BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
37. NOVIEMBRE. 1963. |
1.
LOS SANTOS Y EL MUNDO |
Cristo,
el Hijo inmaculado de Dios, podría vivir actualmente en el mundo, y ser
nuestro más cercano vecino, sin que podamos tener la certeza de que le
reconoceríamos. Vale la pena de detenernos a reflexionar sobre esta
consideración. |
Así,
es verdad que hay muchas personas que, aun cuando parezcan confundirse con el
mundo, no se le asemejan en nada interiormente. En lo íntimo de su corazón
hacen todo lo que pueden para transformarse, para hacerse semejantes a Dios,
para imponerse una disciplina, para obedecer a Dios, para renunciar al mundo;
y hacen todo esto sin ponerlo externamente en evidencia, tanto porque Dios se
lo ordena, como porque les repugna publicarlo. La verdadera religión es una
vida íntima del corazón y, aun cuanto no puede darse sin que trascienda en
acciones, éstas son, las más de las veces, desconocidas: secretas limosnas,
secretas oraciones, secretas renuncias, secretas luchas, secretas
victorias... |
Sin
embargo, aun cuanto no nos corresponda el derecho de juzgar a los demás,
porque eso debemos dejarlo a Dios, es muy cierto que, un hombre
verdaderamente pio, un verdadero santo, por más que pueda parecernos igual
que los demás {1 (33)} hombres, posee un cierto poder misterioso para atraer
hacia si a todos aquellos que tienen las mismas inclinaciones de espíritu, y
para influir en cuantos tengan algo de común con él. |
Por
esto, a menudo, vienen a ser como una piedra de toque, para que reconozcamos
si nosotros tenemos las mismas inclinaciones que los santos de Dios, y para
constatar hasta qué grado nos influyen. |
Aun
cuando nos sea difícil discernir enseguida si nos encontramos ante un santo
de Dios, podemos no obstante comprobarlo más tarde. Luego, al sumergir
nuestra mirada en el pasado, podemos averiguar qué poder han ejercido sobre
nosotros, en el tiempo que hemos conocido a estos santos ya desaparecidos: si
nos han atraído, influenciado, si nos han hecho más humildes, si han
encendido interiormente nuestro corazón. |
Desdichadamente,
demasiado a menudo, descubrimos que hemos estado largo tiempo muy cerca de
ellos, que los habríamos podido reconocer, pero que no llegamos a hacerlo. Y
ello constituye, en verdad, un peso y una culpa para nuestra conciencia. |
De
ello, la historia del Señor, nos suministra un ejemplo, tanto más
sorprendente, en cuanto que El fue más santo. Cuanto más santo es un hombre,
menos comprendido es por los mundanos. Mas todos los que mantengan en su
corazón una centellita de fe viva, le comprenderán más o menos, y cuanto más
santo sea, más les atraerá. En cambio, los seguidores del mundo serán como
ciegos ante él: cuanto más santo sea, más desprecio le tendrán y más
contrarios le serán. |
Así
ocurrió con Nuestro Senior Jesucristo. |
J.
HENRY CARD. NEWMAN, C. 0en Parochial and Plain Sermons, IV, 16. |
«Dios
ama al que da con alegría». |
(2
Corintios, 9, 7). |
{2
(34)} |
2.
EL CANTO GREGORIANO |
El
mes de noviembre, con la fiesta de Santa Cecilia, Patrona de la Música
Sagrada, nos sugiere la cita de algunos venerables textos, con los que la
Iglesia, pondera y defiende este tesoro artístico y espiritual, legado
exquisito de siete siglos de vida cristiana, que el papa San Gregorio Magno
compiló y amplió notablemente, pasándola a las futuras generaciones
cristianas del rito latino. |
«La
música sagrada debe tener, en grado eminente, las cualidades propias de la
Liturgia, que son precisamente la santidad y la bondad de formas, de donde
nace espontáneamente otro carácter suyo, a saber: la universalidad. Háyanse,
en grado sumo, estas cualidades, en el canto gregoriano». |
San
PIO X. |
«Para
que los fieles participen más activamente en el culto divino, ha de ser
resucitado el canto gregoriano en el uso del pueblo y en la parte que al
pueblo corresponde. Y urge verdaderamente que los fieles asistan a las
ceremonias sagradas, no como espectadores mudos y ajenos, sino profundamente
compenetrados y movidos por la belleza de la Liturgia, y que alternen, según
las normas prescritas, sus voces con las del sacerdote y del coro». — PIO
XII. |
Es
posible que, las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II, mantengan
invulnerable en la misa cantada de rito latino, la vigencia del canto
gregoriano; pero, en cualquier caso, nunca podrá olvidarse la sentencia del
máximo paladín moderno de su tradición, San Pio X, cuyas son las siguientes
palabras: |
«El
canto gregoriano fue siempre tenido como acabado modelo de música religiosa,
pudiendo formularse, con toda razón, esta ley general: que una composición
religiosa será tanto más sagrada y litúrgica, cuanto más se acerque en su
aire, inspiración y sabor, a la melodía gregoriana, y, por el contrario, será
menos digna del templo, cuanto más diste de este modelo soberano». |
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