BOLETIN
DEL ORATORIO ALBACETE |
N.°
88. MAYO. 1970. |
1.
HOMBRES DE FE |
Afortunadamente
nos vamos alejando del barroquismo milagrero y fabuloso con que a veces se ha
querido envolver la cantidad, y nos quedamos con lo mis genuino, con la raíz
de su esencia, que es la fe. Fe viva, encendida, creciente; no concebida como
algo definitivo, estático y rotundo, sino como un crecimiento perseverante en
la búsqueda para una mejor aceptación de la verdad, para una más lúcida
comprensión de los planes de Dios y para una entrega más generosa, sin
aplazamientos ultra-terrenos, a sus designios, que lo abarcan todo, lo de
aquí y lo de ahora, en su gloria y en su eternidad. |
La
santidad es una entrega, a través de la fe, que abarca todo el ser y todas
las influencias del ser, hecho incandescencia de vida en Dios. Los santos,
antes que nada, fueron hombres de fe. Por eso, en ellos, más que el
espectáculo de sus actos y de sus prodigios, hemos de buscar, en la
profundidad de su corazón. esa actitud que determinó toda su vida,
simplificándola de las complicaciones con que nosotros solemos enmarañar la
nuestra, no para hacer más sino para restar, mediante clasificaciones, el egoísmo
de la generosidad. |
San
Felipe Neri solía decir: "Si tuviera diez hombres de fe, verdaderamente
desprendidos, me vería en ánimo de cambiar el mundo". Y no decía ninguna
exageración. |
En
este mes de mayo, una vez más, celebramos la festividad de nuestro Santo
Padre y Fundador. En esta ocasión, desde estas páginas, no vamos a relatar,
como en otras, aspectos de la vida de nuestro Santo, sino referir los
resultados de la fe que él suscitó en algunos de sus hijos más insignes. |
¡Ojalá
sean estímulo para nosotros! |
{1
(41)} |
2.
"CRISIS" DE FE |
El
célebre "Diario" del escritor Julien Green, acaba de aparecer en
una nueva edición castellana, que consta de dos volúmenes, de 800 páginas
cada uno, y en los que se recogen ocho de sus obras escritas entre 1928 y
1966, reflejándose las diversas épocas de la vida del escritor. Con tal
motivo, la revista "Palabra" ha entrevistado a Julien Green. |
Julien
Green nació en Paris, en 1900, de una familia americana protestante. |
En
1916 se convirtió al catolicismo. A partir de 1922 se aparta de la le
católica, que el escritor reencontrará definitivamente en 1938. |
El
escritor afirma que en su vuelta a la fe católica han influido una serie de
libros, pero "sobre todo hay un 11bro que me ha ayudado: la Biblia. |
También
la lectura de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa de Jesús, de Santa
Catalina de Siena, que ha tenido en mi una influencia determinante". |
En
una época en que los libros abundaban menos que ahora, hace cuatro siglos,
San Felipe Neri también decía que era preciso leer para cultivar la fe,
"especialmente libros que comenzaran con S, es decir, los libros santos
y libros de santos". |
¿Leemos
nosotros, cultivamos nuestra fe ilustrando la inteligencia, informando
nuestro pensamiento? ¿O, por el contrario, pierdo capaces de más, nos
resignamos con un estilo de fe que no pasa de ser la renta sentimental de
nuestra adhesión perezosa, siempre distante de la vida? |
Esto
equivaldría a mantener una desproporción constante entre los valores del
espíritu y, cada vez que —siquiera fugazmente— se avivara nuestra reflexión
comprometida, se pondría en evidencia el desequilibrio íntimamente doloroso,
con esa proclividad para la duda o para la "crisis" —como a veces
se dice— de fe: pero que es, en realidad, crisis de vida. |
Hay
"crisis de fe", perfectamente comprensibles, porque las ha
preparado la pereza mental. Son la agudización morbosa de un desequilibrio de
un descuido. |
Hay
que leer los Libros Santos, y meditarlos. Y hay que mirar a las vidas de los
Santos, y comprenderlas. |
{2
(42)} |
3.
