Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
143. OCTUBRE. Año 1976. |
0.
SUMARIO |
OCTUBRE
es austero, aunque no triste. Se han recogido las últimas cosechas del
verano. La tierra ya no dará más, si, otra vez, no le echamos primero. |
Por
eso hay que preparar los campos para la sementera. |
Hay
que volver a tensar los esfuerzos, menos clamorosos, pero más constantes. La
pausa tomada por las cosechas gozadas no puede ser demasiado larga. Las
fiestas interminables enervan, mientras la vida erige y espera ―no sólo
en los campos― la generosidad de otra siembra. Se hará, y el hombre
crecerá otro poco, sobre la tierra, hacia otro sol de otro verano. |
LOS
QUE SE "BORRAN" DE DIOS |
LÍMITES |
Y
AHORA, LOS NUDISTAS |
LA
DESIGNACIÓN DE OBISPOS |
SÓLO
DOS MIL AÑOS |
ATEÍSMOS |
EL
NIÑO, SIN CLASE DE RELIGIÓN |
AFIRMACIONES
PARA NUESTRO TIEMPO |
{1
(121)} |
1.
LOS QUE SE "BORRAN" DE DIOS |
HA
DE HABER un orden, también en la vida espiritual del hombre, como la hay, por
pura exigencia de la misma naturaleza, en el orden físico y biológico. |
Orden
no es rigidez, ni esclavitud, sino conducción de la libertad. El desordenado
acaba sofocado, agotado, roto en la misma esclavitud de su arbitrario,
descuidado e irracional proceder. |
Muchos
se quejan de la falta de medios de formación cristiana, o de oportunidades
para la puesta al día de una instrucción deficiente, recibida de modo
elemental, en edad infantil, y luego jamás remodelada. No es extraño que se
quejen de las dificultades que encuentran para afrontar la problemática de la
vida cuando no se quiere o no se puede arrinconar la fe al intentar
resolverlas. Existe un notable desnivel entre lo poco que se sabe y se dedica
de atención a Dios, y lo mucho que nos absorben e interesan las demás
solicitudes temporales. No es extraño que se produzcan eso que ha venido en
llamarse "crisis de fe" y, hasta cierto punto, el no producirse
podría ser señal de inconsciencia. Pero no basta con lamentarlo. Muchas veces
tales lamentos proceden de muy dudosa sinceridad, en vano intento de
justificarnos de descuidos y perezas por haber desperdiciado fáciles y
óptimas ocasiones para cultivar nuestra fe. |
No
nos perdamos en lamentos, ni en reproches de deberes incumplidos achacados a
los demás. Nosotros, ¿qué hacemos y, si algo hacemos, con qué orden y con qué
constancia? Si dudamos de qué medida debemos aplicar a nuestra vida
religiosa, a mantenernos en una fe que no se desentienda del contexto de todo
nuestro hacer y vivir, es fácil llegar a algún criterio práctico comparando
las energías que dedicamos a todo lo que no es Dios. ¿Qué le dedicamos a
Dios? ¿Cómo asistimos a Misa? ¿Qué interés ponemos en la vida de la Iglesia,
como plan de Dios en el mundo, no como mera curiosidad polemizada para
lucirnos en discusiones, o para justificar nuestro descuido, culpando a los
demás? ¿Y qué hacemos para que los demás, a través de nuestra vida y trato,
puedan ver (sin exhibicionismo ni disimulada vanidad beatil) la sinceridad de
nuestra fe? |
Lo
sorprendente es que, para muchos que todavía se llaman cristianos, exista el
recuerdo de Dios, a pesar de dedicarle tan poca atención. No es extraño que,
después de una larga temporada con una idea de Dios tan
"accidental", acaben muchos borrándose del Cristianismo: o porque
han crecido en otros conocimientos y han quedado atrasados en los que les
quedaban de Dios, o porque en Dios ya no encuentran consuelo o diversión o
halago, o porque para ser consecuentes para con su fe, aún elemental, deberían
imponerse unos esfuerzos a los que se resiste su falta de generosidad. Y por
no tener que reconocerlo, "se borran" de Dios. |
{2
(122)} |
2.
Límites |
CONOCER
sus propios límites constituye el secreto de la fuerza del hombre. Conocerlos
para hacer todo lo que alcanza: conocerlos paro no hacer menos, ni más. |
Esforzarse
no es impregnar de furia temperamental el impulso de cada intento, de cada
acción. Esforzarse es no ceder a pereza o cobardía alguna; pero no es apostar
y romper, en hipoteca suicida, dando el salto en el vacío, tentando a Dios.
