Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 152. OCTUBRE. Año 1977
0. SUMARIO
TEMOS de movernos, hemos de hacer y trabajar, sin perder jamás la clarividencia interior, contemplando, desde la fe, la vida, el mundo. Trabajar bien, de prisa, y mantener viva, constante, la conciencia de la compañía de Dios. El resto es buen gusto y buenos modales. Bastaría para la fidelidad al mejor ideal y al más sencillo buen ejemplo cristiano.
OCTUBRE
INTERESES, SENTIMIENTOS, IDEALES
LA IGLESIA NO ES EL OPIO DEL PUEBLO
LA HONRADEZ DEL CRISTIANO
LA ORACIÓN: CIEN DEFINICIONES
{1 (121)}
Tiempo de oración:
Manifiéstate, Señor,
para que resplandezca sobre nosotros
tu gloria y tu gracia.
Se apaga el brillo del mundo ante la belleza de tu rostro.
Sólo nos parece encantador antes de conocerte a ti,
al contemplar los soles perennes que iluminan el cielo,
la tierra cuajada de flores,
los árboles cargados de frutos...
Pero se desvanece su atracción
cuando se nos muestra tu puro y vivo rayo de luz;
entonces el día del mundo se hace súbitamente noche.
Y vemos, entre sus obras más destacadas,
las que hicieron derramar tu sangre,
y entre lo que son sus alegrías,
los pinchos que tejieron la corona de tu cabeza.
Por todo esto, Señor,
cuando por ti renunciamos a sus solicitudes ansiosas,
cuando nos olvidamos del pasado
y cuando no nos preocupamos demasiado
por lo que pueda venir,
nuestra dejación o sacrificio nos parece muy pequeño.
En realidad, desde tu claridad,
sólo nos desprendemos
de lo que no podemos quedarnos,
sólo dejamos
lo que no podemos amar.
J-H. card. Newman, C. O.
{2 (122)}
1. Octubre
ES EN OTOÑO, cuando las viños mueren, doradas y hasta enrojecidas por el sol de poniente: en otoño cuando la luz se hace oblloua, sesgando el oare de las hojas morteoinas sobre las ramas CADEAdos de los árboles. Es en octubro cuando se olerran la primeras ventanas, cuando el ciclo de la vida revierte a la interioridad, cuando el recogimiento se hace réplica silenciosa, pero activa, a la exuberancia del Vorano que huye, perdidas sus claridades en el rocuerdo de las últimas luces de los cálidos díag deelumbrantes. Otoño Apaga lng luces de fuera Y enolendo claridades interiores. Es el mejor tiempo para pensar, para batudiar, para que ochen raices, mandamente, las convlociones: para que be ordenen, lógicamente, los pensamientos: para que se berenen los sentidor y no haga más vigilante ol spiritu. La inteligencia no aclara y ve Alzn para caminar, hacia adentro, Afanoua por descubrir nuovos o más puros saberes.
El trabajo, en verano: 08 Agotador o disipante: en otoño, en cambio, al apuntar el primer frescor, se hace Actividad espiritualmente liberadora, favorocida por la concentración de la mente, menos dispersa, más vigorosamonto dispuesta a la perseverancia en la tareu reemprendida. Hasta la tierra aguarda este tiempo PAFA FOOomenzar el repetido turno Homontero mientras escondidanente preparará, atravesando el frío silencioso del invierno y tras el anuncio florido de la primavera, la generosidad de otra coaccha que dará pan y vino para el cuerpo y el corazón del hombre.