"DE LOS CARDENALES ....." |
"De
los Cardenales decía San Felipe— solamente las virtudes". Para si mismo,
él pudo evitar ser investido de la púrpura, como el que se salva de Algo
verdaderamente terrible. Cuando más tarde fue imposible a sus dos discípulos
más queridos Baronio y Tarugi, deshacerse de la imposición pontificia, fue
recibido, su cardenalato, como una desgracia, con vergüenza, pensando
90lamente en la posibilidad de huir de Rara para evitar la aceptación
obligada. |
No
había afectación alguna en esta actitud, que era comprendida, casi secundada
por los demás miembros de la comunidad, con verdadera sencillez; pues tanto
caso habían hecho de las enseñanzas de San Felipe. Las Reglas del Oratorio
eran bien claras: "No procurar para sí, ni para otros, dignidad
alguna..." Desde Tarugi y Baronio, hasta Bevilacqua, han sido dieciséis
los hijos de San Felipe que, precisamente por las virtudes", han tenido
que aceptar esta formularia dignificación eclesiástica que se conoce con el
nombre de "cardenalato". No es de Institución evangélica y, en un
mundo más perfecto, ciertamente sobraría; pero no se ha demostrado, todavía,
que, en este mínimo de organización de que precisa también la Iglesia como
estructura entre los hombres, sea posible prescindir totalmente de grados
entre los mismos, para bien de todos. Se trata, entonces, de someter esas
cosas a una constante revisión espiritual. El criterio debe ser la santidad,
fácil de exigir, difícil de medir, más difícil de vivir. |
No
es que haya que mantener un convencional malabarismo de dignidades "para
ver cómo allí se es santo", sino que no hay que establecer distinciones,
si no son necesarias para el bien, ni usarlas si no es para el servicio del
Evangelio, sin mixtificaciones. Ni crearlas inútilmente, ni corromperlas en
su ejercicio. |
Cuando
en este número de LAUS nos referiros a Newman y a Baronio, creemos que
citamos unos casos muy claros de cardenales por virtudes". En ellos,
hasta la ciencia era virtud. Además del ejemplo de libertad evangélica, de
amor puro a la Iglesia, de valentía frente a la verdad. |
Tal
vez tendríamos que referirnos al más reciente de todos, a Giulio Bevilacqua,
creado cardenal por Pablo VI, para el cual mayo también contiene una
efemérides de gracia: "su encuentro con Cristo", dijo él. La muerte
dirían otros. |
Pero
dejamos para otra vez a este a quien Pablo VI ha llamado "Inolvidable
padre y amigo", del que había recibido lecciones para el espíritu, en su
juventud, y compartido las dificultades de la Iglesia bajo el fascismo y, más
recientemente, las esperanzas de la renovación de la Iglesia conciliar con su
entusiasta colaboración. |
{3
(43)} |
4.
NEWMAN |
Si
tuviéramos que elegir un mes del año en el que las efemérides newmanianas
fueran capaces de admitir un significado especial, nos inclinaríamos, sin
género de dudas, por el mes de mayo. No solamente porque encontraríamos que
en algún día de este mes comienzo, en su infancia, a frecuentar la escuela, o
ingresaba más tarde en el Trinity College, de la Universidad de Oxford, sino
porque en el mes de mayo (1825) seria ordenado presbítero anglicano y
exactamente veintidós años más tarde, recibiría el sacerdocio católico.
Finalmente, el 12 de mayo de 1879, León XIII, lo elevaría a Cardenal. |
Parece
como si el mes de mayo, para Newman, se reservara el símbolo de su sabiduría,
de su santidad, de su gloria. Para la Iglesia universal tenía una
significación especial su cardenalato. Este significado estaba
intencionadamente previsto en la iniciativa de León XIII, que había dicho,
poco antes, al iniciar su pontificado, cuando le preguntaron qué línea
imprimiría al gobierno de la Iglesia: "Lo sabréis cuando nombre mi
primer cardenal". Antes de tres meses, en el nombre de John Henry Newman,
Prepósito del Oratorio de Birmingham, cristalizó la respuesta del Papa. |
¿Por
qué le hizo cardenal? ¿Quién era Newman? |
EL
MOVIMIENTO DE OXFORD |
León
XIII, al agregar al P. Newman al Colegio cardenalicio, no le sacaba del
anonimato, porque su celebridad era notoria en la Iglesia, desde hacía casi
cincuenta años, al iniciarse el llamado "movimiento de Oxford", que
desembocó en la conversión de un millar de pastores anglicanos al catolicismo
y cuya alma fue, sin discusión, aunque sin pretenderlo, ese antiguo ministro
anglicano y profesor de la universidad de Oxford que, al proponerse indagar
las raíces de donde partiera una posible reforma del anglicanis.1.0 que, a su
juicio se desintegraba, se encontró con la lógica Inevitable de la respuesta
católica, después de un doloroso y concienzudo peregrinar interior, hecho de
inteligencia y corazón y nunca bastante comprendido por sus coetáneos, ya
fueran anglicanos o católicos; más admirado que entendido por los que le
siguieron; más criticado que iluminado por los que le observaban, no tan
malos como para despreciarle, pero bastante miopes para ser recelosos de sus
aciertos, y bastante pobres de corazón para dejarse comer de la envidia
secreta ante los pequeños éxitos no pretendidos, que eran por otra parte,
bien pequeña compensación de tantas penas y abnegaciones que el mundo,
superficial, ni ve, ni descubre, ni supone. |
{4
(44)} El "movimiento de Oxford" fue el despertar católico de la
conciencia religiosa Inglesa, dormida bajo la piedra sepulcral del
estatalismo. Este despertar se produjo en el mismo momento en que en Europa
surgían crisis parecidas, en busca de sustraerse a la servidumbre política e
Intelectual que afectaba al fenómeno religioso. Lamennais, Montalember,
Lacordaire, Rosmini... bajo distintas formas, eran un caso paralelo. |
En
el seno de la Iglesia anglicana, que a principios de siglo, con una jerarquía
que gozaba satisfecha de una situación privilegiada, suntuosa e inconsciente,
con el liberalismo de sus estudios, la agitación nació entre un grupo de
clérigos que formaban parte de la Universidad de Oxford, singularmente
representados por la figura venerable de John Keble, por Pusey y por el que
pasó en seguida a ser el alma de todo el movimiento, John Henry Newman.
