Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
157. MARZO. Año 1978 |
0.
SUMARIO |
CRISTO
es la verdad: la verdad de Dios y la verdad del hombre; la verdad que tenemos
y la verdad que nos falta; la verdad que enseña y la verdad que pregunta; la
que se nos da y la que hemos de ir haciendo; la verdad del esfuerzo y la
verdad de la fe; la verdad que enriquece y salva, y la verdad que compromete
y transforma; la que buscan los limpios, la que necesitan los tristes. Cristo
es toda la verdad: La verdad de la vida, la verdad del dolor, la verdad de la
muerte y la verdad del amor. Cristo es la Verdad. |
COMO
LOS DEMÁS |
EL
SACERDOCIO DE LA MUJER |
LA
ASAMBLEA DE BARCELONA |
OTRO
SACERDOCIO |
ANUNCIAR
LA FE EN VIETNAM |
LA
VERDAD |
EL
MIEDO, EL AMOR Y LA MUERTE |
{1
(37)} |
Tiempo
de oración: |
SABEMOS... |
QUE
HEMOS DE SEGUIR TRABAJANDO. |
Sabemos
que no hay tierra |
ni
estrella prometidas. |
Lo
sabemos, Señor, lo sabemos |
y
seguimos contigo trabajando. |
Sabemos
que mil veces y mil veces |
pararemos
de nuevo nuestro carro |
y
que mil y mil veces en la tierra |
alzaremos
de nuevo |
nuestro
viejo tinglado. |
Sabemos
que por ello no tendremos |
ni
ración ni salario. |
Lo
sabemos, Señor, lo sabemos |
y
seguimos contigo trabajando. |
Y
sabemos |
que
sobre este tinglado |
hemos
de hacer mil veces y mil veces todavía |
el
mismo viejo truco bufo-trágico |
sin
elogios |
ni
aplausos. |
Lo
sabemos, Señor, lo sabemos |
y
seguimos contigo trabajando... |
León
Felipe 2 (38) |
{2
(38)} |
1.
Como los demás |
HOMBRES
como los demás son, han de ser, los sacerdotes de Cristo, los hombres
vinculados a él por creerse por 61 llamados y que le responden con el deseo
mantenido de atender a ese llamamiento que refuerza el compromiso bautismal y
cree, sobre el radical del primer sacramento, el de hacerse vocero universal
y anunciador pacifico del mismo Evangelio que predicaron los primeros
Apóstoles y distribuidor de las gracias por medio de los signos que Cristo
estableció, para sellar a los justificados. Para edificar la Iglesia que le
perpetúa, mientras prepara el reino de Dios. Toda una vida y todos los
esfuerzos para todos los hombres y para que todas las cosas lleven a Dios y A
su reino. |
Después
vendrán las técnicas y las racionalizaciones organizativas que tendrán qua
relativos méritos, si no pasan de mero instrumento provisional para el gran
fin hacia el que todo se dirige, pero que no servirían de nada ―y hasta
ocultarían o retrasarían el progreso hacia el reino de Dios― si no se
resignaban a la humildad de lo provisorio y mudable. Y vendrán los peligros
de establecer paralelos entre los modos, estilos y reinos de este mundo,
absorbente, si pudiera, hasta de lo más santo, para rebajarlo, reducido y
dirigido, al limitado e inmediato interés de las puras apetencias humanas:
IAS pasiones disimuladas de la vanidad, de la codicia, de la pobre
sensibilidad. |
El
que quiera seguir a Cristo tendrá que estar continuamente venciendo tales
peligros, sea sacerdote o simplemente bautizado: pero se verá, In lucha,
especialmente en el sacerdote. Porque el inundo ha tendido ―tiende
todavía― a hacer del sacerdote un ser de una categoría especial y le
mira como promocionado a un cierto encumbramiento social, para atribuirle una
santidad, una sabiduría y un relieve que, por ejemplo, no tendría otro
individuo del mismo nivel de extracción, sobre todo si ésta era humilde. En
cuyo caso, al la intención original era pura y desinteresada, dará justo
motivo de alabanza a padres y educadores que supieron descubrir y encauzar
tal "vocación", pero someterá inevitablemente a examen la propia
conciencia del interesado, al que se le plantea el problema del total
desinterés y de la pureza de su entrega personal, hasta superar las miras, si
no materiales sí por lo menos {3 (39)} las que sugiere la vanidad buscadora
del propio prestigio en las promociones y ascensos mundanos. |
En
este sentido, el movimiento secularizador sirve de crisol de las vocaciones.
