Boletín
del Oratorio de Albacete. |
Núm.
121. MARZO. Año 1974. |
0.
SUMARIO |
CUARESMA,
conversión, transformación según la imagen de Cristo, porque somos ciudadanos
del cielo; pero desde la tierra. Porque queremos una transformación del
mundo; pero desde nosotros, desde cara hombre. Porque aspiramos a la
fecundidad de la gracia sobrenatural; pero desde la naturaleza. Y amortizar
el carnaval fanfárrico de un cristianismo folklórica; pero sin destruir los
signos, sino purificándolos. |
Difícil,
pero necesario. Otra cosa, puede entretener, pero no es cristianismo. |
LA
FE TAMBIÉN ES UNA CERTEZA |
LA
SUPERACIÓN DE LOS TÓPICOS Y EL "CUARESMISMO" |
SUPRIMIR
A CRISTO |
CERTEZA
Y BÚSQUEDA |
DILES
TÚ... |
¿TODAVÍA...
UN AÑO SANTO? |
ELOGIOS:
DE NORUEGA |
DIOS,
EL PRÓJIMO, TÚ MISMO |
LA
INDEPENDENCIA DE VIDA NUEVA |
LA
MISIÓN DE LA IGLESIA |
{1
(41)} |
1.
La fe también es una certeza |
LA
VIDA de la Iglesia no es una exaltación continua, un entusiasmo perenne, un
triunfalismo —si se quiere—, vacío; pero tampoco es aridez, pesimismo,
incertidumbre, elevada a categoría de principio. La Iglesia tiene auténticas
seguridades. La más grande de ellas es indudablemente la seguridad de la fe
en Jesucristo. |
Estamos
pasando por una etapa de la historia de la Iglesia, en la cual parece que
muchos gustan de presentar la fe como un salto en el vacío, como el
desasimiento de toda seguridad y certeza, como una aventura incierta, como un
oscuro caminar. Sería faltar a la objetividad teológica no resaltar la plena
certeza que es propia de la fe: certeza que es, ciertamente, sobrenatural
porque proviene de la revelación divina como fundamento y de la gracia de
Dios como principio. |
Al
hablar de la fe cristiana, no puedo dejar de recordar su aspecto paradoxal;
como paradojas son innumerables afirmaciones y verdades proclamadas por
Cristo. Podemos decir al mismo tiempo que la fe es absolutamente cierta y
esencialmente oscura. Es decir, cuando nos adherimos a la verdad de un
misterio, no lo aceptamos porque lo entendemos de una manera exhaustiva, sino
que, fiándonos de los signos externos, de la revelación divina y con la
garantía de la llamada interior de la gracia, aceptamos libremente la palabra
de Dios, que es absolutamente digna de ser creída por sí misma. Es en esta fe
donde se encuentra la auténtica seguridad de la Iglesia y de todos sus
miembros. |
Vivir
la fe ahora y aquí supone un auténtico esfuerzo para aceptar la sublime
paradoja del ritmo vital de Cristo —muerte y resurrección— como norma de toda
existencia cristiana. |
Narciso
JUBANY, cardenal-arzobispo de Barcelona. |
{2
(42)} |
2.
liturgia: La superación de los tópicos |
y
el "cuaresmismo" EL TÓPICO es el cumplimiento del consumismo
aplicado a las referencias cíclicas o inventadas. |
De
modo parecido a como, por inercia, se pide una bebida disetante cuya
denominación la publicidad se ha encargado de sugerirnos y evocarnos con suma
facilidad, de tal modo, que en cualquier bar de pueblo o en la cafetería del
aeropuerto de cualquier parte del mundo nos pueda ser servida, sin esfuerzo
por nuestra parte, corremos el riesgo de "consumir" tópicos de
espiritualidad. |
Vivimos
de ideas en gran parte prestadas y nos acostumbramos a no pasar de la
superficialidad tópica. No es que el pensamiento ha de cambiar de verdad,
pero sí que es preciso que la profundice continuamente, reestrenándola sin
cesar, evitando la pereza inconsciente o disimulada del tópico convencional,
acrítico, supuesto, que fácilmente se introduce, incluso, en lo más elevado. |
El
tópico puede ayudarnos, puede sugerirnos, recordarnos. Pero puede igualmente,
trivializar nuestra aplicación consciente, nuestra apertura de personas, para
que resbalemos, sin profundización ninguna, sobre la verdad y el bien
sugerido o recordado. El tópico puede reducir a simple recurso de evocación
desvanecida en la insipidez, en la superficialidad, en la pereza, en el
olvido de lo esencial, en la vulgaridad sin sentido. Es el tópico que
queremos utilizar para que nos sirva para todo" y, en realidad, ya no
nos sirve para nada; o el tópico que vuelve siempre y que no nos cambia
nunca. |