Octubre es, en nuestra latitud, la transiolón otoñal, para el trabajo tenaz y hacia la conecha futura. Ha de ser también, para el hombro todavía caminante sobre la tierra, la hora de organizar y renovar esfuerzos ailenoiosos y eficaces. Para el orlati ano, no sólo en las actividades profesionaleg -trabajo, {3 (123)} estudio, servicio-, sino además en el ordenado tesón que cultivo y Acrece In ilustración de la fe. y In practica y In participación encramental. y In convivencia fraterna para la construcción comunitarin. para las congtelaciones humanas, tan indispensables como difíciles, para una Iglesia Viva y vivida, y no simplemente teorizante. doctrinarin, moralista, que os a lo que se reduciria si la savia del esfuerzo silencioso y escondido. pero ge- nero90 y perseverante, no reanimarn incesantemente lo que ha de ser su vida en el misterio de Cristo.
Octubre es el pórtico otoñal hacia la interioridad. hacia el espiritu y todo lo que en el espíritu descansa. y el espíritu comprende y organiza. EI cristiano, en cierto modo, también "comienza el curso", una vez más, después  del paréntesis estival, no porque se haya olvidado de la fe durante los meses del verano, sino porque ahora todo le invita más a la profundización, a la reflexión sobre la fe mantenida: que, precisamente para mantenerseha de ser incesantemente ilustrada, al compás de la dinámica de los dias y del sentido de los tiempos. Reflexión que descenderá a los planos de la Actividad y los hará fecundos y hermosos.
Muchos discuten lo que desconocen,
o critican lo que no entienden,
o juzgan desde la ignorancia,
o exigen con irresponsabilidad.
Pocos estudían
para disipar dudas,
y trabajan para remediar males.
Los constantes, los abnegados,
los gozosamente esperanzados,
mantendrán vivos los ideales
y transmitirán a los que les sigan
un mundo mejor que el que ellos heredaron.
{4 (124)}
2. Intereses, sentimientos, ideales
HE AQUÍ tres conceptos que mezclamos y confundimos, no siempre sin culpabilidad.
Confusión que no solamente dificulta que nos podamos entender en los debates sobre las motivaciones con que queremos ennoblecer la vida, sino que, a nivel estrictamente individual, son causa de la mayor parte de penas y sinsabores en los que se malgastan las apuestas por lo que suponemos mejor de nuestras vidas. Con suma facilidad, sin detenernos siquiera en el análisis de lo que nos mueve en la vida, hacemos el tránsito conceptual hasta los ideales a planteamientos y razones que no se elevan por encima de lo que son simples intereses.
Confundimos el interés con el bien, sin reparar que, en rigor, el interés mira sólo, de modo inmediato, al provecho, a la utilidad, a la ganancia. Cierto que, gran número de personas no se van a declarar egoístas, aunque lo sean ferozmente y, para ellas, la palabra interés es suficientemente discreta y racional para amparar las motivaciones calculadas de sus planteamientos vitales. Hasta la fe, hasta la religiosidad pueden plantearsela como un interés: de prestigio tal vez o de resorte moderador en esta vida, y de "ganancia" o salvación en la otra. Y habrá que regalarles indulgencias lo mismo que en las tiendas dan "cupones" a los clientes, para que sigan fieles.
Hay una forma pseudo-idealista más sutil, y es el sentimentalismo.
El sentimental se cree fácilmente idealista, sin serlo. En el fondo, cuando se deja dominar y llevar del sentimiento, no pasa de ceder a una forma más escondida de egoísmo. Es un conductor de su vida que pretende hacer andar el motor echándole lubrificante en vez de carburante. Si el interés se llama falsamente bien, el sentimiento se llama falsamente amor. Pero el amor es una fuerza, mientras que el sentimiento se manifiesta como una debilidad cuando hacemos que intervenga irracionalmente invirtiendo la proporción integradora, única que dispondría y facilitaría el verdadero amor.
