Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
161. OCTUBRE. Año 1978 |
0.
SUMARIO |
EL
MUNDO mira a Roma, donde el efímero pontificado de Juan Pablo I deja otra vez
vacante la silla de Pedro, tras la muerte de Pablo VI. Pero nada ha sido
inútil ni desgraciado. La Iglesia no mide tiempo ni pesa cantidades, y recoge
el tesoro de las palabras y los gestos ―pocos o muchos, de los últimos
pastores mientras espera el gozo seguro de otra bendición de la Providencia,
de otras manos que recojan el cayado y continúen el camino con toda la grey
expectante. |
JUAN
PABLO... II |
EL
PAPA DESEADO |
JUAN
PABLO I |
EL
PRIMER "ANGELUS" DE JUAN PABLO I |
LA
IGLESIA QUE SONRÍE |
IR
A MISA EL DOMINGO |
{1
(101)} |
1.
JUAN PABLO....II |
COMO
el rocío que se hace luz efímera sobre las hojas y 80bre las flores, para
saludar la claridad amaneciente, y se pierde, minúsculo, en la vaporosidad
del aire que irrumpe en las puertas de la jornada, así la corta vida y la
humilde muerte del papa Juan Pablo I se nos va en la fugacidad declinante del
verano, apenas iniciado el gesto de su presencia luminosa por el camino, en
el sitio de Pedro. |
Nos
hubiera gustado saber lo que este hombre bueno guardaba en su corazón de
cristiano para una Iglesia santa, para un mundo mejor, para los hombres, para
los jóvenes de nuestro tiempo inquieto y, a la vez, cansado, cuando angustias
y esperanzas se contradicen, y grito y canción, y gemido de dolor e himno de
esperanza abigarran, ensordeciéndolo, el rumor de la vida. El papa Luciani,
ahora que acababa de recibir, en su fe de cristiano, la cualificación de
hermano mayor de todos, hubiera podido legítimamente decirnos, más
explícitos, sus proyectos, descubrirnos en detalle sus pensamientos,
empujarnos con su autoridad por el camino del gozo y de la libertad salvadora
del Evangelio. Pero sólo un gesto, un ademán, una palabra, una bendición y
una sonrisa... Y, abajo, entre los hombres, los ojos abiertos, el corazón en
las manos y el aplauso del pueblo como el canto del agua que salta limpia,
libre y clara, gozosa y esperanzada. Y se ha ido, sin acabarnos de revelar el
tesoro que guardaba... |
Humanamente
saltan las palabras de desolación, quebranto, desgracia; pero los cristianos
sabemos que ni siquiera la muerte es un fracaso ni rompimiento, aunque los
cálculos de los hombres se dirigen a suplir o amaestrar, vestida de
precauciones excesivamente aseguradoras, la desnudez amorosa de los designios
de la Providencia que nos fuerza a proyectar con desprendimiento y a juzgar
con más pureza, no solamente las obras de los hombres, sino las mismas obras
de Dios cuando en ellas intervenimos los hombres. |
El
papa Luciani, Juan Pablo I, ha muerto, para que, todo lo que esperábamos
después de Pablo VI, sea más puro, más bueno, mas grande. |
No
se ha perdido nada. Uno siembra ―cada uno siembra, todos
siembran...― y otro recoge. Cuando un papa muere ―Ratti, Pacelli,
Roncalli, Montini, Luciani...― es como si una rama del árbol de la
Iglesia se desgajara; pero no se pierde a la deriva del naufragio pagano de
la muerte, sino que se hace remo que suma impulsos a la nave de Pedro, y el
mástil crece, mientras escribe, llevado de la mano de Dios, la trayectoria
ágil, intrépida, purificada, del crecimiento de Cristo en el mundo, sobre la
superficie inmensa del tiempo, en la Historia. |
Juan
Pablo I y Juan Pablo II. Y Pedro y Cristo. |
{2
(102)} |
2.
