Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
151. JUNIO. Año 1977 |
0.
SUMARIO |
Publicación
mensual del Oratorio Núm. 151 JUNIO Año 1977 SUMARIO N UANDO la crítica no
sea ya desahogo de venganzas, frustraciones o resentimientos; ni las
adhesiones 4 búsqueda de seguridades artificiosas, ni la duda pereza de la
Inteligencia: ni el sentimentalismo sucedáneo del verdadero amor; ni las
decisiones cálculo salvador de las apariencias y mantenedor de la vanidad;
cuando el ansia de la propia justificación desaparezca y se despierte el
hambre y sed de lo mejor, al margen de nosotros mismos; cuando busquemos las
aproximaciones más adecuadas al querer y al plan de Dios en el mundo, en la
Iglesia y en la vida de cada hombre... estaremos lejos de la pérdida inútil
de energías y de la irracionalidad de cualquier fanatismo, o del embobamiento
de cualquier beatería. Y estaremos cerca, más cerca, del Reino de Dios, que
retardamos con los cálculos del egoísmo y las fantasías huecas de la
ignorancia. |
ORACIÓN
DE CONFIANZA |
¿DIOS? |
LAS
FIESTAS |
CRÍTICOS
Y ENAMORADOS |
BALADA
DE LA COSA MÁS PEQUEÑA |
EL
MARXISMO COMO CRÍTICA |
{1
(101)} |
1.
ORACIÓN DE CONFIANZA |
Tú,
que estás por encima de nosotros, |
Tú,
que eres uno de nosotros, |
Tú,
que estás –también- en nosotros, |
haz
que todo el mundo te vea —también en mí, |
haz
que yo prepare el camino |
para
que pueda agradecerte todo cuanto me suceda, |
sin
que olvide la miseria de los otros. |
Guárdame
en tu amor, |
lo
mismo que tú quieres que los demás |
permanezcan
en el mío. |
Que
todo lo que forma parte de mi ser, |
sea
para tu gloria, |
y
que nada me haga jamás perder la esperanza. |
Porque
yo estoy en tu mano, |
y
en ti reside toda fuerza y toda bondad. |
Dame
un corazón puro, para que te vea; |
un
espíritu humilde, para que te entienda; |
el
espíritu del amor, para que te sirva; |
el
espíritu de la fe, para que permanezca en ti. |
Tú, |
a
quien yo no conozco, |
pero
a quien, ya, pertenezco. |
a
quien yo no comprendo, |
pero
a quien, ya, está consagrado |
mi
destino. |
¡Tú! |
Dag
Hammarskjold 2 (102) |
{2
(102)} |
2.
¿Dios? |
TANTO
si se acepta, como si se rechaza, Dios es importante en el universo de
nuestras ideas, de nuestros sentimientos, de nuestros compromisos, de nuestra
vida. No se puede aceptar inconsideradamente, no se puede despreciar por
ligereza. A los que les sea demasiado cómodo creer, lo mismo que a los que
les sea más cómodo no creer, es preciso sacudirles la conciencia para
despertarle la responsabilidad. Hay fideísmos irracionales e irrazonables;
hay ateísmos, escepticismos y posturas sistemática y cerradamente críticas
tras las cuales se parapeta la pereza mental, o la vanidad por no confesar la
fundamental ignorancia, o el egoísmo endiosado vestido de mil pretensiones
intelectuales. |
Hay
críticos, no obstante, que lo son no por rechazar a Dios, sino precisamente
porque no dimiten en el afán por buscarle, por alcanzarle más puramente, dado
que la idea que podamos tener de Dios siempre resulta necesariamente
incompleta, y por ello es preciso insistir en la depuración y en el
desarrollo nunca terminado. A algunos que salen diciéndonos que "han
perdido la fe", puede que no les ocurra otra cosa que la de haberse
detenido en borrosas ideas elementales y hasta pueriles, respecto de Dios,
que ya no les sirven cuando, en otros aspectos, han progresado en el
conocimiento de las cosas y la experiencia de la vida, se trata más bien de
un desfase no superado, de una incoherencia a la que han faltado estímulos o
que no ha respondido a los estímulos para avanzar, también en el conocimiento
y trato con Dios, a la par que en el resto de la vida y saberes humanos. |
También
se dan los poco exigentes consigo mismos, que no advierten o no se detienen a
considerar la propia incoherencia, y consiguen así ir viviendo tranquilos,
tranquilizados y hasta dormidos, al amparo de sentimientos y sentimentalismos
que creen puros porque son infantiles: y prudentes porque son paralizantes;
en ellos todo es costumbre, costumbre el vivir y seguir viviendo y costumbre
creer y seguir creyendo. |
{3
(103)} Y es que el mayor o menor grado de fe no me recompensan en esta vida,
toda ella cuajada de natividades y Aspiraciones Interesadas y salpicada de
esfuerzos humanos que no se hacen si no son inmediatamente recompensados.
