BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
75. ENERO. 1969. |
1.
EVANGELIZAR LA PAZ |
Lo
mejor no se impone, no se establece por la fuerza: se anuncia, se ofrece y se
recibe. Lo mejor necesita, para serlo, ser acogido por el hombre con el
entusiasmo de su libertad, sumada generosamente al bien que recibe. |
Por
eso el Evangelio no es una imposición, sino un anuncio, anuncio pacifico de
bien: anuncia la liberación del pecado y la obra de la santificación del
hombre, en Jesucristo. |
La
Iglesia, depositaria del Evangelio, tampoco impone nada, Renuncia a la fuerza
y al apoyo de la violencia —instalada o revolucionaria— como medio para
instaurar el bien que ha de comunicar a los hombres. Sabe que, en el momento
en que cediera a su tentación, dejaría de ser fiel a lo mismo que anuncia. |
Pero
la Iglesia no calla: el clamor de su voz es llama de profecía que nunca se
extingue, y exhorta, predica, trabaja y sufre, sin descanso, mientras sigue
recordando a los hombres el mensaje evangélico, señalando abusos y pecados,
injusticias y desgracias que es preciso evitar y remediar. |
La
voz de la Iglesia se dirige al corazón y a la voluntad de los hombres, para
que sumen su libertad en el esfuerzo por ese bien —compendio de todos los
bienes— que anhelan, pero no aciertan a encontrar. |
Tal
vez porque, precisamente, quieren imponerlo, en vez de recibirlo, libres y
agradecidos. |
Una
vez más, la Iglesia, les evangeliza la Paz. |
2.
«La paz no se puede «establecer» por decreto» |
A
la paz le pasa lo que al amor; no se puede hablar de él sin sentirlo, sin
vivirlo, sin haber luchado y sufrido por él. |
La
paz no se puede "establecer" por decreto. |
La
paz, la alegría, y el amor se viven, y al vivirlos dan sabor, como la sal. |
Y
entonces en el mundo hay paz, amor y alegría, que van prendiendo de uno en
uno, en cada hombre. |
La
paz brota del corazón de cada hombre como brota de su alma la sonrisa. No es
una maniobra, ni una técnica; no es una idea, ni un partido. Es una actitud
interior que se derrama y sorprende, contagia, crea, reparte felicidad y
perdón, estalla en mil detalles y servicios, se multiplica en la entrega
constante y repetida a las tareas pacificadoras de cada día en la familia, en
la profesión, en la sociedad. |
Para
lograrlo necesita algo más que hacer planes o dar el nombre a organizaciones.
Se necesita tener un corazón abierto a todos los sacrificios, el de la pureza
interior, el de la humildad constructiva, el de la fe en la Providencia de
Dios. |
Unos
cuantos hombres reunidos en torno a una mesa, no harán nunca la paz. Ellos
solos no pueden producir la conversión del corazón. Necesitamos de Dios. |
MONS.
MARCELO GONZALEZ, Arzob. de Barcelona 2 |
{2} |
3.
¿Qué espera de nosotros el nuevo Obispo? |
El
25 de este mes de enero, será consagrado obispo, en la Catedral de Albacete,
monseñor Ireneo García Alonso, para suceder, en esta sede, a su primer
obispo, el Padre Tabera. Nos parece oportuna la ocasión para formularnos la
pregunta que encabeza estas líneas: ¿Qué espera de nosotros el nuevo obispo? |
Y
nos atrevemos, espontáneamente, a suponerlo. |
En
primer lugar, espera SINCERIDAD, llaneza transparente y respetuosa, sin
necesidad de apoyar la manifestación de nuestra verdad en la acusación, ni la
referencia a los defectos de nadie. La sinceridad es la primera forma de
amar, porque el amor comienza siempre siendo una verdad. Y una sinceridad sin
amor sería una mentira del corazón. |
En
segundo lugar, COLABORACION: no se puede esperar todo del obispo, ni lo puede
hacer todo el obispo. Hay una forma de obediencialismo, que consiste en
relegar y cargar todo lo gravoso a quien ostenta un cargo, hasta sofocarle.
Cada uno en su lugar, según la diversidad que adorna y enriquece a la
Iglesia, debe dar lo mejor que tiene. |
Es
un pecado contra la piedad no "compadecerse", también, de los que
ostentan más alta responsabilidad y se les abandona a sus solas limitadas
fuerzas, o se les abruma con problemas, sin ayudarles en las soluciones. |
Y;
por fin, AMOR, que ya lo es todo y lo comprende todo. Pero hay que amarle y
ayudar a amarle. No hacer, no decir nada que impida que sea amado de los
demás, y no sólo de nosotros. No intentar secuestrar su afecto, ni creernos
objeto exclusivo de predilecciones que mermarían el afecto de nuestros
hermanos hacia él: porque también necesitan amarle, y porque también necesita
ser amado de ellos. |
Nos
parece que esto le ayudará a ser y sentirse Padre de la diócesis, hermano
mayor de los sacerdotes y amigo de todos. |
Y
que así se puede "hacer Iglesia". |
{3} |
4.
EL MENSAJE DE LA PAZ |
De
mensaje "histórico" ha sido calificado el del Papa, en esta II
Jornada de la Paz, por el profesor Luigi Bassani, miembro de la Comisión
Pontífica "Iustitia et Pax". Mensaje añade. "dirigido a todos
los responsables del curso de la Historia: llamamiento a toda la opinión
pública, a la juventud deseosa de una renovación mundial. Esta invitación
mundial a la paz se dirige especialmente a los hijos de la Iglesia católica,
a los que se les proporciona una enseñanza en la última parte del documento.
