Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 164. ENERO. Año 1979
0. SUMARIO
EDUCAR para la paz es creer que el hombre es capaz de entender, de querer y de construir la paz. Educar es educir, sacar a flote las virtualidades del ser racional y responsabilizarse en el uso y destino de todas sus fuerzas, capacidades y deberes. El ideal de la paz, es posible, es necesario y es un deber, por lo menos como seres racionales, pero sobre todo como cristianos.
NAZARET
Y AHORA, LA PAZ
CRISTIANISMO PERSONAL
KIOSCO
«SOIS LA PROMESA DE LA PAZ»
CAÍNES
PAZ Y DESARMAMENTO
ARMAS
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1. NAZARET: TRES LECCIONES
A casa de Nazaret es una escuela en la cual se comienza a conocer la vida de Cristo:
es la escuela del Evangelio.
Aprendemos en ella a ver, a escuchar, a meditar, a comprender la fuerza, profunda y misteriosa, que se contiene en esta revelación del Hijo de Dios. Tal vez aprendemos, también, sin darnos cuenta, a imitarlo.
Porque podemos comprender a Cristo y descubrir por qué es preciso observar una disciplina de espíritu si es que queremos ser sus discípulos.
EL SILENCIO
En primer lugar se nos da una lección de silencio. Ojalá renaciera en nosotros el amor al silencio, este hábito mental admirable y siempre necesario, pero más en nuestros días, cuando la vida cada vez más agitada nos acomete con tantos estrépitos, tantos clamores y tantas vociferaciones.
¡Enséñanos a elevarnos en los buenos pensamientos, a atender a las mociones interiores del espíritu, a recibir sin error los consejos secretos de Dios y los preceptos de los maestros venerables! ¡Enséñanos cómo son imprescindibles y el elevado valor de la adecuada formación, del estudio, la meditación, el orden personal e íntimo de vida, y la oración que, en su secreto, solamente es acogida por Dios!
LA VIDA EN FAMILIA
Aquí aprendemos, además, cómo hemos de vivir en familia. Que Nazaret nos enseñe qué es la familia, qué es su comunión de amor, cuál su belleza, nítida y grave, cuáles son sus propiedades, sagradas e inviolables, que nos demuestre cuán dulce es la institución familiar, que no puede ser substituida por nada, que nos ilustre sobre su cometido fundamental en el orden de la sociedad!
EL TRABAJO
Finalmente, aquí conocemos la disciplina del trabajo. Disciplina severa, pero liberadora, la del trabajo humano, por más que el trabajo no sea un fin en sí mismo, ya que extrae su fuerza liberadora y su honor, no solamente de lo que entendemos como aspecto económico, sino también de las demás motivaciones que lo elevan a un fin preclaro; por eso queremos recordar la salvación de los obreros de todo el mundo y proponerles un gran modelo, su hermano divino, profeta de todas las causas justas que les atañen, como lo es Jesucristo, Señor nuestro.
PABLO VI, 5-I-164 2
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2. Y ahora, la paz
AHORA y siempre la paz. La paz, pero no esa paz que confunden con el sosiego del reposo, que falsifican con la pereza enmohecido: sino la paz que es la armonía de la actividad, el compás del pie sobre el camino, el ritmo del crecimiento.
La paz, in paz cristiana, es activa: la paz cristiana es acción: la paz "se hace".
Entre todos debemos hacer la paz. Siempre es hora de paz, siempre es tiempo para hablar de la paz, y más, si cabe, cuando venimos de la Navidad y queremos que su fuerza no se desvirtúe, que su lección no se olvide.
La paz, tarea de todos y de cada uno: programa para ahora y para siempre: ideal para los hombres y actividad de Dios. Dios es Dios de paz y, nosotros, hemos de ser hijos de la paz desde el momento que Cristo se nos hace hermano y entra como pacificador de la humanidad.
Todos, o casi todos, queremos la paz. Las vacilaciones surgen solamente a la hora de aprestar fuerzas para construirla y estilos para mantenerla.
La paz ha de comenzar siendo interior al hombre misino, pero al hombre Activo, porque la paz es un hacer: un hacer que también es "Anuncio" como el hacer y el anunciar de Cristo.