Procedían de formaciones diferentes, pero coincidían, fundamentalmente, en
advertir estos dos peligros para el anglicanis.ro: la intromisión del Estado
que convertía a la Iglesia de Inglaterra en una religión política y
dinástica, y la progresiva protestantización racionalista que diluía el
carácter sobrenatural y original del cristianismo. |
Se
trataba de aclarar si la Iglesia era un órgano del Estado con el encargo de
atender a ciertos deberes más o menos vagamente definidos, o si era
continuadora de los Apóstoles. El conflicto se daba entre una nación que
había alcanzado un general estado de secularización a causa de un progresivo
Indiferentismo religioso, y la Iglesia que le había prestado, hasta entonces,
el soporte complementario de su estructura tradicional. |
La
ocasión para el estallido del "Movimiento" fue la intervención, por
parte del Estado, en orden a suprimir ciertas diócesis. Ocasión en seguida
olvidada, pero que demostraba, una vez más, ese hacer y deshacer del poder
civil en materia de religión. Keble pronunció un sermón histórico, que
constituía un llamamiento emocionado dirigido a los ministros anglicanos,
acompañado de un acto de fe en la libertad y el futuro de la Iglesia. |
A
este primer sermón siguió un "tract", y otros hasta alcanzar el
número de 90, por medio de los cuales se razonaba la crisis existente. Lo más
decisivo contenido en estos "tracts" era obra de Newman, cuya
agilidad de pensamiento y su genio terriblemente sincero, al exponer la
naturaleza originaria de la Iglesia, llevaron, a él y a muchos, a la
conclusión de que la verdadera Iglesia sucesora de los Apóstoles, era la
católica. |
LAS
CONVERSIONES |
Las
conversiones que se originaron de tal "movimiento", constituyeron
el fenómeno más impresionante, tanto en la misma Inglaterra como fuera de
ella, y era como una compensación consoladora para la Iglesia católica,
envuelta {5 (45)} en dificultades por todas partes, en aquella Europa
inquieta política e ideológicamente, surgida de la Revolución Francesa,
convulsionada por las guerras napoleónicas, turbada por las ambiciones de los
más grandes que le sucedieron, o de los más astutos que pretendían
organizarla según la medida de los propios egoísmos, mientras la ciencia y
las máquinas chocaban con las concepciones Ideológicas estáticas y
desanquilozaban los módulos sociales hasta las allá de la misma
transformación Impuesta inmediatamente por la Revolución de 1789. |
En
medio de las conversiones causadas por el "movimiento de Oxford",
la de Newman, representa una de las más meditadas y mejor preparadas, no por
resistencia a la gracia urgente, sino por la profundidad y serena
responsabilidad asumida, purificada, extremadamente celosa de su alcance
sobrenatural. |
Newman
se convirtió al catolicismo en 1845, pero sin que ello le impidiera mantener
un amor leal y agradecido por la vieja Iglesia anglicana, donde conoció a
Cristo y encontró su primera fe: tanto, que mientras los anglicanos confiaban
que "volvería" a ella, los católicos menos despiertos para
reconocer la grandeza de aquella alma extraordinaria, desconfiaban de la
sinceridad de su conversión. También le reprochaban que no hicieran valer
bastante su influencia en los medios Intelectuales para acelerar y aumentar
la procesión de conversiones. Pero Newman se resistió siempre a cualquier
actitud que pudiera ser colectiva para con ninguno de sus amigos. "Me
piden conversiones, decía, pero yo pienso que ésta no es la cosa que más
interesa, sino la consolidación de los católicos. La Iglesia debe de
prepararse para los convertidos, tanto, por lo menos, como éstos se han de
preparar para la Iglesia. Me acuerdo de mi propia historia..." Newman
era tan sincero consigo mls.ro, como respetuoso de la conciencia ajena. No le
convencían ni las estadísticas, ni la fiduciosidad talismánica. |
Pero
tampoco, su proceder, fue el de un inhibido cauteloso y distante, sino todo
lo contrario, porque, más que ninguno, se adelantó hasta el compromiso
arriesgado, cuando su celo por el bien y la verdad le convencían de ello,
cualesquiera que pudieran ser las desventajas probables que se derivaran de
su decisión generosa. De tal manera, que no fue comprendido cuando se colocó
de Intermediario entre la jerarquía excesivamente conservadora y la fogosidad
de los seglares li pacientes: ni cuando medio camino le abandonaron los que
más debían beneficiarse de su proyecto de la Universidad católica de Dublín,
ni en otras empresas científicas y literarias que luego la historia ha
demostrado clarividentes y necesarias. |
EL
"DESARROLLO" |
La
teoría del "desarrollo", que otros llamarían de la
"evolución" o del "devenir" ―el "werden"
de Hegel y de Marx―, desde in biología hasta la historia y la
filosofía, late en todas las mentes del siglo XIX. En parte, por lo menos,
porque tantas transformaciones y tan rápidas como nunca el mundo las había
experimentado, favorecidas por el progreso de las comunicaciones y de la
información, {6 (46)} junto con la inquietud científica, hacían al hombre más
capaz para reconstruir la trama de todo su saber, impregnando de dinamismo la
