BOLETIN DEL ORATORIO ALBACETE.
Nº 98. OCTUBRE. 1971.
1. ESPERANZA DE OTOÑO
Otoño nos viene encima, en transición rápida —especialmente en La Mancha— del calor al viento y del viento al frío. La vegetación tiembla y se desploma.
Enseguida, los árboles desnudos, como manos huesudas, envejecidas, estáticas, abiertas al aire frío de la tierra y a la luz helada del ciclo, comenzarán en silencio la larga súplica anhelando la lejana primavera, también breve, pero consoladora —ángel anunciador del verano—, cuando recomienza el ciclo de las claridades y de las cosechas, de las promesas y de las recolecciones que acabarán, otra vez, en el silencio invernal.
Es la imagen de la vida, de la historia y del camino de los hombres, cuando lo entendemos no como un círculo que se cierra poco a poco, sino como una espiral que se encarama con Dios al centro: una abertura hacia arriba, modulada sobre la repetición cíclica de recogimiento, esperanza, trabajo y madurez cosechada, subiendo, recomenzando siempre, purificados en la interiorización, en el optimismo sereno, en la laboriosidad constante, en el fruto pacifico que nos acerca a Dios, mientras se simplifica la visión, se amplía la perspectiva, se espiritualiza el esfuerzo y sublima la generosidad.
La vida no es un paréntesis que se abre con la cuna y se cierra con la sepultura; ni un círculo que repite monótonamente su camino como las norias.
Nada se repite. Ningún otoño es igual. Dios y su obra y el mundo siempre es nuevo. Nuevo sin desorbitarse de la constante ascendente del bien que crece.
Nada muere: esos mismos árboles que el frío depaupera y paraliza por fuera, irán creciendo en sus raíces, más deprisa que en verano. Así sucede con el hombre y con las instituciones en las que él es actor. Así sucede en la Iglesia, continuamente {1 (53)} renovada, purificándose, encaramada a Dios, digan lo que digan los manipuladores que hasta de lo santo quieren hacer estrategia para sus débiles construcciones terrenas. La Iglesia se purifica. No es un círculo cerrado de intransigencias, sino una espiral creciente de pureza, mientras va creciendo en la comprensión del hombre, en la perspectiva del mundo, en el acercamiento a Dios, y en la esperanza de más primaveras, predicando este sueño que parece imposible de creer, pero que todos los hombres anhelan cuando limpian su corazón de egoísmos: la hermandad universal de la humanidad, como un árbol de vida" cuyo tronco es Dios.
2. OBISPOS Y SACERDOTES
Ha sido de una importancia extraordinaria para la Iglesia, en España, la reciente Asamblea de obispos y sacerdotes. Sobre la misma nos ha llegado información buena y mala, e incluso tendenciosa, como han lamentado varios obispos, entre los cuales monseñor Mauro Rubio, de Salamanca, el doctor Pont y Gol, arzobispo de Tarragona y el mismo cardenal primado Enrique Tarancón.
La misma extraordinaria trascendencia de la Asamblea, dentro de la historia de la Iglesia, en España, puede haber sido motivo para ello. El diario de Murcia, LA VERDAD, ha dicho en un expresivo párrafo: "Ya es la Iglesia española, con su jerarquía al frente, la que con voz unánime, pide sinceridad. libertad, desasimiento de apoyos temporales, testimonio de pobreza, honestidad y denuncia de la injusticia y de la opresión donde quiera que las haya".
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3. LA IGLESIA EN LA SOCIEDAD MODERNA
El cardenal Joseph Hoeffner, arzobispo de Colonia  y miembro del Secretariado para los no Creyentes, estableció en diez tesis las diferentes relaciones entre la Iglesia y la sociedad moderna. Las formulaciones del cardenal han gozado de notoria difusión especialmente en Alemania. Entre nosotros un aspecto de su pensamiento puede ser conocido a través de una obra suya, editada por Rialp, con el título de DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA, precioso compendio, por su claridad, brevedad y solidez.
