BOLETIN DEL ORATORIO DE ALBACETE.
N.º 68. MARZO. 1968.
1. A LOS RICOS. CON AMOR
No es verdad que sea inútil hablar sinceramente a los ricos. Y hablarles sinceramente es amarles. Una buena parte de la dureza de corazón que en general se les atribuye, será por culpa suya, por cerrarse y no querer ver ni saber nada que no sea ellos mismos, porque el rico piensa que él vale más que nadie y confunde el ser con el tener, y como los demás no tienen, por eso no valen ni hace ya falta que tengan... Si además se le despierta —¡es tan fácil!— la fiebre de tener aún más, ya con nada se sacia su hambre, ni le interesan para nada los demás, próximos o lejanos: solamente le interesan los que le sirvan para enriquecerse más. Se le seca el corazón, que no podrá amar jamás, si no es por un milagro, bastante difícil, según dijo el Señor.
El reino de Dios para él es un cuento de hadas con ángeles, o el triunfo de unas elecciones.
Pero tiene una disculpa, que puede serlo más o menos según el grado de su inteligencia y buen sentido de una honradez no deformada. Esta disculpa es el silencio de los que deben hablarle y se callan. El que calla no les ama. Porque el amor siempre comienza siendo una verdad. Y todo el amor es toda la verdad. Entendemos que la fidelidad a la verdad no se salva con evitar el decir mentiras, sino que es preciso proclamar algo tan real que nos sea indispensable {1 (41)} para conseguir la plenitud de lo auténtico, y para realizarnos en esa plenitud de bien.
Los ricos han tenido y tienen quien les ama sinceramente. Es Cristo, que les ha dicho, entera, serenamente, toda la verdad, precisamente respecto de las riquezas. Si quieren mirarla, ya tienen la luz; si quieren seguirla, ya tienen camino. El que dice que no ve la luz cuando la llama arde, el que pregunta por el camino cuando ya lo conoce, es que con las preguntas quiere hacer tiempo para retrasar o evitar dar algún paso, o que ama las tinieblas más que la luz.
Cristo ha amado a los ricos y algunos ricos han amado a Cristo; pero menos que los pobres, hasta que no se han hecho pobres por su amor como El "se hizo pobre, siendo rico", por el nuestro.
Siempre se dice que Cristo amo a los pobres, pero también amo a los ricos.
Es muy posible que eligiera el ser pobre precisamente para dar un ejemplo clarísimo a los ricos, y no sólo para consolar a los pobres en su estado.
Ya en este mismo Boletín, el mes pasado, dábamos a conocer un escrito reciente de un obispo español, monseñor Añoveros, que nos parece que constituye un verdadero acto de amor a los ricos, que son los que mejor pueden entenderlo y los que han dado motivo para que se escribiera. Otras veces hemos ofrecido otros ejemplos de esta verdad difícil y necesaria, y en el presente no faltan tampoco testimonios parecidos. Con amor, y por amor a los ricos. Con el deseo de bien y para el bien de sus almas. Hay que decir la verdad, aunque a veces no guste. Cuando la verdad no gusta es que falla el amor en el que la recibe, pero no falla en el que la da. Porque la verdad es el primer bien, es la raíz del amor.
Donde falla la verdad, fracasa el amor. Y donde no hay amor es imposible el cristianismo. Y es absurda la vida.
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2. LA IGLESIA Y LOS DERECHOS DEL HOMBRE
La lucha por los derechos del hombre es tan antigua como la humanidad.
Hombres y mujeres han peleado sin cesar por una vida digna y libre contra el despotismo, la intolerancia y la superstición.
La institución de las Naciones Unidas ha representado un momento importante en esta lucha. El preámbulo de la Carta de la ONU proclama, en efecto, el compromiso de los pueblos miembros de la Organización en la reafirmación de la fe en los Derechos del hombre, en la dignidad del hombre y en el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos entre hombre y hombre, lo mismo que entre naciones grandes y pequeñas. El artículo primero de la Carta afirma que "constituye el fin principal de la ONU la cooperación internacional para promover el respeto de los derechos humanos y de la libertad para todos, sin distinción de raza, de lengua, de religión".
Sin duda que el primero y más importante paso dado por las Naciones Unidas, en el campo de los derechos humanos, fue la adopción de la Declaración Universal sobre los Derechos del Hombre. En 1947, en Ginebra, la Comisión para los Derechos del Hombre, elaboró un esquema de declaración que, el 10 de diciembre del año siguiente, en París, era aprobado por la Asamblea General. El voto fue unánime, pero se abstuvieron los seis miembros del bloque soviético, la Arabia Saudita y la Unión Sudafricana.
El documento es una Declaración de principios generales del más elevado valor moral.
En seguida la Declaración Universal se convirtió en un punto de referencia para poder juzgar el comportamiento de los Gobiernos y de los individuos.
