Por
esto la Iglesia nos programa estos tiempos de renovación espiritual, para
ilustrar nuestro conocimiento y estimular nuestra conciencia cristiana. |
Núm.
157. MARZO. Año 1978 |
CRISTO
es la verdad: la verdad de Dios y la verdad del hombre; la verdad que tenemos
y la verdad que nos falta; la verdad que enseña y la verdad que pregunta; la
que se nos da y la que hemos de ir haciendo; la verdad del esfuerzo y la
verdad de la fe; la verdad que enriquece y salva, y la verdad que compromete
y transforma; la que buscan los limpios, la que necesitan los tristes. Cristo
es toda la verdad: La verdad de la vida, la verdad del dolor, la verdad de la
muerte y la verdad del amor. Cristo es la Verdad. |
Núm.
158. ABRIL. Año 1978 |
ALABAR
a Dios por sus obras y, en especial, por la Resurrección de Cristo, su Hijo,
nuestro hermano, hombre, además, como nosotros... ¡Qué bien que sea en
primavera, cuando hasta los árboles vuelven a levantar las ramas, como brazos
en alto, para aplaudir a Dios, en nombre de toda la creación! |
Núm.
159-160. MAYO-JUNIO. Año 1978 |
EL
ACTA DECÍA: |
Núm.
161. OCTUBRE. Año 1978 |
EL
MUNDO mira a Roma, donde el efímero pontificado de Juan Pablo I deja otra vez
vacante la silla de Pedro, tras la muerte de Pablo VI. Pero nada ha sido
inútil ni desgraciado. La Iglesia no mide tiempo ni pesa cantidades, y recoge
el tesoro de las palabras y los gestos ―pocos o muchos, de los últimos
pastores mientras espera el gozo seguro de otra bendición de la Providencia,
de otras manos que recojan el cayado y continúen el camino con toda la grey
expectante. |
Núm.
162. NOVIEMBRE. Año 1978 |
Publicación
mensual del Oratorio Núm. 162 NOVIEMBRE Año 1978 SUMARIO UN PAPA nuevo, más
bien que un nuevo Papa, va a ser por su origen, por su carácter, por sus
actitudes, Karol Wojtyla. La Iglesia, con él, se rejuvenece y abre a nuestras
esperanzas, mientras el mundo entero lo recibe con simpatía y entusiasmo.
¡Ojalá los cristianos ayudemos a convertir en realidad las esperanzas de la
Iglesia y del mundo! |
Núm.
163. DICIEMBRE. Año 1978 |
LOS
pastores, los magos, María, José... Figuras todas casi mitificadas, por
encima de la realidad sencilla de su vida y de su encuentro con el
Dios-Hombre. |
Estilizado
el pensamiento, su claridad simplificada se hace universal. Cristo es más que
el hito de nuestra era: es Dios que debe ser adorado, es Rey que se convierte
en nuestro guía, es Hombre que puede ser entendido. Nos falta sólo querer y
ser capaces de un ideal. Ahora es Navidad: hay un camino y una estrella sobre
el camino. |
Núm.
164. ENERO. Año 1979 |
EDUCAR
para la paz es creer que el hombre es capaz de entender, de querer y de
construir la paz. Educar es educir, sacar a flote las virtualidades del ser
racional y responsabilizarse en el uso y destino de todas sus fuerzas,
capacidades y deberes. El ideal de la paz, es posible, es necesario y es un
deber, por lo menos como seres racionales, pero sobre todo como cristianos. |
Núm.
165. FEBRERO. Año 1979 |
EL
Papa pasa a "la otra orilla" del mundo: ha ido a América, pero a la
América de los pobres. El mundo todavía es pobre de muchas pobrezas, porque
no conoce u Cristo. Los hombres han buscado en el gesto del Papa y en sus
palabras lo que pudiera ser como la primera gran definición de su
pontificado. Pero la definición está ya en el Evangelio: el Papa solamente ha
dicho que, lo definitivo, está por hacer, que es posible hacerlo y que hay
que hacerlo, entre todos. |
Núm.
166. MARZO. Año 1979 |
LA
SAVIA empuja, otra res, la vida de las plantas, y la Gracia la de los
cristianos. Volver a vivir. Re-morir y re-vivir. Renovarse y resucitar en
todo el ser que se prepara a estrenar vida. Lograríamos, en la Iglesia, cada
uno y para todos, ese personal renacimiento y transformación de todo el ser
si la fe que profesamos la entendiéramos no solo como la afirmación de Dios
en nuestra vida, sino como el compromiso, por Dios, ante todo este mundo que
queremos transformar para él. |
Núm.
167. ABRIL. Año 1979 |
EL
HOMBRE no es un ser destinado al absurdo, sino a la trascendencia; hay un
plan divino sobre él, en el que interviene, además, su libertad. A partir de
ahí, es posible avanzar superando las aparentes contradicciones. Esa gran
contradicción que es el testimonio y el fracaso de Cristo, su vida y su
muerte, su humillación y su gloria, su amor y su dolor, son la garantía, el
anticipo que todo hombre tiene, si acepta la dialéctica de lo sobrenatural,
para ser definitivamente libre, redimido. |
Núm.
168. MAYO. Año 1979 |
LA
IGLESIA surgió de un grupo de amigos aglutinados en torno a Cristo. La
amistad se convirtió en fraternidad y ésta en familia de Dios, la Iglesia. |
Dentro
de la Iglesia ―familia de familias, pueblo de pueblos y naciones y
pueblo de Dios― todos los movimientos que la han desarrollado o
rejuvenecido, han pasado por el mismo proceso: una amistad, una comunidad de
hermanos, una familia... Con gozos y esperanzas, con abnegaciones y
sacrificios, y a veces con pruebas, como ocurrió en la originalidad cristiana
y como se repite en la totalidad de la historia de la Iglesia, todavía
peregrinando hacia el Padre. El Oratorio es uno de estos movimientos, que
tuvo su origen en un pequeño grupo de amigos reunidos en torno a san Felipe
Neri, hace cuatro siglos, en Roma, y que se ha ido reproduciendo en otras
partes, también en Albacete. |
Núm.
169. JUNIO. Año 1979 |
LIBERTAD
y vida; libertad en la vida, para que la vida sea verdaderamente humana. Pero
para ello, esta vida ha de ser poseída por el propio ser, conocedor de sí
mismo. Por eso el hombre es libre cuando es activo y puede, consciente de sí
mismo, guiar esa actividad conocida. La libertad comienza en la inteligencia
y se manifiesta en la creatividad, pacifica, humilde, austera y constante. |
Núm.
170. OCTUBRE. Año 1979 |
EL
MUNDO no está enfermo de males ni intoxicado de errores, sino, más bien,
ayuno de bienes y necesitado de verdades. Alimentarle con la verdad que
sabemos y podemos comunicar, fortalecerle con ese bien que tenemos y debemos
compartir, y educarle para que no desperdicie fuerzas ni desprecie la
verdadera luz: ésa es la misión que nos incumbe, aun antes de protestar por
lo que honestamente no nos gusta. Olvidarlo sería ingratitud por una
capacidad recibida y, además, traicionar un encargo que nos compromete ante
Dios, y unos frente a otros, porque Dios es padre de todos, y todos somos
hermanos. |
Núm.
171. NOVIEMBRE. Año 1979 |
LA
VIDA es una maravilla y un misterio. Contemplar su proceso nos admira:
participar en su movimiento, sentirnos el pulso, nos entusiasma. Somos, cada
uno, una ruedecita luminosa más ―como una diminuta estrella pensante—
del gran reloj del mundo. Y, para cada uno, vivir es presidir el propio
camino desde el centro de la inteligencia, en el ápice del espíritu, en el
tránsito hacia la inmortalidad, donde el gran artífice, el Autor de la Vida,
nos espera. |
Aquí
todo consiste ―precariedad de lo que llamamos Vida— en un trascendental
ensayo, abierto a la expectación de lo definitivo, donde la inmensa grandeza
del universo y el universo de cada alma, cabrón, como gotas de rocío, en las
manos potentes, sabias y amorosas de Dios. Eso que hemos contenido en llamar
cielo, pero que es el calor y la trasparencia de la verdadera Vida en el
regazo de la plenitud del Ser. |
Núm.
172. DICIEMBRE. Año 1979 |
EN
LA CREACIÓN, Dios dijo y fue hecho». En la Encarnación, Dios «hizo» y se
convirtió en Palabra viva para toda la Humanidad. Jesucristo es la última y
toda la Palabra de Dios a los hombres: en Jesucristo todo se dice, todo se
contiene, todo se manifiesta y expresa. Es la gran realización que resume
todo lo creado, y lo convierte en proyecto universal del Reino de Dios. |
Jesucristo
es principio y fin de todo: principio y fin para el hombre y culminación de
la revelación o manifestación de Dios al hombre. Un ser en el que todo es
Palabra de Dios. |
PORQUE
ES MEDIODÍA... |
Núm.
173. ENERO. Año 1980 |
LA
PALABRA "paz" es corta como "pie" y hay que decirla
andando, como todo lo que ha de hacerse vida en el hombre. Paz para la vida y
paz en la vida, para que quepan, en la paz, todos los demás bienes y para que
en ella se guarden y se multipliquen todos. |
Paz
en el hombre, dentro del hombre; paz que, para que lo sea, es imposible
añadir o imponer; paz que ha de nacer y de crecer en el bien y de la
justicia. |
Núm.
174. FEBRERO. Año 1980 |
LA
BENDICIÓN de la paz o la maldición de la guerra... Pero todavía persiste el
anhelo de bien, frente a la amenaza del mal, aunque no acertamos a conjurar
los continuos peligros. Ni basta con sólo pedir a Dios lo que depende, ya, de
los hombres, de lo que entre todos debemos hacer. La Iglesia ―la
asamblea, ya en la historia, de los hijos de Dios, de los continuadores de
Cristo— contiene la semilla de verdadera esperanza de todas las bendiciones
que el hombre anhela. Y el hombre las alcanzará cuando se vuelva a Dios y le
mire como Padre y entonces la vida del hombre será una proclamación de la
gloria divina. Porque Dios es Dios de paz; el hombre, todavía, una criatura
de Dios, inteligente y libre, para la paz. |
Núm.
175. MARZO. Año 1980 |
NO
es solamente por el reclamo de los textos litúrgicos, porque, si a pesar de
ellos, nos olvidáramos de la necesidad de estar siempre abiertos a la
conversión, quedarían las voces del mundo, hoy todavía más fuertes, que nos
piden a todos los hombres, ese gran esfuerzo de transformación de todo y de
conversión de todos. Las cosas cambiarán cuando se miren desde Dios y hacia
Dios, los hombres nos convertiremos cuando volvamos al Evangelio. |
Núm.
176. ABRIL. Año 1980 |
LA
fluidez del presente se alimenta de recuerdos del pasado y de esperanzas cara
al futuro. Pero, desde la fe, el futuro es algo más de lo que pueda caber en
el tiempo: es el desarrollo, es la re-creación purificadora para alcanzar a
Dios, ya desde este mundo, sin que ::nos sea posible tomarlo como una
instalación, sino como un progreso que nos obliga a un continuo renacimiento
interior, donde Dios se manifiesta poco a poco, en consonancia con el devenir
del mundo que nos rodea, y de las circunstancias que nos retan a buscarle,
sin cesar. No podemos instalarnos aquí, sino que hay que seguir buscando. |
Núm.
177. MAYO. Año 1980 |
LA
IGLESIA es como un árbol, Cristo como la vid: |
Los
santos son ramas de ese árbol, y sarmientos unidos a la vid; el árbol da
fruto a su debido tiempo, la vid da vida a los sarmientos. Plantados en este
mundo hasta la hora de la cosecha; unidos y radicados en Cristo que vivifica.
Como un árbol, como la vid: |
Cristo,
los santos, nosotros. Cada rama su buen fruto, cada sarmiento su racimo. |
Núm.
178. JUNIO. Año 1980 |
LA
IGLESIA de Cristo, purificada, renovada, no para que sea el remedio de los
males del mundo ―la Iglesia no es una solución, sino una levadura, ni
porque las promesas de Cristo nos hagan olvidar la dura realidad de la vida,
la Iglesia no es una enajenación, sino un lugar para el compromiso de la
fe―. La Iglesia purificada, renovada, cada día y en cada época de la
historia de la humanidad, para que todos puedan entender el anuncio de la fe
y la invitación a la gracia que ofrece a los hombres para gloria, en primer
lugar, de Dios mismo y su reino. Las añadiduras vendrán luego, sin
pretenderlas. De ellas nos basta con el pan de cada día. |
Sólo
con este espíritu se puede preparar el reino de Dios. |
Núm.