Reproducimos el enunciado de las Diez Tesis, con sucintos comentarios del mismo cardenal.
TESIS 1 LA MISION DE LA IGLESIA, QUE ES ANUNCIAR LA SALVACION DE CRISTO, NO EXCLUYE LA ACCION SOCIAL, SINO LA INCLUYE
Esto significa que Cristo ha liberado al hombre total, tanto en el plano del individuo cuanto en el plano de la comunidad. Sería traicionar el mensaje cristiano de salvación reducirlo a una llamada al alma aislada y limitarlo a una tentativa de consuelo individual. Contra un sobrenaturalismo ampliamente difundido hay que afirmar que, aun después de la caída, existe un orden de la vida humana colectiva enraizado en la disposición social del hombre, querido por Dios. Las oposiciones "Iglesia y mundo", "Iglesia y Estado", "gracia y naturaleza" "fe y razón" tienen, ciertamente, su significación, pero no deben ser entendidas como si la Iglesia se encontrara absolutamente fuera del mundo. Pero también sería falso disolver el misterio de la Iglesia en la sociología.
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TESIS 2 EN EL PLURALISMO RELIGIOSO E IDEOLOGICO DE NUESTRO TIEMPO. LA IGLESIA SOLO PUEDE ESTAR PRESENTE Y ACTIVA EN LA MEDIDA EN QUE CUENTE CON EL TESTIMONIO DE LOS CRISTIANOS
Sería una reducción nefasta descansar sobre tradiciones superadas y posiciones jurídicamente aseguradas. Cuando falta el testimonio vivo de los cristianos que deben obrar en su medio de trabajo, de profesión, de estudio, de habitación, de recreación, de colectividad local" (Decreto conciliar sobre los laicos, núm. 13), la Iglesia ya no puede llenar el espacio espiritual de la sociedad moderna, y otras fuerzas se introducirán y se impondrán.
TESIS 3 EN LA SOCIEDAD PLURALISTA, ES EL DEBER DE LA IGLESIA PROCLAMAR LOS VALORES FUNDAMENTALES, SIN LOS CUALES ES IMPOSIBLE LA VIDA COLECTIVA
El pluralismo, en sí mismo, no comporta ninguna fuerza integrante. Un pluralismo integral contendría un germen de muerte. Sin el reconocimiento de valores y de derechos fundamentales, ninguna sociedad es posible entre los hombres y los pueblos. La Iglesia estima que su misión consiste en proclamar "la justicia y el amor" y en crear "por su universalidad misma, un vínculo muy estrecho entre las diferentes comunidades humanas y entre las diferentes naciones" (Const. "Gaudium er spes", núm. 42 y 76) La Iglesia busca lo que liga a los hombres entre sí y reconoce que todos los hombres, creyentes o no creyentes, deben trabajar en la justa construcción de este mundo, en el cual vivimos juntos. Por lo cual la tolerancia reviste una importancia decisiva. Nadie, dice el Concilio, debe ser obligado a "obrar contra su conciencia"; pero, igualmente, ninguna persona ni ninguna comunidad pueden ser impedidas de vivir de conformidad con su propia convicción. (Decl. conciliar sobre la libertad religiosa del Concilio Vaticano II).
TESIS 4 LA IGLESIA TIENE EL DEBER DE DIRIGIR ADVERTENCIAS Y DE ELEVAR PROTESTAS CADA VEZ QUE EN LA SOCIEDAD Y EL ESTADO ESTAN EN CAUSA EL DERECHO A LA VIDA, A LA LIBERTAD YA LA INTEGRIDAD CORPORAL
El hombre, afirma el Concilio (Cons. "Gaudium et spes", núm. 12, 14, 24 y 41), supera "al universo de las cosas", pues no puede ser considerado únicamente como una parcela de la naturaleza" o como un "elemento anónimo de la sociedad humana". Por lo cual el Evangelio rechaza "cualquier esclavitud".
