BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
70. MAYO. 1968. |
1.
ANIVERSARIO |
Pocas
cosas son tan convencionales como los aniversarios: convencionales como la
división del tiempo y como el significado que le queramos dar. |
Pero
en nuestra vida y en nuestras obras los aniversarios marcan hitos que miden
caminos imaginarios sobre cosas reales, y hasta dan pie a organizar la
expresión de los sentimientos y a congregar para la alegría. Los padres
también cuentan primero los días y luego los meses y los años de sus hijos... |
Y
como todos somos padres de algo y nunca somos padres solos de nada, es
natural que miremos por la ventana del tiempo, codo a codo con los que han
condividido nuestro afán creador, y que dejemos que el amor contemple,
mientras parece crecer, la medida de lo que nos es hijo, porque la paternidad
siempre es algo en plural: todo calor de vida surge del rescoldo de muchas
brasas. |
Por
eso miramos esta iglesia que es nuestra y que es de todos, porque ha sido
ilusión, afán y esperanza nuestra y de muchos, y mientras el amor se complace
al contemplarla y parecerle hermosa—con este gozo que hay que disculpar y
permitir siempre a los padres—el mismo amor nos hermana a todos los que
tenemos cerca, también mirando y amando, porque nos sentimos unidos por lo
que ha sido afán común. |
Hace
un año que se bendecía la iglesia y se consagraba su altar, y nos dábamos
cuenta que lo simplemente material y sensible se convertía en misterio y
signo: "piedras vivas, muro santo, casa de Dios", como nos decía el
señor Obispo. Nuestra iglesia no necesita imágenes, porque realiza la
figuración descrita por San Pablo. Y los "santos" simbolizados en
esas piedras, somos nosotros con los del cielo. Y la piedra —el Altar— es
Cristo". |
Pero
hace un año que, en el Oratorio, ya había edificación de "santos",
más bella que la que los sentidos, por fin, contemplan. Eran y son los amigos
{1 (81)} de casa, los que habían venido a buscar a Dios: la paz de Dios, el
perdón de Dios, la verdad de Dios, la vida de Dios, el reino de Dios... Esos
son los que condividen nuestra paternidad, porque son padres con nosotros de
todo lo visible, convertido en signo de lo espiritual, y que por esto lo
tratan y lo miran con amor y alegría como a un hijo que crece, y con gratitud
y respeto como hijos de Dios para quienes, esta Casa, es imagen del cielo. |
Edificio
visible, bien trabado, estático; pero que mientras estamos en el y nos
cobija, nos parece que se mueve y avanza, como una nave que nos lleva
cortando las olas de la vida, y levanta, en la esquina del mundo, un brazo
enorme —mástil de esperanzas— con una mano que toca el cielo, abierta, para
bendecir, mientras las golondrinas, cerca de los pinos, abren también las
alas y cortan el viento imitando otro signo de la cruz. |
{2
(82)} |
2.
26 de Mayo |
El
26 de mayo a la fiesta, en el calendario universal de San Felipe Neri,
nuestro Padre y Fundador. En esta misma fecha del año 1595, moría en Roma,
rodeado de sus discípulos, los primeros que hablan recibido el beneficio de
su apostolado y que se le habían unido, casi sin darse cuenta de que iban a
formar una nueva familia espiritual. Ni siquiera se les habría ocurrido, a no
ser por la insistencia del Papa, Gregorio XIII, que quiso librarles de
acusaciones y sospechas despertadas por los envidiosos, que más de una
molestia les habían causado con sus denuncias, incapaces de comprender el
bien que por el Oratorio se hacía en medio de la Roma paganizada de entonces,
pomposa y corroída a la que el espíritu aparentemente menos ordenado,
sencillo, espontáneo y sin demasiado aparato de organización de San Felipe y
sus discípulos, le iba restituyendo a la autenticidad del Evangelio y del
espíritu de los primeros cristianos. San Felipe moría cuando la faz de Roma
ya había cambiado y se hacía patente a todos su resurgir cristiano. San
Felipe, apóstol de la ciudad de Roma, es venerado en la Ciudad Eterna como el
más popular de los santos que la habitaron, a pesar de no haber nacido allí,
pero por haberla amado tanto hasta gastar su vida, generosa y gozosamente y
devolverle el sentido de Dios, respetando todo lo humano y legítimo de su
esplendor; pero haciéndolo más sencillo, más auténticamente humano,
compatible con la alegría serena de los hijos de Dios. |
Cuando
la Iglesia no solamente canoniza a sus Santos, sino que, a alguno de ellos,
le institucionaliza su obra —en San Felipe es el Oratorio—, es que a ésta la
hace depositaria y transmisora del espíritu y del estilo del Santo, porque
juzga que es útil mantenerlo para bien general de todos los fieles. Por esto,
los hijos de San Felipe, juntando nuestro gozo al de la Iglesia es la
celebración de la fiesta de nuestro Santo, nos damos cuenta, además, del
compromiso de nuestra filiación, como de una urgencia especial a la que hemos
de dedicar toda la vida, esforzándonos en amar a Albacete —nuestra
pequeña Roma—, con el mismo amor que San Felipe dedicó a la ciudad le los
Papas. |
Pero
además de este estímulo para nuestra vocación, el 26 de mayo de cada año a
nosotros, los oratorianos de la Congregación de Albacete, nos viene
recordando, por amoroso designio de la Providencia, los pasos de nuestra
breve historia. |
El
26 de mayo del año 1953 tenía lugar el «nacimiento» de esta Congregación del
Oratorio de San Felipe Neri, mediante su erección canónica por la Santa Sede.
