BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
71. JUNIO. 1968. |
1.
EL ESPÍRITU |
Hay
algo en el Cristianismo que excede a la simple aceptación de unas verdades y
al cumplimiento de unos preceptos. Es precisamente su coronación, su acabado.
Porque no se trata solamente de creer y de obrar; se trata más bien de vivir:
y no sólo vivir de un modo, sino vivir una vida. |
Si
el Cristianismo fuese solamente una doctrina o una moral, tendrían razón los
que lo convierten en pura teoría complementaria del saber humano, en esquema
normativo de la conducta. Es posible que, para ciertas actitudes egoístas y
ajenas a los planes de Dios, esto resultara más cómodo. Pero el Cristianismo
no es un paralelismo de la vida. Es más: es una verdadera vida, es un
dinamismo entroncado en Dios, que penetra al hombre por medio de Cristo. Y
este dinamismo lo mueve el Espíritu de Dios, su aliento, su fuerza, su amor,
totalmente. |
Por
esto la tarea del cristiano no puede bastar con aceptar una lista de verdades
cuidadosamente preservadas del error; no puede consistir en examinar 1}
escrupulosamente la propia conciencia para mantenerla conforme a un código
que sea garantía de la justificación interior. El Cristianismo es más que
solamente esto: es dejarse llevar dócilmente por el Espíritu de Dios,
apoyándose en verdades que se convierten en principios de vida, al paso que
se descubre y se secunda el impulso de Dios, no sólo en la propia alma, sino
en todo el mundo que la envuelve, para leer los signos de la voluntad y de la
presencia divina tal como van fluyendo, encauzándolo todo hacia el regreso
definitivo en El mismo. |
Todo
esto no lo puede explicar una filosofía, ni asegurar una moral. Todo esto es
algo más completo, más comprometido, más exigente y más profundo y personal.
Todo esto es una vida: la vida del Espíritu de Dios en el hombre. Implica –lo
dijo Cristo—"nacer de nuevo". |
{1
(101)} |
2.
CRISIS DE VOCACIONES |
La
jornada de Pentecostés coincide apropiadamente, con el Día Universal de las
Vocaciones. Es realidad los primeros que Cristo llamó, en este día fueron
robustecidos con el Espíritu Santo y, llenos de Él, se dispusieron a difundir
la santidad por el mundo, como portadores de un fuego y una luz que debían
iluminar y transformar el mundo. Se trataba de una dedicación personal, de
una consagración al amor de Dios, de una fidelidad de corazón, de un
entusiasmo por el Reino de Dios tal como Cristo se lo había descrito, y que
se hacía urgencia para darlo a conocer a los demás, por la vida y por la
predicación. Algo tremendo, porque había que superar y hacer día a día más
dócil a los designios divinos la propia limitación humana, y había que
superar la enorme dificultad de ir a todos y a todas partes. Tal vez la
perfección no sería asequible mientras se camina por este mundo visible, pero
el deseo constante y mantenido no se apagaría. La Iglesia lo ha mantenido, a
pesar de todas las flaquezas humanas, durante veinte siglos. |
Incluso
ha ido repartiendo las tareas, ya desde un principio: unos la oración, otros
la palabra, otros la asistencia... |
El
libro de los Hechos de los Apóstoles nos lo evidencia con toda sencillez. |
Y
del perfeccionamiento de este reparto de tareas (nunca totalmente
delimitadas, porque en realidad, como las cosas divinas exigen, todo debe
estar todos de alguna manera), surgieron las diversas formas de consagración
a Dios, siempre mejoradas, según las exigencias de los tiempos y las
necesidades de las almas, y lo que el Espíritu de Dios, que asiste a la
Iglesia, ha ido manifestando. |
En
la actualidad es innegable que asistimos a una época de transformaciones, que
llamamos crisis cambio —que afecta a todo el mundo y a todo el hombre. Y
también al problema de las vocaciones del "llamamiento" — una vida
de plena consagración al Reino de Dios. Y no únicamente en el seno de la
Iglesia católica: se trata de un movimiento perceptible en toda vida
comprometida respecto a Dios; por esto afecta también al protestantismo. |
Esta
crisis, que se manifiesta por una disminución de generosidad en atender al
llamamiento divino, servirá, en último término, para purificar las mismas
