Boletín
del Oratorio de Albacete. |
Núm.
124. JUNIO. Año 1974. |
0.
SUMARIO |
DESDE
la ciudad, el verano, es una pausa; desde el campo la cosecha, el premio de
los afanes, casi en la mano. Pausa es disipación, y cosecha la venganza de la
avaricia, si hemos perdido la capacidad para la meditación, el gozo y el
esfuerzo de la generosidad; si el sol de la pereza o de la codicia nos
quemara las vidas en la huida o en el ardor inútil. ¡Que no sea así, que
esperemos cosechas para convertirlas en nueva sementera para repartir! Hay un
verano más alto, y un sol todavía más claro. |
"METERSE"
EN RELIGIÓN |
EVIDENCIAS,
APARIENCIAS |
EL
TIEMPO DE LAS COSECHAS |
DESDE
MOZAMBIQUE |
NEWMAN,
FUTURO SANTO |
NUEVOS
ESTILOS DE LA IGLESIA |
CARTA
A LOS FILIPENSES |
CRISTIANISMO
Y PENA DE MUERTE |
LA
MUERTE DE HEINZ CHEZ |
{1
(101)} |
1.
"METERSE" EN RELIGIÓN |
ÚLTIMAMENTE
se ha difundido mucho la frase: "se ha metido en política", para
indicar las supuestas o reales intervenciones de la Iglesia en la esfera
autónoma de lo temporal. No es éste el momento para precisar la ambigüedad de
esta frase (por ejemplo: defender log derechos del hombre no es meterse en
política, dice el Concilio Vaticano II en la GAUDIUM ET SPES, n. 76). Pero,
del mismo modo que existe una esfera autónoma en lo temporal, también existe
autonomía para la religiosa. |
El
interés en la defensa de la autonomía de lo temporal ha de compaginarse con
el interés por la autonomía necesaria de lo religioso, en este caso, de In
Iglesia. TAMBIÉN SE PUEDE DAR UNA INTROMISIÓN, INDEBIDA DE LO TEMPORAL EN LA
IGLESIA. Por esto se podría repetir la frase opuesta que insinuamos, es
decir: "se han metido en religión". |
Este
planteamiento necesitaría más amplios comentarios. Simplemente indican09
algunos. Por parte de personas politizadas, incluso miembros de la Iglesia,
se producen intentos de instrumentalización de la acción de la Iglesia, para
ponerla al servicio de ideologías diversas, de variado signo. |
Se
quieren instrumentalizar celebraciones eucarísticas, asociaciones
aparentemente religiosas, actos de piedad, publicaciones... |
Se
dan presencias de toda clase en determinadas celebraciones de la eucaristía y
actos de piedad que hacen suponer que son consecuencia de compromisos
políticos más que de fidelidad a la fe. |
Pero
la celebración o la simple memoria piadosa de la muerte de Jesús recuerdan el
único absoluto que relativiza todo el resto, incluso toda la política. «No os
acomodéis a la imagen de este mundo». Los mismos mártires de Cristo lo son
únicamente como testimonios del amor de Dios, y no de sistema alguno humano;
de perdón insobornable, y no de polémica. |
¿Qué
decir de ciertas asociaciones Aparentemente religiosas? Por de pronto es
preciso hacer notar que ninguna entidad puede arrogarse el titulo de católica
sin el consentimiento de la autoridad eclesiástica legitima (Concilio
Vaticano II, APOSTOLICAM ACTUOSITATEM, n. 24). Y cuando desde publicaciones
que pretenden ser religiosas se ataca impunemente a la Jerarquía de la
Iglesia, el cristiano no puede olvidar la vieja norma del catecismo de
nuestros padres: que no es a partir de ideologías y opciones temporales desde
donde hay que definir lo que es doctrina de la Iglesia. |
Si
pretendemos servir a ciertas ideologías tendremos solamente falsos domingos
de Ramos. Si queremos ser radicalmente evangélicos, so puede repetir la
acusación hecha a Jesús ante Pilatos de agitador del pueblo. |
(Lucas,
23, 18). Si queremos ser simplemente evangélicos nos espera la crucifixión
del Viernes Santo. Pero mantengamos la esperanza, porque Cristo ha
resucitado. Él es nuestra Vida. |
{2
(102)} |
2.
Evidencias, apariencias |
TANTO
necesitamos y deseamos la verdad que, a veces, porque nos parece que se
retrasa su evidencia, o porque nos resulta arduo acercarnos a ella, o porque
se nos hace incompatible con algo de lo que no nos resignamos a abdicar, nos
quedamos en la precipitada, presurosa, ficticia construcción de las
apariencias. Decimos, incluso, «salvar las apariencias» para significar que,
puesto que las cosas no son o no pueden "ser", por lo menos sí
pueden "parecer". |
Ser
y parecer, los dos extremos de ese dilema que san Felipe repetía con
frecuencia a la hora de postular rectitud y sinceridad. |
El
mundo de las apariencias es enorme: parecer ricos, parecer jóvenes, parecer
buenos, parecer justos, parecer poderosos... En ocasiones, la angustia, la
prisa por "parecer", por construir y colocarnos en la mejor escena
―o por mantenerla― tiene su origen, no precisamente en una
torcida y malévola intención, sino en una beata intención de provisionalidad
para salvar emergencias, pero interiormente comprometida a realizar, lo antes
posible, la simple anticipada ficción de lo que debiera ser real. Compromiso
que, excepcionalmente, se cumple; pero que, en la mayoría de las ocasiones, o
bien se olvida o se renuncia, hasta que, repetida la estrategia en sucesivas
oportunidades, la ficción se convierte en sistema, en arte de "parecer",
de "bien parecer", en lo que el mundo entiende por sabiduría, o
poder, o riqueza, o belleza, o ―por lo menos― bondad. |
Lo
cual nos convierte en tributarios, en esclavos de los sucedáneos de la
verdad, alejándonos de la evidencia de las cosas, de la realidad, de la
verdad que necesitamos, y que la misma prisa nos aleja de ella. |
Pero
esto ocurre no solamente a nivel personal, de hombre en hombre, sino
colectivamente, en las grandes comunidades humanas. La destrucción o el
fracaso de las apariencias individuales forma parte del drama personal de
cada uno; pero la destrucción, el derrumbamiento de las grandes apariencias
colectivas son matices, por lo menos, del devenir histórico de los hombres y
de los pueblos, en el claroscuro de su acercamiento o de su rechazo de lo
verdadero, o {3 (103)} de lo que creían verdadero. Cada vez que la suposición
se anticipa a la realidad, se produce un fenómeno de apariencias" que se
derrumban por la presencia de la realidad... o de otra suposición, si la
realidad, todavía, se retrasa. |
En
estos días, por ejemplo, el "referéndum" italiano ha descorazonado
a muchos; a muchos católicos, no solamente italianos, sino de todo el mundo
y, naturalmente, también españoles. No vamos a entrar, aquí, en análisis ni
en antologías de comentarios. Aunque en general es cierto que, entre
nosotros, hemos podido constatar un poco más de modestia que en otras
ocasiones y nos hemos abstenido, cautamente, en exhibir "nuestro"
catolicismo con el orgullo irracional de otros tiempos. Tal vez por aquello
de la barba y el vecino; pero, sin duda, también por una mayor sensatez
cristiana, más allá de simples estrategias o de nuevas
"apariencias" para seguir la moda cambiante... |
Lo
de Italia no ha sido un mal porque, en parte al menos, ha desmontado wia
apariencia. En otros países y, por supuesto, también en España podría ocurrir
algo parecido. Si somos observadores podemos entreverlo ya, y sin necesidad
de "referéndum" alguno: las apariencias caen y Dios quiera que sea
para un acercamiento a la verdad auténtica, y no para otras ficciones, como
una escena más del teatro del mundo. No basta decir que somos católicos, y
comienza a resultar sospechoso la necesidad de repetirlo demasiado, por lo de
blasonar y carecer. |
Los
símbolos, el aspecto sociológico pueden ser, sólo de modo accesorio,
favorecedores de la autenticidad; pero cuando ésta ha de apoyarse sola o
principalmente en ellos, la autenticidad degenera, y la evidencia de la
verdad se aleja. Los últimos en aceptarlo son precisamente los que lo
utilizan todo, hasta el nombre de Dios ―vanamente― para apoyar
otros intereses, incompatibles con la ley de Dios o, por lo menos, ejeros a
ella, cualesquiera que sean las apariencias, las ficciones provisionales. |
EL
APLAUSO A LA PAZ. |
Brescia.