El Papa deseado |
RESULTABA
sorprendente que al paso que se pretendía una mayor y más acusada
simplicidad, la solemnidad, estilizada por una actitud de pureza
despreocupada por el resultado, se convertía en más grandiosa, más
comprensible y más participada: aquella caja de madera de ciprés sin pintar,
sin Adorno alguno, lisa, sola, sobre el pavimento enlosado de la enorme plaza
de san Pedro, en el funeral de Pablo VI, tenía más grandeza que todas las
pompas fúnebres, que miles de lámparas consteladas, que montañas de flores de
recuerdo... Y el aplauso espontáneo de la multitud congregada, como rumor de
cascada que recoge y guarda el abrazo inmenso de la magnífica columnata
berniniana, valían más que todos los himnos espirituales, que todas las
músicas fúnebres que los hombres pudieran dedicar para decir
"adiós" desde la frontera de los sentidos que nos separan de la
inmortalidad, Al Padre común que se recoge en el seno de Dios, donde nos
espera para «estar siempre con Cristo» en la paz, en la vida que no acaba en
el amor. |
Pero
con sentido diverso, no de separación, sino de encuentro y promesa de
compañía en otra etapa del camino de la Iglesia, también la sencillez
estallaba en la espontaneidad de protocolizada de un hombre sonriente
dispuesto a prescindir de grandezas significativas de simbologías
distanciadoras, que habla del papado como si se mirara al espejo con la
conciencia de cada oyente en la propia alma, que no le gustará usar tiara,
que no se sentará en un trono, que dirá a los que le han elegido: |
«¡Que
Dios os perdone!...» pero que aceptará el cargo y la carga para poderles
servir, para servir a Dios, para servir a la Iglesia, para servir a todos los
hombres. Nadie hubiera imaginado que el "adiós" se repitiera tan
pronto en el mismo lugar, un mes más tarde, uniendo, casi, encuentro y
despedida. |
Sin
nostalgias miramos el porvenir y se reaviva el deseo, todavía presentes las
ideas que las mentes do claras mostraban al mundo para decir le, seguramente,
lo mismo que todos anhelaban, convertido en deseo y en oración casi
universal. |
Pocos
días antes del conclave, los teólogos más conspicuos del mundo entero
―Albergo, de Bolonia: Chenu, Congar, Geffré, de Paris: Greeley, de {3
(103)} Chicago; Greinacher, Küng, de Tubinga. Grootears, de Lovaina:
Gutiérrez, de Lima: Schillebeeckx, de Nimega en Holanda― habían
proclamado cuál sería a su juicio, el Papa que necesitaba nuestro tiempo, y
querían: |
UN
HOMBRE ABIERTO AL MUNDO, al mundo tal como es, con sus glorias y sus
miserias, respetuoso con la tradición, pero atento a las críticas Actuales, a
los signos de los tiempos, a la evolución de las actitudes humanas, que hable
a los hombres de un modo que le puedan entender, que irradie humanidad... |
UN
GUÍA ESPIRITUAL, apoyado él mismo en la verdad, en la sinceridad, que tenga
valentía para fortalecer a los demás, más allá de estimular con simples
consejos, pero sin caer en el autoritarismo, de modo que su autoridad
personal, objetiva y carismática supere lo meramente formalístico, oficial o
institucional. Garantizador de la libertad en la Iglesia, en la que ejerce su
autoridad más bien por inspiración que por imposiciones, más por razones que
por decretos, más por la búsqueda del consenso en el diálogo que por
decisiones aisladas. |
UN
AUTÉNTICO PASTOR, no sólo y primariamente de Roma, sino universal, que sirve
a los hombres antes que a las instituciones. Libre de todo culto personal,
libre de ansiedades... No un doctrinario defensor de viejos bastiones sino
más bien un pionero pastoral para una renovación de la presentación y de la
práctica del mensaje del Evangelio en la Iglesia. |
UN
SINCERO COMPAÑERO DE LOS OBISPOS, más como hermano de ellos, que como patrón
a los que ellos sirven: que el Sínodo deviniera más decisivo, en vez de
permanecer como órgano meramente consultivo: |
aceptación
de la diversidad de naciones y mentalidades, las diferencias entre jóvenes y
ancianos y entre hombres y mujeres: también que en la Curia no solamente
tuvieran representación los teólogos de corte tradicionalista sino. Además,
los representativos de la teología católica contemporánea. |
UN
MEDIADOR ECUMÉNICO, de modo que se entienda el primado del oficio de Pedro
como una primacía de servicio en medio de la entera Cristiandad, un oficio
que ha de ser continuamente renovado según el espíritu del Evangelio y
ejercicio con responsabilidad y libertad cristiana; debe promover el diálogo
y la cooperación con las demás Iglesias cristianas, remover
obstáculos...también tomar con seriedad la relación de la Iglesia con los
judíos, el Islam, las demás religiones... |
UN
CRISTIANO GENUINO, lo cual no impone inmediatamente que ser un santo o un
genio: caben las limitaciones y defectos humanos, pero un cristiano genuino
quiere decir un hombre que en la palabra y en sus convicciones es guiado por
el Evangelio de Jesucristo tomado como una decisiva norma de vida. |
Naturalmente,
damos solamente un resumen de los criterios que los teólogos ofrecían, con
independencia de la nacionalidad del candidato, en vistas al bien y futuro de
la Iglesia. |
A
cada uno nos corresponde pedir, rogar y merecer que el nuevo papi responda a
los deseos del mundo, de los cristianos y de la Iglesia. |
{4
(104)} |
3.