Habíamos llegado aquí en los angustiosos, pero esperanzados momentos de la
reciente creación de la Diócesis, cuando su Pastor iniciaba la ingente tarea
de organizar, desde la nada y con escasísimos elementos, los primeros pasos
de esta parcela de la Iglesia de Dios. Nacíamos nosotros y todo nacía en
aquellos días difíciles, pero hermosos. Y aun cuando han cambiado tantas
cosas, están tan cerca de nosotros, que todo es joven aún. |
El
26 de mayo de 1957 se bendecía e Inauguraba la capilla que, hasta hace un
año, era el lugar de nuestro culto: marco modestísimo de nuestros primeros
ministerios sacerdotales en la ciudad; nido querido desde donde comenzó, en
realidad, {3 (83)} nuestro verdadero apostolado oratoriano de formación de
las almas, y alrededor de cuyo altar germinaron, florecidos de esperanza, los
proyectos que se han ido sucediendo. |
El
26 de mayo de 1959 inaugurábamos, junto a la capilla, nuestra casa, morada
sencilla, donde además de la vivienda con: |
seguíamos
ese espacio, que llamábamos la y que nos parecía grande en las primeras
reuniones apostólicas del Oratorio Secular, pero que pronto se nos achico. Y
fue entonces cuando, casi más los de fuera hombres y jóvenes del Oratorio que
los que componíamos la pequeña comunidad, comenzaron a pensar en dilatar los
espacios. Y se habló de locales, y de iglesia mayor, y fueron ellos los que
nos empujaron, casi sin darnos cuenta nosotros... |
Y
llegamos al 26 de mayo de 1963, cuando el señor Obispo venía a bendecir
aquella primera piedra, colocada como semilla de esperanza. Esperanza que iba
cuajando, mezclando afanes y trabajos, en las paredes que crecían. La iglesia
era como un ideal que hacía buenos a los que nos hacían el bien. Y propusimos
no hablar jamás de dinero en nuestra predicación, pesar de las no pequeñas
dificultades: era como un homenaje de pureza a la intención de nuestra
empresa. Y muchos, de cerca y de lejos, quisieron ayudarnos, y hasta pudimos
ayudar... No porque nos sobrara, sino como el que siembra para que el Señor
le dé más. Y el Señor daba. Siempre pobres y siempre «ricos». |
Y
el 26 de mayo de 1967 venía el señor Obispo y bendecía la iglesia y
consagraba su altar. Todo terminado, todo «casi» terminado. |
Y
hace un año. Un año de esta «iglesia nueva», y quince años de nuestro
«nacimiento». Todo es joven aún: joven por los inicios, por la vida, por las
obras y por las personas; joven por la Diócesis que aún conserva —¡y que sea
por muchos años!— su primer Padre y Pastor. Joven, sobre todo, por la hora de
la Iglesia universal, en que da gusto sentirse nacer y comenzar a crecer,
cuando Ella renace y se quita «mantos viejos» —como dijera el Papa— y
descubre vida suya en el mundo y en los hombres que la miran y esperan
—sabiéndolo o no—, el fermento del Evangelio, de amor, de justicia, de
verdad, de libertad y de paz, que renueve la faz de La tierra con la juventud
de la santidad. |
«Quien
ama otra cosa que no sea Dios, se engaña miserablemente». |
«El
que rehúsa una cruz ahora, encontrará otra más pesada luego». |
«El
que dice que no puede hacer oración, es que no se mortifica en nada». |
«Jamás
he pedido nada a nadie y nunca me ha faltado la ayuda de Dios». |
«Un
santo triste es un triste santo». |
SAN
FELIPE NERI. |
{4
(84)} |
3.
EL CARDENAL BEVILACQUA Y SAN FELIPE |
El
6 de mayo de 1965 murió el Padre Bevilacqua. Esta página quiere ser un
homenaje a su recuerdo, unido a San Felipe, en las siguientes palabras de
Jean Guitton: |
Es
raro que, a mi edad, surja una nueva amistad de las raíces de la admiración.
Durante el Concilio un amigo me presentó al Padre Julio Bevilacqua. Me dijo:
"Es un hombre único en su género, desconocido, pero magnífico". Vi
a un oratoriano con el cuello blanco y pensé enseguida en Bérulle,
Malebranche, Gratry, Newman; pero era diferente. |
Bevilacqua
me llevó al Oratorio de Roma (yo había dado allí una conferencia sobre
Newman); como recompensa me subió a visitar la capilla y las reliquias de San
Felipe Neri, su fundador. Cansado, se sentó en un banco frente a la
mascarilla, perfectísima, de San Felipe, humana, sacerdotal. Me cogió de la
mano y comenzó a decirme: "Ese Felipe que veis fue poco comprendido. Era
el santo más original que se pueda imaginar. Nada tenía de especial ni
siquiera en la santidad. Ningún programa. Sólo el corazón lleno, encendido
del Espíritu Santo, y la inspiración del momento. Todo estaba ahí: |
plenamente
consciente y lanzado del todo al viento de Dios. Sin teatralizar, sin hacer
composiciones. Alegría, alegría, y lágrimas. Toda la vida asumida en la Cruz
y en la alegría. Y hablar todo el día con todo el mundo... Acoger a todos,
sublimar las cosas de todos. Un poco de fantasía, de imprevisible, de burla y
de broma, a veces, pero siempre divino. Tratando familiarmente con el más
alto y con el más bajo. Felipe fue el tipo más completo de italiano: |
tenía
la gallardía, la simpatía, el humor y el espíritu de independencia de los
florentinos, y tenía el sentido romano del buen pueblo de Roma: una noble
simplicidad abierta a todos los seres. Contemplad, contemplad este rostro que
la muerte no ha podido apagar". |
Oía
las palabras del Padre Bevilacqua y, por dentro, en silencio, iba pensando
que me daba dos pequeñas llaves de oro, una de las cuales me servía para
conocerle precisamente a él. |
{5
(85)} |
4.