Y hay el ideal. Cristo mismo, cuando habla del Reino de Dios recurre a su planteamiento idealista al decir que hay que anteponerlo a todo lo que podamos lícitamente {5 (125)} querer en este mundo (padres, cónyuge, hermanos, hijos, posesiones...) El ideal es un planteamiento o actitud profunda de todo el ser frente a la vida, para un propósito que vale más que la vida entera. Sin una gran capacidad para el amor es imposible aceptar un verdadero ideal; sin generosidad para amar, nos quedamos en los míseros sucedáneos de sentimentalismos hueros, llámense como se les llame. Así hay abuelas ricas que compran besos a sus nietos, y llaman amor a lo que pagan con regalos o dinero; hay mujeres que "se colocan" en matrimonio para una soledad en compañía", aunque materialmente confortable, pero salpicada de continuas infidelidades que las continuas erupciones sentimentales jamás restañarán; hay padres que no sacarán ningún provecho de sus hijos, porque confunden a los que engendraron con muñecos parlantes, sin advertir que la vida no era un juego, y se lamentarán de la falta de ideales de la juventud actual, cuando ellos no supieron hacer otra cosa que educarles para el interés o estimularles en el cumplimiento de los pocos deberes de la infancia con gratificaciones corruptoras.
No es que el ideal sea más hermoso y noble que el interés y más verdadero y sólido que el sentimiento. Es que, como el hombre es capaz de ideal y tiene necesidad de superarse para ser feliz y como solamente el ideal puede llevarle a esa verdadera superación, el ideal es necesario para la felicidad del hombre, tanto como para hacer de todos los hombres y con todos los hombres, un mundo mejor y un mundo feliz..
El mal de los hombres, de las familias y de la sociedad, y el hambre de felicidad clamada a gritos por todos, es consecuencia de la falta de ideales. Y la falta de ideales, en parte por lo menos, es consecuencia del engaño con que fácilmente, y no siempre sin intima complicidad, se cae en la falsificación de lo que es el ideal. No somos puros en los pensamientos, ni leales en la trabazón lógica del bien; tenemos miedo, o un cierto miedo al bien a secas, puramente, y nos quedamos en los sucedáneos del sentimiento o en la gratificación inmediata motivada por el interés.
Todo lo hacemos depender del dinero: el prestigio, la insegura seguridad, la comodidad de no importarnos nada los demás, hasta que se reseca el corazón, y aunque digamos que no hemos perdido la fe, la fe también es un medio, Dios mismo es un medio y no un fin, y somos incapaces de ideales y, consiguientemente, de transmitirlos.
El que consiga despertar un ideal en un niño, en un joven, aunque no logre darle ni un solo céntimo, le ha legado una semilla de felicidad y la mayor riqueza y la más exquisita sabiduría con que pueda ennoblecer su vida y enseñar a ser felices a los demás.
Sobran interesados, estorban sentimentales y faltan idealistas.
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3. LA IGLESIA NO ES «EL OPIO DEL PUEBLO» ha dicho Luis Corbalán
El pasado mes de marzo, en los locales de la Asociación de la Prensa Extranjera, en Roma, el secretario general del Partido Comunista de Chile, cuya libertad, como se sabe, fue intercambiada por la del contestatario soviético Vladimir Boukovski en diciembre del año pasado, hizo la siguiente declaración que recogemos de La Documentation Catholique (17.4.1977).
TODOS SABEMOS que, a raíz del Vaticano II, se la producido en la Iglesia un cambio muy importante, que ciertamente ya se había esbozado tiempo atrás, antes de esta reunión. El Vaticano II ha tenido el mérito de mostrar a la Iglesia y a los católicos la necesidad de otorgar primordial importancia a los problemas temporales, de preocuparse primordialmente de la ciudad del hombre, sin olvidar la ciudad de Dios.
Usando su propia terminología, ha mostrado la necesidad de preocuparae en primer lugar de los problemas humanos, de la vida del hombre sobre la tierra, de la salvación del hombre sobre la tierra, sin abandonar la visión escatológica de la liberación, de la redención del hombre.
Después del Vaticano II, en 1968, en Medellín (Colombia), tuvo lugar la celebración de la Asamblea Episcopal latino-americana, a la que cupo el gran mérito de mostrar la necesidad de que la Iglesia católica ponga el acento sobre la liberación del hombre latinoamericano y apoye los esfuerzos para transformar la sociedad.