Tales derechos humanos, los principios y afirmaciones con que se anuncian, ¿son tal vez diversas de las que proclama y enseña la Iglesia?
Es verdad que a la Santa Sede no le gustó la ausencia del nombre de Dios, como fuente de la dignidad humana, y que algunos artículos adolecían de esta carencia para poder definir adecuadamente el derecho a la libertad religiosa {3 (43)} y la libertad de enseñanza. Pero no obstante, la Santa Sede ha reconocido que la adopción de la Declaración ha constituido una empresa noble, habida cuenta de la diversidad de matices y de ideologías de los miembros de la Asamblea General.
Una vez proclamada la Declaración Universal, queda para las Naciones Unidas, una tarea aún más difícil, consistente en concretar tales principios bajo la forma de tratados que puedan someterse a la correspondiente aprobación y ratificación de los Estados miembros y convertirse así en parte de sus respectivas leyes nacionales.
Son ya quince los acuerdos de esta naturaleza adoptados, de los cuales diez son efectivos en la actualidad, tales como el Acuerdo sobre la esclavitud, el Acuerdo sobre el genocidio, el Acuerdo sobre los derechos políticos de la mujer y el Acuerdo sobre la supresión de la discriminación racial. Todos ellos se han adoptado bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Otros cuatro sobre los trabajos forzados, sobre la discriminación en los empleos y ocupaciones, sobre la equitativa retribución del trabajo y sobre la libertad de asociación lo han sido por la "Organisation Internationale du Travail". La UNESCO ha estimulado la adopción del Acuerdo sobre la discriminación en la educación. Otros dos acuerdos—sobre la eliminación de toda forma de intolerancia religiosa, y sobre la libertad de información están actualmente sometidos al examen de la Asamblea general de la ONU.
Muchos de estos acuerdos han sido ratificados por la Santa Sede. Ella ha sido una de las primeras en depositar los documentos de ratificación, por ejemplo, del Acuerdo sobre la discriminación racial.
La Santa Sede, además, ha apoyado la proposición para constituir un Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, un "Ombudsman" internacional. La propuesta está aún bajo el examen de la Asamblea General. Tal proposición favorece los llamados derechos de petición, los cuales permitirían a Organizaciones no gubernativas la denuncia de violaciones de los derechos humanos en cualquier país.
Las Naciones Unidas, sin embargo, van llevando adelante la causa de los Derechos del Hombre en diversos sentidos. En la ONU—"escuela de paz", como ha dicho Pablo VI—la lección de los derechos humanos se va aprendiendo lenta y fatigosamente, pero se aprende. La actividad de las Naciones Unidas no basta. Debe ser secundada por los gobiernos de todo el mundo. Pero los gobiernos sólo podrán secundarla, cuando los pueblos pidan un sistema internacional que garantice realmente los derechos del hombre, y cuando tanto los gobiernos como los pueblos estén preparados para aceptar las limitaciones al nacionalismo que implicará un tal sistema, en cierta medida.
{4 (44)} Las enseñanzas de los tres últimos Pontífices han destacado la necesidad de esta institución de tipo superior, dotada de poderes supranacionales, porque solamente una institución de este género puede resolver adecuadamente los problemas de la vida internacional contemporánea. El éxito de esta empresa depende de cada hombre y de cada mujer del mundo entero.
En esta lucha por los Derechos del Hombre, en esta fundamental "operación para construir la paz", nadie puede ser neutral, nadie puede reducir su papel al del espectador: estamos todos comprometidos en la empresa. Nuestro objetivo está aún lejos de ser alcanzado. Queda mucho todavía por hacer. Las libertades personales y la dignidad humana siguen siendo ultrajadas.
El mito de la desigualdad de las razas y de los pueblos se mantiene vivo. El escándalo de la política del "apartheid" aún existe. La impresionante disparidad entre naciones ricas y pobres, el hambre, la ignorancia, la miseria, la discriminación, permanecen aún como barreras que impiden la realización de un mundo mejor.
Todos nosotros nos encontramos frente a un gran compromiso moral y a un gran desafío. Pero los compromisos carecen de sentido, si van desprovistos de la esperanza del mejoramiento de las condiciones humanas. Todos los hombres y todos los pueblos del mundo esperan y exigen de nosotros, cristianos y católicos nuestra respuesta a este desafío.
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3. PUNTUALIZACIONES DEL SEÑOR OBISPO DE CÁDIZ
Ante la declaración del señor alcalde de Cádiz, don José León de Carranza, marqués de Villapesadilla, publicada en un periódico español, relativa a la instrucción pastoral (que nuestros lectores ya conocen) sobre el estado social del campo en aquella diócesis, el Secretariado de Prensa del Obispado gaditano dio a la publicidad, hace un mes, las siguientes aclaraciones: —La declaración dice: "Creo que el señor obispo ha profundizado en una materia, la evolución de la cual no ha podido conocer, ya que hace pocos años que está en Cádiz".