Los
tópicos nuevos |
Los
tópicos de nueva acuñación, como slogans, como divisas o lemas, que en
realidad no vienen a decir nada nuevo, pero sí, en muchas ocasiones,
representan el esfuerzo para hacer entender lo de siempre en unas
circunstancias que sí son nuevas. Y que verdaderamente pueden, de alguna
manera, conseguirlo con la condición de que no sean presa del novelerismo,
afanoso por el juego modulador de lo nuevo, pero como pretexto sin interés
por la sustancia del contenido. |
¿No
comienza a sucedernos un poco, acaso, con la hermosa palabra
"reconciliación", apenas inaugurada y ya en trance de erosión por
pretender que, como otras que se deterioraron enfermas de novelerismo, nos
sirva "para todo", sin preocuparnos demasiado del trasfondo de sus
exigencias radicales? Porque "reconciliación es comprensión, búsqueda
humilde del hermano, caridad, olvido de la injuria (¡tantas veces solamente
imaginada!...), y es muchas más cosas. Pero no es pacto facilón con el error,
no es desplazamiento, olímpico —"sine die"— de los problemas
candentes, no es panacea o cajón de sastre donde cabe todo, {3 (43)} пo
е justificación para demagogias a costa de pieles en contra de los
valores que no se pueden mutilar ni posponer. |
Los
tópicos cíclicos |
Son
las referencias que vuelven ordenada y periódicamente para despertar
reacciones parecidas que, no obstante, encuentran siempre la novedad del
tiempo, cambiante y a veces sorprendente. |
Los
llamados "tiempos litúrgicos" son un ejemplo de estos tópicos: cada
año se repiten las sugerencias en la incesante renovada presentación
"poliédrica" del misterio cristiano: superficies de luz
sobrenatural que se reflejan en la vida de los hombres en el mundo, desde el
núcleo de la Redención cristiana y de su mensaje siempre vigente. |
La
Cuaresma es uno de estos tiempos —"tiempos fuertes" (¡palabra
nueva!) se dice ahora... —, que el cristiano no puede desperdiciar. |
No
es inútil la repetición; es pedagógica, podríamos decir, dentro de la misión
de la Iglesia respecto a sus hijos. La Iglesia acompaña a sus hijos y les
repite, no por machaconería insistencia de un celo impertinente, sino porque
sabe que la vida es movimiento, y el movimiento cambio y que, a cada nueva
situación, necesitan la evocación de una verdad que se repite pero que es
nueva en su encarnación y en cada una de las etapas de su crecimiento. Oírla
para no entenderla, o entenderla para no vivirla, sería rutinarismo inútil,
tópico estéril. |
Superar
los tópicos |
Algo
parecido con relación a otros tiempos litúrgicos –"nativismo",
respecto a la Navidad, recientemente, el padre José M. de Llanos, ha
proclamado la necesidad de precavernos contra el "cuaresmismo". Hay
que superar el tópico. |
El
tópico convertido en rutina admite la toma en cuenta o la celebración
meramente simbólica de cualquier suceso o evocación religiosa que de vueltas
al calendario, sin asumirla desde la fe viva. |
No
faltan los que se quieren liberar, dicen ellos, de tópicos y que, para ser
"modernos" o para no ser beatos"… se borran de todo, lo
suprimen todo. |
Pero
no nos referimos a estos porque, lo más probable, es que tampoco hubiesen
ante: aceptado nada plenamente: |
aceptarían,
puede ser, la moda de entonces que era inscribirse en lo mismo que ahora,
creen también por modo, rechazan. Son actitudes de falsa personalidad, de
carencia de convicciones, con simples "moderías". |
Hay
que superar la rutina que sería detenernos como si todo ya se hubiese logrado
en nuestra vida de cristianos. |
Sería
olvidar que el cristiano es un ser humano que vive en continuo estado de
conversión; Sería haber envejecido de espíritu. Sería, tal vez, mantenerse
como siervo viejo de Dios, pero no como hijo de Dios. |
La
conversión no es un juego, pero tampoco es una celebración. La conversión es
el crecer y desarrollarse de la vida, desde la fe, desde el vértice del
espíritu. La liturgia cuaresmal —¡esos textos de las lecturas y oraciones de
las misas de todos los días!— es un aldabonazo para despertar, acelerándola,
la voluntad de los hijos de Dios que prosiguen la "conversión" a
Cristo. Otra vez. Siempre. |
{4
(44)} |
3.