Los demasiado partidarios de esfuerzos extraordinarios no suelen mantener la
constante del ordinario, esforzado y sencillo hacer. |
La
fuerza de que disponemos y que hemos de poner entera en el trabajo, en la
fiel dedicación al bien que hemos de hacer, ha de ser iluminada; el impulso
ha de ser conducido. Hay una racionalidad incluso para lo santo: |
fuera
de ella, o vivimos de ilusiones, o tentamos a Dios. Lo primero es tontería,
lo segundo es pecado. |
Cuando
incurrimos en alguno de esos fallos, debemos imputarlo a no haber siquiera
mirado, o a haber confundido o a haber prescindido del dato de nuestros
propios límites: éstos nos los da la inteligencia, los juzga e interpreta la
conciencia y los decide la libertad depurada de arbitrariedades. La libertad
es preciosa, pero delicada porque su recto uso supone una profunda y
arraigada honradez. |
El
limite de lo que podemos y debemos hacer, en su validez inmediata e
instantánea, está más hacia ACA de la absoluta, última y rotunda perfección
de lo que alcanza el ideal: el sonido es más rápido que los cuerpos
terrestres concretos, la luz es más rápida que el sonido, y la Inteligencia
más rápido que la luz. Se alcanza, finalmente, el ideal, no en la explosión
de un instante, sino en el progreso diligente de paso tras paso y día tras
día. Hoy no podemos hacer, todavía, la tarea de mañana, no podemos anticipar
al {3 (123)} esfuerzo actual el contorno circunstancial todavía inexistente
―no habría aire para este pájaro, ni mar para este pez―: pero
mañana depende ya de hoy y engarzamos su eficacia en este presente no
despreciado. |
La
fuerza y la sabiduría del hombre creyente dependen de la atención y el
respeto a este orden establecido por Dios: es un orden natural, pero que
sirve de cauce ―como el de los ríos al agua― para todo lo
sobrenatural. |
Hay
que mantener, indeclinable, la tensión hacia el ideal, pero sin olvidar los
medios, andando a pie los caminos. San Agustin nos hizo lo advertencia que en
si mismo, reflexivamente, experimentó, de que Dios que nos ha dado la
existencia, el ser, sin consultarnos a nosotros, no obra en nosotros ningún
crecimiento en el bien, sin nuestra consciente y diligente colaboración. Este
crecimiento o desarrollo no se opera de manera instantánea, sino sucesiva,
esforzada y prudente. |
Conocer
los propios límites, para no desperdiciar ni malgastar ninguna energía, lo
mismo que para no caer en el vértigo de ninguna presunción o temeridad. Hay
falsas humildades que cubren perezas o disimulan cobardías, y fingidas
valentías enraizadas en la presunción y la soberbia. La vida, la libertad, no
admiten huidas ni dimisiones: exigen, sencillamente, honradez, generosidad,
modestia, constancia y fe. |
No
un esfuerzo nacional, sino un esfuerzo humano. |
Yo
imagino que la Humanidad, cuando haya comprendido, en bloque, que está
sellada sobre sí y que solamente puede contar con ella en el mundo (si no en
los cielos) para salvarse (experimentalmente, bien entendido), sentirá en
primer lugar pasar por sus fibras un inmenso estremecimiento de caridad
interna. Nos ocurre al percibir, por relámpagos, qué tesoros de bondad oculta
el hombre para el hombre, en su corazón. Pero estos tesoros están casi
siempre cerrados, de forma que, de la sociedad, apenas conocemos más que las
servidumbres y los tropiezos: |
los
hombres de hoy viven al azar, sin buscarse y sin amarse...Si la presión de
una gran necesidad común llegase a vencer nuestras repulsiones mutuas y a
romper el hielo que nos aísla, ¿quién puede saber qué bienestar y qué ternura
no saldrían de esa multitud armonizada? |
Entrevemos
justamente, en la hora presente, lo que puede ser un esfuerzo nacional. Será
preciso, sin embargo, que la Humanidad adulta, bajo pena de perecer a la
deriva, se eleve hasta la idea de un esfuerzo humano, específico e integral. |
Teilhard
de Chardin |
{4
(124)} |
3.
Y ahora, los nudistas |
NO
SOMOS historiadores ni antropólogos, y no vamos a discutir, aquí, de si el
vestido es o no indispensable al cuerpo humano o simplemente se trata de un
adorno que comenzó por vanidad o superstición y que luego, en progresiva
sofisticación, el vicio cultural ha convertido en imprescindible, entre otras
cosas, porque el hombre ha descubierto la comodidad de la protección térmica
de tal envoltorio o el realce estético, por lo menos ocasional, que le
proporciona. Y que si ahora, en amplios sectores, no se acepta la desnudez
habitual, es porque ya ha perdido, sin hacer por recuperarla, su primitiva
ingenuidad y se le han atrofiado las capacidades físicas de acomodación o
resistencia inmediata frente a las inclemencias exteriores. Dicen que las
guerras las hacen hombres "vestidos"; pero también es verdad que el
buzo lo mismo que el astronauta necesitan complicados "vestidos"
especiales para descender a las simas o alcanzar las alturas de lo
desconocido y maravilloso. |
Todo
puede y seguramente, debe relativizarse. El hombre es un ser en
transformación y, al mismo tiempo, transformador del entorno que le envuelve
y habría mucho que discutir sobre hasta qué punto las transformaciones o
cambios que introduce en su modalidad vital constituyen siempre un hito del
progreso humano o, acaso representan, en alguna ocasión, un regreso que el
cansancio de lo sencillo, en ingrata reacción, le provoca. La técnica
―también es arte y es técnica el vestido― puede multiplicar los
valores naturales y agilizarlos... y puede, contradictoriamente, destruirlos. |
No
vamos pues a discutir. Pero sí a referirnos a algo chocante, a nuestro