Cada vez será menos posible el compartir o substituir las miradas puestas en
el reino de Dios con el engaño de compaginarlo con la vanidad de un prestigio
personal a costa del orgullo sacro de clase, o del interés, ventajas o
seguridades que pudiera prestar una promoción social, alcanzada al precio de
algún esfuerzo ascético para mantener las más visibles e indispensables
apariencias de decoro clerical, como signo convenido de entrega a Dios. El
sacerdote ha de ser y será, cada vez más, un hombre como los demás. Ni el
sacerdocio cristiano será una promoción equivalente a la que hubiera sido
difícil o inaccesible en otra parte (para alcanzar ego que ahora se dice
"la propia realización personal"); ni un refugio para el que no
hubiera sido capaz de abrirse paso en el mundo ni una carrero hacia progresos
y ascensos en el concurso de valías y reconocimientos de lo ―con
fingido pudor de humildad― exhibido... El que no sirviera para el
mundo, no servirá para Dios; el que buscara lo que el mundo puede dar a los
audaces. Será más difícil que lo alcance en la Iglesia. El sacerdote será un
hombre como los demás, como fue Cristo, que fue "un hombre como los
demás hombres.., aunque sin pecado", al modo como proclama san Pablo, y
al modo como él y los demás verdaderos apóstoles le imitaron. |
Pero
decir y querer esto y hacerse posible, no es tarea de sólo los que ya son
sacerdotes o tienen sus puestos en los lugares más visibles de la corteza
organizativa de la Iglesia que formamos entre todos. Con tantos defectos como
queremos quitarle, la bien cierto es que en ella siguen sólo los que entre
todos le acarreamos y trasmitimos y, por esto, podemos decir con justicia,
que tenemos, en cada momento de su historia, los sacerdotes que le preparamos
y que, entre todos nos merecemos. |
Lo
que entendemos por cristianismo, lo que del Evangelio vivimos en nuestra
vida, lo que transmitimos a los demás, en especial a los jóvenes, respecto de
la Iglesia y respecto de las realidades existenciales y los ideales que en
ellas vivamos y enseñemos a vivir, serán la condición primera para lo mejor
que deseemos para la Iglesia y sus sacerdotes. |
Ni
basta con invocar una cantidad genérica y hacernos, de esta manera,
"diferentes" para delegar en ellos y exigirles las urgencias que no
quisiéramos compartir como hermanos suyos en la Iglesia. |
El
sacerdote será, en sentido evangélico, un hombre como los demás, en la medida
en que los demás cristianos dispongan, ofrezcan, den y merezcan ese tipo de
sacerdotes. Un hombre como los demás y un hombre para los demás, un hombre de
Dios para que en él y con él encontremos a Dios y nos encontramos con Dios.
Pero n10 sólo él, sino todo cristiano ha de ser hito y referencia a Dios... |
{4
(40)} |
2.
EL SACERDOCIO DE LA MUJER |
POCO
DESPUÉS de celebrado el Concilio Vaticano II, el conocido teólogo consultor,
P. Bernard Haering, afirmaba que, desde la teología resultaba todavía difícil
poder afirmar o poder oponerse a la ordenación sacerdotal de las mujeres.
Todos sabemos que, con posterioridad, la Iglesia se ha decidido por mantener
la actual disciplina. Los teólogos siguen discutiendo. En último término,
decía el P. Haering, el futuro puede ofrecer nuevas perspectivas, y por eso
la cuestión ha de quedar abierta. |
El
futuro, afortunadamente, está en manos de Dios. |
Algunos,
incluso obispos, han insinuado que las cosas pueden cambiar cuando las
necesidades causadas por la escasez de sacerdotes, obliguen a profundizar
sobre el tema de la posible ordenación femenina. Pero esta razón es
entristecedora porque sería continuar dando a la mujer el resto de lo que no
alcanza el hombre o de lo que le sobra. Sería oportunismo y no convicción;
concesión y no reconocimiento. Y la mujer es también una persona, como
Mounier y otros han recordado. Lo que ocurre, para humillación de la
humanidad, es que sólo acuciado por las circunstancias creadoras de los
problemas y exigentes invocando una solución, hacen que el hombre aguce su
pensamiento y tome más en serio todos los recursos que, si son nobles,
coinciden con el querer de Dios. Monseñor Araujo Sales, ya dijo entre
pasillos conciliares: «Un día puede la Iglesia leer un signo de Dios en las
exigencias de la Pastoral en América Latina o en África, o detrás del telón
de acero, y ordenar allí mujeres-sacerdotes: |
Dios
no cesa de hablar a su Iglesia y le dicta su voluntad a través de los
acontecimientos que a veces pueden ser más claros que los textos bíblicos. El
Espíritu, que vive en la Iglesia, él solo, puede ayudarla a leer
convenientemente unos y otros. Tengamos confianza en él». |
Pero
la cuestión principal no está en el hecho de que llegue o no la mujer al
sacerdocio. Vemos cómo en otros campos la mujer consigue puestos o se le
conceden posiciones que, sin embargo no cambian en la medida que tales hechos
se explotan como propaganda del símbolo, la situación habitual {5 (41)}
discriminatoria, o lo hacen de modo mucho más lento a como se quiere dar a
entender con tales muestras aisladas que dan acceso a la mujer a algún puesto
equiparable al de los hombres: algunas mujeres en un Parlamento, una mujer en
un cenáculo de intelectuales, representan algo, pero no bastan en sí mismo
tales signos si no van acompañados o son consecuencia de cambios generales de
mentalidad en la sociedad y en las relaciones que en ella siguen manteniéndose.