179. OCTUBRE. Año 1980 |
CADA
VEZ más, el año comienza en octubre, en lugar de hacerlo en enero. Es ahora,
cuando se juntan las grandes cosechas y se dispone la sementera, que la vida
levanta un hilo, entre nosotros; hito que hasta Los cambios sociales, los
problemas económicos, los debates políticos, los programas culturales, las
angustias y las esperanzas colectivas, toman como referencia, marcando
caminos. Los que somos cristianos, desde la misma realidad envolvente,
levantamos a la visión de la fe todo el panorama y, caminando con Dios,
seguimos y buscamos esperanzados hacia adelante. |
Núm.
180. NOVIEMBRE. Año 1980 |
PARA
ilustrar la tesis del vitalismo humano y espiritual, manifestándose en la
plenitud de la edad, bastaría la lista innúmera de los santos ancianos de la
antigüedad, y la de tantos sabios, artistas y líderes contemporáneos...Pero,
para el cristiano, no existe diafragma entre edades, ni entre tiempo y
eternidad, ni entre vida y muerte. La muerte se despeja en la esperanza
cristiana. |
Todo
se afina, se purifica y crece, mientras nos acercamos a Dios, sin dejar nada.
Ni tiene importancia la relación vida-tiempo, para añadir tiempo a la vida,
sino para llenar de vida el tiempo. |
Núm.
181. DICIEMBRE. Año 1980. |
QUE
SEAN de paz los días de todos los hombres, desde que Dios también se hizo
Hombre. No de falsa paz, que es imposición del equilibrio de violencias
opuestas inevitables; sino paz nacida de la justicia de los corazones, del
convencimiento de las mentes serenas. Paz reparadora de ultrajes pasados que
la perversidad cómoda quisiera olvidar, paz purificadora de envidias
disimuladas, paz que desmonta fáciles simplificaciones sugeridas por la
pereza mental y la mezquindad humana, a veces vestidas de hipócrita
mansedumbre. Paz del corazón, del pensamiento, de la verdad, de la
restitución, de la justicia, del respeto, de la intangibilidad de todo
derecho ajeno, aunque carezca del apoyo amenazante de la fuerza. Paz de la
Paz. Paz de Dios para todos los hombres. |
Núm.
182. ENERO. Año 1981 |
LO
EXTRAORDINARIO del Cristianismo es su espiritualidad y su universalidad. Una
espiritualidad que es todo lo contrario de enajenación, porque conciencia,
sitúa e integra al hombre total, en su ser y en su crecimiento y finalidad. Y
una universalidad que sin destruir la gran variedad de culturas y tiempos,
las conjuga porque tiene el encargo de llevar el mensaje de Dios a todas y
porque de todas recibe riqueza y plenitud para ir aproximando a la novedad
del reino de Dios los ideales de todos los hombres y de todos los pueblos.
Por esto la Iglesia está en medio del mundo: va a él y desde él glorifica a
Dios y libera al hombre. No entenderán nunca la verdadera Iglesia de Cristo,
ni los sectarios ni los materialistas. |
Núm.
183. FEBRERO. Año 1981 |
APOSTAR
por el hombre desde la realidad creada, y apostar por el mundo, en el tiempo,
como un acto de fe de gratitud at Creador, sin reduccionismos ni renuncias,
hi huidas, sino para recoger el sentido, de nuestro ser y de todo lo que nos
envuelve, y restituirlo a Dios. Sin servirnos de Dios, para descansar en la
beatitud de los aprovechados, sino para servir a Dios. Servirle es una
gracia, un gozo, y la libertad. |
Núm.
184. MARZO. Año 1981 |
NO
PODEMOS cambiar, de repente, el mundo entero: |
pero
sí podemos, cada uno, dar a Dios la respuesta que su gracia nos solicita.
Esta respuesta equivale a la conversión. Convertirse es, sencillamente,
volver otra vez a Dios, volver todavía más a Dios, para completar la propia
vida en él. El mundo se cambia de hombre en hombre, de uno en uno. A veces
perdidos, enajenados mirando al mundo, nos olvidamos de lo cercano y posible
que está en nosotros. |
Núm.
185. ABRIL. Año 1981 |
PASCUA
contiene el significado completo del cristianismo: desde su preparación,
arrancando de los patriarcas, hasta su consumación en Cristo. Pascua es una
semilla en la fe, es un dolor de crecimiento y hasta de muerte temporal en la
esperanza; pero es, sobre todo, la culminación espiritual y transformadora,
desde el cuerpo y desde el tiempo, para más allá de las realidades presentes,
para pasar a la forma de Cristo, vivo y glorioso. |
Núm.
186. MAYO. Año 1981 |
«UN
ANIVERSARIO MÁS» |
Núm.
187. JUNIO. Año 1981 |
EL
AMOR es la superación de toda ley: pero también la justicia es servidora
―sin poder reemplazarle- V del amor, como el orden de la justicia, como
la verdad del bien y como la honestidad de la verdad. |
Por
eso todo mal comienza a echar raíces en la mentira, y todo bien crece a
partir de la verdad, y al cauce ordenado que lleva al bien lo llamamos
justicia, y en la pasque ella prepara y protege fructifica la felicidad y el
amor. Y no sólo en la Iglesia; pero también en la Iglesia. |
Por
eso ella tiene, además de la suprema norma de la Palabra de Dios, algunas
leyes que disponen y protegen los cauces para la gran fraternidad de los
hijos de Dios, todavía de camino, en la tierra, hacia el Padre. |
Núm.
187. OCTUBRE. Año 1981 |
OTRA
VEZ se procesa el esfuerzo, y se vuelca la semilla en los surcos, pan
condensado de una cosecha para otra cosecha. Otra vez la apuesta de las
semillas y el silencio de las raíces, mientras las lluvias vienen a purificar
el aire, para que la esperanza se haga pura sobre los caminos limpios, por
los que nos llegará, cada dia, el pan de la vida que sigue, más silenciosa-si
cabe― y más escondida, pero para darnos, más allá del ciclo de frio,
cuando vueluu otra vez el verano, el milagro de su multiplicación. |
Núm.
189. NOVIEMBRE. Año 1981 |
LA
MUERTE parece triunfar de la vida, pero el amor triunfa de la muerte, cuando
no traiciona lo que le es esencial: la generosidad entusiasmada por el bien. |
Los
santos son los que han creído en el sumo Bien, en el solo Bueno, y se han
enamorado hasta hacer, de su de su muerte!, el testimonio de su amor. Siempre
ha habido, siempre habrá esos testimonios, porque no podrán apagarse jamás
las ansias de justicia, la búsqueda de la libertad y la sed de amor, que,
cuando apuntan a Dios, o a los intereses de Dios, producen el santo. |
Núm.
190. DICIEMBRE. Año 1981 |
HACE
veinte siglos que Dios recomenzó la creación. |
Lo
celebramos cada año, y es la Navidad. No sería poco que todos los hombres
pusiéramos nuestra voluntad, y la hiciéramos buena y constante para
reconstruir gozosamente el mundo que tenemos entre manos, y en el que es
posible abrir caminos para la felicidad, si trabajamos, si nos damos
generosamente. Es preciso volver a nacer para recompensarlo todo. |
Núm.
191. ENERO. Año 1982 |
QUEREMOS
la paz negativa, es decir, la que resulta de la mera ausencia de males y
miedos, la que asegura las posesiones y goces; queremos la paz de las
garantías, no la paz de las virtudes. No queremos, todavía, la verdadera paz
cristiana, la paz positiva, creadora, manantial del bien; la paz que nace de
la justicia, la justicia que surge de la plenitud del amor, que es vida y
aliento de Dios. Necesitamos esta paz, y necesitamos anunciadores de esta
paz, que la asuman como un ideal para comunicar a todos los hombres. |
Núm.
192. FEBRERO. Año 1982 |
TODO
es para que creamos. La fe no es para la vida, sino la vida para la fe. La fe
no resuelve la vida, sino que la vida es para ejercitar la fe. La fe es, en
primer lugar y desde su primer momento, gracia, y por eso no se puede reducir
ni degradar ni utilizar, sin falsificarse, corromperse y destruirse. La fe
será vida y crecerá pura en la medida en que nos proyectemos gratuitamente
―generosamente― hacia ella. |
Núm.
193. MARZO. Año 1982 |
CIERTO,
no podemos hacer grandes cosas, pero cada uno somos totalmente dueños del
precioso acervo de nuestras respectivas fuerzas. Bastaría con no desperdiciar
gracias, energías y tiempo en unos pocos, para que los dones de Dios
multiplicaran su eficacia en quienes le son fieles, y en los que están más
cerca de ellos. El mundo no cambia al hombre, sino que es el hombre el que
influye en el mundo, y lo transforma si el hombre se abre a la conversión. |
Núm.
194. ABRIL. Año 1982 |
BUSCAR
y encontrar a Cristo. Seguirle de cerca. Vivir su vida. Recordar sus palabras
y sus actitudes, no desde lejos, sino para asumirlas desde la conciencia...
Todo esto que es tan verdad y que nos hace tanta falta; todo esto que exige
cambiar desde dentro de nosotros mismos, para "resucitarnos" a la
gracia de Dios una vez por todas. |
Núm.
195. MAYO. Año 1982 |
LA
ALABANZA y el agradecimiento son un derecho y un deber gozoso, que también ha
de ser proclamado. Nosotros, los oratorianos, lo hacemos dando gracias a Dios
por haber os dado a san Felipe, cuya festividad celebramos este mes. Somos
una pequeña familia, en la Iglesia de Dios, que se alegra y se inspira en su
patrocinio, en su ejemplo y en su apostolado. |
Núm.
196. JUNIO. Año 1982 |
LA
FE no es la contemplación ensoñada de la inmensidad de Dios, sino nadar en
ella, como en un mar que no nos resignamos a mirar desde la quietud de su
orilla. Por esto la fe transforma la vida, porque la libera de los límites de
los intereses y del tiempo. La fe todavía es tiempo, pero no es solamente
tiempo. Cuando la Iglesia, o los hijos más insignes de la Iglesia son
juzgados desde el mundo, o con criterios extraños al Evangelio, suelen llamar
"extraordinario" a lo que se inscribe, simplemente, en la lógica
del orden de la fe, a lo que es "ordinario" si se tiene en cuenta a
Dios, y al hombre y al mundo referidos a Dios. |
Núm.
197. OCTUBRE. Año 1982 |
EN
la Iglesia se trata más de afirmar que de combatir, más de decir que de
discutir. Se trata de construir, de hacer, de ser en la vida de la gracia.
Porque no son los cálculos ni las estrategias, no son las cifras ni los
éxitos que aplaude el mundo, sino el ir descubriendo que todo es un don de
Dios, que todo es gratuito y que no se nos pierde mientras lo recibamos con
sencillez lo correspondamos con generosidad no calculada. Lo que vale es esta
acogida; el resto son apariencias, estorbos, retrasos, profanaciones y hasta
corrupciones del reino de Dios. |
Núm.
198. NOVIEMBRE. Año 1982 |
UNA
COMUNIÓN en la fe, en la oración y en la esperanza, mientras el Papa vuela
por nuestros cielos demasiado rápidamente, a pesar de todo. Sabemos que su
afán apostólico y nuestra vida cristiana, se expresan en una Iglesia que
busca crecer en la verdad, comprometerse en la justicia, anunciar la libertad
y entusiasmar en el amor. Es la Iglesia de siempre, sólo que nos parece más
joven desde que le abrió caminos de renovación Juan XXIII, y sus sucesores y
los fieles todos, se esfuerzan en proseguir. Es la Iglesia de siempre, desde
Cristo hasta nosotros. |
Núm.
199. DICIEMBRE. Año 1982 |
HAY
una esperanza más pura que la esperanza de obtener, de alcanzar: es la que se
elabora en el pensamiento, es la esperanza de saber, de entender, de
comprender. Esa es la gran esperanza que Cristo vino a colmar, como Sabiduría
de Dios: por él comenzamos a saber, a entender, a comprender nuestra propia
vida Fiel sentido del mundo, en camino hacia Dios. |
Núm.