visión del mundo y de las ideas, buscando la lógica de una solución que no
podía contenerse en la 11LT.Obilidad medieval, de cuando los horizontes
parecían más absolutos, pero porque resultaban más reducidos. |
Newman
aplicó la doctrina del "desarrollo" a la teología. Su teoría de la
historia de los dogmas, desde la patrística hasta las más recientes
definiciones que condensan la verdad católica, son el precedente ortodoxo de
lo que podría Llamarse "modernismo católico", influyente en los
teólogos contemporáneos, de antes y de después del Concilio Vaticano II. |
Precisamente
la agudeza de su pensamiento y la exquisita fidelidad de su honrada
conducta—siempre respetuoso con todos, pero igualmente reacia a las
adulaciones y componendas—le hizo parecer muchas veces enigmático, ante
mentes superficiales, o suscitó el recelo de los envidiosos. Aunque al Papa
Pio IX le llegara el rumor de las agitaciones ideológicas despertadas por el
"movimiento de Oxford" y había recibido y secundado, en lo posible,
su aspecto positivo, iniciado antes de su pontificado, anciano y angustiado
por tantos problemas cercanos (Inglaterra, entonces, estaba "más
lejos"...) no pudo deshacer a tiempo, las dudas que se cernían sobre la
gran figura de Newman, cuyas obras eran más discutidas que conocidas
realmente, por la dificultad idiomática que representaba el inglés para los
latinos, que constituían la mayoría influyente del catolicismo. Polémica,
sobre todo, por su obra "An Essay on the Development of Christian
Doctrine", fruto de su itinerario intelectual hasta el catolicismo y
dirección del crecimiento en madurez de la verdad católica. Si, poco más
tarde, Loisy la hubiese comprendido, no habría llegado a sacrificar la
identidad histórica de la doctrina cristiana por la continuidad vaga de un
espíritu y de una experiencia inefable, imprecisa, que confundía el hecho
religioso con una serie de transformaciones indefinidamente relativizadas y
que Pio X condenaría bajo la denominación de "modernismo". |
El
concepto de "desarrollo", años antes de que Darwin lo aplicara a la
biología con el nombre de "evolución", o Hegel a la historia con el
concepto de devenir, o se convirtiera en el eje de la sociología en la
dialéctica marxista, Newman lo había empleado para explicar el crecimiento de
la te. |
+
Por esto decimos que, lo más importante del movimiento de Oxford" no era
el hecho de las múltiples conversiones a que dio origen, sino la prolongación
del pensamiento newmaniano, capaz de engarzar, en una época de innegables {7
(47)} cambios profundos, lo que de cambio pudiera obrarse en los
descubrimientos y exposición de la verdad cristiana. Lo Importante, para
Newman, no era la cantidad de convertidos, sino la calidad de su pensamiento.
Otros, más precipitados, más "proselitistas ―Manning, por ejemplo—
no pensaban lo mismo León XIII, sin embargo, que, mucho antes de ser Papa,
desde Bélgica, pudo captar la situación inglesa y cotejarla con todo el
movimiento intelectual euro peo, quiso deshacer todo posible equivoco, e
incluso dar un significado especial a su pontificado, nombrando su primer
cardenal a Newman. Ello quería decir que este Papa entendía estrechamente
vinculado al resurgir de la Iglesia contemporánea, la primacía, en el
esfuerzo humano, de la inteligencia, especialmente cuando ésta se asentaba en
la virtud, harto probada, de hombres como Newman. Tal vez, el Papa Pecci,
recordaba las palabras de aquél, también clarividente, pero desafortunado
Lamennais, cuando dijo en 1828: "Los enemigos de la Iglesia no son fuertes
por lo que ellos saben, sino por lo que ignoran los que deben
defenderla". |
El
12 de mayo de 1879. Newman escribiría, simplemente, en su diario: "Me
han hecho Cardenal". Conseguiría, todavía, que el Papa no le confiara
ningún cargo de curia y que pudiera continuar en su Oratorio. ¡Con cuánta
alegría lo comunicaría, desde Roma, a sus hermanos de Congregación, en
Birmingham: |
"¡Vuelvo,
vuelvo... To come home again!". |
Casi
por diez años más se alargaría su vida, y seguiría confesando, predicando
sermones, revisando sus libros y el corazón siempre abierto a los que habían
sido sus amigos, aunque no todos le hubiesen seguido en la conversión. |
Un
día Pio XII diría a Jean Gitton: "Confío que no tardaréis en ver a
Newman, no solamente santo, sino doctor de la Iglesia". |
Si
tuviera diez hombres llenos de fe y verdaderamente desprendidos, me vería en
ánimo de cambiar el mundo. |
San
Felipe Neri |
·
Todo el que ama, crece como hombre aquí y en la eternidad. |
Dios
es hasta tal punto amor, que todo el que ama se acerca más a él. |
·
El amor es acción, es salirse de sí mismo. Por muy necesario que sea el
sentimiento para que el amor sea cálido, humano y humilde, su banco y su
piedra de toque es lo que realmente queremos hacer. El amor no es, en primer
término, sentimiento, sino acción. |
·
Pero ¿no debe la sana razón moderar el amor? La sana razón no tiene por qué
moderar el amor real, sino apoyarlo, ayudar a que sea auténtica realidad. |
(Catecismo
Holandés) |
{8
(48)} |
5.