JUAN PABLO I: no tan inesperado, no tan conservador, no tan socialista |
ES
tan cierto que el anuncio de lo seguramente esperado deja de ser
"noticia" (no es ninguna noticia decir en domingo que el día
siguiente será lunes...), que el mismo material informativo, excesivamente
profesionalizado, tiende a ser tratado o manipulado ―incluso sin
tendenciosidad maliciosa― exagerando los detalles que pueden suscitar
mayor sorpresa; lo sorprendente y lo novedoso be influyen y así la avidez de
la curiosidad ―superficial, perezosa para las profundizaciones, se
siente satisfecha, siquiera momentáneamente, en el consumo de las noticias
que espera, o busca o necesita para salir de sí misma. |
Decimos
esto a propósito de la elección de Juan Pablo I que, para algunos y quizás
también para muchos, fue inesperada y sorprendente cuando, en realidad, no
sólo genéricamente respondía equilibradamente al conjunto de las tendencias
dominantes en la Iglesia actual, profusamente señaladas desde todas las
vertientes de la información profana y religiosa, sino que, además, figuraba
entre esa docena larga de "grandes nombres" de cardenales
"papables", aunque no estuviese entre los primeros: y figuraba, en
los comentarios, como una alternativa hacia la síntesis de las posiciones más
destacadas. En este sentido había sido el diario genovés "Il
lavoro" que, reuniendo datos y buscando el equilibrio deseado, situaba,
en cuarto lugar, como probable eligendo, al cardenal Luciani. En la prensa
italiana —"Il Popolo", "La Repubblica", "Il Corriere
della Sera"...— también había figurado entre los catorce cardenales que
tenían más probabilidades. La gran prensa internacional —"Le Monde"
francés, la revista "Time" americana...― no {5 (105)} citaba
entre los probables al cardenal Luciani, pero tal vez haya que pensar que, en
Francia, la figura del cardenal Villot, verdaderamente "papable"
pero no extinguido aún el recuerdo al fondo del cisma de Avignon, y en
América, la posición hegemónica de los USA, no les permitía la intuición
imparcial, víctimas, respectivamente, del prejuicio de la
"grandeur" y de la contradicción del hegemonismo mundial. |
En
España, sin embargo, como en Italia, sí que había circulado el nombre del
cardenal Luciani: los diarios "El País", "Pueblo",
"Ya". |
"La
Vanguardia", "ABC" e incluso "El Alcázar" hacen
conjeturas y publican —"Ya"— una biografía; la revista
"Cuadernos para el Diálogo" en una de las cinco fotografías de los
"papables" aunque todos ellos lo presentaban como una figura
relativamente conservadora, dentro de la Iglesia italiana, pero capaz de
conjugar las diversas opciones que el conclave trataría de armonizar. |
Hay
que despejar el mito de la sorpresa, por lo tanto. |
Pero
en España, todavía más que {6 (106)} en Italia y en la misma Francia, tras
las primeras alabanzas de ritual, de corrección y de rutina en unos casos, y
de devoción implícita en otros, aparecieron algunas manifestaciones de recelo
en relación con el supuesto conservadurismo de Juan Pablo I. Sería lamentable
que también sobre este aspecto se cultivara el mito y se establecieran
preconceptos y sospechas. Bastaría darse cuenta de la espontaneidad y
sencillez con que rompió, inmediatamente, con ciertos formalismos
tradicionales, para rebatir cualquier afirmación categórica de
conservadurismo. Y bastaría recordar que algo parecido se dijo inmediatamente
después de la elección de Juan XXIII a quien ciertamente, su formación
tradicional no impidió —como bien lo hizo notar en el prólogo del
"Diario del Alma" el padre Giulio Bevilacqua, amigo y compañero del
papa Roncalli— iniciar las más audaces renovaciones en la Iglesia de nuestro
siglo. |
Lo
que importa es que sea en verdad un hombre de Dios con el bagaje cultural y
la lucidez sensata que acompañen su camino de fe como pastor de los que
también creen. |
En
una reciente entrevista al cardenal Suenens le objetaban que el papa Juan
Pablo I no tenía experiencia de la Curia romana y, así, cómo podría completar
la reforma iniciada por sus dos inmediatos predecesores, especialmente por
Pablo VI; pero el cardenal belga respondió: «Probablemente será mejor que no
haya sido antes curial para que pueda reformar la Curia». |
Otro
mito informativo en torno a Juan Pablo I era el de su padre socialista. En
cuanto a la simple valoración del socialismo un cristiano puede perfectamente
repetir las palabras que el mismo Papa acababa de pronunciar a alguien que
aludía a los antecedentes de su padre: «¡Qué pena que el socialismo haya
mezclado el ateísmo en sus programas! ¡Qué tendrá que ver la lucha por la
justicia con el materialismo sin Dios!» En otra ocasión había dicho: |
«¡He
heredado de mi padre una desconfianza frente a cierto capitalismo que ha sido
la fuente de tantos sufrimientos, de tantas injusticias y de tantas luchas
fratricidas...!» Y el hermano del Papa, aclaraba a un periodista: «Nuestra
familia era una familia de profunda tradición católica. Es verdad que mi
padre, emigrado en Alemania a la edad de doce años, en busca de trabajo, se
afilió a sindicatos y a la socialdemocracia. Pero aquel partido no había sido
nunca anticlerical; lo es, en todo caso, el socialismo italiano. La realidad
es que yo siempre había visto a mi padre creyente y practicante. En mi casa
rezábamos todos, todos los días, y asistíamos a Misa. Mi padre no se opuso a
que mi hermano {7 (107)} Albino estudiara para sacerdote y le costeó la carrera». |
No
debía ser, en fin, tan remota o imprevista su elección cuando, en el mismo
día, cerca de las ocho de la tarde, más de media hora antes de que la
despistada Televisión Española interrumpiera (?) sus programas para dar la
noticia, en Roma, "L'Osservatore Romano" sacaba a la calle, húmeda
de tinta, una edición extraordinaria, de sus ocho grandes páginas, dos de las
cuales estaban dedicadas, además de la noticia de la elección, a una amplia
biografía —por supuesto preparada y compuesta, como otras probables, de
antemano― bajo el título: «El don de la claridad, el carisma de la
simplicidad», y para subrayar la continuidad con el pontificado de Pablo VI,
reproducía la homilía del cardenal Luciani pronunciada en el Congreso
eucarístico de Pescara, en la que se manifiesta en la línea del pensamiento
del papa Montini. |
Llevaba
razón, seguramente, v acertó en su pronóstico, el "Comité americano para
la elección en sable de un Papa" (en América se hacen
"comités" para todo...), cuan: |
do
había dicho en Roma: «Se busca un hombre que sepa sonreír, Dara hacerlo
Papa». |
Desaparecido
el papa Luciani, sigue abierto el mismo deseo, y ojalá este optimismo
cristiano sobresalga, una vez más, por encima de cualquier apresurado y
trivial sensacionalismo alimentador del consumismo informativo. |
HUELGA
DE GASOLINERAS El derecho de huelga es más antiguo en Italia que en España.
