BOLETIN
DEL ORATORIO DE ALBACETE. |
N.º
79. MAYO. 1969. |
1.
EL SANTO DEL ESPÍRITU |
Todos
los santos lo son del Espíritu, por el Espíritu, en el Espíritu de Dios, el
único que obra y consuma la santidad. Pero séanos permitido, cuando
recordamos a san Felipe, nuestro Fundador, una filial complacencia en esta
verdad que en d tuvo rasgos tan significativos. |
No
vamos a repetir la historia de su vida, ni detenernos en sucesos
extraordinarios. También creemos que lo más grande de los santos no son estos
relatos, sino el conjunto de su docilidad profunda el Espíritu de Dios y que
su personalidad sobrenatural resultó de la sinceridad radical de esta
correspondencia. |
El
orden del Espíritu, la fuerza de amor, la oración que es latido, la
espontaneidad gozosa —¡la alegría!— la libertad impenitente de bien, la
exquisitez por lo sencillo y auténtico, la juventud de corazón, la ironía
acariciante de la sinceridad, el sentido común de lo divino, la intuición de
Iglesia... y más, muchas cosas más podrían ponerse como título al estilo de
san Felipe: él, que no quería tener estilo de apostolado, ni método
registrado de oración, ni programas de reforma. Cuando muchos se preocupaban,
en aquel siglo XVI, en que fer organizar al mundo para salvar a las almas,
él, sin pretenderlo, organizaba" desde dentro a las almas, para salvar
al mundo. Necesito siempre mucho tiempo para estar con Dios y mucho tiempo
para estar con los hombres: en Roma fue "el santo de la calle".
Tenía siempre muchas cosas qué hacer y qué hacer hacer a los demás. Pero
sabía "scherzare" para evitar rigideces que pudieran condicionar o
entorpecer los caminos de Dios; respetaba el hacer de Dios. Después de
mucha experiencia en las obras de bien, tan cerca del centro organizador de
la Iglesia, ni siquiera se le ocurría que debería fundar una nueva
Congregación; no lo pretendía. ¿Para qué fundar más congregaciones, si había
ya muchas y buenas? Pero el Papa Gregorio XI se empeñó, para que no le
fueran, los envidiosos, con más murmuraciones de que Felipe obraba a lo
clandestino. Que no lo era. |
{1
(61)} Difícil para san Felipe eso de fundar una Congregación... En todo caso
tendría que ser sin leyes, o con muy pocas leyes; y si eran imprescindibles
las leyes, que no fuesen un peso, como tantas leyes de los hombres; y si
habían de obligar, que fuese sólo por la fuerza del amor. ¿Votos? ¿Y por qué
votos? "Dios nos interrogará sobre nuestras virtudes, y no sobre
nuestros votos; pero el que los necesite, vaya donde los hacen muy
santamente". |
Y
resultó —siempre sin pretenderlo, sin poner ninguna prisa en la
"invención"— que todo esto era nuevo. Y nuevo el modo, el estilo
con que iba cuajando. Sin estorbar a Dios, al Espíritu de Dios y que haga. |
**Nos
llaman del Oratorio. Bien. Pero si yo tuviera que poner un nombre, diría del
Espíritu Santo". |
Luego,
como una semilla, la obra de san Felipe, el Oratorio, se ha esparcido por el
mundo. Pero sin llegar a ser muy grande: ha crecido, en todo caso, no por
eficacia de la organización, sino por espontaneidad de familia: familia
seglar y sacerdotal. De vez en cuando han surgido figuras relevantes—Baronio,
Tarugi, Bérulle, Newman, Bevilacqua... —; pero, por encima de lo que de bien
digan todos los que las contemplen, hace falta referirlas siempre al Espíritu
de Dios; sino no se entienden, o se olvida lo principal. |
{2
(62)} |
1.
M. González-Ruiz |
Es
la primera vez que viene a Albacete. |
Nació
hace medio siglo, en Sevilla, y estrenó su apostolado sacerdotal en el
popular barrio de Triana, durante los difíciles años de la postguerra. |
Luego
es profesor en el Seminario de Málaga y maestro de varias generaciones de
jóvenes sacerdotes. Doctor en Teología y Licenciado en Sagradas Escrituras
por el Instituto Bíblico de Roma, es reconocido mundialmente como
especialista en San Pablo. Le acreditan estas obras: "El Evangelio de
Pablo". "La dignidad de la persona humana, según San Pablo".
"Dimensiones cósmicas de la soteriología paulina". |
Durante
el Concilio realiza una destacada labor en Roma, especialmente a través del
DO-C, "Oficina de Documentación holandesa conciliar". Su
"Teología del mundo" fue especialmente tenida en cuenta en la
redacción definitiva del discutido Esquema XIII —la Constitución Gaudium el
spes, sobre la Iglesia y el mundo de hoy―, y en la Declaración
Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa. |
Otras
obras suyas son: "El cristianismo no es un humanismo", "Hacia
una teología de la pobreza". "Marxismo y cristianismo frente al
hombre nuevo". "Creer es comprometerse", y una serie numerosa
de conferencias y artículos en revistas nacionales y extranjeras. |
Ha
participado en varios Congresos de Teología y colaborado en el diálogo
abierto con los no-creyentes. |
Nos
hablará de la "ESPIRITUALIDAD DEL CONFLICTO ECLESIAL, SEGUN SAN
PABLO". |
E.
