BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 23. MARZO. 1962.
1. REVISAR EL ALMA
Para eso es la Cuaresma: para revisar el alma. La Iglesia, en ella, redobla su solicitud, y Dios derrama abundancia de luces y de gracias mientras nos vamos acercando a la celebración de los misterios centrales de nuestro renacimiento sobrenatural. Un poco de atención y de diligencia y el alma encuentra su vida, si carecía de ella, o se rehace de sus flaquezas, si le impedían adelantar en el conocimiento espiritual de Cristo, o si no le dejaban crecer vitalmente en El.
Sin curiosidades inútiles que distraen el alma y le harían buscar deberes lejanos en perjuicio de los próximos; sin novelerías sentimentales, que en vez de llevar a Dios nos hacen tropezar, reiteradamente en nosotros mismos, busca, por lo menos, una semana para dedicarla especialmente al Señor y tratar de tu alma con El. Aunque no pueda ser más que acudir a unas conferencias espirituales, a unos ejercicios abiertos, o a fijarse, ordenadamente, unas horas diarias dedicadas a lecturas espirituales, a más oración, a la asistencia a la santa Misa, bien oída. Preparar mejor nuestra recepción de los sacramentos; hacer bien la oración; más orden y constancia —a veces no precisamente más «tiempo»— en la dirección espiritual.
Lo demás será todo muy fácil.
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2. EL ORATORIO Y EL CONCILIO
Damos la lista de los oratorianos que, por designación del Sumo Pontífice, participan en las tareas encomendadas a las diferentes Comisiones Preparatorias para el Concilio Vaticano II, que ha de celebrarse este año:
Excmo. y Revmo. R. Otto Spülbeck, obispo de Meissen (Alemania oriental), en la Com. de Liturgia Revmo. P. Jolio Bevilacqua, del Oratorio de Brescia (Italia), en la Com. de Liturgia.
Revmo. P. Enrique Kablefeld, del Oratorio de München (Alemania occidental), en la Com.
de Liturgia.
Revmo. P. Clemente Tilman, del Oratorio de München (Alemania occidental), en la Com.
para la disciplina del Clero y del pueblo cristiano.
Revmo. P. Werner Becker, del Oratorio de Leipzig (Alemania oriental), en el Secretariado para la Unión de los Cristianos:
to Revmo. P. Luis Bouyer, del Oratorio francés, en la Com. de Estudios y Seminarios.
AI P. Spülbeck, natural de Aquisgrán, después de brillantes estudios en las universidades de Bonn, Insbruck y Tubinga, la Providencia le llevó más allá de la zona alemana que separaría el llamado «telón de acero», e ingresó en el Oratorio de Leipzig, desde donde colaboró incesantemente en múltiples obras de apostolado, que la persecución nazi primero y el régimen comunista después, hicieron cada vez más arduo. Sobre todo desde el final de la segunda Gran Guerra, se convirtió en colaborador. abnegado e indispensable del anciano y ya endeble obispo de Meissen, Dr. Enrique Wienken, quien tenía en la energía y magnifico espíritu sacerdotal del P. Spülbeck el máximo apoyo y complemento. Tanto era así que, el Papa Pío XII, nombrolo obispo auxiliar con derecho a sucesión; la cual tuvo efecto en 1958.
{2 (10)} La figura del P. Spülbeck es conocida en toda Alemania y proverbial la habilidad con que, en la zona oriental y en el trato continuo con las autoridades comunistas, ha sabido mantener con sencillez, serenidad, valentía, y, dignidad su misión pastoral.
La diócesis de Meissen, es una de las pocas que, en la Iglesia católica, dependen directamente de la S. Sede; tiene una superficie (17.461 km2) la mitad mayor que la diócesis de Albacete (11.000 km2), con una población de 5.500.000 habitantes, de los cuales sólo aproximadamente 500.000 son católicos, con poco más de 200 sacerdotes, entre diocesanos y religiosos, para tan ingente tarca apostólica, dificultada por el cerco estrechísimo de limitaciones, vigilancias y persecuciones que la situación política ha creado en los países de más allá del «telón de acero». El esfuerzo pastoral tiene que ser enorme y la capacidad de adaptación a las continuas circunstancias excepcionales extremada. Algo de eso decía el propio P. Spülbeck en el I Congreso de Liturgia, celebrado en Asís, cuando al referir sus propias experiencias apostólicas, pedía ardientemente, con las mismas palabras del venerado obispo de Berlín que, antes morir, en el propio P. Spülbeck encomendaba la transmisión de tal mensaje a aquel Congreso, que la cuestión de que el culto fuese cada vez más. «comprensible, vivo y, abierto a los fieles era una cuestión de vida o muerte para el alma de los cristianos, en especial de los jóvenes».
Indudablemente que, su aportación, puede ser muy valiosa, no sólo por sus conocimientos técnicos e históricos de la Liturgia, sino también por la experiencia viva que le da el contacto inmediato con las almas, hambrientas y sedientas de la luz y de la vida que han de encontrar y recibir por los cauces, casi únicos, en su diócesis y en tantas otras, del culto, reducido, generalmente, a la escasez y simplicidad, casi primitiva, impuesta por las circunstancias dramáticas del control represivo y perseguidor que ejerce el materialismo más feroz.
En el próximo LAUS, nos referiremos, brevemente, a los otros cinco Padres arriba elencados.