200. ENERO. Año 1983 |
HISTORIA
es tiempo, y en ella hay un injerto divino, Jesucristo: hombre unido a la
Divinidad del Verbo, para ser palabra de Dios a los demás hombres, de todos
los tiempos. Como una resonancia o reverberación de este misterio, hay
también un injerto de gracia misericordiosa en cada hombre (que le hace
parecer a Cristo). Si, en su tiempo, el hombre lo recoge y desde la
profundidad de su conciencia mira a Dios, también el hombre se hace palabra y
habla a Dios como a Padre y se une a él. |
Núm.
201. FEBRERO. Año 1983 |
EXISTE
una relación concatenada y progresiva entre secularidad y pobreza, pobreza y
esperanza, esperanza y cristianismo. Somos, en el tiempo, pobres todavía de
eternidad. Pero abiertos a la esperanza cristiana, cabe una purificación en
la que se recoja el reflejo de lo eterno ―don, gracia, generosidad
divina― en lo temporal. Jesucristo mismo es el reflejo y la presencia
de lo eterno, santo y divino, que irrumpe en lo temporal, secular humano.
Cuando la pobreza no sea una calamidad, sino una purificación y un respeto
por lo recibido de Dios, se convertirá en disponibilidad para su Reino. |
Por
eso Jesucristo eligió la pobreza. |
Núm.
202. MARZO. Año 1983 |
LA
GLORIA y el riesgo de la transformación cristiana ―de la conversión—
del hombre, está en que ha de seguir siendo hombre, es decir, criatura que se
mueve inteligentemente en las coordenadas de la sensibilidad y del tiempo;
pero que, a la vez, ha de espiritualizar, hasta lo más profundo, la
relatividad de lo creado para referirlo y referirse a sí mismo a Dios. Y que
ha de hacerlo con el "estilo" de Dios. Eso es el "hombre
nuevo", el hombre pascual. Lo cual ya se ha realizado en Cristo y en los
verdaderos santos. |
Núm.
203. ABRIL. Año 1983 |
EL
HOMBRE viejo acepta verdades, pero no las asimila; se refugia en seguridades,
pero no se enamora; se viste de bondades ―se cubre con ellas―,
pero no se convierte; usa los signos santos, pero trivializa su significación
sagrada. No acaba de comprender qué es «nacer de nuevo», resucitar, y se
conforma ―sin reformarse― instalándose en el decoroso bien. Se
adhiere, pero no se transforma. Le falta, todavía, entregarse al ideal 1
dejarse llevar de la fuerza del verdadero y único amor. |
Cuando,
entre todos, lo alcancemos, podrá haber «mil nombres para un solo amor». |
TODO,
NADA... |
Núm.
204. MAYO. Año 1983 |
LIBERTAD
y amor, libertad para el amor, libertad en el amor: eso que entendemos mal y
que profanamos o nos confunde tantas veces; pero que sí entendieron los
santos, libres y enamorados. Decía san Felipe: |
Dadme
diez hombres verdaderamente desprendidos y conquistaré el mundo. Y también:
«El que se enamora de algo que no sea Cristo, no sabe lo que hace». El santo
no pierde el tiempo ni se pierde en la vida: la emplea entera en amor
verdaderamente a Dios y todo lo que es de Dios, por Dios, con libre
necesidad, con gozo limpio en el alma, aun en el dolor. |
Núm.
205. JUNIO. Año 1983 |
CRISTO
se proyecta en la Iglesia en la medida en que los hombres, por la fe y la
caridad, se abren al Espíritu y superan el propio egoísmo, dando cauce al
plan de Dios para construir una humanidad nueva. Los santos respondieron a
este llamamiento y convirtieron sus vidas en anuncio del mismo. Por esto,
junto a Cristo, han sido y son los pilares de la Iglesia, como Reino de Dios
que ya comienza aquí en la tierra. |
Núm.
206. OCTUBRE. Año 1983 |
EDUCAR
no sólo es hacer el bien a los más jóvenes, sino hacérnoslo a nosotros
mismos, aunque de nosotros nos olvidáramos. Y es, también, perpetuarnos en
los demás, aunque luego nos olviden. Educar es hermoso porque es más que
vivir la sola propia vida, pues depende de lo que seamos y sepamos ayudar a
ser a los demás y en los demás, y los demás en nosotros. Comienza el curso:
niños, jóvenes, familias, escuelas, libros, catecismos...; todo para que la
verdad del hombre, del mundo, de Dios, entre en la dinámica de la vida y para
que la vida sea una verdad. |
Núm.
207. NOVIEMBRE. Año 1983 |
LOS
MALES del mundo y las tristezas de la vida, tienen su raíz en la soberbia, en
el egoísmo, en la sensualidad; que luego hay que apuntalar con la mentira (a
los demás, a uno mismo) o con la traición, según convenga. Pero cuando
miramos a Dios descubrimos que los "males" lamentados son un reto
para el bien. Y no han faltado ―ni, seguramente, faltan―
respuestas a ese reto: las han dado los santos, con su pasión por el bien,
con la pureza de sus pensamientos, con la generosidad Y perseverancia de sus
ideales para Dios. |
Núm.
208. DICIEMBRE. Año 1983 |
CUANDO
parece que todo cambia, es que todo comienza de nuevo. Y todo comienza de
nuevo cuando sentimos que Dios se acerca, que la vuelta al absoluto nos
reclama. Ahora mismo, la humanidad entera tiende los brazos ―entre
miedos y esperanzas― hacia esa novedad que ha de cambiar el mundo.
Algunos, como la Virgen, han descubierto y experimentado el misterio de esta
aproximación, de esta invasión de Dios y de su gracia, y se han sentido
colmados, desde su pequeñez y miseria. Otros han luchado y luchan, todavía,
buscando a Dios. La misma Iglesia quiere su propia renovación. Parece como si
estuviéramos en vísperas de un gran acontecimiento. Para los que tenemos fe,
ese acontecimiento ha sido yes, también en la hora presente, Jesucristo. |
Núm.
209. ENERO. Año 1984 |
MÁS
QUE unas vacaciones de invierno; más que un paréntesis idílico para
recuperaciones sentimentales de lazos familiares desmoronados; más, mucho más
que un pretexto para consumir o intoxicarse, llevados por la corriente
adocenada, que disimula su primitivismo irracional con la abundancia del
dinero mal. |
gastado...
Navidad ha de ser el recuerdo agradecido de los comienzos de la vida del
Señor Jesucristo, que se hizo hermano nuestro; ha de ser volver a él, con la
fe y con la vida. Otra clase de celebración de la Navidad, es una farsa; otro
cristianismo, es una mentira. |
Núm.
210. FEBRERO. Año 1984 |
VERDADERAMENTE
pobre no lo es el que no tiene nada; ni verdaderamente rico puede ser el que
lo tuviera todo. Rico es el que está necesitado de muchas cosas, y pobre el
que no las necesita; rico aquel a quien todo se lo han de hacer, y pobre el
que se basta a sí mismo; rico el aprovechado, y pobre el servicial (no el
servil). En realidad es pobre, verdaderamente pobre, el que no tiene más que
sus manos, su capacidad propia, y trata con sencillez de bastarse a sí mismo.
El pobre apenas necesita equipaje, como el Señor, como los santos. |
Y
así, es más libre para el bien. |
Núm.
211. MARZO. Año 1984 |
LA
VIDA como vocación. Sentirnos "llamados" por Dios y, enseguida,
tratar con toda la buena voluntad, de responderle ―de
corresponderle― con todas nuestras fuerzas. Y rogarle ―y si no,
¿para qué sirve la oración?―, cada día, que no se nos marchite el gozo
de la primera generosidad, cuando estrenábamos el camino hacia él. Cualquiera
que sea nuestro camino, porque camino bueno hacia Dios lo es todo lo que,
mejor, nos conduce ―"me" conduce― a él. Por encima de
leyes y deberes ―superándolos―, persiguiendo el entusiasmo del
ideal y la grandeza y libertad del amor. |
Núm.
212. ABRIL. Año 1984 |
ABRIL
y la contemplación del misterio de Cristo, entre lanzas de laureles perennes
y las primeras flores, caducas como todas las esperanzas simplemente humanas.
Pero son anuncio, aunque efímero, desde el pórtico de cada primavera, de la
victoria del Señor sobre la muerte, radiante como un nuevo sol, como una flor
de luz, que disipa las mezquindades humanas. |
La
Iglesia nos recuerda a Cristo, y nos muestra la cruz y el sepulcro, y un
camino para una vida nueva. |
Núm.
213. MAYO. Año 1984 |
GOZARNOS
en los santos de Dios, porque en ellos la gracia se ha manifestado
ejemplarmente, convertida en realidad vivida. Y gozarnos, con profunda
gratitud hacia Dios, por los santos que ha colocado en nuestro camino hacia
él, para que nos sean guías y padres en nuestro acercamiento al Evangelio:
pues eso representa san Felipe Neri para todos los que nos consideramos sus
hijos. |
MEMORANDA... |
Núm.
214. JUNIO. Año 1984 |
EL
ESPÍRITU de Dios es el aliento de la vida de la Iglesia de Jesus, el gran
discipulado de los que creen en él. Y, como la llama transfigura lo que
penetra, así el aliento divino, presente en la obra de Jesús, va preparando
el Reino que se describe en el Evangelio, para que no se detenga el proceso
de purificación y conversión de la humanidad. Proceso frente al cual las
actitudes de los mismos creyentes han de ser continuamente revisadas, para
que las esperanzas de los demás hombres sean iluminadas por la fe de los
cristianos. |
Núm.
215. OCTUBRE. Año 1984 |
Y
nuestras latitudes el primer frio llega antes es como el aviso para que nos
recojamos de la dispersión que el verano, también riguroso, nos llera.
Jóvenes y mayores volvemos a las tareas de siempre, escolares o de trabajo.
Pero también es hora de reactivar el espíritu y poner orden y constancia en
la piedad, en el estudio de Dios, en las acciones de bien, como todos log que
tomaron la vida en serio y plantaron la fe en ella, y la vivieron. |
Núm.
216. NOVIEMBRE. Año 1984 |
OTOÑO
cierra el ciclo del trabajo sobre la tierra, cuando el hombre acaba de
recoger los frutos conseguidos y se dispone a sembrar de nuevo, con renovada
esperanza. También la Iglesia medita y guarda en su corazón el fruto de la
siembra de la fe en sus hijos, los santos. Y canta alabando a Dios mientras
espera nuevas cosechas para el espíritu, en las que seguirá glorificando a
Dios cuando premie los propios dones que él reparte convertidos en gracia,
semilla de gloria. |
Núm.
217. DICIEMBRE. Año 1984 |
LA
LIBERTAD es necesaria y, a la vez, temida. Se resiste a concederla el que
identifica bondad con poder, y tiene miedo a usarla el inexperto que la
descubre por primera vez. Sólo la compañía de Dios, en nuestra historia de
hombres, nos conforta con la presencia adorable de su Hijo, Jesucristo,
haciéndonos partícipes de la filiación divina, y enseñándonos que todos somos
hermanos. Desde este momento, la verdadera libertad ya no es un peligro que
temer, sino una necesidad para poder decidirse a obrar como Dios obraría, y
para amar como él ama. Sin este amor, que sólo ella hace posible, nadie
podría contraer compromisos con la verdad y la justicia, y menos aún podría
ser santo. |
Núm.
218. ENERO. Año 1985 |
NADIE
puede aprisionar el espíritu; no es posible la involución de lo
verdaderamente espiritual, porque el espíritu mira siempre hacia adelante. El
espíritu no tiene calendarios, ni medidas para los tiempos pasados; y el
futuro del espíritu no cabe en el tiempo, aunque pase por el tiempo, como
viento que barre los caminos. Mientras silba y arrastra las escorias, abre
claridades para el sueño y la esperanza, sin otros crujimientos que los de la
necesaria purificación, para que lo espiritual se haga real. Hasta Dios se ha
vestido de nuestra carne, para poder decirnos palabras que duren para
siempre. Solamente los nostálgicos miran hacia atrás, intentando recuperar
derribos sólo medianamente útiles para edificar reinos mundanos. Pero sabemos
que Cristo, al asumir el mundo, lo ha superado. Y, así, todo, siempre, aquí,
se va abriendo a la esperanza. Porque el tiempo está inscrito en la eternidad
y definitivamente abierto a ella. |
Por
esto no podemos mirar atrás. |
Núm.