Ni bastan, siquiera, los simples reconocimientos teóricos, aunque sean
importantes ―¡y menos mal si existen!— porque tales reconocimientos no
pasan de la posibilidad exigitiva de derechos, de penosa reclamación.
¡Desgraciada la sociedad que pretende prescindir del derecho, pero igualmente
desgraciada la que ha de estar continuamente invocándolo! Un gran apóstol, el
P. Carpentier decía a propósito de estos reconocimientos hermosos en teoría:
«En el fondo se ha obedecido a esta idea simplista, consistente en igualar a
la mujer con el hombre, y se le dice que ella tiene los mismos derechos. |
Pero,
¿se trata de "derechos" o de valor humano? Si se dijera que la
mujer no puede realizar tareas "desfeminizantes", ¿dispensaría de
sus derechos" de otra forma auténticamente valedera? Porque se trata de
"valor" específico, el reconocimiento de la mujer supone (muy lejos
de hacerle la competencia) el reconocimiento del auténtico valor del hombre,
que está en la tendencia a amar, no a dominar (esto es animalidad). Nuestra
sociedad está dominada por la idea de "derechos". Pero los derechos
no son necesarios más que por razón de que la persona se siente y es en
realidad atacada. Un ángel no tiene "derechos" porque es
invulnerable. El día en que hayamos reconocido que la sociedad propiamente
humana no usa los derechos más que secundariamente, cuando es necesario (es
decir, cuando se violan los derechos), el día en que se habrá llegado por fin
―progreso hacia el fraternalismo del mundo― {6 (42)} a vivir en
la sociedad como en una familia –ya que así debería ser en la que los
derechos no son invocados a no ser cuando la familia está muerta, será
entonces cuando entre las profesiones no le será Estadísticas {t} He aquí las
establecidas el primero de enero de este año por la Oficina Central Católica
de Estadística, y que dan una idea de la situación de la Iglesia a nivel
mundial. |
CONTINENTE
- Población - Católicos - Porcent. |
AFRICA
- 400 957 000 - 48 528 000 - 12,1 |
AMERICA
555 846 000 - 341 290 000 - 61,4 |
ASIA
- 2301 291 000 52 - 589 000 - 2,3 |
EUROPA
- 663 128 000 - 261 924 000 - 39,5 |
OCEANIA
- 21 094 000 - 5 227 000 - 24,8 |
TOTAL
- 3 942 316 000 - 709 558 000 - 18,0 |
CONTINENTE
- Sacer. Dioc. - Religiosos - Total |
ÁFRICA
- 5 034 - 10 944 - 15 978 |
AMÉRICA
- 65 140 - 49 899 - 115 039 |
ASIA
- 12 024 - 12 068 - 24 092 |
EUROPA
- 174 225 - 70 046 - 244 271 |
OCEANIA
- 2 908 - 2 495 - 5 403 |
TOTAL
- 259 331 - 145 452 - 404 783 |
CONTINENTE
- Religiosos - Religiosas |
AFRICA
- 4940 - 33 691 |
AMÉRICA
- 21 707 - 296 001 |
ASIA
- 5 709 - 75 327 |
EUROPA
- 34 999 - 546 557 |
OCEANIA
- 3033 - 16 950 |
TOTAL
- 70 388 - 968 526 |
CONTINENTE
- Seminaristas-Sem. mayor |
Diocesanos
Religiosos |
AFRICA
- 3 883 - 512 |
AMÉRICA
12 288 7943 |
ASIA
- 6351 - 3971 |
EUROPA
- 15 960 8 223 |
OCEANIA-
573 – 446 |
TOTAL
- 39 055 - 21 095 |
CONTINENTE
- Seminaristas Diocesanos - Sem. menor Religiosos |
ÁFRICA
- 22 363 - 1 766 |
AMÉRICA
- 21 802 - 15 780 |
ASIA
- 10 197 - 4 214 |
EUROPA
- 35 877 - 28 823 |
OCEANIA
- 373 - 64 |
TOTAL
- 90 612 - 50 647 |
A
un número total de habitantes de 3 942 316 000, corresponde la cifra de 709
558 000 de católicos, lo que representa el 18 por ciento de la población
mundial. |
También,
frente a la cifra de 475 171 hombres, entre sacerdotes y religiosos, figuran
casi un millón de religiosas, exactamente 968 526. |
La
mies sigue siendo mucha y aparentemente pocos, todavía, los operarios. |
{7
(43)} plenamente reservada a la mujer como en otro tiempo la de enfermera.