― Millones de italianos, a través de la televisión, han seguido el rito
fúnebre que se ha desarrollado en la plaza de la Loggia, en Brescia. Las
palabras pronunciadas por el obispo después del Evangelio, condonando la
violencia, pidiendo justicia e invocando paz, han llegado al corazón de todos
los presentes en la plaza y sus alrededores, y al de millones de
telespectadores; por el contrario, los demás discursos pronunciados al final
del rito fúnebre han ido acompañados de silbidos. (De los periódicos). |
{4
(104)} |
3.
EL TIEMPO DE LAS COSECHAS |
TAMBIÉN
la Iglesia, tiene su tiempo de cosecha. La Liturgia nos ha hecho discurrir,
durante el año, por los misterios cristianos. Nos ha mostrado a Cristo: su
vida, Eu Evangelio, su Liberación, su Iglesia. Y, enseguida, log frutos de
esta obra salvadora, transformadora del mundo; enseguida esas grandes figuras
que ocupan, en la conmemoración de las celebraciones litúrgicas, el tiempo
posterior al del recuerdo y celebración de los grandes misterios del Señor:
san Juan, san Pedro, san Pablo, la Virgen María... se irán convirtiendo,
junto con otros nombres gloriosos, en otros tantos hitos que el pueblo
cristiano tendrá en cuenta, como un aliento y un gozo anticipado de triunfos
esperados, que ya se han realizado en los que nos han precedido en la
profesión de la fe, y en el esfuerzo por llevar el Evangelio a la vida. |
Los
Santos son el fruto de la Redención, con la confirmación del Evangelio, son
el triunfo de la Gracia, son los hermanos de los hombres... Son lo que
queremos ser, lo que debemos ser. |
Es
un error, es una mutilación, por lo menos, reducirlos a meros intercesores de
socorros para emergencias de los que los invocan. Es aleccionador que la
Iglesia, en su liturgia, no posee ninguna oración dirigida a los Santos, ni
siquiera a la Virgen... La Iglesia alaba a Dios por sus Santos, y porque
éstos han sido una alabanza encarnada en la vida, en el tiempo, en el lugar
de los hombres: |
aquí,
donde nosotros mismos estamos. |
"
Los Santos no son pajes de Dios, auxiliares de su Reino, ministros de sus
gracias. Son sus hijos, son los héroes de la fe, de la esperanza y del amor.
Y 100, además, hermanos nuestros. Dios no necesita de criados celestiales,
aunque sea verdad que nos asocia a El mismo y a todos los que le han amado.
El Reino de Dios que nosotros solemos imaginar, no pasa, en ocasiones, de un
reino corno los terrenos, aunque sea tal vez perfeccionado, pero
perfeccionado en lo que alcanzan nuestras perspectivas terrenas. El Reino de
Dios no es como los reinos de este mundo. |
No
somos iconoclastas y porque creemos en la Gracia y en la misericordia de
Dios, creemos en sus frutos y esperamos porque creemos. Esperamos que también
nosotros entremos en la familia que la Gracia conjuga y que llamamos
"comunión", algo más que simple noticia, conocimiento o
comunicación; algo que implica convergencia de vidas sin que se anulen las
personalidades, sino enriqueciéndolas precisamente. Algo que llamarnos
"comunión de los Santos". |
Que
tiene una profunda verdad desde Dios, y que no cabe en el mundo, ni agotan
nuestras mentes; que es todavía un misterio a descubrir con el progreso {5
(105)} de la experiencia de Dios a través de la vida de fe y de Gracia, pero
cuyo calor, como una energía que se insinúa, que crece y que va
incorporándose a la vida, invade la existencia cristiana preparando la
edificación de la gran familia, del pueblo de Dios, de la hermandad universal
en la que la fe ha de ser la verdad y la Gracia la trabazón y el dinamismo de
su pujanza, desde el tiempo, pero hacia la eternidad. |
Los
Santos ya tocan esa eternidad, en la que, es cierto, también estamos los
demás creyentes, pero que todavía no se nos evidencia. Caminamos hacia ella,
hacia la evidencia esperada, alcanzada ya por los Santos. Por esto los
amamos, por esto nos alientan, nos honran incluso. |
Y
en medio el Señor, Jesucristo, el Santo, el Hombre ungido por la misma
Divinidad, al que los Santos se parecen, y al que queremos, debemos,
parecernos. Porque la cantidad es precisamente esto. Y por esto la santidad
es como una cosecha. Cosecha de Cristo, que quiso ser el grano que cae en la
tierra, que consiste en morir, porque, de su muerte, surge el tallo y la
espiga. Ese tallo es la Iglesia, esa espiga, la constelación gloriosa de los
Santos, el fruto de la Redención. |
Cristo,
semilla y labrador, obrero y hacendado, servidor de los hombres y Señor del
mundo. Y los Santos, riqueza de la Iglesia, cosecha de Cristo. Y también
ellos, a la vez, semilla y planta, que multiplica las ramificaciones de la
Gracia y fecunda, propagándola, el reino de los hombres para transformarlo en
Reino de Dios. |
El
mundo entero es campo de Dios; el tiempo los surcos, y semilla la fe, la
Palabra. Tierra y campo es también cada parcela del mundo, cada corazón de
hombre, que oye la Palabra y que es capaz de entenderla y guardarla y hacerla
fructificar. Los Santos fueron eso: hombres que recogieron la semilla, que
dejaron que en ellos echara raíces, que ellos mismos, identificados a Cristo,
se sembraron y dieron abundancia de frutos para los graneros eternos. |
María,
Juan, Pedro, Pablo... Como la primera espiga del campo del Señor. |
Y
habrá más espigas. |
El
trabajo no es una mercancía, en expresión de la persona humana. |
Nunca
el trabajo por encima del trabajador: |
jamás
el trabajo contra el trabajador: |
el
trabajo al servicio del hombre. |
y
todo hombre al servicio de sus iguales. |
(Pablo
VI. l. O.LT.) |
{6
(106)} |
4.