En cierta ocasión, el cardenal Luciani, tenía anunciada una visita a una
parroquia no muy alejada del centro de Venecia, pero fue advertido de que no
se disponía de gasolina para la ida en coche y, al mismo tiempo, el párroco
telefoneaba Al cardenal para establecer la anulación del acto y anunciarlo al
pueblo. No obstante, el cardenal insistió en que haría la visita y dijo al
párroco que no se preocupara, que acudía a tiempo, para todo lo establecido. |
Efectivamente,
el cardenal Acudió... montado en bicicleta, y fue recibido con aplausos de
alegría por todos los fieles. |
Dios
es "Madre" Juan Pablo I comentaba el pasaje de Isaías del cap. 49,
14-15: «Y Sion ha dicho: Dios me ha abandonado; mi Señor se ha olvidado de
mí. ¿Es que una madre puede olvidarse de su hijo?... Pero aunque esto pudiera
ser, yo, tu Dios, jamás me olvidaría de ti». |
Y
Juan Pablo, desde la ventana donde se asomaba a la hora del Ángelus para
decir unas palabras de saludo a los fieles que le aguardaban desde la plaza
de san Pedro, añadió: «Dios es Madre, Dios es más Madre que las madres.... |
Abajo,
interrumpiendo sus palabras, espontáneamente las mujeres se pusieron a
aplaudir al Papa; los diarios del mundo, cuando daban la noticia, añadían que
las feministas de todas partes se alegraban de oir esta voz de la Iglesia. |
Pero
este pensamiento estaba ya en la Biblia, lo habían enarbolado los Profetas,
lo habían comentado e ilustrado los santos Padres... Sólo después, los
"hombres fuertes" comenzaron a olvidarlo con su visión unilateral y
masculinista del mundo, y de un Dios como si mundo. Dios es Padre, Dios es
Madre, y más que padre y que madre. |
{8
(108)} |
4.
El primer "Ángelus" de Juan Pablo I |
Ayer
por la mañana, fui a la Sixtina a votar tranquilamente. Nunca había imaginado
lo que iba a suceder. Apenas comenzó el peligro para mí, los dos compañeros
que tenía al lado me susurraron palabras de ánimo. Uno me dijo: «Ánimo, si el
Señor da un peso, dará también las fuerzas para llevarlo». Y el otro
compañero: «No tenga miedo, en el mundo entero hay mucha gente que reza por
el nuevo Papa" Luego, al llegar el momento he aceptado. |
Después
vino la cuestión del nombre, porque también preguntan qué nombre se quiere
tomar y yo había pensado poco en ello. Hice este razonamiento: «El papa Juan
quiso consagrarme obispo él personalmente aquí en la Basílica de san Pedro.
Después, aunque indignamente, en Venecia le sucedí en la cátedra de san
Marcos, en esa Venecia que aún está completamente llena del papa Juan. Lo
recuerdan los gondoleros, las religiosas, todos. Pero el papa Pablo no sólo
me ha hecho cardenal, sino que unos meses antes, sobre el estrado de la Plaza
de san Marcos, me hizo ponerme completamente sonrojado ante veinte mil
personas, porque se quitó la estola y me la puso sobre las espaldas. Jamás me
he puesto tan colorado. Por otra parte, en quince años de Pontificado, este Papa
ha demostrado no sólo a mí, sino a todo el mundo, cómo se ama, cómo se sirve
y cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo. |
Por
estas razones dije: «Me llamaré Juan Pablo». |
Entendámonos,
yo no tengo la "sapientia cordis" del papa Juan, ni tampoco la
preparación y la cultura del papa Pablo, pero estoy en su puesto, debo tratar
de servir a la Iglesia. Espero que me ayudaréis con vuestras plegarias. |
JUAN-PABLO
I, 27.8.78 9 (109) |
{9
(109)} |
5.
