Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 142. JUNIO. Año 1976.
0. SUMARIO
CONSUBSTANCIAR la fe con la vida; no una fe para después de la vida, ni una fe al lado o adjetivando la vida del hombre. La Iglesia de Cristo es el proyecto de esta inserción de su Evangelio en todo el existir, pensar, querer, poder y hacer del hombre en este mundo, desde este mundo, para transformarlo en "Reino de Dios".
PEDRO Y PABLO
¿QUÉ LE PEDIMOS A LA IGLESIA?
LA PROGRAMACIÓN RELIGIOSA DE RTVE
«NO TE PIDO QUE LOS SAQUES DEL MUNDO»
EXAMEN DE CONCIENCIA PARA POLÍTICOS
CRUELDAD Y PECADO DE LA TORTURA
{1 (101)}
1. PEDRO Y PABLO
ORIGINALMENTE, la Iglesia tuvo la base y el impulso de dos grandes figuras a las que es preciso referirse siempre que nos remontemos a su nacimiento:
Pedro y Pablo. Diferentes en el descubrimiento de Cristo, coincidentes, una vez hallado, en su absoluta fidelidad; intérpretes del proyecto de una comunidad universal que parte de la presencia de Jesucristo en medio de su pueblo, pero que se extiende a todo el mundo.
Proyección posterior, extensa en el espacio, perdurable en el tiempo, profunda en las realidades que quiere penetrar y transformar.
Pedro y Pablo representan dos estilos diversos, pero complementarios de la capacidad de virtualidades de una tradición que se hace levadura y fermento de transformación, hasta ir más allá del ámbito del primer inicio, casi de pueblo, en familia, en grupo pequeño de amigos, pero que, sin perder la autenticidad primigenia de todo lo puro, auténtico, sincero y espiritual que la sencillez guardaba, ha de ser transportado a "toda la creación", a todos los seres sin distinción de raza, cultura, lugar o condición, quienquiera que sea el hombre al que alcance.
Esta nueva, grande y universal hermandad humana es la Iglesia, cuerpo vivo de Cristo en la historia de los hombres, todavía peregrinos por los caminos de la tierra, pero, de alguna manera, ya abrazados, enracimados, "en comunión" con el sobrenatural organismo misterioso del Cristo que prepara, al alcanzar la suya, nuestra glorificación. Todavía en la tierra, la Iglesia, pero alcanzando las primeras claridades del albor de la gloria de los santos.
Nada importa el polvo que, ahora, mientras camina, salpique sus pies al andar.
{2 (102)}
2. ¿Qué le pedimos a la Iglesia?
LOS CRISTIANOS no le pedimos; «estamos» en la Iglesia. Más que suceder a Cristo, in tomamos como su desarrollo misterioso en el mundo, como el «Cuerpo místico de Cristo», o, como Bossuet señalaba, «la extensión de Cristo en la Historia». Estar en la Iglesia, vivir la gracia, compenetrarnos con el Señor, preparar la comunión de los santos, el abrazo en y con Cristo.
Los cristianos le pedimos POCAS COSAS A la Iglesia: más bien nos las pedimos a nosotros mismos y unos de otros las pedimos, las deseamos, las esperamos, las fomentamos.
Es el mundo el que le pide a la Iglesia. El mundo o, más exactamente, el espíritu de este mundo que, a pesar de sus protestas, se concibe como fin de sí mismo y se organiza para el goce egoísta de lo individual; este mundo que si se afana cambiando y transformando las cosas que maneja, no lo hace para mejorarlas o ennoblecerlas, sino para dominarlas y absorberlas.
Este mundo no le pide que sea transformado, sino que ella se transforme y le sirva. Individualista, le consentirá a ella que predique y trate de organizar el perfeccionamiento —un perfeccionamiento— individual, que llamará interior, que calificará de espiritual: pero con tal de que no lleve demasiado lejos la proyección exterior nacida de una sincera conversión personal a Cristo. Consentirá las apariencias y basta aceptará las utilidades de un moralismo individualista, de un sentimentalismo periférico, capaz de proporcionar sugestiones tranquilizadoras, desplazando la responsabilidad, enajenando al hombre. El hombre que así so emboba mirando al cielo, no estorba a los pillos de la tierra.