La paz ha de ser una efusión hacia los hombres y hacia las cosas. La paz ha de ser la verdad sin aristas y el respeto al mundo creado, sin abuso.
La paz no es ninguna virtud, pero también es una fuerza y es el marco de todas las virtudes.
Los hombres la quieren y, aun los que no la quieren, necesitan ―todavía más― de ella.
Pero este mundo que nos toca vivir no es pacífico: dinero y codicia do dinero y negocios de violencia, abusos de poder, desprecio de los hombres, odio y oro para comprar armas, razonamientos prostituidos para enseñar y aprender a matar, ciencia y técnica para que la materia apague la llama del espíritu, desorden ordenado por la hipocresía... y todos los pecados del mundo.
{3} Sin embargo, los cristianos somos los hijos de la paz, hemos de construirla en el mundo para el mundo que la necesita y para los pobres que la piden.
Y esta es la hora. Hora de los hombres y hora de Dios porque Dios está con los hombres y ha venido para decirles: «Os doy mi paz».
Y la paz de Dios no es la paz metálica del mundo, no es la paz asegurada con abusos, la paz robada a los demás: es la paz de Cristo, la del Hermano mayor de la humanidad, que camina delante de todos. Nosotros Queremos anunciar, construyéndola, esta paz: la paz cristiana.
LA SILLA GESTATORIA.
El Papa decidió utilizar la silla gestatoria sólo porque los fieles pudieran verle mejor durante las ceremonias multitudinarias.
(De los periódicos).
Si no te ven ahí, sube a la altura ―Jesús lo hizo también— o a los balcones, no a hacerte ver, sino a echar sermones.
Cada cual tiene sólo una estatura por más que calce botas con tacones.
Ni el trono, ni la silla gestatoria que llevan esforzados mal pagados ―¡y ellos serán los solos exaltados!—, ni la mitra grotesca y delusoria te otorgarán o aumentarán la gloria de honor o vanidad acaparados.
Sólo la fe remedia la pobreza de nuestros pobres ojos vacilantes.
Aquí nunca sabemos con certeza sobre la pequeñez o la grandeza de los que son de Dios representantes.
PERE QUART, on Q.V.C., DOT. 1978
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3. Cristianismo personal y práctica, formación e información cristiana
EL cristiano parte de una fe, pero esta fe sólo es auténtica si se traduce a la realidad práctica y viva de la existencia de cada uno. El hombre cristiano, cuando acepta intelectualmente el contenido de esta fe, no puede excluir el trabajo de la razón sobre las verdades del creyente, porque la fe no es irracionalidad, aunque, en un ser limitado como es el hombre, supere la propia razón. Precisamente por esto, si cabe, debe con mayor motivo el hombre colaborar con la inteligencia para remover obstáculos de su mente, para esclarecer verdades y para integrar armonías que le ayudarán en el enriquecimiento de la propia vida de fe.
Además, el hombre cristiano no camina solo: la misma fe le asocia a los demás hombres, tanto si la comparten, para formar Iglesia con ellos, como si todavía no la conocen o no han dado la respuesta a su anuncio. El creyente, como parte de la Iglesia, no puede desinteresarse de la vida de este organismo desde este mismo estadio del acontecer histórico en el que se integra a ella; ni puede serle indiferente el mundo al que debe ser anunciada la fe, puesto que el anuncio de esta fe al mundo, está no sólo en las palabras sino también en la vida de los mismos creyentes.
De donde práctica, formación e información cristiana con tres aspectos o facetas de la vida personal del creyente, que se completan entre sí y que, en buena conciencia, el cristiano no puede minusvalorar sin correr el riesgo de incurrir en deformaciones, no sólo en el aspecto práctico del cristianismo asumido, sino en las ideas y conceptos en los que apoya su creencia y en el sentido y medida con que juzga la actividad de la Iglesia a la que pertenece.
El cristiano no lo es sólo porque puede documentalmente demostrar que fue bautizado y que no se opone, en abstracto, a una pequeña lista de verdades sobrenaturales, {5} {6} sino que, además, es preciso que la fe aceptada se traduzca en vida práctica que la confirma, en ejemplaridad de actitudes mantenidas frente a todo acontecer o estímulo externo, en toda elección o responsabilidad asumida hasta el compromiso y la perseverancia en él.