Por ello será preciso todavía un gran proceso para llegar a esta
participación». |
Menos
mal si existe el reconocimiento teórico de derechos, pero aun cuando no
existiera, como cristianos, desde el Evangelio, tenemos infinidad de modos de
preparar, progresando día a día, lo que solamente los derechos no podrían
obtener. Por eso, si precipitadamente se llegara a la ordenación sacerdotal
de la mujer sin convertir las mentalidades hasta influir decisivamente en vez
de ser influidos, o, por lo menos, hasta llegar a contrarrestar el peso
cultural que, en este sentido, hemos recibido de los criterios sociológicos
de la antigüedad judía y del mundo romano, pero que son extraños al Evangelio
y, por lo tanto, paganos, correríamos parecido riesgo al de las ficciones que
sin dejar de seguir sacrificando y relegando de hecho y en general a la mujer
se cometen con el abuso de concesiones simbólicas que no son eficaces o sólo
lo son mínimamente. No basta que las cosas "parezcan" hechas, sino
que es preciso que además se hagan si todavía no se han hecho. |
Los
símbolos se prestan también a la ambigüedad si no van o vienen de la realidad
simbolizada. |
Por
lo tanto, no basta con proclamar que «la mujer tiene un papel importante en
la sociedad, en la Iglesia, en la cultura... etc.», sino que hay que hacerlo
y hacer posible que así sea. Las deformaciones o inconvenientes que los
misóginos oponen a la integración de la mujer suelen ser efecto y respuesta
de las discriminaciones que ellos mismos han impuesto. Algún gesto, algún
esporádico desmentido simbólico no basta para lograr el equilibrio y ser
justos. |
Mujeres
sacerdotes... ¿Por qué no? Pero el problema principal no está en llegar a
ordenar a una mujer, sino en cambiar la mentalidad de muchos
―muchos― varones, también eclesiásticos. Pero la Iglesia es
seguramente muy sabia cuando muestra, actualmente, sus reticencias, en bien
de la misma mujer, no sea que, también en las cosas santas, la convirtiéramos
en juguete novedoso para ser consumido por la superficialidad bobalicona,
como ocurre, en otros ámbitos, donde al mismo tiempo que se la exalta
ditirámbicamente, se la sigue utilizando, como criada barata, como ama de
llaves o guardadora de niños, o como objeto de lujo para exhibir y humillar a
los menos afortunados o, simplemente, que podamos contemplar la indiferencia
con que se la convierte en motivo comercializado de placer o de publicidad
sin que nadie muestre sorpresa por esta irrespetuosa explotación
unidimensional de la mujer. |
Sí
que sería positivo, desde ahora mismo, no impedir que la mujer se realice a
sí misma, para que no siga siendo un ser secundario. |
No
importa, a la hora de la siega, si el trigo lo sembró un hombre o una mujer. |
S.
Thomas More |
{8
(44)} |
3.
LA ASAMBLEA DE BARCELONA |
A
finales del pasado diciembre, concluía, en Barcelona, la Asamblea Diocesana
de Presbíteros. El conjunto de conclusiones aprobadas han merecido una
calificación de progreso y equilibrio generalmente satisfactorios, según los
comentaristas. |
Recogemos
algunas de las proposiciones aprobadas y que hacen relación al tema del
sacerdocio. |
ORDENACIÓN
DE HOMBRES CASADOS |
La
Asamblea pide que, en determinadas condiciones y por motivos pastorales se
pueda proceder a la ordenación de hombres causados. |
Votos
3741, si |
126,
no |
44,
en blanco |
6,
nulos |
MINISTERIOS
A SACERDOTES SECULARIZADOS |
La
Asamblea pide que no se impida el ejercicio de algunos ministerios pastorales
―tanto de la palabra, la enseñanza o los sacramentos que pueden ser
administrados por los laicos en determinadas circunstancias― a los
presbíteros secularizados de vida seriamente cristiana que lo pidan. |
Votos:
389, sí |
117,
no |
38,
en blanco |
7,
nulos |
MINISTERIOS
A LA MUJER |
Que
el obispo transmita a la Santa Sede la petición de la Asamblea de que se
permita cumulo ante el conferir a la mujer ministerios laicales en las mismas
condiciones exigidas a los hombres. |
Votos:
391, sí |
126,
no |
27,
en blanco |
7,
nulos |
FORMACIÓN
PERMANENTE |
Que
se facilite a todos los sacerdotes un tiempo de excedencia, al menos tilda
diez años, para dedicarse con mi intensidad a su formación y vida espiritual. |
{9
(45)} |
4.