—Este Secretariado hace constar: El día 17 de febrero de 1968 se cumplirán trece años desde que el señor obispo hizo su entrada en esta diócesis —La declaración dice: "El señor obispo ha recibido informaciones sobre la situación de nuestro campo que lo han podido confundir y engañar".
—Este Secretariado manifiesta: El señor obispo ha obtenido casi todas sus informaciones visitando personalmente los diversos lugares en su recorrido frecuente y minucioso por toda la diócesis, y con el contacto directo y personal con sus diocesanos, los cuales han experimentado las situaciones que trata en su pastoral.
Cádiz, 27 de enero de 1968.
Del señor marqués son también las siguientes pintorescas palabras:
"En Cádiz, capital, no hay diferencias de clase; fuera, en la provincia, tal vez haya algún pueblo donde aún existe esta absurda separación de clases, a menudo influida por el propio temor de los modestos a acercarse a los que denominan señores. En las cacerías a las que concurro, en las que se reúnen con los cazadores un centenar de ojeadores, se adopta un trato afable, cual supone el carácter abierto entre ricos y pobres gaditanos".
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4. CUBA: UNA LECCIÓN DOLOROSA Y UN SÍMBOLO
No hace más de un par de meses que la Prensa española trajo una noticia breve, al pie de una fotografía en la que se veía al primer ministro cubano, Fidel Castro, que asistía a la recepción ofrecida por monseñor César Zacchi, encargado de negocios de la Santa Sede en la Habana, dada en la Nunciatura Apostólica de Miramar, con motivo de su consagración episcopal. Había otras personalidades eclesiásticas y civiles. La fotografía causó sorpresa a muchas personas, sin más información, sobre Cuba, que las que se han venido ofreciendo hasta aquí. Las palabras que a continuación ofrecemos son de monseñor Antonio B. Fragoso, obispo de Crateus, en el Nordeste brasileño, quien a propósito de otras reflexiones sobre los treinta obispos más de aquella misma región, ha escrito lo siguiente sobre Cuba, que puede servir para completar conceptos de lo sucedido con Fidel Castro, actualmente comunista, pero antes cristiano.
ASI COMENZO AQUELLA REVOLUCION
Me atrevo a decir que la valentía de la pequeña Cuba es un símbolo y un ejemplo para América Latina. ¿Por qué?.
Existen varias respuestas.
He aquí la primera. Había en Cuba una vergonzosa dictadura, la de Fulgencio Batista. Durante treinta años el general Fulgencio Batista fue allí el dictador y dominó Cuba. Más de la mitad de las riquezas de la isla estaban en las manos de los familiares de Batista.
Mientras tanto, el ochenta por ciento de los cubanos eran analfabetos. Las universidades eran solamente accesibles a los privilegiados. La tierra estaba {7 (47)} repartida en escandalosos latifundios. Cada "week-end", los ricos norteamericanos venían a darse una vuelta por los "bajos fondos". Venían para pasar los fines de semana en los cabarets de Cuba. Cabe preguntar: ¿quién ha protestado contra esta abominable dictadura que contaba en su haber con el asesinato de 23.000 presos políticos? ¿Quién ha protestado?
Protestó un joven universitario católico que se llamaba Fidel Castro. Pensó que, en conciencia, él debía protestar. Pero protestar en medio de la calle como puede hacerse en otras partes, no le era posible, porque habría sido fusilado inmediatamente, como lo fueron, sin ni siquiera proceso, aquellos 23.000 presos políticos. Entonces organizó su protesta como guerrillero, en Sierra Maestra. Se unió a él un obispo, varios sacerdotes, los responsables de la J.O.C.
cubana, militantes de Acción Católica, porque todos pensaban que era una causa sagrada la de defender la isla de Cuba de la dictadura abominable e inmoral del general Fulgencio Batista.
Fue entonces, queridos amigos, que la historia comenzó. Una vez conseguida la victoria y establecida la revolución, Fidel Castro dijo: "Vamos a llevar a la práctica la reforma agraria", esa reforma agraria que los aldeanos del Brasil desean y de la que tienen tanta necesidad, y que el gobierno brasileño no ha tenido aún la valentía de emprender. Fidel Castro dijo: "Nosotros vamos a hacerla". Entonces él escribió un texto y monseñor Serentes, arzobispo de Santiago, en una carta pastoral que yo mismo he podido leer, dijo que la reforma agraria que Fidel Castro pedía estaba evidentemente inspirada en la doctrina social de la Iglesia. Pero la reforma agraria debía comprender las tierras del cultivo de la caña de azúcar; el 90 por ciento del presupuesto de Cuba depende de la caña de azúcar, y se vendía exclusivamente a los Estados Unidos.