SUPRIMIR A CRISTO |
SUPRIMIRLO,
o substituirlo o, si es imposible, desfigurarlo, recortarlo, mantener la
denominación, pero alterar lo sustantivo de su verdad, lo más comprometido de
sus exigencias; o aplazarlas, cuando ya no sea posible la falsificación. Ése
es el pecado del mundo. |
El
que todavía no haya encontrado a Cristo, anda camino de él, y un día se
aproximará a su realidad, porque él atrae todo y a todos hacia sí. Pero aquel
que le ha encontrado y lo rechaza, es como si se arrancara los ojos para no
ver. |
Ante
Cristo es imposible permanecer indiferentes, desinteresarse. El encuentro con
Cristo —hace poco señalaba Pablo IV— nos propone un empeño ciertamente libre,
pero tremendo y formidable que determina nuestra decisión acerca del género
de vida en que queremos definirnos. El encuentro con Cristo se transforma en
vocación. |
Si
nos declaramos cristianos. ¿cuándo hemos encontrado a Cristo? |
En
el Bautismo, sin duda, como sacramento regenerador, es decir, que implica
otro nacimiento, desde el vértice de lo espiritual, y que abarca todo el ser
y toda la vida. Encuentro sacramental, regenerador, vital. |
Cuando
la inteligencia y la voluntad, cuando el hombre entero y despierto, adulto y
libre, puede ir midiendo esta verdad, que es misterio en la vida, ha de hacer
su opción, porque el cristianismo no es una herencia, aunque la sociedad y la
cultura puedan disponer a él también pueden disuadirnos, y esta opción
comporta la transformación de la existencia. |
Entonces
el cristiano debe seguir a Cristo, aceptado como un compromiso irrescindible
que se manifiesta en un estilo de vida; una vida que es como una fortuna
imposible de valorar, porque trasciende los datos de la experiencia sensible. |
Haber
encontrado a Cristo explica «la fidelidad de nuestra profesión religiosa, el
genio de nuestro modo de estar en el mundo, la obligación de nuestro
comportamiento moral, el manantial de nuestra capacidad para el ejercicio de
virtudes sobrehumanas, la íntima confortación ante toda miseria terrena, la
urgencia de nuestra caridad misionera y social», decía también el Papa. |
Hace
algún tiempo, un cristiano "convertido" expresaba con profunda
convicción: «Es imposible volverle la cara a Cristo cuando, por lo menos una
vez, se le ha mirado de frente, con sinceridad, con amor verdadero». |
Respecto
a Cristo, a la fe cristiana, generalmente lo único que se deja, que se
abandona, es lo que nunca se tuvo. Encontrarle es convertirse. Después de
esto, es muy difícil suprimirlo de la vida. Suprimirlo es el pecado. |
{6
(46)} |
4.
A propósito de la fe: Certeza y búsqueda |
LOS
que carecen de fe no llegarán a ella a fuerza de argumentaciones ni por
conclusiones silogísticas. Es gracia la primera fe. Los creyentes, lo más que
pueden hacer respecto a los que no creen, es darles ejemplo de coherencia.
Esta coherencia no se limita a la ejemplaridad de vida, a la conducta que
resplandece de la observancia de códigos derivados de la verdad que se
profesa. Sin excluir los actos, hay una actitud, respecto a la fe, que a
veces olvidamos los creyentes y que se desprende de la misma provisionalidad
de la fe teológica. Porque la fe no es una seguridad: no acaba todo, no se
logra todo, no se explica todo, con la fe. La fe también "pasará",
diría san Pablo. |
Mientras
no pasa, la fe se desarrolla, crece, se purifica. A nivel personal y en las
corrientes de su expresión comunitaria. Este desarrollo es movimiento, y todo
movimiento es crítico. |
Las
crisis de fe no son una negación de la fe. Las verdaderas crisis de fe son el
dolor de una búsqueda desde la fe sincera que se purifica, que se eleva. No
hace falta para admitirlo así, repetir la expresión del cardenal Newman, que
decía: «Hay personas que no tienen nunca dificultad en creerlo
"todo"… porque en realidad no creen nada». |
La
fe es la proyección desde el espíritu al contenido del misterio que se
acepta. Sui asentimiento no excluye la búsqueda, no elimina la tensión desde
lo más profundo del ser creyente. |
Ante
este mundo que venimos repitiendo que padece una "crisis de fe",
los creyentes, hemos de saber comprender las tensiones a que está sometido
mientras se debate en la búsqueda de razones absolutas que, a veces, no se
atreve a identificarlas expresamente con la idea de Dios, pero que le buscan
sin darse cuenta, sin saberlo. |
El
esfuerzo personal, doloroso y consolador a la vez, que todos hemos de hacer,
como cristianos, para convertir en vida esa Palabra oída en el fondo del alma
y que creemos pronunciada por Dios a nosotros y que llamamos fe, nos ha de
llevar a mejor saber interpretar los dolores y las esperanzas, las angustias
y las alegrías de los hombres con quienes convivimos y acompañamos. Nuestro
camino es paralelo en la fuerza, pero convergente en la intencionalidad, que
cada uno llamamos con nombre diferente. |
{7
(47)} Nos acusan, a veces, de que con la fe, los creyentes, intentamos
explicárnoslo todo, perezosamente, para no buscar más. Y es lo contrario:
porque creemos se dilata la exigencia de nuestra búsqueda con la anchura del