Miret Magdalena |
¿Hace
falta presentar a don Enrique Miret Magdalena, entre nosotros? |
En
España es esperada su palabra escrita, semana tras semana, por numerosos
lectores, para recoger su pensamiento incisivo, luminoso de esa intuición
cristiana que le hace mirar, realística y esperanzadamente, el mundo y la
Iglesia, sin vértigos, con valentía. |
Los
que le leen descubren, con gozosa sorpresa, sus propios pensamientos, esa
esperanza con que se resuelve la inquietud del hombre ante el mundo que se
hace, que nos hace... y que hacemos. |
En
Albacete—en el Oratorianos acordamos, como si fuese ayer, de aquella
magnifica conferencia, transparente y mansa (casi franciscana), pero viva,
lúcida y profunda, sobre la fe, que nos dio el año pasado. |
{3
(63)} |
2.
CUANDO MORÍA EL CARDENAL BEVILACQUA |
Hace
cuatro años, el 6 de mayo, moría el Padre Bevilacqua, del Oratorio de
Brescia, recién creado cardenal. La muerte no le sorprendía: tenía el corazón
muy joven de tanto mirar a la eternidad. |
No
quiso que nadie fuese impedido de subir a verle en el lecho de muerte. Los
días inmediatos a su tránsito, fueron un continuo desfilar: los de cerca y
los de lejos, en el tiempo y en el espacio. "No me lo impidáis, que es
el último acto de caridad que puedo hacer, porque dinero no tengo...". |
Subió
el zapatero del barrio, bien entendido en el arte de remendar zapatos... |
y
de hacerlos, porque al P. Bevilacqua, cuya horma conocía, le había hecho un
par de zapatos rojos: era su regalo. El Padre se los devolvió: "Ahora
son mi regalo para ti, y mira que no los he roto. Estoy contento de haberte
visto todos los domingos en misa y cantar". Y el buen hombre acariciaba
la frente del Padre, rogándole que no se cansase hablando. |
Y
fue un general, de las tropas alpinas, en las que el P. Bevilacqua le había
tocado servir, tantos años atrás... El Padre hablaba con todos de su muerte,
ya tan próxima. El general, acertando o sin acertar le dijo que, a su muerte,
escoltarían el féretro los bravos soldados alpinos. Pero el Padre repuso a su
viejo amigo: "¡Oh, no! Conozco bien a esos chicos... Cuando me muera
mandarles a beber un vaso de vino en memoria mía. Estarán más
contentos". |
Y
un obispo: "¿Cómo está, Padre?" Respondió: "Muy bien, vamos
bien". |
El
obispo no podía disimular un tanto su extrañeza. El Padre explicó: "Sí,
vamos bien, porque vamos al encuentro del Señor". |
"Sé
adónde voy, y voy de buena gana". |
Al
profesor de Liturgia del Seminario: "Esta es la verdadera Liturgia:
encontrarnos con Cristo... no el rubricismo". |
Abajo,
en el patio, gritaban, jugando, los chiquillos: "Cuando llegue la
agonía, no les hagáis callar, porque me gusta oírles debajo de mi ventana...
La vida es un ciclo: ellos caminan hacia la madurez, yo camino hacia la
eternidad". |
"Cuando
llegue el momento ―decía al Prepósito― decirme muy despacio las
oraciones para los moribundos, que las entienda, que las siga". Y
añadía: "Algunas jaculatorias, también, por ejemplo la del buen ladrón,
o las tradicionales...; finalmente leedme los últimos versículos del
Apocalipsis: el "¡Venio cito!". |
"Es
hermoso morir así: en tiempo pascual", decía. |
La
fe no es una pregunta que el hombre hace a Dios, sino una pregunta que Dios
hace al hombre. |
Jose
Mª. GONZALEZ-RUIZ. |
{4
(64)} |
3.