El texto está redactado en un espíritu ecuménico y como un servicio que la
Iglesia rinde al mundo, aportando el mensaje de amor, de justicia y de paz de
Cristo, exponiendo públicamente el ánimo que la comunidad eclesiástica leva a
todos aquellos que hoy militan por la paz. |
En
este mismo Boletín ofrecemos los párrafos más significativos de las palabras
pontificias. Aquí vamos a resumir los ocho puntos principales a los que hace
referencia el Papa: constituyen una válida síntesis Introductoria, He aquí
los ocho puntos principales del citado mensaje: |
1.-
La paz está intrínsecamente unida al reconocimiento ideal y a la restauración
efectiva de los derechos del hombre, 2.- La paz es un deber universal y
perpetuo. |
3.-
La paz es un orden Justo y dinámico que debe construirse continuamente. |
4.-
Cualquiera que sea el sentido del hombre, no puede ser mas que un artesano de
la paz. |
5.-
La paz debe ser un resultado moral. |
6.-
La paz debe estar antes en las almas para poder estar presente después en los
acontecimientos. |
7.-
La paz exige revisión de los abusos y coincide con la causa de la justicia
8.-La paz terrestre y temporal es el reflejo y el preludio de la paz
celestial y eterna, y Cristo, Príncipe de la paz, es el defensor de todos los
derechos humanos. |
Con
este título rotulamos los siguientes párrafos del mensaje de Pablo VI, para
la Jornada Mundial de la Paz, fechado en el Vaticano, el 8 de diciembre
último. |
{4} |
5.
EL DEBER DE LA PAZ |
Con
este título rotulamos los siguientes párrafos del mensaje de Pablo VI, para
la Jornada Mundial de la Paz, fechado en el Vaticano el 8 de diciembre
último. |
La
paz está hoy intrínsecamente vinculada al reconocimiento teórico y a la
instauración efectiva de los derechos del hombre. A estos derechos
fundamentales corresponde un deber fundamental; éste es precisamente el deber
de la paz. |
SENTIDO
Y VALOR DE LA PAZ |
Todo
lo que el mundo contemporáneo viene tratando sobre el desarrollo de las
relaciones internacionales, sobre la interdependencia de los intereses de los
pueblos, sobre el acceso de nuevos Estados a la libertad y a la
independencia, sobre los esfuerzos que la civilización va haciendo para
procurarse una organización jurídica unitaria y mundial, sobre los peligros
de incalculables catástrofes en la eventualidad de nuevos conflictos armados,
sobre la psicología del hombre moderno deseoso de prosperidad tranquila y de
relaciones humanas universales, sobre el progreso del ecumenismo y del
recíproco respeto de las libertades personales y sociales, nos persuade que
la paz es un bien supremo de la vida del hombre sobre la tierra, un interés
de primer grado, una aspiración común, un ideal digno de la humanidad dueña
de sí misma y del mundo, una necesidad para mantener las conquistas
alcanzadas y para alcanzar otras nuevas, una ley fundamental para la
circulación del pensamiento, de la cultura, de la economía, del arte, una
exigencia actualmente insuprimible en la visión de los destinos humanos. Un
orden justo y dinámico que continuamente debe ser construido. |
Sin
la paz no existe confianza y sin confianza no existe progreso. Una confianza
fundada en la justicia y en la lealtad. |
Solamente
en el clima de la paz se reconoce el derecho, avanza la justicia, respira la
libertad. |
Si
éste es el sentido de la paz, si éste es el valor de la paz, la paz es un
deber. |
Es
un deber de la historia presente. |
La
razón, no la fuerza, debe decidir el destino de los pueblos. El
entendimiento, las negociaciones, los arbitrajes, no el ultraje, la sangre o
la esclavitud, deben medrar en las difíciles relaciones entre los hombres. Ni
tampoco {5} una tregua precaria, un equilibrio inestable, un terror de
represalia y de venganza, un engaño bien conseguido, una prepotencia
afortunada pueden ser garantía de paz digna de tal nombre, Es necesario
querer la paz. Es necesario amar la paz. Es necesario crear la paz, Debe ser
un resultado moral; debe brotar de espíritus libres y generosos. |
La
proclamamos como un deber. Un deber inderogable. Un deber de los responsables
de la suerte de los pueblos. Un deber de los ciudadanos del mundo: porque
todos deben amar la paz; todos deben contribuir para crear aquella mentalidad
pública, aquella conciencia común que la hace deseable y posible. |
La
paz debe estar primero en los ánimos, para que después se traduzca en los
acontecimientos. |
INVITACION
A LOS JOVENES |
Nos
atrevemos a esperar que, entre todos, destacarán los jóvenes en recibir esta
invitación como una consigna capaz de interpretar cuanto de nuevo, de vivo y
de grande se agita en sus ánimos exacerbados, porque la paz exige la revisión
de los abusos y coincide con la causa de la justicia. |
DERECHOS
HUMANOS |
Una
circunstancia favorece nuestra respuesta: se acaba de celebrar el XX
aniversario de la proclamación de los Derechos del Hombre. Es un
acontecimiento que afecta a todos los hombres: individuos, familias,
grupos, asociaciones, naciones. Nadie lo debe olvidar, nadie lo debe
descuidar, porque à todos nos recuerda el fundamental reconocimiento de una
digna y plena ciudadanía de todos los hombres sobre la tierra. De este
reconocimiento nace el primigenio título de la Paz, expresado así: "La
promoción de los derechos del hombre, camino hacia la paz". |
Para
que al hombre se le garantice el derecho a la vida, a la libertad, a la
igualdad a la cultura, al disfrute de los bienes de la civilización, a la
dignidad personal y social, es necesaria la paz, donde esta pierde su