La Iglesia católica ha actuado de acuerdo con esta orientación.
Antes de las elecciones chilenas de 1970, en las que triunfó Salvador Allende, la Iglesia católica de Chile declaró que no tenía ningún candidato ni partido político, y se limitó a reafirmar las orientaciones del Vaticano Il y de la Asamblea de Medellín. A partir del mismo día del golpe de estado de Pinochet, la Iglesia católica comenzó a padecer {7 (127)} persecución por parte de la dictadura militar. La iglesia católica se encontró ante el dilema de guardar silencio ante los crímenes de la dictadura, o de hablar para denunciarlos. Decidió hablar. A causa de ello ha venido a convertirse, la Iglesia, en gran manera, en la voz de los que no tienen voz, en el paño de lágrimas de los pobres. Ha sido la única organización que en Chile ha contado con la posibilidad de prestar una asistencia jurídica a los encarcelados, a los perseguidos, y ha proporcionado una asistencia social, en otros campos, a los abandonados, a los obreros sin trabajo, a las familias de los perseguidos.
Creo que la Iglesia católica de Chile ha de salir, de todo ello, con un prestigio mayor, más cerca del pueblo. Con anterioridad se había manifestado un cierto divorcio con el pueblo y la tendencia a un acercamiento a los ricos. Ahora el proceso se ha invertido.
En esta situación, nosotros, los comunistas, pensamos que en la misma medida en que la Iglesia católica se mantenga en esta orientación, las afirmaciones de que la Iglesia sea «el opio del pueblos o un factor de enajenación humana, pierden valor.
A la luz de todo esto no veo ninguna posibilidad seria para ulteriores dificultades entre la Iglesia católica y los partidos marxistas de mi país. Más bien todo lo contrario, pues creo que la posición de la Iglesia católica chilena es un factor que facilita la coexistencia, de hoy y de mañana, entre marxistas y cristianos, entre creyentes y no creyentes. Además, el movimiento obrero chileno jamás ha sido anticlerical y mucho menos, todavía, antieclesial.
{9 (129)}
4. La honradez del cristiano está en el trabajo, el estudio y la oración
ESTUDIAR bien es un buen trabajo; hacer bien la oración es un buen estudio.
Trabajar, estudiar, orar, podría ser el programa sintetizado de un buen cristiano.
Afortunadamente hay gente que estudia, gente que trabaja perseverantemente, gente que reza. Suelen ser los más atareados, los más diligentes en el cumplimiento puntual del propio deber, los que más tiempo dedican a la oración, los que más conscientemente y a menudo participan en las Eucaristías. A la inversa ―la pereza es madre de todos los vicios, dice el refrán-, suelen ser los más desocupados, los inconstantes aun en las empresas materiales, los que "no tienen tiempo" para atender al espíritu; o, si parece que van a hacer oración, es sólo para huir de un deber que les sería más incómodo.
― Acostumbrados a tomar las apariencias por realidades, nos hemos perdido mil veces, enviciados en el cansancio del fingimiento, permaneciendo vacíos de contenido: se finge trabajar para disimular escondidas holganzas; se finge estudiar o haber estudiado en gentes jóvenes y menos jóvenes...-para mantener la barnizada elegancia de los pseudo-selectos; se finge también, entre somnolencias beatas, una amistad con Dios, para pasar por santos o "almas de oración"...
¿Cuándo seremos auténticos?
Será imposible si permanecemos aletargados, sin el escozor de un verdadero ideal en el alma; será imposible si no despertamos a la evidencia de las fuerzas desperdiciadas, si no abandonamos el lujo de tanto tiempo perdido, si no nos convertimos de la hojarasquera vanidad inútil. De frustración en frustración, tendremos que inventarnos otros males menos vergonzosos para ocultar los verdaderos que nos aquejan y nos humillan, sin pararnos a reconocer que nunca acabamos {10 (130)} de proponernos seriamente querer ser hombres para poder ser cristianos.