¿DEJAR EL MUNDO? |
Tendríamos
que volver a escribir las vidas de muchos santos, porque, demasiadas veces,
nos hemos complacido en presentar la santidad como una huida del mundo. En
parte se comprende que se haya caído en este fallo por la falta de nobleza
con que, demasiadas veces también, abusamos de la inmediatez del mundo
sensible y, se comprende, que quien no sabe usar moderadamente, no imagina
como posible más salida que la huida. Pero los Santos no han sido los que
"han huido del mundo", sino los que han triunfado del mundo. |
Ellos
vivieron en su tiempo y captaron las circunstancias que les envolvían y,
cuando nos parece que "se retiraron del mundo", no hicieron otra
cosa que alejarse, no como el que huye, sino como el que se sitúa en posición
que le permite tomar perspectiva del conjunto. Y, por eso, superando lo
impaciente y goloso de la inmediatez sensible, han sabido contemplar
englobadas todas las cosas y referirlas a Dios. El Santo siempre es un ser
proyectado especialmente hacia lo universal; si no, no sería santo. |
Hoy
diríamos que el Santo es un hombre que sabe dialogar con lo que le rodea, con
lo que le toca vivir. No maldice, no se asusta de la vida, no desprecia la
existencia, no se aleja de sus hermanos; sino que los ama y, si por un
momento parece que se distancia de las realidades que atan a todos, no es
para desentenderse de ellas, sino para comprenderlas y juzgarlas mejor, y
para volver a ellas y mejorarlas con la entrega de su vida. |
No
se cree en posesión definitiva de la verdad. La verdad es algo que crece y se
desarrolla. No es que la verdad sea variable para él, sino que es
"creciente". Y por esto dialoga. El que quiera ser santo tendrá que
"santificar" su vida dialogando con este mundo que le toca vivir:
abierto a todo lo que aún le queda por añadir al bien comenzado de la propia
vida. Porque el bien nunca se nos da en exclusiva. |
Esos
santos que contemplamos lejanos a nosotros, hicieron esto en su tiempo, en su
lugar, con su vida. |
En
nuestro tiempo, para santificarnos, para hacer "buena" nuestra
vida, hemos de abrirla al diálogo: tomar perspectiva y dialogar. Desde Dios a
los hombres; desde el alma a los demás. |
Por
eso decía San Felipe: "¿Yo dejar el mundo?.. Nunca lo he dejado". |
{6
(86)} |
5.
NO DESTRUIR, SINO COMPLETAR |
A
muchos parecerá que los intentos, libres o cuasi anárquicos, de las pequeñas
comunidades cristianas tienden a sustituir a la macro-iglesia por la
micro-iglesia. Es posible que así sea en no pocos casos, Y sería
verdaderamente lamentable. |
La
macro-iglesia es —en lenguaje evangélico y paulino— la «Ley», o, en lenguaje
moderno, la «estructura», el sistema, Jesús declaró expresamente que el no
había venido a «destruir la Ley, sino a darle su cumplimiento y plenitud» (Mt
5, 17). |
No
se trataba de sustituir a la Ley por la ley o por las leyes. Lo interesante
era adoptar frente a la Ley una actitud de libre, no de esclavo. Jesús
infringió conscientemente algunas prescripciones de la Ley para demostrar
gráficamente que la Ley no tenía un poder tiranizador sobre el hombre. Los
cuatro evangelistas describen con profusión de detalles esta osadía de Jesús,
que tanto escandalizaba a los «legalistas» escribas y fariseos. En Mc 2, 27
tenemos ya una formulación lapidaria en boca del propio Jesús: «El sábado se
instituyó para el hombre, no el hombre para el sábado». |
Pablo
siguió literalmente esta misma línea de liberación legal. El procedía de la
más estricta observancia farisaica. Leyendo sus cartas, se tiene a primera
vista la impresión de que estamos ante un anarquista romántico, que desprecia
el encorsetamiento del sistema y camina a campo traviesa a impulsos de una
eventual inspiración carismática. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
A Pablo —como a toda la Biblia—, hay que leerlo con categorías mentales
dialécticas. Pablo, como Jesús, no intenta sustituir la Ley —más o menos
judaica— por otra Ley evangélica. |
«La
Ley es santa... Bien sabemos que la Ley es obra del Espíritu» (Rom 7, 12,
14). |
«¿Es
que destruimos la Ley para sustituirla por la fe? ¡De ninguna manera! Sino
que la confirmamos» (Rom 3, 31). |
Lo
que Pablo, como Jesús no tolera es que frente a la Ley se adopte una actitud
de esclavo: el cristiano ano está sometido a la Ley, sino a la Granda» (Rom
6, 14). |
Y
el propio «Dios envió a su hijo, nacido de mujer y constituido súbdito de la
Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley y pudieran a obtener la
adopción filial» (Gal 4, 4-5). |
Tampoco
hoy nosotros, cristianos del siglo XX, nada tenemos contra la Ley, contra el
sistema eclesial, contra la estructura de la macro-iglesia. Ciertamente,
todos estamos de acuerdo en que la estructura necesita una profunda
renovación, y a eso ha venido, principalmente, el Concilio Vaticano II y las
consiguientes reformas que se van llevando a cabo. Como miembros activos de
la Iglesia, tenemos el derecho y la obligación de criticar constructivamente
el sesgo de esas reformas, que no siempre satisfacen aspiraciones legítimas
de un pueblo de Dios que se adultifica rápidamente. |
Pero
en todo caso nuestra actitud ante el sistema ha de ser, no de esclavos, sino
de libres. Somos hijos y, como tales, no podemos adoptar ante la
macro-iglesia una postura servil. Somos hijos, pero no hijos pródigos. No
queremos abandonar la «casa del Padre» para construirnos en otra parte un
hogar que nos haga la ilusión de sustituir la vieja casona que nos ha dejado
de gustar. Por eso quedamos dentro y exigimos un puesto en las deliberaciones
que se toman para reformar unas estructuras que, a ojos vista, no nos
satisfacen a muchos de nosotros. |
Recientemente,
a los que hemos adoptado {7 (87)} esta actitud —libre y filial— de que darnos
dentro y expresar nuestra protesta dentro de las fronteras de la
macro-iglesia se nos ha acusado de «apostasía inmanente» (J. Maritain, Le
Paysan de la Garonde, París 1966). Nos parece demasiado fuerte la acusación.
Yo creo que, por el contrario, se trata de un caso extremo de fidelidad. Nos
quedamos dentro de una Iglesia que no nos gusta, precisamente porque creemos
en ella. |
JOSE
MARIA GONZALEZ RUIZ, en el prólogo de «HOLANDA ¿RIESGO INUTIL?», de la
editorial NOVA TERRA |
6.