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TESIS 5 CUANDO LA IGLESIA SE COMPROMETE POR EL DERECHO Y LA DIGNIDAD HUMANA. LO HACE EN VIRTUD DE LA AUTORIDAD QUE SACA DE SU MISION Y NO EN VIRTUD DE UNA AUTORIDAD COERCITIVA, CUALQUIERA QUE FUERE EL SENTIDO QUE SE LE ATRIBUYA
La Iglesia no ejerce ninguna compulsión física; es, en efecto la comunidad de los que creen en el Señor por una libre decisión y que reconocen libremente el orden y la forma de la Iglesia previstos y queridos por Cristo. Por esta razón, la tensión entre la autoridad y la libertad no tiene la misma acuidad en la Iglesia que en el Estado. Mientras que en el Estado se trata de una pertenencia obligatoria, nadie es obligado a pertenecer en la Iglesia. En las recientes discusiones sobre la autoridad y la libertad de la Iglesia, se confunde frecuentemente a la Iglesia con un Estado. Los discípulos de Jesús tienen una misión de predicación, no de imposición o retorsión. "Si no los quieren recibir ni escuchar lo que digan, váyanse de esa casa o de esa ciudad y sacudan hasta el polvo de sus pies" (Mateo, 10, 14). Violencia y anuncio de buena noticia Evangelio se oponen irreconciliablemente. La Iglesia no ha venido a perseguir a nadie, aunque ella misma, prolongación de Cristo vivo, sigue el camino comenzado por Cristo cargado con la cruz y perseguido. Su fuerza reside en la verdad y en la gracia, no en la fuerza exterior ni las guerras.
TESIS 6 EN SU COMPROMISO POR EL DERECHO Y LA DIGNIDAD HUMANA, LA IGLESIA UTILIZARA DOS METODOS: EL LLAMAMIENTO A LA CONCIENCIA PERSONAL Y, CUANDO ESTO NO BASTE, LA PROTESTA PUBLICA
El segundo procedimiento fue empleado frecuentemente, y no en vano, durante la época del nazismo, por los obispos alemanes, como podría verse en la carta colectiva de octubre de 1943, contra los excesos de las autoridades nacionalsocialistas de aquella época.
TESIS 7 EN LAS CUESTIONES SOCIALES Y POLITICAS EN LAS CUALES LOS CRISTIANOS PUEDEN TENER UNA OPINION DIFERENTE SIN PELIGRO PARA SU FE, LA IGLESIA NO TOMARA POSICION AUTORITARIA
A la hora de tratar de la forma concreta que hay que dar a la sociedad y al Estado, los cristianos pueden, como declara el Concilio, llegar a un juicio diferente, con una igual sinceridad, sobre la misma cuestión ("Gaudium et spes" núm. 43). En tales casos, nadie tiene el derecho de "reivindicar exclusivamente para su opinión la autoridad de la Iglesia".
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TESIS 8 EN LA SOCIEDAD PLURALISTA MODERNA. LA IGLESIA NO SOLO HARA ADVERTENCIAS Y ELEVERA PROTESTAS, SINO QUE OFRECERA SUS SERVICIOS, SOBRE TODO, EN EL TERRENO EDUCATIVO Y SOCIAL
En la sociedad actual, pluralista desde el punto de vista ideológico de tolerancia exige también que se acepte una ampliación en el terreno educativo y social. El abandono al Estado de todas las instituciones sociales y educativas causaría daño a la libertad de conciencia y a la tolerancia. El Concilio Vaticano II rechaza el monopolio del Estado en estos términos: "Todo monopolio de este género es opuesto a los derechos innatos de la persona humana, al progreso de la difusión de la cultura misma, a la concordia entre los ciudadanos, en fin, al pluralismo que es hoy la regla en gran número de sociedades ("Gaudium et spes", núm. 84).