Si la Iglesia, si los cristianos no se resignan a esa versión mutilada del Cristianismo, a esa adoración a un Dios recortado, 'oreado a la imagen de las insatisfacciones o de los complejos de la pobre criatura humana, ávida de una superación que no encuentra en sí mismo, el espíritu del mundo tendrá todavía otros consejos que darle, por vía de consentimiento: cuando los cristianos —es decir.... algo más que simples bautizados— se refieran a la universalidad y profundidad del mensaje que tienen para el mundo, no {3 (103)} sin cierto recelo, se les permitirá que lo proclamen, pero con estrategias bien calculadas de «dosificación» y oportunidad: todo será posible, pero lo espiritual ha de quedar disuelto en la vaguedad de lo genérico y etéreo, de doce las concreciones no se alcancen nunca, fuera de pequeños cotos simbólicos. Dejarán que la Iglesia influyo cuando el influjo converja en los intereses terrenos que ellos cultivan y dominan.
El concepto de influjo es mundano, porque pretende efectos. Aunque puedan ser bien intencionados, que se producen de fuera adentro. LA Iglesia no está en el mundo para influir, sobre nada, sino para cambiarlo y transformarlo todo. La influencia parte del exterior y logra su fin por la imposición, por lo menos psicológica o propagandística. Cristo no influyó:
reclamó la conversión y la fe, que son interiores, que obran desde dentro.
La conversión no viste, ni envuelve, ni fuerza, sino que cambia, transforma y convierte. La Iglesia no es una sociedad dentro de la sociedad, no es un grupo de presión entre las presiones del mundo: ella, con su «presión buena», los demás con las malas. Cristo dijo: «el que se convierta y crea». Ni siquiera un moralismo, sino un cambio interior que se traduce en un compromiso exterior sobre todas las cosas, para transformar el mundo en reino de Dios.
Pero, llegados aquí, el mundo no aceptará, prácticamente, jamás, este planteamiento. Y ya no le pedirá nada. La despreciará si no logra mundanizarla: la perseguirá si no logra utilizarla: la consentirá si se anquilosa en beaterías inútiles, desprestigiándose a sí misma, porque le ahorra la tarea de infamarla y deshacerse de ella. Pero, ya, no le pedirá nada.
El Cristianismo "pactado".
Un cristianismo "instalado" en este mundo, que ha hecho su "paz" con este mundo, tan poco forzado a superarlo como demasiado preocupado en no tener conflictos con él, no ha sido jamás otra cosa que un cristianismo en decadencia.
Louis Bouyer, C. O.
{4 (104)}
3. Problemas candentes: La programación religiosa de Radio Televisión Española
Periodistas especializados opinan que la presencia religiosa en RTVE ha sido pobre, nefasta, alienante, detestable, que no ha servido para evangelizar ni ha dado la imagen de lo que es la Iglesia, no ha encajado la transición del Concilio y ha resultado ineficaz, monocorde, unilateral, tendenciosa ...
La revista "ECCLESIA", órgano de la 4. C. española, ha hecho una encuesta a diferentes personas responsables en MCS, con motivo de la "X JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES". Aquí nos fijamos en el punto referente a RTVE y su programación religiosa, omitiendo otros. La valoración que hacen las personas preguntadas, es negativa, excepto en una de ellas —Antonio González, director de "La Gaceta del Norte"— que, además de alabar muchas cosas que considera "positivas" pasa a lamentar «que no hayan tenido continuidad intervenciones autorizadas, como las que realizaron el cardenal-arzobispo de Toledo y el obispo de Cuenca, monseñor Guerra Campos».
Las restantes opiniones son las siguientes, que responden a una misma pregunta: «¿Qué juicio le merece la presencia actual de lo religioso en la programación de Radio Televisión Española? » Juan CANTAVELLA, {t} director del diario {t} "Menorca" {t} «Por lo general, nefasta. Televisión Española, fiel a lo que siempre ha sido como órgano de unos Gobiernos que practican un acendrado nacional-catolicismo, mantiene unos programas y unos hombres nada representativos de la Iglesia española actual y de las corrientes más dinámicas que se manifiestan en su seno. Las excepciones, ahora y en los últimos tiempos, sólo confirmarían la regla».