219. FEBRERO. Año 1985 |
LA
BLANCURA solitaria de los lirios en medio de los campos, el punto oscuro de
los pájaros moviéndose en la libertad del cielo, la semilla humilde hundida
en el silencio del surco, el puñadito de levadura mezclado invisiblemente en
la mayor cantidad de la masa, la sal diminuta que se disuelve y da sabor a la
comida, el vaso de agua sin precio que apaga la sed del caminante pobre,
hasta la sola mirada misericordiosa, o el gesto acogedor, o el paso para
recuperar al débil, o la bendición para el más pequeño, es lo que, desde el
Evangelio, adquiere verdadera relevancia para Jesús, en orden al reino de
Dios. |
Seguramente
porque lo que tiene menos cuerpo deja más lugar para el espíritu, como la
llama incorporal, que reparte, sin medirla, la claridad generosa de su luz a
todos los que se le acercan. Por todo esto podemos decir que «lo pequeño es
hermoso»: blanco, alado, humilde, transparente, sabroso, espiritual. |
Núm.
220. MARZO. Año 1985 |
HAY
dos palabras, una en tránsito a la otra, que encierran todo lo que la Iglesia
nos pide para la Cuaresma: «conversión» y «Evangelio». Ellas nos debieran
bastar para recordarnos la tarea que nos compromete a no desperdiciar tiempo,
fuerzas y vida. |
Convertirse,
volver siempre al Evangelio, «buena noticias de Dios «novedad santa» para los
hombres, «anuncio gozoso» que dispone a la realización del gran proyecto de
justicia y felicidad, para el mundo. Pero para un mundo renovado, de cielos y
tierra nuevos, de hombre nuevo, de humanidad purificada, renacida del injerto
de Dios mismo en nosotros. |
Núm.
221. ABRIL. Año 1985 |
TANTAS
GUERRAS, tantas hipocresías, tantos caínes, tantos rencores. Y tantos pobres,
tantos sufrimientos, tantas lágrimas. Sin embargo, y a pesar de todo, el
espíritu del hombre no se rinde. La tentación de los que tenemos fe,
consistiría en instalarnos en ella, en apropiarnos de Dios y proclamar la
división maniquea del mundo. Pero hay esperanza, desde que Cristo triunfa de
la muerte, de la mentira y del pecado, y disuelve los fariseísmos y fuerza la
buena voluntad de los que acepten las bienaventuranzas y se conviertan en luz
del mundo. Es posible cambiar el mundo y preparar el reino de Dios. |
Núm.
222. MAYO. Año 1985 |
LOS
SANTOS son la gloria de Dios y la alegría de la Iglesia. Son el milagro de la
gracia, como si Cristo andara todavía por los caminos del mundo, porque lo
reproducen y lo proyectan con sus propias vidas. |
Sensibilizan
la eficacia de la presencia del Señor entre nosotros. A veces dolorosamente
para ellos, pero siempre como una consolación y un estímulo providencial para
nosotros. Por esta razón evocamos su recuerdo y queremos ser fieles a su
ejemplo acercándonos, con ellos, al Señor de todos, haciendo camino con la
Iglesia. |
Núm.
223. JUNIO. Año 1985 |
EN
LO NUCLEAR de la Iglesia está su santidad. |
En
ella se realiza en la historia de los hombres, la continuidad de la presencia
de Cristo dándonos a todos la participación en su vida. Éste es su misterio:
Cristo presente, todavía caminando junto a los hombres, y la Iglesia como
gran sacramento de esta compañía y lugar donde tiene efecto la gracia
haciéndose vida en cada uno de los fieles donde es acogida. Encuentro y
compañía. Todavía camino, pero ya un poco fin y anticipación hacia una
plenitud más alta, que después del tiempo no va a necesitar de la fe, porque
será todo visión y posesión de Dios. |
Núm.
224. OCTUBRE. Año 1985 |
AMÉRICA
es una palabra inmensa. Inmensa su historia truncada, inmensa la fuerza de su
despertar, después de todas las desgracias, como águila que remonta el vuelo
y mira al sol, porque todavía es joven. Pero nunca esta inmensidad,
convertida en distancia, nos había parecido tan grande, como en estos días,
al pensar en los Oratorios de México. Tan lejos y, a la vez, tan cerca en el
sentimiento y la oración, que no habríamos podido escribir sino de ellos, en
la esperanza de que, también ahora, como antaño después de otras pruebas,
salgan rejuvenecidos, para bien de su pueblo y de la parcela de la Iglesia
donde continúan la obra de san Felipe. |
Núm.
225. NOVIEMBRE. Año 1985 |
CRISTIANISMO,
gratuidad de Dios, santidad, son conceptos centrados en Dios, el Dios del
Evangelio que, en esencia, nos llama a participar de su vida, por la gracia.
Por esto el Cristianismo no puede reducirse a una suerte de fenómeno
producido por el acopio o transmisión de simples creaciones o experiencias
del espíritu y de las fuerzas humanas. Y por esto se resiste
irreductiblemente a las falsificaciones, tanto si proceden de los errores de
la ignorancia ingenua, como de las inversiones interesadas del fariseísmo.
Para librarnos de estos escollos, el Padre nos ha dado a Cristo, que nos
alumbra con la verdad de su palabra y de su vida, seguido por todos los que
han dejado que la gracia triunfe en ellos, los santos, para quienes el
cielo era el exceso debido de amor a Dios. |
Núm.
226. DICIEMBRE. Año 1985 |
OLVIDÉMONOS
de Herodes, de los sumos sacerdotes y de los letrados del pueblo que
escrutaban las Escrituras para averiguar el lugar del nacimiento de Cristo...
Hagamos abstracción de todo cuanto rodeó aquel acontecimiento santo y
quedémonos sólo con el espíritu que se traslucía en todo el misterio de la
primera Navidad. Y preguntémonos: si Cristo volviera hoy a nacer en nuestro
mundo, ¿en qué lugar amanecería a la vida? Si los ángeles nos lo anunciaran,
¿hacia dónde deberíamos encaminarnos y cómo lo reconoceríamos? Si hubiera
necesidad de cobijo, ¿quién se lo ofrecería? |
Núm.
227. ENERO. Año 1986 |
LA
PAZ siempre invocada y siempre amenazada, mientras no se venzan los miedos y
comencemos todos, empezando por los que nos llamamos cristianos, a creer que
nunca puede ser, la paz cristiana, resultado de las presiones del terror o
los equilibrios que impone el miedo, sino fruto del amor, cuya forma primera,
más inmediata y elemental, es la verdad y la justicia. |
Núm.
228. FEBRERO. Año 1986 |
NO
NOS gusta este mundo y, seguramente, tampoco nos gustamos a nosotros mismos.
Pero no debe cundir la tristeza ni el desánimo. Tenemos una tarea hermosa: la
de no cesar en el empeño por convertirnos, haciendo concretos los esfuerzos,
y levantando el corazón a Dios. Desde nuestra vuelta a Dios, poco a poco,
también iremos cambiando el sentido de todo lo que nos rodea y empujando el
mundo hacia su Reino. |
Núm.
229. MARZO. Año 1986 |
LOS
SENTIMIENTOS de Cristo: entrar por la reflexión de la fe y el reconocimiento
del corazón, y ver dibujada su figura y sus gestos, y percibir agradecidos el
latido de su ser, todavía muriendo y resucitando en la Iglesia, y en cada
cristiano, y en cada hombre. Porque en él se resumió todo el precedente
salvador, toda la sed de libertad de la humanidad y luego, como gracia para
lodos, se proyectó hacia adelante, hasta nosotros mismos y nuestro tiempo, y
hasta más allá del tiempo, en la Pascua eterna. |
Núm.
230. ABRIL. Año 1986 |
CRISTO
MISMO es la Pascua. Y la Iglesia, fruto de la Pascua. Pero Cristo solamente
puede reconocerse en y con los hermanos, formando comunidad; y solamente
puede vivirse contemplado con los ojos de la fe, porque lo llevamos en el
corazón. La Pascua se abre en la comunidad y se vive en la fe. Comunidad y
fe, y comunidad de fe. Lo demás son reducciones míticas, entretenimientos
sentimentales, evasiones desleales o enajenaciones fantasiosas. |
Núm.
231. MAYO. Año 1986 |
TENER
UN SANTO como Padre de nuestra familia espiritual, y un modelo para el
apostolado, es un regalo de la Iglesia y una bendición de Dios que ha
querido, así, hacernos más fácil el seguimiento de Cristo у el
consagrarnos la edificación de su Reino. Por eso hacemos fiesta y damos
gracias a Dios. |
Núm.
232. JUNIO. Año 1986 |
QUÉ
ES la Iglesia tendríamos que saber decir al mundo los bautizados, con la
sinceridad de nuestra fe, la coherencia de nuestras actitudes у
nuestras obras, mientras caminamos por el tiempo. Sin embargo, la expresión
sensible y pública de este Pueblo de Dios que camina, hecho comunidad
viviente, orientada hacia el Padre de todos, es la Liturgia: oración y
alabanza, recuerdo y comunión, y, aunque todavía esperanza, ya alegría de un
«Amén» glorioso y eterno que se insinúa purificándonos, para introducirnos en
el gozo de Dios. |
Núm.
233. OCTUBRE. Año 1986 |
LO
QUE se dice empezar, se empieza solamente una vez: es el primer momento de la
existencia. Pero seguir adelante, a partir de entonces, a cada latido de la
vida, es siempre empezar, resumiendo (reasumiendo) toda la experiencia vital
precedente, enriqueciéndola y corrigiéndola con humildad, y proyectándola,
con renovado ímpetu, hacia la esperanza del más allá de este apoyo
instantáneo, fugaz, pero consciente y lúcido. |
Ahora
que las primeras lluvias nos despiertan de la indolencia veraniega, comenzar
también es volver a asumir la profundidad radical de nuestro ser, de nuestros
pensamientos de nuestras capacidades, para convertirnos un poco más,
volviendo a nosotros mismos y, desde la raíz, crecer en generosidad, como
luego harán los árboles. |
Núm.
234. NOVIEMBRE. Año 1986 |
CUANDO
comienza el frío y el viento barre las nubes, el cielo es más puro arriba, en
la noche, y el silencio llega más pronto para ver pasar, como luces que
cierran el cortejo de los héroes de la Iglesia, los nombres de todos los
Santos. Es la gran cosecha del Evangelio. Ellos han sido el cielo en la
tierra. |
Cuando
comienza el frío, de puro instinto nos recogemos interiormente y descubrimos,
dentro de nosotros mismos, más fuerte, la llamada a la trascendencia. Ellos
nos dieron ejemplo. |
Cuando
comienza el frío, los sentidos se humillan, otra vez, y el espíritu se eleva
y admira, cara al infinito, cara a Dios, desde donde ellos nos esperan. |
Núm.
235. DICIEMBRE. Año 1986 |
DIOS
viene y pasa; pero se queda, también, con nosotros. Presencia y trascendencia
divinas. Se hizo presente, como un gran signo evidente para siempre jamás, en
la historia de los hombres. Pero luego sigue, nos acompaña, nos lleva y nos
espera, más allá de todo lo que vemos, para más vida que la que vivimos. |
Por
esto, al acabarse esta forma de vida de ahora, al encontrarnos
―reencontrarnos― con él, será otra Navidad, la nuestra,
definitiva, en su regazo. |
Núm.
236. ENERO. Año 1987 |
ENTRE
DIOS y el hombre siempre hay un camino, Hay un camino del cielo a la tierra,
que es la Encarnación. Y luego un camino de Nazaret a Belén, y de los
pastores al Portal, y de Belén a Egipto, y de Egipto a Galilea. Y más
caminos: al Templo, al Jordán, a Caná. Caminos de Jericó, caminos de Samaria,
caminos de Judea. Muchos caminos y, finalmente, el camino del Calvario. |
La
Resurrección, y los caminos al sepulcro, serán como una pausa luminosa, antes
de que la Iglesia eche a andar. Luego habrá el camino de Damasco, y caminos a
la diáspora judía, y viajes a los pueblos gentiles para llevar el Evangelio a
todo el mundo. Cristiano, apóstol y caminante vendrán a ser lo mismo. Caminar
será, siempre, un dejar y un buscar, perder y ganar, y hasta un morir y un
nacer. Pero buscar, ganar y renacer en Cristo, será la máxima aproximación a
la plenitud de la Vida, para todo peregrino de la fe. |
Núm.