Hace falta bastante pureza para interesarse por Dios y no cesar en su
incesante búsqueda, sabiendo que todo esfuerzo, en esta lid, ha de ser
gratuito, que Dios no pone precio ni sueldo A la fe y al Amor que se le
profesa por quien lo antepone a todo y lo busca sin cesar. |
No
tiene importancia, a la hora de valorar y hacer puros el amor y la fe en
Dios, la limitación que es consecuencia de la relatividad humana frente al
absoluto divino. Pero si la tienen otras limitaciones que son consecuencia de
nuestra pereza mental, de nuestro egoísmo, de nuestra vanidad, actitudes
todas que inutilizan lo poco que de Dios podamos saber o impiden que
progresemos hasta saber más. |
No
faltan los que, para descomprometerse de seguir buscando a Dios, se Amparan
en razones, Ataquen o críticas a instituciones, estilos o métodos que tienen
que ver con los modos de presentar el Evangelio o de intentar propagarlo, no
porque realmente les preocupe demasiado que puedan resultar, o de hecho
resulten inapropiados o equivocados, sino porque desde el parapeto de su
posición crítica yo piensen suficientemente justificados en la Inhibición
ante un esfuerzo no rentable, o excusados de tener que confesar que yacen en
la ignorancia que con la crítica disimulan, por vergüenza de tener que
admitir que jamás se preocuparon verdaderamente de desarrollar la tal vez
lejana, elemental y mínima idea que de Dios recibieron en su niñez. Otras
cosas, adem69 de Dios, o relegando a Dios, les preocuparon más. Dios no era
útil. No era útil en la juventud y resulta comprometedor en la edad adulta.
Dios, el Dios verdadero. |
No
somos puros, no somos bastante sinceros, nos falta transparencia en no pocas
de las mismas ideas positivas que de Dios tenemos. De nada nos aprovecha que
acusemos a los que tal vez se construyen de Diog una imagen domesticada y
utilizable para complicidad del propio egoísmo, de las vanidades, tal vez
también de las opresiones, enajenaciones o resentimientos... |
De
nada nos sirve que nosotros nos encerremos en la comodidad de la critica
inoperante, quedándonos solamente con un Dios conceptual y abstracto, alejado
de nuestra proximidad, evitado para que no nos comprometa, quedado en el mar
de vacilaciones y temores en que se debate la pobreza del alma cuando oscila
entre la presunción intelectual de las apariencias y la realidad de la
inconfesada ignorancia y la cómoda pereza. |
¿Dios?...
¿Dios, para qué? |
Dios
Para todo el que busque el Absoluto, para el que tenga un gran Interés...
gratuito. |
Dios
para los inteligentes y para los puros de corazón. |
{4
(104)} |
3.
Las fiestas |
HAY
un ritmo basado en la alternancia entre actividad y reposo que siempre tendrá
que ser respetado, incluso por puro egoísmo: no se puede estragar, bajo la
presión del esfuerzo continuado, ninguna de las capacidades del ser, sin
precipitar su destrucción, sin romperlo, sin quemarlo. Hasta a los esclavos
se les concede algún descanso para mantenerlos útiles para el trabajo que se
les exige y por esto mismo no se les niega el indispensable alimento. |
Pero
las solas razones de utilidad o económicas no bastan a la hora de tener que
regir la dedicación humana al trabajo, y tender a darle el mínimo intervalo
de fiesta o reposo, es reducirlo a la pura categoría de los objetos, de los
animales de carga o de las máquinas: es deshumanizarlo. Por supuesto que el
hombre necesita del trabajo y necesita trabajar para integrarse en la
participación gozosa del perfeccionamiento y transformación de lo creado.
Creatura, pero también al mismo tiempo "creador", cumple su propia
realización al aplicar inteligentemente sus fuerzas en el mundo que le
envuelve. Si bien, precisamente por esto, hay que evitar tomarlo desde la
única vertiente de la utilidad, porque el primer valor que con su trabajo
realiza, ha de redundar en el perfeccionamiento de su propio ser. El no es
para las cosas, para el mundo; sino que las cosas, la actividad que a ellas
dedica y necesita dedicar, ha de ser para él. El es el rey de lo creado, él
ha de «poseer la tierra y dominarla» y no ser dominado por ella. |
Y
todo el que se dedique y entienda en la organización de la actividad
económica del hombre, para respetar el orden creado, no puede postergar la
primacía del ser que lo ha de presidir. Si prescinde de este principio, lo
degrada. |
Todavía,
hay que añadir que el "cuidado" del hombre no puede ser solamente
ni principalmente para que "rinda más", sino para que sea más
hombre. El economista puro es enemigo del hombre y hasta es mal economista.