{5 (105)}
Carmen ALVEAR, redactora de "La Gaceta Ilustrada"
«Un juicio pobre y alienante, porque no refleja la realidad de la Iglesia española ni del pueblo de Dios hoy, sino de una parte muy pequeña. El tono es generalmente triunfalista, el lenguaje desconectado del que está en uso, los planteamientos ingenuos. Todo sale siempre demasiado redondo para ser real. Por otra parte, no veo por qué para hablar de lo religioso tenga que haber siempre un sacerdote; sería interesante que participaran también seglares».
Andrés BARRIALES, de "Iglesia-Noticia" en Radio Popular y redactor de Ecclesia"
«No basta la presencia de personas religiosas en un medio para pensar que en ese mismo medio está presente lo religioso. Lo religioso puede y debe estar presente en la radio y en la televisión, usando el lenguaje específico de esos medios, sin convertirlos en púlpitos o cátedras exclusivamente».
Salvador PETIT, director de la Oficina Diocesana de Inf. de Sevilla
«Creo que la presencia de lo religioso en RTVE necesita un replanteamiento en función de la prioridad que debe darse a la tarea evangelizadora de la Iglesia. También la información sobre la vida eclesial es, en líneas generales, incompleta y parcial. Falta, singularmente, la presencia de los mejores teólogos españoles, con tal que éstos no quisieran hacer de este medio una tribuna de discusión académica ni sometan al pueblo al zarandeo y desconcierto de los tanteos y búsquedas no logrados».
Aurelio ALZOLA, director del Secr. Diocesano de MCS de Bilbao
«Si por "religioso" se quiere expresar algo "piadoso", al margen de la vida, hay que decir, con dolor, que casi todo es "estupendo". Pero, si por religioso se entiende "cristiano", o sea, una reflexión y un compromiso desde la fe, con "los gozos, las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo..." no hay más remedio que decir, con gran dolor, que no sólo no aporta casi nada positivo, sino que es una presencia que deja en ridículo a la Iglesia como institución, indiferentes a muchos, indignados a bastantes, escandalizados a muchos hombres de buena voluntad».
{6 (106)}
Antonio PELAYO, redactor de "YA"
«Con contadísimas excepciones, la programación religiosa de RTVE me parece detestable. De hecho, en primer lugar, va por libre, sin conexión alguna con la línea y preocupaciones pastorales de la Iglesia española.
En segundo lugar, es monocorde, unilateral, cuando no abiertamente tendenciosa en aspectos dejados por el magisterio al libre pluralismo entre los cristianos. En tercer lugar, informativamente merece un cero sin paliativos: ¿Qué visión de la Iglesia española tendría un español del año 2000 si se le proyectaran lo que son los actuales espacios "informativos" de RTVE sobre tema religioso? En cuarto lugar, y en el terreno de lo profesional carecen de lenguaje apropiado para llegar al gran público al que están destinados esos programas y es una constante negación del medio del que se sirve. En resumen, creo que esos programas religiosos de RTVE hacen más mal que bien en su actual estructura, y, por supuesto, están dilapidando unos espacios de tiempo, unos caudales de dinero y unas posibilidades de expresión que son valiosísimas. Algún día se nos pedirá cuenta de ese derroche».
Pilar URBANO, redactora de "ABC"
«O "lo religioso" tiene una presencia en el fundamento mismo de la ordenación y programación de RTVE, o no tiene sentido otro tipo de presencia. Por razones varias (improvisación, colonización de programas Made in USA; búsqueda del éxito fácil sirviendo a los instintos animales del hombre; miedo a las etiquetas", etc.), la programación de RTVE vulnera, una y otra vez, la fe y la moral católica (que sigue siendo la fe de la mayoría de los receptores españoles).
Que exista algún espacio específicamente religioso no quiere decir que exista una presencia real de "lo religioso" en RTVE.