237. FEBRERO. Año 1987 |
EDUCAR,
ayudar a sacar a luz los tesoros que Dios ha colocado, como en semilla, en el
corazón de cada naturaleza humana, es el arte por excelencia, de todo padre y
de todo maestro. Educar es enseñar, corregir, estimular, sinceramente, sin
adulaciones, sin complacencias sentimentales, deseosos del bien que pertenece
a Dios, y temerosos de malograrlo. Exige amor y respeto, trabajo y humildad.
Ayudan, pero no bastan y, si van solos, desequilibran, los meros saberes
humanos. Educarse para educar, educar educándose, y también corregirse para
corregir. Solamente puede educar quien es educado, quien posee ese equilibrio
generoso e iluminado, abierto y esperanzado, prudente y diligente, con esa
punta de gozo que se anticipa como para bendecir todos los esfuerzos, que
Dios recompensará, con independencia de que los hombres lo reconozcan o
agradezcan. |
Núm.
238. MARZO. Año 1987 |
CAMINO
de la Pascua, de la mano de la Iglesia, pedagoga de la fe, que la nutre con
toda palabra que viene de la boca de Dios, especialmente por medio de la
Liturgia, donde la inteligencia y el corazón, hermanadamente, se funden en la
asamblea de hijos que invocan al Padre común, mientras ella, Madre de todos,
nos alimenta en las fuentes sacramentales: nos dispone a renovar las promesas
bautismales, nos exhorta a la conversión, y nos parte el Pan de la
Eucaristía. Así andamos, y así crecemos, acercándonos, desde las Pascuas de
la tierra, a la gran Pascua de la eternidad. |
Núm.
239. ABRIL. Año 1987 |
DESDE
la raíz a la flor; desde la cruz ―y por la cruz― a la luz; desde
la muerte a la vida; desde la oscuridad y apariencia absurda del dolor y del
fracaso, al triunfo de Cristo, glorioso y radiante. Hay una lógica divina: la
misma fuerza infinita y la gloria eterna de Dios, riqueza de sí mismo y para
sí mismo. Y hay la sabiduría de Dios traducida en misericordia para nosotros,
que nos redime y nos eleva hasta la exaltación filial. |
Por
todo esto, si creemos, tenemos derecho a la alegría. |
Ya,
lo absurdo no es el dolor, ni la muerte, ni ninguna de las limitaciones que
experimentamos los hombres; lo absurdo, en todo caso, sigue siendo el pecado
de la humanidad, soñadora de cielos al margen de Dios, y empeñada en hacer
absoluto lo perecedero de las realidades temporales, y en reducir a ídolo el
Absoluto. Si Cristo hubiese cedido a este absurdo, no habría estorbado a
nadie, ni habría padecido la muerte de cruz. Con su muerte demostró que era
libre de pecado, y nos liberó a todos, mereciendo y ofreciéndonos su misma
libertad: la de hijos de Dios. |
Núm.
240. MAYO. Año 1987 |
NOS
ALEGRAMOS otra vez al celebrar la fiesta de nuestro Padre san Felipe Neri.
Nos alegramos en el Señor y nos alegramos con la Iglesia, y a ella se lo
agradecemos, porque si lo inscribió en la lista de los Santos, fue por
obedecer al clamor popular que por tal le tenía en Roma y en Italia, e
incluso allende de los Alpes, y porque se honraba a sí misma. Los hijos de
san Felipe no tuvimos necesidad de hacer propagandas ni de coleccionar
milagros, para presionar a ninguna cumbre del poder eclesial. Por eso, a
pesar de reconocernos pequeños en la Iglesia, sentimos un gozo grande, porque
san Felipe es, para nosotros, una bendición de Dios, un milagro de la Gracia
y un regalo de la misma Iglesia. |
Núm.
241. JUNIO. Año 1987 |
LA
PASCUA no acaba con el fin del tiempo litúrgico que se dedica especialmente a
ella. La Pascua sigue: pasa la vida, pasa el tiempo y pasa Dios cerca de
nosotros. Pasa Jesucristo, y nos pasa su propia Pascua, para que se acorten
las distancias entre el siervo y el Señor, entre los hijos y el Padre, entre
los hombres у Dios. La Pascua personal de Cristo y la nuestra se juntan
y, de este modo, lo que simplemente sería historia humana, se hace historia
sagrada, lo que sólo sería naturaleza es gracia. Y, así, el Espíritu, nos va
conduciendo hacia la verdad plena, hacia el gozo completo, restituidos a
Dios. |
Núm.
242. OCTUBRE. Año 1987 |
MASA
es a pueblo como montón es a pared o a edificio, como ruido es a música, como
grito a palabra, como instinto a razón. Pueblo de Dios es la comunidad de sus
hijos, para cantar su alabanza y proclamar su verdad, caminando hacia su
Reino. La inmensidad de esa gran comunidad de hijos de Dios la constituye el
laicado, formando el cuerpo de Cristo, conjugado por la fe, creciendo en el
tiempo, mientras hace presente el misterio de la Iglesia, en el mundo. |
Núm.
243. NOVIEMBRE. Año 1987 |
PUEBLO
de Dios, reunión de los santos, en comunión de conciencias, para la gran
acción de gracias que restituye todo el orden creado al Creador, complacido
en los seres libres que su misericordia convoca para que las libertades de
todos se reduzcan, sin clases, al común denominador de hijos de Dios, según
el modelo bendecido por el Padre, en Cristo Jesús, Señor nuestro. |
Núm.
244. DICIEMBRE. Año 1987 |
TENEMOS
más razones, para creer en Dios, desde que nos consta, por la Encarnación,
que Dios ha creído en el hombre, y ha aceptado el riesgo de no ser recibido y
hasta de ser rechazado. Pero el más pequeño entre los que le reciban será
mayor que los más grandes que le desprecien. El problema, para el hombre,
está en mantener limpio el propio corazón para "ver" las formas de
su presencia entre nosotros. Los santos ―singularmente la Virgen— lo
vieron, creyeron y, así, fueron bienaventurados. Desde que esto empezó, la
Iglesia se esfuerza en cumplir la misión, y ejercer el ministerio de seguir
anunciándolo y servir, de este modo, a Dios y a los hombres, y con fe y
esperanza nos enseña a creer en él y en éstos. |
Núm.
245. ENERO. Año 1988 |
PODEMOS
tomar esta vida como un espacio de tiempo para construir nuestra instalación
en el mundo y asegurarla. En tal caso, el mismo trabajo es codicia, la
técnica esclavitud y dependencia, los bienes que obtenemos nos despiertan el
miedo de perderlos o el ansia de aumentarlos, hasta pensar que los demás nos
estorban y que debernos eliminarlos. Y se pasa al homicidio de corazón y,
desde él, al fratricidio y a la guerra. |
Resucita
Caín, que removía la tierra, buscando obtener más frutos para su codicia,
mientras le crecía la envidia contra Abel, que había elegido los caminos, y
contemplaba, agradecido, los dones de Dios, devolviéndole los mejores, y
haciendo del tiempo y de sus pensamientos no hervor de resentimientos, sino
oración y alabanza agradable a Dios. Caín y Abel, la guerra y la paz, el odio
y el amor, mirar al lado o elevar los ojos al cielo, hasta mirar la tierra
desde el cielo. |
Núm.
246. FEBRERO. Año 1988 |
FEBRERO
es el mes en que nació John Henry Newman, el hombre. Y, junto al hombre, como
una rama consubstancial con el tronco de la propia vida, la Iglesia
anglicana, primera madre en la fe de Cristo. |
Pero
rama truncada, no sin dolor, mientras surgía otra, la del catolicismo, nacida
de la misma raíz, hecha vida en la misma vida, creciendo con el hombre.
También, dentro de la Iglesia católica, en una parcela de su campo florido,
el Oratorio y san Felipe, Padre benigno, que le sería ejemplo luminoso, «sin
el cual nada habría sabido ni querido hacer», en su camino desde las sombras
hacia la verdad, para ser, además, luz ofrecida a otros. |
Núm.
247. MARZO. Año 1988 |
HAY
una jerga vulgar, para la cual "pasar" es olvidarse,
despreocuparse, no atender a nada que pueda interferir el instinto de estar a
gusto y seguir con lo que inmediatamente apetece, sin mayor reflexión. |
Para
los cristianos, "pasar" nos recuerda la Pascua: el paso de Cristo
al Padre, y pasar nosotros, con él, a Dios, cruzando las aguas de gracia del
Bautismo. Pasar es cambiarnos, introduciéndonos en Dios; es convertirse, es
aceptar la invasión de la vida divina en nosotros, y agradecerla. Para
nosotros, Pascua es todo lo contrario de olvido o descuido; es reactivar la
vida, sumando a la nuestra, para transformarla, el impulso divino; es
incorporarse a Cristo, desde el vértice del alma. |
Núm.
248. ABRIL. Año 1988 |
PASAR
de la muerte a la vida. Y pasar a más vida. |
Cada
primavera nos muestra, en el repetido despertar de la naturaleza, nuestro
propio nacer y renacer a la fe, cuando ésta se proyecta vitalmente y trata de
ir recorriendo el ciclo de nuestro crecimiento en Dios. Raíces más hondas y
ramas más altas. Y esperanzas, como en las primeras flores de los árboles que
son promesa de fruto. Para que un día «vuelva el Señor», cuando «llegue la
hora de la cosecha», y se nos lleve a la Pascua del cielo, donde ya están con
él los santos y los justos amigos que nos esperan. |
Núm.
249. MAYO. Año 1988 |
CADA
fiesta de san Felipe es, para nosotros los oratorianos, un reclamo a la
fidelidad de hijos suyos, para que, como nos recordaría Newman, por «una viva
contemplación de su imagen, sea para nosotros como la llave para todo lo
demás». Es la hora de la gratitud porque, después de la primera gracia del
bautismo, ha sido en la casa de san Felipe, el Oratorio, donde Dios ha
acrisolado nuestra vocación específica en la Iglesia, con la riqueza de dones
sobrenaturales y mediaciones providenciales de hermanos, maestros y
superiores para vivir la comunión de un mismo ideal, capaz de transformar la
entera existencia. Es la hora de la fidelidad y del agradecimiento, no por
mera cortesía, sino de todo corazón, para que nada pueda desvirtuar o apagar
el fervor, ni traicionar la imagen arrancada, como de la piedra ―diría
Baronio―, de la figura ejemplar del Padre de todos, de modo tal que el
ideal del Oratorio nos interese más que ser alabados, o que los de fuera nos
consideren útiles, o que recibamos honores a cambio, o que cediéramos a
complacernos en una instalación cómoda y prestigiosa, porque todo esto es
mundano, y tienta, mientras caminan por el mundo, a los mismos hijos de la
Iglesia. Los que nos quieran, que pidan a Dios por nuestra fidelidad más
pura, sincera y desprendida. |
Núm.
250. JUNIO. Año 1988 |
NO
HAY nada que sea tan libre y que obligue a tanto como el espíritu. Esa es la
vocación y el compromiso de la Iglesia, que hicieron suyos los santos que la
amaron, olvidados del propio provecho temporal. Su preocupación no fue el
poder, o el dinero, o el éxito frente al mundo que les miraba, sino el ansia
encendida, hasta dar la vida, por reconducirla incesantemente a las fuentes
mismas del Evangelio, donde ellos bebían y saciaban su sed de santidad y
daban de beber a todos los sedientos de ideales más altos que los que puede
ofrecer el mundo. Los verdaderos reformadores de la Iglesia fueron los
santos, desde la libertad que les daba la fidelidad evangélica. Todo lo
demás, para ellos, contaba muy poco o nada. |
Núm.
251. OCTUBRE. Año 1988 |
EL
verano nos acaba de entregar el fruto de cansancios pasados. Tampoco nos ha
negado el gozo compartido de la fiesta. Ahora, con el afán esperanzado, nos
abrimos a los vientos del otoño, como nave que extiende las alas de su
velamen, para emprender nuevas singladuras. Recomienza el esfuerzo del
trabajo ilusionado que convierte en semilla rica de promesas la entrega
perseverante y humilde que, a través de la fe, descubrirá, más pura, la
novedad de todo lo que parece solamente cotidiano. |
Núm.