HELDER CAMARA, PROFETA DE LA PAZ |
La
violencia es de todos los tiempos, pero en la actualidad está más extendida
que nunca; podríamos decir que es masiva: se encuentra en todas partes; es
multiforme: brutal, racionalizada, abierta, sutil, ciega, insidiosa, sinuosa,
física, científica, consolidada, anónima, obstinada, irresponsable... |
Es
fácil hablar de la violencia cuando se trata de condenarla desde lejos y en
bloque, sin distinguir aspectos y sin profundizar en sus causas. Y también es
fácil incitar a ella cuando se siente vocación de "guerrillero de
salón". Lo difícil es hablar de la violencia cuando uno se encuentra
mezclado, vecino y como envuelto en ella; cuando se ve que a veces los más
generosos y capaces de entre los nuestros padecen la tentación de la
violencia o se han dejado ya arrebatar por ella. |
Yo
quiero decir lo siguiente: El mundo entero tiene necesidad de una revolución
estructural. En el mundo subdesarrollado esto es evidente. Hay que hacer una
revisión a fondo, hay que realizar un cambio rápido. ¿Quién no sabe que en
los mismos países subdesarrollados existe un colonialismo interno, un grupo
de privilegiados cuya riqueza es mantenida a costa de la miseria de millones
de conciudadanos? Se trata a veces de un régimen semifeudal en el que el
pueblo se encuentra falto de derechos reconocidos, en una situación
infrahumana de verdadera esclavitud. Los trabajadores rurales no tienen
acceso a la propiedad de las tierras que grandes terratenientes mantienen
casi improductivas. |
Hoy
el 85 por 100 de la población mundial se desliza hacia la miseria {8 (88)}
para que el 15 por 100 restante pueda disfrutar de un súper-confort. En el
mundo subdesarrollado, las masas en situación infrahumana están violentadas
por pequeños grupos de privilegiados poderosos... Si esas masas se organizan
en sindicatos o cooperativas, sus líderes son acusados de subversivos o
comunistas y se les condena a desaparecer, "para que reine el
orden", es decir, el "orden-desorden". |
El
derecho es muchas veces un instrumento de violencia contra los débiles o
permanece como algo altisonante o hueco en el texto de declaraciones, como la
de los derechos fundamentales del hombre, cuyo vigésimo aniversario se
celebra ahora. Una buena manera de celebrarlo sería que la O.N.U comprobase
si alguno de esos derechos es tenido en cuenta y respetado en los dos tercios
de la humanidad. |
La
violencia existe también en el mundo desarrollado tanto en el comunista como
en el capitalista. Millones de hombres temen la paz, porque viven de la
guerra, porque comen de la muerte. Hay "trusts" más poderosos que
los mismos Estados. Y cuando deciden eliminar a una persona que les molesta,
no hay manera de dar con el asesino... |
Permítaseme
tomar ahora, valientemente, posición como obispo de la Iglesia para decir que
yo respeto a los que en conciencia se han sentido obligados a optar por la
violencia... Acuso a los verdaderos fautores de la violencia, a todos
aquellos que por egoísmo conculcan la justicia o impiden la paz. |
Pero
proclamo que mi vocación personal es la de ser peregrino de la paz, siguiendo
el ejemplo de Pablo VI. Prefiero mil veces ser muerto antes que matar. Opto
en absoluto por la no violencia, por el amor que nos enseña el Evangelio. Y
hago esta opción con profunda fe en el hombre y en sus posibilidades de
progreso a través de la paz. |
Mons.
HELDER CAMARA, Arzobispo de Recife. |
«Hay
que entregarse a Dios enteramente, sin reserva». |
«No
tengo miedo de nada con tal que me dé tiempo para rogar». |
San
Felipe Neri. |
{9
(89)} |
7.
LA FE NOS OBLIGA A LA PAZ |
El
mundo entero suspira por la paz. Las demostraciones diarias y las
manifestaciones públicas, que no deben desaprobarse por sistema, demuestran
de qué forma la humanidad entera, y especialmente los jóvenes, están
preocupados por la paz mundial. La Iglesia de Cristo ha recibido una nueva
misión: la de predicar la paz y la de colaborar a la paz. |
Es
significativo que en el corto lapso de seis años hayan sido dirigidas al
mundo tres encíclicas papales dedicadas a la paz y a la renovación de la vida
social. |
La
paz no es algo marginal. La paz debe ser en nuestra vida y en nuestra fe la
idea central. Cree en Dios, meditar sobre Dios, está íntimamente ligado al
trabajo por un porvenir mejor, por un mundo mejor; un mundo de justicia, de
caridad: un mundo de paz. |
Por
eso la teología debe mezclarse a la realidad social. Por eso, por su
orientación hacia el futuro, nuestra fe no puede resignarse a un determinado
orden y menos considerarlo como el único posible para conseguir la felicidad
del hombre. El compromiso del cristiano con la sociedad es, por definición,
un compromiso basado en un espíritu crítico para obtener del presente un
porvenir mejor. |
Cuando
se habla de compromiso político, muchas personas se muestran temerosas o
dubitativas, y se comprende; pero hay que decir que en esta época mundial la
Iglesia debe encontrarse siempre en la vanguardia de la historia. En el
sentido más profundo, la toma de posición crítica del cristiano frente a las
estructuras existentes se base en lo que el Evangelio llama el amor. Amor que
representa, desde el punto de vista de lo social, una voluntad incondicional
de equidad y de libertad en favor de los demás. Esta incondicionalidad no
exceptúa a nadie. La Iglesia no puede tener otra posición de poder que la que
se desprende de su búsqueda de un reino de amor y de justicia. |
La
paz no es la victoria de una ideología sobre otra, sino la capacidad de vivir
juntos y dialogar. |
Cardenal
BERNARD ALFRINK, Primado de Holanda. |
{10
(90)} |
8.