Sobre los llamados "espacios religiosos" desearía aportar sugerencias. Me parece fundamental que estos programas se ciñan a los temas que le son propios, que hablen sólo de Dios y dejen las otras cuestiones (culturales, sociológicas, folklóricas, políticas, etc.) a los especialistas. De este modo se garantiza un serio tratamiento profesional, de estos problemas, y se respeta ese elemental derecho a la libertad de los telespectadores y oyentes, a quienes no se puede imponer, como deberes religiosos, cuestiones sobre las que pueden opinar libremente».
{7 (107)}
Manuel JIMÉNEZ QUÍLEZ, ex director general de prensa
Mis noticias son que se estudia el problema por quien compete. La presencia actual de lo religioso en Televisión Española resulta deshilachada y sospecho que ineficaz.
Rafael de ANDRÉS, director del Secr. Nacional de MCS
Pienso que el problema fundamental de la presencia religiosa en RTVE radica en que no se planteó desde un principio un diálogo de la Administración con la jerarquía para acordar las personas y los programas religiosos en las emisoras nacionales, siendo siempre tales espacios y sus programadores de exclusiva competencia de los responsables de RTVE. Y, en este decenio posconciliar, hubiera sino conveniente, por no decir necesario, que la presencia cristiana en las ondas y en la pantalla fuera orientada por la jerarquía española, a fin de ayudar al Pueblo de Dios a encajar la crisis de transición del Vaticano II.
Conclusión: falta en RTVE un doble tipo de divulgación religiosa que contenga una información adecuada sobre lo que hace la Iglesia en la actualidad, y una exposición sistemática que presente el verdadero rostro del Cristianismo actual en todas sus facetas: personal, familiar y social.
El hombre moderno prefiere:
• el conocimiento de lo inmediato al de la substancia de las cosas; • la apariencia al ser; • lo visible a lo invisible; • la materia al espíritu; • las causas próximas a las últimas y superiores; • los propios intereses a los del prójimo; • el presente al pasado y al futuro; • la tierra al Cielo; • lo útil a lo honesto; • el placer al deber; • el mundo al paraíso; • el hombre a Dios.
Nuestra sociedad está faltada de seres ricos en interioridad, de grupos y comunidades en las que prevalezca lo espiritual y elevado, de corazones que acompañen y sepan dirigir el camino de la humanidad hacia su destino supremo.
PABLO VI
{9 (109)}
4. «No te pido que los saques del mundo»
«Para que ellos tengan mi alegría cumplida: les he dado tu Palabra, y el mundo les ha despreciado porque no son del mundo. Conságralos en la Verdad: tu Palabra es la Verdad».
EN COPENHAGUE existe un barrio que el municipio ha concedido a un grupo de jóvenes disconformes con los módulos de convivencia y las estructuras impuestas en el resto de la población. Detalles aparte, es una experiencia que se habrá de tener en cuenta, tanto si confirma la validez del proyecto surgido de la contestación de esa juventud, como si, al fin, fracasa diluida, condicionada, asfixiada o recuperada por el conjunto ciudadano del que voluntariamente se ha segregado. ¿Será un experimento anti-burgués? ¿O será "otra" burguesía? ¿O volverá, pasado el hervor de los comienzos, al aburguesamiento que maldijo?
Huir del mundo que no nos gusta, y hacer otro mejor, posiblemente lejos, independientes. No discutir más nada, pero huir y salvar la libertad para el experimento óptimo. Esta es la reacción a veces apuntada ante la disconformidad del mundo que no nos entiende, o no nos quiere entender, o que no entendemos o no sabemos entender.
El Cristianismo también tiene que ver con el mundo. El cristiano está en el mundo, pero su dimensión no cabe, ni acaba en este mundo. Las contradicciones de tal planteamiento son evidentes cuando el Evangelio es asumido de manera radical, cuando la Verdad que se profesa no puede ser archivada, sino proclamada y traducida en exigencia de vida.
¡Habría sido todo tan fácil si el antagonismo con el espíritu del mundo se hubiese resuelto, desde un principio, para el cristiano, con la huida!
Pero el cristiano no puede huir, y ni siquiera encerrarse.
"Padre, no te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal". ¡Ese es el problema!