252. NOVIEMBRE. Año 1988 |
UN
mundo mejor es la aspiración de todos los hombres. Sólo hace falta que lo sea
la de mejorar cada uno a la vez. Un mundo mejor es el cielo en la tierra;
pero el cielo no nos vendrá dado desde fuera, sino desde la aceptación
interior del Reino de Dios en el alma de cada uno de los que creemos en él.
Subimos con el alma y el deseo hacia Dios, y desciende él con su gracia a
nuestro interior. Esto es el principio del cielo. |
Núm.
253. DICIEMBRE. Año 1988 |
ADVIENTO
es el tiempo de la esperanza. Pero es que "tiempo", para los
cristianos, siempre es esperanza. |
Mejor
diríamos, pues, que Adviento es el tiempo de la esperanza de la Virgen, o
tiempo de María, tal como lo hizo notar el papa Pablo VI, al hablar del culto
de la Iglesia a la Madre de Jesús. Por esto dedicamos a Maria principalmente
las páginas que siguen, y tomamos ocasión para referirnos, brevemente, al
pensamiento de Newman sobre la que él se complace especialmente en llamar
nueva Eva, Sede de la Sabiduría y Madre del Redentor, que es, además de Dios,
y por medio de ella, hombre verdadero y hermano mayor de todos los demás
hombres. |
Núm.
254. ENERO. Año 1989 |
TODO
es llamamiento divino, palabra de lo alto, de Dios. ¿Nos acercamos a él, o es
el que viene a nosotros? Cuando Dios se hace hombre, es nuestra humanidad que
se conmueve, y nos sentimos impulsados a definirnos, mientras camina a
nuestro lado. Podemos rechazarlo, pero no podemos evitarlo. Podemos no
agradecer sus dones, pero no podemos negarlos; podemos cerrar los ojos, pero
no podemos apagar la luz; podemos mentir, pero no podemos destruir la verdad.
Por eso, los primeros que lo reconocen son los sencillos de corazón, los que
no temen perder nada dándolo todo: pastores, magos y almas que han crecido en
la esperanza, y los santos de todos los tiempos. |
Núm.
255. FEBRERO. Año 1989 |
INICIADOS
en la fe cristiana, debemos crecer en ella. Es imposible detenerse en un
grado de desarrollo vital; imposible cristalizar en una madurez lograda. La
vida es movimiento y crecimiento, y hay que olvidarse de medir para mirar
adelante, hacia la meta, que es Dios mismo. Tener en cuenta a los santos nos
puede estimular, porque ellos nos muestran que, como luchadores y peregrinos,
no estamos solos, y porque lo que ellos hicieron también podemos hacerlo
nosotros. La vida, para el hombre de fe, es un movimiento hacia Dios. |
Núm.
256. MARZO. Año 1989 |
SENTIR
con Cristo, siguiendo la exhortación paulina, es penetrar en su conciencia
humana, asumida por la divinidad. Y, de corazón a corazón, de profundidad a
profundidad, ver a Dios y ver el universo, ver a los hombres y ver todas las
cosas desde Cristo, en la inmediatez de Dios, para armonizar la vida humana y
temporal con la divina y eterna, desde el abismo de nuestra limitación hasta
la luz esplendorosa del misterio salvador, libertador, para ser «como
espíritus en el cielo», en una dimensión que supera todas las experiencias de
la naturaleza, sin destruir lo que somos, sino reforzando el ser, como lo
humano de Cristo cuando, resucitado, «vuelve al Padre». Sentir con Cristo es
preparar este destino. |
Núm.
257. ABRIL. Año 1989 |
PASCUA
es pasar de la servidumbre que infunde temor a la libertad del amor, que se
erige en orden supremo de la vida, en exigencia pacífica sentida en el fondo
del alma, y en felicidad que dilata el corazón. La religión que en el
paganismo buscaba explicaciones a las ignorancias humanas o remedio a las
carencias del mundo visible ha sido substituida por este gran cambio
introducido por Cristo, por el cual podemos ver en Dios al Padre y ser
nosotros hijos suyos, hijos de Dios. Es cierto que todavía hay dioses falsos
en este mundo, pero hemos descubierto la esperanza en la que nos precede
Cristo, hermano mayor de la humanidad, y vencedor de la malicia y de la
muerte. |
Núm.
258. MAYO. Año 1989 |
AUSENCIA
y presencia de Dios entre nosotros. |
Ausencia,
porque la sensibilidad ayuna, aunque le queda la esperanza; presencia porque
la fe descubre la gracia, los dones de Dios, que no abandona a su grey en la
soledad de los desiertos, en los cansancios de los caminos que llevan a la
tierra de las promesas. El creyente descubre esta presencia del que está
siempre con nosotros, en los signos de su Iglesia y en el resplandor creado. |
Pero
la manifestación divina, derivada de Cristo, también se reproduce por medio
de los santos. La providencia nos los pone cerca, para que nos sea más fácil
descubrir la huella de lo divino en el hombre. A nosotros, nos ha puesto
especialmente a uno, que reconocemos como Padre espiritual, por el modo como
abrazo y pasó a otros el ideal del Evangelio: es san Felipe Neri. Y damos
gracias a Dios. |
Núm.
259. JUNIO. Año 1989 |
AUNQUE
se llamara cristiana, la filosofía sería locura, la moral fariseísmo, la
cultura pedantería, la estética vanidad, el culto folclore, y mentira,
idolatría, injusticia y opresión cuanto se derivara de la manipulación de la
política, de la educación, de las riquezas, si en la teoría y en la práctica,
al referirnos a la Iglesia, por más alabanzas que le tributáramos y fiestas
que convocáramos, se oscureciera la primacía absoluta de su finalidad
principal y de su misión sobrenatural. Ella es, quiere ser, ha de ser, en
este mundo, el espacio donde resuena y se anuncia el misterio de Dios para el
corazón de los hombres. Es camino que conduce a Dios, que luego perdurará
como ciudad iluminada puesta en lo alto, para ser morada eterna de Dios y de
los santos. Todo lo demás es secundario. |
Núm.
260. OCTUBRE. Año 1989 |
OTOÑO
en los campos, pero primavera en el huerto cerrado de la Iglesia en Albacete,
que consagra cinco nuevos sacerdotes, uno de los cuales es hijo de este
Oratorio. Todos tenemos razones para el gozo y la acción de gracias, y para
la esperanza. Una esperanza cristiana, que nos ha de dar frutos
sobrenaturales, siembra nueva y levadura para cambiar las mentes y hacernos a
todos mejores cristianos, sin otra ambición que la de revivir a Cristo.
Mientras el viento del mundo se lleva las hojas secas y el frío, por fuera,
hace viejo el paisaje, en la Iglesia sigue floreciendo la primavera. |
Núm.
261. NOVIEMBRE. Año 1989 |
PONER
a Dios en el universo mental de nuestros pensamientos no basta para vivir de
la fe. La fe es muerta si no genera esperanza, y la esperanza surge del
desprendimiento y la generosidad. La semilla no se multiplica si no dejamos
que caiga en el surco. El que se limita a guardar camina hacia la miseria de
la desesperación. El mundo cultiva vanidades para distraerse de esta amenaza.
Si cada hombre comprendiera todo lo que Dios le ha dado, y lo convirtiera en
semilla, no tendría todavía la plena felicidad en la tierra, pero sentiría,
por dentro, la paz de quien camina seguramente hacia ella. |
Núm.
262. DICIEMBRE. Año 1989 |
QUE
venga otra vez Jesús; que venga al mundo; que venga a la Iglesia; que venga a
cada uno de nosotros. Que nos traiga todo el bien divino que deseamos, no
como un milagro de su poder, sino como una gracia que esperamos para que nos
ayude a ver la verdad, a descubrir y rechazar las mentiras, a sanar las
injusticias, a limpiarnos de las envidias, a disolver las hipocresías que
todavía son el lodo de los caminos del mundo agitado y cambiante, y también
de la Iglesia peregrina y de las ambiciones de la mezquindad humana. |
Núm.
263. ENERO. Año 1990 |
PEDIMOS
el tiempo, como medimos todo lo que no es infinito, principalmente si nos
resulta escaso. Decimos que comenzamos y que acabamos el año, un año...
Cuando es tan difícil medir y atar el pasado, y aventurar la esperanza del
futuro, más allá del esbozo de lo simplemente convencional. Pero los
cristianos tenemos la fe, ese punto que roza y se apoya en lo infinito de
Dios, y, por ello, superamos las categorías temporales. El tiempo es nuestro
camino hacia Dios, y hay que andarlo con sobriedad, justicia y santidad, sin
contaminarnos ni ser cómplices de los pecados e idolatrías del mundo. |
Núm.
264. FEBRERO. Año 1990 |
PENSAMIENTOS
y sentimientos, ideas y verdades: he aquí lo que va conformando el corazón y
la vida del hombre. Los sentimientos conmueven, aunque a veces alteran el
dominio de la razón; las ideas, o representaciones intelectuales de lo que
puede ser objeto de nuestro conocimiento, pueden ser falsas, falsificadas o
incompletas, sobre todo cuando se reciben o expresan con la interesada
presión de la propaganda. Solamente la verdad ilumina y se difunde como
pensamiento, libertad y vida en el ser que la acepta. Buscar con esperanza la
verdad y abrirnos a ella, para que nos ilumine corazón adentro, y desde el
corazón, como centro de la vida, a la vida entera. Newman, buscador
incansable de la verdad, nos advertiría: no todo lo que deslumbra ilumina,
sólo lo que ilumina salva. |
Núm.
265. MARZO. Año 1990 |
MISTERIO
de muerte y de vida; de pecado y de misericordia. Cristo que muere por el
mundo, a causa del pecado de todos. Las codicias, las mentiras, las
injusticias y los pactos explícitos o implícitos que hacen posible el mal,
todavía no vencido. Por esto Cristo sigue padeciendo y muriendo en los más
pobres, en los más ignorantes, en los que la mentira puede hacer mella, en la
masa enorme de indefensos y desprevenidos, que nadie o pocos aman, que nadie
o pocos defienden. Todavía el hombre no es hermano para el otro hombre, sino
objeto o referencia económica. Sin que ellos mismos lo sepan, Cristo sigue
sufriendo en los más miserables de cuerpo o de espíritu. Es la Pasión
cristiana del mundo. Pero los cristianos creemos en la resurrección y la
esperamos. Cristo, muerto y resucitado, es la garantía de nuestra esperanza. |
Núm.
266. ABRIL. Año 1990 |
LA
IGLESIA nace de los sufrimientos de Cristo, recibe la vida de sus
sacramentos, surge de las aguas del bautismo, y surca los mares del tiempo,
conducida por las corrientes de la gracia, empujada por los vientos del
Espíritu, arrastrando en pos de sí, hasta la orilla donde amanece la
eternidad, el milagro de la pesca de almas. Allí la espera Cristo, vencedor
de todas las muertes y corona de los mártires y justos que oyeron su voz,
creyeron en su palabra, dieron la vida en testimonio de la verdad, e intentaron
amarle con sincero corazón. |
Todo
lo demás se desvanece, como las brumas de la mañana cuando el sol está en lo
alto del día, y las sombras ceden a la plenitud de la luz. |
Núm.
267. MAYO. Año 1990 |
SOMOS
pueblo de Dios y familia de santos. La sacramentalidad de la Iglesia no se
agota con los "signos de gracia" que ella distribuye, por mandato
de Cristo, sino que él mismo sigue presente en medio de nosotros, misteriosa
pero verdaderamente. Presencia que se hace, en particular, activa a partir
del sello bautismal que nos incorpora a él, y que se manifiesta en la
santidad de los que, admirados y agradecidos «a su Padre y a nuestro Padre»,
corresponden' con fidelidad a sus gracias. Estos son los santos, hermanos
nuestros, en los que alienta la vida y reverbera la claridad de Cristo, luz y
vida para todos. Por eso nos acordamos de ellos y celebramos el triunfo del
milagro que los transformó en imagen suya, mientras sigue con nosotros. |
Núm.
268. JUNIO. Año 1990 |
SAN
Felipe Neri, si hubiese podido elegir nombre para su Congregación, habría
sido el de «Hijos del Espíritu Santo». Por eso, Pentecostés, además de la
culminación de la Pascua, es, para nosotros, una celebración oratoriana que
nos recuerda el prodigio de la vida de oración de san Felipe, desde su misma
juventud. La oración fue tan importante en toda su vida y su obra, que acabó
llamándose «Oratorio». Oratorio y Espíritu Santo tienen que ver, porque el
Espíritu es el maestro único que enseña el trato con Dios y lleva a la unión
con él, con tal que, decía san Felipe, «seamos humildes y dóciles». ¡Que el
Espíritu fecunde, con el rocío de la gracia, nuestras vidas y todo nuestro
obrar! |
Núm.