LA SANTIDAD |
Lo
importante, en orden a la santidad, no es solamente admirarse de que hayan
existido estos hermanos nuestros, verdaderos "signos del Espíritu de
Dios en medio del mundo", sino intentar recomponer la imagen de la
santidad, acomodándola a nuestro tempo, porque también nuestra época es
pródiga en figuras, todavía desconocidas, pero que estar y actúan como
"signos del Espíritu". No en vano la constitución conciliar Lumen
gentium ha consagrado todo un capitulo a "la vocación Universal a la
santidad". Este llamamiento de la Iglesia de hoy es también un verdadero
"signo de los tiempos". La santidad no solamente consagra la unidad
interna, sino que la vincula inseparablemente con el destino de los hombres,
porque es la vida del hombre tal como Dios la quiere, v tal como Cristo la ha
querido encamar "para gloria de Dios y al servicio del prójimo". |
Las
desviaciones que hayan existido y que perdurar todavía, como una herencia no
superada de residuos paganos, en modo alguno desvirtuar el verdadero concepto
que la Iglesia tiene de la santidad y sobre los santos. |
La
Iglesia tiene un mensaje para el mundo que, también, resulta ser la mejor
solución para todos sus problemas, pero la Iglesia no ofrece programas
técnicos, sociales, políticos, económicos o científicos, porque lo que
transmite a la humanidad incide en el vértice mismo de cada personalidad,
enriqueciendo su libertad, elevando su dinamismo y, desde ahí, repercutiendo
en toda la vida del hombre, con una trascendencia que por fuerza también
supone el tiempo y se inicia ya en este orden temporal, pero que lo
trasciende. |
Comienzan
las dificultades para la Iglesia cuando los hombres, que en principio la
aceptan, intentan supeditar lo eterno a lo temporal, lo trascendente a lo
contingente, para convertir a la Iglesia en algo utilizable. O cuando,
pecando de angelismo, la proclamación de la primacía del espíritu sirve para
desertar de las urgencias impuestas por el Creador a la criatura entera, el
hombre. |
La
santidad es el Amor. La santidad es una pasión de bien. Amar es hacer,
buscar, comunicar el bien. La bondad es realizarse según los planes de Dios,
que son los únicos que 120 mutilar todo lo que positivamente se contiene en
cada una de sus obras. El hombre, entre las que nos son evidentes, es la
mayor de todas. |
La
santidad es parecerse a Dios, que es Amor. La santidad o suprime los límites
de la condición humana, ET cada uno de nosotros, con todas las repercusiones
que puedan tener estas limitaciones, pero consiste, para cada uno, en amar lo
más posible, a pesar de todo, a Dios y a los demás. |
Con
todo lo que un tal dinamismo de Amor supone, es difícil identificar la
santidad con el estado: es más bien una búsqueda de Dios, una tensión hacia
Dios, sin lo cual sería posible encontrarnos con El. |
Difícil
también cifrarla en un ideal de perfección moral. Consiste, más bien, en una
actitud de escucha y de atención a la palabra de Dios. Por eso esta palabra
no la percibe el que no está liberado de intimas esclavitudes, y no la sigue
si no está educado en la generosidad. Para la santidad no existen {5 (65)}
recetas: es oír, dejarse penetrar por el llamamiento divino, comprometerse y
seguir. |
Cierto
que la frivolidad, la dispersión, la disipación, la agitación, la
precipitación que se percibe entorno a nosotros y que nos envuelve o por la
que nos dejamos arrastrar, constituye el principal escollo para estar atentas
al Mandamiento de Dios o para mantenernos fieles a la llamada. Por eso la
ausencia del sentido de la mortificación, si de por sí ya constituye un grave
inconveniente a un nivel simplemente natural para cualquier actividad
temporal y terrena, resulta Incompatible cuando se contrasta con el espíritu
del Evangelio. Sin mortificación permanece la anarquía de nuestras
tendencias, y es imposible tener educada muestra voluntad y Ser
verdaderamente hombre. Sin libertad no se puede amar y la santidad —lo hemos
dicho— es amor. |
Buscar
la santidad es ir en pos de una vida plenamente conseguida, tan plenamente
lograda que sea "eternizable": un amor cada día más grande v total,
posible porque Dios Los lo comunica. En realidad, es algo que todo hombre
desea en lo más profundo de su querer, si bien no siempre sabe identificarlo.
Amor y santidad son palabras a menudo no comprendidas y muchas veces
deformadas. Todo hombre arde en deseos de esta vida divina, a pesar de que
tantas veces no se atreva a enfrentarse sinceramente con la profunda
exigencia de este deseo. Tal vez porque duda, a la hora de creer, que un tal
deseo pueda en verdad realizarse. Pero, en este momento, ya el problema
deriva hacia la je: cuestión de fe, más que de santidad: y cuestión a je para
creer en la presencia amarte v actuante de Dios, que llama y responde a
nuestra libertad Tal vez por eso, para que nos ayuden a creer en eso, es por
lo que nos convierte que la Iglesia nos vaya recordando que ha habido
hombres, que han creído en este amor de Dios, que han estado atentos a su
llamada, v que la han correspondido. |
Oír,
consentir al don del Amor de Dios y abandonarse tanto como exige ese
consentimiento comprometedor, para hacer vida de su verdad, para proclamarla
y para transmitirla, como una fe que se hace llama. |
También
hoy nos hace falta creer en la santidad. En el pasado los santos nos han
mostrado su realidad: en el presente, los cristianos, hemos de dar al mundo
el signo de lo que es realizable: el bien del hombre, de todo el hombre, como
dice el Concilio, "para gloria de Dios y al servicio del prójimo". |
Existe
una fuerza de amor que no cesa de influir sobre los hombres transformándolos
y construyendo su historia. Es necesario creer en ello. San Juan y nos lo
dijo: "Nosotros hemos creído en el Amor". Esta es la primera y la
última palabra sobre la santidad. |
En
el culto de los santos debe aparecer de modo destacado y evidente el lazo
inseparable que vincula a cada santo con "el solo Santo, el solo Señor,
el solo Altísimo". En el culto de los santos, la falta de claridad ha
dado pie a graves desequilibrios en el culto, causando escándalo a los
intelectuales, aumentando las diferencias y la aversión con los hermanos de
las iglesias separadas. |
P.
JULIO BEVILACQUA, C. O. |
{6
(66)} |
4.