equilibrio, el derecho pierde su aspecto humano. Donde no existe respeto,
defensa, promoción de los derechos del hombre, donde se comete violencia o se
defraudan sus libertades inalienables, donde se Ignora o se degrada su
personalidad, donde se ejercitan la discriminación, la esclavitud, la
intolerancia, no puede existir verdadera paz. Porque paz y derecho son
recíprocamente causa y efecto el uno del otro: la paz favorece el derecho, y,
a su vez, el derecho ayuda & la paz. |
Queremos
esperar que estas razones sean válidas para cada persona, para cada grupo de
personas, para cada nación, y que la trascendente importancia de la causa de
la paz difunda su reflexión y promueva su aplicación. |
CONCEPTO
CRISTIANO DE LA PAZ |
La
paz, para nosotros cristianos, no es solamente un equilibrio exterior, un {6}
orden jurídico, un conjunto de relaciones públicas ordenadas. Para nosotros
la paz es, ante todo, el resultado de la actuación del plan de la sabiduría y
del amor con el que Dios ha querido establecer relaciones sobrenaturales con
la humanidad. Es el primer efecto de lo que llamamos gracia: es un don de
Dios, que se convierte en estilo de vida cristiana; es una fase mesiánica,
que refleja su luz y su esperanza también sobre la ciudad temporal, y que
conforta con sus más altas razones los motivos sobre los que ésta funda su
propia paz. |
A
la dignidad de los ciudadanos del mundo, la paz de Cristo añade la de hijos
del Padre celestial; a la igualdad natural de los hombres, añade la de la
fraternidad cristiana; a las contiendas humanas que comprometen siempre y
violan la paz, la paz de Cristo desvirtúa los pretextos y rebate los motivos,
presentando las ventajas de un orden moral, ideal y superior, y manifiesta la
prodigiosa virtud religiosa y civil del perdón generoso; a la insuficiencia
de la habilidad humana para producir una paz sólida y estable, la paz de
Cristo le presta la ayuda de su inagotable optimismo; a la falacia de la
política del prestigio orgulloso y del interés material, la paz de Cristo
presenta la superior política de la caridad; a la justicia demasiadas veces
cobarde e impaciente, que sostiene sus exigencias con el furor de las armas,
la paz de Cristo infunde la energía invicta del derecho derivado de las
profundas razones de la naturaleza y del destino trascendente del hombre. |
No
es miedo a la fuerza y a la resistencia la paz de Cristo, que deriva su
espíritu del sacrificio que redime, y no es cobardía transigente con las
desgracias y con las deficiencias de los hombres sin fortuna y sin defensa,
porque la paz de Cristo tiene el sentido del dolor y de las necesidades
humanas y sabe encontrar amor y dádivas para los pequeños, para los pobres,
para los débiles, para los desheredados, para los que sufren, para los
humillados, para los vencidos. Es decir, la paz de Cristo es más que otra
fórmula humanitaria, porque se preocupa de los derechos del hombre. |
Esto
es, queridos hermanos e hijos todos, lo que quisiéramos que recordarais y
anunciarais en la "Jornada de la paz", con cuyo augurio se abre el
año nuevo, en el nombre de Cristo, Rey de la paz, defensor de todos los
auténticos derechos humanos. |
«Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios», dice el Evangelio
(Mt. 5, 9). |
Bienaventurados
no los que combaten valerosamente, ni los que ganan la guerra, ni los héroes;
sino bienaventurados los que hacen reinar la paz en sí mismos y en torno a
ellos; bienaventurados los que con su vida, impiden que llegue la guerra;
bienaventurados los que, de tal modo aman a los demás, que por su parte hacen
imposible la guerra. |
{7} |
6.
HAY UNA ENCÍCLICA QUE LEER: LA «PACEM IN TERRIS» |
Muchos
hombres de nuestra época, piensan que están a tono con ella, sólo porque
atienden a las noticias que la salpican continuamente con mil curiosidades y
sorpresas; pero no se detienen, superficiales y distraídos o ávidos de algo
aún más nuevo, a meditar, a reflexionar sobre el sentido de lo que se nos
dice. Esto sucede, especialmente, con las noticias sobre la Iglesia y las
enseñanzas de su magisterio. No pensamos referirnos a los que,
intencionadamente, escamotean o mutilan las verdades que se contienen en las
palabras de los Papas o de los obispos, para que los incautos o prácticamente
incapacitados para conseguir mejor información, interpreten de manera
dirigida y prefabricada los sucesos y las verdades religiosas; sino
simplemente a la gran masa, curiosa ciertamente, pero apresurada y
superficial, que le es suficiente conocer el nombre de un tema o el título de
un documento para imaginarse que conoce, del mismo modo, su contenido. |
Precisamente,
en nuestra época, y a propósito del Concilio Vaticano II y de los últimos
documentos pontificios y episcopales, hemos tenido no pocas confirmaciones de
este vicio, tan próximo a la ignorancia y, más temible que ésta, tal vez por
cuanto pasa por sabedor el que no sabe, incluso cediendo a la buena fe; a esa
buena fe "sui generis", contaminada de prejuicios estáticos, de
anquilosamientos beatiles, o de conveniencias mentalmente suicidas y de
inhibiciones que han ido arrinconando la misma exigencia del buen sentido y
de la conciencia, apabullada por todos esos razonamientos que comienzan por
distinguir lo teórico de lo práctico, lo absoluto de lo relativo, lo humano
de lo divino, pero que acaban falseando la teoría, desvirtuando lo absoluto y
sometiendo a las conveniencias y egoísmos humanos los mismos valores divinos. |
Hay
que leer y releer los Documentos del Concilio; hay que leer y estudiar las