misterio, de su profundidad todavía no alcanzada. El esfuerzo nos purifica
porque despierta, pone y mantiene en movimiento todas nuestras capacidades,
las libera, las dedica, capaces de una entrega que comprende Dios y las
cosas, porque todo es de Dios. |
Conjugarlo
todo en Dios, sin dejar las humildes apariencias de lo temporal, sin salirse
del discurrir sencillo y pacífico de este mundo creado, sin triunfalismos ni
éxtasis, es un esfuerzo, es la tensión hacia el equilibrio que descubre para
integrare integra purificándose incesantemente. |
Las
certezas primeras de la fe nos dan, amorosamente, las razones de una paz
interior, que no suprime afanes y riesgos, esperanzas y dolores, pero que, en
todo caso, también ellos son transformados, poco a poco, en beneficio de la
verdad en el amor de Dios —que esto es la fe—, simplificándolo todo e
iluminándolo todo. |
Una
fe sin lucha, sin problemas, sin búsqueda, sería una fe apagada, una fe
muerta. Mejor, no sería fe; serían pensamientos, saberes, ideas. Ni a
nosotros, ni al mundo, le bastan ideas y pensamientos para encontrar la razón
de la vida. Esta tiene su razón en lo que la trasciende: la fe es la tensión
consciente de esa transcendencia hacia Dios. La fe es tensión desde la
certeza, pero no es seguridad. |
Podemos
comprender el pasaje de san Marcos en el cual el padre de un epiléptico dice
al Señor, que, antes de curar a su hijo, le pregunta si tiene fe: |
"Creo,
Señor; pero aumenta mi fe". |
Las
homilías. |
Difícilmente
se puede soportar si no se tiene interés por la Palabra de Dios, esta Palabra
que está en la Biblia y esta Biblia que, por desgracia, los cristianos
conocemos todavía tan superficialmente. Cualquier comentario que no se ciña a
la media docena de tópicos convencionales y descomprometidos, o de
elevaciones piadosas desplazadas, nos resulta insoportable. |
Ligereza,
ignorancia, (miedo), hipocresía... Que nos entretengan, que nos consuelen.
Pero que se olviden que La Palabra de Dios es como una espada cortante,
porque esto lo dijo san Pablo, y San Pablo era un exagerado. |
¿Por
qué se olvidan, mientras desean eso, que esta espada abre para la vida?
Porque, también, la Palabra de Dios es Vida". |
{8
(48)} |
5.
¿Quién es Dios?... Diles tú |
Diles
tú |
lo
que dice el viento a las rocas, |
lo
que el mar dice a las montañas. |
Diles
tú |
que
una inmensa bondad |
penetra
el universo. |
Diles
tú |
que
Dios no es lo que ellos creen, |
que
es como un vino que se bebe, |
como
un festín compartido |
donde
todos dan y reciben. |
Diles
tú |
que
es como el sonido de una flauta |
en
la luminosidad de pleno día: |
que
se acerca, que se va |
saltando
hacia los manantiales. |
Diles
tú |
que
su voz, ella sola, |
podría
sostener tu nombre. |
Diles
tú |
su
semblante de inocencia, |
el
claro-oscuro de su risa. |
Diles
tú |
qué
es tu espacio y tu noche, |
tu
dolor y tu gozo. |
Pero
diles también |
que
él no es lo que tú dices |
y
que no sabes |
nada
de él. |
(Del
libro «La nuit, le jour», compuesto por un grupo de monjes y monjas
cistercienses) 9 (49) |
{9
(49)} |
6.
¿Todavía… un año santo? |
CONTARÁS
siete semanas de años, siete veces U siete años; de modo que el tiempo de las
siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años. |
Declararéis
santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus
habitantes. |
Será
para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad y cada cual
regresará a su familia. |
Este
año cincuenta será para vosotros un jubileo; no sembraréis, no segaréis los
rebrotes, ni vendimiaréis la viña que ha quedado sin podar, porque es el
jubileo que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé de sí. |
En
este año recobraréis cada uno vuestra propiedad. |
La
tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía; vosotros sois
como forasteros y huéspedes. En todo terreno de vuestra propiedad concederéis
derecho a rescatar la tierra. |
(Cap.
XXV, Levítico). |
PUEDE
parecer anacrónico que, en nuestra época, el papa se decida todavía a
convocar otro "año santo". En este tiempo de proclamada renovación
cristiana, de desmitificaciones, de sinceridad y asepsia propagandística a
costa de lo espiritual, si por "año santo" se entiende una especie
de feria santa mundial o de acontecimiento piadoso turístico, tenemos motivos
para recelar. Porque es verdad que no hace falta peregrinar a Roma para
proporcionarnos unas vacaciones viajeras, y menos que sea la Iglesia,
precisamente, la que se esfuerce en brindar la oportunidad o suministrar el
pretexto. |
{10
(50)} Pero sería temerario atribuir a los papas semejantes intenciones al
persistir, desde tanto tiempo, en mantener la costumbre, cada cinco lustros,
de abrir un año jubilar. Su finalidad ha sido apostólica y espiritual, a
pesar de las posibles, humanas y hasta cierto punto inevitables deformaciones
ajenas y posteriores a la inspiración y motivaciones originales. |
Por
ejemplo, no hemos llegado todavía al año 1975 y podemos ya darnos cuenta de
interpretaciones deformadas y debilitadas del lema que para el mismo ha dado
el papa Pablo VI, que quiere que sea un "año de reconciliación".