De nada servirá, si la conciencia no se ha encallecido, el que hayamos encontrado o consigamos mantenernos en una solución materialmente cómoda para seguir viviendo o vegetando. No seremos creadores de nada y tampoco alcanzaremos la virtud de aceptar inevitables dependencias, al no bastarnos a nosotros mismos para mantener apariencias inmerecidas, y nos rebelaremos para no tenerlas que agradecer jamás. Seremos infelices por culpa nuestra, aunque sigamos acusando a los demás injustamente.
. ¡Cuántas críticas dirigidas a la Iglesia, por los que, díganlo o no, están ya casi definitivamente separados de ella, no son otra cosa que producto de un resentimiento que parte de la envidia, de la pereza y de la ignorancia! ¡Cuántas incomodidades para muchos que están dentro de ella, que son consecuencia de no profundizar en su conocimiento y de haber abandonado el trato con Dios: de no trabajar, de no estudiar, de no orar! Se pertenece a la Iglesia, no porque "se está" en ella, sino porque se trabaja, se aprende, se estudia y se vive con ella; y esto es imposible sin el deseo de profundizar en el saber humano tanto como en el de las cosas de Dios, y es imposible sin tratar con Dios como a un Ser personal.
{11 (131)} En esta época en la que se muestran más acelerados los cambios, más exigentes y profundas las transformaciones, muchos se sienten incómodos al moverse en el presente marco histórico y circunstanciado de la fe. Algunos ocultan o distraen su inconformidad creyendo superarla a través de un fanatismo más o menos cerril y a la par sentimental, sin mayor efecto que el de cubrir o aplazar el verdadero problema: éste se resolvería no por medio de esta huida enajenadora, falsamente piadosa, sino superando estas dos perezas: una de la mente y otra del corazón. La mente ha de ser nutrida, alimentada con ideas, con conocimientos más que infantiles sobre la fe que decimos profesar. El corazón ha de tratar con Dios lealmente sin acudir a Dios para huir del deber, sin fabricar con pretextos de piedad, autosugestiones o vanidades falsamente místicas.
A los que confiesan carecer de la fe, sólo les pediríamos que no juzguen lo que desconocen; que apliquen a ella y a los que dicen profesarla, la misma lógica que utilizan para otros aspectos. Y que sean honestos y sinceros consigo mismo.
La fe no se puede alcanzar por deducción filosófica: siempre parte de un primer don, de una gracia inicial de Dios, que se concede siempre a quien no pone obstáculos. Que sean honestos y, al final, nos encontraremos. Todos los caminos llevan a la verdad, y es cierto que la verdad se hace andando, se hace "al andar" si el pie inicia y sostiene el paso honestamente, buscándola de corazón.
Esta honestidad tal vez sea el común denominador para todos: para el fiel, para el tibio, para el que se aleja y critica, y para el descreído. El tibio inicia, con su pereza, un alejamiento de Dios y cultiva un autoengaño que aparentemente lo justifique, entre miedos y escrúpulos; el alejado no aplica a la Iglesia la lógica que le sirve para otros órdenes incluso de menor entidad; el descreído, si no escamotea el hacer de su vida un testimonio de la verdad, hallará, al fin, su plenitud en Dios.
Resumiendo: hay que trabajar, hay que estudiar, hay-el que tenga alguna fe, - que hacer oración. Hay que ser sinceros, para mantenernos en el bien, para reparar el mal. Y hay que mantener, recomenzándola siempre, esta radical honradez.