TESIS 9 EN EL TERRENO SOCIAL, ES NECESARIO ESTABLECER UNA DISTINCION ENTRE LA RESPONSABILIDAD DEL FIEL INDIVIDUAL O DE GRUPOS DE FIELES Y LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA EN CUANTO COMUNIDAD ORDENADA JERAROUICAMENTE
Los fieles se referirán a los valores fundamentales y cristianos en el ejercicio de sus deberes y derechos; pero, por otros medios, obrarán en función de su responsabilidad propia.
TESIS 10 EL FIN DEL APOSTOLADO EN EL TERRENO SOCIAL NO ES LA CREACION DE UN PARAISO TERRESTRE, SINO LA CREACION DE UN ORDEN SOCIAL DONDE EL HOMBRE TENGA LA POSIBILIDAD DE CUMPLIR LO MEJOR POSIBLE LA VOLUNTAD DE DIOS Y DE LLEVAR UNA VIDA CRISTIANA
Una evasión, en este siglo, fuera de la finitud y de la limitación del hombre para acceder a la esfera de la libertad defensiva y eterna, no es posible. Todas las instituciones serán, finalmente, superadas y juzgadas por Cristo a su retorno.
Pero el realismo de nuestra contingencia humana, terrena y temporal, lejos de inhibirlos frente a la superación de que la humanidad es capaz de ir alcanzando, nos estimula al continuo mejoramiento, fieles a este camino, u orden", sabedor {6 (58)} de la corruptibilidad de toda instalación estática, tendente, por ello mismo, a distraernos de la esperanza y de la construcción activa de lo mejor, indefinidamente superable.
4. Por ejemplo: lo social
El amor a la Iglesia y la pertenencia a la misma como miembro vivo, no se satisface con autoconfesiones de fe católica, blasonadas según la vanidad o el oportunismo aconsejen, sino siguiendo de cerca su vida y asimilando la verdad del Evangelio en nuestro pensamiento, en nuestros compromisos aun simplemente humanos y en la totalidad de nuestra conducta. Ver, juzgar, actuar con integridad cristiana, sin mutilaciones utilitaristas a la fe: depurarnos de sentimentalismos engañosos, de etiquetajes farisaicos, de acomodaciones aprovechadas que conducen a la profesionalización demagógica con pretextos idealistas.
Cada vez que el Cristianismo deja de considerarse como algo muy privado o interior, para proyectarlo hacia los demás y la realidad amplia y compleja de la vida, surge este peligro. Por otra parte, el signo de nuestra época es eminentemente social. Es preciso revisar continuamente nuestra formación y asegurarnos una información merecedora de confianza, como cristianos.
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5. ELOGIO DEL ARTE
Dijo Dios: «Que exista la luz». Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era bella.
Génesis 1, 3-4.
Parece una tarea inútil, la del artista, y sus obras se consideran, muchas veces, como el producto de una ociosidad privilegiada. Cierto que es tarea difícil la de establecer fronteras entre lo que es necesario y lo que consideramos superfluo, o entre el bien urgente y el aplazable; pero esta misma tendencia clasificadora, llevada al extremo, es una de nuestras grades debilidades que nos inclinan a perpetuar la absurda visión maniquea de la vida, y a considerarla más como una división entre el bien y el mal, que como una ascensión a la cumbre del bien, única meta de lo absoluto.
. Para entusiasmarnos con el bien hace falta percibir, dejarse bañar por su resplandor. A ese resplandor le llamamos belleza. Y al que sabe expresarla, de manera consciente y reflexiva, bajo formas sensibles, le llamamos artista. Arte es la expresión sensible y reflexiva de lo bello.