Si no debiera ser así, si conscientemente y con toda sinceridad no se esforzara en que pudiera ser así, el que se atreviera o presumiera de llamarse a sí mismo cristiano, cometería un abuso, porque la fe cristiana es más que el puro conocimiento o un contenido cultural.
Por lo demás, cuando esto se produce, ni siquiera se da esta cultura, porque suele resultar que sólo se posee un amasijo de ideas más o menos desfasadas que casan mal con el resto de la formación intelectual y humana adquirida.
* * * Por este motivo es preciso no descuidar la propia formación en la fe. La fe comienza siendo una gracia, un don; pero se hace al hombre, ser personal, inteligente y libre, en el que el influjo de Dios no opera de modo mágico, sino que se desenvuelve desde la colaboración y la respuesta —responsabilidad— que, con las propias fuerzas y medios, el hombre aporta y corresponde. Este desarrollo o enriquecimiento mental progresivo, colaborador de la vida de fe, la Iglesia lo fomenta de un modo general por medio de la predicación de la Palabra y su comentario, especialmente en la celebración de la Eucaristía y en otros actos litúrgicos. Pero además recomienda la lectura privada de la Biblia y de otros libros de tema cristiano. Esta formación llevada de modo particular y privado no debiera descuidarse jamás para que no ocurriera lo que no es tan raro comprobar:
que, al paso que el hombre va creciendo en otros conocimientos profanos, inmoviliza su mente respecto al conocimiento que tiene adquirido de Cristo, de la doctrina cristiana y de la vida de la Iglesia.
Esta formación doctrinal puede llevarse a cabo con la guía de catecismos adecuados: el Concilio Vaticano II ha dado pie para un óptimo libro que no dudamos en recomendar y que responde a las exigencias culturales contemporáneas, de un modo general, y que tiene por título "CATECISMO PARA ADULTOS", aunque generalmente se le conoce por el de "Catecismo holandés". También, sin ser un catecismo, ha tenido gran difusión una obra del polémico Hans Küng —"SER CRISTIANO"— si bien es posible que muchas de las personas que la han adquirido se hayan llevado del espíritu de curiosidad, precisamente por las críticas y discusiones suscitadas. Nosotros, además del citado "CATECISMO PARA ADULTOS" (Ed. Herder), recomendaríamos a aquellas personas de inteligencia más cultivada, la reciente obra del eminente teólogo Karl {7} Rahner, titulada "CURSO FUNDAMENTAL SOBRE LA FE: INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE CRISTIANISMO", que resume las lecciones que en las universidades de Múnich y Münster impartió el autor bajo el segundo de estos títulos, y que recientemente ha publicado en España la Editorial Herder haciendo, creemos, un gran servicio a los intelectuales que buscan una síntesis actualizada, sin que sea un catecismo, del contenido de nuestra fe.
Por último, además de la práctica sincera y de la formación adecuada, todo cristiano debe estar informado de la vida de la Iglesia y debe procurar poseer una visión de los demás acontecimientos del mundo, a partir de una óptica cristiana. También aquí nos permitimos hacer una recomendación a nuestros lectores que, por lo demás, es la reiteración de anteriores anuncios puestos en estas mismas páginas. Nos referimos al semanario "VIDA NUEVA", publicado por P.P.C. Es un modo de estar al corriente, a todos los niveles de comprensión, y de seguir el acontecer de la Iglesia en España, en el mundo, y de ver los sucesos políticos, sociales, culturales, sin adscripciones partidistas, pero en relación con la fe y el comportamiento cristiano. El principio de año es una buena oportunidad para iniciar una suscripción, o para regalarla a un amigo. En su género, pensamos que "VIDA NUEVA" es la mejor publicación que existe en España para una información suficiente y actualizada. Existen otras publicaciones muy meritorias, en algunos aspectos excelentes, pero sin ese matiz de generalidad para todos los niveles.