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5. documento: LA ORACIÓN: CIEN DEFINICIONES
DISCUTIMOS estudiamos, organizamos. Nos preocupa el mundo, la Iglesia, nuestra propia vida. Queremos entender cada situación, mejorar las cosas, transformarlo todo. Criticamos más que construimos, decimos más que hacemos, y ojalá que, lo que digamos, lo hayamos pensado primero, pensado y hecho nuestro, asimilado. Tal vez esta simple y elemental coherencia entre pensamiento reflexivo y acción responsable, bastaría para acreditar nuestra condición de hombres.
Pero como cristianos nos faltaria todavía algo más. No basta discutir, estudiar, hacer y organizar. Como al ser vivo le es indispensable la respiración, es necesaria al cristiano la oración, el trato con Dios, la plegaria.
¿Qué es la oración?
En el primer número de este año de la revista La Vie spirituelle, ha escrito Michel Germain Guillot esta cadena de pensamientos sobre la plegaria, como un rocío de palabras sobre la mente, que describen, que definen, que descubren, despacio, qué es la oración. Damos su traducción.
Escuchar a Dios que habla
ORAR es escuchar a Dios que te habla.
Ora es abrirle finalmente a lo que Dios nos ha propuesto desde siempre.
Ora es dejarse llenar de todo el deseo de paz que hay en el corazón de Dios y dejar que se haga eficaz en nosotros.
Ora es ponerse a disposición de Dios para que pueda decirnos una vez lo que siempre ha querido decirnos.
Ora es ofrecernos a Dios para que puedo hacer en nosotros lo que siempre quiere hacer.
Ora es tomar conciencia del llamamiento de Dios, es consentir en su designio y en lo que nos propone.
{13 (133)} Orar es recibir lo que Dios nos quiere dar.
Orar es abrirse al perdón que Dios nos propone.
Orur es acoger a Dios que se nos ofrece.
Orar es aprender de Dios
ORAR es aprender a escuchar.
Orar es remontar nuestras tareas hasta Dios mismo, hacerlas brolar de Cristo, sumergirlas en la gran corriente de amor, de liberación y de esperanza que ha de transformar el mundo.
Orar es tomar conciencia de las palabras que Dios nos dirige en su Libro la Biblia-, pero también escuchar lo que nos sugiere a propósito de nuestra propia existencia.
Orar es abrirse a la solicitación de Dios, para comunicarnos su aliento, su gozo para crear y para amarlo.
Orar es abrirse a Dios para que nos abra a los demás.
Orar es pensar en Alguien con amor.
Orur es un momento de intimidad con Dios, es la apertura a la verdadera vida.
Orar es descubrir que Dios nos quiere.
Orar es ser la imagen del Cuerpo de Cristo.
Y ponerse a disposición {1} de Dios
ORAR es, de una vez, escuchar al Señor, ponerse a su disposición, ser alabanza y acción de gracias, aliento filial, petición confiada.
Orar es intercambiar, conversar con Cristo.
Orar es encontrar un tiempo de silencio.
Orar es encontrar un tiempo para detenerse, para repensar, para reordenar, en presencia del Señor, los días, las horas, los acontecimientos.
Orar es encontrar un liempo gratuito de alabanza, de contemplación del amor infinito de Dios.
Orar es dar un alimento indispensable a la vida de la ſe, un alimento al que hay que recurrir a menudo, incluso después de períodos de indigencia.
Orar es respirar, es tomar conciencia de Dios y mantenerse en su presencia como el que se pone al sol para recibir el beneficio de su calor.
{14 (134)} Orar es dejar que Dios se apodere progresivamente de nuestro ser, de toda nuestra vida, para que tenga a realizar en nosotros su plan de amor, a pesar de nuestra resistencia y de nuestro pecado.
Orar es "hacer memoria" y recordar que el acontecimiento que se recuerda es un misterio que no pierde actualidad.
Orar es acoger al Espiritu
ORAR es acoger en nosotros al Espíritu Santo.
Orar es hacer muestra la plegaria de Cristo dirigida al Padre.
Orar es abrirnos al amor de Dios.
Orar es elevar un lamento, una voz de angustia, una petición de socorro, una contemplación serena.