Si decimos que el mundo es bello y que es la gran obra de Dios perceptible a los hombres, es evidente que proclamamos que Dios es el primer y el más grande artista y fuente, además, de toda belleza: desde el mismo inagotable, desde nosotros inalcanzable —luz, "resplandor inaccesible", diría San Pablo—. Pero el resplandor de la bondad divina envuelve toda la vida humana: reconocerlo y propagarlo es ser artista; el arte es siempre una comunicación, además de un éxtasis, de una vibración profunda del espíritu en presencia de las harmonías del bien, porque piden ser expresadas.
ARTE Y BONDAD
El bien y el arte concurren. No puede haber arte sin expresión de lo bueno; sin transformar, por lo menos, lo malo en bueno mientras es expresado. Los santos han sido artistas, los "artistas de la Gracia", y los artistas y los amigos de los artistas de la expresión sensible de lo bueno. Hay maneras de presentar una santidad tan "utilitaria" y contabilizada, que nada o poco tiene que ver con la verdadera santidad. ¿Hemos reparado en la belleza de las parábolas de Cristo, en lo que sería su gesto, su mirada, el tono de su voz..? Reducimos lo sobrenatural, a veces, a un automatismo mágico y extraterreno, como si se condenara o marginase la obra sensible de la creación, toda ella elocuencia de la bondad y de la santidad de Dios.
{8 (60)} Joubert decía: "Nada hay más bello que Dios; después de Dios la cosa más bella es el alma; después del alma el pensamiento; después del pensamiento la palabra." Y nos atreveríamos a añadir a esta gradación: después de la palabra el signo, después del signo el silencio. Con estas condiciones: cuando el silencio se hace elocuencia; cuando la palabra es vehículo expresivo del pensamiento; cuando el pensamiento es la nitidez reflejada del alma; cuando el alma es espejo de Dios.
De Dios fluye, a Dios lleva toda belleza. Puede equivocarse el artista en la denominación de la Divinidad, pero la luz que aureola su arte es divina y, tarde o temprano, descubrirá su origen, si lo ignorara. Por esto los artistas casi nunca son blasfemos, porque están cerca o se acercan siempre al Absoluto, con la avidez pura del niño que estrena el beso del bien en el camino, todavía nuevo para él, de la vida.
NECESITAMOS ARTISTAS
Utilitarismo y pereza se confabulan contra el arte, estandarizan la existencia humana y la paralizan para que no sea capaz de descubrir el resplandor virgen de lo bueno, o de añadir bondad a su descubrimiento. Y así impiden el gozo o lo hacen engañoso y doblemente efímero, desplazando la inevitablemente pequeña, pero posible, felicidad de esta vida.
Los artistas nos ayudan a salvar este riesgo y hasta nos demuestran que todos podemos ser un poco artistas, si sabemos captar la belleza que ellos nos ofrecen con ánimo de hacer participantes de algún modo a los demás de tal ofrenda.
Porque el arte no es solamente para que aprendamos a valorar el equilibrio, la proporción, la completez e integridad y el gusto que causa la contemplación o percepción de lo bello, sino que, como hace referencia siempre a lo bueno —redime en buenas todas las cosas— pide ser comunicado. Todo bien incomunicable (?) deja de ser, por ello mismo, un bien verdadero. De donde tanta falsa belleza y tanta ignorada belleza...
DESCUBRIR. ELEGIR
El bien, la verdad o autenticidad, la belleza, no están siempre señalizados, en el camino de la vida. Hay bien y belleza inexplorada. En la óptica de lo bello existe siempre un resplandor inédito que se deja descubrir y recoger; y en el corazón del verdadero artista, se despierta una generosidad creadora y comunicadora irresistible, por la que al mismo tiempo que ve, añade, y, al contemplar, se suma a la belleza descubierta mientras se abre a comunicarla. Como una misma agua no pasa dos veces por un río, así la captación estética no se realiza, ni siquiera en el mismo individuo, a modo de repetición matemática. La iteración del gozo estético es irrepetible, jamás idéntica. Esa novedad añadida es un gozoso descubrimiento.