encíclicas papales y los escritos de los obispos. Contienen, actualizada, la
doctrina y el pensamiento de la Iglesia, que necesitamos tener en cuenta y
aceptar profundamente convencidos, si es que decidimos seguir llamándonos
cristianos. Porque el cristianismo no puede ser solamente un nombre. Es una
vida y un compromiso, anterior a todo para quien lo profesa. |
Se
da, demasiadas veces, entre personas medianamente instruidas, un
desequilibrio escandaloso y trágico entre el acopio de conocimientos
profesionales, por ejemplo, o simplemente mundanos y frívolos, y la escasa,
incompleta y deforme cultura media religiosa, Mientras lo que ellos llaman
"religión", "Cristianismo" o "Iglesia" no
exceda de esos fosilizados y embotellados conceptos inservibles, están en
paz, pero apenas se vean precisados a cotejarlos con otros más auténticos,
vivos y comprometidos, es inevitable el desasosiego {8} y la crisis de sus
almas, en ese fondo de sinceridad profunda que hay en todo hombre. |
No
hay que volver a la Universidad para "estudiar la carrera de
cristiano"; pero sí que es preciso profundizar algo más, hasta donde
consienta la capacidad media de nuestra cultura personal, para no sólo tener
noticia, sino conocimiento, de la doctrina de la Iglesia. De ello depende
nuestra personal tranquilidad y felicidad interior, y también el saludable
influjo que podemos y debemos ejercer en torno a nosotros mismos, en nuestra
familia, en nuestra profesión, en todas nuestras responsabilidades de
cristianos y ciudadanos. |
A
propósito de la paz —tema impuesto en este número de Laus— es indispensable,
por ejemplo, volver a leer la encíclica "Pacem in terris", de Juan
XXIII. Leerla y meditarla, párrafo tras párrafo. ¿Qué médico, qué abogado,
qué maestro o bachiller o persona medianamente instruida no lo ha hecho ya?.. |
No
basta hablar de la paz o adherirse a la paz; ni basta vitorear a Cristo o
proclamarse "más papista que el Papa.". Hay que conocer y que
asimilar el pensamiento vivo y dinámico de la Iglesia, día a día. |
No
damos ningún resumen de la "Pacem in terris"; no hay espacio. Pero
sí insistimos en nuestro ruego. Y lo mismo de los Documentos del Concilio, y
así de todo lo que contenga la doctrina general de la Iglesia. |
De
lo contrario, reduciríamos nuestra religiosidad a "una simple
superstición llamada cristianismo", pero no seríamos cristianos. |
{9} |
7.
LA VERDADERA PAZ |
El
Papa ha repetido este año su invitación sugiriendo que la segunda jornada
mundial de la paz, coincidente casi con el vigésimo aniversario de las
Declaraciones de los Derechos del Hombre, se celebre bajo el lema que da
título a esta exhortación: "La promoción de los derechos del hombre
camino hacia la paz". |
La
palabra paz es una de las que se emplean hoy más frecuentemente cuando se
habla de las relaciones entre los individuos o entre los pueblos. |
Pero
no todos parecen entenderla de la misma manera, Es necesario por ello que
reflexionemos sobre la verdadera naturaleza de la paz. |
No
hay paz completa sin orden público. El orden público es un valor sumamente
apreciable y contribuye a fomentar el desarrollo social que, según su
Santidad Pablo VI, es en nuestro tiempo el verdadero nombre de la paz.
Pero no cualquier clase de orden puede identificarse con la paz. La paz
verdadera supone el orden en el respeto teórico y práctico de los derechos de
la persona humana. |
Hay
una paz superficial y engañosa que procede del endurecimiento de la
conciencia que nos hace insensibles a la propia maldad y ciegos para los
desórdenes materiales y morales de la sociedad en que vivimos. Y hay otra paz
profunda, auténtica, que brota de la orientación de toda nuestra vida hacia
Dios en el servicio generoso y desinteresado a nuestros hermanos, Si la
verdadera paz es fruto de la justica, no puede haber paz donde no hay
justicia, o lo que es lo mismo, donde no es posible el disfrute de los
derechos de la persona humana. |
Esta
relación íntima entre la paz y los derechos del hombre, subrayada por el Papa
ante la Segunda Jornada Mundial de la Paz, es tan evidente que no hay ningún
ser civilizado que la ponga en duda, al menos en teoría. Y todos los Estados,
con muy raras excepciones, sea cual fuere su naturaleza, reconocen
teóricamente los derechos del hombre. |
El
camino de la paz supone una auténtica conversión de nuestras vidas personales
y una renovación de las instituciones sociales, racionales e internacionales.
Los gobernantes de las naciones tienen por esto gravísimas obligaciones en
sus servicios a la causa de la paz, tanto en el interior de sus pueblos como
en la gestión de un orden internacional más justo. Pero todos, cualquiera que
sea la situación que ocupamos en la vida social, tenemos también nuestros
deberes en este orden de cosas. Todos, por ello, aparte de hablar de la paz,
y orar por ella, podemos y debemos hacer mucho en nuestros propios ambientes,
rectificando conductas injustas para dar a todos los hermanos lo que en
justicia les sea debido. |
Es
deber nuestro trabajar, en la medida de nuestras posibilidades y según el
puesto que cada uno ocupa en la vida, para que desaparezcan todas las
desigualdades que sean injustas e irritantes; para que llegue a todos
equitativamente lo que es fruto del trabajo de todos, empresarios, técnicos y
obreros, y se ofrezca a todos una participación activa y eficaz en el
planteamiento y ejecución de las responsabilidades comunes. |
MONS.
JOSE M. CIRARDA, Ob. de Santander y A.A. de Bilbao 10 |
{10} |
8.