DESDE MOZAMBIQUE |
DESDE
Mozambique, pero unos meses antes de los cambios políticos de Portugal, del
pasado mes de abril, decía el obispo de Nampula, Mons. Manuel Viera Pinto,
rompiendo el miedoso silencio que se cernía sobre las noticias oficiales y
oficiosas, a propósito de la salida del país de los Padres Blancos: |
En
defensa de los misioneros |
No
podemos aceptar las afirmaciones calumniosas contra los misioneros que
buscan, a través de las diversas actividades de la evangelización, el ser
fieles al Espíritu que los envía u proclamar la dignidad de los pobres y a
dar testimonio, con peligro de la propia vida, de la justicia y del amor. |
Negaríamos
la autenticidad de nuestra comunión fraternal y de nuestra vocación de
heraldos de la Verdad, si no manifestáramos nuestro reconocimiento a los
Padres Blancos por su magnífico trabajo de promoción y de evangelización.
Cuantos acusan a los misioneros de ser agentes de la subversión ofenden la
verdad y la justicia. Deseamos ver a la Iglesia de Mozambique más
independiente y más autónoma en su propia esfera, libre de compromisos y de
ambigüedades que la desfiguran y restan la capacidad de anunciar eficazmente
el Evangelio. Preferimos una Iglesia perseguida pero viviente, in una Iglesia
ampliamente subvencionada pero gravemente comprometida con los poderes
temporales. |
En
una carta dirigida al Papa Pablo VI, escribía a principios de agosto del año
pasado, el mismo obispo y a raíz de los mismos hechos: |
Nosotros
(los obispos) con el deseo de no invadir competencias que no son las
nuestras, hemos caído, con frecuencia, en la prudencia de la carne y hemos
comprometido a la Iglesia con la guerra y con los males de ella derivados. |
Las
informaciones inmorales |
Sabemos
que una información es inmoral cuando no obedece a la ley fundamental de la
verdad y de la justicia, o cuando no promueve una sana opinión pública,
cuando no contribuye a que los hombres consigan por la comunicación reciproca
entre ellos una más profunda conciencia comunitaria, que debe ser cada día
más justa, más libre, más fraternal. Sabemos que es más inmoral, todavía, la
manipulación de la verdad, ofender la justicia, destruir la libertad de
pensamiento y, por consiguiente, enajenar las conciencias… Sí, nosotros
sabemos todo esto, pero no nos atrevemos a decirlo con la necesaria claridad. |
Condenación
de la guerra |
Que
nadie se sorprenda, por lo tanto, que los misioneros más reflexivos nos
acusen y declaren que no nos tienen confianza. Es necesario afirmar, con
urgencia y claridad, a unos y otros, aquí y allá, que una guerra, por ser en
sí misma una {7 (107)} violencia extrema del hombre contra el hombre, de un
pueblo contra un pueblo, origen de situaciones de odio y de muerte, no puede
ser querida por Dios, ni puede ser bendecida por la Iglesia ni aceptada por
la conciencia. |
Es
necesario decir claramente que son crímenes de esa humanidad el exterminio de
poblaciones inocentes, las represalias contra civiles desarmados: las
ejecuciones sumarias de prisioneros y de posibles culpables: las torturas
para arrancar secretos o confesiones, para convencer o para corregir; el
terror como arma de persuasión o de exterminio. Actos todos que son
criminales, lo mismo que las órdenes emanadas para que sean ejecutados. |
La
verdadera paz |
Es
necesario que, con urgencia, se diga que la paz no resulta del silencio de
los muertos, sino que es obra de la justicia, entendida principalmente como
reconocimiento de los derechos y de los deberes de los hombres y de los
deberes fundamentales de los hombres y de los pueblos. |
La
paz no es algo que solamente hay que mantener, sino que hay que producir, y
producir a partir de la verdad, de la justicia, del amor y de la libertad. |
Hubieron
otras declaraciones de Mons. Manuel Viera Pinto. |
Huelga
decir que el obispo de Nampula, por orden del gobierno portugués, fue
expulsado de su diócesis y regresó a Portugal en fecha reciente: el 14 de
abril último, pocos días antes de los cambios habidos en el país vecino. |
{8
(108)} |
5.
La beatificación de Newman. personaje de la semana: El cardenal Newman, un
converso, futuro santo |
Recogemos
lo que la revista «VIDA NUEVA» escribía, hace poco, en una de sus secciones
que titula «El personaje de la semana». Decía así: |
Los
católicos británicos se congratulan de la posible beatificación del cardenal
Newman, en la que la Congregación para las Causas de los Santos están
trabajando activamente. Si se puede completar la documentación y se concluyen
las necesarias investigaciones, la Santa Sede programaría ese acto dentro del
próximo año santo (que comprende desde la Navidad de 1974 hasta la de 1975).