Cualquier cosa no es "reconciliación", a no ser que nos resignemos
a que se nos gaste la palabra antes de aplicarla a las urgencias reales. |
En
cualquier caso, el anunciado año santo de 1975, ha de ser diferente de los
anteriores. Las necesidades espirituales de los hombres, los relativos
problemas de cada época, la capacidad de enfrentarnos conscientemente con lo
sagrado y de hacerlo con más purificada participación, ha ido evolucionando
con el mismo progreso del hombre. Los llamados "años santos" no le
son esenciales a la Iglesia, pero de acuerdo con lo que ha juzgado más
conveniente para los fieles, ella ha organizado sus celebraciones tratando de
lograr, en substancia, un acercamiento a la vida sacramental por medio de la
predicación cristiana como estímulo concienciador de la fe. |
El
origen del "año santo" La fundamentación de las celebraciones
jubilares se remonta a una antiquísima costumbre de los hebreos, prescrita
por la ley mosaica, tal como aparece en el capítulo XXV del Levítico. Cada
cincuenta años —el año siguiente a cada "semana de siete años"
(siete por siete son cuarenta y nueve)— se proclamaba una gran remisión y
reconciliación para todos: las propiedades que hubiesen pasado a otros
dueños, volvían a los primitivos; los esclavos recobraban la libertad; las
deudas materiales de unos con otros se anulaban; las tierras no se
cultivaban... ¡Era la fiesta de todo un año, extendida a todos, de un pueblo
que caminaba hacia Dios!... |
La
Iglesia católica, a partir de 1300, y tomando pie de aquellas celebraciones
judías, introdujo, para cada fin de siglo, un jubileo espiritual por
iniciativa del papa Bonifacio VIII. Es el momento en que prospera la
formulación de las doctrinas sobre remisión de las "penas
temporales" debidas por los pecados y de las "indulgencias":
de este modo se creía espiritualizar {11 (51)} el sentido material y jurídico
de las remisiones y reconciliaciones liberadoras de los jubileos judíos. |
La
intención de celebrar un año santo" cada cien años, se redujo luego a
cada cincuenta, posteriormente a cada treinta y tres —supuesta edad de Cristo
y aniversario de la Redención, o liberación espiritual de la Humanidad—, y,
finalmente, en 1470, Pablo II estableció la celebración jubilar para cada
veinticinco años y la llamó 'año santo". |
En
busca de un sentido actual |
No
todos los cristianos —católicos o no católicos— han recibido del mismo modo
el anuncio del "Año Santo 1975". |
Prescindimos,
aquí, de las oposiciones sistemáticas y recogemos, como muestra, alguna
crítica de matización positiva. |
Nos
parece particularmente interesante la del doctor Lukas Vischer, miembro del
Consejo Ecuménico de las Iglesias. Propone, desde el punto de vista
protestante, que se prescindiera de los aspectos que pudieran acentuar las
diferencias entre las diversas confesiones cristianas y que, sobre la base de
lo que fueron las antiguas celebraciones judías, se aunaran los esfuerzos de
todos en el intento de un retorno hacia la justicia. |
Los
judíos, para expresar que no les pertenecía la tierra en propiedad y que, por
lo tanto, no la podían usar indiscriminadamente, suspendían durante un año
las faenas del campo. |
Nosotros
deberíamos aprender, de su ejemplo, un respeto hacia la naturaleza, del que
estamos muy necesitados y, de este modo, disponernos a una verdulera repuesta
a la crisis ecológica; repuesta que no puede darse si no establecemos una
nueva relación entre la producción, el crecimiento, el desarrollo y el
progreso). |
Además,
los judíos consideraban que la tierra y sus frutos son propiedad de Dios y
que, por tanto, a los hombres les corresponde disfrutarlos sin prevalencias,
en un plano de igualdad. El doctor Vischer piensa que no es difícil trasponer
a la época actual el espíritu que a ellos les hacía, restituir las
propiedades a los antiguos dueños y perdonarse las deudas, y se pregunta:
«¿por qué no podría ser el año santo una ocasión de las iglesias de
comprometerse juntas a la hora de reclamar una justicia mayor, a la hora de
luchar contra la explotación económica y en favor del desarrollo del orden
social y para conseguir una legislación que imposibilite la especulación de
la tierra, especialmente en los suburbios de las grandes ciudades en continuo
crecimiento?» Para los judíos el año jubilar era el momento de la liberación
de los esclavos. La esclavitud, sin embargo, tenía causas económicas.
Actualmente las iglesias deberían meditar juntas y predicar al mundo el
significado que tienen hoy las palabras "liberación" y
"libertad"; tienen necesidad de esta predicación aun las mismas
naciones "cristianas". Y se pregunta también: |
«¿Por
qué un año santo no ha de ser un año de los derechos del hombre y la ocasión
de un esfuerzo especial en favor de los prisioneros políticos bajo {12 (52)}
regímenes totalitarios, sean de derechas o de izquierdas?» Un año santo con
este programa interesaría a todos los cristianos juntos, favorecería su
hermandad y sería un beneficio positivo para el mundo de hoy. |
Todo
tiempo es santo... |
Las
actitudes críticas más frecuentes se fundamentan en la resistencia a
relacionar la santificación con tiempos "especiales", determinados.