Por otra parte, el 40 por ciento de las tierras de caña de azúcar estaban en las manos de norteamericanos. Cuando Fidel Castro ha querido aplicar la reforma agraria a este 40 por ciento de tierras pertenecientes a los norteamericanos, el Departamento de Estado americano se ha opuesto. Pero a pesar de ello, entonces, en nombre de una pequeña isla y de sus seis millones de habitantes, Fidel Castro ha dicho al gigante más rico y mejor armado del mundo con sus doscientos millones de habitantes: "¡No cederemos! ¡No haremos marcha atrás! ¡La reforma se hará!".
La reacción de los Estados Unidos no se hizo esperar: no comprarían más azúcar a Cuba. Y como el 90 por ciento de la vida económica de Cuba dependía del azúcar, ello significaba estrangular, de una sola vuelta de mano, a la pequeña isla de seis millones de habitantes.
Pero en este momento aparece Rusia y dice: "En tal caso, nosotros aceptamos {8 (48)} vuestro azúcar y os lo compramos, y os damos dinero y os ofrecemos nuestros técnicos". En este momento Fidel Castro y Cuba pasaron dentro de la chita de la República soviética y de las Repúblicas socialistas populares.
¿Quién tuvo la culpa? No soy yo quien os va a dar la respuesta. Un tal llamado John FitzGerald Kennedy, candidato a la presidencia de los Estados Unidos, la dio explícitamente en una declaración, en el curso de su campaña electoral: "La culpa, la responsabilidad de la salida de Cuba de la unidad continental y de su entrada en la órbita soviética corresponde a los Estados Unidos, porque no supieron dar el apoyo debido a las aspiraciones, a la libertad de la pequeña isla". No es, por lo tanto, sobre Fidel Castro que debemos descargar la acusación, sino sobre Estados Unidos, porque son éstos los culpables.
Inmediatamente Fidel Castro movilizó al país entero. Y dijo: "El 80 por ciento de los cubanos son analfabetos. Si el pueblo sigue en el analfabetismo, permanecerá siempre al margen de los avances de la sociedad y será siempre arrastrado como de un cabestro. Es preciso pues que todos los ciudadanos de edad adulta tomen conciencia de esta situación y participen en la lucha por la liberación de su país". Entonces cerró las universidades y las escuelas secundarias; reunió consigo a los profesores, los preparó y entusiasmo para su plan y, en el transcurso de tres meses, fueron alfabetizados todos los adultos cubanos. No puede negarse a este gesto el mérito de una valentía y una belleza moral, perfectamente de acuerdo con la línea del Evangelio; gesto que nosotros, en Brasil, ni hemos sabido, ni hemos querido llevar a cabo. Nosotros seguimos aquí, en nuestro estado de Ceará, con el 70 por ciento de analfabetos. ¿A qué gobierno se le ha ocurrido un gesto parecido? ¿Por qué el gobierno no tiene la valentía de cerrar las universidades y las escuelas de segunda enseñanza y reunir a un millón de profesores para que vayan a alfabetizar y a despertar las conciencias de estos 40 millones de analfabetos brasileños olvidados? ¡Sin miedo, como Fidel Castro en Cuba!
ES PRECISO RECONOCER ESTAS VIRTUDES EVANGELICAS
Por esto os digo, queridos hermanos, que reconocer estas virtudes evangélicas en un hombre que, actualmente, ya no es cristiano, es afirmar que nosotros sí somos cristianos. Ocultarlas sería traicionar nuestro cristianismo. Si no tenemos la valentía y la honradez de reconocer lo que hay de bueno en los enemigos, no seríamos cristianos. Si el obispo de Crateus, al hablar de Cuba, puede dar a todos los que le escuchan, un testimonio tan elemental de honradez, es que reconoce lo que hay de positivo en su pueblo, es que le tiene confianza.
{9 (49)} Pero además de todo eso, además de la valentía y de los ejemplos de Fidel Castro, existen por América infiltraciones de guerrilleros por todas partes. Y yo no estoy de acuerdo con todo eso. Constituye una falta de respeto ante la autodeterminación de Venezuela, de Bolivia, de Perú. Yo no estoy de acuerdo con Cuba en este punto, como tampoco estoy con la dictadura de Brasil. También, en todas las escuelas de Cuba se enseña actualmente a toda la juventud cubana la filosofía comunista, osa que llaman marxista-leninista. Esto es una falta de respeto que atenta contra la libre conciencia de los cubanos. Yo no estoy de acuerdo con todo eso.
Pero sí estoy de acuerdo con la valentía de la pequeña Cuba, y pido a Dios que me dé la valentía de imitarla para poder remover la conciencia de mi pueblo para que también imite esta valentía.
VENID A OIR LA PALABRA DE DIOS.
Que no sea como los mundanos, que van a sermones y conferencias religiosas, como podrían ir a conciertos; sólo que les resulta más barato.
Que no sea como los egoístas que buscan, en la religión, una fórmula para dos cielos y alguna información gratis para no perderse, en sus hambres terrenas, todo lo que puedan retener y gozar sin pecado, o con pecado «perdonable», incapaces de amar a Dios, ni a nadie.