Así lo ha manifestado el cardenal Luigi Raimondi, Prefecto de la mencionada
Congregación, diciendo que se tenia la esperanza de que así fuera. |
Nacido
y criado en la confesión anglicana, Juan Enrique Newman fue clérigo y
profesor de la Universidad de Oxford, alcanzando las más altas cumbres del
pensamiento teológico de su Iglesia. Al renunciar 1 ésta, en 1845, cuando
contaba 44 años, para entrar en el catolicismo, se produjo una gran conmoción
en Gran Bretaña. |
Su
conversión, independientemente de la sensación causada, tuvo mucho efecto
debido a sus actividades docentes y sus escritos. |
En
1847 se ordenó sacerdote y fundó la Congregación del Oratorio en el Reino
Unido. Por indicación de los obispos de Irlanda trató de establecer una
Universidad católica en Dublín, que no tuvo éxito, pero que dio origen a unas
conferencias sobre «Idea de una Universidad» que han pasado a la categoría de
«clásicas». Un ensayo suyo titulado Consulta a los fieles en materia de
doctrinas, le puso en entredicho en el Vaticano, hasta que se le exoneró en
1867. Por entonces escribió su aplaudida «Apología pro Vita Sua»), en donde
expone sus ideas religiosas. En 1870 publica otra de sus mayores obras:
«Grammar of Assent», en donde trata de cómo los hombres alcanzan la
convicción religiosa. |
Pio
IX le invitó a asistir al Concilio Vaticano I, pero rehusó. |
Otra
vez tuvo problemas con el Vaticano por culpa de una defectuosa traducción al
italiano, de una defensa suya a la infalibilidad del Papa, en una pública
«Carta al Duque de Norfolk», que había sido, sin embargo, acogida con
simpatía por católicos y anglicanos en su país. El cardenal Manning, de
Westminster, antiguo oponente suyo, le defendió. |
En
1879 fue creado cardenal, pero no dejó su ascético modo de vida en el
Oratorio de Birmingham, donde murió un año más tarde. |
Las
investigaciones para su beatificación se están realizando desde 1961 y, según
Mons. |
Francis
Davis, vice-postulador de la causa, la comisión histórica encargada del caso
aun tiene tarea para un año. Por el momento, se han editado quince volúmenes
de cartas del cardenal, que formarán parte importante de la documentación.
Otros quince volúmenes están dispuestos para editarse, pero diez de ellos
pertenecen a su época de clérigo anglicano y no tendrán la misma importancia: |
El
cardenal Newman nació en Londres, en 1801 y fue una de las más grandes
figuras del catolicismo británico después de la Reforma. Mientras permaneció
en Oxford animó un movimiento en esta ciudad universitaria que se califica
como de las primeras iniciativas ecuménicas. |
Su
estudio, en la residencia del Oratorio de Birmingham, se conserva tal cual él
lo dejó. |
Muy
dotado para la expresión escrita, sus obras aún están muy cotizadas y se
venden muchas en todo tipo de ediciones. |
M.
G. S. E. |
{9
(109)} |
6.
NUEVOS ESTILOS DE LA IGLESIA |
CUANDO
nos detenemos a considerar el progreso evolutivo de la Iglesia de nuestro
tiempo, no podemos atribuir su vigor únicamente al reciente Concilio Vaticano
II. Realmente la Iglesia ha estado siempre en evolución. Desconocen su
naturaleza e, incluso, desconocen la condición de todo lo que es histórico,
aquellos que se sorprenden de que ella no se resigne al inmovilismo. El
cardenal Newman ya había dicho «que la Iglesia debe cambiar precisamente para
ser fiel a su misión, a sí misma». La dimensión temporal en que se
desenvuelve comporta inevitablemente, necesariamente, que acompañe a los
hombres en su propia historia, y que les anuncie y proponga el Evangelio de
la manera que ellos mejor puedan entender, en cada una de las variadas
situaciones en que se mueven, según el orden de la Providencia y también
según la misma propia capacidad natural humana, variable, evolucionante,
perfectible. |
El
"movimiento litúrgico" |
Uno
de los factores menos lejanos que han influido en los nuevos estilos de la
Iglesia, se debe, sin duda alguna, al llamado "movimiento
litúrgico", que impuso una revisión de muchas formas {10 (110)} de
piedad cristiana anquilosantes y rezagadas y, en muchas ocasiones, incluso
desviadas y deformadoras del mismo concepto del cristianismo. La defección,
el recelo o la desconfianza con la que tantos hombres sensatos se han
mantenido alejados del cristianismo se ha debido, con frecuencia, a la visión
de esa imagen deformada que, precisamente, no era la auténticamente
cristiana. Históricamente hemos asistido a grandes movimientos en beneficio
del hombre, que se han proclamado indiferentes o incluso hostiles respecto al
cristianismo, precisamente en virtud de esa externa y patente deformación
parcial, pero notoria, que a ellos les ha tocado contemplar. Ni vale que
acusemos, a las jerarquías de la Iglesia, porque hemos sido la gran masa de
cristianos los que, por pereza, o por temor de sentirnos desprotegidos de
otros intereses no espirituales, nos hemos cerrado a toda evolución que
pudiera hacer problemática la conservación de determinados egoísmos. Egoísmo
que hemos querido apoyar, no sirviendo a Dios, sino sirviéndonos de Dios. |
El
"movimiento litúrgico", iniciado hace algo más de un siglo en
Europa, por el benemérito benedictino Guéranger, proseguido luego por
Schuster, Parsch, Marmion, Guardini y otros, encontró en nuestra Península,
aunque algo tardío, efectivo eco con la celebración del I Congreso de
Liturgia español, en el año 1915, en el monasterio de Montserrat. De aquel
hito surgieron obras de investigación del entonces canónigo tarraconense
Goma, del oratoriano Cirera, del benedictino Gubianas, y de Carreras,
Glascar, Cardó... que si bien tuvieron su foco en el ámbito catalán,
especialmente barcelonés, pronto fueron encontrando resonancias en el resto
de España, sin que faltaran los alientos de la jerarquía más despierta ni los
fervores y el rigor científico y estético de los mejores núcleos culturales
del clero joven español. |
Las
críticas |
No
faltaron las críticas ni las resistencias contra aquel "movimiento"
revisionista y depurador: los más acérrimos de sus críticos calificaban la
corriente liturgista de demoledora, extranjerizante, iconoclasta o la
identificaban con posiciones totalmente ajenas a los valores espirituales,
bien por error o ignorancia o, simplemente, por esa miopía recelosa y
soberbia en el fondo, que se niega a aceptar como posible y sobre todo como
bueno, lo que ella misma no inventa. Los más benignos sonreían
desconfiadamente como si aquello se tratara de un fugaz arqueologismo
romántico de última hora, novelero y pseudomístico. |
{11
(111)} El tiempo, sin embargo, ha dado la razón al "movimiento
litúrgico" que fue, en cierto sentido, el primer impulso recogido y
manifestado en la promulgación de los acuerdos conciliares. |
El
Concilio del papa Juan |
Pero
no podemos olvidar que, lo más importante del Concilio, no han sido las
normas emanadas del mismo, sino la actitud difundida, abierta y dinámica, de
renovación generalizada en la Iglesia. Cuando todavía espíritus recelosos o
rezagados minusvaloran o silencian algunas de sus conclusiones más
aperturistas, cargando el énfasis en sólo textos incompletos de los que
podría sospecharse una carga de conservadurismo, lo que combaten, en
realidad, no son las normas que discuten o esconden, sino ese general aperturismo