Otro Sacerdocio |
OTRO
sacerdocio. ¿Otro?... Sólo puede ser lícito hacer referencia o formular
aspiraciones para "otro" sacerdocio cuando precisamente dejamos de
lado todos los sacerdocios — otros" sacerdocios —para insistir en el
único, en el de Cristo y reproducimos, aplicamos, desarrollamos y extendemos
el del único y supremo Sacerdote. Cuando se invocan renovaciones del
sacerdocio se indica, simplemente, la vuelta una y mil veces al original
sacerdocio cristiano. Y esa vuelta es necesaria por cumplimiento de pura
fidelidad a su mandato, al encargo que Cristo ha dejado a los suyos de
perpetuarle en el mundo, mientras el mundo sigue y evoluciona dirigiéndose a
su fin, que es el reino de Dios. |
Y
podemos preguntarnos: ¿es que nos hemos desviado o hemos corrompido lo que
Cristo instituyó? Seguramente constituiría una enorme ligereza, cuando nos
referimos al sacerdocio cristiano, aventurar la afirmación de que se ha
traicionado el encargo de Cristo. No obstante, cuando se dirigen acusaciones
a la Iglesia, generalmente se olvida el sentido propio y preciso que tiene la
palabra y se restringe la acusación entendiendo por Iglesia a la
"casta" sacerdotal y, más particularmente, a la encumbrada en la
jerarquía; pero a ésta se la acusa más porque representa un poder paralelo a
otros poderes y a veces confundiéndose con ellos a través de la historia, que
por la referencia a la verdadera representación de un encargo divino. |
Lo
que ocurre es que las transformaciones de la sociedad actual provocan
situaciones críticas a todos los niveles y ellas {10 (46)} también afectan a
la Iglesia y a sus instituciones. También el sacerdocio cristiano recibe el
reto de esa conflictividad que imponen las circunstancias y resulta que,
entre los mismos creyentes, se produce una turbación angustiosa cuando
comprueban que disminuyen las "vocaciones" al sacerdocio y se han
hecho frecuentes los casos de secularización hasta constituir un fenómeno
cualitativa y cuantitativamente relevante: |
porque
no solamente el número de abandonos, sino la calidad personal de los que se
han ido, crean dudas sobre la validez a ultranza de las formas que perviven. |
Pero,
bien mirado, que la crisis afecte también a la Iglesia presente en este mundo
que reta a todos, quiere decir que no se cultiva, en su seno, la placidez
somnífera de las rutinas beatas que puedan ofrecer descansado remanso para
los que, huyendo de la conflictividad mundana, puedan despreciar, honrados y
protegidos, lo que abandonan y miran de lejos… tal vez porque allí no hubiera
podido triunfar la codicia ansiosa de prestigios y seguridades demasiado
difíciles para conseguir y alcanzar con el trabajo y el mérito de lo
simplemente secular y temporal. |
Por
encima de los aciertos y desaciertos que nos correspondan a los que
perseveramos y a los que se hayan ido —algunos no debieran de haberse ido...
lo cierto es que la lección que el fenómeno impone no es para tristezas, sino
para la esperanza. Persiste en los secularizados un verdadero amor a Cristo y
muchos colaboran y quieren hacerlo todavía más en el apostolado y ministerios
de la Iglesia. Y en cuanto {11 (47)} a la inmensa mayoría de los que siguen
ejerciendo gozosamente su sacerdocio sacramental, se hace patente algo más
que la simple fidelidad, y es el afán incesante por redescubrir en Cristo, lo
que fue e hizo y lo que haría y sería en este mundo de hoy y en las
circunstancias que a cada uno le envuelven. De donde el ir también ellos al
mundo, buscando formas nuevas, que no son siempre felices, pero que
evidencian y conllevan, con el amor a Jesús y a los hombres que tratan, el
sufrimiento por querer conciliar, por una parte, la presencia en las
avanzadillas de la evangelización y el testimonio cristiano, mezclándose con
los hombres allí donde ganan su pan, buscan su verdad y forjan sus esperanzas
y, por otra, con la pureza de esa provisionalidad en la que se cobija el
espacio para todo lo santo y puro y bello que Dios tiene todavía por hacer en
el mundo y para los hombres, recapitulándolo en Cristo, que sigue siendo el
único sacerdote en todos los sacerdotes y a través de todos ellos y, no
solamente de ellos, sino de todos los que, por la fe, se le aglutinan y hacen
un cuerpo en su misterio. |
Otro
sacerdocio no será nunca una vuelta a la Sinagoga, a la que, con frecuencia,
nostálgicos de arqueologías y pompas amortizadas, han querido algunos
retroceder a la Iglesia. |
Cristo
mismo no quiso pertenecer a aquella casta sacerdotal. |
Otro
sacerdocio no será la espiritualidad oficializada benévolamente y amparada y
utilizada por los imperios. El de Cristo no es un reino como los de este
mundo. |
Otro
sacerdocio será el mismo que fue en Cristo, aunque en otro tiempo y en otra
parte del mundo y para otros hombres, a los que Cristo se vuelve a presentar
y a repetir su Palabra. Lenguas, modos, formas nuevas, pero el mismo mensaje.