{10 (110)} No es posible ni siquiera construir un mundo paralelo, de modo que sean evitadas las intersecciones conflictivas con la verdadera historia de los hombres. La Iglesia está atada al tiempo, está de pies en el mundo. No tendría misión alguna fuera de este mundo.
No ha recibido el encargo de abrirse un paréntesis en la historia para construir, entre los siglos, un refugio de afortunados; ni para hacer la selección de los justos; ella no puede discriminar ni repartir predilecciones. Ni rival de nadie, ni monopolista de nada, tiene sólo el deber esencial de repetir y repartir a todos la Palabra de la Verdad recibida de Cristo.
Si huyera lejos del mundo, no alcanzaría al mundo, no sería "salvado el mundo".
El drama de este conflicto inevitable, pero al fin glorioso, fue la experiencia profunda de Cristo, transmitida, como algo inacabado, como legado misterioso, a la Iglesia.
Por eso la Iglesia, como Cristo las tuvo, tendrá dificultades cuando diga entera la Verdad, en el momento oportuno (no más tarde, como posterior justificación), en el lugar que se encuentre (no más lejos, inhibición disfrazada), y sin ambigüedades apoyadas en el pretexto de salvar el medio (pero sacrificando el fin). Si cediera a los silencios y a las estrategias de diplomacia y autoprotección humana, cuando callarían los cristianos, "hablarían las piedras", si falta hiciera.
A veces "han hablado las piedras" ...Piedras vivas.
Ha sido cuando las estadísticas de los bautizados no corresponden a la tensión de santidad que, por principio, debiera darse en su ámbito. O cuando, rezagados en la historia {11 (111)} ―¿"confiados" en la eternidad?― ha faltado, momentáneamente o en algún lugar, a sus hijos, la simple capacidad de visión del parámetro de la fe en la parábola de la vida, en un mundo cambiante y que exige igualmente al cristianismo una fe inquebrantable y la inteligencia lúcida y despierta para intuir y recoger a tiempo los valores nuevos que había que redimir. Porque el Cristianismo no es vivir de una "renta" de fe, sino vivir —morir y vivir, convertirse— en un proceso de liberación, de redención: hasta que la Verdad colme el corazón, hasta que el gozo sea pleno, y la Verdad libere todas las inteligencias, comprendiendo todas las cosas, en Dios: «todo es vuestro, vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios».
Pero, si la Iglesia ha de estar en el mundo, si no puede huir, podría seguir en él evitando lo más difícil.
El mundo le consentirá todo, la asociará a sí mismo, dejándole y sugiriéndole todas las apariencias de santidad y de honorabilidad que reclame, con tal de que guarde silencio. Si, poco experta en vanidades, necesita pompas, el mundo le prestará las suyas y, para cuando éstas no sean suficientes, le hará reverencias o mitificará a sus ministros transfiriendo a ellos el símbolo de supuesta santidad, y los domesticará para honrarse a sí mismo, sin la molestia de tenerse que convertir: que recen ellos por todos.
La Iglesia tendrá paz con el mundo si se limita a montar diversiones inocentes; si se preocupa para entretener a todos los ociosos plantados mirando al cielo; si reparte promesas eternas sin exigir, a los más responsables, deberes terrenos; si organiza la caridad, pero no recuerda la justicia; si da consejos morales, pero no denuncia atropellos... El mundo no le consentirá que repita, adecuada, una sola palabra de Cristo: cada vez que se atreva a ello habrá una réplica, y hasta una amonestación: los más materialistas le recordarán que su misión es espiritual"; los violentos le dirán que hable sólo del amor; los tiranos, que no se salga del Evangelio; los que le pidan el Evangelio, se referirán a los datos arqueológicos de hace veinte siglos, o a los aspectos poéticos que enajenan. Pero de "anuncio nuevo", nada de absoluto. Para el mundo, lo "nuevo" nunca es la verdad: es el placer "nuevo" (más placer), es el ascenso alcanzado (más poder), es el dinero más fácil (orgullo y poder). Eso es el mundo, su espíritu.
Por esto el Señor pedía al Padre que guardase a la Iglesia de este espíritu malo, del mal del mundo.