269. OCTUBRE. Año 1990 |
CUANDO
se adormece la fe, falta la respiración del alma. La fe se adormece cuando,
en vez de mirar hacia Dios y, desde él y con él, mirar el mundo y admirarnos
de las obras divinas, nos contemplamos y complacemos en nosotros mismos. Yo y
no Dios. Yo como Dios. O Dios solamente como estética. Cercados por él,
viniendo y regresando a él, la fe se hace luz del alma y aliento de alabanza
agradecida, por todo lo que nos da, por todo lo que contemplamos como
reverberación de su Presencia, y por todo lo que esperamos. Inmenso, bueno,
eterno. |
Núm.
270. NOVIEMBRE. Año 1990 |
TRIUNFAR.
¿Qué es triunfar? Para el mundo es elevarse hasta los primeros puestos,
consolidarse en ellos por encima de los demás, impresionar, seducir, y ser
reconocido y aplaudido. Ni falta quien pueda pensar, intoxicado por el mundo,
que tales triunfos, bien manejados, puedan servir a la causa de Dios. Sin
embargo, por elemental que sea la sinceridad en el examen, no cuesta
descubrir el error. No valen las astucias y falacias del espíritu del mundo;
se derrumban las apariencias de la vanidad, frente al Dios de la Verdad. El
verdadero cristiano sabe que su espíritu está en las bienaventuranzas y su
victoria en la fe en el Dios personal. |
Núm.
271. DICIEMBRE. Año 1990 |
TODAVÍA
no ha alcanzado su zenit la claridad amanecida, entre esperanzas y dolores,
que nos dejó el Concilio Vaticano II, al clausurarse, hace exactamente
veinticinco años. Juan XXIII lo había convocado, dejándose empujar por el
Espíritu y, con Dios en el corazón, reavivó la esperanza de todos, cuando
empezó a chirriar la rueda de los cambios en la historia más reciente, que lo
transformaba todo, a paso acelerado. Sorprendió al mundo, que añoraba a un
padre, y convulsionó a la Iglesia, guardadora temerosa de tesoros divinos, y
quiso salvarla del miedo, dejándole por herencia el reto vivo del Evangelio,
creyendo firmemente que es posible que enamore también a los hombres de
nuestra generación, como a los primeros cristianos. |
Núm.
272. ENERO. Año 1991 |
EMPEÑADOS
en no abdicar de nuestras injusticias y opresiones, de nuestras miserables
mentiras y cinismos, de nuestras envidias ―aunque pretendamos
disimularlo todo a base de silencios cómplices o protestas
demagógicas―, no pasamos de hacer historia llenándola de guerras
verdaderas y paces falsas. Guerras perdidas y guerras ganadas. Y paces
tristemente perdidas. Confundimos fuerza con razón, bondad y justicia y, de
este modo, sembramos nuevos odios y resentimientos para más violencias y más
guerras, dejando que la sombra de Caín todavía persiga la del hombre. |
Núm.
273. FEBRERO. Año 1991 |
PALABRA
de Dios y palabra del hombre. Sagrada Escritura y oración, reconociendo a
Cristo presente entre nosotros, y ser fieles a la voz de su Espíritu, que
llama y quiere ser escuchado desde la conciencia, de tal modo que, lo que
cada uno percibe de su aliento interior, se traduzca en vida compartida con
la del Señor, que nos hermana en comunidad, para un mismo propósito: su
Reino. |
Reino
de Dios que crece no por adición, no por sometimientos ni conquistas, sino
desde dentro, donde la acción gratuita de Dios va transformando, pasando a
forma espiritual toda la vida recibida, como en semilla, desde el Bautismo. |
Núm.
274. MARZO. Año 1991 |
CRISTO
se desnuda de su condición divina, y pasa como un hombre cualquiera, hasta
dejar que le traten como esclavo. Nadie puede acusarle de pecado; pero esta
inocencia desconcierta y turba la mala conciencia de jefes sanguinarios, de
sacerdotes impíos, del procurador cobarde..., y todo se conjuga para un hecho
que pesará sobre la humanidad, como una maldición que acumula todos los
pecados de los hombres, pero también como un signo admirable de la fuerza de
Dios, que triunfa sobre las perversidades y malicias humanas. La Iglesia lo
recuerda conmovida y nos exhorta con palabras de san Pablo: «Tened entre
vosotros los mismos sentimientos de Cristo.» PASIÓN |
Núm.
275. ABRIL. Año 1991 |
RESURRECCIÓN,
espiritualización. Llegará la hora en que no habrá más muerte. Quedará atrás
la vida temporal, que guardaba la semilla de la inmortalidad. Solamente
seremos espíritu y sensibilidad espiritualizada, como cuando la materia se
consume transformada en luz, pero incombustibles. Entonces el espíritu lo
impregnará todo y seremos transparencia para contemplar a Dios. Y Dios será
todo en todas las cosas como vida, fuerza, gloria y amor, igual que en
Jesucristo, primogénito de la nueva creación. |
Núm.
276. MAYO. Año 1991 |
LA
sola noticia de Dios no basta para hacer santos, aunque él siempre toma la
iniciativa de mostrarse para que pueda ser reconocido a través de la fe, como
gracia previa. La santidad es el resultado de una experiencia y preferencia
personal por la que se corresponde al don de Dios mismo. Conocimiento,
libertad y amor se ensamblan en esa correspondencia y transforman la vida, la
cual se deja invadir por la fuerza de una vocación que la trasciende, y cuya
última dimensión es el cielo, posesión definitiva de Dios. Los santos lo han
entendido y han sido fieles a esta llamada. Luego nos han dejado «como un
perfume de Cristo» (diría san Pablo), que nos atrae, y quisieran para
nosotros la misma suerte que han alcanzado ellos. |
Núm.
277. JUNIO. Año 1991 |
SERIA
posible imaginar un catolicismo político, un catolicismo cultural, un
catolicismo social, un catolicismo nacional que ocultara rescoldos
imperialistas, un catolicismo de clase y de poder, con la pretensión de
imponerse utilizando los medios de presión de que se sirven los mundanos,
para sus fines e intereses terrenos; es decir, un catolicismo no cristiano.
Nosotros no somos cristianos porque somos católicos, sino católicos porque
somos cristianos. |
Núm.
278. OCTUBRE. Año 1991 |
COMO
pecado grande, la envidia. Ella es la madre del desprecio, de la hipocresía,
del odio que recome el corazón de los hombres y siembra enemistades y
rencores entre los pueblos, y engendra las guerras, despierta las codicias y
perpetúa esclavitudes. Como pecado "pequeño", la vanidad, porque
dispone a la ficción, a creerse la propia mentira, al rechazo de la verdad
evidente. Y, sin embargo, sólo la verdad hace libres a los hombres y a los
pueblos, porque de ella nace la justicia, y de la justicia la paz, y de la
paz verdadera la única felicidad posible en este mundo. |
Núm.
279. NOVIEMBRE. Año 1991 |
CONOCER,
reconocer. Volver a partir siempre del descubrimiento de nuestro propio ser y
del ser de Dios, y no como simple referencia mental, sino como verdad, como
vida amanecida у amaneciente, como comunicación y comunión con él.
Conocernos para conocerle, y conocerle más allá de la contemplación
filosófica o la deformación supersticiosa. Admirarnos, agradecer y, día tras
día, desarrollar el incesante crecimiento y descubrimiento de Dios en
nosotros y de nosotros en él, afinando la esperanza que camina abierta de
brazos para el amor total del Cielo, o del cosmos cuando, caídas las hojas
doradas de lo finito, se verá la luminosidad gloriosa de Dios, eternamente,
para todos. |
Núm.
280. DICIEMBRE. Año 1991 |
TENEMOS
algún conocimiento del misterio de Dios por la gracia de su Palabra, si se
hace luz interior en el alma. De él procede y mana como agua limpia.
Acogerla, conservarla o, si se hubiese olvidado, recuperar su sentido, nos
lleva al milagro de la comunión con Dios. La esperanza es movernos en
dirección a él, como a nuestro fin. |
El
pecado sería pervertirla, falsificándola o estragando el sentido inventado.
Afortunadamente la Palabra ha sido luz y presencia entre nosotros, como
verdad, como vida y como amor, en Jesucristo. |
Núm.
281. ENERO-FEBRERO. Año 1992 |
PALABRAS
y obras; creer y hacer. La fe queda reducida a mero concepto si no
resplandece positivamente en las obras, que la confirman. |
La
fe es el "qué" y las obras son el "cómo". |
Ahí
es donde podemos fallar y donde la tentación acecha a cada creyente y a toda
la Iglesia. La necesidad de hacer real esta coherencia es lo que distingue a
la Iglesia, a sus instituciones y a sus hijos, de los reinos y poderes del
mundo, de las empresas y negocios que en él se montan, de los hombres que
desconocen o que, confesado o negado, en la realidad, prescinden de Dios. No
podría ser Iglesia de Dios, ni obra de Dios, ni hijo de Dios, cualquier
asamblea, o empresa, o fiel, que disociara la fe de Cristo del estilo de
Cristo, que no es el del mundo. |
Núm.
282. MARZO-ABRIL. Año 1992 |
DEJARNOS
convencer por el amor que Dios nos tiene, y que nos ha demostrado. Dejarnos
convencer por el amor para saber amarle, superando fantasías inútiles,
sentimentalismos hueros, angustias y miedos que paralizan la acción de la
gracia cuando nos empuja a la apertura humilde, agradecida y gozosa a la
oferta divina. Es decir, convertirnos al amor, puesto que Dios nos ha amado
según la medida del amor de su Hijo, Cristo Señor nuestro. |
Núm.
283. MAYO - JUNIO. Año 1992 |
SANTOS
como los de la primera generación cristiana, que predicaron sufriendo y con
frecuencia muriendo por la fe, sin gloriarse de sí mismos. Santos como los
que abandonaron los estilos, riquezas y soberbia del mundo y siguieron las
Bienaventuranzas. Santos como Francisco de Asís y su "perfecta
alegría", o como Juan de la Cruz y su "noche oscura", o como
Javier y su "sed de almas", o como Felipe Neri llenando de claridad
su alma junto a las tumbas de los mártires у la oscuridad de las
catacumbas y repartiendo luego libertad, alegría y paz a sus hijos. Lo que no
se parezca a esto ha de ser muy tamizado, para librarnos de la sorpresa de
tomar por santos a mitos y fantasmas evanescentes. |
Núm.
284. SEPTIEMBRE-OCTUBRE. Año 1992 |
EL
que rechaza la verdad o teme y desprecia sus exigencias, espiritualmente es
un esclavo y, si tiene poder, hace esclavos a los demás. Al final, la verdad
siempre resplandece, aunque pueda ser más allá del tiempo; pero resulta
inevitable que, en el camino, hayan sido sacrificados o engañados muchos
inocentes. La peor de las violencias que ha padecido y padece el ser humano
es la mentira, y luego la persecución de la envidia y la explotación e
injusticias de la codicia. Ellas solas explican los mayores males que afligen
todavía a la humanidad. |
Núm.
285. NOVIEMBRE-DICIEMBRE. Año 1992 |
DIOS
conmueve, sorprende y admira, cuando descubrimos que nos dio la vida, cuando
sabemos que nos espera en la muerte, cuando nos busca bajando a nuestro
camino terrenal, cuando nos acompaña y se hace experiencia en el alma. |
Cuando
se nos descubre más conocido y más nuevo, más profundo y más elevado, próximo
y sublime, humilde y majestuoso, pobre y riquísimo en gracia y misericordia,
humano y divino, temporal y eterno, de cada uno y de todos, en la fe, en la
esperanza y en el amor. Dios, en Jesucristo, es nuestro Hermano y nuestra
Paz. |
Núm.
286. ENERO-FEBRERO. Año 1993 |
TODO
está por hacer, desde que Cristo vino al mundo, y lo convulsionó. Nos cuesta
entender esta novedad, y, nostálgicos de imaginadas seguridades perdidas,
echamos la vista atrás: |
los
mundanos, para resucitar durezas y violencias primitivas, aunque maquillando
hipócritamente el gesto que esconde injusticias y crímenes: de ahí las
hambres, las deportaciones, los genocidios, las guerras, los expolios
legalizados... Los que decimos que somos seguidores de Quien vino a quitar el
pecado del mundo pongamos atención en no ser seducidos, en no repetir el
estilo mundano ni con pretexto de bien, porque sería cometer una
falsificación, una demora del Reino y apagar el Espíritu o, como mucho, un
volver a la Sinagoga. |
Núm.