Un sacerdote de hoy será un hombre como los demás, como el que sería en
Cristo, sólo que tiene un encargo de parte de Dios y hace por cumplirlo: el
Pan, la Palabra, el Perdón, el Amor y la Vida. |
{12
(48)} |
5.
ANUNCIAR LA FE EN VIETNAM |
POR
razones de espacio no dábamos, el mes pasado, el texto íntegro de la
intervención de Mons. Nguyen | Van Binh, archispo de Ho-Chi-Minh-Ville (ex
Saigón), sobre los problemas de la catequesis en un país de estructura
comunista. No nos resignamos a prescindir de las reflexiones que hacía
respecto a cuestiones inevitables que era preciso proponerse: |
Desde
nuestra distanciada posición occidental, nuestros problemas inmediatos no
parecen ser los mismos. Cierto que desconocemos las evoluciones sociales y
políticas que tendremos que vivir como cristianos, pero, sin gastar la
fantasía aventurando hipótesis históricas futuribles, podemos descubrir
alguna analogía entre nuestra sociedad y la estructurada manifiestamente
según los principios del materialismo marxista, para que de algo nos puedan
servir las reflexiones del arzobispo vietnamita. Si además volvemos la mirada
a los primeros tiempos y primeros pasos que dio la Iglesia en el mundo pagano
donde inició su expansión, partiendo de cero en cuanto a protecciones y
amparos oficiales o estructurales y mirada con recelo por los más poderosos,
no cuesta admitir que los problemas y las dificultades de la Iglesia
vietnamita se parecen, salvando distancia, a los de los primeros cristianos. |
En
cuanto a nuestra situación en el mundo occidental y más o menos cristiano, no
hace falta que forcemos la expectativa de un cambio marxista para darnos
cuenta, por lo que se refiere al materialismo, de cómo éste condiciona la
mayor parte de esperanzas y ocupa los pensamientos de los hombres, por más
que la llamada "sociedad de consumo" He haya encargado de dosificar
el reparto ilusorio de satisfacciones, pero como señuelo, gratificación y
estímulo, para seguir pendientes de las nuevas inventadas e innecesarias
necesidades que mantienen y aumentan el ansia de consumir...cosas materiales.
También nosotros somos materialistas; también nosotros, aunque desde otro
polo menos monolítico, mas igualmente engañoso, erigimos en criterio rector y
en fundamento y explicación de los fenómenos que más preocupan en nuestras
relaciones y nuestra convivencia, lo que principalmente es valorable desde el
punto de vista económico y material. Capitalismo de Estado y capitalismo
prácticamente oligárquico se llevan alguna diferencia en cuanto a polos de
absorción económica, pero el sentido absorbente es el mismo. Y uno y otro
hacen que el hombre imagine su máximo grado de libertad y realización si
consigue ascender hasta la cima o las cimas desde donde asegurar el logro de
una buena posición material. La escalada es el poder y el poder es el control
del dinero que, a fin de cuentas, impone siempre las alternativas opcionales
y posibles, sin más límite que sus propios intereses. |
{13
(49)} En un mondo preso en tales preocupaciones y principios, un Cristianismo
que no consienta ser mutilado o disminuido, tiene graves problemas para
hacerse entender. Una impregnación cristiana aceptada sin restricción, podría
convertir en benéfico para todos el capitalismo monolítico, poniendo espíritu
a la igualación que pretende, y lo mismo, podría también convertir en función
social la detentación minoritaria de las riquezas y de los bienes materiales,
haciendo de los patronos los grandes promotores del bienestar común. Todo
esto desde el planteamiento teórico. |
La
Iglesia no puede ser partidaria de fórmulas prácticas concretas de la
organización económica o política que los hombres elijan para sí mismos. Pero
debe ser anunciadora del Evangelio, entero, y denunciadora de toda
injusticia. |
Y
aquí comienza toda su problemática: |
tanto
frente a los que quieran absorberlas para instrumentalizarla en beneficio de
su respectiva ideología o intereses, como frente a los que no le quieren
consentir la proposición de un verdad que no puede, ni ella misma, recortar. |
Tanto
como ilustración de los problemas de la evangelización en una sociedad
marxista, como de los que surgen ante cualquier prevención materialista, del
signo que sea, nos parece que puede ser interesante cuando dijo el arzobispo
de Saigón, y que, como complemento de lo anticipado en el número anterior de
este Boletín, reproducimos A continuación en sus párrafos más importantes. |
CUESTIONES
ESENCIALES |
En
la actualidad, en Vietnam, nuestros fieles, lo mismo que los responsables de
la pastoral, no están todavía preparados para vivir en una sociedad marxista.