EL SANTO DE MAÑANA |
¿Cuáles
son las formas de la santidad para el futuro? He aquí algo que escapa a toda
previsión incluso profética. "Cada vida de santo —dice Bernanos— es como
un florecimiento nuevo, como la efusión de una milagrosa y paradisíaca
ingenuidad". Porque la santidad es obra del Espíritu Santo, y el Santo
Espíritu sopla donde quiere, cuando quiere, como quiere. Es la plena
libertad. Algo que se identifica con la Novedad misma, la eterna e
inalcanzable Novedad de Dios. |
Pero
no se trata de tener en cuenta, solamente, lo imprevisible de las invenciones
del Espíritu Santo; sino que se trata de especular, también, sobre las
características y las necesidades de una época cuya situación futura se nos
oculta. |
De
todas formas, será bueno que nos prevengamos persuadiéndonos de que el santo
que esperamos no se avendrá demasiado a nuestras concepciones, a nuestros
pronósticos, a nuestros deseos. Cuando se nos presente, es probable que nos
choque; 0, por lo menos, que nos desconcierte. Si Dios lo suscita en medio de
nosotros, pasaremos por la tentación de rechazarlo, a no ser que estemos
cerca de él sin darnos cuenta, sin verle... |
Hablo
del futuro, naturalmente. Pero lo que acabo de decir pertenece a la historia
que se repite y comienza cada día. Es la parte del hombre viejo que no ha
cambiado. Dentro de su doble novedad, el santo que nosotros esperamos será
también él, pero en un sentido del todo diverso, un santo de siempre.
Manifestación doblemente nueva de este único HOMBRE NUEVO que, puesto que no
pertenece al tiempo, jamás repite el pasado y es de siempre puesto que, a
través de las singularidades del tiempo, es un reflejo de lo eterno. |
Este
hombre nuevo, este santo, aunque deba ser tan diferente de sus numerosos
predecesores, reproducirá, sin embargo, sus rasgos esenciales, y son los
únicos que podemos nosotros enumerar sin equivocarnos. Será pobre, humilde,
desposeído. Tendrá el espíritu de las Bienaventuranzas. Ni maldecir, ni
halagará a nadie. Amara. Tomará el Evangelio al pie de la letra, es decir, en
todo su rigor. Una ascética dura lo habrá liberado de sí mismo. Habrá
heredado toda la fe de Israel, pero dándose cuenta de que ha pasado por
Jesús. Tomará sobre sus espaldas la cruz de su Salvador y se esforzará por
seguirle. A su manera, ciertamente imprevisible, nos volverá a decir lo que a
los hombres de su tiempo había anunciado Clemente de Alejandría: "Ved
que una luz ha brillado en nuestro cielo, más luminosa que el sol y más dulce
que la vida que conocemos en la tierra", y hará penetrar un rayo de esta
luz en la penumbra de nuestra noche. |
{7
(67)} Sin duda Inteligente, Incomparablemente humano, tal vez sea de cultura
simple o refinada... Será, de todos modos, un ser excepcional, y su
existencia constituirá un ejemplo y un estímulo para nuestra humanidad
mediana. Falible como todo hombre, pero dócil al Espíritu, participará en el
discernimiento prometido a la Esposa, y ni se asustará por las renovaciones
más radicales ni se dejará seducir por las novedades falsificantes. Como
tantos de sus predecesores, por medio de gestos nuevos que correspondan a
nuevas situaciones, él será el defensor y el apoyo de los oprimidos. Tal vez,
Incluso, un conductor de hombres. Tal vez un fundador, sin haberlo pretendido
deliberadamente, y dará lugar a un Instituto de un estilo capaz de
sorprendernos 2 primera vista. Quién sabe si jugará un papel importante en la
ciudad y las mil trompetas de la opinión pública se ocuparán de él. Quién
sabe si, al contrario, permanecerá aislado, desapercibido de la masa, y hasta
de otra masa, menos voluminosa pero también más espesa y pesada, de las
"élites". A lo mejor pensarán de él que es un anacrónico. O será un
desconocido, traicionado, abandonado por los suyos: |
la
simple verdad humana del Evangelio, también ella, es siempre la misma... |
Bajo
formas y en ocasiones que no nos es posible prever, él se esforzará para
progresar en el misterio del sufrimiento, en el abandono, en la soledad
intima, en la náusea del pecado. Será, al mismo tiempo, otro Cristo: no
porque quiera sobrepasar o superar a Cristo, sino porque todo su ideal y toda
su vida real consistirá en configurarse con él. |
Entonces
por medio de este santo, lo mismo que a través de su Maestro, y en total
dependencia de su Maestro, se transparentará la Faz de Dios. Si, lo digo
bien: la. Faz de Dios. |
(HENRI
DE LUBAC, S J) |
5.
ESTO QUE LLAMAMOS «EL CATOLICISMO» |
En
cuanto a esto que llamamos "el catolicismo" (palabra aparecida, si
no me engaño, en el siglo XVID, si entendemos por ello el sistema artificial
forjado por la Contrarreforma, endurecido por la represión contundente del
modernismo, no importa ya que se muera. Existen, incluso, varios indicios de
que ya se ha muerto, a pesar de que nosotros no nos hayamos apercibido. La
Iglesia una, santa, católica y apostólica, donde Pedro y sus sucesores
"presiden en la caridad", ella sola, tiene la promesa de la vida y
su fe no será confundida. |
P.