Tal vez recuerden las viejas palabras con que, no hace tantos años, en las
misas dominicales, después de anunciar las fiestas del santoral y días
señalados en el calendario semanal, el sacerdote celebrante concluía los
avisos con ésta u otra parecida fórmula: «Todos los días son santos y buenos
vividos en la gracia de Dios». |
Es
verdad: todos los días son santos. |
Pero
tampoco parece correcto suponer que al establecer un año santo", éste se
sacramentaliza en perjuicio de la constante y universal disponibilidad de la
gracia de Dios para todos los que, dondequiera y cuando sea, sinceramente le
buscan. La calificación o, mejor, la denominación es tópica, relativa y no
excluyente. |
Pero
veamos, en las críticas nobles y leales, el buen deseo por salvar los
aspectos primordiales de lo espiritual, de lo cristianamente auténtico. Un
año santo no puede tomarse como parte de una "operación prestigio",
de apologismo triunfalista, o bajo los aspectos de las ventajas económicas de
las agencias de turismo. Ni la Iglesia es un reino de este mundo, ni el
Evangelio una propaganda, ni el templo ha de ser para los mercaderes. |
Tratad
de dejar el mundo en mejores condiciones de las que tenía cuando entrasteis
en él. De esta manera, cuando os llegue la hora de morir podréis hacerlo
sintiéndoos felices porque, por lo menos, no perdisteis el tiempo e hicisteis
cuanto os fue posible por hacer el bien… Que Dios os ayude a hacerlo así. |
Baden
Powell |
{13
(53)} |
7.
elogios: De Noruega |
EL
MÁS afortunado de los Premios Nobel no ha sido precisamente el de la 11Paz.
Los pocos aciertos más o menos reconocidos quedan Oscurecidos por la
contradicción de los desaciertos; a s veces porque no ha habido candidato;
otras porque el candidato, por pudor (como el reciente Le Duc Tho), no lo han
aceptado, aunque no haya ocurrido lo mismo con Kissinger, con quien lo
comparte. |
Esta
última concesión ha parecido, no solamente a los noruegos, sino a gran parte
del mundo, una transigencia excesiva con los intereses propagandísticos de la
hegemonía de moda, y el pueblo noruego ha querido reparar el lamentable
desacierto con una campaña de pocos meses, no solamente para protestar por la
decisión del Comité Nobel, sino para crear un nuevo Premio de Paz: el
destinatario ha sido ese candidato "universal" al que sólo hacían
silencio o cuya labor ponían en entredicho los conservadurismos opresores de
la humanidad. |
Helder
Camara, arzobispo de Recife, en el Brasil, al que llamaban "obispo
rojo" porque defendía a los pobres frente a la injusticia, o tildaban de
subversivo" porque es pacifista. |
Pero
aquí nosotros no alabamos al arzobispo católico, sino la conciencia de ese
pueblo civilizado y honrado que ha querido deshacer equívocos: un Premio de
la Paz ha de ser para un "pacifico". Y eso han visto en Helder
Camara, aunque se trate de un arzobispo católico y ellos sean luteranos en
mayoría y los católicos allí alcancen una cifra irrisoria. No importa. Son,
antes que nada, gentes honradas, a pesar de la imagen desfigurada que la
vanidad latina de "señor venido a menos" ha creado respecto a los
países que blasonan menos de sus creencias. |
Monseñor
Helder Camara, hombre espiritual, no necesita estos estímulos para perseverar
en su apostolado evangélico; pero el mundo tal vez si necesite del ejemplo de
este «Premio del Pueblo para la Paz», para descubrir que la conciencia de los
hombres no está dormida. Esta vez el ejemplo lo da Noruega; pero podría haber
sido en otra parte donde los hombres de conciencia quisieran ponerla en acto,
supieran hacerlo y pudieran lograrlo. Esto: Premio Popular para la Paz no ha
sido creado de la renta ni de los remordimientos del inventor de la pólvora,
sino de la aportación masiva, espontánea y bien ordenada del pueblo que
transita sencillamente por las calles; de la buena voluntad de todos. |
{14
(54)} |
8.