Pero el Espíritu Santo continúa actuando y nosotros, por nuestra parte, hemos
de colaborar con él. |
He
aquí los problemas que plantea la enseñanza del catecismo, formulados en las
cuestiones siguientes: |
1.
¿Quién me escucha? |
2.
¿Qué he de decir? |
3.
¿Qué me he de proponer? |
4
¿Cómo me he de expresar? |
En
primer lugar, los que me escuchan son miembros de la sociedad
marxista-leninista: en ella han nacido y crecido; han sido iniciados en la
doctrina marxista-leninista desde el jardín de infancia. En nuestra República
socialista todas las escuelas son administradas por el Estado y, el conjunto
de los programas de educación, apuntan a formar hombres para el socialismo.
Lo cual nos lleva a la segunda cuestión. |
LO
QUE HAY QUE DECIR |
¿Qué
he de decir? La respuesta viene determinada por dos elementos: por una parte,
lo que yo he de decir y, por otra, lo que el otro espera. |
{14
(50)} Yo he de decir el Evangelio del reino de los cielos: Dios, el universo
y el hombre en la economía de la redención. Y debo decirlo todo, sin suprimir
nada. |
Pero
además, para alcanzar mi cometido, he de tener en cuenta lo que espera el
otro, lo que quiere oír. Lo cual quiere decir que el contenido de mis
enseñanzas ha de tener en cuenta las interrogaciones, las inquietudes de los
jóvenes de mañana. Pues así, y solamente así, podré hacer algo para superar
estas dificultades y avanzar un poco más. En el medio marxista, los jóvenes
permanecen perplejos ante la condición humana, ante la cuestión de la
presencia de Dios en el universo y en la propia existencia: |
esta
presencia ¿es causa de conflicto?, ¿es un obstáculo para el progreso de la
humanidad? Cristo y la salvación, el Espíritu Santo y la Iglesia ¿añaden algo
a la fe, a la esperanza de los marxistas? La esperanza escatológica cristiana
¿se inhibe y es negligente frente a la esperanza marxista? O por el contrario
¿la supera y en qué medida? |
Todas
estas cuestiones exigen que se atienda a algunos rasgos del contenido
catequético para poder dar satisfacción a mis oyentes sin, con ello, alterar
ni falsear la Palabra de Dios con el intento de halagarlos. |
QUE
SE HA DE PROPONER |
En
cuanto al objetivo que debo proponerme no puede ser otro que el ayudar a mis
oyentes a comprender y a vivir su fe en este medio marxista. Es lo mismo que
si dijera que es preciso introducirlos en una visión de fe en la cual ellos
pueden situar a Dios, al universo y al hombre. No me puede bastar o no debo
intentar aclarar las objeciones y dificultades pasajeras, sino que debo
ayudar a los jóvenes a que ellos mismos se enfrenten a los problemas nuevos
que surgirán. Por esta razón no me puede ser permitido ocultar las
diferencias existentes entre marxismo y cristianismo. Por el contrario, he de
hacerles una exposición leal, aunque no atrincherando las razones en la
oposición, sino por medio de una actitud de apertura y de diálogo. Ya
convencidos, tendré que acostumbrar a los jóvenes a vivir y a dialogar con
los marxistas. Creemos que es preciso iniciar el diálogo y que, por ello
mismo, es necesario formar una generación nueva que sea capaz de establecerlo
con los marxistas. Si bien, el punto decisivo para todo este planteamiento es
el siguiente. |
{15
(51)} 16 (52) |
COMO
EXPRESARSE |
Lo
decisivo es saber cómo he de expresarme. Es indispensable que, para que mis
oyentes puedan comprenderme, debo utilizar su mismo lenguaje. Por lo demás,
se trata de una exigencia que Dios también ha respetado en relación con el
hombre: tenemos el ejemplo de los profetas y, finalmente, sabemos que nos
habló por medio de su Hijo amado. Podemos decir: «La Palabra se ha encarnado
y ha vivido entre nosotros». No puede sorprendernos que los jóvenes que han
nacido y crecido en el ambiente marxista por fuerza hablarán un lenguaje
marxista. La posición de san Pablo de «ser judío con los judíos y griego con
los griegos», ¿puede ser aplicada a los cristianos que viven en un ambiente
marxista? |
Pero
es verdad que presentar, hoy en día, la fe católica valiéndonos del lenguaje
marxista no significa, en modo alguno, "marxistizar el cristianismo.