ideas que los cristianos tengan de la vocación y para seleccionar a los
mejores, aun cuando esta selección no coincida siempre con las categorías
mundanas del momento. Hemos de agradecer a la Providencia la suerte inmensa
de vivir en esta época maravillosa; pero todo el prodigio de este amanecer
que nos entusiasma no borra, de cuajo, los egoísmos, ni disipa las
ignorancias aún existentes sobre la naturaleza del Reino de Dios, del valor
de la gracia, de la vigencia del Evangelio {2 (102)} y de las palabras de
Cristo sobre "la parte mejor" elegible en su Reino de paz y de
amor, más que en el mundo y más que la misma vida. |
Por
esto ha habido, hay y seguirá habiendo corazones jóvenes para quienes Dios,
el apostolado, el mundo que hay que santificar y el reino de Dios, ni son un
"hobby", ni una compensación, ni un refugio; sino un amor; todo un
amor que se entrega, superando, incluso, la inmediatez y exclusividad de las
respuestas que dan los amores de este mundo, y no por inhibición o
incapacidad, sino por afinación y generosidad: porque son un súper-amor. |
Pensamos
que la poca estima que tan a menudo se tiene en el seno de las mismas
familias llamadas cristianas, tanto al sacerdocio como a la vocación
religiosa, si por una parte pueden distraer a los jóvenes y hacerles sordos
al divino llamamiento, por otra redunda en verdadero perjuicio del mismo amor
que ha de haber en la familia que, por fuerza, se resiente y debilita cuando,
por razones de egoísmo o con tópicos y falsedades, ya desde lejos y antes de
que se pueda manifestar, se disuade toda posible vocación. Se quedan con lo
moralizante del cristianismo, como recurso educativo, sin pasar de cierta
religiosidad atrofiada y pada más. El resultado es preparar para la vida a
corazones prematuramente envejecidos y sin capacidad de ideales. Serán los
egoístas de mañana, barnizados de una fe que no les servirá para resolver ni
su vida en el mundo, ni para preparar a los demás. El amor será sentimientos
y pasiones, pero no entrega y compromiso para un bien mayor y total. El
contraste de egoísmos les enseñará tácticas, pero no les hará mejores, ni
sabrán hacer mejores a los demás. |
Pero
esta "crisis" de vocaciones, ha despertado, en nuestros días, más
de un torbellino a causa de alguna defección especialmente ruidosa. Por
ejemplo, la del sacerdote Charles Davis, quien por más asepsia que ha querido
poner en sus razonamientos, ni más caridad con que se le haya querido
comprender dentro y fuera de la Iglesia, no ha satisfecho en sus críticas a
la Iglesia-institución. Ya en seguida le replicó fraternalmente, el nada
sospechoso Hans Küng diciéndole que "lo que haya que reformar en la
Iglesia, no lo reformarían los que se van, sino precisamente los que
quedan". Muy parecido, en efecto, con aquello que ya San Juan de la Cruz
había dicho a una monja que se le quejaba de tener que vivir en una comunidad
donde decía ella—"no había caridad". El santo le contestó: "No
se apure que eso tiene fácil remedio: donde vea que falta la caridad, allí
mismo ponga usted más caridad, hasta colmar esta virtud... Y verá cómo luego
sacará la caridad que ahora echa de menos". O eso que también ha escrito
recientemente uno de los mejores teólogos que tenemos en España, José María
{3 (103)} González Ruiz: "Nos quedamos dentro, aunque algo no nos guste,
precisamente porque creemos en la Iglesia". Se quedan siempre los que
creen, y siguen teniendo fuerzas para creer, los que aman. |
No
hace tanto tiempo —el 26 de octubre de 1941— también en Inglaterra, la patria
de Charles Davis, abandonaba el rigor de una clausura, después de 28 años de
encierro religioso, una mujer, Mónica Baldwin, sobrina del que fue famoso
primer ministro inglés, sir Stanley Baldwin. Esa mujer dejó el hábito de
monja con toda nobleza, ni tuvo necesidad de injuriarse a sí misma ni de
acusar a la Orden que abandonaba para justificarse. Más bien hizo lo
contrario: escribió un libro que alcanzó gran popularidad, titulado "I
leap over the wall" —"Yo salté la Tapia—, en el que, como se decía
en una revista francesa (el P. Maréchal en "La Vie Spirituelle",
julio de 1953), "se ofrecía una experiencia de la vida contemplativa