exámenes de conciencia: Dios, el prójimo, tú mismo |
NO
SE TRATA de proponer el último formulario de moda para examinar la
conciencia: pero sí puede tener utilidad para introducir una visión menos
juridicista del pecado. Por esto reproducimos cae apéndice del nuevo ritual
sobre la penitencia en el que se contiene un cuestionario agrupado junto a
tres frases del Señor, relacionadas como una gradación que nos lleva en
primer lugar, a referirnos a Dios mismo, a mirar luego a nuestro prójimo y,
desde nuestra propia realidad. Tres puntos que pueden determinar todo el
plano de nuestra vida de cristianos. |
No
es infrecuente que se considere la propia perfección sin tener en cuenta la
estrecha relación que tiene con el ejercicio del amor y de la justicia; ni es
infrecuente que imaginemos que hacemos bien a los demás, con abstracción de
considerarlos como hermanos en un Padre que nos es común. Por esto es
adecuado, para una perspectiva sobrenatural y cristiana, que comencemos
mirando hacia Dios, y, desde Dios, considerar a los que él mismo pone en
relación con nuestra vida y, por último, nosotros mismos. |
Es
posible que, haciéndolo así, lo que entendemos por nuestra perfección
personal nos ofrezca menos problemas si, olvidados de nosotros, somos más
solícitos con nuestro prójimo. Y es también muy posible que, si nos
preocupamos de amar a Dios y de servirle como deben hacerlo los buenos hijos,
no sea tan difícil el amor al prójimo, y el compromiso por la justicia. |
Por
esto es bueno que comencemos por repasar si amamos a Dios "con todo el
corazón". |
I.
DICE EL SEÑOR: «AMARÁS A TU DIOS CON TODO EL CORAZON» |
1.
¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las
cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su
padre, o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro
en mis cosas con recta intención? |
2.
¿Es firme mi fe en Dios, que nos habló por medio de su Hijo? ¿Me adhiero
firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo interés en mi instrucción
cristiana escuchando la Palabra de Dios, participando en la catequesis,
evitando cuanto pudiera dañar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin
temores, mi fe en Dios? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida
pública y privada? |
{15
(55)} 3. ¿He rezado mañana y noche? ¿Mi oración es una auténtica conversación
—de mente y corazón— con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios
mis trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a Él en mis tentaciones? |
4.
¿Tengo reverencia hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia, falsos
juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido irreverentemente con
la Virgen María y los santos? |
5.
¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia participando activa,
atenta y piadosamente en la celebración litúrgica, y especialmente en la
misa? ¿He cumplido el precepto anual de la confesión y comunión pascual? |
6.
¿Tengo, quizá, otros "dioses", es decir: cosas por las que me
preocupo y en las que confío más que en Dios, como son las riquezas, las
supersticiones, el espiritismo o cualquier forma de inútil magia? |
II.
DICE EL SEÑOR: «AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO» |
1.
¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos usándoles para mis
fines o portándome con ellos como no quisiera que se portasen conmigo? |
¿Los
he escandalizado gravemente con palabras o con obras? |
2.
¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegría de los
demás con mi paciencia y verdadero amor? Han sido los hijos obedientes a sus
padres, prestándoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y
temporales? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos,
ayudándoles con el ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los cónyuges
fieles entre si en el corazón y en la vida? |
3.
¿Comparto mis bienes con quienes son más pobres que yo? ¿Defiendo en lo que
puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los
débiles o, por el contrario, he despreciado a mis prójimos, sobre todo a los
pobres, débiles, ancianos, extranjeros y hombres de otras razas? |
4.
Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación? ¿Participo en las
obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? |
¿He
tratado de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por
ellas, especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelización de los
pueblos, la realización de la paz y la justicia? |
5.
¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que
vivo o me pago la vida preocupado tan sólo de mí mismo? ¿Participo, según mis
posibilidades, en la promoción de la justicia, la honestidad de las
costumbres, la concordia y la caridad en la convivencia? ¿He pagado mis
tributos? |
¿He
cumplido con mis deberes cívicos? |
6.
¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi
servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo?
¿He cumplido mis promesas y contratos? |
7.
¿He prestado a las legítimas autoridades la obediencia y respeto debidos? |
{16
(56)} 8. Si tengo algún cargo o ejerzo alguna autoridad a ¿los uso para mi
utilidad personal o para el bien de los demás, en espíritu de servicio 9. ¿He
mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras
falsas, con calumnias, mentiras o violación de algún secreto? |
10.
¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la fama, el honor o
los bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? He odiado i alguien?
¿Me siento separado de alguien por riñas, injurias, enemistades u ofensas?
¿He rehusado, por egoísmo, presentarme como testigo de In inocencia de
alguien? |
11.
¿He robado o deseado Injusta y desordenadamente cosas de otros o les he
infligido algún daño? ¿He restituido o reparado ese daño? |
12.
Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder,
por el amor de Cristo, el perdón o mantengo deseos de odio y venganza? |
III.
CRISTO, EL SEÑOR, DICE: «SED PERFECTOS {1} COMO VUESTRO PADRE ES PERFECTO» |
1.
¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida? ¿Me anima In esperanza de la
vida eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la
oración, In lectura y la meditación de la Palabra de Dios, la participación
en los sacramentos y la mortificación? ¿Estoy esforzándome en domar mis
vicios, mis inclinaciones y pasiones malas como la envidia o la gula en
comidas y bebidas? ¿Me he levantado contra Dios, por soberbia o jactancia, o
he despreciado a los demás sobreestimándome a mí mismo? ¿He impuesto mi
voluntad a los demás en contra de su libertad y derechos? |
2.