juicio, porque puede significar que, a pesar de la invocada vuelta a la
simplicidad, incurran (por lo menos el sorprendente detalle que vamos a
relatar) en aparentes artificios y utilizaciones de lo divino, más bien
propios de la sociedad o culturas que precisamente ellos, denuncian. |
La
Federación Internacional de Nudistas, el pasado mes de agosto, celebró su
Congreso en una isla de Rhin y, con tal ocasión, solicitaron y obtuvieron que
un pastor luterano fuese a bendecir su asamblea, compuesta por miembros de
todas las procedencias ideológicas y religiosas de un crecido {5 (125)}
número de países, principalmente europeos de aquende y allende del
"telón de acero". Lo cierto es que, en otra no muy lejana ocasión,
y para un suceso semejante, habían hecho la misma solicitud a sacerdotes
católicos, quienes, advertidos por su obispo, no accedieron. |
Tenemos
dos cosas a objetar ―no al pastor, sino a los nudistas―: en
primer lugar se nos antoja que es querer "vestir" de forzada
religiosidad la simplicidad natural de la filosofía que profesan. Lo cual nos
lleva de la mano a esta segunda reflexión, ya apuntada: |
incurren
o reproducen la tendencia abusiva, tantas veces criticada, de la hipocresía
burguesa, hipercivilizada, amiga de los convencionalismos espirituales y las
apariencias falaces, o invocadora de una trascendencia que utiliza como
medio, pero se resiste a admitir como fin. |
Hoy,
la Iglesia, las iglesias, recuperan con vehemencia su original misión de
predicar, evangelizar, enseñar, adoctrinar en la fe; incluso denunciar los
errores que se oponen a ella y a lo que es fundamental en la naturaleza, de
modo que no queda tiempo para adornos y comparsas, políticas, culturales o
filosóficas. Se resiste el Evangelio a ser utilizado. |
Cabe,
en ellos, sin embargo, una excusa y es que, conscientes o no de su error o su
abuso, es cierto que no han pedido a nadie que bendiga armas ni aliente,
sacrílegamente, en nombre de Dios, guerra alguna; ni predique esperanzas de
cielo, callando la denuncia de las injusticias de la tierra. |
4.
La «prenotificación oficiosa» y el «derecho de veto» en la designación de
obispos |
LA
LLAMADA "prenotificación oficiosa" o "simple", por la
cual Ja Santa Sede comunica a un Gobierno los nombres de los candidatos al
episcopado, por si tiene objeciones políticas oponibles a los respectivos
nombramientos, va a ser la forma que sucede a la del desafortunado Concordato
―en desmantelación― de 1953, para la provisión de las sede,
episcopales en territorio del Estado español. |
Voces
autorizadas se han apresurado a puntualizar que tal
"prenotificación" no podía equipararse al derecho de veto",
puesto que, tal como se especifica en el documento suscrito por ambas partes
(Santa Sede y Estado español), la valoración de las posibles objeciones
políticas corresponden, en ultimo término, "a la prudente consideración
de la Santa Sede". |
Esto,
sin embargo, no significa otra cosa que, de producirse y mantenerse
objeciones, la Santa Sede puede, teóricamente, imponer su punto de vista y
desafiar las que estime improcedentes. Lo cual es muy dudoso que llegue jamás
a producirse. Precisamente para que no se produzca se desciende a este
"acuerdo" que transforma el más rígido y cesarista anterior, de
1953, que tan perjudicial ha sido al bien espiritual del pueblo fiel español,
al dar una reiterada imagen politizada a los miembros de la jerarquía
eclesiástica española, con una confusión a pique de reproducir la del
arrianismo histórico, siglos ha superado. |
El
acuerdo, de todos modos, tiene de positivo el siguiente significado: que
reconoce prácticamente, por lo menos, la inviabilidad de aquella confusión
que instrumentalizaba a la Iglesia para utilidad del dominio político
interior, en un Estado débil y discutido. |
No
corresponde a nosotros analizar hasta qué punto benefició o perjudicó al
Estado tal estrategia; pero ciertamente perjudicó a la Iglesia, mediatizada
políticamente, con males que sería largo enumerar, pero que, {6 (126)} desde
una visión de fe, es fácil poner en evidencia. De proseguir se habría llegado
a una Iglesia poco más que folclórica, convertida en elemento administrativo
del Estado. |
El
bien de la levadura evangélica no se habría acabado de extinguir, pero
siempre "a pesar" de la falsa apariencia dada por la autodefinición
oficial del catolicismo nacional. No es poco, pues, lo alcanzado ahora. |
Pero
no es bastante, y hay que confiar que, el principio que con tal acuerdo se
establece, progrese hacia la total independencia espiritual y jerárquica de
la Iglesia. |
Córrase
o no se corra para aclarar que no se trata, la "prenotificación
oficiosa", de un "derecho de veto", ya resulta sintomática que
se hagan precisas tales aclaraciones. |
Aunque
sea evidente que, formalmente, tal puntualización resulta válida, queda
expedita, sin embargo, la posibilidad del hecho", o virtualidad
implícita de la coacción moral, incluso antecedente. El compromiso del
"secreto" con que las diligencias se han de llevar a cabo protege
la consecuente. Esa "prenotificación" no es pues un simple y
comprensible acto de cortesía", sino un tamiz que actúa de condicionador
político. |
Antes
existía la selección política de derecho" y ahora el condicionamiento
político "de hecho". |
Resumidas
comparativamente, la situación creada por el Concordato de 1953 y la actual,
resulta lo siguiente: en aquél, las objeciones a los seleccionados por el
Estado, las podría poner la Santa Sede; ahora, las objeciones, a los
seleccionados por la Santa Sede, las puede formular el Gobierno español.