que, aunque fracasada, constituye un importante documento humano, rico de
enseñanzas, y que por extraña paradoja hará reflexionar incluso a los
detractores de la vida religiosa". Este libro, traducido a varios
idiomas y multiplicadas sus ediciones, originó no pocas discusiones, pero
contribuyó, en definitiva, a hacer conocer, apreciar y amar la vida
religiosa. |
También
Charles Davis ha escrito, recientemente, un libro titulado "A Question
of Conscience", donde intenta explicar las razones que le movieron a
abandonar el sacerdocio y la religión católica. Mónica Baldwin, después de
leer este libro, ha declarado ("The Times" de Londres. "Life
beyond the wall", 5 enero, 1968): "Lo que me ha chocado es que
tanto el como yo hemos fallado por razones 5emejantes. Ninguno de los dos
estábamos suficientemente asidos a Dios por la oración. El no menciona la
palabra "oración" ni siquiera una sola vez en su libro. Estoy
convencida de que, en su caso como en el mío, la causa del fracaso estriba en
no haber sabido guardar la ciudadela en las primeras etapas. El enemigo logra
infiltrarse y cuando viene el ataque grande se lleva todo por
delante..." Sí, se quedan siempre los que creen, y siguen teniendo fe
para creer los que aman. El amor ya, cuando se refiere a Dios —más aún que
cuando se refiere a los hombres— depende grandemente del roce, del trato. Y
se trata con Dios en la oración. |
Quien
no sea capaz de entender qué es tratar con Dios, que es amarle personalmente,
tampoco comprenderá jamás qué es la vocación, ese llamamiento divino para una
entrega total a su Reino. La Iglesia será una organización para el culto, o
una entidad moralizante, o una agencia benéfica, o algo por el estilo, sin
profundidad radical, útil, decoroso y complementario. Y hasta —mientras se
trate sólo de esto— aplaudirán que "otros" cuiden de los ritos y
ceremonias, o prediquen decencia y sumisión, o repartan bonos de pan a los
hambrientos o recojan a los enfermos que estorban en las familias o a los
ancianos que abandonan los hijos... |
Pero,
de amor, nada. De amor no entienden. Y seguirán, ellos, siendo egoístas hasta
en lo que llamen "amor". |
La
juventud se ha hecho para el heroísmo, y no para las pasiones. |
Paul
Claudel. |
{4
(104)} |
3.
60.000 DÓLARES |
"La
tarifa normal para eliminar a un ciudadano americano escribía desde Nueva
York, José María Carrascal (PUEBLO, 6, 6, 1968)—es de 60.000 dólares. Y
suponemos que, para el trabajo Kennedy, la cifra sería considerablemente
mayor." Para Cristo, en Jerusalén, sólo dieron treinta monedas de plata.
Pero han pasado veinte siglos. |
De
siempre que, con dinero, se han querido comprar muchas cosas. Y, por dinero,
se han vendido muchas cosas. Pero cuando lo que se compra y se vende es la
vida y la muerte ajena, es que la injusticia está pudriendo muchos corazones. |
"¡Ay,
América, América, que matas a tus profetas!" Existen injusticias en
todas partes, y se mata y se hiere con las armas, con la palabra y con la
pluma en todas partes, pero cuando son los grandes, el escándalo es mayor, y
también, precisamente por ser grandes, mayores son sus injusticias y sus
crímenes cuando abusan de su fuerza y de su situación. |
La
fuerza excesiva siempre ha sido una tentación para pretender llevar más razón
que los carecen de poder. La razón de la fuerza no coincide siempre con la
fuerza de la razón. Y cuando la fuerza ya no tiene razón ninguna, entonces
emplea la violencia: no se habla, se elimina; no se discute, se mata. |
Como
sea. |
Nos
duele como hombres simplemente, lo que pasa en América; pero nos duele más
como cristianos. Y no por la lástima de las víctimas: King, los Kennedy, son
mártires. Los más dignos de lástima, en cualquier violencia, no son las
víctimas, sino los criminales. Matar cuesta poco: saber vivir por un ideal, y
exponer la vida por este ideal, y llegar a dar la vida por el ideal, eso,
cuesta más. No siempre ha de ser necesario quebrar la vida para testimoniar
la sinceridad del ideal: pero siempre hay que tener por ideal, algo que valga
más que la misma vida. Y esos hombres lo tuvieron, y lo tuvieron en
cristiano. Cuando se diga que en nuestra época todo valor positivo se