{9 (61)} Pero también es una elección. El artista no solamente ha de tener la capacidad transparente para percibir, sino que ha de afrontar el riesgo, prudente y valiente a un mismo tiempo, de elegir. Elegir es completar y añadir algo subjetivo, propio, a la percepción de la belleza. Un artista no es un copista; todavía menos, no es un glotón precipitado, catador de todo lo que le parece deleitable, manoseador de apariencias, que relega y olvida enseguida, ávido de nuevas presas para su sensibilidad superficial o estragada.
El artista no es un sensual. Elegir es purificarse, muchas veces dolorosamente, por un gozo espiritual que, aunque se presiente, no pide compensaciones o halagos a la sensibilidad: la música no es ruido, la forma no es masa, el color no es mancha, la luz no es fuego, la palabra no es enigma... Toda borrosidad se perfila, se define, se afina, señala, conspira hacia el equilibrio expresivo, elocuente y luminoso de la belleza, conjugada en la integridad simplificada de los medios elegidos para ser transmitida. En aras de esa comunicabilidad el artista ha de hacer previos y verdaderos esfuerzos de simplificación de elección y lograr decir o expresar lo más posible y lo más sinceramente posible, en lo menos y más inteligible, añadiendo a su ofrenda la humildad de saberse inacabado en la obra que brinda y que hace comunicable para que crezca, se reparta, se haga social, se difunda como corresponde a lo verdaderamente bueno. El que sea capaz de elegir el gesto, el movimiento, el color, la luz, la forma y el volumen, el sonido, la voz, la palabra, el silencio y el momento para conseguir la mejor comunicación de lo bello, ese es un artista.
LA BELLEZA CERCANA
Pero, con la belleza nos sucede lo que con tantas cosas más o menos buenas:
la mitificamos en algún símbolo externo a nosotros mismos pero que consideramos "nuestro", evitando identificaciones incómodas, demasiado cercanas. Ser compatriotas de un pintor célebre o espectadores de una competición deportiva, ni nos hace artistas ni deportistas. Lo bueno no debe ser lujo, ni exhibición, ni capricho. Confundir el bien del arte con alguna de estas cosas, denota plebeyez.
El artista es un evangelizador de la simplicidad, no de la dejadez; de la sinceridad, no de la rudeza o del insulto. La educación para captar y transmitir lo bello que él brinda a la sociedad, no estriba en hacernos visitadores asiduos de los museos para poder colocar etiquetas culturales a nuestras conversaciones vulgares, sino que debe enseñarnos a descubrir la belleza de las cosas más cercanas, tanto de las que encontramos como de las que tenemos que hacer, venciendo rutinas, desprofesionalizando los esfuerzos hasta comunicar a nuestro cotidiano quehacer el calor personal de una harmonía y generosidad interiores que nos hacen descubridores y creadores de belleza en lo pequeño y lo grande que hemos de hacer para que, al ofrecerlo a los demás, lo sepamos transmitir puro y luminoso, {10 (62)} como un acto de amor capaz de ser enriquecido por quien nos lo acepte, para que "lo más precioso no sea destinado a la inmundicia ni pisoteado", como nos diría Cristo en su evangelio.
Dicen que el arte se estudia; pero en las escuelas pueden enseñar a descubrir la generosidad creadora, pueden disciplinar en una ascesis depuradora, pero no pueden hacer creadores, como deben ser los artistas. El artista no se hace, nace.
De donde, todos nacemos, más o menos, artistas; todos podemos depurarnos, más o menos, en la expresión y transmisión luminosa del bien; todos debemos intentarlo... Los más adelantados, esos que llamamos "artistas", nos preceden como un estímulo ejemplar, no como figuras míticas a las que basta aplaudir sin imitar.