No pedía que la sacase del mundo, porque tenía una misión en él, no terminada todavía: decir al mundo una Verdad de parte de Dios. Una Verdad que lo puede hacer libre y feliz: que Dios es Padre de todos y que todos son ―¡han de llegar a ser!... ― hermanos. Decirlo, y decirlo para concretarlo en este mundo: esa es la misión hermosa y difícil de la Iglesia.
Por hacer, por acabar de hacer, todavía.
{12 (112)}
5. Examen de conciencia para políticos católicos en el poder
I
¿Está convencido de que cada español, por ser humano, es amado personalmente por Dios y, por ello, y por lo que es, merece respeto a sus ideas, opiniones y derechos? En consecuencia (si contesta afirmativamente como todo católico) ¿evita votar y hacer cumplir leyes o decretos o reglamentos que impidan pensar, hablar, expresarse, reunirse, asociarse que son derechos inalienables de la persona según la doctrina de la Santa Madre Iglesia cuyos principios se ha obligado usted a acatar al jurar su cargo oficial? Y en este orden de cosas ¿tolera, disimula o trata de evadir su parte de responsabilidad en actividades coactivas de tales derechos ejercitadas desde el poder?
II
¿Cómo anda de dinero? ¿Tiene el mismo que al empezar a ejercer su cargo? ¿Acepta sobres, recompensas, regalos, cuentas abiertas a su nombre para fomentar ciertos permisos o establecer ciertas concesiones? ¿Tiene dinero en bancos o empresas en el extranjero o tolera que otros lo tengan en lo que dependa de usted? ¿En el empleo de fondos públicos ―que son de todos― extrema la delicadeza, la vigilancia, la exquisitez en su uso?
III
¿Se preocupa de leer y meditar las actuales orientaciones de la Iglesia docente? ¿Busca usted a los eclesiásticos complacientes con el dinero o el poder {13 (113)} que están en contra o al margen de la doctrina de la Iglesia tal como la expresa el Santo Padre y los obispos cuando tienen propósito de enseñar la doctrina moral o de costumbres? ¿Desprecia al Papa y a log obispos cuando no dicen lo que a usted le gustaría que dijeran? ¿Coarta la libertad de la Iglesia para reunirse, hablar, predicar todo el Evangelio? ¿Tolera que los que dependen de usted lo hagan, da órdenes en este sentido o consiente sin hacer saber su opinión que tales cosas pudieran hacerse en el país?
IV
¿Ora usted? ¿Se relaciona en la intimidad de su cuarto cerrado con el Padre celestial que todo lo ve y sabe lo que hace falta antes que se lo pidamos?
¿Frecuenta como un fiel más la eucaristía y los sacramentos de la Iglesia?
¿Extrema la educación de su vida práctica familiar, social y política a la profesión de cristiano que hizo al jurar los Principios Fundamentales y que avala con su asistencia a actos de culto a lo largo de su vida pública? ¿Le preocupa el escándalo que una posible no adecuación pueda causar en los no creyentes?
¿Utiliza como arma de propaganda su fe, su calidad de católico, su posible pertenencia a organizaciones religiosas?
V
¿Abusa de su autoridad para imponer sus ideas o su provecho personal?
¿Le preocupa el trato que pueda darse a los que no piensen de acuerdo con lo oficial actual? ¿Hace cumplir a sus subordinados estrictamente la ley para la protección de los derechos de terceras personas? ¿Odia de corazón la violencia y, en consecuencia, actúa con energía frente a los que la emplean aunque dependan de usted y pertenezcan a la Administración? ¿Extrema la delicadeza al remitir a la justicia oficial de los Tribunales lo que sólo a ellos corresponde evitando dar la impresión de utilizar vías administrativas para conculcar leyes de rango superior, incluso constitucional?
VI
¿Es fiel a su esposa, caso de que la tenga? ¿Participa en fiestas, reuniones o actos sociales en los que se compromete gravemente la moral de la Iglesia en materia de castidad? ¿Se preocupa desde su puesto de la salud moral del país impidiendo que se ofrezca el sexo como medio barato de desviar la atención del pueblo de otros temas importantes, aprovechando de la tendencia a satisfacer pasiones primarias que todos tenemos? ¿Tiene querida o flirtea poniendo {14 (114)} en peligro la institución matrimonial o dando la impresión de que no da valor a la castidad que el católico tiene como consigna y señal de respeto exquisito a la mujer?