derrumba en el hombre o en los seguidores de Cristo, les podemos oponer,
junto con otros ejemplos menos clamorosos, pero igualmente ciertos, estos
hombres {5 (105)} cristianos y jóvenes en edad y en ideas que tuvieron fe en
los demás hombres y en su época, y se hicieron adelante con todo lo que
sabían y tenían y podían, deseosos de un bien que querían repartir a todos
sus semejantes: paz, justicia, libertad, sinceridad y amor. |
Apenas
tuvo noticia del asesinato del pastor Martin Lutero King, el senador
Ellender, de Louisiana, dijo que "lamentaba tener que oír semejante
noticia, pero que no le sorprendía, porque King era un hombre que tenía que
ser asesinado, porque metía demasiado la nariz en los asuntos de las otras
gentes". Bien pobre razonamiento, por cierto. Y Harry Truman también
calificó a King de "creador de dificultades", a lo que King
respondía, con profunda honradez: "Yo no doy lugar ni soy causa en modo
alguno de esas dificultades, sino que me limito a ponerlas de manifiesto y
busco su solución". |
Mientras
King se parece a Cristo, se nos antoja que el senador Ellender más bien se
identifica con las sectas que acusaron a Cristo, y Truman con Pilatos... Ni
aquellas sectas, ni Pilatos resolvieron nada. Cristo, en cambio, sembró su
misterio de muerte y de vida, de amor y de paz, de justicia y de verdad en el
mundo y, desde entonces, el mundo fermenta con esa levadura que contagia de
generosidad las voluntades de los hombres y suscita nuevos profetas, los
cuales, aunque sean abatidos, siguen predicando con su sacrificio esa verdad
que todos los dólares del mundo no pueden sobornar, ni fuerza alguna puede
detener. |
Será
lentamente, trabajosamente; será más abnegadamente, será con más pureza que
la verdad, la justicia, el bien, habrán de abrirse paso en el mundo. Pero
será. Y será mejor: esas dificultades, esas podas del crimen, de la mentira
insidiosa, de la avaricia semillera de odios, harán más recio el tronco de la
verdad, subirá más alto aún. |
Mientras
tanto limpiémonos de toda violencia. No solamente de la que derrama sangre:
porque ésta es sólo efecto de otras peores ya veces más cobardes: Limpiémonos
de la violencia de la mentira, de la hipocresía, de la envidia; con sentido
cristiano descubramos todas las situaciones que son causa del mal que hiere
la dignidad de los hombres, y así prepararemos la paz. La paz que estos
mártires quisieron edificar, según el mandato divino, en la buena voluntad de
los hombres. Paz que no se compra ni se paga, ni se importa ni se exporta, ni
se gana ni se pierde. Paz que se crea y que se da, sin precio. Los que han
armado las manos para defenderse" de estos profetas de la justicia,
también han pensado defender lo que ellos llaman su paz: no moverse del filón
de su avaricia, de su dominio, instalados, seguros. Pero eso no es paz,
porque son cosas que tienen precio: el del crimen. |
{6
(106)} |
4.
LOS NIÑOS |
LOS
NIÑOS QUE NO HAN LLEGADO AL USO DE RAZÓN, NO DEBEN SER LLEVADOS A LA IGLESIA
DURANTE LOS ACTOS DEL CULTO. |
Este
principio se basa en el respeto que se debe al lugar sagrado y a las
ceremonias litúrgicas, en el bien espiritual de los propios niños y en las
normas corrientes de buena educación. |
1.
EL AMOR A LOS NINOS.— Un niño, antes de haber cumplido los 7 o los 8 años, no
puede comprender las ceremonias del templo ni puede soportarlas
pacíficamente. Es una falta de amor al niño imponerle el sacrificio de tener
que estar callado y violentado por continuos avisos, en un lugar extraño,
semi-oscuro que además, confusamente, se le dice que es la casa de Dios.
Pedagógicamente es un grave desacierto: su idea de Dios, cuando se despierte,
irá condicionada, desde su origen, con ese miedo y temor impuesto. |
Tal
vez sus educadores consigan infundirle el temor de Dios, pero le costará
mucho más descubrir el amor si, de mayor, se da cuenta de que le habían
educado mal. |
2.
LOS ACOMPANANTES.— En realidad no oyen misa, o la oyen tan mal que dan mal
ejemplo. A misa no se va a "estar", sino a atender y
participar". Lo contrario sería una falta de respeto al lugar santo y al
rito que se celebra, o sería una superstición, o ignorancia, o pecado. |
3.