LOUIS BOUYER, del Oratorio. |
{8
(68)} |
6.
¿Juan XXIII "imprudente"? |
El
aspecto bondadoso, sencillo, benigno, de la figura del Papa Juan XXIII, era
suficiente para desarmar cualquier acusación que hubiera pretendido poner en
duda la rectitud de su proceder y la limpieza de su alma. |
Por
eso cuando se ha querido, por lo menos, oscurecer el mérito de su valentía
por convocar el Concilio, se ha recurrido, en alguna parte, al calificativo
de "imprudente", que parece menos irrespetuoso y, al mismo tiempo,
mis fácil de difundir. |
¿Quiénes
lo han difundido? Los "prudentes" según la carne, como diría San
Pablo. Estos, mientras pudieron suponer que el Concilio no pasaría de simple
acontecimiento recapitulador y conmemorativo, no se sintieron demasiado
preocupados. La inquietud comenzó cuando se iba viendo que el Concilio
modulaba hacia un examen del mundo actual y de la misma Iglesia, y que este
examen proseguía con sinceridad y honradez. Pero cuando comenzaron a
formularse conclusiones cada vez más difíciles de aplazar en su aplicación
concreta, la inquietud colmó su recelo y se hizo dura, y es de esta dureza
que se ha alimentado la oposición que el Concilio y todo cuanto lo
represente, ha despertado en esas zonas de Intereses pre-establecidos,
cristalizados, cuyos errores pone en evidencia el movimiento
"irreversible" suscitado por el Concilio. No importa hacia quien
vayan dirigidos los ataques ni las formas que revista la oposición. |
El
fanatismo o los intereses perecederos del reino de este mundo, la hará
impenitente en su obcecación. |
Y
es lástima. Es lástima, porque no se ha tratado de una reserva instintiva
ante un cambio inesperado, que resultaría explicable sin necesidad de
relacionarla con las complicidades de resentimientos maligno: porque así ha
habido muchos que comenzaron siendo "conservadores", pero como a
ello les decidía el recto deseo de servir a la verdad, apenas descubrieron la
dirección de su dinamismo, se abrieron a la evolución y al impulso siempre
joven del Espíritu de Dios que se hacía patente, con insistencia, en su
Iglesia. |
Mas
cuando el conservadurismo, o "prudencia", se ha inspirado, no en el
celo por la verdad ni por el amor a la Iglesia, sino que, fijados en su
posición, los que la profesaban, solamente habrían admitido como verdad lo
que consolidara sus intereses antecedentes y solamente tolerarían sin
reservas a la Iglesia si podía ser utilizada como una fuerza más en provecho
propio, entonces todo un remolino de desconfianza y de acritud ha ido
acumulando, con mal disimulada desesperanza, esa reacción negativa, de tan
variados modos manifestada, Imposible de ocultar tras las efímeras razones
que sucesivamente se Inventen, que pueden, en un primer momento, entretener o
desconcertar a los ingenuos, pero que, inexorablemente, la perspectiva
histórica más cercana se encargará de dilucidar. Tal espíritu no podía dejar
indemne, como es obvio, al primer responsable del Concilio; si bien era
preciso hallar una palabra que no desacreditara a sus inventores y pudiera
ser fácilmente introducida: la "bondad" de Juan XXIII sugirió la
palabra "Imprudente". |
En
su número de 1 de marzo de 1969, la prestigiosa revista Informations
Catholiques Internationales, reproduce unas manifestaciones de monseñor {9
(69)} Loris Capovilla, antiguo secretario del Papa Juan XXIII, en las que
explica cómo la convocación del Concilio Vaticano II, no fue producto de un
arranque irreflexivo de un Papa solamente "bueno", sino el
resultado de una ponderada reflexión, concebida y madurada al calor
sobrenatural de la prudencia, de la esperanza en Dios y del celo por el bien
de los hombres que la Iglesia ha de iluminar con el Evangelio recibido de
Cristo. |
Monseñor
Loris Capovilla refiere, por ejemplo, que, cinco días después de ser elegido
Papa, Juan XXIII ya le había manifestado la intención de convocar un
Concilio. A los que le acusan de haber convocado el Concilio de una manera
intempestiva, responde que tampoco habrían podido demostrar que estaban
maduros los tiempos cuando Cristo nació en Belén. "Para poder acusar de
imprudente al Papa Juan, habría que hacer antes un proceso a Jesús por haber,
no ya permitido, sino mandado a Pedro, que echara las redes al mar para la
pesca". |
El
Papa Juan se esforzó siempre por mantener una fidelidad profética al mensaje
del Evangelio. Esta fidelidad no fue siempre comprendida por ciertos
espíritus de propensión sectaria, que le criticaron abierta o solapadamente. |
Después
del viaje de Gronchi Rusia, se habló de la posibilidad de un viaje de
Khruixtxev a Italia para corresponder a la visita de Gronchi, y alguien
sugirió la conveniencia de que el Papa se retirara a Castelgandolfo, para no
recibirle. Pero el Papa Juan replico: |
"Me
quedo en casa porque no veo razón alguna para ausentarme". Y si este
buen señor desea hacerme una visita, le recibiré. Comenzaré por oír lo que él
me quiera decir y luego, con amabilidad, le expondré mi punto de vista. |
Porque,
en este momento, la Iglesia no busca ninguna clase de proteccionismo, sino
libertad para anunciar el Evangelio". Evidentemente, los que soñaban con
la repetición de anatemas, no podían comprender el espíritu de Juan XXIII,
como tampoco habrían comprendido a Cristo, que "no vino a condenar, sino
a salvar". Por otra parte, el Papa, desde sus jóvenes años de sacerdote,
conocía los estragos que el fascismo había causado a la Iglesia en Italia y
comprendía que, ante cualquier dictadura, comunista o fascista, el problema,
para la Iglesia, era siempre el mismo: intentar salvar la 11bertad para la
predicación del Evangelio. |
Su
encíclica "Pacem in terris" despertó una fuerte polémica y fueron
muchas las críticas, de una y otra parte, que se levantaron para acusarle,
unos de reticente y otros de político. |
Su
fiel secretario dice: "En aquella ocasión le vi más de una vez
profundamente afligido hasta derramar lágrimas, pero sin que jamás pudiera
suponer que se alterara su paz interior. |
Poco
antes de morir, me decía: "Hemos trabajado, hemos servido a la Iglesia.