VII
¿Emplea adecuadamente su tiempo, energías y conocimientos en bien de la nación? ¿Se mantiene informado, en contacto con la vida real, con lo que desean hoy los ciudadanos? ¿Estudia a fondo los asuntos, se informa con especialistas, consulta en el silencio de su conciencia con su fe y su actitud moral antes de tomar decisiones que puedan afectar a otros? ¿Acepta que se le corrija y que se equivoca? ¿Se ensoberbece por lo que es o ha llegado a ser? ¿Deja que lo adulen o fomenta usted la propaganda falsa de su persona o de sus actos?
VIII
¿Miente usted en público o en privado, deformando la verdad o consintiendo que sus subordinados o representantes de la autoridad de que participa la deformen en beneficio propio, del Estado o de las ideologías dominantes?
¿Considera que diciendo la verdad no se hace política? ¿Tolera usted las mentiras o tergiversaciones de la verdad que afectan a personas o acontecimientos colectivos realizados por los medios de comunicación que, tal vez, directa o indirectamente dependen del Gobierno del país? ¿Lucha usted en la medida de sus fuerzas para que se erradique la mentira de esos lugares en el supuesto de que se produjera? ¿Se niega a asumir responsabilidades en esas materias solidarizándose con toda apariencia de conculcar la verdad? ¿Estaría dispuesto a dejar su puesto, sea alto o bajo, tan pronto comprobara que es difícil, o resultaría imposible, desterrar semejantes prácticas no conformes con el estilo de Jesús de Nazaret?
IX
¿Ama usted apasionadamente a los pobres en quienes Dios se manifiesta de modo especial según las bienaventuranzas de san Lucas? ¿Está obsesionado por lograr justicia distributiva en el país, uso equitativo de los bienes del mismo en función de los más necesitados? ¿Evita usted hasta la misma apariencia de desprecio a los pobres llevando una actuación austera en su vida pública y privada, combatiendo denodadamente para que los ancianos, los enfermos, los presos, los débiles sean tratados como los privilegiados de la sociedad porque usted conoce y practica el Evangelio?
{15 (115)}
X
¿Dios es para usted alguien familiar que se pasea por la vida social y tiene sus delicias en los hijos de los hombres? ¿Le ama usted con todo su corazón, con todas sus fuerzas, con toda su inteligencia y, por tanto, actúa conforme a ese amor en todas las manifestaciones de su vida?
Se trata sólo de unas sugerencias para la reflexión de los políticos católicos o de los católicos que pretendan dedicarse a la política. Sólo para ellos. Los que no tengan la moral católica deberán decidir cuál eligen, pero los que se proclaman católicos, y lo sean, deben plantearse con absoluta seriedad sus responsabilidades. Está en juego su felicidad temporal y eterna. La salvación de sus almas depende de sus actitudes y comportamientos desde el punto en que se han colocado por libre decisión. En cualquier caso conviene recordar algo que para la Biblia, la Escritura Santa, es evidente: De Dios nadie se burla; nadie se ríe impunemente.
A-J. Revuelta Lucerga, V. N. nº 1014.
Los sacerdotes pueden, incluso deben, en determinadas circunstancias, expresarse políticamente.
Los sacerdotes pueden pertenecer a un partido político.
Pero no les está permitido, dentro del partido, ocupar cargos y participar activa y públicamente en favor de un partido; por ejemplo participar como orador en los mítines, hacer propaganda electoral, actuar en los medios de comunicación activamente a favor de un partido.
Pero siempre que se trate de los valores fundamentales de nuestra convivencia, la vida, la dignidad humana, la libertad y la justicia, los sacerdotes están obligados a intervenir. Esta intervención no les califica como miembros que actúan como delegados de un determinado partido, sino que predican el Evangelio.