tan en consonancia con los tiempos por los que, en todos los aspectos,
estamos los hombres de hoy llamados a representar y organizar humana y
comunitariamente en el mundo que nos toca vivir. Las normas del Concilio
envejecerán mucho antes que el espíritu que representó y que, simbólicamente,
perdura en la imagen enseguida aceptada del papa Juan XXIII. |
Las
revisiones |
Y
de la Liturgia al culto de los santos, a la administración de los
sacramentos, a la evangelización y proposición de la palabra de Dios. |
Ya
no es posible mantener indiscutido una especie de "Olimpo
cristiano", donde los héroes de la fe, los Santos, sean considerados
como diosecillos benefactores en función de especiales intercesiones en una
especie de gran supermercado de las gracias y de los milagros. Se les
restituye la figura de hermanos en la fe, de predecesores en el Reino de
Dios, de testimonios y ejemplares seguidores del Evangelio consubstanciado
con la vida. |
Se
revisa no el contenido y la doctrina sobre los Sacramentos, sino su
administración, para liberarlos de las superficialidades y convencionalismos
paganos o por lo menos marcadamente sociológicos, dejando a margen las
realidades sobrenaturales a que están ordenados. ¿Se puede bautizar a un niño
inconsciente, en especial cuando sus padres no tienen fe o viven
prácticamente prescindiendo de ella, ignorantes de lo que es un sacramento? |
¿Es
posible, a partir de la misma ignorancia, un matrimonio cristiano y
sacramental, sólo porque es costumbre social que la convivencia de hombre y
mujer, en determinados lugares llamados cristianos, se vería mal si la pareja
no pasara por la Iglesia? ¿Y qué decir de las primeras comuniones, donde el
acto de comulgar o de acudir donde el niño comulga es sólo, o poco más, que
la cita para una gran fiesta en la que la Eucaristía no representa casi nada,
más allá de un pretexto para una reunión o una fiesta donde se ignora el
misterio del Cenáculo? ¿Y qué de las confesiones sin pecados, en busca de
tranquilizantes o de consuelos, tal vez más que de gracias y verdadero
perdón?... |
Esta:
y otras revisiones, precisamente a partir de la Liturgia, se plantean en la
Iglesia de hoy, no para destruir los Sacramentos, ni para falsear la Palabra
de Dios, sino precisamente para defender su pureza, para dejar atrás lo
puramente convencional y paganizado, para liberar los signos de la Gracia de
las ideas talismánicas que en muchas perduran. Y, en cuanto a la Palabra {12
(112)} de Dios, para depurarla de tópicos cansinos o literarios y ponerla al
servicio de la fe que ella debe alimentar en los sinceramente fieles, tanto
si son ilustrados como si son sencillos demente , con tal que, honrada y
verdaderamente se esfuercen, con esperanza y buena voluntad, en llevar a la
vida la verdad en ella encerrada y que el Espíritu se encarga de ir manifestando
cuando los egoísmos o los miedos no cierran los caminos de la Verdad ni
apagan, extinguiéndolo, el aliento del Espíritu. |
Entonces
la Palabra de Dios interesa, porque nos lleva más allá de nosotros mismos, al
mundo abierto que hay que fecundar con la levadura del Evangelio, haciéndonos
levadura del mundo y semilla del anuncio salvador, transformador, a todos los
niveles, que es preciso operar. Entonces el cristiano no puede huir del
mundo, sino intentar transformarlo desde criterios más que naturales; surgen
entonces los compromisos; las dificultades, la necesidad de aguzar la
inteligencia y de despertar el corazón y volver a oír la Palabra del Señor:
«No tengáis miedo, que nada os acobarde: si creéis y me amáis, el Padre
también os ama, y él y yo venimos a vosotros y hacemos dentro de vosotros
nuestra morada». |
Todo
esto, naturalmente, es más que cumplir unos mandamientos; es más que procurar
"salvarse"; es más que llevar una vida que se pueda decir, en la
sociedad donde se vive, "decente"... |
Todo
esto pide más que listas de actos, que cumplimientos de leyes y reglamentos.
Todo esto pide la vida. Todo esto lo pide todo. |
Más
que religión, vida |
Ya
no es posible inmovilizar y reducir a lo meramente talismánico, el aporte del
cristianismo a la humanidad; ya nos resistimos, incluso, a llamar
"religión" al cristianismo, ya que, en rigor, es más que una
religión, porque el concepto que aplicamos a las demás y a las formas
paganas, olímpicas, idolátricas o supersticiosas, no nos sirve ―ni
mejorado― para el cristianismo. El Cristianismo es una vida: no una
vida "relacionada" –"relación", "religación",
"religión"...con Dios, sino una vida "transforma. |
da"
por Dios, por el misterio de Cristo, Hijo de Dios que, en él, nos asocia al
Padre, del que se transfunde una vida ya nueva, a partir del Bautismo. |
No
vale ya el Bautismo sociológico, el de inscripción para posteriores
legitimaciones convencionales humanas, mixtificadas y confusionantes sin
clarificación explícita de los sentidos que deben tener, que es necesario
comprender para admitir con validez humana y consciente.. |
*
No obstante, esto mismo todavía no es aceptado por gran parte de la masa
―a veces intelectualizada en otros aspectos, pero ignorante, pagana
todavía en el de la verdadera fe―. El tiempo del cristianismo
convencional o sociológico, ha terminado; los conceptos de
"cristiandad" se amortizan inexorablemente, cualesquiera que sean,
todavía, las actuales resistencias a admitir este hecho irreversible. No se
destruye, ni se desintegra la Iglesia; no desaparece el Cristianismo; no se
desprecia el Evangelio; sino que se intenta recuperar su verdadero sentido,
porque es el único que puede interiormente liberarnos y hacernos
comunitariamente Iglesia de Cristo y dar forma al mundo nuevo que amanece. |
{13
(113)} |
7.
Carta a los Filipenses |
ES
UNA de las cartas más importantes de san Pablo. El, viajero y evangelizador
de Cristo por todo el mundo a su alcance, no fue el obispo fijo de ninguna de
aquellas primeras comunidades cristianas; pero si hubiese tenido que elegir
una, seguramente habría sido ésta de Filipos, porque era su comunidad, su
iglesia predilecta, de la que siempre recibió apoyo, y con la que estuvo en
estrecha relación hasta el día de su muerte. |
Esta
«Carta a los Filipenses que nos conserva el Nuevo Testamento, es el escrito
de un pastor separado de sus fieles, por la fuerza. Pablo está detenido en la
cárcel, no sabe por cuánto tiempo, ni como será el final. La causa es la
predicación del Evangelio». Pero Pablo serenamente, incluso gozosamente,
Vuelve el corazón a sus hijos espirituales, en esta carta tan poco doctrinal,
pero afectuosa, entrañable. |
Filipos,
ciudad itálica, colonia romana, casi una "Roma en pequeño",
cosmopolita, civilizada, con caminos abiertos al continente ―primera
etapa de Europa― y un puerto que es puerta del mar... Filipos, la
primera ciudad europea donde hubo cristianos. Pablo el primero que predicó y
bautizó en ella. Allí una mujer ―Lidia― sencilla, inteligente,
generosa y emprendedora, que tenía un comercio, aceptó la doctrina de Cristo
y se bautizó: el primer cristiano europeo. |
Y
luego los demás, cediendo ella su hogar para la predicación del Evangelio. |
Y
con el crecimiento de los discípulos de Cristo, las penas, las persecuciones.