• Orar es un estado de alma que mira a Dios sin decir palabra, ocupada únicamente en contemplarlo, diciéndole que lo ama mientras lo mira, enmudecidos los labios y hasta el pensamiento.
Orar es desprenderse un poco de uno mismo, volverse alguna vez penosamente hacia este Dios misterioso, cuyo rostro hará sufrir siempre a los hombres porque no lo acaban de descubrir, ni ven en él la luz definitiva que da claridad a su condición de hombres.
Orar es entrar en relación con Alguien.
Orar es tratar con Dios como a uno que está cerca.
Orar es acercarse a Dios y descubrir su distancia y su proximidad.
Es renovarse
ORAR es dejarse renovar por Dios.
Orar es la felicidad del alma sobre la tierra. La vida interior es un baño en el cual el alma se sumerge, y deviene anegada en el amor.
Orar no es nada más que la unión con Dios.
Orar es hacer una determinación de fe, apoyándose en la certidumbre de que Dios mora en lo intimo del corazón.
Orar es hacer una determinación de amor que nos da acceso a la proximidad del Padre.
{15 (135)} Orar es adherirse al designio de amor del Padre.
Orar es rolver al Padre, desde lo profundo de nuestra friseria de pecadores, mientras aceptamos el compromiso de perdonar a los que nos han ofendido.
Orar es dialogar con Dios en una conversación de amor que fiende a la comunicación silenciosa.
Orar es dejar que el Espíritu sea en nosotros, enteramente, un impulso que nos lleva al Padre.
Orar es entregarse a Dios
ORAR es presentarse a Dios con entrega total, con total abandono, dispuesto a recibirlo todo de él y de los hombres.
Orar es mecerse en la onda de la comunicación con Dios.
Orar es remitirlo todo a Dios, con palabras o sin ellas.
Orar es tener la certidumbre de que Dios sabe lo que nos conviene mejor que nosotros sabemos lo que queremos.
Orar es redescubrir el rostro de Dios riro para poder maravillarros de él y tratar verdaderamente con él.
Orar es desposar la voluntad de Dios con nuestros deseos.
Orar es pedir a Dios que venga a dar su combate en nosotros.
Orar es establecer un lenguaje habitual con Dios en una amistad verdadera y real.
Orar es consentir a uno que es mayor que nosotros.
Orar es penetrar en DIOS
ORAR ex penetrar, como sea, en Dios vivo.
Orar es ponerse bajo el influjo del Espíritu Santo, calmarse, recogerse para dejar que surjan, se filtren y aparezcan nuestras actividades más profundas, para hacerse dácila Otro que ruega en nosotros.
{16 (138)} Orar es dejar que despierten y se desborden en nosotros, la alegría, el amor del hijo hacia su Padre.
Orar es ponerse a disposición de Dios para dejarle hacer en nosotros, siquiera un momento, lo que él quiere hacer desde siempre, y para lo que nunca le concedemos tiempo para que lo haga.
Orar es establecer una relación, un diálogo con esle ser misterioso que "nadie ha visto jamás", pero que presentimos en el corazón de la vida que hay en nosotros.
Orar es dilatar el corazón y el espíritu al soplo de Dios.
Orar es dejar que exista en nosotros el hombre nuevo que ya vive en cada uno de nosotros.
Orar es dejar paso a la savia vital que hay en nosotros para que reviente en Dios y se dilate.
Orar es decir "yo", es hablar de cara a Dios, es lanzar un mensaje con la cierta esperanza de que será captado.
Orar es percibir el mensaje de Dios
ORAR es alender y esforzarse para recibir el mensaje de Dios.
Orar es creer que Dios se ocupa de nosotros y que espera una intervención de nosotros.
Orar es creer que Dios prevé nuestro lugar en su programa.
Orar es creer que Dios siempre lleva razón.
Orar es descubrir que el amor no ha consentido la soledad de Dios.