Que no sea como los disfrazados de cristiano, que se valen de este nombre con miras terrenas y observan y murmuran de los ministros de la palabra de Dios, si les niegan la lisonja y no son utilizables para sus medros profanos. «Observar» no es «oír la palabra de Dios».
Venid a oír la palabra de Dios con sencillez de corazón y con hambre y sed de justicia y santidad, que Cristo bendice y sacia con la abundancia profunda y mansa de su gracia a todos los que, sinceramente, buscan y anteponen a todo el reino de Dios.
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5. LA FE DEL PUEBLO ESPAÑOL
Ofrecemos un resumen de la conferencia pronunciada por Mons. Gabino Díaz Merchán, obispo de Guadix-Baza, durante las II Jornadas nacionales de pastoral litúrgica, celebradas recientemente en Madrid. Su sinceridad nos puede hacer mucho bien, tanto en orden a rectificar cómodas apreciaciones personales, como en el verdadero bien y en la formación de cuantos dependan de nosotros.
1. ¿COMO ES LA FE DE LOS CATOLICOS ESPANOLES?
Para unos el catolicismo español se ha vaciado totalmente de contenido auténticamente cristiano; para otros, sin embargo, España es profundamente  católica y constituye, en medio de las turbulencias de los tiempos, un reducto de la fe. Estas valoraciones simplistas y generalizadoras contribuyen no poco a la desorientación. Hemos de intentar una valoración más objetiva, basándonos en un estudio sistemático y serio sobre la fe de nuestros católicos.
El hecho de que la inmensa mayoría—moralmente todos—nos hemos bautizado en la Iglesia católica, nos obliga a plantearnos si realmente hemos personalizado, si hemos hecho nuestra, de cada uno, después de llegar al uso de razón, la fe recibida en el Bautismo.
Es preciso reconocer que el catolicismo se recibe en España como una herencia casi biológica o cultural. Esto que en cierto sentido es un bien apreciable, tiene la contrapartida de exponer al individuo a que no interiorice su fe y que se limite fácilmente a una actitud de religiosidad meramente externa.
La práctica religiosa en España es muy desigual: las zonas rurales son más practicantes que las urbanas; el paso de la infancia a la juventud representa un descenso muy notable en todas las zonas geográficas y ambientes sociales.
Lo cual nos demuestra que muchos de nuestros cristianos no han personalizado su fe. Por otra parte, sobre todo en ambientes rurales, se puede afirmar que ciertas prácticas religiosas van marcadas con el sello de la rutina y del conformismo social. Se ve por el formalismo que se observa en la demanda de algunos sacramentos, tales como el bautismo, la primera comunión, las bodas, los últimos sacramentos. Es por lo tanto urgente y necesario hacer de {12 (52)} modo que la vida religiosa se ejerza en un clima suficientemente equilibrado, donde la fe se personalice en el grado máximo.
No se ha estudiado aun científicamente cómo es el Dios en el que creen nuestros cristianos, pero podemos descubrir graves y frecuentes deformaciones de la imagen de Dios: un Dios terrorífico que castiga; un Dios bonachón al que es muy fácil contentar; un Dios negociante a quien se puede acudir para comprar la salvación eterna; un Dios lejano que no se entera de lo que pasa en el mundo, y aún otras caricaturas de Dios... Las vivencias religiosas fundadas en una imagen desfigurada de Dios, aunque se apoyen en la profesión verbal del Dios verdadero, explican las crisis agudas en la fe de muchas personas, cuando al desarrollarse su personalidad descubren la poca consistencia de la imagen de Dios en que realmente han cimentado su vivencia religiosa.
En realidad, es ignorancia y falta de cultura religiosa.
No podemos ufanarnos, los católicos españoles, de estar bien instruídos; es raro encontrarse con cristianos que sepan dar razón de su fe. Existe mucha ignorancia bíblica, no hemos comprendido el sentido comunitario de la Iglesia, seguimos pensando siempre en singular... A lo sumo la fe queda en la cabeza, como un credo de fórmulas abstractas e intelectuales, sin que influya en la vida, que sigue rigiéndose por estímulos materialistas o pasionales: avaricia, orgullo, sensualidad, egoísmo. Los demás no cuentan.
Nos falta conciencia social. En materia política nuestro pueblo demuestra, en todos los niveles, graves deformaciones de conciencia. Se adoptan posturas dogmatistas que niegan el margen de libertad necesaria para las diferentes opciones políticas, perfectamente compatibles con la doctrina católica. Ante este mundo en evolución social y política, que hay que iluminar desde dentro con la luz de la fe, muchos católicos españoles tienden a situarse en la postura de meros espectadores.
2. ¿COMO EDUCA LA IGLESIA DE ESPANA LA FE DE SUS BAUTIZADOS?