Porque el hombre no es solamente un ser útil, ni sólo un elemento de la
economía. |
Por
eso nos duele oír y hasta leer, a raíz de la reciente supresión de fiestas en
el calendario laboral español, la repetición de razones casi únicamente
encasillables en esquemas económicos. Se dice de la política que es economía;
pero {5 (105)} antes es, todavía, humanismo; de lo contrario tampoco es
política, o buena política. |
Se
aducen también otras razones, entre las que se señala la del desperdicio
vicioso del tiempo libre de ocupación, de la fiesta no dedicada al descanso
ni al gozo racional de la vida ni a la expansión espiritual de la cultura.
Pero, la mayor ocupación en sí misma, sólo indirectamente impide la
posibilidad material de que ello ocurra así. |
Los
remedios directos son otros, porque el exceso de trabajo, la superactividad y
el estrago, también deshumanizan y embrutecen. |
Enseñar
a emplear el tiempo, además de dedicarlo al trabajo justo y necesario, no es
tarea secundaria ni, por supuesto, antieconómica. |
Espíritu,
cultura, arte, no deberían ser para consuelo o exhibición simbólica y
elitista de unos pocos privilegiados, sino desarrollo y crecimiento
espiritual y humano de la mayoría. De paso se evitaría que esta vertiente tan
noble del hombre fuera prostituida por el precio, porque ya no podría
venderse al ser de todos. Y, además, el hombre trabajaría mejor. Todo obrero
sería, además, un sabio y un artista. Sería, en definitiva, más hombre. |
Solamente
permamece lo espiritual, |
solamente
lo espiritual es incorruptible, |
solamente
puede ser libre el espíritu. |
Cristo
dijo a Nicodemo: «El Espíritu, |
como
el viento, sopla donde quiere» (Jn, 3, 8). |
El
espíritu del hombre, es libre |
y
es ―y porque es― inmortal. |
¿Lo
pensó aquel condenado a muerte, |
joven
e idealista, |
que
escribió, poco antes de morir, |
estos
versos?: |
Mañana,
cuando yo muera, |
no
me vengáis a llorar: |
nunca
estaré bajo tierra, |
¡soy
viento de libertad! |
{6
(106)} |
4.
CRÍTICOS Y ENAMORADOS |
ES
POSIBLE que algo o alguien no nos guste, pero que, todavía, lo amemos. Puede
que el gusto padezca, pero que el amor persevere. No por una terquedad
irracional, sino porque se mantiene viva y enraizada profundamente en el
alma, una esperanza inconfundible, indecepcionable. No existe la vocación
absurda de lo imposible, pero sí la fe inquebrantable de superar lo difícil,
de remediar lo imperfecto, de continuar lo iniciado, de completar lo
inacabado, de alcanzar la rotundez que el esbozo insinúa y promete. Persistir
en la empresa no es, entonces, lanzarse a dar palos de ciego en la
obscuridad, sino avivar la luz del corazón y acelerar el amanecer fecundo de
las claridades del alba. Es vivir y andar en la esperanza porque el corazón
no ha perdido la capacidad de amar, ni la mente ha extinguido la fe. |
En
el hombre las claridades de su inteligencia le llevan a apreciaciones más
exigentes de las que sus fuerzas físicas pueden, precipitadamente, plasmar.
Siempre se da una desproporción, una distancia humillante entre lo que ha
hecho y lo que todavía le queda por hacer: los faros llegan más lejos que el
motor. |
El
miope, por el contrario, se torna sistemáticamente exigente y, falto de
perspectiva, desprecia todo lo inacabado porque no alcanza a ver que el
camino no se acabó, y cada esquina es, para él, la meta, el punto final. Pero
el Dios de la Biblia dijo a Abraham: «Mira al cielo, cuenta las estrellas,
sal y contempla la orilla del mar, y cuenta los granitos de arena... ¡Así
multiplicaré tu descendencia, que serán de todas las naciones de la tierra!»