287. MARZO-ABRIL. Año 1993 |
RESURRECCIÓN
equivale, en Cristo, a recuperación gloriosa de su posición escondida, hasta
ese momento, de Hijo de Dios. Su santa humanidad ya no es barrera del
espíritu. En el cristiano, resurrección es vida renovada por don de Dios,
como morir para nacer de nuevo a otra dimensión, la de la santidad. La
santidad no es una asepsia respecto del mal, sino injerto de bien, gracia de
Dios mantenida en amor de hijos, que imitan al Primogénito. Lo meramente
moral es todavía paganismo y regateo por los mínimos; no entrega total a
Dios, es decir, proyección a la santidad. De otro modo, Dios permanecería
lejano al hombre, sin que éste llegue a ser verdadero cristiano, porque el
misterio de la muerte y resurrección de Cristo, carecería de sentido para él. |
Núm.
288. MAYO-JUNIO. Año 1993 |
LOS
SANTOS no perdieron energías cultivando dudas para evitar o retrasar su
decisión capital, que debiera coincidir con la actitud del alma en presencia
de la última oportunidad, al alcanzar a Dios, después de esta dimensión que
llamamos "vida". La tensión del diálogo humano-divino, supuesta la
fe, no dejaron que se venciera del lado que busca forzar la voluntad de Dios
para que coincida con la nuestra, y la justifique; sino que, con ardiente
sinceridad, ansiaban elevarse y coincidir con el designio divino. Y así,
enamorados de Dios, fueron libres y felices para siempre. San Felipe
preguntaba: «¿Y después, y después?...» Después era siempre. |
Núm.
289. JULIO-AGOSTO. Año 1993 |
FRENTE
al aspecto visible y temporal de las realidades creadas, el hombre
verdaderamente cristiano —más que el simple hombre natural— puede y debe
añadir la visión trascendente del sentido según Dios, el cual ha tomado al
hombre como hijo suyo. El acceso al orden de la gracia refuerza el compromiso
para la honestidad, y el respeto y el deber de la justicia se hacen sagrados
y se convierten en semilla divina de paz, en este mismo mundo. Paz que
todavía echamos de menos mientras, demasiadas veces, confundimos, por
ligereza, el jugar a ser cristianos con la decisión de aceptar las
consecuencias de serlo del todo. |
Núm.
290. SEPTIEMBRE-OCTUBRE. Año 1993 |
LAS
COSECHAS recogidas, las fiestas pasadas, las vacaciones casi para todos más o
menos gozadas, y comienza el curso con lo que nos queda de otoño. Se
normalizan las actividades que habían alterado su ritmo, se recupera el orden
doméstico y también es la hora de desperezarnos y avivar el espíritu. El
descanso habría sido una traición a la vida si no le sigue la voluntad
decidida de hacer mejor lo de siempre. Todo comienza otra vez, y el tiempo
vuelve a ser joven para enmendar lo que pudo ser imperfecto, y proyectar
hacia delante, con ilusión, lo que la esperanza nos promete, cuando la pereza
no rechaza creer en ella. |
Núm.
291. NOVIEMBRE-DICIEMBRE. Año 1993 |
LA
LUZ de la fe, la fuerza invencible de la esperanza y el amor a Dios resumen
el sentido de la vida para quien ha sido iluminado por Cristo y confía en él.
Sin la fe, la muerte sería la soledad de la nada; y sin la esperanza y el
amor ―incluso el no correspondido en la tierra―, la vida sería un
absurdo. Pero nosotros hemos creído y confiado en el amor y sabemos que,
finalmente, será la plenitud de la verdadera Vida, en Dios. |
Núm.
292. ENERO - FEBRERO. Año 1994 |
CRISTO,
como hombre sumergido en la divinidad, rogó al Padre: «Que sean uno, como
nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí». La unidad, como la fe, no se
improvisa, y es gracia derramada de la profundidad de Dios. Aquí va precedida
de la unión, de andar juntos sin eliminarnos, sin destruirnos recíprocamente,
respetándonos. |
La
Iglesia espera que los que se limitan a llamarse cristianos se conviertan al
catolicismo; pero, a la vez, moderando el énfasis de nuestra denominación,
los católicos debemos convertirnos al cristianismo; sin lo cual la deseada
unión no sería comunión, no sería verdadera Iglesia de Dios, en la que
"cristiano" es el nombre y "católico" el apellido. |
Núm.
293. MARZO-ABRIL. Año 1994 |
CUALQUIER
tiempo pasado fue peor, porque ahora ya tenemos a Cristo, el crucificado por
el pecado del mundo, escándalo de los que esperaban remedios y milagros, y
locura de los previsores que todo lo plantean con sabiduría y astucias de
este mundo. Pero el hombre sigue todavía en trance de conversión, porque el
pecado no se ha erradicado totalmente. Persisten las grandes injusticias, las
mentiras, las hipocresías, los silencios culpables, las maledicencias, el
fomento de los odios, las envidias, las codicias, el rescoldo de las
venganzas... La cruz de Cristo ha pasado a ellos. Cuando Cristo nos juzgue,
con los inocentes a su lado, antes que preguntarnos por nuestra fe, nos
pedirá cuenta de cómo hemos tratado a nuestros hermanos... y
"suyos". |
Núm.
294. MAYO-JUNIO. Año 1994 |
LO
BELLO no es lo bueno, sino viceversa; de no ser así, llamaríamos belleza al
envoltorio edulcorado de la mentira, al exhibicionismo vano. Lo bueno es
limpio, desprendido, con espacio para Dios, que es incompatible con lo
artificioso y se muestra a los sencillos de corazón. La sencillez es difícil,
porque no puede suplirla ni la mejor inteligencia, tentada a veces por la
astucia y el orgullo. Los santos triunfaron de estas tentaciones y alcanzaron
a Dios. |
Núm.
295. JULIO-AGOSTO. Año 1994 |
PARA
conocer bien a los hombres hemos de remontarnos a su infancia. «La primera
parte de la vida de los hombres, dice Newman, permanece oculta, y es
generalmente en la infancia cuando se forman los caracteres para el bien o
para el mal; y aun los bienhechores verdaderos у más importantes son
desconocidos por el mundo. |
También
se ha comprobado que algunos de los cristianos más eminentes tuvieron la
suerte y la gracia de poseer madres profundamente religiosas y de haber
recibido en casa una educación que fue instrumento de sus propias gracias». |
Núm.
296. SEPTIEMBRE-OCTUBRE. Año 1994 |
LA
PRISA roba el tiempo a la memoria y rompe el nexo entre la experiencia
aleccionadora y su desarrollo creativo. Es la hora de las ambiciones
instantáneas y, en ella, los grandes se arrogan el falso derecho de someter a
los pequeños; los violentos, a los pacíficos; los depredadores, a los
laboriosos. Pero también es la hora y el reto de los cristianos, si de verdad
creen en el Evangelio y anuncian «la civilización del amor», invocada por
Pablo VI, para crear un mundo mejor, de santos y de hombres verdaderamente
justos. |
Núm.
297. NOVIEMBRE-DICIEMBRE. Año 1994 |
MIENTRAS
camina por el tiempo la Iglesia se debatirá entre las leyes de los hombres y
sus propias leyes humanas, y la fe y confianza en Dios. La urgencia del
discernimiento a que tal contraste la someta será el yunque donde se irá
forjando su esperanza. Sus tentaciones y su pecado será prestarse a la
manipulación de los políticos, y el escándalo que causa a los sencillos y
alejados, cuando ello sucede. Por eso la tensión de toda su historia estará
siempre entre los extremos del Derecho y la Teología, de lo institucional y
lo profético, de la autoridad y los carismas... Tensiones dolorosas y
difíciles, pero que la gracia, al fin, vencerá para que triunfe de todas las
seducciones. |
Núm.
298. ENERO — FEBRERO. Año 1995 |
LLAMADOS
a la vida, habría un modo de estar en el mundo casi vegetativo y de movernos
en él, ni libres ni esclavos, pero sí despersonalizados de nuestra condición
cristiana, somnolentes y dejados llevar por la corriente de lo más fácil o
placentero, degradando, al fin, la razón última de existir, vueltos al
paganismo. Pero la vida de los hijos de Dios, ya en la misma tierra, está
llamada a la trascendencia, más allá de sí misma, para que se pueda convertir
en respuesta gozosa y agradecida a quien nos la dio. En el fondo, se trata,
como en los primeros seguidores de Cristo y en los santos, de una respuesta
de la fe en Dios y en su amor, que concierne a todos los bautizados. |
Núm.
299. MARZO-ABRIL. Año 1995 |
TODO
verdadero crecimiento espiritual, en el hombre de fe, no se basa en la
insistencia, en el esfuerzo reiterado, sino en el renacimiento, desde el
fondo del alma. Vivir es nacer continuamente; no es repetir, sino
profundizar. Suele sepultar el primer intento de acercarnos a la Verdad de
Dios, el polvo de la superficialidad humana. No son las vibraciones emotivas,
sino la pureza la que convierte en energía el enamoramiento del Bien, como
absoluto. |
Núm.
300. MAYO-JUNIO. Año 1995 |
AUNQUE
no hubiera habido santos, para enamorarnos del Evangelio nos habría bastado
ter, transparentada en él, la figura de Jesús, repetidas sus palabras y
releídas con el corazón. Tal vez su radicalismo nos parecería exagerado para
llevarlo a la propia vida: el amor a todos y a él por encima de todo, el
perdón de los enemigos, la esperanza de preferir el cielo más que todo lo de
la tierra; superar lo ideológico y amañado de las religiosidades y «nacer de
nuevo», y estar convencidos que sin estas disposiciones no es posible
alcanzar a Dios... Pero he aquí que todo esto es posible para quien lo pide a
Dios, y los santos nos lo confirman. Todo esto fue para ellos, y es también
para nosotros. |
Núm.
301. JULIO-AGOSTO. Año 1995 |
ES
CURIOSO. Cristo, que quiere llevar al ideal más elevado a la humanidad
entera, no envía a sus apóstoles a los grandes centros del saber de entonces,
o del arte y la civilización, ni los infiltra entre los poderosos y los ricos
del mundo (Alejandría, Atenas, Roma...), para que adquieran mayor capacidad
en su misión a cumplir. Teme que los medios y artes mundanos fácilmente
corromperían el mensaje divino. Los quiere limpios de corazón y le basta
mandarles el Espíritu Santo «para que les complete el saber de Dios y les
recuerde lo que ya les había dicho». |
Núm.
302. SEPTIEMBRE-OCTUBRE. Año 1995 |
SOCIOLOGÍA
y teología ―¡y Evangelio!― se enfrentan y padecen cuando abunda a
la ligera la proclamación del nombre "católico" y mengua el de
"cristiano". Este compromete a más y supera el significado del
primero. Además, para que este nombre no sea trivializado, debe incluir la
pertenencia al discipulado de Cristo, no como una adscripción simbólica o
disciplinaria, sino afectiva, libre, concreta y vital, para ser, en él,
hermanos de los hombres e hijos adoptivos de Dios, por la gracia que nos
viene del mismo Jesucristo, primogénito del Padre. Discípulos de Cristo,
hermanos de los hombres, hijos de Dios, cristianos... y, como último
adjetivo, católicos. Esto es lo que "hace" Iglesia. |
Núm.
303. NOVIEMBRE-DICIEMBRE. Año 1995 |
LA
VERDAD histórica; las gestas de los hombres y los ideales que han enarbolado;
la acción providencial de Dios en todos los acontecimientos; el desarrollo de
las técnicas y los avances del pensamiento. La verdad comunicada, y los
esfuerzos para la convivencia; el siniestro cinismo de los opresores, que
borran la historia o la manipulan para usurparla y retenerla como propia. |
Pero
también la memoria imborrable de los bienhechores de la humanidad, o tal vez
los santos, que se olvidaron de sí mismos y confiaron en Dios a lo largo de
una vida de silencio... Todo nos ayuda a entender la vida, la historia y el
destino del hombre más allá de los caminos del tiempo. |
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