Es preciso observar, en primer lugar, que la estructuración de las diócesis y parroquias españolas presenta una configuración poco propicia a la acción pastoral educadora. Se cree que todos los bautizados son creyentes y por esto la acción sacerdotal se desarrolla casi exclusivamente para atender a los servicios religiosos, dejando a los alejados completamente marginados; aun cuando en la actualidad se observa una reacción renovadora de mentalidad comunitaria y misionera. De todos modos, hay que reconocer que la catequesis de los años de la infancia, se preocupó casi exclusivamente de la enseñanza memorística {13 (53)} del catecismo, y tuvo abandonados a los adultos. Constituye un dato positivo el hecho de que los padres españoles deseen que sus hijos se eduquen cristianamente, pero no lo es tantos el que estos mismos padres se sientan incapaces de educarles religiosamente ellos mismos, y abdiquen de esta obligación mientras pretenden justificarse con la idea de que sus hijos ya reciben formación religiosa en las escuelas o de los sacerdotes de las parroquias o de centros de apostolado. Por otra parte, la obligación de la religión como asignatura en los planes de estudio, ha disminuido su valoración como elemento educativo cristiano. Por esta razón ha surgido un gran avance en los movimientos de apostolado seglar en orden a la pedagogía de la fe, que promete esperanzadores resultados.
En definitiva: no puede sostenerse sensatamente la opinión de que nuestros adultos estén suficientemente instruidos en su fe por la catequesis recibida en la infancia o por el ambiente en que se desenvuelve su vida religiosa. Es muy urgente emprender una acción pastoral de todo el pueblo de Dios en orden a personalizar la fe de los adultos, haciéndoles tomar conciencia de su compromiso personal con Dios, con los hombres, dándoles la necesaria instrucción y acentuando el sentido comunitario de su pertenencia a la Iglesia por el bautismo.
A LOS JOVENES.
Los jóvenes, hoy más que nunca, aman la libertad. ¡Bendita Palabra!. Pero no olviden que la libertad, ni la venden ni la regalan, ni puede heredarse. Hay que conquistársela. La tentación de la vida fácil es muy fuerte y si su voluntad no se vigoriza con la oración y los sacramentos, jamás serán libres. Libres, se entiende, para elegir lo bello, lo grande, lo heroico.
A todos los que sois libres y a todos los que queréis serlo, se os invita a considerar, atenta y generosamente, la posibilidad de que el Señor os llame por el camino del sacerdocio. Es cierto que también hacen falta fervorosos padres de familia; pero no olvidéis que jamás podrá haberlos sin sacerdotes santos que los alimenten con la palabra de Dios y los Sacramentos.
Mons. MASNOU, ob. de Vich.
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6. LA VOZ DE LA IGLESIA EN EL NORDESTE DEL BRASIL
El arzobispo brasileño, monseñor José M. Pires, en carta a un periodista, responde a la acusación de un ministro del Gobierno, que ha declarado que la Iglesia estaba fomentando la subversión en el Norte de Brasil. He aquí los párrafos más importantes de esta carta:
Si lo que el doctor Raimundo de Brito afirma es que el clero ha promovido la subversión en el Norte, estoy de acuerdo con su formulación, pero disiento completamente de la interpretación que el da sobre la actuación del clero.
Sabemos por la historia que el Evangelio trastocó el orden constituido, no atacándolo con armas y soldados, sino transformándolo por dentro...
El Evangelio es un mensaje que se caracteriza por la lucha. Nuestro Señor dijo que no había venido a traer la paz, sino la espada. Y es muy característico que quienes lo presentaron a Pilatos como reo de muerte hicieron exactamente la acusación que el doctor Raimundo de Brito hace al clero: "lo acusamos de subversión"... En San Lucas, capítulo 23, verso 5, leemos:
"Ellos insistían una y otra vez: está revolucionando el pueblo, enseñando por toda la Judea, desde Galilea hasta aquí". Cristo, acusado ante los tribunales, porque revolucionaba al pueblo, practicando la subversión. Y esta fue la tónica del cristianismo. Y no pudo ser de otra forma. Cuando quiera ser fiel a Cristo tendrá que ser un fermento. Y el fermento tiene que revolucionar a la masa, tiene que transformarla. Y si esa masa fuera humana, los cristianos, para ser fermento, la tienen que transformar en pueblo consciente.
Por eso, en todos los tiempos, los cristianos han sido acusados de subversión.
A veces por sus propios hermanos en la fe...
Pablo y los cristianos no admitían un orden en el que se adoraban los ídolos, se quemaba incienso a los emperadores, en el que los hombres eran esclavos {15 (55)} de otros hombres. Esta es la subversión que el clero del Nordeste predica. Adaptada, es evidente, a los ídolos de hoy y a los esclavizadores de hoy. Por ello estoy de acuerdo con el doctor Raimundo de Brito y felicito al clero del Nordeste, por ser un clero reconocidamente subversivo, en el sentido en el que el Evangelio es una subversión permanente y progresiva hasta la Parusía en que Cristo sea todo de todos.