Dios no le dio al primer creyente, sino que le prometió, y le hizo salir y
andar en pos de la gran promesa, todavía no alcanzada. Y Abraham y, en pos de
él, todos los creyentes ―diría san Pablo― se pusieron a andar los
caminos del mundo para construir la nueva humanidad de la hermandad que
invoca, como único Padre, al Dios justo y todopoderoso. |
{7
(107)} Jesucristo dinamizó esta promesa guardada en el rescoldo de un pueblo,
de una raza, y enardeció, comprometiéndolos, a sus más íntimos, a sus
"amigos", a los Apóstoles, a llevarla a todo el mundo. El efecto
fue la Iglesia. |
Pero
la Iglesia no ha terminado, no se ha realizado completamente, en la historia,
en el caminar de los hombres, este propósito, aquella promesa que perdura y
empuja, por mil cauces, ora conocidos ora misteriosos, conspirando hacia la
consecución de una promesa que contiene las más nobles de las aspiraciones
que pueda el hombre albergar para compartir con sus semejantes. Los
impacientes, log perezosos, los miopes se acercan a computar la dimensión de
lo andado, a pesar la realidad de lo logrado hasta aquí y desprecian la
realidad inacabada porque todavía no responde perfectamente al ideal
propuesto. |
En
su desprecio hay ingratitud. |
y
pereza. Desprecian para no agradecer, con evidente altanería miserable e
ignorante desde cuya hipocresía pretende relevarse del esfuerzo que les
corresponde, a ellos también, en la tarea heroica de continuar y llevar a
término el ideal prometido por Dios y anhelado por todos los hombres. |
Dios
no nos ha dado ni el mundo, ni cosa alguna, ni siquiera la santidad, la
justicia, ni la misma Iglesia, como algo rotundo, perfecto, acabado... |
Sino
que, para que lo podamos amar como propio y entrar, en el entusiasmo de este
amor, en comunión con El, compartiendo su obra creadora del mundo y
liberadora del hombre, nos deja ver ―y hemos de ver― lo que
todavía falta, el resto que queda por hacer, como un reto a nuestra capacidad
ideal, a nuestra generosidad creadora, para hacer de la vida un consorcio con
los planes de Dios, sembrándonos, {8 (108)} gozosos y abnegados, en el surco
de las esperanzas universales que, para el fiel, es la configuración con
Cristo, como si Cristo estuviera aquí, como si fuese ahora, como si estas
cosas y este momento fueran suyos, como si yo fuera El. |
Los
santos, eran gentes que comprendieron todo esto: estuvieron en el mundo,
vivieron unos tiempos, fueron miembros de la Iglesia en unas situaciones, en
las que, en conjunto adoptaron una posición profundamente critica. No les
gustaba, no les acababa de gustar ni su mundo, ni su tiempo, ni... su
Iglesia. Pero no se les había extinguido el amor. |
Un
teólogo contemporáneo, notable por sus críticas a la imagen cristiana en la
que con excesiva confianza descansamos, dio por respuesta a algunos que no
querían ser molestados con la "impertinencia" de sus observaciones
y le insinuaban que saliera de la Iglesia o cesara en sus observaciones: «No
me voy de la Iglesia porque no me gusta». La respuesta, evidentemente,
contenía implícito, este complemento: «...Pero todavía la amo». |
Sería
inexacto imaginar a los santos como a seres humanos que "defienden"
a la Iglesia. Lo más cierto es que la construyen, la acaban, la perfeccionan,
sabedores, incluso, que ni ellos mismos pueden colocar la última piedra. Pero
ponen la suya gozosos de que descanse sobre la primera, Cristo. |
Las
frases inacabadas del Evangelio, son un lenguaje fluyente, que permite ser
desarrollado: |
―contienen
una vida creciente, |
―una
verdad en plena coherencia, |
―una
realidad fecunda, |
―una
profundidad que alcanza el misterio. |
Card.
John Henry Newman, C. O. |
El
Evangelio total. |
Si
el Evangelio no es recibido en su totalidad; si no es, en primer lugar, el
mismo Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, el Cristo Salvador por su
misterio de muerte y resurrección: |
i
no es la palabra de Dios a su Iglesia: |
si
esta palabra no es oída, convertida en oración, acogida en la acción de
gracias, vivida en la fe... es posible siempre extraer de ella una frase para
justificar el propio interés. |
Pero,
en tal caso, la palabra de Dios, llevada teóricamente a justificar una
situación histórica concreta, se transforma en norma y en imposición.
Funciona como pura ideología. |
Entendemos
por ideología un proyecto de sociedad a partir de una visión parcial de la
historia presentada como un absoluto. |
Mons.
ROBERT COFFI, obispo de Gap. |
{9
(109)} |
5.
Balada de la cosa más pequeña |
IBA
UNA VEZ Aflicción de camino, y en cuantos lugarejos encontraba detenía sus
pasos, como presa de un ramo de locura: |
―¿Haríais
la merced de decirme cuál es la cosa más pequeña? |
...Lo
primero que tengo que decir es de un iluso niño que a las aves del cielo
perseguía sin conseguir jamás darles alcance. |
Aflicción
ante el niño se detuvo, y, con una expresión más persuasiva que una mano
tendida, le habló de esta manera: |
―¡Pequeño
cazador! ¿harías la merced de decirme cuál es la cosa más pequeña? |
Y
el niño respondió, levantando las manos: |
―Aquel
punto del cielo, que es un pájaro, y que ya ni la vista lo distingue. |
Alzó
los ojos Aflicción y replicó al instante: |
―¡Hay
algo más pequeño! ¡Hay algo más pequeño! |
Y
se perdió a lo lejos del camino, en triste abatimiento. |
...