Sin detenernos a recoger las piedras que nos han lanzado de una y otra parte:
sin devolverlas a nadie". |
Prudencia...
imprudencia... La de los hombres es locura para Dios; In de Dios lo es para
los hombres que no tienen su espíritu. El Papa Juan tenia el espíritu de Dios
y por esto era prudente su "imprudencia". |
El
catolicismo, como fuerza de transformación del mundo, no lo es por su
doctrina abstracta, sino por los hechos concretos de los católicos. |
ENRIQUE
MIRET MAGDALENA. |
{10
(70)} |
7.
MEDIOCRIDAD O SANTIDAD |
En
este tiempo de la historia de los hombres, en el que nadie está protegido de
todo lo que nos penetra a través de las imágenes, las ideas, los medios de
comunicación audiovisual, se hace más precisa la opción entre mediocridad y
santidad. Los tibios o los inútiles se excluyen por ellos mismos, porque son
incapaces de mantener y reanimar, desde dentro, el medio humano donde se
encuentran. |
Desde
las profundidades de la miseria y de la aflicción de los hombres se eleva
como un llamamiento. En nuestra vida cuotidiana y en nuestro trabajo, nos
comportamos como seres ordinarios; lo extraordinario permanece oculto. |
Y
el mundo tiene necesidad de seres extraordinarios, más por el peso de su
caridad, que por el de sus cualidades naturales. |
UN
SIGNO ENTRE LOS HOMBRES |
Lo
que nos urge, como cristianos, es comunicar a Cristo al hombre. Lo que
profundamente nos conmueve es el hombre, su promoción hacia Dios, su
promoción espiritual al mismo tiempo que su promoción humana. Y, más que
nunca, lo que nos mueve y empuja es el deseo de encontrar la verdadera
relación con el hombre de hoy. |
Se
dice que hoy, para conocer a Dios es preciso tener en cuenta y conocer al
hombre, y estamos resueltos a ello. |
Pero
si, a causa de nuestra generosa apertura hacia el hombre, desaparecieran de
nuestra vocación común los signos de lo intemporal, nos habríamos limitado a
adquirir solamente una capacidad particular de participación en el mundo
contemporáneo: nos habríamos detenido en una dimensión horizontal, la misma
que alcanzan los no creyentes. Y seriamos incapaces de descubrir al hombre a
Dios, la trascendencia, la irrupción vertical de Dios. |
Nuestra
vida y nuestra misma oración comunitaria carecerían de sentido si,
desvinculados de lo que es continuo en la Iglesia, prescindiéramos de esa
continuidad por la que se deja presentir lo intemporal, a lo cual, tal vez,
prestan más atención los no creyentes que los mismos cristianos. Porque,
¿cuántas veces no hemos sido descubiertos y reconocidos por muchos
agnósticos, precisamente a través de la oración litúrgica? |
Dentro
de un mundo pluralista y secularizado, se imponen más que nunca las zonas
donde la trascendencia sea más sensible, lugares donde la ciudad de Dios se
encuentre con la ciudad de los hombres. Es decir, el punto donde la vertical
de Dios incide en la comunidad de los hombres, que es el lugar donde se
quiere situar el cristiano de hoy. |
Una
vida contemplativa que no sea integrada, no puede captarla el hombre {11
(71)} contemporáneo. Pero tampoco es reconocido el cristiano que se ha dejado
absorber por el medio humano. |
DIÁLOGO
CON DIOS |
El
diálogo con Cristo tiene sus alternativas: la oración debe tenernos siempre
en su presencia, con o sin diálogo. . |
No
falta quien vive, hoy en día, como en aquel sábado santo, con un sentimiento
subjetivo de ausencia de Dios, ante un Dios que calla, como si se hubiese
muerto. Pero, aún sin diálogo, él nos mira y nos tiene en cuenta. Él nos
compromete, no a hacer la economía de la fe, sino a caminar sin ver, gozosos
de creer sin haber visto. Nos compromete a estar ante Cristo, en medio de los
hombres y por los hombres. |
¿Es
que estamos todavía en las vigilias de la Pascua, en espera de nuevo paso
para la Iglesia? —Pascua significa "paso"— Del mismo modo que el
sábado santo Cristo descendió a las regiones inferiores de la tierra, hemos
de aprovechar la calma de este tiempo para dejar que también descienda en las
profundidades de nosotros mismos. |
A
través de los sucesos, como a través de cada época, él penetra y se hunde en
nosotros para alcanzar las profundidades y destruir las raíces de amargura,
para renovarnos. |
Dejemos
que Cristo descienda hasta las profundidades de nosotros mismos, en estas
regiones de nuestra persona que aún no están habitadas y que todavía rehúsan
adherirse a Cristo. El penetrará en las regiones de la inteligencia y del
corazón y penetrará nuestros sentidos y nuestro ser. |
Porque
hasta nuestro último día, tendremos siempre, en nosotros, algún rincón por
penetrar, alguna zona de incredulidad cuyo descubrimiento nos sorprenderá.