¿Qué uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dio?
¿Los le usado en superarme y perfeccionarme a mí mismo? He vivido ocioso o
sido perezoso? |
3.
¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la
vida? ¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la
Pasión de Cristo»? ¿He observado la ley del ayuno y la abstinencia? |
4.
¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como
templo que es del Espíritu Santo llamado a resucitar en la gloria y como
signo del amor fiel que Dios profes a los hombres, signo que adquiere toda su
luz en el matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicación, con la
impureza, con palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos? |
¿He
condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado
lecturas o asistido a espectáculos o diversiones contrarias a la honestidad
humana y cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? |
¿He
observado la ley moral en el uso del matrimonio? |
5.
¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocresía? |
6.
¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de
Dios, según la ley del espíritu, o soy siervo de mis pasiones? |
{17
(57)} |
9.
La independencia de VIDA NUEVA |
ALGÚN
periódico nacional ha presentado a «VIDA NUEVA como órgano oficioso de la
Conferencia Episcopal». «LE MONDE» nos presentaba como portavoces del
Cardenal Tarancón. Alguien dice que es la voz de la nunciatura la que
transmitimos. Y hasta un divertido gamberro nos ha enviado una carta sin más
dirección que el nombre de la revista y el subtítulo de «Revista de la
Conferencia Episcopal». |
Si
esta carta ha llegado a nuestras manos es más gracias a la imaginación
admirable del cuerpo de Correos que a la exactitud de la dirección. VIDA
NUEVA no es órgano de nadie. Nadie exterior al grupo que la publica dirige
sus ideas, nadie controla o supervisa sus editoriales, de nadie recibimos
protección y mucho menos dinero o cualquier tipo de ayudas. |
„VIDA
NUEVA se siente muy feliz al oír que sus editoriales coinciden con el
pensamiento de los obispos. |
Hacia
ellos siente y trata de practicar una cristiana obediencia, pero no es su
órgano. Quienes nos conocen bien saben que la Jerarquía puede contar siempre
con nuestro cariño y nuestro apoyo. Apoyo que será de aplauso cuando
coincidamos plenamente con sus directrices prácticas y que será de filial
crítica cuando en algo nos sintamos obligados a discrepar. |
No
nos gusta vestirnos con plumas ajenas. #VIDA NUEVA a nadie representa. Es
simplemente el esfuerzo de un grupo de cristianos que trata de interpretar y
ayudar a la comunidad católica española, parte fundamental de la cual es,
evidentemente, la Jerarquía. |
Quienes
nos lean deben saber que sólo nos leen a nosotros. Que nuestras son nuestras
ideas y nuestros son los aciertos y los desaciertos. Nadie habla a través de
nuestras páginas. Tenemos la valentía suficiente para aceptar nuestros
riesgos y la elemental discreción de no comprometer a nadie en nuestras
opciones. |
{19
(59)} |
10.
"Original y propia" es la misión de la Iglesia |
UN
EDITORIAL de «Ecclesia» (16. 3. 74), en el que se hace referencia al llamado
«caso Añoveros», destaca las características del «deber sagrado que tiene la
Iglesia de tutelar y reivindicar, sin paliativos, su derecho a ejercer
libremente su misión evangélica». Misión que no puede ser dictada, ni
sugerida, ni limitada, ni, por supuesto, impedida o deformada por extraños;
sino misión sagrada "original y propia". Y añade: «Libertad e
independencia por la que ha tenido que luchar constantemente y le han
ocasionado innumerables sufrimientos e incomprensiones. Esta inviolable
libertad de acción pastoral, libertad de predicar el Evangelio y de iluminar
con su verdad la vida entera de los hombres, supone una aportación original y
propia de la Iglesia, que en el transcurso de los siglos ha enriquecido las
culturas y ha elevado y madurado hondamente la convivencia social de los
pueblos. La voz de la Iglesia, guiada siempre por el deseo de promover los
valores morales de justicia, amor, concordia y paz, puede resonar en algunas
ocasiones con acentos críticos que produzca desasosiego en los oyentes, pero
el cristiano consciente sabe bien cuánto necesita de este estímulo para
superarse Individual y colectivamente. Silenciar la voz libre de la Iglesia sería
privarnos de un elemento esencial de nuestro progreso». |
LA
COMISIÓN Permanente de la Conferencia Episcopal hizo público un comunicado
oficial, el día 9 de marzo, en el que los obispos proclaman la fraterna
comunión con el obispo de Bilbao y su rectitud de intención. |
TAMBIÉN,
los obispos de la provincia eclesiástica de Sevilla (a la que había
pertenecido monseñor Añoveros), reunidos el 5 y 6 de este mes, expresaron «su
dolor por las acusaciones hechas públicas contra el señor obispo de Bilbao,
que lesionan, de una parte, su dignidad personal y siembran, de otra, la
confusión y la desconfianza entre los fieles. El juicio de prudencia pastoral
sobre una determinada situación diocesana corresponde al obispo propio y,
sobre la actuación de éste, al Romano Pontífice». |
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