EL ORATORIO, INSTITUCIÓN CIUDADANA |
El
Oratorio nació en Roma y a imitación del romano, surgió y prospero en otros
lugares, como una institución ciudadana. Es decir, como una obra apostólica
llamada a ejercer su benéfico influjo a toda una ciudad, y no sólo a un
sector o parte limitada de la misma, como podría ser un distrito o barrio
ciudadano. Seria, por la misma razón, menos propio del Oratorio el
establecerse es lugares demasiado pequeños: la ciudad, entendida como un
núcleo de población no limitado y generalmente grande, es su lugar adecuado. |
San
Felipe Neri fue el apóstol de Roma, de la ciudad de Roma, de toda la ciudad
de Roma. No es posible Imaginarlo de otra manera cuando reproducimos la
memoria de los hechos; ni en modo alguno podríamos considerar su obra, el
Oratorio, sólo como un aspecto de su vida y de sus actividades o un
testimonio parcial de sus ideales, o una faceta de su apostolado: el Oratorio
fue toda su vida, y toda su vida la dedicó a Roma desde el Oratorio. |
Hubo
entonces, en Roma, otros santos contemporáneos y amigos suyos que llevaron a
cabo obras magnificas, de repercusión universal, fecundos de bien y de gran
consuelo de la Iglesia; pero ninguno de aquellos santos fue más romano que
San Felipe Neri a pesar de no haber nacido éste en Roma: ninguno conocía
mejor que San Felipe los lugares y las iglesias de Roma, ni cruzó más veces
sus plazas, ni caminó más por sus calles, ni trato con más gente, ni oyó más
confesiones, ni convirtió a más pecadores, ni conforto a más almas, ni fue
más popular que San Felipe Neri. Para él, en Roma, no había frontera en
ningún lugar, ni puerta en ninguna casa, ni secretos en los corazones. Era el
Santo de Roma: |
él
y su obra eran romanos, lo más romano que la iglesia vio surgir entonces en
esta ciudad, que era como su corazón. |
La
Iglesia .12 querido asegurar por medio de las leyes que ha dado al Oratorio,
la permanencia de esta cualidad ciudadana, es decir, no ceñida a un perímetro
limitado, porque así quedaría desfigurada su genuina finalidad y sofocada su
vida, en perjuicio del bien propio del Oratorio y del bien general de la
Iglesia. |
La
misión del Oratorio es trabajar para Dios sobre toda la ciudad y beneficiar
así, no solamente a las almas que más de cerca le tratan, sino a las demás
organizaciones y obras eclesiásticas inscritas en la misma ciudad, tanto si
éstas ejercen su labor en lugares determinados o sobre definidas clases de
personas, como si la ejercen en forma más amplia, al estilo del Oratorio.
Luego, en el Cuerpo Místico, se opera esa misteriosa Ósmosis sobrenatural,
que descubre y reconoce todo el que tiene verdadero espíritu de fe, por medio
de cuya operación todo se equilibra y compensa y apoya en la edificación del
único Cristo total. Y la Iglesia de Dios, que se adorna con la Variedad',
como dicen nuestras Constituciones, también necesita obras y Apostolados del
estilo del Oratorio, como entre los seres vivos los cuerpos necesitan
músculos y huesos de diferentes medidas, o les quitaría la vida el que
intentara reducirlos todos a una misma dimensión. |
En
una ciudad, el Oratorio, es ante todo, una casa de Dios, donde sacerdotes, {9
(49)} clérigos y laicos hacen corona alrededor de su altar para alabarle y
bendecirle, y luego trabajan para extender su gracia y su gloria entre las
alias. Es una familia sacerdotal, hermana de los demás sacerdotes de Cristo:
es un hogar donde se mantiene encendida la llama de la oración para que
prenda en los que pasan su umbral; es un templo donde te reza y se canta y se
hace llegar ejemplarmente la unción sobrenatural de los actos litúrgicos al
pueblo de Dios: es un centro de cultura y una escuela de formación religiosa
donde se forman las almas de todos los que buscan el reino de Dios, su
verdad, la fuerza de su palabra y el sentido de Cristo, y a su vera oyen y
siguen la voz del Señor y se despiertan vocaciones sacerdotales y religiosas
que benefician y consuelan a toda la Iglesia, y se preparan para la vida
corazones generosos y alegres que van a rejuvenecer el cristianismo en el
mundo y a fundar familias {1}. |
cristianas. |
En
cada ciudad donde se establece, el Oratorio acaba integrándose tan
profundamente en ella que, aun cuando la observancia de las mismas leyes y la
fidelidad a un mismo espíritu mantiene los años esenciales comunes entre
todos los Oratorios del mundo, como hermanos de una gran familia, cadi uno
adquiere, sin embargo, los matices Inconfundibles de la propia personalidad
surgida de ese arraigo ciudadano o encarnación local que le distingue. |
Cada
una de nuestras Congregaciones del Oratorio de San Felipe Neri —que así se
llaman— recibe, además, el nombre de la ciudad donde tiene la sede y, de ley
ordinaria, es una misma ciudad, no debe existir más de una Congregación. |
Cada
diócesis es una Iglesia pequeña; cada ciudad nos recuerda Roma. |
Nosotros
quisiéramos siempre, donde estamos, recordar a nuestro Padre San Felipe y,
aún más, hacer el bien que él haría, si Roma estuviese aquí y si San Felipe
fuésemos nosotros. |
6.