NATURALEZA DE LA PAZ SEGÚN EL CONCILIO |
Al
lector medianamente observador no le pasará desapercibida la descripción de
la paz que, en la Constitución conciliar "GUADIUM ET SPES", y en su
bien meditado número 78, se hace yendo bastante más lejos del clásico
concepto de la "tranquillitas ordinis". A continuación reproducimos
las palabras del Concilio, que se aclaran en el comentario que luego
añadiremos: |
No
es la paz la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio
de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino
que con toda exactitud y propiedad de la llamada obra de la justicia (Isaías
32, 7). La paz es el fruto de un orden inscrito en la sociedad humana por su
divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una más perfecta
justicia, han de llevar a cabo. Aunque, en efecto, el bien común del género
humano se rige primariamente por la ley eterna, está no obstante sometido a
continuos cambios, en sus exigencias concretas, a través del tiempo. Como
además la voluntad humana es frágil y herida por el pecado, el cuidado de la
paz reclama de cada uno constante dominio de las propias pasiones y la
vigilancia de la autoridad legítima. |
Pero
esto no es aún suficiente. Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se
asegura el bien de las personas y la libre y confiada comunicación entre los
hombres de las riquezas de su espíritu y de sus facultades creadoras. Es
absolutamente necesario el firme propósito de respetar a los demás hombres y
pueblos, así como su dignidad, y es necesario el apasionado ejercicio de la
fraternidad en orden a construir la paz. Así la paz es también fruto del
amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia pueda realizar. |
La
paz terrena, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de
Cristo, que procede de Dios Padre. Porque el propio Hijo encarnado, Príncipe
de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su
sacrificio en la cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo
cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne
(Ver: Efesios 2, 16; Colosenses 1, 20-22) y, después del triunfo de su
resurrección, ha difundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres. |
Por
esto se llama insistentemente la atención de todos los cristianos para {11}
que, "viviendo con sinceridad en la caridad" (Efesios 4, 15), se
unan con los hombres verdaderamente pacíficos para implorar y para instaurar
la paz. |
Llevados
por este mismo espíritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que,
renunciando a la acción violenta en la defensa de sus derechos, recurren a
los medios de defensa, que, por otra parte, están al alcance incluso de los
más débiles, con tal que esto pueda hacerse sin lesión de los derechos y
obligaciones de otros o de la comunidad. |
En
tanto que los hombres son pecadores, les amenaza el peligro de la guerra, y
será así hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres,
unidos por el amor, superen el pecado, pueden también superar la violencia
hasta que se cumpla aquella palabra: "Las naciones no levantarán ya más
la espada una contra otra y jamás se llevará a cabo la guerra" (Isaías
2, 4). |
Evidentemente,
la "tranquilidad del orden" no puede ser una definición completa de
la paz. Esa definición la cogió San Agustín de los estoicos y la transmitió
al pensamiento medieval. Ha sido hasta aquí, una definición clásica, pero no
es suficientemente válida para expresar el necesario dinamismo de la paz, que
el Concilio, igual que los Papas modernos tiene decidido interés en destacar.
. |
Como
dice la Constitución, la paz es algo más que "ausencia de guerra";
menos aún puede ser el orden impuesto por "una dominación
despótica". El Concilio expresa lo que es la paz como el fruto de la
justicia y el fruto del amor, todo a un mismo tiempo. No es difícil descubrir
el equilibrio de los dos párrafos consagrados a estos dos aspectos. |
A
través del curso cambiante de todo lo humano, la justicia constituye una
búsqueda jamás totalmente lograda, y tanto más si tenemos presente que
nuestra capacidad de pecar se une a lo precario de nuestras construcciones. |
Esa
exigencia de justicia puesta por Dios mismo en el corazón humano y en los
fundamentos de la sociedad, obliga, pues, incesantemente a cada individuo a
un examen de conciencia y a un vencimiento de sí mismo, para evitar la
injusticia que se desencadena de las pasiones no dominadas. Y otro tanto a la
autoridad, puesto que las estructuras, cuando se hacen gravosas, ponen
inevitablemente la paz en peligro. |
Pero
el amor, es decir, la comunicación entre las personas, el intercambio y
participación de toda clase de bienes, el respeto recíproco, no es menos
necesario. Porque no puede decirse que exista una verdadera
"comunidad" allí donde nos limitemos a dar a cada cual lo que le es
debido —es decir lo "justo"—, sin cuidar de que pase además, de
unos a otros, una corriente de amistad y de solidaridad, tanto si se trata de
personas como de naciones enteras entre sí. |
{12}
Al establecer la paz también sobre el amor, hay que hacer referencia a
Cristo, como lo hicieron ya Pío XII y Juan XXIII, aduciendo los célebres
textos de las epístolas a los Efesios, a los Gálatas y a los Romanos:
"Cristo es nuestra paz". Una paz buscada incesantemente en el
vencimiento de sí mismo y en el acercamiento a los demás, según la abnegación
y la generosidad, cuya causa y cuyo ejemplo tenemos en Cristo. De donde, la
contribución cristiana a la causa de la paz consiste en convencer y llevar a
los hombres y a los pueblos hasta más allá de los simples equilibrios de
fuerzas, de las contenciones provisionales o de la dureza de la represión,
Implorar y trabajar para esta paz es el deber de los cristianos. |
Si
los cristianos viven sinceramente el amor y en el amor que les une a Cristo,
sabrán, no sólo entre ellos, sino entre los demás hombres, aún no cristianos,
pero deseosos sinceros de la paz, encontrar colaboradores para su empresa. |
Mientras
tanto, ese mismo amor les inspirará de qué medios no violentos podrán valerse
para defender pacíficamente el derecho atropellado. Estos medios pacíficos,
más de una vez, resultarán escandalosos a los ojos del mundo; pero el tiempo
y, sobre todo, el juicio de Dios, los identificará, sin duda, con el
escándalo de la Cruz, de los mártires y de los profetas. |
9.