Nadie puede decir "yo creo", sin que deba añadir inmediatamente,
pero ayuda, Señor, mi incredulidad". Pero, poco a poco, las zonas
refractarias, las tierras secas, pero sedientas, se aclararán, se iluminarán
por la certidumbre de una presencia, la presencia del Resucitado. |
Mantenernos
ante el Señor, no excede a nuestras posibilidades de hombres. |
La
presencia objetiva de Dios no está condicionada a nuestra sensibilidad. El
permanece a pesar de que desaparezca de nosotros el fervor de la resonancia
sensible de Cristo. |
Confirmados
otra vez, y siempre de nuevo confirmados por la amistad de Dios, por su
amparo, llega el momento en el que domina en nosotros la certidumbre de una
presencia. |
ROGER
CHUTZ. |
Prior
de Taizé. |
Para
entender a San Pablo es necesario sufrir un poco JOSE ANGEL UBIETA. |
{12
(72)} |
8.
DESVIACIONES EN EL CULTO DE LOS SANTOS |
De
una carta pastoral de Monseñor Aurelio Sorrentino, obispo de Potenza
(Italia), publicada el pasado mes de marzo de este año, extraemos los
siguientes párrafos: |
Nos
referimos, al tratar de las fiestas religiosas, a un punto muy sensible, y es
preciso preguntarse: ¿perdura, todavía, en estas celebraciones, un verdadero
residuo de religiosidad, o se reducen para el pueblo, a explosiones de
fanatismo, o a pretextos para malgastar dinero y para divertirse? Y lo que
resulta más grave es que no se percibe, en muchas ocasiones, el contraste
entre ciertas desviaciones y el verdadero espíritu cristiano; en tales casos,
cualquier voz de disentimiento es obligada en seguida al silencio. |
Muchas
veces, los mismos organizadores son personas de fe dudosa y hasta de poca o
ninguna moralidad, y se confeccionan programas con dispendiosas
manifestaciones a base de fuegos artificiales y tracas, charangas y
orquestas, jazz o canciones. En nombre de la Virgen María y de los Santos se
emplea dinero en diversiones fatuas e Incluso ilícitas. |
No
pretendemos abolir las fiestas; pero resulta de todo punto intolerable que,
bajo pretendidos motivos religiosos, se cometan despilfarros, mientras se
agudiza la urgencia ―en las dimensiones mundiales que hoy
dramáticamente han adquirido―, los graves deberes de solidaridad humana
y de caridad cristiana. |
Ante
ciertas multitudes que acuden a los santuarios, salvando graves
incomodidades, nos preguntamos: ¿con qué sentimientos llegan hasta allí? ¿Se
trata de un verdadero espíritu de fe o es a causa de un temor ancestral?
¿Acuden para rogar y dar gracias o para conjurar epidemias y desgracias? |
Se
nos ocurren las palabras del profeta Amós (5, 21-24): "Odio, detesto
vuestras fiestas, me asquean vuestras solemnidades; no miro con favor
vuestras ofrendas, ni los sacrificios que me ofrecéis. No quiero oír el ruido
de vuestros cantos ni el sonido de vuestras arpas. Pero dejad que el derecho
corra como el agua, y la justicia como un torrente perenne". |
Con
lo cual no queremos negar el bien que se hace en los santuarios, las
conversiones saludables que en ellos se obran, las confesiones para empezar
vida santa. Lo que denunciamos son las formas de fanatismo religioso, ciertas
tradiciones ya desplazadas, y algunas prácticas que no pueden agradar a Dios
ni honrar a los Santos. |
No
Ignoramos que la Iglesia Practica y recomienda el culto a los Santos, pero
también sabemos que "el verdadero culto de los Santos no consiste tanto
en la multiplicidad de los actos exteriores como en la intensidad de nuestro
amor {13 (73)} activo, con el cual, para mayor bien nuestro y de la Iglesia,
buscamos en los Santos el ejemplo de su vida, el calor de su amistad y el
auxilio de su intercesión" (L G. 51). Incluso al hablar de la Virgen
también nos exhorta el Concilio "2 abstenemos de toda falsa
hipérbole", y añade: "recuerden los fieles que In verdadera
devoción no consiste en un afecto estéril y pasajero, ni en una cierta vana
credulidad, sino que procede de una fe auténtica" (núm. 67). En otro
lugar, la misma constitución Lumen gentium núm. 51) "exhorta con
solicitud pastoral a todos los que corresponda, para que se tomen medidas
para corregir los abusos introducidos y se consiga, de este modo, una más
plena alabanza de Dios y de Cristo". |
En
la actualidad tenemos muchos abusos, excesos y defectos en nuestro culto.