CORTINAS DE HUMO |
Es
curioso: las noticias referentes a la Iglesia ―exageradas, incompletas,
deformadas― que pueden resultar, no sólo desagradables, sino chocantes
entre la generalidad de personas poco o mal informadas en materia de
religión, siempre proceden de los que deberían tenerlas al corriente de otros
asuntos de mordiente actualidad y que serían más de su competencia, entre las
cosas del siglo; pero que ―¡ay!― no les conviene, ni poco ni
mucho referir, y por eso "utilizan" una vez más ―¿cuándo será
la última?― a la Iglesia para tender, a costa suya, hábiles cortinas de
humo. |
La
celebración de la JORNADA MUNDIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL, que
la Iglesita ha establecido y que tiene lugar en este mes de mayo, no quedaría
sin fruto si, por lo menos, nos pusiera sobre aviso y empleáramos todos
nuestros medios para aclarar y tranquilizar a las personas fácilmente
escandalizables a causa de las malas informaciones. Digan lo que digan
"Los profetas del mal agüero"—como les llamaba Juan XXIII—, nunca
como en nuestra época ha habido, en la Iglesia, un ansia más universal de
dureza y de fidelidad al Evangelio, y de sincera preocupación para
testimoniarlo ante el mundo. |
{10
(50)} |
7.
JUAN XXIII Y EL CARDENAL BARONIO |
También
el mes de mayo nos recuerda algunos hitos importantes en la historia del
Cardenal Baronio: hitos de la inteligencia y de la gracia. En este mes
recibió el doctorado en ambos derechos (1561); en este mes fue ordenado
sacerdote (1564); en este mes de 1596 pasó una de las mayores tribulaciones
de su vida, cuando, con todas las fuerzas de la persuasión y las súplicas de
sus lágrimas, quería evitar que fuese nombrado cardenal por Clemente VIII:
"Hace treinta años que no cesó de hablar en contra de los clérigos que
van en busca de ser promovidos à obispos o cardenales y no os dais cuenta del
mal ejemplo que yo daría si, por fin, aceptara cosa semejante". Pero el
Papa le impuso el cardenalato bajo pena de excomunión, si se resistía.
Desolado, obedeció. A los pocos días—4 de junio—un emisario papel llamaba al
Oratorio para hacerle entrega del "capello". |
Pero
también en el mes de mayo, nueve años después (1905), la angustia volvió a
visitar el pobre corazón del ejemplar hijo de San Felipe Neri: lo iban a
hacer Papa. En el cónclave anterior ya había corrido el mismo riesgo; pero se
vio salvado por la interposición del peto del rey más poderoso de Europa que
temía a aquel gran defensor de la Iglesia. Esta vez, sin embargo, los
cardenales parecía resueltos a prescindir de las injerencias seculares y ya
se dirigían a la capilla Paulina casi arrastra do a Baronio para tributarle
el debido homenaje como Papa, mientras él, abrazado a las columnas, no
consentía ser arrancado de su negativa. Esta actitud, y la repetición del
peto, por el mismo rey, llevaron a los demás cardenales a elegir a otro, y
recayó el sumo pontificado en el cardenal Borghese, que tomó el nombre de
Pablo V. |
¿Por
qué era amado y por qué era temido Baronio? |
Por
su amor a la verdad, por su integridad en la defensa de la Iglesia, por su
incorruptible fidelidad. El gran restaurador de la Historia de la Iglesia,
comparable, en esta materia, a la misión teológica de Santo Tomás de Aquino,
había impresionado a Europa entera con la publicación de los Annales
ecclesiastici. |
Basta
recordar que, a pesar de lo rudimentario de las artes gráficas de aquellos
{11 (51)} tiempos, fueron 21 las ediciones integrales de la obra y 15 las
compendiadas, con las traducciones contemporáneas al italiano, alemán,
polaco, francés, todas en el mismo siglo XVI. Si en alguna otra parte de
Europa faltó la difusión del original en latín o la traducción en idioma
vivo, se debió, principalmente, 4 las represiones llevadas a cabo por la
Inquisición que, como se sabe, a pesar de su apariencia religiosa, era un
instrumento al servicio de la política de los reyes que la establecieron. En
cambio, se compres de la predilección y la confianza con que le trataron y
requirieron su consejo, en los asuntos más graves. |
Papas
como Gregorio XIII, Sixto V. Inocencio IX, Clemente VIII y Pablo V, coetáneos
suyos. |
Después
de estos Papas, no han faltado los recuerdos honrosos de los Sumos Pontífices
hacia la figura de este virtuoso y sabio hijo de San Felipe y fiel servidor
de la Iglesia, en particular Benedicto XIV, que lo declaró
"venerable" y |
luego
León XIII, Pio XI, Pio XII y Juan XXIII. En particular Pio XI ―que
había sido, de cardenal, prefecto de la Biblioteca Vaticana, lo mismo que
Baronio― se sorprendía de que Baronio no hubiese sido canonizado. Pero,
en el Oratorio, ha habido siempre una falta de afición para la tramitación de