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4. kiosco
La Constitución, el futuro cristiano en España
... Pero el futuro no está en manos de los Gobiernos, sino en las nuestras. Miramos demasiado al Estado, como si de él dependiera todo, y los males más hondos de España no son hoy políticos, sino religiosos: la anemia de la fe, la crisis de la obediencia, las ambigüedades teológicas, la artrosis operativa del catolicismo seglar. No bastara, pues, en lo futuro con solemnes documentos venerables, que vengan a demostrarnos lo obvio y sabido. La acción de la Iglesia se desvanecerá fuera de los templos si los seglares no cooperan, organizados, a la evangelización. Poco se arreglaría con dos o tres enmiendas constitucionales...
Los santos fueron los grandes líderes de la historia de la Iglesia y discutieron poco de política.
José M. Sánchez de Muniain, en ECCLESIA. 2. 12. 1973 El Irracionalismo {t} No resulta fácil convencer con argumentos a quienes parten del irracionalismo y defienden los privilegios y las desigualdades.
EL PAIS, 2. 12. 1978, La fidelidad Sólo la fidelidad inspira fidelidades.
J. Serra a Estruch, en LA CLAU, nov. 1978 Alcohol y drogas {t} De nada sirve que haya una campaña publicitaria contra el alcohol en televisión si al cabo de una semana empiezan a salir botellas resplandecientes que animan la fiesta y se ofrecen como estímulo continuo para vivir. Hoy los jóvenes se reúnen en un «pub» y se pasan todo el santo día metidos en él. Empiezan un sábado por la tarde y están hasta las cuatro de la mañana. Al día siguiente vuelven a reunirse a las doce del mediodía y están hasta las once de la noche. Lo que supone un consumo de alcohol y droga constante.
Ernesto Beltrán, en LEVANTE. 16. 12. 1970 Boicot a los juguetes bélicos {t} Gandía (Valencia).— «Si usted entrega armas a sus hijos, aténgase a las consecuencias», es uno de los lemas que pregonan diversos pasquines pegados en las paredes de Gandía, en una campaña, contra la compra de juguetes bélicos de cara a Reyes. Los carteles van escritos en valenciano.
EL PERIODICO, 13. 12. 1978 9
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5. «Jóvenes: sois la esperanza de la paz»
PADRES Y educadores, ayudad a los niños y a los jóvenes a hacer la experiencia de la paz en las mil acciones diarias que están a su alcance, en familia, en la escuela, en el juego, la camaradería, el trabajo en equipo, la competición deportiva, las múltiples conciliaciones y reconciliaciones necesarias.
El Año Internacional del Niño, que las Naciones Unidas han proclamado para 1979, debería atraer la atención de todos sobre la aportación original de los niños a la paz.
Jóvenes, sed constructores de la paz. Vosotros sois artífices con pleno derecho de esta gran obra común. Resistid a las facilidades que os adormecen en la triste mediocridad, y a las violencias estériles con que quieren utilizaros algunas veces unos adultos que no están en paz consigo mismos. Seguid los caminos que os marca vuestro sentido de la generosidad, de la alegría de vivir, de compartir. Vosotros deseáis invertir vuestras energías nuevas que escapan a las discriminaciones apriorísticas en unos encuentros fraternales por encima de fronteras, en el aprendizaje de lenguas extranjeras que faciliten la comunicación, en el servicio desinteresado a los países más necesitados. Vosotros sois las primeras víctimas de la guerra que destroza vuestro ímpetu. Vosotros sois la promesa de la paz.
{10} Compañeros de la vida profesional y social, la paz os resulta a menudo difícil de conseguir. No hay paz sin justicia y sin libertad, sin un compromiso valiente para promover una y otra. La fortaleza que hay que poner en práctica debe ser paciente, sin resignación ni renuncia, firme sin provocación, prudente para preparar activamente los progresos deseables sin disipar las energías en llamaradas de indignación violenta prontamente extinguidas. Contra las injusticias y las opresiones, la paz está llamada a abrirse un camino en la adopción de una acción decidida. Pero esta acción debe llevar ya la marca del objetivo a que tiende, a saber, una mejor aceptación mutua de las personas y de los grupos. Encontrará una regulación en la voluntad de paz que proviene de lo más profundo del hombre, en las aspiraciones y en la legislación de los pueblos. Es esta capacidad de paz, cultivada, disciplinada, la que da lucidez en orden a dar a las tensiones y a los mismos conflictos las treguas necesarias para desarrollar su lógica fecunda y constructiva. Lo que ocurre en la vida social interna de los países tiene una repercusión considerable —en lo bueno y en lo malo― sobre la paz entre las naciones.