La Iglesia que sonríe |
LARGAS
semanas nos ha acompañado san Mateo, desde el sermón de las Bienaventuranzas,
la predicación del Reino, su misterio a través de las parábolas, que dibujan
la futura Iglesia, con sus apóstoles y Pedro que se adelanta en la fe y que
el Señor bendice y pone por fundamento... |
Cuando
moría Pablo VI, si las lecturas diarias y dominicales de la misa no nos
habían resbalado por la mente, estábamos preparados, desde la Palabra, para
entender el Calvario y el Tabor de Pablo VI y para —enseguida― abrirnos
a la esperanza en el andar de la Iglesia. Porque en ninguna institución el
luto se transforma tan rápidamente en gozo y la muerte en signo de
resurrección, como en la Iglesia. En su continuado andar el cayado de un
pastor pasa a las manos de otro, para una etapa más, que resume y multiplica
el impulso de la precedente andadura. |
En
el caminar de la Iglesia por el mundo, el gesto renovador de Juan XXIII y la
herencia tremenda de Pablo VI, convergen en Juan-Pablo I, que sonríe a los
caminos del futuro que la Providencia gobierna. Consumidos los últimos años
de la generosa vida de Pablo VI, aunque los cansancios no apagaran la luz de
sus palabras ni el ejemplo de sus gestos, el mundo entero estaba a la
expectativa de una alegría que cambiara en optimismo la "mestizia",
la aflicción de las críticas y las dificultades de un mundo y una época
chirriante de cambios y transformaciones... {10 (110)} Y las amplias
cristaleras de la "loggia" de san Pedro se abrían, con rapidez
sorprendente, para derramar sobre el mundo la imagen sonriente de Juan-Pablo
I, casi sin más programa que su mismo nombre, ni más discurso que su sonrisa
fugaz, como la luz que huye. |
Esa
misma sonrisa que la muerte, avara de luz, ha eclipsado, pero que ha de
reaparecer magnificada en el rostro inmarcesible de la Iglesia, que no se
cansa, ni envejece, ni muere. |
Como
sol que renace la Iglesia renueva sus esperanzas. |
Aunque
la formemos hombres, no ocurre en ella como en los reinos de este mundo: aquí
las sucesiones no son "reacciones" sino desarrollo, camino y
continuidad; en los reinos del mundo, las dinastías y los relevos en el
poder, traumatizan la historia de las sociedades, en la Iglesia ―salvo
que los hombres la salpiquen con sus mediaciones e intereses terrenos— es
siempre un renacer sereno y pacífico, prometedor de cosechas de bien
universal; en los reinos de los hombres se discuten o se intentan proteger
derechos o intereses contingentes, en la Iglesia se construye el Reino de
Dios, que no descuida, pero que trasciende lo creado. Los reinos del mundo
acaban con el mundo y acaba, cada uno, antes de que acabe el mundo: el dinero
los corrompe y la envidia y la violencia los manchan. |
Los
reinos del mundo quieren reducir, a su misma condición, el propio Reino de
Dios y, en segmentos o partes aisladas de {11 (111)} su historia, consigue
falsificaciones pasajeras y asustar con el esporádico zarandeo de la duda;
pero la Iglesia, a pesar de todo, no acaba en ninguna época, ni desaparece
con ninguna dinastía, ni cierra ninguna frontera: sigue, renace, se
rejuvenece a cada paso, porque va más allá de la Historia: más allá del
mundo, de los hombres y del tiempo. |
Por
eso puede sonreír siempre. |
6.
«Caro Pinocchio...» |
Cuando
ya era patriarca de Venecia, el actual pontífice Juan Pablo I. publicó una
serie de cartas a personajes clásicos, cuya referencia le servía de apoyo
para deponer, con sencillez y de modo directo, sus ideas cristianas.
Traducimos un fragmento de una de las más célebres, dedicada a Pinocho:
personaje de ficción que todos los niños y adolescentes italianos conocen
perfectamente. |
EN
tu camino hacia la independencia, como casi todos los jóvenes que rondan la
edad de 17 a 20 años, tropezarás tal vez también tú, querido Pinocho, con el
duro escollo de la fe. Respirarás objeciones antirreligiosas con la facilidad
inconsciente con que se respira el aire, en la escuela, en la fábrica, en el
cine... Si tu fe es como un montón de buen trigo, se te avalanchará un
ejército de ratones a comérselo. Si es un vestido, cien manos se alargarán a
rompértelo a tirones. Si es como una casa, picos y azadones la desmantelarán.
Será necesario que sepas defenderte: de la fe, en la actualidad, podrás
conservar sólo lo que sepas defender. |
Para
muchas objeciones hay una respuesta persuasiva. Para otras, en cambio,
todavía no se ha encontrado una explicación exhaustiva. |
¿Qué
hacer? ¡No abandonar la fe! |
Recuerda
que Newman decía: «Diez mil dificultades no llegan a formar una sola duda». |
Y
no te olvides de estas dos cosas: |
Primero:
hemos de tener en estima todo lo que tenemos por cierto, a pesar de que no
sea la certísima que dan las matemáticas. Que han existido Napoleón, César,
Carlomagno no es cierto como la ecuación 2 más 2 igual 4, pero es cierto de
certeza humana, histórica. En este mismo modo es cierto que ha existido
Cristo, y que los Apóstoles lo vieron muerto y luego resucitado. |
Segundo:
el hombre tiene necesidad del sentido del misterio. «No existe nada de lo
cual lo sepamos todos, decía Pascal. Sé muchas cosas de mí pero no todo; no
sé, con precisión, qué es mi vida, mi misma inteligencia, el grado de salud
que (continúa en la pág. 18) 12 (112) |
{12
(112)} |
7.
