BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
43. MAYO. 1964. |
1.
HITOS |
La
fiesta de nuestro Padre san Felipe Neri, en la breve historia de esta
Congregación del Oratorio, de Albacete, nos va marcando los hitos principales
de su camino: en 1953 tenía lugar su nacimiento, mediante la erección
canónica por la Santa Sede. En la del año 1957, se bendecía e inauguraba la
actual capilla, que ha sido el marco modestísimo de nuestros primeros
ministerios sacerdotales, en esta ciudad: nido querido donde ha cristalizado,
minúsculo, nuestro apostolado de formación y dirección espiritual de las
almas, y donde han germinado, florecidos de esperanza, los proyecto,
posteriores. |
En
la Fiesta de san Felipe de 1959 inaugurábamos la nueva casa de los Padres,
morada sencilla y cómoda, junto al pequeño templo. |
Y
el año pasado, 1963, el Sr. Obispo venía a bendecir y colocar la primera
piedra para la Iglesia y los locales del Oratorio secular, en medio de la
alegría de todos los amigos de la Congregación, desde las primeras
autoridades hasta los simpatizantes más sencillos. |
Este
año de 1964 nos sorprende en medio del fervor de los trabajos y afanes de la
edificación. Ya estamos a punto de colocar la cubierta a la iglesia; aun en
basto y con tantos detalles por terminar, se nos antoja hermosa en su gran
sencillez, y los locales del Oratorio, más grandes y espaciosos de lo que nos
parecía en los planos. |
¡Que
todo nos sirva para dar a Albacete, lo que san Felipe le daría! |
{1
(33)} |
2.
HERMANO TRABAJO |
Como
mis hermanas las aves, como mi hermano el sol y como mi hermana la luna,
Bendito seas, hermano Trabajo, tú que eres el símbolo de la actividad de
Dios, Bendito seas, hermano Trabajo, tú que has presidido, sin fatiga, la
creación del mundo, Bendito seas, hermano Trabajo, tú que hiciste tan dulces
las primeras horas del universo, Bendito seas, hermano Trabajo, tú que,
después de la caída, nos has llevado, por el castigo expiatorio, a las
glorias de las libres rehabilitaciones, Bendito seas, hermano Trabajo, tú que
nos haces colaboradores de Dios, en todas las formas de nuestra actividad,
Bendito seas, hermano Trabajo, en medio de la inconsciente elaboración de las
cosas, en la cristalización de las rocas y la evaporización del rocío, al
abrirse las flores y al madurar los frutos, en el colorido de los cielos y en
la agitación del mar. |
Bendito
seas, hermano Trabajo, en la instintiva actividad de los animales que hay
bajo el cielo, en el infatigable juego de las aletas de los peces del océano,
en ese sistema de remos aéreos de las aves que pueblan el aire, en la
contextura misteriosa de los nidos, en la ingeniosa construcción de las
colmenas, en el esfuerzo muscular de los cuadrúpedos. |
Bendito
seas, hermano Trabajo, en la obra más informe del más humilde de los hombres,
{2 (34)} en la choza agreste y en la piragua del salvaje, en la lana de la
hilandera y en el fuego que enciende el ama de casa. |
Bendito
seas, hermano Trabajo, en el ritmo de los poetas y en la excavación de las
minas subterráneas, en el cepillo del carpintero y en el cincel del artista,
en el arado del campesino y en el compás del ingeniero, en las catedrales
grandiosas y en los aviones ligeros, en los trasatlánticos y en el
microscopio. |
Bendito
seas, hermano Trabajo, en el gesto augusto de todos los sembradores:
sembradores de trigo y sembradores de ideal, sembradores de pan y sembradores
de verdad, sembradores de amor y sembradores de vida que salta hasta la vida
eterna. |
Bendito
seas, hermano Trabajo, en mis propios trabajos, trabajo de mis brazos,
trabajo de mi pensamiento, trabajo de mi corazón. |
Por
la dignidad de tu origen, Por la necesidad de tus pruebas. |
Por
la eficacia de tus expiaciones, Por tu maravilloso poder de rehabilitación. |
Por
esta colaboración que tú permites entre Dios Redentor y todos estos
sacrificios que yo llevo a cabo por la redención de otros y por mi propia
redención. |
No
me abandones jamás; acompáñame más bien hasta el extremo ocaso del último de
mis días y conduce mis pasos hasta el umbral de la eternidad donde podré
sumergirme en la actividad de Dios. |
Hermano
Trabajo, bendito seas ahora y para siempre. Amén. |
EDWAR
MONTIER. |
{3
(35)} |
3.