No tengáis miedo de apostar por la paz, de educar para la paz. La Paz será la última palabra de la historia.
Juan Pablo II en el Mensaje sobre la Paz 11
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6. caínes
PENSAMOS que estamos casi en paz porque al hablar de conflictos armados nos referimos, comparativamente, a las dos Guerras Mundiales padecidas en este siglo. Pero desde que terminó la última, en 1945, ha habido en las llamadas "guerras periféricas", más víctimas que las causadas por la ultima Guerra Mundial, que representa el mayor de los desastres y de tragedias colectivas causadas y sufridas por la irracionalidad humana, equivalente a imaginar, por un momento, que condenáramos a muerte violenta a la entera población de España, tras hambre, humillaciones, y miedos horribles.
Pero las guerras se hicieron y se hacen con armas (¡Todavía hay gente mayor que cometen la insensatez de regalar juguetes de guerra a los niños!).
Desde siempre las armas se pagan al contado, en oro (¡lo sabemos bien los españoles!) y no se discute el precio. Es el mayor y más diabólico de los negocios, monopolizado por los más poderosos del mundo ―¡enormes y rápidos fortunones de Caínes!—, pero que también practican, hasta donde pueden, los menos grandes.
Hay grandes presupuestos incomprensiblemente empeñados en sostener propagandas y estrategias de políticas e ideologías ―por supuesto en función de intereses de determinados sectores económicos que tienen sus tentáculos bien repartidos― que se financian con estas ganancias fratricidas. Los verdaderos violentos, los partidarios de las razones de fuerza, nunca se desprenden de un solo céntimo de su bolsillo para sostener la propia campaña, sino que son astutos para crear mecanismos, apoyos y conexiones, aparentemente asépticas, que les permiten apostar a costa del dinero y de la sangre ajena, para edificar y mantener, como sea, la propia seguridad mundana que luego colorean con la ideología que más les conviene. Externamente decentes y hasta osados para emplear el nombre de Dios ("en vano"), tratando de argumentar apariencias de apologías de la sinrazón egoísta que les tiene el alma carcomida y enjuta de amor y de ideales, incapaces como son de cualquier aspiración que no sea medible en cantidad de dinero u 08tentada en soberbia de la vida.
En el primer tercio de este siglo, sólo en Europa, se han sufrido 74 guerras, menores que las dos mundiales, pero igualmente desastrosas para quienes las padecieron. Además, con posterioridad a la II Guerra Mundial, en base a un estudio realizado por el Instituto sobre Investigaciones de la Paz, de Estocolmo, ha habido, hasta el año 1975 ―es decir, en el decurso de treinta años― 119 guerras en las que participaron 81 Estados del mundo en que vivimos, si bien los territorios donde tuvieron lugar las luchas armadas correspondieron a 69 países, precisamente los más pobres, a quienes en vez de armas que les diezmaran, mejor les hubiera convenido poder emplear sus escasas economías, que el presupuesto militar estragaba, en elevar su cultura, su sanidad y, en definitiva, su nivel de vida.
Pero sus proveedores más civilizados (?) ganaban más vendiéndoles armas y mandándoles asesores militares, que enseñándoles a descubrir su propia riqueza, a elaborar en origen las materias primas, a establecer escuelas y universidades y mandarles maestros. Por eso, cuando se hace cancerosa una guerra, o un estado de violencia armada cualquiera, no se va descaminado suponiendo que, en el fondo, allí se ventila un problema económico y que la codicia de alguien está por medio para imponer o para arrebatar, en beneficio propio e injusto, una determinada situación. El nombre, u otra razón que se le dé, no hace a la cosa.
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7. documento: PAZ Y DESARMAMENTO
LOS OBISPOS de Bélgica, con ocasión del XV aniversario de la promulgación de la encíclica PACEM IN TERRIS, de Juan XXIII, publicaban una declaración colectiva sobre la paz y el desarmamento. El quincenario de la encíclica de Juan XXIII coincidía con la sesión especial que la ONU celebraba sobre el desarmamento, y, por ello, los obispos pretendían esclarecer las conciencias de los fieles sobre tan importante problema y pedían a la comunidad cristiana el interés que el tema suscitaba y la oración para los trabajos en pro de la paz. Concluían con la bendición del Sermón de la Montaña de san Mateo (5,9) sobre los pacíficos: «Bienaventurados los artesanos de la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».