EL PADRE BEVILACQUA entre dos guerras |
Cuando
Pablo VI elevó al cardenalato al Padre Julio Bevilacquia, del Oratorio de
Brescia, le dijo: "Padre: elija entre venir a Roma y ayudarme en algo
que le confié cerca de mí, o permanezca en Brescia y desde allí también ser
útil a la Iglesia". El Padre Bevilacqua, recordando seguramente el
precedente de Newman, en el Oratorio de Birmingham, eligió permanecer en
Brescia, en su Congregación, cerca del apostolado suburbial que le tenía
absorbido en estos últimos años, aunque ello le obligara a continuas idas y
venidas, a las que, por otra parte, ya estaba acostumbrado, en sus largos
años de activísimo apostolado, en los que se simultaneaba el ministerio más
sencillo y humilde, entre los pobres, los enfermos y los niños y jóvenes, y
las tareas y responsabilidades más arduas en el servicio fiel de la Iglesia y
en la asistencia a la misma persona del Papa. |
Pronto
se cumplirán cuatro años de su muerte, pobre en aquel barrio de gente también
pobre: no cambió de cuarto, ni de cama, ni compró más libros, ni necesito
capilla privada, ni sede en el altar, ni dejó su sotana negra (la roja usada
en la ceremonia del Consistorio solemne, era vieja y prestada, por fortuna
{13} bastante aproximada a su talla; otro tanto de la morada de obispo, usada
en su consagración episcopal...) Pero el Padre Bevilacqua, sin orden
pretendido, y a pesar de que era más orador que escritor, ha dejado
diseminados una gran cantidad de escritos, además de los libros que había
publicado en vida, cristalización del pensamiento en épocas de silencio
impuesto, o efusión encendida de sus inquietudes cristianas ante las ansias,
los problemas y las exigencias de su tiempo, que él sabía iluminar con
particular intuición. Su palabra sacudía las conciencias, escribe G. L.
Masetti Zannini, en el "Obsservatore Romano", del 11 del pasado
diciembre, "Bevilacqua, dice, no era para los indiferentes, aunque
también sabía atraerlos por medio del paciente conversar hasta despertar el
fuego escondido de una llama dormida; era hecho para los generosos, a los que
descubría sus conciencias, vivificaba los propósitos y decisiones,
solicitando la belleza de la coherencia", es decir, de la
correspondencia práctica con los principios, de la sinceridad cristiana
profesada en los actos, de la mentalidad evangélica encarnada en la vida. |
"Bevilacqua,
dice el mismo escritor, era coherente, campeón de la libertad que sabía
afrontar el riesgo si era preciso, siempre abierto, siempre atento, siempre
persiguiendo, no quimeras, sino ideales, verdades. El sufrimiento, la
renuncia, la humildad, la obediencia, la misma tragedia conducen al puerto de
la alegría interior. El Padre Bevilacqua lo repetía incesantemente sin
inventar nada, sin añadir nada que no fuese el testimonio de su vida. Era un
corazón grande, que respetaba la conciencia de los demás, que respetaba al
hombre, la libertad. Como sacerdote supo hablar de verdad, de libertad, de
justicia; desafió los peligros de la guerra, las venganzas de los políticos,
la impopularidad fabricada por los instigadores del mal". |
Sus
escritos, dispersos antes, acaban de aparecer en un grueso volumen, en forma
de antología, recogida y ordenada por el profesor Ennio Giammancheri, que ha
escrito una larga introducción en la que se destacan detalles históricos
interesantes relativos a la vida religiosa y civil de la ciudad de Brescia,
marco de la figura del Padre Bevilacqua, de quien nos ayuda a admirar aún más
el tesoro de su cultura, los dones de su ingenio, y que nos conmueve incluso
con los vuelos inesperados de la elevación mística, al tiempo que aplaca el
corazón herido y doliente con la fuerza misteriosa y granítica de una fe que,
en cualquier momento de la vida del hombre, da testimonio de la verdad y de
la palabra de Dios. |
Son
los escritos del Padre Bevilacqua comprendidos entre las dos guerras últimas
que ha sufrido Italia y que, en tantos detalles, marcaron la vida del célebre
y humilde oratoriano de Brescia. |
El
mundo actual no es un mundo que se descristianiza, sino, por el contrario, un
mundo que, por caminos dolorosos y misteriosos, se está haciendo más
cristiano. |
Card.
Julio Bevilacqua, C. O. |
{14} |
10.