documento: IR A MISA EL DOMINGO |
En
las siguientes líneas traducimos los párrafos más destacados de un folleto
publicado por la Abadía de Montserrat, en su colección «L'Espiga» y que ha
escrito Pere Puig i Mirosa, a guisa de reflexión y respuesta a la corriente
más o menos generalizada, especialmente entre los jóvenes, que cuestiona la
preceptiva asistencia dominical a la celebración de la Eucaristía. |
De
un tiempo a esta parte, más de una vez, se ha repetido este eslogan: «Si no
te viene en gusto no es preciso que vayas a misa el domingo». Puede ser que
incluso haya sacerdotes que lo prediquen abiertamente. Tampoco es nuevo oír a
jóvenes que dicen: «No voy a misa porque la misa no me dice nada», «porque me
aburro», «porque no me gusta», «porque no quiero hacer comedia»... Parece una
cuestión de sinceridad y, bajo este aspecto, la juventud en masa deja de
asistir a misa. El abandono se ha propagado como una epidemia, con la
angustia consiguiente de muchas personas responsables: padres, educadores,
sacerdotes. |
Las
causas del abandono |
Pero
el descenso de la práctica dominical no es de ahora. Hace años que, tanto en
el campo como en la ciudad, abunda la gente que abandona habitualmente la
misa festiva. Varios factores concurren en el fenómeno: el descenso del
sentido religioso, la secularización, el ansia de Independencia, el egoísmo,
el comodismo, la complejidad de la vida, el sentido que se da al "fin de
semana", la {13 (113)} inmigración... Del examen honesto de cada uno de
estos factores se llega a la conclusión de que no todos ellos significan
descuido o mala voluntad: para el trabajador rendido por la fatiga del
trabajo semanal, para el inmigrante no aclimatado en el nuevo ambiente, para
mucha gente que tiene su domingo acaparado por servicios o trabajo, la
práctica dominical no resulta fácil; sin hablar de las personas enfermas o
delicadas, de los ancianos o de los que viven lejos de alguna iglesia. |
La
sinceridad |
Lo
nuevo, actualmente, es que el abandono de la misa festiva se produce también
en el seno de las familias tradicionalmente practicantes y, como afirman, por
razones de sinceridad. |
¿Qué
yace bajo la apariencia de este fenómeno? Si dejamos de lado los abusos
inevitables, creemos que, en conjunto, es un síntoma que revela el tránsito
de una situación legalista, y en ocasiones farisaica, a una situación que
quiere ser honrada y auténtica. |
Pedagogía
de la obligación |
Sin
olvidar el esfuerzo digno de alabanza del incesante adoctrinamiento
catequístico y, en especial, del Movimiento Litúrgico que, a lo largo de todo
este siglo, ha trabajado tenazmente para dignificar la celebración de la misa
y hacerla comprensible al pueblo que se interesaba, la instrucción ordinaria
ha resultado insuficiente, porque no se ha superado, en líneas generales, la
idea de que, ir a misa el domingo, era simplemente un precepto de la Iglesia. |
Resultados
y contradicciones |
De
ello se han derivado, o se derivan todavía, diversos inconvenientes: un
cristianismo fundado en la casuística moral y en el miedo; una asistencia a
misa frecuentemente pasiva y superficial, sin frutos de vida; un fomento de
seguridades que se refugian en el mínimo moral, con el afán de esquivar el
pecado grave; mala conciencia, incluso a veces entre personas que estarían
justificadas para no asistir a misa, debido a reales dificultades físicas o
morales que se lo impiden; la falsa idea de que "ser un buen
cristiano" se identifica con el hecho de asistir a misa, de tal modo que
los que no asisten ―con frecuencia pobres {14 (114)} y trabajadores,
gentes que soportan el peso más duro en la sociedad― no pueden
considerarse practicantes ni, por lo tanto, buenos cristianos, y, en cambio,
los ricos y hacendados sí. Situación que oculta una verdadera injusticia Y
que contradice directamente las bienaventuranzas del reino. |
Las
recientes reformas |
De
otra parte ―y la dificultad viene de lejos hasta que no se ha llegado a
las recientes reformas, la misa resultaba ininteligible y se hacia
forzosamente pesada. |
Con
el Concilio y las subsiguientes reformas hemos pasado a unas celebraciones
que, en general, resultan más ágiles, más participadas, más festivas, más
inteligibles y más fructuosas, gracias a la introducción de la lengua y del
canto del pueblo en la liturgia. |
Al
mismo tiempo, el ansia de autenticidad ha despertado en muchos un sentido de
responsabilidad más atento. |
Y
esta responsabilidad conduce a la crítica sana de algunas misas todavía
rutinarias o barrocas o inadaptadas, sea por el contenido de las homilías o
las plegarias... Un hecho todavía más importante lo ha constituido el poner
en evidencia el mal de fondo: el legalismo y sus consecuencias. |
Para
decirlo claramente: si el abandono del precepto dominical indica, por lo
común, un descenso de la vida cristiana, es preciso declarar, por otra parte,
que la simple asistencia a la misa con la finalidad de cumplir el precepto no
es garantía absoluta de vitalidad cristiana. Es indiscutible que se da el