Basta, para citar algunos, entrar en nuestras iglesias y darse cuenta de esa
exposición exagerada de estatuas, que recuerdan un muestrario: estatuas de
toda clase, vestidas o no, grandes y pequeñas, artísticas o vulgares (en una
sola Iglesia tuve ocasión de contar hasta cinco estatuas de la Virgen María,
además de otras de varios santos). Luego hay que añadir las oleografías, los
cuadros y cuadritos, las hornacinas: donde quiera que se ofrece un espacio
libre, se corre a poner un cuadro... |
Existen,
además, los Santos que "dan" más, hacia los cuales se encamina con
preferencia el pietismo de ciertas categorías de fieles. Y con las estatuas e
Imágenes, luces, aureolas e Inscripciones, y una hilera de altares, cada uno
con su tabernáculo (vacío, por supuesto), con candeleros, que por fuerza dan
al templo un aspecto de cementerio. |
No
digamos nada de los abusos con ocasión de los casamientos, cuando los altares
adquieren el aspecto de tienda de flores. Y otras celebraciones... |
¿Nos
hemos preguntado, alguna vez, como son juzgados, por los
"alejados", éstos y otros abusos? ¿Y si todas estas cosas atraen o
repelen 1 los débiles en la fe? |
BUENOS
MODALES EN EL TEMPLO |
Es
contrario al buen gusto y a los buenos modales, acudir a los actos del culto,
o a recibir los sacramentos, con prendas de vestir echadas al hombro. Los
padres y educadores harán muy bien en avisar a los más jóvenes, si cometieran
esa falta de respeto. |
También
es una falta de educación llegar tarde a la Santa Misa o hablar en el templo. |
{14
(74)} |
9.
PALABRAS DE HONOR DE MONS. CIRARDA |
No
he tratado de defender a mi vicario: he querido que los que pudieran
acercarse a él, como todos los que se acerquen a un sacerdote para hacerle
alguna consulta de orden moral, se para que el abrir la propia conciencia
ante un sacerdote, aunque no sea en confesión sacramental, tiene la garantía
del secreto, siempre y en todo, aun ante tribunales de justicia, como exige
el mismo Concordato. |
(HOMILIA
DEL DOMINGO 27 DE ABRIL). |
Es
deber mío, sin embargo, y urgente, el afirmar que el clero de Vizcaya, en
general es un clero lleno de virtudes, piadoso, trabajador, desprendido, fiel
a su obispo, amante de su tierra, pero abierto en catolicidad, como lo
demuestra su desvivirse en Vizcaya por los inmigrantes venidos de toda España
y el número crecidísimo de sacerdotes vizcaínos que trabajan en Madrid y en
Andalucía y en las misiones de África y América. |
Es
un deber mío proclamarlo hoy para reparar en alguna manera las noticias
turbadoras de posibles delitos de algunos, que han sido tan
inconsideradamente difundidos en informaciones al menos tendenciosas. |
(EXHORTACION
PASTORAL, 3 MAYO 1969.) |
10.
EL P. LOUIS BOUYER, del Oratorio, en la Comisión Teológica de la Congregación
para la Doctrina de la Fe |
En
la nueva Comisión que ha nombrado Pablo VI, para que, como ha dicho el mismo
Papa, pueda beneficiarse la Santa Sede con el concurso especial de teólogos
expertos, escogidos de las diversas partes del mundo y aprovecharse así de
contactos más amplios y de experiencias más variadas, siempre para la
profundización y la custodia de la fe", figura el oratoriano francés.
Padre Louis Bouyer, entre los treinta nombres de dieciocho naciones. |
Toda
persona medianamente enterada en cuestiones de espiritualidad habrá
tropezado, más de una vez, con el nombre del P. Louis Bouyer: tiene muchos
libros publicados, sobre patrística, liturgia, espiritualidad, ecumenismo,
teología... Algunas de sus obras (Diccionario de Teología, Introducción a la
vida espiritual, El Misterio Pascual...) están traducidas a nuestra lengua.
Profesor en el Institut Catholic de Paris, miembro de comisiones conciliares,
autor de trabajos profundos, ha demostrado, sin embargo, una marcada
predilección por la liturgia, ya desde mucho antes del Concilio Vaticano II,
entendida y predicada como fuente y coronamiento de la vida y de la
espiritualidad del cristiano. |
Pero
nosotros, los oratorianos, le agradecemos, de manera muy singular, no
solamente su aportación destacada en las ediciones francesas de las obras de
Newman, sino el que haya escrito y publicado, en 1952, la mejor biografía,
indiscutiblemente, del gran convertido de Oxford y fundador del Oratorio en
Inglaterra. |
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