Orar es una aventura que no se limita a la aportación de emociones apasionantes, sino que comporta responsabilidades nuevas.
Orar es saber que hemos sido adoptados y que nos dirigimos a un Dios que nos escucha.
Orar es hablar la lengua de Dios, una lengua nueva que se despierla en nosotros.
Orar es obtener un lugar nuestro en el corazón orante de Cristo.
Es ser como un río...
ORAR es ser como el cauce de un río...
Orar es la llave de la mañana y la cerradura de la noche.
{17 (137)} Orar es hacernos niños y dejarnos colmar por el amor espontáneo de Dios.
Orar es dejar que el Espíritu transmita a través de nuestros instintos de vida y de muerte los sueños más grandes del Reino: el Evangelio vivido y la paz finalmente establecida para siempre.
Orar no es cambiar las intenciones de Dios, sino dejarnos cambiar a nosotros mismos y permitir que seamos interiormente transformados, renovados, recreados por su Espíritu de amor.
Orar es abrir nuestro corazón para acoger el don gratuito de Dios hecho a nosotros mismos y a todos los hombres.
Orar es cambiar de figura, es ser configurado con Cristo transfigurado delante de sus Apóstoles.
Orar es aceptar ser llamado por Cristo.
Orar es pensar en Dios mientras lo amamos.
Orar es comprometerse
ORAR es enrolarse totalmente.
Orar es reconocer la absoluta prioridad de Dios, Señor y Maestro de nuestra existencia.
Orar es tomar conciencia del Espíritu que nos da vida y por el cual clamamos: ";Abba, Padre!"
Orar es entrenarse para poder hacer el esfuerzo que tiende a transformar nuestra existencia y que permite la realización práctica del pensamiento de Dios sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
Orar es hacernos disponibles para Dios.
Orar es prepararse y estar dispuesto para la acción de Dios sobre nosotros.
Orar es cambiar la faz del mundo.
Orar es tener la fuerza de hablar a Dios en nombre de todos y hablar a todos en nombre de Dios.
Orar es convertirse en el instrumento vivo y verdadero querido por Dios desde su eternidad, pero para esta hora presente y nuestra.
Orar es revestirse de la dignidad de Cristo
ORAR es hacer al hombre digno del Eva ORAR es hacer al hombre digno del Evangelio y digno de Cristo.
Orar es reconocer nuestras flaquezas de cada día, y admitirlas.
{18 (138)} Orar es la mejor arma de que disponemos, porque abre el corazón de Dios.
Orar es proclamar que existe siempre otra alternativa, más allá de nosotros.
Orar es comprometerse en el camino de la verdad.
Orar es,con frecuencia, lo contrario de la seguridad.
Orar es ser como un río que va cavando su lecho, que va abriendo su espacio, en medio del flujo y reflujo de todas nuestras obras.
Orar es convertirse a la esperanza.
Orar es aceptar ser pobre y aceptar buscar camino.
Orar es creer en la luz
ORAR es creer que al final de la ruta hay una luz.
Orar es esforzarse para encontrar, más allá de la penumbra del velo, el rostro de Dios.
Orar es afirmar, con un movimiento simple del alma, que Dios existe y que nos contempla, que nos escucha, que nos responde, que nos comprende y que nos ama.
Orar es afirmar, con un gesto espontáneo, una necesidad de compartición.
Orar es un reflejo de enamorado que se sorprende de ser amado, de ser mirado amorosamente, de ser preferido.
Orar es, alguna vez, constatar un fracaso, hallarse ante lo irreparable y atreverse a decir a Dios que no comprendemos por qué.
Orar es ser auténtico frente a Dios.
Orar es, luego de renunciar a la acción, ponerse con frecuencia mirando a Dios, escucharlo, responderle y, en este contacto solitario, hallar la gracia, la fuerza para vivir cada instante en su presencia.
Orar es creer que en el corazón de la noche más oscura, existe la luz.