caso de personas no practicantes que han aceptado un compromiso de vida en
favor de los de mus; del mismo modo que es evidente que existen practicantes
no comprometidos y de vida egoísta. Ante tal constatación cabe esta pregunta:
¿quiénes están más cerca del Evangelio? |
Es
precisamente esta constatación ―no el capricho sistemáticamente
contestatario―, lo que hace que muchos jóvenes dejen la misa con el
pretexto de que la Eucaristía del domingo es un ritualismo sin consistencia,
que fomenta la evasión ante los deberes que impone la vida de cada día. Y es
que la sola pedagogía de la obligación lleva solamente al miedo al pecado y
al fomento de la auto-satisfacción {15 (115)} del deber cumplido, pero no al
compromiso evangélico. |
Es
preciso, por lo tanto, redescubrir la Eucaristía en sus dimensiones propias,
como signo y motor de vida cristiana. |
Un
enfoque más evangélico: |
Será
preciso Insistir, con preferencia, no ya sobre el precepto, sino sobre las
motivaciones del precepto. Aquí las resumimos: |
día
del Señor |
1)
El domingo en el día del Señor. Es la conmemoración de su triunfo pascual.
Jesucristo resucitado vive en medio de nosotros y nos salva. Su triunfo sobre
la muerte es también el triunfo sobre nuestra miseria. La Eucaristía
actualiza esta Pascua y la presencia del Señor entre nosotros. Es preciso
participar en esta Eucaristía si, mínimamente, queremos corresponder al amor
primero de nuestro Dios y Señor. |
día
del hombre |
2)
El domingo es, también, el día del hombre. |
Como
Jesus lo decía de la fiesta de los judíos: «El sábado (domingo cristiano) es
para el hombre». El hombre puede, tiene derecho a la fiesta, a descansar del
trabajo fatigoso, a rehacer su salud corporal y psíquica, a estrechar los
lazos familiares y sociales, a enriquecer culturalmente su espíritu; tiene
más tiempo para rogar y para dedicar a Dios. Es preciso, pues, que salga del
vértigo de cada día y que restaure su cuerpo y su espíritu, individual y
colectivamente. Se le ofrece esta oportunidad en el encuentro dominical. |
día
de la Iglesia |
3)
El domingo es el día eclesial por excelencia. |
Los
cristianos se alegran y hacer fiesta, porque Cristo en su muerte y su
resurrección los ha salvado. Y lo celebran reuniéndose en torno a la mesa de
Cristo, la misma que les ha preparado mientras les dice: «Tomad y comed». |
El
domingo es el día en que, reunidos en asamblea, adquieren conciencia viva del
hecho que, en Cristo, somos una gran familia que tenemos a Dios por Padre. La
Palabra de Dios nos ilumina, nos conforta y nos responsabiliza; {16 (116)}
luego tomamos el Cuerpo de nuestro Salvador, mientras celebramos «el
memorial» de su muerte y su resurrección, hasta que vuelvas al final de los
tiempos, cuando esta familia habrá llegado «a la plenitud de edad», como dice
san Pablo. |
Si
estas motivaciones las hacemos nuestras, tendremos necesidad de integrarnos
en la asamblea dominical del Señor, será un gozo formar parte de ella
―y dolor las veces que una dificultad nos impida asistir― y se
traducirá en un compromiso de vida cristiana sin el cual la Eucaristía sería
nada más que una mera evasión o, si se quiere, un pasatiempo. |
Cuando
faltan estas convicciones, es que todavía se permanece en un estado de
inmadurez, fluctuante, propensos a dejarse arrastrar por el viento que sopla
más fuerte y se cae, en general, del lado en que nos esclaviza más fácilmente
el egoísmo o el capricho. |
El
precepto |
Pero,
¿y el precepto? |
El
precepto subsiste todavía, como un estímulo externo para la inmadurez en la
vida cristiana, para todos aquellos que tienen necesidad de una ley que les
ayude a andar. El cristiano maduro, en cambio, no tiene necesidad del
precepto y prescinde prácticamente de él: prescinde no porque lo desprecie o
se haya abolido, sino porque no se mueve por el peso de la ley externa o por
el miedo al castigo, sino más bien por el amor y por el convencimiento y
gusto de las motivaciones expuestas. El precepto le sobra. Le sería tan
absurdo como si, en la vida física, el Estado impusiera la obligación de
comer bajo pena de multa o cárcel. |
El
que ama no necesita ley externa, porque tiene una exigencia interna que le
lleva a hacer infinitamente más de lo que prescribe una lista completa de
deberes. |
La
historia |
Con
esta libertad interior, que dicta el amor de Cristo, vivían las primeras
generaciones cristianas. San Lucas nos dice que «tomaban parte asiduamente en
las enseñanzas de los apóstoles, en la fracción del Pan (Eucaristía) y en las
plegarias. Y tomaban el alimento con {17 (117)} alegría y simplicidad de
corazón» (Hechos, 2, 42-46). La «fracción del Pan» no era impuesta como un
deber. Se reunían el domingo para rememorar y renovar la experiencia pascual
de las apariciones del Señor muerto y resucitado. Sólo cuando comenzó a
decaer la visión festiva del domingo se introduce como un deber la asistencia
a la asamblea dominical. |
Nada
sin la conversión |
Con
todo lo expuesto no hemos constatado, todavía, a determinadas dificultades.