Después de establecer la fundamentación bíblica y cristiana sobre la paz y de referirse a los textos fundamentales del papa Juan XXIII, decían lo siguiente:
La carrera de armamentos
Frente a este ideal cristiano y a este mensaje bíblico, la carrera de armamentos de los últimos treinta años aparece como un inmenso desafío. Esta carrera insensata es la negación misma de lo que Dios espera de nosotros.
¿Por qué no pensar, ahora, en todos aquellos hombres y aquellos pueblos que desean ardientemente la paz y encuentran en la Sagrada Escritura y en la Tradición tantos motivos para ponerse activamente a su servicio?
¡Cuál no será su angustia cuando ven que la carrera de armamentos extiende sobre el mundo la sombra de la muerte y de la destrucción!
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Los enormes presupuestos financieros
Los hechos son bien conocidos, aunque alcancemos con tanta dificultad su medida. Según datos dignos de crédito, los gastos mundiales de armamento y de defensa ―calculados sobre la base de un año, y prescindiendo de la tasa de inflación― son siete veces más elevados que al principio de 1940. El año 1976 pasó por encima de la cifra de 300 mil millones de dólares. Esta enorme cantidad representa con exceso, el 6 por ciento del producto bruto mundial, es decir, de la totalidad de bienes y servicios producidos por toda la humanidad. Esto representa el 150 por ciento de lo que se gasta en el mundo entero para educación y enseñanza, y más del doble de lo que el conjunto de estados consagran a la salud de los ciudadanos.
Desde 1945, el presupuesto militar acumulado en la comunidad internacional ha sobrepasado ―comparativamente— la totalidad de las sumas destinadas a armamento entre 1900 y 1945, incluyendo los inmensos gastos ocasionados por las dos guerras mundiales.
En estos mismos momentos, los gastos militares de la comunidad mundial ascienden a mil millones de dólares por día, es decir, más que el presupuesto anual de la ONU.
Enorme es el número de sabios y de técnicos ―unos 400.000— que trabajan a plena jornada para producir un arsenal de armas cada vez más perfecto, con el presupuesto anual de 25 mil millones de dólares.
Competencia americano-soviética
Todo esto para construir aviones de combate cada vez más eficaces, misiles y sistemas de radar de modelos incesantemente renovados. Las dos superpotencias ―Estados Unidos de América y la Unión Soviética― disponen en este momento de más de 50.000 armas nucleares —11.000 de tipo estratégico y 40.000 de tipo técnico―, todas y cada una de las cuales es suficientemente potente para arrasar ciudades como Hiroshima y Nagasaki, e incluso para provocar destrucciones de 10 a 100 veces más fuertes. La potencia explosiva total bastaría para devastar totalmente el planeta Tierra doce veces.
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Los países del tercer mundo
Pero hay todavía una circunstancia agravante causa de gran inquietud: las dos superpotencias están a punto de arrastrar el mundo entero hacia esa carrera de armamentos. No solamente los estados miembros de las dos grandes alianzas ―OTAN y Pacto de Varsovia—, sino también, y cada vez más, los Estados y los Pueblos del tercer mundo. Estos, en efecto, se sienten cada vez más presionados a tomar partido por el Este o por el Oeste, con las consecuencias fáciles de adivinar en lo que se refiere a los presupuestos militares y al frágil equilibrio de fuerzas que existen en las diversas regiones clave, consideradas estratégicamente como importantes. De este modo, los gastos militares de Israel y de los Estados árabes están alcanzando techos de una altura estremecedora, mientras la misma África es arrastrada por un remolino de carreras regionales de armamentos que hacen aumentar el peligro de una guerra.
La gran amenaza
La carrera de armamentos se ha convertido, con toda evidencia, en un monstruo de mil cabezas, que obliga a todo el mundo a contener el aliento ante la eventualidad de una conflagración que significaría, si estallaba, la equivalencia al fin del mundo.