Desde la prisión Pablo les escribe esta carta, cuyo primer capítulo
reproducimos. |
Doy
gracias a Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, y siempre, en toda
oración mía, todas mis súplicas por todos vosotros las hago con alegría, por
vuestra contribución a la causa del Evangelio desde el primer día hasta
ahora, teniendo esta confianza: que el que empezó entre vosotros la obra
buena, la llevará al su término hasta el día de Cristo Jesús. En efecto,
justo es que yo tenga estos sentimientos con respecto a todos vosotros,
porque os tengo en mi corazón, partícipes como sois todos vosotros de mi
gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del
Evangelio. Pues Dios me es testigo de cuántos deseos tengo, en las entrañas
de Cristo Jesús, de estar con todos vosotros. Y ésta es mi oración: que
vuestro amor todavía abunde más y más en el conocimiento perfecto y en toda
sensibilidad, hasta que lleguéis a discernir los valores de las cosas, para
que así {14 (114)} seáis puros e irreprochables para el día de Cristo, llenos
del fruto de justicia que se obtiene por medio de Cristo para gloria y
alabanza de Dios. |
SENTIMIENTOS
DE PABLO |
Quiero,
hermanos, que sepáis que mis asuntos han resultado más bien en progreso del
Evangelio, hasta tal punto, que en todo el pretorio y entre todos los demás
se ha puesto de manifiesto que mis cadenas son por Cristo, y la mayor parte
de los hermanos, cobrando confianza en el Señor a causa de mis cadenas, han
redoblado su audacia para predicar sin miedo la Palabra de Dios. |
Algunos,
es cierto, proclaman a Cristo por envidia y rivalidad; pero otros, con buenos
sentimientos. Estos lo hacen por amor, sabiendo que estoy puesto para defensa
del evangelio: los de la rebeldía, anuncian a Cristo, no noblemente, creyendo
que suscitan tribulación a mis cadenas. Pero ¿qué importa? En todo caso, como
quiera que sea, por hipocresía o por sinceridad, Cristo es anunciado; y de
esto me alegro y me seguiré alegrando. |
Pues
yo sé que esto redundará en salvación mía, por causa de vuestra oración y por
la asistencia del Espíritu de Jesucristo, según mi ávida expectación y mi
esperanza de que en nada seré defraudado, sino que, con toda valentía, ahora
como siempre, Cristo será públicamente magnificado en mi cuerpo, ya sea
mediante la vida, ya sea mediante la muerte. Pues mara mí, el vivir es
Cristo; y el morir, una ganancia. Pero si el vivir en carne, esto me supone
una actividad fructuosa, yo no sé qué escoger. Me encuentro en esta
alternativa: por una parte, aspiro a irme y estar con Cristo, lo que, sin
duda, sería lo mejor; pero, por otra parte, creo que permanecer en la carne
es más necesario para vuestro bien. Y confiado precisamente en esto, sé que
me quedaré y que estaré con todos vosotros, para vuestro progreso y gozo en
la fe: para que, por mi nueva presencia entre vosotros, tengáis en mi persona
un abundante motivo de gloriaros en Cristo Jesus. |
HAY
QUE LUCHAR CON VALOR POR LA FE |
Solamente,
llevad una vida digna del Evangelio de Cristo, para que, ya sea que vaya a
veros, ya sea que esté ausente, oiga yo decir de vosotros que estáis firmes
en un solo Espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio, sin dejaros
amedrentar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos indicio cierto
de perdición; pero para vosotros, de salvación. |
Y
esto procede de Dios: porque a vosotros os ha sido concedido, no sólo el
creer en Cristo, sino el sufrir por él, librando el mismo combate que visteis
en mí y que ahora oís decir de mí. |
Nosotros
hemos aprendido de Cristo que el hombre ha sido creado creador. |
Roger
Garaudy |
{15
(115)} |
8.
Consideraciones cristianas sobre la pena de muerte |
DISPONER,
a sangre fría, de la vida de un hombre, es de muy difícil justificación
cristiana; en especial desde la madurez reflexiva de la sociedad actual. O es
prevalencia tardía del ojo por ojo y diente por dientes que condenó Cristo; o
incapacidad de corregir la delincuencia de otra manera más de acuerdo con el
misino modo de hacer de Dios, autor de la vida, y de la vida del hombre. |
En
la geografía de mayor influencia cristiana, especialmente a partir de la
Segunda Guerra Mundial y sus atrocidades inmediatas, se han reducido
sensiblemente las zonas de vigencia de la pena de muerte: en Europa ya sólo
quedan tres Estados que la incluyan en sus códigos; los demás la han
eliminado, o suspendido prácticamente su aplicación. |
La
repugnancia de los países civilizados a la pena de muerte no es debida a
sentimentalismos, sino a una mayor estima de los valores y derechos humanos y
al respeto a la obra del Creador. |
Es
de esperar que del mismo modo que se han superado ―por lo menos
teóricamente― las justificaciones de la esclavitud, no tardemos en ver
superadas otras incongruencias en el modo de entender la justicia de los
hombres. Respecto a la pena de muerte algo se ha avanzado desde los tiempos
en que el "paterfamilias" romano tenía el derecho de castigar con
esta pena no sólo a sus esclavos, sino a su mujer y a sus propios hijos; pero
nos falta hacer sentir todavía un poco más la calidad humana y racional de
nuestra justicia después, sobre todo, de que Cristo ―víctima en la que
se condenan todos los errores e injusticias humanas― nos ha conminado a
superar la ley de talión. |
En
anuencia con el cardenal Jubany, prelado de Barcelona, la Comisión Justicia y
Paz de aquella archidiócesis, ha elaborado un documento de reflexión
cristiana en orden a sensibilizar a todos, pero en especial a las comunidades
cristianas, sobre esta materia, con ocasión de la Pascua del Señor de este
año. |
De
cuyo documento extraemos algunos párrafos. |
Filosofía
de la pena de muerte La pena de muerte originariamente se presenta vinculada
a una concepción simple de la sociedad, en la cual se mezclan los conceptos
de "venganza", "punición" y "defensa del cuerpo
social". De hecho, en la medida en que la estructura social es más