Lo segundo que tengo que decir es de una dama que languidecía en la otoñal
tristeza, dando al viento el caudal de {10 (110)} sus cabellos, rubios como
un dorado cortinaje. |
Aflicción
se detuvo ante la dama, y con ojos arrasados de lágrimas, muchísimo más
brillantes que un berilo, habló de esta manera: |
―¡Oh,
lánguida señora, que tremolas al viento tan dorada bandera! ¿Harías la merced
de decirme cuál es la cosa más pequeña? |
Parose
un rato a meditar la dama, recogió con la yema de sus dedos la hebra de oro
más fina, que por araña de conseja diríase tejida, y así habló displicente: |
―La
punta imperceptible de este cabello inútil. |
Aflicción,
un momento, quedose pensativa, como mirando el fiel de una balanza. |
―¡Hay
algo más pequeño! ¡Hay algo más pequeño! |
Y
desapareció senda adelante, agotadas sus fuerzas. |
{11
(111)} ...Lo tercero que tengo que decir es de un sabio que conoce las
hierbas, las buenas y las malas; sabe de encantamientos y nada se le oculta
de la ciencia. |
Aflicción
fue a su encuentro y con labios temblorosos, cual si besara las palabras,
antes de darles vuelo, le preguntó entre súplicas: |
―¡Oh,
tú, que sabes tanto del bien como del mal! ¿Harías la merced de decirme cuál
es la cosa más pequeña? |
El
sabio respondió, extendiendo los brazos, como si pronunciara una sentencia: |
―¡El
átomo es la cosa más pequeña! |
Aflicción
se quedó pensativa un momento, cual si del si o del no su dicha o su
infortunio dependiese, y acabó por decir: |
―¡Aún
más pequeña que eso, más pequeña! |
Y
ya no pudo andar, de tanto desconsuelo. Sentose en una encrucijada, y,
hundiendo la cabeza entre sus manos, rompió en amargo llanto. |
Hasta
que por su lado pasó Consolación, y, poniendo una mano en la cabeza pesada y
abatida de Aflicción, le habló de esta manera: |
―¡Aflicción,
Aflicción! ¿Por qué ese llanto tan amargo que parecen tus lágrimas trocitos
de tu roto corazón? |
A
lo que dio Aflicción por cumplida respuesta, sin cesar en su llanto: |
―Porque
ni el leve pajarillo que tan alto se eleva, ni la punta dorada del cabello
más fino, ni lo que dijo el sabio, me dan idea de lo más pequeño. |
Y
preguntó Consolación entonces: |
―¿Podrías
tú decirme, ¡oh Aflicción sin consuelo!, si hay algo más pequeño todavía? |
Y
contestó Aflicción, entre sollozos de profunda pena: |
―¡El
amor de los hombres al Amado! |
Miguel
Melendres 12 (112) |
{12
(112)} |
6.
documento: EL MARXISMO COMO CRITICA |
CON
ESTE mismo título, el Padre Augusto Hortal, S.I., pronunció el año pasado
(23, nov.) una conferencia en el Colegio Mayor San Pablo, de A Madrid, dentro
del ciclo desarrollado bajo el tema de "Marxismo y Cristianismo".
Reproducimos el siguiente texto, redactado por el mismo autor, que contiene,
a nuestro juicio, la parte más importante de la exposición. |
El
marxismo es, ante todo, o por lo menos empezó siendo una crítica. Las obras
de Carlos Marx llevan con frecuencia un título o subtítulo, y casi siempre un
contenido crítico. Son los aspectos críticos del marxismo la faceta quizá más
valiosa y duradera de su aportación, y es tal vez el marxismo como correctivo
crítico lo que ejerce el mayor atractivo sobre muchos insatisfechos con los
caminos que lleva la sociedad. |
Es
paradójico, aunque no carece de cierta lógica interna, que el marxismo haya
dado lugar a tantos dogmatismos, especialmente allí donde ha llegado al
poder. Es trágico y merece nuestra atención especial, que un movimiento
político-social que entra en escena para acabar con la explotación y con la
opresión haya dado lugar y servido de legitimación para establecer nuevas
formas de opresión. El marxismo es mucho más lúcido a la hora de detectar los
fallos reales de nuestra sociedad que a la hora de llevar a cabo un proyecto
político positivo. |
Esta
doble experiencia, esta ambivalencia del marxismo nos invita a recoger
atentamente cuanto de crítica hay en el marxismo y a tratar de discernir los
caminos por los que la crítica degenera en dogma, por los que la lucha por
una sociedad más justa puede degenerar en situaciones irreversibles de
opresión. Son muchos los marxistas que están hoy empeñados en esta tarea. |
Nos
remontamos en cada caso a Marx, para aludir después a la evolución ulterior.