Después de un primer ensayo primaveral, pero falaz, aquel procedimiento ha
conducido a bloqueamientos ya irreductibles; está por ver a dónde nos va a
conducir el de ahora, más allá de los primeros expectantes ensayos. |
Porque
el problema sigue siendo el mismo: |
con
presiones llamadas jurídicas", concordatarias o contractuales primero, o
con tanteos y, en realidad, ofertas o consultas al César ahora. En lo civil,
la contra prestación correspondiente seria, que también para los cargos
políticos y administrativos más relevantes, existiera el requisito
equivalente de una "prenotificación oficiosa" a la Santa Sede, por
si hubiera objeciones "religiosas" oponibles al candidato del
Estado en las funciones de gobierno. Por lo mismo que se comprende que la
Iglesia nunca exigirá esto, no debiera ocurrir lo contrario cuando se trata
de la designación de sus jefes o pastores. Es patente. |
Está
muy bien el principio que encabeza el artículo primero del reciente
documento, en el que se dice textualmente: "El nombramiento de
arzobispos y obispos es de la exclusiva competencia de la Santa Sede".
Pero esto se dice siempre: lo malo son los añadidos. |
El
único matiz o condición comprensible en la hipótesis de un Estado
aconfesional, podría ser la de que éste se reservara la concesión del permiso
civil de residencia, en el extraordinario supuesto de que los designados
fueran extranjeros. El resto es asunto interno y, como se dice en el texto,
de la exclusiva competencia de la Santa Sede", de la Iglesia. Y no
menos. |
{7
(127)} |
5.
Sólo dos mil años |
SI
COMPARAMOS esta cifra con la edad, indescifrable, del mundo; si se compara
con la del planeta Tierra, si con la aparición de la vida en él; si con la
edad de la Humanidad o con los más antiguos vestigios de su búsqueda de Dios,
¿qué son sólo dos mil años? |
Hace
sólo casi dos mil años que Jesucristo dijo a los que eran simiente de la
Iglesia: "Id por todo el mundo, anunciad el Evangelio a todos los
pueblos". |
¿Se
ha cumplido este encargo de alcance universal? |
La
Humanidad creía y sigue creyendo en el Dios verdadero o en dioses falsos,
pero todavía, tomada mayoritariamente, el anuncio del Evangelio de Jesucristo
no ha cubierto la faz de la tierra. ¿Son dos mil millones, son tres mil
millones los que falta por evangelizar? Dedicados específicamente a esta
parte de la humanidad que no tiene noticia de Cristo, la Iglesia tiene poco
más de cien mil personas ―más del doble son mujeres― plenamente
dedicadas a este apostolado pionero o, como se le suele llamar,
"misional". |
El
resto del apostolado más o menos organizado se ejerce en el mantenimiento de
las grandes zonas con tradición cristiana, de las que tampoco es siempre
posible restar sacerdotes y religiosos y religiosas para destinar a la
evangelización exterior. |
Además,
el Evangelio no es un proyecto culturizador, sino un anuncio que espera la
respuesta libre de las conciencias y que, en el marco social, Do debe
desplazar las culturas para imponer otras nuevas, sino servir de levadura
para fecundar en la fe y la gracia las autóctonas. Esta razón tampoco permite
la ligereza "conquistadora", "propagandística" o política
con que los poderes del mundo imponen sus intereses e ideologías dominadoras.
No es "un reino de este mundo" o como los de este mundo. Parece que
la Iglesia va despacio, pero, en comparación con el alzamiento y el
hundimiento y ruina de las estrategias y reinos temporales, la Iglesia, con
medios más humildes, mantiene una permanencia y crecimiento superior a los
regímenes, dinastías o instituciones que han intervenido en la Historia. |
Esta
constatación, en modo alguno, puede satisfacer al verdadero creyente, para
que se desentienda de la misión expectante, que es esencial a la presencia de
la Iglesia en el mundo. |
Pues
a pesar de la superior permanencia {8 (128)} de la Iglesia, ésta no ha
desarrollado toda su eficacia, ni en los mismos que nos profesamos creyentes,
ni ha sido siempre la santidad el testimonio que los que desconocen a Cristo,
han podido contemplar en ella. Su misma presencia en medio del mundo la ha
salpicado del polvo de sus vanidades y egoísmos y, lo prodigioso ha sido que,
a pesar de tales riesgos y condicionamientos históricos, ha mantenido íntegra
la verdad recibida de Cristo: |
para
decirla a los demás y para aplicársela a ella misma, vuelta siempre en
constante conversión. |
Cuando
pensamos en lo que falta todavía por evangelizar, miremos, además, cerca de
nosotros mismos, y mirémonos a nosotros mismos, porque predican a los
infieles no solamente los cien mil misioneros, hermanos nuestros, que están
en continentes distantes. Los que allí se les acerquen y les oigan las