En realidad, el clero no puede estar de acuerdo con un orden en el que sólo algunos tienen derecho a comer, sólo algunos tienen derecho a poseer una casa decente, sólo algunos tienen derecho a que sus hijos reciban instrucción; un orden basado en la injusticia en el que muchos trabajan para enriquecer a unos pocos. Sólo hace falta tener ojos para ver y sensibilidad para percibir que los niños mueren de hambre, que los padres de familia no tienen empleo, que la situación del Nordeste es infrahumana. Y esto no es por falta de recursos, el Brasil es un país riquísimo y el Nordeste tiene condiciones para dar alimento a todos sus hijos.
No acusamos ni culpamos directamente a nadie; sólo exponemos los hechos. Pero es necesario que quienes tengan conciencia de su misión profética prediquen un evangelio encarnado, un evangelio de acuerdo con la situación real de donde se predica, un evangelio que presenta a un Dios libertador. El mensaje cristiano no es de ningún modo "el opio del pueblo". Prefiero mil veces la acusación de subversivo a la de "opio del pueblo". Porque cuando dicen que somos subversivos, podemos pensar, por lo menos, que esta misma acusación fue hecha a Cristo, en circunstancias muy parecidas a las nuestras, a saber, cuando combatía los privilegios de los grandes de su tiempo. Pero cuando dicen que la religión está siendo "opio del pueblo", resulta tremendamente humillante para nosotros, porque quiere decir que no estamos cumpliendo nuestro deber, que no estamos siendo representantes auténticos de la Iglesia que vino a evangelizar a los pobres... La acusación "opio del pueblo" indica que estamos traicionando el mensaje del Evangelio, que no es una anestesia, sino un fermento...
Hace poco el cardenal Suenens, hablando sobre su visita a Brasil, dijo que había visto aquí cosas muy bellas, pero que quedó aterrado al presenciar lo que llamó "estado social de pecado", es decir, una sociedad que permite la miseria, la pobreza, el hambre, y no por falta de recursos, que son abundantísimos, sino porque hay algo mal organizado, algo que no funciona bien...
Ojalá nuestro clero del Nordeste y del Brasil esté dispuesto a luchar por todos los medios lícitos para que esta revolución no se detenga en el trabajo inicial de restablecer el respeto a la autoridad, {16 (56)} de combatir la anarquía de las huelgas que se organicen oportuna e inoportunamente con motivo o sin moto. Que no se quede solamente en un trabajo negativo. Que los responsables públicos tengan la valentía de caminar adelante y de liberar al Brasil de las presiones de fuera, y adopten una política más decisiva, más agresiva contra el hambre y el subdesarrollo...
En cuanto al advenimiento de esta revolución que no queremos sea sangrienta, sino transformadora como el fermento nosotros los cristianos, pero sobre todo los obispos y los sacerdotes, debemos predicar un orden nuevo, fundado en la justicia y en la verdad: el reino de Dios que comienza en este mundo.
7. LA TELEVISIÓN Y LOS NIÑOS
No se trata de sugerir a los padres un tema que podrían explotar para que sus hijos "hicieran penitencia", durante esta Cuaresma, a base de mortificarse por la privación, por lo menos parcial, de algunos programas televisivos. Eso de perder el tiempo ante la televisión, cediendo más bien a la comezón de la curiosidad que espera siempre algo que supere lo ordinariamente mediocre, que al buen criterio de seleccionar y gozar de programas verdaderamente interesantes, sería un aviso que habría que dirigir más bien a los mayores, que incluso llegan a perder el hábito de la conversación familiar, hipnotizados por la magia de la pequeña pantalla...
Solamente nos permitimos indicar algunos consejos que pueden servir a los mayores, en orden a conseguir un uso conveniente y fructuoso de la televisión para los niños. Helos aquí:
– No todas las transmisiones son aptas para los menores de edad; por ello no se les debe conceder a éstos la facultad de abrir a su antojo el televisor.
— "La prudente admisión a los programas de los hijos según su edad, {17 (57)} y su alejamiento de los programas no aptos, incumbe como un grave deber de conciencia a los padres y educadores." (Pío XII).
— Es necesaria una prudente moderación en el uso del televisor, a fin de que los niños, a causa del excesivo divertirse, no acaben por formarse un concepto hedonístico de la vida, y no corran el peligro de convertirse en unos holgazanes.
— Esta moderación está exigida también por razones de higiene física. De hecho, un uso exagerado de la televisión impone al niño o al joven una prolongada inmovilidad e inercia, cuando tiene necesidad de movimiento y de acción, especialmente después del estudio.
— La pantalla del televisor —como la del cine—, con la luminosidad y movimiento de las imágenes, ejerce un influjo debilitante sobre algunos órganos del cuerpo humano, especialmente sobre la vista y el sistema nervioso.