Condenación de la Iglesia
La carrera de armamentos ha sido condenada sin reserva por la Iglesia en la declaración de la Santa Sede de junio de 1976. Este documento no duda en calificarla literalmente de peligro, de injusticia, de violación del derecho, de forma de robo público, de error, de pecado, de locura y máquina de locura. Una firmeza semejante aparece en el Concilio Vaticano II que condena radicalmente el uso de armas de destrucción masiva (GS, 80).
Y es lo mismo que encontramos en las enseñanzas de los últimos Papas (Pio XII, Juan XXIII, Pablo VI) cuando condenan la guerra total.
Desarmar para el desarrollo
En relación con los problemas de los países en vías de desarrollo, la utilización de recursos financieros para fines militares implica una dilación o una disminución de la ayuda al tercer mundo. Hace difícil la substitución {15} "desarmar para asegurar el desarrollo" que reclamaron los Padres del Concilio en la GAUDIUM ET SPES Y Pablo VI en su discurso en Bombay o en la encíclica POPULORUM PROGRESSIO.
Otros medios para la paz
Cuando la Iglesia católica —lo mismo que el Consejo ecuménico de las Iglesias, la Conferencia mundial de las religiones por la paz, y también en el reciente Encuentro europeo de Chantilly― condena esta carrera de armamentos, apela a otros medios para llegar a la seguridad de los pueblos. Incluso en el caso de que históricamente pudiera explicarse la carrera de armamento nuclear y de otras armas de destrucción masiva, el cristiano no puede jamás resignarse a esta constatación sin plantearse una cuestión. Del mismo modo como para el cristiano el comercio de armas no es un comercio como los demás, tampoco la carrera de armamentos puede ser para el una necesidad fatal. Si es legítima la esperanza de un mundo más pacífico, debe serlo principalmente para los cristianos. Cuando se trata de encontrar medios para salir del callejón sin salida donde la carrera de armamentos acorrala a la humanidad, los cristianos han de estar presentes y han de colaborar con todos los que quieran romper el círculo infernal del miedo y del terror.
Si queremos que la Buena Nueva transmitida por las generaciones precedentes se implante más profundamente en nuestro siglo XX, a nadie le es lícito guardar silencio en un momento en que tantas personas depositar su confianza en las armas que son, precisamente, una amenaza permanente para la humanidad. Porque han de existir otros caminos que aseguren la paz: como cristianos queremos apoyar esta búsqueda de nuevos métodos capaces de engendrar la verdadera paz.
La paz es posible sin las armas
El desarmamento es una de las tareas más importantes confiadas a nuestra sociedad. El proceso de desarmamento tendrá que respetar cierto número de condiciones, pero esto no puede disimular su urgencia... El ejemplo de pueblos que han logrado la reconciliación después de los períodos de guerra ha de ser tenido en cuenta por todos como un ejemplo alentador.
{16} Para llevar a buen término esta empresa es preciso, antes que nada, elaborar un nuevo orden jurídico internacional. Haciéndose eco de la PACEM IN TERRIS, la declaración del Vaticano del 1976 propugna "la paz por el derecho". En este sentido el Vaticano trabaja, de acuerdo con las mejores tradiciones de la Iglesia, a favor de una autoridad pública de competencia universal» (PACEM IN TERRIS, 133) y «de una autoridad pública universal reconocida por todos, que goce de un poder eficaz susceptible de garantizar a todos la seguridad, el respeto de la justicia y la salvaguardia de los derechos (GS, 82)...
Responsabilidad de todos
Nadie tiene derecho a predicar la paz si no cumple, allí donde se encuentra, con todo lo que puede dar oportunidad al establecimiento de la paz. Los mensajeros de paz de los responsables de la Iglesia no tendrán repercusión alguna, sino en la medida en que ellos animen a todo el pueblo cristiano para comprometerse en servicio de la paz. Esto exige una auténtica educación de los fieles respecto de la paz y a la corresponsabilidad, una sensibilización a dimensión mundial de los problemas actuales, al diálogo y al acuerdo, a la solidaridad y a la colaboración...