palabras del anuncio evangélico, enseguida les preguntarán de dónde vienen y,
al fin, nos mirarán a nosotros: mirarán nuestra sociedad, nuestras leyes,
analizarán nuestras instituciones y los ideales e intereses que nos dominan,
y no bastará que nos llamemos "cristianos" si las conductas lo
desmintieran. |
Si
les hemos de predicar a Cristo y esperamos de ellos una adhesión no
infantilizada, o fanática o enajenante, sino una aceptación de hombre libre
que acaba de descubrir a Dios y su proyecto en el mundo ―el Reino de
Dios―, y hemos de decirles la verdad, no podremos hacerlo sin reconocer
que Judas y Caín están todavía con nosotros, porque hemos blasfemado llamando
"santas" a algunas guerras, porque a ellos mismos les vendimos Y
Vendemos armas para que hagan las suyas y nos ahorremos de las nuestras,
porque les hemos robado sus riquezas, les hemos explotado haciéndoles
trabajar y vivido de este beneficio, y no les hemos instruido por temor de
que descubrieran, más deprisa, nuestra hipocresía. |
Esas
grandes zonas de tradición cristiana, no son todavía cristianas: |
errores
y pecados, satisfacciones anticipadas y retrasos de conversión mantienen la
misma urgencia, necesitan la misma reiterada predicación de una verdad sólo
parcialmente conocida o sólo parcialmente aceptada. Sin poder negar todo el
cambio enorme que, desde hace dos mil anos, a partir de la predicación del
Evangelio, se ha obrado en el mundo, queda, todavía y aquí, otro tanto por
hacer. |
Lejos
de su propio país, en la avanzadilla misionera de la Iglesia, hay poco más de
100.000 hombres y mujeres que han consagrado su vida a la evangelización de
los que no conocen a Cristo. De cada diez de ellos, uno es español y, entre
los españoles, la mayoría vascos. |
{9
(129)} |
6.
ATEÍSMOS |
PERDER
la fe no es fácil. Por más que, como don, no alcance P lo absoluto y, como
experiencia, sea un bagaje provisional, no definitivo, como todo lo que cabe
en la temporalidad de la vida del hombre. La fe comienza como una gracia,
cuyo contenido es la semilla de un conocimiento sobrenatural de Dios, que
luego la inteligencia, la libertad y todas las capacidades del hombre,
peregrino en este mundo, deben secundar. |
La
fe es un principio de conocimiento y una búsqueda de Dios. La fe no es el
producto de una conclusión silogística, aunque ningún silogismo, sin vicio
lógico, se le puede oponer. Los que hubieren llegado a un conocimiento de
Dios como Ser cumbre puesto en la cima del orden ontológico universal, no
habrían llegado a tener fe por la simple conclusión de su razonamiento, que
conviene en llamar "Dios" al ser supremo, tras el cual sigue la
colección de los restantes seres inferiores. |
Una
idea naturalizada de Dios puede resultar de alguna utilidad para explicarse
otras cosas, puede servirles de recurso para amortizar dudas o ahorrarse
indagaciones sobre problemas físicos o éticos difíciles de afrontar. Pero
Dios es más que una razón suprema, o que un motor universal. El Dios
cristiano, por lo menos, no puede ser utilizado para ahorrarnos los
planteamientos más difíciles de la vida, sino, en todo caso, para
estimularnos 0, más bien, comprometernos a encararnos con ellos e intentar
resolverlos honesta y generosamente, con criterios que no suprimen, desde la
eminencia de la fe auténtica, todo el esfuerzo natural, aunque elevado por y
hacia la trascendencia. |
Por
estas razones, cuando hay gentes que nos dicen que han perdido la fe, puede
pensarse que, en realidad, lo que han perdido, con independencia del nombre
que le den, no era la fe, sino, {10 (130)} a lo sumo, alguno de sus
sucedáneos. No pudieron perder lo que no habían tenido. |
Y
en cuanto a la pérdida de la verdadera fe, a la apostasía como tal, al
abandono total de la referencia a Dios desde el conocimiento sobrenatural de
la primera, aunque imperfecta, sincera iniciación cristiana, es algo que
ocurre con poca frecuencia, porque hace falta un rechazo insistente y
protervo que, incluso para un acto negativo, requiere una fuerza y calidad
personal que no alcanza la mediocridad de los que, tomando la fe como
sugestión, también padecen la sugestión de haberse desprendido de ella. |
Hay
maneras de entender la fe y formas de creer que no tienen nada, o tienen muy
poco que ver con la fe genuina. Existen verdaderos ateísmos envueltos en
leves sugestiones pseudo-religiosas, insustanciales, a modo de refugio,
transferencia o simple enajenación. |
Por
otra parte ―y sin proclamar el principio de su legitimación
universal―, hay ateísmos o formas de negación de Dios, que no están
lejos, en quienes los profesan, de actos de acercamiento a la verdadera fe.