procesos: el mismo que ahora se lleva adelante para Newman, aunque secundado
por el Oratorio, se debe al arzobispo de Birmingham. |
Pio
XI publicó una estimable colección de documentos relativa a Baronio. |
No
obstante, todavía mayor significado reviste el afecto de siempre que el Papa
Roncalli tuvo por Baronio. Sería posible confeccionar una antología de
referencias sacadas de documentos y discursos. Incluso nos bastaría, por
todo, reproducir un punto ―el último― de los de Ángel Roncalli,
en marzo de 1925, escribía en su "Diario", cuyas son estas
palabras: "Pongo en mi escudo las palabras OBOEDIENTIA ET PAX, que el
Padre César Baronio pronunciaba todos los días besando en San Pedro el pie
del Apóstol. Estas palabras son, en cierto modo, mi historia y mi vida. ¡Que
sean ellas la glorificación de ml pobre nombre por los siglos!" así
escribía en el retiro que le preparo a la consagración episcopal. |
Pero
tal admiración no era fruto de última hora, sino que tenía su origen en los
años jóvenes de su sacerdocio, cuando estudiaba en Roma y, en sus
investigaciones, descubrió y apreció el valor del hombre y de la obra de
César Baronio. De entonces—año 1907–, el sacerdote Ángel Roncalli, tenía
publicada una obra sobre Baronio: obra posteriormente reeditada
―1961― por "Edizioni di Storia e Letteratura", en la
que, con brevedad y precisión, conservaba todo el interés y atractiva agilidad
que, medio siglo, no había evaporado. Carlo Dionisotti así comentaba la
publicación: "No serán muchas las disertaciones y conmemoraciones que
invitan a una lectura después de haber pasado medio siglo o más. Pero en este
caso Roncalli resiste bien, y resiste con independencia del Papa, y
precisamente también porque ya es Papa. Este encuentro lejano del joven
Roncalli y de Baronio constituye un momento destinado a ser como un marco, a
distancia, en función del presente". |
{12
(52)} |
EL
HOMBRE |
El
primer aspecto en el que Roncalli se detiene en su estudio, es el hombre. |
Para
ello, afirma, "no basta detenerse en las simples apariencias de la
corteza, sino penetrar en aquello que realmente era: un gran carácter, un
formidable trabajador, un santo". |
Baronio
era sincero y sencillo, con "pocas ideas fundamentales", capaces
para obrar en él la total transformación de su espíritu". |
En
Roma, y precisamente por esta gran sencillez, aparecía espiritualmente
situado por encima de todas las pequeñeces del ambiente, de las habladurías
de corte, de las ambiciones seductoras, su mirada puesta en lo profundo de la
gran causa que debía servir siempre y en todas partes con la imperturbable
serenidad de espíritu que, por ello mismo, comunicaba a sus juicios y a sus
consejos la mayor estira y veneración". |
Roncalli
elenca las diversas actividades desarrolladas por Baronio: como escritor e
historiador da cola publicación de los 12 gruesos volúmenes de los Anales
"podían haber bastado para agotar la vida de un hombre"), como
ilustrador de la vida de la Iglesia en las conversaciones del Oratorio. Al
mismo tiempo mantenía una copiosísima correspondencia y cumplía sus deberes
sacerdotales en los ministerios propios de la Congregación. Todo lo cual le
empleaba bien doce horas del día, sin contar las que luego dedicaba al
cultivo del espíritu y a la oración. Tanta laboriosidad podría haberse
juzgado, en aquellos tiempos, como una locura, pero él la consideraba como un
deber para con Dios y para la Iglesia. |
Habla
luego—resumimos siempre a Roncalli— de su santidad, no consistente en
exterioridades, ni en lo que llama la atención, sino "en el saber
abnegar constantemente, y en el ir destruyendo los motivos que otros
buscarían para provocar la alabanza del mundo; el amor puro a Dios, por
encima de todo lo terreno, darlo todo, sacrificarse en beneficio de los
hermanos y, al presentarse la humillación, seguir los caminos marcados por la
Providencia en el amor a Dios y al prójimo, que es, en definitiva, lo que
conduce a las almas elegidas al cumplimiento de su propia misión; porque toda
la cantidad está en eso". |
En
el ejercicio de las obras de misericordia, Baronio "se anticipa, ya en
aquellos lejanos días, en los cuales, el pueblo, traicionado por las vanas
promesas del mundo, volvería a los brazos de la Iglesia por los caminos del
corazón y por medio del divino concepto de la fraternidad cristiana",
extendido a todos. |
EL
ESCRITOR |
En
aquella época, la pasión de los reformistas que abandonaron a la Iglesia de
Roma, les llevó a no pocas tergiversaciones históricas en las que pretendían
apoyar nuevas razones & su actitud. Ataques que, muchas veces, habían
dejado {13 (53)} a los católicos "humillados, afligidos,
destrozados". Los Anales constituyeron no solamente una defensa, sino