No se trata de convertir los problemas reales en problemas de interpretación
de lo que dijo o quiso decir Marx. Marx ―hay que decirlo― sigue
siendo uno de los mejores marxistas, en el buen sentido de la palabra. Y Marx
es, sobre todo, lo poco que queda de referencia común a los muchos marxismos,
cada uno de los cuales reprocha a los demás no ser fiel a él (revisionismo)
{13 (113)} o pretender que lo haya dicho todo ya y todo bien (dogmatismo). |
DE
HEGEL A LA CRÍTICA |
Carlos
Marx se incorpora a la vida universitaria, a los dieciocho años, allá por la
mitad de los años 30 del siglo pasado. Hegel ha muerto al comienzo de la
década. En el ambiente filosófico se respira una atmósfera que, en una
pincelada, podría caracterizarse con la siguiente pregunta: ¿Cómo se puede
seguir filosofando después de que Hegel ha dicho todo, lo ha dicho bien y ha
mostrado que con su filosofía ha llegado a plenitud el espíritu absoluto, la
culminación de la historia? |
En
su tesis doctoral y en sus escritos polémicos, primero con la Derecha y
después con la izquierda Hegeliana, se percibe en el trasfondo la cuestión
que acabamos de formular. La línea de avance y respuesta la encuentran los
representantes de la Izquierda Hegeliana, entre los que inicialmente se
encuentra Marx, en la praxis, en la tarea de traducir a la praxis, es decir,
de realizar la filosofía formulada por Hegel. Esta praxis es una praxis
intelectual, es la crítica. |
Hegel
no formuló, como creía, la autocomunicación de un mundo racional, sino las
aspiraciones racionales de un mundo irracional. Por eso su filosofía se
vuelve contra este mundo irracional, se hace crítica. La tarea del filósofo
poshegeliano no es, pues, seguir especulando sobre tal o cual matiz que Hegel
no vio, o que no vio con toda corrección y exactitud, sino pasar a la
práctica. |
Praxis,
práctica ―en esta primera etapa de Marx― no es sino la misma
actividad crítica que ejerce el filósofo. |
Marx
empieza pensando con otros hegelianos de izquierda, a los que después va a
criticar en este punto con la dureza típica de los que fustigan defectos
compartidos en otro tiempo, que la realidad social se transformaría tan
pronto como un número suficiente de hombres se hagan conscientes de la
irracionalidad del mundo. La crítica es praxis, la denuncia es
transformadora. |
«Hay
que hacer la opresión real más opresora todavía, añadiendo a aquélla la
conciencia de la opresión, haciendo la infamia más infamante al pregonarla».*
Marx se lanza a este programa de "reforma de la conciencia" con el
entusiasmo y la inocencia de un neófito. En los siguientes pasos de su
evolución irá descubriendo el idealismo de esta postura, dando primacía a la
praxis, considerando al pensamiento demasiado condicionado por las
circunstancias reales en que surge, demasiado impotente, como para poder por
sí solo transformar esas condiciones reales. Pero ya desde el comienzo la
crítica pretende ser transformadora y la praxis ulterior no será praxis
ciega, sino praxis crítica: |
•
«Nosotros no anticipamos dogmáticamente el mundo, sino a partir de la crítica
del viejo pretendemos deducir el nuevo».** • «La fuerza propulsora de la
historia, incluso de la religión, la filosofía y toda otra teoría, no es la
crítica, sino la revolución».*** 14 (114) |
DE
LA CRÍTICA DEL CIELO A LA CRÍTICA DE LA TIERRA |
Han
corrido y siguen corriendo ríos de tinta sobre la crítica marxista de la
religión, y hoy mismo se sigue discutiendo entre marxistas y no marxistas si
el marxismo es intrínseca, necesariamente ateo. Tanto por lo que respecta al
marxismo histórico como al actual hay opiniones para todos los gustos dentro
y fuera del marxismo. Empecemos por la cuestión histórica, sin pretender que
ésta resuelva de una vez para siempre el juicio que sobre este punto haya que
hacer sobre los marxismos del presente y del futuro. |
Marx
no pretendió tener una originalidad especial en este punto. No escribió
ningún tratado de crítica de la religión, como lo hizo, por ejemplo,
Feuerbach en La esencia del cristianismo. El pasaje central a que hacen
referencia todos aquellos que se hacen eco de la crítica marxista de la
religión es la «Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho, de
Hegel», escrita en 1843 y publicada en los Anales Franco-Alemanes en febrero
de 1844. Y este escrito es eso: |
una
introducción, una introducción a una obra que no llegó a publicarse, pero en
la que por entonces estaba Marx trabajando. Marx se propone en esta
introducción hacer ver la necesidad de no quedarse en la crítica de la
religión, sino pasar a la crítica de la política, del Estado, del derecho. |
Por
así decirlo, Marx no critica la religión sino de paso, como introducción a
otras materias que van a constituir el objeto central de su interés crítico.