— El uso exagerado de la televisión puede crear la llamada "pasión televisiva", que, al igual que la "pasión cinematográfica", es como una intoxicación del espíritu, que debilita la voluntad, extingue la iniciativa y el incentivo para la acción y hace perder el gusto por cosas mejores.
— Utilizar con finalidad educativa los programas televisivos positivamente buenos; esto es, los programas que no solamente son inofensivos, sino también útiles; que no sólo informan, sino que, además, forman.
— Aún los programas positivamente buenos, nunca deben ir en menoscabo del estudio y deberes escolares, — Cuando sea necesario, sepan los padres dar ejemplo, renunciando, aún con sacrificio personal, a determinados programas.
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8. CRITIQUEN, POR FAVOR
Es frecuente oír por ahí, cuando no se saben recibidas, críticas de los sermones y predicaciones de los sacerdotes: abundan chistes y lamentos bostezados de cansancios beatiles, no siempre infundados. Pero lo que es de lamentar es que, sólo indirectamente, sólo veladamente lleguen al sacerdote esas críticas que, bien enunciadas, seguro que las encajaría y agradecería, porque no le ha de costar aceptar lo que puede brindarle un criterio más acertado para hacer eficaz en los fieles que le oyen, el ministerio de la palabra de Dios.
¿Es respeto a la persona del sacerdote? ¿Es indiferencia por el bien que los fieles deben esperar de su palabra? ¿Es duda por encontrar la forma y medida de exponerle lo que realmente pensamos y desearíamos de su predicación, y tememos contrariarle o tal vez ofenderle?
Pueden ser aún más los motivos, pero lo cierto es que el sacerdote, por lo común, ha de "suponer" si predica bien o mal, porque los fieles, si no son alabanzas, sinceras o de "cumplido", otra cosa no le dicen. Ni todo puede relegarse, en el sacerdote, a la preparación para predicar que haya recibido de sus maestros o a las normas y avisos de sus superiores. Estos mismos necesitan tener en cuenta si se recibe y cómo se recibe la palabra de Dios entre los fieles. Y no nos referimos precisa y exclusivamente a la dignidad literaria de los discursos religiosos, sino, en su conjunto, a las buenas condiciones de alimento sobrenatural de las mentes cristianas. Cada vez más, afortunadamente, se va eliminando esa piedad (?) talismánica y supersticiosa, de comuniones sin misa o de misas recortadas, y los cristianos que desean profesar conscientemente su fe, desean ser iluminados con la luz de la palabra de Dios, desprendida de la lectura atenta y respetuosa de los Libros Santos. Y por esta misma razón, hay que considerar la predicación de las misas, no como un espacio facultativo para que los rezagados y perezosos retarden su llegada al templo hasta el momento en que la misa "ya vale", sin darse cuenta, en su inveterada ignorancia, que de nada les aprovechan las misas oídas con esta disposición casuística y farisaica; sino que la predicación, como glosario de la Biblia aplicado a las necesidades concretas del pueblo de Dios, es una parte integrante de la celebración sagrada y santificadora.
{19 (59)} Por esto es necesario predicar bien, por respeto a la palabra de Dios y por respeto al bien que hay que hacer en las almas de los fieles.
Descartados los "comulgantes talismánicos" y los tradicionales cristianos que, cada fiesta, "cumplen y mienten" ("cumplimiento" = "cumplo y miento") con Dios, es muy útil al sacerdote conocer los criterios de los cristianos que esperan el alimento de la palabra, y que la desean ágil y eficiente de quien se la imparte.
A éstos agradeceremos sus críticas, porque criticar es exponer criterios. Nos harán mucho bien si, por amor a la palabra de Dios, por amor a ellos mismos y por amor a los demás hermanos en la fe, nos señalan esos defectos en que, probablemente, incurrimos y que nos soportan, en parte por lo menos, porque nosotros mismos desconocemos. Digan, Por favor: ¿Se hace pesada la predicación que les dirigimos? ¿Por demasiado larga? ¿Cuánto debería durar, como máximo, en los días festivos y en los de diario? ¿Queda centrado el tema que les exponemos, o se diluye en un exceso de consideraciones o aplicaciones que les distraen? ¿Es preferible una sola idea o ejemplificar una interpretación más completa? ¿Se entiende nuestra dicción? ¿Llegamos a su mentalidad o nos adaptamos a ella? ¿Les sirve para la vida todo lo que les decimos, o solamente les distrae piadosamente, en alienaciones del sentimiento religioso, en las que el alma, descansando, recobra fuerzas para volver a la vida? ¿... O realmente les despertamos inquietudes que les comprometen en la vida?..
Sería largo un cuestionario, que tampoco creemos que necesiten las personas que nos leen, a las que invitamos que nos den su parecer, mejor en forma anónima y escrita, que nos pueden mandar a esta dirección: Oratorio. —Apartado 182.—Albacete.
Nos harán una obra de caridad, si nos escriben cuanto antes. Y Dios se lo pagará.
¡Muchas gracias!