Precisamente, en este fin de verano, se ha celebrado en Londres, muy cerca del Oratorio, en el mismo barrio de Brompton, una exposición artística insólita y aleccionadora, cuya divisa podía ser muy bien Arte Cristiano para el Hogar. En ella un grupo de artistas católicos pretendían sensibilizar a sus visitantes en orden a relacionar el cristianismo y su expresión artística en el seno del hogar, convencidos del valor del influjo ambiental para la educación de la sensibilidad y del buen gusto. No era mera sugerencia para una mejor decoración hogareña: se pretendía, más allá de las pinturas, esculturas, cerámicas y complementos artesanos expuestos, insistir en estos dos conceptos: en la de relación entre arte y cristianismo y el de ambiente y arte.
Pero no supongamos que el sentido artístico se adquiere por el solo hecho de cubrir paredes con lienzos comprados en exposiciones o colocar cerámicas sobre tablas de caoba. Es preciso y —es lo que principalmente querían decirnos aquel grupo de artistas— saber descubrir en las cosas y los elementos sencillos de la vida diaria, el resplandor de lo bueno y de lo bello, para ser cristianos, para ser felices, y para hacer más felices a los que tenemos junto a nosotros.
Arte también es ese buen gusto para realizar las tareas cuotidianas y los mismos quehaceres profesionales o domésticos. No es la abundancia de medios y de recursos lo que favorece el descubrimiento de lo bello y lo que estimula a participarlo con los demás, sino más bien la inteligente simplicidad del corazón capaz de descubrir y agradecer el resplandor que también contiene lo escaso que, por serlo, da más gusto cuando se descubre. Antonio Gaudí había dicho al final de una reunión de artistas, como si despertara de una profunda meditación: "La verdadera elegancia se descubre en la pobreza". Como en ese personaje de Pasolini, de la deliciosa fábula que nos ofrece en Le Streghe: la pobre sordomuda recién casada que, al llegar a la choza inmunda que ha de ser su hogar, cierra los ojos de su marido y de su hijastro para que puedan ver, transformada por la magia de su trabajo y su limpieza, el resplandor ingenuo de la pobreza ordenada y limpia, como el heno de la campiña romana, sin añadir nada más que la simplicidad ordenadora del amor y la alegría de hacer felices a los demás.
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ARTE Y AMOR
El arte no depende de la riqueza, sino del amor. La riqueza, o el despecho que origina la envidia, aunque se envuelva en cortezas de humildad, hace degenerar lo bello hacia el esplendor quincallero, brillante y facilón. Donde no hay tradición y cultivo de la belleza, tampoco hay amor ni espíritu creativo: a lo sumo se vive del aprovechamiento de una renta a extinguir, progresivamente deformable. hasta el recuerdo arqueológico, posteriormente útil nada más para una cita que adorne la vanidad. Del mismo modo que la palabra "amor" se aplica abusivamente para encubrir tantas variedades de egoísmo, también se llama "arte", con frecuencia, a residuos del mal gusto, a falsedades del orden estético, a quincalla dorada. El arte es esplendor del bien y de la verdad. Donde no haya búsqueda de ese bien y afán de autenticidad, no brotarán artistas y menos la masa que forma la sociedad, poseerá ese nivel medio de buen gusto que le ayude a aureolar la vida con la unción de la belleza que Dios ha repartido en toda la creación. Por esta razón, Dios, el Cristianismo, tienen que ver con el arte. Sin Dios, o sólo con ídolos deformaciones de Dios en el alma, no se puede ser artista, ni descubrir belleza. Sólo con el afán del Absoluto en el espíritu se puede leer, con los sentidos, o acusar en las vibraciones profundas del alma, el bien traducible en expresión lúcida que se ofrece con generosidad y aumenta con su ofrenda.
Bien, verdad, belleza, arte, Dios: son palabras siempre relacionadas, convergentes del amor. Tal vez del arte no pueda decirse que es el mismo amor; pero es su signo o su lenguaje, o la modulación de este lenguaje. De todas formas, si no es el mismo amor, por lo menos sí es, siempre, adverbio del amor, si el amor es la dinámica del bien.