primitiva, son más también los delitos sancionados con la pena de muerte
(robo, incesto, aborto... etc.). Y, todavía hoy, podemos observar que, cuanto
más simplista es la mentalidad de una persona, más fácilmente se muestra
inclinada a aceptar la pena de muerte. |
El
"elemento vindicativo ha sido formulado claramente por la llamada
"ley del talión", que precisamente Jesucristo {16 (116)} nombró
como término antitético de su ley nueva del amor (Mateo, 5). |
El
"elemento punitivo" toma ya un aire menos noble al pretender un
equilibrio teórico entre el bien y el mal. Pero es evidente el carácter
abstracto de esta pretendida compensación, al margen de la persona real y
concreta. |
El
"elemento de defensa de la sociedad" es, dentro de su pragmatismo,
uno de los que, en la actualidad, probablemente mantienen más adeptos de la
pena de muerte. |
Pero
esta tendencia está cada vez más en desacuerdo con las personas de moral más
exigente y con los resultados prácticos analizados a la luz de la ciencia
moderna. |
En
una palabra, es obvio el carácter primitivo y rudo de la filosofía que ha
inspirado el establecimiento de la pena de muerte en las diversas sociedades. |
Retroceso
de la pena de muerte Si el origen de la pena de muerte se fundamenta en una
filosofía primitiva del hombre y de la sociedad, su abolición se establece
sobre la maturación de la conciencia humana.. |
En
general, y desde un punto de vista educador de la sociedad, es preciso tener
en cuenta el hecho demostrado de que el carácter contrario a la conciencia de
la época de un sistema primitivo constituye un estimulo que pone en actividad
las inclinaciones delictuosas. |
Otro
adelanto de nuestra época es la dificultad para aislar el delito cerrándolo
en la individualidad del delincuente. Hoy es indispensable contar con el
contexto social que da lugar a comportamientos: |
individuales
y llegar a descubrir lo que, en lenguaje cristiano, llamamos "pecado
colectivo". |
Las
concepciones jurídicas modernas siguen asignando, como es lógico, al Estado,
la misión de proteger todo el cuerpo social de los ataques de cualquier
posible delincuente. Pero apuntan a la progresiva creación de unos
dispositivos técnicos orientados hacia la prevención y corrección, no a la
venganza, del delito. Nuestras sociedades no se encuentran ya en una
situación incipiente, de inmadurez, que pueda justificar el recurso al terror
de la pena capital como único medio. Más bien diríamos que, a pesar de las
deficiencias, hemos entrado ya en aquel proceso de perfeccionamiento que,
como ha dicho Pessina, crea una situación jurídica nueva. |
Desde
esta nueva situación, toda condonación de venganza hace desechable la pena.
La conciencia jurídica de los pueblos quiere, precisamente, que la pena sea
la negación absoluta del delito. Y, por lo tanto, que evite cualquier
homogeneidad con el mismo. Por esta razón el Estado, al infligirla, no puede,
en modo alguno, imitar al delincuente en su acción repudiada. |
No
debe repetir lo mismo que él castiga precisamente porque lo considera
criminoso. El principio de la igualdad entre delito y pena es asumido, de
este modo, en un plano superior, digno del espíritu humano. La
"similitudo suplicii" es substituida por el principio de
proporcionalidad que contiene una doble vertiente: la de la
"cantidad" y la de la "cualidad". Ambas se complementan y
se compenetran: porque la cualidad de una pena puede asumir una cantidad
mayor o menor de castigo, y porque la cantidad es también una de las
cualidades de la punición. Atendiendo a que la proporcionalidad no puede
consistir en la imitación del hecho criminoso, será preciso buscar, fuera de
la pena capital, una gradación de castigo según la diversidad de delitos
("Distinctio poenarum ex delicto"). |
Finalmente,
la falibilidad de las sentencias judiciales, demostrada con tanta profusión
de datos a lo largo de la historia, abre un gravísimo interrogante ante una
pena como la de muerte, absolutamente irreversible. |
Cristianismo
y pena de muerte Hasta cierto punto este apartado está incluido en el
anterior. Porque es evidente {17 (117)} la presencia del núcleo de In
revelación cristiana en la filosofía del retroceso de la pena de muerte. Lo
cual puede afirmarse con independencia de que sean o no cristianos sus
propugnadores. |
El
pensamiento cristiano parte del Evangelio, en el cual son bien claros la
oposición de Jesús a la muerte del hombre por el hombre ―contenida ya
en el Antiguo Testamento― y su anuncio de un mensaje de perdón, de amor
a los enemigos y de eliminación de cualquier tendencia a la venganza. Ahora
bien, Cristo no aludía a los sistemas sociales y jurídicos que le eran
inmediatos. Su mensaje era una levadura que iría fermentando a lo largo de la
historia. Del modo como no se refirió a la esclavitud, tampoco se refirió a
la pena de muerte. |
Nuestra
actitud es más bien la de estar atentos a los signos de los tiempos, es
decir, adelantarnos hacia la progresiva aplicación del ideal evangélico a
medida que el mismo progreso histórico lo consienten de la esclavitud a una
igualdad entre los hombres cada día más real y absoluta; de la guerra y de la
muerte impuesta, al respeto total a la vida; de la venganza al perdón... Lo
de sed perfectos como mi Padre es perfecto (Mateo, 5) se proyecta hacia
adelante, en un proceso de transformación del mundo, siempre abierto e
inconcuso. |
En
esta perspectiva, la dirección del Evangelio es evidente, al margen de
cualquier casuística. Hemos pues de aspirar a que pueda configurar nuestra
vida personal y nuestra vida social, eliminando poco a poco el lastre de la
inmadurez humana. |
Por
esta razón hoy nosotros, ante el hecho concreto de la pena de muerte, hacemos
un llamamiento a nuestros hermanos en la fe, no para un pronunciamiento
doctrinal sino para ocupar el lugar que nos corresponde en la marcha
progresiva de la conciencia humana. |
Barcelona,
Pascua de Resurrección do 1974 |
9.