Los que rechazan a un "dios" convencional, complemento burgués de
egoísmos radicales, deformación manoseada del Dios grande de la Biblia y de
Jesucristo, decoración cultural o acomodo legitimador de seguridades
discriminatorias, no merecen reproche ni desde la posición de la fe. Reniegan
de un dios que tampoco es cristiano. Si lo confunden con el del Cristianismo,
lo hacen por error. |
Si
su negación de Dios no parte de resentimiento alguno, sino de haber elegido
algo que estiman mejor, perseguido y proclamado, bajo las formas de justicia
y de verdad, de respeto y {11 (131)} defensa leal de todo el orden creado, en
eso mismo ya se mueven, aunque lo ignoren, a impulsos del mismo Dios
verdadero, en quien dicen no creer, aunque ya se hallan cerca de él. |
Está
más cerca de Dios el hombre que lo niega, pero se entrega a un ideal de bien
para ser compartido con todos sus semejantes, sin permitir que se le corrompa
ese mismo ideal por concesiones al propio egoísmo o a la soberbia, que el que
se declara fiel y cristiano, pero que sólo busca en Dios una seguridad que le
ampare, le honre o le libre de miedos, La fe, lo mismo que un ideal, y más
todavía que un ideal, vale más que la vida. Un verdadero idealista puede
comprender algo de lo que es la fe cristiana, aunque él mismo no sea
creyente. Y un verdadero cristiano puede ser el mejor idealista. |
Pero
un resentido o un perezoso, ni podrá racionalmente descubrir la felicidad, ni
será capaz de ideal alguno, ni podrá prepararse para el primer acto de fe que
ilumine y libere su vida y se convierta en luz para los demás. |
El
común de los hombres consideran a Dios como un ser a distancia. Pero el
cristiano que se mueve en su presencia, que acoge su Espíritu, no se ve
precisado a buscar sus huellas fuera de sí mismo. |
Movido,
conducido por Dios, le basta dejarse llevar... |
Yo
no digo que esto ocurra de manera absoluta, pero sí que resulta del estado
del alma que se alcanza por la oración mantenida y vigilante. |
Card.
NEWMAN |
{12
(132)} |
7.
comentario leve: EL NIÑO, SIN CLASE DE RELIGIÓN |
SE
TRATA de un supuesto no imaginario: un niño regresa del colegio público, al
comenzar el curso y ya con los libros "nuevos". El maestro les ha
dicho, en clase, que no les explicará religión, que la pueden estudiar por su
cuenta, en el libro de E. G. B. correspondiente. |
No
vamos a discutir, aquí y ahora, sobre la conveniencia o no de incluir las
materias de religión en las escuelas de alumnos supuestamente bautizados y
miembros, con sus familias, de la Iglesia. Incluso vamos a prescindir de si
el maestro puede o no inhibirse de esta parte del programa de enseñanza
establecido. Puede que él mismo no tenga fe y prefiera no incurrir en
hipocresías; puede que su propia formación religiosa sea tan elemental o
borrosa que no llegue a situar su importancia en relación con el conjunto de
las otras materias y opte por "aprovechar mejor el tiempo"
explicando matemáticas o geografía...; puede, incluso, que no sepa distinguir
entre lo que, en materia de religión, deba ser objeto de estudio y
conocimiento, de lo que, por referirse a la inmediata preparación para
recibir los sacramentos, corresponda al sacerdote y de este modo,
olímpicamente, se desentienda de todo. |
Lo
que aquí nos llama la atención es la más común reacción que es obra de los
padres del niño que llegó a casa con el mensaje de que en la escuela el
maestro les dijo que no enseñaría religión, que la estudien por su cuenta.
Suponemos que la familia que oye al niño es cristiana. ¿Cuál será su
reacción? Al fin y al cabo son los primeros responsables del niño, antes y
por encima de la misma escuela. |
Es
posible que la familia lamente la indebida omisión; es menos probable que en
la familia se asuma la tarea de suplir y dar la instrucción religiosa que el
colegio descuida. Y es casi seguro que, si en vez de tratarse de la religión,
el niño hubiese llegado a casa diciendo, por ejemplo: "El señor maestro
nos ha dicho que no enseñará aritmética, o gramática, {13 (133)} o
historia... y que, como está en el libro, la estudiemos por nuestra
cuenta", allí se armaba la de Troya. |
La
familia, llamada cristiana o no, levantaba clamorosa protesta, exigía
inmediata rectificación y garantía de integridad en la enseñanza. Y si tal
exigencia no era infaliblemente atendida, obtenía la expulsión del maestro si
se tratara de un colegio estatal, o infamaba al establecimiento y directores
si era un colegio privado, y el niño era llevado a otro centro. |
Pero
con la religión no ocurre así. Salvo poquísimas excepciones, incluso la
familia "cristiana", se resigna. El niño, hasta donde alcance en su
reflexión, sacará la consecuencia de que poca importancia debe tener todo eso
de Dios y la religión cuando el maestro, sin rubor, la relega, y la familia
se desinteresa. |
La
"religión"... Eso: una costumbre, una tradición, un sentimiento, un
complemento, un adorno, a veces una distracción. Lo importante, lo único
verdaderamente importante para tantos paganos que se llaman ―no
importa― "cristianos", es lo demás. Lo demás, como dicen,
"da cuartos", y los cuartos dan seguridad, infunden respeto y
proporcionan bienestar. Incluso biológicamente, a los espiritualmente huecos. |
Lo
peor de estas familias, no es que sean paganas, sino que, siendo todavía,
pasen o se hagan pasar por "cristianas". |
UN
DIOS GRATUITO. |
Cuando
Dios muere en una sociedad, de su cadáver surgen dioses alienantes. |
Pero
el único Dios vivo es el Dios de Jesucristo; un Dios que no se impone, sino
que se entrega; cuya relación con el hombre no es una explicación, sino una
salvación. |
Un
Dios en lucha radical contra los dioses. |
Un
Dios gratuito, pero no superfluo. |
Sólo
la fe en este Dios gratuito esteriliza el cuerpo social contra la alienación
religiosa. |
José
M. González-Ruiz |
{14
(134)} |
8.