además un resurgir de la ciencia histórica: "Como el joven David
descendió al torrente de la verdad en busca de unas pocas piedras para derribar
al gigante", así Baronio, con sus verdades, defendía a la Iglesia de los
que equivocados o maliciosos la atacaba, o de los aprovechados que pretendían
utilizarla para fines temporales. |
Como
escritor, Baronio, amo, por encima de todo, la verdad. "Dios, para
defenderse, no necesita de nuestras mentiras, o de las vueltas de nuestro
pensamiento: la mejor apología de la Iglesia es la historia sincera de su
vida". |
Desde
el punto de vista científico la obra de Baronio constituía "una revisión
serena y concienzuda de todas las famosas Indagaciones alegadas en los
prejuicios heréticos.... una ilustración grandiosa de la obra de la Iglesia y
del Pontificado a través de los siglos: una significación imponente de la
seria renovación de los estudios históricos que, con él, se iniciaba, y cuyo
valor no era posible, entonces, medir cumplidamente, pero que hoy estamos
obligados a reconocer y admirar". |
Fue
Baronio, "el profeta bíblico que lanzó el primer anuncio de la
resurrección", porque puso "los documentos de la historia al
servicio de la verdad". |
"La
vida de Baronio en Roma, como Sacerdote y como cardenal, fue un aviso para
todos, para seguir una vida cristiana, y no mundana; tuvo el significado de
una acusación y de una enérgica reacción contra la fastuosidad de entonces: |
fue
una señal de retorno a la pureza de los principios evangélicos. Y su obra, la
inmortal obra de los Annales ecclesiastiel, fue una batalla admirablemente
conducida, victoriosa para la Iglesia; hoy, todavía, cuando se derrumban
tantas cosas que ya se olvidan para siempre, permanecen inmortales como un
monumento." Capecelatro ―también oratoriano, también cardenal,
también bibliotecario vaticano...― dice de Baronio, simplemente,
"que era como un fruto de un árbol y que, el árbol, era San
Felipe". San Felipe pudo y supo conducirlo y, en determinadas ocasiones,
casi a la fuerza, hasta la madurez espiritual e intelectual de que era capaz.
Baronio fue el primer sucesor de San Felipe, el segundo Prepósito del
Oratorio. Tal vez, en el corazón de nuestro Santo Padre, era también, su
primer hijo espiritual. |
Apenas
nombrado Papa, Juan XXIII, regresaba al Vaticano, en coche des cubierto, de
la ceremonia de "posesión" de San Juan de Letrán. Al pasar por la
plaza de la Chiesa Nuova, entre los aplausos de la gente, se quitó el
sombrero y señalando el Oratorio, explicó: "Es que aquí hay los
sepulcros de San Felipe Neri y de César Baronio". |
{14
(54)} |
8.
VIVIR ENTRE JESUITAS |
"¿Qué
es lo que yo he visto durante los siete años que he vivido entre los
jesuitas? La vida más laboriosa, la más frugal, la más reglamentada; todas
las horas distribuidas entre los cuidados en que nos envolvían y los
ejercicios de su austera profesión... Me atrevo a decirlo: no existe nada tan
contradictorio, tan insólito, tan vergonzoso, como acusar de relajación moral
a los hombres que llevan en Europa la vida más dura y que marchan a buscar la
muerte en los confines de Asia y América...". |
¿Quién
ha escrito estas palabras? |
Alguien
del que es imposible la menor sospecha de beatería: Voltaire, la encarnación
más cruda del espíritu de la Ilustración del siglo XVIII, ese hombre
escéptico en muchas cosas, pero apasionado defensor de las que creía
verdaderas. En el caso de los jesuitas, los conocía bien por haber convivido
con ellos, y porque era bastante inteligente para reconocer su mérito, y
sincero para proclamarlo. |
La
Iglesia y sus obras son tanto más censuradas cuanto más eficientes se
muestran, sobre todo cuando esta eficiencia no es convertible, hasta el
agotamiento, en provecho del que es capaz de censurar. |
Entre
los maldicientes de las obras de Dios encontramos siempre dos clases de
hombres: a los ignorantes y superficiales que trasladan su mundo vulgar, de
pequeñas codicias, a todos los demás hombres "Piensa el ladrón, que
todos son de su misma condición"— y a los verdaderamente malévolos, que
censuran y espían, dolidos solamente de que les falten más pretextos para
denigrarlas, tan bajos en su envidia, en su avaricia y en sus pasiones, que
necesitan hundir todo lo que resplandece para medio flotar ellos. |
Por
eso hay que desconfiar de lo que se dice en contra de la Iglesia, de sus
obras, de sus hombres. Porque lo dicen los que, ellos mismos, más necesidad
tienen de reformarse, y reformar sus obras y sus instituciones. |
"Nos
llaman del Oratorio. Bien. Pero si yo tuviera que poner un nombre a nuestra
Congregación, la llamaría del Espíritu Santo". |
San
Felipe Neri |
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