Card. Julius Doepfner, Presidente de la Conf. Episc. Alemana
{16 (116)}
6. De la crueldad, del pecado y de la inutilidad de la tortura
«Hay personas que, como los tigres, lamen asiduamente la sangre que han derramado. Aquél que, aunque sea una sola vez, ha ejercido un poder ilimitado sobre el cuerpo, la sangre, el alma de su semejante —su hermano según la ley de Cristo, el que ha gozado de la facultad de envilecer en grado máximo a otro ser hecho a imagen de Dios, ese tal llega a ser incapaz de dominar sus sensaciones... La sangre y el poder embriagan, engendran la brutalidad y la perversión, de manera que el alma y el espíritu se hacen accesibles a los goces más anormales. El hombre y el ciudadano se eclipsan para siempre en el tirano... La sociedad que contempla con indiferencia ese espectáculo está ya minada en sus cimientos. En una palabra, el derecho a imponer castigos corporales sobre otros hombres es una de las plagas de la sociedad; es un medio seguro de ahogar en ella todo germen de civismo, un medio de provocar su descomposición».
F. DOSTOIEWSKY, en "MEMORIAS DE LA CASA DE LOS MUERTOS".
«Es una crueldad sancionada por la costumbre de la mayor parte de las naciones someter al acusado a tortura para obligarle a confesar un delito, para descubrir a sus cómplices o para descubrir otros delitos... » {17 (117)} «Es contrario a toda lógica el pedir a un hombre que sea al mismo tiempo acusador y acusado, y hacer que el dolor sea el crisol en que se pruebe la verdad como si el criterio de la verdad estuviera en los músculos y las fibras de la infortunada víctima. La tortura es la forma más segura de absolver al bribón robusto y de hacer confesarse culpable al inocente débil».
CESARE BECCARIA, en "DEI DELITTI E DELLE PENE".
«Peligrosa invención son las torturas, y parece que sean más bien pruebas de paciencia que de verdad. Oculta la verdad el que las puede sufrir y el que no las puede sufrir».
MICHEL DE MONTAINE, en "ESSAIS".
«Entonces se pusieron a escupirle en la cara y abofetearle; y otros a golpearle, mientras le decían: "Adivínanos, Cristo.
¿Quién es el que te ha pegado?"... Y los soldados del gobernador llevaron consigo a Jesús dentro del pretorio y reunieron alrededor de él toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y le trenzaron una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en su mano derecha una caña... y le escupían y le quitaban la caña para golpearle en la cabeza. Y después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle».
SAN MATEO, cap. 26. vv. 67-68 y cap. 27, vv. 27-31.
{18 (118)} «No pudiendo subsistir en vigor en el Código criminal de España ninguna ley que repugne a los sentimientos de humanidad y dulzura que son tan propios de una nación grande y generosa, sin ofender la liberalidad y religiosidad de los principios que ha proclamado desde su feliz instalación el Congreso Nacional, pido que declaren las Cortes abolida la tortura... » AGUSTÍN ARGÜELLES, en las CORTES DE CÁDIZ, sesión 2.4.1811.
«Si un ladrón o un salteador es capturado y niega aquello de que se le acusa, decís vosotros que el juez debe hacer llover palos sobre su cabeza y atravesar sus costados con puntas de hierro hasta que diga la verdad.
Pero ni la ley divina ni la ley humana consienten esto: las confesiones no deben ser forzadas, sino espontáneas; no deben ser arrancadas a la fuerza, sino obtenidas voluntariamente. Si sucede que después de haber infligido estos castigos no descubrís absolutamente ninguno de los delitos de que se acusaba al prisionero, ¿no os sonrojáis, al menos entonces, y no reconocéis cuán impío era vuestro juicio? Del mismo modo, si el prisionero, incapaz de resistir tales torturas, confiesa delitos que no ha cometido, ¿quién, pregunto, carga con la responsabilidad de tal impiedad si no es el hombre que le obligó a hacer esas confesiones falsas?
Es más, si alguien pronuncia palabras que no proceden de su corazón, habla pero no confiesa. Abandonad, pues, esas execrables prácticas y renunciad, desde el fondo de vuestro corazón, a lo que tan locamente habéis hecho en el pasado.
¿Qué beneficios habéis obtenido de aquello que ahora os avergüenza?»
NICOLÁS I, Papa, a los húngaros, en 866.