documento: AFIRMACIONES PARA UN TIEMPO DE BUSQUEDA |
Con
el título que antecede, un grupo de teólogos españoles, muy próximos a la
Conferencia Episcopal, presentaba, a principios del pasado verano, un
documento que trataba de "redefinir" el papel de la Iglesia en
España, en el momento actual. Se intenta desvincular la misión de la Iglesia
de la que pudiera resultar de la identificación con cualquier molde cultural,
o un concepto de la sociedad, o un medio político. Es algo de lo que, de modo
y con estilo y oportunidad periodística, nos han recordado y recuerdan con
insistencia cristianos sinceros como el moralista Aranguren o teólogos
avanzados como González Ruiz. Aunque el documento es interesante en toda su
extensión, aquí reproducimos solamente sus últimos párrafos. |
Incompatibilidades
estructurales y éticas {1} con el capitalismo {1} y el marxismo |
•
No pocos cristianos, que perciben agudamente la incompatibilidad entre las
estructuras capitalistas y la realización de una comunidad fraternal
universal, optan por el socialismo, considerado como alternativa global y
opuesta a la sociedad capitalista. |
Desde
un punto de vista teórico y global, no es difícil detectar la convergencia
existente entre ciertos objetivos del socialismo y las exigencias éticas de
la vida cristiana. |
La
satisfacción de las necesidades personales y comunitarias, en lugar de la
búsqueda del lucro privado; la abolición de cualquier forma de explotación y
opresión, mediante la creación de estructuras opuestas a la discriminación
clasista; la acentuación del carácter comunitario {15 (135)} del hombre....
solicitar la adhesión del cristiano, que quiere ser fiel a las exigencias del
seguimiento de Jesús. |
La
Iglesia, Independiente {1} y crítica |
Con
todo, sería peligroso desconocer el pluralismo de las concepciones teóricas,
de las realizaciones prácticas y de los programas políticos que se esconden
bajo el mismo denominador común de socialismo, dentro de los cuales se
contienen afirmaciones inconciliables con la fe cristiana. La autonomía del
cristiano en la construcción del mundo no es tan ilimitada que le permita
acoger cualquier ideología o aprobar indiscriminadamente cualquier programa
político. Si no queremos desembocar en un nuevo dualismo o en un
reduccionismo que extenúe los contenidos de la fe, hay que reconocer a ésta
la capacidad de someter a crítica, desde su peculiar punto de vista, todas
las ideologías y programas. |
La
Iglesia estimula y anticipa la justicia {1} y la fraternidad |
La
salvación cristiana trasciende las realizaciones humanas, al mismo tiempo que
asume y estimula las aspiraciones y realizaciones que contribuyen a crear
progresivamente al hombre como imagen de Dios, en su doble vertiente personal
y comunitaria. La convergencia no puede convertirse en identificación; la fe
no puede reducirse a cobertura de nuestros proyectos; la racionalidad
política no es la última palabra para el cristiano; la Iglesia no es
simplemente la reunión de los que se identifican con el mismo proyecto
social. |
La
libertar de la Iglesia y la autonomía {1} de los cristianos {1} |
•
Hay que afirmar que la Iglesia debe ser una comunidad real, en la que se viva
personal y socialmente el Evangelio más allá de las exigencias de las leyes
civiles y de los usos de la sociedad circundante, de tal manera que aparezca
ante los hombres el ejemplo vivo de una vida humana reconciliada, libre y
liberadora, que sea a la vez crítica y estímulo para la sociedad entera.
Aunque la Iglesia, por su origen y por la naturaleza de sus últimos
objetivos, no puede identificarse con ninguna institución humana ni ningún
objetivo histórico, ella tiene que testificar y trabajar en favor de un
progreso real de la humanidad hacia el modelo esperado del Reino de Dios,
encontrándose con todas las fuerzas positivas y nobles que mueven a la
humanidad, y manteniéndose a la vez distanciada {16 (136)} y libre para
criticar en ellas todo lo que no esté suficientemente abierto u orientado a
esta plenitud final, que no nace de la tierra, sino que tiene que ser
esperada como don de Dios a los hombres de buena voluntad. Los cristianos,
bajo su personal responsabilidad, tienen que trabajar, por todos los medios
posibles y legítimos, en favor de esa permanente humanización de la sociedad,
pensando que así cumplen los mandamientos de Dios, santifican su nombre y
preparan la venida de su Reino. |
Por
todo ello es preciso reconocer la validez de los esfuerzos por independizar a
la Iglesia de las vinculaciones sociológicas y políticas que le impiden
realizarse a sí misma auténticamente como una comunidad de creyentes y
ejercer tanto su función crítica y respecto de todos los aspectos pecaminosos
y deficientes de la sociedad como su función estimulante y anticipada en
favor de una humanidad siempre más justa y más fraterna. La Iglesia debe
mantenerse siempre en una dolorosa dialéctica con la sociedad entera, pero no
puede dejarse en volver enteramente por ninguno de los polos dialécticos en
que vive disociada la humanidad. Dejaría de hacer sus aportaciones
específicas al conjunto de la sociedad y de la historia. |
La
Iglesia, comunidad {1} corresponsable |
•
Los ministros de la Iglesia son escogidos y consagrados para dirigir la vida
religiosa de los creyentes, alimentar y estimular su fe, presidir sus
celebraciones, expresar y mantener continuamente la unidad de cada comunidad
de creyentes y de todas las comunidades entre sí, sin perjuicio de una
auténtica corresponsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. |
La
primacía del culto {1} "en espíritu y verdad" |
Esta
misión no puede ser nunca instrumentalizada por las opciones políticas de
quien las desempeña. Su ordenación y sus funciones específicas tienen sólo
significación y autoridad dentro de la comunidad misma y respecto de los
creyentes; ante el conjunto de la sociedad, y desde un punto de vista civil,
son ciudadanos como los demás, sometidos a las mismas leyes que los demás, y
sin otra autoridad o relevancia que la que sus méritos personales les
confieran. No tiene un sentido claro que los sacerdotes se sientan dirigentes
de barrio o animadores de grupos {17 (137)} políticos, ni que los obispos se
sientan llamados a orientar las actuaciones políticas de sus conciudadanos.