MÁS O MENOS |
En
relación con la generosidad empleada con el Señor, suele ocurrirnos más o
menos, a los cristianos, una de estas dos cosas: |
Primera:
Cuando le damos sin regatear, apuntando a lo más que podemos y no al mínimo
de cumplir», el Señor es tan bueno que, aun cuando en realidad sólo le
devolvemos sus propios dones, nos suele recompensar, apenas hacemos el acto
de desprendimiento, con una vibración sobrenatural de alegría y verdadero y
puro gozo interior, que nada material podría pagar. Y, en muchas ocasiones,
para confirmarnos en nuestra fe ―no para recompensar nuestro sediento
egoísmo―, podría decirse que responde reembolsándonos lo equivalente, o
más, de lo que le dimos con sencillez de corazón. Entre gracias para el alma,
alegría del corazón y regalos de la Providencia, se cumple con creces lo del
«ciento por uno». |
Segunda:
Cuando no le damos lo que podemos, o damos menos de lo que podemos, fiando a
la Providencia lo de los demás, pero sin fiarle lo nuestro, suele invadirnos
una tristeza, latente y perdurable en lo profundo del alma, que ni muchas
razones pueden disipar y luego, por lo común, comprobamos como, lo mismo que
habríamos podido dar, o hasta más, se nos pierde {4 (36)} inútilmente, por
otro lado. Se cumple el refrán de que «lo que no se lleva Dios, se lo lleva
el diablo». |
La
moraleja es sencilla: demos a Dios para hacernos el bien, principalmente a
nosotros mismos. La limosna redime, dice la Escritura, porque nos facilita la
expiación de los propios pecados, nos permite ser agradecidos con Dios,
repara las injusticias y nos libra de la cárcel que estúpidamente nos
construimos, en ese cielo artificial, fabricado de egoísmo, vanidad y
sensualidad, que nos impide preferir el verdadero, donde Dios y su amor serán
toda nuestra riqueza. |
{5
(37)} |
4.
CORPUS CHRISTI, AMÉN |
Para
que los fieles participen con mayor fruto en el sacrificio de la Misa, y en
el mismo acto de la comunión confiesen su fe en la santa Eucaristía, el Santo
Padre Paulo VI, ha dispuesto, según decreto de la Sagrada Congregación de
Ritos, fechado el 25 del pasado abril, que, en adelante, se prescinda de la
fórmula que se venía usando al dar la comunión, y el sacerdote diga
solamente, al distribuirla a cada fiel: «Corpus Christi», y los fieles
respondan: |
«Amen». |
En
realidad, más que una innovación, se trata de restaurar la fórmula conocida
más antigua, usada por la Iglesia, al distribuir la santa Eucaristía, cuando
los fieles, de pie ―predominaba el sentido «glorioso» de la recepción
de tan grande sacramento―, recibían en la propia mano, «como pepitas de
oro», las migajas de Pan consagrado y repartido en la asamblea litúrgica,
mientras el celebrante lo anunciaba con aquella simple y hermosa fórmula y el
fiel, antes de llevárselo él mismo a la boca, contestaba, con una rúbrica de
fe y gratitud: «Amen». |
La
liturgia es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles
el espíritu verdaderamente cristiano, (Concil. Vat. II). |
{6
(38)} |
5.
PREFACIO DE N. P. SAN FELIPE NERI |
(Para
inserir en su misa propia CARITAS DEI, del 26 de mayo). |
Verdaderamente
es digno y justo, equitativo y saludable, el darte gracias en todo tiempo y
en todo lugar, Señor, Santo Padre, omnipotente y eterno Dios. Que abrasaste
con el fuego del amor al bienaventurado Felipe, lleno de los dones de la
gracia. El cual, inflamado por esta inefable caridad, instituyó una nueva
Congregación para la salvación de las almas, y completo, con el ejemplo de
sus obras, las enseñanzas de salvación que dio a los demás. Te suplicamos,
pues, por tu clemencia, que nos concedas gozo espiritual en su festividad,
que sigamos el ejemplo de su santa vida, que nos instruyas con su predicación
y nos proteja con su intercesión tan grata a Ti. Y, por tanto, nos unimos con
los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la
milicia del ejército celestial cantamos el himno de tu gloria, sin cesar:
Santo, Santo, Santo... |
«Dios
nos ha elegido en Cristo, para que seamos santos en la caridad». |
(Efesios,
1, 4). |
|