Amor y perdón en la muerte de un ejecutado: Heinz Chez |
DE
ESTA manera sintetizaríamos la muerte de Heinz Chez: murió amando. |
Fui
llamado de la cárcel provincial de Tarragona para que atendiera
religiosamente, si me lo solicitaba, a Heinz Chez, que debía ser ejecutado al
día siguiente. |
Eran
las nueve y media de la noche del primero de marzo de 1974. |
En
la cárcel, un funcionario me indicó que suponía que el reo pertenecía a la
Iglesia Evangélica. Fui enseguida a buscar al pastor de esta Iglesia. A pesar
de la hora y de sus múltiples ocupaciones y lo desagradable de la misión, lo
dejó todo para venir conmigo inmediatamente a la cárcel. |
A
pesar de que Heinz indicara, por medio de un funcionario, que de momento no
requería nuestra asistencia religiosa, sí aceptó que le hiciéramos compañía. |
Fuimos
introducidos, pues, donde él moraba; debían ser las doce de la noche. |
Jugábamos
con él y otros funcionarios al parchís. Fue mi compañero de partida. |
Sus
fichas eran azules, color de cielo; las inías verdes, de esperanza. El seguía
atento todas las jugadas, y noblemente indicaba los fallos de nuestros
contrincantes, aunque pudiera perjudicarnos... |
Pero
les ganamos todas las partidas, menos una... |
Entre
partida y partida hablábamos de todo. Yo le pregunté sobre sus creencias
religiosas. Me dijo que era católico, lo {18 (118)} «Sabemos que hemos pasado
de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos» (Juan, 3, 14)mismo que
sus padres. No obstante lo cual, a instancias mías y de Enrique (Heinz), el
pastor continuó con nosotros; su presencia nos ayudaba y sus creencias
―tan identificables con las nuestras, en lo esencial― nos
alentaban. |
Allí
salió de cómo había perdido a sus padres a la edad de cinco años,
desaparecidos en la guerra. Fue conducido a centros donde se concentraban
cientos de niños abandonados. Durezas, castigos severos, picardías
infantiles... Recordaba, no obstante, como un remanso de claridad, su primera
comunión a los once años. Fue incluso monaguillo y con las características
pillerías de apurar, a escondidas, las vinajeras... |
En
su recorrido por el mundo, las ciudades que más le gustaron eran: Montecarlo,
por sus diversiones, y Roma por sus obras de arte y monumentos... |
Manifestó
públicamente que creía en Dios y en Jesucristo, nuestro Salvador. |
Conocía
bien la vida de Cristo. |
Los
funcionarios de prisiones atendían solícitos y afectuosos cualquier
insinuación de Enrique: cigarros, vino, cerveza, coñac, café, pastas... Él lo
aceptaba con sincero agradecimiento. |
Eran
ero de las tres de la madrugada y se nos avisó que llegaban el abogado
defensor y el decano del Colegio de Abogados. Los recibió con cordialidad.
Una ola de esperanza llenó el recinto en espera del timbre del teléfono con
el anuncio del posible indulto... Ellos, los abogados, no cesarían en su
empeño, hasta el final. |
Alboreaba,
miró la luz que comenzaba a penetrar por las rejas de la ventana. |
«Posiblemente
es la última luz de mis mañanas"», dijo. Se hizo un silencio antes de
reanudar el juego. |
«"¿Cómo
es que hoy no tocan diana?», preguntó. Le contestaron: «Por respeto a ti».
Una sonrisa de gratitud iluminó su rostro. «¡Cuánta gente está hoy preocupada
por mi vida!» Eran las ocho de la mañana. El jefe del servicio entró para
indicarnos que la esperada llamada telefónica no sonaba; que, por lo tanto,
si era creyente, dispusiera sus asuntos con Dios. «También ―dijo―
me correspondió a mí comunicar esto a mi padre, antes de que sufriera una
operación que le costó la vida. Con el mismo afecto se lo digo a usted».
Habló con claridad y convicción. |
Quedé
solo con Enrique. El Cristo de la eucaristía que nos había acompañado durante
doce horas desde la cajita dorada, cerca de nosotros, iluminó su alma, como
en el día de su primera comunión: «Que el Cuerpo de Cristo guarde tu alma
para la vida eterna». La Unción de los Enfermos le infundió fuerza para
comprender el valor del sufrimiento y de la muerte. Mirando el crucifijo,
regalo de mi madre en el día de mi primera misa, lo tomó entre las manos para
besarlo. «El murió sin amigos, yo, en cambio, muero rodeado de amigos». |
{19
(119)} «Enrique, prométeme que te acordarás de mí cuando estés en el Reino». |
Un
fuerte abrazo y un beso fue la respuesta. |
El
pastor evangélico también entró. |
Le
sugirió que confiara en Jesucristo y rogó, en voz alta, por él. En medio del
dolor reinaba la serenidad y la paz en todos. |
Eran
las nueve. Se le anunció la inmediata ejecución. Se despidió de los
funcionarios y les pidió perdón por si les había causado molestias durante su
estancia en la cárcel. Ellos le estrecharon la mano, indicándole que estaban
contentos de su comportamiento. «Sí ―dijo―, pero es tarde». |
«¿Quieres
que comuniquemos algún deseo o encargo tuyo a alguien?» «No, no tengo a nadie
en el mundo. |
Las
pocas cosas que poseo dadlas al compañero portugués, que, creo, es el más
necesitado de la cárcel». |
Lo
esposaron, Fin ofrecer la más leve resistencia. Deseaba que no le cubrieran
el rostro para poder continuar viéndonos; pero al Gin aceptó. Ya, con la cara
cubierta, me beso. Hasta pronto, Enrique, no me olvides). |
Con
el crucifijo entre las manos, abrazado a mí, lo acompañamos al lugar de la
ejecución: "garrote vil". No por todo el oro del mundo aceptaría
jamás presenciar un momento de tal tragedia. |
Una
caja pobre, sin pulir, sin cruz, acogió el cuerpo exánime de mi querido amigo
Enrique. El jefe de servicio colocó en la caja el crucifijo de mi madre. |
Acompañado
por el pastor evangelista, recé un responso. Más tarde celebraría una misa en
sufragio de su alma, y cuatro más, domingo y lunes. En la parroquia donde
está enclavada la cárcel celebrarían, días después, un funeral. |
Heinz
Chez, de 33 años, murió el 2 de marzo de 1974, amando y perdonando. Que
descanse en paz. |
Nota
sobre Heinz Chez. |
Al
explicar la edificante muerte de Heinz Chez, no pretendo justificar los
atropellos que pudiera cometer durante su vida. |
Cristo,
cuando dijo al buen ladrón: |
«Hoy
mismo estarás conmigo en el Paraíso», tampoco alabó fechorías, sino el amor y
el arrepentimiento que demostró el ladrón en la cruz. |
Juan
de la C. Rodell, S. J. |
(En
El correo Catalán, 12. 4. 74) |
Nota
sobre Heinz Chez. |
Al
explicar la edificante muerte de Heinz Chez, no pretendo justificar los
atropellos que pudiera cometer durante su vida. |
Cristo,
cuando dijo al buen ladrón: |
«Hoy
mismo estarás conmigo en el Paraíso», tampoco alabó fechorías, sino el amor y
el arrepentimiento que demostró el ladrón en la cruz. |
Juan
de la C. Rodell, S. J. |
(En
El correo Catalán, 12. 4. 74) |
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