Por lo que a la religión se refiere, Marx asume las ideas de Feuerbach y no
considera necesario extenderse en este punto. |
Según
Feuerbach, todos los predicados que se afirman de Dios (Dios es infinitamente
bueno, eterno, creador, etc.) son reales, tan sólo el sujeto de todos ellos
no es real, no es Dios, sino el hombre que, ignorando su propia esencia, la
proyecta fuera de sí. |
La
religión ―resume Marx― no hace al hombre, es el hombre quien hace
la religión, el hombre real, intramundano, en relación con otros hombres
dentro de una situación determinada. Ese hombre produce una conciencia al
revés; ese hombre busca el consuelo con el más allá, porque vive una
situación de desconsuelo. |
•
«La miseria religiosa es a la vez expresión de la miseria real y un
manifiesto contra la miseria real. La religión es el suspiro de la creatura
oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, el espíritu de situaciones
sin espíritu. Es el opio del pueblo».* El ateísmo marxista no es, sin embargo
―como algunos pretenden hacer creer, un dato anecdótico de la biografía
de C. Marx. Marx no sólo fue personalmente ateo, sino que consideró el
ateísmo como punto de partida de todo su pensamiento, y su crítica de la
religión como comienzo y paradigma de toda crítica. Marx, eso sí, no fue un
perseguidor directo de la religión y de las convicciones religiosas.
Consideraba que éstas no surgían en el nivel individual y no era allí donde
había que combatirlas, sino {15 (116)} luchando por suprimir y denunciando
las condiciones de miseria que según él hacen posible y necesaria la
religión. No hay que matar a Dios para que nazca el hombre. Basta con que
hagamos posible que viva el hombre ―diría Marx― y Dios
desaparecerá. |
Los
seguidores de Marx fueron continuadores de un ateísmo no solamente por
capricho o convicción personal, sino por considerarlo pieza esencial del
marxismo. Muchos de ellos no sólo han Luchado contra las condiciones
objetivas que, según ellos, hacían posible y necesaria la alienación
religiosa, sino que han perseguido directamente a los creyentes. |
En
este ateísmo beligerante entra la política religiosa de la mayoría de los
partidos marxistas que ocupan el poder y de muchos que nunca han llegado a
él. |
Otros
grupos y pensadores marxistas han llegado o están llegando a posiciones más
matizadas. La socialdemocracia y los socialismos no comunistas han ido
desprendiéndose de todos los elementos cosmovisionales del marxismo. Pero
entre los mismos comunistas, tras las experiencias de luchas compartidas con
cristianos y la revisión de las propias posiciones dogmáticas, hay muchos que
han ido viendo que la religión además de opio del pueblo puede ser y de hecho
está siendo estimulante de la lucha por la justicia. Según esta concepción
que se sigue denominando marxista, el marxismo no puede ni necesita afirmarse
como ateo. Al hacerlo hace una afirmación dogmática que no es posible
dilucidar racionalmente. Lo único que el marxismo puede y debe decir sobre la
religión es si en sus formas históricas concreta: ejerce, de hecho, una
función legitimadora de opresión o de consuelo escapista y descomprometido, o
si más bien ejerce la función de impulsar el cambio liberador. Hay
experiencias de lo uno y de lo otro. |
Ante
esta evolución la tarea de los cristianos no sería la de convencer a los
marxistas de que, si quieren seguir siendo marxistas tienen que seguir siendo
ateos, para que cada cosa esté en su sitio, los frentes estén claros y
podamos atacar a los enemigos de la propiedad privada como enemigos de Dios.
Tenemos que felicitarnos de la desdogmatización del marxismo, aunque nos
exija mus matices y nos haga distinguir entre marxistas dogmáticos y otros
que no lo son o que al menos no quieren serlo. |
Tendremos
además que ejercer una función crítica, haciendo ver que el ateísmo marxista,
por no ser una pieza anecdótica del sistema, tiene hondas raíces en él. El
abandono del ateísmo exige transformaciones en las formulaciones e
interpretaciones del materialismo histórico, si no quiere quedarse en pura
confesión verbal con visos de oportunismo. |
Pero
nada más importante que asumir en nuestra praxis el reto que para los
cristianos supone la crítica marxista de la religión. Marx se pasó de la
crítica al dogma al decir que Dios sólo es una creación ilusoria del hombre y
que la religión no puede ser más que opio del pueblo. Pero hemos de reconocer
que de hecho nuestra religión ha servido y sirve en ocasiones de tapadera de
situaciones inconfesables y de escapismo para no comprometerse en la lucha
por la justicia. |
{16
(116)} El dogma marxista se hace problemático pero la aportación crítica
sigue en pie. Y la mejor respuesta a la crítica de la religión es mostrar con
los hechos que nuestra religión no es opio adormecedor, sino motor de
transformaciones humanizadoras de la sociedad. Al obrar así queda sin objeto,
por haber sido asumida, la crítica marxista de la religión. La teología
cristiana ya ha dado este paso a nivel teórico, algunos cristianos lo han
dado también en su práctica. |
CONCLUSIÓN:
EL MARXISMO COMO CRÍTICA |
Toda
la obra intelectual de Marx, desde los Anales Franco-Alemanes, de 1843, hasta
su muerte, en 1883, se puede estructurar en torno al concepto de crítica:
crítica de la religión, crítica de la filosofía, crítica del desarrollo y del
Estado, crítica de la economía política... |
En
todos estos casos no se trata de un concepto de crítica idealista que compara
abstractamente ideal con realidad. Marx se pregunta constantemente por las
condiciones de posibilidad ―no trascendentales, sino empíricas, de la
realidad social en que los hombres viven― de la religión alienante, de
la filosofía idealista, del materialismo abstracto, del Estado burgués, de la
división de la sociedad en clases, de la plusvalía, etc. Esta crítica
pretende denunciar una situación y colaborar a que esa situación haga crisis.