"JUVENTUD, Esperanza de la Iglesia" |
LA
JUVENTUD ESPAÑOLA DEBE ENCONTRAR EN LA ESTRUCTURACION JURIDICA DE LA VIDA
NACIONAL LAS CONDICIONES BASICAS PARA SU PROMOCION INTEGRAL. |
El
cardenal secretario de Estado en su carta a esta Semana Social (la XXVII
española), dos recordaba a este propósito un texto de la «Gaudium et spes».
Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy día
es particularmente necesaria para el pueblo y sobre todo para la juventud, a
fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la
comunidad política y añadía por su cuenta: «Si, por una parte, el deber de
conciencia prohíbe romper el ritmo de los tiempos, por otra, la anticipada
madurez que el hombre contemporáneo adquiere... exige que la formación para
el futuro Impartida a los jóvenes, disponga de cauces y estructuras que les
consientan un entrenamiento en el autogobierno disciplinado». |
Las
libertades básicas que los jóvenes reclaman no solamente para su formación,
sino también para asegurar el porvenir del país, son, sobre todo las de
asociación y reunión, la libertad de expresión y la posibilidad de
encuadrarse en sindicatos verdaderamente representativos. De la sociabilidad
natural de los hombres se deriva el derecho de reunión y asociación; el de
dar a las asociaciones que creen, la forma más idónea para obtener los fine
propuestos; el de actuar dentro de ellas libremente y con propia
responsabilidad y el de conducirlas a los resultados previstos», dice
textualmente la «Pacem in terris», y continúa: «Como ya advertimos con gran
insistencia en la «Mater et magistra», es absolutamente preciso que se funden
muchas asociaciones y organismos intermedios, capaces de alcanzar los fines
que los particulares por sí solos no pueden obtener eficazmente. Tales
asociaciones y organismos deben considerarse como instrumentos
indispensables en grado sumo, para defender la dignidad y la libertad
de la persona humana, dejando a salvo la responsabilidad». |
Hágase
todo esto de forma —y ahora hablo yo— que no produzca graves perturbaciones,
hágase escalonadamente y con los debidos asesoramientos, hágase con el
necesario control de la autoridad, enséñese a los jóvenes a que el
entrenamiento en el uso de estos derechos vaya siempre acompañando del
cumplimiento de sus deberes, pero hágase clara y decididamente. |
Los
jóvenes no se forman tan sólo con los libros y las lecciones; se forman
también partiendo de su misma vida y en su propia acción, que orienta sus
iniciativas dándoles un sentido muy concreto de responsabilidad social que
les ayudará, sin duda alguna a descubrir simultáneamente sus posibilidades y
limitaciones y les ejercitará en las virtudes de la convivencia, el diálogo y
el respeto a las opiniones contrarias, tan necesario en un país como el
nuestro. |
{11
(91)} De lo contrario, la Juventud, desentendiéndose de los grandes deberes
nacionales, desembocará en la frivolidad, o lo que es peor, terminará en el
gamberrismo o la delincuencia. |
NUESTRA
COMUNIDAD ECLESIAL, {1} Y NO DIGO SOLAMENTE LOS OBISPOS, TIENE QUE HACER {1}
UN ESFUERZO SINCERO DE ADAPTACION A LOS TIEMPOS QUE VIVIMOS. |
Es
decir, todos tenemos que estar mucho más en contacto con la realidad. Unos
vivimos demasiado absorbidos por la burocracia; otros —las asociaciones y
movimientos apostólicos— demasiado dedicados a sí mismos, a sus pocos o
muchos miembros, pero tantas veces vueltos de espaldas a la gran masa;
otros, demasiado preocupados de fermentar en sus propias masas, como ocurre
con bastantes parroquias... Todos, el primero yo, tenemos que hacer un serlo
propósito de vivir más cerca de nuestros hermanos y de sus problemas, de
compartir con ellos sus alegrías y sus sufrimientos. |
No
podemos olvidar, por otra parte, que el mundo que se construye ante nuestros
ojos necesita una inspiración evangélica. No puede faltar en medio de
él nuestro testimonio y nuestra palabra. Esto nos obliga a todos, también a
los obispos, a pronunciarnos con claridad y caridad, ante todo lo que vaya
contra la dignidad de la persona o contra el marco básico en que ésta tiene
que realizar su compromiso humano; ante todo lo que atente, directa o
indirectamente, contra la vocación sobrenatural del hombre. No siempre serán
necesarias ni convenientes grandes declaraciones, pues aún en esto hay que
tener también la preocupación de ser humildes y sencillos. Algunos obispos
españoles nos han dado en esta última temporada emocionante ejemplo de
ello. |
Mons.
MAURO RUBIO RIPULLES. |
Obispo
de Salamanca, en la XXVII Semana Social de España. |
«No
busquéis nada fuera de la gloria de Dios, y tened confianza que el que os ha
dado fuerza para comenzar la obra os la dará para terminarla». |
Estad
siempre alegres, y haced lo que queráis con tal que no pequéis)
«Bienaventurados vosotros, los que sois jóvenes, porque tenéis tiempo de
haceros santos». |
«El
entusiasmo de los jóvenes es como el fuego de la paja, dura poco». |
De
muchos es comenzar el bien; de santos el perseverar hasta el fin. |
SAN
FELIPE NERI. |
{12
(92)} |
9.
MÁS SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE LOS OBISPOS |
No
solamente por tratarse de los derechos de la Iglesia, sino por la actualidad
que ha adquirido el tema en la Prensa nacional, donde ha hecho irrupción con
suma delicadeza por parte de los que defienden la doctrina conciliar, nos
parece interesante una vez más hacer referencia a esta materia que resulta
tan decisiva y vital en esta hora para el porvenir del catolicismo español.