LOS DEMAS FIELES.— Sería un abuso pretender que los demás soporten las
molestias y distracciones que los niños causan. No hay que probar a ver si el
niño llora o no llora: lo normal es que llore, si su sensibilidad no está
enferma o perturbada, porque el silencio y la oscuridad le asustan. La buena
educación consiste, por lo menos, en no molestar al prójimo. |
¿Qué
han de hacer, pues, los padres que tienen niños pequeños? Es muy sencillo:
del mismo modo que los obreros no llevan consigo a sus hijos al trabajo, ni
los empleados a la oficina, ni los médicos a la consulta de la clínica...
absténganse de llevar a sus hijos al templo durante los actos del culto,
hasta que no hayan cumplido los 7 u 8 años. |
En
el caso, a veces aducido, de que no se tiene a quien confiar la custodia de
los niños, sepan los padres que la persona que no puede ser sustituida en
este cuidado, está dispensada de oír misa. |
Pocas
son, en general, las personas que olvidan estas normas. Basta una mediana
cultura religiosa y un mínimo de buen sentido. En realidad se trata, por
encima de todo, de observar el respeto que la casa de Dios merece. |
{7
(107)} Sí, en cambio, que harán bien los padres con niños pequeños, en
llevarles alguna vez al templo, cuando tengan 5 o 6 años, a una hora en que
no haya culto y, en silencio, sin hablar, ante el altar o ante el sagrario,
decir con ellos una brevísima oración que puedan comprender. Sin alargar la
visita, para no cansarles. Eso cabe en un paseo. |
En
cambio, no está bien hacer el plan de paseo, misa y cuidado de niños, todo a
una. Cuando se pretende hacer varias cosas a la vez, todas se hacen mal y
ninguna vale. |
Cuiden
también las personas mayores, de avisar a sus hijos jóvenes cuando observen
que faltan de algún modo a la debida compostura que se debe observar en el
templo, especialmente en: |
—No
llegar jamás tarde a los cultos, porque es una doble falta de educación: para
con Dios y para con los asistentes. |
—No
hablar en el templo. En el templo se habla a Dios solamente, y se habla de
Dios solamente. |
—No
vestir con negligencia (por ejemplo, llevar prendas echadas al hombro). |
—No
comer en el templo. |
—No
provocar ruidos. Contener la tos. |
...
Y todas aquellas buenas normas que, en el trato con los demás, sería
Incorrecto descuidar. |
Procuremos,
entre todos, hacer las cosas cada día mejor, para que, con el recíproco buen
ejemplo, nos ayudemos a acercarnos a Dios, por lo menos cuando estamos en su
Casa. |
{10
(110)} |
5.
AMÉN |
AMEN
es una de las palabras que más suenan en las celebraciones litúrgicas, pero a
la que, generalmente, se da poca importancia—y de aquí que se pronuncie
lánguidamente—tal vez por desconocer la riqueza de su significado. |
AMEN
es una palabra hebrea cuyo significado no se reduce simplemente a La
tradicional expresión castellana "así sea". AMEN en su lengua
original quiere decir mucho más que "así sea". |
De
donde limitar de este modo su significado sería empobrecerlo. |
En
todas las lenguas es fácil encontrar palabras que podríamos llamar
intraducibles, porque dicen más que toda traducción, por muy bien hecha que
esté. |
Quizá
sea ésta una de las causas de que esta palabra —que ya gozaba de gran
popularidad en el culto judaico— haya pasado a la liturgia cristiana en su
forma original. |
De
la importancia que esta expresión tenía para los cristianos de los primeros
siglos nos habla claramente el testimonio de Tertuliano, quien, refiriéndose
a la asistencia de los cristianos a ciertos espectáculos, considera de gran
trascendencia el "haber dicho AMEN a lo santo". |
El
AMEN más importante de la misa es, sin duda, el que sigue a la doxología
conclusiva del Canon romano. En expresión del liturgista alemán Eisenhofer
"se puede afirmar que este AMEN es la palabra más importante del pueblo
en la santa misa, siendo además clara manifestación del carácter comunitario
del sacrificio eucarístico". |
Mediante
este AMEN final el pueblo fiel corrobora la Eucaristía o Acción de gracias
que el sacerdote en su nombre ha pronunciado y realizado; es una adhesión de
la asamblea por la que manifiesta que hace suya la acción del sacerdote
celebrante. |
Hay
otros lugares de la misa en los que el AMEN tiene el significado de un acto
de fe. Así en el AMEN con que se responde a las palabras "El Cuerpo de
Cristo", en el momento de la Comunión. En este caso significa: creo que
recibo el Cuerpo de Cristo. |
Finalmente,
en las oraciones de petición, la palabra AMEN expresa el deseo de que aquello
que se ha pedido se verifique. Es en este caso donde le conviene mejor el
significado más conocido de "así sea". |
Es
indudable que una comprensión mayor de esta rica expresión hebrea contribuirá
a una mejor vivencia de nuestras celebraciones litúrgicas, así como también a
que esta palabra no sea pronunciada sólo por unos pocos y de un modo apenas
perceptible, sino con mayor fuerza y por toda la asamblea. |
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