La crítica no es sino el movimiento intelectual que lleva a la revolución, a
la transformación revolucionaria del mundo existente. |
La
respuesta a la pregunta por las condiciones de posibilidad de la alienación
humana en los diversos estadios no la encuentra Marx en un sujeto
trascendental, sino en el hombre real entendido como actividad sensible
productiva, en interrelación con la naturaleza y con los hombres. Crítica
radical es la que va a la raíz, y la raíz es siempre el hombre, el hombre
vivo, el hombre concreto que vive, trabaja y se relaciona con los otros
hombres. La desaparición de la terminología humanista en la obra posterior,
la evolución en la manera de entender al hombre (menos simplista y
armonizante) la especialización metodológica en los temas estrictamente
económicos, no debe hacernos olvidar que también en El Capital sigue siendo
el trabajo, la actividad productiva material del hombre, la raíz última a la
que todo termina por reducirse a través de las distintas mediaciones. Todo lo
que no sea ver las cosas así, piensa Marx a lo largo de toda su obra, es
ideología, engaño mistificador, equivalente a quedarse en las apariencias sin
ir a la raíz, la realidad que es el hombre entendido como actividad material
subjetiva. |
La
crítica de la religión, del Estado, de la plusvalía o del fetichismo de la
mercancía en distintas terminologías, con matices distintos y a distintos
niveles tienen un mismo presupuesto fundamental: no es la religión la que
hace al hombre, sino el hombre es quien hace la religión, no es el capital
acumulado el que produce riqueza por sí solo, ni tienen las mercancías
propiedades misteriosas, es el trabajo (actividad sensible subjetiva) el que,
bajo determinadas formas de producción, produce la plusvalía {17 (117)} {18
(118)} y presta esas propiedades misteriosas a las mercancías ―todo
esto en una situación de antagonismo de clases en la que están inmersos no
individuos especulantes, sino hombres concretos con necesidades
concretas―. |
Podemos
poner en duda, y personalmente yo pongo en duda, si esta crítica es
totalizante, si la perspectiva marxista dice todo lo que se puede decir con
respecto a la religión, la cultura, la filosofía, la política o la economía.
Podemos y debemos preguntarnos si una persona o una sociedad puede limitarse
a criticar, a denunciar y a destruir. Podemos y debemos calcular si la
crítica marxista no es también aplicable a los marxistas. |
Pero
después de Marx no se puede seguir siendo honradamente premarxista en una
serie de puntos. No se puede predicar una religión que insiste
unilateralmente en la resignación frente a la injusticia y remite a un más
allá para dejar intacto el más acá. No se puede ignorar la crítica del
trabajo asalariado y de la producción capitalista, no se puede seguir siendo
idealista e ignorar la función social que ejercen determinadas ideas en
determinados contextos sociales. |
Hemos
dicho al comienzo de forma global y hemos ido viendo después peso a paso que
el marxismo es mucho más lúcido a la hora de detectar los fallos reales de
nuestra religión, del Estado burgués, de la filosofía idealista, de la moral
utópica, del derecho y de la cultura clasistas, de la economía capitalista,
que a la hora de proponer y llevar a cabo alternativas positivas. La
religión, aun desalienada, no desaparece, la dictadura del proletariado se
desfigura y perpetúa, el Estado no se reduce a ser mero instrumento de la
burguesía y también anda muy lejos de desaparecer... |
Este
juicio no intenta ser una mera concesión a un anticomunismo visceral,
excesivamente difundido entre nosotros. |
El
marxismo como crítica, no es todo el marxismo. No sólo sus críticas, también
sus análisis, sus méritos y sus propuestas merecen ser discutidas. No oculto
mi mayor simpatía por el aspecto crítico del marxismo al que he dedicado
estas líneas. Las limitaciones aquí constatadas son para los que no se
consideran marxistas una invitación a confrontarse con la crítica marxista, a
dejarse interpelar por ella y asumir todo lo asumible, que es mucho siempre
que no se absolutice. |
*
K. Marx, A. Ruge, Los Anales Franco-Alemanes. |
**
K. Marx, Carta a A. Ruge, Hept. 1945. |
***
K. Marx, F. Engels, La Ideología Alemana. |
*
Los Anales Franco-Alemanes ... |
En
la Iglesia |
no
debemos temer que, un día, lleguemos a constituir quizá, solamente, una
minoría, pero sigamos siendo fieles; |
no
debemos temer ni nos avergonzaremos de la impopularidad, si somos coherentes; |
no
haremos caso de aparecer como unos vencidos, si continuamos siendo testigos
de la verdad y de la libertad de los hijos de Dios. |
PABLO
VI |
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