Previa una consideración de carácter general, ofrecemos el texto de unas
palabras emitidas por la Radio Vaticana, con todas las aprobaciones, y el
parecer de un destacado seglar español, Enrique Miret Magdalena, ya conocido
de cerca por todos los amigos del Oratorio. |
EL
SIGNIFICADO DE UN RUEGO El ruego del Decreto "Christus Dominus",
por el que el Concilio Vaticano II pide a los Estados que lo poseen, la
renuncia al privilegio de "elección, nombramiento, presentación o
designación" de los obispos, no puede ser interpretado de otro modo que
como una delicada y urgente reclamación para que se liquiden las últimas
huellas legales o consuetudinarias de la injerencia del poder civil en el
gobierno y misión de la Iglesia. |
La
historia de la Iglesia está llena de dolores y desgracias padecidas por este
abuso. No hace falta remontarnos a la Edad Media, ni resucitar la historia de
las investiduras para que sea bien patente que el Concilio Vaticano II de
nuestros días, no ha proclamado nada nuevo; sino que se ha limitado a
reclamar, una vez más, como hace siglos y como desde hace siglos, la
devolución de una libertad a cuya limitación jurídica, envuelta en la fórmula
que sea, sólo con dolor y profunda repugnancia había accedido cuando el poder
civil ponía precio, de algún modo, al derecho divino de la predicación
evangélica, y fue siempre en los casos en que los príncipes no tenían fe
suficiente y consideraban como simple hecho histórico la realidad de la
Iglesia, o porque creían que una cierta sumisión de la Iglesia fevorecería
sus miras políticas. Luego, con enorme contrasentido, cada vez que la Iglesia
hacía el menor gesto de independizarse de tal injerencia, era acusada,
sistemáticamente, de "política" o, como diríamos hoy, de
temporalismo", y no se daban cuenta que formulaban tal acusación
precisamente en nombre de una política y por mantener un temporalismo
determinado con que, a toda costa, pretendían comprometer la transparencia
del mensaje cristiano, {13 (93)} que, como dice el mismo Concilio, "no
se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema
político alguno" (G. S. núm 76). |
En
el "ruego" del Concilio que comentamos, la Iglesia ha tenido muy en
cuenta la debilidad de los hombres y por esta razón no ha formulado una
exigencia o una denuncia, sino que ha elegido la palabra "ruego",
aunque solemne y universal; por dos razones: primera, porque si los gobiernos
afectados no son creyentes, vean en la mansedumbre de la actitud de la
Iglesia, una razón más para no resistirse a devolverle lo que les reclama, y
segunda, porque si los gobiernos afectados son cristianos y católicos, tengan
en este solemne ruego maternal, la ocasión de una rápida y generosa reacción
para demostrar que son buenos hijos de la Iglesia, sin reticencias en su leal
devoción y obediencia, porque los hijos buenos no precisan de mandatos... |
Otras
interpretaciones serían fruto de una crasa ignorancia sobre la naturaleza y
misión de la Iglesia o estarían inspiradas en intereses que nada tienen que
ver con el bien de las almas. |
«FUERTE
PARADOJA» |
En
la noche del 25 de Abril último, la Radio Vaticana difundió las siguientes
palabras: |
A
continuación, vamos a leer unas páginas sobre uno de los problemas más graves
que afectan hoy a la Iglesia en España y que a nuestro entender explica, al
menos en parte, ese fenómeno que se observa en España y que algunos han
llamado antijerarquismo. |
El
panorama eclesiástico español presenta en los últimos años una situación de
especial anomalía, que se va acentuando progresivamente. En el momento
actual, seis diócesis españolas (Huesca, Tarazona, Menorca, Valencia, Lérida
y Santander) —el 10 por ciento del total— están jurídicamente vacantes. |
Por
otra parte, habiendo rogado encarecidamente el Papa a los obispos —siguiendo
las prescripciones conciliares— que renuncien al cargo del gobierno de su
diócesis a partir de los setenta y cinco años, hay en España once obispos
que, teniendo ya cumplida esa edad, siguen al frente de sus diócesis sin que
haya sido aceptada su renuncia cuando ha sido presentada. Otra diócesis más
entrará este año en la misma situación. La edad media de esos once obispos es
de ochenta años y cinco meses. |
Esto
significa que casi el 30 por ciento de las diócesis españolas se encuentran
en situación anómala. |
No
olvidemos que el Concilio Vaticano II ha proclamado claramente en la
constitución «Christus Dominus» que del derecho de nombrar o instituir a los
obispos es propio, peculiar y de por sí exclusivo de la autoridad
eclesiástica competente». |
El
mismo Concilio saca de este principio dos consecuencias terminantes, una cara
al futuro, otra respecto a la situación actual: Por lo cual... desea el
sagrado Concilio que en lo sucesivo nunca más se concedan a las autoridades
civiles ni derechos ni privilegios de elección, nombramiento, presentación o
designación para el ministerio episcopal; y a las autoridades {14 (94)}
civiles, cuya voluntad obediente a la Iglesia reconoce agradecido y tiene en
gran estima el Concilio, se les ruega con toda delicadeza que tengan bien
renunciar por su propia voluntad, de acuerdo con la Sede Apostólica, a los
derechos o privilegios referidos de que disfruten actualmente por convenio o
por costumbres, El Concilio no ha podido ser más explícito. Pablo VI
remachaba ese deseo de la magna asamblea en su discurso de clausura del
Concilio ante las naciones extranjeras presentes al acto: «La Iglesia pide a
los Gobiernos que consientan en reconocerle o restituirle su plena y entera
libertad en lo que concierne a la elección y el nombramiento de sus
pastores». |
Estas
palabras se pronunciaron en 1965. |
¿Por
qué en 1968 no ha aparecido todavía ninguna indicación, que haya llegado la
conciencia pública, de que el Estado español vaya a restituir a la Iglesia a
plena libertad que ella ha reclamado para el nombramiento de sus pastores?