LA CRISIS DE LA IGLESIA |
"Por
rotunda convicción, fundada en la experiencia y en la fe, creemos, con el
Papa, que en la Iglesia de hoy hay muchas más cosas dignas de admiración que
de reproche y caminamos hacia una realidad religiosa indiscutiblemente mejor
que la que, tranquilamente, eso sí, heredamos de nuestros mayores". Con
estas palabras cerraba su editorial VIDA NUEVA, en su número del 28 de
diciembre último, al ofrecernos un balance de la Iglesia en el año 1968. A
nosotros nos parecen muy apropiadas como introducción a las más extensas que
ofrecemos a continuación, y que son del padre dominico Yves M, Congar, uno de
los teólogos más destacados del mundo, cuya idea sobre "la crisis actual
de la Iglesia católica", se publicaba en el diario francés "Le
monde", el día 2 de este mes de enero. Resumimos así: |
El
padre Congar se detiene en la palabra "crisis" y opina que,
aplicada a la vida actual de la Iglesia, no puede parecer demasiado fuerte si
se tienen en cuenta los conflictos, revisiones diseminadas a lo largo del
año, "contestaciones"... Valores que se tienen por universales y
radicales se discuten o se revisan. |
Un
hombre de mi formación y de mis convicciones, dice el padre Congar, se
encuentra como un náufrago en el océano: apenas ha logrado sacar la cabeza
para respirar, que una nueva ola de agua salada se abate sobre él. Incluso se
tiene la impresión de ahogarse. Todo, hoy, adquiere un ritmo de violencia y
un cariz de agresividad. Parece como si nadie estuviese a gusto en su piel. |
¿Será
por la urgencia de los problemas? Ya no se quiere esperar más, y se pasa, con
gran facilidad, a la solución de los hechos consumados. |
LAS
FUERZAS JOVENES |
¿Todo
esto justifica que hablemos de "crisis"?, se pregunta el célebre
teólogo. |
Creo
que sí, ya que los problemas que son fundamentalmente los mismos en todas
partes, son de una tal profundidad, que ponen en cuestión las estructuras
consideradas hasta el presente tradicionales e incluso esenciales. |
Se
trata de un cambio de civilización que interpela a la conciencia que el
hombre tiene de sí mismo y de las condiciones sociales de su vida. No hay
ninguna necesidad de acusar a los sacerdotes de haberse convertido al mundo,
aunque el riesgo exista, ni hay que hablar de adoración de lo temporal. La
aguda conciencia de las condiciones reales en las cuales la Iglesia debe
ejercer eficazmente su misión —conciencia que cada vez se ha hecho más
intensa {15} y más precisa— basta para explicar muchos de los más radicales
planteamientos de hoy. Porque el problema es siempre este: ¿Cómo llegar a los
hombres para darles a Cristo? |
Intentarlo
permaneciendo en los moldes heredados de una situación distinta de la actual
requiere, en opinión de muchos, integrar las fuerzas jóvenes, que pertenecen
a un nuevo mundo cultural y que respiran a su ritmo. En este nivel y en esta
línea hay que buscar el común denominador de las contestaciones", de las
búsquedas e incidentes que nos ha ofrecido la crónica religiosa del año. |
VISION
DE PROFUNDIDAD |
¿Dan
todos estos hechos una visión real de lo que la Iglesia es y vive? |
La
vida de la Iglesia, responde el padre Congar, es mucho más que todo esto.
Tomando como punto de partida unas palabras de Pablo VI, al abrir la cuarta
sesión del Concilio ("¿Qué hacia la Iglesia en este momento?, se
preguntará el historiador. La respuesta será: la Iglesia amaba, con un
corazón pastoral, misionero, ecuménico..."), el padre Congar prosigue:
Si; mientras un grupo protestario ocupaba una catedral, mientras crecía la
"contestación" de la "Humanae vitae", mientras se añadían
firmas a este o aquel manifiesto, mientras se desarrollaba el conflicto entre
una parroquia y su obispo, la Iglesia amaba. |
La
Eucaristía era celebrada en todas partes, la Palabra de Dios anunciada, los
pecadores reconciliados, los cursos de teología profesados en escuelas y
facultades. Y, al mismo tiempo, en todas partes se iniciaban libremente
experiencias positivas y, con admirables ejemplos de generosidad, se buscaba
una forma de vida más verdaderamente evangélica; y ocurría así en todos los
continentes. |
Pero
esto no es aún suficiente, porque: ¿quién se atrevería a afirmar que, en los
hechos evocados sólo a título de ejemplo, aún dentro de modos desconcertantes
y que pueden inspirar reservas, no está presente también la Iglesia que ama? |
LA
INFORMACION RELIGIOSA |
Lo
que ocurre es que todo esto es nuevo, que todo esto impresiona, que es, por
lo tanto, materia de información. Si yo escribiera un artículo contra el
celibato sacerdotal, por ejemplo, tendría derecho a dos columnas en los
periódicos: mi fidelidad mantenida, día tras día, en cambio, no les interesa,
porque es normal y, por esto mismo, no constituye materia de información.
Ahora bien: este hecho merece reflexión, porque plantea los límites y las
condiciones de la información religiosa. En cuanto a los límites son bastante
claros. Por esto insistiré sobre un aspecto, al menos, de las condiciones. |
En
su alocución de la audiencia general del 18 de septiembre de 1968, Pablo {16}
VI denunció y deploró un hecho: "Hay periódicos y revistas que parecen
no tener otra función que la de insertar noticias desagradables acerca de
hechos o personas del ámbito eclesiástico..." El informador no se siente
responsable más que de los hechos o ideas que comunica. Su regla es la del
historiador: decir sólo lo verdadero, pero todo lo verdadero. El informador,
ciertamente, no es un moralista, pero no deja de estar sujeto, en su función,
a una moral. La tentación del informador consiste en no tener en cuenta
ningún peligro derivado de su información, servida en nombre de la
objetividad, pero sin liberarse de esa preferencia hacia lo más excitante,
privilegiando lo picante, lo sensacional, hasta más allá de su misma
importancia real. |
Es
natural que, en este caso, el pastor se inquiete y se preocupe por los
comportamientos que seguirán a tal información, y los efectos que provocará. |
Su
experiencia le ha instruido y no puede dejar de tenerla en cuenta. |
Hace
alusión también, el padre Congar, al sensacional desarrollo que adquieren, en
nuestro tiempo, las "ciencias humanas": psicología, psicoanálisis,
análisis estructural, etc. Son técnicas para un mejor conocimiento de la
realidad, que tienen su parte entre los factores que liberan al individuo de
ciertas subordinaciones empobrecedoras. Pero, como simples técnicas, no
ofrecen normas; con sus análisis pueden ser, igualmente, medios de
subversión, y no solamente contribuir a desmitificar ciertas realidades
religiosas, sino hacerlas es tallar y volatizarlas. Porque no hay fe, ni
puede haber vida religiosa sin normas, es decir sin un apoyo en la tradición
y en la obediencia. Por esto se comprende que el pastor se inquiete. |
Por
lo demás, el papa se limita a denunciar el gusto por lo sensacional, la
complacencia deliberada en aguzar todo lo que perturba o agita a la autoridad
o las posiciones tradicionales y, de esta suerte, disemina la inquietud y la
indocilidad. |
Hijo
de un periodista, el Papa, ama la información. En Brescia, junto al padre
Bevilacqua fue educado en el coraje y no rehúsa el planteamiento de
problemas. Pero opina que ello debe hacerse con un gran sentido de la
responsabilidad y en un cierto clima de amor hacia aquello de lo que se
trata. Porque éstas son, & su juicio, las condiciones de la verdad. |
Porque
la verdad debe ser servida en el tono adecuado, respetando sus mismas
proporciones, más integra, más lúcida y menos trucada. Cuando así se hace,
debemos un inmenso reconocimiento a los que nos aseguran una información a la
medida de la vitalidad que, incluso en sus desbordamientos, muestra la vida
religiosa actualmente allí donde goza de libertad. |
Cada
vez que no amamos a uno de nuestros hermanos, le declaramos la guerra. |
{17} |
11.