Si el precepto subsiste, ¿es de todo punto indispensable cumplirlo, quiérase
o no? |
Dejando
de un lado las situaciones de imposibilidad, hay otros casos en los que, un
mínimo de honradez, hace obligatoria la abstención. Veamos algunos
importantes. |
La
caridad |
Dice
Jesús: «Si presentas tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti, deja allí la ofrenda ante el altar y corre antes a
hacer las paces con tu hermano, y después vuelve y presenta tu ofrenda»
(Mateo 5, 23-24). La Iglesia ha entendido siempre este pasaje en el sentido
de que, antes de participar en la Eucaristía, (viene de la pág. 12) gozo,
etc. ¿Cómo puedo, pues, pretender comprender y saber todo lo que se refiere a
Dios? |
Pero
las objeciones más frecuentes las oiréis referidas a la Iglesia. |
Tal
vez te pueda servir una anécdota referida a Pitigrilli. Es ésta: en Londres,
en el Hyde Park, un predicador al aire libre sufre repetidas interrupciones
por parte de un individuo mal aseado, sucio, despeinado, que dice: «Hace ya
veinte siglos que existe la Iglesia y todavía el mundo está lleno de
ladrones, adúlteros y asesinos». «Lleváis razón, responde sin inmutarse el
predicador, y, además hace dos millones de siglos que existe el agua en el
mundo y daos cuenta en qué estado tenéis vuestro cuello». |
En
otras palabras: ha habido papas malos, obispos malos, sacerdotes malos y
católicos malos. Pero esto, ¿qué significa? ¿Que ha sido aplicado el
Evangelio? No, sino que significa lo contrario: que el Evangelio no ha sido
aplicado. |
Querido
Pinocho, sobre los jóvenes como tú existen dos frases famosas que te las
quiero decir. La primera que te recomiendo es de Lacordaire: «¡Tened un
criterio y hacedlo valer!» La segunda es de Clemenceau y, sinceramente, no te
la recomiendo: «No tiene ideas, pero las defiende ardorosamente». |
{18
(118)} es indispensable una sincera reconciliación con el hermano. El que no
se quiera reconciliar no puede participar en ella. Es un precepto divino, que
prevalece sobre el precepto de la Iglesia de asistencia a la misa dominical. |
Habrá
que distinguir sinceramente y sin hipocresías entre verdadera voluntad de
perdonar y sentimiento: la Eucaristía ayudará a llevar el sentimiento a la
voluntad. |
La
Justicia |
Algo
parecido dice san Pablo respecto a los ricos que oprimen a sus hermanos
pobres. Lo dice a propósito de los ágapes fraternos que acompañaban la
celebración de la Eucaristía en los primeros tiempos. A veces se ponía en
evidencia la división injusta entre ricos y pobres: «En los ágapes cada uno
se adelanta a tomar la propia cena, y mientras uno queda con hambre, otro se
embriaga... ¿Es que tomáis a la ligera a la Iglesia de Dios y queréis
confundir y humillar a los que no tienen nada?» (1 Cor. 11, 21-22). La
Eucaristía es signo del Cuerpo de Cristo: de su cuerpo físico y también de su
cuerpo místico, que son todos los fieles, unidos en comunión de fe y de
caridad. |
Si
la comunidad está profundamente dividida por una injusticia que hace
imposible la caridad, la Eucaristía se convierte, parcialmente, en una
mentira. |
Es
preciso una sincera conversión antes de acercarse a la Eucaristía. El que no
quiera vivir como cristiano no tiene derecho a integrarse en la asamblea. |
Huelga
decir que el que no cree tampoco tiene derecho a la asamblea eucarística,
porque introduce una división más profunda en el Cuerpo de Cristo: no es
cristiano. |
Es
preciso ir a Misa |
Resumiendo:
¿es preciso ir a misa el domingo? |
Sí,
es preciso: si se quiere ser fiel a Cristo y si se quiere agradecer su amor;
si se quiere sentir el gozo de ser cristiano y se quiere vivir con plenitud
la comunión eclesial; si se quiere vivir según las exigencias de la fe y de
la vida cristiana. Y también, naturalmente, si se quiere cumplir un precepto
de la Iglesia. |
Pero,
el que no quiera vivir como cristiano..., es mejor real y honestamente, que
no haga comedia. Que se abstenga; que antes se convierta, como dice el
Evangelio: |
«El
Reino de Dios está cerca, convertíos y creed en la buena nueva» (Marcos 1,
15). |
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