¡Fuerte paradoja la de esa continua profesión de catolicismo por parte del
Estado español en contraste con ese reiterado silencio! |
Paradoja
desconcertante para los que creen en la sinceridad de esa profesión de le y
son puestos en la tentación de pensar que su pureza puede estar en ocasiones
subordinada intereses políticos, que si son genuinos no podrán estar nunca en
contradicción con ella). |
OBISPOS
ELEGIDOS POR EL PUEBLO |
Pero
no se trata de vindicar el derecho de la Iglesia, ni discutir situaciones
cuyo origen no atañe, a veces, a los contemporáneos, sino que hay que dar
soluciones, no solamente justas y prácticas, sino cristianas y evangélicas,
por grandes que sean las reformas que haya que emprender. |
Enrique
Miret Magdalena, desde "TRIUNFO", ha tratado el tema de la elección
de los obispos y señala hacia la solución total, "eclesiástica",
que, por lo menos, hay que preparar con urgencia y entusiasmo. Escribe: |
Los
primeros siglos —que tenían todavía cercano el recuerdo de la época
apostólica —fueron más sensibles a algo que se ha perdido hoy completamente:
la intervención del pueblo en las cosas de la Iglesia. |
Historiadores
de todas las tendencias lo han reconocido así. Desde el agnóstico profesor
Ch. Guignebert, que afirma de aquel tiempo: «El Obispo... es elegido por el
pueblo y ordenados por los Obispos vecinos» («El Cristianismo Antiguo»). Como
el teólogo X. Arnold ha repetido en sus varios trabajos pastorales, o como el
historiador católico Vacandard señalaba que «las elecciones episcopales se
realizaban —entonces— por el pueblo y el clero de la ciudad». |
Tres
grandes Papas lo exigieron así. |
San
León Magno decía sin eufemismo algo de sentido común: «Quien ha de mandar a
todos, sea elegido por todos», San Celestino I exigía: «A nadie demos Obispo
contra su voluntad, y por eso debe requerirse el consentimiento y deseo del
clero, del pueblo y de los Obispos y cuando se perdió en plena Edad Media,
esta costumbre, otro Papa —Gregorio VII— devolvió al pueblo esta
intervención, que algunos consideraban peligrosa y que había pasado
abusivamente manos de cabildos eclesiásticos y gobernantes civiles». |
Las
normas de los primeros siglos son tajantes «Que se consagre como Obispo al
que ha sido elegido por todo el pueblo» (San Hipólito, «Tradición
Apostólica»). Y {15 (95)} el rígido Obispo de Cartago, San Cipriano, «en el
siglo III declara que la comunidad tiene el poder de elegir su Obispo, o de
desecharlo cuando se le imponga» (A. Dumas, «Catholicicisme»). |
...Tenemos
pues que plantearnos dos problemas: Uno, el de Independizar más —como la
Iglesia quiere— el poder eclesiástico del poder civil, y éste es cometido
urgente e inmediato. Y el otro, encontrar —poco a poco y pensándolo bien— un
sistema más popular de elección de las personas, cosa no fácil, desde luego,
pero que d queremos ser conscientes de la tradición católica más antigua y
más ejemplar, deberíamos hacer lo imposible por alcanzar esta meta sin tardar
mucho. |
...El
primer paso a dar será, por tanto, desligar el poder civil de esa
Intervención en el nombramiento de Obispos. Pero esta renovación debía
hacerse ampliando además el criterio de selección y haciendo, por tanto,
intervenir decisivamente un organismo más universal como la Secretaría de
Estado y la Nunciatura, en vez de dejar la decisión en manos de un ora mismo
eclesiástico nacional. La intervención eclesiástica nacional debía ceñirse,
en forma análoga a otros siglos cristiano colaborar los Obispos de la región
en la simple sugerencia —sin limitación— de posibles candidatos, pero dejando
las manos totalmente libres a la Santa Sede. |
Después
—y deseamos que sea rápidamente una realidad— vendría la tan anhelada
colaboración del pueblo y clero a esta propuesta de nombres, como ahora —a
veces— se hacía a título privado, pero sin suficiente cauce institucional,
que es lo que hay que buscar y establecer. |
ULTIMO
COMENTARIO |
Es
natural que, como simples católicos y como ciudadanos, deseemos que sea
restituida la plena libertad a la Iglesia en lo que se refiere al
nombramiento de Obispos en España: por el bien de las almas y por el bien de
los mismos Obispos que son también más de una vez, víctimas de un sistema que
ya no funciona. La Radio Vaticana ha hecho clara alusión al antijerarquismo
que, por desgracia, cunde entre los católicos españoles y que se explica, en
parte por lo menos" por el modo como aquí se designa a los Obispos. Los
Obispos necesitan la confianza y el amor de su clero y de su pueblo, y los
azares políticos no pueden ser los encargados de fomentar esa confianza ni de
garantizar ese amor. Lo cual no sólo es causa de gran dolor en el corazón
humano de todo Obispo consciente y en comunión con todo el Colegio Episcopal
y la Sede Apostólica, sino que colapsa la eficacia de su apostolado, porque
no se puede exigir tanta fe a la gran masa del pueblo de Dios, hasta superar
cualquier recelo de temporalismo o compromiso político en sus pastores,
cuando el poder civil interviene en su designación o nombramiento. Y esto es
muy grave, porque de esta desconfianza se derivan trágicas consecuencias para
el apostolado y para la Iglesia en general. Baste, por ejemplo, la parte que
corresponda como causa a esas 106 dimisiones de cargos nacionales de la
Acción Católica Española, ocurridos en los últimos 18 meses. Y, en otro
aspecto, la poca simpatía con que muchos juzgarían que pasaran, los
privilegios del Estado, a la Conferencia Episcopal nacional, por suponerla
emanada del Concordato, por lo menos en gran parte de sus miembros. Lo cual,
si por los {16 (96)} fieles católicos españoles no puede significar
inculpación en ninguno de los Obispos componentes, víctimas de unas
circunstancias que de seguro les deben repugnar, sí en cambio que exigirá el
paso de algunos años hasta purificarse de todas suspicacias de remota
influencia política, ya no deseada ni por los buenos políticos. |
Por
esto nos chocaban las endebles razones que el diario "ARRIBA", una
vez más, exponía en su largo editorial del día 5 de mayo. Editorial
reproducido, en todo o en parte por algunas publicaciones y diarios españoles
menos leídos, y cuyas razones principales se desmontan con estas simples
observaciones: |
1ª.
No debe confundirse el concepto conciliar de "Iglesia local" por el
de "Iglesia política". |
2ª.