Puede ser que el peso de nuestras tradiciones haga esto todavía inevitable,
pero es necesario darse cuenta de que es ésta una situación confusa,
indiferenciada y arcaica, con demasiados rasgos de una sociedad medieval, y
aun precristiana. |
Mientras
tanto, los temas específicos que sustentan la fe y construyen la Iglesia no
son suficientemente atendidos, entre otras cosas, porque no se confía
suficientemente en el valor humanizador de la religiosidad ni del culto
verdadero respecto de todas las realidades humanas; también las económicas,
sociales y políticas. |
La
Iglesia ha de afirmarse desde sí misma |
Los
cristianos y todos los miembros de nuestra sociedad tienen derecho a esperar
de los pastores que aclaren los elementos y objetivos primordiales de la
Iglesia, su forma específica de situarse y actuar en la sociedad
contemporánea, así como las principales incompatibilidades con las
estructuras y con la ética del capitalismo y del marxismo. Han quedado atrás
los tiempos de la indeterminación, de la timidez y de las convivencias. La
Iglesia debe afirmarse y hacerse respetar desde ella misma y desde unas
posiciones sólidas y claras. |
La
autonomía de la sociedad civil para sus problemas políticos {1} y jurídicos |
•
Entramos en una época de creciente libertad y pluralidad social. Es
importante que la Iglesia subraye su diferenciación del resto de la sociedad.
No en el sentido de ofrecer a los cristianos refugio en un paraíso
espiritualista al margen de la vida real y de los verdaderos conflictos de
los hombres, sino para delimitar bien su propio origen, sus formas de vida,
sus propias competencias y sus aportaciones específicas a la redención y a la
liberación de la humanidad y de los hombres concretos. Para ello es preciso
reconocer a la sociedad civil su plena autonomía respecto de sus propias
cuestiones, acostumbrarse a decidir los problemas de la comunidad política
por procedimientos políticos. Es urgente sentar las bases para que los
problemas políticos o jurídicos que se pueden plantear dentro de poco entre
nosotros no se quieran resolver en el campo de los ordenamientos civiles por
procedimientos, y mucho menos por imposiciones, religiosas. Que los problemas
que hayan de ser dilucidados políticamente en el campo de las instituciones
{18 (138)} y los ordenamientos civiles y jurídicos no se conviertan en nuevas
divisiones dentro de la Iglesia ni en fuente de nuevos rechazos desde la
sociedad frente a una Iglesia civilmente prepotente. Temas como el del divorcio
tienen que tener un tratamiento propio dentro de la Iglesia para los
creyentes que quieran vivir de acuerdo con las exigencias de la fe cristiana,
y otro diferente como objeto del ordenamiento civil. |
La
fe es liberadora y humanizante |
•
Deseamos una Iglesia que sea de verdad la comunidad de los creyentes
convertidos al Evangelio de Jesucristo, una Iglesia de hombres que crean en
Dios como origen y garantía de la plena salvación de los hombres y
testifiquen ante la sociedad el valor liberador y humanizante de esta fe. Una
Iglesia que no pretenda imponerse al resto de la sociedad ni quiera
fortalecerse con privilegios sociales, sino que viva civil y políticamente en
la misma condición que los demás ciudadanos y grupos sociales; una Iglesia
que honre el nombre de Dios ante los hombres y contribuya positivamente a
acercar la vida humana al Reino de Dios esperando, sin separarse de la
historia y sin confundirse con ella, sin huir del mundo y sin conformarse con
él, formando realmente parte de la sociedad, y no dejándose asimilar por nada
ni por nadie. |
Una
Iglesia convertida y sostenida por la esperanza de una humanidad justa y
feliz que viene de Dios. |
1
de junio de 1976. |
Ricardo
Alberdi, Rafael Belda, Olegario González de Cardenal, Juan Martin Velasco,
Antonio Palenzuela, Fernando Sebastián, José María Setién. |
En
los movimientos juveniles estadounidenses (hippies) había mucha más rebeldía
que voluntad de revolución. |
José
Luis L. Aranguren |
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