Pues tampoco fue. |
"aristotelizada"
o "existencializada" la fe católica cuando, anteriormente, ha sido
presentada mediante la utilización del lenguaje aristotélico o
existencialista, si se nos permite hablar de este modo. Porque Dios que había
hablado a Israel no aceptó ser identificado con divinidad otra alguna, y
tampoco Jesús consintió ser confundido con ninguna de Las imágenes que los
judíos de su tiempo se hacían del Mesías. |
CONCLUSIÓN |
Estos
son nuestros problemas fundamentales. Aunque nos queda el tener que dar
respuesta a cuestiones todavía más concretas, como: ¿Quién hará la
catequesis? ¿Dónde y cuándo y cómo hacerla? Es preciso no olvidar que, en
adelante, todas las actividades de carácter religioso habrán de llevarse a
cabo en el recinto del templo y, en todo lo demás, la prioridad se concede al
trabajo y a la producción. Para terminar, permitidme, queridos hermanos en el
episcopado, que os pida la ayuda iluminada de aquellos entre vosotros que
tengan experiencia sobre estos problemas y, principalmente, la de aquellos
que sean competentes en la utilización del lenguaje marxista. Gracias. |
{17
(53)} |
6.
La Verdad |
¿Qué
es la verdad? |
La
soledad del hombre |
y
su secreto espanto: |
sólo,
quizá, este hombre, |
tu
escondrijo. |
El
poder sentencia |
a
un reo atado de manos. |
Lejos,
en la noche de afuera, |
oímos
cómo cantan gallos. |
Se
extiende rumor de matracas, |
las
luces se apagan. |
¿Qué
es la verdad? |
Vidrio
lanzado, hecho añicos, |
por
los cuatro vientos de la ciudad, |
trozos
de fango pisoteados, |
un
último grito de ahogado, |
crueles
vestigios de cepillo, |
sangre
en pieles finas de caballo, |
limpias
agujas de cristal |
en
dedos pringosos de bribón, |
sutiles
reflejos de espejo |
en
el grosor del hierro del azadón |
que
cava fosas en malos huertos |
donde
son colgados los dados de los muertos, |
itinerante
acecho de los lagos, |
dolor,
vacío, pecado, espanto: |
el
hombre que tengo ante mí. |
Salvador
Espriu 18 (54) |
{18
(54)} |
7.
El miedo, el amor y la muerte |
UN
las clases inferiores, en las formas de religión que han equivocado su
verdadero centro y han perdido el equilibrio de la verdad; en los deísmos
fríos que secuestran a Dios entre rígidos e inexorables mecanismos de la
naturaleza, el miedo a lo alto es todavía posible; pero a la luz de Cristo el
miedo no puede abrirse camino en el alma. El mismo infierno (contra el cual
se alzan algunos cristianos modernos, desde Péguy a Berdieff) cambia de
sentido y de proporciones en labios de un Maestro-Juez que ha querido
afrontar voluntariamente el infierno desde la cruz para que nadie se pierda,
si él mismo no quiere perderse como "el hijo de la perdición". |
No
se puede negar que el terror es el mayor enemigo del hombre: pero ha sido
vencido, en la muerte, por Cristo. Experiencias cotidianas, próximas y
remotas, aseguran que esta afirmación no es pura retórica. Berdieff ha dicho:
«El amor es la principal arma espiritual contra la muerte. Estos dos
antípodas, el amor y la muerte, son inseparables. Es precisamente al
acercarse la muerte cuando el amor se manifiesta con mayor fuerza. |
El
amor no puede ser vencido por la muerte... Cristo ha vencido la muerte porque
era la encarnación del amor divino universal.» De donde, la presencia de
Cristo cambia todo elemento negativo en piedra de construcción. Y, aunque
permanezca la tragedia, ya no causa terror, porque el dolor cesa de ser
inhumano, absurdo, inútil. El mismo san Pablo nos describe su experiencia
viva, en una existencia llena de amenazas endurecidas: «peligros en las
ciudades, peligros en la soledad, peligros en el mar, peligros en los falsos
hermanos... » Peligros en su mismo ser; pero no es el miedo el que lo invade,
sino la certeza de una omnipotencia que lo compenetra a través de su misma
impotencia. Una sola palabra sostiene al gigante de la humanidad: «te es
suficiente mi gracia». |
El
miedo invade desde las cátedras a los hormigueros humanos, pero no alcanza la
orilla de las zonas que viven en la luz, o, por lo menos, a la sombra de
Cristo. |
Card.
Giulio Bevilacqua, C.O. |
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