Sí, somos pobres... |
No
se trata de fomentar la avaricia, pero sí, por lo menos, de revisar los
gastos innecesarios, los vicios, pequeños o grandes, que nada tienen que ver
con la virtud, que perjudican la salud, que nos esclavizan a gastar en cosas
inútiles y perjudiciales lo que, nosotros o los demás, necesitarían para
cosas indispensables, tal vez urgentes. |
Y
puesto que somos más fáciles a criticar y murmurar que a examinarnos y
corregirnos, por vía de ejemplo, y para de este modo aplicar el ejercicio a
otras materias, vamos a referirnos a un par de cosas: |
Primeramente:
¿Sabe usted que España es el país del mundo que más puros habanos consume? ¿Y
sabe usted que en 1967 quemamos puros importados de La Habana por valor de
1.200.000.000 —¡mil doscientos millones!— de pesetas? ¿Sabe usted que, como
cada año gastamos aproximadamente un 15 por ciento más, en 1968 habremos
gastado en puros habanos solamente, unos 1.380.000.000 de pesetas? En las
otras clases de tabaco, elaborado o producido por la industria española,
hemos gastado, en 1968, cerca de 11.000.000.000 de pesetas. Una pira en
tabaco, por lo tanto de 12.380.000.000 pesetas. |
En
segundo lugar, el whisky, que cada día se consume más en España, al ritmo de
un aumento del 11 al 13 por ciento anual: en los nueve primeros meses de 1968
entraron en España 2.408.005 litros de esa bebida extranjera, que costaron
232.400.000 pesetas. Además, hay el whisky español.... |
Y
más cosas. |
Después
decimos que somos pobres. Y somos pobres: los ricos gastan lo que no deben
gastar; los pobres gastan lo que no pueden gastar. |
¿Queréis
mayor pobreza que ésta, que ya no es de dinero? |
No
ser amado es sólo mala suerte; pero no amar es una desgracia. La sangre y los
odios descarnan el corazón; la larga reivindicación de la justicia agota el
amor que, no obstante, fue quien le dio la vida. |
ALBERT
CAMUS |
{18} |
12.
UNA PROTESTA |
Es
verdad que esta Navidad nos ha deparado la maravillosa felicitación de los
astronautas Anders, Lovell y Borman, mientras volaban sobre los cráteres de
la Lura. Nos han deseado "una feliz Navidad y que Dios os bendiga a
todos vosotros en la Tierra". |
Estas
palabras augurales del comandante Borman habían sido precedidas por la
lectura alternada de los diez primeros versículos del Génesis, que comenzó
Anders: "En el principio creó Dios los cielos y la Tierra..."
Grandioso, consolador, ejemplar. |
Pero
mientras nos llegaba la noticia de este gesto hermoso, serenísimo, valiente y
espiritual, veíamos, no lejos de nosotros, otros gestos y actitudes,
conocidísimos, reiterados, tristemente "clásicos" en nuestra
Navidad ciudadana: disfraces, borracheras y desmanes carnavalescos,
consentidos en plena calle, como cada año; profanación insultante y
escandalosa de lo que debiera ser una fiesta cristiana. |
Este
lamentable y canceroso espectáculo junto al evidente despilfarro de tantos
otros a los que cualquier fecha, religiosa o profana, les va siempre bien
para quemar dinero en comilonas, vicios y vanidades, estragado todo gozo
legítimo, lejos del calor del hogar, que es el único marco decoroso de la
alegría limpia y cristiana de Navidad, nos ha causado, una vez más, profunda
tristeza. |
Por
un momento hemos comprendido el significado de aquellas pancartas airadas con
las que se echaron a la calle unos jóvenes de Helsinki, que habían escrito en
ellas: "¡Abajo Navidad!". |
Nosotros,
ante el espectáculo que contemplamos, también diríamos copiando a los jóvenes
finlandeses y condenando el carnaval y el despilfarro pagano que lamentamos:
"¡Abajo nuestra Navidad!". |
¡ALERTA! |
La
presentación de determinadas noticias, hechos, circunstancias y supuestos
religiosos de dentro y de fuera de nuestro país, se hace no pocas veces con
un matiz demoledor, si no escandaloso para las gentes que no están en
condiciones de calibrar el sentido e intención de la información recogida.
Parece como si se tuviese interés en suscitar la desconfianza hacia personas
e instituciones eclesiales v poner de relieve sus fallos humanos que
descorazonen a la vez que asombren. |
Todo
ello entraña, llamando a las cosas por su nombre, un anticlericalismo más o
menos solapado contra el que convendrá estar y poner en guardia al pueblo
fiel. |
ECCLESIA,
Órgano de la A. C., 5.10.68 |
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