Recomendamos la labor de Pax Christi, el Movimiento Internacional católico por la paz, así como la actividad de la Comisión Justicia y Paz, dos organismos en el seno de los cuales miembros competentes de la comunidad cristiana emprenden de corazón la obra de la paz.
Pax Christi surgió en Francia al final de la Segunda Guerra Mundial y actualmente se encuentra activa en doce países de la Europa del Oeste, en los Estados Unidos y en Australia. El movimiento se dirige explícitamente a las comunidades católicas, y ha realizado un serio esfuerzo para sensibilizar a la opinión pública católica sobre los problemas de la paz y recordar a los cristianos la corresponsabilidad que les compete en esta materia. Las Comisiones Justicia y Paz, activas en los planos internacional, nacional y diocesano, se han constituido según las directrices de la encíclica POPULORUM PROGRESSIO (1967) con el fin de coordinar los {17} esfuerzos de las comunidades eclesiales en pro de la justicia y de la paz, y con la finalidad de emprender iniciativas concretas. Abrigamos la esperanza de que estos dos organismos continuarán encontrando el apoyo y el aliento en nuestras comunidades cristianas.
8. armas
EL Instituto sobre investigaciones de la Paz, de Estocolmo, publica cada año su Anuario, además de otras obras sobre aspectos más específicos, a partir del general dedicado al progreso realizado durante el año por los diferentes Estados, en relación con la producción, la venta y el comercio de armamentos; también se ocupa de los arsenales acumulados, lo mismo que de las medidas tomadas en favor de la limitación de armamentos. Ni que decir que no es precisamente el optimismo lo que se desprende de la lectura de los datos que suministra.
Como desde hace años, a la cabeza de los proveedores mundiales de armamentos, están Estados Unidos de América y la URSS, les sigue Francia, Gran Bretaña y China popular. Sus clientes más importantes son los países en vías de desarrollo.
Cada proveedor vende armas a los países que considera han de ayudarle en su propia seguridad; algunas veces, los suministradores de armamentos, procuran obtener bases militares en el suelo de sus clientes, como es el caso de España para Estados Unidos y de Somalia y Etiopía para la Unión Soviética.
Ello se debe a que ningún país, por poderoso que sea, se siente totalmente seguro sin contar con otros que hace aliados suyos. Pero es que el cliente pasa enseguida a ser dependiente del proveedor y controlado por él: la complejidad de las armas modernas implica que el importador debe depender del exportador en lo relativo a piezas de recambio, mantenimiento de material y adiestramiento de personal del lugar. Cada país productor de armas, las fabrica en mayor cantidad de las que él mismo se reserva y, las restantes, las vende a los que, de algún modo, {18} pasan a ser, de clientes, dependientes suyos.
El comercio de armas no siempre se lleva a cabo de gobierno a gobierno, sino que existen los grandes intermediarios que forman redes internacionales. El gran riesgo está, además, en que no existe un acuerdo o, por lo menos, consenso internacional para las transacciones de armamentos.
No hace tantas semanas que nosotros mismos hemos podido leer, en los diarios españoles, el misterioso caso del barco ALLUL, de su alijo descargado y desaparecido en un puerto español, mientras nos llegaban las crónicas de algún enviado periodístico en Washington, donde la televisión americana involucraba a una empresa española, antes constructora de automóviles, como si tuviera que ver con un envío clandestino de armas a Suráfrica. Se citaban además dos barcos ―LAGUNALAND y GREESANT— que tocaron Barcelona, lugar del transbordo de 55 contenedores de munición y armamento.
También en España producimos armas. En 1977 la producción ascendió al valor de cincuenta mil millones de pesetas, de las que se supone fueron exportadas una cuarta parte, principalmente por medio de la compañía exportadora española Defex, S.A. Sin embargo, recientemente, se ha dicho que, en el futuro, el comercio armamentista militar español será controlado por una junta interministerial.
Naturalmente que España, aunque exporte, no cree bastarse a sí misma y, así, los periódicos de estos días también nos informan de que, según fuentes americanas, España tiene concertado un contrato para adquirir material militar a Estados Unidos por un valor que oscila entre 400 y 600 millones de dólares.
No hace mucho, un serio periódico parisino, no sin cierta ironía titulaba así uno de sus artículos:
"El ejército iraní, garantía de la dependencia nacional"...