Es falsa la suposición de que la Iglesia, para ponerse en contacto con sus
hijos, debe hacerlo a través del Estado; ni que los fieles tengan derechos,
respecto a la Iglesia, que deban defender los Estados. Eso es cesarismo. |
3ª.
Todo buen católico es, al mismo tiempo, siempre, buen ciudadano. (No es
preciso que todo buen ciudadano deba ser buen católico, ni siquiera
católico...). El Estado es incompetente para calificar o depurar el grado de
catolicismo de los ciudadanos. |
4ª.
La Iglesia no necesita protecciones especiales. Le bastan las que han de
existir para todos los ciudadanos y que el poder civil tiene el deber de
fomentar. |
Ello
es suficiente. En realidad se trata de que, entre todos, superemos muchos
prejuicios para que lleguemos a la distinción evangélica original: |
"Dar
al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". |
Porque
es preciso darse cuenta de esto: el régimen de Cristiandad ha terminado. |
La
Iglesia, ni aún antes, jamás ha vendido nada; ni menos, ahora, tiene nada que
vender ni hipotecar, a pesar de la irrespetuosa y hasta insultante referencia
con que algunos han pretendido aludir a la compensación económica, que todos
podemos reconocer, leyendo las estipulaciones concordatarias además de
recordar la Historia, que no es más que una mínima, pobrísima y nunca acabada
restitución... Pero también a ello sabe renunciar la Iglesia si puede
interpretarse como contrasigno, en especial por el torcido modo de
comentarla. |
La
Iglesia no necesita ningún privilegio, ni amparo especial de ningún poder de
este mundo. Lo que Ella ha podido pedir y ha pedido en el pasado y pide ahora
y pedirá siempre, vale para Ella y para todos: unas condiciones jurídicas de
paz, de justicia y de libertad válidas para todos los hombres. |
Esto
le basta. Lo demás corre exclusivamente de su cuenta y es indelegable. |
{17
(97)} No puede renunciar lo que ha recibido de Dios: quien la invade la
mancilla. No tiene nada que vender: sólo tiene para dar, porque si se
vendiera se prostituiría. Su ideal es la fe, sus armas el Evangelio, su vida
la gracia. No busca ni quiere ser perseguida; pero cuenta con que lo pueda
ser, porque se lo anunció el Maestro. Pero si llega el caso de tenerse que
defender, no sería con los poderes, ni con las armas de los hombres
—"¡No con la espada!", sino con la virtud, con la fuerza del amor,
a la luz de la fe. Otra cosa sería descender al nivel de los reinos y de los
príncipes de este mundo, o apuntarse solamente los triunfos externos de la
coacción. La Iglesia se respeta demasiado para no respetar a los demás. Ella
es libre y hace libres a los hombres; les da la máxima libertad: los hace
hijos de Dios ESPAÑA Y EL CONCILIO {t} Pocas naciones tan poco preparadas
para el Concilio como España; pero también pocas naciones tan a punto para el
posconcilio. El Vaticano II, a los españoles, nos cogió de sorpresa, incluso
a los obispos. España era una nación un poco aislada del resto del mundo. |
La
originalidad de la crisis de fe del catolicismo español, se manifiesta por
una ignorancia de la misma fe y su falta de dinamismo. Fe más preocupada y
más celosa de la ortodoxia que de la caridad; más defensiva que vital. |
Pero
ahora está en nuestras manos llevar a cabo la renovación profunda de nuestro
catolicismo, o dejar perder la única ocasión que nos brinda el Concilio. |
{18
(98)} |
10.
LENTITUD EXCESIVA |
Hay
una lentitud excesiva en la Iglesia. El Concilio ha lanzado en el seno del
Pueblo de Dios un fermento dinámico de cambio y de conversión radical. |
Existen
laicos y sacerdotes lúcidos y auténticos que luchan por lavar el rostro de la
Iglesia de sus pecados y de todo lo que la desfigura. En el fondo ellos
pretenden construir una Iglesia resurgida en Cristo y en la Palabra y al
mismo tiempo capaz de animar y servir al mundo de hoy. Sucede, a veces, que
nosotros, la jerarquía, nos sentimos llamados a ser defensores de
"tradiciones". En tal caso nosotros hacemos de freno y no de motor
para esos laicos y esos sacerdotes renovadores. No siempre aceptamos el
diálogo con el clero co-responsable y con el laicado adulto y creador. |
Yo
estimo que todo esto llevará a las más graves consecuencias. El cansancio y
el desaliento de los más auténticos les llevará, tal vez, a la evasión o la
desesperación. Los "instalados", cierto, permanecen fieles; los
"instalados" no tienen dudas. |
Es
urgente que nos hagamos verdaderos hermanos de nuestros sacerdotes y de los
laicos que son los verdaderos servidores del pueblo y del mundo. Nuestra
"conversión" ha de ser tomada en serio sobre nosotros mismos y para
el pueblo de Dios. |
Estoy
convencido de que existe ya un nuevo Pentecostés, un empuje renovador. Casi
todos los episcopados del mundo hacen su examen, se reúnen, elaboran planes
pastorales, investigan... Pero, de todos modos, la lentitud me parece
excesiva y eso dará lugar a muy graves consecuencias. El tiempo nos empuja.
Para los que saben interpretar el tiempo a la luz de la fe purificada y
desmitizada, es el Señor mismo quien nos fuerza y nos empuja. |
En
el fondo de la renuncia o no renuncia al derecho de presentación hay una
confianza o una desconfianza en ese Papa a quien rebozan de elogios a diario
precisamente quienes, a la hora de la verdad, prefieren no poner en sus manos
nuestro futuro religioso, no nos lo vaya a romper. Pero ¿en qué quedamos? |
Pablo
VI es el Papa conservador que frena a los progresistas según nos cuenta a
diario la prensa, o es un peligroso progresista que nos conduciría a la ruina
a poco que confiásemos en él. ¡Ah, obediencia, obediencia, cuánta hipocresía
se esconden detrás de tu nombre! |
J.
A. REVILLO — N.º 626 de VIDA NUEVA. |
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